Educación
Los Centros Escolares Obreros de Morococha: 1924-1930
(Primera Parte)
Víctor Mazzi Huaycucho
Los Maestros de los Centros Escolares Obreros
Toda propuesta de
renovación de la educación peruana, por la amplitud de los alcances que pueda
representar en la solución de problemas nacionales, si no cuenta con un
magisterio comprometido para asumir dicha tarea, jamás logrará completar alguna
forma de transformación social. Es necesario, pues, atender la formación de un
magisterio consciente de aquella misión. Un magisterio sin horizontes, sin
capacidad de vislumbrar el desarrollo económico, social, político y cultural
que su labor propende, así como el conjunto de valores y formación humanística
que pueda brindarle a sus futuros ciudadanos, es un magisterio que jamás
contribuirá para alcanzar el desarrollo nacional. Este criterio fue bien
entendido por los maestros que laboraron en los Centros Escolares Obreros de
Morococha, quienes adoptaron los ideales pedagógicos de José Carlos Mariátegui,
ya conocidos por sus artículos publicados desde 1925 en las revistas Mundial, luego en Amauta y Labor.
Pero,
¿quiénes eran aquellos maestros que desarrollaron una experiencia alternativa
en los Centros Escolares Obreros de Morococha? ¿Cuáles fueron sus ideales y perspectivas
en aquella década? Las respuestas sólo pueden indicarnos la necesidad de
descubrir sus personalidades, sobre todo, cuáles han sido sus actividades en
los ámbitos sociales y políticos. Al revisar la labor y los antecedentes de
aquellos maestros, descubrimos que los trabajadores mineros de Morococha los
habían seleccionado, considerando la calidad de su labor, la influencia
cultural que ejercían en la región del centro del Perú y la sólida capacidad
intelectual que poseían. Ellos representaron a los más destacados educadores
del departamento de Junín y Cerro de Pasco, dejaron otras mejores propuestas
económicas para afrontar el reto de educar a los hijos de los trabajadores
mineros de Morococha.
Es
necesario presentar un pequeño esbozo de las biografías y aproximaciones de
aquellos maestros que laboraron en los Centros Escolares Obreros de Morococha.
Gamaniel Blanco (Alcides Marín)
Por la importancia
y trascendencia de esta experiencia educativa para nuestra investigación, es
Gamaniel Enrique Blanco Murillo, el maestro que resalta dentro de una infinidad
de informaciones y datos que hemos recogido y confrontado para construir una
biografía que reivindique a uno de los maestros más olvidados del Perú.
Las
primeras noticias que tuve sobre Gamaniel Blanco fueron informaciones de mi
padre al recordarlo como su maestro en la infancia:
"Buena parte
de mi infancia transcurrió en el campamento minero de Natividad y la calle
Comercio de Morococha Nueva, entre el ruido de las compresoras y los días
nevados. En 1929 ingresé al Centro Escolar Obrero que, por entonces, no recibía
subvención del Estado, ni de ninguna empresa minera, ya que solamente se
mantenía sobre la base de las aportaciones de los trabajadores mineros. Allí
hice el aprendizaje de mis primeras letras al cuidado de los escritores y
dirigentes sindicales Augusto Mateu Cueva y Gamaniel Blanco” (1).
Gamaniel Blanco fue
muy amigo de mi abuelo José Mazzi Vargas, que por aquella época trabajaba como
enmaderador dentro de la galería «central». Durante su juventud Víctor Mazzi
Trujillo escribió un conjunto de poesías sobre Gamaniel Blanco (2). En ellas se
refería a él como un personaje poco valorado por los maestros e intelectuales
del Perú. Ha pasado mucho tiempo y los pasqueños hoy lo reivindican como un
destacado mártir sindical (3). Considero, además, que esta revalorización aún
es incompleta, pues se desconocen aún muchos aspectos de su vida juvenil y de
sus tempranos ideales. Puede leerse en las obras de muchos intelectuales
pasqueños una creciente motivación por revalorizarlo, contextualizándolo como
periodista, poeta, educador, líder sindical, un adalid de los ideales
socialistas que empezaban a desarrollarse desde la década de 1920.
Gamaniel
Blanco nació en la comunidad campesina de Vinchos, provincia de Daniel Alcides
Carrión, Cerro de Pasco, según consta en su partida de nacimiento registrada en
la Municipalidad Provincial de Pasco, inscrita en el libro N° 49, a foja 397,
que da como fecha de nacimiento el 3 de mayo de 1907.
Realizó
sus estudios en el Liceo Cerreño y después en la Escuela 491. En 1912, a raíz
del deceso de su madre Juana Murillo, pasa a la tutela de su tío Vicente
Blanco, cuyo rigor y culto a la formación intelectual formó en su sobrino una
disciplina intelectual basada en la lectura y su consiguiente autodidactismo.
En 1920 se integra a los «Boys Scouts» de Cerro de Pasco, fundado por su
maestro Julio Cárdenas, y realiza viajes por todo el departamento de Pasco. Sus
inquietudes de juventud por registrar todo lo que representaba su natal Cerro
de Pasco, observada en sus distintos viajes, lo introducen en el periodismo
regional. A los 15 años trabaja como tipógrafo y redactor del diario pasqueño El Minero, para luego ocupar el puesto
de reportero y corrector de edición. Gustaba firmar sus artículos como White
(Blanco), seudónimo que cambiará luego por Alcides Marín.
En
esta etapa de su juventud integró distintos clubes sociales de Cerro de Pasco,
llegando a ser Presidente del Club Juventud Apolo, además de ser socio del
«Club Sport Team Cerro ", fue nombrado prosecretario en 1924. En este
mismo año fue miembro activo de la «Sociedad de Obreros Billingurst» y la
«Sociedad Daniel Alcides Carrión». Fue un entusiasta integrante de diversos
clubes carnavalescos de Cerro de Pasco; compuso letras de mulizas y huaynos que
fueron musicalizados por Graciano Rixi, participación que lo destaca como
compositor de hermosas mulizas y huaynos.
En
1925, Gamaniel Blanco participa como reportero en un «raid» automovilístico,
que atravesó la Cordillera de la Viuda, con el fin de abrir una nueva red vial
que uniera directamente Cerro de Pasco con Lima, pasando por Canta. Este «raid»
automovilístico sirvió para demostrar la viabilidad de la ruta y, sobre todo, para
contribuir en el desarrollo de la provincia.
En
1928, al ser contratado como maestro, fue a residir a Morococha. Fundó el periódico
obrero El Martillo, aunque no
tenemos evidencia del hecho, podemos afirmar que ejercía la corresponsalía de
la revista Amauta y del periódico Labor, ambas dirigidas por José Carlos
Mariátegui en Lima. Testimonios recogidos de la época indican que era común
verlo en la «Librería Obrera» del italiano Cario L. Pezzutti, repartiendo y
recabando las suscripciones del periódico y las revistas que provenían de Lima
y de Cerro de Pasco. Además, era corresponsal en Morococha de los diarios: El Minero, Los Andes, El Diario, El grito del Pueblo (Cerro de Pasco); El
Heraldo, La Región, La Evolución, La Voz de Huancayo (Huancayo), La
Época (Taima), El Porvenir
(Jauja). Los artículos y notas que escribió para aquellos diarios nos dan
referencia de la evolución de su pensamiento y la maduración de sus ideales,
que posteriormente se inclinarían hacia el socialismo.
En
1929, conjuntamente con el normalista César Augusto Palacios, funda el
semanario de cultura Alborada (4),
cuyo editorial del primer número aboga por el crecimiento de la cultura de la
población minera y su elevación educativa, entregando artículos acerca de
economía minera, mercados y literatura mundial. En 1930, funda el periódico Justicia, como órgano sindical de la
Federación de Trabajadores Mineros del Centro. Desde sus páginas, Gamaniel
Blanco desarrolló un programa de autoeducación obrera. En sus cuatro números
difundió temas relacionados con defensa de los derechos laborales, la educación
obrera referida a la organización sindical, dirigió una campaña de defensa del
ambiente de la región al denunciar los daños que causaban la emisión de humos
de la fundición de La Oroya desde 1922.
Su
labor como corresponsal le ocasionaba muchas veces conflictos con otros
periodistas, debido a que la influencia de los diarios y revistas que
circulaban en Morococha guardaban una línea editorial comprometida con los
intereses del Leguiismo y de la Gerencia de la Cerro de Pasco Copper Co. Entre
estos diarios tenemos La Voz de Morococha, del que fue Director Antonio
Pascuale, notable Leguiista, proclive a ocultar los abusos y atropellos que se
cometían desde la gerencia de Cerro de Pasco Copper Co. De manera igual ocurría
con La Opinión Popular, cuya
circulación restringida y afecta a atacarlo constantemente, le demostró el
valor del ejercicio del pensamiento independiente frente al poder económico de
una gran transnacional.
Rasgos
de esta vena periodística pueden notarse, cuando publica Apuntes para una monografía de Morococha. Su estilo es la del
cronista, no deja ni un dato ni reseña al azar, todo lo que registra y escribe,
permite reelaborar la historia del distrito minero de Morococha hasta 1930.
En
la historia reciente del Perú, podemos afirmar que durante la década 1920 se ha
registrado una notoria presencia de intelectuales autodidactas, de maestros
destacados, cuya formación fue dictada por sus anteriores maestros de aulas primarias,
tal es el caso de Gamaniel Blanco, cuyo maestro Julio Cárdenas le enseñó el oficio
de formar nuevas generaciones entendiendo el acto educativo como una delicada
labor que depende del modelo humanista que se requiere para lograr un
aprendizaje consciente y crítico.
Sobre
esta temprana labor como maestro de escuela, Daniel de la Torre, destaca la
siguiente noticia:
“En 1927 por sus
avanzadas aptitudes es propuesto como educador en el Centro Escolar de
Patarcocha, su inteligencia, vigor y rápido progreso causan admiración,
llegando a conocimiento de la Comisión Escolar Obrera del Asiento Minero de
Morococha, quienes lo contratan para dirigir en el Centro Escolar de Varones de
ese lugar en 1928” (5).
No tenemos datos de
su formación como maestro en alguna Escuela Normal de la época, conjeturamos
que fue autodidacto, de una sólida información cultural, lo que le valió ser
considerado como maestro de escuela.
Su
contacto y amistad con José Carlos Mariátegui le proveyó de literatura
educativa; más aún, su correspondencia con la sede de la Internacional de los
Trabajadores de la Enseñanza (ITE) le proporcionó criterios para aplicar con
originalidad sus ideas sobre la enseñanza en los hijos de los trabajadores
mineros.
Gamaniel
Blanco comprendió el proceso educativo desde un enfoque alternativo, donde
integró los nuevos conocimientos con el contraste de la propia realidad. Al
enseñar sobre la flora y la fauna, revaloró los criterios de cómo integrarse al
medio social y geográfico, inculcando una identificación de lo que se conoce
sobre la propia región.
Muy
poco de sus memorias educativas se ha conservado, pero los antiguos cuadernos
de sus alumnos son pruebas suficientes para asegurar que enseñó superando los
esquemas oficiales dictados desde el Ministerio de Instrucción de su tiempo.
Como
intelectual comprometido con los ideales socialistas, denota una prosa y poesía
de carácter social, denuncia la condición de dominación en la que se desenvolvía
la vida de los trabajadores mineros. Gamaniel Blanco ha escrito una gran
cantidad de obras y ensayos que aún se hallan inéditos. Se le considera creador
de mulizas de protesta (6), entre ellas Cuadro Minero, Canciones como
Recuerdos, La Vida es un Carnaval, Ángel de puna, El Hijo del Ande. Temas -de
acuerdo con el testimonio de Víctor Mazzi Trujillo- que fueron cantados y
recitados por los alumnos de los Centros Escolares Obreros. Con la
participación de sus alumnos puso en escena su obra teatral Gloria a la Madre,
una critica social sobre la condición de las mujeres pobres (magtas), que la
Cerro de Pasco Copper Corporation empleó para las labores del
"pallaqueo", (pulverización de manera artesanal del mineral en la
superficie o canchas), labor realizada bajo las peores condiciones de trabajo,
por la cual se pagaba un mísero salario. Participando y poniendo en evidencia
una cruda realidad social en una obra teatral, buscó el efecto de la
concientización que una obra dramática podría causar entre sus lectores y
espectadores: trabajadores, esposas, maestros y niños.
En
sus Apuntes monográficos de Morococha,
Gamaniel Blanco detalla y explica la evolución del sindicalismo en el distrito,
realiza un diagnóstico de las condiciones de trabajo en las minas y participa
de la dirección y organización de los trabajadores mineros, considerando que
sólo ejercía el magisterio en el distrito.
Sus
memorias educativas se perdieron durante la represión de 1930, después del
congreso minero, sólo se han preservado algunos documentos de su archivo personal,
entre estos, sus Apuntes monográficos de
Morococha.
César Augusto
Palacios
El profesor César
Augusto Palacios dirigió, al lado de Gamaniel Blanco, el semanario Alborada y luego Justicia (7), realizando una labor periodística de carácter
político y educativo contra los abusos que cometía la gerencia de la Cerro de
Pasco Copper Co; fomentó desde sus páginas la formación y consolidación de
conciencia socialista entre la masa laboral minera. Su afinidad al pensamiento
socialista puede apreciarse en sus diferentes artículos periodísticos. Con
motivo del deceso de José Carlos Mariátegui, escribe Nuestros valores continentales: José Carlos Mariátegui (8).
Califica a éste como “proletario por ideología”, sostiene que con él “se
principia nuestro verdadero estudio de la realidad nacional con una visión y un
criterio revolucionario”, y señala que “Mariátegui es quien se preocupa por
derrumbar la sociedad añeja y viciada” y quien “empuja a la juventud a construir
la sociedad nueva, basada sobre una mejor justicia”. Los rastros políticos y
pedagógicos de César Augusto Palacios se pierden en el tiempo después de los
sucesos de Malpaso, en noviembre de 1930.
Adolfo A. Villar
Adolfo A. Villar
fue un activo maestro jaujino de orientación socialista. Sabemos que continuó
ejerciendo el magisterio en Jauja y Huancayo, después de su paso por las
escuelas obreras de Morococha. En el campo pedagógico conocemos sus propuestas
de ensayos metodológicos en educación, hechas sobre sus experiencias
pedagógicas en Morococha y otros lugares del valle del Mantaro. Estas
propuestas pedagógicas se encuentran en la Biblioteca Nacional (9).
Con
motivo del deceso de José Carlos Mariátegui, escribió también un artículo
exegético: El hombre prócer de la historia (10). Afirmó que José
Carlos Mariátegui “vio de cerca el agitado problema del socialismo”, consideró
que el Amauta fue el “cerebro indispensable del socialismo peruano”, y que “quiso
renovar con su idea marxista el ambiente que rodea nuestra patria”. Aunque hay
poco estudio sobre su labor de educador, relucen sus ensayos pedagógicos y sus
experiencias metodológicas.
Augusto Mateu Cueva
Augusto Mateu Cueva
fue maestro de los Centros Escolares Obreros, así lo recuerda en sus testimonios
Víctor Mazzi Trujillo (11). El trabajo de organización con los trabajadores
mineros lo obligaba a desplazarse a Cerro de Pasco, Goyllarizquizga y La Oroya,
realizando labor pedagógica en los Centros Escolares de manera intermitente
hasta 1929. Queda testimonio de su trabajo pedagógico en su obra literaria: Lampadas del Minero, Alborada, Gualda y Rosicler y sus
novelas inéditas El Cobre, El Grisú y
Cerro de Pasco Copper Corporation (12).
Se
encuentra entre los impulsores de la Sociedad Pro Cultura Nacional, es fundador
de la Biblioteca Obrera de Morococha y fundador, en conjunto con Gamaniel
Blanco y Adrián Sovero, del grupo "Vanguardia Minera", organismo del
Partido Socialista en el asiento minero. Dirigió en 1929 la Sociedad Pro Cultura
Nacional.
Augusto
Mateu orientó su labor pedagógica bajo la influencia de la Internacional de los
Trabajadores de la Enseñanza, planteando que “hay dos clases de escuelas:
Escuela burguesa y escuela proletaria. Hay también dos orientaciones pedagógicas:
La burguesa y la proletaria. Igualmente hay dos clases de maestros: burgueses y
maestros proletarios" (13), criterios perfectamente entendidos por los
docentes de los Centros Escolares Obreros. Los criterios de Augusto Mateu se
ubican en la pedagogía marxista, sus experiencias educativas en el CEO son
consideradas como un ejercicio preliminar en el campo educativo.
Durante
1929 y 1930, Augusto Mateu cumplió una labor organizativa que le asignó José
Carlos Mariátegui: La forja de la Federación Trabajadores Mineros del Centro,
desplazándose hacia Goyllarizquizga. La amistad entre Augusto Mateu y
Mariátegui fue cordial pero sobre todo de compromiso con sus ideales
socialistas. Mariátegui acogió en las páginas de Amauta un artículo de carácter sociológico (14).
Durante
esta labor, fue apresado conjuntamente con otro líder sindical, luego de haber
participado y dirigido una huelga de los trabajadores mineros de Goyllarisquizga.
Esto puede leerse en el informe del Prefecto de Junín:
“Los expresados
pliegos de reclamos fueron solucionados, con intervención de la autoridad
política, entre los distintos superintendentes de los campamentos y los
delegados obreros, a excepción del pliego de reclamos de los obreros de la
Railway Company, que tiene a su cargo la línea férrea de La Oroya al Cerro de
Pasco, que se solucionó sin la intervención de la... autoridad. Los obreros
consiguieron de la Empresa Americana, la mayoría o la casi totalidad de sus
pedidos, a excepción de los referentes al aumento de salario y vacaciones de 15
días semestrales. Todas las dificultades quedaron, pues en conocimiento del
Ministerio, a raíz de los reclamos producidos, por los obreros del campamento
del margen, se produjeron asaltos y robos a distintas casas, ocasionándose la
destrucción de tres de ellas. Personalmente constaté las faltas que los obreros
cometieron, llevados de su ofuscación; pero sin pensar entonces en que la
situación podría adquirir un giro distinto al que después se le dio. Desde ese
entonces, parte de la labor de los delegados de ese campamento, llamados Mateo
Cueva y Julián Flores. Estos individuos que jamás fueron trabajadores, ni mucho
menos empleados de la Cerro de Pasco Copper Corporation, lograron infiltrarse
entre los obreros, aprovechando especialmente de ciertas relaciones femeninas:
y cuando se realizó el asalto mencionado ya habían minado a los obreros con
determinadas ideas revoltosas, que por el momento apenas si eran perceptibles.
A raíz de estos escándalos, hablé con los dos individuos mencionados y pude
notar que tenían cierta influencia sobre los obreros, no obstante, de ser
completamente agenos (sic) a ellos. Poco tiempo después, el pliego de reclamos
fue tratado en Lima y allá se arregló, como repito, ante el Ministerio de
Gobierno. Días después, estos mismos delegados reaparecen con sus manejos y
llevados siempre de ideas que encaminan al desorden y a la subversión. Así, un
día enviaron una nota a la Directora de la Escuela sostenida por honrados
padres de familia, todos ellos obreros, conminándola a la clausura del plantel,
en vista de haberse formado la Sociedad Obrera, y de que, en consecuencia, no
podía subsistir escuela alguna, fuera de la dirigida por los obreros. Igual
cosa se comunicó a una Sociedad Deportiva y de Auxilios Mutuos. Es decir, pues,
que aprovechando de su pequeño auge como delegados, de hecho quisieron
imponerse sobre todos y sobre toda autoridad, pretendiendo usurparla y ejercerla.
Naturalmente que las personas aludidas presentaron sus quejas y viendo que la
justicia los asistía, hice llamar a los referidos delegados, y en vista de la
forma cómo habían actuado y convencido, también del acto autoritario que
pretendían realizar, teniendo a la vista los respectivos papeles,
comprobados.... aún en los mismos libros de ellos (de los delegados) los envié
a Lima en calidad de presos y a fin de que dieran cuenta personalmente de sus
actos, a ese Ministerio. A los pocos días volvieron a Goyllarisquizga, con
mayores desplantes, y entonces, hasta llegaron a recoger dinero de los obreros,
imponiéndoles una cuota forzosa. Toda la documentación al respecto fue remitida
a su despacho” (15).
La experiencia
educativa de los Centros Escolares Obreros de Morococha, como se desprende de
esta información, trató de ser extendida en el campamento minero de
Goyllarisquizga. Augusto Mateu fundó la "Sociedad Obrera de Goyllarisquizga"
con la finalidad de regentar la escuela que funcionaba en la localidad, de
manera similar que la experiencia de los trabajadores de Morococha, pues, los
trabajadores mineros de Goyllarisquizga sostenían dicha escuela sobre la base
de un descuento de 20 centavos por cada trabajador. La iniciativa de Augusto
Mateu no prosperó, por la férrea oposición de la maestra de dicha escuela,
quien elevó queja contra la decisión de la Sociedad Obrera de Goyllarisquizga
por hacerse cargo de la administración directa de la escuela, contando para
ello con el respaldo del prefecto de Junín, Mayor Jerónimo Santiváñez, quien
advirtió lo peligroso de que los trabajadores se hicieran de la administración
de las escuelas y salieran del control del Ministerio de Justicia e
Instrucción.
Durante
la celebración del Congreso minero de La Oroya, es sindicado como un activo
dirigente del comunismo. Sufre persecución por sus actividades sindicales. La
mayor parte de su obra literaria informa y detalla esta etapa de su vida, aún
quedan dos novelas inéditas por publicarse.
Hasta
1971, año en que fallece, estuvo desarrollando labor pedagógica siguiendo los
dictados de su filiación socialista, como refiere su viuda esposa, “no pudo
mantener su puesto en un sólo lugar ya que gracias a las denuncias a las autoridades,
eran transferidos a nuevos lugares, por el sólo hecho de ser mariateguista de
alma corazón y vida” (16).
Los otros docentes de las escuelas obreras
Los docentes Zoila
Aurora Zevallos, Rosa Sovero, Eduardo Willstatter y Serapio Pinelo aplicaban en
el campo pedagógico las directivas de la ITE.
Finalizamos
este capítulo indicando los perfiles que caracterizó a dichos maestros:
1. Comprometidos con los intereses y problemas
cotidianos de los trabajadores mineros.
2. Críticos de la realidad social y económica
del país.
3. Adheridos a una pedagogía liberadora que
desarrolle las capacidades de los niños, sin propender a formar un espíritu de
dominación.
4. Planificadores, conocedores y creadores de
las materias que enseñan.
5. Adheridos a los principios de la Escuela
del trabajo y la Escuela Única y todas las tendencias de la pedagogía moderna.
Notas:
[1] MAZZI TRUJILLO, Víctor: Autobiografía, Kollana N°
I °, pp 25-37. También en: No descansada
vida, p. 5-17.
[2] MAZZI TRUJILLO, Víctor : Cantos a Gamaniel Blanco. En: Esta
Voz... Grupo Intelectual Primero de Mayo, Lima 1961, pp. 11-13
[3] Puede leerse: Pérez Arauco, César: Pueblo Mártir. Apuntes para la historia de
Cerro de Pasco, Ediciones El pueblo, Lima 1984. //De La Torre Tapia,
Daniel, Gamaniel Blanco Murillo. En Ahora, Año X, N" 2137, Huánuco
2004. // Pacheco Peña, Eduardo y Jesús Raymundo: Gamaniel Blanco y Augusto Mateu Cueva, sindicalistas y maestros
tempranos del poeta Víctor Mazzi Trujillo. En: Gaceta Municipal, Municipalidad Provincial de Pasco, pp. 10-15.//
Del Prado, Jorge: Cuatro facetas de la
Historia del PCP, p. 160-161.
[4] CISNEROS,
Antonio y Suárez, Manuel, Historia del
periodismo en Junín, p.56.
[5] De la Torre,
Daniel: Gamaniel Blanco Murillo. En: Ahora, Año X, nº2137, 2004, p.8.
[6] Cerna Bazán,
José, Gamaniel Blanco y sus canciones.
En Tarea Nº2, 1980, pp.36-37.
[7] CiSNEROS, Antonio y Manuel Suárez, Op. Cit.
P. 56.
[8] PALACIOS, César Augusto: Nuestros valores continentales. José Carlos
Mariátegui. En: Apuntes monográficos
de Morococha, p. 67.
[9] VILLAR, Adolfo: Un paso hacia la escuela peruana. Mee. San Gerónimo de Tunan,
Huancayo, agosto, 1944, 44 pp. En: Sala de Investigaciones Biblioteca Nacional.
[10] VILLAR, Adolfo. El hombre prócer de la historia. En: Apuntes monográficos de Morococha, p. 83.
[11] MAZZI TRUJILLO, Víctor: Autobiografía, p.25.
[12] Véase Augusto
Estanislao Mateu Cueva, dentro de la narrativa revolucionaria peruana,
tesis 1986. UNCP, Huancayo.
[13] MATEU,
Augusto. Lampadas del minero, p.35.
[14] Mateu,
Augusto. El factor económico de la
delincuencia. En: Amauta Nº23,
1929, PP.88-90.
[15] SANTIVÁÑEZ,
Jerónimo (1930), Informe que presenta el
Prefecto del departamento de Junín al Señor Ministro de Gobierno, sobre
Congreso Minero en La Oroya, pp. 6-7.
[16] Espino,
Gonzalo: Augusto Mateu Cueva escritor en
lucha. En: Tarea Nº2, pp.60-61.
*El presente trabajo de nuestro colaborador es el
capítulo IV del libro Una Experiencia
Alternativa en la Educación Peruana. Los Centros Escolares Obreros de Morococha
(1924-1930).
(El Comité de Redacción).
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