La Miseria Política de la Extrema Derecha
Natalia Serra
El 12 de noviembre de 2019, Añez
asumió la presidencia de Bolivia después de la renuncia obligada de Evo
Morales, en el marco de un proceso muy confuso y opaco que dejó muchas
preguntas sobre la legitimidad de dicha sucesión. A pesar de esto, la nueva presidenta
interina, representante de la oposición parlamentaria al proyecto progresista
liderado por el MAS, se instaló en el gobierno con el apoyo de la derecha
boliviana y latinoamericana, no así de los sectores de izquierda críticos al
gobierno de Evo Morales.
La
derecha conservadora boliviana, trepada en el Estado con Añez a la cabeza,
tenía su oportunidad de asegurar su vuelta al control del Estado para que el
progresismo no regrese más. Ha tenido un año para mostrar al pueblo boliviano
que son mejores administradores del Estado que los progresistas del MAS.
¿Cumplido el plazo, el candidato del MAS vuelve a ganar la presidencia de
Bolivia? ¿Cuál fue la estrategia de la derecha que fracaso en
su objetivo de derrotar la popularidad del proyecto de Morales, en varios
sectores campesinos, indígenas y populares de Bolivia?
Obviamente
no fueron por el camino de mostrar que pueden ser más democráticos o menos
autoritarios que el gobierno del MAS. Se lanzaron, con toda la obscena
venganza de la derecha colonial y estúpida, a mover el racismo más detestable
en contra de los pueblos originarios. En un acto antiestético, tomaron la
biblia como arma en contra de los pueblos en una reedición grotesca de la
violencia colonial, en un país con una población mayoritariamente indígena. Se
dedicaron a perseguir y a maltratar física, social y simbólicamente a mujeres
indígenas en un acto infame de violencia colonial y patriarcal blanco-mestiza.
En una especie de absurdo, supremacismo blanco, la derecha mestiza sin ninguna perspectiva
política se dedicó durante este tiempo a mostrar que es autoritaria, racista,
vengativa y que además es incapaz de administrar el estado capitalista como lo
hizo el gobierno de Morales.
Nunca
apoyé al progresismo latinoamericano, porque entendí que es una forma del
capitalismo para abrirse camino, en aquellos territorios y pueblos que se
resisten a sus seducciones ideológicas, usando el discurso de los pueblos y
algunas de sus organizaciones como Caballo de Troya. En Ecuador, muchos
sectores de las izquierdas y varias organizaciones y movimientos sociales,
luchamos contra el autoritarismo progresista y su proyecto de modernización
capitalista. Fuimos perseguidos, desacreditados, encarcelados, investigados,
acechados por estos gobiernos, no porque estábamos de lado de la derecha, si
porque estábamos más abajo y a la izquierda que el progresismo capitalista.
Sin
embargo, en el caso de Bolivia, lo que se propone como alternativa al
progresismo es una derecha decadente, llena de prejuicios coloniales, racistas,
enferma de odio contra los pueblos ancestrales. En ese caso no hay alternativa
posible. La historia de los pueblos de los Andes está marcada y definida por la
violencia del colonialismo patriarcal, luego por la violencia capitalista que
es radicalizada por la primera. El vandalismo racista no se quedó en la
Colonia, continuó con otras formas en la República y ahora se hace salvaje con
el extractivismo. La derecha boliviana es capitalista, pero además es
profundamente colonial y racista. Los pueblos originarios están hartos de este
arcaísmo perverso de las élites blanquedas. Los pueblos de Bolivia han dicho NO
a la violencia racista de una derecha políticamente estúpida y subjetivamente
enferma.
Los
pueblos seguirán luchando contra la violencia colonial, patriarcal y
capitalista venga de donde venga, desde sus contextos propios y desde su
autonomía. El triunfo del MAS en Bolivia, creo, es el rechazo al odio racista
de la derecha que quiere mantener el control del Estado como en la época de la
Colonia, no así el apoyo al avance del capitalismo en versión andina.
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(*) Tomado de https://ecuadortoday.media/2020/10/19/opinion-la-miseria-politica-de-la-extrema-derecha/
Chile. Poder
Popular y Poder Burgués: Dos Estrategias Antagónicas Para la Conquista de Poder
Ariel Orellana
CUANDO
HABÍAN TRANSCURRIDO alrededor de 25 días desde que la irrupción de millares
había logrado romper la normalidad del viejo orden y transformado la vida
diaria de la clase trabajadora a través de un alzamiento popular sin
precedentes en las últimas décadas. Cuando el rostro multiforme de las masas
con una energía inusitada había roto no solo los torniquetes del metro de
Santiago, sino que también la putrefacta democracia de los ricos, y luego de
días de furia y fuego el gobierno de Piñera se encontraba arrinconado como
ratas de alcantarilla y en su mayor encrucijada: profundizar la represión a
través de sus perros de presa o convocar al parlamento y sus lamebotas a salvar
la institucionalidad del viejo orden de explotación y opresión.
El ¡Fuera Piñera! se hizo eco en millones, y se abrió una
posibilidad de un salto en calidad y cualidad ante dicha posibilidad. Este es
el momento de mayor agotamiento político institucional del bloque en el poder
desde mediados de los 80’, Piñera se vio acorralado y a escasos peldaños de
perder el poder político y tener que abandonar el palacio de Moneda para
guarecerse de las hordas de pueblo, – cuestionamiento incluso a nivel
internacional – lo que dio origen al ultimátum al parlamento y sus moradores,
acontecimiento que se selló aquella oscura noche del 15 de noviembre, entre
gallos y medianoche, mejor dicho entre quienes buscan perpetuar sus cómodas
vidas a costa de la miseria de millones.
El poder evaluó la posibilidad de caída del gobierno y con
instinto de clase buscó retomar la iniciativa sacando del sombrero de mago la
nueva constitución como ícono sacrificable, requerimiento que ya sonaba en los
pasillos de los cómodos y bien olientes cafetines del reformismo y que solo
bastaba el momento adecuado para imponer una operación política de dichas
magnitudes y de tal trascendencia.
Este pacto por la paz y la nueva constitución se cocinó en un
acuerdo transversal entre los diversos sectores de la burguesía y el
reformismo, y permitió oxigenar la asfixiada democracia de las y los patrones,
buscando restaurar el orden burgués a través de la institucionalización del
conflicto de clases, asegurando la mantención del sistema de explotación y
opresión capitalista en su fase monopólica. Imponiendo una agenda institucional
– electoral, por sobre la lucha popular, tensionando al movimiento que se
encontraba en las calles hacia una parlamentarización de sus luchas, relegando
la participación a las nauseabundas urnas, desplazando el pliego del pueblo y
ofreciendo una falsa contradicción apruebo -rechazo pues serán ellos y ellas
mismas quienes redactaran la nueva carta magna, maniobra audaz que giró el eje
a favor de la burguesía y que generó un repliegue táctico del pueblo en lucha.
La agenda de la nueva constitución, apunta a la consolidación
vía pacto social reconstituyente de la institucionalidad para la explotación y
opresión y fue el reformismo sin lugar a dudas el que jugó un papel importante
en este acontecimiento, al correr presurosos a prestar auxilio a la moribunda
democracia burguesa, y actuando como rescatista que permitió mantener el orden
establecido. Quienes pretendían ser la alternativa al duopolio, develaron con
claridad su adherencia programática al sistema imperante, se evidencia su
condición de clase y su oportunismo asqueroso y nauseabundo, tan solo eran
púberes defendiendo al viejo orden.
La imposición de una agenda constitucional busca además sepultar
la lucha por el pliego de demandas de la clase trabajadora y el pueblo,
invisibilizando las reivindicaciones actuales por las que se ha luchado por
décadas, retrasando además la posibilidad de dar un salto cualitativo y pasar
del pliego del pueblo al programa de la revolución proletaria. Asimismo, además
de intencionar una falsa contradicción apruebo – rechazo, el bloque en el
poder, por medio de la constituyente ha desalojado la protesta popular,
utilizando argumentos ideológicos y medios de comunicación para desplazar a la
protesta como ejercicio legítimo del pueblo en su lucha por sus derechos,
instalando que “el momento de la protesta ya pasó”, y todo aquel o aquella que
lo haga es un paria.
Denunciar el fraude constituyente, develar el pacto inter – burgués,
evidenciar la derrota táctica con perspectiva estratégica, denunciar al
reformismo y a las y los oportunistas por pavimentar el camino para la retoma
del orden burgués y aplazar las posibilidades reales de una transformación
radical de la sociedad de clases, son parte de las tareas de las y los
revolucionarios. Asimismo, es tarea convencer con argumentos políticos y
trabajo concreto el camino de la lucha por el poder popular y el socialismo
como alternativa plausible para la clase trabajadora y el pueblo en su camino
hacia la emancipación.
Los desafíos para la clase trabajadora pasan por lograr dotar al
emergente movimiento popular, de una línea táctica y estratégica que sin
vacilaciones ni oportunismos apunte a construir un proyecto antagónico al cadáver
de la democracia de los ricos, esto a través de una práctica popular y
combativa, la construcción de un programa revolucionario que prefigure el
horizonte de ruptura con el actual régimen, y una conducción clasista que
deslinde con el reformismo y sus niñas y niños de pecho.
______________
El autor es
miembro de la Asociación Intersindical de Trabajadores y Trabajadoras
Clasistas, AIT.
Fuente:
Kaos en la Red
Chile: Celebrar con Cautela
Marcos
Roitman
HAY MOTIVOS PARA ESTAR CONTENTOS. Los resultados
son aplastantes. Las urnas han decidido: 78.27 por ciento aprueba elaborar una
nueva Constitución y 79.22 por ciento decide que sea mediante elección popular
al 100 por ciento. Son los datos. Pero quienes votaron el apruebo no
es un grupo homogéneo. Baste considerar los partidos firmantes del Acuerdo por
la paz social y una nueva Constitución (15/11/19). Una mayoría se opone a
reconocer derechos al pueblo mapuche (Estado pluriétnico); otros rechazan un
rol protagónico del sector público en la elaboración de las políticas sociales
en materia de salud, educación, vivienda, trabajo, pensiones o desoyen el
compromiso con el medio ambiente. En definitiva, no todo lo que votó apruebo se
inscribe en un proyecto transformador que camine hacia una democrática
participativa y menos rupturista con el orden patriarcal.
Podríamos asistir a un maquillaje
político en el cual la nueva redacción sea una visión edulcorada del
neoliberalismo, avalada por unos constituyentes espurios.
El triunfo del apruebo no
es resultado de la voluntad política de las dos coaliciones que han gobernado
Chile desde 1990. Su origen es la rebelión popular iniciada el 18 de octubre de
2019 y la movilización social que, en plena pandemia, no ha cesado. Un desborde
popular que ha dejado fuera de juego a los partidos políticos, cuyo grado de
confianza y aceptación por la ciudadanía no supera 2.4 de una horquilla de uno
a 10. Igualmente, el triunfo tiene una cara que no se debe olvidar: la
represión. Fue la violencia la respuesta gubernamental a las demandas de una
nueva Constitución y el rechazo a las políticas neoliberales. Así atestigua el informe
de la Fiscalía Nacional del 15 de junio de 2020. Desde octubre de 2019 hasta el
1º de abril de 2020, se han computado 8 mil 510 víctimas de violaciones de
derechos humanos. Se han interpuesto 5 mil 645 denuncias por violencia
policial. Existen 664 casos de violencia sexual; 258 desnudamientos, 67 abusos
diversos, 12 violaciones y 27 amenazas de tocamientos. Además, se contabilizan
411 víctimas con lesiones oculares y otros 615 casos con traumatismos graves.
Todos, perpetrados por las fuerzas armadas y carabineros, siendo 466 de sus
miembros identificados como autores materiales de alguno de ellos.
No es una concesión, ha sido una
lucha sin cuartel, donde las víctimas pertenecen a las clases populares, el
origen del triunfo. Es un grito de dignidad, como ha sido rebautizada la plaza
Baquedano, centro neurálgico de las protestas en Santiago donde se reúnen
cientos de miles ciudadanos, reclamando el fin del neoliberalismo y un nuevo
orden social. Una síntesis de 40 años de bregar por los cambios que una y otra
vez fueron ninguneados por quienes aceptaron el pacto de transición con las
fuerzas armadas. Los mismos que desmovilizaron a la sociedad civil,
traicionaron el espíritu del No en el referendo de 1988 y en
1990 se hicieron con el poder. En 1990, la Concertación mantuvo la Constitución
pinochetista y las reformas neoliberales se profundizaron. Impidió juzgar al
dictador, clausurando la posibilidad de justicia y reparación. Hambre,
corrupción y miseria, es el legado del pospinochetismo y su Constitución. En
abril de 2021, la elección de constituyentes, coincidirá con las elecciones
municipales y de gobernadores regionales, la historia no puede repetirse.
Hay que seguir movilizados,
articular programa y definir estrategias, presionar, impedir que sean los
mismos que se han negado a reconocer sus vergüenzas, quienes administren el
triunfo y elaboren la nueva Constitución. Se ganó una gran batalla, pero no se
puede bajar la guardia. Las víctimas del golpe de Estado cívico-militar, los
miles de detenidos desaparecidos, torturados, exiliados, no son fantasmas. Son
la memoria viva sobre la cual se asienta este triunfo. Sin olvidar, los más de
2 mil 500 detenidos durante la rebelión popular, acusados de disturbios,
terrorismo, agresión y resistencia a la autoridad. También presos políticos.
Es la primera ocasión que una
Convención Constituyente en Chile será electa por votación popular. Pero ello
no garantiza que los constituyentes sean representantes de las organizaciones y
movimientos sociales que en primera línea se han fajado por conquistar el
derecho de elaborar una nueva Carta Magna. Las candidaturas están amarradas a
las coaliciones existentes. Presentar candidaturas independientes es un camino
tortuoso. Las listas de partidos pueden cerrar el paso a candidatos
provenientes de la sociedad civil que han dado origen al referendo. Además,
será necesario contar con dos tercios de los 155 constituyentes para aprobar
cambios estratégicos. Y la complicidad entre la Democracia Cristiana, la
socialdemocracia y la derecha tradicional, cuando se trata de salvar el
edificio neoliberal, ha sido la norma.
Estamos en presencia de un
proceso político caracterizado por la movilización popular. El gobierno y una
parte de la oposición podrán revertir su derrota si logran controlar la
constituyente. Es obligado estar vigilantes y sin retroceder. Salvador Allende
tuvo un pensamiento premonitorio, al señalar que sólo cuando: “El pueblo […]
entienda que no es desde arriba, sino desde las raíces mismas de su propia
convicción de donde debe nacer la Carta Fundamental que le dará su existencia
como pueblo digno, independiente y soberano”. Allende no erró; ahora, a cumplir
su mandato. Hacer una Constitución democrática desde abajo. Ese es el reto.
Reposteado de RefuseFascism.org (Rechazar el Fascismo):
Trump ya está robándose las elecciones.
¡NECESITAMOS
VOTAR,
PERO NO SE DETENDRÁ A TRUMP SIMPLEMENTE CON VOTAR!
YA es
hora de estar en las calles con la demanda
¡Trump-Pence Fuera Ya!
Nos enfrentamos a un
golpe de estado en marcha —un robo de unas
elecciones— rumbo hacia un enfrentamiento el 3 de noviembre. Personas
negras y latinx están obligadas a hacer cola por 12 horas para votar. Los
lugares de entrega de boletas están cerrados durante una pandemia. Milicias
armadas supremacistas blancas tipo MAGA (Hacer que Estados Unidos vuelva a
tener grandeza) están movilizadas para intimidar. YA ES HORA DE PONERNOS DE PIE
JUNTOS EN LAS CALLES Y PLAZAS PÚBLICAS, CONTINUANDO A TRAVÉS DE LAS ELECCIONES
Y MÁS ALLÁ Y EL TIEMPO QUE SEA NECESARIO, PARA DETENER UN GOLPE DE ESTADO
FASCISTA.
Grandes
cantidades de nosotros debemos votar. Pero la realidad es que votar en
sí no detendrá a Trump. La confirmación ilegítima y acelerada de Amy Coney
Barrett, una fascista teocrática, a la Corte Suprema tiene el propósito
inmediato de dejar que Trump salga triunfante en las elecciones en caso de que
pierda. ¡Esto es un escándalo que no se puede dejar sin respuesta!
Trump y Amy Coney Barrett se han negado a comprometerse a una transferencia
pacífica del poder.
Es posible detener los
golpes de estado... que son el robo del poder... cuando las personas:
[1] planeen y cuando
actúen ANTES del golpe de estado... y
[2] trabajando de manera
colectiva, forjen en las calles unidad y determinación... y
[3] establezcan ante los
ojos del mundo la justeza de su demanda.
Esto es lo que
lográramos estando en las calles todos los días antes de las elecciones.
No debemos dejarnos
intimidar por el implacable aluvión de odio y amenazas en los mítines de Trump.
No debemos ser arrullados por “encuestas” que dicen que Biden está ganando. Y
aunque debemos votar, no debemos confiar en el voto en sí y de por
sí mientras el régimen de Trump-Pence está robándose las
elecciones.
Debemos abrumar a
este fascista régimen y movimiento con nuestra protesta no violenta de masas.
Si nos unimos y nos levantamos como lo hicimos en la primavera por la vida de
los negros, regresando día tras día —unidos por la demanda ¡Trump-Pence
Fuera Ya! y sin detenernos hasta que se hayan marchado—, podemos
cambiar la situación política. El número de personas con nuestra diversidad y
nuestro corazón por la humanidad podemos mantenernos a largo de lo que el
régimen de Trump y Pence trate de hacer para permanecer en el poder. A medida
que juntemos gente, inspiraremos a millones de personas más a unirse a esta
gran lucha, hasta que aquellos que están en el poder se vean impelidos a ceder
a nuestra demanda única de que el régimen tiene que marcharse.
Todos los días, acudan
todos y cada uno a las calles y plazas públicas para las protestas no violentas
de masas para exigir que ¡Trump-Pence Fuera Ya!
En nombre de la
humanidad, nos negamos a aceptar a un Estados Unidos fascista
___________
Fuente: Revcom.us
Reposteado de RefuseFascism.org
(Rechazar el Fascismo):
¡Supremacía blanca + Intimidación de
votantes y Robo de votos = Fascismo! ¡Trump-Pence Fuera Ya! ¡A defender el
derecho de votar!
Desde los días en que el
Ku Klux Klan asesinaba a los negros que trataron de inscribirse para votar no
hemos presenciado nada como esto. El derecho por el que la gente derramó su
sangre para ganar está bajo el ataque de Trump y del fascista Partido
Republicano.
Estos
supremacistas blancos están tratando de robarse las elecciones. ¡TENEMOS
QUE DETENERLOS! En los próximos nueve días únanse a nosotros en
acciones no violentas para frustrar los intentos del régimen de Trump y Pence
de bloquear el voto de los negros, latinos e indígenas.
- Trump ha desatado chusmas de “milicias”
armadas supremacistas
blancas para desmandarse en los capitolios de los estados y amenazar a los
que se manifiestan por la vida de los negros. Ha satanizado a los
manifestantes no violentos y ha aplaudido a los que los matan. Le dijo a
un grupo de partidarios fascistas que “se mantuvieran a la espera” durante
el primer debate en caso de que él decidiera que las elecciones no iban a
su favor.
- Trump ha movilizado a un ejército de 50.000
falsos “observadores electorales” —entre
ellos elementos de las fuerzas armadas y policías antiguos y actuales—
para ir a las comunidades negras, latinas e indígenas el mismo día de las
elecciones para intimidar a la gente. Y, de nuevo en el primer debate, les
dijo a sus seguidores que “vigilaran a las personas” mientras votaban.
- Trump está socavando el funcionamiento del
servicio de correos para que no sea posible recibir o contar a tiempo las
boletas. En los estados
controlados por los republi-fascistas han cerrado los lugares para
depositar las boletas y votar de manera anticipada, haciéndolo de una
manera que hace más difícil que los negros y los latinos en particular
voten. En las comunidades urbanas marginadas, la gente termina por esperar
11 horas o más, mientras que en los suburbios la gente vota en 15 minutos.
- Chusmas de partidarios de Trump ya han salido a los sitios de votación anticipada en
muchas ciudades, o han tratado de intimidar a la gente que está usando los
“buzones” para dar votos por correo postal.
- Trump está preparando a un ejército de
abogados para impugnar
las elecciones en los estados que voten a favor de Biden, se está
preparando para usar las legislaturas estatales controladas por los
republicanos para anular el voto y se está apresurando a meter a otra
magistrada fascista en la Corte Suprema como su última línea de
defensa para mantenerse su culo en la Casa Blanca.
Tenemos que tener mucha
claridad sobre lo que está pasando, es un asunto de vida o muerte. Esta no es una “elección típica”. Esto no es “ah,
ambos candidatos son lo mismo”. ESTO ES UNA EMERGENCIA CON NUEVE ALARMAS. Esto
es parte de un golpe de estado fascista en marcha. Esto es parte de traer un
régimen en el que la gente que no está de acuerdo con la supremacía blanca, la
supremacía masculina y un Estados Unidos Ante Todo por todo el mundo, no tendrá
NINGÚN derecho en absoluto. Como Carl Dix, un iniciador de
Rechazar el Fascismo, ha dicho: “He venido advirtiendo durante años que la
encarcelación en masa y el asesinato policial han sido parte de un genocidio
lento contra el pueblo negro. Ahora enfrentamos el peligro de un genocidio
rápido”.
La
gente sí que está actuando. Los
negros y los latinos por todo Estados Unidos están saliendo a votar de manera
anticipada. Todo tipo de grupos están presentando demandas y luchando en los
tribunales. Otros se preparan para el propio día de las elecciones, para
proteger el derecho de la gente a votar contra los merodeadores fascistas de
Trump.
Apoyemos
estos esfuerzos. Votar es esencial. Pero NO SERÁ SUFICIENTE VOTAR. Durante los
venideros nueve días antes de las elecciones, en Rechazar el Fascismo estamos
organizándonos para:
- Hacer sonar la alarma sobre la naturaleza de la amenaza,
difundiendo esta declaración por todas partes.
- Comenzando esta semana, iremos a donde la
campaña de Trump y Pence está poniendo obstáculos a la gente que trata de
votar; participaremos en acciones dramáticas no violentas que frustren los
intentos del régimen de Trump y Pence de intimidar a los votantes, y que
pongan condiciones para que la gente pueda ejercer su derecho de votar.
- Únanse el día de las elecciones con muchos
otros para proteger el derecho de votar como parte de
negarse a aceptar este régimen fascista de ningún tipo o forma.
Hace falta que ustedes
sean parte de esto. Únanse a nosotros para ir a los estados de contienda
decisiva a partir de esta semana.
¡TRUMP-PENCE FUERA YA!
_____________
Fuente: Revcom.us
No Será Suficiente Votar
—
Tenemos Que Tomar Las Calles,
y Permanecer en las Calles
con la Demanda ¡Tump-Pence Fuera Ya!
Bob Avakian
Primera parte
LOS DEMÓCRATAS NO SON CAPACES
DE LUCHAR CONTRA TRUMP
DE LA MANERA EN QUE HAY QUE HACERLO
En la Declaración
de Bob Avakian, del 1º de agosto de 2020, Sobre la situación crítica inmediata,
la urgente necesidad de expulsar al régimen fascista de Trump y Pence, votando
en estas elecciones, y la necesidad fundamental de la revolución,
abordé este importante punto:
A esta
hora crítica, hay que utilizar todos los medios apropiados de acción no
violenta para sacar del poder a este régimen. E, incluso con protestas de masas
que exigen que se saque del poder al régimen de Trump y Pence, si este régimen
permanece en el poder a la hora de votar, pues en tal caso —sin confiar en
lo fundamental en votar— utilizar todos los medios apropiados para trabajar
para sacar del poder a este régimen debe incluir votar contra
Trump (suponiendo que en efecto se celebren las elecciones). Para
que quede claro, esto no se refiere a un “voto de protesta” por algún candidato
que no tiene posibilidades de ganar, sino votar concretamente por el candidato
del Partido Demócrata, Biden, a fin de dar un voto que tenga un efecto
real contra Trump.
Al
mismo tiempo, sin embargo, enfaticé fuertemente que:
Simplemente confiar
en el voto para sacar a este régimen casi seguramente conducirá a resultados
muy malos, incluso desastrosos. Esto es muy cierto en
vista de lo que este régimen ya está haciendo, y lo que Trump está diciendo, en
relación a las elecciones.
El descarado racismo de Trump y su apoyo a la
violencia supremacista blanca
Se ha vuelto cada vez
más claro que una parte decisiva de la estrategia de Trump, en relación con las
elecciones programadas para noviembre, y de su enfoque general de mantenerse en
el poder, son llamamientos cada [vez] más descarados a favor del racismo,
bramando un llamamiento a aplicar “la ley y el orden”. Trump tacha de violentas
a las protestas continuas contra la supremacía blanca y el terror policial — y,
como le es típico, miente flagrante y crudamente sobre el
grado y las causas de esta violencia. Pinta un crudo escenario de terror en que
se acercan ya-sabes-quiénes para saquear y violar —para violar los hogares y a
la gente, especialmente a las mujeres— en las zonas suburbanas, las que en la
visión de Trump son de puros blancos. Esto es un “eco” directo de las tácticas
viles de los supremacistas blancos en la movilización de las turbas para
linchar a los negros durante la segregación del Jim Crow, y de la
forma en que Hitler azuzó el odio y la violencia contra los judíos en la
Alemania NAZI. En este caso también, los hechos no importan para Trump y para
su régimen fascista y sus seguidores — o más bien, los hechos sólo existen para
ser tergiversados, desafiados y pervertidos en su afán de conseguir objetivos
literalmente asesinos.
Se ha
mostrado (por ejemplo, en un estudio de la Universidad Princeton) que en su
inmensa mayoría (en más del 90 por ciento de los casos), estas protestas contra
la supremacía blanca y el terror policial no han sido
violentas, y que la violencia que han cometido los propios manifestantes ha
sido relativamente menor (algunos incendios, saqueos y destrozos en unos pocos
edificios en lugares pequeños y limitados, a menudo en delegaciones policiales
o cerca de ellas — para nada parecido a la imagen que Trump pinta de la quema y
la destrucción de ciudades enteras). Pero, más allá de eso, la mayor
parte de la violencia en conexión con estas protestas la han perpetrado
los seguidores de Trump — por parte de la policía, que ha atacado
repetidamente a las protestas, y por parte de golpeadores fascistas armados
(aquellos que Trump llama “la gente de la Segunda Enmienda”). Al menos
20 manifestantes han sido asesinados de esta forma. Y Trump y sus
seguidores han justificado —e incluso han glorificado— esta violencia cometida
por los supremacistas blancos.
Los
demócratas, y los “medios de comunicación establecidos” del mismo campo general
(la CNN, la MSNBC, New York Times, etcétera), en gran parte han
tratado de desviar la atención desde las protestas hacia cuestiones sobre las
cuales, a su parecer, Trump es más vulnerable — en particular su manejo
verdaderamente temerario de la pandemia de la Covid, y cosas como los
comentarios de Trump (o los que se le atribuyen) que insultan a los soldados
estadounidenses. Pero, Trump continuará sus ataques racistas a las protestas
contra la supremacía blanca y la violencia policial, y sus intentos de pintar a
los demócratas de promotores de violencia y “matanza” de parte de “maleantes”
negros, “anarquistas” y otros “ultraizquierdistas”; y esto tendrá el efecto de
obligar a los demócratas a dedicar una atención importante a responder al
respecto. ¿Y qué ha sido la respuesta de los demócratas? Han señalado que la
mayoría de las protestas han sido pacíficas, e incluso dicen que Trump quiere
la violencia; sin embargo, al mismo tiempo, los demócratas aceptan, en gran
medida, los términos (y la trampa) que Trump les ha tendido. Ponen muchísimo
énfasis en denunciar a la violencia de parte de los manifestantes, sin poner el
mismo énfasis en señalar quiénes son responsables de la mayor parte de
la violencia conectada con las protestas — responsables los que son, una vez
más, en su inmensa mayoría seguidores de Trump. Los demócratas no destacan la
amarga ironía de que en estas situaciones, la
gente protesta contra la violencia de parte de la policía, e incluso cuando sus
protestas son pacíficas (en su inmensa mayoría), ¡la policía las somete
a aún más violencia! Los demócratas no enfatizan otra ironía
patente: En estas situaciones, Trump y sus seguidores denuncian y
atacan a las personas que en su inmensa mayoría llevan a cabo protestas
pacíficas contra la violencia racista, mientras que Trump defiende
los monumentos a los “héroes” de la Confederación esclavista, que libraron
una guerra, en la que mataron a cientos de miles de soldados de la
Unión, con el fin de conservar y extender la esclavitud
Las
estrategias de los demócratas que se derivan del problema mismo y lo refuerzan
Hay dos razones básicas
por la forma en que responden —y no responden— los demócratas y sus aliados
ante los ataques de Trump contra las protestas y la inventada historia racista
de horrores de Trump en que turbas de “esa gente” se dedican a atacar con
violencia a los inocentes (blancos) y su propiedad. Primero, la estrategia
electoral de los demócratas se centra en ganar a un número relativamente
pequeño de “votantes decisivos”, en su mayoría blancos de las zonas suburbanas,
en un pequeño número de “estados decisivos”. Derivado de esa estrategia, y una
vez más al aceptar en gran parte los términos que Trump ha puesto, los
demócratas consideran que es muy importante reconfirmar para estos votantes que
los demócratas, también, denuncian —y queda implícito que harán uso del poder
del gobierno para suprimir— la violencia supuestamente llevada
a cabo por los manifestantes y la que supuestamente amenaza a
estos “votantes decisivos” (los blancos de las zonas suburbanas). En este caso,
cabe decir que, incluso bajo sus propios términos —muy equivocados y
pervertidos—, esta es probablemente una estrategia perdedora. No sólo es cierto
que la mayor parte, por mucho, de la violencia conectada con las protestas la
han llevado a cabo los seguidores de Trump (incluida la policía), mientras que
la inmensa mayoría de las propias protestas han sido pacíficas; sino que, incluso
si todos aquellos que protestan tuvieran la intención de quedarse completamente
pacíficos, inclusive en los casos en que los provocaran y atacaran la policía y
los racistas “civiles” armados, no obstante habrá violencia —
precisamente porque Trump y sus seguidores continuarán llevando a cabo,
e intensificando, la violencia, independiente de lo que hagan los
manifestantes.
Es
cierto que, en este momento, el voto en unos pocos estados determina, en
esencia, el resultado de las elecciones presidenciales — de modo que un
candidato podría perder el voto popular y todavía ganar la presidencia, tal
como pasó con Trump en las anteriores elecciones presidenciales. Pero,
inclusive con esta realidad, una estrategia electoral que podría tener
resultados mucho mejores para los demócratas sería la de hacer frente directa y
enérgicamente a todo el enfoque racista de Trump, y hacer llamamientos para
atraer a la gente negra y a otra gente de color, y al gran número de blancos
(en especial, pero no solamente, de las generaciones más jóvenes) que han
mostrado que se motivan por un claro deseo de terminar con la injusticia
social, la desigualdad abierta y la violencia policial desenfrenada. Eso es una
gran “reserva” en la cual, en teoría, los demócratas podrían centrarse en atraer.
Pero
en realidad los demócratas en sí no lo harán — y no podrán hacerlo. Eso va a
las razones subyacentes de por qué los demócratas abordan las cosas en la forma
en que lo hacen. Aunque, en la situación actual, en la cual se ha dado un
masivo torrente de lucha contra el terror policial, los demócratas han estimado
que sea necesario hablar en términos generales de “reformar a la policía”, como
representantes de este sistema del capitalismo-imperialismo los demócratas
expresan con mucha firmeza la necesidad fundamental de que la policía refuerce
“la ley y el orden” opresivos de este sistema, con la violencia racista que eso
conlleva. Así que los demócratas no pueden llevar a cabo una campaña que en
serio se uniera al sentimiento fuerte y ampliamente sostenido de que esta
violencia policial tiene que terminar. Al mismo tiempo, como
representantes de este sistema, y como defensores de sus instituciones
tradicionales y su “estabilidad”, no quieren ganar unas
elecciones y encabezar al gobierno sobre la base de hacer llamamientos y
despertar más a una fuerza de decenas de millones de personas que rebosan de
intensidad apasionada para poner fin al terror policial y a la supremacía
blanca, los cuales de hecho están entretejidos en este sistema, y los
cuales éste requiere. Desde el punto de vista de los demócratas,
sería mejor hacer venias a los anhelos de un “retorno a la calma y la
normalidad” —que probablemente encontrarán ecos en muchas zonas suburbanas—
aunque no habrá ninguna “calma y normalidad”, en gran parte porque
las fuerzas fascistas no lo permitirán.
Hacer
venias a las “quejas” de los fascistas sólo fortalecerá el fascismo
Una vez más ahora, como
ocurrió durante e inmediatamente después de las elecciones de 2016, se oyen
voces “establecidas” (tales como Chris Cuomo de la CNN, hermano del gobernador
demócrata del estado de Nueva York, y Thomas Friedman, un proponente prominente
de los “grandes beneficios” del capitalismo altamente globalizado) que
argumentan que, para ganar en esta ronda, Biden y los demócratas deberían hacer
llamamientos para atraer a la “base” de Trump reconociendo sus “quejas”, en vez
de humillarlos. Pero este fascismo tiene bases profundamente arraigadas,
y no se hará que estos fascistas cambien de pensar “tratándolos con
amabilidad” o actuando como si sus “quejas” fueran “legítimas”. Como
yo (y otras personas que han estudiado con seriedad este fenómeno fascista)
hemos señalado, la realidad es que estas “quejas” surgen del
resentimiento contra cualquier cambio que socave aunque sea levemente la
supremacía blanca, la supremacía masculina, la
xenofobia (el odio a los extranjeros), el chovinismo pro
estadounidense rabioso y el saqueo irrestricto del medio ambiente. Y,
aunque en los términos más fundamentales, los demócratas representan este sistema
del capitalismo-imperialismo, el cual encarna e impone todo esto, el Partido
Republicano, a medida que ha venido volviéndose cada vez más descaradamente
fascista, ha cultivado y organizado su “base” promoviendo agresivamente, en
términos extremos, esta desigualdad, opresión y saqueo de la Tierra, junto con
un rechazo al método científico y al pensamiento racional, y un apasionado
“resentimiento” en su contra. Por ejemplo, el teólogo afroamericano Hubert
Locke presenta este análisis importante, en alusión en particular a los
fundamentalistas cristianos que son la fuerza impulsora de este fascismo:
No es una casualidad que la fuerza y apoyo del
movimiento radique en el centro del país, lo que se llama el “corazón” de
Estados Unidos, y en particular la región sureña. Esa zona jamás se acomodó a
la nueva realidad del país tras la Segunda Guerra Mundial. Al breve lapso de
normalidad de la posguerra le siguió una década de una revolución racial
truncada y retrasada por mucho tiempo, que arrasó con siglos de cultura y
tradición, especialmente en el Sur. Dos décadas más tarde, el desengaño de una
guerra impopular en el sudeste asiático sacudió las bases del patriotismo
convencional y tradicional en la vida estadounidense; a eso le siguió una
revolución sexual que trastornó profundamente actitudes muy arraigadas de ese
sector de la población sobre la posición subordinada de la mujer en la sociedad
y el rechazo a las personas gays y lesbianas en la vida de Estados Unidos.
Estas derrotas políticas, sociales y culturales han estallado ahora en una
batalla sin tregua para retrasar el reloj 50 años y devolver el país a la
pureza de la anteguerra. Es significativo que la enseñanza del creacionismo en
las escuelas ocupe un lugar tan prominente en el programa de la derecha
religiosa. La derecha perdió esa batalla a mediados de la década de 1920 pero
nunca aceptó su derrota, al igual que algunos sureños obstinados nunca han
reconocido su derrota en la Guerra Civil. En consecuencia, la derecha religiosa
quiere restaurar un modo de vivir que desapareció del país hace medio siglo1.
Esto
es lo que significa en realidad “Hacer que Estados Unidos vuelva a tener grandeza”.
Los demócratas no podrían “competir” con esto, sin abandonar su propia
“identidad” como el partido que supuestamente se preocupa por la justicia
social y aborda la crisis ambiental.
Todo
esto, a su vez, está relacionado con las razones fundamentales de por qué los
demócratas no denunciarán al régimen de Trump y Pence por lo que realmente es —fascista—
que, como he enfatizado, “no se trata simplemente de algunas políticas
horrorosas sino de una forma cualitativamente diferente de gobierno,
basado en una brutal represión y violación de lo que se supone sean los
derechos más básicos”2. En primer lugar, si reconocemos que este régimen es, de hecho,
fascista, pues eso hace surgir cuestiones muy grandes respecto a todo
el sistema, y cómo es que semejante régimen fascista pudo ascender al poder
— no por medio de un golpe de estado militar o algo por el estilo, sino por
medio de los “cauces normales” y los procedimientos institucionales de este
sistema. Además, junto con ello, si reconocemos que este régimen es fascista,
pues eso tiene implicaciones muy grandes respecto a lo que hay que hacer para
lidiar con los peligros que este fascismo representa — lo que, en realidad,
requiere que se salga de las “normas” de este sistema y se movilice a
las masas de personas en una lucha decidida, no violenta pero sostenida en las
calles para exigir la expulsión de este régimen, tal como RefuseFascism.org
(Rechazar el Fascismo) ha venido convocando a hacer.
La
necesidad urgente inmediata de una movilización de masas contra este fascismo
En resumen, los
demócratas, por ser quiénes son y qué son, no lidiarán y no podrán lidiar con
todo eso —ni las elecciones ni la situación más amplia en la que ocurren estas
elecciones y lo profundo de lo que de hecho está en juego— de otra forma
salvo según los términos, y dentro de los límites, establecidos por
este sistema, el que ha producido este fascismo, y en una gran medida, de
acuerdo con los términos que los propios fascistas han puesto.
Es
posible ver esto en lo que los demócratas han hecho en sus intentos de lidiar
con la manera en que el régimen fascista de Trump y Pence —de manera repetida,
y en escalada— ha pisoteado las “normas” de este sistema. Una y otra vez, los
demócratas han tratado de lidiar con esto utilizando las mismas “normas” e
instituciones las que este régimen está desafiando y triturando, o que está
haciendo conformarse a sus objetivos fascistas — las cortes, las audiencias y
procedimientos del Congreso, etcétera. Una y otra vez, los demócratas han
fracasado. Sin embargo, se niegan obstinadamente a buscar otros medios para
oponerse a este régimen, más que recurrir a estas mismas “normas” y procedimientos.
Esto es lo que están haciendo, y se inclinarán fuertemente a seguir haciéndolo,
incluso ante las maniobras crecientes e intensificadas de Trump para suprimir
el voto en las elecciones venideras y su determinación claramente indicada de
hacer que sea declarado el ganador en las elecciones, o de permanecer en el
poder sin importar el resultado de las elecciones.
Por
todo eso —aunque, si llegara a darse el caso, sería
necesario e importante votar contra Trump votando por Biden—, sería
muy probable que condujera al desastre confiar en la votación
y simplemente tener la esperanza de que las elecciones solucionen el problema.
Todo
esto señala la probabilidad muy grande de que, independientemente del resultado
real de estas elecciones (suponiendo que de hecho se celebren), si Trump se
declarara el “ganador” y se negara a dejar el cargo, en ausencia de una
movilización verdaderamente masiva que exigiera que fuera sacado del poder el
régimen de Trump y Pence, los demócratas terminarían por claudicar ante Trump. La movilización de
masas que se requiere no se puede forjar “de la noche a la mañana” en las
secuelas de las elecciones — ni tampoco se puede forjar confinándolo todo
dentro del marco y los límites en los cuales insisten los demócratas.
Hay
que plasmar vivamente la verdad —la verdad sobre Estados Unidos, y la verdad
sobre lo que el régimen de Trump y Pence representa y lo que está implementando
e imponiendo— como un eje crucial, e inmediatamente urgente, de la lucha contra
la injusticia y la opresión y contra el fascismo de este régimen. Hay que
hacerlo sin esperar para que se celebren las elecciones, pero al tomar
acción ahora mismo, de manera continua, con las masas de personas
—primero con miles de personas, que crezcan a millones de personas— en
una movilización sostenida en torno a la demanda unificadora que este régimen
tiene que marcharse.
Esperar hasta noviembre,
y confiar en las elecciones, probablemente conducirá al desastre:
Tenemos que tomar las
calles, y permanecer en las calles, con la demanda ¡Trump-Pence Fuera Ya!
En adición a mis propios escritos y discursos sobre
esta cuestión del fascismo, los cuales están disponibles en Obras
escogidas de BA en revcom.us*, han salido varios estudios
importantes del fenómeno del fascismo cristiano en particular —entre ellos, los
libros recientes de Katherine Stewart* y Kristin Kobes Du Mez*— que ponen en
claro que estos fascistas están firmemente comprometidos a sus ideas y metas extremadamente
opresivas, reaccionarias y literalmente lunáticas, y que estos fascistas no se
dejarán cambiar de idea mediante intentos de hacer venias a sus supuestas
“quejas legítimas”.
_________
Notas:
*Por ejemplo, mi artículo reciente El
patriarcado y el patriotismo — La agresiva supremacía masculina y supremacía
pro estadounidense — El peligro y el reto inmediato saca
lecciones de las observaciones importantes en el libro de Kristin Kobes Du
Mez Jesus and John Wayne: How White Evangelicals Corrupted a Faith and
Fractured a Nation [Jesús y John Wayne: De la manera en que los
evangélicos blancos corrompieron una fe y fracturaron una nación], y mi
discurso de 2017, ¡El
régimen de Trump y Pence tiene que marcharse! En nombre de la humanidad, nos
NEGAMOS a aceptar a un Estados Unidos fascista, Un mundo mejor ES posible,
cita análisis importantes en el libro de Katherine Stewart The Good
News Club, The Christian Right’s Stealth Assault on America’s Children [El
Club de las Buenas Noticias: El asalto sigiloso de la derecha cristiana a los
niños de Estados Unidos]. [volver]
2. De la Declaración
de Bob Avakian, del 1º de agosto de 2020, Sobre la situación crítica inmediata,
la urgente necesidad de expulsar al régimen fascista de Trump y Pence, votando
en estas elecciones, y la necesidad fundamental de la revolución.
******
Segunda parte
TRUMP YA ESTÁ
ROBÁNDOSE LAS ELECCIONES
Y YA ESTÁ AMENAZANDO CON AÚN MÁS VIOLENCIA
PARA MANTENERSE EN EL PODER
En la Declaración
de Bob Avakian, del 1º de agosto de 2020, Sobre la situación crítica inmediata,
la urgente necesidad de expulsar al régimen fascista de Trump y Pence, votando
en estas elecciones, y la necesidad fundamental de la revolución,
abordé este importante punto:
A esta
hora crítica, hay que utilizar todos los medios apropiados de acción no
violenta para sacar del poder a este régimen. E, incluso con protestas de masas
que exigen que se saque del poder al régimen de Trump y Pence, si este régimen
permanece en el poder a la hora de votar, pues en tal caso —sin confiar en
lo fundamental en votar— utilizar todos los medios apropiados para trabajar
para sacar del poder a este régimen debe incluir votar contra
Trump (suponiendo que en efecto se celebren las elecciones). Para
que quede claro, esto no se refiere a un “voto de protesta” por algún candidato
que no tiene posibilidades de ganar, sino votar concretamente por el candidato
del Partido Demócrata, Biden, a fin de dar un voto que tenga un efecto
real contra Trump.
Al mismo tiempo, sin
embargo, enfaticé fuertemente que:
Simplemente confiar
en el voto para sacar a este régimen casi seguramente conducirá a
resultados muy malos, incluso desastrosos. Esto
es muy cierto en vista de lo que este régimen ya está haciendo, y lo que Trump
está diciendo, en relación a las elecciones.
El régimen de Trump y Pence ya está
maniobrando para suprimir los votos
El hecho de que Trump, y
sus seguidores, siguen cometiendo un ultraje tras otro, de manera regular,
puede hacer que las personas —hasta las que odian todo lo que Trump representa—
se olviden de los ultrajes cometidos incluso hace poquito tiempo. Pero, es de
crucial importancia no olvidar que Trump ya ha propuesto la
idea de “demorar” las elecciones sobre la base de sus afirmaciones completamente
falsas de que cosas como la votación por correo resultarán en un
fraude masivo y que se podría tardar semanas, meses o incluso años para conocer
el verdadero resultado de las elecciones (nótese: semanas, meses o
incluso años — ¡durante ese tiempo Trump insistiría en
quedarse en el poder!).
Trump y
sus seguidores están maniobrando para suprimir los votos de muchas personas
negras, y otras, de las cuales probablemente muchísimas de ellas voten contra
Trump. Un ejemplo notorio es: En el estado de Florida (al cual Trump necesita
desesperadamente ganar), el gobierno controlado por republicanos está
maniobrando para socavar cambios en la Constitución de Florida que han
restaurado el derecho de votar a los que fueron declarado culpables de delitos
graves. Estas maniobras posiblemente les priven del derecho de votar a
casi 800.000 personas, muchas de las cuales son negras o latinas1.
Los
agentes de Trump ya están en el proceso de organizar a golpeadores fascistas
para que vayan a los lugares de votación, especialmente en los estados de
contienda decisiva, para “estar alerta en caso del fraude”. En “Trumplandia”
fascista, mentir es un modo de vivir y el procedimiento estándar. Cuando dicen
“ley y orden”, quieren decir los asesinatos policiales de negros y latinos. A
su parecer, la verdad no es más que las “noticias falsas”, y dicen que “la
ciencia no sabe” cosas que solamente Trump sabe. Así que cuando hablan del
“fraude electoral”, lo que quieren decir es cuando la gente vota contra
Trump. Y lo que tienen la intención de hacer estos golpeadores fascistas
organizados por el campo Trump es precisamente impedir que la gente vote contra
Trump — con la amenaza, y el uso, de la fuerza y la violencia.
Michael
Cohen —que era el abogado personal y “gestor” de Trump durante más de 10 años—
ha hecho sonar la alarma, más de una vez, de que Trump hará cualquier
cosa para quedarse en el poder, incluso iniciar una guerra para crear
una emergencia nacional2. Trump, que es tanto un mentiroso
patológico como un mentiroso con propósito, ha minimizado deliberada y
repetidamente el peligro de la pandemia de la Covid-19, aunque está consciente
del peligro grave que en realidad representa. Ya ha obligado a los organismos
gubernamentales, como los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades
(CDC), a cambiar sus hallazgos y recomendaciones sobre la pandemia de la
Covid-19 para servir a las ambiciones y metas políticas de Trump. Y parece cada
vez más probable que, poco antes de las elecciones, en un esfuerzo por
contrarrestar el desenmascaramiento de su terrible temeridad con respecto a la
Covid-19, y para declararse perversamente el “salvador” del pueblo ante esta
pandemia, Trump haga uso de su poder presidencial para presionar por la
aprobación del uso de una vacuna, aún antes de que se haya determinado
científicamente si tal vacuna es no solamente eficaz sino segura.
Trump ha suprimido a la
oposición con la violencia, y ha amenazado con aún mayor violencia
Otra cosa que no debemos
olvidar es que Trump no sólo ha justificado y respaldado, sino que ha alentado
abiertamente, la violencia de parte de tropas de asalto supremacistas blancos
armados (a los cuales él llama “gente de la Segunda Enmienda”). Ha apoyado a
los ataques violentos por parte de la policía contra manifestantes y ha
utilizado las fuerzas armadas del gobierno para atacar y suprimir a las protestas,
en Washington, D.C., en Portland y otras ciudades. Ya hay bastante evidencia —y
sale más evidencia a cada rato— de que (suponiendo que de hecho se celebren las
elecciones) sin importar el resultado concreto de las
elecciones, Trump se declarará el ganador y usará cualquier medio a su alcance,
incluida la violencia, para mantenerse en el poder. Como señaló un
artículo posteado hace poco en revcom.us:
El 10
de septiembre, Jeanine Pirro del fascista “Noticiero” Fox le
preguntó a Trump cuál sería su respuesta en la noche de los comicios si él
ganara y aquellos que se le oponen “amenazaran con emprender disturbios”. La
respuesta de Trump: “Los apagaremos muy rápidamente si hacen eso... Tenemos el
derecho de hacerlo, tenemos el poder de hacerlo si ellos lo quisieran. Fíjese,
se llama insurrección”3.
Es
necesario “traducir” lo que se dice en este episodio del “mentira-maratón”
fascista continuo de Trump y sus cómplices mediáticos (como el “noticiero”
Fox). Hablar de que Trump “ganara” las elecciones significa que Trump se
declarara a sí mismo el ganador. (Acuérdense que Trump ya ha insinuado
fuertemente que no aceptaría los resultados de las elecciones si Biden ganara;
y Trump siempre ha insistido en que la única manera en que podría perder sería
si las elecciones “se amañaran”.) “Disturbios”, en habla-fascista, quiere decir
protestas contra la brutalidad policial y otras injusticias, aunque estas
protestas sean pacíficas en su inmensa mayoría (como lo han sido); e
“insurrección” en boca de ellos alude a la movilización contra el régimen de
Trump y Pence, aunque esa movilización sea no violenta.
El mismo artículo en revcom.us llama la atención sobre
esto:
Otro vistazo a lo que los fascistas quizá
estén contemplando e incluso planeando salió de la boca del agente republicano
de larga trayectoria y títere de Trump, Roger Stone. (En julio, Trump conmutó
la condena de 40 meses de prisión de Stone, al que habían condenado por mentir
al Congreso). En una llamada con Alex Jones —un teórico de conspiraciones
trumpista— en su programa virtual Infowars, Stone dijo que Trump
debiera considerar declarar “ley marcial” o invocar el Acta contra
Insurrecciones si perdiera las elecciones de noviembre3.
Y
Stone instó al “Procurador General” William Barr (el jefe del Departamento de
Injusticia trumpista, el máximo encargado de la represión ilícita y un
“comandante” de las tropas de asalto del régimen) a que prepare ahora una
fuerza lista para actuar según esta declaración de la “ley marcial” si Trump
perdiera.
Nótese
que Stone llama abiertamente a que Trump utilice la violencia para mantenerse
en el mandato si Trump perdiera las elecciones.
Otros
promotores fanáticos de este régimen, tanto dentro como fuera del gobierno, han
convocado a sus seguidores a armarse en preparación para las elecciones.
Sería
un error muy grave no tomar en serio lo que Trump y sus seguidores fascistas
están proclamando abiertamente.
Pero,
por verdaderamente peligrosos que lo sean estas fascistas amenazas y actos de
violencia, y los preparativos para llevar a cabo aún más violencia — dejarse
intimidar y claudicar ante esto llevaría a un horror mucho más grande.
Hay
que oponerse activa y vigorosamente a los esfuerzos trumpistas por suprimir los
votos; y las personas deben movilizarse, ahora y de manera continua, en torno a
la demanda de que el régimen de Trump y Pence en su conjunto tiene que
marcharse.
No podemos confiar en
los demócratas, no podemos esperar hasta noviembre
En la Primera parte de
esta serie, examiné las razones de por qué los demócratas no denunciarán al
régimen de Trump y Pence, y a sus seguidores, por lo que son: fascistas.
Señalé:
Una y otra vez, los demócratas han tratado de
lidiar con esto utilizando las mismas “normas” e instituciones las que este
régimen está desafiando y triturando, o que está haciendo conformarse a sus
objetivos fascistas — las cortes, las audiencias y procedimientos del Congreso,
etcétera. Una y otra vez, los demócratas han fracasado. Sin embargo, se niegan
obstinadamente a buscar otros medios para oponerse a este régimen, más que recurrir
a estas mismas “normas” y procedimientos. Esto es lo que están haciendo, y se
inclinarán fuertemente a seguir haciéndolo, incluso ante las maniobras
crecientes e intensificadas de Trump para suprimir el voto en las elecciones
venideras y su determinación claramente indicada de hacer que sea declarado el
ganador en las elecciones, o de permanecer en el poder sin importar el
resultado de las elecciones4.
Biden y los demócratas actúan como si hubiera tanto
conflicto amargo, violencia y “caos” en la sociedad — e insisten repetidamente
en que hay tanto conflicto amargo, violencia y “caos” en la sociedad porque
“Trump nos está dividiendo, no nos está uniendo”. Pero la verdad es que, si
bien Trump se ha vuelto un “punto de convergencia” y una “punta de lanza” para
las fuerzas fascistas en Estados Unidos, dentro de las estructuras del poder y
más ampliamente entre sectores de la población, hay razones y causas
profundamente arraigadas de por qué este fascismo ha cobrado tanta fuerza.
Biden y los demócratas no pueden “hacer que se unifique el país”, como dicen
falsamente, porque no puede darse ninguna “conciliación” con estos fascistas —
cuyas “quejas” se derivan del resentimiento fanático contra cualquier
limitación a la supremacía blanca, la supremacía masculina, la
xenofobia (el odio por los extranjeros), el chovinismo pro estadounidense
rabioso y el saqueo irrestricto del medio ambiente, y que se expresan
cada vez más en términos literalmente lunáticos. ¡No puede darse
ninguna “conciliación” con esto, salvo de acuerdo a los términos de
estos fascistas, con todas las terribles implicaciones y consecuencias de
hacerlo!
Como también he enfatizado: “Todo esto señala la
probabilidad muy grande de que, independientemente del resultado real de estas
elecciones (suponiendo que de hecho se celebren), si Trump se declarara el
“ganador” y se negara a dejar el cargo, en ausencia de una movilización
verdaderamente masiva que exigiera que fuera sacado del poder el régimen de
Trump y Pence, los demócratas terminarían por claudicar ante
Trump”4.
Esto no quiere decir que sería irrelevante votar
por Biden — que no tendría ningún impacto. Muchas personas que odian a Trump
han expresado al mismo tiempo una clara falta de entusiasmo por Biden. Pero
“entusiasmo por Biden” —o la falta de tal entusiasmo— en realidad no viene al
caso, y basar las cosas en algo así implica ignorar al por mayor, o
deliberadamente hacerse de la vista gorda, respecto a qué tan crucial lo es lo
que está en juego. La razón de votar por Biden es votar contra
Trump y su régimen en su conjunto. Y eso debe ser razón suficiente,
para cualquier persona que seriamente se preocupe por la justicia social, que
se niegue a vivir en un Estados Unidos fascista y que tenga una sensación de la
catástrofe muy real que eso implicaría, no sólo para la gente en Estados Unidos
sino para toda la humanidad, si Trump consiguiera un “mandato de reelección”.
Por estas razones, como señalé en mi Declaración del 1º de agosto, si llegara a
darse el caso —si el régimen de Trump y Pence aún estuviera en el poder a la
hora de celebrar los comicios—, pues para votar contra Trump,
sería muy importante y necesario votar por Biden.
Como enfatiza esa Declaración: “hay una —y
únicamente una— cosa ‘buena’ que podría resultar de estas elecciones: asestar
una derrota contundente a Trump y al régimen fascista en su conjunto”. Esto
no “pondría fin” al fascismo que ha surgido de contradicciones profundamente
arraigadas y que ha cobrado fuerza durante décadas. Pero, como la Declaración
del 1º de agosto también enfatiza: asestar una derrota contundente a este
régimen “crearía condiciones mucho mejores para seguir librando la lucha
contra todo lo que representa el régimen de Trump y Pence y toda la opresión e
injusticias de este sistema, y eso sería un gran regalo para la gente del mundo”.
Al mismo tiempo, por todas las razones que se
abordan en esa Declaración, y que se recalcan aquí —las maniobras de Trump que
ya van viento en popa para robarse las elecciones, y su determinación de hacer
uso de cualquier medio a su alcance para permanecer en el poder, sin importar
el resultado concreto de esas elecciones, y al mismo tiempo la probabilidad de
que, al dejar las cosas únicamente en sus manos, los demócratas terminarán
por claudicar ante Trump— esperar para
noviembre y confiar en votar muy probablemente conducirá al
desastre.
Las personas tienen que despertarse seria y
completamente a la realidad de lo que está en juego, antes de que se haga muy
tarde. Más
de unas pocas personas han observado, a veces con una triste resignación, que
la continua avalancha de mentiras y actos criminales verdaderamente monstruosos
de Trump y su régimen las ha desgastado, al extremo de que ya nada les
conmociona ni se sienten impelidas a actuar. Pero perder nuestra
capacidad de indignarnos, y de actuar a base de esa indignación, significa
perder nuestra humanidad — y, en vista de la situación que enfrentamos, eso
equivale a colaborar con el fascismo de este régimen y la
catástrofe hacia la cual está propulsando inexorablemente a la humanidad.
El fanatismo demente de los fascistas al insistir
en que Trump deba mantenerse en el poder, cueste lo que cueste, tiene que
encontrarse, y verse abrumado, con la intensidad apasionada consciente de las
masas de personas que odian todo lo que este régimen fascista representa, que
reconocen el peligro existencial muy real que este régimen representa para la
humanidad y que arden con una determinación justificada de que ¡este régimen
tiene que marcharse!
Y para convertir eso en realidad, no podemos dejar
que esta determinación justificada sea canalizada a simplemente votar contra
Trump. Lo que se requiere urgentemente ahora es que “se
salga de las ‘normas’ de este sistema y se movilice a las masas de personas en
una lucha decidida, no violenta pero sostenida en las calles para exigir la
expulsión de este régimen, tal como RefuseFascism.org (Rechazar el Fascismo) ha
venido convocando a hacer”4. Además:
La movilización de masas que se requiere no se
puede forjar “de la noche a la mañana” en las secuelas de las elecciones — ni
tampoco se puede forjar confinándolo todo dentro del marco y los límites en los
cuales insisten los demócratas…
Tenemos
que tomar las calles, y permanecer en las calles, con la demanda ¡Trump
y Pence Fuera Ya!4
_________
Notas:
1. Vea el artículo El estado de Florida maniobra para privar del derecho
de votar a cientos de miles de personas condenadas de delitos graves. [volver]
2. En su testimonio ante un comité del
Congreso en 2019, Michael Cohen habló del peligro de que Trump se niegue a
reconocer los resultados de las elecciones programadas para noviembre de 2020
si Trump no ganara estas elecciones. Y, en su libro recientemente publicado Disloyal,
The True Story of the Former Personal Attorney to President Donald J.
Trump [Desleal: La verdadera historia del ex abogado personal del
presidente Donald J. Trump], Cohen vuelve a hacer sonar la alarma, con aún
mayor urgencia, con la advertencia de que Trump hará cualquier cosa, incluido
iniciar una guerra, para permanecer en el poder. Cohen ha admitido que, antes
de esta comparecencia ante el Congreso en 2019, había mentido al Congreso —
algo que trató de rectificar dando un testimonio veraz en esa audiencia de
2019. La máquina de falsedades fascistas de Trump ha tratado de aprovechar el
hecho de que Cohen es un mentiroso confeso, que ha sido condenado del delito de
mentir al Congreso, para intentar desviar la atención de lo que Cohen ha
revelado sobre Trump y sobre los graves peligros que él representa. El
problema, para los trumpistas, es que las mentiras a las que aluden, y
los otros actos despreciables que Cohen cometió — pues, todo eso se hizo
precisamente a instrucciones y en beneficio del propio
Mentiroso-En-Jefe Trump.
Cohen, que trabajó muy de cerca con (o para) Trump
durante más de diez años, incluidos los primeros años de la presidencia
trumpista, y quien probablemente conoce a Trump tan bien como es posible
conocerlo, confirma lo que dice la sobrina de Trump, Mary Trump: El
racismo, la misoginia (el odio y la degradación a las mujeres) y la
intolerancia en general están en el mero corazón de su ser. [volver]
3. “Trump sobre las protestas para la noche de las
elecciones: ‘Las apagaremos muy rápidamente’”. Esto es parte de la
serie que continúa, El embate fascista, en revcom.us. [volver]
4. Las citas y referencias aquí son de No
será suficiente votar — Tenemos que tomar las calles, y permanecer en
las calles con la demanda Trump y Pence Fuera Ya, Primera parte, “Los demócratas no son capaces de luchar contra Trump
en la manera en que hay que hacerlo”. Este artículo mío está
disponible en revcom.us. [volver]
Tercera Parte
El Fascismo de Trump —
a Diario Más Descarado y Peligroso:
Cómo Una Decidida Lucha y Masiva Movilización
Podrían Derrotar Esto
En la Declaración
de Bob Avakian, del 1º de agosto de 2020, Sobre la situación crítica inmediata,
la urgente necesidad de expulsar al régimen fascista de Trump y Pence, votando
en estas elecciones, y la necesidad fundamental de la revolución,
abordé este importante punto:
A esta
hora crítica, hay que utilizar todos los medios apropiados de acción no
violenta para sacar del poder a este régimen. E, incluso con protestas de masas
que exigen que se saque del poder al régimen de Trump y Pence, si este régimen
permanece en el poder a la hora de votar, pues en tal caso —sin confiar en
lo fundamental en votar— utilizar todos los medios apropiados para trabajar
para sacar del poder a este régimen debe incluir votar contra
Trump (suponiendo que en efecto se celebren las elecciones). Para
que quede claro, esto no se refiere a un “voto de protesta” por algún candidato
que no tiene posibilidades de ganar, sino votar concretamente por el candidato
del Partido Demócrata, Biden, a fin de dar un voto que tenga un efecto
real contra Trump.
Al
mismo tiempo, sin embargo, enfaticé fuertemente que
Simplemente confiar
en el voto para sacar a este régimen casi seguramente conducirá a
resultados muy malos, incluso desastrosos. Esto
es muy cierto en vista de lo que este régimen ya está haciendo, y lo que Trump
está diciendo, en relación a las elecciones.
Pero,
si eso es cierto, pues ¿cómo se podría sacar del poder a este
régimen — y, específicamente, en realidad cómo podría conducir una movilización
de masas a obligar a marcharse a este régimen? Imagínese lo siguiente.
Entre
los miles de personas con las que el trabajo de RefuseFascism.org (Rechazar el
Fascismo) ya se ha conectado y a los que ha puesto en marcha, con la demanda de
que este régimen fascista tiene que quedarse ¡FUERA YA!, que cada vez más
personas se conviertan en organizadores de base, conectándose con
sus familias, amigos y comunidades, y activando a todo tipo de personas y
grupos —mediante el contacto directo, las redes sociales y de otras formas— que
atraigan e incorporen hacia este creciente y cada vez más diverso movimiento de
masas, a miles de personas adicionales que comparten su odio por todo lo que
este régimen representa y por todo lo que éste maniobra despiadadamente para
imponer a martillazos. Y que muchas personas más, a su vez, también se
conviertan en organizadores.
Imagínese
que, como ha sucedido con las protestas de masas contra la racista opresión y
terror policial, la gente se movilice en las calles, día tras día,
a partir del 3 de octubre, en respuesta al llamamiento de Rechazar el Fascismo
para realizar manifestaciones sostenidas no violentas pero
decididas en torno a la demanda unificadora de que este régimen tiene que
marcharse, ya. Que estas movilizaciones crezcan, se expandan y se multipliquen
— y que se les unan crecientes cantidades de personas indignadas por la
continua brutalidad y asesinato policial; por la devastación del medio
ambiente; por los niños en jaulas y las decenas de miles de inmigrantes en
campos de concentración en la frontera; por la negligencia y mentiras
despiadadas y temerarias de Trump sobre la pandemia de la Covid, con el
resultado de decenas de miles de muertes innecesarias, desproporcionadamente
entre los negros, los latinos y los indígenas; por la implacable maniobra del
régimen para consolidar más una Corte Suprema que sea otro instrumento de
fascista intolerancia y represión — que masas de personas, de todas
partes de la sociedad, que están hartas de todo esto, y están llegando a ver
aún más claramente que todo esto está estrechamente relacionado con este
régimen fascista y está impulsado por él, se unan a las continuas
movilizaciones diarias, vinculando su indignación y resistencia con la demanda
unificadora: ¡FUERA YA!
Imagínese:
Que estudiantes y alumnos, profesores y maestros, científicos, profesionales
médicos, abogados, clérigos y sus congregaciones, sindicatos, organizaciones de
derechos civiles y de justicia, artistas, atletas y otras personas en el ámbito
cultural — que todas estas personas, y otras, asuman el llamamiento y se
movilicen para fortalecer el movimiento. Que celebridades, y personas
prominentes en muchos campos, utilicen sus plataformas para magnificar el
mensaje y ayuden a movilizar a cantidades aún mayores de personas.
A
medida que los crímenes de este régimen aumenten en escalada día tras día —
regando supremacía blanca, supremacía masculina y otras intolerancias;
maniobrando para suprimir el voto y robarse las elecciones; amenazando con
violencia y desatándola para permanecer en el poder sin importar el resultado
de las elecciones; convirtiendo cada vez más al “Departamento de Justicia” en
un instrumento franco de represión sin ley, robándose a la gente sus derechos
básicos, al tiempo que maniobre para imponer a martillazos una Corte Suprema
que declare que todas estas acciones son “constitucionales” y “legales” — a
medida que todas estas cosas, y otras, se vuelvan cada vez más descaradas, y se
aceleren a un ritmo vertiginoso al aproximarse las elecciones programadas, que
crecientes sectores de la sociedad empiecen a darse cuenta de que no pueden
simplemente confiar en las elecciones para hacer frente a esto. Al dejar a un
lado lo de confiar pasivamente en el “proceso político normal” y al superar temores
ante las amenazas y asaltos de los golpeadores fascistas, por todo Estados
Unidos que las masas de personas del común, en crecientes olas, se tomen las
calles, se sumen a las movilizaciones en curso ¡FUERA YA!, o con sus propios
esfuerzos inicien tales movilizaciones donde aún no se estén produciendo. Que
esto se convierta en una marejada masiva desde abajo que abarque al país en su
conjunto, cambiando dramáticamente los términos de la participación política,
obligando a todos los contendientes políticos y a todas las instituciones
dominantes de la sociedad a responder a esta ascendente ola de resistencia
decidida de masas. Que esta creciente movilización se desarrolle desde los
márgenes hasta pasarse al centro de la atención y cobertura de los medios de
comunicación, en Estados Unidos y a nivel internacional. Que la gente de todo
el mundo preste atención, se inspire y organice manifestaciones de solidaridad
y apoyo.
Imagínese
que, de repente, los políticos y agentes del Partido Demócrata se vean obligados
a darse cuenta de que simplemente no pueden canalizar toda la indignación y el
descontento en unas elecciones que a diario el régimen fascista está robándose
y corrompiendo de manera violenta. Que estos políticos ahora declaren que se
identifican con los sentimientos de las masas de manifestantes que demandan
¡FUERA YA! — y busquen tener oradores en los mítines y trabajen para controlar
y dirigir las movilizaciones hacia “canales aceptables” que no lleven a más
“desorden”. Pero que, dada la creciente comprensión y determinación de los
manifestantes, los esfuerzos de estos políticos solamente atraigan aún más
atención, y aún más gente, hacia estas movilizaciones — e incluso ante las
crecientes amenazas y actos de represión y violencia del régimen y sus partidarios
fascistas, con y sin uniforme, estas movilizaciones sigan creciendo y hagan
tronar aún más poderosamente la demanda: ¡FUERA YA!
Ante
la intensificación de esta situación, que los dirigentes del Partido Demócrata
calculen que la única manera en que pueden esperar a obtener el control de la
situación y restablecer alguna apariencia de “proceso ordenado” es que ellos
mismos asuman la demanda “El régimen de Trump y Pence tiene que marcharse”
—ahora—, incluso antes de unas elecciones programadas que este régimen ya ha
pervertido completamente e impedido que procedan como un proceso “libre y
justo”. Que otras personas con cargos poderosos en el gobierno se sumen a esta
maniobra de los demócratas (o la apoyen tras bambalinas), entre ellas hasta
algunos políticos republicanos que por fin hayan decidido que se cumplirán más
efectivamente sus objetivos políticos y ambiciones personales rompiendo con
este régimen y reagrupándose en torno a otros “líderes”. Que estas fuerzas de
la clase dominante les presenten a Trump (y Pence) el ultimátum de que o bien
renuncien o si no, saldrán destituidos en un juicio político —y, en esta
ocasión, serán condenados— y que aquellos que pongan esta demanda también dejen
en claro que tienen el poder institucional detrás de sí para hacer cumplir
esto, si Trump (y Pence) se niegan a marcharse. ¡Imagínese!
Por
supuesto, es imposible decir exactamente cómo resultarán las cosas, y no hay
“garantía” de éxito. Pero es posible. Y hay que enfatizar dos
cosas al respecto.
Primero,
si las masas de personas no se toman las calles, ahora mismo,
en torno a la demanda de que este régimen tiene que marcharse; si se permite
que este régimen suprima los votos y utilice la amenaza y la fuerza de la
violencia para mantenerse en el poder; si este régimen logra consolidar más su
gobierno fascista y desatarse más para imponer a martillazos su programa y
objetivos fascistas — pues, las consecuencias serán verdaderamente
catastróficas.
Segundo,
nosotros —todos nosotros, desde muchos distintos ámbitos de la vida y muchas
distintas perspectivas políticas, que somos capaces de reconocer a este régimen
fascista por lo que es y rechazamos vivir en un Estados Unidos fascista— al
actuar juntos miles y millones de nosotros, podemos dar expresión a los
sentimientos fuertemente sostenidos de decenas y decenas de millones de
personas que odian con razón todo lo que este régimen representa y que aspiran
a un mundo mucho mejor que éste. Podemos dar vida a movilizaciones masivas, no
violentas pero sostenidas, y que crezcan rápidamente, que exijan que este
régimen tenga que marcharse —ya— con la posibilidad de que esto pueda llegar a
convertirse en una realidad. Podemos expresar poderosamente el entendimiento
crucial de que —debido a su propia naturaleza fascista, y con sus intentos en
escalada de corromper unas elecciones y permanecer en el poder
independientemente del resultado concreto de esas elecciones—, este régimen
es ilegítimo y hace falta sacarlo. Y si, incluso con esta
movilización de masas, este régimen aún se halla en el poder el 3 de noviembre,
el hecho de que hayamos llevado a cabo esta movilización de masas y hayamos
propagado poderosamente esta demanda ¡FUERA YA!, implicará que habrá
condiciones mucho más favorables para continuar, y amplificar y fortalecer más,
esta movilización de masas si Trump y su régimen intentaran mantenerse en el
poder, independientemente del resultado concreto de las elecciones.
El que
se diera una posibilidad real de una sociedad, un mundo y un futuro para la
humanidad —en el que valiera la pena vivir— dependería, en una medida muy
grande, de lo que nosotros que aspiramos a un mundo así decidamos hacer, y de
que nos esforcemos con la determinación necesaria para hacer de esto una
realidad.
*********
Con este esbozo básico
en mente de lo que es necesario, y de lo que es posible —la lucha decidida y la
movilización masiva que realmente podrían derrotar las maniobras del régimen de
Trump y Pence para seguir consolidando a martillazos su gobierno fascista, con
las consecuencias verdaderamente catastróficas que ello conllevaría—,
examinemos esto más a fondo, y de manera más completa, en el contexto de la
situación más amplia y los cruciales acontecimientos recientes.
La muerte de Ruth Bader
Ginsburg y los fascistas fanáticos odia-mujer
El anuncio de la muerte
de la magistrada liberal de larga trayectoria de la Corte Suprema Ruth Bader
Ginsburg no ha sido motivo para que Trump y sus socios fascistas tomen una
pausa para honrar a Ginsburg, sino para que declaren de inmediato su intención
de imponer y mayoritear apresuradamente el nombramiento de otro magistrado de
extrema derecha a la corte — para dar mayores “fundamentos jurisprudenciales”,
por parte del “máximo tribunal del país”, a la agenda y objetivos fanáticamente
opresivos y represivos del régimen fascista de Trump y Pence, entre los que
figuran: utilizar el “poder ejecutivo” para pisotear el estado de derecho y
convertir la “ley” en un mero instrumento del régimen fascista; darle a la
policía poderes aún más ilimitados para brutalizar y asesinar en nombre de “la
ley y el orden”; perseguir despiadadamente a los inmigrantes, a las personas
LGBT, a los musulmanes y a otros “indeseables”; eliminar aún más las
restricciones al saqueo del medio ambiente; a fuerzas hacer que todos los miembros
de la sociedad se traguen el patriotismo y el fundamentalismo religioso (es
decir, el fascismo cristiano) — y, de no menos importancia, prohibir el aborto
y en general zampar con más fuerza a las mujeres a una posición subordinada en
relación con los hombres y en la sociedad en general.
En ¡El
régimen de Trump y Pence tiene que marcharse!, examiné la “alianza impía”
entre Trump y los fundamentalistas cristianos, que constituyen el núcleo duro y
la fuerza impulsora de este fascismo1.
Al
abordar el mismo fenómeno (y al referirse a los fundamentalistas cristianos
como “evangélicos”, y al tener en mente en particular los evangélicos blancos),
Kristin Kobes Du Mez ha dejado en claro:
el apoyo evangélico a Trump no fue una aberración,
ni fue meramente una decisión pragmática. Fue, más bien, la culminación de
acoger, por parte de los evangélicos, la masculinidad militante, una ideología
que consagra la autoridad patriarcal y aprueba la despiadada demostración de
poder, en el país y en el extranjero2.
El fanatismo fascista cristiano
en oposición al aborto en realidad no tiene que ver con la
noción fraudulenta de que el aborto equivale a “matar bebés” — algo que se
demuestra en el hecho (entre otras cosas) de que estos oponentes al derecho al
aborto también se oponen fuertemente al control de la natalidad que impide
el embarazo en primer lugar. La verdad es lo siguiente: Lo que
realmente está en juego es que el aborto, y el control de la natalidad, ayudan
a proporcionar a las mujeres una cierta independencia, una libertad
para decidir si tener hijos y cuándo tenerlos — y, sí, una cierta libertad para
participar en relaciones sexuales de su propia elección, sobre la base de su
propio deseo y volición, sin tener que preocuparse por embarazarse cuando no
haya querido o no haya decidido hacerlo. Es esta relativa independencia y
libertad la que suscita un frenesí entre los fascistas cristianos, porque va en
contra de la disminución del papel de las mujeres a “compañeras de apoyo” de
los esposos e incubadoras de niños para los esposos en las familias
patriarcales dominadas por los hombres, y a la posición subordinada y oprimida
de las mujeres en la sociedad en general3.
En
escritos y discursos anteriores —incluido el artículo anterior (Segunda parte)
de esta serie—, subrayé que existe una conexión directa y un vínculo poderoso
entre la misoginia patriarcal (el odio por las mujeres y su degradación) por
parte de este fascismo y su agresiva supremacía blanca, y que: no puede darse
ninguna “conciliación” con estos fascistas — cuyas “quejas” se derivan del
resentimiento fanático contra cualquier limitación a la supremacía
blanca, la supremacía masculina, la xenofobia (el odio por los extranjeros), el
chovinismo pro estadounidense rabioso y el saqueo irrestricto del medio
ambiente, y que se expresan cada vez más en términos literalmente
lunáticos. ¡No puede darse ninguna “conciliación” con esto, salvo de
acuerdo a los términos de estos fascistas, con todas las terribles
implicaciones y consecuencias de hacerlo!4
Es una
necesidad urgente para todos los que se niegan a aceptar todo esto (que
rechazan “conciliarse” con todo esto), que entiendan cuáles serían las
consecuencias terribles si el régimen de Trump y Pence lograra dar mayores
saltos en consolidar su gobierno fascista y en implementar su programa fascista.
Este fascismo “no se trata simplemente de algunas políticas horrorosas sino
de una forma cualitativamente diferente de gobierno, basado
en una brutal represión y violación de lo que se supone sean los derechos más
básicos”5.
El
teólogo afroamericano Hubert Locke —quien cité en el artículo anterior (Primera
parte) de esta serie— subraya el siguiente punto crucial:
Si todo esto fuera simplemente una batalla por el
corazón y mente del pueblo estadounidense, podríamos entrar al conflicto con
mucho menos preocupación, confiados de que al final el buen sentido y la bondad
humana triunfen en última instancia sobre la ignorancia y la intolerancia. Pero
esta es una batalla por el poder — se trata de tomar las
riendas del gobierno, manipular los tribunales y las decisiones judiciales,
controlar los medios de comunicación y hacer incursiones en todos los rincones
posibles de nuestra vida y relaciones privadas, de modo que reine en Estados
Unidos lo que la derecha religiosa percibe como la voluntad de Dios6.
Un Grito de Batalla y un
Llamado a la Acción
Todos aquellos que
pueden reconocer que esta pesadilla se está convirtiendo rápidamente en una
realidad bruta —que se niegan a vivir en un Estados Unidos fascista en que se
calumnia vilmente todas las aspiraciones a un mundo justo y se les priva sin
piedad de aire para respirar— nosotros, millones y decenas de
millones de nosotros, tenemos que actuar juntos para crear una situación en la
que, siempre y cuando este régimen fascista esté en el poder, no podrá existir,
y no habrá, ninguna “normalidad”, ninguna marcha continua de la maquinaria que
está llevando al desastre.
Tenemos
que luchar con el reconocimiento total de la profundidad de lo que está en
juego y de que este régimen en sí representa la máxima amenaza a la humanidad.
Lo que se requiere ahora es una lucha que es no violenta, pero osada y audaz,
prendida con la determinación de no retroceder, hasta que este régimen sea
sacado del poder. De una manera muy urgente, tenemos que hacer nacer
una situación en la que cada fuerza —de entre todos los diferentes sectores de
los poderes e instituciones gobernantes, y en la sociedad en general— tenga que
responder a la situación política, y sopesarla de modo serio, que nosotros
estemos creando por medio de movilizaciones cada vez más masivas y
poderosas, insistiendo en que este régimen tiene que marcharse, ¡ya!
Hacer
algo menos implicará atarnos a fuerzas y procedimientos, y esperar pasivamente
un resultado, lo que muy probablemente conduzca a claudicar a
este fascismo, con lo que serán (sin la más mínima exageración) consecuencias
verdaderamente catastróficas.
Como
subraya mi Declaración del 1º de agosto: “A esta hora crítica, hay que utilizar
todos los medios apropiados de acción no violenta para sacar del poder a este
régimen”7. Y,
si llegara a darse el caso, ello implicaría votar por Biden a fin de
efectivamente votar contra Trump.
También he señalado esta
importante realidad:
Es cierto que, en este momento, el voto en
unos pocos estados determina, en esencia, el resultado de las elecciones
presidenciales — de modo que un candidato podría perder el voto popular y
todavía ganar la presidencia, tal como pasó con Trump en las anteriores
elecciones presidenciales. Pero, inclusive con esta realidad, una estrategia
electoral que podría tener resultados mucho mejores para los demócratas sería
la de hacer frente directa y enérgicamente a todo el enfoque racista de Trump,
y hacer llamamientos para atraer a la gente negra y a otra gente de color, y al
gran número de blancos (en especial, pero no solamente, de las generaciones más
jóvenes) que han mostrado que se motivan por un claro deseo de terminar con la
injusticia social, la desigualdad abierta y la violencia policial desenfrenada.
Eso es una gran “reserva” en la cual, en teoría, los demócratas podrían
centrarse en atraer8.
También es cierto que “en realidad los demócratas
en sí no lo harán — y no podrán hacerlo”8. Pero,
al crear el tipo de situación política en la que Biden y los demócratas
estén obligados a reconocer, y tomar en cuenta, la
determinación poderosamente expresada de masivas cantidades de personas que
exijan un fin al régimen de Trump y Pence y al fascismo que
éste encarna — eso podría ejercer una compulsión sobre los
demócratas para que expresen oposición a Trump sobre una base que al menos
empiece a reconocer el meollo de la naturaleza y programa fascista esencial del
régimen de Trump y Pence... Lo que, a su vez, podría impeler a más personas a
tomarse las calles para exigir esto... Lo que, a su vez, podría crear
circunstancias y condiciones aún más favorables para librar la lucha para sacar
del poder a este régimen.
Piensen en lo que ha
ocurrido como resultado del hermoso levantamiento que se ha dado contra el
racismo institucional y el terror policial. De maneras muy significativas, se
ha cambiado dramáticamente “la conversación sobre la raza”. De repente, los
demócratas, y otras instituciones “tradicionales”, se sienten impelidos a
hablar no sólo de la necesidad de “reformas de la policía”, sino también del “racismo
sistémico” — y ¡se está discutiendo y debatiendo ampliamente toda la
historia de Estados Unidos, con sus raíces en la esclavitud, y en el genocidio
contra los pueblos indígenas! ¡No hay manera en que todo esto hubiera ocurrido
—y el panorama político hubiera cambiado tan dramáticamente, en un período de
tiempo tan corto— en ausencia de este hermoso levantamiento de masas! Y lo
mismo podría ocurrir, de la misma manera inmediata (“telescópica”), si no sólo
continuara el justo torrente de lucha contra la opresión racista y el terror
policial, y contra otras injusticias escandalosas, sino si todo esto se
vinculara con masas de personas, y se expresara poderosamente como
masas de personas, en cantidades continuamente crecientes, en las calles exigiendo
poderosamente: ¡El régimen fascista de Trump y Pence tiene que marcharse!
Si
este régimen fascista todavía está en el poder cuando llegue la hora de votar —
pues, eso requerirá no sólo que las mismas personas lleven a cabo el único acto
de votar, sino que trabajen para movilizar a masivas cantidades de personas
para asestar una derrota electoral decisiva a este régimen fascista.
Pero, al mismo tiempo, como he enfatizado repetidamente —y esto no se
puede enfatizar demasiadas veces—, es probable que, por todas las razones
expuestas aquí (así como en otras partes de esta serie y en mi Declaración del
1º de agosto), confiar en votar, sin la movilización de masas
con la demanda de sacar del poder a este régimen, conduzca al desastre.
Las
masas de personas tienen que actuar, ahora, para crear las condiciones más
favorables para obligar a que se saque del poder a este régimen, cuya
continuación, y mayor consolidación, en el poder, sin ninguna exageración,
tendrá consecuencias verdaderamente monstruosas.
Ponerse
a la altura del reto histórico y superar todos los obstáculos (inclusive en
nosotros mismos)
Como también he
subrayado, “Sería un error muy grave no tomar seriamente lo que Trump y sus
seguidores fascistas están proclamando abiertamente”, inclusive sus amenazas de
aún mayor violencia para garantizar que el régimen de Trump y Pence permanezca
en el poder. Pero, una verdad aún más importante es lo siguiente: “por verdaderamente
peligrosos que lo sean estas fascistas amenazas y actos de violencia, y los
preparativos para llevar a cabo aún más violencia — dejarse intimidar y
claudicar ante esto llevaría a un horror mucho más grande”9.
Al enfrentar esto, toda persona digna puede inspirarse y cobrarse valor en las
acciones de las masas de personas que han desafiado valerosamente los repetidos
ataques —de parte de la policía y de las tropas de asalto del gobierno bajo el
mando del régimen Trump y Pence, así como los asaltos de los golpeadores
fascistas armados pro-Trump, y que se han volcado a las calles—, para expresar
su indignación en torno a la brutalidad y asesinato racista y su determinación
de que todo eso tiene que terminar.
Pero
no se trata únicamente de temores, por bien fundados que estén, los cuales hay
que superar. También se trata del individualismo que ha
llegado a ser tan generalizado, y que a menudo se manifiesta en términos tan
extremos, en esta sociedad, especialmente en los últimos tiempos. En la
situación de hoy, ante la escalada y aceleración de la bestia inexorable
fascista, con frecuencia este individualismo se expresa ahora en estos términos:
“Aunque odio todo lo que Trump representa y todo lo que hace, tengo que
cuidarme de mí mismo y de aquellos que están cerca de mí; y arriesgarme en las
primeras líneas y oponerme activamente a esto saliendo a las calles y
protestando en torno a la demanda de que hay que sacar a este régimen ahora —en
un momento en que no hay muchas personas que ya lo están haciendo—, bueno, eso
es un riesgo que no estoy dispuesto a correr, especialmente cuando se aproximan
unas elecciones y existe la posibilidad de que éstas logren lidiar con el
problema”.
En
este caso —además de llamar la atención una vez más sobre las formas en que
Trump ya está pervirtiendo y robándose las elecciones, y está
usando la violencia y amenazando con aún más violencia para permanecer en el poder,
independientemente de lo que realmente ocurra con estas elecciones—, hay que
señalar fuertemente: Si todos los que hubieran expresado (o hubieran
tenido) estos sentimientos efectivamente salieran a las calles, habría
una fuerza de literalmente millones, y hasta decenas de millones de personas,
así expresando poderosamente su insistencia en que el régimen de Trump y Pence
tiene que estar ¡FUERA YA! — tales como RefuseFascism.org (Rechazar el
Fascismo) está convocando y organizando para hacer.
También
es necesario decir sin rodeos: Este individualismo desenfrenado —según
el cual cada quien sólo se piensa en sí mismo y no actúa o se niega a actuar a
partir de los intereses más amplios de la humanidad— constituye una
gran parte de por qué estamos enfrentados a la terrible situación a la que nos
enfrentamos ahora. Y continuar de esta manera sólo contribuirá a que las
cosas se vuelvan muchísimo peores, con consecuencias verdaderamente
catastróficas para toda la humanidad — de las cuales pocas personas,
si es que hay alguna, en última instancia podrán escapar. (Además del peligro
omnipresente de la aniquilación nuclear, especialmente con el intimidador
demente Trump con el dedo en el detonador nuclear, piense en la crisis
ambiental y el daño intensificado y acelerado que el régimen de Trump y Pence
ya le ha hecho al medio ambiente — y lo que hará a una escala mucho más
terrible, si permanece en el poder).
Tal
vez no sea “fácil”, pero corresponde a los intereses fundamentales de todos
(todos los que se preocupan en lo más mínimo por la injusticia y la desigualdad
social, y por tener un entorno, tanto natural como social, en el que los seres
humanos pueden respirar y esperar a florecer) que todos estemos dispuestos a
estar “entre los primeros” en pasar al frente con osadía y formar parte de una
movilización verdaderamente masiva que exija que hay que sacar a este régimen,
ahora — y, al hacerlo, que descubramos que después de todo no estamos “solos” o
no somos “solamente unas pocas almas valientes”, sino que estamos juntos, no
sólo en nuestros sentimientos sino como una fuerza activa, con miles y, en
última instancia, millones de personas.
Sí, es
cierto que no existe ninguna “garantía” de que incluso una movilización tan
masiva logre obligar a que se saque del poder a este régimen —y este régimen,
junto con los fanáticos fascistas dementes que constituyen su “base”, le
opondrán una rabiosa resistencia—, pero sí se puede garantizar
que, si este régimen logra mantenerse en el poder, al corromper y robarse las
elecciones y luego al negarse a marcharse, una vez más las consecuencias serán
verdaderamente catastróficas.
Y, si
bien no existe ninguna “garantía”, sí existe una clara posibilidad de
un resultado positivo. Una vez más, piense en el tremendo impacto que
ha tenido el hermoso levantamiento contra la opresión racista y el terror
policial, casi literalmente “de la noche a la mañana”.
Al
mismo tiempo, es importante comprender que, aunque y a medida que una
movilización de masas que exija que se saque del poder a este régimen podría
tener un poderoso impacto en el terreno político, y en todas las instituciones
de poder y sectores de la sociedad, no es probable que las cosas se
desenvuelvan como una simple extensión lineal directa de esta movilización de
masas. Más bien, lo más probable es que se produzca como la interacción entre
esa movilización de masas, y las contradicciones y conflictos entre los de
arriba, los que esta movilización de masas agudizará — lo que
posiblemente conduzca a una crisis política de unas dimensiones y profundidad
tan poderosas de modo que fuerzas que por lo normal se resisten fuertemente a
hacer cosas fuera de los “medios y procedimientos institucionales
tradicionales” de este sistema, los poderes en la clase dominante que por lo
normal no se meten directamente en la política del sistema, e incluso algunos
de aquellos que hasta ahora se han mantenido de manera obstinada al lado de
este régimen fascista, lleguen a la conclusión de que es necesario sacar al
régimen —al menos obligar a Trump (y a Pence) a dimitir— a fin de evitar una
crisis aún más profunda para todo su sistema.
Una
vez más, nadie puede decir, con una certeza absoluta, cuál será el resultado de
todo esto. Pero un levantamiento popular verdaderamente masivo, el que se
proponga expulsar al régimen de Trump y Pence, incluso antes de las elecciones,
podría desempeñar un papel muy poderoso en la creación de condiciones
favorables para hacer frente a la demencial determinación de este régimen de
permanecer en el poder y causar aún más estragos y horror.
Es
crucial reconocer que La movilización de masas que se requiere no se puede
forjar “de la noche a la mañana” en las secuelas de las elecciones — ni tampoco
se puede forjar confinándolo todo dentro del marco y los límites en los cuales
insisten los demócratas10.
Y,
mediante el trabajo de Rechazar el Fascismo, y de algunos otros que se han
sumado a este esfuerzo, ya se ha iniciado esta movilización de masas.
Es un
hecho que, desde los primeros días del régimen de Trump y Pence, Rechazar el
Fascismo ha estado convocando a una movilización de masas en torno a la demanda
de que este régimen tiene que marcharse; y, aunque hasta ahora ha movilizado a
miles de personas para tomarse las calles y expresar esta demanda, esta
movilización todavía no ha resultado en el crecimiento exponencial (a saltos y
pasos agigantados) que se necesita lograr, ahora muy rápidamente. Pero, dado que
esos miles de personas sí manifiestan realmente los sentimientos fuertemente
sostenidos de decenas de millones de personas, en realidad representan una
fuerza potencialmente poderosa, y es crucial aprovechar todos los avances que
se hagan en conectarse con las personas y movilizarlas, lo que incluye
habilitar a aquellos que han dado un paso al frente para convertirse en
organizadores de cantidades mucho más grandes de personas... para, a su vez,
convertirse en organizadores de cantidades aún mayores de personas. Además, es
muy importante reconocer, y actuar según el entendimiento de que los tiempos,
en este mero momento, son muy distintos a los que se han vivido durante los
últimos pocos años, incluso con todos los ultrajes que este régimen ha cometido
durante esos años.
Las
cosas ahora son mucho más intensas, y se están desarrollando a un ritmo mucho
más acelerado, en particular a medida que Trump está acelerando su ofensiva
fascista, al aproximarse las elecciones programadas. Esto está ejerciendo
efectos contradictorios. Por una parte, la violenta represión y ataques contra
las personas que protestan contra la injusticia —y las amenazas de una
represión y violencia incluso mucho peor— por parte de este régimen, y sus
partidarios fascistas, junto con el hecho de que se aproximan rápidamente las
elecciones programadas: esta situación ha llevado a más de unas cuantas
personas, de entre aquellas que odian a este régimen, a caer en una posición
pasiva de simplemente esperar a que lleguen las elecciones y esperar que de
alguna manera eso resuelva la crisis que se está intensificando ahora con
términos principalmente muy negativos. Pero la otra cara de la historia es que
el implacable impulso de este régimen y sus partidarios, inclusive al
aproximarse las elecciones, de seguir a todo vapor con su bestia inexorable
fascista, para corromper y robarse las elecciones, negarse a aceptar una
derrota en las elecciones y permanecer en el poder independientemente del
resultado de las elecciones — pues, todo esto está imponiendo, cada vez más en
primer plano, la realidad de lo que representa este régimen, el gran peligro
objetivo de simplemente esperar a que se celebren las elecciones, y la gran
necesidad de tomarse las calles, ahora, para exigir que se saque del poder a este
régimen.
Esto
trata, una vez más, la importancia de la movilización que ya está en marcha en
torno a la demanda ¡Trump-Pence FUERA YA! Y trata la gran importancia de que
esta movilización, con cualquiera que sea la cantidad de personas que organice
en un momento dado, se vuelva sostenida, que se celebre día tras
día y que se desarrolle a partir de cada avance significativo que sí plasme. A
medida que esto se haga de formas, tanto decididas como creativas, que
“capturan la imaginación” de la gente —junto con la continua intensificación de
la crisis la que las acciones y declaraciones fascistas de Trump están
impulsando en gran medida, ahora—, “las cosas podrían aglutinarse” y “la presa
podría reventarse”, con crecientes cantidades de personas que inunden las
calles, poniendo cada vez más fuertemente la demanda de que este régimen tiene
que marcharse, ahora, y convocando a cantidades aún mayores de personas a
unirse en esta movilización valiente y urgentemente necesaria.
En
conclusión:
Plenamente
conocedores de lo que este régimen fascista representa, y de todo lo que
implica que Trump no sólo está buscando suprimir el voto de las personas que
votarán en su contra sino que también se está preparando para utilizar una
represión violenta forzosa para permanecer en funciones de no ser declarado
ganador en las elecciones, es de importancia urgente y crítica construir ahora una
movilización sostenida y verdaderamente masiva en torno a la demanda
unificadora de que este régimen tiene que estar ¡FUERA YA! — con una
orientación de estar preparados para continuarla incluso más allá de las
elecciones, si la situación así lo requiriera11.
***
El fanatismo demente de los fascistas al insistir
en que Trump deba mantenerse en el poder, cueste lo que cueste, tiene que
encontrarse, y verse abrumado, con la intensidad apasionada consciente de las
masas de personas que odian todo lo que este régimen fascista representa, que
reconocen el peligro existencial muy real que este régimen representa para la
humanidad y que arden con una determinación justificada de que ¡este régimen
tiene que marcharse!12
_________
Notas:
1. ¡El régimen
de Trump y Pence tiene que marcharse! En nombre de la humanidad, nos NEGAMOS a
aceptar a un Estados Unidos fascista, Un mundo mejor ES posible. El
texto en español y el vídeo en inglés de este discurso filmado están
disponibles en revcom.us.
2. Kristin Kobes Du Mez, Jesus and
John Wayne: How White Evangelicals Corrupted a Faith and Fractured a Nation [Jésus
y John Wayne: De la manera en que los evangélicos blancos corrompieron una fe y
fracturaron una nación], Liveright Publishing. El pasaje citado es de la
“Introducción”.
3. Los fascistas de
hoy y la Confederación: Una línea directa, una conexión directa
entre toda la opresión. Este artículo mío también está
disponible en revcom.us.
4. Trump ya está
robándose las elecciones y ya está amenazando con aún más violencia para
mantenerse en el poder, Segunda parte de No será suficiente
votar — Debemos tomar las calles, y permanecer en las
calles con la demanda ¡Trump y Pence Fuera Ya! Este
artículo está disponible en revcom.us.
5. Declaración
de Bob Avakian, del 1º de agosto de 2020, Sobre la situación crítica inmediata,
la urgente necesidad de expulsar al régimen fascista de Trump y Pence, votando
en estas elecciones, y la necesidad fundamental de la revolución (también
está disponible en revcom.us).
6. “Reflexiones
sobre cómo debe responder a la derecha cristiana la Pacific School of Religion”,
del Dr. Hubert Locke, lo que también está disponible en revcom.us; énfasis
agregado.
7. Declaración
de Bob Avakian del 1º de agosto de 2020, Sobre la situación crítica inmediata,
la urgente necesidad de expulsar al régimen fascista de Trump y Pence, votando
en estas elecciones, y la necesidad fundamental de la revolución.
8. Los
demócratas no son capaces de luchar contra Trump de la manera en que hay que
hacerlo, Primera parte de No será suficiente votar —
Debemos tomar las calles, y permanecer en las calles con la demanda ¡Trump y
Pence Fuera Ya!
9. Trump ya está
robándose las elecciones y ya está amenazando con aún más violencia para
mantenerse en el poder, énfasis en el original.
10. Los demócratas
no son capaces de luchar contra Trump de la manera en que hay que hacerlo.
11. Declaración
de Bob Avakian, del 1º de agosto de 2020, Sobre la situación crítica inmediata,
la urgente necesidad de expulsar al régimen fascista de Trump y Pence, votando
en estas elecciones, y la necesidad fundamental de la revolución (también
está disponible en revcom.us), énfasis en el original.
12. Trump ya está
robándose las elecciones y ya está amenazando con aún más violencia para
mantenerse en el poder, énfasis en el original.
Escrito
entre el 16.09.20 y el 01.10.20
Fuente: Revcom.us