¡Defender
el Pensamiento de Mariátegui de toda tergiversación y desarrollarlo en función
de la realidad actual!
El Frente
Unido del Pueblo Peruano
Eduardo
Ibarra
I
EN EL ARTÍCULO Mariátegui
y el Frente Unido, publicado en la edición el 1º de diciembre del año que
ha terminado, hemos reseñado algunos conceptos y algunos juicios mariateguianos
fundamentales acerca del frente unido, así como algunos episodios de la lucha
del maestro por la construcción del frente unido del pueblo peruano.
Puesto
que “nuestra praxis debe corresponder a la realidad que tenemos delante”, es
menester puntualizar las características más importantes que diferencian la
situación actual de las condiciones en la que actuó Mariátegui.
En el
marco general de un país capitalista semicolonial y con el problema de la
tierra todavía irresuelto (1), nuestra clase obrera está lejos de la
insipiencia organizativa de los años veinte, malgrado el hecho de que la mayor
parte de ella no está sindicalizada. Existe actualmente la CGTP y, asimismo, el
campesinado tiene un nivel superior de organización respecto a la que tenía en
la década de 1920.
Por lo
tanto, nuestra labor frenteunionista no puede empezar por la organización
sindical de las clases trabajadoras. Hoy es necesario otro tipo de labor en
este marco, lo que merece tratamiento específico.
Actualmente,
el problema es construir el frente unido del pueblo peruano. Precisamente de esto
trataremos aquí, aunque solo en sus líneas más generales.
II
Pues bien. ¿Cuál debe ser el contenido del Frente Unido
del Pueblo Peruano? ¿Cómo construirlo?
Estas son dos cuestiones de
fundamental importancia. Examinemos, aquí, la primera de estas cuestiones, y
dejemos para otra oportunidad el examen de la segunda.
Como es obvio, el carácter de
cualquier frente se deduce de su programa.
En los
últimos tiempos, se han constituido dos frentes en función de las próximas
elecciones generales: el Frente Amplio y la Unidad Democrática.
En su “Plataforma Programática”, el
Frente Amplio plantea un “Modelo
económico alternativo al neoliberalismo, que rompa con la matriz primario
exportadora y nos permita alcanzar el desarrollo del agro, la industria y la
descentralización del país”.
Por su
parte, la Unidad Democrática plantea en su
“Declaración de Programa”: “Proponemos una Economía Nacional de Mercado como alternativa al modelo económico
neoliberal impuesto en el país en las últimas tres décadas” (negritas en el original).
Pues bien, en el artículo Plataforma electoral de la izquierda reformista, publicado en
nuestra edición anterior, César Risso ha esclarecido el contenido económico de
los programas de ambos frentes, contenido que determina la naturaleza política
de los mismos.
“En estos
documentos está implícito que la explotación capitalista consiste en precios
altos, bajas remuneraciones, explotación de nuestros recursos por parte del
capital foráneo, exoneraciones tributarias al gran capital, etc.”
“Esto
demuestra que estas propuestas tienen un error de partida, que es definitorio
de la posición del Frente Amplio y de Unidad Democrática. Al ignorar, o
escamotear, la esencia de la explotación capitalista, no pueden salir del marco
del mismo capitalismo, y por lo tanto, sus propuestas se basan en reformas que
únicamente proceden a maquillar esta forma histórica de explotación”.
Como se sabe, la ley económica fundamental del
capitalismo es la plusvalía, y esta ley tiene curso sobre la base de la
propiedad privada de los medios de producción. Esta cuestión fundamental no
aparece considerada en los programas del Frente Amplio y de la Unidad
Democrática.
Ambos
frentes postulan el cambio de una política económica por otra, el modelo
neoliberal por un modelo desarrollista, un modelo de desarrollo capitalista por
otro modelo de desarrollo capitalista.
Por lo tanto, lo mismo la consigna
política fundamental del Frente Amplio (“Poder y Gobierno Popular para un Nuevo
Estado”), como la consigna política fundamental de Unidad Democrática (“un
nuevo contrato social, político y económico, donde el poder se asiente en la
voluntad de los ciudadanos”), se revelan como la envoltura estatal de una
economía que no liquida los fundamentos del régimen capitalista.
Puesto que las agrupaciones que
conforman el Frente Amplio se reclaman seguidoras de Mariátegui, no podemos
menos que tener en cuenta Principios
programáticos del Partido Socialista,
y de esta forma saber si las mismas cumplen realmente con sus reclamos.
Principios
programáticos
es un documento con el cual Mariátegui se dirigía al pueblo peruano a fin de construir
su unidad con vistas a la lucha por el poder.
Obviamente, no es necesario analizar
aquí todos los aspectos del documento mariateguiano, pero sí destacar aquellas
cuestiones que marcan su carácter político.
Veamos cómo planteó Mariátegui algunas
líneas maestras del programa.
“3º- El
agudizamiento de las contradicciones de la economía capitalista. El capitalismo
se desarrolla en un pueblo semi-feudal como el nuestro, en instantes en que,
llegado a la etapa de los monopolios y del imperialismo, toda la ideología
liberal, correspondiente a la etapa de la libre concurrencia, ha cesado de ser
válida. El imperialismo no consiente a ninguno de estos pueblos semi-coloniales,
que explota como mercado de su capital y sus mercaderías y como depósito de
materias primas, un programa económico de nacionalización e industrialismo”.
“5º- La
economía pre-capitalista del Perú republicano que, por la ausencia de una clase
burguesa vigorosa y por las condiciones nacionales e internacionales que han
determinado el lento avance del país en la vía capitalista, no puede liberarse
bajo el régimen burgués, enfeudado a los intereses imperialistas, coludido con
la feudalidad gamonalista y clerical de las taras y rezagos de la feudalidad
colonial”.
“El destino
colonial del país reanuda su proceso. La
emancipación de la economía del país es posible únicamente por la acción
de las masas proletarias, solidarías con la lucha anti-imperialista mundial.
Solo la acción proletaria puede estimular primero y realizar después las tareas
de la revolución democrático-burguesa, que el régimen burgués es incompetente
para desarrollar y cumplir”.
“8º-
Cumplida su etapa democrático-burguesa, la revolución deviene en sus objetivos
y en su doctrina revolución proletaria. El partido del proletariado, capacitado
por la lucha para el ejercicio del poder y el desarrollo de su propio programa,
realiza en esta etapa las tareas de la organización y defensa del orden
socialista”.
(Ideología
y política, pp.159-162)
Como se ve, Mariátegui definió claramente cuatro
cuestiones: 1) nuestra época como la época del imperialismo; 2) la ubicación
del Perú en el sistema imperialista; 3) la etapa democrático-burguesa como una
etapa con perspectiva proletaria en el proceso general de la revolución; 4) la
revolución peruana como parte de la revolución mundial.
Así, pues, el planteamiento de las
tareas fundamentales de la actual etapa de la revolución (liquidación de la opresión
imperialista y de la explotación semifeudal), explican el enlace de las dos
etapas de la revolución, así como las Reivindicaciones
Inmediatas consideradas en Principios
programáticos.
En efecto, en el mencionado
documento, Mariátegui explicó:
“Estas son
las principales reivindicaciones por las cuales el Partido Socialista luchará
de inmediato. Todas ellas corresponden a perentorias exigencias de la
emancipación material e intelectual de las masas. Todas ellas tienen que ser
activamente sostenidas por el proletariado y por los elementos conscientes de
la clase media. (…). Los grupos estrechamente ligados que se dirigen hoy al
pueblo, por medio de este manifiesto, asumen resueltamente, con la conciencia
de un deber y una responsabilidad histórica, la misión de defender y propagar
sus principios y mantener y acrecentar su organización, a costa de cualquier
sacrificio. Y las masas trabajadoras de la ciudad, el campo y las minas y el
campesinado indígena, cuyos intereses y aspiraciones representamos en la lucha
política, sabrán apropiarse de estas reivindicaciones y de esta doctrina,
combatir perseverante y esforzadamente por ellas y encontrar, a través de cada
lucha, la vía que conduce a la victoria final del socialismo”.
(Ibídem,
p.164; cursivas nuestras).
Por lo tanto, de lo que se trata es de que el Frente
del Pueblo Peruano sostenga, al mismo tiempo, como principio táctico, la lucha común contra el adversario común, y,
como principio estratégico, la lucha
por el socialismo, pues solo un frente con estos dos principios ligados entre
sí puede llevar adelante las dos etapas de la revolución como un proceso único
e indivisible.
Pero ocurre que las distintas
medidas consideradas en los programas del Frente Amplio y de Unidad
Democrática, no desbordan los marcos del régimen capitalista, y por lo tanto
evidencian una táctica meramente
anti-neoliberal y la ausencia de una estrategia socialista.
Es decir,
los dos frentes se revelan como reformistas, y los reclamos de adhesión al
pensamiento de Mariátegui o de reconocimiento de sus “aportes”, en una cuestión
tan fundamental y decisiva como es la cuestión del frente unido, no pasan,
pues, de ser reclamos simplemente líricos y, en último análisis, engañosos.
Es deber de los continuadores de
Mariátegui poner en el centro del debate su concepción del frente unido del
pueblo peruano, que es como decir poner en el centro del debate sus Principios programáticos, cien veces
mencionados y cien veces negados por tirios y troyanos.
Poner en el centro del debate el
programa de Mariátegui significa dos cosas: 1) retomar sus principios vigentes
(con excepción del marxismo-leninismo que pertenecía a la parte doctrinal del
programa como programa del Partido Socialista), 2) desagregar aquellos puntos
que, por desarrollo histórico, han perdido vigencia (como ocurre con algunas
reivindicaciones inmediatas y con el
concepto de semifeudalidad que, por desarrollo histórico también, ha dado paso
al concepto de supervivientes relaciones serviles).
Por lo tanto, sobre dicha base, es
deber de los continuadores de Mariátegui construir el Frente Unido del Pueblo
Peruano que asuma la tarea de la realización de las tareas
democrático-burguesas y de encontrar, a
través de cada lucha, la vía que conduce a la victoria final del socialismo.
¿Cómo construir este frente? Como lo
hemos sugerido arriba, en otro lugar esbozaremos nuestra contribución a la
solución de este problema.
19.12.2015.
La Creación
Heroica de Mariátegui y el Liquidacionismo de Derecha
(Segunda
Parte)
Eduardo
Ibarra
El liquidacionismo de derecha hoy
En la
Rusia de 1908-1914, el liquidacionismo se presentó como la tentativa de
reemplazar el partido clandestino por un partido legal. Por eso Lenin señaló
que “Su esencia consiste en renegar de la ‘ilegalidad’, en liquidarla, en
sustituirla por una asociación informe en el marco de la legalidad, a toda
costa”. (Cuestiones en litigio. El partido legal y los marxistas,
en Contra el revisionismo, Editorial Progreso, Moscú, s/f, p.142).
Pero, como
también señaló Lenin, “El liquidacionismo no es solamente la liquidación del
viejo Partido de la clase obrera; es también la destrucción de la independencia de clase del
proletariado, la corrupción de su conciencia por las ideas burguesas” (La decisión de 1910, ibídem, p.149).
Es decir el
liquidacionismo no se presenta únicamente como la supresión del partido
clandestino, sino también como la supresión de su condición de partido
independiente de clase.
Por lo tanto,
si destruir el carácter clandestino del Partido bajo la forma de una
organización legal es liquidar el partido de clase, destruir su independencia
ideológico-política y su autonomía orgánica bajo la forma de una organización
doctrinariamente heterogénea también es liquidar el partido de clase.
Por eso, puede
decirse que la quintaesencia del liquidacionismo es la supresión del carácter
de clase del Partido.
Como se sabe,
toda desviación del marxismo es resultado de la influencia burguesa sobre el
proletariado.
Engendrado por
la contrarrevolución, el liquidacionismo de “izquierda” intentó destruir el
carácter clandestino del Partido, así como, ahora –y desde que devino
liquidacionismo de derecha– intenta suprimir la independencia de clase del
proletariado bajo la forma de un partido-amalgama.
Para hacer
potable su proyecto liquidacionista, García utiliza a Mariátegui como coartada:
por un lado, contra toda evidencia, pretende que Mariátegui y el PSP no fueron
marxista-leninistas y, por otro, también contra toda evidencia, sostiene que
este partido tuvo dos niveles orgánicos doctrinariamente disímiles entre sí
(8).
De esa forma
intenta sentar una base para consumar un partido pluriclasista, contrario en
todo y por todo al Partido de Mariátegui.
Mariátegui
señaló: “El frente único no anula la filiación de ninguno de los que lo
componen. No significa la confusión ni la amalgama de todas las doctrinas en
una doctrina única. Es una acción contingente, concreta, práctica. El programa
del frente único considera exclusivamente la realidad inmediata, fuera de toda
abstracción y de toda utopía. Preconizar el frete único no es, pues, preconizar
el confusionismo ideológico. Dentro del frente único cada cual debe conservar
su propia filiación y su propio ideario. Cada cual debe trabajar por su propio
credo. Pero todos deben sentirse unidos por la solidaridad de clase, vinculados
por la lucha contra el adversario común, ligados por la misma voluntad
revolucionaria, y la mima pasión renovadora” (Ideología y política, pp.108-109).
Y también
señaló: “… no podemos, en virtud del sentido mismo de nuestra cooperación,
entender el Apra como partido, esto es,
como una facción orgánica y doctrinariamente homogénea” (Martínez de la Torre, Apuntes para una interpretación marxista de historia social del Perú,
t.II, p.300).
Facción
doctrinariamente homogénea significa que el PSP estuvo homogeneizado por una sola y misma
doctrina: el marxismo–leninismo.
En consecuencia, facción orgánicamente homogénea significa que el PSP no tuvo dos niveles
orgánicos doctrinariamente disímiles entre sí (9).
El pluriclasismo es propio del frente unido, mientras el clasismo es
característico de los partidos. Esta es una verdad elemental que todo marxista
debe tener presente.
Por eso, en términos inequívocos,
Mariátegui reivindicó el derecho del proletariado a su independencia de clase: “tenemos la
obligación de reivindicar el derecho de la clase obrera a organizarse en un
partido autónomo” (Correspondencia,
t.II, p.490).
Sin embargo, oportunista, Haya
sostuvo: “El Apra es partido, alianza y frente. ¿Imposible? Ya verá Ud. que sí.
No porque en Europa no haya nada parecido no podrá dejar de haberlo en América”
(ibídem, p.378) (10).
Es decir que, mientras Mariátegui
proyectó un partido de masas clasista (es decir homogeneizado por el
marxismo-leninismo), Haya propuso un partido de masas pluriclasista (es decir
doctrinariamente heterogéneo).
Así, pues, el Apra de los años 1920 aparece como
fuente del proyecto de García de un partido-frente.
Ello quiere decir que, en el debate entre
Mariátegui y Haya sobre la cuestión del partido, nuestro liquidador tiene
posición a favor del segundo y en contra del primero.
Sin embargo, falaz como es, intenta encubrir esa
realidad con una trampa: presenta el modelo de partido de Haya como si fuese de
Mariátegui.
En la Conferencia Comunista de
Buenos Aires de 1929, Portocarrero y Pesce tergiversaron el proyecto
mariateguiano de partido con un discurso
acerca de un supuesto partido de dos niveles orgánicos doctrinariamente disímiles
entre sí.
Esa tergiversación es otra fuente –y
la más copiada, dicho sea de paso– del proyecto de García de un partido de “dos
niveles” orgánicos doctrinariamente disímiles en sí.
En el debate en el seno del PSP,
Castillo negó el marxismo-leninismo y, poco después, fundó un partido
socialista, obviamente no en el
sentido marxista-leninista del término.
Esa negación del marxismo-leninismo
y ese uso oportunista del término socialismo es otra fuente del proyecto de
García de un partido socialista.
En el XXII Congreso del PCUS (1961),
el renegado Jruschov levantó la tesis de un partido “de todo el pueblo”, y de
esta forma negó el carácter de clase del partido.
De hecho, el “partido de todo el
pueblo” era el partido de masas pluriclasista de Jruschov (11).
Así, pues, el “partido de todo el
pueblo” del revisionismo contemporáneo es otra fuente del proyecto de partido
de García de un partido de masas pluriclasista.
Ello significa que, en el debate
entre el marxismo-leninismo y el revisionismo contemporáneo sobre la cuestión
del partido, nuestro liquidador tiene posición a favor del segundo y en contra
del primero.
En la primera mitad de los años
1980, algunos teóricos del Partido Mariateguista Unificado plantearon un
partido de masas pluriclasista (12).
Ese planteamiento es otra fuente del
proyecto de partido de masas pluriclasista de García.
Como se ve, nuestro liquidador ni
siquiera tiene el dudoso mérito de la originalidad: palabras más palabras
menos, todo lo que hace es repetir viejas tesis oportunistas y revisionistas.
Más aún: tampoco es suyo el
procedimiento: todo lo que ha hecho es asumir la treta “pumista” de colgarle a
Mariátegui la paternidad de la tesis del partido pluriclasista (13).
Desde luego, tal procedimiento es típicamente
oportunista y expresa toda la deshonestidad intelectual y política de quienes
lo utilizan.
Hoy el debate tiene como centro la
cuestión del partido. ¿Qué tipo de partido debe ser el partido del proletariado
peruano? ¿Debe ser un partido “orgánica y doctrinariamente homogéneo” o, por el
contrario, un partido con dos niveles orgánicos doctrinariamente heterogéneos
entre sí?
García, como se sabe, ha contestado
a esa disyuntiva reciclando el planteamiento de un partido orgánica y
doctrinariamente heterogéneo.
De esa forma intenta liquidar la
independencia de clase del proletariado, el carácter de clase del Partido.
Así, pues, en la presente etapa en
que la oposición a la Creación Heroica de Mariátegui tiene lugar centralmente
en el terreno orgánico, García intenta destruir el partido de clase.
Como ha quedado señalado arriba, el
liquidacionismo surgió como engendro de la contrarrevolución y en oposición a
la Reconstitución del Partido de Mariátegui.
Por eso no tiene por qué extrañar a
nadie que, igual que Paredes, más allá del discurso García se haya opuesto a la
Reconstitución, primero con su ocultismo, y, luego, desde la década de 1980,
con su proyecto de un partido–amalgama. Su renuncia pública a la Reconstitución
no ha sido más que el resultado natural de esta oposición de hecho.
Entre otras cosas, la Reconstitución
implica: 1) la asunción del pensamiento de Mariátegui, 2) su materialización en
el partido de clase.
Pero el liquidacionismo reniega
cuestiones fundamentales dirimentes del pensamiento de Mariátegui y el carácter
de clase del PSP.
Lo mismo en tiempos de
contrarrevolución como en tiempos de régimen democrático, es interés de la
burguesía liquidar el partido del proletariado. En tiempos de
contrarrevolución, mediante la violencia, y, en tiempos de régimen democrático,
mediante la corrupción ideológico-política de algunos elementos.
Entre nosotros –y ahora mismo–,
expresiones de esa corrupción son, por ejemplo, la abjuración del
marxismo-leninismo, la oposición a cuestiones fundamentales dirimentes de la
Creación Heroica de Mariátegui, la táctica que pretende que la acción legal
municipal es el camino al socialismo, los métodos criollos, el egotismo burgués
(14).
Por eso es claro que la tentativa de
destruir la independencia de clase del proletariado bajo la forma orgánica de
un partido-amalgama, es servir a la burguesía (15).
En conclusión: desde 1969 la burguesía y
el proletariado peruanos se enfrentan en
el decisivo terreno de lo orgánico: abjuración del partido de clase o
Reconstitución del Partido de Mariátegui.
He ahí la cuestión. He ahí el problema central y dirimente en esta
etapa del proceso histórico de lucha ideológica en torno a la Creación Heroica
de Mariátegui.
He ahí el problema que presentemente marca la divisoria
entre marxistas y revisionistas.
Como es obvio, el liquidacionismo de García está ligado, entre
otras cosas, con su abjuración del marxismo-leninismo, con su oposición a
cuestiones fundamentales dirimentes de la Creación Heroica de Mariátegui y con
su oportunismo en cuestiones de táctica.
Analicemos la primera cuestión.
Notas
[8] Ver La
creación heroica de José Carlos Mariátegui. 80 aniversario, Editora Perú Nuevo, Lima, s/f, p.22.
[9] Ver el punto 4 de Lineamientos programáticos del Partido Socialista. Cualquier
marxista de recta conciencia tiene que reconocer que el discurso de
Portocarrero y Pesce en la Conferencia de Buenos Aires de 1929 significó una
flagrante tergiversación del proyecto de partido mariateguiano. Secundado por
Pesce, Portocarrero dijo allí: “El partido socialista se basa en nuestro Grupo,
el cual es enteramente afín con la ideología de la Internacional Comunista”
(Martínez, Apuntes, t.II, p.423). Si
Mariátegui concebía el partido, cualquier partido, todo partido, como
doctrinariamente homogéneo, entonces es claro que “la célula secreta de los
siete” fue concebida como una instancia orgánica temporal y sin ninguna
diferencia doctrinal respecto al resto de organismos del PSP, y que, por lo
tanto, este partido fue un partido doctrinariamente homogéneo. Pero Portocarrero
y Pesce tergiversaron esta realidad, y ahora, repitiendo servilmente a estos
personajes, García hace lo mismo.
[10] El planteamiento de Haya y el planteamiento de
Portocarrero y Pesce en la Conferencia de Buenos Aires tienen la misma esencia:
la idea de un partido doctrinariamente heterogéneo, de un partido
pluriclasista, de un partido-frente. En efecto, lo que de hecho sostuvo
Portocarrero fue que, con excepción de “nuestro Grupo”, las otras instancias orgánicas del PSP no
tenían afinidad con la ideología de la Internacional. Por eso, en esencia, lo
que hace García es repetir a Haya, solo que vía Portocarrero. Por lo tanto, es
correcto señalar que la polémica entre Mariátegui y Haya sobre la cuestión del
partido se ha renovado hoy en la polémica entre los liquidadores que pretenden
suprimir el partido de clase y los marxista-leninistas que lo defienden
intransigentemente.
[11] En el XXII
Congreso del PCUS (1961), Jruschov sostuvo que el socialismo había triunfado en
la URSS y que el PCUS se había convertido en el partido de todo el pueblo (ver Polémica acerca de la línea general del movimiento comunista
internacional, ELE, Pekín, 1965, p. 472). Pero esta afirmación no fue más
que una falacia, pues entonces en la sociedad soviética se procesaba una
galopante diferenciación social y una enconada lucha de clases. Por eso, el
“partido de todo el pueblo” no fue otra cosa que el reemplazo del partido de
clase por un partido pluriclasista, la declaración formal que dio cuenta de la
transformación del PCUS en partido de la
burguesía burocrática.
[12] Por las varias incursiones de la policía a mis
archivos, no cuento ya con los materiales donde los “pumistas” argumentaban su
partido pluriclasista, y, por lo tanto, no puedo citarlos. Sin embargo, tengo a
la vista los folletos Mariátegui y el
seudomariateguismo actual y Continuar el camino de Mariátegui, de
Jorge del Prado y Alberto Moreno, respectivamente, que dan cuenta, en algunas
de sus páginas, de la verdad de nuestra afirmación. Por lo demás, es pertinente
anotar que, a efecto de encubrir su tergiversación de Mariátegui, los “pumistas” se presentaban a sí mismos
como “revindicadores”, como “rescatadores” del “verdadero” pensamiento de
Mariátegui. No es distinto el lenguaje de los liquidadores: “reivindicar el
partido socialista”, “[rescatar] las tesis originales de Mariátegui”, etcétera.
Es decir los liquidadores no son originales ni siquiera en el criollo recurso
de la maniobra.
[13] Como se ha visto, décadas antes Portocarrero y
Pesce ya habían planteado la idea de un partido pluriclasista, aunque es
menester repetir aquí lo que hemos señalado en otro lugar: tal idea surgió en
la Conferencia de Buenos Aires ante los reparos de algunos delegados al nombre
de socialista del partido peruano. Después de esta Conferencia, Portocarrero y
Pesce nunca más insistieron en su planteamiento.
[14] No obstante esas flagrantes posiciones oportunistas, nuestro liquidador
hace protestas de fidelidad a la verdad universal y al pensamiento de
Mariátegui, pero, igual que en Paredes, tales protestas no pasan de ser una
treta.
[15] Las dos desviaciones más extremas del marxismo son
el
liquidacionismo (que busca destruir el partido del proletariado), y el
socialchovinismo (que busca uncir al proletariado al carro de la propia burguesía contra la burguesía de otro
país). Es decir estas desviaciones son las dos expresiones más concentradas de
la influencia de la burguesía sobre el proletariado, o sea, las dos formas más
extremas de corrupción ideológica y política.
El Pesimismo de Juan Croniqueur
(Sexta
Parte)
Jorge
Oshiro
LA SALUD CORPORAL DEL NIÑO
estaba ya determinada en el seno materno. Rouillón:
"El organismo
desgastado de la madre, por el trabajo agobiante y por la anemia aniquiladora,
se ha de proyectar en el niño que desde el claustro materno habría padecido de
inanición y por ende, de una defectuosa formación biológica, Mariátegui nace,
pues, como la mayoría de los infantes humildes, raquítico y endeble"[1].
En
los primeros años de su desarrollo se fue manifestando con más claridad una
cruel enfermedad, una artritis tuberculosa, que acompañó a nuestro autor
durante toda su vida. Escribe su biógrafo:
"A la edad de seis
años, cuando todo lo que le rodea era triste y misérrimo, empieza a
manifestarse en José Carlos los síntomas de profunda debilidad".
El
chico tenía constante fiebre, fatiga y dolores. Entonces vivía la familia en
Lima. Se trasladaron entonces a Huacho, una pequeña localidad cerca de Lima,
esperando que el cambio de clima favoreciera la salud del niño.
1901. José Carlos
aparentemente restablecido pero siempre frágil y pálido asistió a su primer año
de escuela. Ya sabía leer y escribir pues Guillermina, la hermana, le había
enseñado. Un año después, en la escuela, jugando con sus compañeros se lesionó
en una pierna.
Esta
lesión se hizo cada vez más grave y el niño tuvo que ser internado en una
clínica en Lima y luego operado. José Carlos permaneció casi cuatro meses en el
nosocomio. Cuando el enfermo abandonó la clínica la familia se estableció en Lima
y vivió en una casa en estado casi ruinoso.
En
esta casa "insalubre y falto de luz el enfermo ha de continuar
inmovilizado cerca de dos años por indicación médica" (op.cit.). El niño
vivía prácticamente aislado del mundo exterior teniendo sólo como compañeros de
juego a sus dos hermanos. Cuando José Carlos pudo abandonar la cama, cojeaba
notoriamente. A causa de su débil constitución y de su estado enfermizo no
regresó más a la escuela.
Había
podido asistir todo el primer año y parte del segundo. Ya que no podía
participar a una vida activa de un niño sano, se inclinó desde muy temprano a
la lectura y a la meditación. Falto de escuelas y maestros, el joven se
hizo autodidacta y así aprendió el francés con revistas de moda que traía
la madre que trabajaba en esos momentos como costurera en una tienda francesa.
El
clima doméstico estuvo determinado por las preocupaciones diarias y por la
religiosidad de la madre. La intensa atmósfera religiosa que se vivía en casa,
acompañada por una pasión por la lectura, sobre todo de poesías, tuvo gran
influencia en el desarrollo de la personalidad de nuestro autor.
Otro
problema vino a influir en el desarrollo espiritual del muchacho: la ausencia
del padre. Dejando de lado las cortas visitas que hizo el padre a la familia en
su primera infancia el niño no conoció a su progenitor.
La
madre había hecho de la ausencia paterna un tabú y no respondía a las
frecuentes preguntas de su hijo, lo que motivó en él un interés aún más grande.
De un tio se enteró que su progenitor pertenecía a la aristocracia limeña. La
imagen del padre se volvió en una obsesión en la mente del niño creándole así
un difícil y delicado problema de identidad, que al lado de su enfermedad fue
uno de los problemas latentes en el desarrollo intelectual de nuestro
biografiado.
1909. José Carlos tenía
quince años cuando comenzó a trabajar en el diario limeño «La Prensa». Esta se
había destacado en esos tiempos como un agudo crítico del gobierno de Augusto
B. Leguía (1908-1912) y vivía en permanente peligro de ser atacado por gente
del gobierno.
En
ese clima de incertidumbre y de constante alarma hizo el joven aprendiz sus
primeras experiencias en el mundo de los periódicos. Su día de trabajo era
largo y su salario modesto, pero servía para aminorar las constantes
preocupaciones económicas que pasaba la familia.
Rápidamente
obtuvo responsabilidades más importantes por su espíritu inquieto y curioso,
por su aplicación y gran deseo de aprender. Durante y sobre todo después del
trabajo escuchaba atentamente las conversaciones y discusiones que sus colegas
mayores llevaban a cabo con gran animación.
En
aquellos momentos la influencia de los anarquistas era muy grande entre los
obreros y empleados de los periódicos limeños y el joven aprendiz comenzó a
escuchar sobre Reclus, Malatesta, Grave, Bakunin, Kropotkin Proudhon, etc.
(Rouillón 1975:77). Y en aquellas conversaciones escuchó también el nombre de
un poeta peruano, Manuel González Prada (1848-1918), también de filiación
anarquista.
Prada
era de origen aristocrático, de cultura humanista y enciclopédica que se había
distanciado de su clase y se había acercado a la joven clase proletaria
peruana. Escribía, además de sus poemas, ensayos políticos de gran contenido
polémico y colaboraba con pequeños periódicos anarquistas y sus artículos eran
muy temidos en las clases dominantes pero muy queridos y respetados por las
clases laboriosas.
Él
fue el primer intelectual peruano que se distanció de la vieja tradición
española que después de la Guerra del Pacífico (1879-1893) se encontraba en una
profunda crisis socio-económica y cultural.
Prada
fue también el primero en buscar el contacto con las clases subalternas y se
convirtió en uno de los maestros de la nueva generación a la cual pertenecía
nuestro joven aprendiz de periodista. Como el tatarabuelo de José Carlos, Prada
era ateo y masón, cosa que lo distanciaba del joven Mariátegui, pero,
"Para él bastaba que
escribiera poemas para tenerle simpatía y disculparle, en cierta forma, su
ateísmo y credo libertario".
Con
el tiempo conoció al hijo del poeta, Alfredo Gonzáles Prada quien le abrió la
inmensa biblioteca paterna; con esto y en las largas e intensas conversaciones
con Alfredo, el joven aprendiz de periodista ensanchó notablemente su horizonte
cultural. Fue también que frecuentando la casa del poeta que el joven
Mariátegui va a conocer a la élite de la capa de intelectuales del Perú en esos
momentos.
[1] Lo que se ha dicho
hasta ahora sobre los precedentes al nacimiento de José Carlos Mariátegui
será muy importante para la comprensión de su posterior pensamiento, pues
lo ubica socialmente. La pobreza familiar, producto directo del abandono del
padre, la permanente ausencia de éste y por esto la inestabilidad emocional de
la madre, su depresión física y moral, su religiosidad intensa y fanática; el
agotamiento corporal causado por el excesivo trabajo y mal nutrición serán los
elementos de fondo que se deberá tomar en cuenta para posibilitar una correcta
comprensión de la génesis y desarrollo del cuadro existencial que servir de
base emocional a su pensamiento. Pero, en cuanto que esta suerte no fue ni es
exclusiva de nuestro autor sino de millones de niños en el Perú y en todos los
países pobres del mundo donde la miseria material y moral agravada
frecuentemente por la irresponsabilidad del padre y el abandono que sufre la
madre, por todo esto, esta biografía, en sus fundamentos condicionales, es
ejemplar y representativas de millones. De allí la naturalidad de un
pensamiento que se identifica muy rápidamente con las grandes masas de las
clases subalternas.