El
Hombre Como Primate
(Tercera
Parte)
M.F.
Niesturj
Particularidades distintivas
características del cuerpo humano que no se encuentran en relación directa con
la marcha erecta.
En el
aspecto exterior, a las particularidades distintivas del cuerpo humano
pertenecen, por ejemplo, la reducción vellosa de la piel y el dimosfirmo sexual
fuertemente expresado. Entre los rasgos somatológicos aislados mencionaremos
los siguientes: el intenso desarrollo de la parte cerebral de la cabeza, pero
débil de la facial; los pabellones de las orejas casi inmóviles, cuyos tamaños
no testimonian; frente alta y recta; cejas bien trazadas; nariz exterior
fuertemente desarrollada; surco bien expresado en el labio superior o filtro, o
el surco nasobucal; parte de la mucosa transitoria de los labios intensamente
desarrollada o rebordeada entre las partes de la mucosa propiamente dicha y la
piel, llamada vulgarmente labio; mentón sobresaliente; en la parte delantera
del cuello, por la línea media, prominencia angular del cartílago tiroideo o
manzana de Adán, que es más notable por el exterior y perceptible fácilmente en
los hombres; en el tronco dos pezones aislados situados comparativamente bajo
(en la marcha del desarrollo embrionario se desplazan en sentido caudal, y en
los monos, en sentido craneolateral); posición más anterior de los órganos
genitales; ausencia de cola; en la extremidad superior el dedo gordo está
fuertemente desarrollado; las uñas son anchas y planas; en la inferior las
uñas son también anchas y planas, siendo deformadas en los meñiques.
La piel vellosa en el hombre es muy original: a la par
con su reducción general, en el cuerpo tiene lugar el desarrollo
característico de mechones de pelo en las fosas axilares y en el pubis. En la
cabeza el pelo es espeso, teniendo la propiedad de crecer constantemente; la
barba, bigotes y cejas están privados de pelos olfatorios o vibrisas, cuyos
rudimentos unas veces se notan en los embriones. La reducción de mechones de
vibrisas en una serie de primates va de los primates inferiores (4-5), a través
de los monos inferiores (3-4), a los antropoides (2-3), y se encuentra en
relación inversa respecto al grado de desarrollo de las líneas y dibujos papilares
en las palmas y plantas. La convergencia de los pelos en la mano hacia el codo
tiene lugar en el hombre, al igual que en la mayor parte de los antropoides.
La piel vellosa del hombre puede ser deducida, sin dificultad, de aquella que
es propia de los antropoides africanos, según Miller (1931). En relación con la
reducción de los vellos es de señalarse el reforzamiento de la pigmentación
cutánea y la gran mutabilidad del color de la piel en el hombre.
Las diferencias sexuales en el hombre se manifiestan en
el peso, longitud y proporciones del cuerpo, en la piel vellosa y el tegumento
cutáneo, y también en las distintas particularidades de la estructura interna.
La mujer, en promedio, es 8 kg más ligera y 9 cm más baja que el hombre; la
piel vellosa en ella está desarrollada más débilmente, y el tejido adiposo
subcutáneo es más consistente; el pelo en la cabeza es más espeso y crece más
intensamente, el pelo en el pubis, en su parte superior, presenta un borde
horizontal; en la mujer los hombros son más estrechos, la cintura es más
expresada, la pelvis es más ancha, los pies, con frecuencia, son en forma de
"X", se acercan en las rodillas (genu
varum); por lo común, no hay luz entre las caderas; las nalgas
están desarrolladas fuertemente; la lordosis lumbar está más expresada; el
tronco es relativamente más largo que en el hombre; los pies, por lo visto, son
algo más cortos; el centro de gravedad está algo más abajo; la musculatura está
menos desarrollada; la fuerza física es, aproximadamente, 1/3 menor que la
masculina; la voz, en promedio, es más alta, en una octava. En las mujeres las
glándulas mamarias tienen un desarrollo particular, mientras que en las hembras
de los antropoides y monos inferiores sólo se destacan los pezones, y la parte
glandular se hincha un poco antes del parto, sólo durante la lactación, pero
casi no se nota. El dimorfismo sexual en el hombre con respecto al peso y
tamaños del cuerpo está desarrollado más débilmente que en el gorila o el
orangután, pero es más fuerte en las glándulas mamarias, piel vellosa y tejido
adiposo subcutáneo. Nuestros antepasados, al juzgar por los hallazgos de
sinántropos, ya tenían el dimorfismo sexual expresado. Su reforzamiento
ulterior, en los estadios de monos-hombres y neanderthalenses, probablemente le
favoreció el proceso de la selección sexual (Darwin, 1935).
Las particularidades de la estructura interna
características para el hombre, que no se encuentran en relación directa con la
marcha erecta, se observan en lodos los sistemas de los órganos. En el sistema
urogenital (Hill, 1958) se puedo señalar una gran cantidad de papilas en el
riñón, ausencia del huesillo sexual en el pene y su forma singular (según la
cual el hombre está más cerca al gorila); en el sexo femenino, los labios
mayores están muy fuertemente desarrollados y el himen virgen.
Para los órganos digestivos del hombre (Hill, 1958) es
característico lo siguiente: la lengua intensamente desarrollada; el apéndice
vermiforme de longitud media; los dientes que manifiestan las modificaciones
de su forma y la reducción en relación con el debilitamiento general del
aparato masticatorio: caninos (G) que se unen estrechamente con I y P, la
corona de los caninos es pequeña y la raíz no es proporcionalmente larga,
habiéndose conservado hasta ahora las formas antepasadas de los antropoides
con sus caninos que sobresalían de las filas dentales; los premolares (P) están
colocados estrechamente, su corona y raíces están comprimidas en sentido
anteroposterior (mediodistal) y no en el bucal-lingual, como en los monos; los
últimos molares están reducidos en tamaños y no siempre salen (M 3/3). La
fórmula dentaria es 2.1.2.3; en total hay 32 dientes, como en todos los monos
catarrinos; en mucha gente hay menos dientes, hasta 28. La fórmula dentaria
filogenética es I 1/1, I 2/2, G, P 3/3, P 4/4, M 1/1, M 2/2, M 3/3. En los
antepasados cretáceos de los primates habían 44 dientes: 3.1.4.3; en el
transcurso de la evolución desaparecieron los terceros incisivos (I 3/3) y
premolares mesiales (P 1/1 y P 2/2). A consecuencia de la compresión de los premolares
P, en la mandíbula del hombre el número de raíces se redujo gracias a la
fusión: en P3
dos raíces hay en el 50% de casos; en P4, en el 2%; raras veces hay
3 raíces; aún con menos frecuencia hay dos raíces en los P inferiores.
Para el hombre es característico el dibujo en cruz de
los surcos en la superficie masticadora de los molares M que procede del
dibujo del driopiteco. Como en los antropoides, en los molares superiores el
protocónido y el metacónido están unidos por una cresta de esmalte que va
oblicuamente.
En los órganos de la respiración se observa: el débil
desarrollo de los ventrículos laríngeos, el desarrollo singular de las cuerdas
vocales verdaderas, dispuestas entre las alas del cartílago tiroideo y las
apófisis vocales de los cartílagos aritenoides; las cuerdas vocales son parte
de los conos elásticos del ligamento cricotiroideo, constan de fibras
elásticas, tienen un borde libre fino y agudo medial, se tensan por el músculo
tiroaritenoideo, que se encuentra en las mismas. En el sistema vascular se
tienen las siguientes particularidades: la arteria humeral va profundamente (y
no superficialmente, acompañada del nervio mediano, como en los monos
catarrinos); el sistema linfático está diferenciado más fuertemente (48 grupos
de glándulas) que en los chimpancés (20) o en el macaco rhesus (15).
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