Nota:
EN LA EDICIÓN PASADA de esta
revista virtual publicamos en esta misma sección un documento de la “Asamblea
Nacional de los pueblos del Perú y el Tawantinsuyo”. Como puede constatar el
lector, en este documento se ha hecho circular una consigna que no responde a
la realidad actual ni a la necesidad de la lucha por el Perú Integral. Esta
consigna es la siguiente: “¡Ni Conga ni ninguna otra Conga en Cajamarca ni en
el Perú y el Tawantinsuyo!”. Como se ve, la consigna separa un supuesto
territorio del Perú de un supuesto territorio del Tawantinsuyo. En el
postscriptum al artículo Mariátegui y “el
problema del indio”, de nuestro compañero Eduardo Ibarra, se señaló
oportunamente la peligrosa idea de un “patrimonio territorial” de los pueblos
indígenas originarios y de un supuesto “derecho a la libre determinación” de los mismos.
Es sumamente grave que
cierta corriente política haya desenterrado las viejas posiciones oportunistas
de Ravines y Martinez sobre la cuestión nacional, y más grave todavía que en la
mencionada Asamblea campee el conciliacionismo con tales posiciones y que de
esa forma se contribuya a la confusión de nuestro pueblo.
Criticada en la segunda
mitad de 2014 con argumentos irrebatibles, tal desenterramiento no ha sido
dejado a un lado por el Consejo Directivo de la Asamblea. Esto significa que esta instancia
orgánica se ha mostrado contumaz en su errónea concepción.
Frente a ello, CREACIÓN HEROICA, por
su parte, se muestra pertinaz en la defensa de la concepción mariateguiana, en
la crítica a la concepción de Ravines y Martínez y en el desenmascaramiento de
su desentierro por quienes levantan la antimariateguiana idea de un pueblo
peruano y un pueblo tawantinsuyano separados entre sí.
Puesto que estamos hablando de
pueblo, hay que subrayar que, precisamente el pueblo peruano, conformado por
“todas las sangres”, para decirlo con José María Arguedas (a quien, dicho sea
de paso, se le rinde reconocimiento –incluso asumiendo su nombre como título de
una agrupación política, como ocurría hasta hace no mucho–, pero a quien, al
mismo tiempo, se le niega su concepción del pueblo peruano: ver, a propósito,
su ensayo El complejo cultural en el Perú),
es el sujeto principal del proceso de
formación de la nación peruana, y ninguna separación artificiosa de nuestro
pueblo en “pueblo peruano” y “pueblo tawantinsuyano” puede escamotear esta
realidad.
CREACIÓN HEROICA no comparte, pues, la posición
del Consejo Directivo de la mencionada Asamblea, sencillamente porque es
teóricamente errónea y políticamente da
pie a sentimientos separatistas.
Solo la honestidad intelectual y
una verdadera adhesión al pensamiento de Mariátegui puede hacer que las
personas equivocadas rectifiquen su concepción errónea y por lo tanto el nombre
de la Asamblea.
Por lo expuesto, republicamos, a
continuación, un fragmento del artículo Mariátegui
y el “problema del indio” y el Postscriptum
del mismo, a fin de que el lector
aprecie las razones de nuestra crítica –que hasta hoy se ha enfrentado
infuctuosamente a la razón de la sinrazón–, así como la justeza de nuestra
propuesta de rectificar el rumbo.
01.01.2016.
Comité de
Redacción.
¡Defender el Pensamiento de
Mariátegui de toda tergiversación y desarrollarlo en función de la realidad
actual!
Mariátegui y el “Problema del
Indio”
(Fragmento)
Eduardo Ibarra
Como hemos señalado, el proceso de formación de la
nación peruana se cumple actualmente al compás del desarrollo del capitalismo.
Pero incluso en este marco, el socialismo va marcando, así sea con vicisitudes,
su propia impronta en dicho proceso. Por eso Mariátegui señaló: “Los mismos
cuatro millones de hombres, mientras no son sino una masa inorgánica, una
muchedumbre dispersa, son incapaces de decidir su rumbo histórico. En el
Congreso indígena, el indio del norte se ha encontrado con el indio del centro
y con el indio del sur. El indio, en el congreso, se ha comunicado, además, con
los hombres de vanguardia de la capital. Estos hombres lo tratan como a un
hermano. Su acento es nuevo, su lenguaje es nuevo también. El indio reconoce en
ellos, su propia emoción. Su emoción de sí mismo se ensancha con este contacto.
Algo todavía muy vago, todavía muy confuso, se bosqueja en esta nebulosa
humana, que contiene probablemente, seguramente, los gérmenes del porvenir de
la nacionalidad” (t.11, pp.33-34).
El Socialismo Peruano tiene una teoría
correcta del “problema del indio”, y, sobre esta base, entiende la tradición
indígena originaria no como una tradición extraña a las otras tradiciones que
concurren a la formación de la nación peruana, sino como una tradición en
progresiva interpenetración con las demás.
Polemizando con Sánchez, Mariátegui señaló: “He constatado la dualidad nacida de la conquista para
afirmar la necesidad histórica de resolverla. No es mi ideal el Perú colonial
ni el Perú incaico sino un Perú integral. Aquí estamos, he escrito al fundar
una revista de doctrina y polémica, los que queremos crear un Perú nuevo en el
mundo nuevo”. “La reivindicación que sostenemos es la del trabajo. Es la de las
clases trabajadoras, sin distinción de costa ni de sierra, de indio i de cholo.
Si en el debate –esto es en la teoría– diferenciamos el problema del indio, es
porque en la práctica, en el hecho, también se diferencia. El obrero urbano es
un proletario: el indio campesino es todavía un siervo. Las reivindicaciones
del primero, –por las cuales en Europa no se ha acabado de combatir–
representan la lucha contra la burguesía; las del segundo representan aún la
lucha contra la feudalidad. El primer problema que hay que resolver aquí es,
por consiguiente, el de la liquidación de la feudalidad, cuyas expresiones
solidarias son dos: latifundio y servidumbre. Si no reconociésemos la prioridad
de este problema, habría derecho, entonces sí, para acusarnos de prescindir de
la realidad peruana” (t.13, pp.222-223)
Es decir la diferencia entre la población
indígena originaria y la población indígena no
originaria, es que mientras una mayoría de la primera se mantiene todavía atada
a relaciones serviles y semiserviles, un núcleo de la segunda tiene la condición
de obrera.
Por eso, con Mariátegui, la reivindicación que sostenemos es la del trabajo, sin distinción de
costa ni de sierra, de indio ni de cholo.
Por eso, con Mariátegui, constamos la dualidad nacida de la conquista para
afirmar la necesidad histórica de resolverla.
Por eso, con Mariátegui, no es nuestro ideal el Perú colonial ni el Perú incaico sino un Perú integral.
Mariátegui señala: “Expuesto
en términos nacionalistas, –insospechables y ortodoxos– [el “problema del
indio”] se presenta como el problema de la asimilación a la nacionalidad
peruana de las cuatro quintas partes de la población del Perú” (ibídem, p.72).
Asimilación a la nacionalidad peruana, dice Mariátegui. ¿Por qué? Porque la nación peruana
se procesa al compás del desarrollo del capitalismo que, como se sabe, tiene
lugar sobre todo en la costa. Sin embargo, en la sierra las relaciones serviles
y semiserviles supervivientes aparecen como momentos de la reproducción
capitalista; además, el desarrollo del capitalismo en la agricultura convierte
al siervo en obrero agrícola y, por otro lado, los indígenas originarios
migrados a las ciudades, y principalmente a Lima, se encuentran incorporados a
la economía urbana.
Esta realidad expresa la
participación de la población indígena en el proceso de formación de la nación
peruana, la unidad de nuestro pueblo sin distinciones de raza, la unidad de sus
reivindicaciones, la unidad de su destino histórico.
La revolución peruana es una
expresión de sentimiento autóctono y de pensamiento universal. La
reivindicación de las reivindicaciones del pueblo peruano es la revolución
socialista. Desde la Creación Heroica de Mariátegui (1921-1930), el socialismo
marxista es parte del pensamiento peruano, del sentimiento peruano, de la
peruanidad.
En conclusión, la emancipación
de la población indígena originaria depende del triunfo de la revolución
socialista. Por eso Mariátegui señaló: “… lo mismo que el estímulo que se
preste al libre resurgimiento del pueblo indígena, a la manifestación creadora
de sus fuerzas y espíritu nativos, no significa en lo absoluto una romántica y
anti-histórica tendencia de reconstrucción o resurrección del socialismo
incaico, que correspondió a condiciones históricas completamente superadas, y
del cual sólo quedan, como factor aprovechable dentro de una técnica de
producción perfectamente científica, los hábitos de cooperación y socialismo de
los campesinos indígenas. El socialismo presupone la técnica, la ciencia, la
etapa capitalista; y no puede importar el menor retroceso en la adquisición de
las conquistas de la civilización moderna, sino por el contrario la máxima y
metódica aceleración de la incorporación de estas conquistas en la vida
nacional” (t.13, p.161).
Ya en la sociedad actual, los
indígenas originarios muestran su asimilación a la técnica moderna, al
industrialismo, a las conquistas de la civilización occidental.
Pero solo con el socialismo
como movimiento los indígenas originarios se asimilan al proceso de formación
de la nación peruana, no como tales sino como peruanos. Y así será también en
el socialismo como formación social.
Entonces, y solo entonces, el
pueblo peruano realizará plenamente su personalidad.
21.07.2011.
Postscriptum
En la “Declaración del I Consejo Directivo de la Asamblea Nacional de los
Pueblos del Perú y el Tawantinsuyu”, publicado en nuestra edición del primero
de agosto del año en curso, hay una concepción bastante sui géneris del pueblo peruano, que se observa en el propio título
del Consejo (“pueblos del Perú y el Tawantinsuyo”), así como también en el
mismo texto de la Declaración (“de los pueblos peruano
y tawantinsuyano”).
La primera frase copiada encierra el concepto de
que el pueblo peruano es tal porque es del Perú y del Tawantinsuyo; la segunda
frase encierra el concepto de que en el Perú existe un pueblo peruano y,
aparte, un pueblo tawantinsuyano.
Mariátegui señaló que “La civilización
[tawantinsuyana] ha perecido; no ha perecido la raza” (7 Ensayos, p.336). De esto, como se sabe, hace ya más de quinientos
años.
Disuelta la civilización incaica, los distintos
pueblos indígenas originarios quedaron incorporados al Estado colonial impuesto
por España, y, con el nacimiento de la República, insertados en el proceso de
formación de la nación peruana.
En otras palabras, los indígenas originarios se
convirtieron en parte del pueblo peruano, aunque, como es claro,
mayoritariamente en condición de siervos.
Levantar aquello del “pueblo tawantinsuyano”, es
levantar prácticamente una bandera programática. Esto se constata en la idea de reivindicación territorial del
pueblo indígena originario (“patrimonio territorial”) y del “derecho a la libre
determinación”, como se plantea en la revista Pizarra Socialista (ver número 1, p.9).
De facto, tales criterios desentierran
viejos planteamientos de Ravines y Martínez (ver El problema indígena en América Latina, en Socialismo y Participación, nº11, Lima, setiembre 1980, pp.35-38 y El Perú ¿una nación?, en Apuntes para una interpretación marxista de
historia social del Perú, t.II, Lima,
s/f, pp.141-211, respectivamente).
Es claro que tales ideas
son discrepantes con respecto
al pensamiento de Mariátegui, y peligrosas con respecto a la lucha por un Perú
Integral. Por eso las controvertimos.
Publicamos en estas páginas la
Declaración que comentamos en uno de sus puntos y algún otro documento del
citado “Consejo Directivo”, porque representa a organismos de masas. Pero al
mismo tiempo ejercemos nuestro derecho a criticar lo que tales documentos
tienen de criticables. Es una crítica fraterna, pero firme.
Esperábamos que los marxistas
que escriben en Pizarra Socialista
criticaran, en el segundo número de la revista, tales ideas discrepantes y
peligrosas. Pero no ha ocurrido así, lo que prueba de manera irrefutable que en
tales páginas prácticamente se han convertido en tribuna de concepciones no
proletarias.
Pero no sólo en Pizarra Socialista se constata la
dominancia del espíritu liberal burgués (dejar hacer, dejar pasar), sino
también en todo el movimiento.
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