Cambios y Grietas en la Economía Mundial y la Rivalidad Entre las
Grandes Potencias.
Lo Que Está Pasando y Qué Consecuencias Podría Traer*
(Tercera Parte)
Raymond
Lotta
La Unión Europea
Como Potencial Rival al Dominio de Estados Unidos
SE ESTÁN OPERANDO GRANDES CAMBIOS
EN LA configuración de poder económico entre las grandes potencias. Se pueden
detectar nuevas grietas en la economía mundial. El imperialismo estadounidense
aún es la potencia económica y militar principal en la economía mundial, pero
su posición se está erosionando, y están surgiendo potenciales rivales.
La ampliación y
la consolidación de la Unión Europea es un rasgo que está definiendo este
paisaje económico cambiante, siendo al ascenso de China quizá el más dinámico
de los grandes movimientos tectónicos que se están dando en la economía mundial
(ver la Parte 2 de esta serie).
La Unión
Europea (UE) es un bloque económico altamente desarrollado de países
capitalistas e imperialistas en el continente europeo. En los últimos 15 años, la
UE ha alcanzado niveles más altos de integración financiera y económica y
fortalecido su posición internacional. Está creciendo el importante papel del
euro, la moneda de 15 integrantes de la UE, en las finanzas y comercio del
mundo. La UE ha estado imponiéndose con más energía en el mundo y
aumentando su capacidad militar.
La naturaleza y
las posibles implicaciones de la expansión y el fortalecimiento de la UE
relativa a la rivalidad entre las grandes potencias es el tema de la Parte 3 de
esta serie.
I. El Fin de la
Guerra Fría y la Ampliación de la UE
La UE ha trabajado en sociedad y
alianza con el imperialismo estadounidense en asuntos militares y en foros
internacionales como la Organización Mundial de Comercio. Europa occidental
recibe enormes entradas de capital estadounidense, y Estados Unidos recibe
enormes entradas de capital de Europa occidental. A su vez, la UE representa un
desafío competitivo creciente y grande al imperialismo estadounidense dentro del
actual marco mundial dominado por el mismo imperialismo estadounidense.
La
interpenetración de factores económicos y no económicos afectará la manera en
que se desarrolla el desafío de la UE:
- La
evolución de la OTAN, la alianza militar encabezada por Estados Unidos en
que importantes países de la UE participan.
- El
elemento dinámico de las relaciones de la UE con Rusia y China, dos
potencias en ascenso en la economía mundial las que se están convirtiendo
en socios comerciales aún más importantes de la UE.
- Las
guerras por imperio en el Medio Oriente y Afganistán, en que el
imperialismo oesteeuropeo está fuertemente metido con Estados Unidos, y
cuyos desenlaces están lejos de decididos.
- El choque
global entre un anticuado imperialismo que domina y explota al mundo y un
anticuado fundamentalismo islámico el que ha crecido en respuesta a los
embates del imperialismo pero que no presenta ninguna solución liberadora
ni real al imperialismo. En Europa, el reaccionario fundamentalismo
islámico está cobrando peso e influencia en algunos sectores de los inmigrantes1 .
- Los
efectos de las luchas sociales en Europa hoy y en el mundo, y el potencial
de que surja lucha revolucionaria y afecte la situación en los países de
la UE y en el mundo en conjunto.
Antecedentes:
La Unión Europea
La Unión Europea no es un estado
único, pero tampoco es una coalición amorfa o informal de potencias. Es una
unión única de estados imperialistas en Europa occidental que ha gestionado las
estructuras legislativas, administrativas y políticas como para regular su
funcionamiento como bloque. Su núcleo dirigente consta de las grandes potencias
imperialistas oesteeuropeas: Alemania, Francia y el Reino Unido. Alemania y
Francia son los impulsores político-económicos principales del bloque.
En 1991, la UE
contaba con 12 estados integrantes. Pero el colapso de la Unión Soviética
imperialista y su bloque en 1989-91 ocasionó nuevas posibilidades para el
imperialismo oesteeuropeo. Alemania Occidental, entonces ya la principal
potencia económica del continente europeo, absorbió a Alemania Oriental. La UE
se orientó hacia el este e incorporó a países como Polonia y Hungría, y países
de la región báltica.
Así fue la
dialéctica de los años 1990: el imperialismo estadounidense metió a la mayoría
de los países esteeuropeos del antiguo bloque soviético en la alianza
encabezada por sus fuerzas armadas, la OTAN; los imperialistas
oesteeuropeos metieron a la mayoría de estos países en económica de la UE.
La UE aún consta
de economías específicas con estructuras de clases específicas y clases
dominantes capitalistas o imperialistas específicas. Pero se ha vuelto un
bloque más cohesionado y poderoso. Ha creado diversos organismos para coordinar
políticas y ejercer poderes entre los países que conforman el bloque. Desde
1995, creció de 15 a 27 integrantes; ha surgido como un mercado que rivaliza en
tamaño con el de Estados Unidos; y ha desarrollado una moneda que tiene el
potencial de desafiar al dólar estadounidense en el mundo.
En cuanto a
tamaño, los estados oesteeuropeos individuales no pueden competir en el frente
económico con el imperialismo estadounidense. Pero como una entidad altamente
integrada única, la UE puede competir a nivel global. En resumen, con la expansión
y la consolidación de la UE, Estados Unidos hoy está ante un centro industrial,
financiero y político formidable y grande2 .
En el frente
cultural, la UE se presenta como un capitalismo cosmopolita, civilizado e
ilustrado. Esto es parte de su arsenal ideológico en sus esfuerzos de
fortalecer su posición político-económica en el mundo.
Mientras tanto,
la UE aprieta los controles sobre los inmigrantes, torea con el imperialismo
estadounidense por ventaja económica en América Latina, utiliza sus conexiones
coloniales históricas y forja nuevas relaciones de dependencia neocolonial, al
servicio de sus necesidades internacionales; por ejemplo, inversiones y
operaciones militares en África para amarrar fuentes de energéticos y materias
primas. La UE también ha formado parte de la subcontratación de tortura de
parte del imperialismo estadounidense y su “guerra contra el terror”. Los
integrantes de la UE han albergado cárceles secretas de la CIA3 .
II. La UE
Fortalece su Mano Competitiva
La UE ha tomado medidas para
ampliar y unificar más un mercado común y, en esta conexión, para elevar la
rentabilidad y para aumentar la competitividad del capital basado en la UE en
el marco de la economía imperialista mundial.
A. Agenda de
competitividad y “fuerza de trabajo flexible”
Esto ha encerrado una ola de
reformas “neoliberales”. El neoliberalismo se refiere a las medidas y programas
que abren más las economías nacionales a flujos más libres del capital,
privatizan las industrias paraestatales, desregulan los mercados de trabajo y
eliminan las restricciones sobre las condiciones de explotación y contratación
de la fuerza de trabajo asalariada, y que recortan las prestaciones sociales,
etc. Este proceso ha estado en marcha en Estados Unidos desde los años 80.
En el tercer
mundo, los organismos financieros internacionales dominados por Estados Unidos,
como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, supervisaron la
reestructuración neoliberal brutal y polifacética de economías. Este proceso
abrió cancha para la mayor penetración del capital imperialista, p.e., de
Europa occidental. Además, socavó la agricultura local en grandes regiones del
tercer mundo y aceleró un proceso sin precedente de urbanización caótica y
masiva4 .
El capital
oesteeuropeo ha estado aplicando su propia agenda de reforma neoliberal desde
los años 90: más flexibilidad en contrataciones y despidos, mayor utilización
de trabajadores eventuales y recortes salariales.
En Francia,
están en marcha planes para ampliar la semana laboral legal a más de 35 horas.
En Alemania, para aumentar la productividad de los trabajadores, se han
recortado varias formas de “coparticipación” de los sindicatos en las fábricas.
Alemania es el exportador líder del mundo. Se ha mantenido esta posición en
parte tomando medidas para disminuir los costos de la mano de obra, y los
salarios reales han estado cayendo por siete años consecutivos (1998-2006)5 . En Francia, se ha recortado el apoyo oficial a la
educación y a programas de colocación en empleos, y tales medidas han sido un
importante blanco de protestas. Se han recortado las prestaciones de bienestar
social, como pensiones para los jubilados, en una buena parte de Europa.
La agenda
competitiva de la UE ha abarcado fusiones de grandes empresas en empresas más
grandes, como en la industria de acero, el apoyo a sectores industriales
estratégicos y la promoción de empresas líder. Por ejemplo, la UE creó EADS, la
empresa aeroespacial a nivel de Europa, que fabrica el Airbus y compite en todo
el mundo con Boeing.
Esta agenda de
“competitividad” también ha abarcado medidas para restringir la libertad de
movimiento del capital estadounidense en el mercado más abierto e integrado de
Europa. Por ejemplo, la Cía. Microsoft ha sido acusada de prácticas
monopólicas. El capital europeo ha procurado coartar al capital estadounidense
en el mundo. Esta agenda ha tenido formas complejas y a veces disfrazadas,
tales como los pleitos entre Estados Unidos y la UE sobre normas ambientales o
controles sobre la importación de productos agrícolas modificados con
bioingeniería.
B. El papel
especial de Europa oriental
La integración de los países
esteeuropeos a la UE ha sido una fuente de ventaja competitiva del capital oesteeuropeo
en el mercado mundial. Unas clases capitalistas plenamente desarrolladas
gobiernan las economías esteeuropeas, y algunas de estas clases invierten
capital en el tercer mundo. Pero están en una relación subordinada a las clases
dominantes más grandes y más poderosas de la UE. El capital extranjero, sobre
todo el oesteeuropeo, domina a los sectores estratégicos de estas economías,
como el transporte, las finanzas y las telecomunicaciones. Los bajos costos de
la mano de obra con los altos niveles de capacitación que quedan de los años
bajo los soviéticos representan un importante imán para inversiones.
La UE ha
reestructurado e integrado las economías esteeuropeas en cadenas de producción
globales y a nivel regional. Los trabajadores esteeuropeos tienen peores
condiciones laborales y escalas salariales menores, junto con programas
sociales menos generosos, que en la población de muchos países de Europa
occidental. En Eslovaquia, el salario de la industria automotriz es un octavo
de aquel de Alemania, y pronto se espera que la productividad de esta industria
(encabezada por Volkswagen y Peugot) sea la más alta del mundo6 . Así, la absorción de Europa oriental por la UE ha
aumentado la competitividad y rentabilidad del bloque.
La UE —muy en
particular el imperialismo alemán que está muy interesado en Europa oriental y
los Balcanes— ha hecho fuertes inversiones en la reconstrucción del transporte,
energía y otra infraestructura de Europa oriental. Este proceso ha sido costoso
y ha tenido un papel importante en la disminución de los índices de crecimiento
de Alemania. Pero esta actualización infraestructural también es una parte
importante de un fortalecimiento largoplacista de un mercado continental más
integrado y competitivo en que Alemania es el ancla económica de un bloque más
cohesionado de la UE.
En términos
estratégicos, Europa oriental también tiene importancia para las ambiciones
geopolíticas de la UE. En términos geográficos, está más cerca a Rusia, que
surte una buena parte de los energéticos los energéticos que necesita Europa
occidental, y por eso Europa oriental es una especie de amortiguador. Además,
la penetración económica oesteeuropea representa cierto contrapeso al dominio
militar estadounidense en Europa oriental7 .
C. La fuerza de
trabajo inmigrante en la “Fortaleza Europa”
En las economías más abiertas que
necesitan mano de obra tanto altamente calificada como de menores
calificaciones y una fuerza de trabajo más “flexible” (con cambios de empleo
entre trabajos y sectores de la economía y menos seguridad laboral), la fuerza
de trabajo de los inmigrantes tiene un papel particular en los mercados
laborales reestructurados.
Se calcula que
de 5 a 6.5 millones de trabajadores indocumentados viven y trabajan hoy en
Europa. Representan una “fuerza de trabajo trasnacional ilegalizada”, en los
sectores agrícola, de construcción, servicios domésticos y de otra índole.
Según un reciente estudio de tres académicos progresistas, algunos de estos
sectores “probablemente se vendrían abajo si no tuvieran acceso a la mano de
obra inmigrante no regulada de bajo costo”8 . A menudo, estos trabajadores indocumentados no pueden
conseguir el salario mínimo ni trabajar bajo contrato.
Hoy, las
autoridades amenazan con obligar a los inmigrantes a llevar tarjetas de identificación
especiales y con establecer bancos de datos con información biométrica. Francia
aplicará pruebas del ADN a los nuevos inmigrantes que entran a su territorio.
En muchos casos, la histeria xenofóbica contra los inmigrantes en el ambiente
después del 11-S tiene formas antiárabes y anteislámicas. Es también parte del
discurso oficial; Nicolás Sarkozy, presidente de Francia, ganó las elecciones
en parte con una plataforma de aplicar “medidas duras” contra los inmigrantes
después de las rebeliones de los jóvenes inmigrantes contra la brutalidad
policial y discriminación social en 20059 .
Los gobiernos
de la UE están orgullosos de las nuevas medidas para fortificar las fronteras
contra los inmigrantes “ilegales”. ¿Los resultados? Las autoridades españolas
informan que en 2006, seis mil personas murieron ahogadas en el Atlántico en la
travesía a las Islas Canarias (parte de España) desde África occidental, donde
las flotas comerciales europeas han sobreexplotado los bancos de pescado y
destruido la vida de los pescadores africanos. En 2006, cientos de inmigrantes
más murieron asfixiados en contenedores de carga, camiones y barcos de carga.
III. Las
Ambiciones Geopolíticas de la UE
La UE ha estado expandiéndose, y
tiene una compulsión de aumentar su influencia internacional y su
competitividad, para poder prosperar como potencia geoeconómica en la economía
mundial en la cual todavía domina el imperialismo estadounidense y han surgido
nuevos competidores y rivales en el sistema mundial. También es posible que
este marco económico mundial dominado por Estados Unidos pueda padecer
sacudidas importantes. Éstas, en combinación con otros factores (p.e., reveses
militares), pueden generar nuevas oportunidades para que las potencias en
ascenso como China y la UE salten a posiciones de mucho más fuerza.
En el frente
geopolítico, la UE está teniendo un papel internacional más agresivo. Ha estado
impulsando charlas en el Medio Oriente. Supervisó las elecciones en el Congo en
2006. Asumió el mandato de la ONU en la ocupación de los Balcanes occidentales.
El grueso de la
capacidad militar estratégica global de la UE está en la OTAN. Pero uno de los
efectos inesperados del colapso de la Unión Soviética es que “el triunfo del
Occidente” dio origen a una Europa occidental con menos dependencia militar del
imperialismo estadounidense, pues ya no había un bloque soviético poderoso y
militarizado en la frontera con Europa occidental en el contexto del mayor
conflicto entre los bloques encabezados por Estados Unidos y la Unión
Soviética. Dominique Moisi, una académica geopolítica y asesora en política de
Francia, dio esta descripción: “A la configuración de la guerra fría de un
Occidente y dos Europas” la está reemplazando “una Europa y dos Occidentes”10 .
La UE ha
establecido o expandido varias “fuerzas de intervención” multinacionales; una
meta de referencia es tener 60 mil soldados a la espera para misiones en el
exterior de hasta un año de duración. La UE ha estado expandiendo su industria
militar, invirtiendo en el caza de combate Eurofighter y aviones de largo
alcance. Ha desarrollado un sistema de navegación satelital europeo (Galileo).
Éstas son iniciativas conjuntas a nivel de Europa. La UE también ha estado
tratando de desarrollar una estructura de mando general.
Nada de eso
puede igualar, ni siquiera se aproxima a igualar, al peso militar del
imperialismo estadounidense hoy. Pero la proyección más enérgica de la UE está
dándose al tiempo que Estados Unidos está reduciendo sus fuerzas en Europa,
mientras que se están desenvolviendo los planes más ambiciosos de la UE en
despliegues militares, sobre todo de parte de Alemania. Además, la UE tiene
“los haberes industriales” para sustentar una rápida militarización.
Pero hay otro
elemento: Rusia. La UE tendría un poder geopolítico notablemente mayor en una
alianza con Rusia, con su aún formidable poderío militar. Ésta es una especie
de baza, pero muy real, sobre todo en vista de la mayor dependencia de Europa
occidental de las fuentes de energéticos de Rusia.
Rusia ya surte
más de un cuarto del gas natural que consume Europa occidental, y va en aumento
esta proporción. De otro lado, Rusia tiene una fuerte dependencia del mercado
europeo: de la UE, Rusia recibe el 75% de sus ingresos por concepto de
exportaciones11 . El capital alemán es la mayor fuente de crédito para
las gigantes petroleras y de gas rusas (y el ex canciller alemán, Gerhard
Schröder, ahora es presidente de la junta supervisora de una filial de la
gigante rusa de gas natural GAZPROM)12 . A su vez, para no tener que depender de Rusia, las
trasnacionales europeas han estado buscando una presencia independiente en Asia
central.
Se pregunta:
¿llevará la accidentada relación con Rusia en energéticos a un
reposicionamiento y colaboración más amplios de estas dos potencias en el
mundo?
La UE también
está sacando provecho de sus lazos históricos de dominación y explotación de
África a fin de obtener energéticos y reducir su dependencia de Rusia. Últimamente,
las trasnacionales europeas han representado el 60% de las nuevas inversiones
en las empresas petroleras y de gas de África occidental. Royal Dutch Shell es
el productor extranjero líder en Nigeria. Ha sido blanco de protestas y ataques
armados de la población en respuesta a sus actividades de perforación que traen
pocos beneficios para las comunidades vecinas pero sí una enorme destrucción
ambiental13 .
IV. El Euro y
el Dólar: Rivalidad en Medio del Tumulto Financiero
El euro ha estado jugando un papel
mayor como moneda mundial. La integración monetaria regional de la UE ha
generado una ventaja en escala y eficiencia para el capital europeo
globalizado. Después de su establecimiento en 1999-2000, el euro se ha vuelto
la moneda más grande y única que rivalice al dólar estadounidense como la divisa
mundial. La mayor importancia del euro se desprende del poder de la UE y de la
erosión de la posición financiera mundial de Estados Unidos. El dólar ha estado
bajo enormes presiones a la baja debido a los enormes déficits contraídos por
Estados Unidos y la reciente turbulencia financiera en Estados Unidos.
El potencial
impacto mundial del euro se sintetiza en la introducción a una compilación de
artículos sobre el euro hecha por analistas convencionales: “Como la divisa que
soporta el peso del declive del dólar estadounidense desde su sobrevaloración a
fines de los años 90, el valor y administración del euro es crucial para poder
ajustar los desequilibrios internacionales. Como competidor y colaborador de
largo plazo con el dólar, el euro da pie al potencial de un sistema monetario
internacional bipolar, que presenta retos y oportunidades sin precedentes para
aquellos que formulan la política económica”14 . El euro ya ha rebasado al dólar como moneda principal
del mundo en el mercado mundial de bonos.
Todo eso no
niega la posibilidad de que el dólar vuelva a surgir. Es importante tener en
mente que la fuerza del dólar y su papel como moneda de las reservas y
transacciones del mundo no es meramente una función del poder económico del
imperialismo estadounidense. La “confianza en el dólar” también tiene que ver
con el dominio militar global del imperialismo estadounidense, a los vínculos
militares y de seguridad entre los tenedores extranjeros de dólares y el
imperialismo estadounidense (tal como en el caso de un país como Arabia
Saudita) y a la estabilidad general del capitalismo estadounidense y sus
mercados financieros altamente desarrollados en relación a los peligros
políticos y económicos en otras partes.
De otra parte,
una tendencia más gradual de largo plazo hacia un “sistema monetario bipolar”
no niega el potencial de un masivo abandono del dólar y el súbito estallido de
caos financiero, quizá de una magnitud no vista desde los años 30. Una
combinación de sucesos económicos y cambios políticos podría provocar un ataque
de esta clase contra el dólar. Por ejemplo, China podría dejar de financiar la
deuda del Tesoro estadounidense al nivel que lo ha estado haciendo hasta ahora
y podría diversificar sus reservas de divisas con la correspondiente
disminución de sus reservas en dólares.
La crisis financiera
que estalló en Estados Unidos a inicios de 2008 ha golpeado a los organismos y
mercados financieros de Europa occidental. Pero he aquí un punto aparentemente
claro: el euro está cobrando terreno competitivo contra el dólar y con mayor
frecuencia se considera una moneda internacional de reservas y transacciones.
V. Conclusión:
¿Alianza Transatlántica en Transición?
Después de la II Guerra Mundial,
el imperialismo estadounidense modeló las estructuras estatales de Europa
y penetró profundamente las formaciones sociales en ese continente, p.e., en el
frente cultural. En la expansión después de la II Guerra Mundial, se
profundizaron los lazos de inversión y comercio entre Estados Unidos y Europa y
el mayor marco geopolítico dominado por Estados Unidos restringió los desafíos
estratégicos del imperialismo oesteeuropeo. Este proceso continuó después del
colapso de la Unión Soviética. Además, el Reino Unido, que es integrante de la
UE, tiene una “relación especial” con Estados Unidos, lo que afecta el maniobreo
entre la UE y Estados Unidos.
Pero los
actuales arreglos políticos y económicos del mundo no están grabados en piedra.
Pueden evolucionar en nuevas direcciones y cambiar radicalmente en relación a
importantes movimientos geoeconómicos y geopolíticos. De nuevo, el factor ruso
ocupa un lugar de peso. Puede que la UE se encuentre dividida entre los
sectores de sus clases dominantes imperialistas que piden una capacidad militar
europea más robusta y aquellos que aún quieren apoyarse en la alianza de la
OTAN. Un importante paso de China para conseguir más iniciativa en la economía
mundial y/o forjar una alianza más estrecha con Rusia afectaría profundamente
los caminos hacia un papel geopolítico mundial mayor o menor de la UE.
En junio de
2008, el gobierno francés anunció una reorientación de su política de seguridad
hacia relaciones más profundas con la OTAN. Pero nótese con detenimiento: esto
representó un acercamiento hacia la OTAN y la UE, junto
con el apuntalamiento de la capacidad de la UE de planear y conducir sus
propias operaciones militares.
Las
contradicciones entre Francia y Alemania, las fuerzas núcleo de la UE, y
Estados Unidos, en torno a la guerra de Irak han estado muy agudas. Ha habido
otras contradicciones; por ejemplo, en 2005 estalló una disputa cuando la UE
suspendió el embargo de armamento impuesto sobre China después del
levantamiento de estudiantes y obreros de 1989 en Tiananmen. Aunque haya más
unidad (en apariencia), como presionar a Irán, también es cierto que se están
dando las rivalidades al interior de la alianza de la OTAN.
La UE tiene
necesidad y libertad. Parece que su estrategia general es de “esperar el
momento propicio”: promover una mayor integración institucional en el bloque de
la UE, buscar amarrar alianzas más estrechas con otras grandes potencias y
sacar provecho de las dificultades y reveses del imperialismo estadounidense.
Pero las tendencias globales subyacentes y los acontecimientos imprevistos,
internos y externos, de este bloque afectarán el ritmo, dirección y papel más
enérgico de la UE.
Notas
1. Sobre el conflicto entre el
imperialismo occidental y el fundamentalismo islámico y cómo se oponen entre sí
mientras que se refuerzan mutuamente, ver Bob Avakian, Forjar otro
camino, www.revcom.us.
2. Para más detalles sobre el
desarollo y la naturaleza de la UE, ver Peter Dicken, Global Shift,
quinta edición (Nueva York: Guilford, 2007), capítulo 6; y Jozsef Borocz y
Mahua Sarkar, “What is the EU?,” International Sociology, junio de
2005, Vol. 20 (2), pp. 153-73.
3. Ver Dick Marty, Secret
Detentions and Illegal Transfers of Detainees Involving Council of Europe
States: 2nd Report (7 junio 2007), http://assembly.coe.int.
4. Un análisis marxista de los
orígenes y la lógica del neoliberalismo se halla en David Harvey, Neoliberalism (Londres:
Oxford: 2005).
5. Perry Anderson, “Depicting
Europe,” London Review of Books, 20 septiembre 2007, www.lrb.co.uk.
6. Anderson, “Depicting Europe.”
7. Sobre la UE y Europa oriental,
ver Dorothee Bohle, “The EU and Eastern Europe: Failing the Test as a Better
World Power,” Socialist Register 2005: The Empire Reloaded (Londres:
Merlin, 2004), pp. 300-12; Jozsef Borocz, “How Size Matters: The EU as a
Geopolitical Animal,” 2005, http://web.uvic.ca/europe.
8. Markus Euskirchen, Henrik Lebruhn
y Gene Ray, “The Changing European Border Regime,” Monthly Review,
noviembre de 2007, pp. 41-42
9. Sobre la biometría y el
“control de la inmigración”, ver “Special Report on Migration,” The
Economist, 5 enero 2008, pp. 8-10
10. Dominiqe Moisi, “Reinventing the
West,” Foreign Affairs, noviembre-diciembre de 2003, www.foreignaffairs.org. Sobre la mayor
rivalidad entre Estados Unidos y la UE desde la guerra de Kosovo de 1999, ver
Kees Van Der Pijl, Global Rivalries From the Cold War to Iraq (Londres:
Pluto, 2006), pp. 287-90.
11. Quentin Perret, “Wither Gazprom?
The EU and Russia’s Gas,” www.diploweb.com, 1 noviembre 2007.
12. John Vinocur, “For Schroder and
Putin, Linkup No Coincidence,” International Herald Tribune, 3
enero 2006.
13. Sobre las inversiones de la UE
en energéticos en África, ver Michael T. Klare, Rising Powers,
Shrinking Planet (Nueva York: Metropolitan Books, 2008), pp. 155-57.
14. Ver el resumen, Adam Posen,
comp., The Euro at Five: Ready for a Global Role? Informe
especial 18, Peter G. Peterson Institute for International Economics,
2005, www.iie.com.
Mutaciones del Capitalismo en
la Etapa Neoliberal (II)
Ascendentes, Intermedios y Periferia
(Cuarta Parte)
Rusia e India
LA RECUPERACIÓN DE RUSIA ES
MUY VISIBLE. La era Putin ha contrarrestado la desintegración social, el
derrumbe económico y la pérdida de posiciones internacionales que sucedieron a
la implosión de la URSS. Pero se suelen resaltar los contrastes entre ambos
períodos omitiendo las continuidades. El presidente ruso consolidó las nuevas
clases capitalistas, que la vieja burocracia forjó saqueando los bienes del
estado. Ese descarado vaciamiento desembocó durante el período de Yeltsin en la
bancarrota del rublo [15].
Putin limitó esos excesos restaurando el orden que se requiere para el
funcionamiento del capitalismo. Reconstruyó el poder del estado mediante un
régimen autoritario, asentado en la fatiga con la caótica situación precedente.
Introdujo reglas para la acumulación y consolidó la concentración del negocio
energético y financiero en manos de un reducido de acaudalados. También afianzó
cierto control estatal sobre los rentistas para recomponer el consumo y la
inversión. Esta acción incluyó la detención de varios millonarios.
El nuevo poder político vertical se basa en el fraude y la persecución de
opositores, pero logró varios triunfos electorales. Este caudal de votos es
utilizado para reforzar el sometimiento político de una clase obrera huérfana
de tradiciones y prácticas de auto-organización.
El legado de varias décadas de totalitarismo burocrático continúa
obstruyendo la conformación de sindicatos y agrupaciones de izquierda, a pesar
de la enorme desigualdad social y la creciente pérdida de ilusiones en el
capitalismo [16].
Sobre este trasfondo de pasividad y desmoralización popular, Putin recrea
una ideología nacionalista que enaltece los liderazgos providenciales y las
antiguas tradiciones de supremacía eslava. Intenta reconstruir el papel
sub-imperial de Rusia en el entorno geográfico del viejo zarismo.
Las masacres contra los chechenos fueron el punto de partida de esta
acción. Contaron con la implícita colaboración de Occidente, que perpetra crímenes
semejantes en la lucha contra “el enemigo terrorista”.
Pero esa complicidad no atenuó la creciente tensión de Rusia con el
imperialismo norteamericano, que intentó aprovechar el colapso de la URSS para
exterminar a su viejo rival. Estados Unidos rodeó el país con misiles de la
OTAN para forzar la liquidación del gran arsenal soviético.
Putin comprendió que ese
desarme imposibilitaría forjar un sistema capitalista medianamente sólido e
inició una reacción defensiva de reconstrucción del poder bélico. Intervino en
Georgia, desplegó efectivos en Asia Central, participa en las negociaciones de
Siria y anexó Crimea frente al golpe de Ucrania.
Con estas acciones consolida la autonomía estatal que los grandes
capitalistas necesitan para afianzar sus inversiones. Estos sectores dividen
sus simpatías entre Estados Unidos y Europa, mientras derrochan fortunas en
Berlín, Londres o Nueva York. Una fuerte tradición soviética de intervención en
los problemas globales es utilizada por la elite actual. Aprovechan la
diplomacia para apuntalar los negocios.
Rusia recupera espacio porque mantiene una enorme estructura bélica, que no
supervisa el imperialismo colectivo. Esta gravitación militar y no el
florecimiento económico explican su resurgimiento internacional. La crisis
global afectó al país más que a otros emergentes. No ha reconstruido la
estructura industrial del pasado y se afianza una enorme dependencia de las
exportaciones de gas y petróleo.
También India participa del ascenso de los emergentes por el lugar
geopolítico que ocupa en un convulsivo sub-continente asiático. Es la gran
potencia de una región conmocionada por diferendos fronterizos, demandas
separatistas y ambiciones localistas. La omnipresencia de su ejército
contrapesa la convulsión de Sri Lanka, las tensiones de Bangla Desh, los
conflictos con Nepal y la ola de terror talibán. Condiciona el irresuelto
status de Cachemira, al cabo de cuatro guerras con Pakistán y las disputas
fronterizas con China luego del choque militar de 1962. El status de Tíbet se
mantiene irresuelto.
Las clases dominantes gestionan un conglomerado de más de 1000 millones de
personas, en 28 estados, 7 territorios, 18 idiomas oficiales, varias religiones
y comunidades que cohabitan en una estructura de castas. Las estructuras
estatales formalmente seculares están corroídas por la multiplicidad de choques
sectarios y por sangrientas explosiones de nacionalismo. Este tembladeral queda
habitualmente encubierto por el discurso celebratorio que presenta a la India
como una democracia estable y multicultural [17].
Pero el gran cambio geopolítico ha sido el giro pro-norteamericano de
clases dirigentes que adoptaron el credo neoliberal. El desplome de la URSS y
la posterior complicidad del ejército pakistaní con los talibanes favorecieron
esa confluencia con Estados Unidos.
Las inversiones yanquis saltaron en menos de veinte años de 76 a 4000
millones de dólares. India ya formaba parte del selecto club atómico mundial,
pero ahora cuenta con un aval del Pentágono, que anteriormente estaba
focalizado en su rival pakistaní [18].
En la última década la economía india registró elevadas tasas de
crecimiento y alumbró varias multinacionales de peso global. También logró
cierta expansión en la informática, especialmente en los servicios de software.
Pero sus actividades de sub-contratación se mantienen muy distantes de los
epicentros de la revolución digital. Cualquier comparación de patentes o
niveles de rendimiento con Estados Unidos confirma esa brecha [19].
Al igual que China, el resurgimiento de India está acompañado de un
sentimiento de renacer milenario de civilizaciones, que ocupaban lugares
preponderantes hasta el siglo XVIII. Pero el crecimiento actual del país no es
comparable al desarrollo de su vecino. La industria continúa operando en
eslabones intermedios no integrados, con alta dependencia de insumos externos y
pagos de royalties. La productividad es baja y la infraestructura es muy
obsoleta.
Las diferencias con China son más categóricas en el plano social. El país cuenta
con el mayor número de multimillonarios recientes y una numerosa clase media.
Mantiene al 77 % de la población en estado de pobreza y el 40% de niños con
insuficiencia de peso. La lucha contra el hambre ha fracasado y 100.00
campesinos se suicidaron en 1996-2003 por angustias de subsistencia. La
histórica exclusión social persiste a una escala gigantesca. Cuatro de cada
diez persona no son saben leer, ni escribir y en el índice de desarrollo humano
el país está ubicado en el lugar 126 [20].
El proceso actual de acumulación enfrenta dos límites ausentes en las
centurias precedentes. India no puede descargar su población sobrante en
corrientes de emigración (como hizo Europa hacia América) y sufre un desempleo
agravado por la innovación tecnológica.
Estos obstáculos tienden a
acentuarse por la actual presión neoliberal para flexibilizar el mercado
laboral y privatizar empresas públicas. Pero esta agresión comienza a afrontar
una resistencia que puede modificar todos los datos del país.
Sudáfrica y Turquía
Sudáfrica es otro caso de
gravitación geopolítica creciente, luego de la heroica lucha popular que
permitió sepultar el sistema político racista. Pero esa gesta -simbolizada en
la figura de Mandela- dio lugar a una transición pactada que consolidó la
supremacía de las minorías enriquecidas.
La cooptación de una elite negra al poder aportó a las clases dominantes
una nueva proyección regional que facilitó cierto crecimiento económico. La
desaparición del aislado régimen del Apartheid permitió consolidar un área de
libre-comercio y afianzar una economía industrializada, que absorbe el 70% de
toda la electricidad del África Subsahariana.
Esta reubicación estratégica explica la incorporación de Sudáfrica al
núcleo de los BRICS. Rusia o India tienen un PBI cuatro veces superior y la
diferencia se extiende a 16 veces con China. En este terreno el país es incluso
superado por Corea, Turquía o Indonesia. Su extensión geográfica y población
son inferiores a Argentina o Irán y tiene competidores de peso como Nigeria
dentro del continente. Pero sólo el régimen post-Apartheid ofrece las
estructuras requeridas para un liderazgo regional.
Durante el siglo XX las empresas sudafricanas combinaron la expansión
regional con el belicismo y el racismo. Los colonos blancos convertidos en
clase dominante afrikaneer se asociaron con las empresas mineras para asumir
ese rol de gendarme. Utilizaron intensamente el poder militar gestado durante
la sustitución de importaciones [21].
Con el fin de esa dominación se extinguieron las ambiciones de expansión
externa, pero no la gravitación de la principal economía de la región. La nueva
elite negra promueve el capitalismo neoliberal bajo el emblema de un
“renacimiento africano”.
Un líder histórico de los trabajadores mineros (Cyril Ramaphosa) se ha
convertido en director de grandes empresas, en un país que ya no es repudiado
por sus vecinos. Sudáfrica es el niño mimado del FMI y del Banco Mundial. Sus
dirigentes despliegan retóricas progresistas en la ONU, mientras actúan como
socios confiables de Estados Unidos [22].
Pero este giro neoliberal ha
desgarrado a Sudáfrica. Desde 1996 la combinación de privatizaciones y apertura
comercial con la eliminación de las restricciones al desplazamiento de
personas, generó una caótica urbanización que ha ensanchado la polarización
social [23].
El desempleo se duplicó y afecta al 36% de la población. La desigualdad se
ubica al tope de los índices mundiales (Gini 0,73). Los desastres en la
provisión de agua, la precariedad de la vivienda y la degradación de la
educación son mayúsculos. El salario se ha estancado con la generalización de
agencias que intermedian en la contratación laboral . En el 87% de las tierras
que monopolizan los granjeros blancos subsisten formas encubiertas de servidumbre.
Las modalidades extremas del desarrollo desigual y combinado que generó el
Apartheid no han desaparecido. Ese sistema articulaba capitalismo y
pre-capitalismo, mediante una excepcional subsistencia de formas de coerción
extra-económica. El trabajo temporario y migrante que conectaba a los sectores
modernos y atrasados de la economía se ha remodelado y recrea las viejas
fracturas [24].
Sudáfrica también padece la erosión de su base energético-minera
tradicional. Ese complejo se ha internacionalizado manteniendo su primacía (23%
del PBI y 60% de las exportaciones). Pero el extractivismo está agotando los
recursos del subsuelo al cabo de varios intentos fallidos de diversificación.
Por estas razones la crisis global ha impactado más en Sudáfrica que en
otras economías equivalentes. Hay cierta fuga de capitales en un marco de
tensiones sociales y masacres mineras que recuerdan las terribles represiones
del pasado.
También el caso de Turquía ilustra como despunta una sub-potencia regional
por su gravitación geopolítico-militar. Las clases dominantes han desarrollado
en las últimas décadas una estrategia de expansión en el mundo árabe y el
mediterráneo.
Esta política se asienta en un despliegue militar que desborda las
fronteras (ocupación de Chipre) y se refuerza con la opresión interna de la
minoría kurda. Los derechos nacionales de este sector son rechazados a punta de
fusil, ignorando la opinión mayoritaria de la propia población turca. Al cabo
de treinta años de resistencia el gobierno debió aceptar el inicio de
negociaciones, ante el establecimiento de regiones autónomas kurdas en Irak y
Siria [25].
En Turquía la coerción interna y las ambiciones expansivas son políticas de
estado, actualmente retomadas por una administración islámica conservadora. Sus
dirigentes asumieron hace once años con promesas que no cumplieron de renovar
el nacionalismo autoritario del Kemalismo.
Recrean especialmente el proyecto sub-imperial de lograr la supremacía
regional frente a Irán, Egipto y Arabia Saudita. Por eso preservan la tradición
despótica de una gran burocracia sometida a la tutela militar. El fin de la
dictadura no erradicó los vestigios del totalitarismo y los poderes efectivos
del Parlamento son muy débiles [26].
El neo-otomanismo persiste como ideología histórica de sectores dominantes
que atravesaron por toda la variedad de estadios imperiales y semicoloniales.
Actualmente adaptan esa tradición a un proyecto de inserción en la
mundialización neoliberal, asentado la supremacía regional.
Con esa estrategia Turquía forma parte de la OTAN, tolera en su territorio
las actividades del Pentágono y participa en las incursiones de Afganistán,
Somalia e Irak. Pretende actuar como socio y no como un vasallo de Estados
Unidos. Con la misma intención brindó sostén a los islamistas que participaron
en la guerra de Siria.
La burguesía turca abraza el neoliberalismo con ese horizonte geopolítico.
Se ha beneficiado con un crecimiento del 8% anual del PBI que ubicó al país en
un status mediano, con varias corporaciones de peso. Pero los nubarrones que
actualmente afectan a todas las economías intermedias amenazan este ascenso.
Los nuevos sectores del islamismo librecambista han desplazado a las viejas
fracciones proteccionistas laicas, pero todos dejaron atrás la etapa
desarrollista para propiciar la apertura comercial. Buscan ingresar en la Unión
Europea con el activo apoyo de los medios de comunicación y la Bolsa.
Estados Unidos avala esta incorporación por las mismas razones que alentó
el ingreso de los países del Este europeo a esa comunidad. Pero resulta muy
difícil lograr un consenso dentro del Viejo Continente para incluir a una
potencia autónoma tan opresiva y poco secular [27].
El gobierno islámico esperaba usufructuar de las revueltas árabes para exportar
su modelo de conservadurismo neoliberal. Pero la conmoción que vive la zona
terminó contagiando al país y la Plaza Taksim de Estambul se convirtió en un
espejo de la Plaza Tahir de El Cairo. Una marea de manifestantes ocupó ese
lugar durante semanas para rechazar las restricciones religiosas y la
brutalidad policial [28].
Esta reacción puso de relieve el descontento con la cirugía neoliberal, que
existe en un país agobiado por las agresiones sociales y los retrocesos
democráticos. Este desafío erosionó la capacidad del gobierno para proyectar su
modelo de islamismo conservador y apuntalar la supremacía regional frente a los
rivales de Irán, Egipto y Arabia Saudita. Turquía quedó incorporada a las
revueltas que pretende desactivar.
La regresión de la periferia
La crisis global ha impactado
en la periferia clásica. Afecta duramente a las economías que exportan bienes
básicos, adquieren productos elaborados y sufren el saqueo de sus recursos
naturales.
Estos países no cuentan con los amortiguadores que utilizan las economías
intermedias para atemperar un contexto internacional desfavorable. Quedaron muy
golpeados por las condiciones políticas adversas que impuso el neoliberalismo,
al eliminar los contrapesos que limitaban la polarización mundial. El
desmoronamiento del bloque socialista y la pérdida de conquistas obreras en el
Primer Mundo facilitaron la ampliación de esa brecha.
La periferia está conformada por las economías que sufren un
empobrecimiento mayúsculo. En los polos extremos del ingreso persisten
diferencias abismales. El PBI per cápita de Congo (231 dólares) o Burundi (271
dólares) se ubica a años-luz de su equivalente en Mónaco (114.232 dólares) o
Estados Unidos (48.112 dólares). Estas fracturas se ampliaron
significativamente durante las últimas décadas, puesto que la brecha que separa
el ingreso per cápita de las regiones más ricas y más pobres aumentó entre 1973
y 1998 de 13.1 a 19,1. Existen numerosos cálculos de esta expansión geométrica
de la fractura de ingresos que separa a los primeros y últimos 40 países del
ranking global [29].
La acumulación del capital a escala global siempre se desenvolvió en una
división internacional del trabajo, que genera transferencias de recursos de la
periferia hacia el centro. En la etapa neoliberal esta dinámica polarizadora se
mantuvo modificando las localizaciones de este proceso. El despegue de ciertas
zonas se consumó en desmedro de otras, a través de intercambios desiguales y
procesos de recreación del subdesarrollo [30].
Esta polarización se verifica en forma dramática en el agravamiento del
hambre. Esta tragedia social se acentuó desde el 2003 por el ciclo ascendente
que registran los precios de los alimentos. Hasta el 2008 esa carestía se
concentraba en los cereales y ciertas oleaginosas, pero en la actualidad abarca
a todos los productos. En diciembre del 2010 el índice de precios de la FAO
superó su máximo histórico.
Las expectativas en un descenso de esas cotizaciones por la desaceleración
económica global no se han verificado. La cifra total de hambrientos ronda los
1200 millones de personas, pero la amenaza se extiende a 2.500 millones que
subsisten en condiciones de pobreza. Basta recordar como esa carestía influyó
en el debut de los levantamientos árabes (“una intifada del pan”), para notar
el impacto social del problema.
Existen tres explicaciones de la continuada inflación de los alimentos. La
primera atribuye el comportamiento alcista a la formación de burbujas, gestadas
con la especulación de los precios a futuro de los cereales. Esta operación ha
canalizado los excedentes de liquidez que genera la falta de oportunidades de
inversión en los países desarrollados.
Las obscenas apuestas con bienes primordiales para la vida humana es un
juego cotidiano en Estados Unidos. Antes del 2000 el mercado de futuro de estos
productos estaba regulado y se desenvolvía con estrictas exigencias de
información de las posiciones de los traders. Estas regulaciones fueron
abolidas y la actividad fue abierta al ingreso de los fondos que operan en el
corto plazo.
Las inversiones llegaron en masa y en el 2007 el monto de esas
transacciones promedió 9 billones de dólares. Los financistas perfeccionaron
posteriormente su acción y ya no suscriben contratos a futuro. Compran y venden
siguiendo el vaivén diario de las commoditties, sin comprometerse nunca
con la posesión física del producto. Simplemente manejan los contratos mediante
derivados financieros, que multiplicaron seis veces su presencia en el sector
entre el 2002 y el 2008 [31].
Los grandes bancos ( BNP Paribas, Deutsche Bank, JP Morgan, Morgan Stanley,
Goldman Sachs) se especializaron en esta actividad para recuperar beneficios
luego del crack del 2008 y estuvieron directamente involucrados en brusco
aumento del precio de los tres alimentos que cubren el 75% del consumo básico
mundial (maíz, arroz y trigo) [32].
Un segundo enfoque estima que la valorización de los alimentos es
consecuencia de las actividades que aprecian indirectamente los productos
básicos (como los biocombustibles). Estos desarrollos incrementan los costos de
los insumos y acentúan el agotamiento del suelo. Los precios de los alimentos
trepan, además, al compás del encarecimiento del petrolero, el transporte o la
irrigación. El mismo impacto genera la expansión de los supermercados que
inflan la demanda con nuevos hábitos de consumo.
Finalmente otra explicación estima que la apreciación de los alimentos es
un problema estructural, derivado de la demanda ejercida por los nuevos
compradores asiáticos. Aunque la oferta se ha expandido junto al incremento de
la productividad agrícola, consideran que la nueva dieta de millones de
consumidores impacta sobre los precios.
Es probable que estas tres visiones expliquen aspectos complementarios del
mismo fenómeno. En los próximos años quedará esclarecido cual ha sido el
principal determinante de la carestía alimenticia. Sean maniobras financieras,
actividades competitivas o brechas estructurales entre producción y consumo el
resultado es el mismo: agravamiento de la tragedia del hambre.
El trasfondo de este flagelo ha sido la mundialización neoliberal, que
impuso una reconversión agrícola tan favorable a la exportación como nociva
para los cultivos tradicionales. Esa transformación benefició al agro-bussines,
socavó la seguridad alimentaria, destruyó al campesinado y acentuó el éxodo
rural.
Las normas de libre-comercio que impuso la OMC forzaron la especialización
exportadora de muchas economías periféricas, que se convirtieron en compradoras
netas de productos básicos. Perdieron sus reservas nacionales de alimentos y
quedaron desguarnecidas frente al ciclo actual de encarecimiento. Esta
desprotección favoreció a varias economías desarrolladas que descargaron sus
excedentes sobre comunidades arruinadas por la destrucción del auto-consumo.
La desnutrición constituye la manifestación más aguda de la regresión
padecida por el Tercer Mundo. Estas economías soportan la depredación de los
recursos codiciados por las grandes empresas transnacionales. El petróleo, los
minerales, el agua y los bosques son blancos principales del atraco.
¿Despunta África?
África Sub-sahariana ha sido
el mayor escenario de tragedias sociales. Allí se localizaron los terribles
dramas de refugiados, m igraciones masivas y masacres étnicas.
El desangre generado por las guerras locales se cobró tres millones de
muertos. En los años 80 y 90 la región sufrió un declive de la esperanza de
vida (58 años en 1950 a 51 años en el 2000). Este cuadro dantesco fue
consecuencia de incontables disputas por la apropiación de los recursos
naturales.
Las batallas entre caciques para controlar los recursos exportables
provocaron el colapso total de varias sociedades (Ruanda, Somalia, Liberia,
Sierra Leona). Otras se desangraron por el coltán (Republica del Congo) o por la
apetencia de diamantes, cobre y petrolero (Costa de Marfil, Sudán y Angola). La
batalla por esos botines reavivó antiguas rivalidades étnicas, regionales y
confesionales, promovidas por elites que frustraron el proceso de
descolonización de los años 60-70 [33].
No es cierto que África sufrió estas desgracias por su “marginación del
mundo”. Es la región más integrada y subordinada a la división internacional
del trabajo. La tasa de comercio extra-regional en proporción al PBI (45,6%) es
muy elevada en comparación a Europa (13,8%) o Estados Unidos (13,2%). El
problema radica en la forma que históricamente adoptó esa integración.
Durante la esclavitud África sufrió una hecatombe demográfica que redujo
dramáticamente su población. En el periodo colonial (1880-1960) se generalizó
el pillaje y los pequeños campesinos fueron sometidos al cultivo de
exportaciones tropicales. La breve experiencia de descolonización nacionalista
(1960-75) quedó rápidamente sepultada por el neoliberalismo, que renovó el
ciclo de inserción primarizada. Pero la etapa actual incluye varias novedades.
En primer lugar se está consolidando la formación de un capitalismo negro,
integrado por socios locales de las empresas extranjeras que capturan una
porción del recurso depredado. En muchos países se han reformado los códigos de
minería y petróleo para acrecentar esa tajada, que nutre también un proceso de
acumulación primitiva. Por eso ha ganado importancia la participación de las
burguesías locales de ciertos países. Sudáfrica lidera este grupo, pero también
Nigeria amplia su gravitación.
En segundo lugar la llegada de China ha modificado los equilibrios de las
elites dominantes con Estados Unidos y las viejas potencias coloniales. Un
nuevo jugador ha ingresado en el continente para comprar enormes volúmenes de
materias primas y ofrecer créditos de infraestructura sin las condicionalidades
del Banco Mundial. La nueva burguesía africana más vinculada a Occidente
disputa con los partidarios de estrechar la asociación con un gigante asiático,
que no carga con la rémora de ex potencia colonial.
En tercer lugar se ha producido un significativo cambio en la coyuntura
económica de la última década. La tasa de crecimiento comenzó a repuntar y en
el 2000-09 alcanzó un promedio del 5,1% anual, que supera la media mundial (3%)
y se ubica muy lejos de la regresión de 1980-90. Este aumento acompaña el
fuerte incremento en las inversiones extractivas, que saltaron de 7 a 62
billones, en un marco de generalizada transformación agrícola. Las importaciones
aumentan 16% anual y los términos de intercambio mejoraron un 38% en
comparación al 2000-12 [34].
Estas modificaciones han alterado el clima ideológico de “afro-pesimismo”
que presentaba el desgarro del continente como un destino inexorable. Ahora prevalece
una variante opuesta de “afro-optimismo” que difunden las elites neoliberales,
para augurar un futuro venturoso. Si la primera teoría justificaba el saqueo
recurriendo a la auto-flagelación y las reflexiones cínicas, la segunda lo
aprueba como un precio de salida del subdesarrollo [35].
Esta última visión se difunde junto a todo tipo de fantasías sobre la
inminente masificación de las clases medias. Olvidan recordar los abismos
sociales vigentes en los países de mayor crecimiento. El 60 % de la población
es pobre en Angola o Nigeria. Este mismo porcentual de habitantes vive en
villas de emergencias en todo el continente, que en un 80% carecen de agua
potable. Además, el desempleo entre los jóvenes promedia el 60%.
En el campo la situación es más dramática por la gran presión demografía
sobre tierras cultivables, con reducidas reservas de agua renovables en un
marco de gran deforestación [36].
Desempleo árabe, explotación
en Oriente
Otro ejemplo de las
desventuras de la periferia se localiza en el mundo árabe. El incendio político
que conmocionó a esta región en los últimos tres años obedece a múltiples
causas. Pero varias décadas de neoliberalismo furioso han sido determinantes de
la pobreza, el estancamiento y la desigualdad que desencadenaron ese estallido.
La región ha padecido un
récord de desempleo, disimulado con el asistencialismo que distribuyen los
regímenes rentistas. Las privatizaciones y la flexibilidad laboral generaron
fracturas sociales mayúsculas [37].
Las presiones para reducir el gasto social y eliminar subsidios a los
alimentos empujaron en Medio Oriente a millones de jóvenes al desamparo. No
pueden subsistir en sus países y tienen vedada la emigración a Europa. Estos
desposeídos encendieron las revueltas, cuando un vendedor tunecino se inmoló
para protestar contra las prohibiciones a la venta callejera [38].
Al igual que África esa región tuvo un corto período de florecimiento
nacionalista en los años 60. Esa experiencia se agotó por la incapacidad que
demostraron esos procesos para erradicar la dominación parasitaria de los
grandes capitalistas. El neoliberalismo agravó posteriormente la explosiva
combinación de subdesarrollo y rentismo [39].
Un tercer caso de regresión periférica se sitúa en los países de Asia, que
no participan de la onda expansiva generada por China y las economías
intermedias. Esas zonas sufren los terribles índices de pobreza
multi-dimensional que mide el PNUD. El último reporte de ese organismo destaca
que el 51% de la población mundial afectada por la miseria extrema, se
encuentra en el Sur de Asia y el 15% en el Este de ese continente.
Pero semejante grado de pobreza se está convirtiendo en un imán para las
empresas transnacionales, que buscan nuevos proveedores de fuerza trabajo
barata. Un sector mano de obra intensiva como la industria textil es el gran
barómetro de esta tendencia [40].
La primera oleada de deslocalización en la fabricación de confecciones se
afincó en los años 70 en Corea, Taiwán, Singapur y Hong Kong. El segundo
movimiento se ubicó en los 80 en Indonesia, Siri Lanka, Filipinas, Bangladesh y
Tailandia. En las últimas décadas se verifica una tercera secuencia de
inversiones en Camboya, Laos, Birmania y Bangla Desh.
El nivel de superexplotación obrera que imponen las grandes marcas y sus
contratistas es aterrador. Una gran campaña de protesta bajo la sigla “Ropa
Limpia Internacional” denuncia las atrocidades que predominan en esos talleres.
Un ejemplo de este drama se vive en Bangladesh. El PBI creció
sostenidamente desde los años 90 hasta convertir al país en el tercer
exportador mundial de ropa. Ya hay 4000 fábricas que contratan a 3 millones de
obreros. Se trabaja entre 12 y 14 horas respirando polvo, en pequeñas
habitaciones, mal iluminadas y sin ventilación. Los empresarios locales operan
con márgenes estrechos y trasladan esa presión sobre los trabajadores, que
sufren la represión y el asesinato de sindicalistas.
Esta situación se transformó en noticia internacional cuando 250 personas
murieron por el derrumbe de una fábrica carente de protecciones laborales. Las
crónicas periodísticas trazaron numerosas analogías con las condiciones de
trabajo infrahumanas vigentes en Inglaterra, durante el debut de la revolución
industrial [41].
Con pobreza, desempleo, salarios ínfimos y superexplotación, la periferia
carga con las consecuencias más duras del período neoliberal. ¿Pero qué tipo
transformaciones predominaron en esta etapa? ¿Y cuáles son las interpretaciones
teóricas de esos cambios?
RESUMEN:
China asciende al status de
economía central. El salto histórico en su industrialización le otorgó un
impensable rol internacional en el rescate del sistema financiero. Pero no
logra concretar el giro hacia el consumo interno. La sustitución de las
reformas mercantiles por el capitalismo ha generado sobre-inversión,
especulación bancaria y polarización social.
La expansión económica global comienza a obstruir la estrategia geopolítica
defensiva de China, acentuando las disputas entre las elites de la Costa y del
Interior. La restauración capitalista está muy avanzada pero no ha concluido,
mientras persisten tendencias equivalentes a la asociación y al choque con
Estados Unidos.
Las economías intermedias que ascienden se ubican en un escalón inferior.
Varias sub-potencias regionales con ambiciones sub-imperiales recobran
incidencia sin forjar bloques comunes. Actúan dentro del orden neoliberal y es
erróneo caracterizarlas utilizando criterios financieros de corto plazo.
Rusia recompone el estado frente al despojo de los oligarcas para
estabilizar la acumulación, forjando un dique de contención a la OTAN. El
crecimiento de India no se aproxima al desarrollo chino en una zona desgarrada
y saturada de conflictos bélicos. En un marco de gran desempleo y desigualdad,
la cooptación de una elite negra al pos-Apartheid ha potenciado la proyección
de Sudáfrica. El expansionismo neo-otomano es el soporte del crecimiento
neoliberal de Turquía.
La brecha global de ingresos se ensancha empobreciendo a la periferia. La
desnutrición se acentúa por el encarecimiento de los alimentos que generó la
reconversión capitalista del agro.
Un capitalismo negro despunta en África luego de sangrientas guerras por el
botín de los recursos naturales. Arriban nuevas potencias y se enriquecen las
elites locales. El mundo árabe continúa sufriendo una gran expoliación que en
Asia es sinónimo de superexplotación.
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«Economía
y Filosofía en el Capital de Marx: La
Teoría Laboral del Valor»
II Parte:
Resumen de El Capital de Marx:
Los Tres Libros
(Novena Parte)
Diego Guerrero
IX. Tasa y masa de plusvalor. Este breve capítulo muestra las relaciones cuantitativas entre la tasa y
la masa de plusvalor y explica las posibles variaciones (aumento o disminución)
de las magnitudes en que se descompone la “masa del plusvalor” (P). Así:
donde p y v son el plusvalor y
el capital variable diarios; V, la
suma total de capital variable; t’ y t, el plustrabajo y el trabajo necesario
diarios; f el valor de una fuerza de
trabajo media; y n el número de
obreros utilizados. Marx enfatiza que no se puede suplir el crecimiento de n o V
mediante un aumento constante de p’ (= p/v), que presenta “límites
infranqueables”. Y también —algo en verdad importante— que “el trabajo que el
capital total de una sociedad pone en movimiento día por día, puede
considerarse como una jornada laboral única” de la sociedad. Asimismo, es
importante saber qué debemos entender por un capitalista (por oposición al
“pequeño patrón”, que es una figura “híbrida” entre capitalista y obrero): debe
tener un nivel de vida suficientemente superior a la de un obrero común y ser
capaz de reconvertir en capital una parte importante del plusvalor obtenido, y
todo ello “sin participar directamente en el proceso de producción”.
Como el capital tiene el “mando”
sobre el trabajo, al que impone una “relación coactiva”, se convierte en el
mejor “productor de laboriosidad ajena” y “succionador de plustrabajo”, lo cual
será aun más cierto cuando cambie el modo técnico
de producción, sustituyéndose la situación en la que el obrero es quien emplea
los medios de producción por su contraria, en la que “son los medios de
producción los que emplean al obrero”.
Sección Cuarta: La producción del plusvalor
relativo
Las secciones IV y V del libro I
tienen que ver con el plusvalor relativo, pero mientras la IV presenta este
plusvalor por oposición al plusvalor absoluto, la V los presenta conjuntamente.
La sección IV contiene cuatro capítulos, el primero dedicado al “Concepto del
plusvalor relativo” (cap. X), y los tres siguientes a los distintos
“procedimientos particulares” para su obtención: “Cooperación” (cap. XI),
“División del trabajo y manufactura” (Cap. XII), y “Maquinaria y gran industria”
(el larguísimo capítulo XIII).
El plusvalor relativo tiene que
ver con el hecho de que la fracción no pagada del trabajo puede aumentar
incluso si “la jornada laboral se mantiene constante”. Así, podemos representar
esquemáticamente esta posibilidad advirtiendo que, con una duración ac constante, el plusvalor aumenta
cuando baja el valor de la fuerza de trabajo (el trabajo necesario),
desplazando el segmento ab hacia la
izquierda (hasta ab’):
Esto no se consigue normalmente
reduciendo el salario por debajo del valor de la fuerza de trabajo —aunque
también puede ocurrir—, sino mediante un aumento de la “fuerza productiva”, o productividad, del trabajo; que a su vez
se consigue revolucionando el modo de
producción en cuanto tal (es decir, desde el punto de vista técnico, en cuanto proceso laboral).
Este aumento de la productividad debe darse en los sectores que producen los
elementos del capital variable (abaratamiento directo del consumo obrero) o del
constante (pues su abaratamiento redunda en medios de consumo más baratos),
pero no tiene este efecto cuando se trata de bienes que entran sólo en el
consumo de los capitalistas. Cuando se abarata un elemento del capital, su
valor “individual” —dicho entre comillas pues el auténtico valor es siempre un
valor “social”— baja en relación con su valor social (en el sentido de “medio”); y esta diferencia constituye
para el capitalista individual un “plusvalor extra”, que existirá incluso
cuando el precio de venta individual, aun estando por encima de ese valor
individual, se sitúa por debajo del valor y el precio social. Esto significa
que ese trabajo de fuerza productiva excepcional opera como “trabajo
potenciado”, que genera más valor por
unidad de tiempo que el trabajo social medio. Esto hace que, en un primer
momento, el capitalista que usa el nuevo método de producción reciba una
fracción mayor de la jornada del obrero como plusvalor. Pero al generalizarse
ese método —y la competencia se impondrá siempre a todos los productores del
sector como una necesidad o “ley coactiva”—, el plusvalor extra desaparecerá.
El valor de las mercancías, y por
tanto también el de la fuerza de trabajo, evolucionará en razón inversa al aumento de productividad,
mientras que el plusvalor relativo lo hará, por tanto, en razón directa. O sea: la tendencia intrínseca
del capital es al abaratamiento de la mercancía y, por su medio, al abaratamiento del obrero, pero y no debe
interpretarse que la “economización de trabajo” hecha posible por la creciente
productividad tiene por objeto la reducción de la jornada laboral. En el
capitalismo, su único objetivo es la disminución del tiempo necesario del obrero mismo; por eso, a
veces se alcanza este resultado sin la mediación del abaratamiento de la
mercancía.
XI. Cooperación. Para entender mejor la industria
capitalista moderna —que Marx llama “gran industria” y define simplemente
como “industria mecanizada” o “maquinizada”— hay que distinguirla adecuadamente
de sus dos precedentes históricos inmediatos: la industria “gremial” (el
“taller del maestro artesano”) y la “manufacturera”. Entre estas dos últimas no
sólo hay un cambio cuantitativo —que
lo hay, ya que la manufactura amplía el volumen y la escala de la producción,
poniendo así las bases para la producción capitalista que, desde el principio,
exige un número grande de obreros—, sino cualitativo.
Y ello por dos razones. En primer lugar porque, al aumentar el número de
trabajadores, facilita que la “magnitud media” que es el trabajo social se
obtenga como “promedio de muchas y diversas magnitudes individuales”, de forma
que ahora la “jornada laboral conjunta” dividida por el número de obreros es
“en sí y para sí una jornada de trabajo social medio”, y las divergencias
individuales se reducen a simples “errores” estadísticos. La jornada individual
es ahora realmente una parte alícuota
(por ejemplo, un doceavo) de la jornada conjunta. Y para el productor
individual la “ley de la valorización” sólo existe realmente cuando pone en
movimiento desde el principio este trabajo
social medio. En segundo lugar, los medios de producción se consumen ahora
colectivamente —es decir, se convierten en condiciones de trabajo “social”, o
condiciones “sociales” de trabajo—, de forma que estas economías de escala
permiten rebajar el consumo de capital constante por unidad de producto y, por tanto, el valor unitario de las
mercancías.
Marx lo define así: “la forma del
trabajo de muchos que, en el mismo lugar y en equipo, trabajan planificadamente
en el mismo proceso de producción o en procesos de producción conexos, se
denomina cooperación”. Este conjunto,
que coopera en una “operación indivisa”, “crea” en realidad una nueva fuerza
productiva: la “fuerza de masas”, que surge de la “fusión” de fuerzas y la
emulación características del hombre como animal “social”. Por otra parte, el
capital paga las fuerzas de trabajo individuales que componen el “obrero
social”, pero no la fuerza “social” del “organismo laborante” combinado, de la
que se apropia gratuitamente. Este “obrero colectivo”, o “combinado”, o
“cooperativo”, logra acortar las fases del proceso de producción —eliminando
interrupciones, simultaneando varias en el tiempo— y, con ello, permite que
cada obrero se despoje de sus “trabas individuales” y desarrolle su capacidad
laboral “en cuanto parte de un género”. Por supuesto, ello exige que aumente la
magnitud del capital que contrata a esos obreros, de forma que la
“concentración de masas mayores de medios de producción en manos de los
capitalistas individuales” se convierte en condición “material” (no sólo “formal”)
para la cooperación de los asalariados.
La cooperación de muchos exige
ahora una “dirección”, un “mando” —como en una orquesta—, y su sometimiento a la valorización
capitalista genera una “resistencia” mayor por parte de esta masa de
trabajadores, que debe ahora “controlarse” y “doblegarse” por el capital. Esta
dirección es por tanto “dual”: no sólo “planifica” la actividad, sino que la
somete a su “autoridad despótica”, para lo que se vale de un “ejército” de
oficiales (managers) y suboficiales
(capataces) que contribuye a asegurar el “mando supremo” del capital. Esta
fuerza “social” aparece como fuerza productiva del capital, como forma “específica” del proceso “capitalista” de
producción que, frente a los “trabajadores independientes” y los “pequeños
patrones”, permite avanzar hacia la subsunción
“real” del trabajo bajo el capital. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que,
“en su figura simple” —es decir, en cuanto a su contenido de “producción en
gran escala”—, esta cooperación “simple” existe en todas las formas sociales precapitalistas (pueblos cazadores,
Egipto clásico, etc.), así como, ya en el capitalismo, en los “comienzos aún
artesanales de la manufactura” y en la “agricultura en gran escala” del periodo
manufacturero.