¡Defender el Pensamiento de Mariátegui de
toda tergiversación y desarrollarlo en función de la realidad actual!
Mariátegui
y el Problema del Indio*
(Primera
Parte)
Eduardo Ibarra
EN EL MÁS BREVE DE SUS FUNDAMENTALES 7
ensayos de interpretación de la realidad peruana, José Carlos Mariátegui
trazó con pluma maestra su concepción de lo que en su tiempo era usanza llamar
“el problema del indio”. Originalmente publicado en la revista Mundial en dos partes, el 12 y el 19 de
octubre de 1928, el ensayo El Problema del Indio fue criteriosamente
compaginado entre el Esquema de la Evolución Económica y El Problema de la Tierra,
primer y tercer capítulos del célebre libro. Digo “criteriosamente”, porque así
el “problema del indio” quedó directamente conectado con el proceso histórico
de su origen y con la teoría de su solución.
El ensayo que nos ocupa tiene
sus antecedentes y sus consecuentes en una serie de artículos comprendidos en
los tomos 11 y 13 de las Obras Completas del
maestro y, asimismo, en los propios 7 Ensayos. Por eso es menester tener
en cuenta esta literatura.
Reseña Histórica del Problema
Mariátegui sostuvo esta tesis básica: “En el plano de la economía se
percibe mejor que en ningún otro hasta qué punto la Conquista escinde la
historia del Perú. La Conquista aparece en este terreno, más netamente que en
cualquier otro, como una solución de continuidad. Hasta la Conquista se
desenvolvió en el Perú una economía que
brotaba espontánea y libremente del suelo y la gente peruanos” (1). Y
puntualizó que la economía surgida de la conquista constituyó “las bases
históricas de la nueva economía peruana”, y que esta economía es la primera
etapa de nuestra “economía colonial... cuyo proceso no ha terminado todavía” (2).
Por eso señaló: "La
convivencia de ´comunidad´ y latifundio en el Perú está, pues, perfectamente
explicada, no sólo por las características del régimen del Coloniaje, sino
también por la experiencia de la Europa feudal. Pero la comunidad, bajo este
régimen, no podía ser verdaderamente amparada sino apenas tolerada. El
latifundista le imponía la ley de su fuerza despótica sin control posible del Estado.
La comunidad sobrevivía, pero dentro de un régimen de servidumbre. Antes había
sido la célula misma del Estado que le aseguraba el dinamismo necesario para el
bienestar de sus miembros. El coloniaje la petrificaba dentro de la gran
propiedad, base de un Estado nuevo, extraño a su destino" (3).
Por eso sostuvo también: “La sociedad indígena, la
economía incaica, se descompusieron y anonadaron completamente al golpe de la
Conquista. Rotos los vínculos de su unidad, la nación se disolvió en comunidades
dispersas. El trabajo indígena cesó de funcionar de un modo solidario y
orgánico. Los conquistadores no se ocuparon casi sino de distribuirse y
disputarse el pingüe botín de guerra. Despojaron los templos y los palacios de
los tesoros que guardaban; se repartieron las tierras y los hombres, sin
preguntarse siquiera por su porvenir como fuerzas y medios de producción”. “El
Virreinato señala el comienzo del difícil y complejo proceso de formación de una nueva economía. En este período,
España se esforzó por dar una organización política y económica a su inmensa colonia. Los españoles empezaron
a cultivar el suelo y a explotar las minas de oro y plata. Sobre las ruinas y
los residuos de una economía socialista, echaron las bases de una economía
feudal” (4).
La conquista española no fue el primer proceso
colonialista en el territorio que finalmente resultó siendo del Tahuantinsuyo.
Desde el siglo VI de nuestra era –e incluso desde antes– se habían producido
procesos de la misma naturaleza: Chimor, Wari, Puquina, Yarovilca, etcétera. El
propio imperio incaico fue el resultado de la expansión colonialista de la
etnia quechua. Pero estos procesos se habían producido de acuerdo a las leyes
que regían el desenvolvimiento de la región.
Los resultados más importantes de la Conquista fueron:
1) en lo político, la desintegración del Estado incaico; 2) en lo económico, el
despojo de gran parte de las tierras comunales, la creación del latifundio feudal
y la transformación de la comunidad en apéndice suyo (5); 3) la inserción del
Perú en el mercado mundial.
En una palabra, la conquista convirtió al Perú en
colonia de la corona española.
Así pues, el feudalismo implantado en nuestro
territorio fue un feudalismo colonial.
Despojados de sus tierras, befados, discriminados,
encerrados en las reducciones, los aborígenes se convirtieron en siervos al
servicio de una fuerza invasora.
Este fue el punto de partida del “problema del indio”.
*El término indio fue impuesto por
los conquistadores españoles y desde entonces hasta hoy tiene un evidente
significado peyorativo, incluso entre algunos autoproclamados revolucionarios. Desde
luego, en Mariátegui y la inmensa mayoría de marxistas, el mencionado término
no tiene semejante sentido. El uso del mismo en el título del presente ensayo se explica porque el autor ha querido respetar el título del ensayo mariateguiano. Sin embargo, existe una razón por la que su uso no
es pertinente en la vida cotidiana. El aludido término fue utilizado como denominación
generalizadora de los nativos que los españoles encontraron en el Nuevo Mundo,
y de esta forma pasaron por alto las diferencias existentes entre las numerosas
etnias que conformaban el Tahuantinsuyo: quechuas, aymaras, mochicas, huancas,
etcétera. Gustavo Espinoza ha escrito que “los sujetos sociales como las
personas no son de acuerdo a cómo
se les llama, sino de acuerdo a su papel
y a la trascendencia de su aporte” (El problema de la tierra, Gustavo
Espinoza y Carlos Malpica, Editora Amauta, Lima, 1970, p.104). Esta es una
verdad obvia. Pero ocurre que las personas, sean las que fueren, viven en un
mundo de relaciones, y si en el tejido social lo masivo y lo característico es
el uso del término indio con un sentido peyorativo, entonces los quechuas,
aymaras, etcétera, no pueden menos que sentir que con dicho término se les
menosprecia y se les discrimina. Desde luego, nada cambia en la situación
material de las etnias así denominadas con llamarlos, por ejemplo, campesinos,
como procedió el gobierno de Velasco. El problema no es semántico. Pero esto no
quiere decir que, si la burguesía puede pretender escamotear la esencia del
“problema del indio” con un mero cambio de palabras, el marxismo peruano no tiene
por qué resistirse a una revisión crítica de su lexicón.
Notas
[1] 7 Ensayos, p.13. Con
la expansión quechua, es decir, con la constitución del Tahuantinsuyo, se
coronó en la región un proceso de varios siglos de formación de las clases y
del Estado con algunas características propias. La conquista española –consecuencia
de la expansión del capitalismo mercantilista europeo– escindió, en efecto, el
curso autónomo de este proceso, imponiendo un régimen feudal. En el momento de
la conquista, el Tahuantinsuyo atravesaba un período de crisis que se revelaba
en la posibilidad de seguir una de estas dos opciones: o pasar al esclavismo o
pasar al feudalismo. En las postrimerías del Tahuantinsuyo se formaron algunos
feudos, lo que indica que se iniciaba un proceso hacia el feudalismo. Así pues,
el feudalismo impuesto por España no solo destruyó la economía propia del
Tahuantinsuyo, sino que puede decirse que, en los intersticios de esa economía,
empalmó con las incipientes expresiones de feudalismo en el Tahuantinsuyo, pero,
por esto mismo, frustró que esas expresiones terminaran configurando un
feudalismo autónomo. La escisión de nuestra historia, de la que habla
Mariátegui, hay que entenderla, pues, en el marco particular del
desenvolvimiento independiente de la región tahuantinsuyana.
[2] Ibídem, p.16. Elipsis nuestra. En
efecto, la implantación del feudalismo en el suelo del Tahuantinsuyo significó
la creación de una nueva economía, de un feudalismo colonial, del derrotero
colonial de nuestra economía. Este carácter colonial de nuestra economía hay
que comprenderlo en el marco general de la expansión del capitalismo
mercantilista.
[3] Ibídem, pp.65-66.
[4] Ibídem, pp.13-14. El Tahuantinsuyo fue una sociedad clasista
con características propias. Lo que Marx llamó modo de producción asiático
tiene su punto de arranque en la dominación de una comunidad sobre otra. Esto
es lo que venía produciéndose desde hacía mucho en la región que después sería del
imperio incaico. Pero esta cuestión no es posible analizarla en el presente
ensayo.
[5] De hecho, en el Tahuantinsuyo el Estado era el propietario de la
tierra y la comunidad la usufructuaba en calidad de posesión. Pero con la
desintegración del Estado incaico la comunidad recobró, también de hecho, la
propiedad de la tierra. La Conquista, primero, y después el Virreinato, despojaron,
pues, a las comunidades de la propiedad de extensas tierras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.