La Mentira Tarifada*
Fidel Castro Ruz
Me mueve a
escribir el hecho de que muy pronto ocurrirán acontecimientos graves. No
transcurren en nuestra época diez o quince años sin que nuestra especie corra
peligros reales de extinción. Ni Obama ni nadie podría garantizar otra cosa; lo
digo por realismo, ya que solo la verdad nos podría ofrecer un poco más de
bienestar y un soplo de esperanza. Hemos llegado en materia de conocimientos a
la mayoría de edad. No tenemos derecho a engañar ni a engañarnos.
En su inmensa mayoría la opinión pública conoce
bastante sobre el nuevo riesgo que está a sus puertas.
No se trata simplemente de que los cohetes cruceros
apunten hacia objetivos militares de Siria, sino que ese valiente país árabe,
situado en el corazón de más de mil millones de musulmanes, cuyo espíritu de
lucha es proverbial, ha declarado que resistirá hasta el último aliento
cualquier ataque a su país.
Todos conocen que Bashar al Assad no era político.
Estudió medicina. Se graduó en 1988 y se especializó en oftalmología. Asumió un
papel político al morir su padre Hafez al Assad en el año 2000 y tras la muerte
accidental de un hermano antes de asumir aquella tarea.
Todos los miembros de la OTAN, aliados incondicionales
de Estados Unidos y unos pocos países petroleros aliados al imperio en aquella
zona del Medio Oriente, garantizan el abastecimiento mundial de combustibles de
origen vegetal, acumulados a lo largo de más de mil millones de años. La
disponibilidad de energía procedente, en cambio, de la fusión nuclear de
partículas de hidrógeno, tardará por lo menos 60 años. La acumulación de los
gases de efecto invernadero continuará así creciendo a elevados ritmos y tras
colosales inversiones en tecnologías y equipos.
Por otro lado se afirma que en el 2040, en apenas 27
años, muchas tareas que hoy realiza la policía como imponer multas y otras
tareas, serían realizadas por robots. ¿Se imaginan los lectores cuán difícil
será discutir con un robot capaz de hacer millones de cálculos por minuto? En realidad
era algo inimaginable años atrás.
Hace apenas unas horas, el lunes 26 de agosto,
despachos de agencias clásicas bien conocidas por sus servicios sofisticados a
Estados Unidos, se dedicaron a difundir la noticia de que Edward Snowden se
había tenido que establecer en Rusia porque Cuba había accedido a las presiones
de Estados Unidos.
Ignoro si alguien en algún lugar le dijo algo o no a
Snowden, porque esa no es mi tarea. Leo lo que puedo sobre noticias, opiniones
y libros que se publican en el mundo. Admiro lo valiente y justo de las
declaraciones de Snowden, con lo que a mi juicio prestó un servicio al mundo al
revelar la política repugnantemente deshonesta del poderoso imperio que miente
y engaña al mundo. Con lo que no estaría de acuerdo es que alguien,
cualesquiera que fuesen sus méritos, pueda hablar en nombre de Cuba.
La mentira tarifada. ¿Quién la afirma? El diario ruso
“Kommersant” ¿Qué es este libelo? Según explica la propia agencia Reuters el
diario cita a fuentes próximas al Departamento de Estado norteamericano: “el
motivo de ello fue que en el último minuto Cuba informó a las autoridades que
impidieran que Snowden tomara el vuelo de la aerolínea Aeroflot.
“Según el rotativo, […] Snowden pasó un par de días en
el consulado ruso de Hong Kong para manifestar su intención de volar a
Latinoamérica vía Moscú.”
Si yo quisiera podría hablar de estos temas sobre los
que conozco ampliamente.
Hoy observé con especial interés las imágenes del
presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, durante su
visita al buque insignia del destacamento ruso que visita a Venezuela después
de su anterior escala en los puertos de La Habana y Nicaragua.
Durante la visita del Presidente venezolano a la nave
me impresionaron varias imágenes gráficas. Una de ellas fue la amplitud de los
movimientos de sus numerosos radares capaces de controlar las actividades
operativas de la nave en cualquier situación que se presente.
Por otra parte, indagamos sobre las actividades del
mercenario rotativo “Kommersant”. En su época fue uno de los más perversos
medios al servicio de la extrema derecha contrarrevolucionaria, la cual
disfruta que el gobierno conservador y lacayo de Londres envíe sus bombarderos
a la Base Aérea en Chipre, listos para lanzar sus bombas sobre las fuerzas
patrióticas de la heroica Siria, mientras en Egipto, calificado como el corazón
del mundo árabe, miles de personas son asesinadas por los autores de un grosero
golpe de Estado.
En esa atmósfera se preparan los medios navales y
aéreos del imperio y sus aliados para iniciar un genocidio contra los pueblos
árabes.
Es absolutamente claro que Estados Unidos tratará
siempre de presionar a Cuba como hace con la ONU o cualquier institución
pública o privada del mundo, una de las características de los gobiernos de ese
país y no sería posible esperar de sus gobiernos otra cosa, pero no en balde se
resisten 54 años defendiendo sin tregua —y el tiempo adicional que fuera
necesario—, enfrentando el criminal bloqueo económico del poderoso imperio.
Nuestro mayor error es no haber sido capaz de aprender
mucho más en mucho menos tiempo.
*Tomado de Cuba Debate.
La Agresión a Siria en el Contexto
de los Dilemas Doctrinarios de la Política Exterior de Barack Obama*
Leyde E. Rodríguez Hernández
En el momento en que publico estas notas, el Sistema
Internacional vuelve a contraerse por la brutal situación de guerra provocada
por los militaristas estadounidenses, con el anuncio de una nueva escalada
agresiva contra Siria.
La situación es muy tensa. Barack Obama está bajo la feroz presión de los círculos
militaristas más guerreristas del Imperio y de la ultraderecha asociada al
Complejo Militar-Industrial. Una acción militar contra Siria no cuenta con el
respaldo de un número considerable de los aliados europeos de los Estados Unidos, ni de la mayoría del pueblo
estadounidense, ya cansado de un largo periodo guerrerista, bajo diferentes
pretextos mentirosos, sin resultados beneficiosos para su nación.
Con un posicionamiento
unilateralista, los Estados Unidos pretenden pasar por encima del Consejo de Seguridad de la ONU, y no le interesa la conclusión de
los expertos en armas químicas del organismo internacional. Las consecuencias
de esta nueva aventura militar podrían ser catastróficas no solo para Siria,
sino para toda la región, incluyendo los intereses de los Estados Unidos, pues
deberán soportar la respuesta de los agredidos. Esta guerra podría
internacionalizarse. Pudieran ser varios los frentes, pues Irán ya advirtió que
“si atacan a Siria, el fuego también llegará a los sionistas de Israel”. Por lo
visto, esta nueva guerra del siglo XXI contra Siria, aunque no se declare, es
también contra Irán y Rusia. Así, los
Estados Unidos revelan que la guerra, como un instrumento de su política
exterior, es una vía para frenar la emergencia de una estructura multipolar del
Sistema Internacional y, asimismo, desafiar la tendencia inevitable hacia la
decadencia del Imperio norteamericano.
La guerra de los Estados Unidos
contra Siria no podría analizarse alejada del amplio contexto de las doctrinas,
teorías y dilemas de la política exterior de los Estados Unidos, lo cual se
expone en los párrafos siguientes:
Doctrinas, Teorías y Dilemas de la Política Exterior
de los Estados Unidos
Con posterioridad al ascenso del demócrata Barack
Obama al poder estadounidense, en enero del 2009, fue conocida la llamada
“Doctrina Obama”: un documento de 72 páginas denominado Revisión de la Postura
Nuclear (NPR), con el supuesto objetivo de reducir el número y el papel de las
armas nucleares en la política de “defensa” de los Estados Unidos.
Se consideró que esa revisión ha
sido la más exhaustiva después del fin de la confrontación bipolar. Por esta
vía, los Estados Unidos se “comprometieron” a no utilizar el arma nuclear
contra otros Estados no poseedores de armas nucleares, a condición de que ellos
respeten las disposiciones del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) del
año 1968. Quedó claro que, para los países que no cumplieran esta regla dictada
por Washington, todas las opciones de una represión militar continuaron
vigentes, tal y como explicaron las doctrinas de política exterior enunciadas
por las administraciones precedentes.
De este modo, la “Doctrina Obama”
ratificó que los Estados Unidos no renunciaban al uso del arma nuclear,
cualesquiera que sean las circunstancias, manteniéndose así la estrategia de la
disuasión nuclear en resguardo de los intereses del bloque de países
occidentales liderados por los Estados Unidos. Esta proyección doctrinaria de
la administración Obama colocó la prevención del riesgo terrorista como una
prioridad, pues también estimó que la probabilidad de una guerra nuclear mundial
se había alejado, pero el riesgo de un ataque nuclear de carácter terrorista
contra los Estados Unidos o sus aliados siguió latente y con tendencia a
aumentar en el futuro.
Esta doctrina reconoció que los
Estados Unidos y China son cada vez más interdependientes, pero expresó
inquietudes por los esfuerzos de China para actualizar sus armas nucleares en
el contexto de amplias intenciones estratégicas en el siglo XXI, a pesar de que
los arsenales nucleares de China seguirán siendo, en las próximas décadas, mucho
más reducidos que los depósitos nucleares de los Estados Unidos y Rusia.
En la época de Obama la carrera
armamentista mantuvo su espiral ascendente. La industria Boeing produjo nuevos
proyectiles de alcance global hipersónicos. Este productor confirmó haber
puesto a prueba, con éxito, el proyecto misilístico X-51. Este misil permitiría
atacar a cualquier Estado, en cualquier parte del mundo, en menos de una hora.
El Pentágono dedicó a este proyecto armamentista 500 millones de dólares, para
la verificación de sus posibilidades reales, antes de emprender la producción a
gran escala del misil.
Obama presentó a sus aliados en
Europa el proyecto de despliegue de componentes del sistema antimisil en
territorio polaco, surtido de misiles Patriot, vehículos blindados militares y
unos 100 soldados estadounidenses, que se unieron al entrenamiento de las
tropas nacionales. El gobierno polaco, en correspondencia, suscribió, en el año
2010, otro anexo al pacto con los Estados Unidos relativo al emplazamiento de misiles
receptores SM-3 (Standard Misil-3) en un plazo de tres años, lo cual se
inscribió en el renovado plan del sistema antimisil, propuesto por Obama en el
mes de septiembre del 2009. La postura estadounidense siempre insistió en que
la base de misiles balísticos de los Estados Unidos en Polonia, no estuvo
dirigida contra Rusia, pues su finalidad es proteger a Polonia de la supuesta
amenaza nuclear y de los misiles de Irán.
A principios del 2009 fue aprobada
la “Doctrina de Guerra Irregular” por Obama, priorizando esa forma de
beligerancia sobre la convencional. Según sus preceptos, en la guerra
irregular, el campo de batalla no tiene límites, las tácticas y estrategias
difieren de las tradicionales. La contrainsurgencia y la subversión, además del
uso de las fuerzas especiales, para ejecutar operaciones clandestinas de
guerra, son las principales técnicas empleadas en la desestabilización, “desde
adentro”, del adversario. La administración Obama compartió la visión imperial
de que el mundo es un campo de batalla.
En correspondencia, fachadas y
agencias como la Organización de los Estados Unidos para el Desarrollo
Internacional (USAID), el National Endowment for Democracy y Freedom House,
entre otras, fueron utilizadas para canalizar dinero a los actores que promueven
la agenda de Washington, y en la penetración de la “sociedad civil” en países
estratégicamente importantes para los intereses imperiales.
Simultáneamente a las operaciones
militares en Iraq y Afganistán, el Pentágono libró una
guerra de “diplomacia pública”, más bien secreta, contra Irán, Georgia,
Ucrania, Bolivia, Paraguay, Ecuador, Venezuela, Colombia, México,
Perú, Yemen, Paquistán, Filipinas, Somalia y Siria, organizada
bajo el Mando de Operaciones Especiales (SOCOM), que llegó a tener presencia en
60 naciones al concluir la era de George W. Bush, y dispuso
de unos 57 000 especialistas de las fuerzas armadas estadounidenses desplegados
en 75 países ubicados en el Medio Oriente, Asia Central y África Oriental.
El SOCOM es un microcosmos del
Departamento de Defensa integrado por componentes de tierra, mar y aire. Tiene
presencia global con facultades y responsabilidades militares. La estructura
esencial del SOCOM es el Comando Conjunto de Operaciones Especiales (JSOC,
siglas en inglés), que informa y responde directamente al presidente
estadounidense, y tiene la misión fundamental de perseguir y asesinar a
sospechosos de terrorismo en cualquier “oscuro” lugar del planeta, en
correspondencia con la doctrina de W. Bush. Esta estructura de acciones
militares encubiertas tiene su propia división de inteligencia, aviones no
tripulados y de reconocimiento, satélites y “ciberguerreros”. El velo de
clandestinidad que envolvía a esas fuerzas especiales empezó a rasgarse bajo la
administración Obama, después del operativo que terminó con la vida de Osama
bin Laden, el 2 de mayo de 2010, en Paquistán, demostrando que los soldados de
los Estados Unidos tienen “licencia” para matar en cualquier parte del mundo
donde se encuentren desplegados.
Según las informaciones del
Pentágono, los Estados Unidos están enfrentados a la gran amenaza futura de las
tecnologías cibernéticas, lo que requerirá de la coordinación civil y militar
para proteger las redes contra imaginarios ataques. Se estimó que más de 100
organizaciones de inteligencia extranjeras intentaron irrumpir en las redes
estadounidenses. Los mayores proveedores del Pentágono –incluyendo Lockheed
Martin, Boeing y Northrop Grumman- invirtieron en el creciente terreno de la
cibertecnología y el ejército reconoció haber logrado considerables avances en
la protección de sus propios sitios en un trabajo conjunto con sus afiliados en
el sector privado.
El gobierno de Obama dictó
instrucciones precisas para militarizar el espacio cibernético. Su estrategia
abarcó el establecimiento de una exhaustiva colaboración con otras naciones a
fin de convertir a Internet en un foro “más seguro” y permitir la aplicación de
leyes que intensificarán la vigilancia cibernética. El ciberespacio fue
definido como un terreno que puede propiciar conflictos bélicos, pues los
Estados Unidos responderán a actos hostiles en el ciberespacio provenientes de
otros países, por lo que tomó medidas para aprobar una mayor cooperación entre
la Agencia de Seguridad Nacional y el Departamento de Seguridad Nacional. En
estas instituciones recayó la responsabilidad de proteger la información
sensible, las redes e interceptar las comunicaciones extranjeras. Como en el
aspecto nuclear, la estrategia manifestó que los Estados Unidos se reservan el
derecho de usar todos los medios necesarios: diplomáticos, militares,
económicos e informáticos, en forma apropiada, para salvaguardar sus intereses
y la de sus aliados.
Con Obama se mantuvieron los planes
de ataques preventivos o de represalias militares contra supuestas amenazas a
la “seguridad nacional”. Dichas operaciones especiales, que no requirieron la
aprobación del Congreso, formaron parte del diseño de una estrategia de ataques
militares contra Irán, en caso de la agudización de la confrontación por el
programa nuclear de Teherán, cuyas autoridades afirmaron que poseía un carácter
netamente civil y pacífico.
Esta estrategia había dado
continuidad a la doctrina “Conmoción y Pavor”, una teoría de ataque militar
elaborada por Harlam K. Ullman, expiloto y profesor del Colegio Nacional de
Guerra de los Estados Unidos, recogida en un libro de ese mismo nombre, que fue
acogida con entusiasmo por el Pentágono y aplicada en Iraq. Esta concepción
desplazó a la llamada “Doctrina Powell”, que sirvió de base a la guerra que
emprendió George Bush (padre) para expulsar a las tropas iraquíes que
invadieron Kuwait. La “Doctrina Powell” consideró que los Estados Unidos solo
debían arrojarse a un conflicto militar después de desplegar en el teatro de
operaciones una fuerza insuperable y teniendo muy claro el objetivo y la
estrategia de salida.
En los tiempos de Obama, Ullman, por
su parte, concibió las acciones bélicas utilizando una fuerza más pequeña, pero
con gran superioridad tecnológica y apoyada en una intensa guerra psicológica
que impresionara y convenciera al enemigo de la inutilidad de cualquier
resistencia al poderío estadounidense.
La gran estrategia exacerbó la
aspiración de los Estados Unidos de seguir siendo el único Estado en ejercer
una dominación militar de espectro completo en la tierra, el aire, los mares y
en el espacio, con el mantenimiento y la extensión de bases militares, tropas,
portaaviones y bombarderos estratégicos sobre y en casi cada latitud y longitud
del planeta.
El arsenal utilizado para
neutralizar y destruir las defensas aéreas y estratégicas, de prácticamente
todas las fuerzas militares importantes de otras naciones, consistió en misiles
balísticos intercontinentales, misiles balísticos adaptados para el lanzamiento
en submarinos, misiles cruceros, bombarderos hipersónicos y bombarderos
estratégicos “super stealth” capaces de evitar la detección por radar y evitar
las defensas basadas en tierra y aire. Unido a este poderío, los Estados Unidos
perfeccionó e intensificó los programas de guerra espacial para paralizar los
sistemas de vigilancia y mando militar, control, comunicaciones, informáticos y
de inteligencia de otras naciones, llevándolas a la indefensión en todos los
ámbitos.
Estos elementos sustentaron el
concepto de Ataque Global Inmediato que, concentrado en una embestida
centralizada de varios misiles de armas convencionales muy precisas, en apenas
2 ó 4 horas, destruiría las infraestructuras críticas del país blanco, y así lo
obligaría a capitular. El concepto de Ataque Global Inmediato tuvo el propósito
de asegurar el monopolio de los Estados Unidos en el campo militar y ampliar la
brecha entre ese país y el resto del mundo. En combinación con el despliegue
del sistema de “defensa” antimisil, que supuestamente deberá mantener a los
Estados Unidos inmune contra ataques de represalias de Rusia y China, la
iniciativa de Ataque Global Inmediato convirtió a los Estados Unidos en un
dictador global de la era moderna.
Esencialmente, la doctrina nuclear
de los Estados Unidos en la nueva estrategia de “seguridad nacional” formó
parte de una diplomacia que se condujo con impunidad total. La estrategia
facilitó la planificación de un gasto militar para el año 2011 de 750 000
millones de dólares, 31 000 millones más que en el 2010, y casi 100 000
millones más que en el 2009, según el Instituto de Estudios de la Paz de
Estocolmo (SIPRI) . La parte más sustancial de ese exorbitante gasto militar
estuvo dirigido al sostenimiento de sofisticados sistemas de armamentos para
sus fuerzas navales y aéreas, lo que hizo pensar en un despilfarro de recursos
financieros y que debieron ponerse en práctica medidas de contención para los
gastos militares.
Varios modelos de ‘drone’, durante
una demostración de la Marina de Estados Unidos.
Casi un tercio del descomunal
presupuesto, exactamente 250 000 millones de dólares anuales, se dedicaron a
mantener las 865 bases e instalaciones militares que los Estados Unidos tiene
en más de 40 países; y no fueron desdeñables los 155 000 millones de dólares
que paga el Departamento de Defensa a 766 000 contratistas privados. En su
conjunto, el costo total para el tesoro estadounidense de las guerras en Iraq,
Afganistán y Paquistán estuvo en alrededor de los 3,7 millones de millones de
dólares, y podría llegar a 4,4 millones de millones de dólares, según el
proyecto de investigaciones de costos de la guerra del Instituto Watson de
estudios internacionales de la Universidad Brown.
En los diez años transcurridos,
desde el envío de las tropas estadounidenses a Afganistán, tras el 11 de
septiembre del 2001, los gastos en los conflictos militares sumaron entre 2,3 y
2,7 millones de millones de dólares. Estas cifras continuarían aumentando si
lógicamente fueran tenidas en cuenta las obligaciones, a largo plazo, con los
veteranos heridos y los gastos en conflictos previstos entre los años 2012 y
2020.
La estrategia estadounidense es de
guerra permanente y concedió riendas sueltas a la OTAN, como
gendarme global en alianza con Israel, para la continuación de los juegos de
guerra en una situación “real” contra Siria e Irán, lo cual probaría la
eficacia en la práctica de la iniciativa de Ataque Global Inmediato.
En medio de una intensa campaña
mediática y las amenazas de guerra contra Irán, en torno al tema nuclear,
Israel y los Estados Unidos realizaron, en el mes de mayo del 2012, las
maniobras conjuntas más importantes y de mayor trascendencia en la historia de
su alianza. La planificación de este ejercicio militar conjunto, con el nombre
de “Desafío Austero”, se produjo cuando Tel Aviv avivó las
exigencias de atacar las instalaciones nucleares iraníes, tras la publicación
de un informe del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), donde se
acusó arbitrariamente a Irán de haber trabajado en la creación de un arma
nuclear, que puso al mundo al borde de la guerra con empleo de armas nucleares;
un escenario que los Estados Unidos, en alianza con Gran Bretaña e Israel,
tiene preparado minuciosamente contra Irán.
El informe de la OIEA estuvo en
correspondencia con la resolución 1929 del Consejo de Seguridad de la ONU, aprobada
el 9 de junio de 2010, basada en la noción de que Irán es una futura potencia
nuclear y una amenaza para la paz global. Asimismo, le proporcionó luz verde a
la alianza militar de los Estados Unidos, la OTAN e Israel, para que amenazara
a Irán con un ataque nuclear preventivo y punitivo, invocando el visto bueno
del Consejo de Seguridad de la ONU. La posición de los Estados Unidos en el
Consejo de Seguridad quedó fundamentada en supuestos documentos de inteligencia
que ofrecieron aparentes indicios de un programa de armas nucleares de Irán.
Los estadounidenses reconocieron,
desde el principio, que los documentos no probaron que Irán poseyera una bomba
atómica. Lo presentaron como la prueba más contundente, hasta ese momento, de
que, a pesar de la insistencia iraní en que su programa nuclear tiene fines
pacíficos, ese país trató de desarrollar una ojiva compacta con posibilidades
de colocarse en un misil Shahab, cuyo alcance podría llegar hasta Israel y
otros países del Oriente Medio. Con el informe de la OIEA, una vez más, los
Estados Unidos utilizaron información de inteligencia falsa para crear una
justificación que les permitiera el objetivo de librar otra guerra. La
autenticidad del contenido de dichos documentos fue cuestionada en varias
ocasiones, ya que los dibujos no se correspondieron con el misil Shahab, sino
con un sistema de misiles norcoreano obsoleto que había sido desactivado por
Irán a mediados del decenio de 1990.
Por otro lado, las maniobras
“Desafío Austero”, con la participación de más de 5000 efectivos de ambas
fuerzas armadas, reflejaron esos impulsos bélicos en la simulación de la
“defensa” antimisil de Israel. Los norteamericanos insistieron en que la
tecnología israelí resultó esencial para mejorar la “seguridad nacional” y
proteger las tropas de los Estados Unidos, especialmente la diseñada para los
efectivos militares en Afganistán e Iraq, lo que demostró ser un éxito. El
“Desafío Austero” fue otro ejemplo del compromiso histórico de los Estados
Unidos con la seguridad de Israel, la que ahora es más amplia, más profunda e
intensa que en cualquier otro período en la historia de las relaciones internacionales.
Al mismo tiempo, Obama hizo gala, en
el marco de una reunión con la Unión Europea, el 3 de
abril de 2009, en Praga, de un doble discurso en el que expuso la esperanza de
su gobierno en un mundo totalmente libre de armas nucleares. En su retórica,
los Estados Unidos avanzarían en un plan de desnuclearización, porque
constituía una responsabilidad moral el progreso en ese sentido, manteniendo un
arsenal nuclear “seguro y eficaz”, mientras el avance en la construcción de una
“defensa” antimisil dependería del cese de lo que llamó la “amenaza iraní”.
Los idealistas pronunciamientos de
Obama tuvieron el antecedente de un texto publicado por el periódico The Wall
Street Journal, el 15 de enero de 2008, en el que los antiguos Secretarios de
Estado, Henry Kissinger y George Shultz, el expresidente de la Comisión de
Defensa del Senado, Sam Nunn, y el antiguo Secretario de Defensa, William
Perry, llamaron a la construcción de un mundo sin armas nucleares. Obama,
igualmente, prometió actuar a favor de la ratificación, por el Senado, del
Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares, y anunció la
preparación de un tratado internacional capaz de poner fin de manera
verificable a la producción de materiales fisionables con fines militares.
En realidad, Obama pretendió engañar
a la opinión pública cuando se refirió a una humanidad libre de armas
nucleares, las que serían sustituidas por otras más idóneas, que permitan
aterrorizar a los gobiernos opuestos a su nueva estrategia hegemónica de
impunidad total. Obama procuró desnaturalizar la esencia militarista del
Imperio al fingir que abandonaba el despliegue de los elementos del sistema de
“defensa” antimisil en Polonia y República Checa, proponiéndose priorizar la
concepción de una Europa protegida por la OTAN, más que por el sistema
antimisil prometido por la administración de George W. Bush.
Sin embargo, la administración Obama
retomó los preceptos del Proyecto para un Nuevo Siglo Americano (PNAC), en el
que se encuentra toda la proyección ideológica de la cruzada militarista de los
Estados Unidos. No es ocioso recordar que enfatizó: “actualmente Estados Unidos
no tiene ningún rival mundial. El objetivo de la gran estrategia de los Estados
Unidos debe ser preservar y extender esta posición ventajosa el mayor tiempo
posible (…) Preservar esta situación estratégica deseable en la que se
encuentra los Estados Unidos, en este momento, exige unas capacidades,
militares predominantes a nivel mundial”. “El mayor tiempo posible”.
Por lo tanto, también aquí queda
implícita la tesis, ya abordada, sobre la ridícula posibilidad de que los
Estados Unidos sean eternamente el amo del mundo. A largo plazo, la política
internacional está condenada a hacerse cada vez menos propicia a la
concentración de un poder hegemónico en las manos de un solo Estado. Visto así,
los Estados Unidos no solo ha sido la primera superpotencia global, sino que
muy probablemente será la última.
La razón profunda se encuentra en la
evolución de su economía. El poder económico también corre el peligro de
dispersarse. En los próximos años ningún país será susceptible de alcanzar
aproximadamente el 30 por ciento del Producto Interno Bruto Mundial (PIB),
cifra mantenida por los Estados Unidos durante la mayor parte del siglo XX, que
llegó a ser del 50 por ciento en el año 1945. Según ciertos cálculos, los
Estados Unidos todavía podrían detentar el 20 por ciento del PIB mundial en los
próximos años, para caer a un 10 ó 15 por ciento en el 2020; mientras que las
cifras de otras potencias: Unión Europea, China, Rusia, India y Japón,
aumentarían para igualar de forma aproximada el nivel de los Estados Unidos.
Una vez que se haya iniciado el declive del liderazgo estadounidense, ningún
Estado aislado podrá obtener la supremacía que gozó los Estados Unidos en la
segunda mitad del siglo XX.
En la actualidad el declive del
poderío estadounidense ya se ha iniciado y el Sistema Internacional tiende
inexorablemente hacia la multipolaridad. Estas realidades, y el fracaso de la
estrategia guerrerista de George W. Bush, hicieron que el pensamiento
estratégico estadounidense debatiera dos opciones posibles con la intención de
salvar al Imperio en el siglo XXI.
Para unos, la opción militarista es
viable y se aviene a la política impuesta por los sectores neoconservadores de
la era de George W. Bush, y el proyecto PNAC. Es una estrategia, como hemos
visto, que se sustenta en la agresión y la intimidación. Su objetivo es
multiplicar las guerras de agresión e incrementar al máximo los gastos
militares, colocando en pleno funcionamiento el Complejo Militar-Industrial,
para conseguir crecimiento económico, afianzar el dominio de las
multinacionales y, con toda esta fuerza incalculable, amedrentar a aliados y
rivales.
En este contexto, la administración
Obama hizo un uso creciente de los aviones no tripulados (“drones”), que pueden
llevar el siniestro nombre de Predator (“Depredador”) o de Reaper (“Segador o
Parca”, la muerte). Los aviones no tripulados persiguieron evitar bajas del
ejército en cualquier teatro bélico por medio de la alta tecnología, y se
convirtieron en la principal arma de los Estados Unidos en sus esfuerzos para
derrotar a Al-Qaeda y espiar los gobiernos que no son del agrado de la Casa Blanca. Por
ejemplo, en Paquistán la CIA incrementó drásticamente los ataques con aviones
no tripulados (a casi 200) contra objetivos de “alto valor” de Al-Qaeda y del
movimiento islamista Talibán.
En Etiopía, desde un aeropuerto
civil, la Fuerza Aérea estadounidense operó aviones no tripulados contra
presuntos destacamentos terroristas en el Cuerno de África, y la Península
Arábiga. La Fuerza Aérea de los Estados Unidos invirtió millones de dólares en
la creación de las condiciones técnicas del campo aéreo en Arba Minch, donde
construyó instalaciones para acoger una flotilla de aviones no tripulados
equipados de misiles Hellfire y bombas guiadas por satélites. Los “drones
Reaper” también ejecutaron misiones en la vecina Somalia, donde los Estados
Unidos y sus aliados tuvieron como objetivo la eliminación de los opositores
armados al gobierno. Lo cierto es que los Estados Unidos construyó una
constelación de bases militares secretas en la Península Arábiga y el Cuerno de
África, como parte de sus motivaciones de penetración en el África Subsahariana
y por el control militar del Golfo Arábigo-Pérsico.
Aunque Obama deseaba evitar las
reacciones críticas a las políticas bélicas, también estuvo obligado a
implementar la agenda del gobierno permanente instituido en el Complejo
Militar-Industrial. Pero, de todas formas, es conocido que los bombardeos
contribuyeron al resentimiento contra la política de los Estados Unidos en las
poblaciones de distintos países de Asia, Medio Oriente y África.
Para los favorables al ejercicio de
un poder blando (Soft Power) o “imperialismo inteligente”, teoría defendida por
Brzezinski , se trató, en la práctica, de lograr los mismos fines de los
Estados Unidos en el escenario internacional, pero por medio de formas de
violencia menos directas y visibles, contando menos con las intervenciones
militares directas de las fuerzas armadas estadounidenses, que resultaron muy
costosas, y más con los servicios secretos, las maniobras de desestabilización,
las guerras por medio de países interpuestos y también con acciones de
desestabilización interna incitada por métodos encubiertos y la corrupción.
Los estrategas militares
estadounidenses distinguieron tres tipos de guerras a desencadenar:
a) Las guerras de alta intensidad:
se trata de enfrentamientos entre grandes potencias del tipo de las dos guerras
mundiales.
Muchas veces se omite toda referencia al inminente
riesgo de una guerra nuclear entre dos potencias mundiales o regionales, pero
la amenaza existe y podría hacer desaparecer a la especie humana.
b) Las guerras de intensidad media:
comportan también un compromiso militar estadounidense directo, pero contra
potencias o países mucho más débiles.
Por ejemplo: Yugoslavia, Iraq y Afganistán.
c) Las guerras de baja intensidad o
indirectas: no comportan un compromiso militar directo de los Estados Unidos,
logrando que otros combatan por ellos. Provoca conflictos entre países vecinos
y son utilizados movimientos paramilitares, mercenarios y/o terroristas.
El término “baja intensidad” es engañoso, puede dar la
impresión de que los daños son menores, pero en realidad, solo son mínimos para
los Estados Unidos. Por ejemplo, la guerra llamada de “baja intensidad”
desencadenada por los Estados Unidos contra el Congo (antiguo Zaire, a través
de los ejércitos de los vecinos Ruanda y Uganda, y de diversas milicias) dejó
cinco millones de muertos y paralizó el desarrollo de ese país. Lo mismo
sucedió con los conflictos de baja intensidad promovidos en Centroamérica
durante los años 80` del siglo pasado, y la guerra de la OTAN contra Libia,
apoyada por mercenarios y las monarquías del Golfo Pérsigo aliadas a la
estrategia estadounidense.
A diferencia de la etapa de George
W. Bush, la estrategia Brzezinski, en la administración Obama, privilegió el
tipo de guerras de baja intensidad o indirectas, no con una intención moral,
sino simplemente para lograr fines político-militares por vías más
“inteligentes”, que van desde las campañas mediáticas de demonización, embargos
y bloqueos comerciales, golpes de Estado, y bombardeos, hasta ocupaciones
terrestres, entre otras acciones.
El método de guerras de baja
intensidad o indirectas persiguió dos ventajas: devolverle a los Estados Unidos
una imagen internacional de autoridad moral y facilitar una menor inversión en
el Complejo Militar-Industrial, lo que permitiría una cierta mejoría a la
economía estadounidense en un momento de crisis económica global, en la que no
debía descuidarse la competencia e interdependencia con otras potencias
mundiales.
Parecía que después de las
experiencias en Iraq y Afganistán, el Imperio haría, en el futuro, menos
guerras directas, de modo que el movimiento progresista internacional contra la
guerra, que atraviesa una indudable debilidad, respondería aún menos ante unas
estrategias más discretas de los Estados Unidos, lo cual pudo verse en Europa
durante la guerra injusta contra Libia, cuando la opinión pública quedó
anestesiada por la gran prensa, y hasta los partidos políticos tenidos por
progresistas, en el más amplio espectro de la llamada izquierda, apoyaron la
zona de exclusión aérea y la agresión militar aprobada por la ONU, para
proteger a los civiles víctimas de una supuesta represión por el presidente
libio Muammar Al-Gaddafi. El caso de Libia demostró que la política
estadounidense alterna sus métodos, y que los Estados imperialistas no podrán
enmascarar su accionar brutal y agresivo en el escenario internacional.
El discurso que Obama pronunció al
recibir el Premio Nobel de la Paz, aportó una viciada interpretación de la
doctrina de la “Guerra Justa”. Esta es una doctrina que se caracterizó, desde
siempre, por su enorme elasticidad para ajustarse a las necesidades de las
clases dominantes en sus diversas empresas de conquista. Buscando apoyo en esta
tradición teórica, Obama sentenció que una guerra es justa “si se libra como
último recurso o en defensa propia; si la fuerza utilizada es proporcional; y
cuando sea posible, los civiles son mantenidos al margen de la violencia”. De
este modo, la versión original de la doctrina experimentó una nueva
redefinición para una mejor adecuación a las necesidades del Imperio y culminó
entrelazada con la teoría de la “Guerra Infinita” desarrollada por los teóricos
reaccionarios del Nuevo Siglo Americano”, que acompañaron a George W. Bush en
la justificación de sus agresiones militares a lo ancho y a lo largo del
planeta.
La doctrina de la “Guerra Justa” no
resultó suficientemente flexible para que el Imperio otorgara una justificación
ética a sus guerras de rapiña. Había que ir más lejos y la teoría de la “Guerra
Infinita” fue la respuesta a esa necesidad de expansión de los Estados Unidos.
Pero no hubo ni hay causa justa para desencadenar masacres e invadir otros
pueblos, algo crucial para la ética y la teoría política tradicional.
La administración Obama asimiló como
propia la política de mentiras que argumentó la existencia de armas de
destrucción masiva en Iraq; que Osama bin Laden y Saddam Hussein compartían un
proyecto político contra occidente; o que la población afgana dio la tarea a
bin Laden de concertar los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001;
o que el Muammar Al-Gaddafi reprimió deliberadamente a su pueblo; y que esas
razones eran suficientes para los salvajes bombardeados contra esos países. En
la peculiar visión de los círculos dominantes del Imperio, la concepción de
“Guerra Justa” se convirtió en la “Guerra Infinita”.
Todo esto ubicó ante nuestros ojos
que los Estados Unidos recurren a la guerra en cualquiera de sus variantes,
porque sabe que un Sistema Internacional multipolar es ya una tendencia
irreversible. Su gran estrategia consiste en detener, a toda costa, el empuje
sostenido de un conjunto de países emergentes como China, Rusia, Brasil, India
e incluso Irán, un fuerte competidor regional para Israel.
Un tratamiento especial merece la
guerra que Obama desencadenó con la OTAN en Libia, otra “guerra preventiva”,
con el pretexto de la “protección de civiles”. Supuestamente para evitar una
masacre, los Estados Unidos y la OTAN, atacaron militarmente a un Estado
soberano, sin que mediara amenaza alguna a la paz y la seguridad
internacionales, y desataron una operación de “cambio de régimen”.
En esta guerra, además del empleo de
las tecnologías militares más avanzadas y letales, los medios de comunicación
fueron utilizados en calidad de armas de combate por los emporios financieros
mediáticos que lucran con los conflictos y la reconstrucción de los países
bombardeados.
La intervención militar en Libia y
la creciente amenaza militar a Siria e Irán fueron parte de las respuestas
oportunistas de los Estados Unidos y Europa al colapso de su sistema de
dominación y saqueo en África Norte y Medio Oriente, con el surgimiento de
movimientos genuinamente populares en Túnez, Egipto y otros países, lo cual
estuvo también interrelacionado con la estrategia para apoderarse de grandes
reservas de petróleo, agua y confiscar activos financieros en tiempos de grave
crisis económica y social del sistema capitalista.
La guerra contra Libia representó
para los estrategas estadounidenses un nuevo modelo de acciones militares
pretendidamente más eficaces y menos costosas, pues la estrategia de George W.
Bush comprendió la ocupación de los países, mientras que la de Obama supuso una
aparente operación de liberación nacional en apoyo a supuestas revoluciones
locales. Estas concepciones pretendieron rectificar los errores y las pérdidas
económicas de las guerras en Iraq y Afganistán, con la puesta en práctica de un
tipo de agresión militar sin bajas, sin tropas terrestres, cuyos costos recaerían
fundamentalmente en los aliados europeos. Los estrategas estadounidenses
estimaron que el esquema de intervención militar en Libia, también podría
aplicarse contra otros países contestatarios a la política del bloque de países
miembros de la OTAN.
A la desestabilización de un país,
mediante la subversión, las operaciones encubiertas y las sanciones económicas,
se le llamó “desarrollo de un movimiento nacional”, porque estuvo enmarcada en
la política de “cambio de régimen”, y dio continuidad al uso de la fuerza
militar bruta desarrollada por George W. Bush. Lo que demostró que las actuales
doctrinas militares de los Estados Unidos, y de la OTAN, son aun más agresivas
que las precedentes, y que la llamada “periferia euroatlántica” abarca al resto
del planeta.
Nadie podría tener dudas de que
América Latina y el Caribe fueron incluidas en esta concepción. El redespliegue
de la IV Flota, el desarrollo de bases, fuerzas y medios militares
norteamericanos para intervenir en cualquier punto de la región; el golpe de
estado contra Venezuela en el año 2002 y luego el golpe petrolero; la sedición
en Santa Cruz en Bolivia, el golpe militar en Honduras y el intento de golpe en
Ecuador encajan perfectamente en la nueva Estrategia de Seguridad Nacional de
los Estados Unidos divulgada el 27 de mayo del 2010.
Este documento manifestó que América
Latina y el Caribe siguieron constituyendo una prioridad en la Estrategia de
Seguridad Nacional y en la gran estrategia del establishment estadounidense,
para poder mantener el acceso y control sobre los recursos naturales y
económicos, el dominio de los mercados, el acceso a las fuentes primarias de
energía, la preservación del sistema de colonización ideológico, cultural y la
contención de aquellas fuerzas políticas, movimientos o procesos
revolucionarios que pretendan desafiar las bases fundamentales de su dominación
global.
Y toda esa hostilidad imperial se
debió a que, desde América Latina y el Caribe, surgieron poderosas y dinámicas
alianzas regionales, que buscaron configurar un espacio político de
independencia respecto a los Estados Unidos y la Unión Europea, respetuoso de
las particularidades y las diversidades de cada nación. La Alianza Bolivariana
para los pueblos de Nuestra América (ALBA) avanzó en un proyecto de vanguardia
de gobiernos progresistas y antiimperialistas, buscando fórmulas de rupturas
con el orden internacional imperante y fortaleciendo la capacidad de los
pueblos de hacer frente, colectivamente, a los poderes fácticos.
A ello se añadió que sus miembros dieron
un impulso decidido a la consolidación de la Unión de Naciones Suramericanas
(UNASUR), bloque político que federó a los 12 Estados soberanos de Suramérica,
con el fin de agruparlos en lo que El Libertador Simón Bolívar llamó “una
Nación de Repúblicas”. Y más allá, los 33 países de América Latina y el Caribe
trabajaron unidos para el paso histórico que fundó en una entidad regional, los
días 2 y 3 de diciembre del 2011, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños (CELAC), para la integración real de la región y la consolidación de
la independencia y la soberanía de “Nuestra América”, sin la presencia de los
Estados Unidos y Canadá.
Un informe del Consejo de Relaciones
Exteriores, presidido por la antigua representante de Comercio de los Estados
Unidos, Charlene Barshefsky, y el general James T. Hill, excomandante del
Comando Sur de los Estados Unidos, e integrado por legisladores, políticos,
asesores, reconocidos especialistas y guiado con la asesoría de Julia Sweig,
directora de Estudios de América Latina de dicho Consejo, reconoció la
tendencia señalada en el párrafo anterior, cuando calificó de “obsoletos los
principios de la Doctrina Monroe”; que “la política estadounidense ya no puede
estar basada sobre la suposición de que los Estados Unidos es el actor exterior
más importante en América Latina” y que “el destino de América Latina está, en
gran medida, en las manos de América Latina”.
Independientemente de que la
situación geopolítica haya sido compleja para la administración Obama, en el antiguo
traspatio de los Estados Unidos, en lo inmediato, existe una gravísima amenaza
para la paz mundial tras el desencadenamiento de un nuevo ciclo de guerras
coloniales, con el siniestro objetivo de darle un segundo aire al sistema-mundo
capitalista en crisis estructural, pero sin ponerle ninguna clase de límites a
su voracidad consumista y destructiva. La guerra colonial de la OTAN contra
Libia tuvo como motivo real apoderarse de sus riquezas. Todo lo demás se
subordinó a este objetivo. Los despliegues de sistemas antimisiles en diversas
regiones del mundo estuvieron dirigidos a proteger las tropas e instalaciones
de los Estados Unidos y la OTAN, para el éxito de esta nueva cruzada
imperialista de dominación global.
En este período la visión mesiánica
de los Estados Unidos prevaleció y sus aliados fueron más o menos tenidos en
cuenta en las aventuras militares del Imperio. La Unión Europea dependió más
que nunca de los conceptos estadounidenses sobre la guerra y las supuestas
amenazas a la seguridad internacional. La administración Obama, a pesar de su
retórica, no descartó la opción nuclear y privilegió el sobredimensionamiento
militar y el uso de la fuerza en las relaciones internacionales.
Prevaleció el desplazamiento
estratégico de la disuasión a la prevención. Esta fue la lógica para el
lanzamiento de nuevas guerras que siguen teniendo sus orígenes en el
excepcionalismo estadounidense, el cual postula que la seguridad de los Estados
Unidos no debe depender de una persona y que ella podría justificar por sí
misma un ataque preventivo. Los sucesos acaecidos en el escenario
internacional, desde el 11 de septiembre del 2001 hasta la actualidad, dejaron
comprender, de forma descarnada, esa premisa histórica del Imperio.
En esas condiciones geoestratégicas,
la política exterior de los Estados Unidos trasladó la “guerra” contra el
terrorismo de la periferia al centro de la estrategia de “seguridad nacional”,
sin abandonar los planes de la militarización del espacio y de la supremacía
militar por medio de la construcción de un Sistema Nacional de Defensa
Antimisil (SNDA): el núcleo central de una acción de repercusión mundial, para
el afianzamiento del poder militar estadounidense en un nuevo siglo vaticinado
por la preeminencia de la alta tecnología y la conquista del espacio cósmico.
No pocos coincidieron en que Obama
intentaría darle al liderazgo de los Estados Unidos más atractivo, pero sin que
los Estados Unidos estuvieran dispuestos a compartir el poder con otros Estados
o aceptar sin condiciones las reglas del multilateralismo. Y que por tanto, a
lo largo de su mandato, Obama enfrentaría el juego de la política internacional
con posturas diversas:
a) El unilateralismo en las
situaciones de interés geopolítico para los Estados Unidos. Entendido como el
poder de decidir quién, en cada momento, es el enemigo, pues el unilateralismo
es igualmente el poder de actuar en soledad en el orden político y militar.
b) El bilateralismo selectivo, con
las principales potencias en el Sistema Internacional.
c) Un multilateralismo residual,
cuando las dos primeras opciones se revelan insuficientes o inadaptadas en
determinadas situaciones.
En el caso de la guerra contra Siria, cuando los
Estados Unidos actúa sin dejar margen alguno a los intentos en curso para
alcanzar una solución política al conflicto, con total desprecio hacia las
opiniones de numerosos países, incluidos algunos de sus principales aliados, y
minimiza a las Naciones Unidas, el Presidente de los Estados Unidos asume un
unilateralismo que le permitiría operar militarmente en soledad, cometiendo
actos violatorios del Derecho Internacional y de la Carta de las Naciones
Unidas que provocarán más muerte y destrucción y llevarán, ineludiblemente, a
la intensificación del conflicto por el que atraviesa esa nación árabe.
10 Ataques con Armas Químicas
del Gobierno de los Estados Unidos de lo Cual Definitivamente no Quiere Hablar
El gobierno de Estados Unidos no sólo carece de la autoridad legal para una intervención militar en Siria. Carece de autoridad moral. Estamos hablando de un gobierno con una historia de uso de armas químicas más prolífica y mortífera contra personas inocente que las meras acusaciones que Assad enfrenta desde (con un dedo en el gatillo) el complejo industrial militar occidental, decidido a sofocar una mayor investigación antes de atacar.
Aquí está una lista de los 10 ataques con armas químicas llevados a cabo por el gobierno de Estados Unidos o sus aliados contra la población civil.
1. Los militares de Estados Unidos vertieron 20 millones de galones de productos químicos en Vietnam desde 1962-1971
Durante la
guerra de Vietnam, el ejército de Estados Unidos roció 20 millones de galones
de productos químicos, incluyendo el muy tóxico Agente
Naranja, en los bosques y tierras de cultivo de
Vietnam y los países vecinos, deliberadamente destruyeron suministros de
alimentos, destruyendo la ecología de la selva y causando estragos en las vidas
de cientos de miles de personas inocentes. Vietnam estima que, como resultado
del ataque químico que duro una larga década, 400.000 personas fueron muertas o
mutiladas, 500.000 bebés han nacido con defectos de nacimiento, y 2 millones
han sufrido de cáncer u otras enfermedades. En 2012, la Cruz Roja estima que 1
millón de personas en Vietnam tiene discapacidades o problemas de salud
relacionados con el Agente Naranja.
2. Israel atacó a civiles palestinos con Fósforo Blanco en 2008-2009
2. Israel atacó a civiles palestinos con Fósforo Blanco en 2008-2009
El fósforo
blanco es un arma química incendiaria
horrible que derrite la carne humana hasta el hueso.
En 2009, varios grupos de derechos humanos, incluyendo la Cruz Roja Internacional, Amnistía Internacional y Human Rights Watch informaron que el gobierno israelí estaba atacando a civiles en su país con armas químicas. Un equipo de Amnistía Internacional afirmó que encontraron "evidencia indiscutible del uso generalizado de fósforo blanco" como un arma en áreas civiles densamente pobladas. El ejército israelí negó las acusaciones al principio, pero finalmente admitió que eran verdaderas.
Después de la serie de acusaciones por parte de estas organizaciones no gubernamentales, el ejército israelí incluso golpeó a la sede de las Naciones Unidas en Gaza con un ataque químico. ¿Crees que todas estas evidencias se comparan al caso en contra de Siria? ¿Por qué Obama no intenta bombardear Israel?
3. Washington atacó a civiles iraquíes con Fósforo Blanco en 2004
En 2009, varios grupos de derechos humanos, incluyendo la Cruz Roja Internacional, Amnistía Internacional y Human Rights Watch informaron que el gobierno israelí estaba atacando a civiles en su país con armas químicas. Un equipo de Amnistía Internacional afirmó que encontraron "evidencia indiscutible del uso generalizado de fósforo blanco" como un arma en áreas civiles densamente pobladas. El ejército israelí negó las acusaciones al principio, pero finalmente admitió que eran verdaderas.
Después de la serie de acusaciones por parte de estas organizaciones no gubernamentales, el ejército israelí incluso golpeó a la sede de las Naciones Unidas en Gaza con un ataque químico. ¿Crees que todas estas evidencias se comparan al caso en contra de Siria? ¿Por qué Obama no intenta bombardear Israel?
3. Washington atacó a civiles iraquíes con Fósforo Blanco en 2004
En 2004, los periodistas integrados con
las fuerzas militares en Iraq comenzaron informando del uso de fósforo blanco
en Faluya contra los insurgentes iraquíes. Primero los militares mintieron y
dijeron que sólo estaba utilizando fósforo blanco para crear cortinas de humo o
iluminar objetivos. Luego admitió el uso de las sustancias químicas volátiles
como un arma incendiaria. En el momento, la televisión italiana RAI emitió un
documental un documental titulado "La masacre oculta, Faluya" incluyendo sombrías secuencias de vídeo y fotografías, así como
entrevistas de testigos de los residentes de Faluya y soldados de EEUU
revelando cómo el gobierno estadounidense indiscriminadamente llovió fuego
químico blanco en la ciudad iraquí, derritiendo mujeres y niños hasta la
muerte.
4. La CIA ayudó a Saddam Hussein en la masacre de iraníes y kurdos con armas químicas en 1988
4. La CIA ayudó a Saddam Hussein en la masacre de iraníes y kurdos con armas químicas en 1988
Registros de la CIA ahora demuestran que
Washington sabía que Saddam Hussein estaba usando armas químicas (incluyendo sarin, gas mostaza y gas
neurotóxico) en la guerra entre Irán e Iraq, y sin embargo continuó vertiendo
inteligencia en las manos de los militares iraquíes, informando a Hussein de
los movimientos de las iraníes sabiendo que él estaría utilizando la
información para lanzar ataques químicos. En algún momento a principios de
1988, Washington advirtió a Hussein de un movimiento de tropas iraníes que
habría terminado la guerra en una derrota decisiva para el gobierno iraquí. En
marzo un Hussein envalentonado con sus nuevos amigos en Washington ataco un
pueblo kurdo ocupado por las tropas iraníes con múltiples agentes químicos,
matando hasta 5.000 personas e hiriendo a tanto como 10.000 más, la mayoría de
ellos civiles. Miles más murieron en los años siguientes debido a las
complicaciones, las enfermedades y defectos de nacimiento.
5. El ejército probó productos químicos en los pobres residentes negros en St. Louis, EE.UU. en la década de 1950
5. El ejército probó productos químicos en los pobres residentes negros en St. Louis, EE.UU. en la década de 1950
A inicios de 1950, el ejército
estableció sopladores motorizados sobre edificios residenciales de bajos
ingresos, en su mayoría barrios de negros en St. Louis, incluyendo áreas donde
el 70% de los residentes eran niños menores de 12 años. El gobierno dijo a los
residentes que estaban experimentando con una cortina de humo para proteger a
la ciudad de los ataques rusos, pero en realidad estaban bombeando el aire
llenándolo de cientos de kilos de sulfuro de cadmio zinc finamente pulverizado.
El gobierno admitió que hubo un segundo ingrediente en el polvo químico, pero
si fue o no fue ese ingrediente radiactivo permanece clasificada. Claro que sí.
Desde las pruebas, un número alarmante de los residentes de la zona ha
desarrollado cáncer. En 1955, Doris Spates nació en uno de los edificios, que
el ejército utilizó para llenar el aire con los productos químicos desde
1953-1954. Su padre murió inexplicablemente ese mismo año, ha visto a cuatro
hermanos morir de cáncer, y la misma Doris es un sobreviviente de cáncer de
cuello uterino.
6. La policía lanzó Gas Lacrimógeno contra manifestantes del Occupy en 2011
6. La policía lanzó Gas Lacrimógeno contra manifestantes del Occupy en 2011
La violencia salvaje de la policía
contra los manifestantes del Occupy en 2011 fue bien documentada y que incluyó
el uso de gases lacrimógenos y otros químicos irritantes. El gas lacrimógeno
está prohibida para el uso contra soldados enemigos en batalla por la
Convención sobre las Armas Químicas. ¿No pudo la policía dar a los
manifestantes civiles en Oakland, California, la misma cortesía y protección
que el derecho internacional exige hacia los soldados enemigos en un campo de
batalla?
7. El FBI ataco a hombres, mujeres y niños con gas lacrimógeno en Waco en 1993
7. El FBI ataco a hombres, mujeres y niños con gas lacrimógeno en Waco en 1993
En el infame asedio de Waco, una
tranquila comunidad de adventistas del séptimo día, el FBI bombardeo gas
lacrimógeno en los edificios sabiendo que mujeres, niños y bebés estaban
dentro. El gas lacrimógeno fue altamente inflamables y incendiario, envolviendo
los edificios en llamas y matando a 49 hombres y mujeres y 27 niños, incluyendo
bebés y niños pequeños. Recuerda, atacar a un soldado enemigo armado en un
campo de batalla con gas lacrimógeno es un crimen de guerra. ¿Qué tipo de
delito es el atacar a un bebé con gas lacrimógeno?
8. Los militares de EEUU llenaron a Iraq con tóxico Uranio Empobrecido en 2003
8. Los militares de EEUU llenaron a Iraq con tóxico Uranio Empobrecido en 2003
En Iraq, el ejército estadounidense ha
llenado el ambiente con miles de toneladas de municiones de uranio empobrecido,
un producto de desecho nuclear tóxico y radioactivo. Como resultado, más de la
mitad de los recién nacidos en Faluya entre 2007 y 2010 nacieron con defectos
de nacimiento. Algunos de estos defectos nunca se han visto antes fuera de los
libros de texto con fotografías de bebés que nacen cerca de pruebas nucleares
en el Pacífico. El cáncer y la mortalidad infantil también han visto un aumento
dramático en el Iraq. Según Christopher Busby, Secretario científico de la
Comisión Europea de Riesgo de la Radiación, "estas son las armas que han
destruido completamente la integridad genética de la población de Iraq".
Después de dos de los cuatro informes publicados en 2012 sobre la crisis de
salud en Iraq, Busby describió Faluya como, "el mayor índice de daño
genético en una población jamás estudiada".
9. Los militares de Estados Unidos mataron a centenares de miles de civiles japoneses con Napalm desde 1944-1945
9. Los militares de Estados Unidos mataron a centenares de miles de civiles japoneses con Napalm desde 1944-1945
El napalm es un gel pegajoso y altamente inflamable que se ha utilizado como
arma de terror por el ejército estadounidense. En 1980, la ONU declaró el uso
del napalm en franjas de población civil como un crimen de guerra. Eso es
exactamente lo que hizo el ejército estadounidense en la II guerra mundial,
dejando suficiente napalm en un bombardeo sobre Tokio quemando hasta la muerte
a 100.000 personas, hiriendo a más de 1 millón y dejando sin hogar a 1 millón
en el único ataque aéreo más mortífero de la II guerra mundial.
10. El gobierno de Estados Unidos lanzó bombas nucleares sobre dos ciudades japonesas en 1945
10. El gobierno de Estados Unidos lanzó bombas nucleares sobre dos ciudades japonesas en 1945
Aunque las bombas nucleares no pueden
ser consideradas armas químicas, creo que podemos estar de acuerdo que
pertenecen a la misma categoría. Ellos ciertamente dispersan un montón de
letales productos químicos radioactivos. Ellos son tan horribles como las armas
químicas, si no más, y por su propia naturaleza, tienen sólo una finalidad:
eliminar toda una ciudad llena de civiles. Es extraño que el único régimen que
ha usado una de estas armas de terror en otros seres humanos se haya ocupado
con el pretexto de mantener al mundo seguro de armas peligrosas en manos de los
gobiernos peligrosos.
Fuente: http://conspiraciones1040.blogspot.com/2013/09/ataques-armas-quimicas-Estados-Unidos.
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