“Incluso la guerra tiene leyes”
Yemen Padece Mientras se Deforma
y se Oculta la Verdad
Middle East Eye
Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo
Fernández
Cavando las tumbas de
los niños asesinados en un autobús durante un ataque aéreo de la coalición
liderada por Arabia Saudí sobre el mercado de Dahyan, en el bastión hutí
de la provincia de Saada, 10 de agosto de 2018 (AFP)
INCLUSO PARA LOS PEVERSOS ESTÁNDARES de la agresión
liderada por los saudíes contra el Yemen con el apoyo de Occidente, el bombardeo de un autobús escolar el 9 de agosto marcó un
nuevo hito. Según Save the Children, el autobús se había detenido en un mercado
cuando trasladaba al colegio a los niños que volvían de una excursión.
Funcionarios de la sanidad yemení han informado que el ataque mató a 47
personas e hirió a 77. Es probable que esas cifras aumenten con el paso de las
horas.
La mayoría de las víctimas tenían
menos de diez años. Tras el ataque, Frank McManus, el director de Cruz Roja
Internacional para el Yemen, cuyos trabajadores atendieron a los heridos, dijo:
“Hoy debería ser el día en que el mundo despertara ante las atrocidades que se
perpetran en Yemen… un autocar lleno de escolares no puede considerarse como
meros daños colaterales. Incluso las guerras tienen leyes, pero las leyes sin
consecuencias no significan nada”.
Sin la cobertura adecuada
No obstante, es difícil que el mundo despierte si
los medios occidentales no brindan la cobertura adecuada a la agresión en
curso. Puede que hayan pensado que los titulares recogerían sin falta el
bombardeo selectivo de un autobús lleno de niños que estaba aparcado junto a un
mercado y alejado de cualquier actividad militar por parte de unas fuerzas que
disfrutan del apoyo de Estados Unidos y el Reino Unido. Y, sin embargo, no ha
sido así.
Por ejemplo, tomemos The
Guardian, supuestamente un bastión de valores liberales y
preocupaciones humanitarias. Su información sobre el incidente apareció online poco
antes de las siete horas de anoche. Sin embargo, esta mañana, no figura ya
entre sus trece historias de cabecera y ni siquiera es una de las once
historias destacadas en su sección “Noticias del mundo”. Pero sí informaba del
deseo de la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, de prohibir las
bolsas de plástico.
The Independent, que ahora sólo puede leerse online, y
quizá por ello hayan pensado que al estar menos sometido a las presiones de los
anunciantes, que impulsan parte de la autocensura de sus primos de la edición
impresa, actuaría de forma algo diferente. Pero el Yemen no aparecía entre sus
ocho “Historias principales” de esta mañana. Tampoco en su sección de “Más
historias”. Aunque las historias sobre los campistas británicos en Francia y
las opiniones sobre el Brexit del entrenador del Tottenham Hotspuer, Mauricio
Pochettino, estaban allí.
Minimizando los asesinatos
Por supuesto, en cierto sentido, estos medios
actúan con total corrección al no considerar la historia como prioridad de sus
cabeceras, ya que no hay nada realmente nuevo en la atrocidad del miércoles. De
hecho, sólo durante la pasada semana, un ataque aéreo contra un mercado y un hospital mató
al menos a 60 personas; esas carnicerías se han convertido en rutinarias.
Incluso la matanza de los niños es una práctica habitual: en realidad, los 29
niños asesinados en el autobús bombardeado ayer son sólo una fracción de
los 130 niños asesinados cada día en el Yemen por el hambre y la enfermedad que la
agresión ha traído al país.
Además de la mera ausencia de
cobertura, la minimización del nivel de las matanzas en el Yemen constituye una
segunda forma, más sutil, de apagón mediático. En algún momento, alguien
decidió que 10.000 era la cifra de víctimas que había que asociar siempre a la
guerra del Yemen, y ese número es el que lleva años apareciendo en todos los
artículos sobre el tema.
Realmente, esa cifra supone una
subestimación inmensa, teniendo en cuenta que se cree que, sólo durante el
pasado año, murieron al menos 150.000 personas a causa del hambre y de enfermedades evitables
como consecuencia directa de la agresión contra el Yemen, el bloqueo de sus puertos y los ataques a sus civiles
e infraestructura agrícola.
Por tanto, la “cifra de muertos”
repetida incansablemente por los medios -y esto incluye, vergonzosamente, a los
medios alternativos- es en realidad una fracción diminuta del verdadero nivel
de sufrimiento que Occidente y sus compinches están derramando sobre ese país.
Destruyendo Yemen
Otra forma de apagón es presentar el conflicto como
una guerra civil. Hubo una guerra civil en el Yemen cuyo final se alcanzó
cuando el movimiento Ansar Allah capturó la capital, Sanaa, en septiembre de
2014, y el presidente Abd Rabbuh Mansur Hadi huyó
del país. Desde entonces, desde principios de marzo de 2015, lo que ha venido
teniendo lugar es un ataque exterior contra el país.
En palabras del historiador Isa
Blumi, lo que “está estratégicamente fuera de discusión a ese respecto son los
facilitadores externos del imperio cuya guerra ha creado nuevas oportunidades
para saquear los recursos del Yemen. En lugar de ver la mano dura del imperio,
se espera que las personas de a pie se crean lo que dicen los medios y expertos
de los think tanks de que son las propias patologías yemeníes,
su atraso social y económico, los que los hacen susceptibles a la violencia y,
por lo tanto, a la ‘guerra civil’. Ese tropo de que ‘están en guerra consigo
mismos’ se repite continuamente en diversos medios y círculos académicos y
confunde finalmente sobre quiénes son los responsables, echándole la culpa al
ochenta por ciento de la población de un país que en estos momentos se muere de
hambre”.
Una cuarta forma de apagón de los
medios consiste en presentar de alguna forma la guerra como una iniciativa de
los saudíes que Occidente, en el mejor de los casos, está simplemente
“apoyando” o “aceptando” para vender armas y suministros de petróleo. Esto es
realmente como poner el carro delante de los bueyes. La verdad es que esta es
una guerra de Estados Unidos y el Reino Unido, planificada en los
pasillos de Whitehall y Washington, pero ejecutada por sus fieles apoderados
del Golfo.
Sabemos ya, por los emails filtrados por Wikileaks el
año pasado, que incluso el mismo príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohammad bin
Salman, quiere salirse de la guerra. Pero sabe que el dominio del poder que
ostenta su familia depende en gran medida del apoyo occidental. Y el precio de
ese apoyo es que la política exterior saudí no la determine él. El acuerdo, que
se remonta a los días del Imperio británico, consiste en que
Occidente provea de seguridad a la familia al-Saud y, a cambio, los al-Saud
cedan su política exterior a Occidente. Y, en estos momentos, hay un deseo
angloestadounidense de mantener el conflicto en el Yemen.
Grupos antibelicistas como Stop
the War tienden a participar de esa narrativa centrada en los saudíes,
retratando la reciente visita a Gran Bretaña del príncipe heredero bin Salman,
por ejemplo, en términos de una Gran Bretaña inmaculada contaminándose por la
asociación con un sangriento “déspota” árabe. Esta es una inversión total de la
realidad: la verdad es que el mayor crimen de los saudíes es su colaboración
con la clase dominante de Gran Bretaña y Estados Unidos.
Victimismo o resistencia
Pero aún hay otra forma de apagón mediático
respecto al Yemen, ante el que incluso sucumben a menudo los medios
alternativos (y aquí incluyo algunos de mis trabajos sobre el conflicto en el
pasado). Y es la presentación de los yemeníes como meras víctimas pasivas que
carecen de voluntad y capacidad para actuar, los desventurados receptores de
los bombardeos y las políticas de inanición. En realidad, la lucha del Yemen no
es en absoluto una historia de victimismo, sino de resistencia.
Cuando lamentamos los tres años
de bombardeos, no deberíamos olvidar que estamos también celebrando tres años
de resistencia verdaderamente heroica y extraordinaria. Haber sobrevivido a
esas incursiones de castigo durante tanto tiempo demuestra fuera de toda duda
que el pueblo yemení, y en especial el movimiento Ansar Allah, contra el que se
emprendió esta guerra devastadora, es un movimiento genuinamente popular y
representativo; porque si no fuera así, hace años que se habría derrumbado.
El estribillo constante de los
medios sobre que los hutíes son meros agentes iraníes que combaten al “gobierno
legítimo” está deformando la realidad.
La legitimidad no proviene de ser
ordenado por el sacerdocio del capital global, como lo fue Hadi, el
expresidente y mariscal de campo, sino por el tipo de apoyo popular que por sí
solo permite a un movimiento enfrentarse a una coalición de diez países
respaldada por los más poderosos militares en el mundo.
¿Y qué es lo que está impulsando
esta resistencia? La determinación de rechazar el proyecto imperial de vender
el Yemen, de entregar sus recursos a las corporaciones financieras occidentales
y su sistema político a los títeres saudíes. De hecho, al actuar de esa forma,
el Yemen hoy no es más que la última encarnación de un espíritu de resistencia
ante el capitalismo occidental que se remonta a más de cien años.
Es este espíritu lo que los
bombardeos actuales están tratando de aplastar en un acto de la futilidad más
brutal. Es este espíritu el que los medios tratan desesperadamente de ocultar.
Y es este espíritu el que finalmente verá al imperio, y a todos sus títeres y
apologistas, desmoronarse en el polvo.
___________
(*) Dan Glazebrook es un periodista
especializado en temas políticos y editor de stopstarvingyen.org. Es autor de
Divide and Ruin: The West’s Imperial Strategy in an Age of Crisis. Su blog es
danglazebrook.com.
Tomado
de: Rebelión
Ramón
Pedregal Casanova
DESPUÉS
DE CONTEMPLAR EN SU SITIO las diferencias entre las áreas de poder en EEUU, a
las espaldas de Trump se alinean los fabricantes y sus fábricas y laboratorios
de venenos, plagas y explosivos, armas biológicas, de virus, atómicas, armas de
destrucción masiva. Es la historia moderna del imperialismo. Las experiencias
anteriores se han ido sumando para fortalecer al régimen que se sitúa al margen
de todos los Acuerdos y Tratados internacionales, de Derechos igualitarios y de
Paz. Para sostener tal fin ha dispuesto bases militares por 134 países,
prisiones secretas e ilegales, bloqueos económicos, bloqueos alimenticios y
medicinales, golpes de Estado, magnicidios, invasiones militares, guerras con
ejércitos mercenarios, guerras con ejércitos de composición multinacional,
presiones políticas, multas, sanciones y castigos sofisticados, siempre en el
propósito de establecer la sumisión a su poder, la desigualdad y la ruina de la
mayoría. Son bien conocidos los casos de aplastamientos en Latinoamérica, pero
debemos tener presente la resistencia antiimperialista de Cuba, Venezuela,
Bolivia, Nicaragua, y en el límite vemos a Brasil, México, Argentina…
Si miramos a Oriente Medio vemos en qué ha
convertido a Libia, qué hizo con Iraq, qué ha pretendido con Siria, qué hace
con Yemen, qué quiere de Palestina,… y en el límite resisten los gobiernos
antiimperialistas de Siria, de Yemen, las organizaciones de extracción popular,
todos procurando la unidad y llamando a la unidad de sus pueblos y de todos los
pueblos contra el enemigo común.
A las espaldas de Trump se alinean los fabricantes
y sus fábricas y laboratorios de venenos plagas y explosivos, armas biológicas,
de virus, atómicas, armas de destrucción masiva. Es la historia moderna del
imperialismo.
Los días 6 y 9 de Agosto se han cumplido 73 años
del ataque con bombas atómicas del imperio naciente estadounidense contra el
imperio nipón en sus ciudades de Hiroshima y Nagasaki. Con semejante acto el
régimen yanqui advertía a los pueblos del mundo de su disposición para
establecer y hacer duradera su dominación.
Hoy, en la era del gerente Trump, el emporio
armamentístico imperial ha dispuesto que su otro encargado, Mike Pence, anuncie
su preparación “con todo” ha reafirmado Trump, para la guerra en el espacio y
su dominio del mismo. Igual que lo que nos rodea en éste mundo, también el
espacio ha sido declarado por el secretario de defensa James Mattis, “de
interés nacional”. Trump ha explicado el concepto “interés nacional” de la
siguiente forma: “(interés nacional quiere decir) el dominio estadounidense del
espacio”. Ténganlo presente, “interés nacional” es el interés por el dominio.
La bomba atómica les dio “el dominio”. El régimen que no firma tratados de paz,
viene a decir que le queda por dominar más espacios con las armas.
Aunque
a semejantes componentes del aparato mortífero y a sus esbirros les duela
saberlo, a 90 millas de su costa Cuba resiste independiente.
Pongamos atención a algunos datos aclaratorios
sobre la naturaleza del monstruo.
1861-1865, Guerra de Secesión norteamericana, entre
los dos bandos causaron casi 500.000 muertos. Se calcula que 330.000 murieron a
causa del empleo por los de la Unión, de la chinche arlequín para arruinar las
plantaciones. Derrotar causando hambrunas. Los del Sur emplearon masivamente a
los mosquitos que transmitían la malaria. Derrotar causando enfermedad.
Si hasta entonces en las guerras se utilizaban
avispas, pulgas, piojos, garrapatas, mosquitos, como armas de transmisión de
enfermedades y destrucción de cosechas, fue la guerra norteamericana la primera
de la era moderna en el uso de trasmisión de enfermedades a los humanos y a los
medios agrícolas para acabar con el enemigo.
El régimen estadounidense tiene una parte de su
cimentación en la matanza de sus poblaciones mediante la síntesis de las
experiencias anteriores a la modernidad. Como la fuerza imperial radica en la
aplicación de la violencia, sus practicantes han buscado durante un tiempo la
manera de justificarla, ahora les da igual que su mentira quede al descubierto,
por un lado disponen del ejército periodístico y por otro buscan integrar en la
vida común sus crímenes como parte de la convivencia.
Pero hay algo que todavía mantienen en la
oscuridad, es el arma de destrucción masiva que resulta más barata de producir.
Entre los muchos Acuerdos, Tratados y Convenciones
internacionales que no ha firmado, y los que ha firmado ha roto,es de señalar
el Convenio Internacional contra el uso de Armas Biológicas. George Bush se
negó a aceptarlo declarando que “pondría en riesgo la seguridad nacional y la
información comercial confidencial”. Para el conglomerado armamentístico todo
obedece a “la seguridad nacional”. El complejo industrial militar, la mayor
industria de EEUU, está permanentemente produciendo desestabilización en el
mundo por su “seguridad nacional”, no la seguridad de los restantes países.
7.000 millones de personas en el objetivo de un régimen comandado por los productores
del armamento capaz de matarnos a todos.
Se habla de las bombas nucleares y no se quita el
velo que oculta el arma biológica, química, de capacidad mortal muy superior.
El régimen estadounidense mediante agencias, ONGs y otros cuerpos de guerra con
apariencia civil, creadas ex profeso, acusa de su empleo a quien quiere
derrotar, cuando es ese régimen el que históricamente las ha empleado, es bien
conocido el uso que hizo del agente naranja en Vietnam, donde aún persisten sus
efectos.
No podemos esperar ningún compromiso de paz de
EEUU, cuando para la seguridad de la clase imperial no firma los Convenios de
la Biodiversidad, de las minas terrestres, y de la No Proliferación Nuclear,
entre otros muchos.
De entre los casos recientes de mentira militar con
fines agresivos destaca la propagada para lanzarse a la guerra contra Iraq.
Acusaron a éste país de poseer armas de destrucción masiva, y apuntaron hacia
Iraq declarándolo una amenaza para “la seguridad …”. La ONU negó esa acusación,
pero “la seguridad nacional” de EEUU requería la destrucción de un país
emergente y no sumiso en Oriente Medio, además de impedir un opositor a Israel,
su otro yo, la división de los países de la zona, la apropiación del petróleo,
y otros objetivos geoestratégicos. Otra guerra con el la misma declaración
argumental ha sido la emprendida contra Siria: dividir al país, robar el
petróleo sirio, abrirse camino a Irán, generar un nuevo conflicto en busca de
cerrar el círculo que rodee a Rusia y China, potencias que no le obedecen. Esa
es la política de “seguridad nacional”.
El conocimiento de las actividades que el régimen
imperial desarrolla en las bases militares que ha establecido en 134 países, ha
puesto de relieve, o destaca, que en todas ellas ha creado laboratorios-fábricas
de experimentación y generación de armamento biológico y químico. Los
laboratorios-fábricas más conocidas debido a sus experimentos se encuentran, en
África, en Egipto y Kenia; en Asia: Indonesia y Tailandia; en Sudamérica: Perú
y Brasil; en Europa: Ucrania, Georgia, y más allá en Kazajistán. En todos éstos
países ha habido fugas, escapes o pruebas, dejando al descubierto lo que se iba
conociendo, y que han dado como resultado un número de muertos que no se ha
podido determinbar por el silencio que el imperio ha impuesto.
Las denuncias de tales actividades han venido de
científicos que han participado en el descubrimiento de las armasmas de
destrucción masiva. El núcleo principal de investigación de armas químicas y
biológicas lo tienen instalado en Fort Detrick, en el Estado de Maryland, donde
entre otros agentes de gurra sintetizan la aflotoxina, sustancia proteínica que
daña el hígado y produce cáncer, el virus ébola, y la toxina botulínica, el
producto más venenoso que se conoce, a lo que hay que añadir la creación del
VIH sida, según la declaración de Milton William Cooper, Alto Oficial de la
Ionteligencia Naval Militar de EEUU.
El caso de Cuba merece una atención especial, pues
el régimen imperial, ahora representado por Trump, ha empleado sistemáticamente
durante decenas de años el armamento biológico-químico para rendir a la
Revolución matando su agricultura, acabando con la vida de sus ganaderías y con
la vida de las personas. Recojo algunos datos esclarecedores:
En el documento secreto estadounidense “Proyecto
Cuba” se enumeraban 32 tareas criminales a realizar, al conjunto le dieron el
nombre de “Operación Mangosta”, entre esas tareas se encuentra la acción a
llevar a cabo por la CIA de atacar con productos químicos y biológicos las
cosechas agrícolas de las que se alimentaba la población cubana. En otro de los
objetivos se proyectaba la forma de envenenar químicamente a los trabajadores
azucareros cuando se empleasen en la recogida de la caña. Además extendieron el
dengue, enfermedad que afectaba de forma hemorragica irreversible al ganado
porcino. La sendodermatosis modular bovina, la brucelosis del ganado, el carbón
y la roya de la caña, la sigatoka negra con la que atacaron los campos de
plátanos, le siguió una enfermedad que mataba a las abejas, la acarosis , el
mono azul del tabaco, la roya del café, el new castle y la bronquitis
infecciosa de las aves de corral, la conjuntivitis hemorrágica, la disentería,
, el dengue serotipo c2, que mató a 158 personas, de las que 101 eran niños. En
los años 90 del pasado siglo el imperio ahogó con todas sus fuerzas de bloqueo
a Cuba en busca de la rendición por hambre y causo la neuropatía. Junto a todo
esto el gobierno del imperio empleó mercenarios para introducir el virus de la
tristeza del cítrico, pero se capturó a tiempo a quien se encargaba de su
distribución. Otros consiguieron afectar las plantaciones del café con la broca
del cafeto.
El general estadounidense que dirigía la “Operación
Mangosta”, Edward Lausdale, en el documento ordenaba a la CIA “desplegar el
bajo mundo cubano contra Castro, fracturar el régimen desde adentro, sabotear
la economía, subvertir a la policía secreta, destruir las cosechas con armas
biológicas o químicas, y cambiar el régimen antes de las próximas elecciones al
Congreso en Noviembre de 1962”.
Tras numerosas denuncias el presidente Fidel Castro
declaró en el V Congreso del Partido Comunista: “ … ellos inventaron todo: como
contaminar el azúcar que iba en los transportes de los barcos, cómo afectar el
comercio, cómo afectar todo.”
En 1961, con Kennedy, empieza la guerra biológica
contra Cuba. El mercenario Eduardo Arocena reconoció ante la Corte Federal de
Nueva York haber introducido el Dengue. En diferentes actas del Congreso de
EEUU de los meses de Noviembre y Diciembre de 1969 se plasman las
intervenciones que van a realizar desde el Sub Comité de Seguridad Nacional y
Desarrollo científico del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de
Representantes. El Washington Post en 1977 publica las declaraciones de un agente
de la CIA sobre el ataque biológico que realizó contra Cuba. Los
descubrimientos de los criminales se suceden.
Los medios que Cuba ha empleado para defenderse han
partido de los revolucionarios en todos los ámbitos de la sociedad. A los
crímenes de Lesa Humanidad cometidos por el régimen de los hipermillonarios
estadounidenses y su complejo militar-industrial, los protege el escudo del
silencio, la tergiversación y la normalización de su poderoso ejército
informativo. No hay más que ver qué acusación sostienen por los más de 650
intentos de magnicidio en grado de frustración en la persona del Presidente
Fidel Castro, muchos de ellos mediante venenos químicos y biológicos.
Consiguieron envenenar al presidente del Congo,
Patricio Lumumba.
Cada
regente ha buscado agredir de manera nueva-vieja a Cuba, y así hemos llegado
hasta nuestros días en los que no han podido impedir que el pueblo cubano se
pronuncie por medio de 135.000 asambleas realizadas en todas las comunidades y
centros de trabajo. El pueblo cubano, como agente político principal, aun en
las circunstancias actuales, está elaborando su nueva Constitución porque es
libre. Los imperialistas son libres de beberse, respirar y comerse sus armas
químicas, biológicas, y todos los venenos de sus laboratorios.
A las espaldas de Trump se alinean los fabricantes
y sus fábricas y laboratorios de venenos, plagas y explosivos, armas
biológicas, de virus, atómicas, armas de destrucción masiva. Es la historia
moderna del imperialismo. Las experiencias anteriores se han ido sumando para
fortalecer al régimen que se sitúa al margen de todos los Acuerdos y Tratados
internacionales, de Derechos igualitarios y de Paz.
________
Fuente: Resumen
Latinoamericano
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