Juan
Bosch o el rescate de lo nuestro-americano
Julio Carmona[1]
En principio, debo hacer la siguiente aclaración: que
aun cuando me interesa mucho la narrativa, yo me siento más a gusto en el
verso, en la poesía, como “el albatros” de Baudelaire, en el aire. Por eso no
les aseguro (porque yo mismo no estoy seguro) que mi interpretación de la
cuentísticaboschiana sea la más cercana a su exacta dimensión. Con todo –como
dicen los toreros– allá voy.
Pienso que el tema esencial de lo
que voy a decir se sintetiza en esta expresión que puede ser su título: Juan Bosch o el rescate de lo
nuestro-americano. La expresión “nuestro-americano” se ha difundido por
Internet en oposición a lo “norteamericano”, aunque los norteamericanos no sólo
se han apropiado de Norteamérica, sino de toda América, y, así, se hacen llamar
“americanos”. Pero yo entiendo que lo nuestro-americano opuesto a lo
“norteamericano” no es una oposición maniquea sino de justicia o equidad; como
ha dicho alguien, no es que seamos o nos sintamos más ni menos que ellos,
ocurre que somos diferentes; lo que falta es que –como decía Brecht– estemos
parados a la misma altura para saber quién es más grande.
1º Mi conocimiento de Juan Bosch
data de mediados del siglo pasado. Recuerdo que allá por los años de 1965 ó 66 en
algunas esquinas de las principales calles del centro de Lima, se ubicaron unos
kioscos sui generis en los que se ofrecía una colección de libros en edición
popular, bajo la denominación precisa de Populibros. Este proyecto editorial lo
dirigía el gran escritor Manuel Scorza. Fue un gol. En muchos hogares de esa
época se podía ver, con orgullosa ostentación, la colección creciente de
Populibros, con atractivos títulos, de poca difusión y difícil acceso, pero
cuya obtención tanto se ambicionaba.
Obviamente, esto ocurrió en mi
hogar. Por entonces ya había adquirido yo el virus de la endemia literaria, y
leía cuanto podía adquirir. La biblioteca de Populibros cumplió una función
decisiva en esa afición o sed y hambre lectores. Entre esos importantes títulos
figuraba uno: Trujillo: causas de una
dictadura sin ejemplo, de Juan Bosch. De este autor, siempre creí que se
trataba de un historiador o de un político. Pero lo novedoso era que ese texto
no tenía la aridez o escueta presentación de los hechos que en este tipo de
trabajos se suele dar, sino que presentaba los datos históricos con un
atractivo dominio de la narración literaria. Unos años después, estudiando ya
literaturas hispánicas en San Marcos me enteré que se trataba de un importante
narrador de Nuestra América. Y pude leer, en antologías, dos de sus más
difundidos cuentos: “La mujer” y “Dos pesos de agua”, que me hicieron pensar
que se trataba sin lugar a dudas de un singular narrador. Pero recién ahora
que, gracias a la Embajada de la República Dominicana, he tenido acceso a la
mayoría de sus cuentos reunidos en dos títulos: Cuentos escritos antes del exilio (24), y Cuentos escritos en el exilio (12), puedo decir que mi primera
impresión no sólo se ha ratificado sino que se ha ampliado, hasta considerar
que los estudios literarios de nuestra América han sido injustos con él,
considerándolo sólo como un representante de su país de la tendencia ruralista
y/o indigenista: porque, realmente, se trata no sólo de un maestro del cuento,
sino de un representante egregio de nuestro realismo literario, del realismo de
Nuestra América.
2º Antes de entrar de lleno en la
obra de nuestro autor, quiero hacer unas precisiones de carácter general.
Digamos –con Wolfgang Kayser– que la estructura narrativa está conformada por
“tres elementos creadores de mundo” que son: los actores o personajes, el
escenario o espacio y el acontecimiento o historia, son las tres grandes
dimensiones de la narración. Las tres se dan unidas. Aunque con el predominio
de una, y la complementación de las restantes. Kayser pone como ejemplo de
“narración de personaje” al Quijote,
pudiéndose apreciar en él que tanto el espacio como la historia (o historias o
aventuras) giran en torno al personaje, éste es el que predomina. Para el caso de
la “narración de espacio”, la emblemática sería “El Infierno” de la Divina
Comedia, en que tanto el personaje con el acontecimiento someten su prestancia
a la imponente presencia del espacio. Y para el caso de la “narración de
acontecimiento”, Kayser pone como ejemplo a la Ilíada, en que “la cólera de
Aquiles” es el detonante, el sostén y la solución de la obra.
3º Otro elemento importante del arte
narrativo es el tiempo: pasado, presente y futuro. La perspectiva narrativa de
Juan Bosch, el admirable escritor dominicano, se ubica en relación con el
pasado. Dentro de la tradición del famoso “había una vez”. Él quizá vislumbró
esta metáfora del tiempo que creo haber leído en un trabajo del filósofo
francés Alain y que describe al presente como “un reposo entre dos
movimientos”, porque es efímero, como las aguas del río que no se detienen en
el punto en que se fija nuestra mirada, porque –citando a un autor de la
antigüedad oriental, I-ben-Jaldún– dice Juan Bosch: “Sabed que el pasado se
parece al futuro como el agua se parece al agua”, y esta cita la complementa
diciendo: “Y sin duda está llamado a parecerse mucho más si el pasado que ha
producido un hecho social no es removido y ordenado en forma tal que la
combinación de valores que él originó resulte de imposible reproducción.” Y aún
agrega: “Debido a que no hemos sabido remover nuestro pasado, cada generación
latinoamericana ha tenido que luchar contra más de una tiranía.” (Estas citas
las he tomado del ensayo sobre Trujillo). Vale decir que nuestra existencia
reposa entre esa acelerada acumulación de tiempo que va dejando de ser, y esa
otra vertiginosa vorágine de acontecimientos que nos imponen su existir fugaz…
¿cómo hablar de un presente que, segundo tras segundo, ya es pasado? ¿Cómo
hablar de un futuro que, por más lejano que lo ubiquemos, está condenado a
convertirse en pasado? ¿No le pasó así al famoso “1984” de Orwell, que se veía
tan lejano desde –digamos– “1950”? Como dice el mismo Bosch recreando la imagen
del primer conquistador que llegó a La Española: “Este oscuro soldado de la
conquista es incapaz de suponer que en sus bastas manos están danzando cinco
siglos de historia.”[2] Pero el pasado –dice
Bosch– “Ni siquiera podemos suponerlo, y eso nos duele. Desgraciadamente, somos
tan sólo dueños, hasta cierto punto, del presente; pero el pasado no nos
pertenece, puesto que el hombre no tiene acceso en esa eternidad donde se
pierde, con sus acontecimientos, cada minuto que cruza ante nuestros ojos
atónitos, camino del ayer.”
Pero también hay que aclararlo. Esa
proyección hacia el pasado no debe ser reducida a la requisitoria reaccionaria
de añorar lo viejo. Porque el pasado también conserva viva y joven la llama de
la rebelión de los pueblos para saber de dónde vienen y caminar seguros hacia
dónde van. Juan Bosch pudo haber dicho la siguiente frase: “El árbol que tiene
sanas sus raíces alimenta bien sus flores”. Por eso los pueblos de la
antigüedad se preocupaban por recuperar su pasado a través de la poesía. Y fue
así que nacieron las grandes epopeyas de Homero y de todos los pueblos
orientales (el Mahabarata, el Ramayana, el Gilgamesh, etc.). El mismo juglar
que conservó la imagen del Cid, que encarna la lucha contra el invasor
extranjero, le brindó al pueblo español un paradigma para rebelarse contra la
invasión francesa, y les dio heroísmo para enfrentarse a las falanges
nazi-fascistas. Obviamente no toda rebelión justa es triunfadora. Los pueblos
saben que entre los avatares de una lucha justa se encuentran las posibilidades
del triunfo y la derrota. Pero no será la derrota de su estrategia, si está
basada en la justicia, será en todo caso la derrota eventual de algunas de sus
tácticas.
4º Luego de lo expuesto, podemos
resumir que Juan Bosch opta por las dimensiones narrativas del pasado y del
personaje. Lo dice expresamente en su reflexión teórica sobre el cuento, un
ensayo que titula “Apuntes sobre el arte de escribir cuentos”, en la que
destaca de manera reiterativa “El lado humano”. Y así vemos que el 99 % de sus
cuentos inciden en la dimensión humana. Llega incluso a precisar que el mismo
tema del cuento “ha de ser humano o humanizado” y dice que “el mismo infinito y
la materia mensurable existen como reflejo del ser humano”.Ahora bien, la
constatación fáctica de esta incisión lectora está dada por la parte más
significativa de la obra de nuestro autor, que son sus cuentos (no pasemos por
alto que esa obra está constituida también por novelas y ensayos). Y a la luz
de ellos puedo decir, sin temor a equivocarme, que Juan Bosch es un maestro del
cuento hispanoamericano; de ese cuento que puede bifurcarse en esas dos de sus
grandes vertientes: rural y urbana, pero que aspirará siempre a ser un reflejo
ternuroso de nuestra realidad, esa ternura que también puede limitar con el
odio, en el sentido que le daba nuestro gran César cuando decía: “César
Vallejo, te odio con ternura”.
5º Y en el ensayo que acabo de citar
“Apuntes sobre el arte de escribir cuentos” nuestro autor presenta asimismo la
gran disyuntiva en que se debate el arte literario, en general: la existencia
de dos tendencias poéticas: el formalismo y el realismo. En dicho ensayo,
refiriéndose al cuento, las menciona así:
hermético/figurativo, subjetivo/objetivo, indirecto/directo, interno/externo,
psicológico/físico. Y en la obra de Bosch se plasma la segunda opción, lo cual
no quiere decir que deje de relevar la importancia de la forma, ésta –hay que
subrayarlo– no es de uso exclusivo del formalismo. Por eso Bosch releva la
importancia de la forma. Y tanto es así que alguna técnica suya ha sido asimilada
por otro de los grandes de la narrativa nuestra-americana: Gabriel García
Márquez. Invito a los lectores a comparar los cuentos: “El éxodo”, de Gabo, y
“La desgracia”, de Bosch.
6º En esta disyuntiva también Bosch
tiene una visión clara, aunque usa otras expresiones para referirse a dichos
conceptos: objetivo/subjetivo, directo/indirecto. Y en este sentido se observa
que los cánones predominantes en la cultura literaria hispanoamericana se
inclinan más por la segunda opción. Y en ese extremo se comprende que las
antologías le den preferencia a dos de sus cuentos que se inclinan por lo
subjetivo o lo indirecto, es decir, que se acercan al formalismo: “Dos pesos de
lluvia” y “La mujer”, respectivamente. No significa esto devaluarlos. Sólo los
filiamos. En el primer caso, en el que se contradice al realismo, se incide en
un elemento absolutamente subjetivo, irreal, como es el de las “ánimas del
purgatorio”, que participan de manera decisiva en la resolución narrativa, es
decir prestando su concurso para marcar la desgracia del personaje, dándole
incluso un tono tragicómico y hasta de humor negro. Y en el segundo caso
–contra la preeminencia del personaje– en que aparentemente la carretera es la
que asume la función principal, lo cual de todos modos resulta ser aparente,
porque incluso es humanizada (y se la da por “muerta”), y en la que la
actuación de los personajes se diluye en un final ambiguo, que no desmerece al
cuento. Su calidad es siempre positiva. Pero igual logro se observa en los
otros cuentos en los que el realismo es el decisivo, y que, no obstante, no son
tomados en cuenta por los antólogos.
7º Por haber centrado su trabajo
artístico en esas dos dimensiones narrativas enunciadas: el personaje y el
pasado, la crítica oficial ha encasillado a Juan Bosch dentro de lo que, con
cierta conmiseración, se llama el ruralismo o, con cierta mala leche,
indigenismo. Por eso aquí he preferido revalorarlo dentro de lo que se debe
seguir impulsando: el nuevo realismo que tuvo grandes logros en autores americanos
tan importantes como él en el siglo XX. Un nuevo realismo que sigue endeudado
con el pasado, pero también con el presente y con el futuro de lo
nuestro-americano.
Esa visión americanista, que enraíza
en su pueblo, es lo que yo interpreto como lo característico del realismo de
Bosch, pues a partir de lo particular (el pueblo dominicano) la tendencia es a
abarcar lo general: lo nuestro americano. Retomando, pues, la idea que esbocé
al comienzo de esta disertación, al explicar el sentido del título de la misma:
“Juan Bosch o el rescate de lo nuestro-americano”. Es, pues, una visión
americanista que, por último, se podría ilustrar con un pequeño poema
humorístico del casi paisano mío Felipe Angel, “Sofocleto”, que dice:
Americanos son todos
Los que nacieron aquí;
No sólo los gringos, ni
Los que tienen gringos modos.
Hablar hasta por los codos
La lengua de Shakespier
No tiene nada que ver
Con llamarse americano
Que es, para todo peruano,
El derecho de nacer.
Notas:
[1] Este es, propiamente, el esbozo de la intervención del autor en el ciclo de conferencias que organizó la universidad Ricardo Palma de Lima en coordinación con la Embajada de la República Dominicana al conmemorarse el centenario del nacimiento de Juan Bosch. Al momento de su lectura, se complementó con otras incisiones y también con la lectura o resumen de algunos de los cuentos aquí mencionados.
[2] Juan Bosch, Indios. Apuntes históricos y leyendas, Santo Domingo, Editora Alfa & Omega, 2000, p. 10.
Diario de
Trabajo (Guerra, Fascismo y Pequeña
Burguesía)
Brecht se Abre a
la Crítica de Hoy no Ayer
(Primera Parte)
Roque Ramírez Cueva
¿SE PUEDE
ESCRIBIR UN DIARIO SIN ALUDIR a la vida íntima? El Diario de Ana Frank nos
sedujo y nos indujo a leerlo a hurtadillas, de las miradas paternales que
despistaos imaginamos severas, porque nos descubría detalles no púdicos, para
ese tiempo, de una púber en su intimidad. José María Arguedas, en El zorro de
arriba y zorro de abajo, narra hechos personales como públicos y políticos.
Bertold Brecht, dramaturgo y poeta alemán creador del teatro épico,
escribe un diario con la decidida intención de sentar sus puntos de vistas
sobre arte y política, las cuales le preocupan más que sus asuntos de
existencia individual. Lo redacta barruntando la ideología, la suya, la de sus
aludidos los fascistas y conservadores, de demócratas y “democratas”, la de los
proletarios y de los burgueses.
En ese propósito no da concesiones. En la tercera página, etapa del
exilio en Norteamérica (Diario de Trabajo, 1942-1944. Bs. As., ediciones Nueva
Visión.1977) escribe sin ambages “El concepto de clase resulta hoy demasiado
mecánico en su uso,…”, él concluye afirmando que la noción de clase social
contiene una concepción económica aleatoria que se le deniega. El concepto de
política ya no “supone una organización y ‘formas de estado democráticas’, un ‘libre juego de fuerzas’ que la clase
dominante puede dirigir”, ha sido manipulado por las arbitrariedades del
fascismo. [8.1.42]
El mismo día comenta que el proletariado como fuerza productiva, obrero
y trabajador, es quién sostiene las guerras. Afirma que una situación
revolucionaria “sólo se presenta cuando, por ejemplo, la iniciativa del
proletariado hace posible una guerra que le inspira simpatía”, según nosotros
es el caso de la revolución bolchevique
y de la liberación de China por el ejército popular. Sigue Brecht, “o cuando la
liquidación de una guerra perdida sólo puede quedar en manos del proletariado”,
sería el caso de la liberación de Europa del Este por el ejército rojo
soviético. [8.1.42] p. 11.
El Diario de Trabajo es como un guión de cine con encuadres de planos,
unos en primer orden, otros de fondo y en panorama. En plan intermedio su
lectura nos obliga a una pregunta, ¿Cómo puede subsistir alguien, sin ser
engullido ni deslucido por la voracidad y trivialidad capitalista, con
pensamiento crítico al sistema? En esa
circunstancia, dice Brecht, se percibe la “verdadera utilidad de la dialéctica:
permitirnos operar con unidades contradictorias” … ”La dialéctica lo obliga a
uno a detectar el conflicto en todos los procesos, instituciones y conceptos…”.
Claro que acompañada de principios y una ética insobornables. [22.1.42] p. 22.
Sobre la democracia en USA, opina que no es sólida por circunstancias de
su historia, una nación sin herencia medieval que combatir ni castas militares
que obliguen a imponerla. Es una democracia sin sustentos ni principios, éstos
le vinieron de fuera. Ello no significa que no se libre la lucha de clases a
pesar del maquillaje, no tiene los gestos de ferocidad feudal sino el
refinamiento del capitalista codicioso de Wall Street. En apariencia no hay
clase -nobleza corrupta- por combatir, los burgueses conforman el estado,
aceptan su condición de burgueses sin sonrojarse, aun el parlamento actúa como
agencia capitalista de los banqueros, mas sí hay pugnas en las relaciones
sociales. En EE.UU. la bronca se da entre los que controlan el poder económico
internacional, entre los que sólo controlan la economía nacional, entre los que
les sirven a los anteriores y entre los que acumulan centavos para una sobrevivencia digna, etc.[7.2.42] -
[18.2.42] p. 31.
Pequeña burguesía y
Fascismo
Brecht en su
Diario de Trabajo define el empoderamiento de Hitler, a partir de analizar la
actitud de las clases sociales en Alemania. De los grandes burgueses, en
diversas páginas, indica que cedieron el poder por crisis que padecieron
secuela de la anterior gran guerra. A la pequeña burguesía la concibe como un
sector social dependiente de las dos clases antagónicas, el proletariado y la
burguesía. Por supuesto, más inclinada a los burgueses, resultando así un
instrumento social manipulable por la alta burguesía.
Pone como muestra a los social demócratas (pequeño burgueses) en el
exilio, aferrados al accionar de las altas burguesías de Inglaterra y EE.UU.,
respecto de la guerra. Dichos exiliados no actuaban sin consentimiento de
ellas. Da a entender que como sector social transicional, entre una clase y
otra, aspiraron a ser, si es que no las podían reemplazar, una de esas dos
clases sociales. Hitler, representante de “las exigencias de poder de la
pequeña burguesía” ascendente y arribista, aprovechó las contradicciones
sociales y se colocó –dice Brecht-, “dentro de los límites de las
posibilidades…” de ser ese sector social dominante.
Y así fue, al presentarse y convertirse de facto en el caudillo
conductor y salvador de Alemania, ante la zafada de cuerpo de los burgueses.
Ahora bien, ni Hitler ni su séquito íntimo se convierten en burgueses, a éstos
no los eliminaron como clase, los dejaron compartir el poder, pero el ex
sargento no controló la economía sino que ésta fue potestad de los trust. Así,
Hitler creyó pertenecer a nuevas altas esferas sociales, sin darse cuenta que
fue manipulado por los dueños de dichos trust, quienes se interesaron por el
gran negocio que se les presentó con la producción armamentista. [27.2.42] p. 37.
Como los críticos y cuestionadores
de Hitler, de su tiempo y de hoy, no comprendieron las categorías de
clase social, lo sobredimensionaron o lo tildaron de mero porta estandartes de
las fuerzas armadas. Brecht en su Diario de Trabajo lo estudia desde el punto
de vista histórico y social lo que ya vimos en el párrafo anterior, sin
descuidar las necesidades propagandísticas que tuvieron burgueses y pequeño
burgueses en ese fin de erigir su nuevo proyecto de estado basado en una
política social corporativa, en máxima versión, el fascismo.
Brecht lo reafirma, Hitler asciende al poder cumpliendo el anhelo de la
pequeña burguesía de ser parte de ese control. Para eso utiliza la política y
manipula sus reglas y se impone con propuestas de ideas nacionalistas
chauvinistas que la clase dominante le acepta. También se impone porque tales clases burguesas de Alemania
perdieron el dominio del estado y se vieron ante una situación inmanejable,
cuya salida se la ofrece Hitler y sus huestes nacional socialistas sustentadas
por el militarismo, ambos adoctrinados en el antisemitismo y la creencia de una
raza aria superior.
Este patrioterismo chauvinista lo satiriza en Días de la Comuna, el
francés “Thiers es enemigo de Bismarck [austríaco], pero antes que nada de los
comuneros” en sus barricadas de París; el burgués “Soupeau enemigo de los
alemanes pero antes que nada de las Simonas [francesas] que pretenden compartir
sus bienes o quemarlos antes que entregarlos al enemigo”. Ante lo cual, nunca
“debe olvidarse, por fin, que la guerra, la lucha de las naciones, [no] es más
que la continuación de la lucha de clases”, indica André Gisselbrecht
(Introducción a…Brecht. Bs. As. Edit. Pléyade. 1973, p. 24). En toda la nota,
todos los corchetes [ ], son nuestros.
¿De qué manera el nacional socialismo acaudillado por el deslucido
Hitler, ofrece una salida a los burgueses alemanes? La única posible era la
guerra. Brecht lo manifiesta claro en su obra Madre Coraje, “es que la guerra
‘satisface todas las necesidades’; la principal la de hacer negocios, dice un
personaje de la Novela de dos centavos:
“Es usted un soldado. Cuando los hombres de negocios agotan sus recursos, llega
en su auxilio un soldado”. La guerra además, te libera de problemas de
conciencia, por eso “el sargento Fairchild en Hombre por Hombre”, exclama: ‘el
reglamento de servicio nos permite desafiar a Dios con toda impunidad’.
Concluye A. Gisselbrecht (ídem pp. 22, 23).
Con la toma del poder político y militar –continúa Brecht en su diario-
los pequeños burgueses nazis desplazan a la clase que dominaba pero le dejan el
control económico, así los junkers (alta burguesía) forman trust, y uno que
otro acepta puestos en la alta oficialidad militarista; es decir los mantiene
en el campo militar y de la industria, particularmente la armamentista.
[28.2.42] pp. 38 -39
Llega a esbozar un retrato de este “salvador” pequeño burgués que
encandiló y desplazó a la burguesía alemana, ofreciéndole una guerra de rapiña
que ella gustosa nunca rechazó. Lo traza como un Napoleón de caricatura, “un
feto de él”.
Los Tory (burguesía
inglesa), los aliados e intelectuales antifascistas
Avanzando en las
páginas del diario, nos enteramos de la sagaz capacidad de Brecht para leer los
sucesos políticos del momento. Observa minucioso también a los aliados, sus
estrategias y errores como los de permitir que se filtren buques de guerra
alemanes en el Canal de La Mancha, lo cual impidió una ayuda activa y pronta de
los soviéticos ese año de 1942.
En esta parte, nos sorprende la intuición o la certera información que
poseía Brecht, sobre las posibles futuras invasiones que planificaban los
ejércitos aliados a las costas europeas, considerando que el desembarco, del
llamado día D a Normandía, era un secreto bajo siete llaves. Por otro lado,
señala el error del partido conservador Tory, de persistir en mantener los
dominios ingleses en la India, lo cual obliga a abrir dos frentes a Inglaterra,
en momentos que se necesita su total concentración para enfrentar a Hitler.
[8.3.42]
Brecht llega a entender entonces,
con suma claridad, que los intereses y puntos de vista conservadores del
partido de los Tories, complotan indirectamente a favor de las huestes
hitleristas. Lo cual parecía empujar a los norteamericanos a establecer tratos
con los soviéticos –URSS- para invadir Europa y expulsar a los alemanes.
Pero los jefes norteamericanos y su estado tienen sus miedos, sus
debilidades, y trasgreden sus ¿principios? democráticos. Han creado una oficina
de Enemy Aliens donde deben registrarse los exiliados alemanes, italianos y
japoneses. A fines de 1942, recluyen a cerca de cien mil japoneses en un
campamento de prevención. Temen que sean informantes o arietes del ejército
japonés aliado de Alemania. Y les implantan, al igual que a los alemanes
exiliados, un toque de queda de 8 p.m.
a 6 a.m.
El autor de Diario de Trabajo pugna por poner en debate la distinción
entre la alemania hitleriana y Alemania. Lo cual es difícil de sustentar, en
tanto los cientos de batallones del ejército nazi fueron conformados por hijos
de la clase obrera, que han sido encandilados y engañados. No hay manera de
entender aquello de que “el ser social determina la conciencia”, sino a partir
del hecho que la pequeña burguesía alemana aprovechó bien la efervescencia política
del momento para confundir a los obreros con el antisemitismo y nacionalismo.
Aparte que le suprime sus instituciones y sindicatos en los cuales
dichos trabajadores podían reflexionar la coyuntura, y los reúne en torno a
ligas comunitarias pro nazis. Intimidando a los dubitativos y eliminando a los
de espíritu crítico con el terror político y económico. Por lo cual resume, en
otra página del diario: “el fascismo es una forma de gobierno por la cual se
puede someter a un pueblo hasta el punto de lograr que [éste] se preste para
someter a otros pueblos”. [15.5.42] pp.
104 -105.
Brecht en su Diario de Trabajo nos da entender que en el exilio no ha
llevado ni le ha interesado una vida cómoda, él cada día ha pugnado por
desnudar y denunciar la esencia del
fascismo hitlerista. Lo ha hecho desde la producción y creación de su teatro
épico y en su activa participación pública junto a otros intelectuales
antifascistas con el objetivo que los aliados y el ejército rojo soviético den
fin a la guerra, derrotando a Hitler. En
esta perspectiva, debatía que las hordas del gris ex sargento podían ser
derrotadas. Ante la idea difundida y aceptada del ecónomo pro fascista Pollock,
que creía en una economía planificada de la burguesía alemana, Brecht
sustentaba que el fenómeno fascista “no era más que una economía de guerra
superficial, con muy poca coordinación auténtica, una intervención
[corporativa] muy voluble del estado en la economía”. [28.7.43] pp. 250.
En otro encuadre del diario, delibera acerca de que “los grandes delitos
sólo son posibles gracias a su inverosimilitud”. La gente sensible y con
sentido común dice Brecht, “se indigna ante la idea que los estadistas sean
ladrones” como un vulgar cuatrero, de que los generales sean estafadores como
los especuladores de negocios. El razonamiento es así de sencillo, ¿cómo puede
ser ladrón un caballero de corbata y saco, alto militar o empresario? Por eso,
al no ser creíbles de delito, dichos señores roban con siútica elegancia. [24.8.43]
p. 263.
Al respecto, en su obra Opera de los dos centavos, a través de su
personaje Mackie Messer, Brecht se plantea una interrogante ¿¡Qué es el asalto
a un Banco comparado con la fundación de un Banco!? Se infiere que las
operaciones de los bancos son dolosas ante sus clientes. ¿Alguien se imagina
que los banqueros estén asaltando a sus clientes?, casi nadie. Por cierto, ese
tal Mackie Messer resulta siendo un importante banquero apellidado Macheath.
Por lo mismo, Mackie se inclinó por el crimen “en grande” porque “resulta
impune”, acota A. Gisselbrecht (ídem, pp. 25,26).
El 25 de septiembre de 1943, registra en su diario una noticia
esperanzadora que causa alborozo a los antifascistas del mundo y que
compartieron los exilados, se ha producido la toma de Smolensko por parte del
ejército rojo de los soviéticos, liderado, no se olvide aunque no agrade a
unos, por Joseph Stalin. Lo cual cambia radicalmente la situación de la guerra,
en favor de las fuerzas aliadas, de los soviets, de los países y pueblos
sometidos, y en contra de Hitler y sus horadas nazis.
No obstante, ante la inminente victoria de las fuerzas antifascistas y
la cercana derrota del ejército nazi, muchos se preguntaban ¿por qué los
soldados alemanes siguieron en combate, ofreciendo su esfuerzo y sus vidas a la
“máquina destructora”? Cierto que no combatían por dignidad o por pasión que
inicialmente los hechizó al abrazar la maquinación de un nacionalismo
antisemita. Combaten, Brecht lo precisa con lucidez, “porque la clase dominante
sigue dominando”. [15.8.44] pp. 330.
Por lo mismo, en su ensayo “Cinco dificultades para quien escribe la
verdad” (blog www.forocomunista.com/t24488-las-cinco-dificultades-), Brecht se
hace una pregunta inevitable, ¿de qué
sirve decir la verdad sobre el fascismo que se condena sino se dice nada sobre
el capitalismo que la origina? Antes reafirma, “el fascismo es la entrada de
una fase histórica del capitalismo, y, por consiguiente, algo a la vez muy
nuevo y muy viejo. En un país fascista el capitalismo existe solamente como
fascismo. Combatirlo es combatir el capitalismo, y bajo su forma más cruda, más
insolente, más opresiva, más engañosa.”
Para acabar esta primera parte, concuerdo que Brecht redacta el Diario
de Trabajo, por las mismas razones con que presenta su ensayo de las Cinco
dificultades, etc.: “El que quiera…escribir la verdad… Tendrá que tener el
valor de escribir la verdad aunque se la desfigure por doquier; la inteligencia
necesaria para descubrirla; el arte de hacerla manejable como arma; saber a
quien confiarla y tener la astucia indispensable para difundirla.” (blog www.forocomunista.com, ídem).
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