Las Razas Humanas
(Novena Parte)
M.F. Niesturj
EN EL TRANSCURSO
DEL TIEMPO las diversas razas se han mezclado considerablemente. Este proceso
de mestizaje racial ha adquirido especial intensidad durante los últimos 10 000
ó 15 000 años. Desde el descubrimiento de América por Colón, en 1492, el
cruzamiento de tipos raciales ha asumido proporciones enormes, de tal modo que
en ningún lado quedan razas "puras". La humanidad entera, en mayor o
menor grado, es una raza mezclada: en el mundo existen decenas de millones de
personas que no pueden ser incluidas con seguridad en ninguna de las grandes
razas.
La
estrecha consanguinidad entre los hombres, como resultado del cruzamiento, ha
reducido en gran medida las diferencias entre ellos.
El
mestizaje indudablemente ha desempeñado un papel positivo en el desarrollo de
la humanidad y ayudado a unir al hombre en una entidad biológica única, la cual
es muy diferente, cualitativamente, de la especie antropoidea de la cual
derivaron los hombres primigenios.
Lo
dicho confirma la tesis, formulada por Marx y Engels, de que las diferencias
raciales han de ser eliminadas, y lo serán en el curso del desarrollo histórico
de la humanidad.
Todas
las razas humanas se cruzan fácilmente; los descendientes de esos cruzamientos
son fecundos, normales y sanos. En muchos casos hasta se llega a una generación
que se distingue favorablemente por sus peculiaridades físicas y mayor
esbeltez. La tesis central de la antropología soviética —todas las razas humanas
actuales son biológicamente iguales— se ve poderosamente confirmada por tales
hechos (Roguinski, 1948; Efroimson 1964).
La
ciencia del origen y desarrollo de las razas humanas mina por completo las
falsas teorías misantrópicas sobre la existencia de razas superiores e
inferiores. La antropología auténticamente científica echa por tierra las
invenciones de los racistas referentes a cierta raza aria escogida o a la raza
de blancos norteamericanos ciento por ciento puros, razas que, según aquellos
teorizantes, estarían llamadas a subordinar a todos los demás pueblos y razas y
a gobernarlos, a causa de su superioridad natural, física y espiritual,
condicionada, supuestamente, por las propiedades genéticas congénitas.
Ultimamente,
en la biología soviética se reforzaron en especial las investigaciones del
factor de la herencia. Para profundizar la comprensión de su esencia y fundamentos
se aplican, en sentido amplio, las leyes de la herencia de los rasgos expuestas
por Gregorio Mendel. Los genetistas usan los métodos más finos para el estudio
de las unidades de la herencia (genes) y del mecanismo de transmisión de los
rasgos a las generaciones futuras (M. E. Lobashev, 1967).
Los fundadores del marxismo-leninismo, que
elaboraron una concepción genuinamente científica del desarrollo social,
probaron convincentemente que las divisiones raciales no desempeñan ni pueden
desempeñar papel apreciable alguno en la historia de la humanidad.
Marx
y Engels demostraron que la historia de las sociedades esclavistas, es en
esencia la historia de la lucha de clases. Los ideólogos seudocientíficos del
imperialismo procuran probar que la lucha básica en la historia humana es la
de razas, no la de clases.
Al
sustituir la lucha de clases por la de razas como principal fuerza motriz de la
historia, los científicos reaccionarios falsifican conscientemente la historia.
La
leyenda de razas superiores e inferiores no es nueva. Ya durante la Antigüedad
solía ocurrir que el pueblo vencedor en una guerra declaraba que él era la raza
superior y que el pueblo derrotado era de raza inferior. No se trataba más que
de una excusa para explotar o aniquilar al último.
La
falsa idea de la superioridad racial, que se originó de la explotación del
pueblo, comenzó a tomar un carácter seudocientífico en el siglo XVIII. Ya en
1786 en Alemania, desde la Universidad de Gotinga, el profesor Christoph Meiners
predicaba el credo racista, poniendo a la raza "blanca" por encima de
las de "color" y a los celtas en un nivel superior al de los eslavos.
Desde
el siglo XIX los racistas se han basado con preferencia en las concepciones de
teóricos como Joseph Gobineau, Georges Lapouge, Otto Ammon y Ludwig Woltmann.
En sus tratados, seudocientíficos aunque frecuentemente de varios tomos, estos
autores procuran fundamentar la falsa teoría de la desigualdad racial.
Los
partidarios del racismo predican tesis tan reaccionarias como la de la división
eterna de la humanidad en grupos raciales superiores e inferiores: la antigua
naturaleza aristocrática innata de las clases dirigentes; la necesidad de
mantener la pureza de la raza superior, de propagar y perfeccionar a ésta; la
destrucción en masa y planificada (genocidio) de la raza inferior. Los racistas
recurren con predilección a la idea maltusiana de la "sobrepoblación".
El
conocimiento auténtico contradice las invenciones racistas. Los mismos
conceptos del racismo se oponen diametralmente a la ciencia. Ha sido comprobado
fehacientemente que existen afinidades básicas en las peculiaridades anatomo-fisiológicas
innatas de todas las razas humanas. Una de las mejores pruebas de ello es el
estudio que Darwin realizó de la población de Tierra del Fuego.
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