viernes, 1 de enero de 2016

Economía

Las Trampas de los Acuerdos Comerciales del Imperialismo

César Risso

LA LECTURA DEL TPP (Acuerdo de Asociación Transpacífico) nos da una idea de lo “generosos” que son los acuerdos comerciales. El texto parece redactado por las ONGs promovidas por el mismo imperialismo.

Fíjense el manejo que hacen en el siguiente artículo de las ideas generales acerca del bienestar humano (Capítulo 23. desarrollo):

“Artículo 23.3: Crecimiento Económico de Base Amplia 

1.  Las Partes reconocen que el crecimiento económico de base amplia reduce la pobreza, permite la entrega sostenible de servicios básicos y expande las oportunidades para que la gente tenga una vida saludable y productiva.  

2.  Las Partes reconocen que el crecimiento económico de base amplia promueve la paz, la estabilidad, las instituciones democráticas, las oportunidades de inversión atractiva y la eficacia al abordar los desafíos regionales y globales.  

3.  Las Partes también reconocen que generar y mantener el crecimiento económico de base amplia requiere un compromiso sostenido de alto nivel por parte de sus gobiernos para administrar con eficacia y eficiencia las instituciones públicas, invertir en infraestructura pública, bienestar, sistemas de salud y educación, y fomentar el espíritu empresarial y el acceso a las oportunidades económicas.  

4.  Las Partes podrán mejorar el crecimiento económico de base amplia a través de políticas que aprovechen las oportunidades de comercio e inversión creadas por este Tratado a fin de contribuir, entre otras cosas, al desarrollo sostenible y la disminución de la pobreza. Estas políticas podrán incluir aquellas relacionadas con la promoción de enfoques basados en el mercado, orientados a mejorar las condiciones de comercio y el acceso al financiamiento para zonas o poblaciones vulnerables, y PYMEs.”

La clave del texto está en la expresión “las Partes reconocen  […]”. Esta forma de redactar camufla los verdaderos intereses de los países imperialistas, que son los bunker de las empresas transnacionales.

        No es un secreto que las empresas capitalistas de los países imperialistas buscan obtener los máximos beneficios a costa de saquear a países como el nuestro (semicolonias), llevando la explotación de la fuerza de trabajo hasta sus límites físicos e intelectuales. Por ello el texto del TPP aparece como una grotesca hipocresía.

        Aunque la explotación imperialista no es un secreto, se cuidan de presentarnos abiertamente sus objetivos. Por ello han aprendido a esconder tras un fárrago de expresiones generales sus verdaderos intereses.

        Pues bien, hagamos saltar del vientre de la verborrea del TPP el meollo del texto.

        “El crecimiento económico es la base […]”; “fomentar el espíritu empresarial […]”; “que aprovechen las oportunidades de comercio e inversión creadas por este Tratado […]”; “promoción de enfoques basados en el mercado […]”.

        Aquí tenemos los verdaderos mecanismos promovidos por el Tratado.

        Ya sabemos que lo que buscan las empresas de los países imperialistas es reducir los aranceles y cualquier tipo de barrera comercial, técnica o administrativa, que impida la libre y ventajosa explotación capitalista de todos nuestros recursos, así como de nuestra fuerza de trabajo.

        A lo largo de todo el documento se insiste en el mercado como el elemento natural de la regulación de las actividades económicas. Pero resulta que el mercado es ciego, esto es, es el resultado de la anarquía de la producción (competencia). Esta anarquía de la producción es el desorden que se presenta al tratar cada capitalista de producir aquellas mercancías que le permiten obtener mayor rentabilidad. Pero unas mercancías pueden generar temporalmente mayor rentabilidad, para luego pasar a segundo plano, cediendo el lugar a otras mercancías.

        Esta anarquía de la producción no es otra cosa que la ley de la selva, en la que se desperdician recursos, debido a la avaricia de los capitalistas embarcados en una lucha a muerte por mayores ganancias. Este desorden económico es el ambiente en el cual se enfrentan unos a otros los burgueses; es el casino donde apuestan sus ganancias.

        Aquellas empresas que en estas circunstancias han tenido éxito, logran acumular capital e imponen una posición de dominio (monopolios), cuya denominación no es otra que la de imperialismo. En estas circunstancias, el concepto de mercado o libre mercado se convierte en propaganda. Los grandes burgueses ahora imponen en todo el mundo sus condiciones. Su poder económico y político les da la ventaja de tener una mayor productividad, y con ello, en igualdad de condiciones, obtener mayor plusvalía que las demás empresas.

Los burgueses desarrollan mecanismos para poder apropiarse de los recursos del mundo entero así como de la fuerza de trabajo. Logran esto a través de los acuerdos comerciales, la deuda externa, la inversión extranjera directa y de la guerra. Lo cual también es expresión de la competencia entre los mismos imperialistas.

En estas condiciones, el libre mercado no existe; lo que existe es la coerción que nos imponen los países imperialistas para que les dejemos explotar a nuestros países sin ningún tipo de control.

Si el libre mercado es sinónimo de anarquía y explotación capitalista, el dominio imperialista empeora la explotación. Pero la propaganda imperialista nos presenta el saqueo del cual nos hace objeto como el ejercicio de la libertad de los pueblos.

        En la aplicación de esta propaganda, en el texto del TPP, en el capítulo 22 (Competitividad y facilitación de negocios) se dice:

“Artículo 22.2: Comité de Competitividad y Facilitación de Negocios
 
1. Las Partes reconocen que para mejorar la competitividad interna, regional y mundial de sus economías, y promover la integración económica y el desarrollo dentro de la zona de libre comercio, sus ambientes de negocios deberán responder a los desarrollos del mercado.”

Para rubricar su dominio, en el capítulo 20 (Medio ambiente), señalan:

“3. Las Partes además reconocen que es inapropiado establecer o usar sus leyes ambientales u otras medidas de una manera que constituya una restricción encubierta al comercio o la inversión entre las Partes.”

Es decir, no hay forma de impedir la libre explotación de nuestros recursos por parte de las transnacionales, independientemente del impacto medioambiental.

El dominio sobre nuestros recursos, en el presente acuerdo se ha extendido hasta el control de nuestros recursos genéticos, a los cuales tendrán libre acceso las empresas transnacionales.

En el capítulo 20, artículo 20.13 se dice:

“4. Las Partes reconocen la importancia de facilitar el acceso a recursos genéticos dentro de sus respectivas jurisdicciones nacionales, en consonancia con las obligaciones internacionales de cada Parte. Las Partes además reconocen que algunas Partes requieren, a través de medidas nacionales, el consentimiento informado previo para obtener acceso a esos recursos genéticos de conformidad con las medidas nacionales y, cuando ese acceso sea otorgado, el establecimiento de condiciones mutuamente acordadas, incluyendo con respecto a la distribución de los beneficios derivados del uso de dichos recursos genéticos, entre usuarios y proveedores.”

Con respecto al tema laboral, lo dejan a la legislación de cada país, reafirmando el reconocimiento del salario mínimo legal. Es decir, adhieren a la forma en la cual, a nivel mundial, se ha venido expoliando a los trabajadores. A estas alturas, en nuestro país, la canasta básica familiar supera en casi el 100% al salario mínimo legal.

        Como consecuencia de la inflación y el desarrollo cíclico de la economía capitalista a nivel nacional y mundial, las remuneraciones reales tienden a disminuir, lo cual es aprovechado por los capitalistas para obtener mayor plusvalía por el uso de nuestra fuerza de trabajo.

        Por lo tanto, el TPP es una condena a los trabajadores para seguir viviendo en la miseria, y así las empresas imperialistas puedan maximizar sus beneficios.

        El texto respectivo es el siguiente (Capítulo 19. Laboral. Artículo 19.3):

“2. Cada Parte adoptará y mantendrá leyes y reglamentos, y prácticas conforme a los mismos, que regulen condiciones aceptables de trabajo respecto a salarios mínimos, horas de trabajo, y seguridad y salud en el trabajo.”

Tenemos pues, en el texto del TPP, el contenido que consiste en privilegiar el mercado, desproteger nuestros recursos y el medio ambiente, y finalmente, dejar a la clase obrera en particular, y a la fuerza de trabajo en general, bajo el dominio directo del imperialismo, sin mediación alguna del Estado, salvo como garante del cumplimiento de esta “libre” explotación.

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