Nota:
Publicamos a continuación la primera parte
de un artículo de nuestro compañero Eduardo Ibarra que responde a un comentario
de Miguel Aragón sobre el folleto El Partido
de Masas y de Ideas de José Carlos Mariátegui.
Puesto que, dadas sus falsas acusaciones,
sus sofismas, sus falacias y demás, el comentario de Aragón se cae por sí
mismo, nuestro compañero no consideró una prioridad contestar al mismo.
Solo ahora, tres meses después, ha escrito una respuesta con el ánimo de desarrollar
algunos conceptos y poner en evidencia, una vez más, los métodos criollos de
los liquidadores.
El lector puede complementar la lectura del
artículo de nuestro compañero con la lectura de los artículos Contra el Liquidacionismo Histórico, La
Reunión de Barranco y el Liquidacionismo Histórico, La Fullería de Miguel
Aragón, Una Aclaración Necesaria, Nuevas Mentiras de Miguel Aragón y Mucho Más
que Eso, El Desvarío de Miguel Aragón, Programa o Base de Unidad: Una Falsa
Disyuntiva, de Eduardo Ibarra, y del artículo Minería y Fetichismo de la Mercancía (Respuesta a Miguel Aragón),
de César Risso, todos publicados en las páginas de esta revista digital.
01.04.2017.
COMITÉ
DE RECONSTITUCIÓN JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI (CRJCM)
¡Defender
el Pensamiento de Mariátegui de toda tergiversación y desarrollarlo en función
de la realidad actual!
Acerca de un Caso de Escamoteo e Impotencia
Eduardo Ibarra
En el artículo Dos folletos y dos conmemoraciones (06.12.2016), Miguel Aragón ha
comentado, dizque, mi folleto El partido
de masas y de ideas de José Carlos Mariátegui, salido a luz en setiembre
del año próximo pasado.
El
contenido de este folleto es la defensa del partido de clase y de la filiación
marxista-leninista de Mariátegui y el PSP, así como la crítica a los sofismas y
a las falacias con las que los liquidadores niegan tanto el partido de clase
como dicha filiación.
Sin
embargo, escamoteando los términos concretos de mi exposición, Aragón ha pretendido
descalificar la misma deslizándose hacia lo que él supone son sus presupuestos
teóricos, con la nota particular de que, llevado por esta pretensión, ha
intentado encontrar “coincidencias” entre Ramón García y yo.
De
esta forma ha silenciado el profundo antagonismo existente entre las posiciones
de García y las mías, antagonismo que se expresa sobre todo en relación al
marxismo-leninismo y al partido de clase.
En
efecto, mientras García ha abjurado del marxismo-leninismo y del partido de
clase, y, por esta vía, ha terminado falsificando la identidad doctrinal de
José Carlos Mariátegui y la verdad doctrinal y orgánica del PSP (intentando,
sin embargo, servirse de ambos como coartada y hasta como señuelo), mi adhesión
al marxismo-leninismo y al partido de clase, así como mi defensa del
marxismo-leninismo de Mariátegui y de la verdad histórica de su partido son
cuestiones que se desprenden limpiamente de mis escritos.
Es
decir, entre las posiciones de García y las mías hay un abismo insondable que,
sin duda, expresa el antagonismo entre el revisionismo liquidacionista y el
marxismo-leninismo.
Para
silenciar esta realidad –conocida de todos– Aragón se ha inventado un
diversivo: “la equívoca conclusión que (sic) las discrepancias entre Ibarra y
García ‘son muy grandes’ y que parecen ‘insalvables’”.
De
esta forma: 1) elude el análisis concreto de los términos concretos de mi
folleto; 2) encubre el liquidacionismo de García que él mismo suscribe; 3)
intenta situarse fuera del alcance de mi crítica.
Esta
burda maniobra, sin embargo, no impide ni puede impedir que se pueda reconocer
que Aragón es un servil repetidor al noventa por ciento de las posiciones
liquidacionistas de su mentor García.
Pues
bien, puesto que, como se ha visto, Aragón ha comentado mi folleto sin
comentarlo en sus términos concretos, bien podría yo poner punto final a
las presentes notas, y, naturalmente, nadie podría reprocharme por ello.
Empero,
en la medida en que la intención del comentarista ha sido fabricar una imagen
falsa de mi texto y confundir así a los lectores, es menester desenmascarar su
enfoque diversivo y, en general, sus métodos criollos, que, como ya debe
haberse dado cuenta el lector, se revelan ya en la burda maniobra analizada
arriba.
En
su tendencioso comentario, Aragón pretende haber encontrado once
“coincidencias” entre García y yo.
Esta
fabulación le sirve para apuntar contra los presuntos presupuestos teóricos de
mi texto.
Pues
bien, de las once “coincidencias”, cuatro no tienen que ver con el contenido de
mi folleto: la cuestión del frente unido, el debate Mariátegui-Haya, los
“requisitos” para fundar un partido proletario, tesis anexas al programa del
PSP.
Y,
ya solo este hecho, demuestra la desorbitación de Aragón.
Ahora
bien, no obstante que, como ya anoté, cuatro de las once cuestiones tratadas
por Aragón están fuera de lugar, analizaré de todas maneras la totalidad de
ellas, y, para facilitar el cotejo por el lector, lo haré en el mismo orden en
que el comentarista las ha expuesto.
Desde
luego, al analizar las aludidas presuntas coincidencias, hablaré exclusivamente
de las mismas en cuanto pretendidos presupuestos teóricos de mi folleto.
Aragón dice: “Ibarra y García, en
sus investigaciones y comentarios sobre el desarrollo del movimiento socialista
peruano coinciden en no tomar en cuenta, en el desarrollo de las ideas, la
influencia de las fluctuaciones de la
evolución económica, ni tampoco la influencia de las fluctuaciones en el
desarrollo de las luchas económicas y políticas del pueblo trabajador. Así,
ambos coinciden en reducir la evolución del movimiento socialista peruano a la
simple “evolución de las ideas”. Esa
es la razón principal de sus otras incoherencias teóricas”.
Pero
ocurre que mi folleto no es un análisis del “desarrollo del movimiento
socialista peruano” ni del “desarrollo de las ideas”, sino que es una polémica
viva, concreta, específica con el liquidacionismo de derecha.
Pertenece
al estudio de la historia de las ideas el esclarecimiento de la trabazón de las
mismas con “las fluctuaciones de la evolución económica” y “las fluctuaciones
en el desarrollo de las luchas económicas y políticas del pueblo trabajador”,
para decirlo con las palabras de Aragón.
Por
eso, en su polémica con Haya, polémica viva, concreta, específica, Mariátegui
no se refirió a las aludidas “fluctuaciones”.
Así
puede verificarse en los escritos mariateguianos que dan cuenta de dicha
polémica: carta del 16 de abril de 1928 a la célula aprista de México, carta
colectiva escrita en abril pero fechada el 10 de julio del mismo año,
carta del 29 de setiembre del mismo año
a Carlos Arbulú Miranda, carta del 19 de octubre del mismo año a Luis E.
Valcárcel, carta del 31 de diciembre del mismo año a Eudocio Ravines, carta del
20 de junio de 1929 a Nicanor A. de la Fuente, carta del 28 de junio del mismo
año a Mario Nerval, carta del 30 de julio del mismo año a Moisés Arroyo
Posadas, carta del 25 de setiembre del mismo año a Esteban Pavletich (véase Correspondencia, t.II y Apuntes para una interpretación marxista de
historia social del Perú, t.II).
Así,
pues, con su antojadiza acusación, Aragón no ha revelado ningún presupuesto
teórico erróneo de mi folleto, como ha sido su oblicua intención.
Aragón
dice: “Ambos [García y yo] coinciden en separar, reducir, y rebajar
una parte importante del trabajo teórico a la simple condición de “lucha
ideológica”, o “construcción ideológica” como ellos lo continúan llamando,
olvidando, o tal vez desconociendo, que
para la concepción materialista de la historia
“toda ideología es una visión deformada de la realidad”.
Esta
alegre afirmación pone en evidencia que Aragón: 1) no entiende que mi crítica
al liquidacionismo es una lucha necesaria para sentar las bases de la
reconstitución del Partido de Mariátegui, y, por tanto, no es ni puede ser
calificada de simple “lucha ideológica”; 2) silencia el hecho de que para la
concepción materialista de la historia el vocablo ideología encierra también, a
más del que él indica, el concepto de conciencia
verdadera de la realidad, y que, por esto, Lenin habló de “ideología
socialista” (en ¿Qué hacer?, por
ejemplo) y Mariátegui señaló que Marx elevó “al socialismo al grado de
disciplina ideológica” (véase Defensa del
marxismo).
Por
eso, expresando su concepción del proceso de constitución del partido del
proletariado peruano, Mariátegui señaló: “En el prólogo de mi libro ‘La escena
Contemporánea’, escribí que soy un hombre con una filiación y una fe. Lo mismo
puedo decir de esta revista, que rechaza todo lo que es contrario a su
ideología así como todo lo que no traduce ideología alguna” (Presentación de Amauta, en Ideología y política, p.238).
Excepto
los liquidadores, nadie puede dudar de que, con aquello de “un hombre con una
filiación”, Mariátegui se refirió a su marxismo-leninismo.
Por
eso señaló finalmente: “‘Amauta’ ha sido, en estos dos años, una revista de
definición ideológica, que ha recogido en sus páginas las proposiciones de
cuantos, con título de sinceridad y competencia, han querido hablar a nombre de
esta generación y de este movimiento”. “El Trabajo de definición ideológica nos
parece cumplido” (Aniversario y balance,
ibídem, p.247).
Una
observación final: Mariátegui, como se sabe, preparó la publicación de un libro
con el título de Ideología y política.
¡Qué barbaridad, Mariátegui utilizó en el título de uno de sus libros más
importantes una palabra que expresa “una visión deformada de la realidad”!
Así,
pues, con su antojadiza acusación, Aragón no ha revelado ningún presupuesto
teórico erróneo de mi folleto, como ha sido su oblicua intención.
Aragón
dice: “… ambos autores [García y yo] coinciden unánime y reiteradamente, en
afirmar que Mariátegui promovió la formación de una supuesta “facción orgánica y doctrinariamente
homogénea”.
“Tipo de facción imaginaria que nunca
ha existido en toda la historia del movimiento socialista mundial, desde
1847(año en que se constituyó la Liga
Comunista dirigida por Engels y Marx)
hasta el presente”.
Ya en mi artículo El
desvarío de Aragón (24.02.2016), escribí que al
interpretar Aragón las diferencias de opinión entre Marx y Engels como
negadoras de la homogeneidad doctrinal entre ambos fundadores, lo que estaba
haciendo era deslizar la idea de que o bien Marx no fue comunista o bien no lo
fue Engels.
Expresivamente, en más de un año esta
sencilla observación no ha podido ser contestada por el comentarista.
Pues
bien, sobre la homogeneidad doctrinal del partido proletario, es suficiente
señalar aquí lo que sigue.
La
homogeneidad doctrinal del partido proletario es (precisamente es) la adhesión de sus militantes al
marxismo-leninismo.
Es
decir, la homogeneidad del partido está dada por la adhesión de sus militantes a una sola y misma doctrina.
Por
eso, el partido es una unidad por su
homogeneidad doctrinal, pero, como toda unidad, es una unidad de contrarios porque en su seno se procesan diversos
tipos de contradicciones desde el momento mismo de su fundación.
Pero,
como es obvio, estas contradicciones no deben extrañar a nadie, pues la
dialéctica es la contradicción en el seno mismo de las cosas.
Las
contradicciones en el partido expresan, por un lado, el mayor o menor dominio
que cada militante tiene del marxismo-leninismo, y, por otro, la mayor o menor
influencia que acusa de la ideología burguesa.
Por eso
puede decirse, en términos generales, que
tales contradicciones se desarrollan en el curso de la aplicación del
marxismo-leninismo (lucha contra el empirismo y el dogmatismo) y de la lucha
contra la influencia de la ideología burguesa (lucha contra el oportunismo y el
revisionismo).
Por
eso, las contradicciones en el partido no niegan ni pueden negar su
homogeneidad doctrinal, pues lo mismo la lucha contra el dogmatismo y el
empirismo como la lucha contra el oportunismo y el revisionismo, es la lucha por la defensa del
marxismo-leninismo y su correcta aplicación, es decir, por la preservación de
la homogeneidad doctrinal del partido.
No
obstante esta realidad, Aragón cree que al concebirse el partido como
doctrinariamente homogéneo, se le está concibiendo como “una apacible y unánime
academia”.
Es
claro que esa lógica circular no tiene nada que ver con los hechos, con la
dialéctica, con el marxismo.
Y hay
que advertir que así razona quien, muy suelto de huesos, me acusa de olvidar “la ley del desarrollo
desigual de la militancia” y “la
ley de ‘la unidad y lucha de contrarios’”.
Aragón, pues, niega la homogeneidad doctrinal del partido,
y, por esto, plantea una disyuntiva absurda: “¿Programa o base de unidad?” (véase mi
artículo Programa o base de unidad partidaria:
una falsa disyuntiva).
De esta
forma postula una unidad no
doctrinal, una unidad exclusivamente programática, pues, según dice (atacando
por la espalda a Mariátegui), el programa del partido no debe incluir ninguna
base de unidad doctrinal.
Digo
“atacando por la espalda a Mariátegui”, pues, como todo el mundo lo sabe, en el
Programa del Partido, escrito por el
maestro y acordado por los fundadores, aparece la explícita adhesión del PSP al
marxismo-leninismo (véase Ideología y
política).
Pues
bien, un partido heterogéneo en lo doctrinal, ¿cómo podría ser homogéneo en lo
programático?
Como se
comprenderá, el partido del proletariado no puede dejar de acordar en su
programa su adhesión a la conquista del poder y a la dictadura del
proletariado.
Estas
dos cuestiones se encuentran, por ejemplo, en el Programa del Partido Socialista del Perú, y así lo entenderá
cualquiera que no se confunda por el lenguaje y se centre en el concepto:
“Cumplida su etapa democrático burguesa, la revolución deviene en sus objetivos
y en su doctrina revolución proletaria. El partido del proletariado, capacitad
por la lucha para el ejercicio del poder y el desarrollo de su propio programa,
realiza en esta etapa las tareas de la organización y defensa del orden
socialista” (Ideología y política,
p.162).
Olvida
pues Aragón que el carácter del programa está determinado por la doctrina del
partido, y un partido-amalgama (es decir doctrinariamente heterogéneo) como el
que pretenden los liquidadores en general, no podría acordar un Programa Máximo
de carácter marxista-leninista.
Que
Aragón niegue el carácter doctrinariamente homogéneo del partido, quiere decir que
para él la adhesión de la militancia al marxismo-leninismo está demás.
Pero no
solo al marxismo-leninismo: también al “marxismo” a secas (léase “marxismo”
antileninista) que trata de vender García en el mercado de los ingenuos.
Y, en
general, según la lógica de Aragón, cualquier otra doctrina está demás como
elemento unitivo de la militancia.
Pero
ello, como es claro, quiere decir que el comentarista concibe el partido como que
a sus filas pueden ingresar activistas de la más variada doctrina.
Esto
quiere decir que, mientras García pretende un partido con un nivel orgánico
secreto doctrinariamente homogéneo en torno a un marxismo antileninista y otro
nivel orgánico doctrinariamente heterogéneo, Aragón hace extensiva esta
heterogeneidad a todos los niveles orgánicos del partido.
Así,
pues, Aragón lleva a sus últimas consecuencias la idea de un partido
doctrinariamente heterogéneo.
Pues
bien, en su comentario Aragón ha pretendido hacer creer que coincido con García
en lo que a la homogeneidad doctrinal del partido se refiere.
Pero
esta pretensión pone en evidencia que Aragón no es capaz de desembarazarse del
tratamiento abstracto de la cuestión, y que, por esto, no es capaz de entender
la diferencia radical entre la “homogeneidad” de García en torno a un
“marxismo” antileninista y limitada a la dirección de su grupo, y la
homogeneidad marxista-leninista que postulo para todos los niveles orgánicos
del partido.
En
efecto, García promueve un partido con dos niveles orgánicos doctrinariamente
heterogéneos entre sí, y esto significa que no pretende un partido
doctrinariamente homogéneo sino heterogéneo.
Por
tanto, Aragón se equivoca de medio a medio cuando pretende que García promueve
un partido doctrinariamente homogéneo (con
la palabra facción Mariátegui hacía alusión al partido en general y a su
partido en particular), y, por esto, su acusación de que coincido con García
demuestra su incapacidad para entender concretamente la cuestión.
Aragón dice: “Pero ambos autores [García y yo] coinciden unánime y
reiteradamente, en afirmar que Mariátegui promovió la formación de una supuesta
“facción orgánica y doctrinariamente
homogénea”. “Ambos, García e Ibarra,
confunden la crítica y denuncia que
le hizo Mariátegui a Haya, de pretender convertir una parte del frente único de
esos años en una “facción homogénea”, como si hubiera sido una propuesta
afirmativa de Mariátegui”.
Así,
pues, arrastrado por su punto de vista erróneo, Aragón falsifica el sentido de los
términos con que el maestro polemizó con Haya.
Mariátegui señaló: “… no podemos, en virtud del sentido mismo de
nuestra cooperación, entender el Apra
como partido, esto es, como una facción orgánica y doctrinariamente homogénea”
(carta colectiva, en Martínez de la Torre, Apuntes
para una interpretación marxista de historia social del Perú, t.II, p.300).
En virtud del sentido mismo de nuestra colaboración, dice Mariátegui, como acabamos de ver, y,
con esta afirmación, dio cuenta de que la colaboración de su grupo en el marco
del Apra era entre la tendencia marxista-leninista y otras tendencias de
distinta filiación doctrinal, lo que marcaba la heterogeneidad doctrinal de
dicho organismo.
Así, pues, en virtud del sentido mismo de la
colaboración de Mariátegui y su grupo en el Apra, Mariátegui no podía entender
este organismo como “una facción orgánica y doctrinariamente homogénea”
Pero,
silenciando el sentido de la subrayada afirmación mariateguiana (“en virtud del
sentido mismo, etcétera”), Aragón le achaca a Mariátegui la opinión de
considerar que Haya pretendía convertir el Apra en “una facción orgánica y
doctrinariamente homogénea”.
El propio Haya
le confesó a Mariátegui: “El Apra es partido, alianza y frente” (ibídem, p.298).
Ciertamente
Haya pretendía convertir el Apra en partido, pero, como se ve, no en un partido
doctrinariamente homogéneo sino heterogéneo, no en un partido de clase sino
pluriclasista, es decir, en un partido-amalgama, en un partido-alianza, en un
partido-frente, semejante al que actualmente promueven los García y los Aragón.
Por eso el
comentarista ha silenciado la citada afirmación del caudillo pequeño burgués.
En la misma
carta colectiva, Mariátegui escribió: “Los elementos de izquierda que en el
Perú concurrimos a su formación, constituimos de hecho –y organizaremos
formalmente– un grupo o Partido Socialista, de filiación y orientación
definidas…” (ibídem, p.301).
Partido Socialista de filiación y orientación definidas-facción orgánica
y doctrinariamente homogénea.
Es sabido que
Mariátegui utilizaba el término filiación para indicar su marxismo-leninismo. ¿Quién
pues podría decir que, con la primera afirmación citada, Mariátegui no sostuvo
lo mismo que con la segunda?
Entonces, es
claro que, con aquello de facción
orgánica y doctrinariamente homogénea, Mariátegui se refirió a su concepción
del partido en general, y, en particular, a su propio proyecto de partido.
Desde luego,
víctima del demonio del caudillismo, Haya aspiraba a planear soberanamente
sobre un partido-amalgama, de la misma manera que, ahora, víctima del demonio
del despotismo, García pretende planear soberanamente sobre un
partido-amalgama resultante, en sus fáciles
cálculos, de la “dilución-integración” del PCP-U, el PSP-PR, el PCP-SL y demás
organizaciones activas en la escena política nacional.
Así, pues, Aragón
presenta a Haya como promoviendo un partido doctrinariamente homogéneo y a
Mariátegui promoviendo un partido doctrinariamente heterogéneo. ¡Ni más ni
menos!
Aragón dice: “…
no bien ellos [García y yo] terminan de
afirmar que Mariátegui y Martínez,
así como Mariátegui y Portocarrero,
formaban una “facción homogénea”, de
inmediato pasan a despotricar, ya sea en contra de Martínez, o en contra de Portocarrero, con lo cual la “facción homogénea” imaginada por ellos, se
desvanece como una “burbuja de jabón”. Ambos, no nos explican cómo fue posible
que, si Mariátegui, Martínez y Portocarrero, supuestamente formaban una
“facción homogénea”, ¿Por qué afloraron tantas discrepancias entre ellos en
menos de un año?”.
De esta forma Aragón niega que la
Reunión de Barranco hubiera acordado, en principio, el marxismo-leninismo como
la base de unidad del PSP, es decir, niega su homogeneidad doctrinal.
El lector informado puede haber
constatado ya que, en punto a la cuestión de la homogeneidad doctrinal del PSP,
Aragón no tiene en cuenta los términos concretos con que he fundamentado tal
homogeneidad.
Yo he sostenido –y sostengo–, que el
PSP fue un partido doctrinariamente homogéneo dada la adhesión de sus
militantes al marxismo-leninismo.
Pero Aragón no menciona absolutamente
esta adhesión, seguramente porque hubiera tenido que explicar concretamente su
negación del marxismo-leninismo de Mariátegui y su partido, cuestión que
analizo sobre todo en el capítulo II de mi folleto.
Finalmente: la
pregunta de Aragón sobre por qué en menos de un año “afloraron tantas
discrepancias” entre los fundadores del partido, revela únicamente su completa
incapacidad para comprender la naturaleza de estas discrepancias, su completa
incapacidad para comprender que estas contradicciones fueron el resultado de
diversos grados de asimilación del método marxista y de los distintos grados de
la influencia de la ideología burguesa en los militantes, contradicciones que,
como no podía ser de otro modo, tuvieron su solución precisamente sobre la base
de defender la adhesión del partido al marxismo-leninismo, o sea, sobre la base
de preservar su homogeneidad doctrinal.
Una cuestión
adicional, pero no sin importancia: toda la mala fe de Aragón se revela en el
hecho de que con la palabra “despotricar” pretende desvirtuar la justa critica
que he hecho a Portocarrero por la falsificación que cometió en la Conferencia
Comunista de Buenos Aires de la concepción mariateguiana del PSP (véase El partido de masas y de ideas de José
Carlos Mariátegui), y la igualmente justa crítica que he hecho a Martínez
por ser el responsable de la “pérdida” del libro Ideología y política (véase mi folleto Mao y Mariátegui).
¿No tenía que
haber hecho estas críticas? ¿No está de acuerdo con ellas Aragón?
En conclusión: el carácter de clase del
partido del proletariado está determinado por su adhesión al marxismo-leninismo,
y esta es una verdad incuestionable; por esto, plantear un partido con dos
niveles orgánicos doctrinariamente disímiles entre sí o un partido sin ninguna
base de unidad doctrinal, es negar el partido de clase. Esto es lo
que hacen los García, los Aragón, los Pérez.
Así,
pues, con su antojadiza acusación, Aragón no ha revelado ningún error de
concepción en mi folleto, como ha sido su oblicua intención.
Nota:
Publicamos
a continuación tres capítulos del folleto Crítica al oportunismo de
derecha de Jaime Lastra, de nuestro compañero Eduardo Ibarra, los mismos
que, exactamente como los publicados en la edición del 1 de marzo de CREACIÓN
HEROICA, dan cuenta de un derechismo que, una vez más, pretende incrustarse
en el proceso de la Reconstitución del Partido de Mariátegui.
Como
hemos señalado el 1 de marzo, “La Reconstitución supone un prolongado trabajo
de esclarecimiento, crítica, toma de posición y deslinde en relación a la
verdad universal, la Creación Heroica de Mariátegui, la política concreta y la
cuestión del partido”.
Por
eso preguntamos: ¿dónde está el esclarecimiento realizado por Lastra de los
diversos aspectos del Partido de Mariátegui, de su proceso de constitución, del
concepto de partido de masas y de ideas?
En
ninguna parte.
¿Dónde
está la crítica de Lastra a las diversas tergiversaciones con que el
oportunismo –y especialmente el PCP-SL y el grupo liquidacionista que encabeza
Ramón García– han mistificado la Creación Heroica de Mariátegui?
En
ninguna parte.
¿Dónde
está la toma de posición de Lastra a favor de La Creación Heroica de
Mariátegui, si, como se sabe, confabulándose con los liquidadores, empezó por
tergiversar el aniversario de dicha Creación, para terminar atacando
sibilinamente la comprensión de Mariátegui del leninismo como el marxismo de
nuestra época (coincidiendo con los oportunistas de izquierda y los
liquidadores, aunque en su caso para pretender legitimar su falso
marxismo-leninismo maoísmo); tergiversando la teoría mariateguiana del frente
unido; asumiendo seguidistamente el reformista ”camino municipal al socialismo”
que promueven los liquidadores; escamoteando la Reconstitución con su “compartimos la
adhesión a la misma doctrina y construimos un proyecto común” con los
liquidadores y otros oportunistas.
¿Dónde están, pues, los
materiales del deslinde de Lastra con
respecto al oportunismo en punto a los diversos aspectos de la Reconstitución
del Partido de Mariátegui –y particularmente respecto al oportunismo de
izquierda del PCP-SL y al liquidacionismo de García–, así como la necesaria
defensa del contenido marxista-leninista de la Creación Heroica de Mariátegui?
En
ninguna parte.
Como
seguramente comprenderá el lector, convocar a una “conferencia política con
miras a la reconstitución” (una “conferencia política”, pues, y no una simple
una reunión de intercambio de ideas), sin sustanciales materiales de
esclarecimiento, crítica, toma de posición y deslinde en relación a la verdad
universal, la Creación Heroica de Mariátegui, la política concreta y la
cuestión del partido, no solo revela una completa irresponsabilidad, un notorio
aventurerismo, un evidente método criollo, sino también, al mismo tiempo, el
triste resultado que ha cobrado Lastra por no haber tomado una posición de
clase firme, no haber estudiado como debió hacerlo en sus más de treinta años
de actividad política y haber perdido miserablemente el tiempo participando en
el proyecto de liquidar el partido de clase.
Por
lo expuesto, puede concluirse que, por su inclinación al entrismo, Lastra
pretende incrustarse en el proceso de la Reconstitución del Partido de
Mariátegui para imponer de alguna manera su oportunismo de derecha.
El
lector puede complementar la lectura de los capítulos que siguen con la lectura
(o relectura) de tres artículos publicados en el año 2014 en estas mismas
páginas (Censura en el Socialismo Peruano, Egotismo en el
socialismo peruano y El espíritu criollo de Jaime Lastra,
siendo el segundo de este autor y los dos primeros de nuestro mencionado
compañero).
De
esta forma el lector tendrá la oportunidad de percatarse del autoritarismo de
Lastra en el marco de sus relaciones con quienes él mismo consideraba sus
compañeros de tendencia (en contraste con el espíritu blandengue que muestra
respecto al oportunismo), los métodos criollos que utilizó en el debate
(métodos tomados, en su inmensa mayoría, del grupo liquidacionista) y su mal
disimulada impotencia teórica para debatir ideas.
Repetimos
aquí lo que hemos sostenido el 1 de marzo: si Lastra quiere concurrir a la
lucha por la Reconstitución del Partido de Mariátegui, todo lo que tiene que
hacer es desembarazarse sinceramente y por completo de su oportunismo de
derecha, de sus ideas erróneas, de su actitud copista (léase seguidista con
respecto al liquidacionismo y otras corrientes oportunistas), de sus métodos
criollos y otros vicios que ha puesto evidencia.
Por
tanto, su destino político está en sus propias manos, y no en las de alguna
otra persona.
Pues
bien, aquellos activistas en cuya conciencia el amiguismo puede más que el
marxismo, pueden ponerle el hombro a la intención de Lastra de realizar una
“conferencia política con miras a la reconstitución” (léase con miras a abortar
la Reconstitución), y demostrarse a sí mismos que, exactamente como nuestro
derechista, tampoco entienden el contenido de la Reconstitución, su camino
propio y su método de realización.
01.04.2017.
COMITÉ
DE RECONSTITUCIÓN JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI (CRJCM)
¡Defender el Pensamiento de Mariátegui de toda tergiversación y desarrollarlo en función de la realidad actual!
La Reconstitución y
la Política Concreta III
E.I.
1.
EN UN ARTÍCULO QUE ALGUNOS activistas deben recordar, Lastra recurrió a algunas
falacias a fin de justificar su seguidismo con respecto a la tergiversación del
aniversario de la Creación Heroica de Mariátegui que, en oportunidad de la
existencia del mal llamado “Comité 80”, manejaba el grupo liquidacionista.
Decía en ese artículo nuestro articulista
que era un aporte del suscrito haber identificado el primer escrito marxista de
Mariátegui (El cisma del socialismo,
marzo de 1921), pero que (con ese pero
característico del ecléctico), en la medida en que las realizaciones más
importantes del maestro son el PSP y los 7
Ensayos, entonces el aniversario de su Creación Heroica es en las fechas de
la fundación de ese partido (octubre de 1928) y de la aparición de este libro
(noviembre del mismo año), y, de esta forma, se sumó al coro tergiversador del
grupo mencionado arriba, como consecuencia de lo cual aquello del “aporte”
resultó apareciendo apenas como una frase con la que buscó estar bien con Dios
y con el diablo (1).
En una nota a pie de página en el libro La poesía clasista. Poesía y lucha de clases en el Perú contemporáneo, Julio Carmona ha
dejado escrito: “El conciliador, como el traidor, no sólo es vapuleado por sus
copartidarios, también es visto con recelo por sus adversarios. De ningún modo
el querer ‘estar bien con Dios y con el diablo’ ofrece garantía de fidelidad”
(p.19).
Este es el caso de Lastra precisamente: por
su afán acomodaticio, ecléctico, conciliador, ha sido criticado decenas de
veces por sus copartidarios a fin de que se corrija (sin ningún resultado
positivo sin embargo), y, al mismo tiempo, es recelado y hasta vapuleado por
sus adversarios (sin ninguna razonable reacción de su parte).
Reconocer una fecha como el aniversario de
la Creación Heroica de Mariátegui responde a la pregunta de cuándo comenzó esta
Creación, y no, por supuesto, a la pregunta de cuáles son sus expresiones más
altas. Esta es una verdad elemental al alcance de cualquier persona con dos
adarmes de seso.
Pero no me extenderé aquí sobre esta
cuestión (2).
2.
En 2010, en plenas conversaciones sobre la organización de la facción, Lastra
reveló, súbitamente, que hacía unos años atrás se había infiltrado en el grupo liquidacionista que encabeza Ramón García a
fin de “sacar de allí algunos elementos”.
Como dicen los abogados, a confesión de
parte relevo de pruebas.
Pues bien, el entrismo es vieja política
oportunista de los Bakunin, los Trotski, etcétera. Precisamente esta política
ha sido practicada por Lastra.
Pero, contrariamente a sus intenciones, no
ganó a nadie y, por último, terminó siendo expulsado.
Como dicen los abogados, a confesión de parte
relevo de pruebas.
Por cuanto tempranamente nuestro personaje
marginó al CRJCM del proyecto
orgánico que se inició en 2010, no pudimos criticarlo internamente de semejante
acción.
Hoy, no tenemos más remedio que hacerlo
públicamente, pues el entrismo es una práctica inadmisible en la izquierda
peruana y en la izquierda de cualquier país del mundo.
El entrismo de Lastra es, pues –para
decirlo con algo de justificada ironía– una expresión específica de sus
afectos, de la construcción con los oportunistas de un proyecto común.
Todo lo expuesto hasta aquí, demuestra que,
en último análisis, Lastra se encuentra definitivamente enredado en la
contradicción existente entre su discurso y su práctica.
Y, el contenido de este enredo, analizado
en el presente artículo y en otros publicados anteriormente, prueba que nuestro
retórico personaje ha abandonado completamente la Reconstitución del Partido de
Mariátegui.
3. Pretendiendo justificar
su frentismo, Lastra escribió: “¿Qué
es dirigir en el sentido marxista-leninista-maoísta? ¿Cuál es la justa relación
entre diferentes niveles de organización? Ustedes no resuelven bien estas
interrogantes. Por ello opinan como queda escrito en el punto 4. Todavía tienen
fuerte influencia del método y estilo de ‘correa de transmisión’ y de el (sic)
método y estilo de ‘organismos generados’. Lo correcto, dadas las condiciones
concretas que enfrentamos hoy, es proponer, sustentar y persuadir no solo con
la palabra, sino sobre todo y fundamentalmente con el ejemplo. No podemos
tratar a […] como si fuera un ‘organismo generado’ ni aplicarle la ‘correa de
trasmisión’. Por eso, comprenderán ustedes que resulta totalmente fuera de
lugar su convicción de que la decisión de lo que debe hacer o no […] se deba
determinar en un organismo político superior. La decisión debe tomarse siempre
en el espacio donde debe de asumir y afrontar las consecuencias de sus
determinaciones y acuerdos (sic). Y sobre esa base cabe cumplir la función
dirigente. Esto es, nunca debemos actuar impositivamente” (carta al CRJCM del 31.10.12).
Quienquiera
que cale en la letra chica de la cita, puede percatarse de que ahí se niega la
hegemonía del proletariado en el frente unido.
En
efecto, Lastra reduce la relación partido-frente a la sola cuestión de las
decisiones en el frente, y, confiando en que los lectores sean víctimas de
prejuicio respecto a los dos tipos de organización que menciona, termina
escamoteando la hegemonía del proletariado.
Es
decir olvida, o pretende hacer olvidar, que la hegemonía del proletariado se
expresa más bien en el hecho de que la línea del partido relativa a la lucha
común contra el enemigo común, logra consenso en el frente.
Al
mismo tiempo, olvida o pretende hacer olvidar, que los organismos generados,
llamados también organizaciones propias, fueron una iniciativa del partido
bolchevique para el trabajo de masas en determinadas condiciones, y que las
correas de transmisión, llamadas también palancas, fueron parte del engranaje
general de la dictadura del proletariado, y que ninguno de los dos tipos de
organización fue concebido ni actuado como un espacio donde el partido pudiera
actuar “impositivamente”.
Pues
bien, como es obvio, en el frente no caben, bajo
ninguna circunstancia, los métodos coercitivos sino los métodos
democráticos. Esto es claro para cualquier marxista.
Pero,
¿qué dice Lastra al respecto? Pues que “Lo correcto, dadas las condiciones
concretas que enfrentamos hoy, es proponer, sustentar y persuadir”.
“Dadas
las condiciones concretas que enfrentamos hoy”, es decir que, según nuestro
personaje, los métodos democráticos solo son legítimos en las condiciones
actualmente dadas, y, en consecuencia, sugiere, sin querer queriendo, que en
otras condiciones (y las condiciones siempre cambian), tales métodos perderían vigencia,
y, por esto, tendrían que ser reemplazados por otros: obviamente, por los
métodos antidemocráticos, pues los métodos democráticos no pueden ser cambiados
por los métodos democráticos.
Este
es el espíritu “democrático” de Lastra. Esta es su comprensión de la democracia
en el frente unido. Este es su “nunca debemos actuar impositivamente”.
En
el frente, cualquier decisión tiene que acordarse en el frente. Esto es una
verdad de Perogrullo. Pero la línea del partido relativa a la lucha común
contra el enemigo común, se acuerda en el partido. Esto también es una verdad
de Perogrullo. Lastra, sin embargo, finge no saberlo.
Más
aún. Cada tendencia participante en el frente establece internamente su línea relativa a la lucha común contra el enemigo
común, y es en el espacio del frente donde estas líneas se confrontan, y donde,
por lo tanto, una de ellas prevalece completa o relativamente. Esto es
inevitable.
De
manera que, en el frente puede darse la hegemonía del proletariado, entendida,
claro está, como la hegemonía del marxismo-leninismo en lo relativo a los
diversos aspectos de la lucha común contra el enemigo común (y no, por lo
tanto, como la hegemonía de un grupo determinado), o, en su defecto, la
hegemonía de alguna otra tendencia.
La
“Universidad Socialista José Carlos Mariátegui” (USJCM), la revista Pizarra Socialista y la “Asamblea
Nacional de los Pueblos del Perú y el Tawantinsuyu”, son espacios de frente
unido.
Por
eso, surge, naturalmente, la siguiente pregunta: ¿cuál tendencia ha alcanzado
la hegemonía en esos espacios?
En
los dos números publicados de Pizarra
Socialista (vocero de la USJCM), se han publicitado, bajo expresiones
específicas, la tesis de Ravines sobre la cuestión nacional y, además, han sido
apoyados incondicionalmente los
procesos reformistas que tienen lugar en algunos países suramericanos.
Es
claro que ninguna de estas posiciones pertenece originalmente al grupo de
Lastra, sino al grupo desprendido del PCP-Unidad.
La
aludida tesis de Ravines fue publicitada en el primer número de Pizarra Socialista, y, como era lógico,
los marxistas esperaban que en el segundo número esa tesis fuera rebatida con
la tesis de Mariátegui sobre la cuestión nacional y el Perú Integral. Pero esto
no ocurrió.
En
la “Declaración del I Concejo de la Asamblea Nacional de los Pueblos del Perú y
el Tawantinsuyu”, se presenta a nuestro pueblo como dividido en “pueblo
peruano” y “pueblo tawantinsuyano”. Esto es una expresión específica de la
tesis de Ravines.
Los
marxistas, como es natural, esperaban que en el seno de la misma Asamblea se
planteara una crítica sustentada de semejante punto de vista. Pero esto tampoco
ocurrió.
Así,
pues, el suscrito tuvo que realizar la crítica correspondiente, la cual fue
publicada, en la edición de octubre de la revista digital CREACION HEROICA, como postscriptum
del artículo Mariátegui y el “problema
del indio”.
En
el segundo número, dedicado centralmente a publicitar incondicionalmente los procesos reformistas de Venezuela y Ecuador,
el grupo de Lastra apareció asumiendo tal incondicionalidad.
Frente
a este hecho, en el artículo Socialismo
proletario y socialismo pequeño
burgués, publicado en la edición de noviembre pasado de la revista
mencionada arriba, el suscrito hizo la crítica correspondiente. Esta crítica
está referida a tres cuestiones: 1) la convivencia de los mencionados procesos,
dizque revolucionarios, con la gran burguesía intermediaria del imperialismo;
2) el respeto supersticioso a la democracia burguesa que lleva a los dirigentes
a exponer en una elección el destino de sus propios gobiernos; 3) la ilusión de
un tránsito pacífico al socialismo.
Los
hechos demuestran, pues, que en la USJCM, en Pizarra Socialista y en la “Asamblea Nacional de los Pueblos del Perú y el Tawantinsuyu”, ha
hegemonizado la línea del grupo desprendido del PCP-Unidad.
Si
este grupo se siente con derecho a plantear sus posiciones partidarias en los
indicados espacios de frente unido (cosa que no discuto aquí), la pregunta es
por qué el grupo de Lastra no se siente con igual derecho a plantear lo que se
supone son sus posiciones relativas a la cuestión nacional (cosa que sí
discuto).
¿Dónde
está, pues, el “proponer, sustentar y persuadir” de nuestro personaje?
En
ninguna parte. Por lo tanto, se constata que si en política nacional ha
abdicado ante la tesis de Ravines sobre la cuestión nacional, en política
internacional ha abdicado ante el socialismo pequeño burgués y el nacionalismo
pequeño burgués.
Así,
pues, la hegemonía del grupo desprendido del PCP-Unidad en los espacios de
frente mencionados arriba, ha sido facilitada por la política de
conciliación-abdicación del grupo de Lastra.
En
conclusión, Lastra reniega la hegemonía del proletariado no solo en la teoría,
sino también en la práctica, y, por esto, su “proponer, etcétera”, no pasa de
ser una cortina de humo con la que pretende ocultar su recalcitrante frentismo,
su oposición a la hegemonía del proletariado, su prosternación ante el reformismo,
su abdicación ante posiciones discrepantes peligrosas, su completo abandono del
camino propio de la Reconstitución del Partido de Mariátegui (3).
La
lucha teórica activa es la filosofía del proletariado, mientras “dejar hacer,
dejar pasar” es típica filosofía burguesa.
En
el terreno del trabajo frenteunionista, unidad y lucha es política marxista,
mientras lucha sin unidad es oportunismo de izquierda y unidad sin lucha es
oportunismo de derecha.
Este
oportunismo de derecha es el sello de las ideas y la práctica de Lastra.
Pues
bien, en un artículo de hace algunas semanas, Miguel Aragón escribió: “El
frente unido no… es una ‘correa de trasmisión’…” (elipsis mía).
Es
expresiva, pues, la coincidencia entre el derechista Lastra y el liquidador
Aragón: con la misma monserga niegan ambos la hegemonía del proletariado en el
frente unido: el primero silenciando que esta hegemonía es una cuestión de
línea (partido) y consenso (frente); el segundo negando que actualmente sea
necesario el partido, y, por esta vía, negando la dirección de los
marxista-leninistas en el sentido señalado arriba.
Y,
échese el acucioso a buscar quién ha copiado a quién.
4. Lastra dice: “Este punto
nos lleva a deslindar con el estilo sectario en el trabajo político. Pero
antes, ¿cómo determinar si una participación es correcta o incorrecta? ¿Es una
cuestión meramente principista o es una cuestión de estrategia y táctica
política donde los principios se aplican dialécticamente? La experiencia del
marxismo-leninismo-maoísmo indica que es
lo segundo. Esto en general, por supuesto. Respecto del trabajo político
sectario tenemos suficiente experiencia nacional que vano sería redundar en
ello. Solo invito a que no se olvide esta experiencia de trabajo político
sectario, que generalmente se daba bajo el pretexto de realizar un trabajo
político purista, con lo cual la aplicación de la política de frente único
quedaba solamente en cliché. Recordemos
como Guzmán llamaba durante toda la década del 70 a no participar de los “Paros
Nacionales revisionistas” porque eran convocados por el PCP-U revisionista.
Recordemos como la izquierda legalista condenaba los “Paros Armados” porque
eran convocados por el infantilismo-terrorismo. Veamos como el Magisterio tiene
tres sindicatos en uno: SUTEP, CONARE dentro del SUTEP y un nuevo CONARE dentro
de CONARE-SUTEP. “Razones ideológicas”
no les falta a ninguna de las tendencias que promueven estas divisiones. Nuestra
tendencia no puede reproducir estas prácticas erradas del trabajo político.
Claro, el seminario que promueve la tendencia derechista-revisionista no tiene
el impacto de los ejemplos anotados. Ustedes también tienen sus “razones
ideológicas” que los lleva a poner la participación o no en ese seminario como
una cuestión de vida o muerte; es decir, cismática. ¿POR QUÉ? Analicen y se
verán en una posición que lleva el estilo sectario en el trabajo político.
IMAGINENSE ustedes sustentando el punto 5 de su posición sectaria ante el
reducido público que asiste a ese seminario: “no voy porque ese seminario es
revisionista”. Simplemente quedarían en ridículo. Un seminario es un espacio de
debate no vinculante orgánicamente. Así lo entiende cualquier público sensato.
Si la tendencia derechista-revisionista cree que con eso va a fundar su partido
amalgama ESE ES SU PROBLEMA. A lo más que puede ser útil usar ese espacio,
sería para reafirmar nuestra superioridad ideológica, teórica, política y
orgánica, desinflando mucho más de lo que se encuentra ya desinflado el
proyecto revisionista. Lo contrario de participar en ese seminario sería
boicotearlo. ¿Eso es lo que podrían proponer, acaso? Toda abstención contradice
la política revolucionaria del m-l-m” (ibídem).
Como se ve, Lastra habla de un
“trabajo político sectario” y de un “trabajo político purista”. Como él no es,
según cree, ni sectario ni purista, porque “La experiencia del
marxismo-leninismo-maoísmo”, doctrina a la que dice estar asimilado, le enseña,
según cree también, que los activistas de todas las tendencias de la izquierda
peruana tienen que participar en todos los eventos y en todas las acciones de
todas las tendencias sin excepción, ha llegado a la absurda conclusión de que
“Toda abstención contradice la política revolucionaria del m-l-m”, y, con este
absurdo, quiere convencerse a sí mismo de que estuvo bien su participación en
el seminario revisionista que tenía como objetivo exclusivo y excluyente
liquidar el partido de clase.
El vocablo cismático da cuenta
de la separación de alguien de una autoridad reconocida. En consecuencia, es
claro que, si Lastra sugiere que los que no asistimos a dicho seminario
procedimos como cismáticos, es porque él, asistente inútil (inútil para el
proyecto de reconstituir el partido de clase de Mariátegui), le reconocía al
grupo liquidacionista autoridad sobre su persona.
¡El
“marxista-leninista–maoísta” Lastra le reconocía autoridad al grupo que quería
y quiere liquidar el partido de clase!
Es necesario recordar, por lo
demás, que quien nos acusa de cismáticos en relación al grupo liquidacionista,
en 2011 marginó al CRJCM causando así un cisma en la
tendencia, y, en el trabajo frenteunitario como era Ediciones Creación Heroica,
causó otro cisma en 2013 al censurar el libro El partido de masas y de
ideas de José Carlos Mariátegui.
Más aún. Por cuanto Lastra
calificó de boicoteadores a quienes no asistimos al seminario revisionista,
diciendo que “Lo contrario de participar en ese seminario sería boicotearlo”,
hay que recordar también que en 2010 pretendió boicotear la publicación de la
revista digital CREACIÓN HEROICA (4).
¡El bo¡coteador de una revista
que entonces él mismo consideraba de su tendencia, se pasó alrededor de una
década poniéndole el hombro al proyecto de liquidar el partido de clase!
Finalmente, es necesario
recordar también que Lastra no asistió al quinto seminario del grupo
liquidacionista, y, así, según su propia lógica, se reveló ¡como un cismático,
como un boicoteador!
El CRJCM tiene poderosas razones
ideológicas que le han permitido mantener su independencia en todo orden de
cosas respecto al grupo liquidacionista. Por eso jamás le ha reconocido a este
grupo ninguna autoridad, y, por esto, mal puede Lastra calificarnos de
cismáticos.
Como se sabe, cuando la mayoría
del Grupo de Propaganda y Organización Socialistas pretendió convertirse en
partido, Mariátegui no sólo que planteó una justa crítica, sino que además se
apartó, y, no apuntaló con su presencia ninguna reunión con dicha pretensión.
Cuando Haya de la Torre intentó
convertir en partido al frente llamado Apra, Mariátegui deslindó posiciones con
el intento de manera resuelta y definida, y, no apuntaló con su presencia
ninguna reunión de los hayistas.
¡Qué sectario había sido
Mariátegui! ¡Qué cismático! ¡Qué boicoteador!
Pues bien, ¿por qué el
“mariateguista” Lastra, después de que el grupo liquidacionista pretendió
convertir en partido el frente mal llamado “Comité 80”, participó en el cuarto
seminario revisionista que tenía exactamente el mismo propósito de liquidar el
partido de clase?
Porque, según dice, “Un
seminario es un espacio de debate no vinculante orgánicamente”. Un espacio de debate, pues, pero, ocurre que Lastra no debatió, es decir, no criticó precisamente lo que hubiera tenido
que criticar: la intención del seminario de liquidar el partido de clase. Por
lo tanto, al no hacer esto, su participación resulta incomprensible. Por eso,
durante las primeras sesiones del seminario, su persona apenas apareció como un
aderezo funcional al objetivo liquidacionista.
De esa forma puso en evidencia
su incomprensión del antagonismo entre marxismo y liquidacionismo, su debilidad
de espíritu ante el proyecto de liquidar el partido de clase, su irresistible
propensión a ponerles buena cara a los oportunistas.
En fin, si, por una parte, su
demagógico discurso le sirve para hacer creer que no es sectario ni cismático
ni boicoteador, y que, por el contrario, es muy amistoso, tolerante y unitario,
por otra parte, su práctica lo desenmascara más bien como un ecléctico, un
conciliador, un mero frentista respecto al oportunismo de todo matiz y, al
mismo tiempo, como un sectario, un cismático, un boicoteador con respecto a la
tendencia de la cual se reclama.
5. Lastra dice: “Reconocerse ser parte de una tendencia, grupo, partido o secta no es que
sea negativo por el solo hecho del significado de esas palabras. Lo valorativo
está en la praxis política del integrante y de su colectividad, que puede ser
positiva o negativa. Por ejemplo, no es MALO ser “marxista”,
“marxista-leninista”, “marxista-leninista-maoísta”; tampoco lo es ser
“guevarista”, “mariateguista”, “trotskista”, “fidelista”, etc. Lo positivo y
negativo de cada colectividad se verá en su praxis política. Los antecedentes
son solo una referencia a tener en cuenta. Con toda la importancia y
consecuencias que esos antecedentes puedan significar, lo decisivo es el
comportamiento actual y las perspectivas de esas tendencias, grupos, partidos y
sectas políticas” (artículo,
sin título que conozcamos, pero fechado el 10 de octubre de 2011 y publicado en
el blog Camino Socialista dos días
después).
Lastra dice, pues, que la filiación
doctrinal de las diversas tendencias no es algo negativo. Por
eso precisa que no es malo ser, por ejemplo, “marxista”, “trotskista” o
cualquier otra cosa.
Es claro que, con el
término “marxista”, Lastra se refiere, concretamente, al grupo liquidacionista
de derecha que, como bien se sabe, se autoproclama “marxista”, así a secas (5).
Así, pues, resulta que, según
su óptica, ser liquidador no es nada negativo, pues “Lo valorativo (sic) [del
liquidacionismo] está en [su] praxis política”.
Pero ocurre que “la praxis política” del liquidacionismo es, precisamente, liquidar el partido de
clase, y esto, obviamente, es algo profundamente negativo, decididamente
antiproletario y completamente contrarrevolucionario.
Sin embargo, Lastra, con su “no es que sea negativo”, pretende silenciar
dicha realidad.
En Aniversario y balance,
Mariátegui señaló que las “designaciones” de las diversas tendencias “distinguen prácticas y
métodos”. Distinguen prácticas, es
decir, cada tendencia tiene prácticas diferentes, derivadas, precisamente, de
sus distintas filiaciones doctrinales.
Pero, en el colmo de la
inepcia, Lastra cree que la filiación doctrinal de las diversas tendencias es
cosa del pasado (sus “antecedentes”, dice), y que, por esto, tienen la misma
práctica política (“lo decisivo es el comportamiento actual”), y, así, sin
ningún escrúpulo, ha levantado la falacia con la que pretende justificar su
política de paz con las desviaciones del marxismo.
Así, pues, desde el ángulo de
esa política de paz, resulta incomprensible la lucha de Mariátegui contra todas
las expresiones ideológicas, políticas y orgánicas no proletarias, y, en general, la lucha más que centenaria de los
marxistas de todo el mundo contra todas las desviaciones de izquierda y de
derecha.
Lastra ha puesto, pues, al
desnudo su absoluta incomprensión de la relación entre filiación doctrinal y práctica
política, y, así, ha puesto en evidencia que ha renegado el aserto
mariateguiano de que las diversas tendencias tienen diferentes prácticas y
métodos.
En conclusión, es Lastra –y no
sus amigos oportunistas– quien ha dejado en el pasado la filiación que parecía
tener (marxismo-leninismo-maoísmo y mariateguismo), y solo de este modo puede
entenderse su eclecticismo y su conciliacionismo con toda forma de oportunismo
y revisionismo (incluido el liquidacionismo, forma extrema de revisionismo).
6. Lastra
dice: “Yo jamás trataré de forma infraterna a nadie con el que polemice. O sea,
polemizaré desde los afectos, más aún, si son compañeros con los cuales
compartimos espacios de trabajo común, pero que divergimos en otras cuestiones.
Tanto más será mi afecto si compartimos la adhesión a la misma doctrina y
construimos un proyecto común” (carta
al CRJCM del 31.10.2012).
Como se
ve, Lastra confiesa, sin avergonzarse, que comparte la misma doctrina con
oportunistas, revisionistas, liquidadores (“Tanto más será mi afecto si
compartimos la adhesión a la misma doctrina”).
Así, pues, por arte de
birlibirloque, Lastra convierte en “marxista-leninista-maoístas” a los
activistas de tales tendencias. O más bien al revés: se convierte, él, en “marxista”,
“marxista-leninista”, “guevarista”, “trotskista”, “fidelista”, todo en uno o en
cada cosa según sea la circunstancia.
Como se ha podido ver, la
afirmación que comento data de octubre de 2012, y esto permite señalar que, a pesar de sus reclamos
favorables al partido de clase, Lastra participó del cuarto seminario
liquidacionista porque suponía que, hombro a hombro con los liquidadores,
estaba construyendo “un proyecto
común”.
En relación a los oportunistas,
Lastra se muestra, pues, muy afectuoso, aunque, en puridad de verdad, lo que
hace es nada más que mostrarse muy zalamero, muy melifluo, muy lagotero.
Lagotero es el que hace
zalamerías para congraciarse con alguien o lograr algo. A Lastra le gusta
congraciarse con todo tipo de oportunista a fin de lograr aparecer como
“unitario”, como “el hombre del frente unido”.
Pero, como en otros casos, aquí
también es necesario comparar su discurso con su práctica.
En cuanto a los oportunistas,
ya hemos señalado arriba la doble moral de Lastra.
Ahora resta subrayar su actitud
respecto a quienes considera, de la boca para afuera, sus compañeros de
tendencia.
En su última explosión contra
el suscrito (ha tenido varias), Lastra se gastó estas afectuosas expresiones: “egotista”, “jactancioso”, “obtuso”, “¡Puf!”, “cháchara
jactanciosa”, etcétera.
Esta
es su polémica “desde los afectos”. Este es su “jamás
trataré de forma infraterna a nadie con el que polemice”. Este es su “Tanto
más será mi afecto si compartimos la adhesión a la misma doctrina”.
Así, pues, su polemizar “desde
los afectos” no pasa de ser, por un lado, una frasecilla con la que pretende
justificar su actitud aduladora respecto a los oportunistas, y que, por otro
lado, no le alcanza para ocultar su actitud injuriosa con respecto al suscrito.
De Marx a Mao y de Mariátegui a
sus actuales continuadores, los marxistas no polemizan “desde los afectos”,
SINO PRECISAMENTE DESDE EL MARXISMO.
Lastra, pues, antepone lo
sentimental a lo doctrinal, o sea, al marxismo le antepone sus afectos por los
oportunistas, con quienes, como se ha visto, se siente en unidad doctrinal y comprometido en un proyecto común.
Y ese proceder no dice poco de
la fisonomía mental de Lastra, de su recalcitrante derechismo.
Notas
[1] Después, en uno de sus clásicos bandazos, Ramón
García reculó y fechó el aniversario del Socialismo Peruano en julio de 1918.
Así Lastra se quedó solo con su peregrina idea, tan peregrina como la de
García.
[2] Pueden verse, a
propósito de esta cuestión, mis artículos Notas
sobre la Creación Heroica de José Carlos Mariátegui y Notas sobre la Creación Heroica de José
Carlos Mariátegui, ambos publicados en las páginas de CREACIÓN HEROICA.
[3]
En frente unido puede ser concebido y actuado como un instrumento de lucha contra
el enemigo común (es así como proceden los marxistas), pero también como un
frente-amalgama; por esto Mariátegui anotó: “El frente único no anula la
personalidad, o anula la filiación de ninguno de los que lo componen. No
significa la confusión ni la amalgama de todas las doctrinas en una doctrina
única. (…) No es renunciar a la doctrina que cada uno sirve ni a la posición
que cada uno ocupa en la vanguardia” (Ideología
y política, pp. 108 y 109). Pero, como se ha visto, Lastra, en su afán de
aparecer como muy “unitario”, renuncia a sus propias posiciones a favor de
posiciones reformistas y antimariateguianas (exactamente como procede el
oportunismo).
[4]
Es decir intentó boicotear la autonomía de nuestro trabajo de propaganda, y
precisamente procurando promover los medios de propaganda del grupo
liquidacionista. ¡Ni más ni menos!
[5]
Por lo tanto, según Lastra, “no es malo” haber abjurado del marxismo-leninismo,
“no es malo” haber negado el leninismo como un desarrollo de valor universal
del marxismo, “no es malo” haber defenestrado el leninismo de la base de unidad
ideológica de proletariado peruano, “no es malo” haber asumido una posición
antileninista.
11.02.2015.
¡Defender
el Pensamiento de Mariátegui de toda tergiversación y desarrollarlo en función
de la realidad actual!
La Reconstitución y
el Trabajo Orgánico
E.I.
EL
PROCESO DE CONTITUCIÓN DEL PSP dio cuenta de dos estilos en el trabajo orgánico
del Grupo Organizador del PSP: el de José Carlos Mariátegui, y el de otros
militantes como Julio Portocarrero, Hugo Pesce, etcétera.
I
A
modo de introducción al tema, es necesario reseñar algunos hechos
correspondientes al debate entre José Carlos Mariátegui y Haya de la Torre,
pues entonces se expresaron tanto el correcto estilo de trabajo orgánico del
primero como los métodos criollos del segundo.
Como se sabe, en enero de 1928, Haya
intentó convertir al Apra en el Partido Nacionalista Libertador del Perú.
Entonces Mariátegui señaló: “Por mi parte, siento el deber urgente de declarar
que no adheriré de ningún modo a este partido nacionalista peruano que, a mi
juicio, nace tan descalificado para asumir la obra histórica en cuya
preparación hasta ayer hemos coincidido. Creo que nuestro movimiento no debe
cifrar su éxito en engaños ni señuelos. La verdad es su fuerza, su única
fuerza, su mejor fuerza. No creo con Uds. que para triunfar haya que valerse de
‘todos los medios criollos’. La táctica, la praxis, en sí mismas son algo más
que forma y sistema. Los medios, aun cuando se trata de movimientos bien
adoctrinados, acaban por substituir a los fines” (Martínez, Apuntes para una interpretación marxista de
historia social del Perú, t.II, p.297).
Martínez comentó años después: “La
transformación del Apra de ‘alianza’ en ‘partido’, encontró en Mariátegui y los
que lo acompañaban, una desaprobación sincera y explícita. Cerraba toda
posibilidad de colaboración. Con una ‘alianza’ era posible entenderse. Con un
’partido’, no”. (p.295). Y agregó: “Hasta entonces, Mariátegui había tenido una
actitud de espera. Deseaba que la actividad de Haya de la Torre se aclarara, se
definiese. La algazara hecha en el extranjero en torno al Partido Nacionalista
Peruano, que se hacía aparecer, como hemos visto, como organizado en el Perú,
decidió a Mariátegui a encarar una situación falsa y llena de peligros” (ibídem, p.296).
Con fecha del 10 de julio de 1928, el
maestro envió a los diversos grupos que formaban el Apra una carta colectiva en
la que se lee: “2º-Los elementos de izquierda que en el Perú concurrimos a su
formación [del Apra], constituimos de hecho –y organizaremos formalmente– un
grupo o Partido Socialista, de filiación y orientación definidas…” (ibídem, p.301).
Martínez señaló posteriormente: “Mientras
el grupo de compañeros que trabajábamos silenciosamente al lado de Mariátegui,
analizaba objetivamente la situación, sin apasionamiento personal, sin
vanidades egotistas…” (ibídem,
p.298). Y agregó: “Haya de la Torre no podía aceptar la discusión en el plano
en que la situaba el grupo de Lima. Sabía que no podría defenderla. Esta fue
desviada a otro terreno. Apeló al gastado método de acusar al grupo de Lima de
obedecer órdenes de Moscú, que le atacaba en vista de no hacerse comunista. Que
Mariátegui le tenía envidia. Que Martínez de la Torre traía contra él, en el
terreno político, resentimientos de familia. Lo que era un debate sobre teoría,
táctica y estrategia, como lo demuestran los documentos reproducidos, se
desviaba al campo personal” (ibídem, 302).
Puestos ante el debate los diversos grupos,
uno vacilaba y otro asumía posiciones oportunistas, pero la “célula de París”
se situó en el terreno del debate de ideas y tomó una posición definida y
resuelta por el proyecto de Mariátegui: “La célula de París, por ejemplo, ha
tomado, en general, una posición marxista. La de Buenos Aires nos presenta
desviaciones de derecha (…) La de México se ha caracterizado por una oscilación
permanente, repetidas veces oportunista y demagógica” (ibídem, p.326).
En 1948 Martínez dejó señalado que, después
del debate con Haya, “Mariátegui [llegó] a la conclusión de que todo acuerdo
era imposible, procediendo, en consecuencia, a realizar los trabajos
preparatorios para la fundación del partido de clase proletario” (ibídem, p.396). Y agregó: “Discutió este
proyecto con los camaradas más allegados a él” (ibídem).
Así, los
elementos de izquierda, aludidos por Mariátegui en la carta colectiva, se
reunieron finalmente en La Herradura el 16 setiembre de 1928 y en Barranco el 7
de octubre del mismo año y, de este modo, quedó fundado el PSP.
La Reunión de La Herradura fue una reunión
preparatoria de la fundación clandestina del PSP. En esta Reunión, Martínez
“presentó” los “puntos de vista” de José Carlos Mariátegui (ver ibídem, p.397), que se expresaron en los
Acuerdos de la Reunión de La Herradura y, luego, en los Acuerdos de la Reunión
de Barranco. Esto quiere decir que, en “la célula inicial del Partido”, se
actuaba entonces con probidad.
La principal lección del debate entre
Mariátegui y Haya es que el primero centró los términos del debate y, de esta
forma, contribuyó al esclarecimiento de los activistas, mientras el segundo
desvió el debate a un terreno extraño a las ideas en conflicto y de este modo
intentó meter confusión.
II
En
mayo de 1929, antes de salir las delegaciones al Congreso Constituyente de la
Confederación Sindical Latino Americana y a la Primera Conferencia Comunista
Latinoamericana, “se verificó una reunión de las mismas con Mariátegui y
Martínez de la Torre, en las que se estudió detenidamente la situación del país
y los puntos de vista del Comité Organizador del Partido Socialista” (ibídem, p.402).
Pero, como se sabe, en la Primera
Conferencia Comunista Latinoamericana, Julio Portocarrero y Hugo Pesce
tergiversaron “los puntos de vista del Comité Organizador del Partido
Socialista”, es decir, “el proyecto de Mariátegui respecto a la formación del
Partido Socialista”, para decirlo en términos utilizados por Martínez (ibídem, p.409).
Así, mientras en el Programa del Partido Mariátegui señaló que “El marxismo-leninismo
es el método revolucionario de la etapa del imperialismo y de los monopolios.
El Partido Socialista del Perú, lo adopta como su método de lucha” (ibídem, p.399), Julio Portocarrero, con
la complicidad de Pesce, decía en la mencionada Conferencia: “El partido
socialista se basa en nuestro Grupo, el cual es enteramente afín con la
ideología de la Internacional Comunista” (ibídem,
423). Y también: “¿El Partido Socialista es la expresión de nuestro
pensamiento, de nuestra línea? El partido socialista lo hemos constituido como
táctica, como medida de ligazón con las masas. No venimos a decir que el
partido socialista es la expresión profunda de los que luchamos por los
intereses del proletariado” (ibídem,
p.422).
Peor todavía: el Programa del Partido, redactado por Mariátegui en octubre de 1928,
fue reemplazado por la delegación peruana por el programa preparado por Ravines
a nombre de la “célula de París” (ver ibídem,
p.484).
Estos hechos demuestran que, en el trabajo
orgánico del PSP, Portocarrero y Pesce y, no mucho después, otros militantes
también, empezaron a recurrir a métodos criollos.
Así, pues, la principal lección, por
ejemplo negativo, de la participación de Portocarrero y Pesce en la Primera
Conferencia Comunista Latinoamericana, es su deslealtad con respecto a los
acuerdos del Comité Organizador del Partido Socialista.
III
Como
hemos visto, cuando Haya pretendió convertir al Apra en partido, Mariátegui
desarrolló una consecuente crítica al intento oportunista, y de este modo
esclareció los términos del debate permitiendo la toma de posición de los
diversos grupos que formaban el APRA: entonces los hayistas quedaron tan aislados
que cabían en un sofá.
Ahora bien, cuando el grupo que encabeza
Ramón García intentó convertir en partido el frente mal llamado “Comité 80”, el
Comité de Reconstitución José Carlos
Mariátegui (CRJCM) desarrolló una consecuente crítica al intento
liquidacionista, y de esta forma esclareció los términos del debate: entonces
empezaron a madurar las condiciones que finalmente llevaron al grupo de García
al aislamiento (1).
Pero,
mientras el CRJCM luchaba contra
la forma extrema de revisionismo como es el liquidacionismo, desenmascarando su
negación del marxismo-leninismo; su tergiversación de la historia de la
Creación Heroica de Mariátegui; su falsificación de la identidad ideológica de
José Carlos Mariátegui, de su Creación Heroica, del Partido Socialista del
Perú; su reformista “camino municipal al socialismo”; su negación del partido
de clase y su falsificación del concepto mariateguiano de un partido de masas y
de ideas; su egotismo burgués y su servilismo; sus métodos criollos y su doble
moral; Lastra participaba alegremente en los eventos del grupo liquidacionista
que tenían como propósito destruir el partido de clase; copiaba muchas de sus
posiciones; pretendía diluir el trabajo de nuestra tendencia en un falso
trabajo frenteunitario; no se pronunciaba contra el egotismo burgués, el
servilismo y la doble moral que caracterizan a los liquidadores, y, finalmente,
no desenmascaraba sus métodos criollos, llegando incluso a justificar algunos
de ellos y aun a utilizar otros contra el suscrito.
Pero además, pisoteaba los acuerdos tomados
para dar curso a la organización de la facción; ocultaba documentación (las
cartas que ahora publicamos completas y otros escritos) (2); eludía y sofocaba
el debate de ideas; se negaba, sin contestar siquiera a la invitación, a
colaborar con la revista digital CREACIÓN
HEROICA; etcétera, etcétera.
Criticado, entonces, con toda razón,
recurrió a los más burdos métodos criollos. Entre ellos hay uno que, como verá
el lector en las cartas adjuntas, lo pinta de cuerpo entero como un elemento
inescrupuloso: tituló como “Propuesta unitaria de Jaime y Eduardo” o como
“Documento unitario de los 10 puntos”, un documento no consensuado en absoluto,
es decir, un documento de su exclusiva y excluyente autoría, y, de esta forma,
engañó y manipuló a los miembros del grupo en proceso de organización.
Mariátegui señaló que Lenin ganó su
autoridad por la superioridad de su pensamiento; Lastra, en cambio, como se ha
podido ver, ganó su condición de cabeza orgánica del grupo por la utilización
de métodos criollos: la mentira, el engaño, la manipulación, la imposición, la
marginación del CRJCM.
Pero además, aventureramente planteó que
“entre abril-junio 2011 debe realizarse una Conferencia Nacional que selle la
unidad alcanzada bajo lineamientos básicos” (sic) y que “el mes de octubre de
2011 deberá ser la fecha propicia para el V Congreso” (sic) (carta al suscrito
del 02.11.10). (3).
¿Comprende el lector? Ciertamente el
“humilde” Lastra acariciaba la ambición de ser el Secretario General (o tal vez
el Presidente) del Partido. ¡Jaime Lastra jefe del Partido de Mariátegui
Reconstituido!
Pues bien, la desesperación de Lastra por
realizar eventos para los cuales no reúne, aun ahora, ni de lejos las
condiciones teóricas necesarias, expresa su absoluta incomprensión de lo que es
la Reconstitución.
Como es su costumbre, ante mi crítica
nuestro personaje desvió el debate al diversivo terreno de la fraseología:
“¡Qué bien conocer tus puntos de vista!”; “es bueno saber de las opiniones
tuyas” “¿Jugamos al gran bonetón?”; “¿Qué guardo silencio?”; “¿Qué no
contesto?”; “en mi bandeja solo tengo dos correos tuyos fechados el 28 de
setiembre y el 10 de octubre del 2010” ;
“mi actitud de trabajar la propuesta colectivamente”; “nadie impone a nadie”;
“no hay que confundir presunciones con realidades”.
Esta fue toda su respuesta al contenido de
mis cartas, que, como también verá el lector, comprendía la crítica de no pocas
cuestiones puntuales.
En conclusión, nuestro personaje hizo a un
lado el estilo de debate y el estilo de trabajo orgánico de Mariátegui, y, así,
exactamente como Haya, desvió el debate,
y, exactamente como Portocarrero y Pesce, procedió con deslealtad respecto a
los acuerdos tomados.
La principal lección de esta práctica es
que ningún colectivo marxista puede depositar su confianza en un elemento
arbitrario, inescrupuloso, autoritario en las propias filas y, en un marco más
amplio, conciliador con respecto al oportunismo.
Pero reseñemos algunos hechos más a fin de
que el lector perciba con mayor profundidad la conducta ramplona y la rabiosa
oposición al CRJCM de Lastra.
1.
En el colmo del servicio a los oportunistas, el aludido llegó a decir en un
artículo –los activistas de su grupo deben recordarlo perfectamente– que siendo
las ideas lo más importante, se inhibía de mencionar a los autores de los
planteamientos que estaba criticando, excusándolos así de la responsabilidad de
introducir ideas nocivas al seno del pueblo. Para no extenderme sobre el punto,
invito cordialmente al lector a leer el adjuntado fragmento del artículo La impotencia del grupo revisionista.
2.
Pasando por encima de su grupo, participó por decisión personal en el cuarto
seminario del revisionismo peruano, lo cual, además de significar una
conculcación del centralismo democrático, ilustra una práctica que tiene como
fondo la necedad de que el frente dirige al partido (4).
3. Retórico como es, en carta al CRJCM
del 31.10.12 (carta con plétora de criollos recursos
polémicos, y por esto mismo fácilmente desmontable), dio este singular ejemplo
de su conocida actitud demagógica: “A lo más que puede ser útil usar ese
espacio [el quinto seminario del revisionismo peruano], sería para reafirmar
nuestra superioridad ideológica, teórica, política y orgánica, desinflando
mucho más de lo que se encuentra ya desinflado el proyecto revisionista”.
¡”Reafirmar nuestra
superioridad”! ¡“Desinflando mucho más de lo que se encuentra ya desinflado el
proyecto revisionista”! Pero ¿cuál es la realidad de las cosas? Veamos esto.
No existe ni puede existir
ninguna superioridad ideológica del oportunismo de derecha que representa
Lastra sobre el liquidacionismo de derecha que representa Ramón García.
Puesto que Lastra ha llegado
incluso a la desvergüenza de copiar un montón de posiciones del grupo
liquidacionista, tampoco no existe ni puede existir ninguna superioridad
teórica suya con respecto al mismo.
Al mostrarse ecléctico,
conciliador y promotor del frentismo más burdo, igualmente no existe ni puede
existir ninguna superioridad política suya sobre el grupo de García, que, como
bien se sabe, con su administración municipal de la economía capitalista,
promueve el reformismo.
¿Superioridad orgánica? Pero
si, como lo sabe todo el que quiere saberlo, Lastra ha empobrecido a su grupo
imponiéndole una línea oportunista de derecha, y esto tampoco comporta ni puede
comportar ninguna superioridad sobre el grupo de García, empobrecido también
por su liquidacionismo de derecha.
Finalmente: ¿la participación
de Lastra en los eventos liquidacionistas, significó, por casualidad, así sea
en mínima medida, que se desinflara el proyecto de partido que se procesaba en
dichos eventos?
Es un hecho que la mencionada
participación no contribuyó en absoluto a desinflar el aludido proyecto, sencillamente
porque Lastra nunca fue capaz de desarrollar una solvente crítica al mismo en
los planos ideológico, teórico, político y orgánico, limitándose, por el
contrario, a asumir posiciones eclécticas, conciliadoras, encubridoras,
blandengues con respecto al liquidacionismo y a los liquidadores (5).
No
obstante no haber realizado ninguna crítica de conjunto del liquidacionismo de
derecha, y, por el contrario, haberse colgado de muchas de sus posiciones, en
un artículo fechado el 10.10.2011 y
publicado en el blog Camino Socialista,
Lastra, todo embaucador,
afirmó: “Debemos
deslindar los campos de manera resuelta y definida sí, naturalmente, por
supuesto”.
Pero, naturalmente, por supuesto, la sumaria
reseña hecha en el presente apartado basta para ver en qué consistió su deslinde resuelto y definido con
relación al grupo liquidacionista.
En conclusión,
puede decirse que las afirmaciones de Lastra analizadas suficientemente, no
pasan de ser, todas a una, un caso de autoadulación que revela su creídismo.
4.
En ocasión de la presentación del folleto Mao
y Mariátegui, nuestro derechista se empeñó en hacer participar en la mesa a
uno de los elementos más descompuestos del grupo liquidacionista, enemigo
deslenguado del suscrito, quien, además, hacía poco había denostado contra el
folleto y agraviado a su autor (y que, además, presentaba el antecedente de
haber aprovechado la presentación del libro El
pez fuera del agua, del suscrito,
para calumniarlo cobardemente). Pero, por supuesto, César Risso y Daniel
Chumpitaz se opusieron con firmeza a la proterva intención, y, en consecuencia,
Lastra se quedó con los crespos hechos.
5.
No me extenderé sobre la actitud de Lastra de recurrir al método burgués de la
censura y de hacer a un lado el método proletario del debate de ideas (cosa que
puso en evidencia al impedir, en el año 2013, la publicación del folleto El partido de masas y de ideas de José
Carlos Mariátegui), pues basta señalar que esta expresión de medianía
intelectual y política, mostró a nuestro personaje como funcional al
revisionismo.
6. La deshonestidad de Lastra es un hecho de conocimiento
común. Su recalcitrante renuencia a la autocrítica –lo cual viene de siempre–
es una expresión de ello. Entre muchísimas otras, una expresión más o menos
reciente de lo mismo, es su artículo Egotismo
en el socialismo peruano, el cual, como han podido ver todos los que tienen
ojos para ver, está colmado de mentiras, maniobras, trucos, calumnias,
diversivos, insultos, etcétera, recursos todos desmontados en el artículo El espíritu criollo de Jaime Lastra.
Pues bien, el silencio en el
que Lastra se ha sumido a partir de la publicación del último artículo
mencionado, no es otra cosa que expresión, por un lado, de su incapacidad para
sostener un debate de ideas, y, de otro, de su secreto sentimiento de que de
aceptar el debate, lo único que conseguiría es hundirse aún más ante los ojos
de la izquierda.
IV
Ciertamente
en el trabajo orgánico se expresa más netamente que en cualquier otro plano la
ideología realmente existente en la cabeza de los activistas. Así, pues, la
apretada reseña realizada aquí del estilo de trabajo orgánico de Lastra –y por
añadidura de su estilo de debate y de su estilo de relaciones externas–
demuestra que la ideología que realmente tiene en la cabeza es una ideología
extraña al marxismo.
Y, como es claro, la Reconstitución del
Partido de Mariátegui solo es posible poniendo al mando el marxismo-leninismo y
el pensamiento mariateguiano, y erradicando los métodos criollos tanto en las
relaciones internas como externas.
Notas
[1]
Aislamiento con respecto a las tendencias que pretendió tragarse, incluido el
PCP-Unidad, con el cual realizó un seminario a fin de fusionarse con él en un
solo partido, obteniendo, sin embargo, un resultado negativo. Al aislamiento
del grupo liquidacionista con respecto a las masas (hecho que viene de hace
décadas), se suma ahora su aislamiento respecto a otros organismos políticos
del pueblo, resultante del repudio a su abjuración del marxismo-leninismo, su
falsificación de la Creación Heroica de Mariátegui y su intención de liquidar
el partido de clase en toda la extensión de la izquierda peruana.
[2]
Estas cartas, del 15 y 29 de enero de 2011, fueron publicados en la red en el
año 2014.
[3]
Programar la realización de eventos partidarios según el calendario
revolucionario, es una concepción burocrática que Lastra ha copiado de Ramón
García, quien, como es de conocimiento general, es el padre de esta concepción
por cuanto concibe la construcción de su partido (fundación, etcétera) en
función de las efemérides y no del desarrollo de la lucha de clases. Hasta en
esto, pues, Lastra copia a García.
[4]
Desde luego, este no es el único hecho que ilustra semejante barbaridad. Así
por ejemplo, en ocasión de la presentación de uno de los libros del suscrito,
cocinó las condiciones de la misma en un organismo de frente unido y después
trató de imponerlas a la facción.
[5]
El único artículo de deslinde teórico de cierto mérito escrito por Lastra es
aquel en el cual defendió el partido de clase: Lenin, el ¿Qué hacer? y el partido de clase. Sin embargo, puede
constatarse una limitación del mismo: Lastra no logró hacer avanzar ni un
milímetro la fundamentación de la concepción mariateguiana del partido del
proletariado peruano, siendo que precisamente
la Reconstitución exige desarrollar esta concepción.
10.01.2015.
¡Defender
el Pensamiento de Mariátegui de toda tergiversación y desarrollarlo en función
de la realidad actual!
Conclusión
E.I.
EN
2010 JAIME LASTRA TUVO la oportunidad de cumplir un cierto papel positivo en la
organización de un grupo que asumiera el papel de contribuir a la
Reconstitución del Partido de Mariátegui.
Sin embargo, en lugar de actuar
limpiamente, desde un principio recurrió a los más burdos métodos criollos: 1) imposición de sus erróneas ideas y de
posiciones copiadas del grupo liquidacionista de derecha (ver cartas del
suscrito del 15 y 29 de enero de 2011); 2) marginación
del Comité de Reconstitución José Carlos Mariátegui; 3) intento de realizar, sin ninguna
preparación seria, el “Quinto Congreso” a fin de convertirse en el Secretario
General del Partido de Mariátegui Reconstituido (ver las aludidas cartas).
De semejante forma frustró un proyecto que,
llevado adelante honradamente, pudo haber tenido un curso correcto y un destino
promisorio.
De hecho, Lastra concibió la Reconstitución
del Partido desde el frente, y no el
frente desde la Reconstitución del
Partido.
Por eso lo que practicó fue una desviación
del camino propio de la Reconstitución y, al mismo tiempo, la sustitución del
frente de clases por el frente de tendencias.
Es así como perdió el tiempo y el camino.
Entre los años 2010 y 2013, sus ideas
erróneas, primero, y, luego, sus posiciones de derecha, fueron criticadas una y
otra vez por diversos compañeros. Sin embargo, a pesar de haber escrito, en su
Propuesta de 2010, que “[hay que practicar] permanentemente el método de la
crítica y autocrítica”, durante todo el tiempo se mostró permanentemente reacio a la autocrítica.
De esta forma reveló ser un elemento
retórico, un caso de soberbia pequeño burguesa, un ejemplo del más chato
creídismo.
Las críticas aludidas arriba tuvieron
lugar, en primera instancia, en un ámbito grupal (hasta los últimos meses del
año 2011), y, luego, en un ámbito de labor frenteunitaria en el plano editorial
(hasta fines de 2014).
Pues bien, al censurar el folleto El partido de masas y de ideas de José
Carlos Mariátegui, Lastra clausuró toda posibilidad de continuar con la
crítica interna de su derechismo, y,
por lo tanto, obligó a continuarla públicamente.
El contenido de su derechismo es el
siguiente:
1. En
lo ideológico, la negación del leninismo como el marxismo de nuestra época
a fin de presentar el maoísmo como una tercera etapa del marxismo, tesis tomada
de Abimael Guzmán, y que en Lastra no tiene ninguna base argumental que al
menos pueda llamarse seria. En relación a este punto, el derechismo de Lastra
aparece disfrazado de izquierdismo. Digo “disfrazado”, porque, como se ha visto
a lo largo de la crítica de sus posiciones, su “marxismo-leninismo-maoísmo” es
completamente falso.
2. En
lo teórico, la tergiversación de algunos puntos de la Creación Heroica de
Mariátegui, el abandono de otros y el hecho grosero de haber fabricado una
frase acerca del partido e intentado pasarla como del maestro.
3. En
lo político, la “unidad sin lucha” que practica en el trabajo dizque de
frente, por una parte, y, por otra, la servil adhesión al reformista “camino
municipal al socialismo”.
4. En
lo orgánico, la conculcación del centralismo democrático y los métodos
criollos.
De este conjunto, lo central es la “unidad
sin lucha” y el “camino municipal al socialismo”.
De suyo se comprende que un derechista no
es ni puede ser la persona idónea para conducir a un grupo que se propone
contribuir a la realización exitosa de la Reconstitución.
De suyo se comprende también que un
elemento que utiliza los métodos criollos no es ni puede ser la persona idónea
para dirigir a un grupo que tiene tan alto propósito.
De suyo se comprende asimismo que un
elemento sin el nivel teórico necesario, no es ni puede ser la persona capaz de
dirigir a un grupo que asuma una tarea tan compleja.
Henri Bergson decía que “hay que actuar
como hombre de pensamiento y pensar como hombre de acción”, y Mariátegui
señalaba que la revolución rusa había “producido un tipo de hombre pensante y operante”, con lo cual
subrayó dos características fundamentales del militante del Partido.
Pero ocurre que Lastra no actúa como hombre
de pensamiento, simplemente porque no tiene ningún pensamiento (ningún pensamiento teórico). Sus ideas
son un revoltijo de cosas tomadas de aquí y de allá, y, cuando ha intentado
poner algo de su cosecha en algún tema importante, ha llegado incluso al
disparate (ver La reconstitución y la
verdad universal del proletariado).
Por la misma razón, stricto sensu, tampoco es operante (su práctica no es marxista-leninista, sino oportunista).
Así, pues, con su oportunismo de derecha,
sus métodos criollos y su insolvencia teórica, el esforzado Lastra terminó
desbarrancando miserablemente el proyecto de un grupo dispuesto a contribuir a
la Reconstitución del Partido de Mariátegui.
Por eso, desde hace un tiempo, la
responsabilidad de encabezar orgánicamente la lucha por contribuir al cumplimiento de la Reconstitución, está vacante.
En estas líneas apenas me limito a dejar
constancia de esta realidad, y a expresar mi optimismo de que más temprano que
tarde los continuadores de Mariátegui encontrarán, in situ, la solución.
21.02.2015.