domingo, 1 de mayo de 2022

Política

Lineamientos programáticos


La Cuestión de la Ecología en el Programa General del Partido 

Eduardo Ibarra

EL PRESENTE ARTÍCULO no tiene por propósito exponer la vasta cuestión de la ecología ni mucho menos, sino únicamente plantear la idea fundamental de que la construcción del socialismo tiene lugar en determinadas condiciones del sistema hombre-naturaleza, pues, como señaló Engels, “la naturaleza y la historia son dos elementos integrantes del medio en el que vivimos, actuamos y nos manifestamos.”

La génesis del hombre fue un proceso de destacamiento de la naturaleza de una forma altamente organizada de estructura biológica como es el hombre; es decir, de un ser racional cuya aparición significó la separación entre lo humano y lo natural, y, en consecuencia, entre lo artificial (lo técnico) y lo natural. Es precisamente sobre este terreno que surgieron la cuestión fundamental de la filosofía (el problema de qué es primero: si la materia o el pensamiento) y las dos líneas de su resolución (materialismo e idealismo). En otras palabras, la mencionada separación dio lugar a la segunda naturaleza y, por lo tanto, al sistema sociedad-naturaleza.

Dos formas tiene el proceso objetivo: la naturaleza y la actividad del hombre dirigida a un fin. Según señaló Marx, en la actividad productiva el hombre se enfrenta como un poder natural con la materia de la naturaleza Este enfrentamiento implica un permanente metabolismo: el hombre transforma los materiales de la naturaleza y, al mismo tiempo, deposita en ella los residuos de su actividad.

En el curso de la historia, el sistema hombre-naturaleza ha pasado por tres etapas, a saber: 1) profunda dependencia del hombre con relación a la naturaleza, pensamiento mítico y religioso; 2) creciente escala del proceso de dominio sobre la naturaleza, desarrollo de la ciencia y de la producción que alcanza un nivel superior con el surgimiento de la producción maquinizada; 3) alteración (desestructuración, caotización) del equilibrio dinámico entre el hombre y el medio natural.

La contradicción entre la sociedad y la naturaleza se manifiesta en dos cuestiones consustanciales: de una parte, el desarrollo de la producción libera cada vez más al hombre de la fuerza espontánea de la naturaleza, y, por otra, ese mismo desarrollo garantiza la unidad del hombre con la naturaleza.

El capitalismo, como señaló Marx, no se caracteriza por la unidad de los hombres con las condiciones inorgánicas de su metabolismo con la naturaleza, sino por la separación entre esas condiciones inorgánicas de la existencia humana y esta misma existencia, separación que, precisamente, se realiza, por primera vez en la historia, en la relación entre el trabajo asalariado y el capital. Por otro lado, la producción capitalista tiene como objetivo la máxima ganancia.

Por eso el capitalismo es indiferente a las necesidades y demandas del hombre real, a las posibilidades y límites de la naturaleza. Es así como el capitalismo ha conducido a la grave situación ecológica que vive la humanidad. Esta situación es parte y manifestación de la crisis general del capitalismo.

Dadas las condiciones de separación de los trabajadores de los medios de producción y debido al saqueo de los materiales de la naturaleza que realiza el capitalismo, el conflicto entre la sociedad y la naturaleza ha llegado a un punto de “tensión ecológica” que, con la revolución científico-técnica, ha cobrado la condición de un problema global: contaminación de la atmósfera, los suelos y las aguas (incluidas las del océano mundial), cambio climático, agotamiento de recursos, destrucción de la biodiversidad, urbanización hipertrofiada, en suma, deterioro de las condiciones del hábitat del hombre. 

El problema ecológico no es un problema que pueda ser solucionado globalmente por el capitalismo; así, su solución solo puede ser resultado sino de la acción de los trabajadores en unidad con las condiciones inorgánicas de su metabolismo con la naturaleza. Por eso Engels sostuvo: 


[La optimización de la biosfera] exige algo más que un simple conocimiento. Exige una revolución total en nuestro modo de producción existente hasta ahora, y al mismo tiempo una revolución en todo nuestro orden social contemporáneo.

Así, pues, la revolución socialista es la premisa política necesaria de la solución del problema ecológico global; en otras palabras, los trabajadores en unidad con los medios de producción, en ejercicio de la dictadura revolucionaria del proletariado, en lucha por crear las condiciones materiales y espirituales de la realización del comunismo son, en conjunto, la condición necesaria para que la humanidad se sitúe en el camino de la solución global del problema ecológico global. Sería un absurdo completo que en el comunismo la lucha por el desarrollo universal del hombre no se consustancie con la lucha por la optimización de la biosfera, es decir, con la optimización al máximo del sistema sociedad-naturaleza(1).

 Así, pues, el saneamiento del habitad del hombre es parte fundamental del proyecto comunista y contenido esencial del humanismo proletario.

 Pero el desarrollo de la biosfera consonante con las necesidades humanas y el propio desarrollo universal del hombre, imponen la reestructuración de las fuerzas productivas, de la técnica, de la producción industrial y agrícola, de la ciencia, etc.

 Si Marx señaló, como hemos visto, que el hombre se enfrenta como un poder material a la materia de la naturaleza, el naturalista soviético Vladimir Vernadski mantuvo que el hombre es una fuerza geológica.

 En efecto, al determinar el hombre la evolución de la biosfera con sus acciones adecuadas a sus fines, determina su cambio de calidad, y, así, el hombre crea la noosfera (hábitat de la humanidad controlado por la razón).

 Puede decirse, por eso, que el paso de la biosfera a la noosfera constituye un nuevo período en la evolución de nuestro planeta.

 En el comunismo, el hombre será, sin ninguna duda, la fuerza fundamental del desarrollo de la biosfera; es decir, como en ninguna época histórica anterior, en el comunismo se consumará esta afirmación de Marx: 


La historia misma es una parte real de la historia de la naturaleza, de la transformación de la naturaleza en hombre. 

Pero el hombre no es solo una fuerza geológica, sino también una fuerza cósmica. Con su salida al espacio extra-atmosférico, ha agregado al problema ecológico nuevas consecuencias negativas: por ejemplo el paso de los cohetes a través de la atmósfera influye sobre su composición y su movimiento, dañando la integridad de la capa de ozono que protege a los organismos terrestres de los rayos ultravioletas. Por lo tanto, la optimización de la relación entre el hombre y la naturaleza debe comprender asimismo la solución de todas las consecuencias que acarrea la salida del hombre al espacio extra-biosférico.

 Esta cualidad del hombre de ser una fuerza cósmica, conducirá, necesariamente, en un futuro lejano, a la humanización de aquella región del espacio cósmico susceptible de beneficiar a la humanidad. La transformación racional de este espacio, es decir su transformación en hábitat del hombre, bien podría llamarse cosmosfera, la cual, como es lógico, ensancharía la noosfera.

 Se sobrentiende, sin embargo, que la optimización del sistema hombre-naturaleza será posible únicamente aplicando una estrategia global única. Esto implica una dirección única, un plan único, una acción única. Por eso el cumplimiento de tan grandiosa tarea será posible solamente en la sociedad comunista.

 Sin embargo, esta optimización es posible avanzarla en cierto grado desde ahora mismo, pues, afectados también por el deterioro de la biosfera, los países capitalistas aceptan realizar algunas medidas, aunque solo parciales(2).

          Mariátegui sostuvo: 


… la ascensión del proletariado tendría que producirse en virtud de la decadencia de la civilización occidental. Al proletariado le estaba destinado crear un tipo nuevo de civilización y cultura.

En otro lugar mantuvo:

 

El socialismo, a partir de Marx, aparecía como la concepción de una nueva clase, como una doctrina y un movimiento que no tenían nada de común con el romanticismo de quienes repudiaban, cual una abominación, la obra capitalista. El proletariado sucedía a la burguesía en la empresa civilizadora. Y asumía esta misión, consciente de su responsabilidad y capacidad –adquiridas en la acción revolucionaria y en la usina capitalista– cuando la burguesía, cumplido su destino, cesaba de ser una fuerza de progreso y cultura. (Defensa del marxismo).

En efecto, la civilización capitalista (a esta civilización se refiere Mariátegui con la frase “civilización occidental”), está en plena decadencia: su crisis actual es su crisis terminal, tan bien demostrada por Samir Amin, entre otros autores. No es, obviamente, que el proletariado tenga que renegar la herencia material y cultural positiva del capitalismo, sino que, al continuarla, debe hacerlo con su propia concepción y sus propios métodos, recreando lo que haya que recrear, de manera de sentar las bases de una nueva civilización. De esta forma el proletariado estaría actuando conforme a la conciencia de su responsabilidad y su capacidad.

El socialismo-comunismo, así pues, es una civilización cualitativamente nueva en la historia de la humanidad: aquella sobre cuyos hombros recae la responsabilidad del permanente desarrollo universal de los seres humanos y del permanente desarrollo de la biosfera y de su entorno cósmico.

        Solo así será posible que la revolución comunista sea la reconciliación de la humanidad con la naturaleza (Engels), o, con otras palabras, la verdadera solución del conflicto entre el hombre y la naturaleza (Marx).

Solo así nuestro planeta, la Tierra, será el verdadero hogar del hombre.

         Huelga decir que, por lo expuesto, la cuestión de la ecología debe ocupar un lugar en el Programa General del Partido.

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Notas

[1] Lenin señaló: “El mundo objetivo prosigue su propio camino, y la práctica del hombre, enfrentado con ese mundo objetivo, encuentra obstáculos en la realización del fin, e incluso tropieza con la imposibilidad.” Precisamente en el proceso de optimización de la biosfera el hombre se enfrentará, sin duda, ante la imposibilidad de reestructurarla de una vez y para siempre conforme a las necesidades humanas. Pero ante cada desajuste de la biosfera que se presente, el hombre sabrá encontrar una solución concreta adecuada.

[2] Los eventos internacionales sobre el problema ecológico y los acuerdos tomados dan cuenta de que los países capitalistas solo alcanzan a aplicar algunas medidas paliativas, precisamente cuando dicho problema ha alcanzado ya la condición de un problema global que exige una solución global. Pero además, es sabido que en algunos casos los países capitalistas descargan sobre los países oprimidos sus residuos industriales.

21.08.2019.

Economía

La Nueva Constitución de Una Nueva Sociedad

Cesar Risso

LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA del Perú del año 1993, da cuenta de la necesidad de la burguesía imperialista de pasar de una política keynesiana, es decir, de una participación más o menos importante del Estado en la economía, hacia aquella en la que el Estado se retira del mercado y cumple una función de regulación, fundamentalmente de la cantidad de dinero en la economía. Aunque este primer apunte hace referencia a lo formal, en el sentido del papel del Estado, sin embargo, permite, al ahondar en la política del imperialismo en el marco histórico, conocer el móvil temporal de una política que se dirige a sortear la precaria situación que viene enfrentando la burguesía a nivel mundial y que la obliga a transitar un camino sinuoso, en el curso de varias décadas, que se expresa en la política pendular que va de una mayor participación del Estado hacia una menor participación en la economía, buscando superar la caída de la ganancia.

        Desde inicios de la década del 80 del siglo pasado, la política imperialista es el llamado neoliberalismo. La desregulación de la economía, de los diversos mercados bajo control del Estado, que contaba con un cierto nivel de planificación, pasó a ser el abandono al mercado, pero a un mercado formal, espurio, ficticio, puesto que la época del imperialismo es la época de la dominación de los monopolios. En otras palabras, lo que ha estado funcionando no es el mercado de libre competencia, que es lo que pretenden que creamos, sino el mercado oligopólico, o en su acepción histórica general, el dominio de los monopolios.

        Esto no es otra cosa que una manifestación de la lucha de clases a nivel planetario. El neoliberalismo es una política de superexplotación de la clase obrera a nivel mundial, y en este marco, de la superexplotación de todas las clases trabajadoras, así como de los pueblos y naciones del mundo.

        Las luchas sociales de las décadas del 60, 70 y 80 del siglo pasado, así como los procesos revolucionarios que se desarrollaron en América Latina, fueron enfrentados por los Estados Unidos con la política de la Alianza para el Progreso, aunado a la política de invasión y represión de estos movimientos, parte de la cual se ejecutó con la Escuela de las Américas, preparando a los militares para hacerse cargo de la represión, y de la dirección de los recursos económicos hacia el acondicionamiento de la infraestructura necesaria para facilitar la inversión extranjera directa en nuestros países.

        Así, los militares fueron entrenados para hacer frente a los cambios políticos y sociales, y para preparar las condiciones que requerían previamente los enormes negocios de las empresas transnacionales.

        La Constitución de 1979 rubricó esta situación, dejando sentada entre sus normas las que tenían cierto contenido social, nacionalista burgués. No solo se trataba de crear la infraestructura para la inversión extranjera directa, sino de crear las condiciones sociales. Aparte de la represión de los movimientos sociales, se liquidó la semifeudalidad a través de las expropiaciones de los terratenientes por medio de la reforma agraria.

        Dicha Constitución fue la recreación legal de los principios a los que apuntaba la Alianza para el Progreso, amalgamada con algunas ideas sociales más o menos tibias a favor de los sectores populares, buscando su simpatía. Aunque también fue la expresión de los diversos intereses en pugna tanto de la burguesía imperialista, como de la burguesía intermediaria, de la burguesía nacional, así como de los comuneros, de los pequeños productores agrarios, y del proletariado en general.

        Esta Constitución llegó en el momento final de la política imperialista keynesiana, puesto que poco tiempo después, con el llamado Consenso de Washington, se impuso el neoliberalismo que, en el caso del Perú, quedó encarnado en la Constitución de 1993.

        La teoría que sustentaba las normas de la Constitución de 1979 era la de los derechos adquiridos, a diferencia de la teoría de los derechos cumplidos, que es la que da sustento a la Constitución de 1993. La teoría de los derechos adquiridos significa que una vez que se obtiene un derecho este no se puede perder. En cambio, la teoría de los derechos cumplidos se sustenta en que las normas jurídicas pueden modificar o hacer perder los derechos que antes se habían ganado. Esta segunda teoría ya se había planteado en los primeros años de la década del 80 del siglo pasado.

        Como hemos señalado, el neoliberalismo significa el dominio a través del mercado monopólico. Esto quiere decir, que si bien es cierto el Estado se retira de la actividad empresarial, y se propone una función reguladora, sin embargo su función principal, desde el punto de vista económico, es proteger los intereses de la burguesía, particularmente los de la burguesía imperialista. Así, a pesar de la teoría de los derechos cumplidos, los contratos-ley que se encuentran en la Constitución de 1993, se amparan, aunque sin decirlo, en la teoría de los derechos adquiridos. En otras palabras, para efectos de la defensa de los derechos de los trabajadores se consideran los derechos cumplidos, mientras que para la defensa de las empresas transnacionales se recurre a los derechos adquiridos.

        Otro de los elementos a los que se recurre, pero esta vez en ambas constituciones, es a la igualdad de oportunidades. Esta parece ser en la conciencia burguesa la expresión de la mayor democracia en el campo económico. Sin embargo, algunos sectores de la burguesía han avanzado un poco más planteando no solo la igualdad de oportunidades, sino añadiendo la igualdad de resultados. Ambas propuestas se levantan sobre la misma base capitalista.

        Ambas constituciones tienen en común la economía social de mercado; propuesta evidentemente burguesa, que aunque no menciona al sistema capitalista, desarrolla los aspectos centrales del mismo, como la defensa de la propiedad privada y la libertad de empresa, así como el sistema de trabajo asalariado.

        Una diferencia entre ambas constituciones consiste en que la del 79 plantea que el trabajo es la fuente principal de la riqueza, mientras que la del 93 propone la libertad de trabajo. Sin embargo, no hay que confundirnos. Incluso en la del 79 se indica que el Estado promueve el pleno empleo. En ambas se tiene como premisa el trabajo en el sistema capitalista, y por lo tanto el dominio del sistema de trabajo asalariado, que considera a la fuerza de trabajo como una mercancía.

        Otro aspecto que marca la diferencia entre ambas constituciones, es el del tratamiento a la inversión nacional y a la extranjera. Mientras que en la Constitución del 79 se les da un tratamiento diferenciado, en la Constitución del 93 se les da el mismo trato a la inversión nacional y a la inversión extranjera. En este aspecto cada Constitución expresa la visión que tenía la burguesía imperialista en cada periodo acerca de la mejor forma en la que podía obtener las mayores ganancias.

        El primer artículo de la Constitución del 79 dice: “La persona humana es el fin supremo de la sociedad y del Estado. Todos tienen la obligación de respetarla y protegerla”, mientras que en la del 93, el primer artículo afirma: “La defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado”. Pero resulta que los niveles de pobreza, de desempleo, y las condiciones laborales, incluyendo los salarios de miseria, son la expresión de lo que el sistema capitalista logra en un país semicolonial como el nuestro.

        Vale decir que la letra de la Constitución puede expresar la ideas más generosas sobre el ser humano, y sin embargo, solo quedará en declaración, en “buenas intenciones”, debido a que la forma de organización de la sociedad y de su base económica se sustentan en el sometimiento de la fuerza de trabajo y de sus portadores, los trabajadores en su conjunto, ya sean obreros asalariados, o cualquiera de las formas en las que se les somete, como a los miembros de las comunidades campesinas, o los emprendedores de las microempresas que someten a sus seres queridos a la condición de trabajadores familiares no remunerados, etc., produciendo bienes salario para que las empresas puedan pagar salarios por debajo del mínimo vital y aún así los trabajadores puedan continuar laborando, sin morirse literalmente de hambre.

        Las posibilidades de que efectivamente “la persona humana” sea “el fin supremo de la sociedad y del Estado”, pasa necesariamente por la eliminación del sistema capitalista, así como del Estado que representa los intereses de la burguesía. Hay, pues, que eliminar el sistema de trabajo asalariado, y sustituirlo por el socialismo. Para esto se tiene que eliminar el elemento central que le otorga el derecho a la burguesía a explotar a los trabajadores: la propiedad privada de los medios de producción.

        Los aspectos que hemos comentado acerca de las dos constituciones, del 79 y del 93, como normas legales que se refieren a dos periodos distintos del dominio de la burguesía imperialista, y que en consecuencia expresan sus intereses, son dos formas de buscar lo mismo: la maximización de la ganancia.

        La propuesta de retornar a la Constitución de 1979, nos pondría en la situación de defender los intereses de la burguesía imperialista a través de un camino que posiblemente es el que está tratando de imponernos. Los representantes de los organismos financieros internacionales han manifestado que el neoliberalismo se ha agotado. Aunque ese reconocimiento no va a cambiar el fondo de las cosas, sin embargo da cuenta de la búsqueda de otros mecanismos para seguir dominando la economía mundial. En este sentido se vienen barajando algunas propuestas como la del G20, que planteó y aprobó el impuesto mínimo global a las empresas con una facturación de 867 millones de dólares.

        Es decir, al parecer se va a retornar a una política de mayor participación del Estado, pero para seguir explotando a los trabajadores de todo el planeta.

En consecuencia, la lucha por el retorno a la Constitución de 1979, puede convertirse en algo así como tratar de forzar una puerta abierta; una lucha que empalmaría con la propuesta de la burguesía imperialista.

La propuesta del socialismo proletario debe sustentarse en la superación del sistema capitalista en cualquiera de sus versiones. La lucha por una nueva Constitución debe girar no solo en torno al contenido de la misma, sino como reflejo del nivel de conciencia alcanzado por las clases trabajadoras. Por esto, debemos desarrollar una amplia y profunda propaganda sobre la esencia del capitalismo y las diversas formas que tiene de explotar a los trabajadores; sobre las diversas políticas que ha aplicado y que pretende aplicar; y sobre la forma específica que ha tomado en nuestro país.

Internacionales

Ucrania: Una Tercera Guerra Mundial es el Verdadero Peligro, y no Una Repetición de la Segunda Guerra Mundial

Bob Avakian

En unidad con la convocatoria en revcom.us, y para explicar más la importancia de esta convocatoria, a marchas y mítines en Los Ángeles y Nueva York, el Primero de Mayo, con estas consignas cruciales:

¡NO A UNA GUERRA DE ESTADOS UNIDOS Y LA OTAN CON RUSIA!

¡NO A UNA TERCERA GUERRA MUNDIAL!

¡ES ESTE SISTEMA, Y NO LA HUMANIDAD, EL QUE ES NECESARIO QUE SE EXTINGA!

NOSOTROS NO ACEPTAMOS EL FUTURO DE ELLOS

YA ES HORA DE ORGANIZARNOS PARA UNA REVOLUCIÓN REAL

HAY UN ANTIGUO DICHO según el que una de las primeras bajas de la guerra es la verdad. Esto se está demostrando agudamente con la guerra en Ucrania. Ambos lados —no solamente Rusia sino también Estados Unidos y sus “aliados”, incluido el gobierno de Ucrania— están pregonando distorsiones descabelladas sobre lo que es esta guerra. Para las personas en el país imperialista de Estados Unidos, es especialmente importante estar al tanto, y hacer un examen crítico, de lo que propagan “nuestros” gobernantes (y los que se alinean con ellos) y sopesar lo que dicen en comparación con la realidad concreta.

La verdad es que lo que pasa por “noticias” sobre la guerra en Ucrania, en los medios de comunicación tradicionales de Estados Unidos, es de hecho una masiva ofensiva propagandística a favor de “nuestros” gobernantes imperialistas, que está repleta de tergiversaciones crudas. En otros artículos, he examinado muchas de las tergiversaciones y mentiras que son parte de esta ofensiva propagandística1. Aquí, voy a abordar una dimensión particular —y particularmente peligrosa— de esto: la noción de que el jefe ruso Putin es como Hitler, y “si no lo paramos ahora, en Ucrania, pronto invadirá a otros países, incluidos países de la OTAN” (de la misma manera en que Hitler invadió a un país tras otro en el período que condujo a la Segunda Guerra Mundial). A menudo este argumento viene acompañado de la declaración de que Putin es irracional, y es probable que haga cualquier locura en busca de sus ambiciones delirantes.

Un argumento relacionado, y muy peligroso, es que: “No podemos permitir que el temor a una Tercera Guerra Mundial nos impida hacer lo que hay que hacer para derrotar a Putin en Ucrania y poner fin a su agresión — o simplemente nos rendiremos ante él cada vez que él haga otra maniobra agresiva o lance una amenaza agresiva”.

En respuesta a estos argumentos, si esta situación no fuera tan mortalmente grave, sería tentador simplemente repetir el remate de un chiste que se hizo popular en los años 1960: “¿Cómo que nosotros, imperialistas?”. (El chiste original era que el Llanero Solitario y su “subalterno indígena” Tonto estaban en combate contra indígenas hostiles, y el Llanero Solitario dijo: “Parece que nosotros estamos cercados, Tonto” — y Tonto replicó: “¡¿Cómo que nosotros, güero?!”.)

Obviamente, la situación actual, con la guerra en Ucrania, no tiene nada de chistoso; pero lo importante es que los intereses de los imperialistas, de ambos lados, que están involucrados en esta guerra no son los mismos que los intereses de las masas de personas — y de hecho están en oposición fundamental a esos intereses. Y debido a que lo que está en juego y que las consecuencias potenciales son tan profundos y que los riesgos son tan peligrosos —abarcando el propio futuro de la humanidad, y si la humanidad siquiera tendrá un futuro—, es necesario abordar las cosas a fondo y en detalle para sacar a relucir la verdadera realidad de lo que está pasando, qué tienen por objeto las diferentes fuerzas en contienda en este conflicto, y dónde se quedan los intereses de las masas de la humanidad en oposición a todo esto.

Las tergiversaciones y los peligros muy reales

Más adelante en este artículo, hablaré de los verdaderos objetivos de Putin-los imperialistas rusos. Pero antes, es importante examinar lo que están haciendo “nuestros propios” imperialistas (y sus “aliados” de la OTAN). Como un punto básico de orientación, que es muy importante al evaluar los pronunciamientos y las acciones de estos imperialistas (estadounidenses), es necesario estar conscientes y tener claramente en mente el siguiente hecho esencial:


Estados Unidos ostenta con mucho el récord de invasiones, golpes de estado y otras injerencias violentas en otros países. Al día de hoy, ha seguido siendo responsable de atrocidades —por ejemplo, en Yemen— que son muchísimo peores que lo que Rusia ha hecho en Ucrania. (En revcom.us hay extensas denuncias y análisis de los monstruosos crímenes del imperialismo estadounidense)2.

Habiendo establecido esto como una parte importante del panorama, retomemos los argumentos (notados arriba) de que Putin se parece a Hitler, y “No podemos permitir que el temor a una Tercera Guerra Mundial nos impida hacer lo que hay que hacer para detenerlo ahora”. Sopesemos estos argumentos ante la verdadera realidad. Un aspecto clave de la situación es que existe, en el mundo de hoy, la alianza militar agresiva poderosa, la OTAN, encabezada por Estados Unidos. Y de importancia decisiva: tanto Estados Unidos como Rusia poseen miles de armas nucleares. Estos factores en sí hacen que la situación actual sea muy pero muy diferente a la que precedía a la Segunda Guerra Mundial.

El hecho es que no hay ninguna evidencia que compruebe la afirmación según la que Putin tenga la intención de atacar a países que forman parte de la OTAN — lo que inmediatamente “detonaría” la injerencia de Estados Unidos, con sus fuerzas armadas poderosas que tienen armas nucleares. (Este punto importante es algo que abordaré más a fondo, en adelante en este artículo).

Tanto Rusia como Estados Unidos-la OTAN están tratando de conseguir sus objetivos sin entrar en un enfrentamiento militar directo con su rival poseedor de armas nucleares. (Dado que no es posible derrotar fácil o rápidamente a Rusia, los imperialistas estadounidenses de hecho calculan que les conviene que la guerra en Ucrania “se prolongue” un tiempo de manera que debilite a Rusia y fortalezca a la OTAN y al imperialismo “occidental” en general. Hasta ahora, el suministro masivo de armas a Ucrania de parte de Estados Unidos-la OTAN ha servido a este objetivo de prolongar la guerra, y ha contribuido de manera significativa a frustrar los objetivos iniciales rusos. Claro, prolongar la guerra resulta en la perpetuación y agravación del sufrimiento del pueblo de Ucrania — pero, aunque los imperialistas aprovechen este sufrimiento en su ofensiva propagandística, tomar en cuenta las bajas civiles no es un factor primario en los viles cálculos de los imperialistas. Esto se puede ver en la carnicería masiva de la cual ha sido responsable Estados Unidos en guerras por todo el mundo, al día de hoy — tal como lo expresó abiertamente Madeleine Albright, secretaria de Estado en la administración de Bill Clinton durante los años 1990, al declarar sin rodeos que el asesinato de más de un millón de personas, entre ellas 500.000 niños, por medio de las sanciones estadounidenses contra Irak, “lo valió” en la consecución de los intereses imperialistas estadounidenses).

Sin embargo, independientemente de las intenciones, tal como se ha demostrado una y otra vez, los acontecimientos —especialmente las dinámicas de la propia guerra, una vez lanzada— pueden “rebasar las intenciones” y llevar a circunstancias y consecuencias que ninguna de las partes quería o esperaba al principio. En la situación actual, con la guerra en Ucrania, hay un peligro muy real de que semejante “dinámica” podría “apoderarse” y llevar a consecuencias verdaderamente terribles — a la posibilidad muy real de una guerra entre Estados Unidos-la OTAN y Rusia, con el uso de armas nucleares lo que podría conllevar una amenaza muy real a la civilización humana en su conjunto.

En esta conexión, es importante estar intensamente conscientes de la manera en que los medios de comunicación en Estados Unidos repiten implacablemente las acusaciones de terribles crímenes de guerra de parte de Rusia en Ucrania, acompañadas de imágenes gráficas y reportajes de sufrimiento individual con el objetivo de documentar y “dar vida” a estas acusaciones. Claramente no les interesa a estos medios hacer ninguna investigación real con respecto a estas acusaciones — si son verídicas, o a cuál grado son verídicas, o si por otro lado encierran ciertas tergiversaciones. Simplemente presentan estas acusaciones como hechos, y como la base para denunciar a Rusia por crímenes de guerra. Ahora bien, no sorprendería si al menos muchas de estas acusaciones resultaran verídicas. Pero, dado el historial de los medios de comunicación en Estados Unidos, de repetidamente transmitir mentiras a fin de justificar la agresión militar de Estados Unidos —por ejemplo, en Irak, y en Vietnam antes—, es extremadamente importante negarse a “aceptar tal cual” lo que dijera estos medios respecto a la guerra en Ucrania.

Esto es especialmente así cuando estos mismos medios, mientras pintan a Putin y Rusia de culpables de crímenes de guerra “sin precedentes” en Ucrania, se niegan a transmitir y dar vida a la devastación y el sufrimiento mucho peores en Yemen hoy en día, para lo cual Estados Unidos lleva mucha responsabilidad, junto con la masiva devastación causada por las guerras de Estados Unidos en Irak y Afganistán, en años recientes, por encima de toda su historia de invasiones, golpes de estado, y otras injerencias violentas en otros países. (Y, si bien es entendible que la gente que se entera del sufrimiento muy real de las personas en Ucrania compadezca de ellas, y quiera hacer algo que quizá ayude a aliviar ese sufrimiento, la gente debe quedar consciente de que se está manipulando cínicamente su compasión y se le está integrando en la masiva ofensiva propagandística con el fin de movilizar a las personas en Estados Unidos de modo que apoyen a los objetivos imperialistas de su gobierno en la guerra en Ucrania. Al mismo tiempo, es revelador que no se está llevando a cabo ninguna campaña de este tipo para hacer que amplios sectores de gente en Estados Unidos tomen conocimiento sobre el sufrimiento aún peor de las personas, entre ellas enormes números de niños, en Yemen —y no hay ningún esfuerzo comparable de parte de las instituciones dominantes en Estados Unidos para promover una campaña de asistencia humanitaria a los que están sufriendo tan terriblemente en Yemen— algo que sin duda arrojaría luz sobre los crímenes horrendos en los cuales Estados Unidos está metido hasta el cuello en Yemen.)

Lo que es particularmente peligroso es el efecto que puede tener esta ofensiva propagandística estadounidense en la creación de una situación en que se ha movilizado tanto “sentimiento público” a favor de una injerencia directa de Estados Unidos en la guerra en Ucrania (a fin de “detener las atrocidades” que comete Rusia e impedir que ésta “saque provecho” de haber cometido crímenes de guerra supuestamente “sin precedentes”) que convierta al gobierno estadounidense y a su “comandante-en-jefe”, Biden, en “víctimas de su propia ofensiva propagandística” y se vean impelidos a intervenir directamente de forma militar en Ucrania, a pesar de sus declaradas intenciones iniciales y sus pronunciamientos repetidos de que no lo iban a hacer.

Este tipo de “lógica perversa” ya está llevando a algunos representantes influyentes del imperialismo estadounidense, como el senador demócrata Chris Coons, a sostener que podría llegar el momento en que Estados Unidos tendría que pasar de simplemente armar a Ucrania contra Rusia a ingresar física y directamente en la guerra.

Junto con esto, salen los argumentos del tipo que he citado al principio — argumentos que comparan a Putin con Hitler e insisten en que “nosotros” no podemos permitir que el peligro de una Tercera Guerra Mundial impida que “nosotros” hagamos lo que hay que hacer para derrotar a Putin. Semejantes argumentos también incrementan la posibilidad de que Estados Unidos-la OTAN podrían terminar por intervenir directamente en la guerra en Ucrania, conduciendo a un enfrentamiento con Rusia que podría entrar en una escalada hasta llegar a tiroteos nucleares lo que tendría consecuencias terribles, e incluso la posible aniquilación de la civilización humana.

Esto enfatiza aún más por qué es vitalmente importante que las personas no se dejen embaucar por la ofensiva propagandística implacable de “nuestros” imperialistas y sus medios de comunicación, con su presentación altamente tergiversada y unilateral de la agresión rusa como algún tipo de crimen de guerra extremo el cual únicamente cometería un “demente autocrático como Putin” cuando la realidad es que Estados Unidos es culpable de crímenes de guerra mucho peores, durante toda su historia y al día de hoy.

(Y cabe recordar que Estados Unidos es el único país que concretamente ha usado armas nucleares — las bombas atómicas que lanzó sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki al fin de la Segunda Guerra Mundial, que incineraron en un instante a cientos de miles de civiles e infligieron un terrible sufrimiento a muchos de los sobrevivientes de estos ataques atómicos.)

Esto hace aún más claro y urgente la necesidad de rechazar firmemente los argumentos que llaman —o sirven para “allanar el terreno”— para una injerencia militar directa de Estados Unidos en Ucrania, y la necesidad de poner al descubierto nítidamente y denunciar contundentemente a personas (como el senador Coons) que hacen semejantes argumentos, por batir los tambores de guerra, con su “contribución” extremadamente peligrosa a la posible destrucción de la humanidad.

Análisis verídico y científico de la guerra en Ucrania

Además, todo esto debe remachar por qué es tan importante contar con un conocimiento verídico y científico de lo que realmente pasa con la guerra en Ucrania.

En un artículo anterior, hablé de elementos importantes, y en particular acciones de los gobernantes imperialistas de Estados Unidos, que han contribuido a la guerra actual en Ucrania:

¿Qué hizo el gobierno de Estados Unidos, tanto bajo los demócratas como los republicanos, después de que dejaron de existir la Unión Soviética, y su bloque militar, el Pacto de Varsovia, a principios de los años 1990?…

Desde principios de los años 1990, al reconocer que lo que quedó en lugar de la Unión Soviética era una Rusia debilitada, los imperialistas estadounidenses, como los gánsteres que de hecho son, aprovecharon la oportunidad para expandir más su imperio — rompieron con su “palabra” de no extender su alianza militar agresiva (OTAN) a los países del antiguo Pacto de Varsovia. Haciendo caso omiso a esta promesa, los imperialistas estadounidenses maniobraron para sumar a la OTAN países cerca de Rusia, o en ciertos casos que colindan directamente con ella. Como parte de todo esto, Estados Unidos ha interferido repetidamente en Ucrania en décadas recientes, conjurando para derrocar a gobiernos ahí que son más amigos de Rusia y para reemplazarlos con gobiernos que se inclinaban hacia el imperialismo “occidental”, como ocurrió tan recientemente como 2014.

Un elemento clave en todo esto, que influyó significativamente en la decisión rusa de invadir a Ucrania, fue la declaración de parte del gobierno pro-estadounidense en Ucrania de que quería ingresar en la OTAN. Ucrania es un país grande en la mera frontera de Rusia. Como artículos en revcom.us han señalado: Imagínense lo que implicaría, y lo que los gobernantes de Estados Unidos harían, ¡si el gobierno de México declarara su intención de ingresar en una alianza militar encabezada por Rusia!3

Como también enfaticé en ese artículo:

Nada de esto “justifica” la invasión rusa a Ucrania. Pero sí la pone en su contexto más amplio, y le arroja una luz reveladora. Revela lo que son las verdaderas intenciones de los imperialistas estadounidenses en esta guerra. El propósito y objetivo esencial de Estados Unidos en ésta no es ayudar a un país más débil a defenderse contra un agresor más poderoso; se trata de debilitar a un rival imperialista, Rusia (y también posiblemente debilitar a China, que tiene una especie de relación cooperativa con Rusia en este momento) a fin de fortalecer la dominación del imperialismo estadounidense, y fortificar a la OTAN (especialmente después de que las acciones de Trump debilitaron la OTAN, acciones que intensificaron las divisiones entre Estados Unidos y otros países de la OTAN).

Ahora Estados Unidos está librando una “guerra de sustitutos” con Rusia — librando una guerra económica (por medio de “sanciones”) contra Rusia, al mismo tiempo que arma masivamente a Ucrania4.

Para abordar la esencia de lo que opera, de parte de los imperialistas, en los dos lados de este conflicto:

Algo que no se puede enfatizar demasiadas veces —sobre todo teniendo en cuenta las mentiras y tergiversaciones en la implacable ofensiva propagandística del imperialismo estadounidense y sus medios de comunicación— es la realidad de que el enfrentamiento entre Estados Unidos-la OTAN, por un lado, y Rusia, por otro, no es un conflicto “entre la democracia y la autocracia”, sino un conflicto entre imperialistas rivales. (Como he señalado antes, Turquía, que es miembro de la OTAN, en sí está gobernada por un gobierno “autocrático” — y lo mismo ocurre con Polonia, también miembro de la OTAN)5.

Los verdaderos objetivos de Putin y el imperialismo ruso

A manera de introducción a esta cuestión de los objetivos de Putin, y como un punto básico de orientación y método, es importante poner en claro que no digo que cuento con algún conocimiento informado del “estado mental” de Putin — y esto también se aplica a aquellos “analistas” en los medios de comunicación en Estados Unidos que sí dicen que cuentan con semejante conocimiento. Pero  es posible identificar lo que en realidad son algunos de los objetivos principales de Putin-los imperialistas rusos en esta guerra en Ucrania.

A la luz de lo que se ha abordado aquí, es posible ver que una parte —y un objetivo inmediato— de lo que está persiguiendo Putin-los imperialistas rusos en esta guerra en Ucrania es poner un fin a la expansión de la OTAN en los alrededores de Rusia (en particular por medio de la inclusión de Ucrania en la OTAN), y contrarrestar lo que es efectivamente el “cerco” alrededor de Rusia por parte de la OTAN (en particular la zona occidental de Rusia, que contiene importantes centros de población y gobernanza).

Rusia también ha proclamado que su objetivo en esta guerra es poner fin a la militarización y “nazificación” de Ucrania, que según insiste Putin es una amenaza a Rusia. Políticos y medios de comunicación en Estados Unidos y en otros países, entre ellos funcionarios ucranianos, han ridiculizado repetidamente las acusaciones de que hay elementos NAZIs en Ucrania y en su gobierno. Como supuesta “refutación” de esta acusación, han mencionado el hecho de que el jefe del gobierno ucraniano, Volodymyr Zelenski, es judío — como si ello de alguna manera “automáticamente desmintiera” la acusación sobre la influencia NAZI en Ucrania6. Pero los hechos son hechos — y la realidad es que fuerzas NAZIs han desempeñado un papel significativo en la configuración de los acontecimientos recientes en Ucrania, y algunas de ellas han estado integradas en sus instituciones gubernamentales, en particular en las fuerzas armadas. Sin embargo, el objetivo esencial de los rusos no es “desnazificar” a Ucrania, ni simplemente proteger a las personas pro-rusas, particularmente en Ucrania oriental, sino que, una vez más, contrarrestar el “cerco” alrededor de Rusia de parte de la OTAN — y, más allá de eso, perseguir los intereses imperialistas rusos en el mundo más amplio, en oposición a la posición dominante del imperialismo estadounidense. Como señaló Raymond Lotta en un discurso reciente:


Los rusos, por su parte, han apoyado, y especialmente desde 2014, han respaldado a sectores de la Ucrania rusófona para que se separen y se alíen o fusionen con Rusia. En 2016-2017, la OTAN, liderada por Estados Unidos, desplegó grupos de combate con armamento avanzado en Polonia y en otros estados bálticos como Estonia, Lituania y Letonia que colindan con Rusia (y están muy cerca de la segunda ciudad más grande de Rusia, San Petersburgo). Mientras tanto, Ucrania se ha ido acercando a Estados Unidos y pregonando su determinación de unirse a la alianza militar de la OTAN, dominada por Estados Unidos. Este es el telón de fondo inmediato de la invasión rusa a Ucrania a fines de febrero.

La invasión rusa no es para desnazificar a Ucrania, como proclama Putin. El objeto de esta invasión es de apuntalar la rivalidad de Rusia con Estados Unidos: para comandar más influencia y crear un polo de poder ruso rival centrado en Europa, Asia central y el Medio Oriente. Por su parte, Estados Unidos está armando a Ucrania a fin de debilitar a Rusia e impedir que ésta consolide más su fuerza imperialista y que represente desafíos imperialistas más grandes al actual orden mundial que domina Estados Unidos y del que es el principal beneficiario7.

Son motivos y objetivos de este tipo —que se fundamentan en la naturaleza básica del sistema capitalista-imperialista y en las necesidades las que perciben los líderes de los estados imperialistas, de los lados opuestos— y no simplemente unas “locas ambiciones de poder” de Putin (o por otro lado, de Biden y los imperialistas estadounidenses a los cuales éste representa) que están impulsando la guerra en Ucrania y presentan semejantes peligros graves.

Respecto a esto, cabe notar lo que Putin ha hecho —y lo que no ha hecho— durante las últimas dos décadas. Con una incursión militar en el país de Georgia (que colinda con Rusia), después en Crimea (que era parte de Ucrania pero fue ocupada por fuerzas rusas en 2014 y efectivamente fue “anexionada” a Rusia), así como en conflictos como en Siria (donde Estados Unidos y Rusia estaban respaldando a lados opuestos), y ahora con la invasión a Ucrania en su conjunto, Putin ha actuado de formas cuya intención es conseguir sus objetivos mientras evita un enfrentamiento directo con la OTAN. Y se puede decir que Putin atacó a Ucrania porque, entre otras razones, Ucrania no es parte de la OTAN — lo hizo antes de que se integrara en la OTAN, y para impedir que se integrara en la OTAN.

Si Putin hubiera esperado hasta que Ucrania se integrara en la OTAN (cosa que, una vez más, Ucrania ha declarado que desea y que tiene la intención de hacer), pues un ataque a Ucrania hubiera constituido un conflicto de un calibre totalmente diferente — una situación que requeriría “legalmente” que Estados Unidos-la OTAN “acudiera a la defensa” militar de un país de la OTAN así atacado. En esa situación, una falta de parte de Estados Unidos-la OTAN de oponerse directamente a Rusia y trabarse en un conflicto militar con Rusia, constituiría, según los cálculos de la lógica gansteril imperialista, “rendirse ante el chantaje nuclear” de Putin-Rusia — lo que luego podría poner en marcha una “lógica”, dinámica e impulso hacia “rendirse” repetidamente — todo lo cual es algo lo que no podrían permitir estos imperialistas de Estados Unidos y la OTAN. Una vez más, lo que importa y lo que opera aquí es que Ucrania no es parte de la OTAN, así que un ataque contra Ucrania por parte de Rusia no “detona” (automática o necesariamente) un conflicto militar directo con Estados Unidos-la OTAN.

Esto tiene una conexión importante con la afirmación, o la queja, de parte de algunos círculos imperialistas estadounidenses, de que la falta de una intervención militar directa en Ucrania permite que Putin “imponga los términos” del conflicto. Esto lo dijo específicamente el “reportero en temas de seguridad nacional” de la CNN Jim Sciutto, en una rueda de prensa donde él preguntó primero por qué Estados Unidos no derribó el avión que aparentemente destruyó un hospital de maternidad en Ucrania. De ahí, cuando le respondieron que esto podría iniciar una Tercera Guerra Mundial, Sciutto insistió: ¿Pero eso no permite que Putin imponga los términos? La respuesta a esto es que de hecho es probable que Rusia, más que Estados Unidos-la OTAN,  “imponga los términos” en esta guerra porque Rusia está en guerra, directamente, con Ucrania, mientras Estados Unidos ha insistido (al menos a la fecha) en que no está involucrado directamente, en términos militares, en este conflicto ni se involucrará, sino que al contrario, participará suministrando grandes cantidades de armamento (y que proporcionará otras formas de apoyo) a Ucrania, mientras libra la guerra económica, por medio de sanciones, contra Rusia.

Pero lo que realmente encierra este argumento (de parte de Sciutto y otros) es algo mucho más insidioso y peligroso. Argumenta que Estados Unidos (y la OTAN) deben estar involucrados directamente en términos militares. Especialmente para esos sujetos —embriagados, al parecer, con una sanguinaria confianza en el poderío militar invencible de Estados Unidos y, al parecer, ansiosos, tras las “decepciones” en Afganistán e Irak, por demostrar una vez más ese poderío supuestamente invencible— esta línea de argumentación (a favor de una injerencia militar directa de Estados Unidos-la OTAN) se alienta y “se apuntala” por el aparente bajo desempeño de las fuerzas armadas rusas en su invasión a Ucrania (al menos hasta ahora, antes de su gran ofensiva en Ucrania oriental, cuyo desenlace, al cierre de escribir este texto, no queda claro).

Lo que nosotros tenemos que hacer — lo que corresponde a los intereses de la humanidad.

De todo esto, debe quedar obvio que los intereses de las masas de personas de todos los diferentes países implicados, y de la humanidad en su conjunto, están en oposición fundamental a los intereses de los imperialistas de ambos bandos de este conflicto. Sobre la base de ese entendimiento, ¿qué nos toca hacer?

Convendría, claro está, a los intereses de las masas de personas en todas partes que se detengan de inmediato las acciones de los imperialistas, de los dos bandos en esta guerra. Pero la realidad es que nosotros —las masas de personas, en los países implicados y en el mundo en su conjunto— no determinamos, y no podemos determinar, en términos directos e inmediatos, lo que hagan los diferentes gobiernos. Para determinar el rumbo de la sociedad, nos hace falta una revolución, a fin de derrocar a estos opresores imperialistas (y a otros opresores) y crear un sistema radicalmente diferente y emancipador. Lo que podemos hacer, y lo que debemos hacer, ahora —mientras estos imperialistas todavía están en el poder— es alzar la voz, y actuar, en oposición a su agresión militar, de parte de todos los bandos, con el objetivo de contribuir de esa manera a una situación en que ellos se vean impelidos a retroceder de tal agresión (lo que incluye su injerencia tanto indirecta como directa en la guerra), como ha sucedido en el pasado, notablemente en la guerra de Vietnam en los años 1970, donde la oposición de masas entre amplios sectores de la población en Estados Unidos (y otros países) era un factor significativo para obligar a Estados Unidos a retirarse de la guerra imperialista que venía librando en Vietnam.

Precisa apoyar a las personas en Rusia que con valentía han alzado la voz y han actuado en oposición a la guerra de su país en Ucrania, y precisa alentar más oposición de este tipo. Pero, al mismo tiempo, también hay que oponerse firmemente a las maniobras hipócritas de los imperialistas de Estados Unidos (y de otros aliados suyos) de utilizar esta oposición a la agresión rusa con el objetivo de fortalecer e impulsar apoyo para los objetivos y acciones imperialistas “occidentales”.

Aquí es importante recalcar estos puntos básicos de orientación: 


Por supuesto, este acto de agresión imperialista de parte de Rusia merece condena. Pero especialmente para personas que viven en Estados Unidos —que ostenta, cabe repetir, el récord para semejantes actos de agresión, con mucho— es cuestión de principio básico y de importancia profunda no hacerse eco a las posiciones ni servir a los objetivos de “nuestros” imperialistas, sino que al contrario poner muy en claro nuestra oposición a los objetivos y las acciones de estos imperialistas (estadounidenses), que están utilizando la oposición a la invasión rusa a Ucrania —no para promover “la paz” o “el derecho de las naciones a la autodeterminación”—, sino como un mecanismo para promover los intereses del imperialismo estadounidense, en oposición a los imperialistas rusos rivales. Por lo tanto, de acuerdo con este principio crucial, toda oposición a la invasión rusa a Ucrania, especialmente de parte de personas en este país imperialista, debe incluir una posición clara y definida de también oponerse al papel de Estados Unidos en el mundo, incluidas las guerras que éste libra a continuo, y a las otras formas en que interviene violentamente en otros países8.

Y en general, en los países que forman parte de la OTAN (o en otras formas se alinean con Estados Unidos), las personas ahí, incluidas las personas que están alzando la voz y movilizándose en oposición a la agresión rusa en Ucrania, deben elevar la vista, reconocer y también oponerse activamente a las formas en que las clases dominantes de sus propios países tratan de utilizar mal la oposición a la agresión rusa para promover sus propios objetivos reaccionarios.

Cabe repetir, en términos fundamentales, que, para poner fin a las guerras que estos imperialistas libran, junto con todos sus otros crímenes masivos, es necesario poner fin a todo su sistema, que continuamente engendra semejantes guerras con la destrucción horripilante y el sufrimiento masivo que conllevan repetidamente — guerras que pueden representar una amenaza a la propia existencia de la humanidad (de la mano con la destrucción continua, y acelerada, del medio ambiente, de la cual estos imperialistas también son principalmente responsables).

Ciertamente, una lección crucial que la gente debe sacar de la guerra en Ucrania es que la humanidad ya no puede seguir permitiendo que estos imperialistas, de ningún lado, continúen gobernando al mundo y batallándose entre sí sobre quiénes dominarán en esta situación, ante la amenaza muy real y muy grave que esto representa para el futuro, y para la propia existencia, de la humanidad.

En este contexto, lo siguiente es de gran relevancia e importancia:


Como he analizado extensamente en “Algo terrible, o algo verdaderamente emancipador”, con lo que está pasando en el mundo hoy en día, y con todos los peligros y dificultades que eso conllevará, esto es uno de los momentos poco comunes en que la revolución, en este mismo país imperialista, se vuelve más posible — y se necesita con más urgencia que nunca9.

Todo esto subraya una vez más la gran importancia de las consignas promulgadas en revcom.us, y las manifestaciones que se están convocando, en la Ciudad de Nueva York y Los Ángeles, con motivo del Primero de Mayo con las siguientes consignas:

¡NO A UNA GUERRA DE ESTADOS UNIDOS Y LA OTAN CON RUSIA! ¡NO A UNA TERCERA GUERRA MUNDIAL!

¡ES ESTE SISTEMA, Y NO LA HUMANIDAD, EL QUE ES NECESARIO QUE SE EXTINGA!

NOSOTROS NO ACEPTAMOS EL FUTURO DE ELLOS

YA ES HORA DE ORGANIZARNOS PARA UNA REVOLUCIÓN REAL

 

NOTAS:

1. Vea, por ejemplo, “El descarado chovinismo pro estadounidense: ‘Antiautoritarismo’ como ‘tapadera’ para apoyar al imperialismo estadounidense” y “La demencia delirante de Sean Penn y el peligro de la guerra nuclear”. Estos artículos de Bob Avakian están disponibles en revcom.us.

2. La demencia delirante de Sean Penn y el peligro de la guerra nuclear”.

3. Gánsteres legítimos — Gánsteres con armas nucleares (Versión larga — el panorama más completo)”. Este artículo está disponible en revcom.us.

4. Gánsteres legítimos — Gánsteres con armas nucleares (Versión larga — el panorama más completo)”.

5. La demencia delirante de Sean Penn y el peligro de la guerra nuclear”.

6. Observación del autor: El argumento de que, por ser judío Zelenski, no podría haber ninguna injerencia real o significativa de NAZIs en Ucrania y en su gobierno, es en sí contrario a la lógica, y a los hechos. Para dar una analogía relevante: durante varios años, en décadas recientes, al gobierno de Pakistán lo encabezó una mujer, Benazir Bhutto. No obstante, Pakistán era en ese entonces, y sigue siendo, uno de los países más abiertamente patriarcales en el mundo, caracterizado por la represión horripilante de las mujeres. El que un país encarne o no la opresión horripilante de las mujeres —o el que se caracterice por una injerencia significativa de NAZIs o no— no se determina por quién por casualidad sea el jefe del gobierno de ese país sino por la realidad de si, en los hechos, el país encarna la opresión horripilante de mujeres, o si se caracteriza por una injerencia significativa de NAZIs. Una vez que se quiten las anteojeras, este entendimiento es, como diría Sherlock Holmes, elemental.

7. Vea “Penetrando en las mentiras, excavando debajo de la superficie: Las dinámicas más amplias del sistema imperialista mundial que impulsan la guerra en Ucrania... y una lección de la época de la Unión Soviética auténticamente socialista”. Raymond Lotta dio este discurso en un foro de emergencia sobre Ucrania el 4 de marzo de 2022 de Libros Revolución en la Ciudad de Nueva York, donde Andy Zee, el anfitrión de El Show RNL —¡Revolución, y Nada Menos! en YouTube también dio un discurso (“Guerra en Ucrania: ¿Qué pasa?... ¿Por qué pasa?... ¿En qué quedan los intereses de la humanidad?... ¿Y QUÉ TIENE QUE VER CON LA REVOLUCIÓN QUE LA HUMANIDAD NECESITA CON TANTA URGENCIA?”). Los textos de estos discursos están disponibles en revcom.us.

8. “Parasitismo imperialista y ‘democracia’: Por qué tantos liberales y progresistas son sin vergüenzas partidarios de ‘su’ imperialismo”. Este artículo también está disponible en revcom.us.

9. Este párrafo es de “‘Gánsteres legítimos’ — Gánsteres con armas nucleares”. Esta cita es de la obra importante de Bob Avakian, Algo terrible, o algo verdaderamente emancipador: Crisis profunda, divisiones crecientes, la inminente posibilidad de una guerra civil — y la revolución que se necesita con urgencia, Una base necesaria, una hoja de ruta básica para esta revolución, la que también está disponible en revcom.us.


CREACIÓN HEROICA