Publicamos a continuación
dos artículos de José Carlos Mariátegui sobre el problema sanitario. Nos mueve
a esto la situación que estamos atravesando, y la celebración del nacimiento de
José Carlos Mariátegui el 14 de junio.
Conviene considerar el concepto
de capital humano que utiliza José Carlos Mariátegui, y de otro, insistir en la
propuesta, de que el problema sanitario tiene un carácter económico-social, sin
dejar de ser parte de los estudios e intervención de los especialistas.
Distingue J.C. Mariátegui
en el análisis la importancia del ser humano, criticando la sobrestimación que
del oro se tiene en la sociedad capitalista. En su apreciación señala que el
hombre ha creado el dinero, y que en consecuencia, la verdadera riqueza está en
el ser humano.
Así, la expresión “capital
humano” significa para José Carlos Mariátegui ser humano, con todas sus
capacidades y necesidades. Por esto plantea que “Uno de los aspectos
sustantivos del problema del capital humano es el aspecto médico-social.”
Valora J.C. Mariátegui,
asimismo, el significado que tiene el sistema sanitario para el socialismo en
su primera expresión: La Unión Soviética.
COMITÉ DE REDACCIÓN.
20.06.2020
El Progreso
Nacional y el Capital Humano*
José
Carlos Mariátegui
I
LOS QUE, ARBITRARIA Y SIMPLÍSTICAMENTE,
reducen el progreso peruano a un problema de capital áureo, razonan y discurren
como si no existiese, con derecho a prioridad en el debate, un problema de
capital humano. Ignoran u olvidan que, en historia, el hombre es anterior al
dinero. Su concepción pretende ser norteamericana y positivista. Pero,
precisamente, de nada acusa una ignorancia más total que del caso yanqui.
El
gigantesco desarrollo material de los Estados Unidos, no prueba la potencia del
oro sino la potencia del hombre. La riqueza de los Estados Unidos no está en
sus bancos ni en sus bolsas; está en su población. La historia nos enseña que
las raíces y los impulsos espirituales y físicos del fenómeno norteamericano se
encuentran íntegramente en su material biológico. Nos enseña, además, que, en
este material el número ha sido menos importante que la calidad. La levadura
de los Estados Unidos han sido sus puritanos, sus judíos, sus místicos. Los
emigrados, los exiliados, los perseguidos de Europa. Del misticismo ideológico
de estos hombres desciende el misticismo de la acción que se reconoce en los
grandes capitanes de la industria y de las finanzas norteamericanas. El
fenómeno norteamericano aparece, en su origen, no sólo cuantitativo sino,
también cualitativo.
Pero
este es otro tema. No me interesa, por el momento, para otra cosa que para denunciar
el punto de partida falso, irreal, del materialismo, al mismo tiempo grosero y
utopista, de quienes parecen imaginarse que el dinero ha inventado a la
civilización, incapaces de comprender que es la civilización la que ha
inventado al dinero. Y que la crisis y la decadencia contemporáneas empezaron
justamente, cuando la civilización comenzó a depender casi absolutamente del
dinero y a subordinar al dinero su espíritu y su movimiento.
El
error y el pecado de los profetas del progreso peruano y de sus programas han
residido siempre en su resistencia o ineptitud para entender la primacía del
factor biológico, del factor humano sobre todos los otros factores, si no
artificiales, secundarios. Este es, por lo demás, un defecto común a todos los
nacionalismos cuando no traducen o representan sino un interés oligárquico y
conservador. Estos nacionalismos, de tipo o trama fascista, conciben la Nación
como una realidad abstracta que suponen superior y distinta a la realidad
concreta y viviente de sus ciudadanos. Y, por consiguiente, están siempre
dispuestos a sacrificar al mito el hombre.
En
el Perú hemos tenido un nacionalismo mucho menos intelectual, mucho más
rudimentario e instintivo que los nacionalismos occidentales que así definen la
Nación. Pero su praxis, si no su teoría, ha sido naturalmente la misma. La
política peruana —burguesa en la costa, feudal en la sierra— se ha
caracterizado por su desconocimiento del valor del capital humano. Su
rectificación, en este plano como en todos los demás, se inicia con la
asimilación de una nueva ideología. La nueva generación siente y sabe que el
progreso del Perú será ficticio, o por lo menos no será peruano, mientras no
constituya la obra y no signifique el bienestar de la masa peruana, que en sus
cuatro quintas partes es indígena y campesina.
II
Uno de los aspectos sustantivos del
problema del capital humano es el aspecto médico-social. En el haber de nuestra
escasa bibliografía, tenernos que anotar, sobre este tema, un libro
interesante. Se titula Estudios sobre Geografía Médica y Patología del
Perú. Sus autores son dos médicos inteligentes y trabajadores, ambos
funcionarios de sanidad, los doctores Sebastián Lorente y Raúl Flores Córdova.
Este libro, en más de seiscientas páginas, densas de datos y de cifras, estudia
documentadamente la realidad médico-social del Perú.
Los
autores se muestran, por supuesto, optimistas en su esfuerzo y en su esperanza.
Pero el método positivo no consiente, en la investigación, engañosas ilusiones.
La verdad de nuestra situación sanitaria emerge del libro precisa y
categórica. Los índices de la mortalidad y de la morbilidad son en el Perú
excesivos. El capital humano se mantiene casi estacionario. En la costa, el
paludismo y la tuberculosis; en la sierra, el tifus y la viruela; en la
selva, todos los morbos del trópico y el pantano minan la población exigua de
la república. No se tiene una cifra exacta de la población. Pero la cifra,
comúnmente aceptada, de cinco millones, basta para constatar la debilidad y la
lentitud de nuestro crecimiento demográfico. La mortalidad infantil es uno de
sus más terribles y trágicos frenos. En Lima y en el Callao mueren antes de
llegar a un año de edad la cuarta parte de los niños. En los pueblecitos
rurales de la costa el índice de la mortalidad infantil es mayor aún. Tengo a
la vista la estadística demográfica del distrito de Pativilca del primer
semestre del año en curso que acusa una mortalidad superior a la natalidad.
En
el prefacio de su libro, los doctores Urente y Flores Córdova escriben que
"el panorama médico-social nos presenta en toda su magnitud y en toda su
gravedad nuestro problema sanitario". Su estudio no exagera, en ningún
caso, la realidad; tal vez, en alguno, la atenúa. Lo que ensombrece el espíritu
cuando se lee este volumen, —que ojalá arribara a las manos de todos los que
tan fácilmente se equivocan respecto a la jerarquía o la gradación de los
problemas nacionales—, no es el juicio, moderado siempre, de los autores, sino,
el dato desnudo, la observación objetiva, la constatación anastigmática.
III
No me toca ocuparme del mérito teórico,
del valor científico de estos Estudios sobre Geografía Médica y
Patología del Perú. Su estimación pertenece, exclusivamente, a los
profesionales, a los competentes. Pero, sin invadir campos de crítica ajenos,
quiero señalar su utilidad y su importancia como documento actual y autorizado
de la "realidad profunda" del Perú. Me parece evidente, por otra
parte, que los doctores Lorente y Flores Córdova, han hecho un trabajo de
sistemación Y de computación singularmente meritorios en un medio como el
nuestro donde los hombres de estudio difícilmente intentan especulaciones de
esta magnitud.
El
libro de los doctores Lorente y Flores Córdova no está destinado únicamente al
ámbito profesional. Interesa a todos los estudiosos. Su lectura es un viaje por
un Perú menos pintoresco, pero más real del que otros libros nos describen o
nos disfrazan.
IV
Los doctores Lorente y Flores Córdova
no se contentan en su libro con acopiar, confrontar y clasificar datos
preciosos. Solicitan, formal y premiosamente, una mayor atención para el tema
del capital humano. "El problema que requiere en el Perú, más
urgentemente, una solución orgánica y eficaz —escriben— es el problema
sanitario, no sólo porque cada día prevalece y se arraiga más en la conciencia
de la época el concepto de que la defensa de la salud pública es un deber
primordial de todo Estado moderno, sino, sobre todo, porque ningún otro
concepto corresponde con mayor exactitud a apremiantes y evidentes exigencias
de la realidad peruana".
Esto
es cierto, pero incompleto. El problema sanitario no puede ser considerado
aisladamente. Se enlaza y se confunde con otros hondos problemas peruanos del
dominio del sociólogo y del político. Los males, los morbos, de la sierra y de
la costa, se alimentan principalmente de miseria y de ignorancia. El problema,
a poco que se le penetre, se transforma en un problema económico, social y
político. Pero a los distinguidos higienistas, autores de la "Geografía
Médica del Perú", no les tocaba este análisis. Su diagnóstico del mal
tenía que ser solamente médico.**
NOTA:
(**)
Tomado de https://www.marxists.org/espanol/mariateg/oc/peruanicemos_al_peru/paginas/progreso.htm
LAS
DELIBERACIONES de la Conferencia Sanitaria Pan-americana, confieren la más viva
actualidad al tema de la sanidad pública. El problema sanitario, por sus
relaciones con sus más fundamentales problemas de toda nación, ha dejado de
constituir un tópico reservado exclusivamente a los higienistas. No hay hombre
de Estado ni programa político, en nuestra época, que no reconozca al factor
demográfico toda la importancia que evidentemente tiene. La política tiene hoy
un sentido mucho más vital, un contenido mucho más biológico que en otros
tiempos. Su antigua concepción acusaba la preocupación obstinada del héroe de
la élite; su concepción moderna se caracteriza, en cambio, por la preocupación
de la masa. A pesar de todos los signos reaccionarios, es evidente que el
Estado contemporáneo, aun en los casos en que acaparan su representación
personalidades absorbentes y centralizadoras, —como sucede, por ejemplo, en el
Estado fascista—, tiene forzosamente que actuar una política de masas. Este
hecho explica mejor que cualquier otro el rango alcanzado por la higiene
pública en la labor de los gobiernos y el pensamiento de los estadistas.
Políticamente, el socialismo ha incluido
de manera decisiva en la nueva valoración del capital humano. El progreso
científico en este campo, no ha hecho sino corroborar y ratificar el progreso
político, demostrando la estrecha solidaridad que, pese a la gravitación
conservadora y democrática de las academias, existe a tal punto que se puede
decir que el descubrimiento de la masa no habría sido posible sin la afirmación
ideológica socialista. A partir del momento en que la masa, por su propio
impulso, ha entrado en la historia, todas las actitudes clásicas de la
inteligencia han caído en descrédito. Y el primer valor de la ciencia ha
comenzado a ser su valor social.
Este movimiento encuentra su más precisa
expresión en la política de los dos estados que más antitéticamente representan
la realidad actual: sovietismo y fascismo. El esfuerzo más enérgico y
significativo de los Soviets es, incontestablemente, el que persigue el
mejoramiento material e intelectual del trabajador. Las más originales y
revolucionarias instituciones de la asistencia social, corresponden hoy a
Rusia, por razones sustancialmente políticas. La transformación de los palacios
de invierno de la aristocracia en casas de reposo para los obreros surmenados,
ofrece, desde este punto de vista, el ejemplo más típico, aunque no sea,
naturalmente el hecho que mejor expresa la orientación médico-social del nuevo
Estado, cuya acción está dirigida, ante todo, a la protección de la maternidad
y de la infancia. El niño, según el gran economista francés Charles Guide, es
el máximo usufructuario de la revolución. El fascismo, por su parte, no
obstante su espontánea inclinación a un sentido romántico de la política, se ve
obligado a admitir también que la mayor riqueza de Italia, es su capital
humano. Mussolini, guiado por su agudo realismo, supera tal vez a todos los
estadistas de la Europa capitalista en la apreciación del factor demográfico.
Su discurso del 26 de mayo anuncia una total revisión de la política italiana
en lo que concierne a demografía y natalidad. Prevalecía en Italia hasta hace
poco el concepto de que Italia tenía una natalidad excesiva. Mussolini sostiene
lo contrario. A la idea de que los italianos son muchos opone la idea de que,
más bien, son pocos. "Hablemos claro, —ha dicho propugnando un impuesto a
los matrimonios infecundos y otras medidas— ¿qué cosa son cuarenta millones de
italianos frente a noventa millones de germanos y a doscientos millones de
eslavos?" Todas las ambiciones imperialistas del fascismo reclaman una
estimación especial del capital humano y de sus posibilidades de crecimiento.
El soñado imperio no es posible sin una ancha base demográfica. Y el número no
basta. La superioridad biológica de una nación tiene que medirse cuantitativa y
cualitativamente.
En el Perú, se constata una comprensión
cada vez más amplia del problema sanitario. Venciendo las resistencias defensivas
del conservantismo y la rutina de nuestras "clases ilustradas", los
higienistas avanzan visiblemente en la faena de formar "conciencia
sanitaria", como suele decirse. Conceptos e instituciones modernas de
asistencia social, comienzan a adquirir entre nosotros carta de ciudadanía.
Pero, lógicamente, la propaganda y el estudio de los higienistas se sitúa en un
plano específico y técnico. Y, lo mismo que el problema de la instrucción, el
problema de la sanidad necesita ser examinado en sus relaciones con el medio
económico-social. De otro modo, es imposible llegar a su esclarecimiento
integral.
En esta labor, que escapa a la órbita
particular de los técnicos de la Higiene Pública, nos toca participar a todos
los que nos ocupamos, con objetivos de interpretación profunda e íntima, de los
problemas nacionales.
Cabe, por ejemplo, señalar la influencia
que tienen en la cuestión de la salubridad rural la supervivencia del viejo
régimen y espíritu latifundistas. El hacendado colonial de antiguo tipo, ha
heredado de sus abuelos un criterio feudal, casi esclavista, en abierto
conflicto con la valoración moderna del capital humano. La mentalidad del
"negrero" no se sintió condenada por la abolición de la esclavitud,
dado que se le ofreció la oportunidad y los medios de subsistir al autorizarse
el comercio de coolíes. Por el bienestar del bracero aborigen, proveniente en
gran parte de la sierra, esto es de regiones donde impera aún la servidumbre,
el latifundista no manifiesta hoy un interés mayor que antaño por el bienestar
del negro o del chino. Las rancherías infectas, el bajo tenor de vida del
bracero y su familia, el rigor de un trabajo sobre el cual no se ejerce todavía
ningún contralor, así lo demuestran. Los documentos oficiales revelan que a
pesar de la reiteradas y celosas instancias de la Dirección de Salubridad, son
muy pocas las haciendas en las cuales se obedece las disposiciones de ley
contra el paludismo. Y es que la sanidad tiene que triunfar no sólo de la natural
tendencia de las empresas a obtener los mayores rendimientos con los menores
gastos, sino también del espíritu del señor feudal reacio a considerar al bracero
humilde como a un hombre con derecho a un racional e higiénico tenor de vida.
Si los más apremiantes problemas de la
salubridad de la costa, son el de la bubónica y el del paludismo, resulta
excepcionalmente grave esta resistencia del latifundio a cooperar con las
autoridades sanitarias en la protección eficaz de la salud de los trabajadores.
Poco se avanza con extirpar la peste de las ciudades, mientras subsisten sus
focos rurales. Parece averiguado que las apariciones violentas de la bubónica en
los centros urbanos de la costa se deben, generalmente, a enfermos provenientes
del campo.
La eficacia de la acción médico-social
en la sierra, no se presenta menos vinculada a la modificación de las
condiciones económico-sociales ahí subsistentes. Sabemos bien que la miseria y
la ignorancia del indio, dependen, ante todo, de su servidumbre. Y que el
higienista, como el educador, no pueden, por ende, cumplir plenamente su
misión, en tanto que les toque chocar con este factor de depresión y
embrutecimiento.**
NOTA:
(**)
Tomado de https://www.marxists.org/espanol/mariateg/oc/peruanicemos_al_peru/paginas/economicos.htm