Un Poema
de Amanda Berenguer*
Carestía
Si el sosegado abrazo implacable
aprieta y es parecería anuncio
de un silencio de paro general,
el astuto bienestar trepa por
las venas
de piso en piso, de apagón en
ciernes,
y entremira hacia abajo por el
pozo
desalmado de los ascensores.
Cuesta
caro hoy en día mantener
el corazón
con títulos de propiedad
perecedera,
alimentarlo a duras penas
de esa historia celeste
atada como un pájaro a un mástil
que
deriva.
Es
escaso el salario y la vigilia
vuela
entre racionados alimentos
de
primera necesidad
buscando
sueño, azúcar verdadera,
los
puestos de la gloria, harina, sal
y tiempo bajo los fríos menudos
de las aves
por quilo, al peso, limpios,
insepultos.
Y vale la pena su valor en
ramos,
y vale la pena escalar la
desusada
altura. Pero quién sube, vamos,
a ese helicóptero incendiado
para tocar la nube pasajera.
Quien se aventure, cruja y
crepite,
que
en eso está la gracia
de este día feriado,
interminable.
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