¡Defender
el Pensamiento de Mariátegui de toda tergiversación y desarrollarlo en función
de la realidad actual!
La Creación
Heroica de Mariátegui y el Liquidacionismo de Derecha
(Décima
Parte)
Eduardo
Ibarra
Los plagios
de Ramón García
Mariátegui fue un ejemplo de honestidad intelectual, y
una expresión de ello es que siempre citó su fuente cuando en sus escritos
consignó alguna idea de algún otro autor.
En cambio, García tiene la mala costumbre de no
citar sus fuentes y, de esta forma, hace pasar como suyas algunas ideas ajenas.
Veamos algunos ejemplos.
Hace algunos años, nuestro liquidador utilizó la
frase “la conquista del poder y el
gobierno del poder”, frase repetida no hace mucho por Manuel Montañez en el
artículo Apuntes para el balance del
proceso electoral 2016.
Pero ocurre
que en ¿Conquistar el
mundo? Deber y destino del proletariado internacional, 1981, Bob Avakian había utilizado la frase “la toma y el
ejercicio del Poder” (51).
Cualquiera puede entender que las
dos frases citadas, quieren decir exactamente lo mismo.
Hace algunos años también, García
escribió que después de la Segunda Guerra Mundial debió realizarse en la URSS
una revolución cultural.
Pero sucede que, en el mismo lugar,
Avakian había escrito lo que sigue: “… al terminarse la II Guerra Mundial, se
planteó de manera descollante cuál sería el futuro camino de la Unión
Soviética, es decir la cuestión del camino capitalista vs. el camino
socialista. En cierto sentido, se podría decir que se trataba de retomar el
camino socialista y que lograrlo hubiera requerido algo de la magnitud o
parecido a la Revolución Cultural en China, pero eso no se dio, como todos
sabemos”.
Igualmente hace algunos años, García
habló en un artículo de la “sustitución de exportaciones”, pero sin mencionar a
los escritores de la CEPAL que son los autores de la tesis, del mismo modo como
en otro artículo habló de “los cinco monopolios”, pero sin señalar que el autor
de esta tesis es Samir Amín.
Por lo demás, en dos casos García ha
repetido algunas ideas nuestras, pero, en la medida en que oportunamente
desenmascaramos el plagio, no nos extenderemos sobre esto en las presentes
líneas.
El lector acucioso podría muy bien
constatar otros plagios cometidos por nuestro liquidador, pero los anotados
bastan para captar su fisonomía mental.
Pero no solo García plagia, sino
también su congénere Miguel Aragón, quien ha repetido algunas ideas nuestras,
pero, en la medida que asimismo fue desenmascarado oportunamente el
plagio, tampoco nos extenderemos aquí sobre
esto.
Pues bien, los plagios de García y
Aragón son un método criollo que revela el complejo adánico que mueve a ambos.
En síntesis, tales plagios expresan
una clamorosa deshonestidad intelectual, expresión de la descomposición ideológica
y moral del grupo liquidacionista.
Segui il tuo corso, e lascia dir le genti
En el prólogo a la primera edición de El Capital, Marx señaló: “Acogeré con
los brazos abiertos todos los juicios de la crítica científica. En cuanto a los
prejuicios de la llamada opinión pública, a la que jamás hemos hecho
concesiones, seguiré ateniéndome al lema del gran florentino”, y acto seguido cita
el lema que da título al presente apartado, y que, traducido, quiere decir:
sigue tu camino, y deja que la gente murmure.
Como es de conocimiento común, desde
el principio del debate García manipuló el citado lema, a efecto de escamotear
las cuestiones en debate y devaluar nuestra crítica a sus posiciones
oportunistas.
Ya arriba hemos apuntado el
contenido central de nuestros artículos El nombre del partido y ¿Mariátegui
contra Mariátegui?
Pero, como también es de conocimiento común, en sus artículos Las cinco caídas de Yo El Supremo y El pedestal de cristal, en lugar de argumentar sobre cada una de las cuestiones
analizadas en nuestros artículos, arrastrado por el odio nuestro liquidador
recurrió a un innecesario linchamiento verbal (52).
Y, como es su costumbre, también a
manipular de la manera más grosera algunas citas de Marx, Lenin y Mariátegui.
Desenmascarada hace tiempo dicha
manipulación, agregaremos aquí algo sobre la manipulación del uso por Marx del lema
de Dante Alighieri.
¿Por qué, en lugar de contestar
puntualmente nuestras críticas, García argumentó ad hominen?
Por dos motivos: primero, porque no
tenía argumentos para defender sus posiciones oportunistas; segundo, porque,
dado su ego (en su respuesta se autoproclamó “Yo el Supremo”), cree que nadie
puede criticarlo.
La crítica a su abjuración del
marxismo-leninismo, a su falsificación de la filiación ideológica de Mariátegui
y el PSP, a su tergiversación de las razones de Mariátegui para titular
Socialista a su partido, etcétera, etcétera, es una crítica basada en los hechos
y, por esto, es científica.
Pongamos un ejemplo de la base de dicha
crítica.
Mariátegui acordó el
marxismo-leninismo como la base de unidad del PSP y de esta forma dio cuenta de
su personal filiación ideológica; este hecho, indiscutible desde todo punto,
agota la cuestión.
Pongamos otro ejemplo en el mismo
sentido.
Los argumentos de Mariátegui para
titular Socialista a su partido fueron de valor particular, y este hecho,
igualmente indiscutible desde todo punto, también agota la cuestión.
Sin embargo, García reniega el
marxismo-leninismo de Mariátegui y el PSP (53) y los argumentos mariateguianos
que explican el nombre fundacional del partido del proletariado peruano.
Es decir, nuestra crítica se basa en
los hechos, mientras las afirmaciones de nuestro liquidador se basan en la
falsificación de los mismos.
Pero, experto en maniobras, García recurrió
al fácil expediente de decir que hay crítica y “crítica”, y que esta última,
entre comillas como se puede ver, es la que habíamos hecho, sugiriendo, por
otra parte, que su desenfoque de las cuestiones en debate, su manipulación de
citas de Marx, Lenin y Mariátegui, su lenguaje hayista, etcétera, sí eran una
crítica (en los artículos mencionados arriba, nuestro liquidador se extendió en
insultos, falacias, maniobras, egotismo burgués y otros métodos propios de su
sicología política semejante a la de Haya de la Torre).
Así, revelando su método
oportunista, terminó sosteniendo que nuestras críticas eran “murmullos”.
Es decir que, para el maniobrero,
nuestra defensa de la filiación marxista-leninista de Mariátegui y el PSP y la
crítica a la falsificación de esta verdad histórica, ¡es un “murmullo”!
Y, la defensa de las razones de Mariátegui para
titular Socialista a su partido y la crítica a la tergiversación de tales
razones, ¡es otro “murmullo”!
Etcétera, etcétera.
Así, pues, impulsado por su afán
confusionista, García puso y sigue poniendo el mundo patas arriba.
Esto explica por qué, en lugar de
acoger con los brazos abiertos nuestras críticas (esto habría hecho un marxista),
nuestro liquidador intentó descalificarlas de la cínica forma señalada.
Y, para variar, semejante estilo de
debate antimarxista lo ha repetido regularmente en otros artículos suyos posteriores.
Pues bien, la permanente actitud
manipuladora de García tiene un fondo: su impotencia para afrontar el debate de
ideas; su intención de aplastar a la mala toda crítica a su revisionismo
liquidacionista; su necesidad de autoconsuelo; su urgencia de engañar a sus
parciales, que son los únicos a los que puede engañar.
Notas
[51] En la literatura marxista puede
constatarse la presencia de esta frase u otra parecida incluso antes de 1981.
[52] Innecesario desde el punto de vista
de un debate de ideas, pero necesario para García a efecto de encubrir su falta
de argumentos, por un lado, y, por otro, para dar rienda suelta a su intención
de liquidar políticamente a su crítico, aunque sin ningún resultado favorable a
dicha intención.
[53] Si Mariátegui utilizó el
término marxismo-leninismo tres veces (dos, dice García, faltando a la verdad),
solo en dos oportunidades dijo que era
marxista convicto y confeso. Por lo tanto, el método estadístico se revela
absolutamente inservible para los propios liquidadores. Por lo demás, si en su
momento dicho método reveló todo el oportunismo de su inventor Kautsky, su
servil repetición revela el de García.
Comentario al Libro “El
Partido de Masas y de Ideas de José Carlos Mariátegui”*
César Risso
EL LIBRO INÉDITO DE EDUARDO
IBARRA, El Partido de Masas y de Ideas de José Carlos Mariátegui,
es un análisis, bajo la forma de polémica, de la concepción del Partido
proletario del Amauta, en el cual el autor enfrenta las tergiversaciones y los
métodos antidialécticos que el revisionismo desarrolla.
El revisionismo,
con su propuesta de un partido de dos niveles y, en consecuencia,
doctrinalmente heterogéneo, en realidad propone el reemplazo del partido
socialista por el frente de clases. Es el partido-frente, que tiene su
antecedente en nuestro país en la concepción aprista. Esto es, en la concepción
de la pequeña burguesía expresada en “lenguaje” marxista, con el agravante de
hacerla pasar no como idea propia por parte de los revisionistas, sino como la
posición de José Carlos Mariátegui.
En su propuesta de
formación del PSP, José Carlos Mariátegui considera a todos los trabajadores,
porque en la época del imperialismo, todos, ya sean obreros, campesinos
semisiervos, o campesinos comuneros, son explotados bajo diversos mecanismos
por el capitalismo. Así, toma en cuenta las condiciones históricas concretas de
la formación económico social peruana, su carácter semicolonial y semifeudal,
para proponer la organización del partido socialista y representar los
intereses de clase del obrero, lo que corresponde a la formulación clásica, y
al campesino, lo que corresponde a uno de los aportes al tesoro general del
marxismo por parte del amauta; añadiendo que el PSP, con esta composición
social de obreros y campesinos organizados, está integrado por aquellos que
asumen la posición de clase del proletariado, lo que se
expresa en el marxismo-leninismo, esto es, en la ideología del proletariado de
la época del imperialismo y de la revolución proletaria.
Los que basándose
en esta propuesta, de la composición social del PSP, creen ver una versión del
frente de clases, y en consecuencia desarrollan la teoría partidaria de un
partido-frente, ignoran la diferencia de los conceptos de posición de clase,
extracción de clase y situación de clase. Evidentemente, Mariátegui se refería
a la posición de clase que debería asumir la vanguardia del proletariado, no a
la extracción de clase ni a la situación de clase, salvo en este último caso
por ser la base material, en el sentido general de trabajadores explotados bajo
diversas formas por el capitalismo.
Los antecedentes
respecto al partido de dos niveles, en el análisis de Eduardo Ibarra se
consignan en el siguiente párrafo: “Por eso, el proyecto de García no solo es
un reciclaje del modelo de partido que levantaron Portocarrero y Pesce en junio
de 1929, sino también, al mismo tiempo, un proyecto que tiene su antecedente en
el partido pluriclasista de Haya de la Torre.” (“El Partido de Masas y de Ideas
de Mariátegui”).
Miguel Aragón no es
capaz de reconocer en los escritos y en la práctica de José Carlos Mariátegui
su filiación marxista-leninista, la aplicación creadora del marxismo-leninismo.
Por eso reclama una declaración. No se da cuenta que el reconocimiento de la
época del imperialismo y de la revolución proletaria es la base para la
interpretación mariateguiana de la realidad peruana, que le permitió aportar en
la concepción del PSP, como un partido de cuadros bajo la forma de un partido
de masas. Desconociendo este aporte del amauta, al igual que Ramón García,
considera que al PSP pertenecen todos los que se reclaman del socialismo, con
lo cual se elimina la frontera entre los militantes del PSP como vanguardia
organizada del proletariado, de las demás organizaciones de trabajadores.
En los “Principios
Programáticos del Partido Socialista”, dice Mariátegui: “Los grupos
estrechamente ligados que se dirigen hoy al pueblo, por medio de este
manifiesto, asumen resueltamente, con la conciencia de un deber y de una
responsabilidad histórica, la misión de defender y propagar sus principios y
mantener y acrecentar su organización, a costa de cualquier sacrificio.
Y las masas trabajadoras de la ciudad, el campo y las minas y el campesinado
indígena, cuyos intereses y aspiraciones representamos en la lucha política,
sabrán apropiarse de estas reivindicaciones y de esta doctrina, combatir
perseverante y esforzadamente por ellas y encontrar, a través de cada lucha, la
vía que conduce a la victoria final del socialismo.” (“Ideología y Política”.
Subrayado nuestro).
Así pues, esta
defensa de la doctrina y principios que propone Mariátegui, no puede
corresponder al diletante sino a los elementos conscientes que los asumen. No
son pues los que se reclaman socialistas, sino los que son conscientemente
socialistas, en su pensamiento, expresado en el programa del PSP, y en la
acción; no en la lucha por cualquier reivindicación, en la participación en un
paro o en una huelga, sino en el pensamiento y la acción permanente en cada una
de las luchas de las clases trabajadoras, entendiendo que estas luchas
particulares son expresión de un movimiento general hacia el socialismo; por
ello Mariátegui agrega que hay que “[…] encontrar, a través de cada lucha, la
vía que conduce a la victoria final del socialismo.”
Mariátegui dice que sabrán defender “a costa de cualquier sacrificio” estos principios. Es decir, él mismo plantea que asumirá, al igual que todos los militantes del PSP, la defensa de la doctrina y los principios, esto es, el marxismo-leninismo, con su vida inclusive. Esto es lo que no han sabido reconocer, o no han querido ver, García, Aragón y demás. Piden declaraciones, y cuando las encuentran, no son capaces de reconocerlas. El revisionismo de estos personajes no les permite ver la realidad histórica.
Mariátegui dice que sabrán defender “a costa de cualquier sacrificio” estos principios. Es decir, él mismo plantea que asumirá, al igual que todos los militantes del PSP, la defensa de la doctrina y los principios, esto es, el marxismo-leninismo, con su vida inclusive. Esto es lo que no han sabido reconocer, o no han querido ver, García, Aragón y demás. Piden declaraciones, y cuando las encuentran, no son capaces de reconocerlas. El revisionismo de estos personajes no les permite ver la realidad histórica.
En sus escritos
Mariátegui utiliza las expresiones Partido Socialista y Partido
proletario como sinónimos. Así, señala, “El Partido Socialista del
Perú es la vanguardia del proletariado […]”. (“Ideología y Política”,
“Principios Programáticos del Partido Socialista”); en consecuencia no hay
espacio para confundir la propuesta partidaria de Mariátegui con un
partido-frente o con un partido pluriclasista.
En este aspecto, de
la base de unidad del Partido del Proletariado, Eduardo Ibarra concluye lo
siguiente: “En consecuencia, cuando García, falsificando la verdad histórica,
pretende que el PSP ‘tenía dos niveles’, lo que hace es negar el
carácter de clase del Partido de Mariátegui, y, así, su ‘qué entender por
«partido de masas y de ideas»’, tiene, en él –y desde hace tiempo– esta
respuesta: por un partido tal hay que entender un partido de clases, un partido
pluriclasista, un partido de trabajadores sin la base doctrinal del
marxismo-leninismo, un partido doctrinariamente heterogéneo. ”Debido a “que el
partido del proletariado es doctrinariamente excluyente:
acuerda el marxismo-leninismo como el aspecto general de su base de unidad,
porque rechaza toda suerte de oportunismo y revisionismo.”
Hay que agregar
algo sobre el método del revisionismo en relación a su teoría del PSP. Al
parecer, y esto dicho sin eufemismo, los representantes del revisionismo están
tratando de reproducir los pasos que dio JCM en su labor de constituir el PSP.
Si fuera este el caso, el intento sería un fracaso, porque interpretan a
Mariátegui erróneamente, o más bien lo tergiversan conscientemente. Además, ¿es
posible reproducir paso a paso la conducta de JCM? ¿Las condiciones históricas
nacionales son las mismas en que le tocó actuar a JCM? Evidentemente no. Por
ello, este intento se revela como dogmatismo; pero reconociendo que algo ha
cambiado respecto de las circunstancias en las que actuó JCM, se ven precisados
a “desarrollar” cambios, como por ejemplo en la propuesta de nombre del
partido; o en la denominación de la doctrina, donde proponen marxismo en lugar
de marxismo-leninismo. En conclusión es un intento de recrear a Mariátegui
dándose las ínfulas de ser a la vez quienes desarrollan su pensamiento. Sin
embargo, en este enrevesado intento, lo que desarrollan es el oportunismo y el
revisionismo.
Lo cierto es que el
revisionismo, en su intento de justificar doctrinal y teóricamente sus
propuestas y acciones frente a la realidad concreta, en cada pequeño viraje que
esta exige (valedero o no), los lleva a elaborar sobre la base de cuestiones
circunstanciales, el “desarrollo” teórico, con el añadido de que no teniendo el
valor de plantearlo como idea propia, se refugian en José Carlos Mariátegui.
Esto es expresivo de su incapacidad para reconocer la diferencia entre
cuestiones generales y cuestiones particulares; para diferenciar la lucha
concreta, de un lado, del objetivo final, del otro; diferencias que no son
absolutas, puesto que en lo universal y en el objetivo final, se contiene lo
particular y la lucha concreta.
El carácter
doctrinariamente homogéneo del PSP implica que frente a cuestiones concretas no
se pierda de vista el objetivo final del proletariado, y que en consecuencia la
dirección de las masas obreras y campesinas no se desvíe hacia posiciones
burguesas o pequeñoburguesas, como ha venido sucediendo en las últimas décadas;
desviación que aparece teóricamente como revisionismo, ya sea de derecha o de
izquierda, y que se traduce en políticas oportunistas.
En su libro,
Eduardo Ibarra al hacer frente al revisionismo, llega a la siguiente
conclusión, con lo cual enriquece la teoría partidaria de Mariátegui: “Según
sean las condiciones objetivas de operatividad, el carácter de clase del
Partido se expresa ora bajo la forma de partido de cuadros, ora bajo la forma
de partido de masas. Es decir, el partido es de clase aun cuando sea de masas.”
(“El Partido de Masas y de Ideas de Mariátegui”).
Pero, ¿qué
significa Partido de clase bajo la forma de partido de masas? Eduardo Ibarra
afirma que: “Partido de clase significa partido adherido a la verdad universal
del marxismo-leninismo. Y partido de masas significa: 1) militancia masiva de
obreros y campesinos; y, 2) dirección efectiva sobre las amplias masas
populares organizadas.”
Así, en el
libro El Partido de Masas y de Ideas de Mariátegui, Eduardo
Ibarra da al traste con las tergiversaciones de la teoría partidaria
desarrollada por el revisionismo, y restablece la verdad histórica de la
propuesta de organización del Partido del Proletariado de José Carlos
Mariátegui, sentando las bases para la reconstitución del Partido de
Mariátegui.
____________
(*) Publicado originalmente en la
edición de julio de 2014 del Blog CREACIÓN HEROICA.
La Legitimación y
Deslegitimación de la Violencia Revolucionaria en el Perú: Una
Evaluación de la Justificación de la Violencia Revolucionaria por Parte de la Izquierda Revolucionaria Armada de las Décadas de 1960 y 1980
(Cuarta Parte)
Jan Lust
5. La legitimización de la violencia: El PCP-SL y el MRTA
En las décadas de ochenta y noventa dos organizaciones guerrilleras han
desarrollado la lucha armada en el Perú. El PCP-SL inició su guerra popular el
día 17 de mayo de 1980, en la víspera de las elecciones presidenciales, con la
quema de las ánforas y las cédulas de votación en el pueblo Chusci
(departamento de Ayacucho). El MRTA inició oficialmente sus acciones en 1984.
Ambas organizaciones fueron golpeadas fuertemente con la detención de sus
líderes en 1992. Abimael Guzmán fue el líder de PCP-SL y Víctor Polay fue el
comandante del MRTA. A continuación presentamos los puntos de vista del PCP-SL
y del MRTA respecto a las razones para usar la violencia como medio para que el
pueblo peruano llega al poder.
El PCP-SL
El PCP-SL es el resultado de varias divisiones. En 1964 el PCP se dividió
en un partido que se orientaba a la Unión Soviética (Partido Comunista
Peruano-Unidad) y otro a la República Popular de China (Partido Comunista del
Perú-Bandera Roja). En el transcurso de la década de sesenta, el PCP-Bandera
Roja se dividió en tres partidos: PCP-Bandera Roja, PCP-Patria Roja y PCP-SL.
En 1980, el PCP-SL comenzó una guerra de guerrillas contra el Estado y el
capital. Su base principal era el departamento de Ayacucho. A mediados de la
década de 1980 se creía que el PCP-SL tenía alrededor de 2.000 a 7.000
militantes (Wickham-Crowley, 1992: 212).1
El PCP-SL caracterizó el país como semi-feudal y semi-colonial. Guzmán
(1974): “En estas condiciones de dominio imperialista yanqui, nuestra sociedad
evoluciona su carácter semifeudal, pero no se destruye totalmente, sigue
superviviendo. Como bajo el dominio inglés (especialmente después de la guerra
con Chile), se da un mayor impulso a la destrucción de la feudalidad bajo el
desarrollo de una forma de capitalismo ligado a los grandes monopolios y
dependiente del imperialismo. Además de mantener su carácter semifeudal,
nuestro país sigue siendo semicolonial; esto es, un país dominado que si bien
tiene independencia política declarada vive bajo el dominio de una potencia
imperialista en lo económico, diplomático, cultural y militar que hacen de la
independencia política una cuestión formal.”2 Por tal razón, el
PCP-SL pensó que se necesitaba como primera fase de la revolución peruana una
revolución nacional-democrática. Guzmán (1974): “Científicamente hablando el
carácter de la revolución peruana es ser una revolución democrático-nacional;
democrática en cuanto va contra la feudalidad, a destruir las relaciones
feudales del país; y nacional en cuanto es antiimperialista, dirigida a
aplastar la opresión imperialista yanqui. Así, en la actual sociedad peruana
semifeudal y semicolonial solo cabe una revolución democrático-nacional,
antifeudal y antiimperialista.”
Para que la revolución nacional-democrática pudiera tener éxito, debería
estar dirigida por el partido comunista. La historia había demostrado que esto
era solamente posible mediante la lucha armada. De ahí que la principal tarea
de la revolución en el Perú era iniciar la lucha armada (PCP-SL, 1979).
El PCP-SL consideraba su organización central para la revolución. En su
libro Memorias desde Némesis, Guzmán
y Yparraguirre, líderes indiscutibles de la organización, transcribían partes
de las declaraciones de la VI y VII plenos del Comité Central (1977). Al referirse
a Mao, el partido iba a ser construido a través del desarrollo del frente único
y la lucha armada (Guzmán Reinoso y Yparraguirre Revoredo, 2014: 449).
Los maoístas contemplaron la guerra revolucionaria como una guerra popular,
como una guerra campesina. Aunque el campo fue comprendido como “el teatro
principal de la acción armada y el citadino complementario pero necesario”, la
guerra revolucionaria debería llevarse a cabo en el campo y en la ciudad. Clave
para todo eso era el desarrollo de las bases de apoyo (PCP-SL, 1986).3
El proletariado fue considerado como clase dirigente y el campesinado como la
fuerza principal de la revolución (Guzmán Reinoso y Yparraguirre Revoredo,
2014: 434).4
El desarrollo de la lucha armada debería permitir la creación del nuevo
poder. Este nuevo poder se basaría en la construcción de las bases de apoyo
(PCP-SL, 1986). Aunque la creación de las bases de apoyo era clave para la
organización, el PCP-SL consideraba a sí mismo como “la forma más alta de
organización”. Junto con el ejército (“la forma principal de organización”) y
el frente único (el conjunto de fuerzas que luchan contra el Estado peruano),
éstos fueron los tres instrumentos “para tomar el Poder por medio de la
violencia revolucionaria” (PCP-SL, 1988). “La línea militar”, escribe el PCP-SL (1988), “es
el centro de la línea política general”.
El PCP-SL estaba completamente enfocado en el
desarrollo de la guerra popular. Todo el trabajo estaba sirviendo a este
objetivo. Veamos por ejemplo lo que decía respeto al trabajo con las masas:
“[…] todo el trabajo de masas del Partido en la Reconstitución fue para
preparar el inicio de la guerra popular, pues, como nos enseña el Presidente
Mao antes de iniciar la guerra todo es para prepararla y una vez iniciada todo
es para desarrollarla. […] En la dirección de la guerra popular se va a dar un
gran salto en el trabajo de masas del Partido, salto cualitativo, pues se
plasma la forma principal de lucha: la guerra popular y la forma principal de
organización: el Ejército Guerrillero Popular; esta altísima tarea es llevada
adelante a través de la militarización del Partido y en lo que respecto al
trabajo de masas significa que todo el trabajo de masas se hace a través del
Ejército Guerrillero Popular, pues como es ejército de nuevo tipo tiene que
cumplir tres tareas: el combatir, el movilizar y el producir […]” (PCP-SL,
1988).
EL PCP-SL
(1979) consideraba la situación en el país como una situación revolucionaria. Refiriéndose
a Mao, la organización creía que en el Perú siempre existía una situación
revolucionaria. PCP-SL (1979): “Pero, además, el Presidente Mao Tsetung
ha establecido una brillante distinción entre situación revolucionaria en
desarrollo y situación revolucionaria estacionaria, como puede verse en el
punto 3 del capítulo II de su obra “Por qué puede existir el poder rojo en
China?” El Presidente Mao parte de que en un país semifeudal y semicolonial,
como es el nuestro, siempre existe situación revolucionaria, o situación
objetiva, como él llama, para el desarrollo de la lucha armada pero que ésta se
da en dos formas: 1) situación revolucionaria estacionaria y 2) situación
revolucionaria en desarrollo. Más aún, analizando sus planteamientos, podemos
decir que una situación revolucionaria estacionaria puede ser convertida en
situación revolucionaria en desarrollo por acción de las condiciones subjetivas
sobre la situación objetiva; esto es muy importante de tener presente. Además
hay que diferenciar el desarrollo desigual de la situación revolucionaria y
tener en cuenta que ésta incluso puede darse en una región y que la propia
acción revolucionaria puede generalizarla a todo el país y que, además, la
lucha armada puede iniciarse en medio de un repliegue general de la revolución
como lo prueba el levantamiento de la cosecha de otoño, de agosto 1927 en
China.”
Es
importante citar extensamente al PCP-SL en relación a su concepción de una
situación revolucionaria porque con eso podemos darnos cuenta que la organización
no tomaba en cuenta todos los elementos mencionados por Lenin para caracterizar
una situación como revolucionaria (ver sección 1). PCP-SL (1979): “Lenin
ha sentado tesis fundamentales sobre situación revolucionaria. Analizando los
grandes movimientos huelguísticos de la clase obrera y la lucha popular de la
segunda década de este siglo en la vieja Rusia de los zares estableció que la
raíz de los mismos, su causa, era la existencia de situación revolucionaria,
para precisarla escribió: “Rusia
vive una situación revolucionaria porque la opresión de la aplastante mayoría
de la población, no sólo del proletariado, sino de las nueve décimas partes de
los pequeños productores, particularmente de los campesinos, se ha agudizado al
máximo, siendo de notar que la opresión agudizada, el hambre, la miseria, la
ausencia de derechos y los ultrajes al pueblo se hallan en flagrante desacuerdo
con el estado de las fuerzas productivas de Rusia, con el grado de conciencia y
con el nivel de las reivindicaciones de las masas...” ¿Puede
decirse que tales condiciones no se dan en la actualidad en nuestro país,
incluso desde hace muchos años? Es evidente que todas estas condiciones se dan
en la sociedad peruana y, más aún, que tales condiciones en los últimos años
han entrado en un proceso de profundo agravamiento; necesita demostrarse esto?
necesita demostrarse que las “nueve décimas partes” especialmente el
campesinado peruano, está sujeto a una creciente opresión y explotación?,
necesita demostrarse que cada día más se agudiza la explotación y opresión del
proletariado peruano?, necesita demostrarse el hambre, la miseria, la ausencia
de derechos y los ultrajes al pueblo peruano? Todo esto es tan evidente que
nadie lo puede negar y, más aún, para no ir más atrás, todo esto se ha agravado
desde el año 68, desde la toma del Poder por el presente régimen y se ha
agudizado hasta devenir en la insostenible situación que vivimos hoy, desde el
año 75. ¿Alguien puede negar esta realidad que padece nuestra patria? Nadie.
Nadie que se sujete al más elemental análisis objetivo de nuestra realidad. Y
la existencia de estas condiciones de opresión y explotación son la base misma
de la situación revolucionaria, aunque para que ésta surja se necesita a su vez
de otra condición, como el mismo Lenin dice: “La opresión, por grande que sea, no siempre origina
una situación revolucionaria en un país. Para que estalle la revolución no
suele bastar con que los de abajo no quieran seguir viviendo como
antes. Hace falta además, que los de arriba no puedan seguir
administrando y gobernando como hasta entonces”. Así, Lenin
definió lo que es una situación revolucionaria, lo que son condiciones
objetivas de la revolución y las sintetizó en dos: 1) que los de abajo no
quieran seguir viviendo como antes y 2) que los de arriba no puedan seguir
administrando y gobernando como hasta entonces; estas dos condiciones son las
que generan las movilizaciones de las masas, sus luchas y entre ellas el
movimiento huelguístico del proletariado. No es, pues, que la movilización de
las masas genere la situación revolucionaria si no al revés; la situación
revolucionaria, o sea las condiciones objetivas de la revolución son la causa
de las movilizaciones y éstas son su efecto. Pero además, y esto es de gran
importancia, Lenin considera que la situación revolucionaria genera una crisis
política en la base misma del Estado; en sus propias palabras: “Rusia atraviesa una crisis política
de escala nacional, y se trata de una crisis que afecta precisamente las bases
de la estructura estatal, y no en modo alguno cualquier parte secundaria de
ella; afecta los cimientos del edificio y no tal o cual
accesorio, tal o cual piso”. Esto es fundamental, la situación
revolucionaria afecta las bases mismas, los cimientos del Estado y por lo tanto
no es factible “una salida reformista de la situación”. No son factibles
parches ni remiendos sino que sólo cabe una salida revolucionaria. El mismo
Lenin, sintetizando magistralmente la situación revolucionaria, dice: “El estado de las masas de la población de
Rusia, el empeoramiento de su situación en virtud de la nueva política agraria
(a la que han tenido que apelar los terratenientes feudales como última tabla
de salvación), las circunstancias internacionales y el carácter de la crisis
política general de nuestro país constituyen la suma de condiciones objetivas
que hacen revolucionaria la situación de Rusia a causa de la imposibilidad de
resolver las tareas de la revolución burguesa por este camino y por los medios
existentes (en manos del gobierno y de las clases explotadoras)”. Todo esto
parece escrito para nuestro país. Resaltamos el problema de “los de arriba”;
obviamente en el Perú los de arriba no pueden seguir gobernando y administrando
como hasta hoy, la prueba es la tercera reestructuración del Estado que se
concreta en la nueva Constitución, como es evidente, tiene que ver con todo el
orden estatal. La síntesis transcrita a todas luces resume una situación
similar en nuestro país y, en consecuencia, la existencia de condiciones
objetivas, de situación revolucionaria en nuestra patria. Sin embargo, en el
Perú hay grave confusión sobre este problema, pues se pone la movilización de
las masas como causa de la existencia de situación revolucionaria lo que está
abiertamente en contra con las tesis sumamente claras de Lenin y tiene un
fondo: el centrar en el movimiento reivindicativo de las masas para soslayar la
revolución, la toma del Poder y, en último término, soslayar la violencia
revolucionaria para ir tras los procesos electorales y difundir cretinismo
parlamentario. Otros, en el país, plantean que la situación revolucionaria se
deriva y se desarrolla de la complementación de las condiciones objetivas con
las condiciones subjetivas lo que implica otro grave error, pues condiciones
subjetivas, para Lenin, implica la clase y los instrumentos para llevar
adelante la revolución, ya que como él mismo dice: “Ni la opresión de los de abajo ni
la crisis de los de arriba basta para producir la revolución -lo único que
producirán es la putrefacción del país- si el país dado carece de una clase
revolucionaria capaz de transformar el estado pasivo de opresión en estado
activo de cólera y de insurrección”. No es lo mismo, por tanto,
situación revolucionaria o condiciones objetivas de la revolución que
condiciones subjetivas, y estas son la clase y los instrumentos capaces de
convertir la situación revolucionaria en violencia revolucionaria, lo que en
nuestro país implica lucha armada, frente único, Partido que maneje a ambos,
proletariado capaz de dirigir y cumplir su papel de clase dirigente y un
campesinado capaz de levantarse en armas.”5
Aparte de que el PCP-SL consideraba la
situación en el Perú como una situación revolucionaria, afirmó también,
refiriéndose a Mao, que las “condiciones objetivas de las revolución y su
desarrollo” estaban dadas. PCP-SL (1979): “El Presidente Mao Tsetung establece
las condiciones que conforman la situación objetiva y principalmente las
contradicciones que se dan y de cuyo desarrollo derivan el desenvolvimiento de
la revolución, en esencia la lucha armada y el triunfo inevitable de la
revolución. Como puede verse en el punto 4 de su obra “Una sola chispa puede
incendiar la pradera”, destaca los siguientes puntos y contradicciones:
1)
En el plano internacional, desarrollo de las contradicciones entre los países
imperialistas. Evidentemente éstas hoy son más agudas que ayer y la lucha por
la hegemonía mundial entre las dos superpotencias, el imperialismo
norteamericano y el socialimperialismo soviético, se acrecienta cada día más.
Lo cual repercute en nuestro país como contradicciones en el seno de los
explotadores, principalmente de la gran burguesía como se ha visto en los
últimos tiempos en las facciones de la misma: la burguesía burocrática y la
burguesía compradora, lo que lejos de amenguarse seguirá desarrollándose.
2)
Contradicción entre los gobernantes reaccionarios y las grandes masas de
contribuyentes. Entre nosotros el crecimiento del aparato estatal lleva
necesariamente al aumento de impuestos que recae sobre las amplias masas
populares y, además, la economía estatal se desenvuelve en constante crisis
presupuestaria; el proceso seguido bajo el actual régimen y la situación del
presente demuestran palmariamente lo dicho, así como que son las masas
populares las que a través de los impuestos indirectos soportan más y más los
gastos estatales, situación que se agrava cada vez más y seguirá agravándose.
3)
Contradicción entre el imperialismo y la industria nacional. También entre
nosotros es evidente esta contradicción; la industria en el país está cada día
más sujeta al dominio imperialista y el acceso a sus mercados cada vez más
restringido; por otro lado, la agresión de mercaderías extranjeras manejada por
el imperialismo restringe la industria nacional y las propias imposiciones
financieras del imperialismo la hunden más en la recesión económica agravada
incluso por la crisis mundial. Como dijera Mariátegui, el imperialismo no
permite el desarrollo de una industria nacional.
4)
Contradicción entre la burguesía y la clase obrera. Buscando escapar a sus
dificultades los capitalistas “tratan de encontrar una salida a través de la
desenfrenada explotación de los obreros, y éstos les oponen resistencia”. Esta
afirmación del Presidente Mao se comprueba entre nosotros todos los días hasta
la saciedad, principalmente la vemos hoy en el desarrollo de la crisis que el
país viene padeciendo en los últimos años. En síntesis, vemos como brutalmente
se reducen los salarios, se aumenta la jornada y se imponen duras condiciones
de trabajo para salvaguardar las ganancias empresariales; pero frente a esto
vemos la resistencia del proletariado a través de la lucha huelguística
persistente aún contra toda forma de persecución y represión, suspensión de garantías
y estado de emergencia.
5)
Profundización aún mayor de la contradicción entre la clase terrateniente y el
campesinado. En el país el Estado ha asumido el cobro de la renta territorial a
través de la deuda agraria, la inversión imperialista principalmente a través
del banco agrario y el control de todo el sistema asociativo (cooperativas,
SAIS, etc.) en la producción agrícola y, además, mantiene formas serviles de
producción sumándose así a la vieja explotación terrateniente feudal. De esta
forma se ha agravado la situación del campesinado por la evolución de la
feudalidad que imprime la ley agraria y la penetración del capitalismo
burocrático en el campo.
6)
Los comerciantes en productos nacionales y los productores independientes se
ven empujados cada vez más a la quiebra. Actualmente la crisis económica
muestra fehacientemente la validez de esta afirmación, basta recordar la
situación de quiebra que enfrentan la pequeña producción industrial y el
pequeño comercio, así como la pequeña minería; resaltemos la grave situación
que soportan los ambulantes sobre los cuales incluso recae la represión. Pero
la situación golpea hasta los medianos productores.
7)
El gobierno reaccionario incrementa ilimitadamente sus tropas. En el país es
evidente el desarrollo y reforzamiento de las fuerzas armadas y policiales de
la reacción, tanto en contingente como en armamento, con la creación de nuevos
cuerpos represivos y la ampliación de sus funciones y el mayor control que
ejerce sobre todas las funciones de la sociedad. Evidentemente, este proceso se
desarrollará más.
8)
El hambre y el bandolerismo se extienden por todo el país. Las masas populares
peruanas soportan hambre crónica, pero hoy con la crisis es mayor aún; las
masas realmente, en especial los campesinos pobres no tienen nada que llevarse
a la boca y con el hambre viene aparejada la enfermedad que se ceba
principalmente con los niños y la juventud. La delincuencia se expande más y
más y el abigeato se acrecienta en el campo amparado por las propias
autoridades.
9)
Las grandes masas campesinas y los pobres de la ciudad se encuentran en una
situación en la que apenas pueden subsistir. Esta comprobación que el
Presidente Mao hacía en China es también entre nosotros una cruel realidad, la
miseria se asienta más y más entre las masas populares de nuestra patria.
10)
Por falta de presupuesto muchos estudiantes temen no poder continuar sus
estudios. Para el país ésta también es una verdad, el presupuesto de educación,
como el de salud, decrece y la educación se agita en una profunda crisis; así
muchos estudiantes dejan de estudiar por falta de centros de estudios y,
además, por falta de recursos.
11)
Por el carácter atrasado de la producción, muchos estudiantes graduados no
tienen esperanzas de encontrar empleo. Entre nosotros igualmente se da esta
situación, miles de graduados trabajan en todo menos en su profesión.
Así es como el Presidente Mao Tsetung
enjuicia la situación revolucionaria en los países atrasados y al analizar las
contradicciones que presenta la situación objetiva encuentra la base material
que da sustento a la lucha armada, a su desarrollo y triunfo. De lo expuesto se
ve que en nuestro país se da similar situación objetiva y que se desarrollan
las mismas contradicciones. Todo esto es sumamente evidente, son realidades que
nadie puede negar y, más aún, son contradicciones que se desarrollan y que en
modo alguno pueden ser resueltas por un gobierno reaccionario; además, todos
sabemos que las contradicciones que no se resuelven se agudizan, por tanto la
situación objetiva de nuestro país es y será cada vez más propicia al
desarrollo de la revolución, al desarrollo de su forma superior, de la lucha
armada; en consecuencia la cuestión es iniciar la lucha armada, esta es la
perspectiva inevitable de nuestra condición de país semifeudal y semicolonial.
¿Qué otra perspectiva puede tener nuestra patria? ¿Qué otro camino podemos
seguir en el Perú? ¿Qué otra esperanza pueden tener nuestras masas populares y
el proletariado? […] ¿Siguiendo nuestro país las mismas leyes de la revolución,
siendo similar nuestra situación e igual nuestra perspectiva, podemos pensar de
distinta manera? No, en modo alguno.”
De los conceptos de Lenin y de Mao y de
su aplicación a la realidad peruana, el PCP-SL (1979) llegó a las siguientes
conclusiones: “1) En nuestro país se dan las dos condiciones que sobre una
situación revolucionaria planteara Lenin; 2) en nuestro país se da la situación
objetiva que como contradicciones analizara el Presidente Mao; 3) es
fundamental que para comprender nuestra realidad tengamos en cuenta la
diferencia que hay entre situación revolucionaria estacionaria y situación
revolucionaria en desarrollo; 4) teniendo en cuenta lo dicho sobre el país al
analizar las tesis de Lenin y Mao, debemos concluir que estamos viviendo una
situación revolucionaria en desarrollo expresada en la evidente creciente
protesta popular que entre nosotros se desenvuelve atizada por la crisis que
hace años vivimos. Así pues, si nos sujetamos al marxismo-leninismo-pensamiento
Mao Tsetung, y a partir de él analizamos la realidad concreta de la revolución
peruana tenemos que concluir que vivimos una situación revolucionaria en
desarrollo y, en consecuencia, toda estrategia, táctica y acción políticas
deben partir de tal reconocimiento, pues de otra manera erraremos gravemente.”
Además, se lee “si analizamos, por muy someramente que sea, pero a la luz del
marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tsetung, la situación objetiva, las
condiciones objetivas del país, la situación de los de arriba que ya no pueden
seguir gobernando ni administrando como lo hacían, y la situación de los de
abajo que ya no pueden ni quieren seguir viviendo como hasta hoy y la creciente
protesta popular, no podemos menos que concluir: en nuestro país existe
situación revolucionaria en desarrollo y éste es el punto de partida para
determinar toda política, estrategia y táctica que sirvan al proletariado, al
pueblo y a la revolución. Y una situación así no puede ser base nunca para
centrar la actividad política del pueblo en procesos electorales pues éstos, en
circunstancias como las que vivimos, lo desorientan de su camino
revolucionario.”
Aunque la existencia de una situación
revolucionaria determinaba que el tiempo era adecuado para iniciar la lucha
armada, la organización pensaba, además, que la “lucha de
clases en polarización y su desarrollo como lucha armada han atizado más aún la
preexistente situación revolucionaria en desarrollo; y, así hoy y en
perspectiva, la situación revolucionaria en desarrollo más caldeada en la
actualidad estimulará más la lucha de clases y ambas impulsarán fuertemente la
lucha armada” (PCP-SL. 1982).
Aparte de que en el país existía una situación revolucionaria, había otras
razones para las cuales el PCP-SL consideraba el uso de la violencia
revolucionaria legítimo:
1) Solamente a través del uso de los armas se puede llegar al poder. PCP-SL
(Guzmán Reinoso y Yparraguirre Revoredo, 2014: 250): “La experiencia de la lucha de clases en la
época del imperialismo nos enseña que sólo mediante la fuerza del fusil, la
clase obrera y las demás masas trabajadoras pueden derrotar a la burguesía y a
la clase terrateniente armadas; en este sentido cabe afirmar que sólo con el
fusil se puede transformar el mundo entero. Somos partidarios de la eliminación
de la guerra, no deseamos la guerra. Pero sólo mediante la guerra se puede eliminar la guerra. Para
acabar con los fusiles, hay que empuñar el fusil’.”
2) Es solamente a través de la lucha armada que se desarrolla la lucha
armada. PCP-SL (1982): “[…] es la propia lucha armada la
que abre en los hechos el camino de la lucha armada y asimismo va machacando
con hechos contundentes las ideas, el camino de la lucha armada en la propia
mente de los hombres como parte integrante de las masas y así se incorpora a
éstas más y más al gran camino de la guerra popular.”
3) Porque el
mundo estaba viviendo “la
ofensiva estratégica de la revolución mundial, vivimos el barrimiento del
imperialismo y la reacción de la faz de la Tierra en los próximos 50 a 100 años”, era
necesario militarizar el partido (PCP-SL, 1988).
4) La sociedad estaba “marchándose a una
sociedad militarizada”. Entonces, “militarizando el Partido plasmamos un paso
hacia la militarización de la sociedad que es la perspectiva estratégica para
garantizar la dictadura del proletariado” (PCP-SL, 1988).
_____________
Notas
(1) Según
Tapia (1997: 93) el PCP-SL tenía 3.000 militantes.
(2) Según el
PCP-SL, en 1988 aún el país era semi-feudal y semi-colonial. PCP-SL
(1988): “Por qué es semifeudal? El Presidente Gonzalo
plantea: “El caduco sistema semifeudal sigue subsistiendo y marcando al país
desde sus bases más profundas hasta sus más elaboradas ideas y, en esencia,
manteniendo persistente el problema de la tierra, motor de la lucha de clases
del campesinado, especialmente pobre que es la inmensa mayoría”, nos remarca
que el problema de la tierra sigue subsistiendo porque se mantiene relaciones
semifeudales de explotación evolucionando la semifeudalidad, problema básico de
la sociedad que se expresa en tierra, servidumbre y gamonalismo; condición que
debemos verla en todos los aspectos, económico, político e ideológico, en la
base y en la superestructura; demuestra cómo es que el campesinado constituye
alrededor de un 60% de la población, que durante siglos trabaja la tierra pero
está atado a la gran propiedad y a la servidumbre; nos enseña que existe gran
concentración de tierras en pocas manos, con formas asociativas y no
asociativas y, la inmensa mayoría del campesinado es campesinado pobre que no
tienen tierras o si las tienen son muy pocas dando así lugar al minifundio
sometido a la voracidad del latifundio.”
(3) “[…] las
Bases de Apoyo que son la médula del camino de cercar las ciudades desde el
campo […]” (PCP-SL, 1988).
(4) Ver
también, Guzmán (1974).
(5) El
documento “Desarrollemos la guerra de guerrillas”, el PCP-SL (1982) definió la
situación revolucionaria como “los de arriba no pueden seguir mandando como
ayer y los de abajo no quieren seguir viviendo como hasta hoy”.
Ahí ha estado Fidel saltando de alegría por Ubre Blanca y sus records mundiales en litros de leche; alegre, jubiloso, como un muchacho con un nuevo juguete, al “probar” una nueva combinada para cosechar la caña de azúcar. Fidel fue quien primero nos habló de computación e informatización por el año 1971, cuando nos recuperábamos del revés de la zafra de los Diez Millones. Lo conocimos “conjurado” con los químicos, para hacer un nueva cerveza y sorprender con esta innovación a los jóvenes de las Brigadas Técnicas Juveniles…. Fidel es la magia de dibujar el futuro de un centro de biotecnología, cuando apenas sobrevivíamos la crisis y el doble bloqueo de los años iníciales del período especial. Y ante las desiertas y lúgubres instalaciones de una abandonada base soviética, pensar la maravilla de una universidad de punta –de hermoso y colorido diseño-, dedicada al estudio, la investigación, los servicios y la producción en el mundo de las nuevas tecnologías de la informatización y las comunicaciones.
Imágenes a los Noventa: Fidel, más allá de la biografía
Felipe de J. Pérez Cruz
Desde la segunda mitad del
Siglo XX, Fidel Castro Ruz, líder
de la Revolución Cubana y fundador del Partido unido y del Estado Socialista, ha marcado la historia política de Cuba, América Latina, África y el
mundo. He expresado mi criterio sobre la importancia de publicar
una y muchas biografías de Fidel, pero sin dudas la biografía como género y
resultado historiográfico, no agotan la necesidad de conocimiento y rescate de
la memoria colectiva sobre el Comandante en Jefe. Siempre quedará un amplio
campo de estudio para avanzar en la sistematización de su legado y en la reflexión
sobre su pensamiento.
La investigación y el estudio de la
vida y obra de Fidel no puede ser un fin en sí mismo, será solo el camino para
que el Comandante en Jefe de la Revolución Cubana perviva en la Historia, para
que Fidel continúe acompañándonos, para
estar orgullosos y comprometidos con nuestros logros, exhortándonos
a pensar propositivamente, a luchar contra nuestros errores, a mantener
incólumes los principios martianos y socialistas de justicia social,
emancipación y dignificación humana, para crecer y vencer.
El valor del ejemplo
“Hacer es la mejor manera de decir”, definía José Martí en La Revista Venezolana en
1881, y de tal máxima Fidel Castro Ruz ha hecho una escuela. Fidel no dijo “hagan”, sino “síganme”,
y marcó el camino marchando a la vanguardia de la Revolución.
Al asalto del Cuartel Moncada el 26 de julio de
1953, fue Fidel como jefe y combatiente. Su comando tenía la difícil tarea de
tomar la posta de entrada a la fortaleza. Ante la posibilidad de perder la
iniciativa del factor sorpresa, dispara, inicia el combate, y le hace la
primera baja al enemigo. Cuentan que al ordenar la retirada, en medio de la
fuerte respuesta de los soldadesca de la tiranía ya organizada, el joven líder
estuvo de pie, desafiando las balas enemigas, en lo que se aseguraba que los
autos evacuaran a sus compañeros, así quedó solo en medio de la calle, y en el
último de los vehículos se retiró.
La
vida de Fidel en la guerrilla que a golpe de inteligencia y bravura se
transformó en Ejército Rebelde, da para una leyenda. La primera y la única
“conspiración” a “espaldas” de Fidel durante la guerra de liberación, fue la
carta que circuló y firmó la oficialidad del Ejército Rebelde, para obligar a
su jefe a que protegiera más su vida en los combates.
Luego en la victoria, sus hechos de audacia se
hicieron cotidianidad. Fidel en el
propio 1959, que organizó y ejecutó el primer cerco que se realizó para apresar
a un grupo de contrarrevolucionarios “alzados” en armas. Luego miles de batallones de milicianos le
seguirían en la epopeya de la Limpia del Escambray, y en la liquidación de las
bandas de asesinos, creadas, dirigidas y avitualladas por la Agencia Central de
Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos en casi todas las provincias del país.
Cuando la invasión mercenaria, en abril de 1961,
Fidel llegó hasta las arenas de Playa Girón junto a los soldados, policías
rebeldes y milicianos, porque cuentan que era imposible mantenerlo en el Puesto
de Mando del Central Australia. Allí estuvo a tiro de una escuadra de
invasores, que carentes de valor optaron por no hacer fuego.
Afrontando el peligro
Contra Fidel, la CIA y su Entente de terrorismo anticubano, radicada
en el territorio estadounidense, han puesto en ejecución no menos de 640 planes
de asesinato. Fidel ha vivido con la responsabilidad de afrontar estos
peligros. Sabemos que no se inmutó en aquella conferencia de prensa en el Chile
de 1971, a sabiendas que frente a él estaba un asesino de la CIA, con una
cámara a la que se había acoplado un arma. También conocía la seguridad cubana
de otros probables planes de magnicidio, pero nada pudo impedir que el
Comandante de la Revolución Cubana recorriera junto al Presidente Salvador
Allende toda la geografía del hermano país.
En
septiembre de 1973, en plena guerra de liberación contra los agresores
estadounidenses, Fidel Castro se convirtió en el primer y único jefe de un Estado
extranjero que visitó las zonas liberadas de Viet- Nam del Sur. Así también
Fidel viajaría a Angola en 1976, a brindar con su presencia cumplido homenaje a
los primeros combatientes que pararon la invasión sudafricana a las puertas de
Luanda, derrotaron el plan de la CIA y los racistas para impedir la real
independencia del país victoria política de Agostinho Neto y el movimiento
revolucionario que lideraba.
Lo recordamos pleno a sus 68 años, liderando al
pueblo que salió a las calles el 5 de
agosto de 1994, para rechazar a la horda de antisociales que manipulados por
los servicios enemigos y la emisora contrarrevolucionaria, provocaron
disturbios y atacaron instalaciones turísticas y comerciales cercanas al
malecón habanero. Fidel llegó a la
intersección de las calles Galiano y San Lázaro, frente al Hotel Deauville, minutos antes apedreado, con sus escoltas sin
armas, a dar su cuota de pelea. Su
marcha para llegar a la zona de enfrentamientos en el cercano Paseo del Prado,
convocó a su paso a un mar de pueblo, dispuesto a defender a la Revolución y su Comandante. Mientras, delincuentes y
contrarrevolucionarios, huían despavoridos.
Veinte nueve años después de su visita a Chile,
seguía Fidel con la misma audacia, y los confirmados planes para asesinarlo no
lo hicieron desistir de viajar a la Cumbre Iberoamericana de Panamá, y allí en
el Istmo, con su denuncia, desbarató el dispositivo terrorista y obligó a poner
presos a los criminales. Esta vez los criminales planificaban una masacre, al planificar
explotar poderosos explosivos en un auditorio de la Universidad panameña, que
iba a esta repleto de jóvenes estudiantes, profesores y amigos de la
solidaridad con Cuba.
La construcción socialista
Fidel ha hecho del heroísmo cotidiano, del reclamo de su hermano de
luchas el Comandante Ernesto Che Guevara, un asunto de principios. La primera
Zafra del Pueblo lo tuvo de machero, abriendo con su ejemplo la movilización de
miles de trabajadores voluntarios hacia los cortes de caña.
Fidel ha estado de promotor y entusiasta hacedor en
la creación de la base técnico material del socialismo en Cuba: Desde las
primeras tareas de la mecanización
agropecuaria y el desarrollo de la ganadería integral en los pasados años
sesenta, hasta los complejos científico- tecnológicos de investigación-producción
ya a las puertas del siglo XXI. La ligazón de Fidel con el mundo del trabajo,
de la ciencia y la tecnología, es un
escenario de relación y conocimiento que une al líder con la nueva clase
obrera, y con su intelectualidad científico-técnica. Es una relación íntima, que
comparte y disfruta junto a los
trabajadores, por cada nueva realización.
Ahí ha estado Fidel saltando de alegría por Ubre Blanca y sus records mundiales en litros de leche; alegre, jubiloso, como un muchacho con un nuevo juguete, al “probar” una nueva combinada para cosechar la caña de azúcar. Fidel fue quien primero nos habló de computación e informatización por el año 1971, cuando nos recuperábamos del revés de la zafra de los Diez Millones. Lo conocimos “conjurado” con los químicos, para hacer un nueva cerveza y sorprender con esta innovación a los jóvenes de las Brigadas Técnicas Juveniles…. Fidel es la magia de dibujar el futuro de un centro de biotecnología, cuando apenas sobrevivíamos la crisis y el doble bloqueo de los años iníciales del período especial. Y ante las desiertas y lúgubres instalaciones de una abandonada base soviética, pensar la maravilla de una universidad de punta –de hermoso y colorido diseño-, dedicada al estudio, la investigación, los servicios y la producción en el mundo de las nuevas tecnologías de la informatización y las comunicaciones.
La articulación de Fidel con los planes de salud,
educación y cultura, supera en su vínculo con el sentir nacional, cualquier
evaluación que un “historiador” pueda intentar realizar. Ahí está su fiebre por
sembrar a Cuba de hospitales, policlínicos, casas del médico de la familia,
escuelas, institutos y universidades, museos, teatros, gimnasios y salas
polivalentes. Fidel lideró la batalla contra la falta de maestros y el
analfabetismo, y fijó el hacer del arte y la literatura en la Revolución, con sus
palabras a los intelectuales. Fue el artífice de la Revolución
Educacional, de los programas de las escuelas en el campo, de la fundación del
Destacamento Pedagógico “Manuel Ascunce Domench”. Lo recordamos en sus visitas
a los círculos de interés y apoyo a la actividad vocacional. Fidel fundó con el
Comandante Ernesto Che Guevara, la medicina social cubana, y multiplicó la
extensión y la calidad de los servicios de salud.
El deporte y al recreación física renacieron en Cuba
con la Revolución, y han contado con el empuje protagónico del Comandante. Con el
juego entusiasta del equipo de beisbol Barbudos, junto a Camilo Cienfuegos, Fidel
fijó el contenido de disfrute masivo de deporte revolucionario. Mis compañeros
de la generación de los setenta, aún sueñan al Comandante en las tardes de
básquet en la Secundaria Básica en el
Campo “Ceiba 1”, donde reía y peleaba por el balón como un adolescente más, y
“gardeaba” duro, sin hacer de su físico imponente, un obstáculo de fuerza. El
deporte cubano pasó al medallero Olímpico, regional y mundial, cada medalla fue una alegría para
Fidel, pero siempre insistió que lo más importante es competir con honor y
patriotismo.
Por estar a
la vanguardia a favor del pueblo, Fidel hasta ha desafiado a la naturaleza. Desde
el ciclón Flora en 1963, hasta los últimos huracanes que cruzaron el país en su
mandato como Presidente, lo vimos
desafiando los vientos, en los lugares de más peligro. Chequeando las medidas
de defensa civil, orientando, y sobre todo dando confianza y cariño.
El protagonismo de Fidel superó su propio horizonte
de partida, ha sido el promotor de los diseños estratégicos, y a la vez el articulador
del día a día de estas las realizaciones.
El Comandante
Fidel es un hombre que reúne en sí
las excepcionales cualidades del conductor de pueblos, del pedagogo y el educador
social. Posee una indiscutible capacidad como dirigente, inteligencia, estudio
y experiencia, que ha desarrollado a la par de un ejercicio ético de
dignificación humana, con una extraordinaria dedicación al trabajo e
inquebrantable voluntad de lucha.
Fidel es un modelo de tenacidad
y compromiso revolucionario, símbolo de modestia, intransigencia y audacia, de
constante preocupación por el estudio, la investigación y superación
profesional, de servicio a la causa del socialismo y entrega absoluta a los
intereses nacionales, populares e internacionalistas. Fidel ha demostrado ser capaz de
adelantarse a los acontecimientos, y se le reconoce un maestro en el difícil
arte de la estrategia política.
Fidel ha mantenido
un régimen de trabajo diario alucinante, con apenas tres o cuatro horas de sueño,
ocupándose de todos los problemas nacionales e internacionales que puedan
imaginarse. Lector incansable, el estar bien informado ha sido una ocupación
cotidiana.
Quienes
seguimos a Fidel durante más de medio siglo de batallas, tenemos sobradas
razones para saber que es un hombre profundamente solidario, con una sólida convicción
sobre la centralidad que deben tener, los principios de la emancipación, la justicia social y dignificación humana.
Precisamente desde tales convicciones se hizo revolucionario, luego “socialista
utópico”, después definitivamente marxista y leninista convencido, comunista,
antes y después, siempre, martiano.
Precisamente
en el pensamiento de Fidel, sobresale
una finalidad doctrinal perfectamente determinable acerca de la emancipación efectiva de la persona en
diversas dimensiones: productivo-laboral, socioclasista, generacional,
genérica, espiritual. A la
persona la sitúa en su plena dignidad, y asume que esta es la finalidad real de toda la actividad social
revolucionaria.
Fidel
es capaz de sentir y expresar las más íntimas necesidades y valores de sus compañeros y pueblo.
El método y el estilo fidelista
Fidel
ha vivido convencido de la responsabilidad que le otorgaba su condición de
líder de un pueblo. Sabe que los latinoamericanos tenemos una larga tradición
de líderes carismáticos y siempre ha cuidado que su cuota de poder sea
compartida, en primer lugar con el pueblo, con el Partido y sus compañeros de
la dirección política. Son abrumadores
los testimonios de su modestia. Nunca ha dejado de sentirse y de actuar como un
servidor de la impronta histórica y la voluntad popular. Son abrumadores los
testimonios de su modestia.
No
somos los cubanos un pueblo de seguidores acríticos. Fidel lo sabe y ha
cultivado. La Revolución nos hizo cultos, para hacernos libres. Fidel no dijo “crean”, sino “lean”.
Fidel
ha hecho de la persuasión un arte: Si se estudia su método de comunicación
tanto en privado como en público, nos percatamos de su inteligente labor para
establecer la mutua confianza, la intimidad de verbo y pensamiento. En cada
conversación, en sus discursos y actos sobresale su pedagogía revolucionaría,
su condición de educador social.
Su
estilo de dirección es democrático, de búsqueda de asesoramiento y saberes, de
consulta perenne con las masas. Tiene ganada fama de ir hasta el más pequeño
detalle en todo lo que se propone. Es capaz de escuchar durante horas a un
interlocutor, al que solo interrumpe
para hacerle cada vez preguntas más incisivas sobre el tema que comparten. A la vez sabe ser un jefe firme en la toma de
las decisiones, en la orden, y en la asunción de su responsabilidad personal.
Su fiel de actuación ha estado en búsqueda constante de soluciones posibles
–ante todo prácticas- para cada problema. Desde la década del sesenta del
pasado siglo, su crítica al burocratismo y a la burocracia, ha definido un
sentido de hacer.
No
afecta a Fidel la contradicción, ni la discrepancia o la crítica. Si es
implacable con la improvisación, el desatino de juicios y acciones, la negligencia
o la chapucería. Aborrece la adulación y la mentira. Nunca pierde la
perspectiva de que lo fundamental está en transformar, en educar. Develar el
error, sancionarlo, y respetar y salvar al ser humano, ha sido su divisa.
Desde
joven se destacó como polemista. Su respuesta al adversario es siempre
contundente, sobresalen la fortaleza moral, la solidez de la argumentación y
la mesura de la forma.
La
Revolución no solo ha sido una consecución de conquistas, la personalidad de
Fidel las ha dotado de un goce particular, de un cariño compartido
La teoría como praxis
El protagonismo del Comandante se asienta
en un profundo conocimiento de la Historia, en el análisis y el juicio prospectivo. De la Historia y en la historia
Fidel obtuvo las razones para actuar. El encuentro raigal con el pensamiento emancipador
de José Martí, y la asunción temprana del marxismo y el leninismo, le
permitieron la claridad política, la fortaleza cultural y la certeza científica,
sobre el pasado, y en tanto, la comprensión de su presente, y la proyección de
la necesidad del destino futuro de la nación.
El tránsito dialéctico de Martí a Carlos Marx y Vladimir Ilich Lenin, y el
retorno de estos, con más certezas y convicción, a Martí, le permitieron evadir
las lecturas sectarias y dogmáticas prevalecientes a mediados del siglo XX en
el movimiento comunista internacional. Desde entonces fue un constante promotor
de la criticidad y fertilidad del marxismo.
El Comandante nos ha brindado
como síntesis perfecta de su visión de praxis revolucionaria, el concepto
complejo y multidimensional de Revolución: “Revolución –precisó el 1ro de mayo del 2000- es sentido del momento histórico; es
cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser
tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros
mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas
dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en
los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés,
altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y
realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción
profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la
verdad y las ideas. Revolución es unidad, es independencia, es luchar por
nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de
nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo.”
No mentir ni violar jamás principios éticos
La historia del movimiento revolucionario y comunista está jalonada de
heroísmo y entrega patriótica e internacionalista, pero como síntoma de lo que
no se ha logrado, en el tránsito de los
líderes y combatientes a la cultura de la emancipación, se han manifestado una
y otra vez problemas donde se percibe que las viejas tradiciones, los
prejuicios y miserias de la idealidad burguesa, persisten en la mente y el
hacer de los sujetos en Revolución. En ocasiones los fines revolucionarios se
han enarbolado para justificar métodos y medios turbios, la verdad ha sufrido,
los intereses individuales se han antepuesto, las contradicciones y las
imprescindibles luchas políticas e ideológicas dentro de los partidos y
movimientos, se han intentado resolver con exclusiones y purgas.
La Revolución Cubana -puede probarse-, ha sido un
procesos caracterizado por la transparentes y la integridad, pero no hemos
estado exentos de tales fenómenos negativos. El hecho más conocido –y
manipulado por la propaganda anticomunista-, fue la separación de Julio Antonio
Mella por sus compañeros de Partido en 1926. En la etapa posterior a 1959,
fenómenos adversos como el sectarismo y la microfracción, encubaban prácticas en
las que se evidenciaban los citadas debilidades. Si tales peligros fueron
cortados en la raíz, para solo sobrevivir como fenómenos a escala reducida en
tiempo y espacio, ello se debió a la colosal acción política y pedagógica de
Fidel, como constructor de la unidad de todos los revolucionarios alrededor del
Partido y de la Revolución.
Fidel como martiano consecuente, es un ejemplo de
político revolucionario, y desde su hacer personal y liderazgo, creó una
escuela de ética revolucionaria, en la que se han formado y deben crecer las
nuevas generaciones de dirigentes cubanos. Esta escuela de pensamiento y acción,
parte de la defensa y culto de dos ejes
ideológicos fundamentales: Nunca mentir,
nunca violar principios éticos.
La ética fidelista de la política ha sido compartida
con la militancia revolucionaria y el pueblo, que la conoce y sustenta, y la exige
a sus continuadores. Se han creado instrumentos legales y códigos de ética,
pero el impacto fundamental está en la elevación de la cultura de la crítica y
el hacer del pueblo, en el fortalecimiento de las relaciones realmente
emancipadas del socialismo cubano.
Un hombre sagrado
Vivo convencido de que los cubanos tenemos el privilegio de contar en la
Revolución, con uno de los más brillantes revolucionarios de todos los
tiempos. La impronta de Fidel está en lo grueso y lo fino de la Revolución. Se ha forjado y cultivado junto a su pueblo, en la dirección de una guerra revolucionaria, la forja de una
nación, un Estado y un Partido de nuevo tipo, en el vencer todos los días al
imperio y sus planes genocidas, para adentrarse en el parto internacionalista
de este mundo en transición.
¿Idealizamos a Fidel? ¿Es
una “renuncia” a la crítica del hombre, y por lo tanto un determinismo sobre el
ser falible que necesariamente es Fidel? Hombres como
Fidel Castro Ruz merecen, aún en la diferencia, el respeto y la consideración
por lo que han sido, hacen a diario y
representan.
Fidel es la historia compartida de
nuestros pueblos latinoamericanos con su peculiar relación líder –masa, carisma
ético, caudillo y pueblo, desde Enriquillo y Tupac Amaru a Simón Bolívar, José de
San Martín, Miguel Hidalgo, José Martí, Máximo Gómez, Antonio Maceo, Augusto C.
Sandino, Jorge E. Gaitán, Salvador Allende y Hugo Chávez.
Por el acumulado de experiencias y el sentido histórico que posee, por
ser un hombre que al decir de Martí lleva dentro de sí “un pueblo entero”, “la dignidad humana”, Fidel es un
hombre sagrado.
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