Mariátegui y la Educación
(Segunda y
Última Parte)
Sara Beatriz Guardia
Mariátegui y la Educación
Mariátegui
le consagra a la educación el cuarto ensayo de los 7 Ensayos titulado “El Proceso de la
Instrucción Pública”, conformado por seis acápites: La herencia colonial y las
influencias francesa y norteamericana; La Reforma Universitaria: Ideología y Reivindicaciones;
Política y Enseñanza Universitaria en
América Latina; La Universidad de Lima; Reforma y reacción; e Ideologías
en contraste. Así mismo, el libro Temas
de Educación, reúne veinticuatro artículos suyos sobre
educación escritos entre 1923 y 1929. Ambas obras constituyen la referencia
bibliográfica básica del presente trabajo.
Hay tres aspectos que consideramos claves en el
análisis de la educación realizado por Mariátegui en los 7 ensayos: una educación que no excluya al indio; una educación
vinculada a la realidad socioeconómica del país; y una educación abarcadora.
Todo lo cual conforma una visión distinta de la modernidad en América Latina.
En ese sentido la obra de Mariátegui significa la
expresión de
una nueva conciencia nacional afirmada en un movimiento de renovación (20).
Fundó “en el Perú, un espacio textual de reflexión sobre
una identidad peruana moderna. Su propuesta política conjuga, por un lado, la
cultura occidental, en particular el marxismo; y, por otro, la cultura andina”
(21), encuentro que constituye la matriz básica de su pensamiento y la visión
de una modernidad diferente. Una modernidad socialista, una modernidad en la
que equidad y justicia existan para todos, una modernidad que también propugne
el desarrollo de la literatura, la estética, el arte.
Inicia su análisis situando la
historia de la instrucción pública en el Perú con tres líneas de influencia: la
española, francesa y norteamericana. De éstas, la herencia española es la de
mayor dominio producto de la
colonización donde primó una educación fuertemente arraigada a un concepto
eclesiástico, una enseñanza excluyente, privilegio de una casta que marginó a
los indios y mestizos.
“El español – señala Mariátegui - trajo a la
empresa de la colonización de América su espíritu medioeval. Fue sólo un
conquistador; no fue realmente un colonizador. Cuando España terminó de
mandarnos conquistadores, empezó a mandarnos únicamente virreyes, clérigos y
doctores.” (22)
En su intento por superar la exclusión del indio
y formular una política de educación nacional orientada a toda la población sin
exclusiones en razón de etnia ó clase, Mariátegui afirma que la educación en el Perú “no tiene
espíritu nacional: tiene más bien un espíritu colonial y
colonizador. Cuando en sus programas de instrucción pública el Estado se
refiere a los indios, no se refiere a ellos como a peruanos iguales a todos los
demás. Los considera como una raza inferior. La República no se diferencia en
este terreno del Virreinato” (23).
Pero no se trata de una herencia cultural o
intelectual, es ante todo una herencia económica y social, puesto que una
educación elitista solo es posible si existe una economía de grupos y capas
privilegiadas. El
problema de la enseñanza se convierte así en un problema económico y social, y
este es un aporte fundamental de Mariátegui, porque tal como apunta
Alberto Tauro en el prólogo de Temas de
Educación, cualquier esfuerzo tendiente a “solucionar aisladamente los
problemas de la educación será artificioso y precario, porque la naturaleza de
sus causas no es sólo educacional; y así los moldes de la educación deben
adecuarse al carácter de la economía y la política. (…) La crisis de la educación
es reflejo de una crisis estructural de la sociedad” (24).
La
educación que propugna Mariátegui forma parte de la tarea de crear un Perú
nuevo dentro del mundo nuevo. No es un asunto aislado de la sociedad ni de su
evolución económica, y este es precisamente – escribe Mariátegui - el mayor
error que han cometido muchos reformadores
al pretender implantar métodos idealistas basados en una doctrina exclusivamente
pedagógica. “Sus proyectos han ignorado el íntimo engranaje que hay entre la
economía y la enseñanza y han pretendido modificar ésta sin conocer las leyes
de aquélla” (25).
Por ello enfatiza la necesidad de analizar y
pensar la educación en un contexto socio económico y político. Por ejemplo, los
acuerdos adoptados en la Convención Internacional de Maestros de Buenos Aires
traducen para Mariátegui un nuevo ideario, porque defienden una enseñanza vinculada a
principios de fraternidad y solidaridad basados “en una más justa distribución
de la riqueza entre los hombres”. Todo lo cual afirmará, “la alianza de los
maestros con los trabajadores manuales que luchan por un programa de justicia
social y económica; y reclaman la democratización efectiva de la enseñanza…”
(26).
En consecuencia, considera necesario
que la reforma de la educación comprenda los estudios primarios y a los
maestros primarios que son los que tienen una labor más abnegada, el salario
más bajo, y por lo general pertenecen a estratos pobres de la sociedad,
mientras que los maestros universitarios gozan de mayores privilegios. Sin embargo,
señala Mariátegui, el maestro primario es sólo maestro, en cambio “el profesor
de la Universidad es, al mismo tiempo, literato o político. La docencia
secundaria y universitaria, tanto por su función como por su estructura, tiende
a crear una burocracia conservadora” (27).
Se trata de una política educacional que incluya a todos los
sectores de la población, sin ningún tipo de exclusión, donde los indios, los
pobres y las mujeres estén incorporados. En Temas
de Educación tres artículos se refieren a la cuestión femenina:“La mujer y
la política”, “Las reivindicaciones feministas”, y el “III Congreso
Internacional de la Reforma Sexual”. En
"La mujer y la política", calificó como uno de los acontecimientos
sustantivos del siglo veinte "la adquisición de la mujer de los derechos
políticos del hombre" (28), lo que permitió su ingreso a la política, el
parlamento y el gobierno.
Mariátegui consideraba que la Revolución
Rusa estaba conectada a la historia de las conquistas del feminismo, y que la
constitución de los soviets acordaba a la mujer los mismos derechos que al
hombre. En la base de este planteamiento figuraba otro propugnado por
Mariátegui según el cual las reivindicaciones victoriosas del feminismo
constituyen el cumplimiento de una última etapa de la revolución burguesa y del
ideario liberal. En ese sentido la
Revolución Francesa inauguró un régimen de igualdad política para los
hombres; no para las mujeres. "Los Derechos del Hombre podían haberse
llamado, mas bien, Derechos del Varón" (29), concluye.
No cree posible que todas las mujeres se
puedan reunir en un movimiento feminista único, puesto que el feminismo tiene
varias tendencias y colores. Existe así, un feminismo burgués, un feminismo
pequeño-burgués y un feminismo proletario, cada uno con sus propias
reivindicaciones y luchas (30). El rechazo de Mariátegui ante "la defensa
de la poesía del hogar", es enfático. Esta, es en realidad, dice, una
defensa de la servidumbre de la mujer. "En vez de ennoblecer y dignificar
el rol de la mujer, lo disminuye y lo rebaja" (31).
En el único artículo que Mariátegui se
refiere a la cuestión sexual, escrito a propósito de la realización del III
Congreso Internacional de la Reforma Sexual que tuvo lugar el 18 de octubre de
1929, se refiere al rol de la mujer en la sociedad, el control de natalidad, la
libertad de las relaciones sexuales, el aborto y prostitución. En este caso, el
planteamiento de Mariátegui está orientado a asignarle a la mujer y a la
educación un rol importante, y señala que "el destino de un pueblo
depende, en gran medida, de su educación sexual” (32)
Nada escapa a su mirada acuciosa:
política, economía, arte, cultura, literatura, cine, psicoanálisis. Todo forma
parte del conjunto de la sociedad que él intenta cambiar de rostro. No es
imparcial ni ajeno a cuanto ocurre a su alrededor. "No soy un espectador
indiferente al drama humano", enfatiza. "Soy, por el contrario, un
hombre con una filiación y una fe" (33)
Pero
esta educación sin exclusiones y de carácter nacional requiere y exige una escuela
única, sostiene Mariátegui. Es
en la enseñanza única donde “se resuelven y se condensan todas las otras
tendencias de adaptación de la educación pública a las corrientes de nuestra
época”, porque es consustancial con una
democracia social que permita que todas las personas sean libren y tengan los
mismos derechos en (34) el acceso a la educación y a la cultura. “Los niños
deben, pues, instruirse juntos en la escuela comunal; no debe haber escuelas de
ricos y escuelas de pobres” (35).
Un
cuestionario enviado por la Revista Repertorio Americano en la que se le
preguntaba: ¿Cree usted que la enseñanza debe unificarse con determinados
propósitos raciales en los países de nuestra América Latina?, y ¿Estima usted
prudente que nuestra América Latina tome una actitud determinada en su
enseñanza ante el caso de los Estados Unidos del Norte?, le permiten a
Mariátegui referirse a cuestiones centrales de la educación como es: Educación
gratuita y laica, la reforma universitaria, la libertad de la enseñanza, enseñanza única y enseñanza de clase, los
maestros y el nuevo espíritu y la escuela, todos publicados en el libro Temas de Educación.
Ubica
la fórmula "educación gratuita, laica y obligatoria" como receta del
viejo ideario demo-liberal-burgués, una fórmula que en sí misma dice y vale
poco. Primero porque se trata de una cuestión que no está planteada en los
mismos términos en varios países de América Latina donde la religión mantiene
intacto su dominio en la enseñanza. “Y, por consiguiente, - dice Mariátegui -
ahí no se trata de extender la enseñanza laica sino de adoptarla. O sea de
empeñar una batalla que puede conducir a la vanguardia a concentrar sus
energías y sus elementos en un frente que ha perdido su valor estratégico e
histórico” (36).
Mientras
que en los países donde la Reforma creó un ambiente favorable al capitalismo la
escuela protestante nació impregnada de liberalismo, y la escuela laica como un
producto natural del liberalismo y del capitalismo. En cambio, “en los países
donde el capitalismo mantuvo el dominio la iglesia solidaria con la economía
medioeval y los privilegios aristocráticos retrasó las condiciones históricas
para el desarrollo del capitalismo” (37).
Mariátegui
sindica a George Sorel como uno de los pocos que denunciaron la mediocridad de
la moral laica, carente “de los elementos espirituales indispensables para
crear caracteres heroicos y superiores”. “No satisface – dice Mariátegui - la
necesidad de absoluto que existe en el fondo de toda inquietud humana. No da
una respuesta a ninguna de las grandes interrogaciones del espíritu. Tiene por
objeto la formación de una humanidad laboriosa, mediocre y ovejuna” (38).
Tampoco le confiere demasiada
importancia a la libertad de enseñanza porque tal como está planteada coinciden
en su defensa “por diversos caminos, los custodios hieráticos de la Tradición
y no pocos caballeros andantes de la Utopía” (39). Sostiene que la libertad de
la enseñanza es un ficción, puesto que el Estado, “cualquier que él sea, no
puede renunciar a la dirección y al control de la educación pública”, por la
sencilla razón que el Estado es el órgano de la clase dominante, y tiene “por
ende, la función de conformar la enseñanza con las necesidades de esta clase
social” (40). Entonces ¿de qué libertad de enseñanza estamos hablando?
Para
Mariátegui uno de los hechos que mejor expresa el surgimiento de una nueva
conciencia nacional,
es el movimiento de renovación que se afirma cada día más entre los maestros.
“El maestro peruano quiere ocupar su puesto en la obra de reconstrucción
social. No se conforma con la supervivencia de una realidad caduca. Se propone
contribuir con su esfuerzo a la creación de una realidad nueva” (41).
Por el contrario, desde su origen la
historia de la universidad tiene como común denominador su falta de vinculación
con la realidad nacional y con las aspiraciones del país, señala Mariátegui
citando el libro La vida Universitaria
de Víctor Andrés Belaúnde. Pero advierte que la “investigación de Belaúnde no
podía ir más allá” en razón de sus vínculos con la burguesía y que solo se
detenía en la constatación “sin buscar sus razones profundas. Más aún: tenía
que contentarse con explicárselo como la consecuencia de un “triste destino” (42).
Hasta el surgimiento del movimiento estudiantil la Universidad permaneció
dominada por el espíritu de la colonia, y fue solo gracias a esas intensas
jornadas que el gobierno reconoció su autonomía bajo el rectorado de Manuel Vicente Villarán (43).
La reforma sustancial para
Mariátegui debe orientarse a la enseñanza primaria, porque la enseñanza
secundaria y la universitaria constituyen un terreno poco propicio a la
renovación y al cambio. La herencia española no consiste en un método
pedagógico sino en un régimen económico-social; por ello, el problema del
analfabetismo del indio resulta ser un problema que desborda un plan meramente
pedagógico (44).
El nacimiento de una corriente socialista, la
adhesión a la socialización de la cultura y el nuevo ideario educacional sobre
los maestros, expresado en publicaciones aparecidas en Lima y provincias (45) constituyen
para Mariátegui el nacimiento de una nueva conciencia surgida al calor de las luchas y no derivada de reformas técnicas.
Cita los aportes fundamentales del Congreso Internacional de Estudiantes de
México de 1921 en el que se acordó la participación de los estudiantes en el
gobierno de las universidades, la implantación de la docencia libre y la
asistencia libre. Los estudiantes chilenos también se pronunciaron en defensa
de la autonomía universitaria, la reforma del sistema docente mediante el
establecimiento de la docencia libre y, por consiguiente, de la asistencia
libre de los alumnos a la cátedras, también la revisión de los métodos y del
contenido de los estudios, y la extensión universitaria como medio de
vinculación de la Universidad con la vida social (46).
El ejemplo
más representativo de esta vinculación fue la creación de las universidades
populares, “uno
de los episodios de la revolución intelectual que actualmente se cumple” (47),
señala Mariátegui, porque fueron concebidas con un criterio diferente a los
“tímidos tanteos de extensión universitaria (…) en toda la América Latina en
visible concomitancia con el movimiento estudiantil. De la Universidad han
salido, en todos los países latinoamericanos, grupos de estudiosos de economía y sociología que han puesto sus
conocimientos al servicio del proletariado, dotando a éste, en algunos
países, de una dirección intelectual de la que antes había generalmente
carecido. Finalmente, los propagandistas y fautores más entusiastas de la
unidad política de la América Latina son, en gran parte, los antiguos líderes
de la Reforma Universitaria que conservan así su vinculación continental, otro
de los signos de la realidad de la "nueva generación" (48).
Finalmente, y para terminar deseo
recordar aquello que dijera Mariátegui, que los verdaderos revolucionarios no
proceden nunca como si la historia empezara con ellos. Saben que representan
fuerzas históricas, cuya realidad no les permite complacerse con la ultraísta
ilusión verbal de inaugurar todas las cosas”. Los revolucionarios encarnan la
voluntad de la sociedad de no petrificarse en un estadio, de no inmovilizarse
en una actitud. A veces la sociedad pierde esta voluntad creadora, paralizada
por una sensación de acabamiento o desencanto. Pero entonces se constata,
inexorablemente, su envejecimiento o su decadencia” (49). La historia la hacen
los hombres poseídos e iluminados por una creencia superior, por una esperanza
super–humana; los demás hombres son el coro anónimo del drama. La crisis de la
civilización burguesa apareció evidente desde el instante en que esta
civilización constató su carencia de mito” (50).
Notas
[20]
Mariátegui. Temas de Educación. Lima,
1970, p. 52. (Todas las citas pertenecen a esta edición).
[21]
Mónica Cohendoz. “Hacia una tradición andina moderna”. CELEHIS,
Mar del Plata, p. 126.
[22]
Mariátegui.
“La herencia colonial y las influencias francesa y norteamericana”. 7 ensayos, p. 110.
[23]
Ibíd.,
p. 106.
[24]
Tauro. Prólogo.Temas de
educación, p. 10.
[25]
Mariátegui.
“La enseñanza y la economía”. Temas de
educación, p. 32.
[26]
Mariategui. “Convención Internacional de Maestros de Buenos
Aires”. Temas de Educación, p. 62.
[27]
Mariategui. “Los maestros y las nuevas corrientes”. Temas de Educación, p. 47.
[28]
Mariátegui. "La mujer y la política". Temas de Educación, p. 123.
[29]
Ibíd., pp. 125-126
[30]
Mariátegui. "Las reivindicaciones feministas". Temas de Educación, p.
130
[31]
Ibid., p. 132
[32]
Mariátegui. "El III Congreso
Internacional de la Reforma Sexual". Temas
de Educación, p. 135.
[33]
Mariátegui. La escena contemporánea. Lima, 1970. p.12
[34]
Mariategui. “Enseñanza única y enseñanza de clase”. Temas de Educación, p. 40.
[35]
Ibíd., p. 42.
[36]
Mariategui. “Introducción a un estudio sobre el problema de la Educación
Pública”. Temas de
Educación, p. 18.
[37]
Ibíd., p. 19.
[38]
Ibíd., p. 21.
[39]
Mariategui. “Libertad de enseñanza”. Temas de Educación, p. 25.
[40]
Ibíd., p. 30.
[41]
Mariategui. “El nuevo espíritu de la escuela”. Temas de Educación, p. 52.
[42]
Mariátegui.
“La Universidad de Lima”. 7
ensayos, p. 134.
[43]
Mariátegui.
“Reforma y reacción”. 7
ensayos, pp. 139-140.
[44]
Mariátegui.
“Ideologías en contraste”. 7
ensayos, pp. 158-160.
[45]
Revista Peruana de Educación (Lima), Revista del Maestro, Revista de Educación
(Tarma), Ideario Pedagógico (Arequipa), El Educador Andino (Puno).
[46]
Mariátegui.
“La Reforma Universitaria: Ideología y Reivindicaciones”. 7 ensayos, p. 128.
[47]
Mariátegui. “Nota de adhesión en el sexto aniversario de la Universidad
Popular”. Boletín de las Universidades Populares Gonzáles Prada. Lima, enero de
1927. Mariátegui Total, tomo 1, Lima,
1994, pp. 918-919.
[48]
Mariátegui.
“La Reforma Universitaria: Ideología y Reivindicaciones”. 7 ensayos, p. 127.
[49]
José Carlos Mariátegui. “Hetedoroxia de la tradición”. Peruanicemos
al Perú. Lima, 1970, pp. 118-119; Mariátegui
Total. Lima, 1994, pp. 324-326.
[50]
José Carlos Mariátegui. “El hombre y el mito”. El alma matinal. Lima, 1972, p. 24; Mariátegui Total. Lima, 1994, pp. 497-499.
Bibliografía
AMÉZAGA, Mariano. La
educación de la mujer. Problemas de la Educación Peruana. Lima: Universidad
Nacional Mayor de San Marcos, 1952.
ARICÓ,
José. (Selección y prólogo). Mariátegui y
los orígenes del marxismo Latinoamericano. México: Siglo XXI editores,
1980.
BASADRE, Jorge. Historia de la República del Perú 1822-1933. Lima: Editorial
Universitaria, 1968, Tomo VII.
BASADRE,
Jorge. “Introducción a los 7 ensayos”. Mariátegui
y los orígenes del marxismo Latinoamericano. México: Siglo XXI editores,
1980.
FORGUES, Roland – DUMAS, Catherine – SUÁREZ,
Modesta (Editores). Mariátegui á
livreouvert.Bordeaux: Maison des PaysIbériques, 1995.
GUARDIA, Sara Beatriz. Las mujeres de Amauta.
Caracas: Fundación Biblioteca Ayacucho, 2013.
GUARDIA, Sara Beatriz. José Carlos Mariátegui. Una visión de género. Lima: Editorial
Minerva, 2005.
GUARDIA, Sara
Beatriz. Mujeres Peruanas. El otro lado
de la Historia. Lima: Editorial Minerva, 2002. (4ta Edición).
MARIÁTEGUI, José Carlos. Mariátegui
Total.
Lima: Imprenta Editorial Minerva, 1994.
MARIÁTEGUI, José Carlos. 7 Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana. Lima: Empresa
Editora Amauta. Obras Completas No. 2, 1992, Quincuagésima Séptima Edición.
MARIÁTEGUI,
José Carlos. El alma
matinal. Y otras estaciones del hombre de hoy. Lima:
Empresa Editora Amauta. Obras Completas No. 3, 1972. 4°
Edición.
MARIÁTEGUI, José Carlos. Temas de Educación. Lima: Empresa Editora Amauta. Obras Completas
No. 14, 1970.
MARIÁTEGUI, José Carlos.Peruanicemos
al Perú.
Lima: Empresa Editora Amauta. Obras Completas No. 11, 1970.
MARIÁTEGUI,
José Carlos. La escena
contemporánea. Lima: Empresa Editora Amauta. Obras
Completas No. 1, 1970, 4°
Edición.
TAURO, Alberto. Clorinda Matto de Turner y la Novela
Indigenista. Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1976.
Capítulos de libros
PARIS, Robert. “Para una lectura de los 7
ensayos”. José Aricó. (Selección y prólogo). Mariátegui y los orígenes del marxismo Latinoamericano. México:
Siglo XXI editores, 1980.
SALADINO, Alberto. “Fuentes del indigenismo peruano del
siglo XX”. Fernando del Diego, et Alt. (Editores). Identidad (es) del Perú
en la literatura y las artes. Canadá, 2005.
SÁNCHEZ GARCÍA, Arturo. “Género, Estado y
Nacionalismo en América Latina”. Yamile Delgado de Smith – María Cristina
González (Coordinadoras). Mujeres en el
mundo: Ciencia, género, migraciones, arte, lenguaje y familia.
Valencia-Venezuela: Universidad de Carabobo, 2009.
Revistas
COHENDOZ, Mónica. “Hacia una tradición andina
moderna”. CELEHIS. Revista del Centro de Letras
Hispanoamericanas. Homenajes. Universidad Nacional de la Mar del Plata. Volumen
I. Año 5 – Nros 6, 7,8, 1996. (pp.125-131)
GENTILE, María Beatriz. “Mariátegui y la utopía
andina”. CELEHIS. Revista del Centro de Letras
Hispanoamericanas. Homenajes. Universidad Nacional de la Mar del Plata. Volumen
I. Año 5 – Nros 6, 7,8, 1996. (pp.139-147)
GERMANA, Cesar.
“Manuel González Prada y Víctor Raúl Haya de la Torre. De la democracia literal
al nacionalismo radical”. Ponencia presentada en el Colloque Internacional
Manuel González Prada en Bordeaux, Université Michel de Montaigne, Bordeaux 3,
2005.
MARIÁTEGUI,
José Carlos. Nota de adhesión en el sexto aniversario de la Universidad
Popular. Boletín de las Universidades Populares Gonzáles Prada. Lima, enero de
1927.
INTERESANTE ARTICULO... SERIA BUENO QUE ESCRIBIERA SOBRE LA SITUACION DE LA UNIVERSIDAD PPUBLICA Y PRIVADA EN ESTOS DIAS , EN QUE SAN MARCOS HA ESTADO EN LAS NOTICIAS.
ResponderEliminar