Algunos
Problemas en la Lucha Contra el Psicoanálisis
(Primera Parte)
Joseph C. Clayton
LA PUBLICACIÓN DEL PRIMER VOLUMEN de la biografía
de Freud por Ernest Jones ha dado ocasión para un nuevo estallido de
glorificación del padre del psicoanálisis. Por otra parte, las autoridades
burguesas han intentado establecer como una verdad reconocida universalmente
que, sea cual fuere la diferencia que exista, Freud permanece como "el
Colón de la mente", "el Isaac Newton del mundo mental", etc.
Casi no es necesario en esta etapa, después de
los muchos artículos y discusiones que han tenido lugar en los círculos marxistas
y progresistas, repetir que los marxistas no están de acuerdo con tal opinión.
Por el contrario, ellos rechazan el freudismo y el psicoanálisis como una
teoría falsa, idealista y no científica.
¿Cómo se explica la creciente aceptación y
difusión del psicoanálisis por la burguesía? Se debe a que esta teoría se
presta como ninguna otra para servir los intereses de la clase dominante en el
actual período de decadencia de su sistema. En una sociedad cuya decadencia y
crisis progresivas producen creciente frustración, infelicidad, confusión y
aún grave transtorno mental, la preocupación de la gente por las causas y la
curación de los estados mentales anormales es una preocupación muy práctica. La
clase dominante da salida a este problema con su respuesta: el freudismo. A la
gente se le dice en autorizados términos "científicos" que sus trastornos
mentales no guardan relación con la sociedad enferma y corrompida en que viven,
sino más bien que son causados por ciertos "instintos" bestiales,
innatos, inmutables, determinados biológicamente, reprimidos en sus mentes
"inconscientes". Y en todas partes los que practican el freudismo,
los psicoanalistas, afirman que la verdad de su ideología está probada por las
"curas" que consiguen.
Pero aún más. Puesto que el psicoanálisis
pretende ser la ciencia de la mente, la filosofía idealista predominante de la
burguesía, prontamente se somete a la demanda del freudismo de proporcionar una
explicación legítima de la Historia, organización social, conflictos humanos y
del desarrollo cultural. Así llega a tener una gran arma ideológica contra la
interpretación marxista de la Historia, contra el método de lucha de clases de
la clase obrera y contra la perspectiva, basada en la ciencia —que
comparten grandes sectores de la humanidad—, de que el camino para la solución
de todos los grandes problemas reside en la reorganización de la sociedad, en el
Socialismo y el Comunismo.
Ya
hace algún tiempo que el movimiento marxista, tanto aquí como en el extranjero,
ha llegado en general a un acuerdo en cuanto al carácter reaccionario del
freudismo. Pero sólo en los últimos años —a medida que el freudismo extiende en
forma creciente su influencia, no sólo en los campos de la psicología y la
psiquiatría, sino también prácticamente en cada sector de la ciencia social y
de la cultura burguesas— ha comenzado a desarrollarse en nuestro Partido la
conciencia de la necesidad de una lucha activa contra esta arma ideológica del
imperialismo.
La
amplia lucha contra el freudismo de las dos últimas décadas ha dado algunas
victorias. El punto más vulnerable, especialmente para quienes trabajan en el
terreno social, ha sido el extremo individualismo de las teorías de Freud. Este
individualismo, particularmente, ha sido rechazado en muchos círculos. Como
resultado, han aparecido nuevas escuelas de psicoanálisis neo-freudianas: los
"culturistas" e "ínter-personalistas" como Horney,
Sullivan, Fromm y Kardiner, que combinan la sumisión a la ideología freudiana
con una preocupación aparente por factores culturales y sociológicos. Así pues,
no basta hoy en día luchar solamente contra el freudismo clásico; también es
necesario luchar contra los neofreudianos que han reganado, en el campo social,
gran parte del terreno que ha estado perdiendo el psicoanálisis.
Finalmente,
como el movimiento marxista esclarece cada vez más su oposición al
psicoanálisis, subterráneamente aparece una tendencia (fenómeno ya familiar en
la historia) que rechaza ostensiblemente toda vinculación con el
psicoanálisis, pero que conserva sus conceptos básicos bajo una capa de frases
marxistas. Es necesario luchar también contra tales deformaciones del
marxismo.
* * *
La psicología humana está
relacionada con el estudio de fenómenos mentales tales como sensaciones,
percepciones, ideas, emociones y actitudes; los fenómenos que en conjunto
llamamos conciencia.
La
psicología debe, como cualquier otra ciencia, utilizar un método objetivo de
investigación. En otras palabras, debe basarse en el estudio del material,
fenómenos objetivos y, a partir de este estudio, descubrir las leyes objetivas
de la conciencia, de lo subjetivo. La conciencia en sí misma es un reflejo de la realidad. Lenin
dice:
"La
distinción fundamental de los materialistas y los adherentes al idealismo consiste en el
hecho de que la sensación, la percepción, la idea y la mente del hombre en
general es considerada una imagen de la realidad objetiva."1
Esta imagen subjetiva de
la realidad externa es producida por el funcionamiento de los centros
cerebrales superiores, la corteza cerebral, que Lenin llamaba "la base
material de los fenómenos mentales: los procesos nerviosos."
Stalin resume el problema como sigue:
"En oposición al idealismo, el cual afirma
que sólo nuestra conciencia tiene una existencia real y que el mundo material,
el ser, la naturaleza, sólo existen en nuestra conciencia, en nuestras
sensaciones, en nuestras percepciones, en nuestros conceptos, el materialismo
filosófico marxista parte del criterio de que la materia, la naturaleza, el
ser, son una realidad objetiva, existen fuera de nuestra conciencia e
independientemente de ella, de que la materia es lo primario, ya que constituye
la fuente de la que se derivan las sensaciones, las percepciones y la
conciencia, y la conciencia lo secundario, lo derivado, ya que es la imagen
refleja de la materia, la imagen refleja del ser; el materialismo filosófico
marxista parte del criterio de que el pensamiento es un producto de la materia
que ha llegado a un alto grado de perfección en su desarrollo, y más
concretamente, un producto del cerebro, y éste el órgano del pensamiento, y de
que, por lo tanto, no cabe, a menos de caer en un craso error, separar el
pensamiento de la materia."2
El estudio científico de lo subjetivo debe, en
consecuencia, basarse en las leyes objetivas de la base material de la
conciencia: la interacción entre las condiciones de vida del individuo y el funcionamiento
de su corteza cerebral. La base para el desarrollo de una verdadera ciencia de
la psicología es diferente de la que encontramos en otras ciencias. Otras
ciencias, ya sean físicas o sociales, estudian fenómenos materiales tales como
átomos, moléculas, células vivas, la producción y el intercambio de mercancías,
etc. Las leyes objetivas en estas ciencias pueden por eso ser descubiertas y
formuladas directamente en términos de los fenómenos estudiados por la ciencia.
La psicología, por el contrario, estudia lo subjetivo, fenómenos que no tienen
la calidad de una existencia independiente, autodeterminada debido a su
naturaleza derivada, secundaria. Como resultado, las leyes objetivas de la
psicología no pueden ser descubiertas y formuladas en términos de lo subjetivo,
sino indirectamente, a través del estudio de su base material.
Los psicoanalistas, por otra parte, encaran el
estudio de la vida mental, de lo subjetivo, sobre una base enteramente
diferente. Sus "leyes" del funcionamiento de la mente no están
basadas en procesos materiales primarios, sino en la acción de hipotéticos impulsos
instintivos, determinados biológicamente, de los cuales se supone que se
expresan a través de las emociones, actitudes e ideas del individuo. Aunque el
freudismo sostiene que descansa en una teoría biológica, en la práctica
descansa en el idealismo subjetivo. Esto se debe a que interpreta el
funcionamiento de la mente sobre la base, no de entidades materiales primarias,
sino de entidades subjetivas —emociones, ideas, etc.—, que son solamente
reflejos de la realidad. Los freudianos van aún más lejos al interpretar, no
sólo la vida mental del individuo en función, de fuerzas subjetivas, sino también las enfermedades físicas, el arte,
la ciencia, así como la sociedad. ¡Es un subjetivismo vengativo! Lo que es
secundario —lo subjetivo— se hace primario; y lo que es primario —la realidad
social externa— se hace un reflejo de lo subjetivo.
En concordancia con su enfoque subjetivo, los psicoanalistas ignoran
completamente la fisiología de la corteza cerebral. Separan la materia del
pensamiento lo más completamente que pueden, y frecuentemente se jactan de
ello.
Repitamos: el estudio de lo subjetivo no es lo mismo que el idealismo
subjetivo. Por el contrario, el estudio de lo subjetivo (de los procesos
mentales) puede y debe ser desarrollado científicamente tal como el estudio de
los átomos, las células vivas, la producción de mercancías o cualquier otro
fenómeno de la naturaleza y de la sociedad. Sin embargo, cuando los fenómenos
mentales son tratados como primarios en vez de como reflejos de la realidad exterior, y son separados de su base material (los
centros cerebrales superiores), esto se transforma en un planteamiento idealista
subjetivo.
***
El extremo
idealismo subjetivo del freudismo se muestra no sólo en su teoría, sino también
en las técnicas de la práctica terapéutica del psicoanálisis.
Estas técnicas de los psicoanalistas están necesariamente determinadas
por los objetivos que se proponen alcanzar. Estos objetivos reciben diferentes
denominaciones, tales como "hacer el inconsciente consciente",
"autocomprensión", eliminación del "conflicto interior";
pero en esencia todos ellos envuelven intentos de manipulación y reordenación
del estado subjetivo del paciente. Por contraste, una psicoterapia materialista
establecería como objetivos obtener cambios en la práctica del individuo,
cambios orientados de tal modo que su conciencia reflejara la realidad
exterior con más precisión y mayor profundidad.
Las técnicas básicas de los psicoanalistas, todas las cuales reflejan
su posición idealista, comprenden la asociación libre, el énfasis en la
relación paciente-terapista, y la preocupación por la interpretación de los
sueños sobre una base subjetiva. Se le dice al paciente que debe hablar
espontáneamente sin atención a la lógica, la coherencia o la relación. Si hace
esto, es decir, si "asocia libremente", entonces sus palabras
comenzarán a revelar la tierra prometida de los freudianos, "el
Inconsciente". En verdad es lógico que el psicoanalista, a quien no le
preocupa la realidad objetiva, estimule en sus pacientes este tipo de procesos
mentales llamados asociaciones libres, en las que el reflejo de la realidad
exterior es más confuso, tenue y obscuro. Un cultivo y estimulo prolongado de
este tipo de pensamiento en el paciente puede llevar solamente a una extrema
preocupación por sí mismo y a dejar de lado los problemas reales del mundo
real.
El psicoanalista instiga al paciente a alejarle más aún de sus
problemas reales, envolviéndolo en forma intensa en consideraciones respecto a
la relación paciente-terapista. El psicoanalista insiste en que esta relación
es muy especial y le da un rótulo distintivo: "la transferencia".
Asegura al paciente que el éxito del tratamiento depende de cómo él intervenga
en esta relación. De este modo, el paciente es mucho más apartado de sus
problemas reales en el mundo exterior al verse envuelto en los problemas de
esta relación única y, en muchos aspectos, artificial. La relación paciente-terapista
está ciertamente muy lejos de la actividad productiva del paciente y de sus
demás relaciones en la sociedad. Así pues, no puede ser un factor decisivo en
cuanto a aumentar la comprensión por parte del paciente, del mundo en que vive,
incluyendo la naturaleza de sus relaciones con otras personas.
Volviéndonos al asunto de los sueños, encontramos que los
psicoanalistas han desarrollado una estructura muy elaborada de interpretación
de este fenómeno. Pero toda esta estructura descansa en una base subjetiva:
cómo el "inconsciente reprimido" se expresa en los sueños, cómo opera
un censor mítico, cómo el sueño expresa un deseo disfrazado, etc. Se ignora
totalmente el hecho objetivo básico de que en el sueño el funcionamiento de la
corteza cerebral se modifica, de modo que estudiar el sueño científicamente
significa, en primer término, conocer cómo funciona la corteza cerebral durante
el sueño.
Finalmente, esta orientación básica de los psicoanalistas a apartarse
de la realidad objetiva se expresa en el modo cómo se conduce el tratamiento.
El paciente habla tendido en una camilla, con el psicoanalista oculto de sus
ojos. Este método es la cima de la artificialidad y de la irrealidad, muy lejos
de la conducción corriente de las relaciones humanas. Está concebido —y
triunfa en su propósito— para que el paciente considere su problema en una
atmósfera irreal, de aislamiento, en la que ocupa el primer plano su estado
subjetivo, abstraído de la realidad externa.
En resumen, la actitud de los psicoanalistas ante el tratamiento de
los trastornos mentales descansa en una teoría extremadamente idealista
subjetiva, el freudismo. Sus técnicas terapéuticas reflejan esta actitud y
tienden a influir a sus pacientes en el sentido de preocupaciones subjetivas,
centralizadas en si mismas, individualistas, y a apartarlos de cualquier
actitud objetiva, activa ante sus problemas reales en el mundo real. Los
pacientes tratados de este modo pueden, en ciertas ocasiones, experimentar una
mejoría en cuanto a los síntomas que los llevaron al psicoanalista en busca de
tratamiento. Esta clase de alivio puede alcanzarse con cualquier procedimiento
que disminuya los reflejos subjetivos de problemas y conflictos objetivos. En
cierto sentido lo hace la religiosidad; en otro sentido, el uso de drogas y
narcóticos y el psicoanálisis lo consigue mediante su elaborada técnica propia.
Pero, ¿es ésta una curación? En aras de un aminoramiento del trastorno
mental, el sujeto se aísla aún más de sus problemas reales,
deja de lado aun el intento de afrontar subjetivamente sus problemas reales y sacrifica la posibilidad de aumentar su
conocimiento y de profundizar su conciencia del mundo en que vive.
_____________
Notas
(1) V. I. Lenin, "Materialismo y empiriocriticismo".
(2) J.
Stalin,
"Historia del PC (b) de la URSS". (Ediciones Anteo, 1947), p. 114.
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