J. M. Arguedas y su
Preocupación por el Perú, por lo Peruano.
Roque Ramírez Cueva
CERCA
DE MENOS DEL CINCUENTA POR CIENTO sabemos –el otro porcentaje mayoritario no
sabe porque no acostumbra a leer- que desde comienzos del siglo pasado, por los
años veinte, empezaron las polémicas acerca del tipo de sociedad en que
convivíamos y sobre todo del modelo que se pretendía construir. No fueron
debates específicos y directos sobre derroteros de los perfiles de nuestra
sociedad, en cambio si se discutió sobre lo inconveniente de aquel sistema de
oprobio que gobernaba y resolvía la vida de los peruanos, con privilegios para una
reducida élite y con sobre explotación para las mayorías populares.
Debido a ese viejo sistema diseñado por las oligarquías para
provecho de una ínfima minoría es que aparecen nuevas formas de pensamientos,
nuevas organizaciones que se vinculan a los sectores populares y gremiales con
el propósito de exigir cambios a las políticas económicas dadas contra el
pueblo trabajador y sus derechos laborales, también con el ideal de preparar condiciones
para establecer un modelo de sociedad más justa y solidaria. Entre el anarco
sindicalismo que culminaba una etapa de luchas y el aprismo que alentaba el
movimiento de trabajadores agrícolas pero que no deslindaba con el imperialismo
y conservaba prácticas anarquistas, sería el grupo Amauta conducido por José
Carlos Mariátegui quien lideró, en palabras y acción correctas, tales
polémicas.
Es casi a finales del siglo XX, en los años 60 al 80, que
los debates se intensifican, mas no hubo consenso del modelo de sociedad que se
anhelaba, las propuestas eran muchas y diversas. No se tenía claridad sobre el
asunto, Pablo Macera (1) el año 79 (antes de su vinculación al fujimorismo) lo
resumía así:
“Nuestra historia está hecha (malhecha) de cosas que no
ocurrieron, que se malograron a mitad del camino. El Perú es abortivo. No
fuimos del todo con los Incas un Imperio “despótico oriental” ni una sociedad
feudal entera con los españoles. La
república de los burgueses peruanos –que se querían aristócratas- fue una
caricatura de las grandes burguesías internacionales; una burguesía de sobaco.
Nadie sabe que llegará a ser nuestro futuro socialista.”
Este
asunto, como ya se viene diciendo, desde décadas atrás preocupaba a los
artistas e intelectuales más lúcidos. Por ejemplo, Alberto Flores Galindo (2)
afirmó “Hay que repensar la democracia en el Perú. A su vez, la democracia exige
repensar a la sociedad y a cualquier proyecto alternativo en su conjunto”. Y nuestro genuino literato
indigenista no fue la excepción. José María Arguedas al hablar de la manera cómo es que se decide
a plantear e iniciar su trabajo literario, nos está diciendo cuál es su
preocupación central, como intelectual, como creador y como maestro: el Perú
y sus naciones. Acaso se interrogó si
hubo una peruanidad, si la hay, y como se expresa y se particulariza esta.
O como bien lo dice Flores Galindo (3) –precisando la
caótica e imprecisa sociedad en que nos hemos convertido- “…Hasta ahora, el resultado ha sido la destrucción del mundo
tradicional [precisamente rescatado y valorado por Arguedas] sin llegar a
producir una sociedad desarrollada. No funcionó el modelo de una economía
exportadora de materias primas. Parece demasiado tarde para ensayar el camino
de Taiwán. Entonces, tal vez, sólo queda volver a mirar hacia el interior, en
dirección al agro y los pueblos andinos.” (corchetes nuestros). Lo
anterior, sin duda, refuerza los sustentos en la visión de Arguedas sobre
nuestra nación. Leamos, a José María:
“Yo comencé a escribir cuando leí las primeras
narraciones sobre los indios (...) En estos relatos estaba tan desfigurado el
indio y tan meloso y tonto el paisaje o tan extraño que dije: "No, yo lo
tengo que describir tal cual es, porque yo lo he gozado, yo lo he
sufrido", y escribí esos primeros relatos que se publicaron en el pequeño
libro que se llama Agua. (...) Yo lo había escrito en el mejor castellano que
podía emplear, que era bastante corto, porque yo aprendí a hablar el castellano
con cierta eficiencia después de los ocho años, hasta entonces sólo hablaba el
quechua. (...) Cuando yo leí ese relato, en ese castellano tradicional, me
pareció horrible, me pareció que había disfrazado el mundo tanto casi como las
personas contra quienes intentaba escribir y a quienes pretendía rectificar. (…)
rompí todas esas páginas. Unos seis o siete meses después, las escribí en una
forma completamente distinta, mezclando un poco la sintaxis quechua dentro del
castellano, en una pelea verdaderamente infernal con la lengua.”
Y aquí
el autor ya nos habla de por lo menos dos idiomas, quechua y castellano, los
cuales son hablados por sociedades culturales diferentes, por tres naciones,
por tres etnias, la mestiza, la blanca con prioridad de lo español occidental y
la india –incluidos los aymaras- con prioridad
de lo andino. Hay consenso respecto de lo pluricultural y multilingüe.
De esa manera, José María Arguedas, nos mete directamente
en un conflicto y nos remueve viejos conceptos e ideas para que enfrentemos ese
problema que lleva a preguntarnos ¿de qué
elemento peruano podemos hablar? Porque
si bien existimos y existieron los peruanos como individuos que tenemos tal
nacionalidad, por haber nacido en el Perú, no hay la síntesis. Es decir, no hay
un elemento que nos sintetice lo peruano como identidad nacional. Por ahora no
es posible debido a que somos un país multilingüe (varias lenguas cerca de 40
en la Amazonía), por tanto somos pluri étnicos, diversas naciones (quechuas,
aimaras witotos, ashánincas. etc.), y eso implica una convivencia entre diversas
culturas.
Sin embargo, Arguedas que nos está planteando esas
interrogantes, a su vez nos señala las respuestas en sus obras. Particularmente
en Yawar Fiesta, donde según
Francois Bourricaud -sociólogo francés citado por Morgan Quero-(4),
ya nos muestra como se asoma esa posible
síntesis, el cholo, quien va a configurar a futuro lo peruano. La presencia e
intervención del cholo en las desavenencias políticas entre los mistis y los
comuneros quechuas, ya es sugerente de la presencia de dicho cholo como
elemento del proceso que llamamos sincretización.
Morgan cita
así, “Para el sociólogo francés, esto responde a que el cholo es un personaje
moderno. Su modernidad, política, aunque incipiente y frágil –muy frágil en la
Yawar Fiesta de Arguedas–, radica en el hecho de que es el actor potencial de
los cambios del régimen político y de la política.” Morgan continúa, “Por un
lado, el cholo es el motor de un posible y temido estallido de violencia
(Bourricaud 1967: 73) desde el campo, en la medida que reclama ya no como
indio, sino como campesino, su derecho a la tierra”. Creemos que lo hace
pensando en el desborde que se daría en “Los Ríos profundos”.
En los Ríos Profundos, en Yawar Fiesta, en Todas las
Sangres, tenemos tres novelas de Arguedas en las cuales nos ha mostrado esa
diversidad étnica y cultural e idiomática, señala sus conflictos e
idiosincrasia, ha enfrentado y tratado de no conciliar sino de aproximar a dos
mundos y sociedades antagónicas: la occidental desde el idioma español heredado
del conquistador que nos asimilaron los prejuicios racistas y opresivos más las
costumbres religiosas y festivas, incluida la molicie (ociosidad) mencionada
por J. C. Mariátegui. La otra sociedad es la autóctona, teniendo como eje vertebrador
lo andino que se compone de lo ancestral en las bondades del trabajo y
costumbres colectivos, más un idioma e historia que lo expresan culturalmente.
En Yawar Fiesta, a pesar que trata de conciliar ambos mundos, de algún modo los
vencedores son los mistis (hacendados o terratenientes parecidos a los
“blancos” del norte). En Todas las Sangres, hay derrotas de unos y de otros, de
los que tienen el poder y de los que no lo tienen, no hay conciliación en sus
enfrentamientos, en sus pugnas, aunque prevalecen las simpatías y empatías por
el mundo andino y las sociedades quechuas y aymaras, y desde luego los
reivindica, los impone como modelo social y cultural. Sin embargo será en los
Ríos Profundos, donde la reivindicación es total, triunfan las masas campesinas
que se desbordan, truenan y triunfan como los ríos del ande, aparte de crear
sustento y vida, arrasando con los obstáculos del gran poder del misti y de la
autoridad central de la gran ciudad. Los símbolos son elocuentes, se impone el
modelo andino desde el presente y no desde el pasado.
Tal como bien sustenta Aníbal Quijano (5): “…Implica, en consecuencia, el surgimiento
de una nueva vertiente cultural en nuestra sociedad, que crece como tendencia
en los últimos años y prefigura un destino peruano, [tan] distinto que la mera
aculturación total de la población indígena en el marco de la cultura
occidental criolla [representada por los latifundistas y elementos foráneos],
que ha sido hasta aquí el tono dominante de todos los esfuerzos por integrar al
indígena en el seno de la sociedad peruana”. Propósito al que sí se
aproxima Arguedas dotándolo de voz propia, la del mismo indio, desde su mundo
literario. Esto es la propuesta indigenista de José María, un indigenismo donde
el indio habla desde sí mismo. Con él, el indio narra por vez primera sus
opresiones, sus desgarramientos, sus epopeyas.
Establecido y logrado su propósito de reivindicar el
mundo andino y oponerlo con la dignidad en alto frente al otro mundo occidental
desde lo pro hispano, Arguedas entonces se decide proponernos esa sociedad que
se viene reclamando de una identidad nacional homogénea, tratando de resumir
esa expresión de lo peruano. Y lo intenta en su novela El zorro de arriba y el
zorro de abajo. Aquí nos muestra, desde una gran urbe costeña, invadida y
repoblada por migrantes de todas nuestras regiones, los cambios que se vienen
generando en nuestro país, donde lo predominante ya no es lo occidental, aunque
predomine su idioma, sino que las otras culturas, andinas y amazónicas, con gran
fuerza muestran lo suyo, es decir lo nuestro, imponiéndose sobre una cultura
criolla que tiende a desaparecer, y que si hay rezagos es debido a los fines de
un poder económico y político centrales. Cambios que no son tareas fáciles en
tanto hay fuertes dislocaciones que resolver. En el El zorro de arriba y el
zorro de abajo, Arguedas integra esa pluriculturalidad y diversidad étnicas con
el propósito de asentar las bases y construir las estructuras de esa nación
peruana con identidad definida en ese elemento de lo peruano que nos fusione
como tales. En otras palabras, en esta obra se buscó encontrar la simbiosis de
lo peruano, lo cual no pudo ser a plenitud.
Ante ello, Cornejo Polar (6), para que se comprenda e
integre mejor los análisis de las literaturas duales o múltiples, y cuánto
difieren una de otra, propone la heterogeneidad, donde “…actúan discursos
discontinuos que configuran estratificaciones que en cierto modo verticalizan y
fragmentan la historia, tal como se aprecia en la reenunciación de los mitos de
Huarochirí en el Zorro de arriba y el zorro de abajo…”. Y Polar, sin duda, se
refiere a la obra de Arguedas que es donde se vuelven a enunciar -desde la intertextualidad- los
mitos que ya aparecen incluidos en el dicho manuscrito de Huarochirí.
Justamente otro propósito de Arguedas, sino uno de los
primordiales, fue, no sólo mostrar y dar evidencia de las pugnas y
acercamientos de más de dos mundos diferentes, sino que se propuso
des-verticalizar y des-fragmentar nuestra historia. Esa que desde lo oficial
priorizaba lo pro hispánico occidental, ignorando adrede esas otras historias
no oficiales, informales pero certeras que relatan el pasado y presente del
otro mundo, el andino. Lo hizo oponiendo temáticas y personajes, y
aproximándolos desde un lenguaje de conexión a personajes, espacios e
instituciones antagonistas.
Por cierto, esta inquietud de Arguedas no es exclusiva de
su narrativa, en su poesía expresa claramente sus ideas y pensamientos y le
propone a los intelectuales abran su visión más allá de la perspectiva
occidental y se atrevan a descubrir todo un maravilloso mundo andino, en el
poema “Llamado a los doctores” ello es explicito, es muy claro.
“No huyas de mi doctor, acércate Mírame bien
reconóceme. ¿Hasta cuándo he de esperarte? Acércate a mí; levántame hasta la
cabina de tu helicóptero. Yo te invitare el licor de mil savias diferentes.
Curaré tu fatiga que a veces te nubla como bala de
plomo, te recrearé con la luz de las cien flores de quinua, con la imagen de su
danza al soplo de los vientos; con el pequeño corazón de la calandria en que se
retrata el mundo,…”
Y
también es una constante lo conflictivo entre dos mundos –no intenta olvidarlo
menos esconderlo- que representan a sociedades opresoras y oprimidas; en el
poema Katatay se lee:
Katatay
(temblor)
Dicen
que tiembla la sombra de mi pueblo;
está
temblando porque ha tocado la triste sombra del corazón
de las
mujeres.
¡No
tiembles, dolor, dolor¡
¡La
sombra de los cóndores se acerca!
—¿A qué
viene la sombra?
¿Viene
en nombre de las montañas sagradas
o a
nombre de la sangre de Jesús?
—No
tiembles; no estés temblando;
no es
sangre; no son montañas;
es el
resplandor del Sol que llega a la pluma de los
Cóndores.
Aquí en
los versos de Katatay, la sombra. La oscuridad vienen de fuera, la sombra es un
poder que cubre y cae sobre el pueblo, el sol, el inti, la desvanece, se le
opone junto con el cóndor. La religiosidad ancestral y andina con la cristiana
se hallan en permanente convivencia, pero es un connubio conflictivo por prevalecer
la segunda y preservarse, la primera.
Conclusión. Según J.M. Arguedas, el tránsito y
construcción de lo peruano como identidad de nación pasa por; a) resolver
añejos conflictos subsistentes que nos vienen desde el triunfo de los invasores
con Pizarro y la Santa Inquisición; y b) conocernos, reconocernos y aceptarnos
en lo cultural, lingüístico y en lo étnico.
Notas
(1) Macera,
Pablo. Conversaciones con Basadre. Ed. Mosca Azul. 1979.
(2) Flores Galindo, Alberto, La tradición autoritaria: Violencia y democracia en el Perú, SUR. Casa
de Estudios del Socialismo-APRODEH, Lima, 1999.
(3)
Flores Galindo, A. Buscando un Inca: identidad y utopía en
los Andes. Lima: Instituto de Apoyo Agrario.
1987. Pp, 362-3
(4)
Morgan Quero. Cholificación
y democratización en el Perú: una mirada desde la obra de François Bourricaud.
Edit. IEP. 2015.
(5)
Quijano, Aníbal. Dominación
y cultura: lo cholo y el conflicto cultural en el Perú. Lima.
Editorial Mosca Azul. 1980. Pp. 72-3
(6)
Mazzoti,
J. Antonio. Asedios a la heterogeneidad
cultural: libro de homenaje a Antonio Cornejo Polar. Lima,
Asociación Internacional de Peruanistas. 1996. P. 56.
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