Nota:
El siguiente artículo revela, documentadamente, el papel que cumple el trotskismo en la lucha entre el socialismo y el capitalismo: utilizando un lenguaje marxista (como cualquier revisionismo), lo que hace es servir al capitalismo. Por lo demás, es oportuno observar que el artículo da cuenta del parecido de las posiciones de los trotskistas con las de los liquidadores con respecto a Gorbachov, del cual estos decían que estaba conduciendo a la Unión Soviética a pasar al comunismo y, además, en lo que se refiere a la imposibilidad de la restauración capitalista.
Un compañero decía en una reunión que
hay que evitar los artículos-sábanas, y tiene razón. Pero en el caso de los
artículos sobre el Trotsky, el trotskismo, Stalin y algunas otras cuestiones
que estamos publicando, obligados por las circunstancias, desde el mes pasado
en estas mismas páginas, hacemos una excepción, pues cuanto antes dejemos de
publicar estos materiales, tanto mejor para el cumplimiento de nuestra tarea de
contribuir a la reconstitución del Partido de Mariátegui. Por eso les sugerimos
a los lectores copiar todos estos materiales y leerlos por etapas con mayor
tranquilidad. Esta sugerencia vale asimismo para los materiales ya publicados
en la edición anterior de este blog, como para los que serán publicados
posteriormente.
01.01.2024.
Comité de Redacción.
El Trotskismo al Servicio de la CIA Contra los Países
Socialistas
Ludo Martens
DESPUÉS DEL TRIUNFO de la contrarrevolución burguesa en Europa del
Este y en la Unión Soviética, queda de manifiesto y sin lugar a dudas entre los
comunistas, cual es la verdadera motivación del trotskismo. El desarrollo del
proceso contrarrevolucionario en Europa del Este y la Unión Soviética, nos
revela claramente el sentido de clase que imprimen los trotskistas a su
posición ideológica, permitiéndonos verificar en la práctica la ambivalencia
del discurso que han sostenido por más de sesenta años. No es complicado, hoy
día, percibir a través de su lenguaje "izquierdista" el verdadero
objetivo de esta corriente. Nos basta leer las declaraciones que han hecho en
los últimos dos o tres años, para ver que su estrategia central es el
anticomunismo absoluto; una corriente que recluta a los elementos progresistas
de la pequeña burguesía, para adoctrinarlos en el anticomunismo. En suma,
decimos que esta tendencia sólo ha llevado a cabo con perseverancia,
continuidad y convicción el combate contra el marxismo-leninismo y el movimiento
comunista internacional. Es nuestro propósito probar la veracidad de estas
afirmaciones, y lo haremos mediante el estudio y análisis de las proposiciones
hechas por los trotskistas en el momento en que surgen las contrarrevoluciones,
llamadas de terciopelo, que conllevaron a la restauración del capitalismo en Europa
del Este y en la Unión Soviética.
"La
restauración del capitalismo es imposible!"
En los años treinta Stalin planteó un cuestionamiento esencial: ¿En un
país en el cuál el socialismo ha establecido la dictadura de la clase
trabajadora, es posible el restablecimiento del capitalismo? Trotski respondió:
el restablecimiento del capitalismo es imposible sin un levantamiento armado de
la burguesía y sin una guerra civil prolongada. Su planteamiento de la
"restauración imposible", sirvió para eliminar toda alerta política e
ideológica favoreciendo una posición conciliadora y estimulante, tanto al
interior del Partido, como hacia el enemigo de clase en la sociedad.
Desde la Revolución Cultural, los Marxistas-Leninistas reafirmaron que
un Partido Comunista puede degenerar al ser invadido por concepciones y teorías
burguesas y pequeño burguesas. El revisionismo es la adopción de las ideas de
la burguesía y la pequeña burguesía disfrazadas con terminología
marxista-leninista. Cuando el revisionismo definitivamente logra acaparar un
partido comunista, éste se vuelve el instrumento principal para el
restablecimiento burgués progresivo, tanto en el plano ideológico-político como
económico. Mandel, el líder principal de la llamada IV-Internacional, se ufana
afirmando que esta teoría "estalinista" sólo sirve para justificar la
arbitrariedad, haciendo así eco a una de las tesis de Trotski.
"Solo verdaderos tontos..."
En 1934 Stalin demostró que la corriente del grupo oportunista
Zinoviev-Kamenev, llevaría necesariamente al restablecimiento del capitalismo
en la Unión Soviética. La historia demostró que las críticas de Stalin a
Trotski, al grupo Zinoviev-Kamenev y posteriormente a los seguidores de Bukarin,
fueron de mucho acierto. El rechazo de esas proposiciones, en el curso de los
años veinte y treinta, permitió mantener la dictadura del proletariado y
construir el poder político y militar necesario para defender al socialismo de
la agresión fascista. Muchas ideas de Trotski, Zinoviev y Bukarin fueron
retomadas medio siglo después por los revisionistas Kruchov y Brezhnev; y solo dos
años después de la rehabilitación oficial de estas ideas oportunistas por
Gorbachov, el restablecimiento del capitalismo era un hecho real.
Es de recordar que en 1943, Trotski argumentó contra Stalin: "Sólo verdaderos tontos son capaces de creer que
proposiciones capitalistas, tales como la propiedad privada de los medios de producción,
o de la tierra, puedan restablecerse de una manera pacífica en la Unión
Soviética, y que desemboquen en un régimen democrático-burgués. De hecho el
capitalismo sólo puede restablecerse en Rusia a través de un violento golpe de
Estado contrarrevolucionario, que exigiría diez veces más de víctimas que la
Revolución de Octubre y la guerra civil." (1) Diez veces más, eso quiere decir que el restablecimiento del capitalismo en Rusia
significaría un número de víctimas oscilando entre los 50 y 90 millones...
1989: "La restauración imposible a mediano plazo"
Ya en 1989, momento en el cual las fuerzas contrarrevolucionarias
ejercían su abierta ofensiva, Mandel persiste afirmando que el fantasma de la
restauración capitalista no es otra cosa que una mentira estalinista, para
justificar la "represión". En 1989, ya se habían pasado al campo imperialista
Polonia y Hungría, sin embargo Mandel escribía: "La pequeña y media burguesía forman tan solo una minoría en la sociedad
de estos estados obreros-burocráticos y gozan solamente de una ayuda limitada del gran
capital internacional. Pero sumando todo esto, la confluencia de intereses no es suficiente
para que a corto o a medio plazo se pueda imponer el capitalismo." (2)
Ya hace mucho tiempo que los marxistas-leninistas describieron las
cuatro fuerzas sociales que forman la base para el restablecimiento. Primero,
es la capa de burócratas y elementos corruptos en el seno del Partido y del
aparato de Estado. Segundo, son las fuerzas políticas e ideológicas de las
viejas clases reaccionarias. Tercero, son los nuevos elementos burgueses y
explotadores que se han desarrollado dentro de la sociedad socialista. Cuarto y
último, son las fuerzas imperialistas que, de manera abierta o clandestina,
funcionan en los países socialistas. Mandel desconoce la existencia de las dos
primeras formas y minimiza las otras, aunque desde Reagan se duplicó la infiltración
e intervención capitalista.
Mandel utiliza los mismos argumentos para apoyar la contrarrevolución
en la Unión Soviética: "¿Para
dónde va la Unión Soviética de Gorbachov? Excluyamos, por ser imposible, la
posibilidad del restablecimiento del capitalismo en la URSS, ya que de la
misma manera que es imposible eliminar el capitalismo, tampoco este se puede restaurar
progresivamente." (3)
Los trotskistas dispersaron a los cuatro vientos su teoría de
imposibilidad de restauración mientras existiese la más mínima resistencia por
parte del Partido Comunista y del Estado. Desde los años treinta, ésta teoría
justificará la desproporcionada ayuda a todas las corrientes oportunistas y contrarrevolucionarias.
En los años treinta y cuarenta también apoyaron a todas las corrientes y fracciones
oportunistas en su lucha contra la dirección marxista-leninista del Partido. En
1956, aplaudieron el "corajudo-antistalinismo" de Kruchov, convirtiéndose
en propagandistas de Soljenitsin, el reaccionario seguidor del Zar; apoyaron a
todas las fuerzas reaccionarias nacionalistas y fascistas, como también a los
disidentes pro-occidentales. Propagaron sin rodeos todas las teorías anticomunistas que estaban de moda en los círculos Gorbachovianos, e
incluso destinaron dos tercios de su propio periódico a artículos de derecha,
tomados del Novedades de Moscú y del Espoutnik.(4) Resumiendo, en nombre de la teoría de la restauración imposible,
los trotskistas apoyaron a todos los contrarrevolucionarios, hasta el día que
no quedó nada de las ideas e instituciones socialistas, creadas y defendidas
por Lenin y Stalin. Una vez la batalla terminada, Mandel mencionó en una
entrevista posterior a los hechos del Este, pasando cínicamente de la teoría de
imposibilidad a la "restauración": "Excluyo la posibilidad de una restauración gradual y pacífica e
imperceptible del capitalismo. Esta es una ilusión reformista, antes deberán romper la resistencia
obrera...". Más adelante, continúa su
declaración aludiendo a la trotskista Catherine Samary quien dice que la restauración
es posible, pero se hará "exclusivamente
sobre el modelo turco..." .(5) La
evocación de una eventual restauración, no influye en lo absoluto en la
política trotskista, que guarda invariablemente su objetivo primero: la destrucción
de todo lo que se aparente al comunismo. De este modo tres meses más tarde, a
fines de diciembre de 1989, cuando se produce el asalto final de la contrarrevolución,
los trotskistas lanzan la siguiente consigna en primera página: "Solidaridad con la revolución que comienza al Este..."(6)
De un lado "la burocracia" del otro "las
masas"...
La tesis de restauración imposible les sirvió de camuflaje durante
sesenta años para desertar decentemente y pasar al lado de los anticomunistas.
Stalin, y después Mao Tsetung, enfatizaron que la lucha de clases
continúa dentro del socialismo; que la lucha entre el camino socialista y el
camino capitalista permanece durante un gran período histórico, y por supuesto una restauración capitalista siempre es
posible. Que para mantener y fortalecer el socialismo, se necesita un Partido
Comunista marxista-leninista auténtico, una estructura que en momentos
necesarios purifique sus filas de corrientes oportunistas. El socialismo se
debe defender contra sus enemigos, contra los restos de las viejas clases
reaccionarias, contra los nuevos elementos burgueses que renacen durante el
nuevo régimen, y contra los agentes del imperialismo.
Mandel y los trotskistas desarrollan una "teoría" original
para combatir estos conceptos: la lucha de clases existe en realidad dentro del
socialismo... Pero esta lucha opone la "burocracia" a las "masas populares". Denunciando violentamente "la
burocracia", como lo hicieran antes los fascistas, los líderes trotskistas
apoyan toda forma de oposición reaccionaria contra el socialismo, afirmando que
este es el sentido de la reivindicación y de la voluntad de las "masas
populares". Convirtiéndose en abogados de todas las fuerzas burguesas y
anticomunistas, los trotskistas sitúan de un lado la "burocracia" que
frena las libertades democráticas, y al otro lado las fuerzas de la "revolución
política" que luchan por el "socialismo auténtico". Así escribe
Mandel en octubre de 1989: "El
sentido principal de todas las luchas políticas actuales no gira alrededor de
la restauración
del capitalismo, sino que se trata de avanzar hacia la revolución-política antiburocrática, es decir salvaguardar el total de las
libertades democráticas que las masas conquistaron durante la Glasnost. La lucha
principal no se sitúa entre las fuerzas pro-capitalistas y las fuerzas anticapitalistas sino que es
la oposición de la burocracia contra el pueblo."(7) Partiendo de este punto de vista, que sitúa "la burocracia
contra las masas", Mandel apoya abierta y explícitamente las fuerzas
liberales, socialdemócratas, monarquistas y fascistas, en su lucha en contra de
los restos del socialismo.
"La Glasnost es trotskismo..."
En el momento que la burguesía internacional reconocía que la
restauración del capitalismo ya era un hecho, Mandel recibía los honores de la
prensa anticomunista de la Unión Soviética. Su desvergüenza llega a tal extremo
que lo llevó a declarar que Gorbachov era un gran revolucionario, retomador de
las teorías trotskistas. Dice Mandel: ahora pueden ver todos los comunistas del mundo quienes son los verdaderos revolucionarios y
contrarrevolucionarios. Trotski, los trotskistas, Gorbachov y los seguidores de
Gorbachov se encuentran en el campo de la revolución, Stalin y los estalinistas
están en el campo de la contrarrevolución. Mandel declara en Managua que Stalin
representa una "contrarrevolución
violenta" (8). Felizmente, gracias al
esfuerzo de Mandel y Gorbachov, hemos avanzado en 1990 hacia la verdadera
revolución. He aquí la declaración de Mandel a Temps Nouveaux: "Temps Nouveaux: Declara Gorbachov que la perestroika es la nueva revolución
auténtica? Ernesto Mandel: Si, efectivamente él dice eso, y esto es en realidad muy positivo. Nuestro
movimiento ha defendido durante 55 años esta tesis, por lo cual se le denominó contrarrevolucionario.
Hoy en día se comprende bien, en la Unión Soviética y en el seno de la mayoría de los
movimientos comunistas internacionales, dónde se encontraban en realidad los verdaderos
contrarrevolucionarios."(9)
No hubo que esperar dos años, para ver caer la Unión Soviética en
manos de la mafia pronorteaméricana y zarista, para ver florecer las fuerzas
fascistas y zaristas en Rusia y las otras repúblicas, y para ver diferentes
guerras civiles reaccionarias entre las diferentes fracciones burguesas de la
población civil. Esto descubre la verdadera faz de los
"revolucionarios" de la Glasnost y la Perestroika; esto demuestra
también para qué fuerzas políticas Mandel trabaja, este profesional del
anticomunismo.
Catherine Samary, la otra estrella de la IV-Internacional, confirmó a
la prensa soviética, que Gorbachov aplicó el programa desarrollado por Trotski.
Ella hace el elogio de la Glasnost: "En vuestro país aún no se ha publicado nada acerca de la
plataforma de izquierda que luchó contra Stalin y que propuso un camino alternativo
para la construcción del socialismo. Pero están ustedes en vía de adoptar esas ideas: construir
una democracia socialista auténtica y la autogestión."(10)
El apoyo de Mandel a Yeltsin
Mandel, ferviente partidario de la Glasnost de Gorbachov, considera
como obligación propia el apoyo a las fuerzas más a la "izquierda" de Gorbachov, ¡convirtiéndose así en el vocero de Yeltsin y Sakharov! A
comienzos de 1989 Mandel presenta a Yeltsin como el representante de los
trabajadores, el hombre de la democratización, que interpreta las ideas de la
clase política consciente de la URSS! Mandel escribe en su libro sobre
Gorbachov: "La destitución de Yeltsin (el 11 de
noviembre de 1987) como dirigente del PCUS es un retroceso grave en el
proceso de democratización de la URSS."(11) "Yeltsin es hoy
la personalidad política más popular entre los trabajadores soviéticos. Espontáneamente
se hicieron miles de etiquetas con el eslogan 'Que regrese Yeltsin'. Todo esto señala
la voluntad de una clase política consciente, dispuesta a conservar y ampliar
las libertades democráticas parciales obtenidas durante el período 1986-1988."
(12)
El 3 de abril de 1989 Mandel da la bienvenida "Al nacimiento de una izquierda más radical y masiva, con
tres líneas directivas y progresistas que sobresalen en la plataforma de
Yeltsin y Sakharov: contra los privilegios de la burocracia, por más igualdad y
por un sistema multipartidario."(13)
Sakharov, el representante de la "izquierda radical" tenía
ya hace muchos años la reputación de agente oficial de la C.I.A. en la Unión
Soviética. Él apoyó con entusiasmo la agresión norteamericana contra Vietnam.
Compartía la idea de que los norteamericanos hubieran ganado la guerra "si hubiesen actuado con más decisión en el campo militar
y sobre todo en el campo político."(14)
La prensa internacional ha comentado la admiración de Yeltsin por el
capitalismo norteamericano y reconoció los contactos de Yeltsin con la C.I.A.,
durante su primer viaje a los E.E.U.U. Incluso un periódico belga de derecha
como De Gazet van Antwerpen, reconocía que Yeltsin exageraba al declarar: "El capitalismo no está en declive, al contrario, florece.
Con poco dinero se puede comprar todo. En las calles no hay ningún peligro durante la noche.
Incluso los desamparados tienen una visión positiva de la vida."(15)
Después de estos propósitos abiertamente antisocialistas Mandel seguía
considerando a Yeltsin como ¡"la
izquierda radical democrática" del partido comunista de la URSS!
A principios de 1990 continuaba la prensa trotskista demostrando su
apoyo a la "democracia radical", y a la oposición en la Unión
Soviética: "El Moskovkja Pravda del 23 de
febrero de 1990 publicó 'la plataforma democrática' de la oposición radical
democrática dirigida por Yeltsin. La plataforma exige: el ejercicio del poder
por los soviéticos, elegidos en base a un sistema multipartidario, la abolición
del "rol" dirigente del PC y la aprobación de una ley que legalice el
sistema multipartidario."(16)
Está claro que los trotskistas permanecen apoyando esos puntos de
vista de Yeltsin, al coincidir con su línea "revolucionaria".
Mandel llega a un extremo tal, que declara a Yeltsin como el nuevo
Trotski: "En este momento Yeltsin representa la tendencia que está
por la enorme reducción del aparato burocrático. El camina sobre las huellas de Trotski."(17)
Mientras en 1991 Yannaviev trató de improvisar un golpe de Estado,
Yeltsin por su parte preparó un golpe de Estado auténtico que destruía toda la
legalidad del sistema existente: fue apoyado por una movilización internacional
desenfrenada de todas las fuerzas imperialistas. Mandel y los trotskistas
estaban por supuesto al lado de Yeltsin. "La movilización, la nueva vida propagada por Yeltsin y el rechazo al sistema anterior
muestran el fracaso de lo que más parece un cambio de ruta, que un golpe de Estado. Hay que
oponerse contra los cabecillas, y estar al lado de Yeltsin para que desarrolle la autoorganización,
el pluralismo político y la libertad de opinión, que son las únicas garantías de los cambios que se
aproximan. Somos partidarios de la nacionalización de las propiedades del Partido Comunista y de los
sindicatos oficiales." (18)
Para todos los anticapitalistas honestos era claro que Yeltsin
representaba las fracciones ultraliberales y pro-norteamericanas de la nueva
burguesía rusa, que conservaba con mucho honor la herencia zarista. Sin embargo
los trotskistas aplaudieron el golpe de Estado contrarrevolucionario de
Yeltsin, porque este abría camino a la "autoorganización", es decir
la autoorganización de las masas contra el partido comunista, ya que el
pluralismo introducía la libertad para los partidos liberales,
socialdemocratas, fascistas y zaristas. La libertad para todos los partidos
burgueses, acompañada de la inevitable represión contra las organizaciones comunistas,
incluso llegando a su prohibición, lo que es propio de todo sistema
burgués-pluralista. Un año más tarde nadie podía negar, incluso la gran
burguesía internacional, el carácter de extrema derecha y proimperialista de
Yeltsin.
Como verdaderos provocadores anticomunistas, los trotskistas se
atrevieron a titular: "¿Sigue
Boris Yeltsin las huellas de Josef Stalin?"(19). Este ejemplo nos muestra que estos anticomunistas no retroceden ante
ninguna bajeza. Ellos apoyaron hasta el final al liberal Yeltsin en su lucha anticomunista y
lo compararon con su respetado jefe revolucionario, el gran Trotski; y después
de algunos meses, cuando la restauración capitalista fue un hecho, luego
que Yeltsin honró la memoria de los viejos Zares, los trotskistas declararon que Yeltsin,
se parece a su peor enemigo: Stalin.
"Un gran suspiro de alivio..."
En abril de 1989, Mandel publicó un libro en el cual reflejaba todo lo
que pensaba sobre Gorbachov, Yeltsin, y sobre todo de la Glasnost.
No olvidemos que difícilmente la burguesía escondía su entusiasmo por
los cambios que Gorbachov introducía. La señora Thatcher se declaró partidaria
de la Glasnost y de la perestroika; la burguesía anunciaba el fin del comunismo
y el comienzo de una era de paz, de democracia y libertad. Con su solapado
"lenguaje de izquierda" Mandel apoyó como siempre la corriente de moda
en la burguesía. En su libro escribe: "La pesadilla del Estalinismo y del Brezhnevismo está definitivamente superada. El pueblo
soviético, y el proletariado internacional, y toda la humanidad puede dar un suspiro de alivio." (20) Sin embargo, en este tiempo nosotros hemos enfatizado que la
contrarrevolución en Europa del Este y en la Unión Soviética fue un triunfo
estratégico del imperialismo; esto significaba una catástrofe para el pueblo de
los países ex-socialistas; acentuaría la represión en el tercer mundo, donde el
pueblo sería la primera víctima de los cambios. En aquel tiempo decían los
trotskistas: "La locura de la
dirección del PTB se acentúa." (21) En el mismo periódico trotskista, explicaban que "el gran
suspiro de alivio para la humanidad", prometiendo un futuro sin
intervenciones militares imperialistas para los pueblos del tercer mundo!: "Los movimientos de masas en Europa del Este significan también una
amenaza... para el imperialismo. Una intervención internacional del imperialismo
en el tercer mundo se hace mucho más difícil."(22) Y
cuando un año después la coalición imperialista dirigió su agresión bárbara contra
Irak, los trotskistas declararon que ellos luchaban contra Saddam Hussein y
contra los aliados. Mientras tanto "el suspiro de alivio" en Europa
del Este y la Unión Soviética, se convirtió en un grito de horror ante el
desempleo, miseria, pobreza, nacionalismo reaccionario y guerra civil.
Soñando con el "suspiro de alivio", del pueblo soviético, Mandel
intenta dar un broche de oro a su libro. Resumimos la última página: "La
evolución actual confirma que las predicciones de Trotski, de hace medio siglo,
parecen más realistas y probables: "si el proletariado se activa, queda el
aparato estalinista flotando en el aire. Si aun así ofrece resistencia se
tomarán medidas, no tipo guerra civil, pero más bien medidas policiales. Aquí
no se trata en ningún momento de un levantamiento contra la dictadura del
proletariado, pero sí de retirar la maleza." Continúa: "La revolución que la burocracia prepara contra ella, no será una
revolución social, como la de octubre de 1917, pues no se trata de cambiar la
base económica de la sociedad, ni de reemplazar una forma de propiedad por otra. Así
será."(23)
Es meritorio que Mandel se asocie al viejo Trotski en su análisis de
la Glasnost (quien apenas un año después servirá para desenmascararlo como
irremediable anticomunista). Después de 300 páginas de análisis, Mandel
concluye que la predicción de Trotski podría realizarse gracias a la Glasnost.
Hace medio siglo ya que Trotski se esforzaba para provocar un levantamiento antibolchevique.
Como la dictadura del proletariado era consistente, y el Partido bolchevique movilizaba
con dinamismo a las masas de campesinos y obreros, Trotski se refugió en la
seductora demagogia "izquierdista": si se derroca al Partido
"estalinista", la dictadura del proletariado seguirá vigente, y sólo
se acabaría con "la falacia burocrática". El levantamiento
desparasitaría un cuerpo sano. No habrán más clases reaccionarias o de venganza
en el cuerpo de la sociedad soviética y no habrán nuevas fuerzas burguesas. El
cuerpo socialista se levantará contra el "parásito estalinista".
Trotski tenía que asegurar a los obreros que su levantamiento no cambiaría las
bases económicas del socialismo; que en ningún momento se pensaría en
introducir de nuevo la propiedad privada. ¡Por supuesto! Cincuenta años después
daría Mandel las mismas seguridades utilizando estas sentencias como conclusión
en su libro: la Glasnost y el proceso de "democratización" en la sociedad soviética,
llevados hasta el final, conservarán y reforzarán la dictadura del
proletariado, y no cambiarán nada en lo que respecta las bases económicas de la sociedad. Dos años después pudimos asistir al derrocamiento criminal y
contrarrevolucionario, que fue justificado por estas cálidas palabras.
La "revolución política antiburocrática" de los
trotskistas
Desde hace sesenta años, los trotskistas insisten en que quieren
erradicar la burocracia en los países socialistas por medio de una
"revolución política". El odio de Trotski al sistema socialista se hace
notorio en su caracterización de la dirección bolchevique de la Unión Soviética:
la "casta de nuevos ricos rapaces", la
"oligarquía total", la "nueva aristocrácia", la "banda
criminal de Stalin"(24), la "casta de los nuevos opresores y
parásitos", la "burocracia total", el "grupillo autocrático".(25) Este es el mismo discurso que podemos encontrar en la literatura
fascista a finales de los años treinta.
Según Trotski la movilización de todas las fuerzas de oposición contra
la "burocracia", conducirá a una revolución política que liberará a
la sociedad socialista auténtica de los parásitos burócratas. Esta teoría
constituye, según el grupo de Mandel, el núcleo de la doctrina trotskista: "La teorización del degeneramiento burocrático de la URSS
y de la revolución política, es la adquisición programática más importante del movimiento trotskista. La revolución
política y las tareas que comprenden su preparación dan la razón de existencia
a la IV-Internacional." (26)
Provocaciones al servicio de los nazis
El significado real de la teoría de la "revolución
política", se hizo claro en el transcurso de las luchas en los años
treinta. Toda la burguesía de Occidente mostró su apreciación positiva por Trotski,
por su "análisis profundo de la revolución traicionada". En realidad
Trotski hablaba como un poseído anticomunista y su palabrería contra el Partido
bolchevique y contra Stalin fueron y son aplaudidos aun por los ideólogos del
imperialismo. Nos limitamos a dar aquí un ejemplo. En 1982 Henri Bernard,
profesor emérito de la Academia Real Militar de Bélgica, editó un libro para
prevenir a la opinión pública del peligro soviético. Él dice: “1934 se parece a
1982, los nazis de ayer se parecen a los comunistas de hoy, el antifascista Einstein
encontró su seguidor en el anticomunista Soljenitsin.”(27) Para mostrarnos la
amenaza que rodea al Occidente en 1982, Bernard juzgaba útil hacer un recorrido
histórico por la Unión Soviética a partir de 1917. He aquí algunas frases
recopiladas durante ese largo trayecto: "Lenin, como Trotski, era un ser humano. Su vida sentimental no era abatida
por ninguna finesa. Trotski debía normalmente suceder a Lenin. A pesar de las
divergencias de opinión, Lenin siguió conservando gran afecto por Trotski, y pensaba en él como su sucesor.
Encontraba que Stalin era muy brutal. En el plano interno, Trotski rechazaba la burocracia atemorizante
que paralizaba la máquina comunista. En fin, Trotski sostenía que un régimen sólo se
podría desarrollar con una gran libertad de opinión, y un espíritu constructivo crítico. Artista,
hombre de letras, inconforme y frecuentemente profeta, no se pudo reconciliar con los dogmas primarios
del Partido."(28) De esta
forma habla uno de los principales jefes del servicio de investigación militar,
sobre los méritos de Trotski.
En 1938, la agresión de Hitler es una amenaza constante para la Unión
Soviética, momento en el cual el Partido Comunista lleva a cabo una lucha
definitiva contra los derrotistas y colaboradores, y es precisamente ahí,
cuando el Partido moviliza todas las fuerzas para la lucha gigantesca que se aproxima,
que Trotski lleva a cabo su provocadora agitación, que sirvió sobre todo de
argumento a los nazis. En 1938 se preparaban todos los comunistas y patriotas
soviéticos, en cuerpo y alma, a las tareas políticas y militares en
perspectivas de la agresión nazi. Los demenciales llamados de Trotski a un
levantamiento armado, tan sólo encontraron resonancia en los peores enemigos
del socialismo. He aquí algunos puntos de vista que Trotski defendía entre 1938
y 1940: "Solo se puede asegurar la defensa
del país por medio de la destrucción del grupillo autocrático de saboteadores y derrotistas" - 3 de Julio de 1938.(29) En ese momento, ante la amenaza nazi, las
tensiones en la Unión Soviética se hacían mayores. Algunos grupos de
oportunistas, para quienes los sacrificios eran demasiados, y algunos grupos contrarrevolucionarios,
habían planeado un golpe de estado. La depuración, estrictamente necesaria en
vista de las perspectivas de guerra, debía ser dirigida precisamente contra
estos grupos. Trotski les dio un argumento nuevo para apoyar la agitación
contra el Partido: La derrota de la URSS por los nazis es un hecho si Stalin y
los stalinistas permanecen en el poder, por esto hay que destituir la dirección
actual del partido por medio de un levantamiento. Esto coincidía exactamente
con los objetivos de los nazis, quienes querían desencadenar una guerra civil
para realizar más fácilmente sus planes de invasión.
"Sólo el derrocamiento del grupo separatista del Kremlín
podrá restaurar la fuerza militar de la URSS. Todos los que de forma directa o
indirecta apoyen el stalinismo, todos los que exageren la fuerza de su ejército, son los grandes
enemigos de la revolución socialista y de los pueblos oprimidos." - 10 de octubre de 1938.(30) Habría que tener en cuenta que los nazis
alemanes creyeron en esa propaganda y la apoyaron con firmeza para darle fin al
bolchevismo. Pero después de 6 meses de guerra tuvieron que reconocer que ellos
habían subestimado las posibilidades militares y la combatividad de los
Soviéticos.
"Solo un levantamiento del proletariado Soviético contra
la tiranía vergonzosa de los nuevos parásitos puede salvar lo que queda en las
bases de la sociedad de las conquistas de octubre" – 14 de noviembre de 1938.(31) "Las conquistas de la revolución de octubre sólo le pueden
servir al pueblo si son capaces de actuar contra la burocracia stalinista, como cuando actuaron
contra la burocracia zarista y la burguesía. (...) Esto sólo se puede lograr de una manera: Por
medio del levantamiento de los obreros, los campesinos y los soldados del Ejército Rojo contra
la nueva casta de opresores y parásitos. Para preparar un levantamiento de esta magnitud se
necesita un nuevo partido, la IV Internacional" - Mayo de 1940.(32) Los lectores habrán notado la fecha en la cual se
produjo esta prosa delirante: mayo de 1940. Hacía ya 7 meses que Inglaterra y
Francia le habían declarado la guerra a la Alemania de Hitler; dos meses antes
Finlandia, aliado de Alemania, capitulaba ante la Unión Soviética luego de tres
meses de guerra. Stalin trataba por todos los medios de ganar tiempo, sabiendo
que la agresión nazi se podría llevar a cabo en cualquier momento. En medio de
estas circunstancias Trotski lanzaba provocaciones criminales y escandalosas,
hizo un llamado al pueblo y más tarde al ejército contra "la nueva clase
de parásitos". En aquel entonces era muy popular dicha terminología entre los
seguidores de Hitler. ¿Cómo pudiese no haber llegado los bolcheviques a la
conclusión que Trotski se había descarrilado de tal manera, que actuaba como un
agente de Hitler? En vista de sus declaraciones anticomunistas, durante el
período 1938-1940, Trotski y los pequeños grupos de sus acólitos se habían
convertido en provocadores, conscientes y inconscientes, al servicio de los
nazis. Pero ellos no pudieron ejercer la más mínima influencia en el desarrollo
de los combates. Gracias a un esfuerzo gigantesco en la organización y
movilización de la población, del Ejército Rojo y los grupos de guerrilleros,
gracias a los esfuerzos sobrehumanos en el campo de producción militar y la
construcción de nuevas fábricas, los bolcheviques fueron capaces de preparar al país eficazmente para una confrontación ineluctable contra
los criminales nazis. Al final de la guerra antifascista los pequeños grupos de
trotskistas en todo el mundo estaban completamente descreditados y aislados.
Kruchov dio la oportunidad a los trotskistas anticomunistas de
levantarse con la crítica al gigantesco trabajo del camarada Stalin tomando las
mismas palabras de la reacción mundial. Por ello hoy la línea de Kruchov que
fue profundizada y ampliada por Brezhnev y Gorbachov dio paso a la restauración
del capitalismo salvaje. En vista de esto, decimos hoy, que aquellos que no son
capaces de reconocer el carácter provocador, anticomunista y profascista de las
mencionadas tesis de Trotski, no son verdaderos comunistas.
Mandel apoya a los nazis ucranianos
Observemos ahora qué fuerzas políticas y sociales han sido apoyadas
por los trotskistas desde la segunda guerra mundial en nombre de su
"revolución política". Cuando en 1941 los nazis invadieron una parte
de la Unión Soviética, ellos fundaron y apoyaron en Ucrania un movimiento
nacionalista y pro-nazi, que asesinaba a miles de judíos, polacos y comunistas.
En 1944 a su partida los nazis dejaron grupos fascistas ucranianos adiestrados
por oficiales alemanes nazis. El grupo de Mandel aplaudió esta
contrarrevolución nazi, ¡como si esta fuese una parte de la "revolución
política antiburocrática"! ¿Increíble? Juzgue usted mismo.
En 1988 escribía Mandel: "Durante
la segunda guerra mundial la IV-Internacional subestimó el potencial
revolucionario del movimiento nacionalista ucraniano. La Internacional tan sólo
percibía la existencia del movimiento nacional revolucionario de liberación
cinco años después de la guerra, cuando los combatientes ucranianos liberaban
su última batalla." (33) Aquí se dejaron
ver los trotskistas claramente como provocadores al servicio directo de los
nazis. Los trotskistas utilizaron en esta oportunidad la mentira que, desde
1945, fue divulgada por el servicio norteamericano de información, según el cual los
nacionalistas ucranianos hubiesen luchado contra Hitler y contra Stalin. ¿Cuál será la verdad? En una revista
para ex-combatientes del frente Este, relataba un oficial alemán del Waffen-SS
sus experiencias en Ucrania. El reconoce que el pueblo ucraniano "estaba muy defraudado con la política alemana durante la invasión."
Antes de retirarse el ejército alemán había
formado la división Galicia de la Waffen-SS, que estaba compuesta por
ucranianos y dirigida por militares alemanes. Melnik, el comandante del
Ejército ucraniano insurreccional tomo "la responsable decisión de luchar en dos frentes: contra
los Soviéticos y contra los Alemanes." (contra los alemanes... que ya se estaban retirando). El oficial nazi
describe las luchas que él liberó en julio de 1944 junto con "sus ucranianos" contra el Ejército Rojo. "El hecho que soldados alemanes y ucranianos conjuntamente
hayan combatido contra el enemigo común le dio una nueva dimensión a la
historia de las relaciones nazi-ucranianos." (34) Es realmente una realidad maravillosa esta "revolución
política trotskista" con el Waffen-SS a la cabeza!
Con la contrarrevolución en Berlín y Budapest
La gran mayoría de la población alemana apoyó activamente el régimen
de Hitler durante toda la guerra. Cinco años después de la derrota la
influencia de los nazis estaba presente, tanto en Alemania de Oeste como del
Este. En el Oeste siguen los viejos nazis y los colaboradores de los nazis a la
cabeza de las grandes empresas, magistratura y el ejército. La guerra fría
desatada por los Estados Unidos e Inglaterra, conservaba el anticomunismo entre
aquellos que en la RDA añoraban el sistema anterior. Cuando en 1953 en Berlín
del Este revienta una revuelta dirigida por viejos nazis y apoyada por el grupo
del General Gehlen (ex-jefe del servicio secreto nazi y desertado hacia la
C.I.A.), Mandel aplaudió esta "lucha antiburocrática". "La casta burócrata no retrocede ante las peores crueldades, esta
lección histórica fue escrita con sangre en los muros de Berlín en 1953." (35)
En Hungría había dominado sin tregua el régimen fascista de Horthy
desde 1919 hasta 1944. En 1956 revienta la contrarrevolución húngara, lanzada
por los fascistas con el apoyo de la C.I.A.; Mandel aplaudió: "La revolución húngara de octubre-noviembre de 1956 es la
que ha llegado más lejos en el camino a la revolución política
antiburócratica." (36) Queremos
agregar aquí que aquellos que en 1989 en Budapest pidieron el comercio libre y
la alianza a la OTAN declaraban con ello la realización del programa de
levantamiento anticomunista de 1956. Con ello honraron la memoria de su
"Héroe Nacional", Imre Nagy, quien el 31 de octubre de 1956 se retiraba del pacto de Varsovia y declaró con ello la
"neutralidad" de Hungría... esta fue precisamente la frase más
repetida que se formuló en Radio Europa Libre. (37) La prensa trotskista aprobó
las grandes manifestaciones anticomunistas del verano de 1989 en Hungría. Así
escribe Mandel "Esta semana
protestaron un millón de personas en Budapest, rindiéndole homenaje a la memoria del camarada Imre Nagy, dirigente
comunista del gobierno de esta revolución, fusilado por los estalinistas." (38) (Entre paréntesis, la prensa fascista también hizo honores a
Nagy, este partidario nacionalista ejecutado por los estalinistas...). El mismo
periódico trotskista declararía más lejos: "Imre Nagy tuvo que pagar con su vida por su acción
valerosa al lado de los consejos de obreros en el gran Budapest. Estos
consejos exigieron la democracia dentro del socialismo." (39) En el libro "La
URSS y la Contrarrevolución de Terciopelo" hemos dedicado un capitulo al análisis de la contrarrevolución de 1956
en Hungría.
Con Solidarnosc, el "Poder Obrero"
Solidarnosc fue presentada por los trotskistas como una organización
comprometida en la lucha contra la burocracia estalinista y por el socialismo
proletario! La IV-Internacional escribe en 1980: “Solidarnosc trabaja, por lo menos a nivel local y regional, objetivamente
visto, cada vez más como un órgano de doble poder; la revolución política
antiburocrática apenas ha comenzado ya en Polonia. La experiencia polaca muestra el
contenido de la revolución proletaria de las exigencias democráticas y nacionales en los estados
obreros burocratizados." (40)
Los trotskistas se quejan que aún en 1981, Solidarnosc no quiere
tomarse el Poder, aunque ellos representan el Poder alternativo, el de los
trabajadores. "La gente está
desarmada por la incapacidad de Solidarnosc de tomarse el Poder: sería trágico
en este momento si el odio del totalitarismo llegase a desarmar a los obreros
que están confrontandose con una dictadura totalitaria. Lo que existe ahora
contra el Estado es la fuerza de los obreros polacos." (41) Y cuando Solidarnosc se extiende en 1989 con la ayuda de Reagan, Bush y la
señora Thatcher y de todos los servicios de inteligencia del Oeste y está listo para tomarse el
poder, Mandel aun no ha cambiado de opinión en lo que corresponde a la naturaleza auténtica de
Solidarnosc y declara: "El gobierno
de Solidarnosc es un triunfo para la clase obrera." (42)
Con la CIA, en Checoslovaquia
En 1990 en Checoslovaquia toma el poder Vaclav Havel, generalmente conocido
como colaborador de Radio Europa Libre y de la C.I.A., nombrando al conocido
trotskista Peter Uhl como director de la agencia de prensa checoslovaca, vocero
oficial del nuevo estado burgués pronorteamericano!
Uhl escribe: "Se
puede discutir hasta qué punto ha sido justificada la teoría de Trotski sobre
la revolución política. Yo pienso que es en Checoslovaquia donde la realidad
más se acerca a esta teoría." (43) El 12 de noviembre reflexiona Mandel lo mismo, y lleva esta idea
hasta lo absurdo: él compara la contrarrevolución checoslovaca... con la gran
Revolución de Octubre! En su resumen escriben los trotskistas: "Nuestro Camarada Ernesto Mandel ha confirmado más claro que
nunca de que no hay ninguna duda: lo que vivimos ahora en Checoslovaquia y la
RDA es la verdadera revolución con una magnitud y una profundidad sin
precedentes desde la revolución rusa de 1917." (44) Peter Uhl dio una descripción extraordinaria de la "revolución
política" en Checoslovaquia, como una revolución
anticomunista realizada por el frente de todas las fuerzas reaccionarias: "Habrá algunos que veían en Carta 77 un paso hacia la
revolución política, también yo; otros veían en ella un medio para predicar la
palabra de Cristo; era un verdadero laboratorio de tolerancia."
"Mientras que se trata de decir que se está en contra del 'comunismo',
contra el stalinismo, contra la burocracia, todo el mundo está de
acuerdo." (45) Linda descripción del
frente de los fascistas clericales, los nacionalistas reaccionarios, los
social-demócratas, los agentes de la Radio Europa Libre y de los trotskistas en
servicio.
Agregamos lo que los trotskistas nos enseñaban en 1989: "Que la historia de Checoslovaquia ha tomado una revancha
fantástica. El honor de Dubcek se restablece." (46) Aunque verdaderos comunistas pudiesen divergir de opinión sobre la pregunta si la
intervención soviética de 1968 fue justo o no, no habrán dudas en lo que respecta al análisis unánime de
"la primavera de Praga" como una contrarrevolución de tipo socialdemócrata.
En "La URSS y la
Contrarrevolución de Terciopelo", le dedicamos un capitulo completo a Checoslovaquia entre 1968 y 1989
donde se aclara la relación entre las ideas socialdemocratas de Dubcek en 1968
y las de la revolución de terciopelo de Havel y de Uhl. También se comentan los
puntos de vista de Castro, que apoyó la intervención, y de China, que la
condenó.
La revolución proletaria en la RDA!
Desde septiembre de 1989, la burguesía revanchista de la República
Federal Alemana apoyó con grandes medios económicos, con su radio y televisión
la agitación anticomunista en la RDA. El grupo de Mandel asegura que "una verdadera revolución política empieza". (47) Dos semanas después, ¡Mandel da la bienvenida a la revolución
proletaria en la RDA! "El
exito del movimiento
de masas que ha sacudido a la RDA tienen la magnitud de una verdadera
revolución.
Este movimiento sobrepasa todo lo que se ha visto en Europa
desde 1968, quizás desde la revolución española. El carácter proletario con el
cual se ha iniciado la revolución en la RDA se demuestra por la inmensa
perturbación en las fábricas." (48) Un mes después, en diciembre de 1989 la
excitación de Mandel llegaba a su punto máximo: "Estoy realmente excitado con todo lo que sucede en
Berlín. Todo lo que Rosa Luxemburg, Trotski y Lenin algún día esperaron, se realiza
ahora. La primera revolución, desde la revolución de los países bajos en el
siglo XVI, que no es amenazada por una intervención militar internacional. Nos
encontramos ante la primera generación alemana, desde hace doscientos años,
completamente antimilitarista y antinacionalista. Lo que estimula mi entusiasmo
es la magnitud y la fuerza de este movimiento popular. De los quinientos mil
habitantes de Leipzig, salieron a la calle durante ocho lunes consecutivos
entre 200 y 300 mil personas. En Alemania del Este la corriente antisocialista
es escasa. Nadie puede decir donde sucederá la próxima revolución en Rusia,
Francia, Sudafrica o España, pero lo que es seguro es que las revoluciones en
Alemania del Este y Checoslovaquia tendrán sus frutos". (49) Para ilustrar el carácter socialista de estos movimientos, cita la
IV-Internacional una declaración de... un grupo socialdemocrata. Sin embargo es justamente la
socialdemocracia uno de los fuertes del imperialismo alemán como potencia expansionista. La estrategia y
la táctica que Willy Brandt utilizó para infiltrar e influenciar el partido comunista de la RDA,
para dividirlo y así destruirlo, tuvo un papel muy
importante en la degeneración oportunista de la S.E.D. Los trotskistas
citaban el siguiente texto: "La
democratización necesaria en la RDA supone una oposición al poder, y a la
pretensión de ser vocero de la verdad del partido dominante. Para nosotros, la
formación de un partido socialdemócrata es muy importante. Nuestras
orientaciones programáticas: formación de un Estado de derecho, democracia
parlamentaria y pluripartidismo; economía social de mercado con una prohibición
a la formación de monopolios; y la libertad de instaurar sindicatos
independientes." (50) De esta manera
los trotskistas presentan un programa que alaba abiertamente el régimen
burgués, como ilustración del carácter "proletario" de la
"revolución política", que se está llevando a cabo...
La Glasnost y el sistema multipartidario contra los "stalinistas"
Mandel estableció tres criterios para distinguir a los seguidores del
"stalinismo", y de las fuerzas que estaban a favor del camino hacia
el "socialismo democrático y autogestionario": la posición con respecto
a la Glasnost de Gorbachov, al rol del partido comunista, y a la represión en
la plaza Tien An Men (51).
"Que viva la Glasnost!"
"Definimos a la Glasnost como un proceso de cambios
políticos que amplían el ejercicio de las libertades democráticas", escribió Mandel. (52) En el libro "La
URSS y la Contrarrevolución de Terciopelo", hemos ofrecido un capítulo completo a demostrar que
los cinco años de la Glasnost, prepararon sistemáticamente los espíritus para
toda la restauración del capitalismo integral; que la Glasnost ha
resucitado los ideales de la gran burguesía rusa de 1917; que la Glasnost le
dio la voz a todos los anticomunistas, a gentes de la CIA como William Colby,
su director anterior, o al pastor Moon, a los seguidores del zarismo y a la iglesia
ortodoxa zarista, a antiguos colaboradores nazis y a los hombres de Vlassov y
de Bandera. Mandel hablaba de "libertades democráticas" en general
sin carácter de clase, en el momento que Gorbachov daba libertad a todos los contrarrevolucionarios
que querían enterrar las últimas estructuras e influencias socialistas. El
principio base del leninismo es que el socialismo es una dictadura de clase,
que une a los trabajadores, contra las fuerzas de la burguesía, contra los explotadores.
Lenin dice: "Reconocemos que
toda libertad, si ella no está subordinada a liberar el trabajo de la opresión capitalista, es un
engaño." (53)
"Abajo el partido único!"
La Glasnost cedió la palabra a todas las corrientes anticomunistas, e
hizo posible que todas las fuerzas capitalistas y pro-imperialistas se
organizasen y lucharan abiertamente por la restauración. Mandel aclamó en 1989
la instauración de partidos anticomunistas y contrarrevolucionarias en la URSS.
"El comienzo de elecciones
auténticas, como hoy se manifiesta en la URSS, es un gran paso adelante. Pero se necesitan
elecciones realmente libres, con libertad para constituir tendencias, fracciones y partidos
diversos, sin restricciones ideologicas." (54)
Entre 1989 1990, Mandel logra encontrar su mayor sueño, que es la
legalización "de partidos diversos sin restricciones ideológicas",
como también la posibilidad de que la burguesía soviética se manifieste por
medio de partidos socialdemócratas, liberales, demócrata-cristianos, nacionalistas-zaristas,
etc. Este pluralismo burgués marco el fin del socialismo y trajo la restauración
completa del capitalismo. Hoy, la práctica de la lucha de clases ha demostrado
el carácter y la naturaleza de esta exigencia fundamental de los trotskistas.
Con esto, una vez más se comprueba la verdad que tantas veces fue repetida por
el Partido bolchevique y el camarada Stalin: el trotskismo es la
social-democracia de derecha, empacada en palabrero de "izquierda".
En el capítulo: "Partido único o
pluripartidismo", dice Mandel: "Si se supone que tan sólo se pueden legalizar aquellos partidos y organizaciones que no tengan
programas burgueses (y pequeñoburgueses?) ¿dónde se va a trazar la línea de
demarcación? ¿Se prohibirán partidos que tienen miembros mayoritariamente
obreros, pero que defienden una ideología burguesa? ¿Dónde se pondrá la línea demarcatoria
entre un 'programa burgués' y la 'ideología reformista'? Entonces, ¿hay que prohibir los partidos reformistas?
Hay que suprimir la social-democracia? (...) Ninguna democracia obrera
auténtica es posible sin la libertad de instaurar un sistema
multipartidario" (55) Sí, Lenin
prohibió los partidos social-demócratas, es decir los menchevistas y los
socialrevolucionarios, porque ellos lucharon durante la guerra civil al lado del zarismo, de
la burguesía y de los ejércitos intervencionistas; y porque ellos fueron derrotados
junto con las fuerzas feudales y de la burguesía. Y Lenin recalcó tantas veces que un representante
inteligente de la gran burguesía, Milioukov, comprendía perfectamente que durante el primer
período tan sólo un partido social-demócrata de "izquierda" tendría posibilidades de
movilizar las masas en la lucha antibolchevique.
"No reprimir la contrarrevolución!"
El trotskismo nunca perderá de vista su enemigo, el marxismo leninismo
y el movimiento comunista internacional. Por eso Mandel concentra todos sus
esfuerzos contra aquellos que denuncian los procesos contrarrevolucionarios.
Durante 1989, dos tendencias políticas intentaron enfrentar la
contrarrevolución en marcha. Como primero, fuerzas en Europa del Este que
durante muchos años mostraron inclinaciones oportunistas del tipo de Kruchov, y
que con respecto a la Unión Soviética mostraban un ciego seguimiento, pero que
empezaron a darse cuenta de las verdaderas intenciones de Gorbachov; y como
segundo, el Partido Comunista chino, que reprimió la revuelta antisocialista en
Pekin.
Para acelerar el proceso de restauración en la Unión Soviética, Gorbachov
dio luz verde a las fuerzas anticomunistas en Europa del Este, intentando
impedir que los auténticos comunistas construyeran un frente anti-restauración.
Al mismo tiempo, la restauración en Europa del Este tenía que alentar y ayudar
a los "reformadores" de la URSS. Cuando la restauración prácticamente
se había culminado en Polonia y Hungría, decía Mandel: "Europa del Este es sacudida en este momento por una
crisis sin precedentes desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. En contra de lo
que un análisis superficial pudiese hacer parecer, la burguesía europea no ve con buenos ojos
esta desestabilización. Ella no guarda ninguna esperanza de recuperar a los países del
Este para el capitalismo." (56) Un
año después, esa afirmación dejo a Mandel como el payaso de la
contrarrevolución. Pero sirvió para justificar la ayuda a las fuerzas
antisocialistas en su asalto contra la "burocracia". Mandel minó toda
vigilancia contra la nueva burguesía y el imperialismo. Al mismo tiempo, Mandel
instauró una vigilancia inigualable contra las débiles fuerzas comunistas, que
resistían a la ofensiva burguesía! "Se
está tratando de organizar una especie de 'frente internacional' anti-Gorbachov, que incluye
a aquellos que son llamados 'conservadores' en Rumania, Checoslovaquia, Alemania del
Este, minorías neo-estalinistas en Polonia y Hungría."(57)
En abril de 1989, Mandel da bienvenida al evidente progreso de la
restauración burguesa en Polonia y Hungría, la que llama "experiencia
pluralista". Havel es su héroe y los opositores a la restauración son
enemigos irreductibles. "Al
momento que en Polonia y Hungría se dan los primeros pasos en una experiencia
limitada de pluralismo, la dirección de Praga reafirma el principio de 'rol
dirigente del partido' (...) La prensa en Alemania del Este continua apoyando
la represión en Checoslovaquia, y estimula la formación del eje
Praga-Berlin-Bucarest contra la Perestroika. A Havel, el Neues Deutschland, lo
señala de provocador." "Envíen mensajes de solidaridad a Vaclav Havel
en la cárcel."(58) Para los
trotskistas cada represión a las fuerzas antisocialistas,
cada encarcelamiento de agentes subversivos que trabajan para la CIA, como
Havel, es un crimen monstruoso.
En mayo de 1989, los estudiantes anticomunistas de Pekin habían
aclamado a Gorbachov gritando: "Que viva la Glasnost y la
perestroika!" y "Que viva Solidarnosc!". Cuando el 4 de junio de
1989 las revueltas contrarrevolucionarias fueron reprimidas, se puso Mandel al
lado de la extrema derecha internacional, para ese momento dirigida por el
Kuomintang, el Partido fascista al Poder en Taiwan. En una primera reacción por los acontecimientos de Pekin,
Mandel escribió: "La casta burocrática...no
retrocede ante los crímenes más repugnantes. Esta lección de la historia ya fue
escrita con sangre en los muros de Berlín en 1953, en Praga en 1968, en Gdansk
en 1970 y en Varsovia en 1981. La magnitud de las crueldades en Pekin tan sólo
se puede comparar con la manera como se aplastó la revolución húngara en 1956.
(...) Los verdugos de Pekin aún no han ganado la batalla y el pueblo chino hoy
se levanta. La insurrección se expande por el país. El ejército se desmorona y
una verdadera guerra civil amenaza."(59) Como los fascistas de Taiwan, los trotskistas
esperaban que se desatara en China una "verdadera guerra civil"
contra "la clase burocrática". Después Mandel ha hecho un análisis
"teórico" en el cual asegura lo siguiente: "La comuna (!) de Pekin en abril-mayo de 1989, fue el
comienzo de una revolución política real que trataba de reemplazar el poder corrupto
e ineficaz de una casta de burócratas, por el poder autentico de las masas populares (...) Las masas que se
levantaron en Pekin no tenían ningún interés en restaurar el capitalismo.
Tampoco era su objetivo."(60)
Aunque no eran los únicos, felizmente, que debían salvar el honor,
rápidamente declararon: "Tan
sólo el ala izquierda del partido comunista de la URSS ha salvado el honor del
comunismo." "Hoy estamos orgullosos de ir mano a mano con otros
comunistas en nuestra protesta contra la represión sangrienta en China. La
primera reacción fue la de Boris Yeltsin. 'Lo que sucede en China es un crimen'
declaro el recién elegido miembro de Soviet Supremo." (61) Por supuesto, Mandel estaba orgulloso de la compañía de Yeltsin.
En el ensayo "Tien
An Men 1989: de la deriva revisionista al levantamiento
contrarrevolucionario", hemos demostrado
el verdadero carácter del movimiento de Pekin. Fang Li-Zhi,
indiscutiblemente el padre espiritual de la "protesta" estudiantil de
Pekin, declaró el 17 de enero de 1989: "El
socialismo, tipo Lenin-Stalin-Mao esta completamente descreditado. ¿Es compatible
la forma típica china de régimen dictatorial, con el mercado libre? La dictadura
socialista esta entrelazada con el sistema de propiedad colectiva y su
ideología es contraria al derecho de propiedad exigido por el mercado
libre". Tres de los principales
lideres de Pekin, Yan Jiaqi, Wuer Kiaxi y Wang Runnan, se refugiaron en Francia
y allí instauraron la Federación para la Democracia. Ellos fijaron los
objetivos en su programa: "Desarrollar
una economía de iniciativa privada y poner fin a la dictadura del partido único". En nombre del sistema multipartidario, ellos se anexaron al partido
fascista del Kuomintang. Wuer Kiaxi alabado en la prensa trotskista, se reunió el
29 de enero 1990 con el jefe del servicio de espionaje taiwanes en la República
Popular de China. A él, John Chang, le declaró: "La comunicación entre los chinos anticomunistas es el
primer paso
hacia la unidad." Yan Jiagi y Wang
Runnan también visitaron Taiwan. Yan declaró que "el hecho que Taiwan tenga un gobierno democrático nos da la
bienvenida. Esto me parece la base más importante para la unificación de Taiwan y la China
continental." Yueh Wu, el
líder del llamado "Sindicato Obrero Independiente", tan querido por
los trotskistas, llego a Taiwan el 16 de junio de 1990... invitado por la Liga
Mundial Anticomunista. (62) Así, en su intento para diferenciar a los estalinistas,
que defienden los principios marxistasleninistas, de los seguidores del
"socialismo multipartidario", Mandel lanzo un tercer criterio: "Otro indicador es la posición con respecto a la represión
sangrienta de la Comuna de Pekin. Casi todos los partidos que son seguidores de
la Glasnost, los encontramos de nuevo entre aquellos que condenaron las
crueldades en la plaza Tien An Men." (63)
Los "Estalinistas" desde Pyongyang hasta La Havana
En octubre de 1989, Mandel clasifica como fuerzas "estalinistas"
a los partidos comunistas de China, Alemania del Este, Vietnam, Rumania,
Checoslovaquia, Bulgaria, Japón, la India (el PCI marxista), Corea del Norte,
Albania, Portugal y a los grupos que él cataloga de pro-albaneses y maoistas. Y
también al Partido comunista cubano. Cuando Mandel declara que "el partido comunista cubano ocupa una posición
especial", hace referencia a su
táctica particular, con respecto a Cuba, para ayudar a la destrucción del
Partido comunista. Esto se aclara en base a la siguiente tesis que propone: "Los ataques de Fidel Castro y de la dirección cubana contra la Glasnost,
esto quiere decir, contra el proceso de democratización parcial que se adelanta en la URSS, son
contrarios a los intereses del proletariado soviético, del proletariado mundial y a los de la
revolución cubana. Ellos arriesgan de provocar una verdadera crisis de legitimidad de la dirección
cubana, ante una parte de las masas, sobre todo en los jóvenes". "Las limitaciones de
libertad de pensamiento se hacen cada vez más abundantes en Cuba." El partido comunista "sustituye"
a las masas. "Este doloroso retroceso ideologico, a largo plazo es un suicidio." Castro no puede combatir eficientemente "la degeneración burocrática del Estado cubano" porque él "rechaza
la Glasnost, la democratización pluralista, el control institucional por las masas".
"No le queda nada más que la lucha burocrática contra la burocracia. El va en camino a una derrota como lo
hemos visto en la URSS y la República Popular China" (64).
Esto muestra que el odio de los trotskistas por "el régimen
burocrático unipartidario", se extiende hasta el "Partido único
cubano". Si su táctica de acercamiento difiere, es porque están
convencidos que pueden destruir más eficientemente al movimiento comunista en
América Latina, por medio de la infiltración al partido comunista cubano y a
los partidos allegados a Cuba. Esto ha sido claramente demostrado en el trabajo
destructivo que estos anticomunistas ejecutaron durante diez años al interior
del Frente Sandinista. Ahora ellos esperan poder acercarse al ala
"progresista, antiburocrática y reformista" del Partido comunista
cubano. Ellos esperan que los continuos encuentros de los Cubanos con los
soviéticos, será suficiente para haber formado partidarios de la Glasnost y del
pluripartidismo.
Entre tiempos, hemos tenido la oportunidad de verificar, en la ex-URSS
y en la Europa del Este, las consecuencias que han dejado los consejos de
Mandel: triunfo de la contrarrevolución; una restauración total del
capitalismo; resurgimiento del fascismo y del nacionalismo reaccionario; un capitalismo
de los más salvajes, donde los super-ricos han llevado a millones de personas a
la miseria, a la guerra civil. No existe ninguna duda de que el Partido Comunista
cubano, tomará las medidas necesarias para impedir la infiltración de estos
contrarrevolucionarios y anticomunistas profesionales.
Notas
(1) Trotsky, L'appareil policier du stalinisme, Ed. Union générale d'éditions, 1976,
Collection 10-18, p.26
(2) Mandel, Inprecor, n° 295, 16-29 octobre 1989, p.20.
(3) Mandel, Où va
l'URSS de Gorbatchev?, Ed. La Brèche,
Montreuil, 1989, p.20 et 23.
(4) Rood, n° 14, 15 août1989
(5) Rood, 24 octobre 1989, p.6-7
(6) Rood, n° 24, 26 décembre 1989, p.1.
(7) Mandel, Inprecor, n° 295, 16-29 octobre 1989, p.20.
(8) Inprecor, 11-24 septembre 1992, p. 19.
(9) Temps Nouveau, n° 38-1990, p.41-42.
(10) Catherine Samary dans Argumenti e fakti, 2 décembre 1989, Inprecor, n° 302, 9-23 février 1990, p.27.
(11) Mandel, Où va
l'URSS de Gorbatchev?, Ed. La Brèche,
Montreuil, 1989 p. 303.
(12) Ibidem, p.305-306
(13) Inprecor, n° 285, 3 avril 1989, p.4.
(14) Sakharov, Mon pays et le monde, Ed. Seuil, 1975, p.75.
(15) Gazet van Antwerpen, 18 septembre 1989, p.6.
(16) Inprecor, n° 304, 9-22 mars 1990, p.36.
(17) Mandel, Financieel
Ekonomische Tijd, 23 mars 1990: Ernest
Mandel, Gorbatchev is te vergelijken met Roosevelt
en De Gaulle.
(18) Inprecor, hors série, 29 août 1991, p. 1-3.
(19) Harry Mol, Rood, n° 2, 22 janvier 1992, p.20.
(20) Mandel, Où va
l'URSS de Gorbatchev?, Ed. La Brèche,
Montreuil, 1989 p.23.
(21) Rood, 9 janvier 1990, p. 10.
(22) Ibidem, p. 12.
(23) Mandel, Où va
l'URSS de Gorbatchev?, Ed. La Brèche, Montreuil, 1989 p.340.
(24) Trotsky, L'appareil policier du stalinisme, Union gén. d'Editions, Paris, 1976,
Collection 10-18, p.193, 256, 257, 247.
(25) Trotsky, La Lutte antibureaucratique en URSS, Union gén. d'Editions, 1975, p.300, 301,
169, 213.
(26) Turpin Pierre, Le trotskysme aujourd'hui, Ed. L'Harmattan, Paris, 1988, p.61-62.
(27) Bernard Henri, 1982, p.9.
(28) Ibidem, p.48-49.
(29) Trotsky, L'appareil policier du stalinisme, Union gén. d'Editions, Paris, 1976,
Collection 10-18, p.169
(30) Ibidem, p.188.
(31) Ibidem, p.206.
(32) Ibidem, p.302-303.
(33) Turpin Pierre Le
trotskysme aujourd'hui, Ed. L'Harmattan,
Paris, 1988, p.23.
(34) Berkenkruis, juni 1992, n° 6, p.4-5, reprennant un article de Der Freiwillige, octobre
1956.
(35) Rood, 6 juni 1989, p.2.
(36) Inprecor, XIe Congrès mondial de la IVe Internationale, novembre 1979, p.250.
(37) Martens Ludo, L'URSS et
la contre-révolution de velours, Ed.
EPO, Bruxelles, 1990, p.107.
(38) Rood, 20 juin 1989, p. 6.
(39) Rood, n° 12, 20 juin 1989, p.12.
(40) Inprecor, n° 105, 6 juillet 1981, p.14.
(41) Sean Connoly, Inprecor, n° 108, 14 sept. 1981, p.24.
(42) Mandel, Inprecor, n° 283, 6 mars 1989, p.4.
(43) Petr Uhl, Inprecor, n° 304, 9-22 mars 1990, p.26.
(44) Rood, 26 décembre 1989, p.5.
(45) Inprecor, n° 296, 30 octobre - 12 novembre 1989, p.4.
(46) Rood, 26 décembre 1989, p. 8.
(47) Inprecor, n° 296, 30 octobre - 12 novembre 1989, p.4.
(48) Mandel, Inprecor, n° 297, 13-26 novembre 1989, p.3.
(49) Humo, 21 décembre 1989, p.18-20.
(50) Groupe d'Initiative pour un Parti Social-Démocrate en RDA, 12
septembre 1989, dans Inprecor, n° 297, 13-26 novembre 1989, p.10.
(51) Inprecor, n° 295, 16-29 octobre 1989, p.15-16.
(52) Mandel, Inprecor, n° 295, 16-29 octobre 1989, p. 15.
(53) Lénine, Le Ier
Congrès de l'enseignement extra-scolaire, 19 mai 1919, t.29, p.356-362.
(54) Mandel, Inprecor, n° 283, 6 mars 1989, p.4.
(55) Inprecor, numéro spécial, IXe Congrès mondial, 1979, p.236-237.
(56) Mandel, Inprecor, n° 283, 6 mars 1989, p.4.
(57) Inprecor, n° 283, 6 mars 1989, p 3.
(58) Inprecor, n° 287, 1er Mai 1989, p.8-9.
(59) Rood, 6 juin 1989, p.2.
(60) Rood, 20 juin 1989, p. 6-7.
(61) Rood, 20 juin 1989, p.6 et 12.
(62) Tien An Men 1989: de la dérive
révisionniste à l'émeute contre-révolutionnaire, dans Etudes marxistes, n° 12, septembre. 1991, Bruxelles, p. 62-63.
(63) Inprecor, n° 295, 16-29 octobre 1989, p.15-16.
(64) Inprecor, n° 295, 16-29 octobre 1989, p.18-19.
Partido del Trabajo - PTB
171 Boulevard Lemonnier
B-1000 Brussels, Belgium
Tel: + 32 2 513 77 60
Fax: + 32 2 513 98 31
Octubre 20 de 1992.
Historia de Trotsky y del trotskismo
(Extractos)
José
Antonio Egido
I
¿Quien fue Trotsky?
Trotsky fue de 1904 a 1914 un declarado enemigo de Lenin. En
1904 le acusó de ser un dictador, autócrata asiático, revolucionario burgués y
escisionista fanático en su folleto “Nuestras tareas políticas”. Se opuso a la
teoría leninista del partido. Trotsky fue un dirigente menchevique opuesto a los
bolcheviques. Se opuso a la tesis de Lenin sobre la transformación de la
revolución democráticoburguesa en socialista oponiéndole su teoría sobre la
“revolución permanente”. Eso le llevaría a negar la construcción del socialismo
en la URSS si no triunfaba una revolución socialista en Occidente. La
Revolución de la clase obrera europea occidental en los años 20 y 30 fue
aplastada en sangre (Finlandia, Hungría, Polonia, Bulgaria, Baviera, Berlín,
Milán, España) y el tiempo quitó completamente la razón a Trotsky.
Otra discrepancia grave de Trotsky con el leninismo es negar
el papel revolucionario del campesinado y en 1905 lanzó la consigna “¡No al
Zar, gobierno obrero!” que olvidaba por completo a este importante sector
social.
En 1913 escribió al menchevique Chjeidze que “el leninismo
descansa por completo en estos momentos en la mentira y la falsificación y
lleva en su seno el elemento emponzoñado de su propia desintegración”.
En la conferencia de Zimmerwald de 1915 se sigue oponiendo a
Lenin.
Hasta 1917 mantiene una posición ante la cuestión nacional opuesta
a la de Lenin y similar a la de Rosa Luxemburgo, negando el derecho de
autodeterminación.
En julio de 1917 el Partido Comunista de Rusia (es decir,
tres meses antes de la revolución) acepta el ingreso del grupo heterogéneo que
lidera Trotsky llamado Meyrayontsi formado por 4 mil militantes.
Trotsky no se opuso al plan de Lenin de desencadenar la insurrección
pero propuso aplazarla hasta el II Congreso de los Soviets.
Se vuelve a oponer en la cuestión de la paz de Brest-Litovsk
de diciembre de 1917, lo que le lleva a dimitir de su puesto de Comisario del
Pueblo para las relaciones internacionales.
En 1919 tiene el principal momento de gloria de su vida al
dirigir y organizar el Ejército Rojo, aunque una llamada “oposición militar”
comunista le critica por dar empleo y mando en el mismo a 50 mil ex oficiales
zaristas.
El 5 de marzo de 1920 Trotsky ordena el exterminio de los
marinos revolucionarios de Kronstadt levantados contra el gobierno bolchevique.
En el X Congreso del partido vota por la prohibición de las
corrientes internas aunque después de muerto Lenin, proclama la libertad de
fracciones para “intentar socavar la unidad del Partido”.
Se opone a la “Nueva política económica” (NEP) lanzada por
Lenin y escribe su folleto Nuevo Curso.
En 1921 defiende al partido menchevique de Georgia pasado a
la contrarrevolución.
En 1924 el Partido Bolchevique lanza una primera campaña
contra el trotskismo.
En 1936 escribe su libro La Revolución traicionada afirmando
que “no existe el menor socialismo en la URSS”, convocando el derrocamiento
violento del poder soviético y vaticinando la derrota soviética en la inminente guerra contra la Alemania nazi.
Obviamente el libro es acogido por todas las fuerzas reaccionarias dispuestas a
destruir la Unión Soviética. Como dice un francés, “la última cosa que le pasó
por la cabeza fue un piolet enviado por correo certificado por Stalin” aunque
no hay unanimidad sobre la autoría en el asesinato de Trotsky. El antiguo
resistente comunista francés Raymond Casas sostiene que su asesino era su más
cercano secretario particular, Ramón Mercader, “Monard”, que tras una
fuerte discusión con él le hundió su piolet en el cráneo gritando “No eres más que
un cabrón! Esto es lo que mereces”. Harpal Brar mantiene también que Trotsky
fue eliminado por un trotskista.
Formación de la corriente trotskista.
Un diccionario soviético asegura que “el trotskismo es una
corriente política-ideológica oportunista pequeño-burguesa hostil al Marxismo
Leninismo. Surgió en 1903 como reacción a la etapa leninista de desarrollo del
marxismo, al nacimiento en Rusia del partido revolucionario de tipo nuevo, y reflejaba
el talante de cierta parte de la intelectualidad urbana pequeño-burguesa
proclive al revolucionarismo retórico”.
En 1929 Trotsky niega que vaya a crear una IV Internacional
diciendo, “que no hay en el mundo ningún sitio para ella”.
Trotsky fue el primero en lanzar el slogan comunismo =
fascismo.
La corriente trotskista se opone a la construcción del
socialismo en la URSS en los años 30.
En los años 30 pequeños grupos se unen a Trotsky. El 6 de
abril de 1930 se crea en Paris un secretariado formado por Andreu Nin, el
francés Alfred Rosmer, el hijo de Trotsky, Leon Sedov y algún otro. El 3 de
septiembre de 1938 proclama la creación de la IV Internacional trotskista en
una conferencia en Montreuil, en las afueras de París.
En 1938 los tribunales soviéticos juzgaron a los trotskistas
soviéticos. Según Raymond Casas el “famoso proceso de Moscú del 2 al 13 de
marzo de 1938, seguido por observadores y periodistas de los países
capitalistas, ha revelado la actividad de los agentes de Trotsky con las redes
nazis y reaccionarias preparando la invasión de la URSS y el derrocamiento del
poder estalinista, lo que no pudo nunca hacerse por la fuerza sino sólo por el
entrismo y la descomposición interna del estalinismo, después del
Marxismo-Leninismo, lo que ha tenido como resultado entregar la URSS a la mafia
actual salida del “gulag””.
Retomando las definiciones soviéticas, “en el sentido
metodológico y gnoseológico es característico del trotskismo un extremado
subjetivismo y voluntarismo, un tosco esquematismo y el empleo de la sofística.
La base ideológica del trotskismo fue la “teoría de la revolución permanente”
que, nutrida parasitariamente de la idea de la revolución permanente expresada
por Marx y Engels, apuntaba contra la doctrina leninista de la transformación
de la revolución democrático-burguesa en revolución socialista”.
En mayo de 1940, en vísperas de la invasión nazi de la URSS,
la IV afirma en un manifiesto ser partidaria a la vez de la defensa de la URSS
y el combate contra la “oligarquía de Moscú” (es decir el Partido bolchevique).
El grupo más numeroso estaba en los USA, el Socialist
Workers Party (SWP), creado en 1938. Sus dirigentes Max Shachtman (que visitó a
Trotsky en su exilio de Turquía y en abril de 1930 había formado parte del
primer buró internacional trotskista en compañía de Andreu Nin, el hijo de
Trotsky y otros) Albert Glotzer y Martin Abern salen del mismo en 1940 para
fundar el Workers Party (WP) que tiene 323 miembros. Abern muere en 1947. Evolucionando
siempre a la derecha en 1949 el grupo se declara abiertamente socialdemócrata y
pasa a llamarse Independent Socialist League (ISL) y en los 50 se disuelve.
Shachtman defiende la tesis del “colectivismo burocrático” relativo a la URSS.
Él y sus colaboradores ingresan en el ala más anticomunista del partido
demócrata. Defienden a la burocracia sindical anticomunista de George Meny en
la AFL-CIO. Apoya la invasión norteamericana de Cuba en Bahía de Cochinos y la
agresión USA contra el Pueblo de Vietnam. Fue asesor del sindicato de maestros
de la “AFL-CIA” que funciona como brazo del departamento de estado USA apoyando
y financiando a gansters anticomunistas en Europa Occidental y grupos fascistoides
en el campo socialista. Muere en 1972. Otro compañero de Shachtman y Abern en
el comité de dirección del SWP en los años 30, James Burnham, afirma que la
URSS es una sociedad de clases, manifiesta públicamente su desprecio por el marxismo
y se convierte en el principal ideólogo de la CIA en la guerra fría. Burnham y
Sidney Hook crearon el Partido Socialista Obrero que más tarde daría lugar al
SWP. En 1944 escribió un informe que llamó la atención de la recién creada CIA
que le invitó a dirigir la división de guerra política y sicológica de su
oficina de coordinación política. Una brillante intervención suya fue la
creación del Congreso para la Libertad de la Cultura, plataforma de propaganda
anticomunista y de creación cultural reaccionaria y pro imperialista. En dicho
congreso ocupó puestos el trotskista Max Sachtman. En una reunión de dicho
“congreso” financiado por la CIA en Berlín en 1950, defiende la posibilidad de
un ataque nuclear contra la URSS. En 1953 insiste en la necesidad de atacar militarmente
la URSS en su libro Contención o Liberación. Escribe la Revolución gerencial en
1941 y en su libro Los Maquiavelistas ataca las teorías a favor de la igualdad
social. Interviene de manera crucial en 1953 en la operación de la CIA para
derrocar y asesinar al presidente iraní Mossadeg. En los años 70 es reconocido
como una autoridad entre los círculos intelectuales más reaccionarios y belicistas.
En 1983 el presidente Reagan le dio la medalla presidencial de la Libertad en
premio a su larga carrera trotskista, fascista e imperialista. Murió en 1987. A
pesar de esta trayectoria los trotskistas del Marxist Internet Archive aseguran
que Burnham es “marxista”. Una fracción del WP reingresa en el SWP. La formaban
Johnson y Forest que decían que la URSS era “capitalismo de estado”. Johnson
era el seudónimo del especialista en cricket C.L.R. James y Forest era la ex
secretaria de Trotsky Raya Dybayevskaya que fundó una secta matriarcal en
Detroit. El antiguo colaborador ruso de Trotsky, Sol Levitas, tras exiliarse en
USA se convirtió en agente de la CIA, colaborador del Congreso por la Libertad
cultural y director de una de sus revistas paraoficiales, New Leader. Los
trotskistas Philip Rahv (huido con su familia de Ucrania al triunfar la
Revolución de Octubre) y William Phillips se apoderan de la revista Partisan
Review de Nueva York, en su origen en 1934 vinculada al Partido Comunista de los USA y una de cuyas
principales tareas era la defensa de la Unión Soviética, y la convierten en un
órgano trotskista y antistalinista. Se convirtió en un importante órgano de
propaganda anticomunista internacional financiado por la CIA. James Burnham
envió informes confidenciales a Trotski sobre la evolución de la revista y uno
de sus redactores le invitó en 1937 a colaborar con la misma. El trotskista que
había militado en la misma célula que Burnham, Daniel Bell, antiguo estudiante
del City College de Nueva York, se convirtió en el ideólogo conservador de la
sociedad de consumo yanki. Miembro del Comité Americano por la Libertad
Cultural financiado por la CIA, se negó a condenar el macartismo. El POUM español
de influencia trotskista tiene una triste historia. De un lado en Aragón
expropia en 1936-37 a modestísimos semi-proletarios y pequeños campesinos,
implantando sobre ellos una auténtica dictadura fascista en nombre de “la
revolución socialista”; por el otro, cuando van a Madrid en noviembre de 1936 a
luchar contra el fascismo manifiestan mucha cobardía y debilidad huyendo del
frente de la Ciudad Universitaria. Impulsó patrullas incontroladas que
asesinaron a los comunistas, socialistas y republicanos que se les opusieron,
según Arthur London. El 7 de diciembre de 1936 pide a la Generalitat que
conceda el derecho de asilo a Trotsky. Este grupo con la CNT da un golpe de
estado en Barcelona en mayo de 1937 contra la República que se salda con la
muerte de 500 personas y que favorece objetivamente al fascismo. Diversas pruebas
documentales implican a dirigentes del POUM con los franquistas. Su dirigente
Andreu Nin es detenido, interrogado y ejecutado por los servicios de seguridad
de la República. Su dirigente Maurín, al ser detenido por los franquistas, en
lugar de ser fusilado, como hacían con los simples oficiales del Ejército
Popular y con los más modestos líderes sindicales de cualquier aldea remota, es
liberado a los pocos años y aparece en el exilio en una bien saneada situación
económica. Su otro dirigente Julián Gorkín (de verdadero nombre Julián Gómez
García-Ribera), expulsado del PCE en 1929 por publicar una obra de Trotsky en
Madrid, se convirtió en un relevante agente de la CIA en América Latina hasta
el punto de ser nombrado delegado latinoamericano del congreso por la libertad
cultural. Otro de sus dirigentes, Pere Pagès (alias Victor Alba), colaboró
también con el congreso por la libertad cultural, plataforma anticomunista de
la CIA. El veterano inglés de las Brigadas Internacionales (que fueron calumniadas
por los trotskistas, que acusaban a su jefe francés André Marty de ser el
“carnicero de Albacete” y de estar al servicio de Stalin) Frank Grahan denuncia
a los trotskistas por hacer circular el bulo que Stalin iba a dejar de enviar
armas a la República española después de que Mussolini empezó a hundir barcos
soviéticos. El antiguo voluntario internacional del POUM y participante en los combates
contra la República en Barcelona en 1937, el trotskista inglés George Orwell
fue un activo colaborador del imperialismo. Produjo obras usadas por la CIA
para la propaganda anticomunistas (Rebelión en la granja y 1984), entregó al
servicio secreto británico listas de comunistas y cobró dinero por escribir
artículos anticomunistas. Escribió sobre la obra de Burnham The Managerial
Revolution, tres artículos laudatorios. En la 2ª guerra mundial algunos
trotskistas aplican mecánica y dogmáticamente los mismos análisis que hacían
los marxistas en la 1ª guerra mundial. El resultado es que algunos de ellos
“fraternizan con los soldados del ejército de ocupación” hitleriano, que,
según ellos, son “trabajadores de uniforme” y condenan como “terrorismo” la
resistencia armada de los partisanos. Mientras fraternizaban con las tropas
invasoras, los trotskistas luchaban en Francia “contra los stalinistas y los
gaullistas”. Profundizando su traición se opusieron a la “insurrección
nacional” antinazi y al Frente Popular. En Francia y Grecia la resistencia
fusila a varios trotskistas acusados de colaborar con el ejército hitleriano.
En Francia el grupo Barta, entre los que está David Korner, ideólogo de Lutte
Ouvrière, se negó a ninguna actividad resistente argumentando que la invasión
alemana correspondía a una guerra entre “dos imperialismos”. En Italia el primer
grupo trotskista fue creado por soldados británicos y norteamericanos en la
citada guerra. En 1944 los grupos trotskistas ingleses Liga Marxista, Grupo
Marxista y Liga Obrera Internacional se unificaron dando lugar al PC
revolucionario que contaba con 500 miembros. En 1949 se dividió en varios
grupitos. En 1952 el secretariado internacional de la IV Internacional dirigido
por su secretario general Michel Raptis, “Pablo”, expulsó al grupo francés de
Lambert-Bleitbreux-Lequenne que creó el Partido Comunista Internacionalista
(PCI) y el Comité Internacional de la IV Internacional. En abril de 1952 las milicias
armadas de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia derrotan
al ejército burgués, pero se niegan a tomar el poder perdiendo una ocasión
extraordinaria de hacer la Revolución socialista y liberar al oprimido pueblo
indígena obrero y campesino. Uno de los principales responsables es el POR
trotskista, entonces con cierta influencia en los sindicatos, que decidió dar
“apoyo crítico” al gobierno burgués de Paz Estenssoro que, lógicamente,
reconstruyó el ejército hasta que éste pudo dar un golpe de estado en 1964 y
aplastar a la Central Obrera Boliviana (COB).
Tras el XX Congreso del PCUS en el que toma el poder un ala
revisionista que condena los supuestos “crímenes” de Stalin, el trotskismo experimenta
un cierto renacimiento. En 1962 los trotskistas latinoamericanos liderados por
Posadas crearon su propio buró latinoamericano negándose a seguir las órdenes del
secretariado internacional. En los años 60 el SWP norteamericano tiene, según
el revolucionario argentino Santucho, “algunos miles de militantes de origen
pequeño burgués, intelectuales, profesionales y estudiantes...constituyen el
ala derecha de la IV Internacional”. En 1973 el PRT argentino, que fue
exterminado por la dictadura argentina de 1976 a 1983, abandona la IV
Internacional denunciando que esta corriente tiene “enormes limitaciones y una
tradición escasamente reivindicable” y que incluye en su seno a “aventureros
contrarrevolucionarios”. El trotskismo presta buenos servicios al imperialismo
patrocinando grupos anticomunistas que lucharon contra el régimen socialista
del Este europeo, apoyando la contrarrevolución lanzada desde el poder
gorbachoviano de 1989 a 1991 y apoyando a todas las fuerzas pro imperialistas y
anticomunistas responsables de la liquidación de la Federación Socialista
Yugoslava, de las terribles guerras civiles que allí se produjeron y de la
intervención militar y política del imperialismo euronorteamericano. Como dicen
los comunistas argentinos del Partido de la Liberación (P.L.), los trotskistas
son “camaradas de ruta” del proceso contrarrevolucionario inspirado por
Margaret Thatcher, Ronald Reagan, George Bush, Helmut Kohl y Juan Pablo II”.
II
La lucha consecuente de los comunistas contra los
trotskistas.
En 1914 Lenin escribió en su folleto sobre el derecho a la
autodeterminación que “¡Trotski es más peligroso que un enemigo!”. Ese mismo
año, el 9 de mayo, escribe: “Los viejos militantes marxistas rusos conocen bien
a Trotski y no hace falta hablarles de él. Pero la joven generación obrera no
le conoce y es necesario hablarles de él. Porque es una figura típica de los 5
grupos extranjeros que flotan entre los liquidadores y el Partido”
El pleno del Comité Central (C.C.) del Partido Comunista
(Bolchevique) de Rusia de enero de 1925 estima que “el conjunto de las
intervenciones de Trotski contra el partido puede ser definido ahora... como el
deseo de transformar la ideología del PCR en una especie de “bolchevismo” sin
leninismo “modernizado” por Trotski. Eso no es bolchevismo. Es una revisión del
bolchevismo”. El documento repasa las cuatro discusiones que el partido ha
debido mantener con Trotski: sobre la paz de Brest, sobre los sindicatos, sobre
el aparato del partido, la que lleva en ese momento en la que “Trotski ha
emprendido ya la cruzada abierta contra los fundamentos de la concepción bolchevique
del mundo”.
El XV Congreso del Partido (1927) caracteriza al trotskismo
como “instrumento de la tercera fuerza contra el régimen de la dictadura del
proletariado”.
El 8 de junio de 1926 el Presidium del Comité ejecutivo de
la Internacional Comunista (I.C.) aprobó un documento que denunciaba las
posiciones sectarias de los trotskistas.
El pleno conjunto del CC y de la CCC del PC(b) de la URSS de
agosto de 1927 recuerda que “el partido y la KOMINTERN... condenaron en 1923 a
la oposición trotskista, caracterizando sus opiniones como una desviación
pequeño-burguesa”. El XV congreso del PC(b) de la URSS en diciembre de 1927
considera que la oposición trotskista-menchevique calumnia a la URSS calificándola
de Estado termidoriano degenerado, niega la dictadura del proletariado en la
URSS y entabla una lucha contrarrevolucionaria contra ella. “La oposición
trotskista ha roto por completo con el leninismo y defiende una plataforma
menchevique-liquidadora, ayuda a los enemigos de la URSS con sus calumnias y
realiza una labor escisionista inaudita”. En febrero de 1928 el IX Pleno del
mismo órgano aprobó las resoluciones del XV Congreso soviético y declaró la
pertenencia al trotskismo incompatible con la afiliación a la I.C.
El 27 de octubre de 1928 los miembros de la dirección del PC
Americano (PCA) Max Schachtman y Martín Abern que declararon su total apoyo a
Trotsky fueron expulsados y crearon la Liga Comunista de América (LCA). En 1934
el PCA se enfrenta a la fusión de la LCA con el Partido Obrero Americano (AWP).
En 1937 denuncia a la revista Partisan Review que invita a colaborar a Trotsky
y que terminaría como un órgano de propaganda de la CIA. El dirigente comunista
norteamericano William Z. Foster escribió que la lucha contra el trotskismo en
los años 30 “decidía no sólo el destino de la Revolución en Rusia sino también
el del Movimiento Comunista mundial. La victoria de las fuerzas trotskistas
significaría el éxito decisivo de la reacción mundial”. En 1927 el secretario
del Partido Comunista Chino (PCCh) Chen Duxiu es destituido y expulsado del
Partido por sus posiciones trotskistas y capitulacionistas. Intenta conspirar
contra el nuevo secretario del Partido Wang Ming. Éste escribe que “en el
verano de 1927 fue derrotado el oportunismo de derecha de Chen Duxiu,... en el
otoño de 1929 fracasó el grupo de liquidadores trotskistas-chenduxiuistas”.
Considera que los trotskistas son “cómplices activos de la reacción imperialista”.
De 1928 a 1930 el Partido Comunista Brasileño (PCB) expulsa a los troskistas
que formaron la “Liga Comunista Internacionalista” que, tras criticar la
insurrección popular en 1935 de la Alianza Nacional Libertadora (ANP) y a su
jefe, el líder comunista Luiz Carlos Prestes, desapareció en 1936. En 1932 y
1933 los trotskistas fueron expulsados del Partido Comunista de Cuba y
constituyeron el “Partido bolchevique internacional”. La Historia del Partido
del Trabajo de Albania señala como en 1934, en los comienzos del comunismo
albanés, se desató una lucha entre comunistas y trotskistas en el seno del
“Grupo Comunista” de la ciudad de Korça: “Los elementos trotskistas se lanzaron
con furia contra la línea seguida por Ali Kelmendi y contra la parte más sana
del Grupo, esforzándose en obstruir por todos los medios la ampliación de la
labor y la influencia de los comunistas entre las masas. Su representante
principal, Niko Xoxi, ambicionaba tomar la dirección del Grupo para luego
obligarlo a que aceptase los puntos de vista trotskistas”. La lucha se saldó
con el desenmascaramiento y la expulsión de N. Xoxi del comité directivo del
grupo. En 1935 el fundador del Partido Comunista de Bélgica (PCB) Joseph Jacquemotte
derrota a los trotskistas en la Conferencia del Partido de Charleroi. En una
fecha sin determinar el “Amauta” José Carlos Mariátegui, fundador del PC
peruano y gran pensador marxista escribe: “El trotskismo sabe de un radicalismo
teórico que no logra condensarse en fórmulas concretas y precisas”. En 1936 el
gran comunista catalán Joan Comorera redacta la declaración de principios para
la unificación de 4 partidos revolucionarios que dará lugar al Partido
Socialista Unificado de Cataluña (PSUC) excluyendo explícitamente a los
trotskistas. En marzo de 1937 Stalin acusa al trotskismo de pasar de corriente
política de la clase obrera a “banda cínica y sin principios de saboteadores,
agentes de diversión, espías y asesinos”. En 1937 Ho Chi Min indica al PC de
Indochina que no hay que aceptar absolutamente ningún compromiso con los
trotskistas. Según Santucho, los trotskistas vietnamitas se enfrentaron abiertamente
al PC justamente cuando éste comienza a desarrollar la guerrilla. El Pleno de
su C.C. de marzo de 1938 señala que se ha subestimado el peligro trotskista y
la colaboración sin principios con los trotskistas. En marzo de 1939 este PC
llama en un manifiesto a barrer a los trotskistas. En los años 40 las
publicaciones ilegales del Partido y del Frente Viet Minh luchan contra “los
trotskistas provocadores y saboteadores”. En Octubre de 1938 Mao Tsetung afirma
ante el C. C. del PCCh que “los servicios secretos del imperialismo japonés tratan constantemente de minar nuestro
Partido y de hacer que, disfrazados de activistas, se infiltren en él
colaboracionistas, trotskistas, elementos pro japoneses, degenerados y arribistas”.
A finales de los años 30 el Partido Comunista de Chile expulsa de sus filas a
los trotskistas, que crean el “Partido Comunista de Izquierdas” y comienzan a luchar
contra el Frente Popular que termina por fracasar en 1940-41. El Che Guevara
escribió que “Consideramos que el partido trotskista actúa contra la
Revolución”. La oposición sistemática del trotskista “Partido Obrero Revolucionario”
(POR) a la Revolución Cubana fue perseguida: en 1961 fue destruida una edición
en español de La Revolución permanente de Trotsky, en 1962 un trotskista fue
detenido mientras difundía un panfleto, un mitin en honor a Trotsky fue
prohibido en Guantánamo y su secretario general Idalberto Ferrera Acosta fue
detenido durante 48 horas. En 1965 un grupo de trotskistas fue procesado. La
represión cesó y los detenidos fueron liberados cuando los trotskistas se
comprometieron a cesar en su actividad contrarrevolucionaria. En 1966 Fidel
Castro acusó al trotskismo de ser “instrumento vulgar del imperialismo y de la
reacción”. Las fuerzas revolucionarias mexicanas tomaron medidas para combatir
la influencia contrarrevolucionaria del trotskismo. La Liga Comunista 23 de
septiembre (LC23S) ejecutó al dirigente del PRT Alfonso Peralta Reyes en 1976 e
informó que no toleraría la propaganda trotskista. Respondiendo a calumnias de
un trotskista irlandés, el presidente nacional del Partido Comunista de Irlanda
(PCI) Michael O'Riordan escribe que “Los hechos son testarudos y testimonian
que el trotskismo, teórica y prácticamente, ha sido un fracaso en la historia y
en ninguna parte ha podido instaurar el poder de la clase obrera”. El traidor
Gorbachov rehabilitó a Trotsky poco antes de la liquidación de la URSS. En
septiembre de 1993 el Partido de la Liberación (P.L.) de Argentina sale al paso
de la política reformista y anticomunista de los trotskistas argentinos con el
importante documento “Nuestra confrontación con el trotskismo”. La lucha de los
comunistas contra el trotskismo sigue en el siglo XXI. El líder de la
Coordinación Comunista que lucha contra la degeneración del PC de Francia
Jean-Luc Sallé estima que “la destrucción programada del PCF crea las condiciones
para un reforzamiento de las corrientes trotskistas. Aprovechan su gran
ocasión: la de impedir la emergencia de un partido comunista auténtico y crear
un partido trotskista que conduciría a la clase obrera al impasse... y
reforzaría el dispositivo socialdemócrata, apoyo social del capitalismo. Las
tácticas varían. LO y LCR quieren a partir de sus éxitos electorales, crear una
formación a “la izquierda” del PCF mutado. El Partido de los Trabajadores (PT)
practica el entrismo en el PCF... Para la coordinación comunista los dos adversarios
de la reconstrucción del partido son los liquidadores reformistas y los trotskistas”.
En el seno del Partido Comunista de Filipinas (CPP) se produce una crisis
política en 1991. Una parte de sus miembros, considerados traidores por el
Partido, abrazan el troskismo y crean en 1998 el “Partido revolucionario de los
trabajadores de Filipinas”. Uno de sus cuadros será ejecutado en el 2001 por el Partido. En el 2002 el líder de la Coordination
Communiste pour la reconstruction du parti communiste revolutionnaire, que en
1999 había abandonado ya el PCF, Maurice Cukierman declara: “Hace falta recordar
que a menudo el trotskismo es la escuela de formación política de los
dirigentes socialdemócratas. El anticomunismo y antisovietismo que destilan dan
prueba del callejón sin salida en el que intentan encerrar a la clase obrera”.
También en el 2002 Raymond Casas, antiguo cuadro del PCF, uno de los fundadores del PC Marxista-Leninista de
Francia, escribe que “el trotskismo es un peligro serio para un partido
revolucionario aunque puede convertirse en una comedia ridícula. Los comunistas
sinceros y lúcidos tienen que estar seguros que la reconstrucción de un
verdadero partido revolucionario exige la vigilancia más grande en relación al
trotskismo, cáncer mundial de todo Partido Comunista serio. La experiencia debe
convertirnos en implacables en este punto, bajo pena de no conocer nunca un
partido sólido, anhelado y esperado por las masas laboriosas”. En el 2003 el
comunista belga Johnny Coopmans imparte un curso titulado “El trotskismo, una doctrina
antimarxista?” en la universidad marxista de verano del PTB. Afirma que “analizar
el trotskismo es aprender a construir hoy un movimiento comunista”.
El presidente del PC de la Federación Rusa (PCFR) Guennadi Ziuganov
escribe en el 2004 que “Haremos lo posible para no permitir en nuestras filas
el espíritu del trotskismo, o lo que es lo mismo, los intentos de determinados
activistas engreídos, que se sienten superiores, “superhombres, por encima del
CC, de sus leyes, de sus decisiones, dando de este modo la excusa a determinada
parte del partido a hacer un trabajo de desgaste que haga perder la confianza
de ese mismo CC”. En el seminario de Bruselas del PTB de mayo del 2005
“Comunistas en Lucha” de Francia afirman que “en realidad los socialdemócratas
y los trotskistas prosiguen su tradicional actividad de zapa al servicio de la
burguesía y del sistema de explotación capitalista. Los socialdemócratas y los
contrarrevolucionarios trotskistas extienden las ilusiones reformistas para
desviar a los trabajadores de la actividad revolucionaria”.
Favorables a la dominación británica de Irlanda del Norte.
En 1969 el SWP británico de Tony Cliff apoyó la intervención
de las tropas en Irlanda del Norte. En 1995 una escuela de verano del AWL
presentó un debate con Ken Maginnis, vocero de seguridad del Ulster Unionist
Party y un consejero de la policía del Ulster RUC. Defiende que las tropas británicas
en el Ulster son un “árbitro neutral”. El Comité por una Internacional Obrera
de Peter Taafe patrocina al líder fascista loyalist Billy Hutchinson.
Enemigos de la Revolución popular china.
Entre los estudiantes chinos en Moscú en los años 20 surgió
el trotskismo que desarrollaron al regresar a casa. Se llamaron “Fracción
Opositora de Izquierda del Partido Comunista de China” o “Fracción Leninista de los Bolcheviques de China”. Se oponía
a la dictadura del Kuomintang y al mismo tiempo tenía grandes contradicciones
con el PCCh. Se opusieron en 1927 a la línea de la Internacional Comunista en
relación a la revolución china que llamaba a realizar un trabajo flexible con
el Kuomintang ya que caracterizaba esa fase como democrático-burguesa. Los
trotskistas calificaron esa línea como antimarxista y llamaron a crear
de inmediato soviet en China.
En 1931 varios grupos trotskistas se unieron en una
dirección unificada. Consideraban que tras la revolución de 1927 en China se
había establecido el capitalismo. Atacaban al Ejército Rojo chino, se oponían a la lucha armada dirigida por el PCCh. El grupo fue
destruido por el Kuomintang en su fase reaccionaria. Sus integrantes siempre
fueron muy pocos.
La oposición de los trotskistas chinos a la Revolución
popular se manifiesta cuando en 1949 la denuncian como una “contrarrevolución
burguesa y estaliniana” tal y como lo recoge un autor filotroskista y por lo
tanto bastante creíble.
En 1952 el PCCh detuvo a 200 o 300 trotskistas chinos, entre
ellos el dirigente Zheng Chaolin, antiguo compañero de Chen, que fue liberado
en 1979.
La LICR-LRCI considera que la República Popular China (RPCh)
es un régimen “bonapartista” y capitalista desde 1949, que el capitalismo se ha
restaurado y denuncian la planificación “burocrática”. Una fracción de la LO
francesa estima refiriéndose a China que “la dictadura justifica sus crímenes por
la necesidad de mantener el orden social y la estabilidad”. Para ellos la RP de
China no existe sino el “imperio del medio”. Basan su análisis en datos de la
economista burguesa Francoise Lemoine y la revista burguesa anticomunista
Perspectives Chinoises.
Saboteadores de la Revolución anticolonialista argelina.
La corriente trotskista de Lambert, el PCI francés, calumnia
al FLN llamándole “asesinos del FLN” y apoya al partido autonomista y
reformista de Messali Hadj, el MNA, que terminó colaborando con el colonialismo francés. Su rival trotskista MICHEL Pablo fue
asesor del presidente Ben Bella, lo que fue una de las razones que dio el grupo
de izquierda del FLN y del Ejército Nacional Argelino dirigido por Houari
Boumedián, Buteflika y otros para el derrocamiento de Ben Bella en 1963. Pablo presumía
de haber ayudado a redactar la ley de reforma argelina y de haber inspirado la “autogestión”
de Ben Bella.
El 22 de septiembre de 1965 el diario del FLN El Moudjahid
denuncia que varios grupitos trotskistas locales reciben directamente de la “IV
Internacional” indicaciones para la realización de actividades subversivas
opositoras.
Partidarios de la opresión nacional anti-tamil en Sri Lanka.
En 1964 el fuerte partido trotskista srilankés Lanka Sama
Samaja Party (LSSP) entra a formar parte de un gobierno burgués. En 1970 el
LSSP participa en un segundo gobierno burgués que aplasta brutalmente la
revuelta de la organización marxista Frente de Liberación Popular-Janata
Vimukhti Peramuna (JVP) en 1971. El JVP se vengó dando muerte a varios
trotskistas en atentados. El mismo gobierno crea una nueva constitución que institucionaliza la
discriminación anti-tamil haciendo del cingalés lengua oficial y del budismo
religión de estado.
Propagandistas de los contrarrevolucionarios feudales
afganos.
La International Socialist Organisation (ISO) aclamaba a los
terroristas integristas financiados por la CIA en lucha contra el gobierno
comunista de Afganistán y contra el Ejército Rojo, como “luchadores por la
libertad”. La League for the Revolutionnary Party y el Revolutionary Communist Party
de USA apoyaron a los mismos terroristas. En los 70 la AWL inglesa, cuando se
llamaba International Communist League, denunció la intervención soviética en
Afganistán.
Activos agentes de la contrarrevolución burguesa que
destruyó el campo socialista.
Raymond Casas subraya que “el único hecho de armas histórico
del troskismo es haber participado en la destrucción de la URSS con todo lo que
hay en el mundo de reaccionarios, integristas e imperialistas”. Su actividad en
contra de la URSS y del campo socialista asociado a la URSS fue incansable. Ya
en julio de 1953 Mandel escribió un artículo en apoyo a la sublevación
anticomunista en Berlín Este. El secretariado trotskista de París apoyó el
fracasado golpe fascista de Hungría en contra del gobierno comunista y de la
República Popular de 1956 llamándolo “revolución”. El militante del
secretariado unificado de la IV Internacional, el periodista checoslovaco Petr
Uhl, era miembro del grupo contrarrevolucionario “Carta 77” que luchaba contra
el socialismo en la República Socialista de Checoslovaquia con apoyo de la CIA
y pagó con cárcel como sus cómplices, Vaclav Havel y otros. Cuando triunfa la
contrarrevolución, el jefe burgués Havel le nombra responsable de la agencia
oficial de noticias.
El troskista Nahuel Moreno afirma en sus “tesis para la
actualización del programa de transición” que impulsa la “revolución política
contra los estados obreros degenerados” del este europeo, China y Cuba
colocándose objetivamente del lado de la subversión imperialista.
La mayoría de los grupúsculos trotskistas apoyaron el
sindicato polaco reaccionario y proimperialista Solidarnosc. La revista mensual
del Secretariado unificado Inprecor dedicó un nº especial en 1980, el nº 17,
monográficamente a defender Solidarnosc y atacar el régimen socialista polaco.
La OCI y el PCI de Lambert hicieron del apoyo a Solidarnosc su principal
actividad. La alianza entonces de Lambert y Moreno llamada “Cuarta
internacional-Comité internacional” realizó en 1980 una campaña en favor de
Solidarnosc. Los trotskistas polacos, como Zbigniew Kowalewski, de Lodz, colaboraron
con los ultrarreaccionarios en la dirección de dicho sindicato.
El PTS argentino declaró en marzo de 1990 cuando la
burguesía alemana se disponía a destrozar la RDA: ”Nos manifestamos claramente
por la defensa del derecho de las masas alemanas a unificarse como ellas lo
deseen, aun cuando decidan hacerlo en los marcos del capitalismo”.
El WP británico apoyó la contrarrevolución de Eltsin en
1991. Una vez en el poder la burguesía contrarrevolucionaria, los trotskistas
colaboran con ella en los procesos antipopulares de privatización. Un caso muy
claro es el de Eslovaquia donde el partido trotskista “Asociación de Trabajadores de Eslovaquia-ZRS”
entra en el gobierno con el partido burgués MPSD y el partido fascista heredero
del régimen pronazi de monseñor Tiso, partido nacional. Su militante Bisak es
ministro de la privatización. Su también militante Josef Kolman preside el
consejo gubernamental para integrar Eslovaquia en la UE y en la OTAN. Su “casa
madre” internacional, el Partido de los Trabajadores francés y su dirigente y
candidato a las presidenciales del 2002 Daniel Gluckstein defiende
fervorosamente la participación de sus asociados en dicho gobierno.
Un grupo trotskista rival dice que “la ZRS se halla por
entero en el terreno proimperialista. El explícito apoyo de la Asociación
Internacional de los Trabajadores lambertista al partido que tiene como miembro
al ministro de las privatizaciones eslovacas, confirma que también el
lambertismo está metido hasta el cuello en la podredumbre restauracionista y
proimperialista”.
Agentes provocadores contra la Revolución Popular Sandinista
(RPS).
En junio de 1979, un mes antes del triunfo de la Revolución
Popular Sandinista que derribó la dictadura somozista, varios grupos del S.U.
(“Partido Socialista de los trabajadores” (PST) de Colombia y otros trotskistas
dirigidos por el argentino Moreno) crearon una brigada militar formada por 100
agentes troskistas para combatir con el FSLN en la ofensiva final. Esta brigada
se presenta fraudulentamente como parte del FSLN y afirma actuar en nombre de
su dirección, sin aceptar la disciplina del FSLN. En la ciudad de Bluefields la
brigada se presenta como la dirección legítima del FSLN obligando al FSLN a
enviar un destacamento armado para controlar a los provocadores. Cuando se negó
a integrarse en el FSLN, la brigada fue expulsada del país en el mes de agosto.
El FSLN acusa también a los troskistas de apropiarse de fondos que han
recolectado sobre el terreno. El S.U. protestó por esta medida mas que justificada
pero al parecer expulsaron a los provocadores de su propia organización. En
cambio la OCI francesa les apoyó y denunció la “represión de militantes obreros
y revolucionarios”. No en vano su jefe Pierre Lambert denunció el gobierno sandinista
por ser “burgués”.
Partidarios de la guerra de la OTAN contra Yugoslavia.
En 1999 el dirigente francés de la LCR, de AC y de Attac,
Cristophe Ageriton, pide armas para la UÇK. La sección irlandesa del SU,
Socialist Democracy, reclama “el armamento de las víctimas de Milosevic”. En
Bélgica POS-SAP no se opuso a los bombardeos de la OTAN contra los
serbiobosnios y pidió al igual que Occidente el “derecho a la autodeterminación
y a la autodefensa” de los bosnio-musulmanes. Los principales dirigentes del
S.U. apoyaron la conferencia de Rambouillet en la que el imperialismo chantajeó
de manera indecente al gobierno yugoslavo para justificar su posterior guerra genocida contra Yugoslavia. La LIT impulsa una
campaña en solidaridad con el gobierno islámico de Bosnia apoyado por el imperialismo
para así mejor desmembrar Yugoslavia y justificar una intervención general de
sus tropas. La AWL inglesa apoya al UÇK otaniano y participa en la
manifestación en Londres del 10 de abril de 1999 a favor de Kosovo que fue un
apoyo al bombardeo de la OTAN. El WP inglés se une a esta manifestación que estaba
inundada de banderas de la OTAN y de Albania y de consignas como “Buena suerte,
OTAN” y “OTAN, es ahora o nunca”. El WP y otros grupos laboristas organizan un mitin
el 11 de mayo del 99 en el que hablan oradores abiertamente pro OTAN. La Fracción
Trotskista (Estrategia Internacional) declara que la UÇK fascista es “una
guerrilla con una dirección nacionalista que en el último periodo fue ganando
creciente apoyo hasta transformarse en la dirección de la lucha por la
independencia”. El boletín Militant del MAS belga apoya la “resistencia del
pueblo kosovar” y afirma con un desconocimiento de la historia sorprendente que
Milosevic representa “la herencia desastrosa del estalinismo”. Desconocen al
parecer que Milosevic fué un dirigente de la Liga Comunista de tradición
titista y antiestalinista.
Enemigos de la Revolución filipina.
La única actividad conocida del S.U. de la IV Internacional
en relación a Filipinas es el ataque, la descalificación y la denuncia radical
contra la fuerza principal de la Revolución filipina, el Partido Comunista (CPP). En el XX Congreso internacional del S.U.
acuerdan expresar su condena. Les escandaliza el hecho que algunos troskistas
enfrentados a la dirección del Partido y finalmente salidos de sus filas han sido considerados “agentes” del ejército y
ejecutados. De hecho los propios troskistas reconocen que un ex dirigente del
CPP, Romulo Kintanar, tras romper con el partido se convirtió en agente represivo
del régimen antipopular. Fue ajusticiado el 23 de enero del 2003. Desconocemos
el fundamento de las actuaciones contra el CPP. Lo que sí resulta llamativo es
que los troskistas del S.U. jamás hayan condenado el régimen reaccionario
dependiente del imperialismo norteamericano ni hayan denunciado su política de
asesinato sistemático de sindicalistas y progresistas.
Enemigos del Pueblo Palestino.
Los trotskistas belgas del LSP-MAS (Movimiento por una
Alternativa Socialista) declaran en el 2002 que ninguna organización Palestina
merece apoyo, consideran que la OLP es una organización de terroristas, que el
FPLP es otra organización terrorista que con el asesinato del ministro sionista
fascista Ze’vi ha ayudado a la política de Sharon. Su dirigente Micha Teller
escribe que el FPLP es una de las organizaciones mas siniestras y criminales de
Palestina. Mientras Arafat es asediado por el ejército sionista que destruye su
residencia la LSP le llama “capitalista corrompido”.
Enemigos de la Revolución Africana.
Según el intelectual comunista indio residente en Gran
Bretaña Harpal Brar, hay un diputado trotskista en el Parlamento de Zimbabwe de
la organización International Socialista Organisation (ISO). Se enfrenta al
gobierno del ZANU de Robert Mugabe mientras éste sufre los fuertes ataques de
la antigua metrópoli británica por su política de expropiación de los
agricultores blancos. Afirma que los trotskistas nigerianos de la Campaign for
a Worker’s Alternative y el Democratic Socialist Movement sabotean el movimiento
anti-imperialista y revolucionario. En Costa de Marfil, Kenya, las islas
Mauricio y Reunión y Togo funcionan partidos trotskistas. El actual rector de
la escuela superior del PC de Cuba y destacado dirigente comunista cubano Raúl Valdés
Vivó escribe sobre la nefasta influencia del afán de ciertos sectores de lograr
aumentos de salario sin esperar a que el desarrollo de la economía de Etiopía
revolucionaria de los años 70 lo permita: “Elementos trotskizantes alientan ese
fenómeno negativo, lo mismo que procuran apoderarse de puestos de dirección en
los “kebeles” (órganos locales de poder) para utilizarlos, en un momento dado,
contra el poder revolucionario. Con firmeza son rechazados esos elementos trotskizantes
por las masas laboriosas, pero el daño que pueden hacer no debe subestimarse”.
El trotskismo como cuña de la burguesía en contra del
comunismo.
En los años 70 un candidato electoral comunista francés
apellidado Durand recibió un cheque del Ministerio del Interior con una
cantidad de dinero. Tras la correspondiente investigación se descubrió que el
destinatario no era él sino otro candidato con el mismo apellido pero
trotskista. La burguesía financiaba al trotskismo para debilitar electoralmente
al PC francés.
Historia de Trotsky y del trotskismo (IV y final)
Practican el entrismo para
sabotear desde el interior las organizaciones de izquierda. El entrismo es un invento del propio Trotsky que en 1934
planteó la entrada de sus seguidores de la Liga Comunista francesa en el Partido Socialista-Sección Francesa
de la internacional obrera (SFIO). Así
en 1934 la LC pasó a llamarse “Grupo bolchevique-leninista (SFIO)”. Un
comunista soviético afirma que
Trotsky fue “iniciador de la táctica del contrabando político y de los agentes
ideológicos”. Un diccionario
soviético que hemos citado presenta así el entrismo: el trotskismo “busca
nuevos procedimientos de actividad subversiva antirrevolucionaria
utilizando la táctica del denominado entrismo, es decir, la infiltración
enmascarada, el doble juego, en las organizaciones democráticas de masas con el
fin de minarlas desde dentro, de introducir la desorganización en su trabajo,
de reclutar partidarios”. Los trotskistas lo practican con frecuencia. En julio
de 1964 los trotskistas penetraron en el seno del Movimiento Revolucionario 13
de Noviembre de Guatemala con el propósito de lanzar una campaña de ataques políticos contra el Partido Guatemalteco del
Trabajo (PGT, comunista). Los disconformes con las tesis trotskistas se
separaron de dicha organización para crear las Fuerzas Armadas Rebeldes. Varias
organizaciones amplias de izquierda como el Partido de los Trabajadores (PT)
del Brasil, Euskal Herritarrok, el Partido de la Refundación Comunista de
Italia (PRCI), el PRD de México, el Partido del Socialismo Democrático (PDS) de
Alemania e Izquierda Unida (IU) de España sufren la acción corrosiva y de zapa
de diversas tendencias, sectas y corrientes trotskistas que procuran apartarlo de la fidelidad a los ideales de la Revolución
Socialista y de la clase obrera y convertirlas en organizaciones
socialdemócratas oportunistas con un lenguaje más o menos izquierdista, según
las circunstancias.
La gran burguesía ama a los trotskistas.
En 1929 el diario británico más importante, Daily Express,
invita a Trotsky a escribir una serie de artículos durante tres días
pagándoselos a precio de oro. En julio de 1933 el gobierno de derechas de Daladier
autoriza a Trotsky a residir en Francia. La Universidad anticomunista y
proimperialista de Harvard dispone hace años de un archivo Trotsky que ha sido
muy útil durante la guerra fría contra el comunismo. Es curioso observar cómo
los dirigentes e ideólogos trotskistas no tienen ningún problema en desarrollar
carreras en las universidades burguesas anticomunistas alcanzando incluso
puestos de responsabilidad. Es el caso de Daniel Bensaïd, Pierre Broué,
Fougeyrollas, Catherine Samary y Pierre Naville en Francia, de Ernst Mandel y
Roland Lew en Bélgica, de Ramón Zallo en la UPV-EHU, de Jaime Pastor en la UNED
española.
La prensa burguesa francesa dedica sus esfuerzos en hacer
propaganda del trotskismo: El periódico reaccionario francés Figaro Littéraire
del 28 de febrero del 2002 dedica sus artículos centrales a alabar el
troskismo. En marzo del 2002 Radio TV Luxemburgo (RTL) invita a la portavoz de
LO Arlette Laguillier a un debate en horario de máxima audiencia. El periódico
Le Monde apoya el 4 de enero del 2003 con despliegue de medios tipográficos la
publicación de un libro del fundador de la Lutte Ouvrière (LO) Robert Barcia,
Hardy. Le dedica una foto en colores en la primera página, una entrevista en
páginas interiores en la que denuncia a Fidel Castro como no demócrata y al Che
Guevara como su colaborador, y una reseña. Una TV privada dedica a LO un
programa especial el domingo 10 de agosto del 2003 en la emisión “Secrets
d’actualité” en el que los trotskistas de LCR son utilizados para atacar a la
LO. Los guiñoles del Canal + francés hacen descarada propaganda de Laguillier y
Besancento mientras denigran a Lenin y a cualquier posibilidad de Revolución
socialista.
Los trotskistas y los fascistas, aliados en la lucha
anticomunista.
En Francia el trotskista Jean Rous, que había liderado la
tendencia “La Voix de Lénine” en el seno del “Partido Socialista Obrero
Campesino” (PSOP), disuelto al comenzar la guerra en 1940, crea un “movimiento
nacional revolucionario” (MNR) de ideología pro nazi. El MNR se muestra
favorable a la colaboración con Alemania. Los miembros de otro grupo trotskista
francés, “Partido Comunista internacionalista” (PCI, que también desaparece),
Henri Molnier y Roger Foirier, practican el entrismo en el partido fascista “Rassemblement
National Populaire” (RNP) de Déat. Otros trotskistas les “condenan a muerte”
por su colaboración con los fascistas. Un libro destaca la eficaz y activa
militancia de Foirier en ese partido que al parecer dura hasta 1941. Hubo en
Francia unos pocos trotskistas del tercer partido trotskista de la época, el
“Partido Obrero Internacionalista”, que lucharon contra la ocupación en Bretaña
y región parisina pero aislados de su dirección política y en ocasiones en
desacuerdo con la misma. En esa época a los trotskistas se les conocía como los
“hitlero-trotskistas”. Según la revista germano-occidental Die Neue
Gessellschaft publicada en mayo de 1962 Hitler decía que “Trotski le enseñó
muchas cosas”. En su biografía de Adolf Hitler, Der Fürher, Konrad Heiden afirma
que en 1930 el jefe nazi blandió el libro de Trostsky Mi vida ante sus
correligionarios gritando: “He aprendido mucho (con la lectura del libro) y
vosotros también podéis aprender”. En los años 70 la secta trostskista francesa
La Vieille Taupe creada en 1967 por un aventurero llamado Pierre Guillaume,
antiguo miembro del grupo “Socialismo y barbarie” de Castoriadis y Lefort,
apoya al profesor de literatura pro nazi que niega los crímenes nazis e intenta
disculpar a este régimen nazi, Robert Faurisson, que fue expulsado de la
Universidad y condenado por calumnias. Dicho grupúsculo publicó sus obras. La
dictadura franquista publica ampliamente propaganda troskista mientras aplica
una férrea censura y prohíbe toda idea progresista, democrática y antifascista.
Por ejemplo en 1961 se edita legalmente en Barcelona la obra de Julián Gorkín,
“Cómo asesinó Stalin a Trotski”; en 1967 la editorial Plaza & Janés publica
la biografía de Stalin escrita por Trotsky, y en 1974 se publica la obra de
Gorkín “El proceso de Moscú: el sacrificio de Andrés Nin”...
Pacifistas burgueses.
En los años 60 y 70 el SWP trotskista controlando la
National Peace Action Coalition (NPAC) en USA impulsa la campaña “Traer las
tropas a casa ahora” para pedir la retirada de las tropas USA de Vietnam. En
ocasiones atacaba a quienes se solidarizaban con los combatientes comunistas vietnamitas.
Aliados entusiastas de la socialdemocracia europea.
Ya en los años 30 el trotskista caribeño CLR James se
integró en el partido laborista británico y los trotskistas llegaron a dominar
la Labour League of Youth en el norte de Londres. En los años 60 la SLL de
Healy conquista la dirección de la juventud del partido laborista británico. En
1971 el miembro de la OCI de Lambert Lionel Jospin entra en el PS llegando a
ser primer ministro. En 1981 esa organización llamó a votar por el
socialdemócrata de derechas Mitterrand a las presidenciales francesas y le
apoyó con todas sus fuerzas llegando a organizar el servicio de orden del PS en
su toma de posesión. En 1986 el miembro de la dirección de la OCI y presidente
de la Unión de Estudiantes de Francia Jean-Christophe Cambadelis se unió al PS
junto a otros 400 militantes. Un diario francés escribe que Mitterrand supo
emplear a su favor la capacidad demagógica de los trotskistas, su experiencia en manipular
asambleas y su experiencia para reducir la influencia del PCF. En 1997 la LCR
llamó a votar por Jospin. La LICR pide el voto para Jospin, Blair (tanto en
1997 como en 2001) y Schroëder (en el 2002). La AWL de Matgamna pertenece y
apoya al partido laborista y al gobierno de Tony Blair. El POS belga tiene
algunos electos locales pero surgidos de listas del SP (Flandes) o PS
(Walonia). El POSI español es considerado un instrumento del PSOE para influir
en la extrema izquierda. Su núcleo principal está en Getafe. Sus miembros pertenecen
a las juventudes del PSOE. Los veteranos del POUM han pasado también al PSOE.
Bibliografía:
Bernard (Alice), “Présidentielles françaises. Les candidates
trotskistes n’ont pas de vraie alternative”.
Solidaire, 24-04-2002. http://www.ptb.be/solidaire/archive/archive.htm.
Básmanov (M), La esencia antirrevolucionaria del trotskismo
contemporáneo, Departamento de orientación revolucionaria del CC del Partido
Comunista de Cuba, La Habana, 1977.
Brar (Harpal), Trotskysm or Leninism?,
London, 1993. Publicada una edición en francés por el
Instituto de Estudios Marxistas de Bélgica en el 2003 Trotskisme ou léninisme?
Casas, Raymond, “Le trotskisme de nos jours”, 2002.
Castro (Fidel), “Le trotskysme, vulgaire instrument de l’imperialisme
et des reactionnaires” Cuba Socialista nº 57, 1966, Nº 38 de la revista
política del PTB Etudes Marxistes, 1997.
Corriente Leninista Internacional, “La ruptura con el
troskismo”, Soviet, verano del 2001, http://www.leninist-current,revolete.net/ilc/es/.
Editions Democrite, febrero 2000.
Éditions en langues étrangères,“50
ans d’activités du Parti Communiste du Vietnam”, Hanoi, 1980.
Éditions Norman Bethune, Trostki et le trotskisme-textes et
documents. 1971. Editado originalmente por el Bureau d'Éditions en 1937. En
2005 en internet en http://www.communismebolchevisme.
net”.
Figuières (Leo), Le trotskisme, cet antiléninisme, Editions
Sociales-Notre Temps, París, 1969. Este libro es el contraataque del PC francés
al auge del troskismo a partir de la insurrección de mayo del
68.
Foster, (William Z.) The History of
the Communist Party of the United States, Nueva York, 1952.
Instituto de Marxismo-Leninismo adjunto al CC del PCUS,
Contra el Trotskismo,
Editorial Progreso, Moscú, 1972.
Lenin, Contra el oportunismo de derecha y de izquierda,
contra el trotskismo, Progreso, Moscú, 1979.
Mao Tsetung, Obras Escogidas, Tomo II, Ediciones en Lenguas
Extranjeras, Pekín, 1971.
Martens (Ludo), Trotski, EPO, 1979.
Martens (Ludo), “le troskisme au service de la CIA contre
les pays socialistes”, 20 octubre 1992. www.solidaire.org.
Martens (Ludo), “Trotskisme ou léninisme?”, Solidaire, nº
32, 23 agosto 1995.
Mavrakis (Kosta), Du trotskysme,
problémes de théorie et d'histoire, Maspero, París.
Partido de la Liberación (Argentina). Dos textos:
“Marxismo-Leninismo o trotskismo”; publicado en el número 9 de Cuadernos
Revolucionarios, mayo de 1988 y también “Nuestra confrontación con el trotskismo”
publicado en 1993.
Santucho (Mario Roberto), “Porqué nos
separamos de la IV Internacional”, escrito en agosto de
1973, publicado en Marxists Internet Archive.
Saunder (Frances Stonor), La CIA y la guerra fría cultural,
Editorial Debate, Madrid, 2001.
Solidaire, “Ce que les jeunes doivent savoir sur le
trotskisme”, nº 25, Bruselas, junio 1993.
Vandenbroucke (Danny) “Cuba et ses “amis” trotskistes de la
IV internationale”, Etudes Marxistes,
nº 38, 1997.
Vasetski, (Nikolai)“A quien sirve el trotskismo moderno”,
Agencia de prensa Novosti, Moscú, 1984.
Viatkin (A.), Movimiento obrero, comunista y de liberación
nacional, Editorial de Ciencias Sociales
de La Habana, 1982.
13 de octubre de 2006.
Trotsky y el
Trotskismo: Un Análisis Crítico Desde el Marxismo-Leninismo
DESDE LA ORGANIZACIÓN COMUNISTA
REVOLUCIÓN queremos contribuir con un análisis que trate de explicar por qué
históricamente la aplastante mayoría de personas que nos organizamos como
comunistas hemos rechazado el trotskismo. Queremos hacer esta contribución
porque sabemos que esta es una cuestión que a menudo suscita dudas entre
quienes empiezan a implicarse más activamente en las luchas sociales,
especialmente cuando se acercan al movimiento comunista y se encuentran con
que, lo que desde fuera parece una trifulca entre comunistas rusos de la primera
mitad del siglo XX, sigue saliendo a relucir de tanto en tanto.
Si fuera por nuestra
organización, este debate podría darse tranquilamente y de manera bien
documentada entre aquellas personas que realmente quieren luchar por un cambio
social real en favor de la clase trabajadora, pero somos conscientes de que es
el 21 de agosto cuando toda la prensa de los capitalistas y los políticos del
sistema, desde la izquierda reformista hasta la derecha liberal-conservadora,
usan la muerte de Trotsky a manos de Ramón Mercader como forma de atacar al
comunismo, de reforzar la idea de que existen comunistas buenos y comunistas
malos, y los comunistas buenos, “casualmente”, siempre son aquellos que han
dado lugar a movimientos que no han ido a ninguna parte.
Por eso, aunque haya a
quien pueda resultarle de mal gusto, publicamos este artículo como respuesta al
falso debate forzado por los capitalistas.
Qué pasa con Trotsky
Para muchas personas que se interesan
por el socialismo y no tienen contacto previo con militantes comunistas,
Trotsky suele ser una de las primeras opciones a consultar. Al fin y al cabo,
Trotsky parece ser la figura revolucionaria “menos incómoda”, después de Marx y
Engels. Tomó parte importante en la Revolución Bolchevique, luchó contra el
Ejército Blanco zarista y después se sacrificó por los pecados de la humanidad,
quedó, según nos dicen, sin mancha, perseguido por sus ideales verdaderamente
comunistas por una burocracia totalitaria y desalmada.
Trotsky siempre ha
sido, y sigue siendo, un icono utilizado por los capitalistas incluso después
de la Guerra Fría por un motivo: ellos creen que demuestra inapelablemente cómo
la revolución y el socialismo siempre salen mal, siempre acaban distorsionados
y deformados. Suaviza la propaganda anticomunista más cruda, que presenta a los
comunistas como totalitarios sin escrúpulos, diciendo: “bueno, quizás hay
algunos buenos, pero al final son los tontos útiles de los otros comunistas,
mira cómo acabó Trotsky”.
Desde luego, si uno
quiere ser crítico con el capitalismo y cree que es posible un sistema mejor,
Trotsky es la alternativa más reconfortante. Nada de incómodos dilemas
históricos, “el socialismo nunca ha existido”, nada de discusiones con amigos,
familia o compañeros de lucha, “la Unión Soviética y las demás experiencias
socialistas fueron efectivamente dictaduras más parecidas al fascismo que al
socialismo”.
El problema es que,
como iremos viendo a lo largo de este artículo, no es casualidad que el
trotskismo no plantee nunca compromisos o dilemas históricos. Tanto cuando
Trotsky estaba vivo como, especialmente, tras su muerte, el trotskismo atrae a
personas progresistas precisamente por la visión épica y reconfortante de que
es posible a la vez abordar decididamente los más importantes problemas sociales
partiendo de un análisis materialista de la realidad, sin tener que pasar por
el aro de la realidad para resolverlos.
Trotsky y el trotskismo:
El trotskismo como corriente política
está íntimamente ligado a la figura de Trotsky y el grupo de militantes allegados
que capitaneaba. Pero el trotskismo no es un accidente histórico, la figura de
Trotsky y su trascendencia como continuo “acompañante crítico” de los
bolcheviques y, más tarde, de Lenin no hubiera existido nunca si Trotsky no
hubiera representado políticamente a alguien, a una postura
política que siempre existe dentro de la lucha de clases.
Por eso, es útil
empezar por entender la trayectoria de Trotsky a grandes rasgos, porque en su
carácter contradictorio se explica la verdadera naturaleza de la posición que
representa Trotsky en la lucha de clases.
Leon Trotsky (Lev
Davidovich Bronstein por su nombre de pila) tuvo una carrera política
atravesada por 3 constantes que están relacionadas entre sí:
1. Ante cada dilema histórico, estar a la izquierda
de la realidad
Ante cualquier situación que claramente
dividía en dos campos bien delimitados a los socialistas, Trotsky siempre creía
haber encontrado una síntesis superadora genial que permitía aparcar las
diferencias bajo su mando, una síntesis que permitía conformarse con una “dulce
derrota” cubierta de épica revolucionaria.
a) Cuando el
desarrollo del imperialismo, con su monopolismo y la burocratización y
militarización de los Estados planteó a los revolucionarios la tarea de decidir
qué instrumento revolucionario necesitaban:
Unos defendían la
necesidad de un Partido que fuera una organización de combate profesional y
disciplinada (postura bolchevique), otros un Partido que hiciera de portavoz
pasivo y aglutinador de los trabajadores de toda tendencia autodenominada
socialista (postura menchevique)[1].
Trotsky plantea
su superación: ni partido de masas reformista, ni partido de
vanguardia revolucionario, partido de masas revolucionario, unidad entre los
que defienden una vía y otra lo que, por supuesto, implica un partido de masas
que, frente a un enemigo tan preciso como el Estado capitalista, solo puede ser
reformista.
Cuando la revolución
democrática rusa de 1905 obliga a los socialistas rusos a definir la
alternativa al zarismo, los socialistas rusos se dividen en dos grandes grupos:
Dejar que tome el
poder la burguesía y confiar en que ella llevará hasta el final la limpieza de
todos los reductos zaristas, aunque esta burguesía claramente tenga más que
perder si se alía con las masas populares que con la aristocracia feudal y la
burguesía imperialista internacional (mencheviques).
O, por el contrario,
los socialistas deben defender una dictadura obrero-campesina que resuelva las
tareas democráticas en el campo mientras asienta el poder obrero y el
socialismo en la ciudad, y va deslindando a las diferentes capas del
campesinado para ganar al campesinado pobre y medio para el socialismo, de
manera que el poder obrero cuente con una potente base en un país eminentemente
campesino (bolcheviques).
Trotsky se saca de la
chistera otra genialidad superadora que no convence a prácticamente nadie: el
proletariado no puede confiar en la burguesía liberal, pero tampoco puede
confiar en el campesinado, que necesariamente terminará enfrentándose al
proletariado porque la revolución agraria y la revolución socialista son, según
Trotsky, antagónicas, así que la tarea en Rusia (y cualquier otro país por
atrasado que sea) debe ser la toma del poder en exclusiva por parte de la clase
obrera teniendo como apoyo principal no a las clases oprimidas por el
capitalismo en ese país, sino a la clase obrera internacional, que con toda
seguridad se alzará revolucionariamente en solidaridad con el proletariado ruso[2].
Esta postura ya sonaba
entonces muy utópica, pero la Historia ha disipado toda posible duda sobre
quién supuso el apoyo principal del poder soviético: las capas populares del
campesinado soviético.
b) Cuando los
bolcheviques acaban de tomar el poder y la joven República soviética necesita
salir de la I Guerra Mundial, de nuevo aparecen dos posturas:
O lanzarse a una
conquista revolucionaria de Europa (Bujarin), o reconocer la debilidad del
recién nacido Estado obrero y firmar un tratado de paz aunque suponga perder
algunos territorios del antiguo Imperio Ruso ocupados por las potencias
beligerantes (Lenin y Stalin).
Trotsky textualmente
propone “ni guerra, ni paz”[3], lo que la
joven República soviética debe hacer es no firmar ningún tratado, no
comprometerse a nada, simplemente cesar el fuego unilateralmente y esperar que,
como consecuencia de ello, si las potencias imperialistas intentan atacar la
Rusia soviética, los trabajadores de dichas naciones es completamente seguro
que se alzaran en armas contra sus propios gobiernos, y la revolución mundial
comenzará.
En la práctica,
Trotsky bloqueó las negociaciones de paz, lo que supuso que las potencias
imperialistas rompieran finalmente las negociaciones y la Rusia soviética
tuviese que enviar a la desesperada un armisticio que terminó traduciéndose en
una paz sin contrapartidas con Alemania y una invasión por parte del resto de
potencias imperialistas.
c) Cuando, pasados los
primeros años 20, ya resulta evidente que no va a haber pronto una revolución
socialista en Europa Occidental que asista y sirva de apoyo a la URSS, la
cuestión de a dónde tiene que ir la URSS, cómo debe desarrollarse el
socialismo, aparece sobre la mesa y, de nuevo, se pueden divisar dos grandes
grupos:
Por un lado, un grupo
de dirigentes soviéticos defiende que, en mayor o menor medida, la URSS debe
conformarse con una economía que se apoye sobre los pequeños capitalistas
terratenientes en el campo y la dependencia técnica y de capitales hacia las
potencias imperialistas en la industria (Bujarin, Zinoviev y Kamenev, con
matices), mientras que otro grupo plantea que no, que la construcción
socialista debe abordarse con decisión, empezando por la gran industria y dando
pasos progresivos en el campo contra los grandes terratenientes que acaparan y
especulan con la producción agraria, para fortalecer el poder obrero y que
esto, a su vez, permita convertir a la URSS en un cuartel general para una
verdadera revolución mundial (Stalin)[4].
Ante esta disyuntiva,
Trotsky niega la mayor, rompe con el debate tal y como está planteado y dice
que el debate no está en cómo construir el socialismo en la URSS, sino siquiera
si es posible hacerlo. Con argumentos pretendidamente económicos[5], Trotsky viene
a decir que la construcción del socialismo en la URSS, la construcción de una
producción completamente planificada y bajo control obrero, es imposible, que
sin una revolución mundial, necesariamente la dependencia de la URSS
subdesarrollada hacia los países capitalistas hará que tenga que retroceder
hacia el capitalismo.
En la práctica, su
postura no supone alternativa alguna para la clase obrera soviética,
simplemente oscila entre el derrotismo del sector de la derecha del PCUS(b)[6] y un
aventurerismo que le lleva a proponer aún en 1926-1927, con la economía
soviética maltrecha recién salida de la NEP, a querer cargar frontalmente
contra los campesinos ricos y medios[7].
2.Todo el poder para los visionarios
Aunque pueda sonar provocador, la
segunda constante en la política de Trotsky es precisamente su convicción no
declarada de que el factor decisivo para una política revolucionaria exitosa es
el mando absoluto e incontestable de uno o unos pocos visionarios geniales (en
su caso, él mismo). Cuando las masas o las bases de la organización rechazan
ese mando, deben existir subterfugios, instrumentos de reserva, para que esos
grandes visionarios incomprendidos puedan seguir maniobrando para regresar en
algún momento y arreglar los desperfectos.
Así es como se
entienden dos aspectos aparentemente contradictorios de la política de Trotsky:
su extremo autoritarismo cuando ostenta posiciones de mando y su exigencia de
un democratismo extremo, aun a riesgo de dividir gravemente las filas
revolucionarias, cuando queda en minoría.
El autoritarismo en Trotsky:
La vena autoritaria, casi aristocrática,
de Trotsky, aunque poco aireada por la prensa capitalista y el movimiento
trotskista, es notable para cualquiera que se moleste en leer una de sus obras,
especialmente posteriores a la Revolución de Octubre.
La visión que Trotsky
tiene sobre un buen político revolucionario, cosa que va reduciéndose cada vez
más y más hasta incluirlo básicamente a él solo, es la de un genio que
pronostica el desarrollo de los acontecimientos con años de antelación, y que
está condenado a ver cómo su visión choca con los bajos deseos de las “masas
atrasadas” no proletarias y, muy especialmente, de los militantes del Partido.
Y es que si para
alguien tiene tinta Trotsky a lo largo de su carrera política es para los
militantes bolcheviques que hacen posible la toma del poder, la construcción
del poder obrero y, después, la construcción socialista. Burócratas
incorregibles, aspirantes a ministro menchevique y otras lindezas son algunos
de los calificativos más flojos que Trotsky dirige contra los militantes
revolucionarios dentro y fuera de la URSS.
Al leer cómo recuerda
Trotsky la Revolución de Octubre, como un cúmulo de dirigentes bolcheviques
inútiles que, si no llega a ser por Trotsky, nunca hubieran hecho la Revolución[8] o cómo
describe a los militantes revolucionarios que estaban siendo masacrados por el
fascismo y por las democracias burguesas occidentales en 1938[9], ya se deja
entrever la visión que Trotsky tiene de la política revolucionaria: grandes
visionarios teniendo que lidiar con inútiles sin seso o sin fuerza de voluntad.
Este desprecio por la
militancia intermedia y de base del Partido Comunista, como torpes que frenan
la voluntad revolucionaria de las masas que solo un genio puede interpretar, se
materializa en varios momentos de su carrera política, especialmente tras la
toma del poder:
a) Durante su etapa
como dirigente máximo del Ejército Rojo en la Guerra Civil contra el Ejército
Blanco y las potencias imperialistas invasoras, es bien conocido que Trotsky
apostó firmemente por utilizar el conocimiento militar de los militares
zaristas. Al principio, accedió a que estos militares fueran controlados por
Comisarios Políticos bolcheviques, pero a medida que estos Comisarios Políticos
fueron volviéndose incómodos para que hiciera valer su propia estrategia de
guerra, propuso subordinarlos por completo al mando militar antiguamente
zarista y llegó a ejecutar a Comisarios Políticos comunistas para dar ejemplo[10].
b) En esta misma
campaña militar, Trotsky mostró cómo su “audacia revolucionaria” no se detenía
ante las molestas opiniones de las masas populares. En la campaña en Polonia,
su postura respecto a “liberar” Polonia contra el deseo de los polacos fue
notoria, y le valió una gran polémica con Stalin[11].
c) En 1920 y 1921, al
calor del debate sobre qué papel debían jugar los sindicatos bajo la dictadura
del proletariado, Trotsky intentó en la práctica militarizar los sindicatos,
someter a los sindicatos a una estricta dictadura dirigida desde los ámbitos de
planificación económica, dado que, pese a que el Partido Comunista con Lenin
aún vivo entendía que, aun con un Estado obrero-campesino, existen tendencias
burocráticas (más aún en 1921), Trotsky veía ya este Estado obrero como algo
perfecto, contra el que no tenía sentido que existieran sindicatos porque no
tenían nadie contra quién protestar, no tenían nadie a quien exigirle mejoras
materiales para la clase trabajadora, si el Estado ya era obrero, ¿cómo iba a
haber que ganarse a los obreros?[12].
Aunque Lenin trató de
hacérselo entender en 1920 con la obra que hemos citado arriba, Trotsky siguió
tratando de hacer valer desde sus puestos de control su particular dictadura
del proletariado sobre el proletariado, pasando por encima de la voluntad de
los trabajadores sindicados e incluso contra los deseos de los comunistas
organizados en dichos sindicatos[13].
Estos son algunos
ejemplos clave que muestran la visión del ejercicio del poder en Trotsky. Y, el
complemento perfecto que va apareciendo con el paso de los años es su conocida
defensa del derecho a constituir fracciones dentro del Partido Comunista.
Veamos este proceso.
El fraccionalismo: La otra cara de la
moneda
En el X Congreso del PCUS(b), en 1921, a
propuesta de Lenin, son ilegalizadas las fracciones dentro del Partido
Comunista, cosa que se hará extensiva a todos los Partidos Comunistas del
mundo. El sentido que esto tiene es el siguiente: el Partido Comunista no es un
partido político pensado para hacer de portavoz de un grupo de gente en las
instituciones representativas burguesas. Es una herramienta que pretende
reclutar y formar a las y los revolucionarios más entregados y capaces para,
conjuntamente, aplicando el método científico, tratar de llegar a las mejores conclusiones
posibles sobre cómo llevar a la clase obrera al poder, construir el socialismo
y llegar al comunismo. Mientras se da la toma de decisiones, la libertad para
opinar y discutir es total, de hecho, no es solo un derecho, es una obligación
de cada militante velar porque todas las opiniones sean documentadas y
expresadas.
Pero, a diferencia de
cualquier otro caso en el que se aplique el método científico, la revolución no
es algo que pueda esperar, el laboratorio es la práctica de la lucha de clases,
y es un laboratorio bastante hostil. La división interna, las refriegas, la
desconfianza o la simple dispersión de fuerzas y falta de claridad en la cadena
de mando han sido, son y serán aprovechadas por los capitalistas y sus cuerpos
de represión para impedir el avance de las posiciones del Partido Comunista.
Una vez tomado el
poder, el Partido Comunista que ha dirigido la revolución, se convierte por el
propio desarrollo del proceso, en el dirigente máximo de la Revolución, e
intensifica la profesionalización de su forma de trabajar, analizar y debatir,
la transparencia y rendición de cuentas hacia la clase obrera y el compromiso
de incluir y formar continuamente a las personas más honestas, esforzadas y
comprometidas con el progreso social de entre la clase obrera.
La clase obrera
conserva la última palabra en todos los aspectos, ya que es quien decide qué se
hace y qué no con su voto y su participación activa en los consejos que
integran la Democracia Obrera (los famosos soviets en la URSS), de manera que
la tarea del Partido Comunista es tratar de encontrar las mejores propuestas
para el avance del socialismo y la profundización del poder obrero, así como el
avance de la revolución mundial, y, con esas propuestas en la mano, hacer lo
posible para convencer a la población trabajadora de estas propuestas, así como
aprender de ella y recoger sus aportaciones.
Así, lo que puede ser
caricaturizado como una dictadura de un solo partido, es en realidad un sistema
complejo en el que un trabajador cualquiera tiene mucho más que decir y hacer
que en cualquier democracia capitalista, y el Partido Comunista es un
instrumento político unido por mil hilos a la propia clase obrera.
Trotsky, en el momento en que tiene
lugar la Revolución y hasta 1921, entiende esto, al menos sobre el papel. Está
de acuerdo con ello porque él está, a todas luces, en el top 5 de dirigentes
más influyentes de la Revolución de Octubre, y mientras está en esa posición,
no tiene miramientos en excederse en el uso de la fuerza contra cualquiera que
disienta con él, incluso miembros del Partido Comunista que se atienen a los
cauces correctos.
Sin embargo, sus
posturas van volviéndolo impopular: los trotskistas van perdiendo popularidad a
medida que el Partido Comunista bolchevique, ya en ejercicio del poder, crece y
toman más importancia cuestiones prácticas sobre cómo atraer hacia la política
del gobierno soviético por su propia voluntad y no por la fuerza a las masas
trabajadoras y campesinas (cuestión del control del mando militar zarista, de
los sindicatos, de cuándo y cómo iniciar la ofensiva contra los
terratenientes…), y sobre qué camino debe tomar la construcción socialista en
la URSS.
Así, datos del propio
PCUS(b) muestran cómo los trotskistas eran cerca de un cuarto de la militancia
bolchevique en 1918, y para el año 1927, sumando a todo el bloque de oposición
(Trotsky por la izquierda y Zinoviev y Kamenev por la derecha), solo son unos
3000 militantes del total de 572.000 que integran el Partido.[14]
Así, a medida que
Trotsky es apartado de puestos de mando, va perdiendo capacidad de
aplicar por hechos consumados, su línea política dejando en papel
mojado los acuerdos del Partido (como había hecho anteriormente en la firma de
Paz de Brest-Listovsk, el Ejército Rojo o los sindicatos), de aprovechar los
recovecos burocráticos del Partido, y entonces entra en juego cada vez más y
más su derecho a imponer una y otra vez el debate de sus tesis políticas.
Su anterior tolerancia
con las fracciones se convierte en una defensa apasionada de las mismas, y, de
hecho, ejerce en numerosas ocasiones ilegalmente el fraccionalismo dentro del
Partido Comunista para tratar de volver a llevar a debate, con alguna pequeña
modificación, sus tesis ya rechazadas entorno a distintos aspectos del
socialismo en un solo país, la revolución permanente, la cuestión agraria, los
sindicatos, etc. No nos es posible citar un solo ejemplo de esto, de hecho,
prácticamente todas las polémicas soviéticas entre el año 1924 y el año 1929
son una reiteración de discusiones una y otra vez sobre detalles de la línea de
Trotsky frente a la línea oficial del Partido Comunista, donde son
contraargumentadas de forma rigurosa y rechazadas.[15]
Finalmente, en un
momento en que sus intentos reiterados de volver a forzar la votación de sus tesis
políticas ha llegado a traer problemas de seguridad, como el contacto con una
imprenta opositora liberal clandestina que está, a su vez, pasando información
al exilio zarista y las potencias imperialistas, y su campaña contra el
gobierno soviético ha llegado a extremos que dan a entender a las potencias
imperialistas que la URSS está lista para ser invadida o directamente para
rendirse, Trotsky es exiliado forzosamente en 1929, no sin antes habérsele
ofrecido una tregua a cambio de que disuelva su fracción y vuelva al Partido
Comunista, tregua que aceptan Zinoviev y Kamenev, pero no Trotsky, que
intentará una vez más constituir una fracción de cara a implantar sus tesis (ya
rechazadas) en el XV Congreso del PC(b)[16].
Aunque Trotsky siempre
entendió que básicamente se le desplazó de un puesto que era suyo por derecho,
fue mediante un debate abierto y frontal como él perdió el favor de los
militantes del Partido Comunista, que, a su vez, estaban conectados mediante
organizaciones de masas no comunistas (como los sindicatos o los soviets) al
resto de la clase trabajadora. Realmente la defensa del fraccionalismo era la
defensa del derecho a utilizar la aritmética interna del aparato de un partido
político, como haría alguien en el PP o el PSOE, para recuperar mediante los
cupos lo que no podía ganar por los votos y los debates.
Así pues, la forma en
que Trotsky entiende la política revolucionaria no es la de constituir un
Partido cohesionado y disciplinado donde todo el mundo juegue un papel, y que
esté conectado con la clase obrera y otras clases oprimidas a través de
organizaciones de masas no comunistas, sino la de un pequeño partido de genios
que continuamente dan golpes de palacio en el aparato para sacar adelante su
visión perfecta y acabada, caiga quien caiga. Es en esa visión burocrática y
burguesa de la política como hay que entender esa doble naturaleza
contradictoria de Trotsky: autoritarismo burocrático desde el poder,
fraccionalismo desde la oposición.
La obra teórica de Trotsky: demagogia
vestida de ciencia
Una cuestión especialmente problemática
a la hora de abordar la obra teórica de Trotsky para tratar de entenderla y, en
nuestro caso, de explicar qué defiende y por qué lo que defiende no nos sirve a
las y los comunistas, es que Trotsky no utiliza un método de polémica
científico.
El marxismo parte de
la aplicación del método científico a la realidad social. La idea es que,
cuando hay un debate, si realmente creemos en la revolución, hemos de hacer
todo lo posible por argumentar exponiendo lo que pensamos sinceramente,
investigando a fondo los problemas y contrastándolos a la luz de la realidad
social que podemos contrastar con datos, de nuestra experiencia en la lucha de
clases, la de nuestros compañeros y compañeras, y la de los revolucionarios que
nos precedieron, que está recogida en forma de obras teóricas marxistas.
Cuando algo nos
importa mucho, cuando verdaderamente queremos resolver un problema y hemos de
resolverlo en grupo, ha de estar claro si estamos de acuerdo en cuál es el
problema, en los puntos principales para resolverlo, en las tareas para cumplir
esos objetivos, en quién se encarga de ellas, etc.
Cuando, echando la
vista atrás, tenemos que hacer un balance serio de por qué algo ha salido mal,
si verdaderamente nos importa que el error no vuelva a repetirse, hemos de
buscar qué errores ha habido que hayan podido llevar a cometer el error: ¿fueron
al analizar el problema?, ¿fueron al encontrar los puntos principales para
resolverlo?, ¿se dieron al planificar las tareas para resolverlo? Si
verdaderamente nos importa, no nos dedicamos a escampar la culpa, a lavarnos
las manos respecto a lo ocurrido, y mucho menos a sembrar confusión respecto a
todo lo anterior para poder decir “os lo dije”.
Esta es una forma de
debatir muy diferente a la que se encuentra en la política que se contenta en
la práctica con reformar el capitalismo. Si el objetivo real no es hacer una
revolución, sino ganar unas elecciones, ganar un puesto en un partido o
simplemente sentirse más radical que otra persona, ganan mucho más peso los
juegos de palabras, las descontextualizaciones…
Muy habitual entre
quienes hacen política de manera oportunista es difuminar las diferencias en el
momento de toma de decisiones para sacar adelante sus posturas o poder salir
electo en un cargo de responsabilidad y forzar su agenda política particular
(“en el fondo estamos todos de acuerdo”, “estamos diciendo lo mismo con
diferentes palabras”, “venimos de diferentes tradiciones, pero todos queremos
lo mismo”).
Si se toma cualquiera
de las obras importantes de polémica por parte de Trotsky y se compara con una
de Marx, Engels, Lenin, Stalin… Cuesta poco comprobar el contraste. La claridad
con la que los autores comunistas más conocidos destacan sus argumentos
principales, corrigen sus anteriores errores y se distinguen de aquellos con
quienes polemizan, no tiene nada que ver con Trotsky.
Tomemos, por ejemplo,
la obra de La Revolución Permanente. En esta obra, Trotsky únicamente polemiza
entorno al contenido principal de la polémica que él mismo aborda[17] en la
introducción y tras el epílogo y, aun con ello, realmente no ofrece un balance
sistemático de por qué no puede construirse el socialismo en un solo país.
Por el contrario,
cuando se le acusa de haber tenido y seguir teniendo una postura idealista
radical y diferente a la de Lenin y los bolcheviques en la cuestión de la
dictadura obrero-campesina, Trotsky asegura indignadísimo que eso no es cierto,
que si acaso en 1906 él tenía todavía más claro que Lenin que la dictadura de
los obreros era posible y se apoyaría en los campesinos, y que la diferencia
entre su postura y la de Lenin era poco más que un juego de palabras.
Cualquiera que logre
pasar del tercer capítulo de la obra de Trotsky de 1906, Resultados y
perspectivas, podrá ver claramente que no, que Trotsky no defendía lo mismo
que Lenin con pocas diferencias. Que en todo momento Trotsky acusa a los
bolcheviques de ser idealistas que piensan que al campesinado se le puede ganar
para la construcción socialista, y que, según él, el campesinado se alzará
contra la dictadura obrera, y esta solo puede confiar en la inevitable
revolución mundial que se desencadenará tras la revolución socialista en Rusia.
También en La
Revolución Permanente, Trotsky reduce sus choques con Lenin en el antiguo
POSDR sobre si tener o no un Partido de nuevo tipo, disciplinado y centralista
democrático, a una pequeña rencilla en la que Lenin simplemente habría
criticado a Trotsky haber sido demasiado bienpensante y conciliador con los
mencheviques reformistas. Esto en 1929, borrando de un plumazo lo que él mismo
había reconocido con Lenin todavía vivo[18]: que Trotsky
se había opuesto a toda la concepción política del Partido revolucionario que
propone Lenin.
Naturalmente no hay
ningún problema en que, como Trotsky dice en 1923, tardase en rechazar el
menchevismo y abrazar el bolchevismo. El problema está en que, según pasan los
años, Trotsky reescribe la historia para aparecer cada vez más y más como el
ojito derecho de Lenin, y que poco menos que Lenin le hizo una crítica en 1903
por ser demasiado bueno, crítica que Trotsky acepta teatralmente en
retrospectiva.
Y esta no es la última
técnica propia de club de debate que le queda a Trotsky para
intentar que sus posturas políticas queden difuminadas y encontrar la manera de
colarlas en el Partido Comunista “por la puerta de atrás”.
Quizás una de las más
paradigmáticas es cuando, en 1923[19], en pleno
debate sobre si adoptar o no una serie de tesis de Trotsky propuestas tanto a
la Internacional Comunista como al Partido Comunista, Trotsky niega
directamente que exista el trotskismo. ¡La misma persona que 15 años más tarde
estará construyendo su propia IV Internacional Comunista!
Suena más divertido
todavía si se piensa hoy en día, cuando cualquiera que haya consultado la web
de un par de organizaciones comunistas sabría identificar una organización
trotskista a la legua.
Y, de la misma manera
que Trotsky difumina al extremo, más aún según pasan los años, sus importantes
diferencias políticas con Lenin, a su vez es usualmente acusado de exagerar
teatralmente las diferencias que él llama “de principios” con tal de poder
aplicar su particular forma autoritaria y burocrática de ejercer el liderazgo
político apoyándose en los documentos congresuales aprobados[20].
Resumiendo:
Aunque aún quedan por abordar dos
aspectos principales que definen la corriente política trotskista, hemos
querido analizar primero la política realmente existente de Trotsky, sus
características fundamentales, lo que es, más allá de lo que dice ser, para
poder entender mejor no solo la política de Trotsky y el trotskismo originario,
sino las distintas variantes que han evolucionado a partir de la IV
Internacional.
Como se puede
comprobar, Trotsky trascendió políticamente porque representa una postura que
existe en la lucha de clases: una de las posturas pequeñoburguesas.
Es la postura de quien
toma parte en la lucha social en el campo de los oprimidos y sabe que hay una
serie de cuestiones que no pueden pasarse por alto (necesidad de la revolución,
de la dictadura del proletariado, del socialismo para llegar al comunismo…),
pero, por otro lado, en lo concreto es incapaz de hacer el esfuerzo de bajar a
la realidad y trabajar con la realidad concreta de la lucha de clases, ya sea
porque siente que las masas son demasiado atrasadas y no confía en su acción,
porque siente que ha de comprometer sus ideales y la lucha de clases va
demasiado lenta, porque el socialismo no es tan bonito como imaginaba; de
manera que, a final de cuentas, se contenta con ser un militante activo
socialmente que critica desde posiciones idealistas todo lo demás, haciendo las
cosas más fáciles al reformismo e, incluso, a la reacción en ocasiones.
Ante los dilemas,
salirse por la tangente con poses extremistas que no tienen aplicación práctica
o que, directamente, son contraproducentes porque intentan pasar por encima de
los deseos de las masas; en la organización del Partido y las asociaciones de
lucha de las masas, capturar lo antes posible los puestos de mando con
cualquier recurso posible para que estén “en buenas manos” y utilizar todos los
subterfugios necesarios para conservar ese poder o recuperarlo si se ha
perdido; en el debate y la polémica, embrollar todo lo que se pueda y hacer uso
de trucos retóricos para ganar posiciones.
Esa es la forma de
hacer política de Trotsky, es la experiencia que Trotsky condensa en sus
escritos, en su teoría, y está en el ADN del movimiento trotskista, por muy
honestos que puedan ser sus militantes.
Ahora, pasemos a
analizar sus dos legados principales: la teoría de la Revolución Permanente y
el Programa de Transición.
Revolución permanente
Como ya hemos adelantado anteriormente,
a diferencia de la teoría que podemos encontrar en Lenin, que es sistemática y
clara, la teoría en Trotsky es mucho más confusa, cambiante y errática, en la
medida en que sus obras se utilizan, por un lado, para exponer sus puntos de
vista, pero, por otro, para intentar convencer a los miembros del Partido
Comunista de la URSS o al Movimiento Comunista Internacional de que sus puntos
de vista y los de Lenin son idénticos.
Efectivamente, en su
obra de 1929, La Revolución Permanente, Trotsky no se molesta en
destacar exactamente cuáles de sus tesis sobre la Revolución Permanente
difieren con las tesis oficiales del Partido Comunista, pero podemos encontrar
tres, tanto de la lectura de esta obra como de otras anteriores y algunos de sus
posicionamientos en el pasado[21]:
1.
El socialismo no puede construirse en un solo país, por mucho que se monopolice
el comercio con el exterior. Tarde o temprano, el crecimiento económico se
detendrá, la economía se estancará y habrá que rendirse ante el mundo
capitalista o restaurar total o parcialmente el capitalismo. Además, el
socialismo en un solo país genera tendencias chovinistas atrasadas que llevan
necesariamente a abandonar la perspectiva de la revolución mundial.
2.
La dictadura que construyen los proletarios tras tomar el poder es siempre y
únicamente una dictadura exclusiva del proletariado que se apoya sobre diferentes
clases, campesinado u otras, pero teniendo este apoyo fecha de caducidad,
debido a las irreconciliables contradicciones entre las tareas de la revolución
agraria (nacionalización de la tierra y reparto para su usufructo) con las
tareas de la revolución socialista (colectivización), de manera que el único
apoyo confiable de la dictadura del proletariado es el proletariado de otros
países, que, con la presión adecuada desde fuera, es seguro que se alzaría y
tomaría el poder.
3.
Independientemente del país del que se esté hablando, del régimen político que
haya, la burguesía nacional no es nunca un aliado. El único aliado del que se
puede hablar es aquel que es manifiestamente más débil que el proletariado,
como el campesinado ruso, la pequeña burguesía o los intelectuales. La
experiencia de la revolución rusa con la burguesía liberal urbana que se vendió
al imperialismo es una experiencia universal.
Sobre el punto 1, de la no viabilidad del socialismo en un solo país,
la Historia lo ha refutado.
Sobre si es viable o
no a nivel económico, podemos tomar el ejemplo de Albania. Con la población
aproximada de Cataluña, partiendo del subdesarrollo extremo y con unos recursos
limitados, fue capaz de construir y mantener durante años un país socialista,
en el que, de hecho, como garantía para hacer efectivo el control obrero de la
producción, los gerentes y directivos cobraban menos que el obrero medio.
La cuestión
fundamental es que Trotsky nunca llega a expresar convincentemente cuál es la
diferencia fundamental entre el país en el que él mismo es dirigente y ese
mismo país cuando él ya no es dirigente. Qué hace que, habiendo socializado
toda la producción, habiendo absorbido la técnica productiva de las potencias
imperialistas, habiendo situado a los directivos y gerentes por debajo en todos
los sentidos a un obrero medio[22], con la
misma línea política adoptada con Lenin todavía vivo y Trotsky en puestos de
mando…La URSS no pueda ser socialista porque es una pesadilla cuasi-fascista
donde el tirano Stalin aterroriza a la población.
En otras palabras, la
concepción que Trotsky tiene del socialismo es deliberadamente poco clara, de manera
que su crítica sobre la viabilidad o no de construir el socialismo en un solo
país es un tanto superflua, una vez que sus predicciones agoreras sobre que la
URSS se iba a hundir en cualquier momento en los años 30-40 fracasan.
Por último, y quizás el
punto más trascendental, es el punto de que el socialismo en un solo país es
supuestamente una traición a la revolución mundial. En 1928 ya critica que esta
concepción del “socialismo nacional” (el nombre se lo da Trotsky) poco más o
menos supone que los obreros “hagan guardia en la frontera de la URSS”[23]. Pero, ¿es
esto cierto?
La verdad es que nunca
ha estado claro en qué consistía la propuesta de Trotsky de que la URSS debía
volcarse en la Revolución Mundial en los primeros años 20. Si, con ello, se
refiere al intento de invasión de Polonia con el Ejército Rojo bajo su mando,
ya sabemos cómo hubiera acabado.
Pero lo cierto es que
la URSS sí jugó un papel internacionalista innegable durante el mandato de
Stalin, y, de hecho, la construcción del socialismo fue crucial en ello.
Algunos ejemplos:
a) Ya en los años 20
y, especialmente, en los años 30, cientos y miles de militantes comunistas,
obreros de todo género, etnia y nacionalidad, pasaron por la URSS para formarse
como cuadros revolucionarios, y volvieron a sus respectivos países como
potentes organizadores sociales. Además, junto a la Internacional Comunista,
esto ayudó a hacer que los Partidos Comunistas de todo el mundo superasen
estrecheces racistas o chovinistas[24].
b) En la Guerra Civil
española, la organización de las Brigadas Internacionales por parte de la
Internacional Comunista, así como el envío de armas y especialistas técnicos y
militares soviéticos para asistir a la II República Española frente al bando
fascista.
c) En la preparación
ante la inminente II Guerra Mundial, donde la construcción socialista permitió
destinar recursos al margen del criterio capitalista de rentabilidad máxima,
permitiendo fomentar la industria pesada pese a ser menos rentable y, además,
hacerlo aceleradamente gracias al entusiasmo de la población, así como de
manera repartida en todo el territorio, e incluso asumiendo el coste de
pequeñas ineficiencias inaceptables para un capitalista pero aceptables para un
país socialista que se prepara para una guerra, como equipar con ruedas la
maquinaria y las fábricas para poder desplazarlas fácilmente país adentro ante
una posible invasión.
d) Durante la II
Guerra Mundial, prestando apoyo político, logístico y militar a los partisanos
italianos y franceses, así como organizando la trama conocida como Orquesta
Roja en la Alemania nazi, crucial para terminar con el régimen nazi.
e) Tras la Guerra
Mundial, la asistencia política, técnica y militar a las Democracias Populares
antifascistas, Albania y China a partir de 1949.
Sobre el punto 2, la dictadura exclusiva del proletariado apoyándose
principalmente en el proletariado internacional:
De nuevo, esta teoría
no es tanto una teoría como una carta a los Reyes Magos. Lo más parecido a
verdaderas argumentaciones que se ofrecen al respecto son la inevitabilidad de
que las masas europeas se alcen en solidaridad con la Revolución Rusa[25].
Realmente, sobre lo
que de verdad se asienta esta “teoría” es más bien sobre la convicción de que
es inevitable que el campesinado acabe alzándose contra el proletariado[26]. En este
caso, es Lenin quien, en primer lugar, y realmente no polemizando con Trotsky
sino con Kautsky (viejo dirigente marxista reconvertido en reformista), explica
por qué es posible ganar gradualmente al campesinado para el socialismo,
siempre que se vayan aplicando progresivamente las tareas de la revolución
democrático-burguesa en el campo (acabar con la aristocracia terrateniente y
los restos de feudalismo, reparto de la tierra, alfabetización, combate al
oscurantismo religioso, participación política…) y el proletariado vaya
ganándose al campesinado pobre para acabar terminando con los caciques que
Lenin describió como “ricachos del campo” (kulaks)[27].
Como el propio Lenin
explica, no puede distinguirse radicalmente cuándo empiezan y acaban las tareas
de la revolución democrático-burguesa y las tareas de la revolución socialista
en el campo, pero las primeras van dirigidas contra los restos del feudalismo,
mientras que las segundas van contra el capitalismo y de la mano de todos los
explotados por el capitalismo, incluyendo al principio los burgueses rurales
(kulaks). Naturalmente, la dictadura es de obreros y campesinos, pero los
campesinos que realmente pueden ganarse para el socialismo son los pequeños
campesinos que se ven obligados a alquilar tierra y material de labranza para
trabajar, de manera que las tareas de la revolución democrático-burguesa, al culturizar
a los campesinos y eliminar a los grandes aristócratas terratenientes, cediendo
la tierra propiedad ahora del Estado para que la usen los campesinos, permite a
estos pequeños campesinos ver que su enemigo ahora son los “ricachos del
campo”, que deben excluirlos de los soviets, que sus verdaderos aliados son los
obreros urbanos, con los que intercambian comida a cambio de instrumental y
mercancías elaboradas[28].
Esto fue lo que se
estuvo haciendo en el campo en la URSS hasta que, en los años 30, con la
necesidad de acelerar la industrialización y garantizar el abastecimiento, el
gobierno soviético se vio obligado a lanzar una colectivización forzosa que
generó gran resistencia entre los kulaks y problemas de abastecimiento durante
unos años, que el gobierno soviético trató de evitar hasta que, finalmente
logró estabilizar la situación tras la II Guerra Mundial, ya sobre la base de
cooperativas y empresas agrícolas socializadas[29].
Sobre el punto 3, el cierre en banda a una posible alianza con la burguesía
nacional:
Aunque este pretendía
ser, en principio, un punto menor de la teoría de La Revolución Permanente, es
el único que realmente ha tenido trascendencia práctica, dado que los otros dos
no dependían de la voluntad de Trotsky ni del movimiento trotskista.
Pero, por supuesto, no
nos estamos refiriendo con esto a que Trotsky y su IV Internacional lograran
organizar, como aseguraban que era absolutamente inevitable que ocurriera[30], sino a que
hemos podido ver en la práctica en qué se traduce el análisis de que es
imposible apoyarse en una burguesía nacional para una revolución de liberación
nacional en un país dominado por el imperialismo.
El rechazo a la
revolución conjunta con la burguesía nacional, unido al esquematismo entorno a
la relación entre la clase obrera y el campesinado, llevó a que Trotsky fuera
tremendamente insistente en que la Internacional Comunista había ahogado para
siempre la revolución en China[31].
Hubiera sido
interesante ver la reacción de Trotsky si hubiera vivido para ver, en 1949, la
Revolución China, una Revolución de liberación nacional dirigida por el Partido
Comunista Chino “seguidista del campesinado” (según Trotsky) y, además, en un
régimen revolucionario conjunto con el campesinado y con la burguesía nacional
patriótica[32].
En cualquier caso, la
noción detrás de esta postura toma un carácter más peliagudo cuando pretende
hacerse extensiva a la postura de los comunistas en potencias imperialistas
que, según Trotsky, en ningún caso deberían solidarizarse con el Gobierno no
imperialista (Trotsky no considera que un gobierno no comunista pueda ser
antiimperialista) ante una agresión externa, simplemente deben mostrar
solidaridad con su pueblo y apoyar el alzamiento de los trabajadores del país
dominado también contra su Gobierno[33]. Para colmo,
en esta categoría Trotsky incluye a la URSS ante un posible ataque por parte de
los nazis.
Es decir, Trotsky
desdibuja por completo la noción de contradicción principal y contradicción
secundaria, hace como que no existe, y trata de extrapolar un esquema de acción
a todos los países.
En todas sus obras se
desvive por matizar esto, por explicar que, por supuesto, hay tareas burguesas,
se pueden tejer alianzas… Pero el hincapié que realiza en todos sus escritos
cuando se posiciona de manera más concreta deja ver a las claras un
esquematismo que el movimiento trotskista históricamente ha reproducido:
En los países
dominados, tener exactamente la misma agitación que se tendría en una potencia
imperialista, combatiendo frontalmente por igual a la burguesía nacional en su
conjunto y a la burguesía compradora aliada de los
imperialistas. En las potencias imperialistas, demasiado a menudo se ha podido
encontrar a trotskistas y reformistas de autodeclarada inspiración trotskista
confiando ciegamente en procesos de desestabilización claramente en manos de
las potencias imperialistas contra Gobiernos antiimperialistas.
En resumen, la
teoría de la Revolución Permanente no es la teoría leninista de la Revolución,
es un sucedáneo idealista incapaz de ofrecer herramientas reales para superar
el capitalismo, y presenta un esquematismo que hace que sea particularmente
susceptible de acabar haciéndole el juego a las potencias imperialistas dentro
del movimiento obrero.
El programa de transición y las demandas
transicionales
Este es quizás un punto menos conocido
fuera del movimiento trotskista, pero es uno de los postulados cruciales con
los que realmente arranca la IV Internacional.
Por supuesto, como
ocurre con La Revolución Permanente, no es un programa viable. De hecho, la
consulta del documento que da nombre a la doctrina[34], leído hoy
en día supone casi un documento cómico en vista de lo tajantemente que la IV
Internacional expresa su “quítate tú que me pongo yo”, al menos si no fuera por
su maximalismo y sectarismo que pueden hacer hervir la sangre a alguien con
memoria histórica.
Para entender mejor la
idea de las demandas transicionales y el problema que suponen, es necesario
detenerse un momento a reflexionar sobre las fases que toma la lucha de clases.
Para presentar la información de manera ordenada y comprensible, utilizaremos a
continuación el análisis de las fases de la lucha de clases sintetizado por
Willi Dickhut[35] a
partir de los análisis de diversos dirigentes comunistas:
Lo primero que hay que
tener claro es que la revolución no puede hacerse en cualquier momento.
Para hacer una
revolución es necesario un Partido Comunista con las características explicadas
anteriormente[36] que,
además, sea capaz mediante su referencialidad interviniendo en las
organizaciones de lucha de masas, de constituir un frente único de la clase
obrera (en el caso de una potencia imperialista desarrollada), un frente de
liberación nacional democrático (en una potencia dominada) o un frente popular
(en una dictadura fascista).
Y, por supuesto, las
masas no están masivamente organizadas, porque el capitalismo no es un sistema
que fomente la participación política precisamente[37], así que no
basta con que las masas organizadas en frentes dirigidos por el Partido
Comunista estén listas, también ha de estarlo una mayoría decisiva de la clase
obrera y, en menor medida, de otras capas populares, cosa que depende de muchos
más factores.
De esta manera, la
mayor parte del tiempo la población explotada y oprimida por el capitalismo se
encuentra en una fase no revolucionaria de la lucha de clases, donde la
población da luchas por reformas que mejoren su nivel de vida y se enfrentan
contra el Estado o los capitalistas de manera dispersa y puntual.
En estas
circunstancias, la tarea principal de las y los comunistas es constituir el
Partido Comunista yendo a las masas tanto para aprender de ellas como para
aprender a dirigirlas y ganar referencialidad, a la vez que tratan de llevar
esas luchas por reformas a su nivel más consecuente e intransigente posible,
tratando de popularizar reivindicaciones políticas, utilizando la ventana de
oportunidad que abren para hacer ver cómo opera el capitalismo, cómo opera el
reformismo y cómo operan políticamente las distintas clases sociales y dando a
conocer el objetivo final.
Distintos motivos,
desde la acción progresiva del Partido por organizar luchas políticas hasta una
crisis del capitalismo y el Estado pueden hacer pasar de esa fase de calma
relativa a una fase de turbulencias, la fase con una situación revolucionaria
aguda, una fase en la que es posible imaginar que, si las cosas siguen
escalando, termine habiendo una represión.
En esta segunda fase,
las luchas dispersas por reformas, principalmente económicas, dan paso a las
grandes luchas políticas de masas, incluyendo huelgas políticas, y es posible
plantear formas más avanzadas de lucha contra el Estado capitalista.
Es en esa situación en
la que los dirigentes comunistas señalan la importancia de hacer las llamadas demandas
transicionales, demandas en las que pasar de una situación de poder
absoluto de la burguesía, como el que vivimos ahora, a una situación en que las
masas ejerzan pequeños reductos de poder obrero (situación de poder dual). Esas
demandas transicionales son llamados a la acción de las masas para convertir
sus protestas en ejercicios de poder, como, por ejemplo, tomar el control
indefinido de una serie de fábricas, no de manera simbólica, sino de manera
indefinida, y ponerlas al servicio de comunidades en las que quien mande sean
las masas trabajadoras con los organismos de poder constituidos por ellas.
Naturalmente,
especialmente en un país capitalista con un Estado totalmente desarrollado,
como España, estas situaciones de poder dual no pueden durar mucho, y, en
cualquier caso, no siempre una situación revolucionaria aguda tiene por qué
llegar a establecer situaciones de poder dual a una escala reseñable. Si el
Partido Comunista no es lo suficientemente fuerte o decidido, se retrocede al
punto de partida, las masas se desmoralizan, los organismos de poder obrero se
pierden, el poder total de los capitalistas vuelve.
Si, por lo contrario,
se logran situaciones de poder dual o directamente una ofensiva abierta contra
el Estado, se entra en la tercera fase, que es el choque frontal y violento
entre las masas trabajadoras en lucha y el Estado capitalista.
¿Por qué hemos dado
todo este rodeo? Porque lo que Trotsky plantea en su programa de transición con
numerosos ejemplos y casos concretos es todo lo contrario, es desdibujar,
difuminar las diferencias entre la fase no revolucionaria y la fase
revolucionaria de la lucha.
La propuesta de
Trotsky, que es la lección que él extrae de Octubre (contra el juicio de todo
el resto de dirigentes de la Revolución de Octubre) es que el Partido obrero
debe ser decidido, que cualquier situación es susceptible de convertirse
rápidamente en una situación revolucionaria aguda, y que la manera de
garantizar el éxito en ese momento es plantear demandas transicionales ante
cada conflicto que se presente.
La consulta del
programa electoral de cualquier Partido trotskista, la consulta de los
panfletos que muchas organizaciones trotskistas reparten en conflictos obreros
dan una buena muestra de por dónde van los tiros: plantear siempre a las masas,
en cuanto se trate de una huelga de gran calado al menos, que hagan escalar la
lucha a ocupación de fábricas, a la puesta inmediata de la fábrica bajo control
obrero.
¿Qué problema tienen
estas demandas transicionales cuando no son viables?
1.
Que los trabajadores, por puro sentido común, son conscientes de que no son
viables. Esto facilita que la clase trabajadora termine rechazando a los
comunistas (al fin y al cabo, los trotskistas suelen presentarse como
comunistas) por utópicos.
2.
Que, todavía peor, si el grupo trotskista tiene buena fama entre los
trabajadores por tener algún militante entre ellos, genere falsas ilusiones en
que un gobierno burgués, incluso aunque haya enfrente una huelga muy decidida,
va a nacionalizar y entregar a los obreros una fábrica para… ¿para qué?, ¿qué
van a hacer los trabajadores con una empresa aislada insertada en una cadena
productiva capitalista más amplia? Además de llevar a un callejón sin salida,
puede distorsionar lo que es posible lograr del Estado capitalista en una fase
de defensiva estratégica.
3.
Que, incluso peor aún, las consignas transicionales que piden “control obrero
de la producción” para ya, sean interpretadas como que existe una versión buena
de la cogestión, de la colaboración entre los representantes de los
trabajadores y la dirección de una empresa que, como se ha probado mil veces,
termina con los representantes de los trabajadores siendo rehenes de los
beneficios económicos de la empresa, beneficios que, por definición, no pueden
ponerse en cuestión.
4. Que suponen un placebo para quienes las
hacen. Tal y como le ocurría al propio Trotsky, plantear sin ton ni son
propuestas “de máximos para ya” ante cualquier conflicto social que escale un
poco es una manera de pasar de puntillas sobre la tarea de acercar a los
trabajadores realmente existentes aquí y ahora a puntos de vista de
confrontación con el Estado capitalista y, más aún, revolucionarios.
El problema es que
Trotsky, una vez más, en lugar de partir de las reflexiones de otros dirigentes
comunistas, incluyendo Lenin, sobre las distintas fases por las que pasó la
lucha de clases en Rusia, o las reflexiones de revolucionarios de la
Internacional Comunista como Lozovsky sobre las demandas transicionales, decide
que ni en misa ni repicando, que ni con los Partidos Socialdemócratas y su
hipócrita distinción entre programa mínimo y máximo, ni con los
marxistas-leninistas y su análisis de las distintas fases de la lucha de
clases.
Ante esta disyuntiva,
fiel a su estilo y a la postura que representa en la lucha de clases, Trotsky
sale una vez más por la tangente con una pose ultra revolucionaria que no sirve
de nada, más que para desmoralizar a los trabajadores y, si acaso, lavar la
cara al gobierno capitalista.
Por lo demás, el
Programa de Transición viene a sistematizar todos los planteamientos que
atraviesan la obra política de Trotsky y que ya hemos analizado en su mayoría,
y son todo un testamento político a la intransigencia más absurda, a la
confusión absoluta del enemigo principal. Animamos a todo el mundo a leer el
delirio que supone el Programa de Transición y sus pronósticos sobre el futuro
glorioso de la IV Internacional.
Por no terminar sin
dar algunos ejemplos, diremos que este maximalismo lleva a Trotsky a plantear
cuestiones como que, en el año 1938, con las cárceles llenas de comunistas
tanto en los países fascistas como en las democracias capitalistas, el enemigo
principal a abatir son los comunistas de la III Internacional, que son
burócratas sindicales[38], que ante la
inminente guerra mundial causada por la expansión del imperialismo fascista, la
única postura posible es la misma que tuvieron los bolcheviques en la I Guerra
Mundial, llamando al boikot a la Guerra[39], donde se
critica la resistencia antifascista de los comunistas en Europa occidental no
como un intento fallido tratado de sacar adelante por lo mejor de la clase
obrera de dichos países (incluida España) del que sacar conclusiones y
aprender, sino como una traición directa fruto del acomodo y de la cooptación
de esos comunistas por la URSS, presentada como un régimen despótico
equiparable al nazismo, que debe combatirse tanto como el fascismo.
Conclusión
Desde la Organización Comunista
Revolución esperamos que esta modesta contribución crítica a Trotsky y el
trotskismo sirva para entender por qué hay que rechazar el mito anticomunista
que trata de dividirnos entre “comunistas buenos y malos” para dispersar
nuestras fuerzas, facilitar la represión y seguir agitando uno de los más
útiles iconos contra el comunismo.
Queremos hacer
hincapié en que el objetivo de este documento no ha sido en ningún momento
hacer un repaso exhaustivo de los fallos y aciertos de Trotsky, ni siquiera
hacer un retrato histórico de su figura en el contexto político en el que
vivió. Otros han abordado esa tarea antes con más detalle.
Hemos querido explicar
la significación política de su postura, que ha trascendido precisamente porque
Trotsky es más que el propio Trotsky. Trotsky representa la condensación de la
experiencia política del radicalismo pequeñoburgués en su forma más
extravagante y extrema, en su forma más beligerante con las posiciones
revolucionarias honestas y en su forma más funcional en la práctica a los reaccionarios
y reformistas.
Somos conscientes de
que, en muchos sentidos, esta tarea ya fue abordada en su día por los
comunistas que siguieron a Lenin, empezando por Stalin. Pero la propaganda
capitalista y la manera en la que el revisionismo ha configurado su postura
sobre Stalin han llevado a que, salvo para quienes ya están muy cercanos al
comunismo, Stalin no sea considerado una fuente válida, de manera que hemos
hecho el pequeño esfuerzo de volver a demostrar los principales puntos que
caracterizan el pensamiento de Trotsky y su forma de hacer política en el campo
de los oprimidos.
Si este artículo
contribuye a clarificar conceptos a unos pocos simpatizantes del comunismo en
nuestro país, el pequeño esfuerzo habrá valido la pena.
_________
[1] 1903, debate central del Segundo Congreso del
Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (POSDR), que organizaba todavía a los marxistas
tanto revolucionarios como reformistas.
[2] Resultados y perspectivas, Leon
Trotsky, 1906
[3] Capítulo La paz de la
obra Mi Vida, Leon Trotsky, 1930
[4] Cuestiones del Leninismo, Iosif Stalin,
1926
[5] La Revolución Permanente, Leon Trotsky,
1929 e Informe Político del Comité Central al XVI Congreso del
PCUS(b), Iosif Stalin, 1930.
[6] Partido Comunista de la Unión Soviética
(Bolchevique), nombre oficial del Partido Comunista de la URSS hasta el año 52.
[7] Sobre las cuestiones de la Política Agraria
en la URSS, I. Stalin, 1929
[8] La Revolución Permanente, Leon
Trotsky, 1929 y ¿Trotskismo o Leninismo?, I. Stalin, 1924.
[9] Programa de Transición: La agonía del
capitalismo y las tareas de la IV Internacional, Leon Trotsky, 1938
[10] Aunque esto es un hecho histórico bien
documentado, incluso presente en Wikipedia, puede encontrarse en algunos libros
de historiadores burgueses anticomunistas como Stalin: Paradoxes of
Power, S. Kotkin
[11] Ídem
[12] Los sindicatos, la situación actual y los
errores del camarada Trotski, 1920, Vladimir I. Lenin.
[13] Nuestras discrepancias, I. Stalin.
[14] El Partido y la Oposición; discurso de
Stalin ante la XVI Conferencia del Partido en la provincia de Moscú, 1927.
[15] Es de interés señalar que, a menudo, se mezcla
la pérdida de popularidad de Trotsky con la represión política durante el
periodo de las purgas, dando a entender que Trotsky no perdió popularidad, sino
que fue violentamente perseguido. Lo cierto es que, sin entrar en la cuestión
de las purgas, que han sido tratadas en numerosas ocasiones desde una postura
marxista-leninista, ni Trotsky ni ningún otro opositor interno del PCUS(b) fue
víctima de la represión mientras tienen lugar estos debates, ya que éstos se
dan entre 1923 y 1929, mientras que las purgas se concentran entre 1936 y 1938.
De hecho, la consulta de las obras de Trotsky y Zinoviev durante este periodo,
como Lecciones de Octubre (1926, Trotsky) o Sobre el régimen
del Partido (1927, Zinoviev), denuncian a lo sumo procedimientos burocráticos
que también son discutidos y contraargumentados en algunas de las demás obras
de Stalin que hemos ido citando en este texto.
[16] Ídem.
[17] Socialismo en un solo país como cuartel general
de la revolución mundial vs revolución permanente, dictadura obrero-campesina
vs dictadura de los obreros con apoyo de la revolución internacional y
apoyándose temporalmente en los campesinos.
[18] Nuestras divergencias, Leon Trotsky, 1923.
[19] Ídem.
[20] Los sindicatos, la situación actual y los
errores del camarada Trotski, 1920, Vladimir I. Lenin.
[21] Especialmente en Resultados y
Perspectivas, de 1906, pero también es visible a lo largo de sus
posicionamientos respecto a la revolución en las colonias tanto en La
Revolución Permanente (1929) como en Crítica del Programa de
la Internacional Comunista (1928) y, en adelante, en sus opiniones
sobre la Revolución China.
[22] Podemos encontrar ejemplos de todo esto en
fuentes liberales occidentales de 1943, como en Two
Commonwealths, un libro escrito por K. E. Holmes para la prestigiosa
(y ya difunta) editorial británica de divulgación general George G. Harrap
& Company LTD, en su serie informativa sobre la vida en la Unión
Soviética The soviets and Ourselves.
[23] Crítica del Programa de la Internacional
Comunista, Leon Trotsky, 1928.
[24] En el caso español, Discurso de
Manuilisky (1931) y Carta abierta de la IC a los miembros del
PCE (1932), son dos ejemplos que permitieron corregir la línea
maximalista y chovinista del primer PCE; y en el caso estadounidense, la
promoción continua por parte de la IC de comunistas afroamericanos, destacando
el caso de Harry Haywood como delegado entre 1928 y 1930 para la IC,
contribuyendo a la redacción de la línea de la IC sobre la cuestión
afroamericana en los EEUU.
[25] Resultados y perspectivas, Leon
Trotsky, 1906.
[26] Ídem.
[27] Capítulo Servilismo ante la burguesía
con el pretexto del “análisis económico”, en el libro La
Revolución Proletaria y el Renegado Kautsky, V. I. Lenin, 1918.
[28] Ídem.
[29] Stalin: Waiting for
the truth, Grover Furr, 2019.
[30] El Programa de Transición, Leon
Trotsky, 1938.
[31] Crítica del Programa de la Internacional
Comunista (1928), La Revolución Permanente (1929) y El
Programa de Transición (1938), Leon Trotsky.
[32] Sobre la Nueva Democracia, Mao Tse-Tung,
1940 y Cinco Conversaciones con Economistas Soviéticos (1941-1952), I.
Stalin.
[33] El Programa de Transición, Leon Trotsky,
1938.
[34] Ídem.
[35] Willi Dickhut (1904-1992) fue un dirigente
comunista revolucionario alemán. Metalúrgico, sindicalista y militante en el
KPD desde 1926, pasó 8 meses de formación y colaboración en la URSS
(1928-1929), de donde volvió a Alemania para jugar un rol más activo como
representante del KPD en Solingen. Luchador antifascista en plena Alemania nazi
y represaliado por ello, tras la II Guerra Mundial fue un militante destacado
del KPD hasta que éste lo expulsó en 1966 por sus posturas antirrevisionistas,
tras lo cual organizó la organización comunista KABD, germen del actual Partido
Marxista-Leninista de Alemania (MLPD). Contribuyó con múltiples obras teóricas
y, en este caso, nos basamos en su libro Sindicatos y Lucha de clases (1973).
[36] A este respecto, hay múltiples obras que
explican el por qué, siendo de las más conocidas el Qué Hacer
(1902) y La enfermedad infantil del izquierdismo en el
comunismo (1920), especialmente sus capítulos finales, ambos libros de
V. I. Lenin, dan una visión bastante completa.
[37] Aunque es una realidad conocida, puede
encontrarse una explicación detallada en el Capítulo V, Las Bases de la
Extinción Económica del Estado de El Estado y la Revolución,
V. I. Lenin, 1917.
[38] Aunque los comunistas habían sido o estaban
siendo expulsados masivamente de los sindicatos socialdemócratas y lo serían
más todavía en el futuro en algunos países como EEUU. No debe confundirse esta
denuncia con el rechazo que hacemos los comunistas a la línea reformista que
fue cuajando en Partidos Comunistas como el de Francia e Italia en la inmediata
post II Guerra Mundial, y que fueron denunciadas de hecho por la Cominform, el
organismo de coordinación del PCUS con algunos Partidos Comunistas europeos en
1947 y 1948.
[39] Esto toma niveles casi cómicos en sus discursos
de cara a la fundación de un partido trotskista en los EEUU, donde propone que
los trotskistas sean, junto con el sector pro-nazi del Partido Republicano de
los EEUU, quienes defiendan la no intervención de EEUU en la II Guerra Mundial.