Las Trampas de los Acuerdos
Comerciales del Imperialismo
César Risso
LA
LECTURA DEL TPP (Acuerdo de Asociación Transpacífico) nos da una idea de lo “generosos”
que son los acuerdos comerciales. El texto parece redactado por las ONGs
promovidas por el mismo imperialismo.
Fíjense el manejo que hacen en el siguiente artículo de
las ideas generales acerca del bienestar humano (Capítulo 23. desarrollo):
“Artículo 23.3: Crecimiento Económico de Base
Amplia
1. Las Partes
reconocen que el crecimiento económico de base amplia reduce la pobreza,
permite la entrega sostenible de servicios básicos y expande las oportunidades
para que la gente tenga una vida saludable y productiva.
2. Las Partes
reconocen que el crecimiento económico de base amplia promueve la paz, la
estabilidad, las instituciones democráticas, las oportunidades de inversión
atractiva y la eficacia al abordar los desafíos regionales y globales.
3. Las Partes
también reconocen que generar y mantener el crecimiento económico de base
amplia requiere un compromiso sostenido de alto nivel por parte de sus
gobiernos para administrar con eficacia y eficiencia las instituciones
públicas, invertir en infraestructura pública, bienestar, sistemas de salud y
educación, y fomentar el espíritu empresarial y el acceso a las oportunidades
económicas.
4. Las Partes
podrán mejorar el crecimiento económico de base amplia a través de políticas
que aprovechen las oportunidades de comercio e inversión creadas por este
Tratado a fin de contribuir, entre otras cosas, al desarrollo sostenible y la
disminución de la pobreza. Estas políticas podrán incluir aquellas relacionadas
con la promoción de enfoques basados en el mercado, orientados a mejorar las
condiciones de comercio y el acceso al financiamiento para zonas o poblaciones
vulnerables, y PYMEs.”
La
clave del texto está en la expresión “las Partes reconocen […]”. Esta forma de redactar camufla los
verdaderos intereses de los países imperialistas, que son los bunker de las
empresas transnacionales.
No es un secreto que las empresas capitalistas
de los países imperialistas buscan obtener los máximos beneficios a costa de
saquear a países como el nuestro (semicolonias), llevando la explotación de la
fuerza de trabajo hasta sus límites físicos e intelectuales. Por ello el texto del
TPP aparece como una grotesca hipocresía.
Aunque la explotación imperialista no es
un secreto, se cuidan de presentarnos abiertamente sus objetivos. Por ello han
aprendido a esconder tras un fárrago de expresiones generales sus verdaderos
intereses.
Pues bien, hagamos saltar del vientre de
la verborrea del TPP el meollo del texto.
“El crecimiento económico es la base […]”;
“fomentar el espíritu empresarial […]”; “que aprovechen las oportunidades de
comercio e inversión creadas por este Tratado […]”; “promoción de enfoques
basados en el mercado […]”.
Aquí tenemos los verdaderos mecanismos
promovidos por el Tratado.
Ya sabemos que lo que buscan las
empresas de los países imperialistas es reducir los aranceles y cualquier tipo
de barrera comercial, técnica o administrativa, que impida la libre y ventajosa
explotación capitalista de todos nuestros recursos, así como de nuestra fuerza
de trabajo.
A lo largo de todo el documento se
insiste en el mercado como el
elemento natural de la regulación de las actividades económicas. Pero resulta
que el mercado es ciego, esto es, es el resultado de la anarquía de la
producción (competencia). Esta anarquía de la producción es el desorden que se
presenta al tratar cada capitalista de producir aquellas mercancías que le
permiten obtener mayor rentabilidad. Pero unas mercancías pueden generar
temporalmente mayor rentabilidad, para luego pasar a segundo plano, cediendo el
lugar a otras mercancías.
Esta anarquía de la producción no es
otra cosa que la ley de la selva, en la que se desperdician recursos, debido a
la avaricia de los capitalistas embarcados en una lucha a muerte por mayores
ganancias. Este desorden económico es el ambiente en el cual se enfrentan unos
a otros los burgueses; es el casino donde apuestan sus ganancias.
Aquellas empresas que en estas
circunstancias han tenido éxito, logran acumular capital e imponen una posición
de dominio (monopolios), cuya denominación no es otra que la de imperialismo.
En estas circunstancias, el concepto de mercado o libre mercado se convierte en
propaganda. Los grandes burgueses ahora imponen en todo el mundo sus
condiciones. Su poder económico y político les da la ventaja de tener una mayor
productividad, y con ello, en igualdad de condiciones, obtener mayor plusvalía
que las demás empresas.
Los burgueses desarrollan mecanismos para poder
apropiarse de los recursos del mundo entero así como de la fuerza de trabajo.
Logran esto a través de los acuerdos comerciales, la deuda externa, la
inversión extranjera directa y de la guerra. Lo cual también es expresión de la
competencia entre los mismos imperialistas.
En estas condiciones, el libre mercado no existe; lo
que existe es la coerción que nos imponen los países imperialistas para que les
dejemos explotar a nuestros países sin ningún tipo de control.
Si el libre mercado es sinónimo de anarquía y
explotación capitalista, el dominio imperialista empeora la explotación. Pero
la propaganda imperialista nos presenta el saqueo del cual nos hace objeto como
el ejercicio de la libertad de los pueblos.
En la aplicación de esta propaganda, en
el texto del TPP, en el capítulo 22 (Competitividad y facilitación de negocios)
se dice:
“Artículo 22.2: Comité de Competitividad y Facilitación
de Negocios
1. Las Partes reconocen que para mejorar la
competitividad interna, regional y mundial de sus economías, y promover la
integración económica y el desarrollo dentro de la zona de libre comercio, sus
ambientes de negocios deberán responder a los desarrollos del mercado.”
Para
rubricar su dominio, en el capítulo 20 (Medio ambiente), señalan:
“3. Las Partes además reconocen que es inapropiado
establecer o usar sus leyes ambientales u otras medidas de una manera que
constituya una restricción encubierta al comercio o la inversión entre las
Partes.”
Es
decir, no hay forma de impedir la libre explotación de nuestros recursos por
parte de las transnacionales, independientemente del impacto medioambiental.
El dominio sobre nuestros recursos, en el presente
acuerdo se ha extendido hasta el control de nuestros recursos genéticos, a los cuales
tendrán libre acceso las empresas transnacionales.
En el capítulo 20, artículo 20.13 se dice:
“4. Las Partes reconocen la importancia de facilitar el
acceso a recursos genéticos dentro de sus respectivas jurisdicciones
nacionales, en consonancia con las obligaciones internacionales de cada Parte.
Las Partes además reconocen que algunas Partes requieren, a través de medidas
nacionales, el consentimiento informado previo para obtener acceso a esos
recursos genéticos de conformidad con las medidas nacionales y, cuando ese
acceso sea otorgado, el establecimiento de condiciones mutuamente acordadas,
incluyendo con respecto a la distribución de los beneficios derivados del uso
de dichos recursos genéticos, entre usuarios y proveedores.”
Con
respecto al tema laboral, lo dejan a la legislación de cada país, reafirmando
el reconocimiento del salario mínimo legal. Es decir, adhieren a la forma en la
cual, a nivel mundial, se ha venido expoliando a los trabajadores. A estas
alturas, en nuestro país, la canasta básica familiar supera en casi el 100% al
salario mínimo legal.
Como consecuencia de la inflación y el
desarrollo cíclico de la economía capitalista a nivel nacional y mundial, las
remuneraciones reales tienden a disminuir, lo cual es aprovechado por los
capitalistas para obtener mayor plusvalía por el uso de nuestra fuerza de
trabajo.
Por lo tanto, el TPP es una condena a
los trabajadores para seguir viviendo en la miseria, y así las empresas
imperialistas puedan maximizar sus beneficios.
El texto respectivo es el siguiente
(Capítulo 19. Laboral. Artículo 19.3):
“2. Cada Parte adoptará y mantendrá leyes y
reglamentos, y prácticas conforme a los mismos, que regulen condiciones
aceptables de trabajo respecto a salarios mínimos, horas de trabajo, y
seguridad y salud en el trabajo.”
Tenemos
pues, en el texto del TPP, el contenido que consiste en privilegiar el mercado,
desproteger nuestros recursos y el medio ambiente, y finalmente, dejar a la clase
obrera en particular, y a la fuerza de trabajo en general, bajo el dominio
directo del imperialismo, sin mediación alguna del Estado, salvo como garante
del cumplimiento de esta “libre” explotación.
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