domingo, 1 de junio de 2025

Política

¡Defender el Pensamiento de Mariátegui de toda Tergiversación y Desarrollarlo en Función de la Realidad Actual!

 

El Trasfondo de un Artículo de Carlos Moreno 

 (Cuarta Parte) 

Eduardo Ibarra 

La práctica sin principios de Lastra se evidencia en el hecho de que, tanto en el marco general de la lucha de clases como en el marco particular de la Reconstitución, no tiene un fundamento marxista-leninista y, por lo tanto, no tiene un camino cierto sino errático ni tiene el objetivo de reconstituir el partido de Mariátegui. La “práctica” de Lastra es, pues, practicismo. Analicemos, por lo tanto, este practicismo, primero en el marco de la Reconstitución. 

La tarea que, en los años veinte del siglo pasado, tenía al frente Mariátegui, era aplicar el marxismo-leninismo a nuestra realidad concreta y constituir el partido del proletariado peruano. El clima político de esos años se caracterizaba por la juventud de nuestro proletariado; por el predominio de la cultura feudal-burguesa; por el impacto de la Revolución de Octubre entre los trabajadores; por la búsqueda por parte de intelectuales y trabajadores de vanguardia de soluciones a los problemas peruanos; por la existencia de algunas tendencias pequeño burguesas, entre ellas el socialismo reformista; por la ausencia de todo antecedente de aplicación del marxismo a nuestra realidad. En estas condiciones, Mariátegui llevó adelante el trabajo de deslinde ideológico e interpretación de la realidad peruana como la cuerda clave de su lucha por la constitución del partido. En otras palabras, desde el comienzo mismo de su acción Mariátegui tuvo una visión estratégica del proceso de la Constitución, y esto dice mucho de su talla teórica. 

Así, la revista Amauta cumplió un notable papel en la definición de los problemas peruanos y en la lucha por constituir el Partido Socialista del Perú. Mariátegui señaló al respecto: 


Esta revista, en el campo intelectual, no representa un grupo. Representa, más bien, un movimiento, un espíritu. En el Perú se siente desde algún tiempo una corriente, cada día más vigorosa y más definida, de renovación. A los fautores de esta renovación se les llama vanguardistas, socialistas, revolucionarios., etc. La historia no los ha bautizado definitivamente todavía. Existen entre ellos algunas discrepancias formales, algunas diferencias psicológicas. Pero por encima de lo que los diferencia, todos estos espíritus ponen lo que los aproxima y mancomuna: su voluntad de crear un Perú nuevo dentro del mundo nuevo. La inteligencia, la coordinación de los más volitivos de estos elementos, progresan gradualmente. El movimiento –intelectual y espiritual– adquiere poco a poco organicidad. Con la aparición de “Amauta” entra en una fase de definición. (…) “Amauta” cribará a los hombres de la vanguardia –militantes y simpatizantes– hasta separar la paja del grano. Producirá o precipitará un fenómeno de polarización y concentración. (…) No hace falta declarar expresamente que “Amauta” no es una tribuna libre, abierta a todos los vientos del espíritu. Los que fundamos esta revista no concebimos una cultura y arte agnósticos. Nos sentimos una fuerza beligerante, polémica. No le hacemos ninguna concesión al criterio generalmente falaz de la tolerancia de las ideas. Para nosotros hay ideas buenas e ideas malas. En el prólogo de mi libro “La Escena Contemporánea”, escribí que soy un hombre con una filiación y una fe. Lo mismo puede decirse de esta revista, que rechaza todo lo que es contrario a su ideología así como todo lo que no traduce ideología alguna. (Ideología y política, pp. 238-239). 

Amauta fue, pues, como señaló Mariátegui polemizando con Luis A. Sánchez, “una revista de definición ideológica, de concentración izquierdista”, que, dadas las condiciones de la época, representó un movimiento en cuyo seno tuvo lugar la necesaria decantación de posiciones. Por eso Mariátegui precisó: 


Los que damos a “Amauta” tonalidad, fisonomía y orientación, somos los que tenemos una filiación y una fe”, no los que no las tienen y que admitimos, sin peligro para nuestra integridad y nuestra homogeneidad, como accidentales compañeros de viaje. Somos los vanguardistas, los revolucionarios, los que tenemos una meta, los que sabemos adónde vamos. (Ob. cit., p. 226) 

Por eso, después de dos años de dirimente labor, pudo escribir finalmente: 


El trabajo de definición ideológica nos parece cumplido. En todo caso, hemos oído ya las opiniones categóricas y solícitas en expresarse. Todo debate se abre para los que opinan, no para los que callan. La primera jornada de “Amauta” ha concluido. En la segunda jornada, no necesita ya llamarse revista de la “nueva generación”, de la “vanguardia”, de las “izquierdas”. Para ser fiel a la Revolución, le basta ser una revista socialista. (Ob. cit., p. 247). 

Y para que nadie tenga la menor duda acerca del concepto que encierra en esta cita el término socialista, recordemos lo que en otro lugar Mariátegui precisó al respecto: 


“Amauta”, en su Nº 17, el de su segundo aniversario, declara cumplido el proceso de “definición ideológica”, afirmándose, categóricamente, marxista. (Ob. cit., p. 104). 

El 10 de noviembre de 1928 (o sea once meses antes de la fundación del PSP), Mariátegui dio vida al periódico Labor comouna extensión de la obra de ‘Amauta’”, dotando así al proletariado y, en general, a las clases trabajadoras de un órgano de clase, de un medio de prensa que no hizo estrecha “crónica de sucesos”, sino que, elevándose sobre la noticia cruda y contribuyendo a elevar al público lector al nivel de la interpretación, hizo “crónica de ideas”, impulsando de esta forma la construcción de un movimiento revolucionario de masas. 

Es de esta forma, pues, como Mariátegui llevó adelante la lucha por la constitución del Partido Socialista del Perú. Como hemos visto, en un primer momento el centro de gravedad del trabajo de Mariátegui fue la “definición ideológica”, o sea, la definición de la ideología del proletariado peruano y, por lo tanto, del camino y del objetivo de su acción. Reafirmadas estas definiciones con el desarrollo de una teoría de la realidad y la revolución peruanas, Mariátegui procedió a seleccionar a los elementos con quienes consideró poder centrar su trabajo por la organización del partido. En carta del 29 de setiembre de 1928 a Carlos Arbulú (o sea del mismo mes en que Amauta pasaba a su segunda jornada), escribió: 


El editorial [“Aniversario y balance”] se refiere, por una parte, al vanguardismo genérico e indefinido de los oportunistas habituales y, por otra parte, a cierta desviación que ha intentado propagarse en nuestras propias filas, a propósito del Apra. (Correspondencia, t. II, p. 444). 

Esto explica que, en la labor de selección de aquellos elementos, no estaban “los oportunistas habituales” (los socialistas reformistas, contrarios al partido de clase) ni los hayistas (promotores de un partido–amalgama). 

Mariátegui, pues, procedió a una rigurosa selección de los elementos que fundarían el Partido. No le importó la cantidad, sino la cualidad de las personas, es decir, su condición marxista-leninista;(49) o sea, no le importó la popularidad, sino cumplir la tarea de constituir el partido de clase del proletariado peruano. Puede decirse, entonces, que, desde junio de 1923 (“La crisis mundial y el proletariado peruano”) hasta marzo de 1930 (mociones acordadas por las reuniones del CC del PSP del 1 y 4 de marzo), desarrolló una franca y consecuente lucha por la afirmación del marxismo-leninismo y la concentración orgánica de sus adherentes; incluso ante la propia clase obrera, no ocultó su filiación y pugnó porque los trabajadores asumieran dicha doctrina como método de lucha.(50) 

Hoy la situación es distinta. Décadas de lucha de clases y de lucha entre el marxismo-leninismo y las desviaciones del mismo, tanto a nivel nacional como a escala internacional, la dispersión ideológica del proletariado es una realidad mucho más pronunciada todavía. Desde hace algunas décadas –y hoy más que nunca– tenemos ante nosotros la tarea de defender la verdad universal del marxismo-leninismo y aplicarlo vívidamente a nuestra realidad concreta, es decir, la tarea de defender y desarrollar la Creación Heroica de Mariátegui y, sobre esta base, llevar hasta el fin la reconstitución del Partido. Por eso, estamos en la absoluta necesidad de aplicar el método de Mariátegui de interpretación de nuestra realidad y llevar adelante su justa y correcta política de deslinde con respecto a todas las desviaciones del marxismo, a lo que, como es lógico, debemos sumar una consecuente lucha contra todas las posiciones contrarias a su pensamiento. Desde luego, los activistas de esta lucha tienen que saber que la experiencia de Amauta no puede ser replicada, por la sencilla razón de que ahora –y desde hace décadas– las posiciones están terminantemente demarcadas. En las condiciones, pues, en que las desviaciones del marxismo y, especialmente, el liquidacionismo aparecen, como es natural, como tendencias contrarias a la Reconstitución, para afirmar el marxismo-leninismo y la Creación Heroica de Mariátegui no existía ni existe más camino que desarrollar una intransigente lucha contra tales desviaciones y un trabajo teórico que signifique la solución de los problemas prácticos de la revolución, trabajo que tiene por base la necesaria defensa y el indispensable desarrollo de aquella Creación. Es decir, había que tener en cuenta que, en una primera etapa, la cuerda clave de la lucha por la Reconstitución era la definición ideológica y la construcción teórica, premisas insustituibles para el acometimiento y la realización fructuosos del trabajo organizativo de la Reconstitución; o sea, era necesario actuar una visión estratégica de su proceso histórico. 

No obstante esta verdad elemental, desde que levantó tienda propia Lastra se lanzó a un activismo que no está basado en el marxismo-leninismo ni en la defensa y desarrollo de la Creación Heroica de Mariátegui ni, por lo tanto, en una visión estratégica de la Reconstitución. Esto pone de manifiesto su total falta de talla teórica. 

Así, después de catorce años de activismo no iluminado por la luz del marxismo-leninismo, Lastra se encuentra desarmado ante la tarea de la Reconstitución. Esto significa que no ha producido los necesarios materiales idóneos para resolver los diversos problemas ideológicos, teóricos, políticos y orgánicos propios de la Reconstitución; o sea, no tiene ningún trabajo serio, meditado, consistente, que pueda ser base para la construcción de un partido de cuadros y de ideas, primero, y, después, para transformar este partido en uno de masas y de ideas. Brevemente, el grupo de Lastra no tiene ideas que puedan constituir una teoría de la realidad y la revolución peruanas. Por consiguiente, no tiene nada positivo que proponer sobre la Reconstitución, salvo generalidades. Esta realidad tiene su mejor prueba en el formalismo de algunas reuniones, como las que ha promovido hasta hoy, ninguna de las cuales, por su composición doctrinariamente heterogénea, ha significado un verdadero paso adelante en la lucha por la reconstitución del partido de Mariátegui. 

Como se sabe, tempranamente Lastra planteó que no son ideas malas las ideas del marxismo a secas, del fidelismo, del trotskismo, del guevarismo, “etc.” (el lector puede imaginar qué otras desviaciones del marxismo encierra este etcétera de Lastra), contraviniendo así la muy justa afirmación de Mariátegui de que “Para nosotros hay ideas buenas e ideas malas”. “Para nosotros”, significa aquí “para los marxista-leninistas”; “ideas buenas” significa las ideas del marxismo-leninismo y las derivadas de su aplicación a nuestra realidad y aquellas que corresponden a la política y la cultura de nueva democracia; “ideas malas” significa las ideas burguesas y las correspondientes a las diversas desviaciones del marxismo acerca de las cuales Lastra, al haber escrito que “no es Malo ser marxista” a secas, etcétera, considera que no son malas. Más o menos paralelamente a este desaguisado, nuestro nuevo liquidador criticó un artículo del viejo liquidador Gustavo Pérez donde se negaba el carácter de clase del partido de Mariátegui. Estos hechos muestran el embrollo que desde un comienzo tuvo Lastra en la cabeza. Pero este embrollo no podía durar para siempre: más tarde o más temprano, la lucha ideológica tenía que resolverlo a favor del partido de clase o a favor de un partido-amalgama. Como a Lastra le interesa el número y no la cualidad, la práctica por la práctica y no la práctica marxista, la fraseología y no la verdad, su persona y no la Creación Heroica de Mariátegui, su “no es Malo ser”, su compartir “una misma doctrina” con los oportunistas y su tener con ellos “un proyecto común”, terminaron por imponerse sobre su débil apego al partido de clase. Por eso ahora, más que ayer, aparece en una posición contraria al partido doctrinariamente homogéneo de Mariátegui, y, por lo tanto, en una posición opuesta a la Reconstitución. Los hechos hablan por sí mismos: la heterogeneidad doctrinaria de sus revistas impresas, de las reuniones que promueve desde hace años, de los organismos que constituye o en los que participa, del blog que actualmente dirige, así como –hecho terminante– su concreta propuesta de constituir “un núcleo de dirección” conformado por marxista-leninistas y liquidadores que acometa la tarea de la Reconstitución, son pruebas irrefutables de su apuesta por un partido doctrinariamente heterogéneo, pruebas incontestables de que su desviación de derecha ha devenido liquidacionismo. 

Por eso no extraña que, en sus publicaciones haya publicitado posiciones antimariateguianas, así como posiciones de los liquidadores del grupo de García, sin que en ningún caso haya tenido la capacidad y quizás ni siquiera la intención de rebatirlas. Ahora mismo, en el blog que dirige se constata la presencia del liquidador Miguel Aragón, renunciante del marxismo-leninismo, tergiversador de la Creación Heroica de Mariátegui, falsificador de la filiación ideológica del PSP y de su fundador, negador de la verdad histórica de las reuniones de La Herradura y de Barranco, negador de la propia existencia del PSP, agraviador de Mariátegui, partidario acérrimo del partido-amalgama, adversario contumaz de la Reconstitución. Pongamos un ejemplo de esta descomposición ideológica y política. En el artículo “Algo más sobre Mariátegui marxista convicto y confeso”, publicado en la red, Aragón escribió que en los primeros cuatro tomos de las Obras escogidas de Mao no existe el “propósito” de “utilizar” el “estilo de lucha entre dos líneas”. Pero en nuestro artículo “La lucha interna del partido proletario” (publicado en el blog CREACIÓN HEROICA, en el auténtico, no en la copia de Lastra, y del que publicamos ahora un extracto), le demostramos que en el tomo 3 de aquellas obras, páginas 165-166, Mao refiere que el “estudio de las luchas entre las dos líneas en la historia del Partido, se inició en el invierno de 1943” (cursivas nuestras), afirmación con la que dio a entender claramente que, en el plano ideológico-teórico, la historia del PCCh era entendida como la lucha entre el marxismo-leninismo y las diversas desviaciones del mismo. Obviamente, Aragón debió enterarse de su ligereza de negar que Mao hubiera utilizado el concepto de lucha entre las dos líneas. Sin embargo, cinco años después, en el artículo “Tres omisiones en la edición de literatura marxista”, publicado en el número 34 del blog de Lastra, extraviado en un deliberado autismo, el publicitado liquidador ha escrito que En los cuatro primeros tomos de [sus] Obras Escogidas”, Mao no “utilizó la categoría ‘lucha entre dos líneas’”. Esta obcecación por mantener su falsificación de la verdad histórica, muestra que Aragón está enfermizamente empeñado en negar la lucha entre las dos líneas en los partidos proletarios y en reemplazarla por el concepto de generación (que utiliza a menudo), que, como todo el mundo sabe, no tiene ningún fundamento científico; y, por supuesto, semejante obcecación constituye un caso de extrema deshonestidad. Pero hay más. En el mismo artículo, Aragón ha escrito esta barbaridad:

Históricamente el revisionismo es una desviación teórica que surgió y se desarrolló en países con condiciones sociales para la formación de una aristocracia obrera, y condiciones políticas para la formación de un movimiento socialdemócrata. Ni en el Perú de Mariátegui, ni en la China de Mao Zedong, hubo condiciones para el surgimiento del revisionismo en lo teórico.

Barbaridad por su conclusión, pues sostiene que el revisionismo no ha existido ni existe actualmente en el Perú ni en los demás países del mundo oprimido. De entonces a esta parte, se han sucedido dos números del blog de Lastra (ciento siete días hasta hoy), sin que este haya atinado a refutar tamañas posiciones antimarxistas y, como se sabe, el que calla otorga.(52) Pero no es la primera vez que Lastra publicita posiciones oportunistas, antimariateguianas, contrarias por completo a la lucha por la Reconstitución.(51) Esta es una permanente actitud suya, y esto prueba que los términos partido de clase y reconstitución aparecen en su discurso solo como coartada y como señuelo, y que, como hemos visto, su practicismo apunte a constituir un partido doctrinariamente heterogéneo, así como, al mismo tiempo, le sirve como cubierta de sus tremendas limitaciones teóricas.


Notas

[49] El hecho de que Luciano Castillo y Chávez León fueran seleccionados para la fundación del PSP, demuestra que los nombrados simularon ser marxista-leninistas, cuando en realidad no lo eran. Esta simulación se da también ahora en el proceso de la Reconstitución. Por eso es necesario desenmascarar cualquier caso de simulación a fin de prevenir sus resultados. 

[50] Ver, por ejemplo, la conferencia “La crisis mundial y el proletariado peruano”, en Historia de la crisis mundial; y “Mensaje al Congreso Obrero” y el párrafo final de “Principios programáticos del Partido Socialista”, en Ideología y política.

[51] La Reconstitución se procesa en medio de la lucha de clases y de la lucha entre las dos líneas. Por eso, publicitar la negación del motor interno del desarrollo de la Reconstitución (la lucha entre las dos líneas) y la existencia del revisionismo en nuestro medio y, en general, en los países oprimidos, es desarmar ideológicamente a los activistas y, por lo tanto, crear opinión pública favorable al partido-amalgama y contraria por completo a la reconstitución del partido de Mariátegui. Es esto lo que hace Lastra. Y desde hace años.

(52) Es posible que el lector acucioso pueda hallar otros casos más o menos semejantes al de Aragón, aunque menos ruidosos. Pero ya el solo caso de Aragón demuestra que el blog de Lastra es una verdadera tribuna libre, es decir, que la idea que lo inspira es la idea liberal burguesa de la tolerancia de las ideas, criticada hace ya un siglo por Mariátegui. Pero hay más. En una revisión limitada a unos poquísimos números del blog de Lastra y a un solo número del blog Resistencia Ciudadana, del cual el mencionado es editor, hemos constatado que en estas páginas se publicita la actividad propagandística de Aragón y otros liquidadores, lo cual, en buen romance, significa que allí se promociona a elementos que son notorios partidarios de la liquidación del partido de clase y declarados enemigos de la Reconstitución. El lector no entorpecido por el seguidismo puede sacar sus propias conclusiones.




Nota:

 

El presente artículo es un capítulo del libro inédito Defensa de la Creación Heroica de José Carlos Mariátegui.

 

Comité de Redacción.

 

 

¡Defender el Pensamiento de Mariátegui de toda tergiversación y Desarrollarlo en Función de la Realidad  Actual!                                         

Acerca de los Agravios de Ramón García a José Carlos Mariátegui y de su Pretensión de «Reivindicar» el Socialismo Reformista 

E. I. 

 

Yo participo de la opinión de los que creen que la humanidad vive un período revolucionario. Y estoy convencido del próximo ocaso de todas las tesis social-democráticas, de todas las tesis reformistas, de todas las tesis evolucionistas.

 

J. C. Mariátegui. 

DESPUÉS DE ESCRIBIR que «la vida política de JCM tiene ahora dos etapas: una es la señalada por Eduardo Ibarra: “una primera, no marxista”, de 1918 a 1920, el socialismo reformista, y que incluye a Nuestra Época. La segunda es la señalada desde hace ocho décadas por Eudocio Ravines, el socialismo amautista (por Amauta, continuación de Nuestra Época)» (subrayados y negritas en el original), Ramón García agrega al final de su artículo «Acerca del centenario del socialismo peruano», publicado en la red, estas dos exclamaciones: 1) «¡Es la comprensión que tienen Ibarra y Ravines del Socialismo Peruano!»; 2) «¡Por eso ha costado ocho décadas su reivindicación, su desagravio!»(1) 

Es notorio que García cita fuera de contexto una frase nuestra referida a la etapa inicial de la «orientación socialista» de Mariátegui, y que, como hemos visto, la alinea con la «comprensión» que tenía Ravines del marxismo mariateguiano, y este truco le facilitó escribir la primera de sus exclamaciones. De esta forma pretende causarle al lector la impresión de que negamos el marxismo de Mariátegui, al mismo tiempo que intenta presentarse a sí mismo como desagraviador y reivindicador del autor de 7 ensayos, lo que sugiere con su segunda exclamación.(2) 

Es conocido el hecho de que García utiliza el método de descontextualizar algunas afirmaciones de los críticos de sus posiciones a efecto de hacer posible distorsionar su verdadero significado, y que lo mismo hace con afirmaciones del propio Mariátegui. (y aun con afirmaciones de los maestros internacionales).(3) Como acabamos de ver, contra nosotros ha utilizado una vez más este método antimarxista.(4) ¿Por qué García no citó nuestra aserción en su contexto verbal o, mejor, por qué no hace la prueba de citar en sus respectivos contextos verbales nuestras varias aserciones sobre el proceso de la «orientación socialista» del maestro? Porque, sin duda, si lo hiciese no podría sostener su calumnia, pues, a más de enfrentarse a nuestros argumentos, se vería obligado a confrontarse con las esclarecedoras opiniones del propio Mariátegui sobre su inicial socialismo a lo Araquistain, con el inevitable resultado de que saldría muy mal parado. Por eso no es casual que no haya comentado nunca las puntualizaciones mariateguianas sobre el tipo de socialismo que caracterizó a Nuestra Época. 

¿Qué pretende «desagraviar» García? ¿Sostener el carácter reformista del «criticismo socializante» de la revista España, que, como es de conocimiento general, influyó «fuertemente» a la revista Nuestra Época, es, acaso, agraviar a Mariátegui? ¿No fue el propio Mariátegui quien remarcó, expresamente, esta influencia? ¿Es García «reivindicador» de Mariátegui? Dilucidemos estas cuestiones. 

La etapa que va de Nuestra Época hasta la segunda mitad de 1920 en que Mariátegui adhiere al marxismo-leninismo y la etapa que comienza con esta adhesión y llega hasta abril de 1930, conforman lo que él mismo denominó su «orientación socialista». 

Pues bien, el maestro escribió: 


En Lima, algunos escritores que del estetismo d’annunziano importado por Valdelomar habíamos evolucionado al criticismo socializante de la revista España, fundamos hace diez años Nuestra Epoca… (7 ensayos, pp. 253-254). 

Como vemos, Mariátegui no dice «habíamos evolucionado al marxismo», sino que, de forma clara, precisa, accesible a cualquier persona, dice que algunos de los escritores que habían evolucionado del estetismo d’annunziano al «criticismo socializante» de la revista España, fundaron la revista Nuestra Época. ¿Y qué era, pues, el «criticismo socializante» de Nuestra Época? Desde luego, no era marxismo. Está claro que, para cualquier marxista que proceda de manera informada y, además, honesta, el «criticismo socializante» que caracterizó a Nuestra Época representaba, sobre poco más o menos, el reformismo de la Segunda Internacional. 

También apuntó el maestro: 


… terminado el experimento «colónida», los escritores que en él intervinieron, sobre todo los más jóvenes, empezaron a interesarse por las nuevas corrientes políticas. Hay que buscar las raíces de esta conversión en el prestigio de la literatura política de Unamuno, de Araquistain, de Alomar y de otros escritores de la revista España; en los efectos de la predicación de Wilson, elocuente y universitaria, propugnando una nueva libertad; y en la sugestión de la mentalidad de Víctor M. Maúrtua cuya influencia en el orientamiento socialista de varios de nuestros intelectuales casi nadie conoce. Esta nueva actitud espiritual fue marcada también por una revista, más efímera aún que Colónida: Nuestra Epoca. (Ob. cit., p. 284). 

O sea, Nuestra Época marcó igualmente la nueva actitud espiritual caracterizada por la literatura política de escritores de la revista España, la predicación demoliberal del presidente estadounidense Wilson y el socialismo reformista de Víctor M. Maúrtua. 

Además, dejó sentado: 


De Nuestra Epoca (julio de 1918) se publicaron sólo dos números, rápidamente agotados. En ambos números, se esboza una tendencia fuertemente influenciada por España, la revista de Araquistain, que un año más tarde reapareció en La Razón, efímero diario cuya más recordada campaña es la de la Reforma universitaria. (Ob. cit., p. 254). 

De esta forma delimitó una primera etapa de su «orientación socialista», señalando, como está ya subrayado, su signo ideológico: el criticismo socializante. 

Veamos, ahora, en su ligazón interna, las siguientes afirmaciones mariateguianas: 


… el pensamiento de González Prada, que no impuso nunca limites a su audacia ni a su libertad, dejó a otros la empresa de crear el socialismo peruano. (Ob. cit., p. 261).

A mi vuelta al Perú, en 1923, en reportajes, conferencias en la Federación de Estudiantes, en la Universidad Popular, artículos, etc., expliqué la situación europea e inicié mi trabajo de investigación de la realidad nacional, conforme al método marxista. (Correspondencia, t, II, p. 331).

En Lima, donde se ha constituido el primer núcleo de industrialismo, es también donde, en perfecto acuerdo con el proceso histórico de la nación, se ha balbuceado o se ha pronunciado la primera resonante palabra del marxismo. (7 ensayos, p. 253).

… en los días en que se cajeaba en Nº 4 de «Claridad», Mariátegui asume su dirección. El Nº 5 señala el principio de un franco orientamiento doctrinario en el que «Claridad» abandona el tono estudiantil.(Ideología y política, p, 101)(5). 

Hace año y medio propuse la organización de una especie de seminario de estudios económicos y sociológicos, que proponga en primer término la aplicación del método marxista al conocimiento y definición de los problemas del Perú. (Apuntes para una interpretación marxista de historia social del Perú, t. II, p. 272; en a delante, Apuntes).

El marxismo-leninismo es el método revolucionario de la etapa del imperialismo y de los monopolios. El Partido Socialista del Perú, lo adopta como su método de lucha. (Ideología y política, p. 160). 

Estas citas dan cuenta de que, según el mismo Mariátegui, la empresa de crear el Socialismo Peruano correspondió a su labor marxista-leninista iniciada en 1923. De esta forma demarcó una segunda etapa de su «orientación socialista», subrayando el marxismo-leninismo como el signo ideológico de la misma. 

Así, pues, la distinción que hizo el maestro de dos etapas en el proceso de su «orientación socialista», es muy sencilla de entender. Sin embargo, arrastrado por su propensión a tergiversar a Mariátegui a fin de abonar sus posiciones, García falsifica el signo ideológico de la etapa inicial de la mencionada orientación (pretendiendo encontrar en ella lo que no hubo: marxismo), al mismo tiempo que niega el ulterior marxismo-leninismo del maestro. 

En efecto, García falsifica, sibilinamente, aunque con notorio cinismo, el acuerdo programático del PSP de adoptar el marxismo-leninismo como su base de unidad, adopción que, como es obvio, da cuenta de la filiación ideológica del maestro.(6) Movido por su previa negación del marxismo-leninismo, García minimiza, pues, el acuerdo programático del PSP recurriendo al método estadístico del renegado Kautsky:(7) 


El término [marxismo-leninismo] sólo se encuentra dos veces en la obra de JCM… (“El movimiento comunista”, artículo publicado en la red).(8) 

De este modo, García niega la filiación marxista-leninista de la obra organizativa cumbre de Mariátegui: el Partido Socialista del Perú. ESTO ES UN AGRAVIO A MARIÁTEGUI. Pero este agravio encierra un designio adicional que pasamos a explicar. Con el acuerdo del Partido Socialista sobre el marxismo-leninismo, Mariátegui dio prueba fehaciente de su filiación ideológica, lo que explica que, con su declaración de ser «marxista convicto y confeso», lo que sostuvo es que era marxista-leninista. Pero, sin ser capaces de atar cabos y, así, sin calar en este fondo de la declaración de Mariátegui dirigida al público en general, inspirados en García y con su venia, los liquidadores levantan la letra de dicha declaración, para, en la dirección del marxismo a secas del inspirador, negar abiertamente –y no sibilinamente, como procedió el inspirador– la filiación marxista-leninista de Mariátegui. Sin embargo, es obvio que, por mucho que los liquidadores se obstinen en silenciar esta filiación, la misma es un hecho histórico que tiene su prueba en los propios «Principios programáticos», y que, en consecuencia, existe sin mengua ninguna ante los ojos del mundo entero. En este escenario, García y sus congéneres pretenden que Mariátegui fue marxista a secas como persona, aunque pueda decirse que como Secretario General del Partido Socialista fue marxista-leninista; así, para los aludidos, Mariátegui adolecía de doblez. ESTA PRETENSIÓN Y ESTA INSINUACIÓN CONSTITUYEN OTRO AGRAVIO A MARIÁTEGUI. 

El maestro acordó y redactó él mismo lo siguiente:        


3º- La lucha política exige la creación de un partido de clase, en cuya formación y orientamiento se esforzará tenazmente por hacer prevalecer sus puntos de vista revolucionarios clasistas. (Martínez, Apuntes, p. 398).

… no cejaré en el empeño de dar vida a un partido de masas y de ideas, el primer gran partido de masas y de ideas de toda nuestra historia republicana. (Anuario Mariateguiano, nº 1, p. 149). 

De esta forma dejó en claro que su proyecto de un partido de masas y de ideas era de un partido marxista-leninista, de un partido de clase, tal como aparece expresado en los «Principios programáticos» y en el Acta de Constitución del Partido Socialista del Perú. Pero García tergiversa el aludido proyecto: 


El PSP tenía dos niveles: internamente funcionaba como «facción orgánica y doctrinariamente homogénea» (como «célula secreta de los siete»); externamente aspiraba a ser «el primer gran partido de masas e ideas (sic) de toda nuestra historia republicana». (“La creación heroica de José Carlos Mariátegui. 80 aniversario”, p. 22). 

Como vemos, repitiendo a Julio Portocarrero, Hugo Pesce y Jorge del Prado, García dice que el partido proyectado por Mariátegui era de un partido con dos niveles orgánicos doctrinariamente disímiles entre sí, es decir, un partido doctrinariamente heterogéneo. ESTO ES UN NUEVO AGRAVIO A MARIÁTEGUI. 

Sobre el porqué del nombre de Partido Socialista del Perú, Mariátegui escribió: 


En Europa, la degeneración parlamentaria y reformista del socialismo ha impuesto, después de la guerra, designaciones específicas. En los pueblos donde este fenómeno no se ha producido, porque el socialismo aparece recién en su proceso histórico, la vieja y grande palabra conserva intacta su grandeza. (Ideología y política, p. 249; cursivas nuestras).

De acuerdo con las condiciones concretas actuales del Perú, el Comité concurrirá a la constitución de un partido socialista, basado en las masas obreras y campesinas organizadas. (Martínez, Apuntes, p. 398; cursivas nuestras). 

No obstante, silenciando estas categóricas razones, García esgrime el siguiente sofisma: 


… si el socialismo es el llamado a reemplazar el capitalismo, se entiende entonces el porqué del nombre de Partido Socialista. (“El movimiento comunista”). 

ESTO ES UN AGRAVIO MÁS A MARIÁTEGUI.

 

El maestro sostuvo: 


Por los caminos universales, ecuménicos, que tanto se nos reprochan, nos vamos acercando cada vez más a nosotros mismos. 

Es decir, por los caminos de la verdad universal del marxismo-leninismo y de la revolución proletaria mundial, los marxistas peruanos vamos acercándonos cada vez más a nosotros mismos, a la comprensión de nuestros problemas concretos, a nuestra emancipación política y económica. 

Pero, esgrimiendo tramposamente una declaración del Mariátegui socialista a lo Araquistain («¡Bueno! ¡Muy bolcheviquis y muy peruanos! ¡Pero más peruanos que bolcheviquis!»),(9). García pretende que hay que ser más peruanos que marxistas, tergiversando así la relación entre lo particular peruano y lo universal proletario y, por lo tanto, promoviendo un estrecho nacionalismo pequeño burgués. ESTO ES UN NUEVO AGRAVIO A MARIÁTEGUI. 

Etcétera, etcétera, etcétera. 

Este triple etcétera pone de manifiesto que hemos considerado únicamente los principales agravios a Mariátegui cometidos por García, lo que aquí ha sido suficiente para poner al desnudo su descarrío político y su postración moral. 

Ahora, pues, pueden contestarse los interrogantes planteados en el cuarto parágrafo del presente capítulo. 

Como es claro, al tergiversar a Mariátegui y utilizarlo como coartada en su afán de «desagraviar» y «reivindicar» el socialismo reformista, lo que hace García es traficar con el fundador del Socialismo Peruano.(10) DE ESTE MODO APARECE COMO EL MAYOR AGRAVIADOR DE MARIÁTEGUI EN LOS ÚLTIMOS TREINTA AÑOS MÁS O MENOS. 

Si para desagraviar a Mariátegui con respecto a la negación de su marxismo-leninismo por Ravines fue necesario menos de dos décadas (no ocho, como dice García),(11) para reivindicarlo de los agravios del propio García apenas fue necesario menos de un quinquenio. 

En su célebre discurso «Rectifiquemos el estilo de trabajo en el partido», Mao sostiene: 


Creo que debemos trabajar honestamente; sin una actitud así nada se puede realizar en el mundo. (Obras escogidas, t. III, p. 41). 

Pero ocurre que, como hemos visto, en su afán por acomodar a Mariátegui a sus posiciones reñidas con el marxismo, García ha actuado con absoluta deshonestidad. Para hacer sugestivas sus falsificaciones de las posiciones de Mariátegui, así como para descalificar a sus críticos, García hace frases, trucos, literatura. Con estos artificios ha embaucado y continúa embaucando a sus parciales, pero, más allá de ellos, difícilmente puede alcanzar el mismo resultado: García no termina de entender que sus métodos criollos son conocidos y están bastante desgastados. Ahora todo lo que puede hacer y, en verdad, todo lo que hace para defender sus indefendibles posiciones antimariateguianas, es limitarse a escribir para sus partidarios a fin de no perderlos. ¡No vaya a ser que, de pronto, sean capaces de pensar! 

En conclusión, es un hecho que, con sus agravios a Mariátegui y la utilización oportunista que hace de él, GARCÍA SE HA CUBIERTO DE OPROBIO PARA SIEMPRE.

 

Notas

[1] A propósito de esta calumnia y esta falacia, el lector puede consultar nuestro libro La creación heroica de Mariátegui y el socialismo peruano. Planteamiento de la cuestión pp. 41-45.

[2] García plantea en términos de agravio, desagravio y reivindicación la calificación de la posición de cada cual con respecto a Mariátegui; por eso, para que nos entiendan él y sus copartidarios, utilizaremos tales términos en el análisis concreto de su posición concreta con respecto a Mariátegui

[3] El lector puede ver especialmente nuestros libros El partido de masas y de ideas de José Carlos Mariátegui, pp. 37-43, 45-53, 73; El partido de Mariátegui hoy: Constitución, nombre, reconstitución pp. 56-59, 60-80, 97; La creación heroica de Mariátegui y el socialismo peruano… pp. 17-27, 77; y nuestro artículo “De cómo los liquidadores han abjurado del marxismo-leninismo y falsificado la creación heroica de Mariátegui”, incorporado a nuestro libro inédito Defensa de la creación heroica de Mariátegui.

[4] Entre las varias oportunidades en que García ha descontextualizado afirmaciones nuestras, puede verse el paradigmático caso que se analiza en el capítulo V del libro El partido de Mariátegui hoy: Constitución, nombre, reconstitución.

[5] Esta precisión de Mariátegui es de extraordinaria importancia, pues sirve para entender el significado de su acción en todos los frentes. En efecto, si bien la frase «un franco orientamiento doctrinario» está referida a la revista Claridad, es evidente que dicho orientamiento tuvo su punto de partida en la primera conferencia de Mariátegui en la Universidad Popular, «La crisis mundial y el proletariado peruano», pronunciada algunos meses antes del quinto número de la mencionada revista. Así, pues, el franco orientamiento marxista-leninista del maestro significó que el movimiento estudiantil, el movimiento intelectual, el movimiento obrero y el movimiento campesino, fueran abandonando poco a poco el anarquismo, el anarcosindicalismo, el socialismo reformista, el oportunismo pequeño burgués. Pero, al diluir el socialismo marxista de Mariátegui en el nebuloso socialismo en general, los liquidadores escamotean la línea demarcatoria trazada por él mismo, es decir, suprimen la importancia histórica de la original integración del marxismo-leninismo con la práctica concreta de la revolución peruana y la trascendencia sin parangón que tuvo esta integración para los destinos del Socialismo Peruano.      

[6] García insinúa que en el Mariátegui de Nuestra Época se amalgaman el socialismo reformista y el socialismo marxista: «Mariátegui era ya marxista antes de ser marxista», dice en un desafortunado juego de palabras, como ha quedado demostrado en el libro La creación heroica de Mariátegui y el socialismo peruano… En este libro, por otro lado, hemos subrayado la verdad comprobada de que, si Ravines negaba el marxismo-leninismo de Mariátegui desde su posición dogmática, García lo niega desde su posición revisionista. Así, pues –y como hemos visto con anterioridad– García falsifica el proceso de la «orientación socialista» del maestro, pretendiendo de este modo, en el camino de sus objetivos liquidacionistas, amalgamar a socialistas marxistas y socialistas reformistas en un mismo partido.

[7] Lenin llamó la atención sobre el método de Kautsky para descalificar el concepto de dictadura del proletariado: «En una sola palabra de Marx se apoya ese punto de vista [el punto de vista de la dictadura del proletariado]…: así lo dice [Kautsky] textualmente en la pág. 20 [de su folleto La dictadura del proletariado]»; «… decir que es “una sola palabra” y hasta una “palabreja”, este famoso razonamiento de Marx, que resume toda su doctrina revolucionaria, es burlarse del marxismo, es renegar de él plenamente.» (Contra el revisionismo, recopilación, p. 393). Pues bien, a más de recurrir a este risible método kautskiano, cualquiera que sepa leer la letra chica puede constatar que García califica el marxismo-leninismo de «desperdicio», de «carroña» (ver su artículo «El pedestal de cristal», publicado en la red). Si con estos términos despreciativos reniega del marxismo-leninismo, nadie puede extrañarse de que se burle del marxismo-leninismo de Mariátegui hasta el punto de negar su realidad.   

[8] «El movimiento comunista», artículo publicado en la red.

[9] García esgrime esta declaración como «la orientación cardinal del socialismo peruano», en inocultable oposición al principio marxista de integrar la verdad universal del marxismo-leninismo con la práctica concreta de la revolución peruana. Esta sola posición da ya la medida de su oportunismo.

[10] Al proceder de esa forma y, al mismo tiempo, imputar a sus críticos de agraviar a Mariátegui, lo que hace García es desviar la atención de sus propios agravios y presentarse como el reivindicador del maestro. La mención de Ravines, cosa que hace en su artículo que comentamos aquí, le sirve apenas como barato recurso contra nosotros.

[11] No obstante sus limitaciones, una fabulosa mentira y la desviación ideológica de sus autores, los trabajos «Mariátegui, marxista-leninista, fundador del Partido Comunista Peruano» (1943) y «A propósito del artículo “El populismo en el Perú”, de V Miroshevski» (1946), de Jorge del Prado y Arroyo Posadas, respectivamente, bastaron en su momento para reafirmar el marxismo-leninismo de Mariátegui. Pero, egotista como es, García insinúa que el Socialismo Peruano (¡el Socialismo Peruano, ni más ni menos!) ha debido esperar ocho décadas para que él desagravie a Mariátegui; es decir, como un prestidigitador de circo provinciano, ¡pretende pasar sus agravios a Mariátegui como desagravios! ¿No es esto el colmo de la maniobra, del temperamento criollo, del desprecio por la inteligencia de los lectores?

 

 

¡Defender el Pensamiento de Mariátegui de toda  tergiversación y Desarrollarlo en Función de la Realidad Actual!                

       

La Lucha Interna del Partido Proletario 

(Primera Parte) 

E. I. 

ENTRE MAYO Y JUNIO del año próximo pasado, Miguel Aragón publicó en la red los siguientes artículos: «Mariátegui marxista convicto y confeso», «Sobre Mariátegui, marxista convicto y confeso» y «Algo más sobre Mariátegui marxista convicto y confeso».(1) 

Pues bien, en el último de dichos artículos, fechado el 7 de junio, repitiendo una frase de Gustavo Pérez, escribió:

… la feroz e implacable “lucha entre dos líneas”, que nos recuerdas en tu breve comentario, no forma parte de la rica tradición del movimiento socialista.

Y agregó:

Si revisamos los cuatro primeros tomos de las Obras Escogidas de Mao Zedong, libros que abarcan su producción durante tres décadas (las décadas de 1920, 1930 y 1940) hasta el triunfo de la revolución china en 1949, podremos observar que Mao Zedong nunca propuso ni utilizó ese equívoco estilo  de “lucha entre dos líneas”.(2) (Negritas en el original).

Estas afirmaciones exigen un análisis detallado y, para comenzar, es menester apuntar que, como es evidente, Aragón niega el concepto de lucha entre las dos líneas. 

También es necesario subrayar que la lucha entre las dos líneas no es un «estilo», como cree nuestro articulista, sino una realidad objetiva en el seno del partido proletario y, a un tiempo mismo, un método mediante el cual la línea marxista-leninista lucha contra alguna línea contraria. 

Asimismo, es preciso dejar sentado que no es cierto que Mao no utilizó el concepto de lucha entre las dos líneas. Nueve años después de haber sido elegido Secretario General del PCCh, analizando la historia de la lucha interna de este partido, el jefe de la revolución china escribió: 


En nuestro estudio de las dos líneas dentro del Partido, es completamente necesario mostrar la existencia y el papel nocivo de tales fracciones en nuestra historia. Pero sería incorrecto pensar que esas fracciones, con sus mismos programas políticos y formas de organización erróneos, continúan existiendo hoy, después de los cambios producidos por las numerosas luchas internas del Partido: la Reunión de Tsunyi, en enero de 1935; la VI Sesión Plenaria del Comité Central elegido en el VI Congreso Nacional, celebrada en 1938; la sesión ampliada del Buró Político, en septiembre de 1941; la campaña de rectificación en todo el Partido, en 1942, y el estudio de las luchas entre las dos líneas en la historia del Partido, iniciado en el invierno de 1943.(3) 

Por eso en el «Informe ante el Décimo Congreso del PCCh» (agosto de 1973), Zhou En-lai sostuvo: 


A lo largo de medio siglo nuestro Partido ha conocido diez importantes luchas entre las dos líneas.(4) 

Por eso también, en el «Informe sobre la revisión de los estatutos del partido», presentado ante el mismo Congreso, se señaló: 


Al librar una lucha, debemos estudiar la teoría del Presidente Mao con respecto a la lucha entre las dos líneas y aprender de su práctica.(5) 

¿Cuál es, pues, la teoría de Mao sobre la lucha entre las dos líneas? A mi modo de ver, esta teoría es la lucha en dos frentes.

 

Notas

[1] La repetición de la frase «Mariátegui marxista convicto y confeso» en los títulos de los tres artículos expresa la obsesión enfermiza de Aragón por negar lo innegable: la filiación marxista-leninista de Mariátegui, probada por el acuerdo del PSP de adoptar el marxismo-leninismo, acuerdo pisoteado por Ramón García con su kautskiano método estadístico («Este término sólo se encuentra dos veces en la obra de JCM»), y otra vez pisoteado por sus repetidores, entre ellos Aragón. En varios artículos he refutado el desaguisado liquidacionista, pero el lector puede ver especialmente la nota 66 del capítulo I, el capítulo II y la nota 14 del capítulo VI de mi libro El partido de masas y de ideas de José Carlos Mariátegui. Aquí es necesario señalar únicamente lo que sigue: si el motivo de la falsificación de la filiación marxista-leninista de Mariátegui es el hecho, conocido por todos, de que los liquidadores han abjurado del marxismo-leninismo, su objetivo es utilizar a Mariátegui como coartada a fin de hacer aceptable dicha abjuración.

[2] Al abjurar del marxismo-leninismo y adoptar un «marxismo» a secas, antileninista, los liquidadores reniegan también del pensamiento de Stalin y del pensamiento de Mao como partes integrantes de la verdad universal del proletariado. ¿A qué viene, pues, la apelación de Aragón a la obra de Mao a efecto de cuestionar el concepto de lucha entre las dos líneas? De hecho, con ello busca meter confusión en el seno del movimiento marxista. Por eso en su artículo escribió alegremente: «El llamado estilo de “lucha entre dos líneas” fue una desviación introducida… por el seudo maoísmo criollo» (negritas en el original). A propósito, agregaré algo especialmente expresivo: es sabido que, en su afán por descalificar el término revisionismo, García apeló a su ausencia en los primeros cuatro tomos de las Obras escogidas de Mao, y dejó fuera de toda mención el quinto. Pues bien, en su argumentación contra el concepto de lucha entre las dos líneas, Aragón ha procedido exactamente igual: solo ha mencionado los cuatro primeros aludidos tomos, cuando, como se puede comprender, hubiera tenido que referirse a todos los tomos de Mao. Este hecho, aparentemente irrelevante, da cuenta, sin embargo, del grado de servidumbre de Aragón con respecto a García, pues la artimaña de este personaje aparece replicada, como en un acto reflejo, en la conducta de nuestro articulista.

[3] Obras escogidas, t. III, ELE, Pekín, 1972, pp. 165-166; cursivas mías.

[4] Documentos del Décimo Congreso Nacional del Partido Comunista de China, ELE, Pekín, 1973, p. 16. Ahora que está demostrado que el concepto de lucha entre las dos líneas se encuentra en la literatura maoísta, ¿será capaz Aragón de asumirlo? Teniendo en cuenta que ha hecho suyos los adjetivos «feroz e implacable» para calificar dicho concepto, nuestro articulista se encuentra en un verdadero aprieto, pues de nada le serviría decir que él habló de «estilo» y no de concepto, por la sencilla razón de que en ninguna parte hizo el distingo y, esto demuestra que de hecho se refirió al concepto de lucha entre las dos líneas. Si de estilo se trata, éste se limita a la manera con que las personas aplican el mencionado concepto, y nada más. Así, pues, ¿reconocerá su error nuestro articulista? ¿Hará a un lado su método sofístico, su culto a los libros? O, en su defecto, ¿dirá que Mao era «feroz e implacable»? ¿Que era equívoco? Veremos, veremos. Por lo demás, no hay que olvidar que las obras de Mao publicadas son escogidas y no completas, por lo que es razonable suponer que, durante el aludido estudio iniciado por el PCCh en 1943, el jefe de la revolución china se extendiera sobre la cuestión de la lucha entre las dos líneas.

[5] Ob. cit., p. 52.




Nota:

 

El presente artículo es un capítulo del libro inédito Contra el liquidacionismo. Llevar Hasta el Fin la Reconstitución del Partido de Mariátegui.

 

Comité de Redacción.

 

¡Defender el Pensamiento de Mariátegui de toda Tergiversación y Desarrollarlo en Función de la Realidad Actual!


Nuevas Falacias de Miguel Aragón y Algo Más que Eso 

(Extracto) 

E. I. 

MÁS ADELANTE, nuestro falsario repite seguidistamente a Ramón García anotando que, en los primeros cuatro tomos de sus Obras Escogidas, Mao no “utilizó la categoría teórica “revisionismo”(2) para luchar contra las tendencias discrepantes que existían en el desarrollo de la revolución en China.”(3) 

Como se puede ver, la afirmación tiene un alcance mucho mayor que el de la calumnia que acabamos de desenmascarar, pues quiere decir que la urticaria que les produce a los liquidadores el término revisionismo, oculta una cuestión de fondo: la negación de la existencia del revisionismo. 

Pero veamos cómo se presenta la cuestión. 

El hecho de que en los primeros cuatro tomos de las Obras Escogidas de Mao no aparezca el término revisionismo, no demuestra que el gran dirigente no tuviera en cuenta el concepto que el mismo encierra, sino únicamente que las diversas desviaciones del marxismo que surgieron en China en el período comprendido entre marzo de 1926 y setiembre de 1949 (fechas del primer y último escritos comprendidos en los aludidos tomos), fueron calificadas por su especificidad y no por su contenido fundamental. 

Así, por ejemplo, la desviación representada por Chen Duziu durante la primera guerra civil revolucionaria, fue definida como “oportunismo de derecha”, pues, entre otras cosas, negaba la hegemonía del proletariado. Por lo tanto, fue capitulacionismo con respecto a la burguesía. Pues bien, por cuanto, como señaló Lenin, la teoría de la lucha de clases constituye la base de la doctrina de Marx, entonces cualquier marxista puede darse cuenta de que el aludido capitulacionismo fue revisionismo. 

Por lo expuesto, en los mencionados tomos no se encuentra el término revisionismo, pero se encuentra el concepto: el capitulacionismo de derecha de Chen Duziu fue revisionismo. Mao mismo señaló posteriormente que el oportunismo de derecha es, precisamente, revisionismo. 

También en Rusia diversas desviaciones del marxismo fueron calificadas por su especificidad: economismo, menchevismo, liquidacionismo, etcétera. Pero el economismo negaba la lucha política del proletariado, se prosternaba ante la espontaneidad del movimiento obrero y negaba el papel del partido proletario; el menchevismo, para decirlo en una palabra, adaptó la lucha de clases del proletariado al liberalismo; y el liquidacionismo negó el carácter clandestino del partido, intentando convertirlo en una “asociación informe en el marco de la legalidad”; así, pues, todas estas desviaciones fueron formas específicas de revisionismo. 

Cuando en los prolegómenos de la primera guerra mundial y en el curso de la misma surgió el socialchovinismo, lo que ocurrió no fue otra cosa que la aparición de otra forma específica de revisionismo. El liquidacionismo de derecha del grupo de Ramón García es, asimismo, una forma específica de revisionismo. 

Lenin esclareció la relación entre la característica específica de una desviación y su contenido fundamental: 


El carácter inevitable del revisionismo está condicionado por sus raíces de clase en la sociedad actual. El revisionismo es un fenómeno internacional. Para ningún socialista un poco enterado y reflexivo puede existir ni la más pequeña duda de que la relación entre los ortodoxos y los bernsteinianos en Alemania, entre los guesdistas y los jauresistas (ahora, en particular, los broussistas) en Francia, entre la Federación Socialdemócrata y el Partido Laborista Independiente en Inglaterra, entre De Brouckère y Vandervelde en Bélgica, los integralistas y los reformistas en Italia, los bolcheviques y los mencheviques en Rusia, es en todas partes, sustancialmente, una y la misma, pese a la gigantesca diversidad de las condiciones nacionales y de los factores históricos en la situación actual de todos estos países. La “división” en el seno del socialismo internacional contemporáneo se desarrolla ya, ahora, en los diversos países del mundo, esencialmente, en una misma línea, lo cual muestra el formidable paso adelante que se ha dado en comparación con lo que ocurría hace 30 ó 40 años, cuando en los diversos países luchaban tendencias heterogéneas dentro del socialismo internacional único. (Contra el revisionismo, recopilación, Editorial Progreso, Moscú, s/f, pp. 118-119). 

Y precisó: 


… el “economismo”, de los años 1895-1902, el “menchevismo” de 1903-1908 y el liquidacionismo de 1908-1914 no son otra cosa que la forma o variedad rusa del oportunismo y del revisionismo. (Ob. cit., p. 186). 

Así, pues, también el oportunismo de Den Duzio no fue más que una forma o variante china del revisionismo, y como ella hubo otras en la patria de Mao. 

Por eso, puede decirse que, al calificar una desviación por su característica específica, Mao sabía perfectamente cuál era su contenido fundamental. Y hay que agregar que Mao fue, sin vuelta de hoja, un luchador anti-revisionista de primera línea. 

Profundizando a García, Aragón agrega: 


De manera similar, revisar con mayor atención todavía, cuantas veces José Carlos Mariátegui utilizó y escribió esa expresión “revisionismo” en las 230 páginas del libro Peruanicemos al Perú, en las 352 páginas del libro 7 Ensayos de interpretación de la realidad peruana, y en las 285 páginas del libro Ideología y Política. 

Es notorio –y hay que subrayarlo especialmente– que Aragón se haya cuidado de mencionar el libro Defensa del marxismo, lo cual, sin duda alguna, revela una actitud sesgada. Contra esta actitud, se levanta el hecho de que el citado libro es la expresión más alta de defensa del marxismo-leninismo en nuestro medio y, al mismo tiempo, la expresión más sólida de lucha contra el revisionismo. Con dicho texto Mariátegui sentó las bases de la construcción ideológica del PSP, y, de esta forma, demostró su condición de consecuente luchador anti-revisionista. 

Hay que subrayar también que, en Ideología y política, libro que sí menciona Aragón, Mariátegui escribió: 


Falcón olvida que el Estado demo-liberal es el órgano de la clase capitalista. Su revisionismo lo mueve a prescindir de la existencia o la realidad de las clases y más aún de su conflicto. (p. 230). 

En los primeros cuatro tomos de las Obras de Mao no se encuentra, pues, la palabra revisionismo, pero, como se ha podido ver, sí el concepto. Y clamar por la palabra como lo hacen García, Aragón y otros liquidadores, no es más que una expresión del más chato culto a los libros, y, por lo tanto, una muestra de que el autor del sensacional descubrimiento no es capaz de calar en el fondo de la cuestión (y sus seguidores tampoco).

 

Notas

[2] ¿Y qué categoría no es teórica, señor Aragón? Ciertamente nuestro liquidador escribe los mayores disparates con la mayor de las solemnidades.

[3] Obsérvese el eufemismo encubridor de Aragón: “tendencias discrepantes”, en lugar de tendencias oportunistas.

08.09.2015.


CREACIÓN HEROICA