domingo, 1 de noviembre de 2020

Política

 

Lineamientos programáticos

 

 

La Cuestión del Estado-Comuna en el Programa del Partido 

Eduardo Ibarra 

EN EL FUNDAMENTAL LIBRO La guerra civil en Francia, Marx señala que la Comuna de París fue “… la forma política al fin descubierta que permitía realizar la emancipación económica del trabajo”. En consonancia con esto, Lenin subraya en El estado y la revolución: “… el desarrollo hacia el comunismo pasa a través de la dictadura del proletariado, y no puede ser de otro modo porque el proletariado es el único que puede, y sólo por este camino, romper la resistencia de los explotadores capitalistas.” Y, en el artículo “Democracia” y dictadura, sostiene: “… el camino al socialismo puede abrirlo únicamente la sustitución del Estado burgués… por un Estado tipo de la Comuna de París… o por un Estado del tipo de los Soviets.” 

        Pues bien, el presente artículo tiene el específico propósito de plantear la idea de que el Estado tipo Comuna de París o del tipo de los Soviets, es decir, el semi-Estado, el Estado en extinción, es el único tipo de dictadura del proletariado (de hecho hay varios tipos de dictadura del proletariado) que hace posible que el socialismo se desarrolle efectivamente como sociedad de transición al comunismo. 

El proceso de surgimiento del Estado significó la enajenación de las diversas funciones de la comunidad en la forma de órganos especializados, opuestos al pueblo: por ejemplo el “pueblo en armas” fue sustituido por una fuerza armada especializada. 

        La extinción del Estado significará precisamente un proceso contrario: los órganos especializados del Estado irán extinguiéndose en la misma medida en que las clases trabajadoras vayan absorbiendo las funciones de tales órganos. 

        La Comuna de París mostró el punto de partida de esa absorción: carácter legislativo-ejecutivo de los órganos del Estado, elección de los funcionarios públicos y revocabilidad de los mismos en cualquier momento, salario de los funcionarios públicos equivalente al de un obrero medio, armamento del pueblo. 

        Sin embargo, en nuestra época el Estado-Comuna no ha podido ser establecido en ninguna parte, salvo en una forma algo relativa en los primeros años de la revolución rusa. Ni siquiera durante la revolución cultural china fue posible: la Comuna de Shangai, establecida el 5 de febrero de 1967, tuvo vigencia apenas hasta el 24 del mismo mes, cuando en su lugar fue instaurado el Comité Revolucionario Municipal. 

        Así pues, el Estado-Comuna no ha podido ser implementado en ninguna parte y, lo que es importante relevar, tampoco puede ser establecido tan pronto triunfa la revolución, como utópicamente creen algunos, pues, dadas las condiciones de nuestra época, la regla es que la instauración de dicho tipo de Estado constituye un proceso de construcción. 

        Pero, precisamente por eso, el proletariado no puede abandonar la gran bandera del Estado-Comuna, pues solo bajo sus condiciones es posible que la lucha política de las amplias masas trabajadoras pueda dar como resultado la absorción progresiva de las funciones estatales, y que, de esta forma, el Estado termine en el museo de la historia. 

Si la desintegración de la comunidad primitiva significó el surgimiento de las clases, la lucha de clases y el Estado, la realización del comunismo es precisamente lo contrario: la desaparición de esas tres formas de la actual condición enajenada del ser humano. 

Por lo expuesto, está claro que el partido proletario no puede dejar de consignar en su Programa General la fundamental cuestión del Estado-Comuna. 

10.06.2019

  

 

La Teoría de la Continuación de la Revolución Bajo la Dictadura del Proletariado en el Programa del Partido 

Eduardo Ibarra 

LA CONSTRUCCIÓN DE LA TEORÍA sobre la continuación de la revolución bajo la dictadura del proletariado significó un proceso que tuvo su punto de partida en 1957 con los discursos de Mao en la Conferencia de Secretarios de Comités Provinciales, Municipales y de Región Autónoma del Partido (1957) y su punto más alto durante los años más agitados de la revolución cultural (1966-1969). 

        En este proceso, Mao fue asimilando progresivamente las lecciones de la experiencia internacional de la dictadura del proletariado y, particularmente, de la restauración del capitalismo en la URSS, así como de la propia experiencia de la construcción del socialismo en China. Estas experiencias son las fuentes históricas de la teoría de la continuación de la revolución bajo la dictadura del proletariado. 

        Pero, como no podía ser de otro modo, dicha teoría tiene sus fuentes teóricas en el marxismo-leninismo y, específicamente, en determinadas teorías de Marx y Lenin sobre el socialismo como sociedad de transición al comunismo. 

Marx extrajo las lecciones de la experiencia de la Comuna de París y, entre otras cosas, señaló que “para conseguir su propia emancipación”, el proletariado tendrá “que pasar por largas luchas, por toda una serie de procesos históricos, que transformarán las circunstancias y los hombres” (La guerra civil en Francia); que, en el curso de su lucha de clase, el proletariado tendrá que realizar las medidas económicas, políticas, culturales y de organización necesarias para eliminar las clases, la lucha de clases y el Estado. La idea central de Marx era que el socialismo “es la declaración de la revolución permanente, de la dictadura de clase del proletariado como punto necesario de transición para la supresión de las diferencias de clase en general, para la supresión de todas las relaciones de producción en que éstas descansan, para la supresión de todas las relaciones sociales que corresponden a esas relaciones de producción, para la subversión de todas las ideas que brotan de estas relaciones sociales. (Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850). 

Luego, ya en nuestra época, Lenin sostuvo que “Durante la época de la dictadura del proletariado subsisten y subsistirán las clases. La dictadura dejará de ser necesaria cuando no existan clases. Pero éstas no desaparecerán sin la dictadura del proletariado”; que en el socialismo “Subsisten las clases, pero cada una de ellas cambió de aspecto en la época de la dictadura del proletariado, lo mismo que cambiaron sus relaciones mutuas”; que la dictadura del proletariado es un período de lucha “entre el capitalismo vencido, pero no aniquilado, y el comunismo ya nacido, pero muy débil aún”; que “el socialismo es la supresión de las clases” y que, por esto, debe “suprimir la diferencia existente entre obreros y campesinos, convertir a todos en trabajadores”; que, “con la dictadura del proletariado también la democracia entra en una fase completamente nueva, y la lucha de clases se eleva a una etapa superior, haciendo que se supediten a ella cada una de las diversas formas”; que “el proletariado, al derrocar a la burguesía, da el paso decisivo hacia la supresión de las clases, y que, para alcanzar esa meta, el proletariado debe proseguir su lucha de clase utilizando para ello el aparato del poder estatal y empleando diversos métodos de lucha, de influencia y acción con respecto a la burguesía derrocada y a la pequeña burguesía vacilante.” (Economía y política en la época de la dictadura del proletariado). 

Más tarde, Mao desarrolló a Marx y Lenin con su teoría de la continuación de la revolución bajo la dictadura del proletariado. Esta teoría comprende las siguientes tesis principales: 1) las clases y la lucha de clases continúan existiendo después de culminada en lo fundamental la transformación socialista de la propiedad de los medios de producción; 2) por tanto, la contradicción fundamental en el socialismo es la contradicción entre el proletariado y la burguesía; 3) por tanto, existe la lucha entre el camino socialista y el camino capitalista; 4) por tanto, existe el peligro de la restauración del capitalismo; 5) los factores capitalistas existentes todavía en el socialismo son el suelo sobre el cual surge una nueva burguesía; 6) la burguesía está en el seno del partido; 7) por tanto, hay que fortalecer la dictadura del proletariado, prevenir la restauración del capitalismo y construir el socialismo; 8) la meta de la revolución cultural es la transformación de la concepción del mundo de la gente; 9) la revolución cultural debe establecer de abajo arriba nuevas formas de organización de las amplias masas trabajadoras que les permitan un dominio cada vez mayor sobre sus condiciones de existencia y de trabajo; 10) es necesario realizar periódicamente revoluciones culturales a efecto de avanzar la lucha por la realización del comunismo. 

Como se infiere, la teoría de la continuación de la revolución en el socialismo significó una ruptura con ciertas ideas acerca del socialismo vigentes en las precedentes experiencias de dictadura del proletariado y, específicamente, con una estructura estatal que no respondía a la necesidad del proletariado de avanzar la lucha por la absorción progresiva por las clases trabajadoras de las diversas funciones estatales. El Estado surgido en el tiempo de las revoluciones socialistas del siglo XX no había sido precisamente del tipo de la Comuna de París (con excepción de los Soviets en los primeros años de la revolución rusa). Así, el Estado no en extinción sirvió para enfrentar la lucha contra el imperialismo y la vieja burguesía derribada, para llevar adelante en lo fundamental la transformación socialista de la propiedad de los medios de producción y desarrollar las fuerzas productivas, pero no para afrontar la lucha contra la nueva burguesía surgida sobre el suelo de los factores capitalistas existentes aún en el socialismo, no para impulsar el proceso de absorción anotado arriba, no, por tanto, para que las clases trabajadoras alcancen cada vez un mayor dominio sobre sus condiciones de existencia y de trabajo, no, por tanto, para que avancen la emancipación de sí mismas y la emancipación de toda la humanidad. 

        En consecuencia, en los años sesenta se hizo patente que había que consolidar la dictadura del proletariado instaurando diversas formas de organización de las clases trabajadoras e implementando el Estado-Comuna, que había que prevenir la restauración del capitalismo tomando el poder allí donde era detentado por la burguesía, vieja o nueva, y, por último, que había que construir el socialismo desarrollando la efectiva socialización de los medios de producción y de las relaciones de producción y avanzando la meta de transformar la concepción del mundo de la gente. 

Al mismo tiempo, se hizo patente que, para alcanzar los objetivos y la meta señalados, no era posible insistir en los métodos habituales, sino que era necesario movilizar políticamente a las amplias masas trabajadoras. Esta movilización fue la revolución cultural. 

Así pues, la teoría de la continuación de la revolución en el socialismo es un desarrollo de la teoría marxista de la revolución proletaria y la dictadura del proletariado. Y, puesto que la dictadura del proletariado es la cuestión con respecto a la cual se reconoce a un partido marxista de otro que no lo es, entonces cae de su peso que todo partido proletario debe reconocer dicha teoría si de verdad quiere ser marxista. 

Es obvio, pero es necesario remarcarlo: la teoría de la continuación de la revolución bajo la dictadura del proletariado no es una teoría cerrada, sino una teoría en desarrollo. 

Por lo expuesto, resulta evidente la necesidad de que el partido proletario consigne en su Programa General la cuestión de la teoría de la continuación de la revolución bajo la dictadura del proletariado. 

11.06.2019.

Economía

 

Reformismo Pequeño Burgués y Ley Antimonopolios 

César Risso 

EL MES DE JULIO del año en curso, en el mensaje presidencial, Martín Vizcarra, planteó que la ley antimonopolio dada por su gobierno, era una de los aportes que permitía eliminar estas prácticas que constituyen la llamada posición de dominio. 

        En el análisis que hiciéramos en aquella oportunidad planteamos lo siguiente:

 

“Con respecto a la llamada Ley Antimonopolio, se nos dice:

 

‘Por esta razón, mi gobierno aprobó la Ley Antimonopolio que es el marco legal para el control previo de operaciones de concentración empresarial, poniendo a nuestro país a la par de la mayoría de economías desarrolladas. Con este mecanismo, que exige que toda fusión empresarial con impacto en los mercados cuente con autorización previa del INDECOPI, el Estado fortalece el sistema de defensa de la competencia, con el fin de prevenir posibles abusos de monopolios u oligopolios que perjudiquen al consumidor.’

 

Las leyes antimonopolio en el mundo no han eliminado el monopolio, ni afectan significativamente a las empresas monopolistas. Solo hacen posible que el dominio monopolista de la economía mundial cambie ligeramente de forma. La época del imperialismo, de la dominación de los monopolios, está en plena vigencia, y ninguna legislación podrá borrarla. Solo el socialismo proletario podrá superar esta fase de dominación.

 

        La competencia es el aspecto formal, así como las variadas formas en la que los monopolios dominan nuestra economía y, con ella, a toda la organización burguesa de la sociedad. Pero el contenido no ha cambiado, ni cambiará mientras el capitalismo siga siendo la forma de la organización social de la producción.”1

 

Los grupos económicos de poder, con esta u otras leyes, seguirán existiendo. La competencia entre ellos puede favorecer o perjudicar eventual y temporalmente a los consumidores. Estos grupos controlan la economía de nuestro país, a través de la diversificación empresarial, en la que, haciéndose presentes en el sector productivo, de servicios, financiero, etc., controlan inevitablemente a cualquier empresario, puesto que éste estará ligado y sometido a sus intereses. 

        La libre competencia o concurrencia, o el libre mercado, dejó de existir cediendo el paso al monopolio. Este libre mercado aparece en la superficie, pero en el fondo es el dominio de los monopolios, y la competencia es la competencia entre los grupos económicos de poder. De modo que la ley antimonopolio, lo que hace es regular tibiamente esta competencia. 

        Históricamente la libre concurrencia condujo al monopolio. Por medio de esta se produjo la concentración y centralización de los capitales, hasta llegar al punto de convertirse en la época de dominio de los monopolios. De aquel periodo a la actualidad la competencia entre monopolios ha provocado dos guerras mundiales, por el reparto del mundo en la primera, y por un nuevo reparto del mundo en la segunda. Se repartieron las fuentes de materia prima y los mercados para colocar sus productos. Con estas experiencias, las guerras por sí mismas, más allá de los resultados en términos de conquista, como por ejemplo la apropiación, gestión y control del petróleo de Irak, por parte de los Estados Unidos, se convirtieron en un enorme negocio para la industria militar de los países industrializados. 

        Las crisis mundiales son también consecuencia del capitalismo en la época de dominio de los monopolios.

        Pues bien, ante esta realidad, Martín Vizcarra nos dice que con una ley dada en nuestro país va a evitar las funestas consecuencias del dominio de los monopolios. Esta afirmación de Martín Vizcarra es expresiva de su ignorancia de la época y de las leyes económicas correspondientes en la que nos encontramos, o del engaño para la justificación del actual estado de cosas. 

        En el mismo sentido, en el congreso se trata de evitar situaciones como la del elevado precio de los medicamentos debido al control de las farmacias por parte del grupo de Rodríguez Pastor. Aquí se obvia que los medicamentos que vienen del exterior son fabricados por empresas monopólicas, o que aquellos que se fabrican por laboratorios nacionales se hacen con materia prima importada de empresas monopólicas. Esto es, de algún lado en la cadena de producción y comercialización, se manifiesta el control de los monopolios. 

        La controversia en las últimas semanas acerca de la ley antimonopolio ha girado alrededor de si se implementa inmediatamente, o si se implementa el próximo año. De otro lado, algunos sectores han criticado que se haya excluido a la SBS del proceso de regulación:


“Asimismo, objetó que la norma recientemente aprobada mantenga a Indecopi como el organismo competente en un caso particular: cuando se trata de evaluar la operación de concentración de una empresa que recibe ahorros de las personas y que está en una situación que requiere de salvataje financiero. Antes, se determinó que dicho proceso estaría en manos de la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS) y ahora este recae en manos de la entidad fiscalizadora.”2

 

Será este un argumento técnico, o se trata de que los funcionarios de la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS) representan a un sector de las empresas monopólicas, y que INDECOPI representa a otro sector, trasladándose el centro de la competencia entre los grupos de poder a las atribuciones de los organismos estatales señalados.

 

        Del monopolio político de la burguesía no se dice nada. Este monopolio, o más precisamente dictadura de clase de la burguesía sobre las clases trabajadoras, pasa como democracia a secas. Es la democracia en el seno de la burguesía, que se expresa en el acuerdo y mutuo consentimiento en la explotación de las clases trabajadoras, y de la competencia entre los diversos grupos económicos de poder.

 

        En el seno del congreso la ley antimonopolio aparece como una suerte de control de precios. La lógica es, a más empresas en determinado rubro o actividad, más competencia y en consecuencia menores precios; por el contrario, a menos empresas, menos competencia y como resultado precios más altos.

 

        Para tener un efectivo control de precios, ya se trate de una situación de libre competencia o de monopolio, se requiere conocer la estructura de costos de cada empresa y sector, y en la medida que las rentabilidades varían, habría que conocer la situación de mercado de cada materia prima y de cada producto final. También se debería considerar la situación monetaria, como la cantidad de dinero puesta en circulación por la autoridad monetaria y, finalmente tener en cuenta la situación internacional, y medir el impacto en el tipo de cambio.

 

        Si todo esto es lo que hay que tener en cuenta, la única forma de tener un debido control de precios se daría en una economía planificada. Pero, la economía planificada en el capitalismo es contraproducente, aunque tiene cierta eficacia en regímenes dominados por la ideología pequeñoburguesa y nacionalista, pero al fin y al cabo capitalista, es decir, basada en la explotación del trabajo asalariado.

 

        El reformismo pequeño burgués, que en periodos preelectorales aparece como propaganda para los diversos partidos, reemplazando los regalos y dádivas en las visitas a los diversos poblados, por normas que más que efectivas tienen efecto propagandístico, carece de posibilidades para enfrentar los “males” del capitalismo, puesto que es incapaz de concebir la vida de otra forma que en la que el capitalismo la ha labrado en el Perú.

 

        Este reformismo, viene a ser en este periodo la propaganda más barata y efectiva, no solo para las agrupaciones políticas que adhieren a la ideología de la pequeña burguesía, sino que se hace extensivo a las propuestas de los partidos políticos abiertamente de derecha, con el evidente ánimo de agenciarse mayor apoyo popular para las próximas elecciones.

 

        Ni la ley antimonopolio, ni ninguna otra ley cambiarán el carácter de la época en que vivimos: la de la dominación de los monopolios. Esto solo se podrá lograr cuando el poder resida en las clases trabajadoras, puesto que entonces su voluntad colectiva, de masas, orientada a cambiar la explotación bajo la forma asalariada, supere toda forma de sometimiento del hombre por el hombre. Hasta entonces, toda reforma solo servirá de maquillaje para encubrir este sistema de explotación.

_____________

(1) César Risso, Mensaje Presidencial: Entre lo Público y lo Privado en el Capitalismo Peruano, en

https://creacionheroica1928.blogspot.com/2020/08/economia.html

(2) https://elcomercio.pe/economia/peru/congreso-aprueba-ley-antimonopolio-que-competencias-tendra-ahora-el-indecopi-noticia/?ref=ecr

 

Internacionales

 

La Miseria Política de la Extrema Derecha 

Natalia Serra 

El 12 de noviembre de 2019, Añez asumió la presidencia de Bolivia después de la renuncia obligada de Evo Morales, en el marco de un proceso muy confuso y opaco que dejó muchas preguntas sobre la legitimidad de dicha sucesión. A pesar de esto, la nueva presidenta interina, representante de la oposición parlamentaria al proyecto progresista liderado por el MAS, se instaló en el gobierno con el apoyo de la derecha boliviana y latinoamericana, no así de los sectores de izquierda críticos al gobierno de Evo Morales.

        La derecha conservadora boliviana, trepada en el Estado con Añez a la cabeza, tenía su oportunidad de asegurar su vuelta al control del Estado para que el progresismo no regrese más. Ha tenido un año para mostrar al pueblo boliviano que son mejores administradores del Estado que los progresistas del MAS. ¿Cumplido el plazo, el candidato del MAS vuelve a ganar la presidencia de Bolivia?  ¿Cuál fue la estrategia de   la derecha que fracaso en su objetivo de derrotar la popularidad del proyecto de Morales, en varios sectores campesinos, indígenas y populares de Bolivia?

        Obviamente no fueron por el camino de mostrar que pueden ser más democráticos o menos autoritarios que el gobierno del MAS. Se lanzaron, con toda la obscena  venganza de la derecha colonial y estúpida, a mover el racismo más detestable en contra de los pueblos originarios. En un acto antiestético, tomaron la biblia como arma en contra de los pueblos en una reedición grotesca de la violencia colonial, en un país con una población mayoritariamente indígena. Se dedicaron a perseguir y a maltratar física, social y simbólicamente a mujeres indígenas en un acto infame de violencia colonial y patriarcal blanco-mestiza. En una especie de absurdo, supremacismo blanco, la derecha mestiza sin ninguna perspectiva política se dedicó durante este tiempo a mostrar que es autoritaria, racista, vengativa y que además es incapaz de administrar el estado capitalista como lo hizo el gobierno de Morales.

        Nunca apoyé al progresismo latinoamericano, porque entendí que es una forma del capitalismo para abrirse camino, en aquellos territorios y pueblos que se resisten a sus seducciones ideológicas, usando el discurso de los pueblos y algunas de sus organizaciones como Caballo de Troya. En Ecuador, muchos sectores de las izquierdas y varias organizaciones y movimientos sociales, luchamos contra el autoritarismo progresista y su proyecto de modernización capitalista. Fuimos perseguidos, desacreditados, encarcelados, investigados, acechados por estos gobiernos, no porque estábamos de lado de la derecha, si porque estábamos más abajo y a la izquierda que el progresismo capitalista.

        Sin embargo, en el caso de Bolivia, lo que se propone como alternativa al progresismo es una derecha decadente, llena de prejuicios coloniales, racistas, enferma de odio contra los pueblos ancestrales. En ese caso no hay alternativa posible. La historia de los pueblos de los Andes está marcada y definida por la violencia del colonialismo patriarcal, luego por la violencia capitalista que es radicalizada por la primera. El vandalismo racista no se quedó en la Colonia, continuó con otras formas en la República y ahora se hace salvaje con el extractivismo. La derecha boliviana es capitalista, pero además es profundamente colonial y racista. Los pueblos originarios están hartos de este arcaísmo perverso de las élites blanquedas. Los pueblos de Bolivia han dicho NO a la violencia racista de una derecha políticamente estúpida y subjetivamente enferma.

        Los pueblos seguirán luchando contra la violencia colonial, patriarcal y capitalista venga de donde venga, desde sus contextos propios y desde su autonomía. El triunfo del MAS en Bolivia, creo, es el rechazo al odio racista de la derecha que quiere mantener el control del Estado como en la época de la Colonia, no así el apoyo al avance del capitalismo en versión andina.

_________________

(*) Tomado de https://ecuadortoday.media/2020/10/19/opinion-la-miseria-politica-de-la-extrema-derecha/


Chile. Poder Popular y Poder Burgués: Dos Estrategias Antagónicas Para la Conquista de Poder

Ariel Orellana

 

CUANDO HABÍAN TRANSCURRIDO alrededor de 25 días desde que la irrupción de millares había logrado romper la normalidad del viejo orden y transformado la vida diaria de la clase trabajadora a través de un alzamiento popular sin precedentes en las últimas décadas. Cuando el rostro multiforme de las masas con una energía inusitada había roto no solo los torniquetes del metro de Santiago, sino que también la putrefacta democracia de los ricos, y luego de días de furia y fuego el gobierno de Piñera se encontraba arrinconado como ratas de alcantarilla y en su mayor encrucijada: profundizar la represión a través de sus perros de presa o convocar al parlamento y sus lamebotas a salvar la institucionalidad del viejo orden de explotación y opresión.

 

El ¡Fuera Piñera! se hizo eco en millones, y se abrió una posibilidad de un salto en calidad y cualidad ante dicha posibilidad. Este es el momento de mayor agotamiento político institucional del bloque en el poder desde mediados de los 80’, Piñera se vio acorralado y a escasos peldaños de perder el poder político y tener que abandonar el palacio de Moneda para guarecerse de las hordas de pueblo, – cuestionamiento incluso a nivel internacional – lo que dio origen al ultimátum al parlamento y sus moradores, acontecimiento que se selló aquella oscura noche del 15 de noviembre, entre gallos y medianoche, mejor dicho entre quienes buscan perpetuar sus cómodas vidas a costa de la miseria de millones.

 

El poder evaluó la posibilidad de caída del gobierno y con instinto de clase buscó retomar la iniciativa sacando del sombrero de mago la nueva constitución como ícono sacrificable, requerimiento que ya sonaba en los pasillos de los cómodos y bien olientes cafetines del reformismo y que solo bastaba el momento adecuado para imponer una operación política de dichas magnitudes y de tal trascendencia.

 

Este pacto por la paz y la nueva constitución se cocinó en un acuerdo transversal entre los diversos sectores de la burguesía y el reformismo, y permitió oxigenar la asfixiada democracia de las y los patrones, buscando restaurar el orden burgués a través de la institucionalización del conflicto de clases, asegurando la mantención del sistema de explotación y opresión capitalista en su fase monopólica. Imponiendo una agenda institucional – electoral, por sobre la lucha popular, tensionando al movimiento que se encontraba en las calles hacia una parlamentarización de sus luchas, relegando la participación a las nauseabundas urnas, desplazando el pliego del pueblo y ofreciendo una falsa contradicción apruebo -rechazo pues serán ellos y ellas mismas quienes redactaran la nueva carta magna, maniobra audaz que giró el eje a favor de la burguesía y que generó un repliegue táctico del pueblo en lucha.

 

La agenda de la nueva constitución, apunta a la consolidación vía pacto social reconstituyente de la institucionalidad para la explotación y opresión y fue el reformismo sin lugar a dudas el que jugó un papel importante en este acontecimiento, al correr presurosos a prestar auxilio a la moribunda democracia burguesa, y actuando como rescatista que permitió mantener el orden establecido. Quienes pretendían ser la alternativa al duopolio, develaron con claridad su adherencia programática al sistema imperante, se evidencia su condición de clase y su oportunismo asqueroso y nauseabundo, tan solo eran púberes defendiendo al viejo orden.

 

La imposición de una agenda constitucional busca además sepultar la lucha por el pliego de demandas de la clase trabajadora y el pueblo, invisibilizando las reivindicaciones actuales por las que se ha luchado por décadas, retrasando además la posibilidad de dar un salto cualitativo y pasar del pliego del pueblo al programa de la revolución proletaria. Asimismo, además de intencionar una falsa contradicción apruebo – rechazo, el bloque en el poder, por medio de la constituyente ha desalojado la protesta popular, utilizando argumentos ideológicos y medios de comunicación para desplazar a la protesta como ejercicio legítimo del pueblo en su lucha por sus derechos, instalando que “el momento de la protesta ya pasó”, y todo aquel o aquella que lo haga es un paria.

 

Denunciar el fraude constituyente, develar el pacto inter – burgués, evidenciar la derrota táctica con perspectiva estratégica, denunciar al reformismo y a las y los oportunistas por pavimentar el camino para la retoma del orden burgués y aplazar las posibilidades reales de una transformación radical de la sociedad de clases, son parte de las tareas de las y los revolucionarios. Asimismo, es tarea convencer con argumentos políticos y trabajo concreto el camino de la lucha por el poder popular y el socialismo como alternativa plausible para la clase trabajadora y el pueblo en su camino hacia la emancipación.

 

Los desafíos para la clase trabajadora pasan por lograr dotar al emergente movimiento popular, de una línea táctica y estratégica que sin vacilaciones ni oportunismos apunte a construir un proyecto antagónico al cadáver de la democracia de los ricos, esto a través de una práctica popular y combativa, la construcción de un programa revolucionario que prefigure el horizonte de ruptura con el actual régimen, y una conducción clasista que deslinde con el reformismo y sus niñas y niños de pecho.

 

______________

El autor es miembro de la Asociación Intersindical de Trabajadores y Trabajadoras Clasistas, AIT.

Fuente: Kaos en la Red


Chile: Celebrar con Cautela

Marcos Roitman

HAY MOTIVOS PARA ESTAR CONTENTOS. Los resultados son aplastantes. Las urnas han decidido: 78.27 por ciento aprueba elaborar una nueva Constitución y 79.22 por ciento decide que sea mediante elección popular al 100 por ciento. Son los datos. Pero quienes votaron el apruebo no es un grupo homogéneo. Baste considerar los partidos firmantes del Acuerdo por la paz social y una nueva Constitución (15/11/19). Una mayoría se opone a reconocer derechos al pueblo mapuche (Estado pluriétnico); otros rechazan un rol protagónico del sector público en la elaboración de las políticas sociales en materia de salud, educación, vivienda, trabajo, pensiones o desoyen el compromiso con el medio ambiente. En definitiva, no todo lo que votó apruebo se inscribe en un proyecto transformador que camine hacia una democrática participativa y menos rupturista con el orden patriarcal. 

Podríamos asistir a un maquillaje político en el cual la nueva redacción sea una visión edulcorada del neoliberalismo, avalada por unos constituyentes espurios. 

El triunfo del apruebo no es resultado de la voluntad política de las dos coaliciones que han gobernado Chile desde 1990. Su origen es la rebelión popular iniciada el 18 de octubre de 2019 y la movilización social que, en plena pandemia, no ha cesado. Un desborde popular que ha dejado fuera de juego a los partidos políticos, cuyo grado de confianza y aceptación por la ciudadanía no supera 2.4 de una horquilla de uno a 10. Igualmente, el triunfo tiene una cara que no se debe olvidar: la represión. Fue la violencia la respuesta gubernamental a las demandas de una nueva Constitución y el rechazo a las políticas neoliberales. Así atestigua el informe de la Fiscalía Nacional del 15 de junio de 2020. Desde octubre de 2019 hasta el 1º de abril de 2020, se han computado 8 mil 510 víctimas de violaciones de derechos humanos. Se han interpuesto 5 mil 645 denuncias por violencia policial. Existen 664 casos de violencia sexual; 258 desnudamientos, 67 abusos diversos, 12 violaciones y 27 amenazas de tocamientos. Además, se contabilizan 411 víctimas con lesiones oculares y otros 615 casos con traumatismos graves. Todos, perpetrados por las fuerzas armadas y carabineros, siendo 466 de sus miembros identificados como autores materiales de alguno de ellos. 

No es una concesión, ha sido una lucha sin cuartel, donde las víctimas pertenecen a las clases populares, el origen del triunfo. Es un grito de dignidad, como ha sido rebautizada la plaza Baquedano, centro neurálgico de las protestas en Santiago donde se reúnen cientos de miles ciudadanos, reclamando el fin del neoliberalismo y un nuevo orden social. Una síntesis de 40 años de bregar por los cambios que una y otra vez fueron ninguneados por quienes aceptaron el pacto de transición con las fuerzas armadas. Los mismos que desmovilizaron a la sociedad civil, traicionaron el espíritu del No en el referendo de 1988 y en 1990 se hicieron con el poder. En 1990, la Concertación mantuvo la Constitución pinochetista y las reformas neoliberales se profundizaron. Impidió juzgar al dictador, clausurando la posibilidad de justicia y reparación. Hambre, corrupción y miseria, es el legado del pospinochetismo y su Constitución. En abril de 2021, la elección de constituyentes, coincidirá con las elecciones municipales y de gobernadores regionales, la historia no puede repetirse. 

Hay que seguir movilizados, articular programa y definir estrategias, presionar, impedir que sean los mismos que se han negado a reconocer sus vergüenzas, quienes administren el triunfo y elaboren la nueva Constitución. Se ganó una gran batalla, pero no se puede bajar la guardia. Las víctimas del golpe de Estado cívico-militar, los miles de detenidos desaparecidos, torturados, exiliados, no son fantasmas. Son la memoria viva sobre la cual se asienta este triunfo. Sin olvidar, los más de 2 mil 500 detenidos durante la rebelión popular, acusados de disturbios, terrorismo, agresión y resistencia a la autoridad. También presos políticos. 

Es la primera ocasión que una Convención Constituyente en Chile será electa por votación popular. Pero ello no garantiza que los constituyentes sean representantes de las organizaciones y movimientos sociales que en primera línea se han fajado por conquistar el derecho de elaborar una nueva Carta Magna. Las candidaturas están amarradas a las coaliciones existentes. Presentar candidaturas independientes es un camino tortuoso. Las listas de partidos pueden cerrar el paso a candidatos provenientes de la sociedad civil que han dado origen al referendo. Además, será necesario contar con dos tercios de los 155 constituyentes para aprobar cambios estratégicos. Y la complicidad entre la Democracia Cristiana, la socialdemocracia y la derecha tradicional, cuando se trata de salvar el edificio neoliberal, ha sido la norma. 

Estamos en presencia de un proceso político caracterizado por la movilización popular. El gobierno y una parte de la oposición podrán revertir su derrota si logran controlar la constituyente. Es obligado estar vigilantes y sin retroceder. Salvador Allende tuvo un pensamiento premonitorio, al señalar que sólo cuando: “El pueblo […] entienda que no es desde arriba, sino desde las raíces mismas de su propia convicción de donde debe nacer la Carta Fundamental que le dará su existencia como pueblo digno, independiente y soberano”. Allende no erró; ahora, a cumplir su mandato. Hacer una Constitución democrática desde abajo. Ese es el reto.


 

Reposteado de RefuseFascism.org (Rechazar el Fascismo):

Trump ya está robándose las elecciones.

¡NECESITAMOS VOTAR,
PERO NO SE DETENDRÁ A TRUMP SIMPLEMENTE CON VOTAR!

YA es hora de estar en las calles con la demanda
¡Trump-Pence Fuera Ya!
 

Nos enfrentamos a un golpe de estado en marcha —un robo de unas elecciones— rumbo hacia un enfrentamiento el 3 de noviembre. Personas negras y latinx están obligadas a hacer cola por 12 horas para votar. Los lugares de entrega de boletas están cerrados durante una pandemia. Milicias armadas supremacistas blancas tipo MAGA (Hacer que Estados Unidos vuelva a tener grandeza) están movilizadas para intimidar. YA ES HORA DE PONERNOS DE PIE JUNTOS EN LAS CALLES Y PLAZAS PÚBLICAS, CONTINUANDO A TRAVÉS DE LAS ELECCIONES Y MÁS ALLÁ Y EL TIEMPO QUE SEA NECESARIO, PARA DETENER UN GOLPE DE ESTADO FASCISTA. 

Grandes cantidades de nosotros debemos votar. Pero la realidad es que votar en sí no detendrá a Trump. La confirmación ilegítima y acelerada de Amy Coney Barrett, una fascista teocrática, a la Corte Suprema tiene el propósito inmediato de dejar que Trump salga triunfante en las elecciones en caso de que pierda. ¡Esto es un escándalo que no se puede dejar sin respuesta! Trump y Amy Coney Barrett se han negado a comprometerse a una transferencia pacífica del poder.

Es posible detener los golpes de estado... que son el robo del poder... cuando las personas: 

[1] planeen y cuando actúen ANTES del golpe de estado... y

[2] trabajando de manera colectiva, forjen en las calles unidad y determinación... y

[3] establezcan ante los ojos del mundo la justeza de su demanda.

Esto es lo que lográramos estando en las calles todos los días antes de las elecciones. 

No debemos dejarnos intimidar por el implacable aluvión de odio y amenazas en los mítines de Trump. No debemos ser arrullados por “encuestas” que dicen que Biden está ganando. Y aunque debemos votar, no debemos confiar en el voto en sí y de por sí mientras el régimen de Trump-Pence está robándose las elecciones. 

Debemos abrumar a este fascista régimen y movimiento con nuestra protesta no violenta de masas. Si nos unimos y nos levantamos como lo hicimos en la primavera por la vida de los negros, regresando día tras día —unidos por la demanda ¡Trump-Pence Fuera Ya! y sin detenernos hasta que se hayan marchado—, podemos cambiar la situación política. El número de personas con nuestra diversidad y nuestro corazón por la humanidad podemos mantenernos a largo de lo que el régimen de Trump y Pence trate de hacer para permanecer en el poder. A medida que juntemos gente, inspiraremos a millones de personas más a unirse a esta gran lucha, hasta que aquellos que están en el poder se vean impelidos a ceder a nuestra demanda única de que el régimen tiene que marcharse.

Todos los días, acudan todos y cada uno a las calles y plazas públicas para las protestas no violentas de masas para exigir que ¡Trump-Pence Fuera Ya! 

En nombre de la humanidad, nos negamos a aceptar a un Estados Unidos fascista

___________

Fuente: Revcom.us


Reposteado de RefuseFascism.org (Rechazar el Fascismo):

¡Supremacía blanca + Intimidación de votantes y Robo de votos = Fascismo! ¡Trump-Pence Fuera Ya! ¡A defender el derecho de votar!

 

Desde los días en que el Ku Klux Klan asesinaba a los negros que trataron de inscribirse para votar no hemos presenciado nada como esto. El derecho por el que la gente derramó su sangre para ganar está bajo el ataque de Trump y del fascista Partido Republicano. 

Estos supremacistas blancos están tratando de robarse las elecciones. ¡TENEMOS QUE DETENERLOS! En los próximos nueve días únanse a nosotros en acciones no violentas para frustrar los intentos del régimen de Trump y Pence de bloquear el voto de los negros, latinos e indígenas. 

  • Trump ha desatado chusmas de “milicias” armadas supremacistas blancas para desmandarse en los capitolios de los estados y amenazar a los que se manifiestan por la vida de los negros. Ha satanizado a los manifestantes no violentos y ha aplaudido a los que los matan. Le dijo a un grupo de partidarios fascistas que “se mantuvieran a la espera” durante el primer debate en caso de que él decidiera que las elecciones no iban a su favor.
  • Trump ha movilizado a un ejército de 50.000 falsos “observadores electorales” —entre ellos elementos de las fuerzas armadas y policías antiguos y actuales— para ir a las comunidades negras, latinas e indígenas el mismo día de las elecciones para intimidar a la gente. Y, de nuevo en el primer debate, les dijo a sus seguidores que “vigilaran a las personas” mientras votaban.
  • Trump está socavando el funcionamiento del servicio de correos para que no sea posible recibir o contar a tiempo las boletas. En los estados controlados por los republi-fascistas han cerrado los lugares para depositar las boletas y votar de manera anticipada, haciéndolo de una manera que hace más difícil que los negros y los latinos en particular voten. En las comunidades urbanas marginadas, la gente termina por esperar 11 horas o más, mientras que en los suburbios la gente vota en 15 minutos.
  • Chusmas de partidarios de Trump ya han salido a los sitios de votación anticipada en muchas ciudades, o han tratado de intimidar a la gente que está usando los “buzones” para dar votos por correo postal.
  • Trump está preparando a un ejército de abogados para impugnar las elecciones en los estados que voten a favor de Biden, se está preparando para usar las legislaturas estatales controladas por los republicanos para anular el voto y se está apresurando a meter a otra magistrada fascista en la Corte Suprema como su última línea de defensa para mantenerse su culo en la Casa Blanca. 

Tenemos que tener mucha claridad sobre lo que está pasando, es un asunto de vida o muerte. Esta no es una “elección típica”. Esto no es “ah, ambos candidatos son lo mismo”. ESTO ES UNA EMERGENCIA CON NUEVE ALARMAS. Esto es parte de un golpe de estado fascista en marcha. Esto es parte de traer un régimen en el que la gente que no está de acuerdo con la supremacía blanca, la supremacía masculina y un Estados Unidos Ante Todo por todo el mundo, no tendrá NINGÚN derecho en absolutoComo Carl Dix, un iniciador de Rechazar el Fascismo, ha dicho: “He venido advirtiendo durante años que la encarcelación en masa y el asesinato policial han sido parte de un genocidio lento contra el pueblo negro. Ahora enfrentamos el peligro de un genocidio rápido”. 

La gente sí que está actuando. Los negros y los latinos por todo Estados Unidos están saliendo a votar de manera anticipada. Todo tipo de grupos están presentando demandas y luchando en los tribunales. Otros se preparan para el propio día de las elecciones, para proteger el derecho de la gente a votar contra los merodeadores fascistas de Trump. 

Apoyemos estos esfuerzos. Votar es esencial. Pero NO SERÁ SUFICIENTE VOTAR. Durante los venideros nueve días antes de las elecciones, en Rechazar el Fascismo estamos organizándonos para:

  • Hacer sonar la alarma sobre la naturaleza de la amenaza, difundiendo esta declaración por todas partes.
  • Comenzando esta semana, iremos a donde la campaña de Trump y Pence está poniendo obstáculos a la gente que trata de votar; participaremos en acciones dramáticas no violentas que frustren los intentos del régimen de Trump y Pence de intimidar a los votantes, y que pongan condiciones para que la gente pueda ejercer su derecho de votar.
  • Únanse el día de las elecciones con muchos otros para proteger el derecho de votar como parte de negarse a aceptar este régimen fascista de ningún tipo o forma. 

Hace falta que ustedes sean parte de esto. Únanse a nosotros para ir a los estados de contienda decisiva a partir de esta semana.

¡TRUMP-PENCE FUERA YA!

_____________

Fuente: Revcom.us


No Será Suficiente Votar —
Tenemos Que Tomar Las Calles,
Permanecer en las Calles
con la Demanda ¡Tump-Pence Fuera Ya!

Bob Avakian

 

Primera parte 

LOS DEMÓCRATAS NO SON CAPACES
DE LUCHAR CONTRA TRUMP
DE LA MANERA EN QUE HAY QUE HACERLO

En la Declaración de Bob Avakian, del 1º de agosto de 2020, Sobre la situación crítica inmediata, la urgente necesidad de expulsar al régimen fascista de Trump y Pence, votando en estas elecciones, y la necesidad fundamental de la revolución, abordé este importante punto:

 

A esta hora crítica, hay que utilizar todos los medios apropiados de acción no violenta para sacar del poder a este régimen. E, incluso con protestas de masas que exigen que se saque del poder al régimen de Trump y Pence, si este régimen permanece en el poder a la hora de votar, pues en tal caso —sin confiar en lo fundamental en votar— utilizar todos los medios apropiados para trabajar para sacar del poder a este régimen debe incluir votar contra Trump (suponiendo que en efecto se celebren las elecciones). Para que quede claro, esto no se refiere a un “voto de protesta” por algún candidato que no tiene posibilidades de ganar, sino votar concretamente por el candidato del Partido Demócrata, Biden, a fin de dar un voto que tenga un efecto real contra Trump. 

Al mismo tiempo, sin embargo, enfaticé fuertemente que:

 

Simplemente confiar en el voto para sacar a este régimen casi seguramente conducirá a resultados muy malos, incluso desastrosos. Esto es muy cierto en vista de lo que este régimen ya está haciendo, y lo que Trump está diciendo, en relación a las elecciones.

 

El descarado racismo de Trump y su apoyo a la violencia supremacista blanca

 

Se ha vuelto cada vez más claro que una parte decisiva de la estrategia de Trump, en relación con las elecciones programadas para noviembre, y de su enfoque general de mantenerse en el poder, son llamamientos cada [vez] más descarados a favor del racismo, bramando un llamamiento a aplicar “la ley y el orden”. Trump tacha de violentas a las protestas continuas contra la supremacía blanca y el terror policial — y, como le es típico, miente flagrante y crudamente sobre el grado y las causas de esta violencia. Pinta un crudo escenario de terror en que se acercan ya-sabes-quiénes para saquear y violar —para violar los hogares y a la gente, especialmente a las mujeres— en las zonas suburbanas, las que en la visión de Trump son de puros blancos. Esto es un “eco” directo de las tácticas viles de los supremacistas blancos en la movilización de las turbas para linchar a los negros durante la segregación del Jim Crow, y de la forma en que Hitler azuzó el odio y la violencia contra los judíos en la Alemania NAZI. En este caso también, los hechos no importan para Trump y para su régimen fascista y sus seguidores — o más bien, los hechos sólo existen para ser tergiversados, desafiados y pervertidos en su afán de conseguir objetivos literalmente asesinos. 

Se ha mostrado (por ejemplo, en un estudio de la Universidad Princeton) que en su inmensa mayoría (en más del 90 por ciento de los casos), estas protestas contra la supremacía blanca y el terror policial no han sido violentas, y que la violencia que han cometido los propios manifestantes ha sido relativamente menor (algunos incendios, saqueos y destrozos en unos pocos edificios en lugares pequeños y limitados, a menudo en delegaciones policiales o cerca de ellas — para nada parecido a la imagen que Trump pinta de la quema y la destrucción de ciudades enteras). Pero, más allá de eso, la mayor parte de la violencia en conexión con estas protestas la han perpetrado los seguidores de Trump — por parte de la policía, que ha atacado repetidamente a las protestas, y por parte de golpeadores fascistas armados (aquellos que Trump llama “la gente de la Segunda Enmienda”). Al menos 20 manifestantes han sido asesinados de esta forma. Y Trump y sus seguidores han justificado —e incluso han glorificado— esta violencia cometida por los supremacistas blancos. 

Los demócratas, y los “medios de comunicación establecidos” del mismo campo general (la CNN, la MSNBC, New York Times, etcétera), en gran parte han tratado de desviar la atención desde las protestas hacia cuestiones sobre las cuales, a su parecer, Trump es más vulnerable — en particular su manejo verdaderamente temerario de la pandemia de la Covid, y cosas como los comentarios de Trump (o los que se le atribuyen) que insultan a los soldados estadounidenses. Pero, Trump continuará sus ataques racistas a las protestas contra la supremacía blanca y la violencia policial, y sus intentos de pintar a los demócratas de promotores de violencia y “matanza” de parte de “maleantes” negros, “anarquistas” y otros “ultraizquierdistas”; y esto tendrá el efecto de obligar a los demócratas a dedicar una atención importante a responder al respecto. ¿Y qué ha sido la respuesta de los demócratas? Han señalado que la mayoría de las protestas han sido pacíficas, e incluso dicen que Trump quiere la violencia; sin embargo, al mismo tiempo, los demócratas aceptan, en gran medida, los términos (y la trampa) que Trump les ha tendido. Ponen muchísimo énfasis en denunciar a la violencia de parte de los manifestantes, sin poner el mismo énfasis en señalar quiénes son responsables de la mayor parte de la violencia conectada con las protestas — responsables los que son, una vez más, en su inmensa mayoría seguidores de Trump. Los demócratas no destacan la amarga ironía de que en estas situaciones, la gente protesta contra la violencia de parte de la policía, e incluso cuando sus protestas son pacíficas (en su inmensa mayoría), ¡la policía las somete a aún más violencia! Los demócratas no enfatizan otra ironía patente: En estas situaciones, Trump y sus seguidores denuncian y atacan a las personas que en su inmensa mayoría llevan a cabo protestas pacíficas contra la violencia racista, mientras que Trump defiende los monumentos a los “héroes” de la Confederación esclavista, que libraron una guerra, en la que mataron a cientos de miles de soldados de la Unión, con el fin de conservar y extender la esclavitud

 

Las estrategias de los demócratas que se derivan del problema mismo y lo refuerzan

 

Hay dos razones básicas por la forma en que responden —y no responden— los demócratas y sus aliados ante los ataques de Trump contra las protestas y la inventada historia racista de horrores de Trump en que turbas de “esa gente” se dedican a atacar con violencia a los inocentes (blancos) y su propiedad. Primero, la estrategia electoral de los demócratas se centra en ganar a un número relativamente pequeño de “votantes decisivos”, en su mayoría blancos de las zonas suburbanas, en un pequeño número de “estados decisivos”. Derivado de esa estrategia, y una vez más al aceptar en gran parte los términos que Trump ha puesto, los demócratas consideran que es muy importante reconfirmar para estos votantes que los demócratas, también, denuncian —y queda implícito que harán uso del poder del gobierno para suprimir— la violencia supuestamente llevada a cabo por los manifestantes y la que supuestamente amenaza a estos “votantes decisivos” (los blancos de las zonas suburbanas). En este caso, cabe decir que, incluso bajo sus propios términos —muy equivocados y pervertidos—, esta es probablemente una estrategia perdedora. No sólo es cierto que la mayor parte, por mucho, de la violencia conectada con las protestas la han llevado a cabo los seguidores de Trump (incluida la policía), mientras que la inmensa mayoría de las propias protestas han sido pacíficas; sino que, incluso si todos aquellos que protestan tuvieran la intención de quedarse completamente pacíficos, inclusive en los casos en que los provocaran y atacaran la policía y los racistas “civiles” armados, no obstante habrá violencia — precisamente porque Trump y sus seguidores continuarán llevando a cabo, e intensificando, la violencia, independiente de lo que hagan los manifestantes. 

Es cierto que, en este momento, el voto en unos pocos estados determina, en esencia, el resultado de las elecciones presidenciales — de modo que un candidato podría perder el voto popular y todavía ganar la presidencia, tal como pasó con Trump en las anteriores elecciones presidenciales. Pero, inclusive con esta realidad, una estrategia electoral que podría tener resultados mucho mejores para los demócratas sería la de hacer frente directa y enérgicamente a todo el enfoque racista de Trump, y hacer llamamientos para atraer a la gente negra y a otra gente de color, y al gran número de blancos (en especial, pero no solamente, de las generaciones más jóvenes) que han mostrado que se motivan por un claro deseo de terminar con la injusticia social, la desigualdad abierta y la violencia policial desenfrenada. Eso es una gran “reserva” en la cual, en teoría, los demócratas podrían centrarse en atraer. 

Pero en realidad los demócratas en sí no lo harán — y no podrán hacerlo. Eso va a las razones subyacentes de por qué los demócratas abordan las cosas en la forma en que lo hacen. Aunque, en la situación actual, en la cual se ha dado un masivo torrente de lucha contra el terror policial, los demócratas han estimado que sea necesario hablar en términos generales de “reformar a la policía”, como representantes de este sistema del capitalismo-imperialismo los demócratas expresan con mucha firmeza la necesidad fundamental de que la policía refuerce “la ley y el orden” opresivos de este sistema, con la violencia racista que eso conlleva. Así que los demócratas no pueden llevar a cabo una campaña que en serio se uniera al sentimiento fuerte y ampliamente sostenido de que esta violencia policial tiene que terminar. Al mismo tiempo, como representantes de este sistema, y como defensores de sus instituciones tradicionales y su “estabilidad”, no quieren ganar unas elecciones y encabezar al gobierno sobre la base de hacer llamamientos y despertar más a una fuerza de decenas de millones de personas que rebosan de intensidad apasionada para poner fin al terror policial y a la supremacía blanca, los cuales de hecho están entretejidos en este sistema, y los cuales éste requiere. Desde el punto de vista de los demócratas, sería mejor hacer venias a los anhelos de un “retorno a la calma y la normalidad” —que probablemente encontrarán ecos en muchas zonas suburbanas— aunque no habrá ninguna “calma y normalidad”, en gran parte porque las fuerzas fascistas no lo permitirán.

 

Hacer venias a las “quejas” de los fascistas sólo fortalecerá el fascismo

 

Una vez más ahora, como ocurrió durante e inmediatamente después de las elecciones de 2016, se oyen voces “establecidas” (tales como Chris Cuomo de la CNN, hermano del gobernador demócrata del estado de Nueva York, y Thomas Friedman, un proponente prominente de los “grandes beneficios” del capitalismo altamente globalizado) que argumentan que, para ganar en esta ronda, Biden y los demócratas deberían hacer llamamientos para atraer a la “base” de Trump reconociendo sus “quejas”, en vez de humillarlos. Pero este fascismo tiene bases profundamente arraigadas, y no se hará que estos fascistas cambien de pensar “tratándolos con amabilidad” o actuando como si sus “quejas” fueran “legítimas”. Como yo (y otras personas que han estudiado con seriedad este fenómeno fascista) hemos señalado, la realidad es que estas “quejas” surgen del resentimiento contra cualquier cambio que socave aunque sea levemente la supremacía blancala supremacía masculinala xenofobia (el odio a los extranjeros)el chovinismo pro estadounidense rabioso y el saqueo irrestricto del medio ambiente. Y, aunque en los términos más fundamentales, los demócratas representan este sistema del capitalismo-imperialismo, el cual encarna e impone todo esto, el Partido Republicano, a medida que ha venido volviéndose cada vez más descaradamente fascista, ha cultivado y organizado su “base” promoviendo agresivamente, en términos extremos, esta desigualdad, opresión y saqueo de la Tierra, junto con un rechazo al método científico y al pensamiento racional, y un apasionado “resentimiento” en su contra. Por ejemplo, el teólogo afroamericano Hubert Locke presenta este análisis importante, en alusión en particular a los fundamentalistas cristianos que son la fuerza impulsora de este fascismo: 

No es una casualidad que la fuerza y apoyo del movimiento radique en el centro del país, lo que se llama el “corazón” de Estados Unidos, y en particular la región sureña. Esa zona jamás se acomodó a la nueva realidad del país tras la Segunda Guerra Mundial. Al breve lapso de normalidad de la posguerra le siguió una década de una revolución racial truncada y retrasada por mucho tiempo, que arrasó con siglos de cultura y tradición, especialmente en el Sur. Dos décadas más tarde, el desengaño de una guerra impopular en el sudeste asiático sacudió las bases del patriotismo convencional y tradicional en la vida estadounidense; a eso le siguió una revolución sexual que trastornó profundamente actitudes muy arraigadas de ese sector de la población sobre la posición subordinada de la mujer en la sociedad y el rechazo a las personas gays y lesbianas en la vida de Estados Unidos. Estas derrotas políticas, sociales y culturales han estallado ahora en una batalla sin tregua para retrasar el reloj 50 años y devolver el país a la pureza de la anteguerra. Es significativo que la enseñanza del creacionismo en las escuelas ocupe un lugar tan prominente en el programa de la derecha religiosa. La derecha perdió esa batalla a mediados de la década de 1920 pero nunca aceptó su derrota, al igual que algunos sureños obstinados nunca han reconocido su derrota en la Guerra Civil. En consecuencia, la derecha religiosa quiere restaurar un modo de vivir que desapareció del país hace medio siglo1. 

Esto es lo que significa en realidad “Hacer que Estados Unidos vuelva a tener grandeza”. Los demócratas no podrían “competir” con esto, sin abandonar su propia “identidad” como el partido que supuestamente se preocupa por la justicia social y aborda la crisis ambiental. 

Todo esto, a su vez, está relacionado con las razones fundamentales de por qué los demócratas no denunciarán al régimen de Trump y Pence por lo que realmente es —fascista— que, como he enfatizado, “no se trata simplemente de algunas políticas horrorosas sino de una forma cualitativamente diferente de gobierno, basado en una brutal represión y violación de lo que se supone sean los derechos más básicos”2. En primer lugar, si reconocemos que este régimen es, de hecho, fascista, pues eso hace surgir cuestiones muy grandes respecto a todo el sistema, y cómo es que semejante régimen fascista pudo ascender al poder — no por medio de un golpe de estado militar o algo por el estilo, sino por medio de los “cauces normales” y los procedimientos institucionales de este sistema. Además, junto con ello, si reconocemos que este régimen es fascista, pues eso tiene implicaciones muy grandes respecto a lo que hay que hacer para lidiar con los peligros que este fascismo representa — lo que, en realidad, requiere que se salga de las “normas” de este sistema y se movilice a las masas de personas en una lucha decidida, no violenta pero sostenida en las calles para exigir la expulsión de este régimen, tal como RefuseFascism.org (Rechazar el Fascismo) ha venido convocando a hacer.

 

La necesidad urgente inmediata de una movilización de masas contra este fascismo

 

En resumen, los demócratas, por ser quiénes son y qué son, no lidiarán y no podrán lidiar con todo eso —ni las elecciones ni la situación más amplia en la que ocurren estas elecciones y lo profundo de lo que de hecho está en juego— de otra forma salvo según los términos, y dentro de los límites, establecidos por este sistema, el que ha producido este fascismo, y en una gran medida, de acuerdo con los términos que los propios fascistas han puesto. 

Es posible ver esto en lo que los demócratas han hecho en sus intentos de lidiar con la manera en que el régimen fascista de Trump y Pence —de manera repetida, y en escalada— ha pisoteado las “normas” de este sistema. Una y otra vez, los demócratas han tratado de lidiar con esto utilizando las mismas “normas” e instituciones las que este régimen está desafiando y triturando, o que está haciendo conformarse a sus objetivos fascistas — las cortes, las audiencias y procedimientos del Congreso, etcétera. Una y otra vez, los demócratas han fracasado. Sin embargo, se niegan obstinadamente a buscar otros medios para oponerse a este régimen, más que recurrir a estas mismas “normas” y procedimientos. Esto es lo que están haciendo, y se inclinarán fuertemente a seguir haciéndolo, incluso ante las maniobras crecientes e intensificadas de Trump para suprimir el voto en las elecciones venideras y su determinación claramente indicada de hacer que sea declarado el ganador en las elecciones, o de permanecer en el poder sin importar el resultado de las elecciones. 

Por todo eso aunque, si llegara a darse el caso, sería necesario e importante votar contra Trump votando por Biden—, sería muy probable que condujera al desastre confiar en la votación y simplemente tener la esperanza de que las elecciones solucionen el problema.

Todo esto señala la probabilidad muy grande de que, independientemente del resultado real de estas elecciones (suponiendo que de hecho se celebren), si Trump se declarara el “ganador” y se negara a dejar el cargo, en ausencia de una movilización verdaderamente masiva que exigiera que fuera sacado del poder el régimen de Trump y Pence, los demócratas terminarían por claudicar ante Trump. La movilización de masas que se requiere no se puede forjar “de la noche a la mañana” en las secuelas de las elecciones — ni tampoco se puede forjar confinándolo todo dentro del marco y los límites en los cuales insisten los demócratas. 

Hay que plasmar vivamente la verdad —la verdad sobre Estados Unidos, y la verdad sobre lo que el régimen de Trump y Pence representa y lo que está implementando e imponiendo— como un eje crucial, e inmediatamente urgente, de la lucha contra la injusticia y la opresión y contra el fascismo de este régimen. Hay que hacerlo sin esperar para que se celebren las elecciones, pero al tomar acción ahora mismo, de manera continua, con las masas de personas —primero con miles de personas, que crezcan a millones de personas— en una movilización sostenida en torno a la demanda unificadora que este régimen tiene que marcharse.

 

Esperar hasta noviembre, y confiar en las elecciones, probablemente conducirá al desastre:

 

Tenemos que tomar las calles, y permanecer en las calles, con la demanda ¡Trump-Pence Fuera Ya!

 

En adición a mis propios escritos y discursos sobre esta cuestión del fascismo, los cuales están disponibles en Obras escogidas de BA en revcom.us*, han salido varios estudios importantes del fenómeno del fascismo cristiano en particular —entre ellos, los libros recientes de Katherine Stewart* y Kristin Kobes Du Mez*— que ponen en claro que estos fascistas están firmemente comprometidos a sus ideas y metas extremadamente opresivas, reaccionarias y literalmente lunáticas, y que estos fascistas no se dejarán cambiar de idea mediante intentos de hacer venias a sus supuestas “quejas legítimas”.

_________

Notas:

*Por ejemplo, mi artículo reciente El patriarcado y el patriotismo — La agresiva supremacía masculina y supremacía pro estadounidense — El peligro y el reto inmediato saca lecciones de las observaciones importantes en el libro de Kristin Kobes Du Mez Jesus and John Wayne: How White Evangelicals Corrupted a Faith and Fractured a Nation [Jesús y John Wayne: De la manera en que los evangélicos blancos corrompieron una fe y fracturaron una nación], y mi discurso de 2017, ¡El régimen de Trump y Pence tiene que marcharse! En nombre de la humanidad, nos NEGAMOS a aceptar a un Estados Unidos fascista, Un mundo mejor ES posible, cita análisis importantes en el libro de Katherine Stewart The Good News Club, The Christian Right’s Stealth Assault on America’s Children [El Club de las Buenas Noticias: El asalto sigiloso de la derecha cristiana a los niños de Estados Unidos]. [volver]

2. De la Declaración de Bob Avakian, del 1º de agosto de 2020, Sobre la situación crítica inmediata, la urgente necesidad de expulsar al régimen fascista de Trump y Pence, votando en estas elecciones, y la necesidad fundamental de la revolución.

 

******

Segunda parte

 

TRUMP YA ESTÁ ROBÁNDOSE LAS ELECCIONES
Y YA ESTÁ AMENAZANDO CON AÚN MÁS VIOLENCIA
PARA MANTENERSE EN EL PODER

 

En la Declaración de Bob Avakian, del 1º de agosto de 2020, Sobre la situación crítica inmediata, la urgente necesidad de expulsar al régimen fascista de Trump y Pence, votando en estas elecciones, y la necesidad fundamental de la revolución, abordé este importante punto:

 

A esta hora crítica, hay que utilizar todos los medios apropiados de acción no violenta para sacar del poder a este régimen. E, incluso con protestas de masas que exigen que se saque del poder al régimen de Trump y Pence, si este régimen permanece en el poder a la hora de votar, pues en tal caso —sin confiar en lo fundamental en votar— utilizar todos los medios apropiados para trabajar para sacar del poder a este régimen debe incluir votar contra Trump (suponiendo que en efecto se celebren las elecciones). Para que quede claro, esto no se refiere a un “voto de protesta” por algún candidato que no tiene posibilidades de ganar, sino votar concretamente por el candidato del Partido Demócrata, Biden, a fin de dar un voto que tenga un efecto real contra Trump. 

Al mismo tiempo, sin embargo, enfaticé fuertemente que:


Simplemente confiar en el voto para sacar a este régimen casi seguramente conducirá a resultados muy malos, incluso desastrosos. Esto es muy cierto en vista de lo que este régimen ya está haciendo, y lo que Trump está diciendo, en relación a las elecciones.

 

El régimen de Trump y Pence ya está maniobrando para suprimir los votos

 

El hecho de que Trump, y sus seguidores, siguen cometiendo un ultraje tras otro, de manera regular, puede hacer que las personas —hasta las que odian todo lo que Trump representa— se olviden de los ultrajes cometidos incluso hace poquito tiempo. Pero, es de crucial importancia no olvidar que Trump ya ha propuesto la idea de “demorar” las elecciones sobre la base de sus afirmaciones completamente falsas de que cosas como la votación por correo resultarán en un fraude masivo y que se podría tardar semanas, meses o incluso años para conocer el verdadero resultado de las elecciones (nótese: semanas, meses o incluso años — ¡durante ese tiempo Trump insistiría en quedarse en el poder!). 

Trump y sus seguidores están maniobrando para suprimir los votos de muchas personas negras, y otras, de las cuales probablemente muchísimas de ellas voten contra Trump. Un ejemplo notorio es: En el estado de Florida (al cual Trump necesita desesperadamente ganar), el gobierno controlado por republicanos está maniobrando para socavar cambios en la Constitución de Florida que han restaurado el derecho de votar a los que fueron declarado culpables de delitos graves. Estas maniobras posiblemente les priven del derecho de votar a casi 800.000 personas, muchas de las cuales son negras o latinas1. 

Los agentes de Trump ya están en el proceso de organizar a golpeadores fascistas para que vayan a los lugares de votación, especialmente en los estados de contienda decisiva, para “estar alerta en caso del fraude”. En “Trumplandia” fascista, mentir es un modo de vivir y el procedimiento estándar. Cuando dicen “ley y orden”, quieren decir los asesinatos policiales de negros y latinos. A su parecer, la verdad no es más que las “noticias falsas”, y dicen que “la ciencia no sabe” cosas que solamente Trump sabe. Así que cuando hablan del “fraude electoral”, lo que quieren decir es cuando la gente vota contra Trump. Y lo que tienen la intención de hacer estos golpeadores fascistas organizados por el campo Trump es precisamente impedir que la gente vote contra Trump — con la amenaza, y el uso, de la fuerza y la violencia.

Michael Cohen —que era el abogado personal y “gestor” de Trump durante más de 10 años— ha hecho sonar la alarma, más de una vez, de que Trump hará cualquier cosa para quedarse en el poder, incluso iniciar una guerra para crear una emergencia nacional2. Trump, que es tanto un mentiroso patológico como un mentiroso con propósito, ha minimizado deliberada y repetidamente el peligro de la pandemia de la Covid-19, aunque está consciente del peligro grave que en realidad representa. Ya ha obligado a los organismos gubernamentales, como los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), a cambiar sus hallazgos y recomendaciones sobre la pandemia de la Covid-19 para servir a las ambiciones y metas políticas de Trump. Y parece cada vez más probable que, poco antes de las elecciones, en un esfuerzo por contrarrestar el desenmascaramiento de su terrible temeridad con respecto a la Covid-19, y para declararse perversamente el “salvador” del pueblo ante esta pandemia, Trump haga uso de su poder presidencial para presionar por la aprobación del uso de una vacuna, aún antes de que se haya determinado científicamente si tal vacuna es no solamente eficaz sino segura.

 

Trump ha suprimido a la oposición con la violencia, y ha amenazado con aún mayor violencia

 

Otra cosa que no debemos olvidar es que Trump no sólo ha justificado y respaldado, sino que ha alentado abiertamente, la violencia de parte de tropas de asalto supremacistas blancos armados (a los cuales él llama “gente de la Segunda Enmienda”). Ha apoyado a los ataques violentos por parte de la policía contra manifestantes y ha utilizado las fuerzas armadas del gobierno para atacar y suprimir a las protestas, en Washington, D.C., en Portland y otras ciudades. Ya hay bastante evidencia —y sale más evidencia a cada rato— de que (suponiendo que de hecho se celebren las elecciones) sin importar el resultado concreto de las elecciones, Trump se declarará el ganador y usará cualquier medio a su alcance, incluida la violencia, para mantenerse en el poder. Como señaló un artículo posteado hace poco en revcom.us:

 

El 10 de septiembre, Jeanine Pirro del fascista “Noticiero” Fox le preguntó a Trump cuál sería su respuesta en la noche de los comicios si él ganara y aquellos que se le oponen “amenazaran con emprender disturbios”. La respuesta de Trump: “Los apagaremos muy rápidamente si hacen eso... Tenemos el derecho de hacerlo, tenemos el poder de hacerlo si ellos lo quisieran. Fíjese, se llama insurrección”3.

Es necesario “traducir” lo que se dice en este episodio del “mentira-maratón” fascista continuo de Trump y sus cómplices mediáticos (como el “noticiero” Fox). Hablar de que Trump “ganara” las elecciones significa que Trump se declarara a sí mismo el ganador. (Acuérdense que Trump ya ha insinuado fuertemente que no aceptaría los resultados de las elecciones si Biden ganara; y Trump siempre ha insistido en que la única manera en que podría perder sería si las elecciones “se amañaran”.) “Disturbios”, en habla-fascista, quiere decir protestas contra la brutalidad policial y otras injusticias, aunque estas protestas sean pacíficas en su inmensa mayoría (como lo han sido); e “insurrección” en boca de ellos alude a la movilización contra el régimen de Trump y Pence, aunque esa movilización sea no violenta. 

El mismo artículo en revcom.us llama la atención sobre esto:

       

Otro vistazo a lo que los fascistas quizá estén contemplando e incluso planeando salió de la boca del agente republicano de larga trayectoria y títere de Trump, Roger Stone. (En julio, Trump conmutó la condena de 40 meses de prisión de Stone, al que habían condenado por mentir al Congreso). En una llamada con Alex Jones —un teórico de conspiraciones trumpista— en su programa virtual Infowars, Stone dijo que Trump debiera considerar declarar “ley marcial” o invocar el Acta contra Insurrecciones si perdiera las elecciones de noviembre3. 

Y Stone instó al “Procurador General” William Barr (el jefe del Departamento de Injusticia trumpista, el máximo encargado de la represión ilícita y un “comandante” de las tropas de asalto del régimen) a que prepare ahora una fuerza lista para actuar según esta declaración de la “ley marcial” si Trump perdiera. 

Nótese que Stone llama abiertamente a que Trump utilice la violencia para mantenerse en el mandato si Trump perdiera las elecciones. 

Otros promotores fanáticos de este régimen, tanto dentro como fuera del gobierno, han convocado a sus seguidores a armarse en preparación para las elecciones. 

Sería un error muy grave no tomar en serio lo que Trump y sus seguidores fascistas están proclamando abiertamente. 

Pero, por verdaderamente peligrosos que lo sean estas fascistas amenazas y actos de violencia, y los preparativos para llevar a cabo aún más violencia — dejarse intimidar y claudicar ante esto llevaría a un horror mucho más grande. 

Hay que oponerse activa y vigorosamente a los esfuerzos trumpistas por suprimir los votos; y las personas deben movilizarse, ahora y de manera continua, en torno a la demanda de que el régimen de Trump y Pence en su conjunto tiene que marcharse.

 

No podemos confiar en los demócratas, no podemos esperar hasta noviembre

 

En la Primera parte de esta serie, examiné las razones de por qué los demócratas no denunciarán al régimen de Trump y Pence, y a sus seguidores, por lo que son: fascistas. Señalé: 

Una y otra vez, los demócratas han tratado de lidiar con esto utilizando las mismas “normas” e instituciones las que este régimen está desafiando y triturando, o que está haciendo conformarse a sus objetivos fascistas — las cortes, las audiencias y procedimientos del Congreso, etcétera. Una y otra vez, los demócratas han fracasado. Sin embargo, se niegan obstinadamente a buscar otros medios para oponerse a este régimen, más que recurrir a estas mismas “normas” y procedimientos. Esto es lo que están haciendo, y se inclinarán fuertemente a seguir haciéndolo, incluso ante las maniobras crecientes e intensificadas de Trump para suprimir el voto en las elecciones venideras y su determinación claramente indicada de hacer que sea declarado el ganador en las elecciones, o de permanecer en el poder sin importar el resultado de las elecciones4. 

Biden y los demócratas actúan como si hubiera tanto conflicto amargo, violencia y “caos” en la sociedad — e insisten repetidamente en que hay tanto conflicto amargo, violencia y “caos” en la sociedad porque “Trump nos está dividiendo, no nos está uniendo”. Pero la verdad es que, si bien Trump se ha vuelto un “punto de convergencia” y una “punta de lanza” para las fuerzas fascistas en Estados Unidos, dentro de las estructuras del poder y más ampliamente entre sectores de la población, hay razones y causas profundamente arraigadas de por qué este fascismo ha cobrado tanta fuerza. Biden y los demócratas no pueden “hacer que se unifique el país”, como dicen falsamente, porque no puede darse ninguna “conciliación” con estos fascistas — cuyas “quejas” se derivan del resentimiento fanático contra cualquier limitación a la supremacía blanca, la supremacía masculina, la xenofobia (el odio por los extranjeros), el chovinismo pro estadounidense rabioso y el saqueo irrestricto del medio ambiente, y que se expresan cada vez más en términos literalmente lunáticos. ¡No puede darse ninguna “conciliación” con esto, salvo de acuerdo a los términos de estos fascistas, con todas las terribles implicaciones y consecuencias de hacerlo! 

Como también he enfatizado: “Todo esto señala la probabilidad muy grande de que, independientemente del resultado real de estas elecciones (suponiendo que de hecho se celebren), si Trump se declarara el “ganador” y se negara a dejar el cargo, en ausencia de una movilización verdaderamente masiva que exigiera que fuera sacado del poder el régimen de Trump y Pence, los demócratas terminarían por claudicar ante Trump4 

Esto no quiere decir que sería irrelevante votar por Biden — que no tendría ningún impacto. Muchas personas que odian a Trump han expresado al mismo tiempo una clara falta de entusiasmo por Biden. Pero “entusiasmo por Biden” —o la falta de tal entusiasmo— en realidad no viene al caso, y basar las cosas en algo así implica ignorar al por mayor, o deliberadamente hacerse de la vista gorda, respecto a qué tan crucial lo es lo que está en juego. La razón de votar por Biden es votar contra Trump y su régimen en su conjunto. Y eso debe ser razón suficiente, para cualquier persona que seriamente se preocupe por la justicia social, que se niegue a vivir en un Estados Unidos fascista y que tenga una sensación de la catástrofe muy real que eso implicaría, no sólo para la gente en Estados Unidos sino para toda la humanidad, si Trump consiguiera un “mandato de reelección”. Por estas razones, como señalé en mi Declaración del 1º de agosto, si llegara a darse el caso —si el régimen de Trump y Pence aún estuviera en el poder a la hora de celebrar los comicios—, pues para votar contra Trump, sería muy importante y necesario votar por Biden. 

Como enfatiza esa Declaración: “hay una —y únicamente una— cosa ‘buena’ que podría resultar de estas elecciones: asestar una derrota contundente a Trump y al régimen fascista en su conjunto”. Esto no “pondría fin” al fascismo que ha surgido de contradicciones profundamente arraigadas y que ha cobrado fuerza durante décadas. Pero, como la Declaración del 1º de agosto también enfatiza: asestar una derrota contundente a este régimen “crearía condiciones mucho mejores para seguir librando la lucha contra todo lo que representa el régimen de Trump y Pence y toda la opresión e injusticias de este sistema, y eso sería un gran regalo para la gente del mundo”.

Al mismo tiempo, por todas las razones que se abordan en esa Declaración, y que se recalcan aquí —las maniobras de Trump que ya van viento en popa para robarse las elecciones, y su determinación de hacer uso de cualquier medio a su alcance para permanecer en el poder, sin importar el resultado concreto de esas elecciones, y al mismo tiempo la probabilidad de que, al dejar las cosas únicamente en sus manos, los demócratas terminarán por claudicar ante Trump— esperar para noviembre y confiar en votar muy probablemente conducirá al desastre.  

Las personas tienen que despertarse seria y completamente a la realidad de lo que está en juego, antes de que se haga muy tarde. Más de unas pocas personas han observado, a veces con una triste resignación, que la continua avalancha de mentiras y actos criminales verdaderamente monstruosos de Trump y su régimen las ha desgastado, al extremo de que ya nada les conmociona ni se sienten impelidas a actuar. Pero perder nuestra capacidad de indignarnos, y de actuar a base de esa indignación, significa perder nuestra humanidad — y, en vista de la situación que enfrentamos, eso equivale a colaborar con el fascismo de este régimen y la catástrofe hacia la cual está propulsando inexorablemente a la humanidad. 

El fanatismo demente de los fascistas al insistir en que Trump deba mantenerse en el poder, cueste lo que cueste, tiene que encontrarse, y verse abrumado, con la intensidad apasionada consciente de las masas de personas que odian todo lo que este régimen fascista representa, que reconocen el peligro existencial muy real que este régimen representa para la humanidad y que arden con una determinación justificada de que ¡este régimen tiene que marcharse! 

Y para convertir eso en realidad, no podemos dejar que esta determinación justificada sea canalizada a simplemente votar contra Trump. Lo que se requiere urgentemente ahora es que “se salga de las ‘normas’ de este sistema y se movilice a las masas de personas en una lucha decidida, no violenta pero sostenida en las calles para exigir la expulsión de este régimen, tal como RefuseFascism.org (Rechazar el Fascismo) ha venido convocando a hacer4. Además: 

La movilización de masas que se requiere no se puede forjar “de la noche a la mañana” en las secuelas de las elecciones — ni tampoco se puede forjar confinándolo todo dentro del marco y los límites en los cuales insisten los demócratas…

Tenemos que tomar las calles, y permanecer en las calles, con la demanda ¡Trump y Pence Fuera Ya!4

_________

Notas: 

1. Vea el artículo El estado de Florida maniobra para privar del derecho de votar a cientos de miles de personas condenadas de delitos graves.  [volver]

2. En su testimonio ante un comité del Congreso en 2019, Michael Cohen habló del peligro de que Trump se niegue a reconocer los resultados de las elecciones programadas para noviembre de 2020 si Trump no ganara estas elecciones. Y, en su libro recientemente publicado Disloyal, The True Story of the Former Personal Attorney to President Donald J. Trump [Desleal: La verdadera historia del ex abogado personal del presidente Donald J. Trump], Cohen vuelve a hacer sonar la alarma, con aún mayor urgencia, con la advertencia de que Trump hará cualquier cosa, incluido iniciar una guerra, para permanecer en el poder. Cohen ha admitido que, antes de esta comparecencia ante el Congreso en 2019, había mentido al Congreso — algo que trató de rectificar dando un testimonio veraz en esa audiencia de 2019. La máquina de falsedades fascistas de Trump ha tratado de aprovechar el hecho de que Cohen es un mentiroso confeso, que ha sido condenado del delito de mentir al Congreso, para intentar desviar la atención de lo que Cohen ha revelado sobre Trump y sobre los graves peligros que él representa. El problema, para los trumpistas, es que las mentiras a las que aluden, y los otros actos despreciables que Cohen cometió — pues, todo eso se hizo precisamente a instrucciones y en beneficio del propio Mentiroso-En-Jefe Trump.

Cohen, que trabajó muy de cerca con (o para) Trump durante más de diez años, incluidos los primeros años de la presidencia trumpista, y quien probablemente conoce a Trump tan bien como es posible conocerlo, confirma lo que dice la sobrina de Trump, Mary Trump: El racismo, la misoginia (el odio y la degradación a las mujeres) y la intolerancia en general están en el mero corazón de su ser.  [volver

3. “Trump sobre las protestas para la noche de las elecciones: ‘Las apagaremos muy rápidamente’”. Esto es parte de la serie que continúa, El embate fascista, en revcom.us.  [volver]

4. Las citas y referencias aquí son de No será suficiente votar — Tenemos que tomar las calles, y permanecer en las calles con la demanda Trump y Pence Fuera Ya, Primera parte, “Los demócratas no son capaces de luchar contra Trump en la manera en que hay que hacerlo”. Este artículo mío está disponible en revcom.us.  [volver]

 

Tercera Parte

 

El Fascismo de Trump —
a Diario Más Descarado y Peligroso:
Cómo Una Decidida Lucha y Masiva Movilización
Podrían Derrotar Esto

 

En la Declaración de Bob Avakian, del 1º de agosto de 2020, Sobre la situación crítica inmediata, la urgente necesidad de expulsar al régimen fascista de Trump y Pence, votando en estas elecciones, y la necesidad fundamental de la revolución, abordé este importante punto:

 

A esta hora crítica, hay que utilizar todos los medios apropiados de acción no violenta para sacar del poder a este régimen. E, incluso con protestas de masas que exigen que se saque del poder al régimen de Trump y Pence, si este régimen permanece en el poder a la hora de votar, pues en tal caso —sin confiar en lo fundamental en votar— utilizar todos los medios apropiados para trabajar para sacar del poder a este régimen debe incluir votar contra Trump (suponiendo que en efecto se celebren las elecciones). Para que quede claro, esto no se refiere a un “voto de protesta” por algún candidato que no tiene posibilidades de ganar, sino votar concretamente por el candidato del Partido Demócrata, Biden, a fin de dar un voto que tenga un efecto real contra Trump.

 

Al mismo tiempo, sin embargo, enfaticé fuertemente que

 

Simplemente confiar en el voto para sacar a este régimen casi seguramente conducirá a resultados muy malos, incluso desastrosos. Esto es muy cierto en vista de lo que este régimen ya está haciendo, y lo que Trump está diciendo, en relación a las elecciones.

 

Pero, si eso es cierto, pues ¿cómo se podría sacar del poder a este régimen — y, específicamente, en realidad cómo podría conducir una movilización de masas a obligar a marcharse a este régimen? Imagínese lo siguiente.

 

Entre los miles de personas con las que el trabajo de RefuseFascism.org (Rechazar el Fascismo) ya se ha conectado y a los que ha puesto en marcha, con la demanda de que este régimen fascista tiene que quedarse ¡FUERA YA!, que cada vez más personas se conviertan en organizadores de base, conectándose con sus familias, amigos y comunidades, y activando a todo tipo de personas y grupos —mediante el contacto directo, las redes sociales y de otras formas— que atraigan e incorporen hacia este creciente y cada vez más diverso movimiento de masas, a miles de personas adicionales que comparten su odio por todo lo que este régimen representa y por todo lo que éste maniobra despiadadamente para imponer a martillazos. Y que muchas personas más, a su vez, también se conviertan en organizadores.

 

Imagínese que, como ha sucedido con las protestas de masas contra la racista opresión y terror policial, la gente se movilice en las calles, día tras día, a partir del 3 de octubre, en respuesta al llamamiento de Rechazar el Fascismo para realizar manifestaciones sostenidas no violentas pero decididas en torno a la demanda unificadora de que este régimen tiene que marcharse, ya. Que estas movilizaciones crezcan, se expandan y se multipliquen — y que se les unan crecientes cantidades de personas indignadas por la continua brutalidad y asesinato policial; por la devastación del medio ambiente; por los niños en jaulas y las decenas de miles de inmigrantes en campos de concentración en la frontera; por la negligencia y mentiras despiadadas y temerarias de Trump sobre la pandemia de la Covid, con el resultado de decenas de miles de muertes innecesarias, desproporcionadamente entre los negros, los latinos y los indígenas; por la implacable maniobra del régimen para consolidar más una Corte Suprema que sea otro instrumento de fascista intolerancia y represión — que masas de personas, de todas partes de la sociedad, que están hartas de todo esto, y están llegando a ver aún más claramente que todo esto está estrechamente relacionado con este régimen fascista y está impulsado por él, se unan a las continuas movilizaciones diarias, vinculando su indignación y resistencia con la demanda unificadora: ¡FUERA YA!

 

Imagínese: Que estudiantes y alumnos, profesores y maestros, científicos, profesionales médicos, abogados, clérigos y sus congregaciones, sindicatos, organizaciones de derechos civiles y de justicia, artistas, atletas y otras personas en el ámbito cultural — que todas estas personas, y otras, asuman el llamamiento y se movilicen para fortalecer el movimiento. Que celebridades, y personas prominentes en muchos campos, utilicen sus plataformas para magnificar el mensaje y ayuden a movilizar a cantidades aún mayores de personas.

 

A medida que los crímenes de este régimen aumenten en escalada día tras día — regando supremacía blanca, supremacía masculina y otras intolerancias; maniobrando para suprimir el voto y robarse las elecciones; amenazando con violencia y desatándola para permanecer en el poder sin importar el resultado de las elecciones; convirtiendo cada vez más al “Departamento de Justicia” en un instrumento franco de represión sin ley, robándose a la gente sus derechos básicos, al tiempo que maniobre para imponer a martillazos una Corte Suprema que declare que todas estas acciones son “constitucionales” y “legales” — a medida que todas estas cosas, y otras, se vuelvan cada vez más descaradas, y se aceleren a un ritmo vertiginoso al aproximarse las elecciones programadas, que crecientes sectores de la sociedad empiecen a darse cuenta de que no pueden simplemente confiar en las elecciones para hacer frente a esto. Al dejar a un lado lo de confiar pasivamente en el “proceso político normal” y al superar temores ante las amenazas y asaltos de los golpeadores fascistas, por todo Estados Unidos que las masas de personas del común, en crecientes olas, se tomen las calles, se sumen a las movilizaciones en curso ¡FUERA YA!, o con sus propios esfuerzos inicien tales movilizaciones donde aún no se estén produciendo. Que esto se convierta en una marejada masiva desde abajo que abarque al país en su conjunto, cambiando dramáticamente los términos de la participación política, obligando a todos los contendientes políticos y a todas las instituciones dominantes de la sociedad a responder a esta ascendente ola de resistencia decidida de masas. Que esta creciente movilización se desarrolle desde los márgenes hasta pasarse al centro de la atención y cobertura de los medios de comunicación, en Estados Unidos y a nivel internacional. Que la gente de todo el mundo preste atención, se inspire y organice manifestaciones de solidaridad y apoyo.

 

Imagínese que, de repente, los políticos y agentes del Partido Demócrata se vean obligados a darse cuenta de que simplemente no pueden canalizar toda la indignación y el descontento en unas elecciones que a diario el régimen fascista está robándose y corrompiendo de manera violenta. Que estos políticos ahora declaren que se identifican con los sentimientos de las masas de manifestantes que demandan ¡FUERA YA! — y busquen tener oradores en los mítines y trabajen para controlar y dirigir las movilizaciones hacia “canales aceptables” que no lleven a más “desorden”. Pero que, dada la creciente comprensión y determinación de los manifestantes, los esfuerzos de estos políticos solamente atraigan aún más atención, y aún más gente, hacia estas movilizaciones — e incluso ante las crecientes amenazas y actos de represión y violencia del régimen y sus partidarios fascistas, con y sin uniforme, estas movilizaciones sigan creciendo y hagan tronar aún más poderosamente la demanda: ¡FUERA YA!

Ante la intensificación de esta situación, que los dirigentes del Partido Demócrata calculen que la única manera en que pueden esperar a obtener el control de la situación y restablecer alguna apariencia de “proceso ordenado” es que ellos mismos asuman la demanda “El régimen de Trump y Pence tiene que marcharse” —ahora—, incluso antes de unas elecciones programadas que este régimen ya ha pervertido completamente e impedido que procedan como un proceso “libre y justo”. Que otras personas con cargos poderosos en el gobierno se sumen a esta maniobra de los demócratas (o la apoyen tras bambalinas), entre ellas hasta algunos políticos republicanos que por fin hayan decidido que se cumplirán más efectivamente sus objetivos políticos y ambiciones personales rompiendo con este régimen y reagrupándose en torno a otros “líderes”. Que estas fuerzas de la clase dominante les presenten a Trump (y Pence) el ultimátum de que o bien renuncien o si no, saldrán destituidos en un juicio político —y, en esta ocasión, serán condenados— y que aquellos que pongan esta demanda también dejen en claro que tienen el poder institucional detrás de sí para hacer cumplir esto, si Trump (y Pence) se niegan a marcharse. ¡Imagínese!

 

Por supuesto, es imposible decir exactamente cómo resultarán las cosas, y no hay “garantía” de éxito. Pero es posible. Y hay que enfatizar dos cosas al respecto.

 

Primero, si las masas de personas no se toman las calles, ahora mismo, en torno a la demanda de que este régimen tiene que marcharse; si se permite que este régimen suprima los votos y utilice la amenaza y la fuerza de la violencia para mantenerse en el poder; si este régimen logra consolidar más su gobierno fascista y desatarse más para imponer a martillazos su programa y objetivos fascistas — pues, las consecuencias serán verdaderamente catastróficas.

 

Segundo, nosotros —todos nosotros, desde muchos distintos ámbitos de la vida y muchas distintas perspectivas políticas, que somos capaces de reconocer a este régimen fascista por lo que es y rechazamos vivir en un Estados Unidos fascista— al actuar juntos miles y millones de nosotros, podemos dar expresión a los sentimientos fuertemente sostenidos de decenas y decenas de millones de personas que odian con razón todo lo que este régimen representa y que aspiran a un mundo mucho mejor que éste. Podemos dar vida a movilizaciones masivas, no violentas pero sostenidas, y que crezcan rápidamente, que exijan que este régimen tenga que marcharse —ya— con la posibilidad de que esto pueda llegar a convertirse en una realidad. Podemos expresar poderosamente el entendimiento crucial de que —debido a su propia naturaleza fascista, y con sus intentos en escalada de corromper unas elecciones y permanecer en el poder independientemente del resultado concreto de esas elecciones—, este régimen es ilegítimo y hace falta sacarlo. Y si, incluso con esta movilización de masas, este régimen aún se halla en el poder el 3 de noviembre, el hecho de que hayamos llevado a cabo esta movilización de masas y hayamos propagado poderosamente esta demanda ¡FUERA YA!, implicará que habrá condiciones mucho más favorables para continuar, y amplificar y fortalecer más, esta movilización de masas si Trump y su régimen intentaran mantenerse en el poder, independientemente del resultado concreto de las elecciones.

 

El que se diera una posibilidad real de una sociedad, un mundo y un futuro para la humanidad —en el que valiera la pena vivir— dependería, en una medida muy grande, de lo que nosotros que aspiramos a un mundo así decidamos hacer, y de que nos esforcemos con la determinación necesaria para hacer de esto una realidad.

 

*********

 

Con este esbozo básico en mente de lo que es necesario, y de lo que es posible —la lucha decidida y la movilización masiva que realmente podrían derrotar las maniobras del régimen de Trump y Pence para seguir consolidando a martillazos su gobierno fascista, con las consecuencias verdaderamente catastróficas que ello conllevaría—, examinemos esto más a fondo, y de manera más completa, en el contexto de la situación más amplia y los cruciales acontecimientos recientes.

 

La muerte de Ruth Bader Ginsburg y los fascistas fanáticos odia-mujer

 

El anuncio de la muerte de la magistrada liberal de larga trayectoria de la Corte Suprema Ruth Bader Ginsburg no ha sido motivo para que Trump y sus socios fascistas tomen una pausa para honrar a Ginsburg, sino para que declaren de inmediato su intención de imponer y mayoritear apresuradamente el nombramiento de otro magistrado de extrema derecha a la corte — para dar mayores “fundamentos jurisprudenciales”, por parte del “máximo tribunal del país”, a la agenda y objetivos fanáticamente opresivos y represivos del régimen fascista de Trump y Pence, entre los que figuran: utilizar el “poder ejecutivo” para pisotear el estado de derecho y convertir la “ley” en un mero instrumento del régimen fascista; darle a la policía poderes aún más ilimitados para brutalizar y asesinar en nombre de “la ley y el orden”; perseguir despiadadamente a los inmigrantes, a las personas LGBT, a los musulmanes y a otros “indeseables”; eliminar aún más las restricciones al saqueo del medio ambiente; a fuerzas hacer que todos los miembros de la sociedad se traguen el patriotismo y el fundamentalismo religioso (es decir, el fascismo cristiano) — y, de no menos importancia, prohibir el aborto y en general zampar con más fuerza a las mujeres a una posición subordinada en relación con los hombres y en la sociedad en general.

 

En ¡El régimen de Trump y Pence tiene que marcharse!, examiné la “alianza impía” entre Trump y los fundamentalistas cristianos, que constituyen el núcleo duro y la fuerza impulsora de este fascismo1.

 

Al abordar el mismo fenómeno (y al referirse a los fundamentalistas cristianos como “evangélicos”, y al tener en mente en particular los evangélicos blancos), Kristin Kobes Du Mez ha dejado en claro:

 

el apoyo evangélico a Trump no fue una aberración, ni fue meramente una decisión pragmática. Fue, más bien, la culminación de acoger, por parte de los evangélicos, la masculinidad militante, una ideología que consagra la autoridad patriarcal y aprueba la despiadada demostración de poder, en el país y en el extranjero2.

 

El fanatismo fascista cristiano en oposición al aborto en realidad no tiene que ver con la noción fraudulenta de que el aborto equivale a “matar bebés” — algo que se demuestra en el hecho (entre otras cosas) de que estos oponentes al derecho al aborto también se oponen fuertemente al control de la natalidad que impide el embarazo en primer lugar. La verdad es lo siguiente: Lo que realmente está en juego es que el aborto, y el control de la natalidad, ayudan a proporcionar a las mujeres una cierta independencia, una libertad para decidir si tener hijos y cuándo tenerlos — y, sí, una cierta libertad para participar en relaciones sexuales de su propia elección, sobre la base de su propio deseo y volición, sin tener que preocuparse por embarazarse cuando no haya querido o no haya decidido hacerlo. Es esta relativa independencia y libertad la que suscita un frenesí entre los fascistas cristianos, porque va en contra de la disminución del papel de las mujeres a “compañeras de apoyo” de los esposos e incubadoras de niños para los esposos en las familias patriarcales dominadas por los hombres, y a la posición subordinada y oprimida de las mujeres en la sociedad en general3.

 

En escritos y discursos anteriores —incluido el artículo anterior (Segunda parte) de esta serie—, subrayé que existe una conexión directa y un vínculo poderoso entre la misoginia patriarcal (el odio por las mujeres y su degradación) por parte de este fascismo y su agresiva supremacía blanca, y que: no puede darse ninguna “conciliación” con estos fascistas — cuyas “quejas” se derivan del resentimiento fanático contra cualquier limitación a la supremacía blanca, la supremacía masculina, la xenofobia (el odio por los extranjeros), el chovinismo pro estadounidense rabioso y el saqueo irrestricto del medio ambiente, y que se expresan cada vez más en términos literalmente lunáticos. ¡No puede darse ninguna “conciliación” con esto, salvo de acuerdo a los términos de estos fascistas, con todas las terribles implicaciones y consecuencias de hacerlo!4

 

Es una necesidad urgente para todos los que se niegan a aceptar todo esto (que rechazan “conciliarse” con todo esto), que entiendan cuáles serían las consecuencias terribles si el régimen de Trump y Pence lograra dar mayores saltos en consolidar su gobierno fascista y en implementar su programa fascista. Este fascismo “no se trata simplemente de algunas políticas horrorosas sino de una forma cualitativamente diferente de gobiernobasado en una brutal represión y violación de lo que se supone sean los derechos más básicos5.

 

El teólogo afroamericano Hubert Locke —quien cité en el artículo anterior (Primera parte) de esta serie— subraya el siguiente punto crucial:

 

Si todo esto fuera simplemente una batalla por el corazón y mente del pueblo estadounidense, podríamos entrar al conflicto con mucho menos preocupación, confiados de que al final el buen sentido y la bondad humana triunfen en última instancia sobre la ignorancia y la intolerancia. Pero esta es una batalla por el poder — se trata de tomar las riendas del gobierno, manipular los tribunales y las decisiones judiciales, controlar los medios de comunicación y hacer incursiones en todos los rincones posibles de nuestra vida y relaciones privadas, de modo que reine en Estados Unidos lo que la derecha religiosa percibe como la voluntad de Dios6.

 

Un Grito de Batalla y un Llamado a la Acción

 

Todos aquellos que pueden reconocer que esta pesadilla se está convirtiendo rápidamente en una realidad bruta —que se niegan a vivir en un Estados Unidos fascista en que se calumnia vilmente todas las aspiraciones a un mundo justo y se les priva sin piedad de aire para respirar— nosotros, millones y decenas de millones de nosotros, tenemos que actuar juntos para crear una situación en la que, siempre y cuando este régimen fascista esté en el poder, no podrá existir, y no habrá, ninguna “normalidad”, ninguna marcha continua de la maquinaria que está llevando al desastre.

 

Tenemos que luchar con el reconocimiento total de la profundidad de lo que está en juego y de que este régimen en sí representa la máxima amenaza a la humanidad. Lo que se requiere ahora es una lucha que es no violenta, pero osada y audaz, prendida con la determinación de no retroceder, hasta que este régimen sea sacado del poder. De una manera muy urgente, tenemos que hacer nacer una situación en la que cada fuerza —de entre todos los diferentes sectores de los poderes e instituciones gobernantes, y en la sociedad en general— tenga que responder a la situación política, y sopesarla de modo serio, que nosotros estemos creando por medio de movilizaciones cada vez más masivas y poderosas, insistiendo en que este régimen tiene que marcharse, ¡ya!

 

Hacer algo menos implicará atarnos a fuerzas y procedimientos, y esperar pasivamente un resultado, lo que muy probablemente conduzca a claudicar a este fascismo, con lo que serán (sin la más mínima exageración) consecuencias verdaderamente catastróficas.

 

Como subraya mi Declaración del 1º de agosto: “A esta hora crítica, hay que utilizar todos los medios apropiados de acción no violenta para sacar del poder a este régimen”7. Y, si llegara a darse el caso, ello implicaría votar por Biden a fin de efectivamente votar contra Trump.

 

También he señalado esta importante realidad:

 

Es cierto que, en este momento, el voto en unos pocos estados determina, en esencia, el resultado de las elecciones presidenciales — de modo que un candidato podría perder el voto popular y todavía ganar la presidencia, tal como pasó con Trump en las anteriores elecciones presidenciales. Pero, inclusive con esta realidad, una estrategia electoral que podría tener resultados mucho mejores para los demócratas sería la de hacer frente directa y enérgicamente a todo el enfoque racista de Trump, y hacer llamamientos para atraer a la gente negra y a otra gente de color, y al gran número de blancos (en especial, pero no solamente, de las generaciones más jóvenes) que han mostrado que se motivan por un claro deseo de terminar con la injusticia social, la desigualdad abierta y la violencia policial desenfrenada. Eso es una gran “reserva” en la cual, en teoría, los demócratas podrían centrarse en atraer8.

 

También es cierto que “en realidad los demócratas en sí no lo harán — y no podrán hacerlo”8. Pero, al crear el tipo de situación política en la que Biden y los demócratas estén obligados a reconocer, y tomar en cuenta, la determinación poderosamente expresada de masivas cantidades de personas que exijan un fin al régimen de Trump y Pence y al fascismo que éste encarna — eso podría ejercer una compulsión sobre los demócratas para que expresen oposición a Trump sobre una base que al menos empiece a reconocer el meollo de la naturaleza y programa fascista esencial del régimen de Trump y Pence... Lo que, a su vez, podría impeler a más personas a tomarse las calles para exigir esto... Lo que, a su vez, podría crear circunstancias y condiciones aún más favorables para librar la lucha para sacar del poder a este régimen.

Piensen en lo que ha ocurrido como resultado del hermoso levantamiento que se ha dado contra el racismo institucional y el terror policial. De maneras muy significativas, se ha cambiado dramáticamente “la conversación sobre la raza”. De repente, los demócratas, y otras instituciones “tradicionales”, se sienten impelidos a hablar no sólo de la necesidad de “reformas de la policía”, sino también del “racismo sistémico” — y ¡se está discutiendo y debatiendo ampliamente toda la historia de Estados Unidos, con sus raíces en la esclavitud, y en el genocidio contra los pueblos indígenas! ¡No hay manera en que todo esto hubiera ocurrido —y el panorama político hubiera cambiado tan dramáticamente, en un período de tiempo tan corto— en ausencia de este hermoso levantamiento de masas! Y lo mismo podría ocurrir, de la misma manera inmediata (“telescópica”), si no sólo continuara el justo torrente de lucha contra la opresión racista y el terror policial, y contra otras injusticias escandalosas, sino si todo esto se vinculara con masas de personas, y se expresara poderosamente como masas de personas, en cantidades continuamente crecientes, en las calles exigiendo poderosamente: ¡El régimen fascista de Trump y Pence tiene que marcharse!

 

Si este régimen fascista todavía está en el poder cuando llegue la hora de votar — pues, eso requerirá no sólo que las mismas personas lleven a cabo el único acto de votar, sino que trabajen para movilizar a masivas cantidades de personas para asestar una derrota electoral decisiva a este régimen fascista. Pero, al mismo tiempo, como he enfatizado repetidamente —y esto no se puede enfatizar demasiadas veces—, es probable que, por todas las razones expuestas aquí (así como en otras partes de esta serie y en mi Declaración del 1º de agosto), confiar en votar, sin la movilización de masas con la demanda de sacar del poder a este régimen, conduzca al desastre.

 

Las masas de personas tienen que actuar, ahora, para crear las condiciones más favorables para obligar a que se saque del poder a este régimen, cuya continuación, y mayor consolidación, en el poder, sin ninguna exageración, tendrá consecuencias verdaderamente monstruosas.

 

Ponerse a la altura del reto histórico y superar todos los obstáculos (inclusive en nosotros mismos)

 

Como también he subrayado, “Sería un error muy grave no tomar seriamente lo que Trump y sus seguidores fascistas están proclamando abiertamente”, inclusive sus amenazas de aún mayor violencia para garantizar que el régimen de Trump y Pence permanezca en el poder. Pero, una verdad aún más importante es lo siguiente: “por verdaderamente peligrosos que lo sean estas fascistas amenazas y actos de violencia, y los preparativos para llevar a cabo aún más violencia — dejarse intimidar y claudicar ante esto llevaría a un horror mucho más grande9. Al enfrentar esto, toda persona digna puede inspirarse y cobrarse valor en las acciones de las masas de personas que han desafiado valerosamente los repetidos ataques —de parte de la policía y de las tropas de asalto del gobierno bajo el mando del régimen Trump y Pence, así como los asaltos de los golpeadores fascistas armados pro-Trump, y que se han volcado a las calles—, para expresar su indignación en torno a la brutalidad y asesinato racista y su determinación de que todo eso tiene que terminar.

 

Pero no se trata únicamente de temores, por bien fundados que estén, los cuales hay que superar. También se trata del individualismo que ha llegado a ser tan generalizado, y que a menudo se manifiesta en términos tan extremos, en esta sociedad, especialmente en los últimos tiempos. En la situación de hoy, ante la escalada y aceleración de la bestia inexorable fascista, con frecuencia este individualismo se expresa ahora en estos términos: “Aunque odio todo lo que Trump representa y todo lo que hace, tengo que cuidarme de mí mismo y de aquellos que están cerca de mí; y arriesgarme en las primeras líneas y oponerme activamente a esto saliendo a las calles y protestando en torno a la demanda de que hay que sacar a este régimen ahora —en un momento en que no hay muchas personas que ya lo están haciendo—, bueno, eso es un riesgo que no estoy dispuesto a correr, especialmente cuando se aproximan unas elecciones y existe la posibilidad de que éstas logren lidiar con el problema”.

 

En este caso —además de llamar la atención una vez más sobre las formas en que Trump ya está pervirtiendo y robándose las elecciones, y está usando la violencia y amenazando con aún más violencia para permanecer en el poder, independientemente de lo que realmente ocurra con estas elecciones—, hay que señalar fuertemente: Si todos los que hubieran expresado (o hubieran tenido) estos sentimientos efectivamente salieran a las calles, habría una fuerza de literalmente millones, y hasta decenas de millones de personas, así expresando poderosamente su insistencia en que el régimen de Trump y Pence tiene que estar ¡FUERA YA! — tales como RefuseFascism.org (Rechazar el Fascismo) está convocando y organizando para hacer.

 

También es necesario decir sin rodeos: Este individualismo desenfrenado —según el cual cada quien sólo se piensa en sí mismo y no actúa o se niega a actuar a partir de los intereses más amplios de la humanidad— constituye una gran parte de por qué estamos enfrentados a la terrible situación a la que nos enfrentamos ahora. Y continuar de esta manera sólo contribuirá a que las cosas se vuelvan muchísimo peores, con consecuencias verdaderamente catastróficas para toda la humanidad — de las cuales pocas personas, si es que hay alguna, en última instancia podrán escapar. (Además del peligro omnipresente de la aniquilación nuclear, especialmente con el intimidador demente Trump con el dedo en el detonador nuclear, piense en la crisis ambiental y el daño intensificado y acelerado que el régimen de Trump y Pence ya le ha hecho al medio ambiente — y lo que hará a una escala mucho más terrible, si permanece en el poder).

 

Tal vez no sea “fácil”, pero corresponde a los intereses fundamentales de todos (todos los que se preocupan en lo más mínimo por la injusticia y la desigualdad social, y por tener un entorno, tanto natural como social, en el que los seres humanos pueden respirar y esperar a florecer) que todos estemos dispuestos a estar “entre los primeros” en pasar al frente con osadía y formar parte de una movilización verdaderamente masiva que exija que hay que sacar a este régimen, ahora — y, al hacerlo, que descubramos que después de todo no estamos “solos” o no somos “solamente unas pocas almas valientes”, sino que estamos juntos, no sólo en nuestros sentimientos sino como una fuerza activa, con miles y, en última instancia, millones de personas.

 

Sí, es cierto que no existe ninguna “garantía” de que incluso una movilización tan masiva logre obligar a que se saque del poder a este régimen —y este régimen, junto con los fanáticos fascistas dementes que constituyen su “base”, le opondrán una rabiosa resistencia—, pero sí se puede garantizar que, si este régimen logra mantenerse en el poder, al corromper y robarse las elecciones y luego al negarse a marcharse, una vez más las consecuencias serán verdaderamente catastróficas.

 

Y, si bien no existe ninguna “garantía”, sí existe una clara posibilidad de un resultado positivo. Una vez más, piense en el tremendo impacto que ha tenido el hermoso levantamiento contra la opresión racista y el terror policial, casi literalmente “de la noche a la mañana”.

 

Al mismo tiempo, es importante comprender que, aunque y a medida que una movilización de masas que exija que se saque del poder a este régimen podría tener un poderoso impacto en el terreno político, y en todas las instituciones de poder y sectores de la sociedad, no es probable que las cosas se desenvuelvan como una simple extensión lineal directa de esta movilización de masas. Más bien, lo más probable es que se produzca como la interacción entre esa movilización de masas, y las contradicciones y conflictos entre los de arriba, los que esta movilización de masas agudizará — lo que posiblemente conduzca a una crisis política de unas dimensiones y profundidad tan poderosas de modo que fuerzas que por lo normal se resisten fuertemente a hacer cosas fuera de los “medios y procedimientos institucionales tradicionales” de este sistema, los poderes en la clase dominante que por lo normal no se meten directamente en la política del sistema, e incluso algunos de aquellos que hasta ahora se han mantenido de manera obstinada al lado de este régimen fascista, lleguen a la conclusión de que es necesario sacar al régimen —al menos obligar a Trump (y a Pence) a dimitir— a fin de evitar una crisis aún más profunda para todo su sistema.

 

Una vez más, nadie puede decir, con una certeza absoluta, cuál será el resultado de todo esto. Pero un levantamiento popular verdaderamente masivo, el que se proponga expulsar al régimen de Trump y Pence, incluso antes de las elecciones, podría desempeñar un papel muy poderoso en la creación de condiciones favorables para hacer frente a la demencial determinación de este régimen de permanecer en el poder y causar aún más estragos y horror.

 

Es crucial reconocer que La movilización de masas que se requiere no se puede forjar “de la noche a la mañana” en las secuelas de las elecciones — ni tampoco se puede forjar confinándolo todo dentro del marco y los límites en los cuales insisten los demócratas10.

 

Y, mediante el trabajo de Rechazar el Fascismo, y de algunos otros que se han sumado a este esfuerzo, ya se ha iniciado esta movilización de masas.

 

Es un hecho que, desde los primeros días del régimen de Trump y Pence, Rechazar el Fascismo ha estado convocando a una movilización de masas en torno a la demanda de que este régimen tiene que marcharse; y, aunque hasta ahora ha movilizado a miles de personas para tomarse las calles y expresar esta demanda, esta movilización todavía no ha resultado en el crecimiento exponencial (a saltos y pasos agigantados) que se necesita lograr, ahora muy rápidamente. Pero, dado que esos miles de personas sí manifiestan realmente los sentimientos fuertemente sostenidos de decenas de millones de personas, en realidad representan una fuerza potencialmente poderosa, y es crucial aprovechar todos los avances que se hagan en conectarse con las personas y movilizarlas, lo que incluye habilitar a aquellos que han dado un paso al frente para convertirse en organizadores de cantidades mucho más grandes de personas... para, a su vez, convertirse en organizadores de cantidades aún mayores de personas. Además, es muy importante reconocer, y actuar según el entendimiento de que los tiempos, en este mero momento, son muy distintos a los que se han vivido durante los últimos pocos años, incluso con todos los ultrajes que este régimen ha cometido durante esos años.

 

Las cosas ahora son mucho más intensas, y se están desarrollando a un ritmo mucho más acelerado, en particular a medida que Trump está acelerando su ofensiva fascista, al aproximarse las elecciones programadas. Esto está ejerciendo efectos contradictorios. Por una parte, la violenta represión y ataques contra las personas que protestan contra la injusticia —y las amenazas de una represión y violencia incluso mucho peor— por parte de este régimen, y sus partidarios fascistas, junto con el hecho de que se aproximan rápidamente las elecciones programadas: esta situación ha llevado a más de unas cuantas personas, de entre aquellas que odian a este régimen, a caer en una posición pasiva de simplemente esperar a que lleguen las elecciones y esperar que de alguna manera eso resuelva la crisis que se está intensificando ahora con términos principalmente muy negativos. Pero la otra cara de la historia es que el implacable impulso de este régimen y sus partidarios, inclusive al aproximarse las elecciones, de seguir a todo vapor con su bestia inexorable fascista, para corromper y robarse las elecciones, negarse a aceptar una derrota en las elecciones y permanecer en el poder independientemente del resultado de las elecciones — pues, todo esto está imponiendo, cada vez más en primer plano, la realidad de lo que representa este régimen, el gran peligro objetivo de simplemente esperar a que se celebren las elecciones, y la gran necesidad de tomarse las calles, ahora, para exigir que se saque del poder a este régimen.

 

Esto trata, una vez más, la importancia de la movilización que ya está en marcha en torno a la demanda ¡Trump-Pence FUERA YA! Y trata la gran importancia de que esta movilización, con cualquiera que sea la cantidad de personas que organice en un momento dado, se vuelva sostenida, que se celebre día tras día y que se desarrolle a partir de cada avance significativo que sí plasme. A medida que esto se haga de formas, tanto decididas como creativas, que “capturan la imaginación” de la gente —junto con la continua intensificación de la crisis la que las acciones y declaraciones fascistas de Trump están impulsando en gran medida, ahora—, “las cosas podrían aglutinarse” y “la presa podría reventarse”, con crecientes cantidades de personas que inunden las calles, poniendo cada vez más fuertemente la demanda de que este régimen tiene que marcharse, ahora, y convocando a cantidades aún mayores de personas a unirse en esta movilización valiente y urgentemente necesaria.

 

En conclusión:

 

Plenamente conocedores de lo que este régimen fascista representa, y de todo lo que implica que Trump no sólo está buscando suprimir el voto de las personas que votarán en su contra sino que también se está preparando para utilizar una represión violenta forzosa para permanecer en funciones de no ser declarado ganador en las elecciones, es de importancia urgente y crítica construir ahora una movilización sostenida y verdaderamente masiva en torno a la demanda unificadora de que este régimen tiene que estar ¡FUERA YA! — con una orientación de estar preparados para continuarla incluso más allá de las elecciones, si la situación así lo requiriera11.

***

El fanatismo demente de los fascistas al insistir en que Trump deba mantenerse en el poder, cueste lo que cueste, tiene que encontrarse, y verse abrumado, con la intensidad apasionada consciente de las masas de personas que odian todo lo que este régimen fascista representa, que reconocen el peligro existencial muy real que este régimen representa para la humanidad y que arden con una determinación justificada de que ¡este régimen tiene que marcharse!12

_________

Notas:

 

1. ¡El régimen de Trump y Pence tiene que marcharse! En nombre de la humanidad, nos NEGAMOS a aceptar a un Estados Unidos fascista, Un mundo mejor ES posible. El texto en español y el vídeo en inglés de este discurso filmado están disponibles en revcom.us.

2. Kristin Kobes Du Mez, Jesus and John Wayne: How White Evangelicals Corrupted a Faith and Fractured a Nation [Jésus y John Wayne: De la manera en que los evangélicos blancos corrompieron una fe y fracturaron una nación], Liveright Publishing. El pasaje citado es de la “Introducción”.

3. Los fascistas de hoy y la Confederación: Una línea directa, una conexión directa entre toda la opresión. Este artículo mío también está disponible en revcom.us. 

4. Trump ya está robándose las elecciones y ya está amenazando con aún más violencia para mantenerse en el poder, Segunda parte de No será suficiente votar — Debemos tomar las calles, y permanecer en las calles con la demanda ¡Trump y Pence Fuera Ya! Este artículo está disponible en revcom.us.

5. Declaración de Bob Avakian, del 1º de agosto de 2020, Sobre la situación crítica inmediata, la urgente necesidad de expulsar al régimen fascista de Trump y Pence, votando en estas elecciones, y la necesidad fundamental de la revolución (también está disponible en revcom.us).

6. “Reflexiones sobre cómo debe responder a la derecha cristiana la Pacific School of Religion”, del Dr. Hubert Locke, lo que también está disponible en revcom.us; énfasis agregado.

7. Declaración de Bob Avakian del 1º de agosto de 2020, Sobre la situación crítica inmediata, la urgente necesidad de expulsar al régimen fascista de Trump y Pence, votando en estas elecciones, y la necesidad fundamental de la revolución.

8. Los demócratas no son capaces de luchar contra Trump de la manera en que hay que hacerlo, Primera parte de No será suficiente votar — Debemos tomar las calles, y permanecer en las calles con la demanda ¡Trump y Pence Fuera Ya!

9. Trump ya está robándose las elecciones y ya está amenazando con aún más violencia para mantenerse en el poder, énfasis en el original.

10. Los demócratas no son capaces de luchar contra Trump de la manera en que hay que hacerlo.

11. Declaración de Bob Avakian, del 1º de agosto de 2020, Sobre la situación crítica inmediata, la urgente necesidad de expulsar al régimen fascista de Trump y Pence, votando en estas elecciones, y la necesidad fundamental de la revolución (también está disponible en revcom.us), énfasis en el original. 

12. Trump ya está robándose las elecciones y ya está amenazando con aún más violencia para mantenerse en el poder, énfasis en el original. 

 

Escrito entre el 16.09.20 y el 01.10.20

Fuente: Revcom.us