¡Defender
el Pensamiento de Mariátegui de toda tergiversación y desarrollarlo en función
de la realidad actual!
José Carlos
Mariátegui y la Realidad Peruana
Eduardo
Ibarra
I
EN EL TÍTULO DE LA OBRA TEÓRICA más importante de José
Carlos Mariátegui, 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana,
se destacan, como se ve, dos términos: interpretación y realidad peruana, que,
como se ve también, explican el SENTIDO de su mencionada obra, sentido que
quedó expresado en la Advertencia a
la misma:
Toda esta labor
no es sino una contribución a la crítica socialista de los problemas y la
historia del Perú. (p. 12).
Así, pues, aquellos términos: interpretación (crítica socialista) y realidad peruana (los problemas y la historia del Perú), se
revelan profundamente ligados entre sí en la labor teórica de José Carlos
Mariátegui.
En la nota autobiográfica Del autor, el maestro fue más explícito aún:
Los 7
Ensayos no son sino la aplicación de un método marxista para los ortodoxos del
marxismo insuficientemente rígido en cuanto reconoce singular importancia al
aporte soreliano, pero que en concepto del autor corresponde al verdadero
moderno marxismo, que no puede dejar de basarse en ninguna de las grandes adquisiciones
del 900 en filosofía, psicología, etc. (Ideología
y política, p. 16).
Por razones obvias, no es necesario exponer aquí
aquello del «aporte
soreliano», pero sí señalar
que, como se ha visto, José Carlos Mariátegui dice «un método marxista», y no «el método marxista», precisamente
porque consideraba el antedicho «aporte» como
correspondiente «al
verdadero moderno marxismo»,
consideración ajena a otros teóricos marxistas.
Esta
circunstancia produce a primera vista la impresión de que el marxismo de
Mariátegui se distingue del marxismo clásico.(1) Para disipar esta impresión, baste
recordar aquí lo que el propio maestro acordó cuando el grupo de los fundadores
debió establecer la base de unidad del Partido Socialista del Perú:
El
marxismo-leninismo es el método revolucionario de la etapa del imperialismo y
de los monopolios. El Partido Socialista del Perú, lo adopta como su método de
lucha. (ibídem, p. 160).
Pues bien, el presente artículo no tiene como propósito
analizar el contenido teórico de la Creación Heroica de Mariátegui, sino
estricta y exclusivamente su SENTIDO en cuanto aplicación del marxismo-leninismo
a nuestra realidad concreta.
Huelga decir que José Carlos
Mariátegui no nació marxista, sino que se hizo marxista en un proceso de
ascensión ideológica que, como se sabe, comprendió algunas rupturas.
El propio maestro testimonió que se
asimiló al marxismo durante su estancia en Europa:
De su viaje
data su asimilación al marxismo. (Ideología
y política, p. 16).
Como es de conocimiento común, esta asimilación tuvo
lugar en la segunda mitad del año de 1920. Ahora bien, en carta a Samuel Glusberg
del 10 de enero de 1928, José Carlos Mariátegui precisó:
A mi vuelta
al Perú, en 1923, en reportajes, conferencias en la Federación de Estudiantes,
en la Universidad Popular, artículos, etc., expliqué la situación europea e
inicié mi trabajo de investigación de la realidad nacional, conforme al método
marxista. (Correspondencia, t. II, p.
331).
Esto quiere decir que, en su etapa de socialista a lo
Araquistain (1918-1920), José Carlos Mariátegui carecía aún, como él mismo
confesó, de los puntos de vista
sistemáticos para enjuiciar los
acontecimientos y las cosas del país.(2)
Tales puntos de vista sistemáticos son, precisamente, los puntos de vista
del método marxista y, como se ha visto, es a partir de su regreso al Perú que
el maestro dio comienzo a la aplicación del método marxista al conocimiento de la
realidad peruana. Así, pues, puede decirse que a partir de su primera
conferencia en la Universidad Popular Gonzáles Prada, José Carlos Mariátegui empezó
a ser nacionalista en el sentido proletario del término.(3)
Pues bien, retrucando a Luis Miró
Quesada, en el artículo Maximalismo
peruano (30 de diciembre de 1917), José Carlos Mariátegui escribió:
¡Bueno!
¡Muy bolcheviques y muy peruanos! ¡Pero más peruanos que bolcheviques! (citado
por Guillermo Rouillón, La creación
heroica de José Carlos Mariátegui, t. I, p. 202).
Esta frase corresponde, pues, a la superada etapa de
socialista a lo Araquistain del maestro.
En nuestro ensayo La revista «Nuestra
Epoca» y el socialismo peruano,
escribimos lo siguiente acerca de la citada frase:
Ciertamente
el lector puede darse perfecta cuenta de que, mientras en la Rusia
revolucionaria el término bolchevique encerraba un concepto estricto y
riguroso, en José Carlos Mariátegui encerraba un concepto tan dilatado e
indefinido que hasta el señor Jorge Prado y algunos otros (entre ellos Luis Ulloa, quien a la sazón
tronaba contra «los hambreadores del pueblo»), resultaban bolcheviques. Este
concepto dilatado e indefinido se observa igualmente en el hecho, más expresivo
aún, de que José Carlos Mariátegui consideraba «bochevique» a Víctor M.
Maúrtua, cuyo «socialismo» no le impedía ser ministro del civilista José Pardo.
Pero, como se sabe, ya marxista-leninista, expresivamente
José Carlos Mariátegui no repitió nunca en ninguna forma el SENTIDO de la frase
«más peruanos que bolcheviques» y, por el contrario, expuso una concepción
distinta, una concepción marxista, una concepción correcta de la relación entre
el marxismo y la realidad peruana. Veamos esto.
En el artículo Lo nacional y lo exótico (9 de diciembre de 1924), el maestro escribió:
Ninguna
idea que fructifica, ninguna idea que se aclimata, es una idea exótica. (…) El nacionalismo a
ultranza es la única idea efectivamente exótica y forastera que aquí se
propaga. Y que, por forastera y exótica, tiene muy poca chance de difundirse en
el conglomerado nacional. (Peruanicemos
al Perú, p. 40).
En el artículo Nacionalismo
y vanguardismo (27 de noviembre de 1925-4 de diciembre del mismo año),
apuntó:
Cuando se
supone a la juventud seducida por mirajes extranjeros y por doctrinas exóticas, se parte,
seguramente, de una interpretación superficial de las relaciones entre
nacionalismo y socialismo. El socialismo no es, en ningún país del mundo, un
movimiento anti-nacional. Puede parecerlo, tal vez, en los imperios. En
Inglaterra, en Francia, en Estados Unidos, etc., los revolucionarios denuncian
y combaten el imperialismo de sus propios gobiernos. Pero la función de la idea
socialista cambia en los pueblos política o económicamente coloniales. En estos
pueblos, el socialismo adquiere, por la fuerza de las circunstancias, sin
renegar absolutamente ninguna de sus principios, una actitud nacionalista. (…) En el Perú los que
representan e interpretan la peruanidad son quienes, concibiéndola como una
afirmación y no como una negación, trabajan por dar de nuevo una patria a los
que, conquistados y sometidos por los españoles, la perdieron hace cuatro
siglos y no la han recuperado todavía. (…) ¿Cuál es el secreto de esta capacidad de
sentir las cosas del mundo y del terruño? La respuesta es fácil. La
personalidad del artista, la personalidad del hombre, no se realiza plenamente
sino cuando sabe ser superior a toda limitación. (ibídem, pp. 100, 102, 106).
En el artículo La
nueva cruzada pro-indígena (enero de 1927), mantuvo:
… el
fenómeno nacional no se diferencia ni se desconecta, en su espíritu, del
fenómeno mundial. Por el contrario, de él recibe su fermento y su impulso. La
levadura de las nuevas reivindicaciones indigenistas es la idea socialista, no
como la hemos heredado instintivamente del extinto Inkario sino como la hemos
aprendido de la civilización occidental, en cuya ciencia y en cuya técnica sólo
romanticismos utopistas pueden dejar de ver adquisiciones irrenunciables y
magníficas del hombre moderno.
(…)
De la presencia de un espíritu renovador, palingenésico que se nutre a la vez
de sentimiento autóctono y de pensamiento universal, tenemos presentemente
muchas señales. (Ideología y política, p. 167).(4)
Ahora el lector puede percatarse fácilmente de la
diferencia sustancial entre la frase «más peruanos que bolcheviques» del
Mariátegui socialista a lo Araquistain y los copiados conceptos del Mariátegui
marxista-leninista.
Pero continuemos. Al final de sus 7 ensayos, el maestro dejó sentado:
Por los
caminos universales, ecuménicos, que tanto se nos reprochan, nos vamos
acercando cada vez más a nosotros mismos.
De esta forma expresó el SENTIDO de su obra teórica
cumbre: la aplicación del método marxista a la realidad peruana o, más bien
–para ser exactos–, la fusión de
dicho método y nuestra realidad concreta, es decir, el desarrollo del marxismo peruano que, como se sabe bien,
en su etapa fundacional tiene nombre propio: Creación Heroica de Mariátegui.
Pero detallemos: los caminos universales a los que se
refiere José Carlos Mariátegui son dos caminos consustanciales: 1) la verdad
universal del marxismo-leninismo («El Partido Socialista del Perú, lo adopta
como su método de lucha»);
2)
el proceso de la revolución proletaria mundial («La revolución
latino-americana, será nada más y nada menos que una etapa, una fase de la
revolución socialista mundial»).(5)
Aquí, por lo tanto, no tienen lugar
el nebuloso socialismo en general ni las «pequeñas revoluciones» (renovaciones, palingenesias, resurgimientos).(6)
Como es de conocimiento común, por
su espíritu universal, por su posición marxista, por su marxismo peruano, José
Carlos Mariátegui fue acusado de «europeizante».
Esta interesada y torpe acusación
fue confutada por el maestro en los siguientes términos:
No faltan
quienes me suponen un europeizante, ajeno a los hechos y a las cuestiones de mi
país. Que mi obra se encargue de justificarme, contra esa barata e interesada
conjetura. He hecho en Europa mi mejor aprendizaje. Y creo que no hay salvación
para Indo-América sin la ciencia y el pensamiento europeos u occidentales. (7 ensayos, p. 12).
Expresivamente, estos conceptos se encuentran en la
obra cumbre de José Carlos Mariátegui. En la obra donde dio ejemplo de
aplicación creadora del método marxista. Donde ofreció un paradigma de fusión
de la verdad universal del marxismo y una realidad particular como la peruana.
Entonces, es claro que, en primer
lugar, el maestro desenmascaró el prejuicio de la burguesía contra el marxismo
(«simple actitud reaccionaria, disfrazada de nacionalismo.»); y, al mismo
tiempo, el prejuicio pequeño burgués («la pequeña burguesía es, sin duda, la
clase social más sensible al prestigio de los mitos nacionalistas.»)
En segundo lugar, desenmascaró la oposición
a la revolución socialista de sus aludidos detractores.
Como seguramente se sabe, la
acusación de «europeizante» vino de los intelectuales saturados de espurio
nacionalismo, entre ellos Haya de la Torre y sus repetidores.
Pero veamos más de cerca la
cuestión.
La frase «más peruanos que
bolcheviques» tiene su explicación en
las siguientes circunstancias: 1) en 1917 José Carlos Mariátegui no disponía de
puntos de vista sistemáticos para enjuiciar
los acontecimientos y las cosas del país; 2) ante la imputación de falta de
peruanidad que implicaba la acusación de Luis Miró Quesada, el maestro se vio
obligado a remarcar la condición de peruanos de los acusados.
Por otro lado, en dicha frase se constatan
tres cosas: 1) el término bolchevique encierra un concepto confuso que, como ya
señalamos, se pone en evidencia cuando José Carlos Mariátegui lo utiliza para calificar
a Víctor M. Maúrtua y otros personajes; 2) el contraste entre «peruanos» y «bolcheviques»
no comprende ni compromete, por lo tanto, al marxismo; 3) lo que queda de la frase,
entonces, es el mencionado contraste como expresión específica de la relación
entre nacionales y extranjeros.
Es decir, la frase mariateguiana tiene
una extensión notoriamente limitada.
II
En el artículo Nuestra
Epoca (Anuario Mariateguiano, Nº
2, 1990), Ramón García escribió:
No había
pasado dos meses [de la Revolución de Octubre] y un 30 de diciembre
[Mariátegui] escribía su célebre artículo Maximalismo Peruano, donde
magistralmente marcaría la orientación cardinal del socialismo peruano:
“¡Bueno! ¡Muy bolcheviquis y muy peruanos! ¡Pero más peruanos que bolcheviquis!»
(p.146).
Como vemos, García erige la frase mariateguiana en «la
orientación cardinal del socialismo peruano».
A propósito de ello, en nuestro
artículo citado arriba escribimos lo siguiente:
Ahora bien,
aparte de lo esclarecido, la frase «más peruanos que bolcheviquis» da cuenta de
la relación entre peruanos y soviéticos, y esto es todo lo que queda de ella.
Pero este sentido limitado de la frase es distorsionado por García con su
pretensión de erigirla en «la orientación cardinal del socialismo peruano». En
efecto, esta pretensión, expresada como está expresada (¡«orientación cardinal»!,
¡«del Socialismo Peruano»!) tiene un sentido general que, como es notorio, no
consiente la frase del maestro. Cardinal
significa fundamental, esencial, principal, trascendental; y el Socialismo
Peruano está compuesto por cuatro elementos: el ideológico, el teórico, el
político y el orgánico. Por lo tanto, por su sentido general, la frase de
García da cuenta de la relación entre el marxismo peruano y el marxismo
universal, entre el socialismo peruano y el socialismo mundial. De esta forma promueve
que seamos «más peruanos» que marxistas, o sea, fomenta un nacionalismo no
proletario, un nacionalismo pequeño burgués, un nacionalismo extraño al
marxismo.
Pues bien,
como se sabe, el marxismo es una verdad válida para todo el mundo, es decir
que, en principio, el marxista representa una realidad supranacional, y,
enseguida y mechado a lo anterior, encarna una realidad nacional en la medida
en que aplica el marxismo a una realidad particular. Aquella supranacionalidad
se expresó desde el primer momento, cuando Marx y Engels proclamaron: «¡Proletarios
de todos los países, uníos!». Por eso, la relación entre el marxista y su
nacionalidad (que es una forma en que se expresa la relación entre lo universal
y lo particular) no es una cuestión que pueda ser resuelta a favor de uno u
otro término: no podemos ser más peruanos que marxistas, porque ello
representaría un cierto nacionalismo que ve en el marxismo algo ajeno a nuestra
realidad, y no podemos ser más marxistas que peruanos, porque ello
representaría un universalismo en alguna medida indiferente a lo peruano. Por
cuanto es una verdad universal, el marxismo no es algo foráneo con respecto a
la realidad peruana. Por eso, ya marxista-leninista, José Carlos Mariátegui
escribió: «Ninguna idea que fructifica, ninguna idea que se aclimata, es una
idea exótica.» (Peruanicemos al Perú,
p. 40). Por eso escribió también: «El Perú es un fragmento de un mundo que
sigue una trayectoria solidaria.» (ibídem,
p. 38). Así, pues, la teoría del Socialismo Peruano es solo una expresión de la
verdad universal del marxismo-leninismo, y la revolución peruana es solo una
parte de la revolución proletaria mundial. Es decir, tanto la teoría del
Socialismo Peruano como su concreción práctica aparecen como un caso de la
unidad de lo universal y lo particular. Por eso, la identidad de los marxistas
tiene dos aspectos, a saber: su ideología y su nacionalidad. Por eso, puesto
ante la necesidad de resumir en una frase el SENTIDO de sus célebres 7 ensayos de interpretación de la realidad
peruana, José Carlos Mariátegui no repitió, en ninguna forma, la frase de
su etapa de socialista a lo Araquistain, sino que escribió esta otra: «Por los
caminos universales, ecuménicos, que tanto se nos reprochan, nos vamos
acercando cada vez más a nosotros mismos.» De esta forma subrayó que el
marxismo nos permite ser peruanos en el sentido más pleno de la palabra. Los
marxistas –así como los hombres en general, como todos los pueblos sin
excepción– tienen una existencia nacional, pero su personalidad no se realiza
plenamente sino cuando expresan su esencia universal; por esto, en su actividad
revolucionaria deben saber alcanzar la plenitud de su personalidad mostrándose
superiores a toda limitación o, para decirlo de otro modo, deben saber alcanzar
la más perfecta unidad de sentimiento
autóctono y pensamiento universal,
según la formulación mariateguiana. Y basta fijarse en el pensamiento de
Mariátegui para comprobar la verdad de dicha formulación: ¿alguien, en su sano
juicio, puede decir, acaso, que dicho pensamiento es más peruano que marxista
o, a la inversa, más marxista que peruano? Probadamente, el pensamiento de
Mariátegui es marxismo peruano, es
decir, la fusión –precisamente la fusión– de la verdad universal del
proletariado con la realidad peruana. Por lo tanto, es un hecho que, en principio,
la universalidad no niega la particularidad, sino que, por el contrario, permite
su desarrollo hasta su plenitud.
Como es de
conocimiento común, en el comunismo global no existirán ya las nacionalidades,
pero, en cambio, no desaparecerá la concepción marxista del mundo, es decir, la
nacionalidad de la gente en general se habrá disuelto en la universalidad de la
humanidad liberada por fin de la forma nación de la particularidad, pero entonces
el mundo será un mundo donde todos los hombres y todas las mujeres serán
marxistas.
No
obstante, como se ha visto, García se mueve en la superficie de los hechos;
particularmente, silencia aquellos que están detrás de las afirmaciones de José
Carlos Mariátegui, llegando incluso a retorcer el significado de las mismas. De
esta forma pretende escamotear el análisis concreto del problema concreto, el
análisis profundo de un problema ciertamente definitorio.
Ahora bien, el despropósito de García de erigir la frase
mariateguiana en «la orientación cardinal del socialismo peruano», no solo constituye
una evidente incomprensión de la relación entre la verdad universal del
marxismo y nuestra realidad concreta, una obvia incomprensión de la fusión de esa verdad y
esta realidad concretada en la Creación Heroica de Mariátegui, sino también una
soterrada intención de promover la idea de que el marxismo es algo foráneo con
respecto a nuestra realidad, así como la intención de descalificar al
Mariátegui marxista-leninista utilizando dolosamente una frase del Mariátegui
socialista a lo Araquistain.
En
el Perú,
tanto en el de ayer como en el de hoy,
los que representan e interpretan la peruanidad son quienes, concibiéndola como
una afirmación y no como una negación, trabajan por una patria socialista.
Pero, como se ha visto, el
pretendido nacionalismo de García se revela no
como una afirmación de la fusión del marxismo y nuestra realidad, sino como
una negación de la misma.
Hay que recordarle, sin embargo, a
nuestro personaje, que, como está demostrado, lo peruano no está desconectado
del fenómeno mundial del marxismo y de la revolución proletaria mundial.
El maestro señaló:
El
marxismo, del cual todos hablan pero que muy pocos conocen y, sobre todo,
comprenden, es un método fundamentalmente dialéctico. Esto es, un método que se
apoya íntegramente en la realidad, en los hechos. No es, como algunos
erróneamente suponen, un cuerpo de principios de consecuencias rígidas, iguales
para todos los climas históricos y todas las latitudes sociales. Marx extrajo
su método de la entraña misma de la historia. El marxismo, en cada país, en
cada pueblo, opera y acciona sobre el ambiente, sobre el medio, sin descuidar
ninguna de sus modalidades” (Ideología y
política, pp. 111-12).
Este punto de vista expresa la esencia más profunda del
marxismo y la necesidad fundamental del proletariado de todos los países de
aplicar creadoramente el método marxista.
Consecuente
con su premisa, en su aplicación del marxismo José Carlos Mariátegui se apoyó íntegramente en la realidad, en los hechos peruanos. Extrajo su pensamiento de la entraña misma de la historia del
Perú. Por eso, actuado por sus continuadores,
el pensamiento de Mariátegui opera y
acciona sobre nuestro ambiente, sobre
nuestro medio, sin descuidar ninguna
de sus modalidades.
El análisis indica, pues, que la
propuesta de ser «más peruanos» que marxistas, es una simple actitud
oportunista disfrazada de nacionalismo que, por lo demás, expresa la
permeabilidad de la pequeña burguesía al prestigio de los mitos nacionalistas.
Contra semejante propuesta, se alza
la Creación Heroica de Mariátegui como la prueba irrefutable de la fusión de lo
universal marxista y lo particular peruano.
Por lo tanto, la aplicación de la
verdad universal del marxismo-leninismo a la práctica concreta de la revolución
peruana, ES LA ORIENTACIÓN CARDINAL DEL SOCIALISMO PERUANO.
Y bien, la fusión de lo universal
marxista y lo particular peruano que comporta tal orientación, no es algo
estático sino dinámico; por esto, la Creación Heroica de Mariátegui ha sido
desarrollada y exige ser desarrollada permanentemente.
He ahí el Camino de Mariátegui.
Notas
[1] Sobre esta cuestión puede consultarse nuestro
trabajo El método de Mariátegui,
publicado en el blog CREACIÓN HEROICA.
[2] En efecto, en la citada nota autobiográfica, el
maestro confesó que, aunque a partir de su ingreso al periodismo, «tuvo
contacto con los acontecimientos y cosas del país… [pero que] carecía para
enjuiciarlos de puntos de vista sistemáticos” (Ideología política, p. 16). Para enjuiciarlos, es decir, para
examinarlos, estimarlos, juzgarlos, conceptuarlos.
[3] Como es obvio, Mariátegui no fue nacionalista en el
sentido proletario del término por los temas nacionales sobre los que escribió
antes de su asimilación al marxismo-leninismo, sino por la aplicación vívida
que hizo de esta doctrina en la interpretación de los problemas peruanos. «Ser
“nacionalista” por el género de los estudios, no exige serlo también por la
actitud política…» (Ideología y política,
p. 221). Así, pues, serlo por la posición marxista aplicada a la realidad
peruana, es ya nacionalismo proletario.
[4] Esto fue escrito en enero de 1927. Pero, como
dejamos apuntado en nuestro ensayo La
revista «Nuestra Epoca» y el socialismo peruano, José Carlos
Mariátegui renunció al término renovación y sus derivados y, por lo tanto, a
los términos palingenesia y resurgimiento y sus respectivos derivados para
significar la revolución. En efecto, en el editorial Aniversario y balance, escribió: «La primera jornada de “Amauta” ha
concluido. En la segunda jornada, no necesita ya llamarse revista de la “nueva
generación”, de la “vanguardia”, de las “izquierdas”. Para ser fiel a la Revolución,
le basta ser una revista socialista.» «“Nueva generación”, nuevo espíritu”,
“nueva sensibilidad”, todos estos términos han envejecido. Lo mismo hay que
decir de estos otros rótulos: “vanguardia,”, “izquierda”, “renovación”. Fueron
nuevos y buenos en su hora. Nos hemos servido de ellos para establecer
demarcaciones provisionales, por razones contingentes de topografía y
orientación. Hoy resultan ya demasiado genéricos y anfibológicos. Bajo estos
rótulos, empiezan a pasar gruesos contrabandos.» (Ideología y política, p. 247). Por lo demás, casi no es necesario
decir que con la palabra socialista el maestro se refirió al marxismo, y no,
desde luego, el nebuloso socialismo en general: «“Amauta”, en su Nº 17, el de
su segundo aniversario, declara cumplido el proceso de “definición ideológica”,
afirmándose, categóricamente, marxista.» (ibídem,
p. 104). Por eso, en carta a Carlos Arbulú Miranda del 29 de setiembre de 1928,
precisó: «El editorial [Aniversario y
balance] se refiere, por una parte, al vanguardismo genérico e indefinido
de los oportunistas habituales y, por otra parte, a cierta desviación que ha
intentado propagarse en nuestras propias filas, a propósito del Apra.» (Correspondencia, t. II, p. 444).
[5] Precisamente en el dirimente editorial Aniversario y Balance, José Carlos
Mariátegui se extendió sobre el punto: «El socialismo no es, ciertamente, una
doctrina indo-americana. Pero ninguna doctrina, ningún sistema contemporáneo lo
es ni puede serlo. Y el socialismo, aunque haya nacido en Europa, como el
capitalismo, no es tampoco específico ni particularmente europeo. Es un
movimiento mundial, al cual no se sustrae ninguno de los países que se mueven
dentro de la órbita de la civilización occidental. Esta civilización conduce,
con una fuerza y unos medios de que ninguna civilización dispuso, a la
universalidad. Indo América, en este orden mundial, puede y debe tener
individualidad y estilo; pero no una cultura ni un sino particulares.» (Ideología y política, p. 248).
[6] A propósito de esta cuestión, en nuestro ensayo La revista Nuestra Epoca y el socialismo
peruano, escribimos lo siguiente: «… en el artículo Admonición trascendental (Anuario
mariateguiano, Nº 3, 1991, pp. 153-54), García escribió: “José Carlos
Mariátegui entendió la revolución como renovación, como palingenesia, como
Resurgimiento.” (p. 154). Y, para no perder la costumbre, pretendió solventar
su afirmación tergiversando el pensamiento Mariátegui. Veamos esto.» «En su
mencionado artículo, García reseñó algunas afirmaciones del maestro, y
quienquiera que sepa leer las mismas tiene que darse cuenta de que hubo un
momento en que José Carlos Mariátegui desahució el término renovación.» «En
efecto, las primeras afirmaciones mariateguianas sobre el punto citadas por
García, tienen fechas que van de junio de 1918 a noviembre de 1927; pero, como
ya recordamos en nuestro ensayo, en el editorial Aniversario y balance el maestro desahució el término renovación,
y, no obstante que García copia la parte donde ello aparece, ¡no se dio cuenta
del deshaucio!» «Este desahucio se debió a que, en 1928, decantadas las
posiciones en el variopinto socialismo de la época, el término renovación y
otros aparecían “…demasiado genéricos y anfibológicos”, pues bajo ellos
empezaban “… a pasar gruesos contrabandos.”» «El contrabando que pretende pasar
García con su artículo, empieza a revelarse con solo preguntar: ¿La revolución
es renovación de qué? ¿Palingenesia de qué? ¿Resurgimiento de qué?» «Y termina
por revelarse completamente cuando se asimila de verdad el significado de la
siguiente afirmación de José Carlos Mariátegui, silenciada por García: “… una
revolución continúa la tradición de un pueblo, en el sentido de que es una
energía creadora de cosas e ideas que incorpora definitivamente en esa
tradición enriqueciéndola y acrecentándola. Pero la revolución trae siempre un
orden nuevo, que habría sido imposible ayer. La revolución se hace con
materiales históricos; pero, como diseño y como función, corresponde a
necesidades y propósitos nuevos.” (Temas
de nuestra América, p. 93).» «La revolución, dice Mariátegui, no dice la
renovación. Esto en primer lugar; en segundo, dice que la revolución enriquece
la tradición de un pueblo, pero que trae
siempre un orden nuevo, pues como
diseño y como función corresponde a necesidades y propósitos nuevos:
dictadura del proletariado, lucha por la realización del comunismo, para decirlo
en términos bastante generales. Por eso el concepto de revolución es mucho más
rico, mucho más profundo, mucho más multilateral que el concepto de renovación.»
«Pero, por lo visto, con su “renovación”, su “palingenesia”, su “resurgimiento”,
García escamotea la esencia de la revolución: la creación de “un orden nuevo”.»
14.08.2018.