Nota:
Republicamos a continuación
los textos divulgados en esta mismas páginas en oportunidad del primero de mayo
de 2014, incluida la nota de presentación de entonces.
Además,
publicamos un artículo de César Risso que se agrega a la reflexión sobre el Primero
de Mayo y su relación con la lucha del proletariado por el poder.
01.05.2015.
Comité
de Redacción
Nota:
Publicamos a continuación tres textos sobre
el Día Internacional de los Trabajadores: uno de Manuel Gonzáles Prada y dos de
José Carlos Mariátegui. De esta forma se puede constatar dos cosas: por un
lado, que el marxismo de Mariátegui empalmó con la tradición de la política de
la clase obrera peruana, y, por otro, que, precisamente sobre esta base, superó
las limitaciones del socialismo reformista en sus distintas variantes.
Gonzales Prada
escribió una conferencia y cinco artículos en conmemoración del Día
Internacional de los Trabajadores: Conmemorando
el 1º de Mayo fiesta universal (1905); El
intelectual y el obrero (conferencia dictada el 1º de mayo de 1905 en la
Federación de Obreros Panaderos); El
Primero de Mayo (1906); Primero de
Mayo (1907); Primero de Mayo
(1908); Primero de mayo (1908); Primero de Mayo (1909).
La conferencia El intelectual y el obrero forma parte
del libro Horas de lucha (1908), mientras los artículos
fueron publicados en la revista Los
Parias, y más tarde incorporados al libro Anarquía.
José Carlos
Mariátegui escribió dos artículos sobre el tema: El 1º de mayo y el frente
único (1924) y Admonición del 1º de
mayo (1929). El primero fue publicado en El Obrero Textil, Nº 59, y el segundo en Labor, Nº 8. Ambos aparecen actualmente formando parte del libro Ideología y Política.
Mientras
Mariátegui era explícito en cuanto al frente unido de la clase (“El 1º de Mayo
es, en todo el mundo, un día de unidad del proletariado revolucionario, una
fecha que reúne en un inmenso frente único internacional a todos los
trabajadores organizados”), y absolutamente claro en cuanto a su objetivo
(“Para nuestra Vanguardia obrera, cada 1º de Mayo representaría muy poco si no
señalara una etapa en su propia lucha por el socialismo”); el discurso de
Gonzales Prada peca por momentos de retórica y es indefinido en cuanto al
objetivo de la lucha proletaria, aunque, en honor a la verdad, hay que recordar
que, en el artículo Conmemorando el 1º de
mayo fiesta universal, no se
presentó tan indefinido: “Lejos del socialismo depresor que, sea cual fuere su
forma, es una manera de esclavitud o un remedo de la vida monacal; lejos
también del individualista egoísta que profesa el ¡Dejar hacer, dejar pasar, y
el cada uno para sí, cada uno en su casa”, divisamos una cumbre lejana donde
leemos esta única palabra: ANARQUÍA”.
Entonces el
anarquismo se consideraba una tendencia del socialismo, y por esto el propio
Gonzáles Prada sostenía que “no hay socialismo sino muchos socialismos” (Conmemorando el 1º de mayo…).
Por eso,
mientras en la tesis Antecedentes y
Desarrollo de la Acción Clasista, José Carlos Mariátegui señaló que “Las
primeras manifestaciones de propaganda ideológica revolucionaria son en el
Perú, la que suscita, a principios del siglo actual, en pensamiento radical de
Gonzales Prada”; en 7 Ensayos precisó
que “De su tiempo fue el materialismo histórico. Sin embargo, el pensamiento de
Gonzáles Prada, que no impuso nunca límites a su audacia ni a su libertad, dejó
a otros la empresa de crear el socialismo peruano”.
La benemerencia
de algunas tendencias del socialismo reformista peruano es cosa reconocida en
la literatura mariateguiana –y en la nuestra, dicho sea de paso–, pero esto no
obsta para reconocer al mismo tiempo que, por sus consustanciales limitaciones,
tales tendencias dejaron a otros –a Mariátegui y su grupo– la empresa de crear
el Socialismo Peruano.
Así, pues, Mariátegui
y su grupo crearon los Fundamentos del Socialismo Peruano con su interpretación
marxista de nuestra realidad concreta y la fundación del PSP y de la CGTP.
Entre el
artículo de Gonzales Prada El primero de
mayo, que publicamos aquí, y el artículo El 1º de mayo y el frente único de Mariátegui, mediaron quince
años: período de decantación ideológica, de clarificación, de deslindes y
alineamientos. Este proceso tuvo seis hitos: la pérdida de la hegemonía del
anarquismo sindical en el movimiento obrero; la publicación de la revista Nuestra Época; la aparición del
periódico La Razón; el comienzo, en
1923, de la interpretación marxista de nuestra realidad realizada por
Mariátegui; la fundación del PSP en octubre de 1928; y la fundación de la CGTP
en mayo de 1929.
De la afirmación
mariateguiana sobre Gonzales Prada en 7
Ensayos, citada arriba, se desprende limpiamente que cuando el maestro
habla de socialismo peruano, no está hablando del variopinto socialismo en
general, sino del socialismo marxista en particular.
Esto da al traste
con la oportunista pretensión de amalgamar tras el término socialismo peruano
tanto al socialismo reformista de todo pelo con el socialismo marxista:
marxista-leninista, para mayor precisión (ver el numeral 4 del Programa del Partido, en Ideología y Política, p.160).
El frente unido
del proletariado, peruano e internacional, es una necesidad absoluta. Pero esta
unidad debe servir a la lucha por el socialismo. Esta era la convicción de José
Carlos Mariátegui, y es también la nuestra.
Por eso nuestra
celebración del 1º de Mayo no tiene un sentido de mera recordación de los
mártires de Chicago, sino un sentido revolucionario. Esto explica el deslinde
que contiene la presente nota.
Que el lector
medite sobre los conceptos mariateguianos acerca del frente unido de los
trabajadores y a propósito de su llamado a la lucha por el socialismo.
Comité
de Redacción.
Primero
de Mayo
Manuel
González Prada.
SI LOS PROLETARIOS DE AMERICA y Europa se
congregaran hoy para únicamente celebrar la fiesta del trabajo, merecerían ser
llamados ingenuos, infelices y hasta inconscientes, pues no harían más que
sancionar su miseria y su esclavitud. Examinando bien los hechos, sin dejarnos
alucinar por la fraseología de sociólogos oficiales y oficiosos, ¿qué diferencia
hay entre el esclavo antiguo (que era la propiedad o la cosa del amo) y el
trabajador moderno que sigue siendo el autómata o la máquina del patrón? Vemos
una sola diferencia: en la Antigüedad el vencedor esclavizaba al vencido,
francamente, proclamando el derecho de la fuerza, sosteniendo que unos habían
nacido para mandar y otros para obedecer, mientras en las sociedades modernas
el letrado y el capitalista explotan al ignorante y al obrero, hipócritamente,
predicando la evangélica máxima del amor al prójimo, hablando de libertad,
igualdad y fraternidad.
El trabajo, tal
como se halla organizado y tal como desearían conservarle los capitalistas, se
reduce a la explotación de muchos por unos pocos, al sometimiento servil de la
gran masa bajo la voluntad omnipotente de algunos privilegiados, a la
eternización de un verdadero régimen de castas en que los de arriba gozan de
luz y bienestar mientras los de abajo vegetan en la ignorancia y las
privaciones. Ese trabajo manual (tan encarecido por los traficantes y los
ociosos) no siempre dignifica y engrandece. Trabajar para recoger todo el fruto
de su labor o hacerlo voluntariamente para transformar el Globo en una morada
cómoda y salubre, concediéndose las horas necesarias al solaz, a la instrucción
y al sueño, es digno del hombre; pero bregar y esquilmarse para que otros
reporten los beneficios o hacerlo obligadamente para sólo dulcificar la vida de
los amos, negándose el descanso indispensable, comiendo mal, durmiendo poco,
vistiéndose de guiñapos y no conociendo más placeres que el trago de
aguardiente y la procreación, es indigno del hombre.
No faltan
desgraciados que merced a ese régimen degeneran al punto de transformarse en
animales de tracción y de carga, con la circunstancia de tener menos descanso y
menos pitanza que el asno y la mula. Pero (qué mula ni qué asno! Hombres hay
convertidos en algo inferior a las acémilas, en verdaderos aparatos que sólo
realizan actos puramente mecánicos. Han perdido todo lo humano y, primero que
nada, el instinto de la rebelión. No les hablemos de reclamar sus derechos, de
pedir lo suyo, de adquirir la dignidad de hombres: no entenderán nuestras
palabras y se volverán contra nosotros para defender a su verdugo y a su Dios
–el capitalista.
Felizmente la
luz va penetrando en el cerebro de los proletarios y muchos comprenden ya que
el 1 de mayo, para no ser una fiesta ridícula o pueril, debe significar algo
más que la glorificación del trabajo. Se congregan hoy para recordar a los
buenos luchadores que señalaron el camino y para reconocerse, estrechar las
filas, cambiar ideas y acelerar el advenimiento del gran día rojo. Y decimos
rojo, pues no incurriremos en la ingenuidad o simpleza de imaginarnos que la
Humanidad ha de redimirse por un acuerdo amigable entre los ricos y los pobres,
entre el patrón y el obrero, entre la soga del verdugo y el cuello del
ahorcado. Toda iniquidad se funda en la fuerza, y todo derecho ha sido
reivindicado con el palo, el hierro o el plomo. Lo demás es teoría, simple
teoría.
El
Frente Único y el Primero de Mayo
José
Carlos Mariátegui
EL 1° DE MAYO ES, EN TODO EL MUNDO, un día
de unidad del proletariado revolucionario, una fecha que reúne en un inmenso
frente único internacional a todos los trabajadores organizados. En esta fecha
resuenan, unánimemente obedecidas y acatadas, las palabras de Carlos Marx:
"Proletarios de todos los países, uníos". En esta fecha caen
espontáneamente todas las barreras que diferencian y separan en varios grupos y
varias escuelas a la vanguardia proletaria.
El 1° de Mayo
no pertenece a una Internacional: es la fecha de todas las Internacionales.
Socialistas, comunistas y libertarios de todos los matices se confunden y se
mezclan hoy en un solo ejército que marcha hacia la lucha final.
Esta fecha, en
suma, es una afirmación y una instalación de que el frente único proletario es
posible y es practicable y de que a su realización no se opone ningún interés,
ninguna exigencia del presente.
A muchas
meditaciones invita esta fecha internacional. Pero para los trabajadores
peruanos la más actual, la más oportuna es la que concierne a la necesidad y a
la posibilidad del frente único. Últimamente se han producido algunos intentos
seccionistas. Y urge entenderse, un concretarse para impedir que estos intentos
prosperen, evitando que socaven y que minen la naciente vanguardia proletaria
del Perú.
Mi actitud,
desde mi incorporación en esta vanguardia, ha sido siempre la de un fautor
convencido, la de un propagandista fervoroso del frente único. Recuerdo haberlo
declarado en una de las conferencias iniciales de mi curso de historia de la
crisis mundial. Respondiendo a los primeros gestos de resistencia y de
aprensión de algunos antiguos y hieráticos libertarios, más preocupados de la
rigidez del dogma que de la eficacia y la fecundidad de la acción, dije
entonces desde la tribuna de la Universidad Popular: "Somos todavía pocos
para dividirnos. No hagamos cuestión de etiquetas ni de títulos."
Posteriormente
he repetido estas o análoga palabras. Y no me cansaré de reiterarlas. El
movimiento clasista, entre nosotros, es aún muy incipiente, muy limitado, para
que pensemos en fraccionarle y escindirle. Antes de que llegue la hora,
inevitable acaso, de una división, nos corresponde realizar mucha obra común,
mucha labor solidaria. Tenemos que emprender juntos muchas largas jornadas. Nos
toca, por ejemplo, suscitar en la mayoría del proletariado peruano, conciencia
de clase y sentimiento de clase. Esta faena pertenece por igual a socialistas y
sindicalistas, a comunistas y libertarios. Todos tenemos el deber de sembrar
gérmenes de renovación y de difundir ideas clasistas. Todos tenemos el deber de
alejar al proletariado de las asambleas amarillas y de las falsas
"instituciones representativas". Todos tenemos el deber de luchar
contra los ataques y las represiones reaccionarias. Todos tenemos el deber de
defender la tribuna, la prensa y la organización proletaria. Todos tenemos el
deber de sostener las reivindicaciones de la esclavizada y oprimida raza
indígena. En el cumplimiento de estos deberes históricos, de estos deberes
elementales, se encontrarán y juntarán nuestros caminos, cualquiera que sea
nuestra meta última.
El frente único
no anula la personalidad, no anula la filiación de ninguno de los que lo
componen. No significa la confusión ni la amalgama de todas las doctrinas en
una doctrina única. Es una acción contingente, concreta, práctica. El programa
del frente único considera exclusivamente la realidad inmediata, fuera de toda
abstracción y de toda utopía. Preconizar el frente único no es, pues,
preconizar el confusionismo ideológico. Dentro del frente único cada cual debe
conservar su propia filiación y su propio ideario. Cada cual debe trabajar por
su propio credo. Pero todos deben sentirse unidos por la solidaridad de clase,
vinculados por la lucha contra el adversario común, ligados por la misma
voluntad revolucionaria, y la misma pasión renovadora. Formar un frente único
es tener una actitud solidaria ante un problema concreto, ante una necesidad
urgente. No es renunciar a la doctrina que cada uno sirve ni a la posición que
cada uno ocupa en la vanguardia, la variedad de tendencias y la diversidad de
matices ideológicos es inevitable en esa inmensa legión humana que se llama el
proletariado. La existencia de tendencias y grupos definidos y precisos no es
un mal; es por el contrario la señal de un periodo avanzado del proceso
revolucionario. Lo que importa es que esos grupos y esas tendencias sepan
entenderse ante la realidad concreta del día. Que no se esterilicen bizantinamente
en ex confesiones y excomuniones reciprocas. Que no alejen a las masas de la
revolución con el espectáculo de las querellas dogmáticas de sus predicadores.
Que no emplean sus armas ni dilapiden su tiempo en herirse unos a otros, sino
en combatir el orden social sus instituciones, sus injusticias y sus crímenes.
Tratemos de
sentir cordialmente el lazo histórico que nos une a todos los hombres de la
vanguardia, a todos los fautores de la renovación. Los ejemplos que a diario
nos vienen de fuera son innumerables y magníficos. El más reciente y
emocionante de estos ejemplos es el de Germaine Berthon. Germaine Berthon,
anarquista, disparó certeramente su revólver contra un organizador y conductor
del terror blanco por vengar el asesinato del socialista Jean Jaurés. Los
espíritus nobles, elevados y sinceros de la revolución, perciben y respetan,
así, por encima de toda barrera teórica, la solidaridad histórica de sus
esfuerzos y de sus obras. Pertenece a los espíritus mezquinos, sin horizontes y
sin alas, a las mentalidades dogmáticas que quieren petrificar e inmovilizar la
vida en una fórmula rígida, el privilegio de la incomprensión y del egotismo
sectarios.
El frente único
proletario, por fortuna, es entre nosotros una decisión y un anhelo evidente
del proletariado. Las masas reclaman la unidad. Las masas quieren fe. Y, por
eso, su alma rechaza la voz corrosiva, disolvente y pesimista de los que niegan
y de los que dudan, y busca la voz optimista, cordial, juvenil y fecunda de los
afirman y de los que creen.
Admonición
del 1º de Mayo
José
Carlos Mariátegui
LA CONMEMORACIÓN DEL 1º DE MAYO, ha ido
adquiriendo, en el proceso de la lucha por el socialismo, un sentido cada vez
más profundo y preciso. Hace ya mucho tiempo que no se reduce a la
conmemoración de los mártires de Chicago. Ese fue su punto de partida. Desde
1888 en que el Congreso de París instituyó esta conmemoración, el proletariado
mundial ha recorrido una parte considerable del camino que conduce a la
realización de sus ideales de clase. En este tiempo, se han sucedido, en su
historia, muchas jornadas de luto y también muchas jornadas de gloria. La clase
obrera ha entrado en su mayor edad. La crónica de su ascensión económica y
política, registra siempre grandes acontecimientos, que impiden al proletariado
limitar la significación del 1º de .Mayo a una sola efemérides. La
experimentación, la actuación del socialismo ha empezado desde 1918. Quedan aún
por ganar las más difíciles y largas batallas. Pero, en la lucha, la clase
obrera acrecienta incesantemente su capacidad para crear un nuevo orden: el
orden socialista.
El 1º de mayo,
afirma todos los años la solidaridad internacional de los trabajadores. Es la
fecha internacional, universal por excelencia. En su celebración coinciden las
avanzadas del proletariado de los cinco continentes. En este hecho reside su
mayor significación revolucionaria. Lo sienten bien los nacionalismos
reaccionarios cuando, como el fascismo, en Italia, se empeñan en proscribir
esta fecha del sentimiento de la clase trabajadora. Empeño inútil, porque nada
dará un carácter más religioso y profundo a la conmemoración del 1º de Mayo en
el espíritu de cada obrero, que la persecución y condenación reaccionarias. El
fascismo está resucitando en Italia la edad heroica de las catacumbas. Este día
transcurre hoy en Italia, sin comicios, sin huelga, sin himnos revolucionarios,
sin banderas rojas; pero en mil hogares escondidos se jura, con más fervor y
resolución que nunca, la fe en el socialismo.
Hay que
desterrar del 1º de mayo, todo lo que en mucho ha tenido, y tiene todavía, el
rito mecánico de simple efemérides. La lucha por el socialismo no se nutre de
evocaciones dolientes o coléricas ni de esperanzas exaltadas. Es, antes que
nada, acción concreta, realidad presente. Trabajan por el advenimiento de una
sociedad nueva los que todo el año disciplinada, obstinadamente, combaten por
el socialismo; no los que en ésta u otra fecha sienten un momentáneo impulso de
motín o asonada.
Para nuestra
Vanguardia obrera, cada 1º de mayo representaría muy poco si no señalara una
etapa en su propia lucha por el socialismo. Año tras año, esta fecha plantea
cuestiones concretas, actuales. ¿Cuáles han sido los resultados y la
experiencia de la acción desarrollada? ¿Cuáles son las tareas del porvenir? El
problema que hoy se presenta, en primer plano, es sin duda, un problema de
organización. La vanguardia obrera tiene el deber de impulsar y dirigir la
organización del proletariado peruano, misión que reclama un sentido de
responsabilidad, al cual no es posible elevarse sino en la medida en que se
rompa con el individualismo anarcoide, con el utopismo explosivo e intermitente
de los que antes, guiando a veces las masas, se imaginaban que se les conduce
hacia un orden nuevo con la sola virtud de la negación y la protesta.
Reivindiquemos íntegra, absolutamente, el derecho de asociación de los
trabajadores, su libertad de organización legal, en las ciudades, las minas y
las haciendas. Y asumamos la tarea de que la reclamación de este derecho, sea
la afirmación de una capacidad. He aquí la obra por cumplir; he aquí la misión
por absolver. Que el 1º de mayo sirva esta vez para que, comprendiéndolo,
afirmemos, sin inútil declamación, la voluntad y la aptitud de realizarlas.
La
Comuna de París y el 1º de Mayo
Eduardo
Ibarra
EL 18 DE MARZO DE CADA SE CONMEMORA el
aniversario de la Comuna de París de 1871, primera revolución socialista de la
historia. Aunque derrotada, la Comuna de París sirvió para descubrir la forma
de la dominación política del proletariado. Por eso, en la Introducción que escribió para la tercera edición alemana de La
guerra civil en Francia, de Carlos Marx (1891), Federico Engels escribió:
“Ultimamente las palabras ‘dictadura del proletariado’ han vuelto a sumir en
santo terror al filisteo socialdemócrata. Pues bien, caballeros, ¿queréis saber
qué faz presenta esta dictadura? Mirad a la Comuna de París: ¡he ahí la
dictadura del proletariado!”
La dictadura
del proletariado es la forma de dominación política que, en un largo proceso
histórico, viabilizará la extinción de las clases, la lucha de clases y el
Estado, y por lo tanto la emancipación de la humanidad de toda explotación
económica, de toda opresión política y de toda dominación ideológica del hombre
por el hombre. Por eso la Comuna de París representa el Programa Máximo del
proletariado, aunque, por razones conocidas, sus medidas económicas quedaran
por debajo de lo que se espera de cualquier revolución socialista.
Así, pues, la
dictadura del proletariado es una dictadura en extinción.
Pero, si la
Comuna de París representa el Programa Máximo del proletariado ¿por qué el Día
Internacional de los Trabajadores es el 1º de Mayo, y no el 17 de marzo?
Después de la
derrota de la Comuna de París, el movimiento obrero vióse ante la necesidad de
realizar una labor lenta de educación y organización, y, así, la Asociación Internacional de los Trabajadores se
propuso luchar por una legislación que mejorara las condiciones de vida de los
trabajadores: subsidios de desempleo, protección social, etcétera, y
especialmente por la instauración de la jornada de ocho horas.
Mariátegui
observa al respecto: “La función de la segunda Internacional fue casi
únicamente una función organizadora. Los partidos socialistas de esa época
efectuaban una labor de reclutamiento. Sentían que la fecha de la revolución
social se hallaba lejana. Se propusieron, por consiguiente, la conquista de
algunas reformas interinas”.
En noviembre de
1884 se había celebrado en la ciudad de Chicago el “IV Congreso de la American
Federation of Labor“, en el que se propuso que a partir del 1º de mayo de 1886
se obligaría a las patronales a respetar la jornada laboral de 8 horas para
todos los trabajadores, y se hizo un llamado a defender este derecho.
En 1886 la
lucha de los trabajadores obligó al presidente Andrew Johnson a promulgar la
ley “Ingersoll”, que reconocía la jornada laboral de 8 horas.
Sin embargo las
patronales no acataron la indicada ley y amenazaron a los trabajadores con el
despido si se negaban a cumplir las prolongadas jornadas que ellos decidían
arbitrariamente. Entonces el gobierno se hizo el desentendido.
Pero los
fortalecidos sindicatos se movilizaron ante semejante contubernio. Se convocó
entonces una huelga general, y el primero de mayo de ese mismo año, los obreros
paralizaron la producción en todo el país.
El gobierno
desató entonces una brutal represión contra los movilizados trabajadores, y,
después de varios días de enfrentamientos, el 4 de mayo, en medio de una huelga
en la Haymarket Square de Chicago, una mano anónima arrojó una bomba contra las
fuerzas policiales que intentaban disolver la manifestación por la fuerza, con
un saldo de varios policías muertos.
Entonces el
gobierno culpó a las principales dirigentes de la huelga, los que fueron sometidos
a una parodia de juicio, calificándoseles de traidores al orden establecido y
enemigos de la patria y finalmente condenados a muerte.
De los ocho
obreros enjuiciados, August Spies, Albert Parsons, Adolph Fischer y George
Engel fueron ahorcados el 11 de noviembre de 1887.
Entonces, el IV
Congreso de la Segunda Internacional, celebrado en París en 1889, acordó el 1º
de mayo como el Día Internacional de los Trabajadores en homenaje a los
mártires de Chicago.
El significado
de esta fecha es que la clase obrera internacional tiene un común interés
inmediato, de donde se desprende la necesidad de la solidaridad de clase.
Mariátegui anotó al respecto: “Pertenece a los espíritus mezquinos, sin
horizontes y sin alas, a las mentalidades dogmáticas que quieren petrificar e
inmovilizar la vida en una fórmula rígida, el privilegio de la incomprensión y
del egotismo sectarios”.
Por eso, en las
notas preparatorias de su conferencia El
fracaso de la Segunda Internacional,
sustentada el 30 de junio de 1923, escribió: “… soy partidario antes que nada
del frente único proletario. Tenemos que emprender juntos muchas largas
jornadas. Causa común contra el amarillismo. Antes que agrupar a los
trabajadores en sectas o partidos agruparlos en una sola federación. Cada cual
tenga su filiación, pero todos el lazo común del credo clasista”.
Por otro lado,
el acuerdo de la Segunda Internacional acerca del Día Internacional de los
Trabajadores expresa la teoría marxista acerca del papel de las masas en la
historia, y, específicamente, su posición contraria a todo egotismo sectario.
El marxismo es la conciencia política del proletariado internacional, pero no
todos los trabajadores son marxistas, y esto es algo que hay que tener en
cuenta.
El 1º de Mayo
representa, pues, la lucha reivindicativa de la clase obrera, y, precisamente
por esto, su relación con el 17 de Marzo, aniversario de la Comuna de París, es
la misma que existe entre el Programa Mínimo y el Programa Máximo del
proletariado.
Por lo tanto,
de lo que se trata es de ligar la lucha reivindicativa de la clase obrera a la
lucha por el socialismo. Por eso Mariátegui señaló: “Para nuestra Vanguardia
obrera, cada 1º de mayo representaría muy poco si no señalara una etapa en su
propia lucha por el socialismo”.
El socialismo:
he aquí el objetivo del proletariado internacional y de los pueblos del mundo.
Ciertamente
solo el socialismo salvará a la humanidad, pues únicamente en sus condiciones
económicas y sociales será posible crear poco a poco las premisas para la
desaparición de las clases, la lucha de clases y el Estado.
Este es el
camino abierto por la gloriosa Comuna de París, cuyos principios brillarán
eternamente en la historia.
01.05.2014.
Lucha Reivindicativa y Lucha Revolucionaria
César Risso
LA LUCHA REIVINDICATIVA
DEL proletariado peruano, que hacemos extensiva a la lucha de todos los
trabajadores, sometidos bajo una u otra forma a la explotación de los
capitalistas, ha sido sobrepasada en
estos últimos años por la confrontación con las actividades extractivas de las
empresas transnacionales asentadas en nuestro país. Es el caso de los proyectos
mineros Conga y Tía María, dos casos emblemáticos que están en curso.
Esto pone en evidencia que la lucha
reivindicativa está centrada actualmente no en la mejora de las condiciones de
trabajo, es decir, en la lucha por la reducción de la explotación del
trabajador bajo la forma asalariada por los capitalistas, sino en la lucha por
la preservación del medio ambiente donde realizan sus actividades los pequeños
agricultores, los comuneros de la sierra y los comuneros de la selva.
Si bien es cierto esta situación permite
organizar en frentes regionales a los pobladores para enfrentar a estas
empresas y sus proyectos, uniendo a los obreros con los pequeños agricultores,
con los comuneros de la sierra y de la selva, y con los diversos sectores de la
pequeña burguesía; también es cierto que distrae al proletariado de la lucha
directa contra el capital por la eliminación de la explotación de los
trabajadores.
Es necesario entonces hacer extensiva la
crítica del capitalismo desde la situación de explotación del trabajador, por
las bajas remuneraciones, por la ampliación de la jornada de trabajo, por la
reducción de los derechos laborales, pasando por la crítica a la cultura burguesa
en general, hasta la denuncia por la contaminación del medio ambiente, con el
consiguiente envenenamiento de los trabajadores de las mismas empresas
extractivas, y de los pobladores de las zonas donde se desarrollan estos
proyectos.
Tenemos la tarea de denunciar la ligazón
que existe entre la explotación capitalista de los trabajadores y la
contaminación del medio ambiente por parte de las empresas capitalistas. Esto
debe dar como resultado la unidad de todas las luchas de los trabajadores, con el
fin de enfrentar a la totalidad de la actividad capitalista en nuestro país,
reconociendo que es justamente este sistema el que produce estos males.
Esta responsabilidad del capitalismo en
el deterioro del medio ambiente, que se expresa concretamente en la destrucción
de los medios de vida de las comunidades nativas, así como de las comunidades
campesinas, en la competencia por el recurso agua, etc., se da por la sed de
ganancia de las empresas transnacionales de los países imperialistas: por la
ley de la plusvalía.
La lucha contra cada proyecto extractivo
en particular, se transformará así en la lucha contra todos los proyectos
extractivos en general, lo cual se transformará finalmente en la lucha contra
todo el sistema capitalista, transformando la lucha reivindicativa en lucha
revolucionaria.
Esta lucha exige pasar de la
organización local y regional de los trabajadores, a la organización nacional
de los mismos. Si bien es cierto esta organización ya se ha dado, sin embargo
no tiene la capacidad efectiva de dirigir a sus agremiados. Para ello es
fundamental la propaganda socialista. Debemos entender la organización no solo
como el organismo representativo burocráticamente de las masas trabajadoras,
sino como la organización consciente, en el sentido de la asimilación del
ideario clasista en la perspectiva de la transformación revolucionaria del
capitalismo en socialismo.
Debemos reconocer que la lucha contra
todo el sistema capitalista para construir el socialismo exige la dirección
proletaria. La pequeña burguesía no tiene la capacidad de dirigir la lucha
contra el capitalismo debido a sus aspiraciones de clase, pero puede
eventualmente significar un contingente, puesto en una situación de
imposibilidad de desarrollar sus actividades por la agresión del capital
imperialista, que tome conciencia de la necesidad de la derrota del capitalismo
y de la construcción de un orden económico superior, sumándose así a la lucha
directa contra el capital.
La lucha, aparentemente espontánea, de
las masas encabezadas por el proletariado, es el fruto de todo el trabajo
previo de propaganda y organización, sin el cual estas luchas carecerán del
objetivo histórico del proletariado: el derrocamiento del capitalismo y la
construcción del socialismo.
“Pasa, sobre todo, que a la revolución
no se llega sólo por una vía fríamente conceptual. La revolución más que una
idea, es un sentimiento. Más que un concepto, es una pasión. Para comprenderla
se necesita una espontánea actitud espiritual, una especial capacidad
psicológica.” (LA ESCENA CONTEMPORÁNEA. El Grupo Clarté. José Carlos
Mariátegui)
Para transformar el concepto, que expresa la necesidad de superación del capitalismo,
en sentimiento, se debe desarrollar
un arduo trabajo de educación socialista, de propaganda socialista. El
sentimiento de las masas trabajadoras en la actualidad no es otra cosa que la
interiorización de los conceptos desarrollados y propagandizados
permanentemente en la lucha contra el capital. Y la “espontánea actitud
espiritual”, y “una especial capacidad psicológica” son el resultado de las
condiciones materiales de existencia de las clases explotadas en el sistema
capitalista.
Por ello J. C. Mariátegui afirma que “La
premisa política, intelectual, no es menos indispensable que la premisa
económica. No basta la decadencia o agotamiento del capitalismo. El socialismo
no puede ser la consecuencia automática de una bancarrota; tiene que ser el
resultado de un tenaz y esforzado trabajo de ascensión.” (DEFENSA DEL MARXISMO.
Posición del Socialismo Británico. José Carlos Mariátegui)
Para esto debemos ligar cada lucha
concreta con el objetivo final. Y esta ligazón debe fundamentarse en la
propaganda cotidiana en las diversas formas de lucha, haciendo conocido el
socialismo.
Los movimientos espontáneos de los trabajadores,
no pasan de ser lucha defensiva, es decir, son la respuesta a una agresión de
la burguesía, al aumento de la explotación capitalista. Para dar el paso
fundamental en la superación definitiva del capitalismo, debemos desarrollar la
lucha ofensiva, tomando la iniciativa en la lucha, en sus diversas formas;
debemos organizar no solo el derrocamiento del capitalismo sino imaginar y
desarrollar, en el programa de la revolución socialista en el Perú, las formas
concretas en las que se llevará a cabo el ejercicio del poder de las amplias
masas populares; las formas en las que se organizará la transición a la
economía socialista, superando la explotación burguesa, y eliminando con ello
toda forma de explotación del hombre por el hombre.
José Carlos Mariátegui desarrolló de
forma genial los mecanismos que conducen de la actitud individual y social a la
lucha por un objetivo histórico, pero que a los hombres aparece como una labor
práctica inmediata: “Para el hombre, como sujeto de la historia, no existe sino
su propia y personal realidad. No le interesa la lucha abstractamente sino su
lucha concretamente. El proletariado revolucionario, por ende, vive la realidad
de una lucha final. La humanidad, en tanto, desde un punto de vista abstracto,
vive la ilusión de una lucha final.” (EL ALMA MATINAL. La Lucha Final. José
Carlos Mariátegui).
“La muchedumbre, más aún que el filósofo
escéptico, más aún que el filósofo relativista, no puede prescindir de un mito,
no puede prescindir de una fe. No le es posible distinguir sutilmente su verdad
de la verdad pretérita o futura. Para ella no existe sino la verdad. Verdad
absoluta, única, eterna. Y, conforme a esta verdad, su lucha es, realmente, una
lucha final.”
“El impulso vital del hombre responde a
todas las interrogaciones de la vida antes que la investigación filosófica. El
hombre iletrado no se preocupa de la relatividad de su mito. No le sería dable
siquiera comprenderla. Pero generalmente encuentra, mejor que el literato y que
el filósofo, su propio camino. Puesto que debe actuar, actúa. Puesto que debe
creer, cree. Puesto que debe combatir, combate. Nada sabe de la relativa
insignificancia de su esfuerzo en el tiempo y en el espacio. Su instinto lo
desvía de la duda estéril. No ambiciona más que lo que puede y debe ambicionar
todo hombre: cumplir bien su jornada.” (EL ALMA MATINAL. La Lucha Final. José
Carlos Mariátegui).
Precisamente, en la actualidad, cumplir
bien su jornada es luchar por el socialismo, convirtiendo así la lucha
reivindicativa en lucha revolucionaria.
Para esto tenemos la obligación de
desarrollar un trabajo tenaz, permanente, y así “[…] las masas trabajadoras de
la ciudad, el campo y las minas y el campesinado indígena, cuyos intereses y
aspiraciones representamos en la lucha política, sabrán apropiarse de estas
reivindicaciones y de esta doctrina, combatir perseverante y esforzadamente por
ellas y encontrar, a través de cada lucha, la vía que conduce a la victoria
final del socialismo” (IDEOLOGÍA Y POLÍTICA. Principios Programáticos del Partido
Socialista. José Carlos Mariátegui).
Nota:
Publicamos la continuación del artículo de
nuestro compañero Eduardo Ibarra y adjuntamos fragmentos de algunos artículos
suyos a fin de que el lector se percate con precisión de qué ideas está
criticando.
El fondo de la
argumentación de Miguel Aragón es la negación del marxismo leninismo como el
marxismo de nuestra época, el marxismo-leninismo del Partido Socialista del
Perú y el marxismo-leninismo de José Carlos Mariátegui, triple negación que le
fue impuesta por Ramón García.
Sin ninguna
capacidad de desembarazarse de semejante posición antimariateguiana, todo lo
que ha hecho Aragón hasta hoy es profundizar el liquidacionismo de derecha de
su grupo: no solo agita la mencionada triple negación, sino que incluso ha
llegado a negar la existencia histórica del PSP.
Precisamente de esa
triple negación se deriva la negación del partido de clase, es decir, el
liquidacionismo de derecha que define al grupo que encabeza Ramón García.
El artículo de
nuestro compañero y los materiales adjuntos analizan diversos aspectos de la
triple negación y su relación con semejante liquidacionismo.
01.05.2015.
Comité
de Redacción.
¡Defender
el Pensamiento de Mariátegui de toda tergiversación y desarrollarlo en función
de la realidad actual!
El Liquidacionismo
Histórico y la Reunión de Barranco
(Tercera Parte)
Eduardo Ibarra
EL PROGRAMA DEL PARTIDO. Presentando el proyecto de programa escrito por
Mariátegui, Martínez escribió en sus Apuntes:
“A fin de unificar doctrinariamente el pensamiento y la acción de los grupos
iniciales del Partido Socialista, Mariátegui elaboró los siguientes puntos
programáticos que fueron remitidos a las células del país y del extranjero” (Apuntes, t.II, p.398). Y después,
comentándolo, apuntó: “Sobre estos principios programáticos se inició, no sólo
el trabajo práctico, sino el proceso de unificación ideológica, el proceso para
la elaboración de una teoría y una acción conscientemente disciplinada y
emprendedora” (ibídem, p.402).
Ciertamente en los
Acuerdos de la Reunión de Barranco no aparece ninguno relativo a la aprobación
del proyecto de Mariátegui. Pero de las palabras de Martínez se desprende
limpiamente que, previo debate, la reunión tomó dos acuerdos relativos a dicho
proyecto: 1) remitirlo a las células del país y del extranjero; 2) unificar doctrinariamente,
sobre su base, el pensamiento y la acción de los grupos iniciales del Partido.
Unificar doctrinariamente el pensamiento partidario significaba
concretar la adhesión de la militancia al marxismo-leninismo: “El
marxismo-leninismo es el método revolucionario de la etapa del imperialismo y
de los monopolios. El Partido Socialista del Perú, lo adopta como su método de
lucha”.
Unificar doctrinariamente la acción de los grupos
iniciales del Partido significaba hacer
que tal acción tuviera una neta base doctrinal a fin de “encontrar, a través de
cada lucha, la vía que conduce a la victoria final del socialismo”.
Es razonable, por lo tanto, reconocer que la Reunión de Barranco aprobó, en primera instancia, el proyecto de
Mariátegui, con cargo a que, con algunos aportes, fuera aprobado finalmente por
el Congreso Constituyente, y que esto último sea la razón por la cual en los
acuerdos de la Reunión no aparezca ninguna alusión a la mencionada inicial
aprobación.
En conclusión: “el grupo organizador del Partido”, con
Mariátegui a la cabeza, tuvo como base de su unidad el marxismo-leninismo.
En carta a Ravines del 18 de mayo de 1930, Juan Paiva apuntó: “El 7 de
setiembre del año pasado, pocas horas de que me redujeran a prisión, el C.E.
del P. discutía los puntos programáticos y, recuerdo que en esa ocasión no hubo
una sola objeción sustancial en cuanto al fundamento teorético del programa”
(Martínez, Apuntes, t.II, p.510). (13).
El 10 de marzo de 1930, Mariátegui le escribió a José Malanca: “Dígale
a Seoane que no he sabido nunca si recibió la carta que hace varios meses le
dirigí acompañándole copia de los puntos aprobados
del programa del P.S.” (Correspondencia, t.II, p.738. Cursivas mías)
(14).
Estos dos testimonios son suficientes para probar
que el Comité Ejecutivo del Partido (CEP) discutió y aprobó el programa del
PSP.
Así, pues, el CEP, al tener
que adelantar el surgimiento público del Partido, hubo de adelantar primero la
aprobación del programa, pues no hubiera sido posible la aludida fundación sin
un programa que proponerle al pueblo peruano.
En consecuencia, puédese tener la certidumbre de que la decisión de adelantar
la fundación pública el Partido debió tomarse con anterioridad a setiembre de
1929.
Es una tarea particularmente importante ubicar el programa aprobado
por el CEP. Pero, naturalmente, mientras esto no se consiga, a fin de
aproximarnos a lo que pudo haber sido el contenido de tan importante documento,
no existe otro medio que la ponderación de probabilidades.
Si, según parece, el debate sobre el programa tuvo como base los
proyectos existentes a la sazón (15), entonces hay que reconocer de entrada que
lo más probable es que lo aprobado recogiera algunos puntos de cada uno de
ellos.
Ahora bien, por su amplio contenido y su consistente argumentación, puede
suponerse que el proyecto de Mariátegui debió haber sido el documento base del
debate (16).
Pues bien, la afirmación de Paiva en el sentido de que “en esa ocasión
no hubo una sola objeción sustancial en cuanto al fundamento teorético del
programa”, permite presumir que lo primero que acordó el CEP fue la base de
unidad ideológica (doctrinal, teórica) del PSP.
Este acuerdo se habría allanado rápidamente debido a que en el
proyecto de Mariátegui el marxismo-leninismo aparece como la base de unidad
ideológica del PSP y otro tanto ocurre en el proyecto del grupo de París: “La
ideología que aceptamos es la del marxismo y la del leninismo militante y
revolucionario, doctrina que aceptamos en todos aspectos: filosófico, político
y económico-social” (Martínez, Apuntes,
t.II, p.328) (17).
Por otro lado, es seguro que, por lo subrayado por Paiva, los ocho
puntos restantes de la parte doctrinal del proyecto mariateguiano, así como los
puntos 1, 2, 3 y 4 del proyecto de programa del grupo de París, no fueron
motivo de desacuerdo (18).
Asimismo, por su corrección, la parte de reivindicaciones inmediatas
del proyecto de Mariátegui no debió suscitar tampoco ninguna discrepancia (19).
Por otro lado, es menester recordar que el proyecto de programa del
grupo de París era parte de las Tesis sobre la
acción por desarrollar en el Perú, remitidas al Perú el 29 de diciembre de
1928, es decir apenas dos meses y pico después de la Reunión de Barranco, Tesis acerca de las cuales Martínez anotó:
“… no fueron aceptadas en su totalidad por el grupo de Lima” (Apuntes, t.II, p.335).
Los puntos 5 y 6 del mencionado proyecto, dicen: “5º-
Armamento inmediato de los obreros y campesinos y transformación del ejército y
de la policía en milicia obrera”. “6º- Instauración de los municipios de
obreros, campesinos y soldados, en lugar de la dominación de clase de los
grandes propietarios de la tierra y de la iglesia” (Apuntes, t.II, p.421).
“Armamento inmediato…”, “Instauración de los
municipios obreros, campesinos y soldados…”, es decir, municipios de activistas
armados, lo cual revela una concepción ultraizquierdista, insurreccionalista
e inmediatista de la revolución, por lo que
puede suponerse que los citados puntos fueron parte de aquellas cuestiones no
aceptadas por el grupo de Lima.
Asimismo, es necesario mencionar que, en
relación al programa del grupo de París, Pesce escribió: “Ha sido aprobado en
su contenido, con unas cuantas modificaciones formales. Sin embargo, hemos
acordado redactarlo en forma más amplia, contemplando otras particularidades” (ibídem, p.484) (20).
Pero ocurre que, conforme a la
documentación disponible, la afirmación de Pesce, que data de junio de 1929, es
negada por los hechos: 1) la no aceptación en su totalidad de las Tesis,
mencionada por Martínez (no aceptación que posiblemente se puso de manifiesto a
principios de 1929 y que comprendiera los puntos 5 y 6 del proyecto del grupo
de París); 2) el debate del programa del PSP comenzó en setiembre de ese mismo año,
es decir, tres meses después de la fecha de la afirmación de
Pesce; 3) el grupo de Lima no estaba en grado de aprobar por separado el proyecto del grupo de París, pues el 7 de octubre de 1928 había aprobado el proyecto de Mariátegui;
4) en 1929 el espacio idóneo para aprobar el programa del PSP era el CEP,
ampliado con la participación de otros militantes, tal como efectivamente ocurrió
en la segunda mitad de este mismo año.
Mariátegui dejó constancia de que “los puntos aprobados del programa
del PS” fueron remitidos a Seoane, a la sazón residente en Buenos Aires. Por
eso, es seguro que fueron remitidos también a muchos otros activistas tanto en
el extranjero como en el país, incluyendo, naturalmente, al propio José
Malanca.
Por cuanto Paiva dio cuenta de una reunión de setiembre de 1929 donde,
es de suponer, comenzó a debatirse el programa, y puesto que en marzo de 1930
Mariátegui señaló que hacía “varios meses” le había enviado a Seoane los puntos
aprobados del programa del PSP, esta aprobación debió haber tenido lugar en
algún momento del período setiembre-diciembre de 1929.
En conclusión: el PSP aprobó
su programa posteriormente a la Reunión de Barranco y previamente a lo que
hubiese sido el Congreso Constituyente.
Ello quiere decir que, por la fuerza de los acontecimientos, la
aprobación del programa se realizó de una manera distinta a la inicialmente
concebida.
Pues bien, no obstante el hecho incontestable de que
el PSP aprobó un programa, Aragón dice que “Mariátegui murió en abril de 1930, sin que
se debatiera y acordara la propuesta programática que debía y
debe unificar a los socialistas peruanos”. “En síntesis, la amplia Propuesta Programática desarrollada por Mariátegui
no fue aprobada en la Reunión de Barranco, ni en ningún otro evento posterior.
Su estudio, debate, revisión y aprobación es una tarea que sigue
pendiente” (negritas en
el original).
Por otro lado, a las diversas
organizaciones de izquierda, nuestro personaje les espeta: “nunca se tomaron el trabajo de estudiar, debatir
y fijar una posición definida con respecto a la Propuesta Programática
dejada por Mariátegui”. Y agrega: “¿Con que derecho ellos se reclaman
continuadores y seguidores de Mariátegui, si ignoran lo más sustancial de su
legado: la propuesta de Programa?”.
Cualquiera diría, pues, que Aragón se mueve acicateado por el celo
revolucionario de defender el programa de Mariátegui.
Pero ¿cuál es la verdad? Es decir ¿cuál es la “posición definida” de Aragón
respecto a dicho programa?
Como ha quedado demostrado, el proyecto de Mariátegui fue aprobado, en
principio, por “el grupo organizador del Partido Socialista” el 7 de octubre de
1928, y, luego, entre setiembre y diciembre de 1929, el CEP aprobó el programa del
Partido fundamentalmente sobre la base de dicho proyecto.
Pero, como se ha visto, Aragón dice que el proyecto de Mariátegui “no fue aprobad[o] en la Reunión de Barranco, ni en ningún otro evento posterior” (21).
Frente a la verdad histórica del marxismo-leninismo como la base de unidad
del PSP establecida por Mariátegui, Aragón, siguiendo servilmente a Ramón García,
ha renegado esta base de unidad.
Esta es la “posición definida” de Aragón y, en general, de los
liquidacionistas ante “lo más sustancial [del] legado” de Mariátegui (22).
Así, pues, aquello de “tarea pendiente” y aquello “de estudiar, debatir y
fijar una posición definida” respecto al programa de Mariátegui, tiene en
Aragón y, en general, en los liquidacionistas, el adelanto de la negación de la
base de unidad ideológica del PSP establecida por Mariátegui.
¿Con qué derecho, pues, Aragón y sus copartidarios podrían reclamarse
continuadores de Mariátegui?
En conclusión: el PSP aprobó un programa, pero, por cuanto no ha llegado a
nosotros su texto, podemos y debemos asumir el programa de Mariátegui como base
del debate programático. Por lo tanto, estamos ante la tarea ineludible de revisarlo
y actualizarlo.
Notas
[13] Obsérvese que Paiva habla de Comité Ejecutivo
del Partido.
[14] Obsérvese que Mariátegui habla “de los puntos aprobados del programa del P.S”. Es decir
que, por un lado, habla de Partido Socialista, y no de “grupo organizador del Partido”; y, por otro, de los puntos
aprobados del programa, lo que demuestra de manera incontestable que el PSP
aprobó un programa. No sería convincente la consideración de que la afirmación
mariateguiana sugiere que el CEP aprobó únicamente algunos puntos, pues es improbable
que se remitiera a los activistas algo que no fuera el programa completo. Además
¿cómo hubiera sido posible que el PSP intentara surgir públicamente con un
programa incompleto?
[15] El de Mariátegui, el del grupo de París y acaso también el proyecto
anónimo (¿de Luciano Castillo?) publicado por Flores Galindo en Pensamiento Comunista.
[16] Esto no debe haber significado la suma simple de los puntos de
los diversos proyectos, sino la incorporación, con redacción renovada, de los
puntos pertinentes del proyecto del grupo de París y del proyecto anónimo al texto
del proyecto de Mariátegui, a fin, claro está, de preservar su unidad estilística.
[17] Pretender ver, a estas alturas, una diferencia sustancial y no meramente formal entre el término
compuesto marxismo-leninismo y los
términos marxismo y leninismo ligados por la conjunción
ilativa y, sería recurrir al criollo recurso,
característico de la cabeza del grupo liquidacionista, de jugar con las
palabras.
[18] El contenido de estos puntos es el siguiente: “1º- Expropiación,
sin indemnización de los latifundios; entrega de una parte a los ‘ayllus y
comunidades, prestando todo el contingente de la técnica agrícola moderna.
Repartición del resto entre los colonos, arrendatarios y yanaconas”. “2º-
Confiscación de las empresas extranjeras: minas, industrias, bancos y de las
empresas más importantes de la burguesía nacional”. “3º- Desconocimiento de la
deuda del Estado y liquidación de todo controlo por parte del imperialismo”.
“4º- Jornada de 8 horas en la ciudad y en las dependencias agrícolas del
Estado, y abolición de toda forma de servidumbre y semiesclavitud” (Martínez, Apuntes, t.II, p.421).
[19] No me referiré aquí a los puntos del proyecto anónimo, pues
presentemente no cuento con él. Por eso, si en el futuro tengo la oportunidad
de releerlo (después de más o menos treinta años), podría ampliar, si fuese
necesario, la parte correspondiente de mi exposición.
[20] Obsérvese, por lo demás, que Pesce plantea las cosas como si el
debate programático en el PSP se hubiese dado sobre la base del proyecto del
grupo de París: “unas
cuantas modificaciones formales”; “hemos acordado redactarlo en forma más
amplia”. Este planteamiento no responde, sin embargo, a la realidad de las
cosas.
[21] Como en
tantas otras cosas, en relación al programa del PSP Aragón tiene un embrollo en
la cabeza. Por un lado, reivindica el carácter democrático de la actitud de
Mariátegui: “Mariátegui nunca tuvo la intención de imponer autoritariamente su
propuesta de programa, sino de escuchar otras propuestas, exponer su propia
propuesta, debatirla, desarrollarla y enriquecerla, con la participación
y aportes de todos…”. Sin embargo, por otro lado, reduce la cuestión del
programa en los años 1920 al proyecto mariateguiano: “Mariátegui murió en
abril de 1930, sin que se debatiera y acordara la propuesta programática que
debía y debe unificar a los socialistas peruanos”. Más aún: Aragón reduce también el debate actual sobre el programa
al proyecto de Mariátegui: “Su estudio, debate, revisión y aprobación…”. Olvidando,
pues, el ejemplo mariateguiano, nuestro personaje no solo se muestra
retrospectivamente sino también presentemente sectario. En realidad, el debate
programático presenta actualmente tres condiciones: 1) los proyectos existentes
en los años 1920 (pues no se conoce el programa aprobado por el CEP); 2) el programa
de Mariátegui como el documento fundamental (pues apareció en esta calidad en
el debate del programa del PSP); 3) la realidad actual (pues es necesario actualizar
este programa).
[22] Específicamente,
en el programa de Mariátegui “lo más sustancial” es la aplicación del método
marxista-leninista, pues ello permitió una interpretación y una fundamentación
correctas de los diversos puntos de su contenido. En otras palabras, el marxismo-leninismo
aparece ahí como lo determinante y lo
identificativo.
28.02.2015.
Notas Sobre Algunas Falacias de Ramón García
E.I.
EN
EL ARTÍCULO EL PARTIDO DE MARIÁTEGUI,
1988, Ramón García escribió: “Pero también hay evidentes divergencias. Por
ejemplo, la discusión hasta bizantina acerca de si la doctrina se denomina
Marxismo-leninismo o Marxismo-leninismo-maoísmo. Así, la posición respecto al
marxismo se entiende como la lucha por un guión más o un ismo menos. Y más
marxista se considera quien se considere más marxista-leninista o más
marxista-leninista-maoísta. Esta discusión podría obviarse si se considera que
Marx y Engels fundaron la concepción marxista de la historia, Lenin y Stalin
iniciaron la transformación socialista del mundo, y Mao y JCM universalizaron
el marxismo en tanto doctrina y método. Así, los ismos están demás para el
marxismo o cosmovisión marxista. Basta uno solo para abarcar con él a todos los
maestros universales habidos y por haber”.
Cualquier lector se dará cuenta de que en
la cita García se refiere a la cuestión de la denominación de la doctrina. En este marco, sin embargo, no habla en
absoluto del desarrollo alcanzado por el marxismo con los continuadores, que es precisamente de lo que hubiera
tenido que hablar para plantear científicamente la cuestión.
Engels señala que la concepción de Marx “No
ofrece dogmas hechos, sino puntos de
partida para la ulterior investigación y el método para dicha
investigación”.
Pero García –insisto– no hace ni la más
mínima alusión a las conquistas teóricas
alcanzadas por los continuadores a
partir de los puntos de partida y el
método que les ofrecía la concepción marxista del mundo.
Más aún: con la afirmación de que “Esta
discusión [sobre la denominación de la doctrina] podría obviarse si se
considera que Marx y Engels fundaron la concepción materialista de la historia,
Lenin y Stalin iniciaron la transformación socialista del mundo, y Mao y JCM
universalizaron el marxismo en tanto doctrina y método”, silencia el desarrollo universal del marxismo, pues lo que dice de
Lenin y Stalin representa una conquista
práctica y lo que dice de Mao y Mariátegui representa una conquista propagandística.
Por lo tanto, cuando dice: “Esta discusión
podría obviarse”, de hecho está diciendo: “esta discusión podría
obviarse porque no hay ningún desarrollo universal del marxismo”, o, en su
defecto, “hay un desarrollo universal del marxismo, pero no es necesario
reconocerlo partidariamente”.
Es claro, entonces, que, precisamente
tratando la cuestión de la denominación de la doctrina, García reduce el marxismo a la concepción de Marx
y Engels, y que esto le sirve para plantear alegremente que “los ismos
están demás para el marxismo o cosmovisión marxista. Basta uno solo para
abarcar con él a todos los maestros habidos y por haber”.
Aquí, sin embargo, la frase “abarcar con él
a todos los maestros habidos y por haber” se revela engañosa, pues ¿qué
maestros son esos que, con excepción de Marx y Engels, que “fundaron la
concepción marxista de la historia”, los otros se limitaron a aplicarla y a
propagandizarla?
En Los
fundamentos del leninismo, Stalin señaló que “Lenin es marxista, y la base
de su concepción del mundo es, naturalmente, el marxismo. Pero de esto no se
desprende, en modo alguno, que la exposición del leninismo deba comenzar por la
de los fundamentos del marxismo. Exponer el leninismo es exponer lo que hay de peculiar y de nuevo en
las obras de Lenin, lo aportado por Lenin al tesoro general del marxismo…”
(negritas nuestras).
Por consiguiente, está fuera de discusión
que la concepción del mundo de los continuadores tiene por base la concepción
del mundo de los fundadores, pero, al mismo tiempo, también está fuera de
discusión que los primeros plasmaron aportes teóricos a partir de la concepción
de los últimos.
Así, pues, el marxismo ha tenido un
desarrollo de valor universal, Y ES ESTE
DESARROLLO, PRECISAMENTE ESTE DESARROLLO, Y NINGUNA OTRA COSA, LO QUE DETERMINA
SU DENOMINACIÓN CONTEMPORÁNEA.
Pero, como se ha visto, García silencia
este desarrollo, y, de este modo, pretende hacer creer que la denominación de
la doctrina es un asunto puramente formal (“un guión más o un ismo menos”).
Y tan torcido es su procedimiento, que
imputa a los demás este formalismo (“la posición respecto al marxismo se
entiende como la lucha por un…”), cuando la verdad pura y simple es que es
justamente él quien entiende así el problema, poniendo de manifiesto, por lo
tanto, su bizantinismo que, con igual torcido procedimiento, imputa también a
los demás.
En conclusión, García escamotea el
reconocimiento de los aportes de los continuadores, reconocimiento obligatorio para cualquier partido proletario, no
sólo por la razón científica arriba
señalada, sino también por la razón
política de diferenciar marxismo de oportunismo, marxismo de revisionismo, tal como enseñó Mariátegui que tiene que
hacerse.
Por supuesto, García sabe por qué y para
qué silencia el desarrollo del marxismo, por qué y para qué encubre la relación de este desarrollo con la
cuestión de la denominación de la doctrina, por qué y para qué escamotea la
obligatoriedad del reconocimiento del leninismo: tal cosa le permite hablar de
un marxismo a secas, y este marxismo a secas le permite promover un partido
doctrinariamente heterogéneo, o sea, un partido “marxista” no leninista, un partido no
de clase, un partido-amalgama, un partido de “todos los elementos capaces de
reclamarse del socialismo, sin exceptuar” toda suerte de detractores de los
continuadores y, por esta vía, de los fundadores.
Toda
esta sofistería de Ramón García es revisionismo puro y simple, que, en el plano
de lo orgánico, se revela como negación del partido de clase, es decir, como liquidacionismo
de derecha.
El Partido de Masas y de
Ideas de José Carlos Mariátegui
(Fragmento)
E.I.
GARCÍA
HA SOSTENIDO QUE “El PSP tenía dos niveles: internamente funcionaba como
‘facción orgánica y doctrinariamente homogénea’ (como ‘célula secreta de los
siete’); externamente aspiraba a ser ‘el primer gran partido de masas e ideas
(sic) de toda nuestra historia republicana’” (64).
Pero decir que el primer nivel es una
“facción orgánica y doctrinariamente homogénea”, equivale a decir que el
segundo nivel no lo es. Y, un partido que no es doctrinariamente homogéneo tanto
vertical como horizontalmente, es un partido doctrinariamente heterogéneo, es
decir, no es ni puede ser un partido de clase.
La falsa interpretación de García de la
concepción mariateguiana del PSP reduce, pues, lo doctrinariamente homogéneo
(“marxismo” sin leninismo) a un nivel
secreto, restringido, y lo masivo aparece como un nivel público formado por
militantes doctrinariamente disímiles.
Esta antojadiza interpretación niega el
hecho histórico de que el proyecto de José Carlos Mariátegui fue construir un partido ideológicamente definido,
teóricamente realista y políticamente de
masas, es decir, un partido marxista-leninista, o sea, un partido de clase
bajo la forma de partido de masas, tal como ha quedado demostrado.
Con su arbitraria interpretación, García
pretende, pues, la fundación de una organización con “todos los elementos
capaces de reclamarse del socialismo”. De ahí su renuncia al leninismo. De ahí
su intención de llamarla partido socialista. De ahí su expectativa en
tendencias oportunistas y revisionistas.
Pero ocurre que el partido del proletariado
es doctrinariamente excluyente:
acuerda el marxismo-leninismo como el aspecto general de su base de unidad,
porque rechaza toda suerte de oportunismo y revisionismo.
Por eso la moción de afiliación a la
Tercera Internacional, presentada por José Carlos Mariátegui a la reunión del 1
de marzo y aprobada en la reunión del 4 del mismo mes de 1930, señala: “El C.C.
del partido adhiere a la Tercera
Internacional y acuerda trabajar por
obtener esta misma adhesión de los demás grupos que integran el partido” (65).
Y, por lo tanto, organizativamente, también es excluyente. Por eso otra moción
aprobada por el CC, establece: “El P.S. es un partido de clase y por
consiguiente repudia toda tendencia que
signifique fusión con las fuerzas u organismos políticos de las otras clases”
(66).
Generalizando su falsa interpretación del
PSP, García ha escrito que “El problema que enfrentó JCM es el mismo que el
proletariado enfrenta desde hace más de un siglo: cómo relacionar la teoría
(Programa Socialista) con la práctica (Partido-Frente). Este es el gran dilema
entre disolución (desintegración) o dilución (integración), que enfrenta todo partido proletario en el
mundo entero”. “Si el Programa de acción está ligado al Programa
Prospectivo, de hecho se logra la dilución” (67).
Pero, en realidad, José Carlos Mariátegui
solucionó el problema del Partido de un modo distinto a como cree García. Esto
ya ha quedado claro. Pero la afirmación de que el problema implicado en la
relación teoría-práctica es uno que “enfrenta el proletariado desde hace más de
un siglo”, encierra, ni más ni menos, la peregrina idea de que un partido
doctrinariamente heterogéneo es la solución a este problema, y, por esto,
constituye la completa negación de la concepción leninista del partido
proletario, sustentada en el ¿Qué hacer?,
libro que existe “desde hace más de un siglo”.
Como es de conocimiento general, en dicho
libro Lenin dio solución a tres problemas fundamentales, a saber: 1) la
relación entre la espontaneidad de las masas y la conciencia comunista; 2)
entre la política tradeunionista y la política comunista, y 3) entre los
métodos artesanos de trabajo y la organización revolucionaria.
De ese modo proporcionó al proletariado
internacional la concepción del partido de clase como un partido
doctrinariamente homogéneo y, por lo tanto, como un partido-vanguardia, como un
partido dirigente. Esta concepción leninista del partido proletario tiene un
valor universal. Y está vigente, no obstante la sibilina pretensión de negarla.
La dilución de la organización del Partido
en el socialismo no está determinada por un partido doctrinariamente
heterogéneo en el capitalismo.
En octubre de 1885, Federico Engels señaló:
“Hoy, el proletariado alemán ya no necesita de ninguna organización oficial, ni
pública, ni secreta; basta con la simple y natural cohesión que da la
conciencia del interés de clase, para conmover a todo el imperio alemán, sin
necesidad de estatutos, de comités, de acuerdos ni de otras formas tangibles”
(68).
Evidentemente, el cofundador del marxismo
se equivocó, pues, en las condiciones del capitalismo, el proletariado alemán
(como el proletariado de cualquier otro país) tenía y tiene todavía necesidad
de una organización política. Pero si la aserción de Engels no es válida para
la sociedad capitalista, en cambio sí lo es para la sociedad socialista. En
efecto, en las condiciones del socialismo, la organización del partido no es ya
necesaria, basta con la simple y natural
cohesión que da la conciencia del
interés de clase para que el Partido, en el gran sentido histórico de la
palabra, pueda dirigir la lucha por la realización del comunismo.
Por lo tanto, la dilución de la
organización del Partido está determinada por las particulares condiciones del
socialismo, y, por esto, hay que entenderla como desconcentración orgánica e
integración de los elementos de vanguardia tanto en el nivel del Estado como en
el nivel del movimiento revolucionario de las masas (69).
Por otro lado, en la medida en que la
aplicación del programa depende absolutamente de la práctica de la militancia,
un partido doctrinariamente heterogéneo como el que pretende García, es decir,
un partido con una militancia mayoritariamente heterogénea en lo doctrinario,
no es ni puede ser garantía de ligazón entre el Programa Mínimo y el Programa
Máximo.
Notas
[64] La
creación heroica de José Carlos Mariátegui, Editora Perú Nuevo, Lima, 2008,
p.22. Esta idea ha empezado a concretarse con la constitución del nivel secreto. En una carta del 28 de
octubre de 2009 a Luis Anamaría, Miguel Aragón reveló dicha constitución en los
términos siguientes: “En toda esta confusión, que ellos
han armado y en la cual se debaten, están entremezclando su intrascendente
“Conferencia Consultiva Política”, con su llamamiento a crear un nuevo partido,
o mejor dicho, a formalizar abiertamente, la constitución del partido que ellos
ya formaron el 6 de febrero, en aplicación de la propuesta de Ramón [García]
del partido de dos niveles: uno ‘secreto’, y otro ‘de masas y de ideas’.
(Revisar folleto del 7 de octubre de 2008)”. “En la red hay abundante material,
que confirma esta hipótesis, y es fácilmente demostrable, incluso identificando
a quienes han incluido en el primer nivel y en el segundo nivel. Basta con
revisar las direcciones a las cuales van dirigidos los mensajes que periódicamente
envía… desde el mes de febrero. Los que estamos en esa relación (preparada
expresamente por Ramón) de más de 20 nombres, según ellos, conformamos ‘el
partido de masas y de ideas’, entre los cuales nos han incluido a ti y a mí, al
lado de otros compañeros, la mayoría de los cuales son destinatarios de este mi
comentario”. “¿Y quiénes conforman el partido secreto constituido el 6 de
febrero? La respuesta es muy fácil deducirla, son precisamente los que No
aparecen en esa relación de envios (sic), comenzando por…, seguidos de los
sumisos peones ya conocidos. A… le han asignado la tarea de divulgar los
documentos de Ramón entre lo que ellos consideran ‘el partido de masas y de
ideas’, y a otra persona, le han encargado divulgar los mismos documentos,
entre los miembros del ‘partido secreto’. En computación eso se llama ‘comandos
por defecto’”. Pues bien, el tono de reproche de Aragón no puede impedir
reconocer que sus declaraciones son toda una confesión de parte, sencillamente
porque él es activista de la tendencia de García. Tenemos, pues, que el grupo
liquidacionista cuenta ya con una instancia secreta desde el 6 de febrero de
2009. Esta instancia secreta es la dirección adelantada de la propuesta
“organización de proyección nacional” y, de hecho, todos los eventos realizados
desde entonces (seminarios, etc.), han sido promovidos por ella con el objeto
de constituir el nivel público de tal organización. El hecho de que los
miembros del grupo liquidacionista se esfuercen en hacer creer a los demás que
tales eventos resultan de “una iniciativa de frente único”, da la medida del
engaño a que someten a las diversas tendencias. A este respecto –y otros
concomitantes–, el
lector acucioso puede consultar nuestros artículos Acerca del Cuarto Seminario
del Revisionismo Peruano y Acerca de
la Demagogia de una Carta Abierta, publicados en la revista electrónica CREACIÓN HEROICA. Por razones obvias, en lo citado de Aragón hemos desagregado los nombres
que él menciona.
[65]
Martínez, Apuntes, p.512. Cursivas nuestras.
Estas cursivas enfatizan que no sólo la adhesión al marxismo-leninismo fue una
realidad en todas las instancias orgánicas del PSP, sino también su adhesión a
la Internacional Comunista. Esto es una prueba más de que Mariátegui no
concibió su partido como un partido de “dos niveles”. Sin embargo, contra esta
realidad, en el libro La organización del
proletariado, García escribió que “… todos estuvieron de acuerdo en
constituir, dentro de la organización, los grupos secretos que velarían por el
carácter bolchevique del Partido” (Ediciones Bandera Roja, Lima, 1967, p.197).
Es evidente, por lo tanto, que todo lo que hace ahora el mencionado personaje, es
darle continuidad a su falsificación de la verdad histórica del PSP. Pero
sus antojadizas y torpes especulaciones
se han venido abajo con la demostración de que el PSP fue un partido
doctrinariamente homogéneo. Es un hecho iluminador que, a Mariátegui,
observador zahorí, no se le pasara la lección del fracaso de algunas tentativas
de formar un partido de dos niveles, como se había intentado en su tiempo en
Panamá, Bolivia, Ecuador, Brasil y Colombia.
[66] Ibídem,
pp.511-512. Cursivas nuestras. No obstante las esclarecedoras afirmaciones de
Mariátegui, citadas en el presente trabajo, desde hace años García y sus repetidores
desenvuelven una campaña que tiene el doble objetivo de negar la verdad universal del marxismo-leninismo y el
marxismo-leninismo de Mariátegui y el PSP. Así por ejemplo, Gustavo Pérez,
operador furibundo de dicha campaña, en el artículo La formación socialista revolucionaria italiana de Mariátegui y la
ortodoxia socialista rusa, intenta negar el leninismo sosteniendo, de
entrada, que “Es una constatación práctica, que Mariátegui no se autodenominó
‘marxista-leninista’ y se declaró simplemente ‘Marxista convicto y confeso’…,
que tituló solo ‘Defensa del marxismo’ a uno de sus mas (sic) importantes
libros, escrito precisamente en defensa del marxismo revolucionario, y que solo
hiciese dos (o 3) alusiones al ‘marxismo-leninismo’ en toda su obra, entre ellas
las que figuran en el Programa del Partido Socialista del Perú, que el (sic)
constituyese”. De este modo establece la premisa que pone en evidencia la
intención con la cual, al final del artículo, cita la siguiente afirmación de
Mariátegui: "Lenin no es un ideólogo sino un realizador. El ideólogo, el
creador de una doctrina carece, generalmente, de sagacidad, de perspicacia y de
elasticidad para realizarla. Toda doctrina tiene, por eso sus teóricos y sus
políticos. Lenin es un político: no es un teórico". Pues bien, quienquiera
que lea esta cita movido por la pasión de captar la verdad, tiene que darse
cuenta de que los términos ideólogo y
teórico no aparecen allí en su
acepción habitual, sino en un sentido especial: designando a quien es “creador
de una doctrina”. Así, en el contexto verbal dado, Marx es, obviamente, el
ideólogo (“el creador de una doctrina”), y, como consecuencia, Lenin es,
también obviamente, el político (el realizador de la doctrina de Marx). La
afirmación mariateguiana encierra, pues, una verdad elemental: Marx fue el
creador de la doctrina comunista, mientras Lenin fue un realizador de la misma.
Pero, ¿acaso Marx no fue también, al mismo tiempo, un político, en el sentido
habitual de la palabra? Y, ¿acaso Lenin no fue también, al mismo tiempo, un
teórico, igualmente en el sentido habitual de la palabra? Entonces, la
comprensión objetiva, correcta, honrada de la afirmación mariateguiana, no
niega ni puede negar que, en el marco del sentido habitual de los términos
teórico y político, Marx aparezca también como político y Lenin aparezca
también como teórico. Obras del valor de Materialismo
y empiriocriticismo, Cuadernos filosóficos, El imperialismo, fase superior del
capitalismo, ¿Qué Hacer?, Un paso adelante, dos pasos atrás, Dos tácticas de la
socialdemocracia en la revolución democrática, El estado y la revolución,
entre otras, prueban que Lenin desarrolló el marxismo, precisamente realizando la doctrina de Marx. Esto es, asimismo, una
verdad elemental. Ahora bien, la utilización dolosa que hace Pérez de la
afirmación mariateguiana, está enderezada a silenciar el hecho de que, en el Programa del Partido, el maestro definió
la identidad doctrinal del PSP y, por lo
tanto, la suya propia. Esta definición aparece, pues, como es notorio, no
en un artículo, donde, por lo general, Mariátegui evitaba la jerga partidaria, sino en un documento fundamental del Partido Socialista del Perú, donde, como
es lógico, no le era posible ahorrarse un lenguaje doctrinalmente exacto. Esto
es una constatación práctica. Así, pues, el silenciamiento que pretende Pérez
tiene por destino manifiesto negar que el leninismo es “la nueva etapa
marxista”, es decir, que “El marxismo-leninismo es el método revolucionario de
la etapa del imperialismo y de los monopolios” (Mariátegui). La utilización
dolosa de la cita del maestro es, por cierto, un caso –entre otros– en que la
tergiversación de una afirmación suya es enderezada a negar otra afirmación
suya también. Es el truco de utilizar a Mariátegui contra Mariátegui. Es el
truco de parapetarse detrás de su autoridad. Es el truco de utilizarlo como
coartada. Ciertamente el padre de este truco es Ramón García, quien,
utilizándolo sin ningún escrúpulo, ha impuesto en su grupo la negación de la
identidad marxista-leninista de Mariátegui y el PSP. Esta negación (derivada de
la negación del marxismo-leninismo) es un intento por sentar una base para un
partido-amalgama. Ciertamente la actitud de García es de una clamorosa
deshonestidad intelectual: achaca a
Mariátegui sus propias posiciones revisionistas; intenta macular al maestro con
tales posiciones; no tiene el valor elemental de plantearlas a nombre propio;
no tiene el coraje de sostener, desde su posición revisionista, que Mariátegui
se equivocó al adherir al marxismo-leninismo y al establecerlo como base de
unidad del PSP. Respecto a estas cuestiones, en más de dos décadas García
no ha hecho más que esgrimir falacias. Contra la feroz y torpe campaña
antileninista y antimariateguiana del grupo liquidacionista, SE ALZA EL MARXISMO-LENINISMO
DE MARIÁTEGUI Y EL PSP COMO UNA MONTAÑA INELUDIBLE.
[67] La
creación heroica de José Carlos Mariátegui, p.23. Negritas en el original.
[68] Marx-Engels: Obras Escogidas en tres tomos, Editorial Progreso, Moscú, 1980,
t.III, p.201.
[69] Por lo tanto, el Estado socialista, es
decir, el Estado en extinción, aparece como un Estado-Partido y el movimiento
revolucionario de las masas aparece como un Partido-Movimiento. Y, en ambos
casos, el Partido aparece como un partido
en extinción.
16.05.08.
Mariátegui y el
Leninismo
(Fragmento)
E.I.
EN
LA ENCUESTA A JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI,
realizada por Angela Ramos y publicada originalmente en Mundial, el 23 de julio de 1926, el maestro señaló: “el dato no es
sino dato. Yo no me fío demasiado del dato. Lo empleo como material. Me
esfuerzo por llegar a la interpretación” (1).
No obstante, en un reciente debate sobre el
tema que nos ocupa, hemos constatado las vueltas que han dado alrededor de los
datos algunos de sus participantes, sin haber sido capaces de llegar a la
interpretación. Esto vale especialmente para Miguel Aragón, quien, en carta a
Jaime Lastra del 3 de febrero de 2008, dejó escrito: “La exposición de las
razones, por las cuales considero que no es correcto afirmar ‘Mariátegui
comunista’ o ‘Mariátegui marxista-leninista’, escapa a los límites de esta
breve respuesta”. Y que, en carta a Santiago Ibarra de un día después, dejó
anotado: “usted afirma: ‘En mi criterio, y como consta en documentos
históricos, escritos por el propio Mariátegui, él fue marxista-leninista. Así
de simple’”. “Bueno, pues, ese es su
criterio, yo lo respeto. Ni yo,
ni nadie, tenemos ningún derecho a prohibirle su opinión. Pero ese NO era el criterio de Mariátegui, salvo que usted
presente pruebas documentales en las cuales Mariátegui se declara
‘marxista-leninista, con la misma precisión y claridad que se declaró ‘marxista
convicto y confeso’ en los ‘7
Ensayos’ e ‘Ideología y Política’” (subrayados, negritas y mayúsculas en el
original).
¿Comprende
el lector? En negro sobre blanco, Aragón sostiene que no hay pruebas
documentales de la filiación marxista-leninista de José Carlos Mariátegui.
Ebrio de citas, se muestra, pues, incapaz de elevarse hasta la interpretación
del pensamiento orgánico de Mariátegui sobre la teoría del proletariado, y, por
esto, se refugia en el supuesto negado de que no hay prueba documental alguna
de la filiación del maestro en el sentido indicado. Según su estrecha óptica,
si Mariátegui no dijo en primera persona que era marxista-leninista, entonces
no fue marxista-leninista; si dijo que era “marxista convicto y confeso”,
entonces solamente fue marxista (2).
Pero, como al que no es capaz de elevarse
al nivel de la interpretación y pide pruebas documentales, hay que darle
pruebas documentales, lo remitimos al Programa
del Partido, donde el propio Mariátegui estableció, con precisión y claridad, el marxismo-leninismo como la base de unidad de su
partido y, por lo tanto, como lo
hemos señalado arriba, como su personal
filiación doctrinal. Este es el documento histórico al que Santiago Ibarra
se ha referido, pero, por lo visto, Aragón, que pide pruebas documentales, sólo
ve las que, interpretadas a capricho, convienen a su interesado punto de vista,
no obstante haber proclamado que lee “con los dos ojos” y que busca “la verdad
en los hechos”.
No es correcto, pues, empeñarse en negar la
cualidad marxista-leninista de Mariátegui, levantando una declaración suya en
primera persona que tiene su explicación en el hecho, anotado anteriormente, de
que, con la palabra marxismo, hacía referencia a la teoría de Marx y a su
desarrollo por Lenin, así como, si vemos
el concepto y no la palabra, al
titular Socialista a su partido estaba definiéndolo Comunista.
(…)
Ahora puede comprenderse que la tentativa
de negar la adhesión de José Carlos Mariátegui al marxismo-leninismo, significa
poner en tela de juicio su sinceridad, su coherencia, su integridad, pues si él
mismo definió el carácter
marxista-leninista del PSP, ¿cómo así pudo no ser marxista-leninista en su doble
condición de fundador y Secretario General de dicho partido?
Sin duda, el argumento de Aragón es tan
falaz como el de García, quien recurre a un argumento estadístico para negar el
marxismo-leninismo de José Carlos Mariátegui (5).
Notas
[2] Es un hecho histórico que el
marxismo-leninismo fue la base de unidad del PSP, pero Aragón lo niega sin más.
¿Y cuál es su argumento? Escamoteando los términos de la cuestión, dice que si
aquello fuese cierto, entonces Mariátegui habría sido un militante inconsecuente,
pues no hacía propaganda de dicha base ideológica. Se imagina, seguramente, que
el maestro hubiera tenido que terminar sus escritos con un sonoro ¡viva el
marxismo-leninismo! (“arengas de agitador”) o extenderse en discursos generales
sobre el marxismo-leninismo (“sermones de catequista”). Es impresionante, pues,
que, no obstante leer a Mariátegui desde hace más de cuarenta años, nuestro
personaje no se haya percatado de su adhesión explícita al leninismo (Defensa del Marxismo, Programa del Partido), y, menos todavía,
de la esencia de la cuestión: el
desarrollo del leninismo concretado en su pensamiento.
[5] En verdad, a este respecto –como a
otros– lo que hace Aragón es seguir ciegamente a García, quien, como se ha
visto, niega el marxismo-leninismo como
la verdad universal del proletariado, como
la base de unidad del PSP y como la identidad doctrinal de José Carlos Mariátegui, en términos tan equívocos como
los siguientes: “… de las tres consignas básicas [de la Revolución de Octubre],
sólo queda el Marxismo-Leninismo, pero cada vez más limitada geográficamente a
la URSS. Este término se encuentra dos veces en la obra de JCM, y ambas
indicando el método marxista, no la doctrina. Y menos como nueva época. No es
casual que su obra se llame Defensa del Marxismo, a secas, y no, por ejemplo,
Defensa del Marxismo-Leninismo”. Esta sesgada negación del marxismo-leninismo y
de la identidad doctrinal de José Carlos Mariátegui y el PSP, demuestra que lo
que hace García, a su vez, es ir tras los talones de quienes, en el extranjero
y en el país, llevan a cabo desde hace décadas una cruzada contra el leninismo.
06.02.08.
El Concepto
Mariateguiano de Partido de Masas y de Ideas
(Fragmento)
E.I.
II
DESDE
LA SEGUNDA MITAD DE LOS AÑOS 1980, Ramón García falsifica la identidad
doctrinal de José Carlos Mariátegui y del PSP a fin de hacer pasar de
contrabando su “marxismo” sin
leninismo y su proyecto de un partido doctrinariamente heterogéneo.
Es decir le achaca a Mariátegui sus propias
posiciones oportunistas y liquidacionistas, y, como es obvio, este criollo
procedimiento lo pinta de cuerpo entero.
Puesto que el carácter de clase del Partido
está determinado por su doctrina, es claro que un partido doctrinariamente
heterogéneo no es ni puede ser un partido
de clase (8).
Precisamente el proyectado partido del
grupo liquidacionista es la materialización de un “marxismo” sin leninismo en su ya fundada instancia
secreta, y, en su instancia pública por fundarse, sería la materialización de
diversas posiciones doctrinales. Esto es lo que se llama partido-amalgama.
Esta amalgama doctrinal explica que los
promotores de semejante partido quieran titularlo socialista (9).
Notas
[8] Precisamente es el caso del proyecto de
un partido de dos niveles. Heterogéneo en lo doctrinal, este partido no podría
reclamar para sí la condición de partido de clase: las diversas tendencias que
concurrirían en su interior, representarían los intereses de distintas
fracciones de clase y aun de distintas clases, y, por lo tanto, no representaría
homogéneamente los intereses históricos del proletariado revolucionario. Esto
es una verdad elemental. Sin embargo, en una carta abierta dirigida a Cesar
Risso y al autor de estas líneas, Manuel Velásquez sostuvo que “La idea de
realizar un seminario… tiene como objetivo… la constitución [de un] partido de
clase” (elipsis nuestras). Ciertamente este es un clamoroso caso de demagogia,
es decir, de política criolla.
[9] El nombre del Partido no es un problema
formal sino un problema de gran importancia política. La insistencia del grupo
liquidacionista en el nombre de socialista no es casual, pues este nombre le
sirve para expresar el proyecto de un partido del variopinto socialismo en
general.
12.07.13.
El Desmonte de una
Conspiración Contra José Carlos Mariátegui y el PSP
(Fragmento)
E.I.
PUES
BIEN, LO SEÑALADO HASTA AQUÍ da la pauta de la aviesa intención: mixtificar el contenido doctrinal del
Socialismo Peruano, tergiversar la verdad histórica de su primera generación,
disolver el socialismo marxista en el variopinto socialismo en general, negar
el carácter marxista-leninista del PSP.
Todo ello, sin duda, ES UNA CONSPIRACIÓN
CONTRA JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI Y SU PARTIDO.
¿Por qué contra Mariátegui? Porque, si bien
el maestro utilizó el término socialismo tanto en su sentido elástico como en
su sentido estricto de clase, cuando se refirió al tipo de socialismo que hay
que crear heroicamente en América, y, particularmente, cuando, en la Advertencia a los 7 Ensayos, expresó su determinación de concurrir a la creación del
Socialismo Peruano, se refirió, como es claro, al socialismo de clase,
proletario, marxista-leninista, y no al
socialismo en general.
Por consiguiente, considerar que el
Socialismo Peruano comprende el variopinto mapa del socialismo en general, es renegar el concepto mariateguiano.
¿Por qué contra el Partido de Mariátegui?
Porque, al considerar a la antimarxista Magda Portal, a otros antimarxistas y a
ciertos no marxistas, Aragón y García
(y con ellos todos los que, por una causa u otra, se limitan a repetir
acríticamente el engaño), buscan
cuestionar el carácter de clase, marxista-leninista, del partido fundado por
Mariátegui. Con su malhadada lista, los mencionados liquidacionistas
intentan, pues, escamotear la decisión
orgánica del grupo fundador del PSP.
¿Cuál decisión? La decisión de incorporar
al Partido a unas personas, y no a otras.
Esta decisión expresó el rechazo de los
fundadores al socialismo reformista. Así se comprende por qué algunos de los
personajes que aparecen en la engañosa lista, no fueron incorporados al PSP.
Así se comprende, en un plano más general,
por qué los socialistas reformistas que venían de las experiencias de la
revista Nuestra Época, del Comité de
Propaganda y Organización Socialistas y del diario La Razón, no fueron
asimilados al partido marxista-leninista fundado el 7 de octubre de 1928.
Así se comprende que una cosa es la primera
generación del socialismo reformista peruano y otra cosa es la primera
generación del socialismo marxista peruano.
Estos hechos históricos prueban, pues, de
un modo irrefutable, que el PSP fue un partido de clase, y no un partido del variopinto socialismo en general (4).
(…)
¿Por qué el aniversario de Nuestra Época no es el aniversario del Socialismo Peruano? Porque, el Socialismo Peruano, es tal en la medida
en que es la fructificación de la verdad universal del marxismo-leninismo en
nuestra realidad concreta (5).
Como se sabe, la asimilación de Mariátegui
al marxismo data de su viaje a Europa, y, concretamente, del período
julio-diciembre de 1920. Cualquier partidario consciente de la dialéctica sabe
que esta asimilación comportó una ruptura con su inicial socialismo a lo
Araquistain.
Precisamente esta ruptura se expresó en el
artículo El cisma del socialismo, y,
por lo tanto, puede entenderse que no fue casual que el maestro eligiese el
tema de dicho artículo para, en un solo acto, expresar su ruptura con el
socialismo reformista y su adhesión al socialismo marxista.
Asimismo, puede entenderse que tampoco fue
casual que, dos años después, al regresar al Perú “con el propósito de trabajar
por la organización de un partido de clase”, lo primero que hizo, ante un
auditorio de obreros y estudiantes, fue reiterar su ruptura con el socialismo
reformista y su adhesión al socialismo marxista (6).
Sin embargo de lo precisado, Ramón García
intenta borrar de la conciencia de los marxistas peruanos (ya la borró de la
conciencia de sus partidarios), la ruptura de Mariátegui con el socialismo
reformista, y, así, sentar una base para su partido-amalgama.
Precisamente en la nota titulada Por qué creación heroica, 12.08.10, el
mencionado personaje evita toda referencia a dicha ruptura que, como se sabe,
marcó un hito trascendental en el proceso ideológico de Mariátegui, y que, por
sus consecuencias en la práctica, marcó un hito igualmente trascendental en la
historia del proletariado peruano (7).
Es un hecho fuera de discusión que la Creación Heroica de Mariátegui no hubiera
sido posible sin su asimilación al marxismo-leninismo. Del mismo modo, es
un hecho igualmente indiscutible que sólo
con el socialismo marxista el proletariado peruano alcanzó conciencia de su
misión histórica y de las condiciones de su realización (8).
Notas
[4] Ciertamente hay que saber leer a
Mariátegui. El editorial Aniversario y
balance (setiembre de 1928) y la fundación del Partido Socialista del Perú
(octubre del mismo año), guardan una relación intrínseca y, por esto,
esclarecedora. En el editorial, se puede leer: “En la lucha entre dos sistemas,
entre dos ideas, no se nos ocurre sentirnos espectadores ni inventar un tercer
término. La originalidad a ultranza, es una preocupación literaria y anárquica.
En nuestra bandera, inscribimos esta sola, sencilla y grande palabra:
Socialismo. (Con este lema afirmamos nuestra absoluta independencia frente a la
idea de un Partido Nacionalista, pequeño burgués y demagógico)” (Ideología y política, p.247). ¿Qué
significado tiene aquí la palabra socialismo? Para contestar esta interrogante,
hay que tener en cuenta este juicio del propio Mariátegui: “‘Nueva generación’, ‘nuevo espíritu’, ‘nueva
sensibilidad’, todos estos términos han envejecido. Lo mismo hay que decir de
estos otros rótulos: ‘vanguardia’, ‘izquierda’, ‘renovación’. Fueron nuevos y
buenos en su hora. Nos hemos servido de ellos para establecer demarcaciones
provisionales, por razones contingentes de topografía y orientación. Hoy
resultan ya demasiado genéricos y anfibológicos. Bajo estos rótulos empiezan a
pasar gruesos contrabandos. La nueva generación no será efectivamente nueva
sino en la medida en que sepa ser, en fin, adulta, creadora” (ibídem, p.248). Como se ve, lo citado da
cuenta de que Mariátegui trazaba una línea demarcatoria entre la “nueva
generación”, así a secas, que, en su momento, había representado “una nueva
actitud espiritual”, y “la nueva generación”, “adulta, creadora”,
marxista-leninista, es decir, entre la primera generación del socialismo
reformista en sus diversas vertientes y la primera generación del Socialismo Peruano.
Así, pues, al declarar Mariátegui, en el número 17 de Amauta, que, “Para ser fiel a la Revolución, le basta ser una
revista socialista”, estaba señalando que su revista se declaraba
categóricamente marxista. En la nota 23 del Cap. I del presente libro, hemos
copiado la afirmación mariateguiana que prueba esta verdad. Por lo tanto, es
claro que ese proceso de definición ideológica sirvió para deslindar, categóricamente, con los diversos
matices del socialismo reformista, y principalmente con la tendencia aprista.
Por eso, un mes después, en el Programa
del Partido, Mariátegui estableció el marxismo-leninismo como su base de
unidad. Así, pues, tanto en Aniversario y
balance como en el Programa… y,
aun más, en el propio título del Partido, el término socialismo tiene el
significado de socialismo marxista-leninista, y no el de socialismo en general. Esto es una verdad elemental, y no tenemos la culpa de que, en pleno
debate ideológico, sea necesario todavía explicarla.
[5] En la carta a Samuel Glusberg del 10 de
enero de 1928, Mariátegui sostuvo: “A mi vuelta al Perú, en 1923, en
reportajes, conferencias en la Federación de Estudiantes y la Universidad
Popular, artículos, expliqué la situación europea e inicié mi trabajo de investigación de la realidad nacional, conforme al
método marxista” (Correspondencia,
t.II, p.331. Cursivas nuestras). ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que dicha
investigación marcó una ruptura con
respecto al “trato de Mariátegui con los tópicos nacionales” (Ideología y política, p.16), anterior a
su regreso de Europa, pues, como él mismo señaló, entonces “carecía para
enjuiciarlos de puntos de vista sistemáticos” (ibídem), es decir que, tal trato con dichos tópicos no fue, como es
obvio, “conforme al método marxista”. No obstante esta realidad, la capacidad
del maestro de buscar la verdad en los hechos y su consecuencia con las luchas
populares, lo llevó, ya en el bienio 1918-1920, a sostener ideas y posiciones
correctas que, por lo tanto, aparecen como los antecedentes de su Creación
Heroica y, en algunos casos, como asimilables a esta Creación, tal como lo
hemos señalado en otro lugar. Pero, hablando con propiedad, la Creación Heroica
de Mariátegui tiene su punto de arranque en marzo de 1921, con la escritura del
artículo El cisma del socialismo, el
primer escrito netamente marxista del maestro. Así, pues, sostenemos que es
importante celebrar el centenario de la revista Nuestra Época, por la sencilla razón de que es una excelente
oportunidad para dilucidar el punto de partida del proceso intelectual que
finalmente llevó a José Carlos Mariátegui a asumir el marxismo-leninismo como
el fundamento ideológico del
Socialismo Peruano.
[6] En la primera conferencia en la UPGP,
el maestro señaló: “Una parte del socialismo se ha afirmado en su orientación
social-democrática, colaboracionista; la otra parte ha seguido una orientación
anticolaboracionista, revolucionaria. Y esta parte del socialismo es la que,
para diferenciarse netamente de la primera, ha adoptado el nombre de
comunismo”. “Aquí, como en Europa, los proletarios tienen, pues, que dividirse
no en sindicalistas y socialistas –clasificación anacrónica– sino en
colaboracionistas y anticolaboracionistas, en reformistas y maximalistas”. “Yo
participo de la opinión de los que creen que la humanidad vive un período
revolucionario. Y estoy convencido del próximo ocaso de todas las tesis
social-democráticas, de todas las tesis reformistas, de todas las tesis
evolucionistas” (Historia de la crisis
mundial, EEA, Lima, 1985, pp.21 y 22). Habría que ser muy poco perspicaz
para no darse cuenta de que, cuando Mariátegui sostiene que aquí, como en Europa, los proletarios tienen
que dividirse en reformistas y maximalistas, está diciendo que tienen que
dividirse en socialistas (reformistas) y comunistas (maximalistas). Sólo porque
entendía que en su tiempo la degeneración
del socialismo no se había producido aún en nuestro medio, y, por lo tanto, la
vieja y grande palabra conservaba todavía su grandeza, evitó el término comunismo, que, sin embargo, está
implícito como concepto en los términos anticolaboracionistas
y maximalistas. Dicho en otras
palabras, en el Perú de su tiempo Mariátegui entendió y utilizó el término
socialismo como sinónimo del término comunismo, sinonimia que, en la Europa de
ese tiempo, había perdido vigencia, pues allí la degeneración del socialismo
había impuesto, después de la guerra,
designaciones específicas. En consecuencia, en relación a esta realidad, en
el Perú de los años veinte el término
socialista como título del Partido apareció también como una designación
específica.
[7] En dicha nota, García se salta a la
garrocha del año 1919 hasta el año 1923, es decir, elude completamente la
estadía de Mariátegui en Europa, o sea, omite el período durante el cual el
maestro se asimiló al marxismo. Esta deliberada omisión basta como prueba de la
torcida intención de su autor.
[8] Lo mismo como conciencia real que como conciencia posible.
01.09.12.
Contribución a la
Teoría de las Generaciones del Socialismo Peruano
(Fragmento)
E.I.
La mistificación de
las generaciones del Socialismo Peruano
Con
su definición de la primera generación del Socialismo Peruano, Mariátegui
subrayó la independencia de la primera generación del socialismo marxista con
respecto a la primera generación del socialismo reformista. Lo subrayó expresamente y, además, basta saber leer
la praxis mariateguiana, para entender que también lo subrayó, como lo hemos
indicado arriba, con el establecimiento del marxismo-leninismo como la base de
unidad del PSP.
Pero ocurre que Miguel Aragón, Ramón
García, etcétera, amalgaman ambas generaciones, y las amalgaman porque no
parten de lo ideológico-político sino de la intención de borrar toda
demarcación entre el socialismo marxista y el socialismo reformista.
De tal forma sus generaciones resultan siendo generaciones del variopinto socialismo
en general, y no, concretamente, del
socialismo marxista. Y, así, diluyen este socialismo en el mapa del
socialismo en general, y, por lo tanto, liquidan su independencia ideológica y
política.
Por
otro lado, es un hecho que García ha levantado el concepto de generación para
silenciar el concepto de lucha entre dos líneas (43). De esta forma
escamotea la esencia del proceso interno del Socialismo Peruano: la lucha del
marxismo-leninismo contra el oportunismo y el revisionismo.
Así, pues, en el examen del proceso del Socialismo
Peruano, García
prioriza el fenómeno sobre la esencia, lo descriptivo sobre lo analítico,
lo cuantitativo sobre lo cualitativo, lo cronológico sobre lo ideológico-político.
El resultado de ello es que 1) niega el
concepto mariateguiano de generación del Socialismo Peruano; 2) silencia el
carácter de clase del PSP; 3) intenta reemplazar el Socialismo Peruano de
Mariátegui por su propio “socialismo peruano”; 5) pretende sentar una base para
un partido del variopinto socialismo en general.
La presencia de Magda Portal, Ciro
Alegría, Luis Valcárcel, Pedro Zulen, Dora Mayer y Castro Pozo en el listado de
la “Primera Generación 1920-1945”, dizque del Socialismo Peruano, preparado por
Aragón y publicitado por García en un libro suyo, es prueba irrefutable de
nuestro aserto (44).
Dicho listado da, pues, la pauta de lo
que pueden ser los listados de las generaciones posteriores, una vez que Aragón
se anime a completarlas.
Conclusión
Tiene razón el
marxista italiano Antonio Melis cuando, en el artículo Clase, generación y pueblo en el pensamiento de José Carlos Mariátegui,
señala: “[El mito de la nueva generación]
pertenece a la obra Defensa del Marxismo,
escrita para refutar el célebre panfleto de Henri de Man Au-delà du marxisme… Se trata de una significativa denuncia de las
coartadas generacionales, que pertenece a un momento histórico preciso de la
polémica marxista, pero que no me parece excesivo y forzado considerar de
discreta actualidad en el momento en que se advierte la tendencia, a falta de
otros méritos, a presentar la partida de nacimiento como testimonio de fe
revolucionaria. Contra todo alarde juvenil, de exaltación indiscriminada y a
menudo instrumental de los nuevos alistamientos, el autor afirma la prioridad
de la opción clasista, que destruye las frágiles unidades registrales y separa,
frente a las elecciones calificadoras, “la paja del grano”, según el propósito
de Amauta” (45).
A la coartada de García y sus repetidores de presentar, en cierto marco,
la partida de nacimiento como testimonio de pertenencia al Socialismo Peruano,
le oponemos la pertinencia del criterio de clase, que separa la paja del grano,
el socialismo reformista del socialismo marxista, el marxismo a secas del
marxismo-leninismo, el oportunismo y el revisionismo de la doctrina de Marx,
Engels, Lenin, Stalin, Mao.
Notas
[43] Prueba
nuestro aserto el hecho de que desde hace más de dos décadas ha desaparecido de
su literatura el concepto de lucha entre dos líneas. Lo prueba también su
intención de tomar el centenario de la revista Nuestra Época como el centenario del Socialismo Peruano, siendo que
el centenario de dicha revista es una cosa y otra cosa es el centenario del
Socialismo Peruano, es decir, del Marxismo-Leninismo Peruano.
[44] Adónde va el Perú, Editorial Perú
Integral, Lima, 2001, p.61. Un análisis detallado de la impertinencia
oportunista de considerar a Magda Portal como representante de la primera
generación del Socialismo Peruano, se encuentra en el libro inédito El partido de masas y de ideas de José Carlos Mariátegui, así
como un análisis igualmente detallado de los otros casos se encuentra en el
libro La creación heroica de Mariátegui y
el socialismo peruano. Planteamiento
de la cuestión, también inédito. Por lo demás, cabe subrayar en estas
líneas que el
concepto de generación que maneja el grupo revisionista es una verdadera camisa
de fuerza: primera generación de 1920 a 1945; segunda generación de 1945 a 1970;
tercera generación de 1970 a 1995; cuarta generación de 1995 a 2020. Es decir, es
un concepto meramente cronológico,
que, utilizado como es utilizado, le sirve a dicho grupo para escamotear la
esencia ideológico-política del proceso interno del Socialismo Peruano.
[45] Leyendo Mariátegui 1967-1998, Empresa
Editora Amauta, Lima, 1999, p.280.
10.03.13.
El Socialismo Heroico y Creador:
«Defensa del Marxismo»
(Décimo Quinta Parte)
Jorge Oshiro
Gramsci hace en este pasaje una
diferencia de mucha importancia para su comprensión de Marx. El acentúa el
adverbio "normalmente". Y así "normalmente" requiere la
formación de la voluntad colectiva de un largo proceso de "filtraciones
capilares". En esta perspectiva sigue escribiendo:
"Por eso normalmente, los cánones del marxismo registran la realidad, la
coge y las hacen evidentes y distintas. Normalmente
y a través de la lucha de clases siempre más intensificada; es a través de esto
que las dos clases del mundo capitalista crean la historia" (Subr.en el
orig.).
Es en esta "normalidad" que
descansan las previsiones científicas. Las ciencias necesitan para su
contrucción conceptual (siempre provisorios) de la normalidad de los fenómenos,
es decir, de la regularidad de sus apariciones, sean éstas naturales o
sociales. El objeto del trabajo de Marx en El Capital es científico, sus
análisis y sus previsiones son científicas. Por lo tanto estas previsiones
descansan en la "normalidad" del desarrollo histórico. Pero Gramsci
dirá más tarde, la historia no es
"un calcolo matematico; no
esiste en essa un sistema metrico decimale...".
Y en ese sentido escribirá:
"Cada fenómeno histórico es
"individuo".
Es decir, el desarrollo histórico no
sigue nunca un modelo único, siempre se particulariza, se hace
"individuo", lo cual es el total rechazo a cualquier tipo de
interpretación mecanicista de la realidad histórica.
Así en Rusia, dice Gramsci:
"...la guerra ha servido de
espoliadora de la voluntad".
Esto es: los tres años de guerra
produjeron prácticamente el efecto del desarrollo histórico largo en
situaciones de "normalidad". A través de los sufrimientos acumulados
en tres años, la carestía enorme, el hambre inaguantable, la muerte golpearon
con fuerza inaudita a millones de personas. Y así:
"...la voluntad (colectiva:JO) se
puso al unísono, mecánicamente al comienzo, activamente,
espiritualmente después de la primera revolución (de febrero, nota del editor)
(subr.JO)
El paso del momento "mecánico"
al momento "activo-espiritual" es el quid de la cuestión. ¿Cómo las masas adquieren esta voluntad
colectiva? ¿Cómo superan el estado de alienación inicial?, ¿Cómo superan el
"caos-popolo"del punto de partida?
El minucioso análisis del papel de los
«Massimalisti russi» dará respuesta a esta pregunta. Dentro del contexto
estrecho de esta introducción no podemos detenernos en ella. Daremos solamente
los resultados de este examen. Las masas pueden superar este caos inicial
porque han logrado formar sus vanguardias:[1]
"Al comienzo son pocos individuos
los que vibran bajo la impresión de las corrientes ideales que la gran masa no
acoge todavía: los pocos se multiplican, se diseminan en el gran espacio del
mundo civil; impresionan grupos y partidos. Comienzan a aparecer oscilaciones
de opiniones hasta que todo un estrato social, una clase...se eleva a la
comprensión, elabora ella misma una idea. Se revelen relaciones nuevas entre
las ideologías y la economía”.
El proceso del crecimiento y la
vigorización de la "voluntad colectiva" es un fenómeno que aparece y
se desarrolla dentro de una región social más propicia: las
grandes fábricas. Es allí
donde las posibilidades históricas concretas están más desarrolladas. Es la
fábrica y toda su lógica de producción la que crea las condiciones materiales
de esta voluntad y no en otras regiones sociales, como el campesinado, que se
caracterizan por el desperdigamiento de las fuerzas de producción en zonas
bastante amplias.
Por
esto decía Mariátegui que mientras las fábricas son los lugares propicios para
el colectivismo, el campo lo es la propiedad privada. La alianza o bloque
histórico entre la clase obrera y el campesinado no es por lo tanto una
relación "exterior" de estas dos clases que se encuentran
"puntualmente" en determinados programas "comunes" en su
lucha, sobre todo electoral. Esta alianza tiene que ser "interna", es
decir, debe ser resultado de la "hegemonía" del proletariado.
Gramsci:
"Los comunistas turineses se
plantearon concretamente la cuestión de la "hegemonía del
proletariado", o sea de la base social de la dictadura proletaria y del
Estado obrero. El proletariado puede convertirse en clase dirigente y dominante en
la medida en que consigue crear un sistema de alianzas de clase que le permita movilizar
contra el capitalismo y el Estado burgués a la mayoría de la población
trabajadora".
[1] Importante a considerar en esta delicada relación entre las masas y
las vanguardias, es decir la parte más avanzada de la propia masa son los
siguientes puntos: (1). Que entre la "vanguardia" y la
"masa" no hay una relación de "Espíritu" y
"Materia", tal como lo concebían los neohegelianos, "Bruno Bauer
y consortes", a los que critican Marx y Engels en la «Sagrada Familia». La
vanguardia no es el Principio de Actividad, ni la masa el Principio de
Pasividad. (2). Que la vanguardia no es un elemento que viene del
"exterior" de las propias masas, ella es parte de las masas. Esta es
la gran diferencia entre la Revolución Francesa y la Revolución Rusa. En Rusia
no hubo jacobino, dice con fuerza nuestro autor. (3). Que la dialéctica
"vanguardia-masa" representa solamente el primer estadio del proceso
de cambio. (4). Que en un estadio más avanzado del proceso revolucionario, la
masa "absorbe" la vanguardia en cuanto que la masa eleva su
consciencia y con ella voluntad colectiva en el seno de la masa. Por lo tanto:
(5). Que en la dialéctica "vanguardia-masa", el peso o grado de
importancia lo tiene la vanguardia en su fase inicial y luego paulatinamente va
pasando a la misma masa, en cuanto que ella va descubriendo su identidad y
eleva su potencia.(6). Que Gramsci, al dar el peso estratégico a las masas en
el desarrollo histórico, da al mismo tiempo, y como consecuencia, el peso
estratégico a lo social (las masas) frente a lo político (la vanguardia, el
partido), es decir a la sociedad (la masa organizada) sobre la política
(Estado) en otras palabras, a la sociedad civil sobre la sociedad política.
(No debemos olvidar que en una sociedad sin clases la sociedad política es
superflua.
La Clase Media y la Máscara de
Agrupaciones Estadísticas
Jan Lust
En la última década, la evolución económica del Perú no
sólo ha provocado discusiones
sobre la sostenibilidad del modelo de
desarrollo basado en la extracción de los recursos minerales del país, sino
también ha generado debates sobre
la clase media. Se considera que el crecimiento económico de la década pasada se ha traducido en el crecimiento y fortalecimiento de la clase media peruana.
Los debates actuales sobre la clase media no son discusiones sobre el concepto de la clase media, sino, más bien, en dónde
poner los límites de clase con el
fin de determinar su tamaño. Estas
discusiones no nos ayudan a entender cómo la estructura social peruana ha cambiado como resultado de las fuerzas de desarrollo
capitalista desatadas durante la última década. Es más bien un factor en
la lucha de clases ideológica entre
las fuerzas de la resistencia al modelo de desarrollo
actual y las clases en el poder.
Determinar la estructura social de la sociedad en base a la
relación del individuo con el ingreso podría ser útil para describir las diferencias en las condiciones sociales de
los diferentes estratos de la población,
y tal vez con el fin de construir políticas para
aliviar los problemas sociales como la pobreza, sin embargo, no nos permiten llegar a la raíz estructural de estos problemas. Una definición de la clase media en base a las categorías de
ingresos hace que sea posible
sostener que el Perú se ha
transformado, en parte, en una
sociedad de clase media. Además, mediante la definición de
la clase media sobre la base de las categorías de ingresos, los hacían posible
“eliminar” la clase capitalista, la clase obrera y el campesinado y sustituirlas por las categorías de la clase baja (pobres), la clase vulnerable (no pobres y no de la clase media), la
clase media y la clase alta. Como consecuencia de ello,
no hay más conflictos sobre la posesión de los medios de producción y la explotación
se ha convertido en un concepto
anticuado.
Una definición de la clase media en base de los ingresos tiene la
desventaja de que los límites de clase sucumben a la arbitrariedad como no
existen criterios objetivos y generalmente aceptados para determinar dónde poner los límites de
clase. Los diferentes puntos de
vista que existen actualmente sobre
el tema de la clase media son
precisamente aquellos en dónde
poner los límites de clase, calculado en base de
categorías de ingresos.
Como un ejemplo de la falta de idoneidad para definir la clase media sobre la base de los límites de ingresos, analizamos los límites de clase propuestos por los autores peruanos
Gamero y Zeballos en su trabajo “Presentación” en Perú Hoy. La clase media ¿existe?, publicado por Desco (2003), y el texto de Adriánzen “Caída de las clases medias
y autoritarismo” en el mismo libro de Desco. Antes de desarrollar nuestros
argumentos, presentamos dos tablas sobre la Población Económicamente Activa
(PEA) y la remuneración promedia de la misma.
Tabla 1: PEA total ocupada y EAP según tamaño de
la empresa (en porcentajes de la PEA total
ocupada): 2003-2013
Individuos
empleados
|
2003
|
2004
|
2005
|
2006
|
2007
|
2008
|
2009
|
2010
|
2011
|
2012
|
2013
|
PEA total ocupada (x1000)
|
12836.7
|
13059.8
|
13120.4
|
13683.0
|
14197.2
|
14459.2
|
14757.7
|
15089.9
|
15307.3
|
15541.5
|
15683.6
|
1-10
|
78,2%
|
78,0%
|
76,9%
|
76,1%
|
75,2%
|
74,0%
|
73,2%
|
73,5%
|
72,5%
|
70,9%
|
70,9%
|
11-50
|
6,8%
|
6,6%
|
7,1%
|
6,8%
|
7,0%
|
7,6%
|
7,7%
|
7,4%
|
7,2%
|
7,6%
|
7,8%
|
51 y más
|
13,9%
|
14,4%
|
14,9%
|
16,0%
|
16,7%
|
17,3%
|
18,0%
|
17,8%
|
18,8%
|
19,7%
|
20,0%
|
No especificado
|
1,1%
|
1,1%
|
1,1%
|
1,0%
|
1,1%
|
1,1%
|
1,1%
|
1,3%
|
1,5%
|
1,8%
|
1,3%
|
Tabla 2: La remuneración promedio de la PEA ocupada según tamaño de la empresa: 2001-2012 (en nuevo
soles)
Tamaño de las empresas en personas empleadas
|
2001
|
2002
|
2003
|
2004
|
2005
|
2006
|
2007
|
2008
|
2009
|
2010
|
2011
|
2012
|
1-10
|
458.9
|
487.1
|
482.4
|
465.2
|
471.0
|
488.8
|
551.6
|
624.3
|
657.1
|
698.1
|
775.4
|
824.3
|
11-50
|
862.9
|
1059.0
|
966.3
|
946.4
|
931.3
|
1014.9
|
1030.1
|
1081.2
|
1213.1
|
1229.6
|
1342.6
|
1347.5
|
51 y más
|
1250.0
|
1342.6
|
1574.3
|
1363.2
|
1326.8
|
1426.5
|
1516.6
|
1660.7
|
1786.7
|
1748.0
|
1798.1
|
1937.4
|
Gamero y Zeballos
determinaron los límites de clase
de las familias
de clase media en el año 2003 entre
los umbrales de 1482 y 4258
nuevos soles. De acuerdo con la
remuneración promedio de la PEA
ocupada en el año 2003, sólo las personas que trabajaban en empresas que empleaban a 51 personas o más
obtuvieron un ingreso suficientemente
alto como para ser consideradas como clase media, es decir, el 13,9% de los
ocupados. El resto de las personas que trabajaba no contaba como clase media. ¿Entonces, qué fueron?
¿Ellos fueron los casi pobres, los trabajadores pobres?
Los límites de la clase propuestos por Adrianzén hacen más difíciles de encontrar individuos que pertenecen a la clase
media. En este caso, los límites
son 1864 y 3322 nuevos soles. La
remuneración promedio en 2003 de las personas que trabajaban en empresas que
empleaban a 51 o
más personas no era lo suficientemente alto como para contar estos
individuos como pertenecientes a la
clase media. Entonces, ¿quiénes formaron parte de la clase media?
En el caso del límite inferior de Gamero
y Zeballos, solamente a partir de
2007 las personas que trabajaban en
empresas que empleaban a 51 o más individuos se
consideraban como parte de la clase media. En el
caso del límite inferior de
Adrianzén esto sucedió en el 2012. En términos generales, esto significa que en el periodo 2007-2012 entre el 16,7%
y el 19,7% de la PEA ocupada, o entre 2.370.932
y 3.061.675 personas,
pertenecieron a la clase media. ¿Y a qué clase perteneció el resto de las personas que
trabajaba? ¿Ellos formaban parte de la clase
trabajadora porque ganaban menos que la
clase media? ¿Ellos fueron campesinos?
Pero ¿quiénes fueron las personas que ganaban
más que la clase media? ¿Ellos
fueron los dueños de los medios de producción?
En su trabajo Gamero
y Zeballos se
refieren a las familias que
pertenecen a la clase media. Debe
ser obvio que en los hogares que
tienen más de un sostén es posible que individualmente estas personas no
pertenezcan a la clase media e
incluso podría ser considerado como
pobre. Esto es, por supuesto, la muerte de cualquier análisis que propone contribuir a la comprensión de la estructura social de la sociedad.
Los debates sobre el tamaño de
la clase media son discusiones
sobre la clase media como una agrupación estadística. Aunque se presentan estos debates como herramientas para iniciar a comprender la
evolución de la estructura social,
en realidad, estas discusiones confunden
más que clarifican. Además, mediante el
uso de las categorías de ingresos para determinar la clase media es política y sociológicamente
posible eliminar la clase obrera.
Por supuesto, esto también hace posible la eliminación de la clase capitalista
y, como consecuencia, la
eliminación de la necesidad de la lucha de clases
para cambiar las estructuras sociales de
la sociedad.
Para que las clases dominantes puedan utilizar el espectro de la clase media como un instrumento político
e ideológico, los límites de clase
deberían ser fijados en éstos niveles que permitan aumentar
sustancialmente la clase media. Existen
varios artículos de los intelectuales de la burguesía que tienen justamente eso
como objetivo. Hay autores que consideran la clase media en desarrollo
como trabajadores que ganan entre US $4
y US $13 por día (en paridad de poder adquisitivo). En el caso del
Perú, esto significa que todo el mundo que actualmente
gana el salario mínimo está considerado como clase media. Sobre la base de la remuneración promedio de
2012 es posible concluir que el conjunto de la PEA ocupada puede
considerarse como clase media.
Concluimos que los debates actuales sobre la clase media ayudan a eliminar cualquier discusión
sobre los fundamentos sociales
y económicos que han causado el surgimiento de la estructura social particular de la sociedad. Como tal, estos debates contribuyen a ocultar las realidades sociales y económicas detrás de
esta estructura.
Al considerar la estructura de la sociedad como el conjunto de agrupaciones estadísticas
particulares, ya no es posible determinar
lo que ha causado que las personas
se encuentren en las agrupaciones
estadísticas A, B,
C, D y E. Esto es muy conveniente
para las clases en el poder ya que contribuye a difundir una práctica reformista entre las clases y
capas sociales que podrían ser
consideradas como las fuerzas
para el cambio transformacional, es decir, hacia el
socialismo.
Pensamos que una definición de la clase media en
base a criterios tales como la propiedad sobre los medios de producción, el control
sobre los medios de producción, el
control sobre la fuerza de trabajo
y el papel de los individuos en la
producción y la reproducción del sistema capitalista
es superior al definir la clase media sobre la base de las categorías de
ingresos. Al mismo tiempo que estos
criterios contribuyen a la comprensión de la
estructura social de la sociedad, también ayudan a crear la conciencia
de la necesidad de derrocar el
sistema capitalista. Exactamente
esto es lo que la práctica para definir la clase media sobre la base de las categorías de ingresos
trata de evitar.