El
Pensamiento Burgués y la Colonia*
(Primera
Parte)
Emilio
Choy
LA
BURGUESÍA PERUANA COMUNICA CON CIERTA claridad su presencia en la primera mitad
del siglo XVIII, en la que brillan las grandes insurrecciones indígenas, como
la de Juan Santos de Atahualpa, Túpac Amaru y otros caudillos que marchan a la
vanguardia de movimientos separatistas. La burguesía peruana no se siente capaz
de incorporarse a movimientos tan tumultuosos; más cómoda, está agrupada bajo
el solio virreinal. Si alguien lleva más contradicciones porque es fidelista y
pide reformas es ella; pero separatismo, independencia ni qué pensarlo. Es
también ella la que gritará o hará eco a los pasquines que proclaman: ¡Viva el
rey, y abajo el mal gobierno!. Domina y es fuerte en muchos campos de la
economía: obrajes, minas, comercio, navegación, haciendas en la sierra,
sembríos de caña en la costa, ingenios, etc., pero su suerte está al lado del
virreinato; es modesta: la mejora de la administración pública y una mayor
participación en ella es su ambición.
La primera mitad del siglo XVIII vio
irrumpir triunfalmente en el Perú, a pesar de la oposición escolástica, las
doctrinas del pensamiento burgués. –Nos referimos a la filosofía emancipadora
de Descartes, la teoría de la circulación de la sangre enunciada por el
cirujano inglés Harvey en 1628 y los estudios de Newton.
Si en los círculos intelectuales
oficiales del Perú se aceptó la crítica del Dr. Francisco Botoni a los métodos
escolásticos entonces imperantes en San Marcos; si autoridades universitarias,
como el Dr. Juan de Avendaño y Campoverde, catedrático de Vísperas de Medicina
de San Marcos, y el ilustre Don Pedro Peralta y Barnuevo tuvieron que permitir
la introducción de teorías científicas que servirían para demoler el viejo
edificio de la escolástica, basada en inútiles discusiones, en una dialéctica
agotadora y estéril, ¿no estamos frente a síntomas importantes de que ya
existía en el Perú una clase burguesa, aunque de poco poder? Es cierto que la
corriente de la ilustración era favorecida por los Borbones, pero el
pensamiento ilustrado no iba a florecer en terreno estéril. Las condiciones
eran propicias debido al desarrollo alcanzado por la nobleza aburguesada, los
terratenientes, los comerciantes, los propietarios de minas, obrajes y otras
manufacturas, y también los artesanos.
La escolástica trasunta lo más característico del
pensamiento medioeval. Su imposición en los centros educativos durante los
primeros siglos de la Colonia tenía su finalidad: convertir en excelentes
sumisos de la monarquía española a los educandos. Barreda y Laos escribe:
"Se educaba para hacer de la juventud legión de monjes y esclavos".
No nos debe asombrar que se proclamara como
"estudiante ideal" al que se mantuviera "ciego a la luz de esta
vida, aun a ciegas ve mejor lo que hace". Al respecto, escribe el autor de
la Vida Intelectual de la Colonia: Para asegurar el
prestigio de la teología dogmática y de la ciencia antigua, el maestro jesuita
Martín de Jáuregui despertaba en sus discípulos el amor a los viejos doctores
eclesiásticos, el respeto a la tradición y el odio a todo esfuerzo innovador;
decía a sus alumnos: "Se ha introducido en el mundo la mentira con capa de
verdad y, así, el remedio será decir la verdad con capa de mentira".
El 27 de setiembre de 1752, un Decreto Real confirma
una ratificación dada por el virrey Conde de Monclova y Marqués de Villagarcía
a una prohibición del Conde de Castellar prohibiendo que se admitieran en la
Universidad mestizos, zambos, mulatos y cuarterones. Lo que parece ser una
sencilla prohibición dictada de acuerdo a los intereses aristocráticos, más
bien tiene su raíz política en la burguesía que, como clase ascendente,
descubre la necesidad de distinguirse aunque sea por el tono de la piel, y
bloquear a los demás sectores el acceso a los estudios académicos. El decreto
será virreinal pero la inspiración ha sido burguesa; ella quiere hacer
exclusiva la cultura que está desarrollándose. Por eso creemos valedera la afirmación
de Jorge Castellanos en su estudio "Las Raíces de la Ideología Burguesa
Cubana" de que la cultura de la burguesía es "discriminadora,
antinegrista. La hegemonía política y económica se reflejaba en el mundo del
espíritu".
La más notable figura enciclopédica del siglo XVIII,
que podemos considerarla como el Descartes peruano, es el famoso José Eusebio
Llano y Zapata. Es curioso comprobar cómo este gran investigador —cuyo saber
abarcaba "medicina, literatura, ciencias físicas y naturales; y siendo aún
joven gozó de prestigio literario entre sus contemporáneos"— no fue un
producto universitario. Llano y Zapata, como fiel discípulo de Descartes, fue
un incansable observador de la naturaleza; reflejaba las aspiraciones de una
clase que poseía cierta audacia intelectual. Su obra maestra, de la que se
conoce un solo tomo,
Memorias Histórico-Físicas, Crítico-Apologéticas de la América Meridional,
aunque publicada en 1761 y dedicada a Carlos III es evidente que también
pertenece a la primera mitad del siglo, cuando el autor aún no había salido del
Perú. El Dr. Barreda y Laos nos informa que esta obra sigue los consejos de
Nicolás de Cusa, Descartes y Gassendi.1
En su tiempo fue calificada
"la primera en su género y la única en el mundo
que con tanta universalidad, verdad y desinterés comprende la física e historia
de estos países. Empieza el autor por el más noble metal y acaba con el más
escondido fósil. Trata del más gigante árbol, y termina en la más humilde
planta. Describe el más hermoso animal y no olvida el insecto
más despreciable. Corre por los ríos más caudalosos descubriendo sus fuentes y
origen y no omite el menos fecundo lago".
Llano y
Zapata hizo caso omiso del "pasado, admitiendo sólo aquello que la fuerza
y la evidencia de la razón le podían obligar a creer"; por eso escribía al
marqués de Villa Orellana en tono crítico, refiriéndose a la enseñanza desde
Cádiz en 1858:
"Todas son abstracciones y disputas bien inútiles.
No se da un paso que no sea en esta parte pérdida de tiempo, malogro de la
juventud y ruina de los ingenios. Tropiezos casi inevitables y que siempre han
de salir al encuentro a todos los que se mezclan en cuestiones que ni en lo físico
ni en lo moral traen algún provecho al espíritu de los hombres, antes vuelven
inútiles todas las operaciones de la inteligencia, haciéndolas caer en la
insensatez, furor o manía, si no es ya en un pirronismo confirmado. Desearía
que conocieran esto todos los maestros: desterrarían entonces de sus escuelas
tantas inutilidades, sofisterías e impertinencias en que hasta ahora los tiene
envueltos las observaciones de peripato. Todas ellas no son otra cosa que unos
trampantojos de las aulas con que, por lo común, se engañan bobos y descaminan
los incautos"
La
salida que proponía nuestro gran racionalista era estudiar
"la naturaleza que sabe demostrar físicamente a
los ojos cuanto propone el entendimiento, como que ella misma es el órgano por
donde se explican los secretos de sus más admirables y peregrinas producciones.
Lo cierto es que, si en nuestros países se muda de sistema literario, se verán
en poco tiempo las ventajas que yo les promuevo con el cultivo de la Metalurgia
y estudio de las Ciencias Naturales".
Las
ideas pedagógicas de este anti-escolástico preconizaban la enseñanza del
quechua como llave maestra para el dominio de todas las lenguas del Perú, así
como el latín lo era para las lenguas generales de Europa. El autor de las Memorias
Histórico... no era anticlerical. Tampoco podía calificársele de
enemigo del rey, porque su obra más bien estuvo empeñada en orientar la
administración de la metrópoli. Podría considerársele como un reformista
empeñado en mejorar la enseñanza de la ciencia, rompiendo con la escolástica,
introduciendo mejoras en los estudios de las ciencias naturales, abandonando la
teología y abarcando asignaturas útiles, a la vez que revalorizaba el idioma
nativo.
El espíritu reformista de Llano y Zapata expresa el
modesto grado de progreso alcanzado por la burguesía criolla; pero no
vaya a creerse que sólo hombres como Llano y Zapata y Peralta y Barnuevo eran
de los pocos dedicados al estudio de la ciencia. Debido a la dedicación del
historiador-arquitecto Harth Terré nos ha sido posible conocer a otro gran
racionalista surgido del gremio de los sombrereros limeños. Datos y análisis
proporcionados por un trabajo inédito permiten apreciar cómo entre gente de
"baja esfera", como se denominaba a los artesanos, podía también
surgir el notable precursor de la aviación, no sólo peruana sino americana. Nos
referimos a Santiago de Cárdenas, alias el Volador, natural de Lima, que con
todo coraje dedica su "Nuevo sistema de Nabegar por los Aires sacado de
las observaciones de la Naturaleza Bolátil... que el autor dedica a su 'Amada
Patria' en honor de sus Patriotas". Parece que un mismo espíritu anima a
estos peruanos, porque la idea de patria no sólo aparece dos tercios de siglo
después sino que antecede en su génesis a la independencia.
Llano y Zapata, en rapto de entusiasmo, había escrito,
"se me había deslizado la pluma arrebatada del celo que la inflama hacia
el adelantamiento y progresos de nuestros compatriotas". (Carta al Arz.
de Charcas). Ambos han cogido el mensaje de los Comentarios,
lanzado por Garcilaso, el iluminista y anti-escolástico que, en el siglo
anterior, pedía a sus
compatriotas virtud y estudio, porque el Inca creía firmemente en
el porvenir de su patria, que indios, mestizos y criollos forjarían un Nuevo
Mundo independiente de España, así como los españoles habían conseguido
emanciparse del Imperio Romano y estructurar a su vez un enorme imperio. Para
conseguirlo, escribía: "ruego y suplico se animen y adelanten en el
ejercicio de virtud, estudio y milicia, volviendo por sí y su buen
nombre".
Notas
[1] En el art. 13, parte X, nos cita un
Diderot; no hemos podido verificar si es el autor de la Enciclopedia. (Memorias Histórico-Físicas,
Crítico-Apologéticas de la América Meridional).
*El presente ensayo apareció originalmente
en la revista Idea, artes y letras,
Lima, setiembre-octubre de 1957, año VIII, nº33, pp.1-11. (Nota de la
Redacción)
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