martes, 1 de junio de 2021

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Próximamente en el Perú el libro de Eduardo Ibarra La Creación Heroica de Mariátegui y el Socialismo Peruano. Planteamiento de la Cuestión. Adelantamos aquí algunos extractos del mismo.

El libro se encuentra a la venta en librerías, puestos de libros y pueden hacerse pedidos al correo electrónico de CREACIÓN HEROICA.

Comité de Redacción.

01.06.2021.

 


 

Índice

Prólogo

Capítulo I

La Revista «Nuestra Epoca» y el Socialismo Peruano

Capítulo II

Apuntes Sobre la Creación Heroica de Mariátegui

Capítulo III

Una Vez Más Sobre la Creación Heroica de Mariátegui

Capítulo IV

Una Nota Reveladora

Capítulo V

Acerca del Socialismo Peruano

Capítulo VI

Una Vez Más Acerca Del Socialismo Peruano

Capítulo VII

Contribución a la Teoría de las Generaciones del Socialismo Peruano

Capítulo VIII

Observaciones Críticas a la «Primera Generación 1920-1945» Dizque del Socialismo Peruano

Capítulo IX

El Punto de Partida de la Revolución Peruana

Notas

Referencias Bibliográficas


Extractos:

Del capítulo I

En el estudio de este proceso genesíaco, las propias declaraciones de José Carlos Mariátegui son esclarecedoras. Veamos las más importantes.

Soy poco autobiográfico. En el fondo, yo no estoy muy seguro de haber cambiado. ¿Era yo, en mi adolescencia literaria, el que los demás creían, el que yo mismo creía? Pienso que sus expresiones, sus gestos primeros no definen a un hombre en formación. Si en mi adolescencia mi actitud fue más literaria y estética que religiosa y política, no hay de qué sorprenderse. Esta es una cuestión de trayectoria y una cuestión de época. He madurado más que cambiado. Lo que existe ahora en mí, existía embrionariamente y larvadamente cuando yo tenía veinte años y escribía disparates de los cuales no sé por qué la gente se acuerda todavía. En mi camino, he encontrado una fe. He ahí todo. Pero la he encontrado porque mi alma había partido desde muy temprano en busca de Dios. Soy un alma agónica como diría Unamuno. (Agonía, como Unamuno, con tanta razón lo remarca, no es muerte sino lucha. Agoniza el que combate). Hace algunos años yo habría escrito que no ambicionaba sino realizar mi personalidad. Ahora, prefiero decir que no ambiciono sino cumplir mi destino. En verdad, es decir la misma cosa. Lo que siempre me habría aterrado es traicionarme a mí mismo. Mi sinceridad es la única cosa a lo que no he renunciado nunca. A todo lo demás he renunciado y renunciaría siempre sin arrepentirme. ¿Es por esto por lo que se dice que mis rumbos y aspiraciones han cambiado? (I: 1988a: 154-155).

Con estos conceptos, el maestro ofreció una opinión general sobre su proceso ideológico, opinión que hace parte de una encuesta que, debida a Ángela Ramos, fue publicada en Mundial el 23 de julio de 1923. Entonces hacía aproximadamente tres años que José Carlos Mariátegui se había asimilado al marxismo y, desde esta atalaya, precisó, como acabamos de ver, los dos puntos extremos de su aludido proceso: sus veinte años de edad («cuando yo tenía veinte años») y su asimilación al marxismo («he encontrado una fe»). 

        Así, pues, es evidente que para entender el sentido de la frase «He madurado más que cambiado», es necesario tener en cuenta los indicados extremos.

        Pues bien, José Carlos Mariátegui tenía veinte años de edad en 1914 y, según señaló él mismo, entonces su actitud era «… más literaria y estética que religiosa y política…» Por lo tanto, cuando sostuvo que consideraba que más que cambiado había madurado, tuvo en cuenta lo que había sido en 1914, cuando tenía veinte años, y no lo que había sido en junio-julio de 1918, cuando aparecieron los dos números de la revista Nuestra Época; es decir, no se refirió en modo alguno a ninguna supuesta maduración suya desde su socialismo a lo Araquistain hasta su marxismo-leninismo.

        En consecuencia, con su comentada frase, lo que hizo fue aludir a los valores morales que, a sus veinte años, tenía ya en forma embrionaria. Por eso, en la mencionada encuesta, destacó uno de tales valores: la sinceridad.


Del capítulo III

La «orientación socialista» de José Carlos Mariátegui puede ser dividida en dos grandes etapas: una primera, no marxista, y una segunda, marxista. La primera va de junio de 1918 al primer semestre de 1920. Es la etapa del Mariátegui socialista a lo Araquistain. Es la etapa de la revista Nuestra Época, del Comité de Propaganda y Organización Socialistas, del diario La Razón, de la partida del maestro a Europa en octubre de 1919 y de las primeras estaciones de su itinerario en este continente. La segunda va del segundo semestre de 1920 al 16 de abril de 1930. Es la etapa del Mariátegui marxista. Es la etapa de su artículo «El cisma del socialismo», del Comité de Génova, de su participación en el Congreso de Livorno, de su activismo en el Partido Comunista Italiano, de su regreso al Perú para fundar «un partido de clase», de sus conferencias en la Universidad Popular Gonzáles Prada, de la revista Amauta y el periódico Labor, de sus libros 7 Ensayos de interpretación de la realidad peruana, Defensa del marxismo, Ideología y Política y El alma matinal y otras estaciones del hombre de hoy, de la fundación del Partido Socialista del Perú y la Confederación General de Trabajadores, de sus tesis presentadas al Congreso Sindical de Montevideo de mayo de 1929 y a la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana de Buenos Aires de junio del mismo año, de su moción de afiliación a la Tercera Internacional, etcétera, etcétera. Esta creación marxista, teórica y práctica, es la Creación Heroica de Mariátegui.


Del capítulo IV

Mariátegui señaló: «… la revista ‘Nuestra Epoca’, influida por la ‘España’ de Araquistain…» (I: 1986: 17); «… algunos escritores que del estetismo d’annunziano importado por Valdelomar habíamos evolucionado al criticismo socializante de la revista España, fundamos hace diez años Nuestra Epoca» (I: 1994b: 253-254); «… en ambos números [de Nuestra Época], se esboza una tendencia fuertemente influenciada por España, la revista de Araquistain, que un año más tarde reapareció en La Razón» (I: ob. cit.: 254). Como lo puede saber todo el que quiera saberlo, la tendencia ideológica de la revista España fue el socialismo reformista, evolucionista, democrático de la Segunda Internacional. Precisamente a esta influencia se refirió Mariátegui en sus afirmaciones citadas. Si Mariátegui hubiera considerado que Nuestra Época había sido una revista marxista, lo hubiera destacado, sin duda, pero, como se sabe, lo que subrayó fue aquella influencia, por la sencilla razón de que ella representaba la verdad de su revista y, de esta forma, puso de manifiesto la tendencia ideológica de la misma: el criticismo socializante. 


Del capítulo VI

Si en el período 1918-1920, Mariátegui, César Falcón y algunos otros activistas constituyeron el ala izquierda del socialismo no marxista (en la medida en que lucharon contra las expresiones extremas del ala derecha y se ligaron honradamente con las clases trabajadoras), ya marxista-leninista el maestro empeñó la lucha contra el anarquismo, el anarcosindicalismo, el socialismo reformista y el aprismo naciente.

Por eso puede decirse que, así como la Comuna de París fue la tumba de la escuela proudhoniana y de la escuela blanquista, en el Perú la acción de Mariátegui fue la tumba de las diversas escuelas premarxistas.

Por eso, hablar del nebuloso socialismo en general no solo es negar toda diferencia de principio entre el socialismo reformista y el socialismo marxista, sino también, en retrospectiva, es negar la nueva órbita y el nuevo rumbo que cobraron las luchas populares a partir de la acción de Mariátegui.

 

Del capítulo VII

Es de conocimiento general que José Carlos Mariátegui regresó de Europa «con el propósito de trabajar por la organización de un partido de clase.» (I: Mariátegui, 1986: 100). En la conferencia «La crisis mundial y el proletariado peruano», expresó dicho propósito al dejar sentada la premisa ideológica de la constitución del partido de la clase obrera peruana:

Aquí, como en Europa, los proletarios tienen que dividirse… en colaboracionistas y anticolaboracionistas, en reformistas y maximalistas.

Yo participo de la opinión de los que creen que la humanidad vive un período revolucionario. Y estoy convencido del próximo ocaso de todas las tesis social-democráticas, de todas las tesis reformistas, de todas las tesis evolucionistas. (I: 1969: 21-22).

De este modo dejó en claro que su proyecto no era constituir un partido del nebuloso socialismo en general, sino un partido del socialismo marxista-leninista en particular. Pero, consciente de las condiciones concretas nacionales, inicialmente el maestro desarrolló su labor de propaganda en el marco de la «nueva generación».

Por eso en la «Presentación de Amauta», señaló: 

Esta revista, en el campo intelectual, no representa un grupo. Representa, más bien, un movimiento, un espíritu. En el Perú se siente desde hace algún tiempo una corriente, cada día más vigorosa y definida, de renovación. A los fautores de esta renovación se les llama vanguardistas, socialistas, revolucionarios, etc. La historia no los ha bautizado definitivamente todavía. Existen entre ellos algunas discrepancias formales, algunas diferencias psicológicas. Pero por encima de lo que los diferencia, todos estos espíritus ponen lo que los aproxima y mancomuna: su voluntad de crear un Perú nuevo dentro del mundo nuevo. La inteligencia, la coordinación de los más volitivos de estos elementos, progresan gradualmente. El movimiento –intelectual y espiritual– adquiere poco a poco organicidad. Con la aparición de “Amauta” entra en una fase de definición.

[Amauta] es la voz de un movimiento y de una generación.   

… “Amauta” cribará a los hombres de la vanguardia –militantes y simpatizantes– hasta separar la paja del grano. Producirá o precipitará un fenómeno de polarización y concentración.

“‘Amauta” no es una tribuna libre, abierta a todos los vientos del espíritu. Los que fundamos esta revista no concebimos una cultura y un arte agnósticos. Nos sentimos una fuerza beligerante, polémica. No le hacemos ninguna concesión al criterio generalmente falaz de la tolerancia de las ideas. Para nosotros hay ideas buenas e ideas malas. En el prólogo de mi libro “La Escena Contemporánea”, escribí que soy un hombre con una filiación y una fe. Lo mismo puedo decir de esta revista, que rechaza todo lo que es contrario a su ideología así como todo lo que no traduce ideología alguna.

El objeto de esta revista es el de plantear, esclarecer y conocer los problemas peruanos desde puntos de vista doctrinarios y científicos. (I: 1986: 237 y 238-239).

La fase de definición de la que habló José Carlos Mariátegui concluyó en setiembre de 1928 con el editorial «Aniversario y balance».

En este editorial el maestro desahució el término «nueva generación» y, a fin de marcar diferencias con reformistas y  hayistas, clasistamente utilizó la palabra socialismo: «[Amauta] no necesita ya llamarse revista de la ‘nueva generación; «Para ser fiel a la Revolución, le basta ser una revista socialista»).(6) Así, pues, el concepto genérico y anfibológico de generación fue reemplazado por un concepto político de clase perfectamente definido.

Perfectamente definido, porque, con el término socialista, Amauta se afirmó categóricamente marxista. Prueba: en la tesis «Antecedentes y desarrollo de la acción clasista», su autor escribió: 

“Amauta”, en su Nº 17, el de su segundo aniversario, declara cumplido el proceso de “definición ideológica”, afirmándose, categóricamente, marxista. (I: ob. cit.: 104; cursivas nuestras).

Por eso, nadie que lea con un poco de inteligencia y un poco de rectitud, puede dudar del significado que tiene la palabra socialismo en «Aniversario y balance».

Así como tampoco puede dudar de que, con el término marxismo, José Carlos Mariátegui se refería al marxismo-leninismo, así como, con el título de Socialista, fundó un Partido Comunista.(7) 

De esta manera, pues, el maestro afirmó la independencia ideológica, política y orgánica del proletariado revolucionario.

Como se ha visto, José Carlos Mariátegui definió explícitamente la primera generación del Socialismo Peruano como una generación «adulta, creadora».

¿Qué quiso decir con estas palabras? Lo que quiso decir se infiere del hecho de que, precisamente en el contexto de su deslinde con la generación del «nuevo espíritu», escribió:

… Lenin, Trotsky, Stalin, procedían de una generación madura…  la obra concreta [de los comunistas rusos fue] la creación positiva de la U.R.S.S. (I: 1988d: 115-116).

Adulta-madura, creadora-creación: el lector perspicaz puede darse perfecta cuenta de qué quiso decir y qué dijo efectivamente José Carlos Mariátegui con las primeras palabras de cada una de tales parejas verbales.

La definición de la primera generación del Socialismo Peruano expresaba, pues, en dos palabras, lo que expresaban la definición de Amauta como categóricamente marxista (setiembre de 1928) y el establecimiento del marxismo-leninismo como la base de unidad del PSP (octubre del mismo año).

En conclusión: la primera generación del Socialismo Peruano fue la generación «adulta, creadora», categóricamente marxista-leninista. Mérito histórico de esta generación fue haber fundado el marxismo peruano, el Partido Socialista del Perú, la Federación de Yanaconas, la CGTP.

He ahí pues el concepto mariateguiano de la primera generación del Socialismo Peruano.

En consecuencia, son miembros de la primera generación del Socialismo Peruano aquellos activistas que asumieron el marxismo-leninismo y, de forma particularmente destacada, aquellos que participaron en la fundación del PSP.

Esto es lo que enseña el análisis concreto de nuestra realidad concreta.

 

Capítulo VIII

En la polémica entre Mariátegui y Haya, Magda Portal se alineó con el segundo, y fue aprista convencida hasta 1948. Pero además de adversaria ideológica del maestro, con la misma bajeza de su mentor Haya, la Portal agredió moralmente al fundador del marxismo peruano llamándolo «paralítico», «hombre enfermo», «[con el cerebro] siempre iluminado por la fiebre». (II: 1999: 12).(4)

Ciro Alegría fue activista del Apra desde su postrero año escolar (“varios muchachos del Colegio San Juan, formamos un Comité Aprista”). Según cuenta, en tal partido se discutía «la forma en que interpretaba el Apra el marxismo y sus diferencias con el comunismo» (I: 1978: 107). Es decir, en la polémica entre Mariátegui y Haya, Alegría, igual que Magda Portal, optó por el segundo, o sea, por la tergiversación hayista del marxismo. Alegría renunció al Apra solo después del II Congreso de este partido (1948). Su reconocimiento del magisterio de la revista Amauta, su elogiosa opinión sobre Mariátegui y sus declaraciones acerca de la influencia de la revolución rusa, no desmienten ni pueden desmentir su posición contraria al marxismo ni su largo aprismo.

 

Del capítulo IX

Ate cabos el lector: por un lado Mariátegui señala que en 1919 «La dirección del movimiento, no [podía] presentar la línea severamente sindical, revolucionaria, que Martínez de la Torre echa de menos en ella» y, por otro lado, subraya «el principio de un franco orientamiento doctrinario» de la revista Claridad, afirmación que, no obstante estar referida a un hecho específico, tiene un indudable alcance general. En efecto, es un hecho que «el principio» del orientamiento marxista-leninista que Mariátegui le imprimió al movimiento popular, es su primera conferencia en la Universidad Popular González Prada (junio de 1923).

Así, pues, la acción del maestro marcó una neta línea demarcatoria entre las luchas populares dirigidas por tendencias no marxistas y aquellas que entonces comenzaban a producirse bajo su dirección marxista.

Esto se expresa de alguna manera en las siguientes afirmaciones mariateguianas: 

… superando el modesto plano de su labor inicial, presentar al pueblo la realidad contemporánea, explicar al pueblo que está viviendo una de las horas más trascendentales y grandes de la historia, contagiar al pueblo de la fecunda inquietud que agita actualmente a los demás pueblos civilizados del mundo. 

Aquí, como en Europa, los proletarios tienen, pues, que dividirse no en sindicalistas y socialistas –clasificación anacrónica– sino en colaboracionistas y anticolaboracionistas, en reformistas y maximalistas. Pero para que esta clasificación se produzca con nitidez, con coherencia, es indispensable que el proletariado conozca y comprenda en sus grandes lineamientos, la gran crisis contemporánea. De otra manera, el confusionismo es inevitable. (I: 1969: 21-22).

Es decir, aquella línea demarcatoria, enunciada con especial énfasis por Mariátegui, tuvo un alcance general que, a lo largo del tiempo, se evidenció en el ciclo de conferencias en la Universidad Popular, en la revista Claridad desde su número 5, en el libro La escena contemporánea, en la revista Amauta, en la constitución del PSP, en la publicación de 7 ensayos y de los artículos que finalmente compusieron Defensa del marxismo, Ideología y política y El alma matinal, en el periódico Labor, en la constitución de la CGTP, etcétera, etcétera, todo lo cual significó la superación del «confusionismo y desorientación de que fatalmente se resentía la acción obrera», del «tono incipiente, balbuceante, instintivo de la acción clasista de 1919», así como, al mismo tiempo, representó la superación del anarquismo, el anarcosindicalismo, el socialismo reformista, el hayismo, todo lo cual constituyó el inicio de la transformación del proletariado de clase en sí en clase para sí.

Así, pues, la lucha de clases en el Perú de las primeras décadas del siglo XX resulta incomprensible si no se reconoce la divisoria que marcó en el movimiento popular la dirección marxista-leninista de Mariátegui.

Política

Lineamientos programáticos

 La Cuestión de la Crítica y la Autocrítica en el Programa del Partido

Eduardo Ibarra

EN EL SENO DEL PARTIDO, la crítica es un medio de elevación y cohesión ideológico-teórica y de elevación y cohesión político-orgánica, pero, como es obvio, para ello es necesario que sea consciente (con conocimiento de causa) y racional (no emotiva sino resolutiva). Asimismo, la autocrítica es, también, un medio de elevación y cohesión ideológico-teórica y de elevación y cohesión político-orgánica, pero, como es igualmente obvio, para ello es necesario que sea consciente (no forzada sino voluntaria) y racional (no enervante sino estimulante).

        Así, pues, la crítica y la autocrítica son armas marxistas para cohesionar la organización partidaria, fortalecer la unidad de su militancia y potenciar su capacidad de lucha.


Teniendo en cuenta que el ser humano es falible por principio, pero perfectible, también por principio, en el Partido todos los militantes, sin excepción, pueden cometer y, de hecho, cometen errores, pueden corregirse y, de hecho, muchos se corrigen. Por eso en la vida partidaria, la crítica y la autocrítica sirven para elevar el grado en que el militante es la encarnación de la doctrina proletaria. Precisamente por esta razón tales armas marxistas son una expresión de la solidaridad de clase en el seno del Partido. Si no estamos interesados en que un militante determinado que haya cometido un error continúe aportando a la causa partidaria, ¿lo criticaríamos? Si no estamos interesados en continuar aportando a la cusa partidaria, ¿nos autocriticaríamos? En ambos casos, lo que está en el fondo de la cuestión es, como se ve, el interés de la causa partidaria. Entonces, tanto en la crítica como en la autocrítica, el móvil del militante es la causa partidaria. La causa partidaria es el interés de la lucha de clase del proletariado, el interés de la revolución, el interés del socialismo.

Son muchos los ejemplos de crítica en el movimiento comunista internacional, y también son muchos los ejemplos de autocrítica de los maestros del proletariado. Entre nosotros, Mariátegui dio ejemplo de crítica y de autocrítica. De lo primero hay numerosos casos en su producción literaria, y el lector puede consultar especialmente «Presentación a ‘El movimiento obrero de 1919’» y «Nota polémica a ‘El conflicto minero’ por César Falcón» (Ideología y política). A propósito de lo segundo, el maestro escribió en Defensa del marxismo: «En su doble calidad de intelectual y universitario, mi amigo debe haberse escandalizado, en más de un comicio, del materialismo simplista y elemental de ortodoxos catequistas. Conozco muchos de estos casos; y yo mismo he hecho su experiencia en las primeras etapas de mi indagación del fenómeno revolucionario» (cursivas nuestras). Esta declaración es una autocrítica, y no hay manera de no reconocer que ella es una expresión de grandeza y un ejemplo a seguir.  Pero, además, en su comentario a la obra La casa de cartón, de Martín Adán, Mariátegui dejó escrito: «De la publicación de este libro soy un poco responsable; pero como todas mis responsabilidades acepto y asumo ésta sin reservas.» (Peruanicemos al Perú; cursivas nuestras). Empezando, desde luego, por la responsabilidad de sus ideas: «Acepto íntegramente la responsabilidad de mis ideas.» (Ibídem). Estas afirmaciones son expresiones de la entereza del maestro y constituye una invalorable enseñanza para el pueblo, la clase, los marxistas, los revolucionarios en general.

 

Sin embargo, puede ocurrir que algunos militantes no se ajusten al interés de la causa partidaria o confundan este interés general y permanente con algún interés parcial y temporal, por lo cual caen en un mal empleo de la crítica y la autocrítica. Esta circunstancia puede darse en grados diferentes, pero en cualquier caso es menester resolver el problema planteándolo en sus verdaderos términos.

 

Tanto la crítica como la autocrítica tienen un móvil: el interés de la causa partidaria. Y tienen, asimismo, un objetivo: cohesionar la organización partidaria, fortalecer la unidad de su militancia, potenciar su capacidad de lucha.

 

Solo cuando la militancia cumple cabalmente con el móvil y el objetivo señalados, la crítica y la autocrítica se presentan como armas marxistas.

 

Por tanto, la crítica y la autocrítica tienen que cumplir con ciertas condiciones intrínsecas al método marxista: tener en cuenta las causas sociales (la cuestión de clase), las causas históricas (la situación específica) y las causas gnoseológicas de los errores (mayor o menor asimilación del marxismo).

 

La lucha entre las dos líneas en el seno del Partido es la lucha de la línea marxista-leninista contra alguna línea oportunista (todo oportunismo no es revisionismo, pero todo revisionismo es oportunismo). En esta lucha entre líneas, la crítica y la autocrítica cumplen un papel especialmente importante: mientras tiene curso la lucha entre las dos líneas como lucha interna, en el plano orgánico la contradicción antagónica con la línea oportunista puede y debe tratarse como contradicción no antagónica. Solo cuando la línea oportunista ha sido desenmascarada y, por tanto, la lucha entre las dos líneas alcanza su punto máximo de desarrollo, esta lucha cesa de ser lucha interna pues se resuelve orgánicamente con la división de uno (el Partido) en dos (una nueva unidad de la militancia partidaria  sin los partidarios de la línea oportunista).

 

Es decir que, si normalmente la crítica tiene que salvar al paciente, en las circunstancias de la lucha entre las dos líneas esta norma juega también un papel importante. A esta cuestión puede aplicarse la afirmación mariateguiana según la cual si el socialismo es algo serio en los compañeros discrepantes, volverán a nuestras filas.

 

En el seno del pueblo, la crítica y la autocrítica son armas que sirven para desarrollar la conciencia revolucionaria y fortalecer las organizaciones populares. Por eso hay que diferenciar el empleo de esas armas entre quienes luchan por los intereses inmediatos y los objetivos de las clases trabajadoras, y entre quienes, cayendo bajo la influencia ideológica de la burguesía, se han aderezado una doctrina contraria a esos intereses y objetivos. Acerca de esto último, la más que centenaria lucha contra los desviacionistas, es cosa que el lector puede constatar a cada paso en la literatura de Marx, Engels, Lenin, Stalin, Mao y, entre nosotros, en la de Mariátegui.

 

(Dicho sea entre paréntesis: en la lucha contra la burguesía, la crítica cobra un sentido diferente. Aquí de lo que se trata es de demoler la concepción del mundo de la burguesía, desenmascarar su línea política y debilitar lo más que se pueda sus organizaciones. Las dos primeras cuestiones siguen siendo plenamente válidas en el socialismo, y la tercera puede aparecer como supervivencia de partidos de la democracia pequeño-burguesa en condiciones de supervisión mutua).

 

En las últimas décadas hemos visto que en nuestro medio se ha hecho un empleo grotesco tanto de la crítica como de la autocrítica, así como se ha hecho usanza en algunos grupos un desempleo de toda crítica y toda autocrítica marxistas; así, el principio liberal burgués de dejar hacer y dejar pasar se ha impuesto sobre el espíritu marxista. Obviamente, esta es una situación que hay que corregir bien y lo más pronto posible.

 

No solo el militante puede cometer errores, sino también la organización como tal organización. A propósito, Lenin señaló:

 

… la actitud de un partido político ante sus errores es uno de los criterios más importantes y más seguros para juzgar de la seriedad de ese partido y del cumplimiento efectivo de sus deberes hacia su clase y hacia las masas trabajadoras. Reconocer abiertamente los errores, poner al descubierto sus causas, analizar la situación que los ha engendrado y discutir atentamente los medios de corregirlos; eso es lo que caracteriza a un partido serio; en eso consiste el cumplimiento de sus deberes; eso es educar e instruir a la clase, y después a las masas. (La enfermedad infantil del «izquierdismo» en el comunismo).

 

Esta cita es una valoración de la autocrítica como medio de educación de la clase, de las masas y del propio partido y, por tanto, una forma de potenciar la influencia del Partido entre las masas.

 

Por su parte, Stalin fulminó

 

… [la] costumbre de [los oportunistas de la Segunda Internacional] de ocultar los errores, de velar los problemas espinosos, de disimular los defectos con una ostentación de falsa prosperidad que embota el pensamiento vivo y frena la educación revolucionaria del partido sobre la base de sus propios errores. (Los fundamentos del leninismo).

Obviamente, tal costumbre no fue exclusiva de los especímenes de la Segunda Internacional, sino que es característica de los oportunistas de todos los tiempos y de todos los países.

En conclusión, la crítica y la autocrítica en el seno del partido proletario es una cuestión de fundamental importancia para su permanente construcción, y ya solo por esto su exposición debe ocupar un espacio en su Programa General.

30.06.2019.

Lucha electoral

Dos Concepciones en Pugna en la Campaña Electoral de la Segunda Vuelta

César Risso

MUY POCAS PERSONAS SABEN de comunismo y menos de marxismo, y lo poco que creen saber de las experiencias de los países que en su momento transitaron por la experiencia socialista, y de los que hoy son llamados socialistas, aunque en realidad son nacionalistas con fuerte presencia del Estado, reciben información totalmente deformada de parte de las agencias internacionales imperialistas y de sus repetidoras nacionales.

El poder de la propaganda, utilizado por la derecha para la deformación de la conciencia, para la manipulación de la mente de las clases trabajadoras, se agudiza en los períodos electorales, sobre todo cuando esta siente la posibilidad de perder el gobierno del Estado burgués. Es lícito entender a la burguesía, y a quienes viven directamente de esta, que no acepte a los movimientos y propuestas de izquierda, cualquiera sea su matiz. Pero resulta sorprendente ver a humildes trabajadores, negar el socialismo y las propuestas de izquierda en general. Hasta qué punto la propaganda burguesa muestra una “realidad” que hace al propio pueblo renegar de sus intereses. Hasta qué punto el hábito de la forma de vida actual hace pensar a las personas que el capitalismo es una fatalidad, y que la única forma de salir de la pobreza solo se puede dar dentro del mismo capitalismo. Pero, si la propaganda burguesa no le diera resultado, la derecha tiene aún el recurso del fascismo, pues por este medio logra enfrentar pueblo contra pueblo en la lucha directa. Así, consiguen que una parte del pueblo luche por mantener en el poder a sus explotadores, y al sistema económico que los mantiene en la pobreza, enfrentándose a la otra parte del pueblo que lucha por la liberación de todos los explotados.

No es la propaganda de este momento la que opera en la conciencia de las clases explotadas, sino toda la propaganda previa que permanentemente hace la burguesía, que durante décadas ha ido realizando, de tal modo que “[…] parte del sentido común de hoy día es resultado de la investigación científica [propaganda burguesa] de ayer.”1

 La propaganda actual no hace sino gatillar la propaganda pasada, permanente, de la burguesía.

Sin embargo, en la conciencia de los explotados también operan los mecanismos reales, su situación personal, sus vínculos con los de su clase, la realidad misma que se le impone directamente, y que sin mediar propaganda le deja una marca indeleble. Es contra esta forma de conciencia que la burguesía opera.

Lo que Lenin dice acerca del idealismo y de cómo los intelectuales burgueses lo promueven, muy bien puede servir para interpretar la forma en que se deforma la realidad para hacer que los propios explotados defiendan a sus explotadores:

“El conocimiento no es (o no sigue) una línea recta, sino una curva, que se aproxima infinitamente a una serie de círculos, a una espiral. Todo fragmento, segmento, sección de esta curva puede ser trasformado (trasformado unilateralmente) en una recta independiente, completa, que entonces (si los árboles impiden ver el bosque) conduce al lodazal, al oscurantismo clerical (donde queda SUJETA por los intereses de clase de las clases dominantes). El carácter rectilíneo y la unilateralidad, la rigidez y la petrificación, el subjetivismo y la ceguera subjetiva: voilà [listo] las raíces gnoseológicas del idealismo. Y el oscurantismo clerical (= idealismo filosófico), por supuesto, tiene raíces gnoseológicas, no carece de fundamento; es sin duda una flor estéril, pero una flor estéril que crece en el árbol vivo del conocimiento humano, vivo, fértil, autentico, poderoso, omnipotente, objetivo, absoluto.”2

La propaganda burguesa contra la candidatura de Pedro Castillo le está jugando en contra a la derecha. El terror económico al que han sometido a la población está generando una fuerte demanda de dólares, provocando un incremento del tipo de cambio, y a la vez el retiro masivo de depósitos. La burguesía ha desatado fuerzas que es incapaz de controlar.

De parte de Keiko Fujimori, oferta de millones de empleos, de bonos, de regalos, etc., todo lo cual configura la compra disfrazada de votos, a cambio de mantener las riendas del gobierno del Estado para beneficio de la burguesía; y de otro lado, ni un solo puesto de trabajo como oferta electoral, que no sea debido al propio esfuerzo de los mismos trabajadores, esto es, la concepción de que el pueblo decidirá (embrión de gestión socialista), de que el Estado asumirá, aunque bajo la forma burocrática, esta vez, como representación efectiva de los trabajadores y las clases populares, el rol de orientar y dirigir la producción sustentada no en el interés de la burguesía, sino en el de la fuerza de trabajo, verdadero sustento de la sociedad.

        En el socialismo la democracia deja de ser formal para ser real, siendo mucho más amplia. Ya no es pues la libertad de una clase social explotadora, sino la libertad de las amplias masas populares, de las clases trabajadoras, la que se despliega tomando las riendas del gobierno para transformar el Estado, poniéndolo al servicio de los intereses del pueblo.

        Es evidente que lo que está en disputa es el gobierno del Estado burgués, de modo que no se trata de la implementación del socialismo en la eventualidad que gane las elecciones Pedro Castillo, pero sí de que se empiecen a dar algunos “gérmenes de renovación”, algunos conatos de organización de un nuevo Estado.

La brutal arremetida propagandística de la derecha contra la candidatura de Pedro Castillo, y contra el socialismo y toda la izquierda, ha terminado afectando, con sus mentiras, a la propia burguesía en sus negocios, así como en la comprensión y conocimiento de la realidad, la cual miran y creen conocer a través de la propia propaganda burguesa. En el socialismo, dicen, no se trabaja, atribuyendo con esto el trabajo únicamente a los capitalistas, es decir, consideran trabajo a obtener utilidades, en otras palabras, el trabajo para la burguesía es explotar a los trabajadores. En su mente retorcida por su práctica de obtener ganancias, creen que el trabajo solo consiste en dirigir la producción basada en la explotación de los trabajadores, negando que el trabajo es sobre todo trabajo directo, que es justamente el que realizan las clases trabajadoras.

Además, engañan y se engañan al considerar que en el socialismo no se trabaja, lo cual es un absurdo, puesto que sin creación de riqueza (bienes y servicios) no hay sociedad posible. Lo que sucede es que la burguesía no concibe la riqueza sino como ganancia y, en consecuencia, si no hay ganancia, no hay riqueza.

Como la derecha sabe del hartazgo de las clases populares de su precaria situación, creen que haciéndoles regalos, ofreciéndoles dinero, lograrán convencerlas para que voten por ellos. Es decir, los dejan en la más completa miseria, para hacerlos comer de su mano, cuando la realidad es lo inverso, las clases trabajadoras son las que dan de comer a la burguesía.

Mientras Pedro Castillo se preocupa de crear riqueza, priorizando a los informales como pequeños propietarios, que son los que atienden las necesidades de las clases populares, quienes al lado de los campesinos y pequeños productores del campo han sostenido a la población en su conjunto durante la cuarentena decretada por la pandemia; Keiko se preocupa por dar de ganar a la gran burguesía y a la burguesía imperialista, por sostener la “libertad” de saquearnos, no solo de los recursos naturales que poseemos, sino del “recurso” humano, de nuestra capacidad de trabajar y crear riqueza, sometiéndonos a la explotación, la que quieren agudizar eliminando los derechos laborales (vacaciones, gratificaciones, CTS, etc.). Y, para más ironía, llamando a quienes tienen estos derechos, privilegiados, tratando de que quienes no los tienen los vean como sus enemigos.

        La derecha ha desarrollado una propaganda electoral no en la defensa de Keiko Fujimori y de su partido, a quienes ya hace algunos años se les quitó la posibilidad de seguir representando políticamente los intereses de la burguesía, sino en asociar a Pedro Castillo y a Perú Libre con el terrorismo, con el fin de hacerlo desistir de sus propuestas más radicales, siempre enmarcadas en el capitalismo, y así asegurarse que los fundamentos del sistema capitalista se mantengan intactos en el Perú, tal como hasta ahora se ha desenvuelto. Así, la derecha ha logrado obtener de Pedro Castillo declaraciones a favor de la propiedad privada, y lo ha distanciado de Vladimir Cerrón, por lo menos del ideario presentado como plan de gobierno.

El respaldo a la candidatura de Keiko Fujimori, es en realidad el respaldo a la mantención del sistema capitalista, tarea que cualquier candidato de derecha puede muy bien cumplir, de modo que Keiko y su partido son el instrumento circunstancial de la burguesía peruana para seguir explotando a las clases trabajadoras.

En esta contienda electoral se enfrentan dos concepciones, una enteramente burguesa, y otra de raigambre popular, sustentada por lo pronto en las decisiones que el pueblo pueda tomar respecto de algunos temas centrales para la superación de las paupérrimas condiciones de vida de las clases trabajadoras.

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(1) Bunge, Mario. La investigación científica. Siglo xxi editores, 3ra edición, 2004, pág. 3.

(2) Lenin, Vladimir. Sobre el problema de la dialéctica, en Cuadernos filosóficos.

Internacionales

Colombia


Con Militarización Y Violencia El Gobierno Nacional Bloquea La Negociación

 Comunicado del Comité Nacional Paro

 30 de mayo de 2021 

A 32 DÍAS DE HABER iniciado las protestas masivas, en todo el país, en las que las y los colombianos urgen la solución a las necesidades que nos aquejan y exigimos vías democráticas para ser escuchados, el gobierno nacional sigue haciéndose el de los oídos sordos. A la fecha no ha querido establecer un proceso de negociación con los sectores sociales que aglutinan parte de las peticiones que se gritan en las calles. Se mantiene en silencio no solo frente a los válidos reclamos ciudadanos, sino que dilata de manera inconsecuente la firma de un acuerdo básico de garantías que abra el camino para instalar mesas de negociación, como forma razonable de abrir espacio a escuchar y resolver las justas razones de las movilizaciones.

El gobierno nacional ha priorizado los discursos de odio y declaraciones estigmatizantes y el tratamiento militar contra quienes ejercemos el legítimo derecho a la protesta. Los miles de detenidos, los cientos de heridos, de ellos 51 con lesiones oculares y los más de 70 personas asesinadas, 14 de ellas en la noche del viernes en Cali, por la policía y por personas vestidas de civil que acompañan a efectivos de policía, dan cuenta del horror desatado, inadmisible en cualquier Estado democrático. Igualmente, el Presidente de la República y el gobierno siguen guardando un silencio cómplice con el uso desmedido de la fuerza por parte de la policía, el ESMAD, al igual que el ataque de grupos civiles que actúan al lado de agentes estatales en contra de quienes ejercemos el derecho a la protesta.

En los últimos dos días, la simulada voluntad de negociación del gobierno nacional, resultado de la contundencia de la protesta social y de la presión internacional, se desvaneció por completo, son múltiples y nítidas sus expresiones: el Ministro del Interior desautorizó a dos viceministros que habían ya firmado un acuerdo para aliviar el corte de vía en Buenaventura, en una alocución desde Cali el Presidente anuncia el más grande despliegue militar en el sur occidente, el Ministro de Justicia Wilson Ruiz, afirma que se trata de una estrategia de difamación contra el Estado colombiano y que las muertes de manifestantes han sido en incidentes aislados como riñas callejeras, hurtos, etc., y el Consejero para la Estabilización, Emilio Archila señala en una entrevista que los bloqueos son ilegales y deben ser levantados de manera inmediata para poder iniciar una negociación.

El viernes al final de la noche el país conoce el decreto 575, que impone asistencia militar a 8 gobernadores y 13 alcaldes. Se trata de una conmoción interior parcial y de facto, que elude el control constitucional, involucra a los militares en el manejo de la protesta y subordina las autoridades civiles a los mandos militares, configurando con ello un golpe de Estado. Al respecto son muy esclarecedoras las últimas declaraciones de la CIDH “Reitera las obligaciones internacionales del Estado en seguridad interna, y los estándares interamericanos que disponen que la participación de las fuerzas armadas en tareas de seguridad debe ser extraordinaria, subordinada, complementaria, regulada y fiscalizada”, y “Los Estados deben respetar, proteger, facilitar y promover el derecho a la protesta social, y que todo uso legítimo de la fuerza debe observar principios de legalidad, absoluta necesidad y proporcionalidad”.

El escalamiento de las medidas militares y policiacas agravan la ya muy delicada situación de derechos humanos, se bloquea, se malogra y se desperdician los esfuerzos realizados para iniciar la negociación, prolongando innecesariamente y a altísimos costos, una solución, que en todo caso será a través de una negociación.

Después de seis días, en la madrugada de hoy el gobierno nacional nos envió observaciones y ajustes al preacuerdo de garantías de protesta que habíamos logrado cerrar después de 9 días de exploración y concertación el pasado lunes 24 de mayo. Con los “ajustes” el gobierno pretende que iniciemos de nuevo la discusión, saca temas cruciales en los que teníamos acuerdo como la desmilitarización y el no uso de la asistencia militar para la protesta, la autonomía de las autoridades locales en el manejo de las protestas, el no uso de armas de fuego en las protestas, la excepcionalidad y los límites para la intervención del ESMAD, la apertura de un debate sobre la reforma de la Policía, el uso de instrumentos del acuerdo de paz para avanzar en la solución de este conflicto, las declaraciones condenando las violaciones de derechos humanos y la estigmatización en las protestas y la comisión de garantías que realizaría seguimiento al acuerdo, entre otras. Además, incorporan una exigencia al Comité Nacional de Paro, para que condenemos y criminalicemos los cortes temporales de vías, o mal llamados “bloqueos”, desconociendo la postura que hemos hecho pública y las decisiones que se han tomado en varios territorios de reorientar los cortes de vías.

No se trata de ajustes en la redacción como habían anunciado, se trata de deshacer el preacuerdo logrado y con ello cerrar cualquier posibilidad de la negociación. Es importante recordar que en la comisión del gobierno encabezada por el comisionado de paz participaron los ministros de trabajo, vivienda y del interior, consejería de derechos humanos, la subdirección de planeación, funcionarios del ministerio de defensa y la Policía Nacional y una gran cantidad de asesores de varios ministerios, y que cada palabra, cada renglón y cada párrafo acordado fue intensamente discutido y consultado por ellos. Lo que nos lleva a concluir que la pretendida voluntad para negociar que expresaba el anterior comisionado de paz ya no existe en el gobierno nacional y que se ha impuesto una política de guerra contra el Paro Nacional.

Todo esto coincide con las declaraciones del expresidente Uribe en una entrevista a un periódico español donde señala que al Presidente Duque le falta firmeza en el manejo del paro y con la declaración del partido de gobierno, el Centro Democrático, donde solicitan militarización y rechazan cualquier negociación con el Comité Nacional de Paro.

El Comité Nacional de Paro, coincide y agradece las declaraciones del representante especial de Secretario General de la ONU, cuando señala “la necesidad de fortalecer el diálogo como instrumento fundamental para resolver los conflictos”, y la declaración de 17 embajadores de la Unión Europea manifiestan “respaldamos el diálogo y la negociación como la única vía para una salida sostenible a la crisis”. Igualmente nos alegra y acompañamos a los gobernadores y alcaldes que han manifestado su rechazo al decreto 575 y el anuncio de continuar buscando la vía del diálogo.

Tenemos la convicción de que en el marco del Estado Social y Democrático de Derecho podremos resolver este conflicto mediante el diálogo y la negociación y exigimos que se firme el preacuerdo de garantías logrado el 24 de mayo, al gobierno nacional y a quienes acompañan este proceso de interlocución, Monseñor Héctor Fabio Henao de la Conferencia Episcopal, a Carlos Ruiz Massieu jefe de la Misión de Verificación de la ONU, y Julieth de Rivero jefa en Colombia de la Oficina de la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, personas e instituciones que han venido acompañando este proceso.

El Paro Nacional continua, y por ello convocaremos a realizar las más grandes organizadas y pacíficas movilizaciones de nuestra historia, a impulsar un gran diálogo con la juventud y la sociedad sobre las agendas de cambio que la ciudadanía está exigiendo en las calles y a convocar a una cumbre social y política en defensa de la democracia.

¡¡¡A PARAR PARA AVANZAR!!!

¡¡¡VIVA EL PARO NACIONAL!!!

 

COMITÉ NACIONAL DE PARO

 

Bogotá, 30 de mayo de 2021

 

 


CREACIÓN HEROICA