¡Defender
el Pensamiento de Mariátegui de toda tergiversación y desarrollarlo en función
de la realidad actual!
El
Liquidacionismo Histórico y la Reunión de Barranco
(Quinta y
Última Parte)
Eduardo Ibarra
EL
SOCIALISMO VARIOPINTO DEL Grupo liquidacionista. Todo el secreto de
la negación del marxismo-leninismo, de la falsificación de la verdad doctrinal
y orgánica del PSP y de la adulteración de la verdad doctrinal de José Carlos
Mariátegui que comete este grupo, se revela en la propuesta de un partido de
dos niveles orgánicos doctrinariamente disímiles, es decir, en el intento de
liquidar el partido de clase (27).
Por eso no es
casual que, al final de su artículo, Aragón haya escrito: “… los socialistas peruanos
previamente tenemos que cumplir un compromiso de honor: Conmemorar
dignamente el Centenario del movimiento socialista peruano en el año
2018”. “Felizmente, ya contamos con un Documento
Base de Estudio y Debate para el desarrollo del centenario, el
Capítulo V, Las primeras divagaciones socialistas, del primer
tomo del libro de Guillermo Rouillon La Creación Heroica de José Carlos
Mariátegui”. “Ese capítulo, Las primeras divagaciones socialistas,
me parece que puede ser la mejor fuente de inspiración y estímulo para los
nuevos contingentes de socialistas, y no solo para ellos” (negritas
en el original).
Precisamente estas
afirmaciones de Aragón –como otras por el estilo de otros liquidacionistas–
encierra el designio de diluir la identidad marxista-leninista de Mariátegui en
su inicial socialismo a lo Araquistain (28).
Como es de conocimiento
general, en el escrito Por qué
creación heroica, Ramón García utiliza tramposamente la nota Del Autor de Mariátegui: cita que “La
orientación socialista de Mariátegui tiene su punto de arranque en la
publicación a mediados de 1918 de la revista ‘Nuestra Epoca’”, y silencia la afirmación según la cual la
asimilación del maestro al marxismo data de su viaje por Europa (29).
Así, pues, mientras
Mariátegui, con la honestidad que lo caracterizó, dio cuenta, en el
mismo texto, del momento en que comenzó su orientación socialista en el sentido
dilatado del término, y del momento en que rompió con su inicial socialismo a
lo Araquistain y se asimiló al marxismo; Ramón García, con la deshonestidad que lo caracteriza,
menciona el primer momento y silencia el
segundo porque ello conviene a su
designio de diluir el socialismo marxista en el variopinto mapa del socialismo
en general, es decir, a su aspiración de liquidar el partido de clase.
Si
Mariátegui no hubiese sido consciente de la diferencia de principio existente
entre el socialismo reformista y el socialismo marxista, no hubiese dejado
constancia de su asimilación al marxismo durante su viaje por Europa, pues, a
fin de dar cuenta de su “orientación socialista”, hubiese bastado que
mencionara el punto de arranque de su socialismo en el sentido dilatado del
término.
Pero Mariátegui era
consciente de tal diferencia, y, por esto, señaló los dos momentos de su
proceso doctrinal: 1) punto de arranque de su orientación socialista en el
sentido dilatado del término; y, 2) ruptura con el socialismo a lo Araquistain
y asunción del marxismo-leninismo. (30).
Lenin señaló que a
Marx y Engels no les interesaba el socialismo en general, sino específicamente
el socialismo científico, proletario, marxista en lenguaje contemporáneo.
Pero, debido a sus
afanes liquidacionistas, a García le interesa el socialismo en general, y no, por supuesto, específicamente el
socialismo marxista.
Por eso silencia el
momento de la ruptura de Mariátegui con su socialismo a lo Araquistain y su
asimilación al marxismo-leninismo.
Por eso pretende
pasar el Centenario de Nuestra Epoca como el Centenario del Socialismo
Peruano.
Por eso la palabra
socialismo le sirve para encubrir la condición oportunista y revisionista de
diversas tendencias que actúan en la escena nacional y, claro está, su propia
condición liquidacionista.
Como es evidente, con
todo ello pone un signo de igualdad entre el socialismo reformista y el
socialismo marxista.
De esa forma
falsifica el proceso doctrinal de Mariátegui y del proletariado peruano.
Pero ocurre que el Socialismo Peruano es el
producto de la aplicación del Marxismo-Leninismo a nuestra realidad concreta, y
no, desde luego, la aplicación del indefinido socialismo en general.
Mariátegui
esclareció: “El marxismo, en cada país, en cada pueblo, opera y acciona sobre
el ambiente, sobre el medio, sin descuidar ninguna de sus modalidades”.
En nuestro caso, la
fusión de dicha doctrina con nuestra realidad fue posible a partir de la
asimilación de Mariátegui al Marxismo-Leninismo.
Por lo tanto, el Socialismo Peruano es el
florecimiento en el Perú del Marxismo-Leninismo como verdad particular.
Así, el Marxismo-Leninismo se verifica como
el contenido ideológico del Socialismo Peruano.
En consecuencia,
datar la partida de nacimiento del Socialismo Peruano en junio de 1918 es escamotear el marxismo-leninismo como su
fundamento doctrinal, como su contenido doctrinal, como el sello que determina
su carácter de clase.
Desde hace tiempo
está esclarecido que el 22 de julio de 2018 no se cumple el Centenario del
Socialismo Peruano, sino el Centenario de la revista Nuestra Epoca, es decir, del punto de arranque de la orientación
socialista de Mariátegui en el sentido dilatado del término: de Mariátegui, y
no del movimiento socialista en el mismo sentido dilatado (31).
Por
eso es una verdad básica que el punto de arranque del Socialismo Peruano es
marzo de 1921, cuando Mariátegui escribió su primer artículo de índole
marxista: La crisis del socialismo.
Lo
confirman las siguientes palabras de Mariátegui: “De su viaje [por Europa] data
su asimilación al marxismo”.
Y
también estos conceptos, igualmente suyos: “A mi vuelta al Perú, en 1923, en
reportajes, conferencias en la Federación de Estudiantes y la Universidad
Popular, artículos, expliqué la situación europea e inicié mi trabajo de investigación de la realidad nacional, conforme al
método marxista” (carta a Samuel Glusberg del 10 de enero de 1928, Correspondencia, t.II, p.331. Cursivas
nuestras).
Habría que ser un
obtuso rematado para no darse cuenta qué quiso decir y qué dijo efectivamente
el maestro con lo citado.
Por lo tanto, si el
punto de arranque de la orientación socialista de Mariátegui en el sentido
dilatado del término, fue la revista Nuestra
Epoca, el punto de arranque de su
definitiva orientación marxista-leninista fue marzo de 1921 (32).
El método correcto
para estudiar y esclarecer la etapa de socialista a lo Araquistain de
Mariátegui consiste en analizarla desde la perspectiva de su asimilación al
marxismo-leninismo, y no, como hace
Ramón García, en analizarla en sí misma tratando de encontrar marxismo donde no
lo hubo (33).
Pero, conforme a su
designio de liquidar el partido de clase en el marco general de la izquierda
peruana (ya lo liquidó en su propio seno), García pretende pasar el Centenario
de la revista Nuestra Epoca como el
Centenario del Socialismo Peruano a fin de pescar algunos incautos para
consumar el nivel público de su partido dirigido desde hace más de cinco años
por un pequeño grupo de encapuchados.
Como es obvio, lo
que hemos citado de Aragón a propósito de su “compromiso de honor” de celebrar
el centenario de Nuestra Epoca como
el centenario del “movimiento socialista”, encierra todas las trampas señaladas.
Así, pues, en
último análisis, lo que pretende celebrar el grupo liquidacionista es el
centenario del socialismo reformista, y
no, por supuesto, el centenario del socialismo marxista-leninista, el
centenario del Socialismo Peruano.
En conclusión, el
grupo de García chapotea sin remedio en las aguas negras de la negación del
marxismo-leninismo; de la falsificación de la identidad doctrinal de Mariátegui;
de la adulteración del proceso doctrinal del proletariado peruano; de la
dilución del socialismo marxista en el indefinido marco del socialismo en
general; de la tergiversación de la verdad doctrinal y orgánica del PSP; de la
negación del partido de clase.
La
bancarrota del grupo liquidacionista. Durante una década
aproximadamente, este grupo se ha esforzado por tragarse con engaños a diversas
tendencias de la izquierda peruana. A este propósito llegó incluso a utilizar
el frente unido para intentar sorprender a los demás con su proyecto de un partido-amalgama.
Pero, desenmascaradas sus posiciones
oportunistas y liquidacionistas y, además, evidenciados sus métodos criollos y
su egotismo burgués, el mencionado grupo ha quedado políticamente aislado.
Así, pues, la bancarrota del grupo
liquidacionista es la bancarrota de sus posiciones: negación del
marxismo-leninismo; negación de la filiación marxista-leninista de Mariátegui y
del PSP; tergiversación de cuestiones fundamentales dirimentes del pensamiento
de Mariátegui; camino municipal al socialismo; negación del partido de clase;
utilización de métodos criollos; egotismo burgués.
Con el repetido fracaso de su plan
partidario, el propósito de utilizar el Centenario de la revista Nuestra Epoca como coartada a fin de
consumar su proyecto de un partido-amalgama, únicamente marcará el fracaso
definitivo de su “dilución-integración” de las diversas organizaciones (PCP-Unidad,
PCP-PR, PCP-SL, PSP, etcétera, etcétera),
en un solo partido bajo la línea oportunista y liquidacionista de Ramón García.
Conclusión. El
liquidacionismo histórico de Miguel Aragón pretende presentar la acción de
Mariátegui como un escenario desolador: el PSP no existió; el
marxismo-leninismo no fue acordado como la base de unidad del Partido; no hubo
un programa aprobado, etcétera.
De esa forma intenta
liquidar el legado marxista-leninista de Mariátegui.
Si la mayoría del
grupo liquidacionista falsifica la realidad histórica del PSP, Aragón, en su
permanente afán de llevar hasta sus últimas consecuencias las posiciones
oportunistas y liquidacionistas de Ramón García, sostiene que el PSP nunca
existió.
Aragón alardea: “Como resultado de una
nueva relectura, ordenada y profunda, del libro Correspondencia
de Mariátegui (publicado en diciembre de 1984), de las cartas
adicionales incluidas en los once números de la revista Anuario
Mariateguiano (publicados entre los años 1989 y 1999), del
libro Escritos de José Carlos Mariátegui 1928 (publicado el año
2009), así como del Tomo II del libro Apuntes para una Interpretación
marxista de Historia Social del Perú de Ricardo Martínez de la
Torre, y otros textos adicionales, en los últimos años estamos
llegando a nuevas conclusiones, diferentes a las dos anteriormente
anotadas. Tengo que reconocer que el largo debate sostenido durante el decenio
2003-2013, con el caudillaje personalista promovido por algunos
defensores a ultranza de la superada tendencia “partidarista”, ha influido
positivamente en esta búsqueda que nos aproxima más a la verdad” (negritas en
el original).
Las lucubraciones
según las cuales la Reunión de la Herradura se realizó “a espaldas de
Mariátegui”; la negación de la
existencia de la “célula secreta de los siete”; la conjetura de que el PSP no
fue fundado en la Reunión de Barranco ni en ninguna otra reunión posterior; la
negación sin más de la existencia del PSP (o su negación porque no fue la
concreción del proyecto original de Mariátegui); la creencia de que en los años
1920 no era necesario el partido del proletariado peruano; la presunción de que
el programa del Partido no fue aprobado por la Reunión de Barranco ni por
ninguna otra reunión ulterior; el silenciamiento de que el proceso de
constitución del PSP fue “indirectamente
acelerado por lo que podemos llamar la desviación ‘aprista’”; la negación de
que el 7 de octubre de 1928 se eligiera el Comité Ejecutivo del Partido; la
negación de que la carta colectiva fuera debatida y aprobada por los
fundadores; etcétera, etcétera; son todas cuestiones que han resultado, según
petulante afirmación de Aragón, “de una nueva relectura, ordenada y
profunda” suya.
Es pues con esa “relectura ordenada y profunda” que nuestro personaje
pretende haberse aproximado “más a la
verdad”.
Pero, pavoneo aparte, la
verdad es que de ese modo todo lo que ha hecho es profundizar el
liquidacionismo de derecha de su grupo.
Con el permiso del lector, cito una vez más los siguientes términos de
Mariátegui dirigidos a Luis Valcárcel: “El modo más
leal de informarlo a este respecto, para
que no se encuentre Ud. desorientado ante
rumores confusos, me parece que
es el de documentarlo. Ud.
interrogará a los documentos y buscará
en ellos la respuesta a cada cuestión”.
Pues bien, como
se ha visto, Aragón utiliza estos conceptos mariateguianos como uno de los
epígrafes de su artículo. Pero como se ha constatado también, después de
interrogar a los documentos relativos al PSP, nuestro personaje ha ofrecido el
deplorable espectáculo de su deslealtad respecto a los mismos.
Es de esa forma
como maneja el recurso, común en su grupo, de utilizar a José Carlos Mariátegui
como coartada. Es de esa forma como se revela en su persona la general
descomposición ideológica y moral del grupo liquidacionista.
En el borrador Mariátegui
y el Partido Socialista del Perú, escribí: “… toda esta cuestión… del PSP es un problema complejo y, por esto, su
planteamiento y su resolución exigen que nuestros cerebros funcionen con cierta
complejidad. Y sin el peso de los prejuicios” (elipsis agregadas).
Pero, como se ha verificado, Aragón no cumple con esta exigencia.
Notas
[27] En
un medio como el peruano donde la autoridad intelectual y política del fundador
de nuestro socialismo marxista es inmensa, la forma más fácil –pero también la
más torpe– de pasar como buena moneda
posiciones oportunistas es utilizando a Mariátegui y el PSP como coartada. Esto
es lo que hacen Ramón García y otros liquidacionistas, que, así, han demostrado
no tener el valor elemental de plantear sus posiciones oportunistas a nombre
propio. Si de renegar el marxismo-leninismo se trata, pues aducen que
Mariátegui y el PSP no fueron marxista-leninistas; si de negar el carácter de
clase del PSP se trata, pues aducen que este partido tuvo dos niveles
doctrinariamente disímiles; etcétera, etcétera. Pero, como es de conocimiento
general, estas y otras posiciones antimariateguianas han sido oportuna y
completamente desenmascaradas.
[28] En otro lugar he citado una afirmación de Manuel Velásquez que
expresa más netamente que otras el intento del grupo liquidacionista de
consumar la mencionada dilución. Esta afirmación es la que sigue: “el año
1918 [se refiere a la aparición de Nuestra
Epoca], según mi opinión, es un año clave para el Socialismo Peruano, porque marca la orientación definitiva de
Mariátegui” (carta a Miguel Aragón
del 29.01.2011. Cursivas mías). Es decir, según el autor de la cita, la
“orientación definitiva de Mariátegui” se dio con su adhesión al socialismo en
general, y no con su adhesión al
socialismo marxista en particular. De este modo, sin distinguir entre
socialismo a lo Araquistain y socialismo marxista, el mencionado
liquidacionista –y con él todo su grupo– diluye el socialismo marxista en el
heterogéneo mapa del socialismo en general. Todo marxista, sin embargo, sabe que lo que constituyó la orientación
definitiva de Mariátegui fue su adhesión al marxismo-leninismo en la segunda
mitad de 1920.
[29] En un artículo publicado
en Anuario Mariateguiano, Nº2, 1990,
pp.145-147, Ramón García intenta, con argumentos sofísticos, demostrar lo
indemostrable: que el Socialismo Peruano tiene su punto de arranque con la
publicación de la revista Nuestra Epoca.
En otro lugar analizaremos tal intento y, específicamente, el equívoco método
utilizado por el autor del artículo con el afán de falsificar la verdad
histórica del proceso doctrinal de Mariátegui.
[30] Es menester señalar
que al socialismo marxista se llega directamente rompiendo con concepciones
burguesas o pequeño burguesas, o, en su defecto, rompiendo con un inicial
socialismo reformista. Precisamente este fue el caso de Mariátegui, quien llegó
al socialismo marxista rompiendo con el socialismo a lo Araquistain.
[31] De
Mariátegui, pues con anterioridad a Nuestra
Epoca –y a partir de 1916–, se formó un pequeño movimiento a instancias de
las lecciones ex catedra de Víctor
Maúrtua. Esta es la realidad. Pero, para sus fines, el grupo liquidacionista silencia
esta verdad histórica, pues Maúrtua no le otorga capacidad de engaño como sí la
utilización de Mariátegui. De esta forma, pues, el grupo liquidacionista llega
a falsificar también el propio proceso del socialismo reformista en nuestro
medio. La revista Nuestra Epoca es el
punto de partida de la orientación socialista de Mariátegui en el sentido
dilatado del término, y no del
movimiento socialista igualmente en el sentido dilatado del término. Lo señala
el propio maestro: “La orientación socialista de Mariátegui tiene su punto de
arranque en la publicación a mediados de 1918 de la revista ‘Nuestra Epoca’” (Ideología y política, p.17). De
Mariátegui, pues, de Mariátegui. Por lo tanto, identificar este punto de arranque
personal con el punto de arranque del movimiento socialista en el sentido
dilatado del término, significa no solo falsificar la realidad histórica sino
también revelar por enésima vez que todo lo que hace el grupo liquidacionista
es utilizar a Mariátegui como coartada.
[32] Como hemos
señalado en otro lugar, Mariátegui se asimiló al marxismo-leninismo en algún
momento de la segunda mitad de 1920, pero solo en marzo del año siguiente se
expresó esta asimilación en su artículo La
crisis del socialismo.
[33] En grotesca
expresión de la permanente actitud falsificadora del grupo liquidacionista,
Suárez, polemizando con el suscrito, no tuvo el menor escrúpulo de decir que,
ya en el tiempo de la revista Nuestra
Epoca, Mariátegui era “marxista convicto y confeso”.
Material
Adjunto
Notas Sobre
la Creación Heroica de
Mariátegui
II
(En el 90
Aniversario de la Creación Heroica de Mariátegui)
(Fragmento)
E.I.
III
El orientamiento socialista de Mariátegui puede ser
dividido en dos grandes etapas: una primera, no marxista, y una segunda, marxista. La primera va de junio de
1918 al primer semestre de 1920. Es la
etapa del Mariátegui socialista a lo Araquistain. Es la etapa de la revista
Nuestra Época, del Comité de Propaganda y Organización
Socialistas, del diario La Razón,
de la partida de Mariátegui a Europa en octubre de 1919 y de las primeras
estaciones de su trayectoria en este continente. La segunda va del segundo
semestre de 1920 al 16 de
abril de 1930. Es la etapa del Mariátegui
marxista. Es la etapa de su artículo El
cisma del socialismo, de la “célula de Génova”, de su participación en el
Congreso de Livorno, de su activismo en el Partido Comunista Italiano, de su
regreso al Perú para fundar “un partido de clase”, de sus conferencias en la
UPGP, de la revista Amauta y el
periódico Labor, de sus libros 7 Ensayos, Defensa del marxismo, Ideología
y Política y El alma matinal y otras
estaciones del hombre de hoy, de
la fundación del Partido Socialista del Perú y la Confederación General de
Trabajadores, de sus tesis presentadas al Congreso Sindical de Montevideo de
mayo de 1929 y a la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana de Buenos
Aires de junio del mismo año, de su moción de afiliación a la Tercera
Internacional, etcétera, etcétera. Esta
creación marxista, teórica y práctica, es la Creación Heroica de Mariátegui (9).
El análisis de la relación entre
estas dos etapas del proceso ideológico de Mariátegui no puede hacerse sino
desde la perspectiva de su definitiva etapa marxista. ¿Por qué el maestro,
contrariamente a otros, supo romper con su inicial socialismo reformista y
asimilarse al marxismo? ¿Por qué sobre esta base alcanzó a concretar una
aplicación vívida del marxismo, su Creación Heroica? La revista Nuestra Época, el Comité de Propaganda y
el diario La Razón son otras tantas
estaciones del socialismo a lo Araquistain de Mariátegui, pero, en conjunto,
constituyen una etapa que fue superada por medio de una ruptura. Por lo tanto,
esta etapa –inicial, transitoria, efímera– tiene una importancia relativa,
pues su examen permite esclarecer: 1) los elementos componentes de las
estaciones que se sucedieron hasta el momento en que el maestro se asimiló a la
doctrina de Marx; 2) las cualidades morales e intelectuales que le permitieron
dar este trascendental salto.
Mariátegui tuvo una posición
especial en el socialismo reformista. Con César Falcón, Humberto del Aguila,
Fausto Posada y otros activistas, constituyó el ala izquierda de ese
socialismo, y desde ella combatió el colaboracionismo de algunos personajes.
Esta constatación no tiene una importancia menor en la trayectoria del maestro.
El socialismo reformista de los años
diez y veinte del siglo pasado ha tenido una continuidad, es decir, tiene una
historia. El Partido Socialista de Castillo y el Partido Socialista
Revolucionario de los años setenta, continuaron, con distintos matices, ese
socialismo, del mismo modo que, reclamos aparte, hoy por hoy lo continúan el
PCP-Unidad, el Partido Socialista Peruano y algunas otras tendencias. Pues
bien, la revista Nuestra Época, el
Comité de Propaganda y el diario La Razón,
son, por razones obvias, parte de esa historia (10).
Pero ocurre que, como es de
conocimiento general, Mariátegui rompió con el socialismo reformista en la
segunda mitad de 1920 y, con su artículo El
cisma del socialismo de marzo del año siguiente, dio inicio a otra
historia: A LA HISTORIA DEL SOCIALISMO PROLETARIO, DE CLASE,
MARXISTA-LENINISTA.
Este socialismo es la Creación
Heroica de Mariátegui, es decir el Socialismo Peruano propiamente dicho (11), cuya concreción marcó un antes y un después
en el proceso ideológico y político del proletariado nacional.
Lealmente
autocrítico,
Mariátegui hizo en su momento la crítica de su socialismo a lo Araquistain, por
ejemplo cuando en 1929 se refirió al Comité de Propaganda: “El grupo tiende a
asimilarse a todos los elementos capaces de reclamarse del socialismo, sin
exceptuar aquellos que provienen del radicalismo gonzales-pradista y se
conservan fuera de los partidos políticos” (12). En consecuencia, ya nada más
por esta observación crítica (13), Mariátegui no cabe en una visión del
Socialismo Peruano indiferente a la trascendencia sin parangón de su ruptura
con el socialismo reformista; indiferente al hecho de que sólo con su Creación Heroica el Socialismo en el Perú alcanzó la condición de Socialismo
Peruano; indiferente al carácter especial, de clase, marxista, del
Socialismo Peruano, el cual, como es indiscutible, desde el principio transformó radicalmente el objetivo de la lucha de
clase del proletariado.
Es posible que subrayar el
socialismo a lo Araquistain de la revista Nuestra
Época, del Comité de Propaganda y del diario La Razón, resulte un escándalo para algunos, pero sólo porque su
visión de la trayectoria de Mariátegui no distingue entre socialismo no marxista y socialismo marxista, o,
para decirlo de otro modo, porque diluyen el socialismo marxista en el
socialismo en general. El solo hecho de pretender pasar el centenario del
socialismo no marxista por el
centenario del Socialismo Peruano, prueba la verdad de nuestro aserto.
Hay, pues, quienes ven la
continuidad en la trayectoria ideológica y política de Mariátegui (emoción
social, ética, actitud de servir al proletariado, consecuencia con las luchas
de las clases trabajadoras, capacidad de encontrar la verdad en los hechos),
pero no son capaces de captar la discontinuidad que hay en la misma (ruptura
con el socialismo a lo Araquistain y adhesión al marxismo), o, en todo caso, no
son capaces de captar el hecho de que lo
verdaderamente trascendental en la vida de Mariátegui no fue su inicial y
transitorio socialismo no marxista, sino su definitivo socialismo marxista, su
Creación Heroica, su Socialismo Peruano, el cual, por ser tal, abrió por
primera vez en nuestra historia la posibilidad real de la lucha por el poder.
No porque Mariátegui desempeñara un papel de primer orden en la revista, el
comité y el diario mencionados arriba, el socialismo a lo Araquistain que
caracterizó a estas experiencias, deja de ser socialismo no marxista. Pero
también, no porque su inicial socialismo fuera lo que fue, su Creación Heroica
no va a tener la trascendencia que tiene.
IV
Pues bien. No obstante estar claro para cualquier
lector atento, objetivo, honrado, que los términos Socialismo Peruano y Creación
Heroica tienen, tanto en Aniversario y
balance como en la Advertencia a
los 7 Ensayos, un significado
específico, de clase, precisamente marxista, Ramón García embrolla las cosas
pretendiendo que en 2018 se cumple el “centenario del socialismo peruano”, lo
cual, como ha quedado sentado, significa diluir el Socialismo Peruano (así con
mayúsculas por proletario) en el socialismo peruano en la acepción más dilatada
del término (así con minúsculas por la oportunista tendenciosidad que
encierra).
El Socialismo Peruano tiene su punto
de partida en marzo de 1921 y, como es obvio, cumplirá su Primer Centenario en
marzo de 1921. De manera que pretender celebrar este Centenario en 2018, es
tomar como coartada el aniversario de la revista Nuestra Época, a fin de
celebrar el centenario del socialismo reformista. (14).
El socialismo reformista no fue
Creación Heroica, en el sentido mariateguiano del término. El propio maestro
señaló: “En ambos números [de la revista Nuestra
Época], se esboza una tendencia fuertemente influenciada por España, la revista de Araquistain, que
un año más tarde reapareció en La Razón…”
(15). Baste comentar que si alguien se ha aderezado su propio concepto de
creación heroica, puede utilizarlo para definir este socialismo a lo Araquistain,
pero, desde luego, no puede apelar a Mariátegui para fundamentar su
desaguisado.
Datar el nacimiento de la Creación
Heroica de Mariátegui, es decir del Socialismo Peruano, el 7 de octubre de
1928, es una falsificación de su VERDAD
HISTÓRICA. Pero datarla el 22 de junio de 1918, a más de una
falsificación de esta verdad, es una falsificación de su VERDAD IDEOLÓGICA. En otras palabras, es una negación, mal
encubierta, del concepto mariateguiano de Creación Heroica y una negación,
también mal encubierta, del derivado concepto de Creación Heroica de
Mariátegui. Esta doble negación es, pues, un hecho sumamente grave y
extraordinariamente peligroso, pero, en el grupo de Ramón García, nadie ha sido
capaz de asumir una actitud crítica frente a la misma. Esta penosa realidad da
cuenta de cómo están las cosas en sus filas.
La doble negación que comete Ramón
García es absolutamente inadmisible para cualquier marxista e, incluso, para
cualquier persona suficientemente informada. Pero, por lo visto, hay quienes la
han asumido sin ningún problema, irreflexivamente, sin chistar, seguramente
porque ella aparece más acorde, en primer lugar, con la dilución en sus
espíritus del clasismo proletario, y, en segundo lugar, con el proyecto de un
partido de “dos niveles”, es decir, de un partido a lo Portocarrero-Pesce, de
un partido de “todos los elementos capaces de reclamarse del socialismo, sin
exceptuar” a los elementos de los diversos matices del oportunismo y el
revisionismo que activan en nuestro medio.
La negación del concepto
mariateguiano de Creación Heroica y del derivado concepto de Creación Heroica
de Mariátegui, se corresponde, pues, con el proyecto de un partido
doctrinariamente heterogéneo, de un partido-amalgama, de un partido-frente, contrario por principio al Partido de clase de
Mariátegui. Este es el fondo de la cuestión. Este es la trastienda que
encierra la intención de celebrar el centenario del socialismo reformista como
si se tratase del Socialismo Peruano (16).
Esta trastienda es parte de la torpe
y oportunista campaña que desenvuelven desde hace años Ramón y García y sus
repetidores POR NEGAR LA FILIACIÓN MARXISTA-LENINISTA DE MARIÁTEGUI Y
MISTIFICAR SU OBRA.
Pero, por supuesto, es comprensible
que el grupo revisionista quiera celebrar el centenario del socialismo
reformista y no el centenario del
socialismo proletario. Por algo es un grupo revisionista.
Por cuanto el Centenario del
Socialismo Proletario, es decir de la Creación Heroica de Mariátegui, o sea del
Socialismo Peruano, se cumplirá en 2021, podemos afirmar, lealmente, que los
marxistas sabremos celebrarlo con la dignidad propia de tan importante
acontecimiento (17).
V
Como el seguidismo, y aun el servilismo, no es un
absoluto en ninguna parte, Manuel Velásquez ha guardado distancia con respecto
a la falsificación que comete Ramón García del punto de arranque del Socialismo
Peruano, pero sólo para defender la falsa idea de que su fecha de nacimiento es
el 7 de octubre de 1928, es decir, sólo para defender esta falsificación contra
la otra falsificación. Esta penosa realidad da cuenta de cómo están las cosas
en el grupo revisionista (18).
El concepto mariateguiano de
Creación Heroica designa el producto, teórico y práctico, de la aplicación
vívida del marxismo a las condiciones concretas de América, y, por lo tanto, a
las particulares del Perú. Todo marxista
tiene la obligación, política y ética a la vez, de respetar escrupulosamente
esta verdad sustentada por Mariátegui.
El concepto marxista de Creación
Heroica de Mariátegui designa el producto original de dicha aplicación. Por lo
tanto, todo marxista tiene también la
obligación, política y ética a la vez, de respetar escrupulosamente esta verdad
establecida sobre la base de lo sustentado por Mariátegui.
En marzo de 1921 Mariátegui escribió
el primer artículo que expresó netamente su identidad marxista, marcando así el
principio de su Creación Heroica, y, por lo tanto, este mes ella cumple su 90
Aniversario. Igualmente, todo marxista
tiene la obligación, política y ética a la vez, de respetar escrupulosamente
esta Verdad Histórica.
Defender el concepto mariateguiano
de Creación Heroica; defender el carácter de clase de los conceptos de Creación
Heroica de Mariátegui y de Socialismo Peruano; defender la verdad de la
historia de este Socialismo. He aquí un deber de todo marxista consecuente y
honrado.
Notas
[9] Esta verdad no impide reconocer que en su estación
pre-marxista Mariátegui tuviera juicios dignos de atención y hasta de
asimilación. La capacidad de encontrar la verdad en los hechos no es exclusiva
de los marxistas ni mucho menos. Pero borrar toda diferencia entre el
Mariátegui socialista a lo Araquistain y el Mariátegui marxista-leninista, es,
de hecho, una óptica oportunista.
[10] Pero, al mismo tiempo, la revista, el organismo y
el diario mencionados son parte de la biografía intelectual de Mariátegui, o,
más exactamente, de su personal proceso ideológico. La ruptura del maestro con
el socialismo reformista significó el punto de partida del socialismo marxista,
y se entiende que, a partir de entonces, el proceso de este socialismo es ajeno
al proceso que siguió el socialismo reformista. En otras palabras, a partir de
la primera manifestación literaria de la asimilación de Mariátegui al marxismo,
el socialismo reformista y el socialismo marxista se presentan como caminos
paralelos. Por eso meterlos en un mismo saco utilizando a Mariátegui como
coartada, constituye una actitud confusionista. En conclusión, examinar el
período de socialismo a lo Araquistain de Mariátegui tiene sentido solo desde
la óptica de su definitivo socialismo marxista, es decir solo si sirve para
explicar su capacidad de ascensión ideológica que lo llevó a romper con su
primer socialismo y asumir el socialismo de Marx y Engels; solo si sirve para
explicar que el resultado práctico de esa ruptura y de esta asunción fue la
transformación del proletariado peruano de clase en sí en clase para sí; solo
si sirve para reconocer que la fundación del PSP, producto organizativo mayor
de la asimilación de Mariátegui al marxismo-leninismo, constituye el punto de
partida de la revolución peruana. Sin esta perspectiva, la celebración del
Centenario de la revista Nuestra Epoca
aparecería únicamente como la celebración del socialismo reformista, que es
precisamente lo que hace el grupo liquidacionista.
[11] En su expresión primera, fundacional, basal, se
sobreentiende. Como se sobreentiende que esta expresión está vigente en el
proceso revolucionario de nuestro pueblo.
[12] T.13, p.99.
[13] Esta observación crítica, que puede constatarse en
más de una afirmación mariateguiana, tiene algunas veces, como en la anotada,
una connotación autocrítica.
[14] Es necesario no confundir dos cosas: el centenario
de la revista Nuestra Época y el
centenario del Socialismo Peruano. Puesto que, como se ha visto, Nuestra Época fue una revista fuertemente influenciada por el
socialismo a lo Araquistain, su centenario coincide con el centenario del
socialismo reformista. Pues bien, el socialismo proletario, es decir el
Socialismo Peruano, tiene como punto de partida el artículo de Mariátegui El cisma del socialismo, escrito en marzo de 1921. En consecuencia, utilizar
como coartada la revista Nuestra Época
para pretender que el centenario del Socialismo Peruano se cumple en 2018, es
escamotear el hecho histórico de la ruptura de Mariátegui con el socialismo
reformista y su asunción del socialismo marxista. Nuestra Época fue la estación inicial del socialismo de Mariátegui,
hablando en general. En el proceso
ideológico del maestro, esta estación tiene su importancia, sin duda, en el
sentido ya expuesto en el presente artículo, y, por lo tanto, los marxistas
pueden y deben conmemorar su centenario, pero sin pretender pasarlo como
centenario del Socialismo Peruano. Confundir intencionalmente el aniversario de
Nuestra Época con el aniversario del
Socialismo Peruano, es maniobra que les sirve a Ramón García y sus repetidores
para intentar un partido del socialismo en general (cosa que disimulan tras el
término socialismo peruano), es decir un partido doctrinariamente heterogéneo, un
partido-amalgama, un partido no de
clase. Esta es la trastienda de su tergiversación del término socialismo
peruano, de su intento de pasar el centenario del socialismo reformista por el
Centenario del Socialismo Peruano.
[15] 7 Ensayos,
p.254, nota al pie de página. Puesto que el concepto mariateguiano de Creación
Heroica tiene dos elementos: el marxismo y la realidad americana (y
específicamente la realidad peruana), es claro que la producción literaria del
maestro, anterior a su asimilación al marxismo, no es Creación Heroica, no
obstante lo correcta que puede ser en algunos casos. Ser “nacionalista” por el género de los estudios, no significaba serlo
también por la posición ideológica, esto es, por la aplicación creadora del
marxismo a las condiciones particulares de nuestra realidad. Mariátegui era
consciente de esta verdad. En la hoja de vida Del autor, señaló honradamente: “El trato de Mariátegui con los
tópicos nacionales no es, como algunos creen, posterior a su regreso a Europa.
Es evidente que en Europa se ocupó particularmente en estudios de política,
economía, sociología, filosofía, etc. De su viaje data su asimilación al
marxismo. Pero no hay que olvidar que a los 14 ó 15 años empezó a trabajar en
el periodismo y que, por consiguiente, a partir de esa edad tuvo contacto con
los acontecimientos y cosas del Perú, aunque
carecía, para enjuiciarlos, de puntos de vista sistemáticos” (t.13, p.16.
Las cursivas son nuestras). Es claro que, con eso “de puntos de vista sistemáticos”,
el maestro aludió al método marxista, al que se asimilaría posteriormente. Por
eso, en carta del 10 de enero de 1928 a su amigo Samuel Glusberg, había
precisado: “A mi vuelta al Perú, en 1923, en reportajes, conferencias en la
Federación de Estudiantes, en la Universidad Popular, artículos, etc., expliqué
la situación europea e inicié mi trabajo de investigación de la realidad
nacional, conforme al método marxista” (Correspondencia, t.II, p.331).
[16] El hecho de que García y su grupo apelen a la obra
de Mariátegui no desmiente en absoluto nuestra afirmación.
[17] La celebración del Centenario del Socialismo
Peruano en 2021 debe examinar el proceso doctrinal de Mariátegui desde la
experiencia de la revista Nuestra Época,
e incluso desde antes, pues de hecho la primera estación en el orientamiento
socialista de Mariátegui, en el sentido general de la expresión, data de poco
antes de junio de 1918, pero, naturalmente, sin confundir el socialismo
pre-marxista del maestro con su posterior y definitivo socialismo marxista, y,
por lo tanto, sin pasar dicho socialismo pre-marxista como punto de partida del
Socialismo Peruano, término que encierra un concepto muy concreto establecido
por el propio Mariátegui (aplicación vívida del marxismo) y suficientemente
esclarecido en el presente artículo.
[18] Mostrando la precariedad de su independencia de
criterio, finalmente Velásquez se ha rendido ante las falacias de García. De
esta forma todo lo que ha hecho es cambiar moco por baba.
10.03.11.
El Pesimismo de
Juan Croniqueur
Jorge Oshiro
"En esos
versos que formarán mi libro
y que
aparecerá muy pronto,
encontrarás
todo un hondo
y sentido
boceto de mi vida,
de mis
inquietudes y de mis anhelos"
«Carta a
Ruth»
El
pesimismo de Juan Croniqueur
EL PRIMER ENCUENTRO DE MARIÁTEGUI con los escritos
de Marx lo tuvo en 1918. El joven revolucionario peruano llegaba a los 25 años.
Esta edad tiene un significado especial en el desarrollo intelectual del
hombre. El filósofo español Ortega y Gasset desarrollando su concepto de
«generación» escribe al respecto:
“Normalmente, el hombre hasta los 25 años no hace
más que aprender, recibir noticias sobre las cosas que le proporciona su
contorno social -los maestros, el libro, la conversación. En esos años, pues,
se entera de lo que es el mundo, topa con las facciones de ese mundo que
encuentra ahí ya hecho" (...) "El joven se encuentra con este mundo a
los 25 años y se lanza a vivir en él, por su cuenta, esto es, a hacer
también mundo" (Subr.JO.)
Marx a esa edad ya estaba en plena construcción de
su teoría cuando escribía en París, en 1844, sus célebres «Manuscritos económicos-filosóficos»
y Gramsci se entregaba a la vida revolucionaria en Turín en 1916.
¿Cuál era el mundo intelectual del joven
Mariátegui que en esos momentos firmaba sus trabajos con el nombre de Juan
Croniqueur?
El mismo Mariátegui llamó a este período
de sus obras de mocedades su «edad de piedra». En una carta a Samuel Glusberg,
escritor y publicista argentino, dio nuestro autor una corta síntesis de su
vida y su obra hasta esos instantes (1928), en la cual distingue claramente dos
momentos radicalmente diferentes, separados por su viaje y estancia en Europa
(1919-1923).
En esta carta el pensador peruano habla
en primera línea sobre el segundo período,
sobre el revolucionario. Sobre el primero escribirá sumariamente
de sus: "... tanteos de literato inficionado de decadentismo y de
bizantinismo”.
Según esta exposición tenemos pues un
Mariátegui ‹decadente› y un Mariátegui ‹revolucionario›; el joven separado del
maduro, el escritor de ‹la edad de piedra› del autor de la ‹edad de razón›.
La carta anteriormente citada no es el
único documento que tenemos en el cual nuestro pensador se expresa sobre su
propia obra. En una entrevista de 1926 declara:
"He madurado más que cambiado. Lo que existe en
mi ahora, existía embrionaria y larvadamente cuando yo tenía veinte años y
escribía disparates de los cuales no sé por qué la gente se acuerda
todavía".
¿Se debe entender estas dos declaraciones como formalmente
contradictorias? Se caería en una falsa
comprensión de los diferentes contextos.
Mientras que Mariátegui, en la carta,
oponía la fase revolucionaria contra su período ‹decadente›, consideraba en la
entrevista de 1926 su vida como una unidad indisoluble. La aparente
contradicción de los dos juicios obedece a las diferentes perspectivas que el
peruano toma al reflexionar sobre su vida.
En la carta Mariátegui habla como político que está interesado a informar a su
interlocutor quién es él y qué está haciendo políticamente en esos
momentos, en 1928. En la entrevista Mariátegui medita en voz alta; es el filósofo
que reflexiona el contexto global de su vida. Naturalmente la diferencia entre
ambos períodos es importante. Pero esto, nos dice él mismo en la citada
entrevista: "Es una cuestión de trayectoria y una cuestión de época”.
La recepción mariateguiana ha adoptado
hasta ahora ampliamente la ‹versión política› y ha dedicado hasta hace poco
tiempo casi exclusivamente su atención a la obra de la ‹edad
revolucionaria› de tal manera que el
pensamiento del joven Mariátegui queda prácticamente aún desconocido.
La publicación de sus obras ha
correspondido también a este estado de cosas. Las ediciones de sus «Obras
Completas» son los trabajos del segundo período. Recién en 1987 apareció el
primer volumen de los «Escritos juveniles» de un total de seis libros
anunciados y recientemente publicados 1. De la misma manera otro aporte
importante para el esclarecimiento de la primera época es el «Anuario Mariateguiano»
cuyo primer número es de 1989.
La consecuencia negativa de la
investigación mariateguiana sin una profunda y amplia reflexión sobre este
primer período de la obra de Mariátegui es considerable, pues sin la aclaración
y profundización suficiente del trabajo de este período se queda oscura la
génesis histórica de su pensamiento viviente, y por allí la comprensión de la
génesis de un marxismo creador.
La comprensión de las experiencias
existenciales fundamentales de este primer período de la vida de Mariátegui y
el conocimiento del campo teórico en donde se desarrolla, -consecuencia
de las experiencias vividas y las reflexiones realizadas-, nos da los elementos
de juicio necesarios para comprender con ecuanimidad su pensamiento filosófico
posterior.
El primer período de la obra
mariateguiana (1914-1917), es decir desde el inicio de la Primera Guerra
Mundial hasta el comienzo de la Revolución Rusa, es compleja y contradictoria.
Es un período biográfico lleno de conflictos y de tensiones, en el cual el
joven Mariátegui se enfrenta con los problemas existenciales que viene
arrastrando desde su primera infancia: la pobreza material, la soledad, el
aislamiento, la conciencia de la propia deformación corporal, el
desconocimiento del padre, la enfermedad y el dolor físico como también el
(pre)sentimiento de la muerte temprana.
Notas
[1] «Escritos juveniles» Tomo II («Crónicas») y III.
(«Entrevista» y «Crónicas» y otros escritos) en 1991; Tomo IV («Voces 1») y
V.(«Voces 2») en 1992; Tomo VI («Voces 3») en 1993; tomo VII («Voces 4») y VIII
(«Voces 5») 1994. Compilación, estudios preliminares y notas de Alberto Tauro.
Todos ellos publicado por la Biblioteca Amauta. Lima, Perú.