El Movimiento Antirracista y la Lucha por la Organización Sindical en
Amazon
Tatiana Cozzarelli
JEFF BEZOS ES EL HOMBRE MÁS RICO del mundo. Podría
pagar bonos de 105.000 dólares a cada uno de los 1.2 millones de empleados en
Amazon y aun así seguir siendo igual de rico que antes de que comenzara la
pandemia. Su riqueza la obtiene mediante la extracción de enormes niveles de
plusvalía de la fuerza laboral en Amazon a través de un trabajo agotador,
salarios bajos y mano de obra no sindicalizada. Los 5.800 trabajadores
del Fulfillment Center (un depósito y centro de distribución)
en Bessemer, Alabama, están tratando de hacer lo que ningún otro empleado
estadounidense de Amazon pudo hacer: conquistar un sindicato. Esta campaña está
siendo organizada casi en su totalidad por trabajadores negros en un estado
republicano.
Amazon
está poniendo toda la carne al asador contra la campaña de organización de sus
trabajadores, desde la intimidación hasta un pago a sus trabajadores para que
renuncien, a un sinfín de llamadas y mensajes de texto antisindicales. Tienen
recursos casi ilimitados para esta pelea.
Esto es
David contra el Goliat de Amazon. Y en esta historia, “David” está representado
por miles de afroamericanos, mujeres en su mayoría.
Black
Lives Matter
La pelea por la sindicalización es un producto
directo del movimiento Black Lives Matter. El movimiento, conjuntamente con la
devastación de la pandemia del coronavirus, puso al descubierto todas las
injusticias del racismo capitalista. Aquellos que se movilizaron durante todo
el verano (boreal) manifestaron en términos inequívocos que la comunidad negra
merece algo mejor. Las vidas negras deberían importar. Pero no
le importan a los policías que sistemáticamente aterrorizan y asesinan
afroamericanos. Y las vidas negras tampoco le importan a Amazon. Claro, Amazon
dice “Black Lives Matter”. Incluso hizo donaciones a la red global de Black
Lives Matter, la cual fue sujeto de críticas por parte de grupos como BLM10 y
Black Power (inicialmente BLM Inland Empire). Pero es solo un intento
desesperado para tapar la negativa de Amazon a garantizar derechos básicos a
sus trabajadores, muchos de los cuales son negros.
Con una
combinación de represión y cooptación, las protestas de este verano fueron
frenadas. Demócratas y Republicanos por igual gasearon, arrestaron y golpearon
manifestantes mientras los Demócratas se adjudicaban representar al movimiento
en las urnas. Joe Biden y Kamala Harris contuvieron las explosivas protestas y
desviaron su energía hacia el apoyo electoral al Partido Demócrata; el
cementerio de los movimientos sociales en acción. A pesar de su largo historial
de políticas neoliberales y racistas, Joe Biden prometió ser un presidente pro-sindicatos
y antirracista. Miles de trabajadores y oprimidos lo votaron con la esperanza
de que Biden concediera al menos algunas reformas. Pero después de unas pocas
semanas en la presidencia, Biden está dando marcha atrás en muchas de sus
promesas. Él y el resto de los demócratas ni siquiera van a garantizar un
mísero salario mínimo de 15 dólares, destacando una vez más que hacen promesas
para suprimir movimientos pero no van a dudar en retractarse de ellas.
Casi
habiendo abandonado las calles, el Black Lives Matter está quizás reemergiendo
de otra forma, en la pelea por la sindicalización. Esto es así porque no hay
límites reales entre la lucha obrera y los movimientos sociales. Los
trabajadores negros en Bessemer fueron parte de la resistencia contra los
capitalistas cuando inicio la pandemia y del Black Lives Matter.
Son parte
de un largo legado de lucha sindical en Alabama donde se fusionaron las
demandas del trabajo con las del movimiento por los derechos civiles. Este tipo
de lucha sindical resalta que el racismo y la explotación están unidos en este
sistema capitalista racista. Esta dialéctica existió en la historia de todo
Estados Unidos, a pesar de los intentos capitalistas para cooptar los
movimientos y detenerlos. La lucha por la sindicalización en Amazon tiene un
inmenso potencial para abrir camino a más intentos de sindicalización y para
una nueva era de militancia en los lugares de trabajo que conecte las luchas
obreras al Black Lives Matter, así como a otras luchas de los oprimidos.
Amazon, el
Goliat
Cuando el levantamiento Black Lives Matter en
Estados Unidos comenzó a retroceder en agosto, los trabajadores de Amazon en
Bessemer se acercaron al Sindicato de Tiendas Minoristas, Mayoristas y Grandes
Almacenes (RWDSU por sus siglas en inglés). Ochenta y cinco por ciento son
negros y muchas son mujeres. El 8 de febrero, los trabajadores y trabajadoras
comenzaron a votar si unirse al sindicato RWDSU, el cual representa a 12.000
trabajadores avícolas en Alabama y 100.000 trabajadores a nivel nacional.
Amazon es
el segundo empleador privado más grande del país, solo superado por Walmart. Su
fuerza laboral se compone de un ejército de trabajadores de depósitos y
técnicos, así como también repartidores, muchos de los cuales trabajan como
“contratistas independientes”. Tal como explica el analista de negocios Scott
Galloway, “Amazon está construyendo la infraestructura en logística más grande
en la historia” [1]. Aun así, Amazon pagó menos del 3 % en impuestos
federales.
Amazon y
Apple son las dos primeras compañías en la historia en valer un billón de
dólares. Como Kim Moody dice que “Jeff Bezos y su equipo de técnicos y
analistas simplemente hicieron lo que los barones ladrones siempre hicieron:
recaudar, gastar y a veces perder el dinero de otras personas, eludir
impuestos, estafar a los proveedores y evitar los sindicatos” [2]. Y
ahora, Bezos se convirtió en más que eso; es un beneficiario de la pandemia,
haciendo una fortuna con la crisis mundial sin precedentes. Solo en 2020, Bezos
tuvo $70.000 millones en ganancias. Como resultado del aluvión de mala prensa,
Bezos anunció recientemente que dará un paso al costado en su papel de CEO,
aunque va a continuar jugando un rol en la compañía.
El
ascenso de Amazon es un producto de la era neoliberal, caracterizada por las
cadenas globales de producción construidas bajo un creciente “libre” comercio
que facilitó el movimiento de commodities producidas por
trabajadores sobreexplotados del “Sur Global” y en empresas sin sindicatos de
los Estados Unidos. Esta era se caracterizó por brutales ataques al movimiento
obrero organizado y una caída masiva en las tasas de sindicalización. Las
corporaciones en los Estados Unidos aumentaron las tasas de explotación
flexibilizando las condiciones de trabajo, generalizando los “contratistas
independientes” (tercerización del trabajo) y girando a una gig economy,
mientras que al mismo tiempo se reducían los impuestos a los grandes
capitalistas. Estas políticas neoliberales antiobreras, fueron llevadas
adelante por demócratas y republicanos por igual durante décadas. Este modelo
económico está en crisis desde 2008, con una recuperación parcial que fue
destruida por la pandemia. Esta pandemia solo profundizó la “Amazonificación”
de la economía.
Amazon
lleva años compitiendo contra Walmart para tener el puesto N.°1 como la empresa
principal en el Fortune 500. Alimahomed-Wilson, Allison, y Reese dicen que
estamos entrando en una era de “capitalismo amazoniano” que se
basa en las políticas neoliberales de las últimas décadas para poder crear
Goliats como Amazon. No solo Amazon creció exponencialmente, sino que además
“impulsó muchas características novedosas que animan la economía mundial
actual” [3], incluyendo el consumismo online y la entrega en el día de
muchos productos. Tal como ellos explican, Amazon hace que algunas tendencias
globales se hagan visibles: monopolización, crecimiento del comercio online,
quiebra de comercios tradicionales y aumento de la importancia del sector
logístico. Amazon es brutalmente exitoso porque perfeccionó lo que se conoce
como “Lean Production”, usando tecnología para imponer un ritmo agotador a una
fuerza laboral relativamente pequeña de trabajadores. La empresa atomizó la
fuerza laboral, incluyendo trabajadores de depósito y subcontratados de reparto,
quienes lentamente reemplazan al Servicio Postal de los Estados Unidos (USPS
por sus siglas en inglés) sindicalizado. Como el USPS está sistemáticamente
subfinanciado, Amazon acapara más y más trabajo, desplazando al correo
tradicional. Los trabajadores negros son los más afectados, ya que están
representados desproporcionadamente entre los puestos de trabajo sindicalizados
del USPS y los trabajos no sindicalizados de Amazon.
Las tasas
de sindicalización cayeron exponencialmente a lo largo de la era neoliberal. En
1994 cuando se creó Amazon, el 10,9% de los empleados privados y el 15.5 %
de todos los trabajadores estaban sindicalizados. En 2020, el número decayó a
6.3 % y 10.8 %, respectivamente. Además, desde el 2000 hasta el 2020
la tasa sindicalización de trabajadores de transporte y de depósito cayó de un
25.7 % a un 17 %. Eso se debe en parte al crecimiento de Amazon. Y
esta tendencia va a continuar, dado que Amazon está en camino a convertirse el
empleador más grande del país. Los trabajos en la empresa aumentaron un
50 % durante el último año y medio.
La
“Amazonificación” resalta la contradicción esencial del capitalismo en 2021:
enormes riquezas y bajos impuestos para las corporaciones; el uso de tecnología
de punta en robótica y vigilancia para supervisar a los trabajadores; y la
explotación y deshumanización de los empleados. No es que Amazon sea la manzana
podrida, es que esta es otra iteración del capitalismo. Pero centralizando
miles de trabajadores y generando tanta ganancia, Amazon también centralizó
bronca y descontento. Después de la pandemia y del movimiento BLM, está todo
maduro para la organización y la lucha.
Condiciones
inhumanas de trabajo
La plusvalía creada por los trabajadores de Amazon
la utilizó Bezos para hacerse rico más allá de la imaginación. Marx explica que
la ganancia capitalista se obtiene de la extracción de plusvalía: lo que el
patrón se queda del tiempo de trabajo no pagado en la jornada diaria. Es
esencialmente la ganancia que los patrones hacen a costa del trabajo obrero.
Corporaciones
como Amazon se enriquecieron extrayendo altas tasas de plusvalía de sus
trabajadores a cada paso. Como explica Kim Moody, “la interacción de la
infraestructura de Amazon, la velocidad con la cual los bienes de mueven a
través de ella, y la tasa en la cual los trabajadores producen este valor (su
nivel de explotación) está en el corazón de los esfuerzos constantes de la
compañía de aumentar la intensidad de trabajo y bajar el costo de este
labor” [4].
Como lo
marca Moody, mientras los trabajadores de depósito de Amazon no necesariamente
producen mercancías, están creando plusvalor, y son parte de la redistribución
de la plusvalía creada en el capital productivo. Desde el punto de vista de la
creación del valor, volumen 2 de El capital, Marx es muy claro: “el
capital productivo invertido en esta industria [transporte] agrega valor a los
productos transportados, en parte a través del valor añadido por el trabajo de
transporte”. En otras palabras Marx creía que el trabajo en la “industria del
transporte” producía plusvalía. En la época del imperialismo, tal como elaboró
Lenin, el capital comercial y financiero se combinan, creando monopolios como
Amazon y Walmart. Estos monopolios influencian las cadenas de valor y a veces
controlan el capital industrial en sí mismo, engullendo y redistribuyendo la
plusvalía creada en la producción. Entonces, los trabajadores de Amazon
producen plusvalía directa e indirectamente; forman parte de la distribución
del plusvalor. En otras palabras, el trabajo extenuante de estos trabajadores
es fuente de la riqueza extraordinaria para Bezos y más ampliamente, Amazon.
Los
empleados de depósito en Amazon sufren condiciones inhumanas y aborrecibles de
trabajo. Amazon impone métodos tayloristas con un giro del siglo XXI: ahora no
son principalmente capataces supervisando trabajadores, sino que lo hace un
intrincado sistema de vigilancia que haría sonrojar al Gran Hermano. Amazon
rastrea automáticamente la productividad de cada trabajador y genera
advertencias sin la intervención de ningún supervisor, por ejemplo, si alguien
pasa mucho tiempo en el baño. A los trabajadores se les asigna solo una mínima
cantidad de “tiempo libre de tareas” (TOT), un período en el que no están
escaneando paquetes mecánicamente. Se realiza un seguimiento de cada movimiento
y los trabajadores que caen por debajo de “un umbral de productividad” son
disciplinados o despedidos. Basándonos en una instalación de Baltimore, podemos
estimar que los depósitos de Amazon despiden hasta el 10 % de su fuerza
laboral por año.
Como
resultado, Amazon tiene una tasa de lesiones graves del 7.7 %, que es
aproximadamente el doble de la media más reciente del sector (que ya es
bastante alta). Ya que Amazon presiona fuertemente para mantener estos ritmos
de trabajo, los trabajadores a menudo no pueden usar el baño. No tienen tiempo
de atravesar un almacén enorme –a veces del tamaño de 17 canchas de fútbol– y
volver a sus puestos. En consecuencia, a veces tienen que orinar en botellas
para poder mantener sus puestos de trabajo. Jennifer Bates, una trabajadora de
Amazon, lo explica:
Mis
compañeros de trabajo y yo –de todas las edades– cojeamos de tanto subir y
bajar las escaleras del edificio de cuatro plantas. Una vez pregunté: “Bueno,
ahí mismo hay un ascensor. ¿Por qué no podemos usarlo?”. Mis compañeros
respondieron: “nos dijeron que no podíamos”. Podíamos poner los productos en
los ascensores y subirlos, pero luego teníamos que subir por las escaleras. Es
como si estuviera diseñado para castigarnos por alguna razón.
Es una
reminiscencia de las otrora “entradas de servicio” para los trabajadores
domésticos negros en la era de las leyes racistas “Jim Crow”.
Además, los trabajadores de Amazon se jugaron la
vida en medio de una pandemia mortal. Son esenciales: se aseguraron
de que la gente recibiera los EPP (Equipos de protección personal) y las
recetas, así como los envíos para actividades de ocio que también eran
esenciales en cuarentena. Mientras Bezos y otros capitalistas lanzaban loas a
los héroes de primera línea, las condiciones en los almacenes de Amazon solo
empeoraron durante la pandemia. Al principio, hubo poco o ningún
distanciamiento social. Los trabajadores de Amazon recibían una mísera de paga
por riesgo de 2 dólares por hora al principio de la pandemia, pero se terminó
en junio de 2020, cuando muchos estados aún no habían alcanzado su pico de
casos de COVID. Casi 20.000 trabajadores de Amazon en los Estados Unidos se
contagiaron de COVID-19, y Amazon ha admitido que al menos 10 personas han
muerto. Como dice Bates:
Incluso
con la COVID-19, nos dijeron que nos avisarían si habíamos estado en contacto
cercano con alguien que tuviera el virus. Pero sabemos con certeza que hemos
trabajado junto a personas que tenían COVID y no se nos avisó.
Como
resultado de estas condiciones, hubo una serie de paros durante el verano. Los
trabajadores que se quejaron y organizaron acciones, como Chris Smalls de Nueva
York, fueron despedidos. Un memorándum filtrado del consejo general de Amazon
decía que Smalls “no era inteligente, ni elocuente”, un mensaje implícitamente
racista. Podemos ver cómo el racismo es una parte necesaria de las políticas
antisindicales de Amazon.
Intimidación
anti-sindical
Amazon ha contratado a analistas de inteligencia
para seguir las “amenazas de organización sindical” y ha espiado las
interacciones de los empleados en grupos cerrados de Facebook. Han despedido a
“alborotadores” como Chris Smalls y a innumerables personas cuyos nombres
desconocemos. En 2014, un pequeño grupo de trabajadores técnicos de Amazon
intentó unirse a la Asociación Internacional de Maquinistas y Trabajadores
Aeroespaciales. Aunque más de la mitad había firmado inicialmente documentos en
los que se declaraba que se uniría al sindicato, Amazon se dedicó a todo tipo de
mentiras y maquinaciones que finalmente hicieron que el sindicato fuera
rechazado.
Del mismo modo, en Bessemer, Amazon ha hecho todo
lo posible para frustrar el esfuerzo de sindicalización, incluyendo todo tipo
de amenazas de despido, llamadas telefónicas a los trabajadores, reuniones
antisindicales y un sitio web anti-sindical muy ridículo con un perro como DJ.
Mientras Amazon llena los baños de propaganda antisindical, los organizadores
sindicales se ven obligados a reunirse con los trabajadores fuera de la
propiedad. Amazon solicitó con éxito a la ciudad que cambiara el tiempo de
duración del alto en los semáforos para que los organizadores y activistas
tuvieran menos tiempo para hablarles a los trabajadores en sus coches. Amazon
le paga a consultoras casi $10.000 al día para frenar el esfuerzo de
sindicalización.
Incluso
sin estas maniobras antisindicales, las leyes están en contra de los
trabajadores. En primer lugar, los trabajadores tienen que ratificar el
sindicato dos veces: la primera vez, firmando con sus compañeros de trabajo
para una petición sindical, y luego, semanas más tarde, consiguiendo que los
trabajadores certifiquen el sindicato. El largo periodo de tiempo que
transcurre entre el momento en que se hace pública la petición y la ratificación
del sindicato da a los empresarios mucho tiempo para interferir en el proceso y
contratar a estudios de abogados especializados en la destrucción de
sindicatos. Las represalias, la extorsión y la intimidación son habituales,
pero el enorme lapso de tiempo que transcurre entre el registro de una queja y
la obtención de una respuesta de la Junta Nacional de Relaciones Laborales
(NLRB) [5] –de siete a catorce semanas– significa que los trabajadores
disponen de pocos recursos legales. Es muy común que los sindicatos tengan un
apoyo abrumador antes de salir a la luz, pero que luego sean derrotados en la
votación de certificación. En más del 40 % de los casos, la NLRB acusa a
los empresarios de prácticas laborales desleales. A los empresarios no les importa.
La NLRB no puede obligarlos a pagar daños y perjuicios, más allá de los
salarios atrasados y la reincorporación. Para los empresarios vale la pena ese
esfuerzo antisindical.
La
mayoría de los países europeos permiten la negociación sectorial, en la que se
establecen convenios que abarcan sectores enteros y no centros de trabajo
individuales. En Estados Unidos solo se permite la negociación a nivel de
empresa, lo que significa que los sindicatos deben organizarse de lugar de
trabajo en lugar de trabajo. Esto está diseñado para que se enfrenten compañías
enormes contra grupos de trabajadores atomizados.
Por otro
lado, el sindicato de Amazon ha tenido cierto apoyo. La Asociación de Jugadores
de la Liga Nacional de Fútbol Americano, que representa a más de 2.000
jugadores de la NFL en Estados Unidos, publicó un vídeo de apoyo, y la
Asociación de Jugadores de las Grandes Ligas de Béisbol también emitió un
comunicado. Los trabajadores de la industria avícola se apostaron frente a
Amazon para hablar con los trabajadores sobre la sindicalización y sindicatos
como National Nurses United que agrupa enfermeras y enfermeros también han
expresado su apoyo. En el último mes ha habido pequeñas acciones de solidaridad
en todo el país. Políticos como Alexandria Ocasio Cortez, Bernie Sanders e
Ilhan Omar enviaron videos en apoyo.
Casi tres
semanas después de que los trabajadores de Amazon empezaran a votar y ante la
creciente presión de los sindicatos, Joe Biden envió un vídeo en el que
condenaba la intimidación y apoyaba el derecho de los trabajadores a afiliarse
a un sindicato. Sin embargo, no exigió ningún castigo por la intimidación
descaradamente ilegal. Esto contrasta fuertemente con el duro lenguaje que
Biden utilizó para condenar y exigir la persecución de los manifestantes del
BLM, mientras los policías de las ciudades con alcaldes demócratas
encarcelaban, golpeaban y gaseaban a los manifestantes. Además, se negó a
pronunciarse a favor de la Ley PRO [6], que había sido una promesa su
campaña. La Ley PRO promete terminar con una serie de leyes antisindicales,
prohibir las reuniones utilizadas por las empresas para amedrentar a los
trabajadores y aumentar las multas y sanciones para los empresarios que
incumplan las leyes laborales. Biden celebró el esfuerzo del sindicato de
Amazon pero no presentó ninguna propuesta concreta que ayudara realmente a los
trabajadores a sindicarse. Como es típico de los demócratas, Biden utilizó una
retórica florida para encubrir el hecho de que gobierna únicamente del lado de
los capitalistas.
Un empuje
para conquistar el sindicato
Durante la pandemia, muchos trabajadores se dieron
cuenta de lo esenciales que son. Como resultado, se produjeron pequeñas
movilizaciones y paros en todo el país entre trabajadores de la sanidad,
trabajadores de tiendas de comestibles, profesores y otros. La comprensión de
su propia “esencialidad” llevó a una huelga en el mercado de Hunts Point de
Nueva York, el mayor mercado mayorista del país. Marcos, un trabajador de Hunts
Point, resumió el sentimiento: “Muchos de mis compañeros murieron conmigo aquí
[en el trabajo]. Mantuvimos este lugar abierto. […] Mientras los jefes estaban
en casa, yo estaba aquí trabajando para ellos. Tenían dinero, tenían millones.
No lo compartieron con nosotros. Nos merecemos más”. El esfuerzo de
sindicalización de Amazon es parte del mismo sentimiento entre la clase
trabajadora.
La
pandemia afectó de manera diferente a los distintos grupos étnicos y clases
sociales, con los trabajadores esenciales afroamericanos y latinos puestos en
primera línea para morir. Como resultado, los negros son hospitalizados a un
ritmo tres veces mayor que los blancos y mueren al doble. Esto ayudó a
alimentar la explosión del movimiento Black Lives Matter.
Se
calcula que el movimiento del verano pasado contra la violencia policial
racista fue el mayor de la historia de Estados Unidos. Aunque la mayoría de las
personas que se movilizaron eran trabajadores, el movimiento obrero solo
organizó unas pocas acciones. En junio, el sindicato de trabajadores portuarios
y de almacenes ILWU cerró todos los puertos de la Costa Oeste. En julio, la
Unión Internacional de Empleados de Servicios (SEIU) organizó una jornada de
huelga, que consistió principalmente en pequeñas protestas. Fueron actos
importantes de solidaridad, pero muy lejos de las huelgas y movilizaciones que
deberían haberse convocado para protestar contra la violencia policial. Sin
embargo, incluso estas pequeñas acciones, incluidas las de los trabajadores de
Amazon, establecieron conexiones clave con el lugar de trabajo. Pero los
trabajadores también encontraron formas de expresar su solidaridad a pequeña
escala, como los conductores de autobús que se negaron a transportar a los
manifestantes de BLM detenidos en San Francisco, Nueva York y Minneapolis.
Estas son pequeñas expresiones de trabajadores que formaban parte del
movimiento, pero que no se organizaron en sus lugares de trabajo a causa de la
dirección de los burócratas sindicales.
No es
exagerado decir que el actual esfuerzo de sindicalización de Amazon es un
producto del movimiento Black Lives Matter. Según el Wall Street Journal,
“algunos de los trabajadores [de Bessemer] participaron en el movimiento Black
Lives Matter durante el año pasado y se acercaron a este sindicato porque
estaban cansados de lidiar con la naturaleza agotadora de su trabajo. Hay un
clima político exacerbado”. La energía, el desafío, la conclusión política de
que, para que las vidas negras importen, hay que luchar, todo ello condujo
directamente a la campaña de sindicalización. Después de todo, ¿cómo se puede
decir Black Lives Matter y luego ir a trabajar y ver a una fuerza laboral
mayoritariamente negra sufrir condiciones inhumanas sin conectar ambas
situaciones?
Bloomberg
informó que la campaña sindical fue el resultado de “la creciente aceptación de
que el racismo sistémico ha perjudicado las perspectivas económicas de las
minorías raciales”. La creciente comprensión de que el racismo es sistémico, no
solo interpersonal, también alentó a los trabajadores negros a mirar hacia arriba,
a mirar de quién es la rodilla que les aprieta el cuello. Son los policías, son
los demócratas y los republicanos, y también los patrones.
En las
experiencias reales de los trabajadores oprimidos, no hay una delimitación
arbitraria entre estar oprimido como negro, inmigrante o mujer, y ser explotado
como trabajador. La vida de los negros debe importar tanto cuando alguien
camina por la calle como cuando trabaja en un centro de distribución. Por eso
los movimientos de masas como Black Lives Matter tienen el poder de activar el
movimiento obrero.
Sindicalismo
en Alabama
La ciudad de Bessemer tiene 27.000 habitantes y es
un 71 % negra. Tiene una tasa de pobreza del 28 %, más del doble de
la tasa nacional del 10 %. Estas cifras ponen de manifiesto cómo las
ciudades negras como Bessemer se han empobrecido profundamente durante la era
neoliberal. Jordyn Holman y Spencer Spoer explican que Bessemer “fue una vez
una próspera ciudad siderúrgica y un centro de fabricación. Durante gran parte
del siglo XX, U.S. Steel y el fabricante de vagones Pullman-Standard emplearon
a miles de lugareños, catapultándolos a la clase media”. Pero la manufactura
empezó a marcharse en la década de 1970, y Pullman-Standard cerró en 1981. Como
resultado, el desempleo subió al 35 % y mucha gente abandonó la ciudad. Se
dejó atrás una comunidad predominantemente negra.
Todavía
hay algunas industrias, como las plantas avícolas, en las que los trabajadores
están organizados en el RWDSU. La gente todavía entiende que los sindicatos
proporcionan puestos de trabajo con mayores ingresos. De hecho, en un intento
por detener el esfuerzo de sindicalización, Amazon dijo a sus trabajadores que
tenían suerte si ganaban 15 dólares la hora. Pero algunos respondieron que los
trabajadores avícolas cercanos ganan más de 15 dólares, lo que pone de
manifiesto las ventajas de tener un sindicato.
El
almacén de Amazon se inauguró hace aproximadamente un año y recibió $41.7
millones en exenciones fiscales para abrir. El esfuerzo de sindicalización
comenzó poco después. La escritora y activista Keeanga-Yamahtta Taylor señala
correctamente que “el movimiento Black Lives Matter tiene el potencial de
establecer conexiones profundas y crear relaciones con los trabajadores
organizados. Los trabajadores negros siguen estando sindicalizados en mayor
proporción que los blancos. La razón es sencilla: los trabajadores negros
sindicalizados ganan mucho más de lo que ganan los trabajadores negros no
sindicalizados, en salario y beneficios” [7]. Como resultado, los afroamericanos
ven a los sindicatos de manera significativamente más favorable que otros
grupos. Esto se debe en parte a que los sindicatos han desempeñado un papel
central en la historia de la lucha de la comunidad. Alabama, en particular,
tiene una poderosa historia de sindicatos interraciales.
Si se
consultan los libros de historia, Alabama es más conocida por su dura oposición
a la integración. Hoy, Alabama es uno de los estados más rojos [8] del
país y tiene una tasa de sindicalización del 8 %. Esta cifra es un
3 % inferior a la media nacional, ya de por sí muy baja. Alabama fue uno
de los primeros estados en adoptar una ley antisindical de “derecho al
trabajo”; estaba en vigor desde 1953.
A primera
vista, puede parecer un lugar extraño para tener el primer impulso fuerte para
sindicalizar un almacén de Amazon. Pero el libro de Michael Goldfield The
Southern Key hace referencia al “excepcionalismo de Alabama” en los
años 30 y 40: Alabama era muy diferente del resto de los estados dixiecrat [9].
¿Por qué? Porque tiene una profunda historia de sindicatos fuertes. El almacén
de Amazon en Bessemer se encuentra en realidad en un terreno que antes era
propiedad de U.S. Steel, donde los trabajadores formaban parte de United
Steelworkers.
El
término utilizado por el historiador Robert Kornstad, “sindicalismo de derechos
civiles”, es apropiado: sindicalismo organizado por personas negras que
lucharon no solo por la sindicalización y los derechos laborales, sino también
por reivindicaciones de la comunidad negra como el derecho al voto, contra la
violencia supremacista blanca y vinculando activamente los derechos civiles y
los derechos laborales. Las tendencias hacia el “sindicalismo de derechos
civiles” tenían poderosos enemigos, entre ellos el gobierno, la patronal y el KKK,
que se empleó para aterrorizar y aplastar el sindicalismo interracial. Aunque
los líderes sindicales vinculados a los capitalistas y la política de
colaboración de clases del Partido Comunista de finales de los años 20 en
adelante limitaron el movimiento desde dentro, vale la pena recordar y aprender
de las luchas de las bases.
A
principios del siglo XX, la Unión de Trabajadores Mineros (UMW) había
organizado a cerca del 65 % de los mineros de Alabama, negros y blancos
juntos. Era un sindicato interracial en plena época de Jim Crow. La UMW no
estaba exenta del racismo generalizado de la época, pero también tenía
tendencias muy progresistas hacia la unidad interracial contra la patronal. Por
ejemplo, los trabajadores negros fueron elegidos líderes de los locales
mineros. En un logro asombroso, en el Distrito 20 de Alabama, los trabajadores
obligaron a la patronal a poner fin a las diferencias salariales entre los
trabajadores negros y los blancos y forzaron a Birmingham a permitir salas
sindicales integradas para las reuniones. Como ha ocurrido a lo largo de la
historia, el gobierno utilizó una combinación de racismo y represión para
aplastar el sindicalismo interracial en Alabama. El resultado fue un descenso
de los trabajadores sindicados.
A finales
de la década de 1920, los mineros del carbón volvieron a desempeñar un papel
central en el movimiento obrero del Sur. Ayudaron a organizar a los
trabajadores en Alabama, incluyendo a los trabajadores de la madera, las
lavanderas, los predicadores, los maestros de escuela y otros. Prestaron un
apoyo activo al Sindicato de Agricultores, que organizó a los aparceros y
arrendatarios negros y blancos. Como resultado, Alabama se convirtió en el
estado más sindicalizado del Sur.
El quid del sindicalismo por los
derechos civiles es ir más allá de organizarse en un sindicato, y los mineros
del carbón en los años 20 y 30 justo hicieron eso. Como lo explica Goldfield:
Organizaron
grupos de trabajadores blancos y negros para ir juntos a registrarse para
votar. A menudo pagaban los impuestos electorales de los trabajadores blancos y
negros. Decían que “si estás en el Ku Klux Klan, eso es incompatible con ser
miembro del sindicato y te expulsamos”. Así que si estabas en Birmingham, o en
Bessemer, y estabas relacionado con el Klan, te sacaban.
Pero no
solo los mineros desempeñaron un papel central en la lucha de clases de
Alabama. En 1933, el Sindicato Internacional de Trabajadores de Minas, Molinos
y Fundiciones (también conocido como Sindicato de Mineros), un sindicato interracial
organizado en gran parte gracias a los esfuerzos del Partido Comunista, se
ocupó de cuestiones clave relacionadas con los derechos civiles. El historiador
Robin D.G. Kelley escribe en Hammer and Hoe (martillo y
azadón): “El predominio de trabajadores negros y los objetivos igualitarios del
sindicato dieron al movimiento un aire de activismo por los derechos civiles”.
Continúa explicando que “los trabajadores negros –muchos de los cuales habían
adquirido experiencia en el movimiento de desempleados dirigido por los
comunistas– ocupaban la mayoría de los puestos de liderazgo de nivel medio y
bajo dentro del sindicato» [10].
Como
resultado, Jamelle Bouie plantea que “durante la mayor parte de los siguientes
20 años, los trabajadores negros de Mine Mill lucharían contra el racismo y el
capital en un impulso singular por la igualdad racial y la emancipación del
trabajo, ninguna de las cuales podría existir sin la otra”.
La
policía, la patronal y el KKK acabaron por debilitar a estos combativos
sindicatos en la era McCarthy mediante la represión, el racismo y el
anticomunismo. Pero los trabajadores negros que se habían radicalizado gracias
a Mine Mill y al esfuerzo de la UMW se unieron a la NAACP [11] y
comenzaron a desempeñar un papel en el movimiento por los derechos civiles.
Estos
ejemplos históricos son importantes. Por un lado, apuntan a una profunda
tradición sindical en Alabama, que sin duda muchos nativos de Bessemer tienen
en cuenta en su trabajo de organización. Por otro lado, apuntan a una tradición
de “sindicalismo por los derechos civiles” planteada por los trabajadores
negros en los sindicatos, utilizando el sindicato para luchar por las
reivindicaciones laborales así como por las demandas de igualdad, tanto dentro
como fuera del trabajo.
Tal vez
no sea de extrañar, entonces, que esta lucha histórica esté ocurriendo en un
estado rojo con una fuerte historia laboral; después de todo, la ola de huelgas
de maestros comenzó en un estado rojo con una fuerte historia laboral también.
La profesora de Virginia de Oeste, Katie Endicott, dijo: “En nuestras
comunidades cercanas sabemos cómo resistir con valor porque hemos visto a
nuestros padres, abuelos y bisabuelos resistir en los piquetes. La voluntad de
resistir forma parte de nuestro ADN. Está en nuestra propia sangre” [12].
Sindicatos
para la lucha de clases en el siglo XXI
Los trabajadores negros de Amazon se están
sindicalizando porque el movimiento BLM creó una creciente conciencia de lo
fundamental y profundamente racista que es Estados Unidos, y de que ese racismo
es estructural.
Pero un
sindicato es solo un paso en la lucha contra el capitalismo racista. Una vez
que los trabajadores tienen un sindicato, ese sindicato debe ser una
herramienta de lucha, retomando los mejores elementos del legado del UMW y del
Sindicato de Mineros. Los sindicatos pueden ser armas para el movimiento Black
Lives Matter y otros movimientos sociales. En otras palabras, pueden reforzar
la lucha contra la brutalidad policial y el racismo estructural utilizando su
posición estratégica en la economía. Pueden permitirnos no solo cortar rutas
sino también afectar la ganancia capitalista en defensa de las vidas negras y
los derechos de todos los oprimidos. Como Julia Wallace explicó recientemente
en un foro: “¿qué pasaría si cada vez que la policía nos asesinara, nos
negáramos a trabajar? Nosotros somos los que dirigimos la sociedad”. Es
importante que el futuro sindicato de Amazon –y todos los sindicatos– actúen en
interés de todos los trabajadores, luchando no solo por sus propios miembros
sino contra toda forma de opresión.
Sin
embargo, la mayoría de los sindicatos no funcionan así. Suelen estar dirigidos
desde arriba por la burocracia sindical y se niegan a luchar incluso por las
reivindicaciones de sus propios trabajadores. Por ejemplo, el RWDSU representa
a los trabajadores de servicios que han estado en primera línea de la pandemia,
muchos de los cuales han enfermado o incluso han muerto. Sin embargo, la
dirección no ha convocado a ninguna huelga ni se ha manifestado para proteger
la vida de los trabajadores. Como lo explica Jason Koslowski, “Cuando la crisis
comenzó a golpear el pasado mes de marzo, el presidente de la RWDSU, Stuart
Applebaum, escribió una carta abierta para el Daily News de
Nueva York pidiendo más seguridad en el lugar de trabajo, pero no dijo ni una
palabra sobre cómo los trabajadores podrían ganar esa seguridad, aparte de
pedirla a los empresarios amablemente”. El boletín del sindicato habla mucho de
la “presión pública” sobre la patronal, no de cómo obligar a la patronal a
plegarse a la voluntad de los trabajadores mediante acciones laborales
militantes. Asimismo, no han organizado ninguna acción masiva real en
solidaridad con el esfuerzo de sindicalización de Amazon.
En lugar
de eso, la dirección del RWDSU tiene la misma estrategia que la mayoría de los
demás sindicatos: pedir a los patrones que se preocupen más por los
trabajadores y se arrimen al Partido Demócrata, apoyando con entusiasmo a los
candidatos demócratas y donando $108,000 al partido. Aunque Applebaum dice que
la sindicalización de Amazon es una lucha por los derechos civiles, es
partidario de “Jim Crow” Joe (Biden), quien se opuso a la integración en las
escuelas. En ese sentido, Applebaum es un obstáculo directo al sindicalismo de
derechos civiles y al poder del BLM dentro del sindicato. Como dice Trotsky,
estos burócratas sindicales son los agentes de los capitalistas en las filas de
los trabajadores. Applebaum es un ejemplo excelente: trata de desviar la fuerza
del RWDSU al cementerio de los movimientos, diciendo implícitamente que
el quid del poder obrero está en las urnas votando a los
demócratas, no en nuestra capacidad de cerrar la producción.
Por lo
tanto, es esencial que los trabajadores de base luchen contra los burócratas
sindicales y su sumisión al Partido Demócrata; los trabajadores deben
organizarse y luchar por sindicatos fuertes y combativos. Los trabajadores de
Amazon podrían construir un tipo de sindicato diferente, retomando el legado
radical del sindicalismo de Alabama y la energía radical del movimiento BLM.
Para que el sindicato de Amazon luche contra la presión de convertirse en una
herramienta de campaña para los demócratas, los trabajadores de Amazon tendrán
que tomar el sindicato en sus propias manos. Tendrán que organizar
democráticamente el sindicato en el lugar de trabajo, con asambleas de base
para debatir y tomar decisiones. En este sentido, conquistar un sindicato es
ganar una herramienta, una que los trabajadores de base pueden manejar, o una
que puede ser bastante neutralizada por una burocracia de arriba hacia abajo.
Un motor
de arranque
Creo que esto será como un motor
de arranque para muchas empresas. Algunas personas han dicho: “Todos ustedes en
Amazon nos han dado aliento de que ahora podemos hablar y alguien nos
escuchará”. Una vez que el sindicato sea reconocido, creo que realmente
sentiremos el impacto. Pero ahora mismo, seguimos luchando.
La
trabajadora de Amazon Jennifer Bates tiene razón. Todo el país está pendiente
del esfuerzo de sindicalización de Amazon. Estos trabajadores negros podrían
ayudar a inspirar una nueva ola de sindicalización, como lo han hecho los
trabajadores negros a lo largo de la historia de Estados Unidos.
Keeanga-Yamahtta Taylor sostiene que “los trabajadores blancos siempre han
seguido el ejemplo de los trabajadores negros” [13].
Y no es
de extrañar. El racismo anti-negro es fundacional para la estructura misma de
Estados Unidos y ha sido sostenido por demócratas y republicanos por igual.
Sigue proporcionando beneficios adicionales a los más ricos del país en el
mundo, desde el trabajo semiesclavo en las cárceles, hasta el salario mínimo
miserable, pasando por los trabajadores de Amazon a los que no se les da la
dignidad básica de un descanso para ir al baño. Pero a lo largo de la historia
de Estados Unidos, los movimientos obreros y antirracistas se han unido para
luchar contra el racismo y la explotación capitalista.
En la era
neoliberal del “capitalismo de Amazon”, el trabajo por encargo y una tendencia
a la baja de la sindicalización y las leyes antisindicales del “derecho al
trabajo”, necesitamos desesperadamente sindicatos que luchen. Esta lucha del
almacén de Amazon, si tiene éxito, podría ser un trampolín para muchos otros.
Esta
lucha, que difumina los límites entre la lucha contra el racismo y la lucha
contra la explotación capitalista, podría ser un momento decisivo para la clase
obrera en la era Biden. Podría ser un punto de inflexión para desarrollar un
movimiento nacional que anule las leyes antisindicales y luche por la
sindicalización de los trabajadores por turnos, los indocumentados y los
desempleados, donde la comunidad negra y otras minorías raciales están
sobrerrepresentadas. Puede ayudar a moldear un nuevo movimiento obrero
militante que luche en el lugar de trabajo contra las condiciones inhumanas
impuestas por la patronal y en las calles contra la violencia policial racista.
Un
triunfo de los trabajadores de Amazon aumentaría la moral del movimiento BLM y
de la clase obrera. Podría ayudar al movimiento negro y a la clase obrera a
tomar conciencia de su propia fuerza, en lugar de poner sus esperanzas en el
Partido Demócrata, que utiliza retórica progresista para mantener el control de
los movimientos sociales y de la clase obrera organizada. Podría enseñar a la
clase trabajadora a luchar contra todas las formas de opresión. Y podría servir
como un ejemplo no solo nacional sino internacional, como un golpe contra los
métodos antisindicales de Amazon en todo el mundo. Si te importan las vidas de
los negros, apoya a los trabajadores de Bessemer.
Notas
[1] Scott Galloway, The Four: The
Hidden DNA of Amazon, Apple, Facebook, and Google (London: Corgi
Books, 2017), 41.
[2] Kim Moody, “Amazon: Context, Structure and Vulnerability,” en The
Cost of Free Shipping: Amazon in the Global Economy, ed. Jake
Alimahomed-Wilson and Ellen Reese (London: Pluto Press, 2020), 21.
[3] Jake Alimahomed-Wilson, Juliann Allison and Ellen Reese,
“Introduction: Amazon Capitalism”, en Cost of Free Shipping, 17.
[4] Kim Moody, “Amazon: Context, Structure and Vulnerability”, ob. cit.,
21.
[5] National Labor Relations Board (Junta Nacional de Relaciones
Laborales), agencia federal del gobierno dedicada a la conciliación y arbitraje
de conflictos obrero-patronales.
[6] Protecting the Right to Organize Act o “Ley para la protección del
derecho a organizarse”, acortada a Ley PRO o PROAct.
[7] Keeanga-Yamahtta Taylor, From #BlackLivesMatter to Black
Liberation (Chicago: Haymarket, 2016), 196.
[8] La distinción en Estados Unidos en las últimas décadas divide a los
estados del país entre rojos, referentes a aquellos que votan al Partido
Republicano, y azules, que votan al Partido Demócrata. La frase de que es “uno
de los estados más rojos” hace alusión a que Alabama históricamente ha sido un
bastión del Partido Republicano y con una fuerte historia de racismo,
esclavitud, segregación racial y legislaciones anti-sindicales y anti-obreras.
[9] El término “Dixie” hace referencia a los estados del sur de Estados
Unidos que estaban al sur de la línea de Mason-Dixon. La línea Mason-Dixon
resolvió varias disputas fronterizas en Pennsylvania, Maryland, Delaware y la
entonces Virginia (hoy en Virginia del Oeste); al estallar la guerra civil
estadounidense, los estados que intentaron secesionarse estaban al sur de dicha
línea y desde entonces se les llama “Dixie” o “Dixielandia”. Los “dixiecrats”
eran una fracción dentro del Partido Demócrata, que brevemente fundaron en 1948
el Partido Demócrata de los Derechos de los Estados para oponerse a la
eliminación de la segregación racial. Aunque luego volvieron al Partido
Demócrata, a aquellos políticos demócratas del sur de Estados Unidos que
apoyaban la segregación se les refería como “demócratas dixies” o “dixiecrats”.
[10] Robin D.G. Kelley, Hammer and
Hoe (Chapel Hill: University of North Carolina Press,
2015).
[11] Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP
por sus siglas en inglés), organización fundada en 1907 para luchar contra la
segregación racial.
[12] Elizabeth Catte and Jessica Salfia, en 55 Strong, ed.
Elizabeth Catte and Jessica Salfia (Cleveland: Belt Publishing, 2018), 23.
[13] Taylor, From #BlackLivesMatter to Black Liberation, 205.
Tatiana Cozzarelli es docente y
actualmente estudia Educación Urbana en la CUNY.
Traducción: Izquierda Diario.
Fuente (de la traducción): http://www.izquierdadiario.es/La-batalla-en-Alabama-el-movimiento-antirracista-y-la-lucha-por-la-organizacion-sindical-en-Amazon#notes
Fuente (del original): https://www.leftvoice.org/battlefield-bessemer
Fuente
nuestra:
Rebelión