jueves, 1 de abril de 2021

Nota

Nota:

Está en circulación el folleto Mariátegui, la Komintern y el Partido Socialista, de Jorge Salgado. Este folleto ofrece valiosa información sobre la bibliografía relativa a las relaciones entre Mariátegui y la Komintern, a más de plantear algunos conceptos solventes acerca del nombre del Partido de Mariátegui.

Por estas razones suficientes recomendamos la lectura del folleto de Jorge Salgado.

01.04.2021.

Comité de Redacción.




Política

La Cuestión del Centralismo Democrático en el Programa del Partido

 Eduardo Ibarra

YA LA PRIMERA ORGANIZACIÓN marxista de la historia, la Liga de los Comunistas, estableció el centralismo democrático como principio fundamental del sistema organizativo de la organización  política del proletariado, aunque no utilizara dicho término. Las dos citas siguientes de sus Estatutos prueban lo dicho:


Al Comité central corresponde el poder ejecutivo sobre toda la Liga y deberá como tal rendir cuentas al Congreso. (Artículo 21, sección V).

Los comités de Círculo deberán encauzar las discusiones de las comunas en consonancia con los fines de la Liga. (Artículo 27, misma sección).

El primer artículo citado da cuenta del centralismo, y el segundo de la democracia.

Así, pues, el principio del centralismo-democrático está en el origen mismo del partido proletario y ha sido aplicado a lo largo de la historia de los partidos proletarios de todos los países.

El centralismo democrático es una unidad de contrarios, un principio dialéctico, el principio fundamental del sistema de organización del partido que, como sabemos, se expresa en la subordinación del militante a la organización, de la minoría a la mayoría, del nivel inferior al superior, de todo el partido al Comité Central y de todo el partido, incluido el Comité Central, al Congreso Nacional.

Huelga decir que la subordinación del militante a la organización no significa ni puede significar la supresión de la iniciativa mental del primero.

Ciertamente la minoría tiene el derecho a mantener sus opiniones y, por lo tanto, a plantearlas en una reunión ulterior del partido, siempre que en la acción colectiva continúe actuando conforme a los acuerdos vigentes.

 Por cierto, la subordinación de la instancia inferior a la superior tiene sentido en el marco de la comunicación necesaria, del apoyo recíproco y de la supervisión mutua entre los diversos niveles.

 Desde luego, todo el partido se subordina al Comité Central. Pero eso no quiere decir que dicha instancia pueda situarse por encima del partido y proceder arbitrariamente, pues su rol se limita a dirigirlo entre Congreso y Congreso conforme a los acuerdos vigentes.

 Todo el partido, incluido el Comité Central, se subordina al Congreso Nacional. Esto significa que este Congreso es el órgano supremo del partido: sus acuerdos son obligatorios para todas las instancias y para todos los militantes sin excepción.

        El partido es un todo, una unidad, un sistema complejo de organizaciones unidas por la ideología del proletariado, la línea política del partido, su táctica, su programa y sus estatutos, y, por eso, en términos generales, el centralismo democrático puede ser definido como la subordinación de la parte al todo. Por eso mismo, el partido se estructura de arriba abajo y el centralismo aparece en toda circunstancia como el término predominante del centralismo democrático.

        El ejercicio de la democracia interna tiene sentido únicamente como medio de centralizar las ideas correctas y a sus representantes más destacados: un máximo de democracia determina un máximo de centralismo. Así, los derechos y los poderes del Comité Central aparecen como prerrogativas delegadas por la militancia.                                                                                                       

        El centralismo democrático crea pues en el partido una situación política en la cual hay tanto unidad de pensamiento como confrontación de ideas, tanto línea unificada como iniciativa mental del militante, tanto unidad de mando como unidad de acción, tanto disciplina como satisfacción personal.

Pues bien, el balance entre los términos del centralismo democrático está determinado por la situación de la lucha de clases.

Un ejemplo puede explicar esa determinación.

En las condiciones de operatividad bajo la autocracia zarista, el Partido Socialdemócrata de Rusia hubo de restringir la democracia y potenciar el centralismo. Pero tan pronto las condiciones mejoraron, el partido de Lenin hizo “efectivo el régimen democrático ideal de organización abierta, con elección de cargos y con representación en los congresos según el número de miembros organizados del Partido”. (Prólogo a la recopilación 12 años).

Así, pues, el centralismo democrático es un principio suficientemente flexible para adaptarse a las condiciones objetivas de operatividad.

El mencionado balance está determinado asimismo por la lucha entre las dos líneas en el seno del Partido.

Un ejemplo puede explicar esa determinación.

En la lucha contra el liquidacionismo, los bolcheviques centralizaron las ideas correctas relativas a dicha desviación y, en la Sexta Conferencia del PSDR realizado en Praga en enero de 1908, se consumó la “separación definitiva” de los liquidadores (su expulsión) de las filas partidarias.

En este caso la confrontación de ideas se presenta como contradicción antagónica, y se expresa en la defensa del carácter de clase del partido contra alguna forma de oportunismo en cuestiones ideológicas, políticas, tácticas, organizativas, programáticas o estatutarias.

Así, pues, el centralismo democrático es un principio suficientemente inflexible para defender las bases de unidad del partido.

En la base del centralismo democrático está la capacidad pensante y operante de los militantes. ¿Cómo podría tener curso la democracia en el partido si sus militantes no tuvieran la capacidad de pensar por cuenta propia partiendo del marxismo-leninismo y basándose en los hechos? ¿Y cómo podría tener curso el centralismo en el partido si, una vez centralizadas las ideas correctas, sus militantes no desplegaran una disciplina consciente en la actividad colectiva?

Lo contrario al centralismo democrático es el centralismo burocrático. Este centralismo sienta sus reales cuando la Dirección del partido no se basa en la democracia o la contraviene en algún grado.

Pero también cuando el Secretario General (o Presidente) del partido es objeto de culto a la personalidad y, en consecuencia, sus opiniones sobre cualquier cuestión son tomadas como indiscutibles, y los militantes caen así en seguidismo y aun en servilismo. En estas condiciones la democracia interna resulta un remedo de democracia, pero, por eso mismo, el centralismo resulta también un remedo de centralismo.

El partido debe pues luchar contra toda forma de culto a la personalidad que quiera levantar cabeza en sus filas. Una cosa es el reconocimiento de la autoridad de un dirigente determinado como expresión de la autoridad de las ideas correctas que representa (aquí el prestigio de la idea se ha transformado en prestigio de la autoridad, es decir, lo teórico se ha transformado en algo orgánico), y otra cosa muy distinta es el culto a la personalidad, problema que se ha presentado no pocas veces en la historia del socialismo.

El Partido es una organización legislativa-ejecutiva. Este carácter del partido viene de los orígenes de la organización política del proletariado. En efecto, en los Estatutos de la Liga de los Comunistas se lee:

Al Congreso corresponde el poder legislativo dentro de la Liga. (Artículo 30).

Al Comité central corresponde el poder ejecutivo sobre toda la Liga y deberá como tal rendir cuentas al Congreso. (Artículo 21).

En el partido, pues, todos legislan y todos ejecutan, todos teorizan y todos practican, todos opinan y todos actúan.

Por eso el militante del partido proletario es la encarnación de la doctrina de Marx, Engels, Lenin, Stalin, Mao y de la unidad de la teoría y la práctica.

Es claro, entonces, que en la base del carácter legislativo-ejecutivo del partido, está el centralismo democrático: sin un real centralismo democrático el partido no puede ser una organización legislativa-ejecutiva.

El centralismo democrático implica la dirección colectiva y la responsabilidad individual. En todas las instancias orgánicas la dirección es ejercida colectivamente, pero la responsabilidad de las acciones erróneas es individual.

Por eso la llamada “dirección unipersonal” es una aberración, una flagrante conculcación del centralismo democrático, una expresión del maridaje egotismo burgués-servilismo feudal.

En conclusión, el centralismo democrático es un principio sobre cuya base funciona el partido desde la célula hasta el Congreso Nacional.

El partido es la vanguardia del proletariado, el centro político de las masas trabajadoras tanto en el capitalismo como en el socialismo. Por consiguiente el partido propone y aplica el centralismo democrático en las organizaciones populares: en el socialismo, desde los sindicatos y otras formas de organización elemental de las masas trabajadoras hasta el aparato del Estado.

El centralismo democrático expresa la materialización de la doctrina proletaria. Lenin señaló: “[el proletariado] sólo puede hacerse y se hará inevitablemente una fuerza invencible siempre y cuando que su unión ideológica por medio de los principios del marxismo se afiance mediante la unidad material de la organización… ”. Esta unión ideológica en la unidad material de la organización, es el partido. El partido de clase es la materialización de la doctrina proletaria.

En consecuencia, el centralismo democrático es el principio fundamental del sistema organizativo del partido en la medida en que es la materialización de la doctrina en un sistema de organizaciones.

Contrariamente a ello, los partidos revisionistas son la materialización del revisionismo precisamente y, por lo tanto, el centralismo democrático aparece en su seno como un mero mecanismo organizativo.

Ello se observa en la pretendida defensa que hacen los revisionistas del centralismo democrático. Un ejemplo de esta “defensa” es la acusación que esgrimen contra Mao los revisionistas chinos:


… el camarada Mao Zedong, cuyo prestigio había llegado a la cumbre, se dejó llevar paulatinamente por el engreimiento, divorciándose poco a poco de la realidad y de las masas, cayendo en una práctica, cada vez más grave de subjetivismo y arbitrariedad personal y colocándose en forma cada día más autoritaria por encima del CC del Partido, de modo que resultaron constantemente mediatizados y hasta violados el principio de la dirección colectiva y el centralismo democrático en la vida política del Partido y del Estado. (Resolución sobre algunos problemas en la historia de nuestro partido después de la fundación de la República Popular China).

Suponiendo que esta cita encierre algún grado de verdad, ella misma expresa que los revisionistas no son capaces de entender que la revolución cultural se desató en una circunstancia en que los destinos del socialismo en China y los destinos del propio PCCH estaban en juego en una forma dramática, y que, por ello, la cuestión del centralismo democrático pasó a un segundo lugar: al lugar desde el cual era posible forjar un nuevo centralismo democrático, un centralismo democrático superior, es decir, una nueva unidad orgánica, una nueva disciplina consciente, tanto en el partido como en la sociedad china.

       El centralismo democrático implica asimismo el derecho de los electores de remover en todo momento a los dirigentes centrales y no centrales que no cumplan debidamente sus funciones. Este derecho existe igualmente desde los orígenes de la organización política del proletariado. Así, en los Estatutos de la Liga de los Comunistas, se lee:

 

Los miembros de los comités de Círculo y del Comité central son elegidos por un año, admitiéndose la reelección y pudiendo ser removidos en todo momento por sus electores. (Artículo 25).

Así, pues, con el centralismo democrático, la unidad orgánica, la disciplina consciente, la militancia pensante y operante, el partido proletario alcanza la condición de una máquina de combate, que es lo que necesita ser tanto en la lucha por la toma del poder como en la lucha por la construcción del socialismo.

Entonces, si el Partido no puede alcanzar sus objetivos sin una disciplina basada en el centralismo democrático, cae por su peso que debe ocupar un lugar de privilegio en el Programa General del Partido.

27.06.2019.


Lucha Electoral

El Socialismo y las Reivindicaciones Inmediatas en la Lucha Electoral 

César Risso

VAMOS A CITAR UN TEXTO con el ánimo de sintetizar brevemente en qué consiste el capitalismo:


“La fuerza de trabajo es, en nuestra actual sociedad capitalista, una mercancía; una mercancía como cualquier otra, y sin embargo, muy peculiar. Esta mercancía tiene, en efecto, la especial virtud de ser una fuerza creadora de valor, una fuente de valor, y, si se la sabe emplear, de mayor que el que en sí misma posee. Con el estado actual de la producción, la fuerza humana de trabajo no sólo produce en un día más valor del que ella misma encierra y cuesta, sino que, con cada nuevo descubrimiento científico, con cada nuevo invento técnico, crece este remanente de su producción diaria sobre su costo diario, reduciéndose, por tanto, aquella parte de la jornada de trabajo en que el obrero produce el equivalente de su jornal, y alargándose, por otro lado, la parte de la jornada de trabajo en que tiene que regalar su trabajo al capitalista, sin que éste le pague nada.


        Tal es el régimen económico sobre el que descansa toda la sociedad actual: la clase obrera es la que produce todos los valores, pues el valor no es más que un término para expresar el trabajo, el término con que en nuestra actual sociedad capitalista se designa la cantidad de trabajo socialmente necesario encerrado en una determinada mercancía. Pero estos valores producidos por los obreros no les pertenecen a ellos. Pertenecen a los propietarios de las materias primas, de las máquinas y herramientas y de los recursos anticipados que permiten a estos propietarios comprar la fuerza de trabajo de la clase obrera. Por tanto, de toda la cantidad de productos creados por ella, la clase obrera sólo recibe una parte. Y, como acabamos de ver, la otra parte, la que retiene para sí la clase capitalista, viéndose a lo sumo obligada a compartirla con la clase de los propietarios de tierras, se acrecienta con cada nuevo invento y cada nuevo descubrimiento, mientras que la parte correspondiente a la clase obrera (calculándola por persona) sólo aumenta muy lentamente y en proporciones insignificantes, cuando no se estanca o incluso disminuye, como acontece en algunas circunstancias.”1

Tienen aquí expuesto abreviadamente el fundamento del sistema capitalista. Aquí se ha descrito la esencia de este sistema; sin embargo en su desenvolvimiento se van presentando el desempleo, la pobreza, la sobre explotación, la crisis económica, etc. Si queremos eliminar la explotación capitalista, entonces tenemos que eliminar la propiedad privada de los medios de producción, que es lo que faculta, en la legislación burguesa, a los capitalistas para apropiarse de una parte del trabajo de los obreros; apropiación que los capitalistas y sus teóricos llaman ganancia.

        Un Partido socialista, apunta como objetivo final a la eliminación del sistema de explotación capitalista; pero en el transcurso de la lucha, que puede ser esporádica, parcial, y limitada, se va haciendo propaganda para elevar la conciencia de los obreros hasta la comprensión de la esencia de la explotación capitalista. Los socialistas tratan de elevar la conciencia de clase no solo demostrando la esencia de la explotación capitalista, sino buscando unir a la clase obrera a nivel nacional, e igualmente estableciendo el nexo que existe entre las diversas formas de explotación, entre los trabajadores que bajo diversas formas están sometidos al dominio del capital, como los miembros de las comunidades campesinas, de las comunidades nativas, los pequeños productores agrarios, los artesanos, y los microempresarios, incluyendo a los trabajadores familiares no remunerados; tratando, en consecuencia, de transformar la lucha esporádica, parcial y limitada en lucha nacional contra el capital; no contra un capitalista o grupo de capitalistas en particular, sino contra toda la clase capitalista, contra todo el capitalismo; estableciendo el vínculo que une todas estas luchas (el dominio del capital), como por ejemplo, la lucha contra las empresas mineras que dañan el medio ambiente afectando el recurso agua que requiere la actividad agrícola de las comunidades campesinas y de los pequeños agricultores privados.

        El neoliberalismo, o modelo neoliberal, es la agudización de la explotación capitalista; es la apropiación de trabajo no remunerado bajo el sistema de trabajo asalariado, que es lo común, y que identifica al capitalismo en todas sus formas. El capitalismo se expresa, unas veces, como modelo de participación del Estado regulando la economía, es decir, estableciendo ciertos controles, o como empresario (extracción y comercialización de petróleo, gas, etc.), pero manteniendo el sistema de trabajo asalariado; y otras, con una reducción de la participación del Estado en la economía, dejando al “libre mercado”, es decir, directamente a los propietarios del capital, el control total de la economía, y con ello sobre explotando sin mayor control a los trabajadores.

        La sola lucha contra el neoliberalismo, esto es, contra una de las formas del capitalismo, dejaría en pie el dominio del capital. En la actual pandemia, las instituciones financieras internacionales, guardianas de los intereses del capital a nivel planetario, han caído en la cuenta que el neoliberalismo, en las actuales condiciones, diezmará a la fuerza de trabajo, como está sucediendo ahora; la afectación de la fuente de riqueza de la burguesía, el trabajo no remunerado, la fuerza viva de trabajo, el trabajador asalariado, al quedar reducido, tanto en cantidad como en calidad, como consecuencia de la pandemia, agudizada por el neoliberalismo, minará las bases del dominio del capital a nivel planetario. Esta situación es la que ha conducido a estas instituciones financieras internacionales a plantear la necesidad de relajar el neoliberalismo, de recomendar una mayor participación del Estado burgués; medidas que sugieren, no para salvar a la humanidad de la pandemia, sino para preservar al sistema capitalista, esto es, al mecanismo que permite a la burguesía seguir enriqueciéndose a costa de los trabajadores.

        Entre otras medidas, el Banco Mundial ha planteado lo siguiente:


“La pandemia de COVID-19 ha tenido un importante costo humano, y sus efectos económicos y sociales se hacen sentir a nivel mundial. Mediante una combinación de nuevos proyectos, la reestructuración de los proyectos existentes con componentes de emergencia y la utilización de nuestros instrumentos de financiamiento para casos de desastres, la respuesta del Grupo Banco Mundial está orientada a cuatro esferas clave:


1.   salvar las vidas amenazadas por la pandemia;

2.   proteger a los pobres y vulnerables;

3.   ayudar a salvar los empleos y las empresas;

4.   trabajar para contribuir a una recuperación más resiliente.”2

Asimismo, el “FMI sugiere al Gobierno entregar nuevo bono de S/ 2,760 para reducir niveles de pobreza.”3

        Estas propuestas, y las planteadas en los planes de gobierno por las agrupaciones socialdemócratas, no dan margen para la superación del capitalismo, sino más bien para su sostenimiento. Son propuestas que se basan en el Estado como protector de la sociedad, y del capitalismo.

        Evidentemente no es lo mismo el modelo neoliberal que el modelo de mayor participación del Estado, aunque ambos son expresiones del capitalismo. En el neoliberalismo la explotación de los trabajadores se desboca, galopa sin freno, eliminando, por ejemplo,  los derechos laborales; en cambio, en el capitalismo con mayor participación estatal, se mejoran ligeramente las condiciones de los trabajadores, pero sin dejar de ser explotados. Sin embargo, en ambos modelos, el capitalismo genera desempleo, pobreza, crisis económica, etc. No hay salida, si queremos eliminar todas estas consecuencias. Debemos abandonar el capitalismo, en cualquiera de sus formas, y construir el socialismo.

        Si bien es cierto, no se puede implementar el socialismo inmediatamente, pues esto requiere un arduo trabajo para la incorporación masiva de los trabajadores, para vencer la resistencia de la burguesía, que no cederá el dominio que ostenta; no se debe dejar en ningún momento de desarrollar la crítica al capitalismo, y de promover el socialismo; ya sea en periodos de “normal” desarrollo de la sociedad, como aquellos de lucha electoral, como el actual, o de agudización de la lucha directa de las masas de trabajadores.

        La crítica profunda al sistema capitalista en su conjunto, y la propaganda por la realización del socialismo, no significan el abandono de las luchas concretas.


        “El partido combate la concepción según la cual debería de abstenerse de apoyar o de tomar parte en acciones parciales puesto que los problemas que interesan a la clase trabajadora solo pueden resolverse con el derrocamiento del régimen capitalista y con una acción general de todas las fuerzas anticapitalistas. Es consciente de la imposibilidad de mejorar seria y duraderamente la condición de los trabajadores en el periodo del imperialismo y antes de que sea derrocado el régimen capitalista. La agitación de un programa de reivindicaciones inmediatas y el apoyo a las luchas parciales es, no obstante, la única manera de ganar a las grandes masas y de movilizarlas contra el capital. Por otra parte, toda agitación o victoria de las categorías obreras en el campo de las reivindicaciones inmediatas hace más aguda la crisis del capitalismo y acelera subjetivamente su caída en la medida en que vulnera el inestable equilibrio económico sobre el cual hoy basa su poder.”4

En el actual periodo electoral, las fuerzas socialdemócratas han planteado en sus planes de gobierno una serie de medidas reivindicativas de las clases trabajadoras, que afectan los intereses de los capitalistas. Estas medidas, y otras más, como el cuidado del medio ambiente, la eliminación de las exoneraciones tributarias al gran capital, etc., pueden muy bien ser puntos de unidad del pueblo trabajador en su conjunto, a condición de esclarecer, en primer lugar, que se está enfrentando la política e intereses del capitalismo como sistema, y en segundo lugar, que la lucha electoral es un momento de la lucha general de las clases trabajadoras, y que en consecuencia la unidad lograda en este periodo no se debe disolver con la conclusión de las elecciones, sino que debe continuar más allá de la coyuntura electoral.

        Para el socialismo proletario, en el actual periodo electoral, se trata de que gane el socialismo, lo que quiere decir que el socialismo prenda en las masas. Según los resultados veremos cuánta aceptación tienen las diversas expresiones de la izquierda, aunque los votos de los socialistas estarán mezclados con los votos por la socialdemocracia.

        Un cambio económico radical, sin un nivel elevado de conciencia es casi imposible, dado que los trabajadores nacen en el  marco de relaciones sociales de producción ya dados, estando acostumbrados a vivir bajo las relaciones sociales de producción capitalistas, no viendo otras formas de relaciones sociales. Por ello la lucha economicista expresa el bajo nivel de conciencia; su conciencia es burguesa, socialdemócrata, puesto que ven el mundo burgués como el único posible, y sus exigencias se presentan en el marco del sistema capitalista.

        Tenemos que cambiar nuestras costumbres, nuestros hábitos; dejar de pensar en el dinero, en la ganancia, en el lujo; en esta caricatura de la riqueza, y de la libertad (consumismo: soy libre cuando consumo lo que quiero y en la cantidad que quiero, no cuando consumo lo que necesito en las cantidades apropiadas); y empezar a motivarnos por la solidaridad, la reciprocidad, por los móviles sociales, colectivos, humanos, absolutamente superiores al individualismo burgués base del capitalismo. La mentalidad burguesa, individualista, impuesta a través del mercado (lucha entre los capitalistas, y entre los capitalistas y los consumidores, así como entre los capitalistas y los trabajadores) nos la han impuesto a las clases trabajadoras.

        Si nos atenemos a los principios del capitalismo, se podría decir que el socialismo consiste en pasar del individualismo al colectivismo, del egoísmo a la solidaridad, del enriquecimiento monetario del individuo al enriquecimiento de todos. Pero es evidente que el socialismo tiene como punto de partida la propiedad colectiva de los medios de producción por parte de las clases trabajadoras.


        “La distribución de los medios de consumo es, en todo momento,  un corolario de la distribución de las propias condiciones de producción. Y esta distribución es una característica del modo mismo de producción. Por ejemplo, el modo capitalista de producción descansa en el hecho de que las condiciones materiales de producción les son adjudicadas a los que no trabajan bajo la forma de propiedad del capital y propiedad del suelo, mientras la masa sólo es propietaria de la condición personal de producción, la fuerza de trabajo. Distribuidos de este modo los elementos de producción, la actual distribución de los medios de consumo es una consecuencia natural. Si las condiciones materiales de producción fuesen propiedad colectiva de los propios obreros, esto determinaría, por sí solo, una distribución de los medios de consumo distinta de la actual. El socialismo vulgar (y por intermedio suyo, una parte de la democracia) ha aprendido de los economistas burgueses a considerar y tratar la distribución como algo independiente del modo de producción, y, por tanto, a exponer el socialismo como una doctrina que gira principalmente en torno a la distribución.”5

No es pues la redistribución de los medios de consumo por parte del Estado la solución a la explotación capitalista, sino la expropiación de los medios de producción a la burguesía para que estos sean asumidos por las clases trabajadoras, lo que liquidará el capitalismo y sus consecuencias negativas sobre los trabajadores.

        La socialdemocracia cree que una redistribución más equitativa de la riqueza es la solución a la explotación, a la pobreza, etc. Su límite de clase no le permite ver que el problema radica en la propiedad privada de los medios de producción. Sin embargo, como ya hemos afirmado, la unidad alrededor de la lucha por las reivindicaciones inmediatas de las clases trabajadoras, en las circunstancias actuales, pueden permitirnos desarrollar la lucha contra el capital a nivel nacional.

______________

(1) Federico Engels, Introducción a la edición de 1891 de Trabajo asalariado y capital de Carl Marx.

(2) https://www.bancomundial.org/es/news/infographic/2020/11/17/world-bank-group-covid-19-crisis-response

(3) https://rpp.pe/economia/economia/fmi-sugiere-al-gobierno-entregar-nuevo-bono-de-2760-soles-para-un-grupo-de-beneficiarios-pobreza-bono-600-noticia-1328182

(4) Gramsci, Antonio, Las tesis de Lyon, enero de 1926.

(5) Marx, Carlos, Crítica al programa de Gotha.


Internacionales

El Movimiento Antirracista y la Lucha por la Organización Sindical en Amazon

Tatiana Cozzarelli 

JEFF BEZOS ES EL HOMBRE MÁS RICO del mundo. Podría pagar bonos de 105.000 dólares a cada uno de los 1.2 millones de empleados en Amazon y aun así seguir siendo igual de rico que antes de que comenzara la pandemia. Su riqueza la obtiene mediante la extracción de enormes niveles de plusvalía de la fuerza laboral en Amazon a través de un trabajo agotador, salarios bajos y mano de obra no sindicalizada. Los 5.800 trabajadores del Fulfillment Center (un depósito y centro de distribución) en Bessemer, Alabama, están tratando de hacer lo que ningún otro empleado estadounidense de Amazon pudo hacer: conquistar un sindicato. Esta campaña está siendo organizada casi en su totalidad por trabajadores negros en un estado republicano.

Amazon está poniendo toda la carne al asador contra la campaña de organización de sus trabajadores, desde la intimidación hasta un pago a sus trabajadores para que renuncien, a un sinfín de llamadas y mensajes de texto antisindicales. Tienen recursos casi ilimitados para esta pelea. 

Esto es David contra el Goliat de Amazon. Y en esta historia, “David” está representado por miles de afroamericanos, mujeres en su mayoría.

Black Lives Matter

La pelea por la sindicalización es un producto directo del movimiento Black Lives Matter. El movimiento, conjuntamente con la devastación de la pandemia del coronavirus, puso al descubierto todas las injusticias del racismo capitalista. Aquellos que se movilizaron durante todo el verano (boreal) manifestaron en términos inequívocos que la comunidad negra merece algo mejor. Las vidas negras deberían importar. Pero no le importan a los policías que sistemáticamente aterrorizan y asesinan afroamericanos. Y las vidas negras tampoco le importan a Amazon. Claro, Amazon dice “Black Lives Matter”. Incluso hizo donaciones a la red global de Black Lives Matter, la cual fue sujeto de críticas por parte de grupos como BLM10 y Black Power (inicialmente BLM Inland Empire). Pero es solo un intento desesperado para tapar la negativa de Amazon a garantizar derechos básicos a sus trabajadores, muchos de los cuales son negros. 

Con una combinación de represión y cooptación, las protestas de este verano fueron frenadas. Demócratas y Republicanos por igual gasearon, arrestaron y golpearon manifestantes mientras los Demócratas se adjudicaban representar al movimiento en las urnas. Joe Biden y Kamala Harris contuvieron las explosivas protestas y desviaron su energía hacia el apoyo electoral al Partido Demócrata; el cementerio de los movimientos sociales en acción. A pesar de su largo historial de políticas neoliberales y racistas, Joe Biden prometió ser un presidente pro-sindicatos y antirracista. Miles de trabajadores y oprimidos lo votaron con la esperanza de que Biden concediera al menos algunas reformas. Pero después de unas pocas semanas en la presidencia, Biden está dando marcha atrás en muchas de sus promesas. Él y el resto de los demócratas ni siquiera van a garantizar un mísero salario mínimo de 15 dólares, destacando una vez más que hacen promesas para suprimir movimientos pero no van a dudar en retractarse de ellas.

Casi habiendo abandonado las calles, el Black Lives Matter está quizás reemergiendo de otra forma, en la pelea por la sindicalización. Esto es así porque no hay límites reales entre la lucha obrera y los movimientos sociales. Los trabajadores negros en Bessemer fueron parte de la resistencia contra los capitalistas cuando inicio la pandemia y del Black Lives Matter.

Son parte de un largo legado de lucha sindical en Alabama donde se fusionaron las demandas del trabajo con las del movimiento por los derechos civiles. Este tipo de lucha sindical resalta que el racismo y la explotación están unidos en este sistema capitalista racista. Esta dialéctica existió en la historia de todo Estados Unidos, a pesar de los intentos capitalistas para cooptar los movimientos y detenerlos. La lucha por la sindicalización en Amazon tiene un inmenso potencial para abrir camino a más intentos de sindicalización y para una nueva era de militancia en los lugares de trabajo que conecte las luchas obreras al Black Lives Matter, así como a otras luchas de los oprimidos.

Amazon, el Goliat

Cuando el levantamiento Black Lives Matter en Estados Unidos comenzó a retroceder en agosto, los trabajadores de Amazon en Bessemer se acercaron al Sindicato de Tiendas Minoristas, Mayoristas y Grandes Almacenes (RWDSU por sus siglas en inglés). Ochenta y cinco por ciento son negros y muchas son mujeres. El 8 de febrero, los trabajadores y trabajadoras comenzaron a votar si unirse al sindicato RWDSU, el cual representa a 12.000 trabajadores avícolas en Alabama y 100.000 trabajadores a nivel nacional.

Amazon es el segundo empleador privado más grande del país, solo superado por Walmart. Su fuerza laboral se compone de un ejército de trabajadores de depósitos y técnicos, así como también repartidores, muchos de los cuales trabajan como “contratistas independientes”. Tal como explica el analista de negocios Scott Galloway, “Amazon está construyendo la infraestructura en logística más grande en la historia” [1]. Aun así, Amazon pagó menos del 3 % en impuestos federales.

Amazon y Apple son las dos primeras compañías en la historia en valer un billón de dólares. Como Kim Moody dice que “Jeff Bezos y su equipo de técnicos y analistas simplemente hicieron lo que los barones ladrones siempre hicieron: recaudar, gastar y a veces perder el dinero de otras personas, eludir impuestos, estafar a los proveedores y evitar los sindicatos” [2]. Y ahora, Bezos se convirtió en más que eso; es un beneficiario de la pandemia, haciendo una fortuna con la crisis mundial sin precedentes. Solo en 2020, Bezos tuvo $70.000 millones en ganancias. Como resultado del aluvión de mala prensa, Bezos anunció recientemente que dará un paso al costado en su papel de CEO, aunque va a continuar jugando un rol en la compañía.

El ascenso de Amazon es un producto de la era neoliberal, caracterizada por las cadenas globales de producción construidas bajo un creciente “libre” comercio que facilitó el movimiento de commodities producidas por trabajadores sobreexplotados del “Sur Global” y en empresas sin sindicatos de los Estados Unidos. Esta era se caracterizó por brutales ataques al movimiento obrero organizado y una caída masiva en las tasas de sindicalización. Las corporaciones en los Estados Unidos aumentaron las tasas de explotación flexibilizando las condiciones de trabajo, generalizando los “contratistas independientes” (tercerización del trabajo) y girando a una gig economy, mientras que al mismo tiempo se reducían los impuestos a los grandes capitalistas. Estas políticas neoliberales antiobreras, fueron llevadas adelante por demócratas y republicanos por igual durante décadas. Este modelo económico está en crisis desde 2008, con una recuperación parcial que fue destruida por la pandemia. Esta pandemia solo profundizó la “Amazonificación” de la economía.

Amazon lleva años compitiendo contra Walmart para tener el puesto N.°1 como la empresa principal en el Fortune 500. Alimahomed-Wilson, Allison, y Reese dicen que estamos entrando en una era de “capitalismo amazoniano” que se basa en las políticas neoliberales de las últimas décadas para poder crear Goliats como Amazon. No solo Amazon creció exponencialmente, sino que además “impulsó muchas características novedosas que animan la economía mundial actual” [3], incluyendo el consumismo online y la entrega en el día de muchos productos. Tal como ellos explican, Amazon hace que algunas tendencias globales se hagan visibles: monopolización, crecimiento del comercio online, quiebra de comercios tradicionales y aumento de la importancia del sector logístico. Amazon es brutalmente exitoso porque perfeccionó lo que se conoce como “Lean Production”, usando tecnología para imponer un ritmo agotador a una fuerza laboral relativamente pequeña de trabajadores. La empresa atomizó la fuerza laboral, incluyendo trabajadores de depósito y subcontratados de reparto, quienes lentamente reemplazan al Servicio Postal de los Estados Unidos (USPS por sus siglas en inglés) sindicalizado. Como el USPS está sistemáticamente subfinanciado, Amazon acapara más y más trabajo, desplazando al correo tradicional. Los trabajadores negros son los más afectados, ya que están representados desproporcionadamente entre los puestos de trabajo sindicalizados del USPS y los trabajos no sindicalizados de Amazon.

Las tasas de sindicalización cayeron exponencialmente a lo largo de la era neoliberal. En 1994 cuando se creó Amazon, el 10,9% de los empleados privados y el 15.5 % de todos los trabajadores estaban sindicalizados. En 2020, el número decayó a 6.3 % y 10.8 %, respectivamente. Además, desde el 2000 hasta el 2020 la tasa sindicalización de trabajadores de transporte y de depósito cayó de un 25.7 % a un 17 %. Eso se debe en parte al crecimiento de Amazon. Y esta tendencia va a continuar, dado que Amazon está en camino a convertirse el empleador más grande del país. Los trabajos en la empresa aumentaron un 50 % durante el último año y medio.

La “Amazonificación” resalta la contradicción esencial del capitalismo en 2021: enormes riquezas y bajos impuestos para las corporaciones; el uso de tecnología de punta en robótica y vigilancia para supervisar a los trabajadores; y la explotación y deshumanización de los empleados. No es que Amazon sea la manzana podrida, es que esta es otra iteración del capitalismo. Pero centralizando miles de trabajadores y generando tanta ganancia, Amazon también centralizó bronca y descontento. Después de la pandemia y del movimiento BLM, está todo maduro para la organización y la lucha.

Condiciones inhumanas de trabajo

La plusvalía creada por los trabajadores de Amazon la utilizó Bezos para hacerse rico más allá de la imaginación. Marx explica que la ganancia capitalista se obtiene de la extracción de plusvalía: lo que el patrón se queda del tiempo de trabajo no pagado en la jornada diaria. Es esencialmente la ganancia que los patrones hacen a costa del trabajo obrero.

Corporaciones como Amazon se enriquecieron extrayendo altas tasas de plusvalía de sus trabajadores a cada paso. Como explica Kim Moody, “la interacción de la infraestructura de Amazon, la velocidad con la cual los bienes de mueven a través de ella, y la tasa en la cual los trabajadores producen este valor (su nivel de explotación) está en el corazón de los esfuerzos constantes de la compañía de aumentar la intensidad de trabajo y bajar el costo de este labor” [4].

Como lo marca Moody, mientras los trabajadores de depósito de Amazon no necesariamente producen mercancías, están creando plusvalor, y son parte de la redistribución de la plusvalía creada en el capital productivo. Desde el punto de vista de la creación del valor, volumen 2 de El capital, Marx es muy claro: “el capital productivo invertido en esta industria [transporte] agrega valor a los productos transportados, en parte a través del valor añadido por el trabajo de transporte”. En otras palabras Marx creía que el trabajo en la “industria del transporte” producía plusvalía. En la época del imperialismo, tal como elaboró Lenin, el capital comercial y financiero se combinan, creando monopolios como Amazon y Walmart. Estos monopolios influencian las cadenas de valor y a veces controlan el capital industrial en sí mismo, engullendo y redistribuyendo la plusvalía creada en la producción. Entonces, los trabajadores de Amazon producen plusvalía directa e indirectamente; forman parte de la distribución del plusvalor. En otras palabras, el trabajo extenuante de estos trabajadores es fuente de la riqueza extraordinaria para Bezos y más ampliamente, Amazon.

Los empleados de depósito en Amazon sufren condiciones inhumanas y aborrecibles de trabajo. Amazon impone métodos tayloristas con un giro del siglo XXI: ahora no son principalmente capataces supervisando trabajadores, sino que lo hace un intrincado sistema de vigilancia que haría sonrojar al Gran Hermano. Amazon rastrea automáticamente la productividad de cada trabajador y genera advertencias sin la intervención de ningún supervisor, por ejemplo, si alguien pasa mucho tiempo en el baño. A los trabajadores se les asigna solo una mínima cantidad de “tiempo libre de tareas” (TOT), un período en el que no están escaneando paquetes mecánicamente. Se realiza un seguimiento de cada movimiento y los trabajadores que caen por debajo de “un umbral de productividad” son disciplinados o despedidos. Basándonos en una instalación de Baltimore, podemos estimar que los depósitos de Amazon despiden hasta el 10 % de su fuerza laboral por año.

Como resultado, Amazon tiene una tasa de lesiones graves del 7.7 %, que es aproximadamente el doble de la media más reciente del sector (que ya es bastante alta). Ya que Amazon presiona fuertemente para mantener estos ritmos de trabajo, los trabajadores a menudo no pueden usar el baño. No tienen tiempo de atravesar un almacén enorme –a veces del tamaño de 17 canchas de fútbol– y volver a sus puestos. En consecuencia, a veces tienen que orinar en botellas para poder mantener sus puestos de trabajo. Jennifer Bates, una trabajadora de Amazon, lo explica:


Mis compañeros de trabajo y yo –de todas las edades– cojeamos de tanto subir y bajar las escaleras del edificio de cuatro plantas. Una vez pregunté: “Bueno, ahí mismo hay un ascensor. ¿Por qué no podemos usarlo?”. Mis compañeros respondieron: “nos dijeron que no podíamos”. Podíamos poner los productos en los ascensores y subirlos, pero luego teníamos que subir por las escaleras. Es como si estuviera diseñado para castigarnos por alguna razón.

Es una reminiscencia de las otrora “entradas de servicio” para los trabajadores domésticos negros en la era de las leyes racistas “Jim Crow”.

      Además, los trabajadores de Amazon se jugaron la vida en medio de una pandemia mortal. Son esenciales: se aseguraron de que la gente recibiera los EPP (Equipos de protección personal) y las recetas, así como los envíos para actividades de ocio que también eran esenciales en cuarentena. Mientras Bezos y otros capitalistas lanzaban loas a los héroes de primera línea, las condiciones en los almacenes de Amazon solo empeoraron durante la pandemia. Al principio, hubo poco o ningún distanciamiento social. Los trabajadores de Amazon recibían una mísera de paga por riesgo de 2 dólares por hora al principio de la pandemia, pero se terminó en junio de 2020, cuando muchos estados aún no habían alcanzado su pico de casos de COVID. Casi 20.000 trabajadores de Amazon en los Estados Unidos se contagiaron de COVID-19, y Amazon ha admitido que al menos 10 personas han muerto. Como dice Bates:


Incluso con la COVID-19, nos dijeron que nos avisarían si habíamos estado en contacto cercano con alguien que tuviera el virus. Pero sabemos con certeza que hemos trabajado junto a personas que tenían COVID y no se nos avisó.

Como resultado de estas condiciones, hubo una serie de paros durante el verano. Los trabajadores que se quejaron y organizaron acciones, como Chris Smalls de Nueva York, fueron despedidos. Un memorándum filtrado del consejo general de Amazon decía que Smalls “no era inteligente, ni elocuente”, un mensaje implícitamente racista. Podemos ver cómo el racismo es una parte necesaria de las políticas antisindicales de Amazon.

Intimidación anti-sindical

Amazon ha contratado a analistas de inteligencia para seguir las “amenazas de organización sindical” y ha espiado las interacciones de los empleados en grupos cerrados de Facebook. Han despedido a “alborotadores” como Chris Smalls y a innumerables personas cuyos nombres desconocemos. En 2014, un pequeño grupo de trabajadores técnicos de Amazon intentó unirse a la Asociación Internacional de Maquinistas y Trabajadores Aeroespaciales. Aunque más de la mitad había firmado inicialmente documentos en los que se declaraba que se uniría al sindicato, Amazon se dedicó a todo tipo de mentiras y maquinaciones que finalmente hicieron que el sindicato fuera rechazado.

       Del mismo modo, en Bessemer, Amazon ha hecho todo lo posible para frustrar el esfuerzo de sindicalización, incluyendo todo tipo de amenazas de despido, llamadas telefónicas a los trabajadores, reuniones antisindicales y un sitio web anti-sindical muy ridículo con un perro como DJ. Mientras Amazon llena los baños de propaganda antisindical, los organizadores sindicales se ven obligados a reunirse con los trabajadores fuera de la propiedad. Amazon solicitó con éxito a la ciudad que cambiara el tiempo de duración del alto en los semáforos para que los organizadores y activistas tuvieran menos tiempo para hablarles a los trabajadores en sus coches. Amazon le paga a consultoras casi $10.000 al día para frenar el esfuerzo de sindicalización.

Incluso sin estas maniobras antisindicales, las leyes están en contra de los trabajadores. En primer lugar, los trabajadores tienen que ratificar el sindicato dos veces: la primera vez, firmando con sus compañeros de trabajo para una petición sindical, y luego, semanas más tarde, consiguiendo que los trabajadores certifiquen el sindicato. El largo periodo de tiempo que transcurre entre el momento en que se hace pública la petición y la ratificación del sindicato da a los empresarios mucho tiempo para interferir en el proceso y contratar a estudios de abogados especializados en la destrucción de sindicatos. Las represalias, la extorsión y la intimidación son habituales, pero el enorme lapso de tiempo que transcurre entre el registro de una queja y la obtención de una respuesta de la Junta Nacional de Relaciones Laborales (NLRB) [5] –de siete a catorce semanas– significa que los trabajadores disponen de pocos recursos legales. Es muy común que los sindicatos tengan un apoyo abrumador antes de salir a la luz, pero que luego sean derrotados en la votación de certificación. En más del 40 % de los casos, la NLRB acusa a los empresarios de prácticas laborales desleales. A los empresarios no les importa. La NLRB no puede obligarlos a pagar daños y perjuicios, más allá de los salarios atrasados y la reincorporación. Para los empresarios vale la pena ese esfuerzo antisindical.

La mayoría de los países europeos permiten la negociación sectorial, en la que se establecen convenios que abarcan sectores enteros y no centros de trabajo individuales. En Estados Unidos solo se permite la negociación a nivel de empresa, lo que significa que los sindicatos deben organizarse de lugar de trabajo en lugar de trabajo. Esto está diseñado para que se enfrenten compañías enormes contra grupos de trabajadores atomizados.

Por otro lado, el sindicato de Amazon ha tenido cierto apoyo. La Asociación de Jugadores de la Liga Nacional de Fútbol Americano, que representa a más de 2.000 jugadores de la NFL en Estados Unidos, publicó un vídeo de apoyo, y la Asociación de Jugadores de las Grandes Ligas de Béisbol también emitió un comunicado. Los trabajadores de la industria avícola se apostaron frente a Amazon para hablar con los trabajadores sobre la sindicalización y sindicatos como National Nurses United que agrupa enfermeras y enfermeros también han expresado su apoyo. En el último mes ha habido pequeñas acciones de solidaridad en todo el país. Políticos como Alexandria Ocasio Cortez, Bernie Sanders e Ilhan Omar enviaron videos en apoyo.

Casi tres semanas después de que los trabajadores de Amazon empezaran a votar y ante la creciente presión de los sindicatos, Joe Biden envió un vídeo en el que condenaba la intimidación y apoyaba el derecho de los trabajadores a afiliarse a un sindicato. Sin embargo, no exigió ningún castigo por la intimidación descaradamente ilegal. Esto contrasta fuertemente con el duro lenguaje que Biden utilizó para condenar y exigir la persecución de los manifestantes del BLM, mientras los policías de las ciudades con alcaldes demócratas encarcelaban, golpeaban y gaseaban a los manifestantes. Además, se negó a pronunciarse a favor de la Ley PRO [6], que había sido una promesa su campaña. La Ley PRO promete terminar con una serie de leyes antisindicales, prohibir las reuniones utilizadas por las empresas para amedrentar a los trabajadores y aumentar las multas y sanciones para los empresarios que incumplan las leyes laborales. Biden celebró el esfuerzo del sindicato de Amazon pero no presentó ninguna propuesta concreta que ayudara realmente a los trabajadores a sindicarse. Como es típico de los demócratas, Biden utilizó una retórica florida para encubrir el hecho de que gobierna únicamente del lado de los capitalistas.

Un empuje para conquistar el sindicato

Durante la pandemia, muchos trabajadores se dieron cuenta de lo esenciales que son. Como resultado, se produjeron pequeñas movilizaciones y paros en todo el país entre trabajadores de la sanidad, trabajadores de tiendas de comestibles, profesores y otros. La comprensión de su propia “esencialidad” llevó a una huelga en el mercado de Hunts Point de Nueva York, el mayor mercado mayorista del país. Marcos, un trabajador de Hunts Point, resumió el sentimiento: “Muchos de mis compañeros murieron conmigo aquí [en el trabajo]. Mantuvimos este lugar abierto. […] Mientras los jefes estaban en casa, yo estaba aquí trabajando para ellos. Tenían dinero, tenían millones. No lo compartieron con nosotros. Nos merecemos más”. El esfuerzo de sindicalización de Amazon es parte del mismo sentimiento entre la clase trabajadora. 

La pandemia afectó de manera diferente a los distintos grupos étnicos y clases sociales, con los trabajadores esenciales afroamericanos y latinos puestos en primera línea para morir. Como resultado, los negros son hospitalizados a un ritmo tres veces mayor que los blancos y mueren al doble. Esto ayudó a alimentar la explosión del movimiento Black Lives Matter.

Se calcula que el movimiento del verano pasado contra la violencia policial racista fue el mayor de la historia de Estados Unidos. Aunque la mayoría de las personas que se movilizaron eran trabajadores, el movimiento obrero solo organizó unas pocas acciones. En junio, el sindicato de trabajadores portuarios y de almacenes ILWU cerró todos los puertos de la Costa Oeste. En julio, la Unión Internacional de Empleados de Servicios (SEIU) organizó una jornada de huelga, que consistió principalmente en pequeñas protestas. Fueron actos importantes de solidaridad, pero muy lejos de las huelgas y movilizaciones que deberían haberse convocado para protestar contra la violencia policial. Sin embargo, incluso estas pequeñas acciones, incluidas las de los trabajadores de Amazon, establecieron conexiones clave con el lugar de trabajo. Pero los trabajadores también encontraron formas de expresar su solidaridad a pequeña escala, como los conductores de autobús que se negaron a transportar a los manifestantes de BLM detenidos en San Francisco, Nueva York y Minneapolis. Estas son pequeñas expresiones de trabajadores que formaban parte del movimiento, pero que no se organizaron en sus lugares de trabajo a causa de la dirección de los burócratas sindicales.

No es exagerado decir que el actual esfuerzo de sindicalización de Amazon es un producto del movimiento Black Lives Matter. Según el Wall Street Journal, “algunos de los trabajadores [de Bessemer] participaron en el movimiento Black Lives Matter durante el año pasado y se acercaron a este sindicato porque estaban cansados de lidiar con la naturaleza agotadora de su trabajo. Hay un clima político exacerbado”. La energía, el desafío, la conclusión política de que, para que las vidas negras importen, hay que luchar, todo ello condujo directamente a la campaña de sindicalización. Después de todo, ¿cómo se puede decir Black Lives Matter y luego ir a trabajar y ver a una fuerza laboral mayoritariamente negra sufrir condiciones inhumanas sin conectar ambas situaciones?

Bloomberg informó que la campaña sindical fue el resultado de “la creciente aceptación de que el racismo sistémico ha perjudicado las perspectivas económicas de las minorías raciales”. La creciente comprensión de que el racismo es sistémico, no solo interpersonal, también alentó a los trabajadores negros a mirar hacia arriba, a mirar de quién es la rodilla que les aprieta el cuello. Son los policías, son los demócratas y los republicanos, y también los patrones.

En las experiencias reales de los trabajadores oprimidos, no hay una delimitación arbitraria entre estar oprimido como negro, inmigrante o mujer, y ser explotado como trabajador. La vida de los negros debe importar tanto cuando alguien camina por la calle como cuando trabaja en un centro de distribución. Por eso los movimientos de masas como Black Lives Matter tienen el poder de activar el movimiento obrero.

Sindicalismo en Alabama

La ciudad de Bessemer tiene 27.000 habitantes y es un 71 % negra. Tiene una tasa de pobreza del 28 %, más del doble de la tasa nacional del 10 %. Estas cifras ponen de manifiesto cómo las ciudades negras como Bessemer se han empobrecido profundamente durante la era neoliberal. Jordyn Holman y Spencer Spoer explican que Bessemer “fue una vez una próspera ciudad siderúrgica y un centro de fabricación. Durante gran parte del siglo XX, U.S. Steel y el fabricante de vagones Pullman-Standard emplearon a miles de lugareños, catapultándolos a la clase media”. Pero la manufactura empezó a marcharse en la década de 1970, y Pullman-Standard cerró en 1981. Como resultado, el desempleo subió al 35 % y mucha gente abandonó la ciudad. Se dejó atrás una comunidad predominantemente negra.

Todavía hay algunas industrias, como las plantas avícolas, en las que los trabajadores están organizados en el RWDSU. La gente todavía entiende que los sindicatos proporcionan puestos de trabajo con mayores ingresos. De hecho, en un intento por detener el esfuerzo de sindicalización, Amazon dijo a sus trabajadores que tenían suerte si ganaban 15 dólares la hora. Pero algunos respondieron que los trabajadores avícolas cercanos ganan más de 15 dólares, lo que pone de manifiesto las ventajas de tener un sindicato.

El almacén de Amazon se inauguró hace aproximadamente un año y recibió $41.7 millones en exenciones fiscales para abrir. El esfuerzo de sindicalización comenzó poco después. La escritora y activista Keeanga-Yamahtta Taylor señala correctamente que “el movimiento Black Lives Matter tiene el potencial de establecer conexiones profundas y crear relaciones con los trabajadores organizados. Los trabajadores negros siguen estando sindicalizados en mayor proporción que los blancos. La razón es sencilla: los trabajadores negros sindicalizados ganan mucho más de lo que ganan los trabajadores negros no sindicalizados, en salario y beneficios” [7]. Como resultado, los afroamericanos ven a los sindicatos de manera significativamente más favorable que otros grupos. Esto se debe en parte a que los sindicatos han desempeñado un papel central en la historia de la lucha de la comunidad. Alabama, en particular, tiene una poderosa historia de sindicatos interraciales.

Si se consultan los libros de historia, Alabama es más conocida por su dura oposición a la integración. Hoy, Alabama es uno de los estados más rojos [8] del país y tiene una tasa de sindicalización del 8 %. Esta cifra es un 3 % inferior a la media nacional, ya de por sí muy baja. Alabama fue uno de los primeros estados en adoptar una ley antisindical de “derecho al trabajo”; estaba en vigor desde 1953.

A primera vista, puede parecer un lugar extraño para tener el primer impulso fuerte para sindicalizar un almacén de Amazon. Pero el libro de Michael Goldfield The Southern Key hace referencia al “excepcionalismo de Alabama” en los años 30 y 40: Alabama era muy diferente del resto de los estados dixiecrat [9]. ¿Por qué? Porque tiene una profunda historia de sindicatos fuertes. El almacén de Amazon en Bessemer se encuentra en realidad en un terreno que antes era propiedad de U.S. Steel, donde los trabajadores formaban parte de United Steelworkers.

El término utilizado por el historiador Robert Kornstad, “sindicalismo de derechos civiles”, es apropiado: sindicalismo organizado por personas negras que lucharon no solo por la sindicalización y los derechos laborales, sino también por reivindicaciones de la comunidad negra como el derecho al voto, contra la violencia supremacista blanca y vinculando activamente los derechos civiles y los derechos laborales. Las tendencias hacia el “sindicalismo de derechos civiles” tenían poderosos enemigos, entre ellos el gobierno, la patronal y el KKK, que se empleó para aterrorizar y aplastar el sindicalismo interracial. Aunque los líderes sindicales vinculados a los capitalistas y la política de colaboración de clases del Partido Comunista de finales de los años 20 en adelante limitaron el movimiento desde dentro, vale la pena recordar y aprender de las luchas de las bases.

A principios del siglo XX, la Unión de Trabajadores Mineros (UMW) había organizado a cerca del 65 % de los mineros de Alabama, negros y blancos juntos. Era un sindicato interracial en plena época de Jim Crow. La UMW no estaba exenta del racismo generalizado de la época, pero también tenía tendencias muy progresistas hacia la unidad interracial contra la patronal. Por ejemplo, los trabajadores negros fueron elegidos líderes de los locales mineros. En un logro asombroso, en el Distrito 20 de Alabama, los trabajadores obligaron a la patronal a poner fin a las diferencias salariales entre los trabajadores negros y los blancos y forzaron a Birmingham a permitir salas sindicales integradas para las reuniones. Como ha ocurrido a lo largo de la historia, el gobierno utilizó una combinación de racismo y represión para aplastar el sindicalismo interracial en Alabama. El resultado fue un descenso de los trabajadores sindicados.

A finales de la década de 1920, los mineros del carbón volvieron a desempeñar un papel central en el movimiento obrero del Sur. Ayudaron a organizar a los trabajadores en Alabama, incluyendo a los trabajadores de la madera, las lavanderas, los predicadores, los maestros de escuela y otros. Prestaron un apoyo activo al Sindicato de Agricultores, que organizó a los aparceros y arrendatarios negros y blancos. Como resultado, Alabama se convirtió en el estado más sindicalizado del Sur.

        El quid del sindicalismo por los derechos civiles es ir más allá de organizarse en un sindicato, y los mineros del carbón en los años 20 y 30 justo hicieron eso. Como lo explica Goldfield:


Organizaron grupos de trabajadores blancos y negros para ir juntos a registrarse para votar. A menudo pagaban los impuestos electorales de los trabajadores blancos y negros. Decían que “si estás en el Ku Klux Klan, eso es incompatible con ser miembro del sindicato y te expulsamos”. Así que si estabas en Birmingham, o en Bessemer, y estabas relacionado con el Klan, te sacaban.

Pero no solo los mineros desempeñaron un papel central en la lucha de clases de Alabama. En 1933, el Sindicato Internacional de Trabajadores de Minas, Molinos y Fundiciones (también conocido como Sindicato de Mineros), un sindicato interracial organizado en gran parte gracias a los esfuerzos del Partido Comunista, se ocupó de cuestiones clave relacionadas con los derechos civiles. El historiador Robin D.G. Kelley escribe en Hammer and Hoe (martillo y azadón): “El predominio de trabajadores negros y los objetivos igualitarios del sindicato dieron al movimiento un aire de activismo por los derechos civiles”. Continúa explicando que “los trabajadores negros –muchos de los cuales habían adquirido experiencia en el movimiento de desempleados dirigido por los comunistas– ocupaban la mayoría de los puestos de liderazgo de nivel medio y bajo dentro del sindicato» [10].

Como resultado, Jamelle Bouie plantea que “durante la mayor parte de los siguientes 20 años, los trabajadores negros de Mine Mill lucharían contra el racismo y el capital en un impulso singular por la igualdad racial y la emancipación del trabajo, ninguna de las cuales podría existir sin la otra”.

La policía, la patronal y el KKK acabaron por debilitar a estos combativos sindicatos en la era McCarthy mediante la represión, el racismo y el anticomunismo. Pero los trabajadores negros que se habían radicalizado gracias a Mine Mill y al esfuerzo de la UMW se unieron a la NAACP [11] y comenzaron a desempeñar un papel en el movimiento por los derechos civiles.

Estos ejemplos históricos son importantes. Por un lado, apuntan a una profunda tradición sindical en Alabama, que sin duda muchos nativos de Bessemer tienen en cuenta en su trabajo de organización. Por otro lado, apuntan a una tradición de “sindicalismo por los derechos civiles” planteada por los trabajadores negros en los sindicatos, utilizando el sindicato para luchar por las reivindicaciones laborales así como por las demandas de igualdad, tanto dentro como fuera del trabajo.

Tal vez no sea de extrañar, entonces, que esta lucha histórica esté ocurriendo en un estado rojo con una fuerte historia laboral; después de todo, la ola de huelgas de maestros comenzó en un estado rojo con una fuerte historia laboral también. La profesora de Virginia de Oeste, Katie Endicott, dijo: “En nuestras comunidades cercanas sabemos cómo resistir con valor porque hemos visto a nuestros padres, abuelos y bisabuelos resistir en los piquetes. La voluntad de resistir forma parte de nuestro ADN. Está en nuestra propia sangre” [12].

Sindicatos para la lucha de clases en el siglo XXI

Los trabajadores negros de Amazon se están sindicalizando porque el movimiento BLM creó una creciente conciencia de lo fundamental y profundamente racista que es Estados Unidos, y de que ese racismo es estructural.

Pero un sindicato es solo un paso en la lucha contra el capitalismo racista. Una vez que los trabajadores tienen un sindicato, ese sindicato debe ser una herramienta de lucha, retomando los mejores elementos del legado del UMW y del Sindicato de Mineros. Los sindicatos pueden ser armas para el movimiento Black Lives Matter y otros movimientos sociales. En otras palabras, pueden reforzar la lucha contra la brutalidad policial y el racismo estructural utilizando su posición estratégica en la economía. Pueden permitirnos no solo cortar rutas sino también afectar la ganancia capitalista en defensa de las vidas negras y los derechos de todos los oprimidos. Como Julia Wallace explicó recientemente en un foro: “¿qué pasaría si cada vez que la policía nos asesinara, nos negáramos a trabajar? Nosotros somos los que dirigimos la sociedad”. Es importante que el futuro sindicato de Amazon –y todos los sindicatos– actúen en interés de todos los trabajadores, luchando no solo por sus propios miembros sino contra toda forma de opresión.

Sin embargo, la mayoría de los sindicatos no funcionan así. Suelen estar dirigidos desde arriba por la burocracia sindical y se niegan a luchar incluso por las reivindicaciones de sus propios trabajadores. Por ejemplo, el RWDSU representa a los trabajadores de servicios que han estado en primera línea de la pandemia, muchos de los cuales han enfermado o incluso han muerto. Sin embargo, la dirección no ha convocado a ninguna huelga ni se ha manifestado para proteger la vida de los trabajadores. Como lo explica Jason Koslowski, “Cuando la crisis comenzó a golpear el pasado mes de marzo, el presidente de la RWDSU, Stuart Applebaum, escribió una carta abierta para el Daily News de Nueva York pidiendo más seguridad en el lugar de trabajo, pero no dijo ni una palabra sobre cómo los trabajadores podrían ganar esa seguridad, aparte de pedirla a los empresarios amablemente”. El boletín del sindicato habla mucho de la “presión pública” sobre la patronal, no de cómo obligar a la patronal a plegarse a la voluntad de los trabajadores mediante acciones laborales militantes. Asimismo, no han organizado ninguna acción masiva real en solidaridad con el esfuerzo de sindicalización de Amazon.

En lugar de eso, la dirección del RWDSU tiene la misma estrategia que la mayoría de los demás sindicatos: pedir a los patrones que se preocupen más por los trabajadores y se arrimen al Partido Demócrata, apoyando con entusiasmo a los candidatos demócratas y donando $108,000 al partido. Aunque Applebaum dice que la sindicalización de Amazon es una lucha por los derechos civiles, es partidario de “Jim Crow” Joe (Biden), quien se opuso a la integración en las escuelas. En ese sentido, Applebaum es un obstáculo directo al sindicalismo de derechos civiles y al poder del BLM dentro del sindicato. Como dice Trotsky, estos burócratas sindicales son los agentes de los capitalistas en las filas de los trabajadores. Applebaum es un ejemplo excelente: trata de desviar la fuerza del RWDSU al cementerio de los movimientos, diciendo implícitamente que el quid del poder obrero está en las urnas votando a los demócratas, no en nuestra capacidad de cerrar la producción.

Por lo tanto, es esencial que los trabajadores de base luchen contra los burócratas sindicales y su sumisión al Partido Demócrata; los trabajadores deben organizarse y luchar por sindicatos fuertes y combativos. Los trabajadores de Amazon podrían construir un tipo de sindicato diferente, retomando el legado radical del sindicalismo de Alabama y la energía radical del movimiento BLM. Para que el sindicato de Amazon luche contra la presión de convertirse en una herramienta de campaña para los demócratas, los trabajadores de Amazon tendrán que tomar el sindicato en sus propias manos. Tendrán que organizar democráticamente el sindicato en el lugar de trabajo, con asambleas de base para debatir y tomar decisiones. En este sentido, conquistar un sindicato es ganar una herramienta, una que los trabajadores de base pueden manejar, o una que puede ser bastante neutralizada por una burocracia de arriba hacia abajo.

Un motor de arranque

Creo que esto será como un motor de arranque para muchas empresas. Algunas personas han dicho: “Todos ustedes en Amazon nos han dado aliento de que ahora podemos hablar y alguien nos escuchará”. Una vez que el sindicato sea reconocido, creo que realmente sentiremos el impacto. Pero ahora mismo, seguimos luchando.

La trabajadora de Amazon Jennifer Bates tiene razón. Todo el país está pendiente del esfuerzo de sindicalización de Amazon. Estos trabajadores negros podrían ayudar a inspirar una nueva ola de sindicalización, como lo han hecho los trabajadores negros a lo largo de la historia de Estados Unidos. Keeanga-Yamahtta Taylor sostiene que “los trabajadores blancos siempre han seguido el ejemplo de los trabajadores negros” [13].

Y no es de extrañar. El racismo anti-negro es fundacional para la estructura misma de Estados Unidos y ha sido sostenido por demócratas y republicanos por igual. Sigue proporcionando beneficios adicionales a los más ricos del país en el mundo, desde el trabajo semiesclavo en las cárceles, hasta el salario mínimo miserable, pasando por los trabajadores de Amazon a los que no se les da la dignidad básica de un descanso para ir al baño. Pero a lo largo de la historia de Estados Unidos, los movimientos obreros y antirracistas se han unido para luchar contra el racismo y la explotación capitalista.

En la era neoliberal del “capitalismo de Amazon”, el trabajo por encargo y una tendencia a la baja de la sindicalización y las leyes antisindicales del “derecho al trabajo”, necesitamos desesperadamente sindicatos que luchen. Esta lucha del almacén de Amazon, si tiene éxito, podría ser un trampolín para muchos otros.

Esta lucha, que difumina los límites entre la lucha contra el racismo y la lucha contra la explotación capitalista, podría ser un momento decisivo para la clase obrera en la era Biden. Podría ser un punto de inflexión para desarrollar un movimiento nacional que anule las leyes antisindicales y luche por la sindicalización de los trabajadores por turnos, los indocumentados y los desempleados, donde la comunidad negra y otras minorías raciales están sobrerrepresentadas. Puede ayudar a moldear un nuevo movimiento obrero militante que luche en el lugar de trabajo contra las condiciones inhumanas impuestas por la patronal y en las calles contra la violencia policial racista.

Un triunfo de los trabajadores de Amazon aumentaría la moral del movimiento BLM y de la clase obrera. Podría ayudar al movimiento negro y a la clase obrera a tomar conciencia de su propia fuerza, en lugar de poner sus esperanzas en el Partido Demócrata, que utiliza retórica progresista para mantener el control de los movimientos sociales y de la clase obrera organizada. Podría enseñar a la clase trabajadora a luchar contra todas las formas de opresión. Y podría servir como un ejemplo no solo nacional sino internacional, como un golpe contra los métodos antisindicales de Amazon en todo el mundo. Si te importan las vidas de los negros, apoya a los trabajadores de Bessemer.

Notas

[1] Scott Galloway, The Four: The Hidden DNA of Amazon, Apple, Facebook, and Google (London: Corgi Books, 2017), 41.
[2] Kim Moody, “Amazon: Context, Structure and Vulnerability,” en The Cost of Free Shipping: Amazon in the Global Economy, ed. Jake Alimahomed-Wilson and Ellen Reese (London: Pluto Press, 2020), 21.
[3] Jake Alimahomed-Wilson, Juliann Allison and Ellen Reese, “Introduction: Amazon Capitalism”, en Cost of Free Shipping, 17.
[4] Kim Moody, “Amazon: Context, Structure and Vulnerability”, ob. cit., 21.
[5] National Labor Relations Board (Junta Nacional de Relaciones Laborales), agencia federal del gobierno dedicada a la conciliación y arbitraje de conflictos obrero-patronales.
[6] Protecting the Right to Organize Act o “Ley para la protección del derecho a organizarse”, acortada a Ley PRO o PROAct.
[7] Keeanga-Yamahtta Taylor, From #BlackLivesMatter to Black Liberation (Chicago: Haymarket, 2016), 196.
[8] La distinción en Estados Unidos en las últimas décadas divide a los estados del país entre rojos, referentes a aquellos que votan al Partido Republicano, y azules, que votan al Partido Demócrata. La frase de que es “uno de los estados más rojos” hace alusión a que Alabama históricamente ha sido un bastión del Partido Republicano y con una fuerte historia de racismo, esclavitud, segregación racial y legislaciones anti-sindicales y anti-obreras.
[9] El término “Dixie” hace referencia a los estados del sur de Estados Unidos que estaban al sur de la línea de Mason-Dixon. La línea Mason-Dixon resolvió varias disputas fronterizas en Pennsylvania, Maryland, Delaware y la entonces Virginia (hoy en Virginia del Oeste); al estallar la guerra civil estadounidense, los estados que intentaron secesionarse estaban al sur de dicha línea y desde entonces se les llama “Dixie” o “Dixielandia”. Los “dixiecrats” eran una fracción dentro del Partido Demócrata, que brevemente fundaron en 1948 el Partido Demócrata de los Derechos de los Estados para oponerse a la eliminación de la segregación racial. Aunque luego volvieron al Partido Demócrata, a aquellos políticos demócratas del sur de Estados Unidos que apoyaban la segregación se les refería como “demócratas dixies” o “dixiecrats”.
[10] Robin D.G. Kelley, Hammer and Hoe (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 2015).
[11] Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP por sus siglas en inglés), organización fundada en 1907 para luchar contra la segregación racial.
[12] Elizabeth Catte and Jessica Salfia, en 55 Strong, ed. Elizabeth Catte and Jessica Salfia (Cleveland: Belt Publishing, 2018), 23.
[13] Taylor, From #BlackLivesMatter to Black Liberation, 205.

 

Tatiana Cozzarelli es docente y actualmente estudia Educación Urbana en la CUNY.

Traducción: Izquierda Diario.

 

Fuente (de la traducción): http://www.izquierdadiario.es/La-batalla-en-Alabama-el-movimiento-antirracista-y-la-lucha-por-la-organizacion-sindical-en-Amazon#notes

Fuente (del original): https://www.leftvoice.org/battlefield-bessemer

 

Fuente nuestra: Rebelión