La Derrota Diplomática de Israel en el Consejo de Seguridad de la ONU No Persuade a Esta Potencia a No Continuar con el Genocidio
Santiago Ibarra
EL 25 DE MARZO EL CONSEJO DE SEGURIDAD de la ONU
aprobó la resolución 2728 que exige a Israel el cese el fuego inmediato en la
Franja de Gaza, hasta la conclusión del Ramadán. La orden de alto el fuego es
apenas por dos semanas. Casi seis meses ha tardado el Consejo de Seguridad en
sacar una resolución de alto el fuego y cuando al fin lo hace no ordena un cese
el fuego permanente sino uno temporal y de muy corta duración.
La resolución exige también la liberación inmediata
de los rehenes y que Israel permita que la ayuda humanitaria internacional
llegue a los gazatíes. Centenares de gazatíes han muerto por hambre y centenares
de miles más corren el riesgo de morir por la misma razón. Llevar a los palestinos
a la muerte por hambre es una estrategia deliberada de Israel para obligar a
los palestinos a abandonar su propia tierra y buscar refugio en Egipto.
La resolución es aprobada en el mismo momento en
que Francisca Albanese, relatora especial de la ONU, publicita que este
organismo ha publicado un informe en el que sostiene que “hay motivos
razonables” para calificar de genocidio las acciones de Israel en Gaza. A la
vez, amplios sectores de la comunidad internacional y ciudadanos de diferentes
partes del mundo no han dejado de manifestar su repudio al accionar de Israel.
Por primera vez Estados Unidos no ha vetado una
resolución que exige a Israel el cese el fuego inmediato. Tampoco la ha
aprobado, solo se ha abstenido. ¿Significa esto que Estados Unidos busca ahora
de alguna forma la paz en Gaza? ¿Significa esto que Estados Unidos ha tomado
conciencia de la necesidad de ponerle un alto al sufrimiento de la gente en
Gaza?
La respuesta a estas preguntas es negativa. Estados
Unidos hizo a un lado la posibilidad de veto a la resolución básicamente por un
cálculo político-electoral: las protestas al interior de los Estados Unidos en
general y del Partido Demócrata en particular amenazan con restarle votos a
Biden en las elecciones nacionales de noviembre de este año. Es un cálculo de
costo-beneficios lo que ha empujado al gobierno de Biden a abstenerse en la
votación del 25 de marzo y no alguna súbita conversión.
Por lo demás, la propia embajadora de Estados
Unidos, Linda Thomas-Greenfield, ha manifestado que su país no ha variado su
posición respecto a Israel. Pero la embajadora juega a la ambigûedad: por un
lado afirma que les hubiera gustado aprobar la resolución, y de otro lado
afirma muy cínicamente que la resolución no es vinculante (especialistas en
derecho internacional, en cambio, afirman que sí lo es). La embajadora se opuso
además a que la resolución llame a buscar un “alto el fuego permanente” y logró
imponer la frase de un “alto el fuego duradero”.
Todos sabemos que Estados Unidos (conjuntamente con
Alemania, Reino Unido, entre otros países) es el país que más ha contribuido a armar
y a financiar a Israel para que cometa el genocidio contra el pueblo palestino
de Gaza.
Se sabe también que Estados Unidos le ha quitado a
la UNRWA, organismo de la ONU que asiste a los palestinos en condición de
refugiados, el financiamiento, sin razones que justifiquen tal decisión. La
intención es obviamente inducir a la muerte por hambre a la población palestina.
Y ahora se sabe por una publicación del 22 de marzo
de The Washington Post que secretamente Biden ha aprobado el envío a Israel de
más de 1.800 bombas MK84 de mil kilos y 500 bombas MK82 de 250 kilos, así como de
25 cazas F-35. Son estas bombas las que han provocado la muerte de más de 32
mil palestinos y la destrucción de más de 170 mil edificios en Gaza, según la
BBC.
Mientras la embajadora de Estados Unidos finge en el
Consejo de Seguridad que su país tiene el deseo de que esta guerra genocida se
acabe, su gobierno continúa armando a Israel para prolongar la política de exterminio
del pueblo gazatí.
¿Y cuál ha sido la respuesta de Israel a la
mencionada resolución? El canciller Israel Katz ha dicho: "el Estado de Israel no cesará el
fuego. Destruiremos a Hamás y continuaremos luchando hasta el regreso a su
hogar de todos los rehenes". Por su parte, Netanyahu ha dicho el 31 de
marzo que la ofensiva contra Rafah es inminente. Israel no acatará la
resolución del Consejo de Seguridad de la ONU y continuará con su ofensiva militar
que destruye Gaza y lleva a la muerte y al sufrimiento a todo el pueblo gazatí.
Ni las protestas en
Estados Unidos y el resto del mundo ni la derrota diplomática en la ONU ni el
informe de la ONU que afirma que hay “motivos razonables” para creer que el
accionar de Israel es genocida persuaden a este estado para detener el
genocidio. Israel continúa con su plan de apoderarse completamente de Gaza (y
Cisjordania) y exterminar y liquidar al pueblo palestino como sujeto político.
El embajador de Israel, Gilad Erdan, afirmó en el
Consejo de Seguridad que el atentado del 7 de octubre de 2023 originó la
ofensiva israelí. Esta aseveración oculta lo siguiente: desde 1917 y
especialmente desde 1948 Israel ha venido apoderándose de un territorio habitado
por palestinos reduciendo a éstos a una minúscula parte de ese espacio físico.
Lo poco que le queda a Palestina, como por ejemplo Cisjordania, también viene
siendo ocupado por los israelíes mediante miles de colonos. En los últimos
meses, en Cisjordania también se ha matado y apresado a palestinos y se ha
destruido centenares de sus viviendas. Entonces, recurrir al atentado del 7 de
octubre es solo un pretexto para hacer a gran escala y en poco tiempo lo que Israel
viene haciendo desde hace décadas: despojar a los palestinos de sus tierras y
riquezas naturales.
Para lograr el objetivo de derrotar a Hamás y de
terminar de apoderarse del territorio palestino, Israel y su principal aliado,
los Estados Unidos, no dudan en colocarse fuera del derecho internacional.
Ambos estados, con la complicidad de sus aliados europeos, han impuesto
unilateralmente un estado de excepción en el Medio Oriente, violando la
soberanía de los estados y los derechos humanos de las poblaciones de esa
región.
Luego de que la resolución fuera aprobada, el
presidente de Colombia, Gustavo Petro, ha llamado a los países del mundo a romper
relaciones diplomáticas con Israel si éste no acata la resolución de la ONU. Es
lo mínimo que se debe hacer (siguiendo los pasos de Bolivia), ahora que
Netanyahu ha anunciado que de todas formas atacarán a Rafah. La derrota
diplomática de Israel en el Consejo de Seguridad de la ONU podría estar
facilitando una decisión política de esta naturaleza por parte de la comunidad
internacional.
¿Tomaría en cuenta Israel este nuevo contexto
internacional para detener el genocidio? Para responder a esta pregunta no
podemos seguir nuestros deseos subjetivos, sino las tendencias objetivas que se
presentan en el escenario, y estas tendencias expresan la decisión de Israel de
liquidar a Palestina de una vez por todas como sujeto político.
Pero de otro lado tenemos a una Palestina decidida
a defender su tierra y su derecho a la existencia. Si se da la ruptura de
relaciones diplomáticas con Israel por parte de la comunidad internacional o de
un sector de ésta el siguiente paso será, como ya lo han manifestado varios
embajadores del Consejo de Seguridad, luchar por un alto el fuego permanente y
la constitución de Palestina como un Estado soberano. Y como la lucha en las
calles tiene un peso específico importante, éstas no pueden detenerse y deben
ampliarse alrededor del mundo.
La Historia de Haití y la Revolución que con Tanta Urgencia Necesita Hoy
Primera parte: Con heroísmo, el pueblo
haitiano tumbó al infierno de la esclavitud... sólo para salir atrapado y
explotado por el imperialismo
Revolución
Nuestro artículo de la semana pasada (“La crisis en Haití clama por una revolución REAL”) desafió agudamente la opinión convencional de que “la salida” de la
crisis actual es traer a ocupantes extranjeros armados y luego celebrar unas
llamadas “elecciones libres”. Argumentamos que los problemas que enfrenta el
pueblo de Haití —al igual que problemas similares que afectan a países de todo
el mundo— son el resultado de la dominación del capitalismo y el imperialismo,
y que no pueden “solucionarse” con un cambio de rostros en la cima. Y
concluimos que “toda la historia de Haití manifiesta la realidad de que este
tipo de revolución profunda, y nada menos, nada más, proporciona la única solución
a la pesadilla que el imperialismo mundial ha configurado” — en Haití y en todo
el mundo.
Este artículo comenzará a examinar algunos aspectos
cruciales de la historia de Haití que ilustran y subrayan esta cuestión.
En 1492, Cristóbal Colón desembarcó en la parte occidental de la isla
caribeña de La Española, conocida como Ayití (Haití) por sus nativos, y la
reclamó para el imperio español.
Así comenzó el descenso de Haití a los infiernos. Los colonos españoles
esclavizaron a los nativos taínos arawak para minar el oro. “En 50 años,
alrededor de medio millón de arahuacos habían sido exterminados”1 y se
agotó todo el oro. Los españoles continuaron extendiendo su dominio asesino por
la mayor parte de América del Sur y Central.
Poco a poco, los colonos franceses comenzaron a establecerse y en 1696
España cedió el control de la parte occidental de la isla a Francia. (El este,
lo que ahora es la República Dominicana, permaneció en manos españolas). Esto
abrió el camino a 100 años de cruel dominio francés.
Francia “importó” cientos de miles de africanos secuestrados y
esclavizados para trabajar —y morir— bajo el sol tropical de Haití. Trabajaban
12 horas al día, seis días a la semana, en plantaciones de café y cañaverales,
desnudos o vestidos con harapos. Los crueles capataces azotaban a hombres y
mujeres, niños y ancianos por igual si aflojaban.
Quienes se resistían o huían se toparon con torturas verdaderamente
indescriptibles. Como informó el New York Times, los esclavos eran
“mantenidos bajo control mediante el hambre, el agotamiento y los actos
públicos de extrema violencia. Multitudes de colonos se reunieron en una de las
elegantes plazas de la isla para ver cómo los quemaban vivos o los quebraban,
hueso a hueso, sobre una rueda. Los castigos sádicos eran tan comunes que
recibieron nombres como ‘cuatro postes’ o la ‘escalera’, señalan los
historiadores. Había hasta una técnica de rellenar a los esclavos con pólvora
para hacerlos estallar como balas de cañón, descrita como encender ‘un poco de
pólvora en el culo’, según el historiador francés Pierre de Vaissière”2.
Acusado de torturar hasta la muerte a dos esclavas, un dueño de esclavos
no lo negó, pero “justificó” su bárbaro crimen, escribiendo que lo único que
evita que “el esclavo apuñale al amo” es “el poder absoluto que tiene sobre
él”. El tribunal lo absolvió3.
La sangre y el sudor derramados por los esclavos produjeron enormes
riquezas para los propietarios de esclavos en Haití y Francia.
Haití era la colonia más rentable del mundo, el mayor productor de azúcar y un
importante productor de café4. Esta
riqueza no sólo alimentó el apetito por lujos de los propietarios haitianos de
esclavos y de la clase aristocrática dominante en Francia, sino que proporcionó
gran parte de las bases para el nacimiento y crecimiento del capitalismo
francés que estaba surgiendo en ese momento y tomó el poder por medio de la
Revolución Francesa (1789-1799)5.
La primera rebelión triunfante
de esclavos en el mundo
En 1791, se inició una rebelión masiva de esclavos, comenzando con
esclavos armados con armas primitivas. Usando lo que tenían, se apoderaron y
quemaron las odiadas plantaciones y derrotaron a las fuerzas armadas de los
esclavistas. Luego, Gran Bretaña y España (las potencias coloniales que vieron
en la rebelión de los esclavos una oportunidad para que pudieran echar a
Francia y esclavizar a Haití para sí mismas) enviaron ejércitos a
Haití; los esclavos revolucionarios derrotaron a ambas potencias. Finalmente,
el general y líder francés más famoso, Napoleón, envió un ejército de cuando
menos 23.000 soldados experimentados, recién llegados de conquistar gran parte
de Europa. Ellos también fueron derrotados por los esclavos. El 1º de enero de
1804, Haití declaró su independencia y abolió la esclavitud, lo que representó
la primera revolución triunfante de esclavos en la historia.
Este fue, y sigue siendo, una hazaña inspiradora. Pero ¿cuál
fue la situación a la que enfrentaban los esclavos recién liberados? Su propio
país había sido devastado por 12 años de guerra. Hasta un tercio de la
población negra había muerto en la guerra. Casi toda la infraestructura básica
(plantaciones, sistemas de riego, edificios, herramientas) resultó destruida y
fue necesario reconstruirla.
En ese momento de la historia de la humanidad, no había manera de
organizar una economía más que de una u otra forma de explotación: esclavitud,
feudalismo o capitalismo6. Pero
en realidad, incluso la opción de desarrollarse como un país capitalista independiente quedó
cerrada. Haití no nació en un mundo de países en libre desarrollo, sino en un
mundo ya dividido entre países oprimidos y opresores. Era un mundo dominado por
el colonialismo europeo, que pronto se convertiría en el
capitalismo-imperialismo.
Las potencias coloniales odiaban y temían lo que representaba Haití: el
potencial de las personas oprimidas y esclavizadas —sobre las cuales se basaba
el poder y la riqueza de dichas potencias— de levantarse en contra de esas
potencias7. Al
mismo tiempo, todas estas potencias ojeaban a Haití como un jugoso trozo de
carne que querían incorporar (o en el caso de Francia, reincorporar)
a sus imperios.
Así que, en su mayor parte, se unieron a los esfuerzos franceses para
aislar y debilitar a Haití. Ningún país reconoció siquiera a
Haití hasta 1815, y Estados Unidos no lo reconoció hasta 1862, ¡58 años después
de su independencia! Esto tuvo un impacto real en Haití, limitando el comercio
internacional que era necesario para la reconstrucción.
Todo esto hizo que la situación general de Haití fuera extremadamente
frágil. En estas condiciones, la amenaza de una invasión extranjera,
reconquista y nueva esclavitud era muy real. Por eso, la mayoría de los ya
limitados recursos de Haití se canalizaron hacia la defensa militar, incluida
una red de 30 fortalezas frente al mar cuya construcción requirió 10 años y
decenas de miles de personas.
Dominación imperialista
francesa: la deuda, una nueva forma de esclavización
Luego, en 1825, 14 buques de guerra franceses navegaron hacia las aguas
de Haití. Su comandante exigió: Haití debe pagar 150 millones de francos por
concepto de “reparaciones”8 por
la “propiedad” perdida de Francia: ¡los esclavos! A cambio, Francia dijo que
reconocería a Haití y abriría un comercio más amplio (con condiciones que harían
que ese comercio fuera más favorable para Francia que para otros países).
Ante la perspectiva de otra guerra con una potencia importante, y la
promesa de paz y un comercio internacional que se necesitaba desesperadamente,
los gobernantes de Haití acordaron pagar la “deuda” que Francia afirmaba que
“debían”.
La suma de 150 millones de francos era una enorme cantidad
de dinero: casi el doble de lo que Francia cobró a Estados Unidos por comprar
el territorio de Luisiana, que es 77 veces más grande que Haití. Se
dividió en cinco cuotas, pero incluso la primera cuota de 24 millones de
francos estaba mucho más allá de los medios de Haití. En 1831, los líderes
haitianos le dijeron a Francia que no podían pagar a tiempo. ¡Francia
amenazó con invadir
con 500.000 tropas!
Luego Francia “generosamente” conectó a Haití con un banco privado
francés, que le prestó 30 millones de francos... ¡pero le cobró una comisión
de seis millones! Ahora Haití estaba profundamente endeudado con
Francia y con los bancos privados.
Así que esto no fue sólo un enorme robo de un solo golpe; era una forma
de atrapar a Haití en un ciclo interminable de deuda sobre deuda, con la
imposición de los pagos mediante la amenaza de guerra. El pago de esta deuda
continuó y se multiplicó hasta bien entrado el siglo 20; en algunos años sumó
el 40 por ciento de los ingresos del gobierno de Haití. ¡Entre 1825 y 1957, la
deuda internacional absorbió en promedio casi una quinta parte de los ingresos
anuales de Haití!9
Pensemos en las implicaciones de esto. En primer lugar, significaba que
había poco o ningún dinero para las funciones que normalmente desempeñan
incluso los gobiernos opresivos. No hay dinero para escuelas públicas; incluso
hoy (al año 2010) hay 14.424 escuelas privadas en comparación con tan sólo
1.240 escuelas públicas, y casi el 40
por ciento de la gente
es analfabeta. No hay dinero para carreteras que conecten las diferentes partes
del país y conecten las zonas rurales con las ciudades; todavía hoy, sólo se
puede llegar a vastas extensiones del campo a pie, en mula o a caballo.
Y así sucesivamente: no hay dinero para sistemas de riego, para la
forestación y gestión forestal, para control de inundaciones. No hay dinero
para hospitales. No hay dinero para redes eléctricas o sistemas de agua. Todos
estos problemas agobiantes persisten al día de hoy.
La deuda también le dio a Francia (y con el paso del tiempo, a Estados
Unidos, que se convirtió en un importante “prestamista” para Haití a finales
del siglo 19) palancas para interferir políticamente en Haití. Los buques de
guerra franceses y estadounidenses a menudo “visitaban” los puertos haitianos,
cuidando de su “inversión”. Cada vez más, los imperialistas rivales
respaldarían a diferentes partidos políticos y grupos armados (conocidos
como Cacos) conectados a estos partidos como una forma de
consolidar su propio control. Esto agravó la inestabilidad política crónica y
la guerra entre facciones. Entre 1843 y 1915, Haití tuvo 22 gobiernos
diferentes. Luego los imperialistas se dieron la vuelta y señalaron esta
“inestabilidad” (la que estaban azuzando) como “prueba” de
que “los negros no pueden gobernarse a sí mismos”. En 1915, “garantizar el pago
de la deuda” fue una de las justificaciones que utilizó Estados Unidos ¡para
invadir a Haití y ocuparlo durante 19 años!
Mientras los gobiernos y los bancos imperialistas constantemente les
pisaban el cuello, en gran medida el gobierno haitiano se convirtió en una
“estación de bombeo”: succionando todo lo que las masas tenían más allá de las
necesidades de supervivencia mediante impuestos exorbitantes, cargas aduaneras y
otros medios, y luego lo canalizaban todo hacia las arcas del
imperialismo (además de una parte que fue a parar a los dirigentes
políticos y a las clases dominantes haitianas).
Y esto a su vez tiene consecuencias políticas. Por un lado, esta nueva
forma de esclavización requiere, al igual que el antiguo sistema
esclavista, un alto nivel de represión a las masas de personas a las que se les
está robando hasta dejarlas en calzoncillos. Y, por otro lado, engendra
corrupción en el gobierno, incluso entre los empleados de bajo nivel cuyos
salarios tienen que ser “complementados” con sobornos para poder mantener a sus
familias. Y en los niveles superiores, el poder del gobierno depende de cuánto
se puede sacar de estas transferencias masivas de riqueza nacional10.
Así que, para resumir, el problema fundamental de Haití es la realidad
de que durante 200 años ha estado atrapado en una red de opresión imperialista,
lo que ha distorsionado a toda la sociedad (la economía, el sistema educativo,
el gobierno, etc.) para adaptarla a las necesidades del imperialismo. Por eso
volvemos a decir que nada menos que una revolución REAL y profunda (…) puede
desencadenar y dirigir a las masas a desarraigar este viejo orden, de raíz y de
rama, y reemplazarlo con un sistema basado en las necesidades del pueblo de
Haití y de la humanidad en su conjunto, y defender esta nueva sociedad contra
sus enemigos dentro y fuera de Haití.
Nuestro próximo artículo examinará la dominación estadounidense de más
de un siglo de duración en Haití.
NOTAS:
1. Papa Doc, Baby Doc:
Haití y los Duvalier, James Ferguson, 1987, Basil Blackwell Ltd., p. 1.
2. “The Ransom—The Root of Haiti’s Misery: Reparations to
Enslavers”, Porter, Méheut, Apuzzo, Gebrekidan, New York
Times, 26 de mayo de 2022.
3. “The Ransom”.
4. Damming the Flood:
Haiti, Aristide and the Politics of Containment, Hallward, 2007, Verso
Press, p. 9.
5. Carlos Marx —el fundador
del comunismo— escribió en 1867, con amargo sarcasmo: “El descubrimiento de los
yacimientos de oro y plata de América, la cruzada de exterminio, esclavización
y sepultamiento en las minas de la población aborigen, el comienzo de la
conquista y el saqueo de las Indias Orientales, la conversión del continente
africano en cazadero de esclavos negros: son todos hechos que señalan los
albores de la era de producción capitalista”. Marx se refiere a la riqueza que
proporcionó el “capital de arranque” para la rápida expansión de la industria
capitalista en Europa en el siglo 18.
6. Únicamente con el mayor
desarrollo en Europa de la industria capitalista (con todos sus horrores); el
crecimiento de una clase de trabajadores desposeídos; y del mayor
desarrollo de la ciencia y el método científico surgiría la base para la
revolución comunista, con su objetivo de abolir todas las formas de opresión y
explotación. Marx y su camarada Federico Engels publicaron El
Manifiesto Comunista en 1848. La primera revolución comunista
triunfante (en Rusia) no se produjo hasta 1917, más de un siglo después de la independencia
de Haití.
7. Estados Unidos, aunque
todavía no era una potencia colonial o imperialista, era una
sociedad supremacista blanca en la que el crecimiento del capitalismo estaba
entrelazado con la esclavitud en el Sur y dependía de ella. Los gobernantes
estadounidenses estaban horrorizados y aterrorizados por la rebelión de los
esclavos. Thomas Jefferson, ese símbolo de la “libertad”, describió a los
esclavos rebeldes como “caníbales
de la terrible república” y ofreció a los franceses que “nada será más fácil que dotar a su ejército y a su flota de todo y
reducir [el ejército de los esclavos] a morir de inanición”.
8. Posteriormente, la
cantidad se redujo a 90 millones de francos cuando los franceses se dieron
cuenta de que la cantidad anterior estaba completamente fuera del alcance de
Haití.
9. “The Ransom”.
10. Es importante enfatizar
que todos los estados burgueses (capitalistas) facilitan e
imponen la opresión de “su propia” población por parte de las clases
explotadoras. Y en los países dominados por el imperialismo, como Haití, todos
los gobiernos sirven o al menos se adaptan a las necesidades de los
imperialistas y al robo de “su propio” país. Así que Haití no es de ninguna
manera único, pero es un ejemplo muy extremo de opresión
imperialista. Incluso en comparación con países vecinos como la
República Dominicana, Jamaica o El Salvador, que también están amargamente
oprimidos por el imperialismo, la situación del pueblo haitiano es
dramáticamente peor.
Fuente: revcom.us
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