El
Socialismo Heroico y Creador:
«Defensa
del Marxismo»
(Primera Parte)
Jorge Oshiro
Introducción
LOS ARTÍCULOS QUE CONSTITUYEN EL NÚCLEO del
libro «Defensa del Marxismo»[1]
coinciden cronológicamente con la segunda fase de la revista «Amauta» en la
cual Mariátegui definió su vocación
socialista.
Este período
posterior a «Los Siete Ensayos» se caracterizó por la aceleración y la
multiplicación de las actividades del revolucionario peruano. Fueron los años
de su polémica con Haya de la Torre y la fundación del Partido Socialista, de
la aparición de la revista «Labor» dirigida al proletariado, fueron los años de
la fundación de la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP).
El contenido
teórico de estos artículos debe entenderse por esto dentro de este contexto
histórico de la actividad de Mariátegui. Después de haber definido a grandes
trazos los rasgos fundamentales de la realidad nacional Mariátegui se avocó a
aclarar y a profundizar el núcleo de eso que él llamaba a lo largo de los
«Siete Ensayos», "el punto de vista socialista", es decir, va a
desarrollar su propia visión del marxismo.
El centro de
esta obra lo constituye su polémica con el socialista belga Hendrik de Man y su
libro «Au delà du marxisme» (Más allá del marxismo), que había aparecido en
1926 y que como el mismo autor belga lo decía en el prefacio de este voluminoso
libro, que abarca más de 400 páginas, era una traducción de la versión original
en alemán con el título de «Zur Psychologie des Sozialismus» (1926). Los
motivos de haberlo escrito originalmente en alemán se establecen, decía el
autor belga, del mismo texto:
"En
tanto que marxista soy hijo espiritual de esta Alemania socialista donde pasé
la mayor parte de mis años de estudios"[2].
Esta referencia al influjo del
socialismo alemán a su versión del socialismo no es indiferente, si se tiene en
cuenta la cuestión sobre la tendencia del socialismo que influyó en él y del
cual se sentirá , como lo dice el propio autor, desilusionado después.
Sobre este tema volveremos luego.
La pregunta
inicial es la razón que tuvo Mariátegui para elegir a H. de Man para polemizar
con él y no haber tomado otro autor de más renombre. Se puede responder
primeramente a esta pregunta dando la referencia a la actualidad que
representaba la reciente aparición del trabajo (1926).
Este
argumento es indudablemente cierto. Pero no explica la intensidad y la
extensión de la respuesta que le concediera Mariátegui -considerando las
exigencias que lo apremiaban las otras actividades del momento como eran la
organización del Partido y de la Confederación de Trabajadores, tareas
gigantescas para un hombre enfermo e inválido.
Mariátegui
había polemizado todo este tiempo, como ya se ha dicho anteriormente. Pero
ninguna polémica, ni aún con Luis A.Sanchez, en un tema tan candente, actual y
decisivo como era el problema del indio, logró concentrar su atención y
preocupación teórica como el libro «Au de là du marxisme».
Lo que atrae
la atención de Mariátegui en este autor belga y provoca esta larga polémica es
un fenómeno aparentemente contradictorio. Por un lado de Man se sitúa
políticamente en el polo opuesto al revolucionario peruano (reformismo,
revisionismo, etc.), pero al mismo tiempo muestra el libro del belga una gran
similitud de preocupaciones y de tareas, una extraordinaria coincidencia en
algunos puntos con las posiciones filosóficas-políticas del revolucionario
peruano.
Así, no puede
dejar de sorprender al atento lector de los «Siete Ensayos» que al comienzo del
prefacio del libro en cuestión de Man comience con una cita de Nietzsche:
"escribe
con tu sangre, y tú verás que la sangre es espíritu"[3].
Mariátegui escribía su «Advertencia» a
los «Siete Ensayos» que:
"Mi
pensamiento y mi vida constituyen una sola cosa, un único proceso. Y si algún
mérito espero y reclamo que me sea reconocido es el de -también conforme un
princio de Nietzsche- meter toda mi sangre en mis ideas".
De la misma manera que Mariátegui,
escribió de Man en primera persona; como el peruano quiso escribir el belga no
para "especialistas" sino para un amplio público y también como
Mariátegui usó sus propias experiencias como material de reflexión:
"traicionando
así la presunción de un autor para quien su propia experiencia constituye en ocasiones una
fuente de referencia"[4].
Y luego decía que «Au delà du marxisme»,
no es otra cosa que "una autobiografía espiritual". Ya se ha visto
que «Los Siete Ensayos», «La Escena Contemporánea», «Alma Matinal» y todo el
conjunto de la obra del revolucionario peruano tienen un sello aubiográfico
indudable, producto directo de aquel principio según el cual el revolucionario
peruano quería "meter toda su sangre en sus ideas".
Las
coincidencias entre ambos podrían seguir siendo enumeradas. Pero detengamonos
aquí. Por otro lado estas coincidencias encierran en su seno una explosiva
contradicción con las posiciones mariateguianas. Veamos.
Henri de Man y la «crisis del marxismo»
En este primer artículo presenta
Mariátegui dos ejes de argumentación:
El primero es la ubicación del terreno
teórico donde actúa De Man y el terreno téorico del objeto de su crítica. En
este sentido el autor belga participaba en una línea teórica-política que
intentaba, desde fines del siglo pasado, "liquidar el marxismo".
Para el
crítico peruano de Man era un continuador de
"profesores
universitarios, herederos del rencor de la ciencia oficial contra Marx y
Engels" (1959:19).
Entre ellos tenemos al profesor Charles
Andler
"que
pronosticaba en 1897 "la disolución del marxismo"; el profesor
Masaryk...que diagnosticó en 1898 la "crisis del marxismo". (op.cit.)
A pesar de la poca simpatía que siente
Mariátegui por los profesores universitarios, no veía negativamente la
aparición de estas críticas, pues:
"La
herejía es indispensable para comprobar la salud del dogma"
(1959:19).
El dogma y la herejía
A pesar de que en esta cita hay un
ligero tono irónico, no se puede desconocer la seriedad y la profundidad de
esta tesis. Mariátegui conocía la historia de las religiones, desde los libros
de Frazer hasta los trabajos de Weber sobre la íntima relación entre el
capitalismo y el protestantismo.
Mariátegui
que consideraba con mucho respeto toda forma de 'religiosidad', si esta era
sincera y se expresaba en un compromiso, -en este sentido simpatizaba con la
religiosidad de un Panait Istrati de la misma manera que la religiosidad de los
indígenas peruanos-, pero por otro lado se distanció siempre de toda forma de
"institucionalización" de este sentimiento (lo que correspondía a
hacer del 'espíritu' una mera "letra muerta")[5].
Su afirmación
de la religiosidad como expresión de sentimientos sinceros constrasta
claramente con su negación de toda forma de "clericalismo"[6].
No podía desconocer él que algunas formas de herejía expresaban, por lo menos
al comienzo, una fuerza anticlerical e implicaba a su vez, por lo menos
parcialmente, la aparición de una revitalización del espíritu religioso. La
herejía como forma de revitalización espíritual no podía ser condenada de
ninguna manera por nuestro autor.
De allí que
lo va a tomar como unidad de medida para comprobar "la salud del
dogma". Remarquemos que nuestro autor no dice:
"La
herejía es indispensable para comprobar la 'verdad del dogma'".
Dice claramente "la salud del
dogma", es decir la vitalidad, la juventud de la doctrina. Con esta
expresión acentuaba Mariátegui esta unidad teoría-praxis del credo en cuestión.
Es decir a Mariátegui no le interesaba solamente la "verdad en sí" de
una doctrina, (sobre todo si ella implicaba una verdad 'acabada', 'perfecta'),
sino y sobre todo la capacidad de influencia sustancial en la multitud, su
capacidad de promover el entusiasmo y el movimiento renovador.
La doctrina
tenía que ser para Mariátegui abierta en el tiempo y capaz de la polémica
enriquecedora. Pues la realidad está en constante cambio y nuestra
relación con la verdad es siempre aproximativa y fragmentaria;[7] y
el pensamiento dialéctico implicaba para él la relación de una tesis, (aquí, el
dogma), y una antítesis (herejía). En esa tensión dialéctica podía medirse la
salud del credo. La triada «herejía- dogma-salud» expresa para él el espíritu de esta forma de pensar.
El segundo
eje argumentativo se refiere al rechazo de la forma "oficial" de
comprensión del marxismo, el rechazo de una forma de socialismo que se ha
vuelvo "clerical"
Me refiero
directamente a la doctrina del socialismo de la II.Internacional, base
teórica-filosófica de la praxis de la social democracia alemana. En este sentido
Mariátegui se sentía solidarios a los "herejes". Pero frente a los
Andlers, Masaryk y Bernstein, había para Mariátegui otro tipo de
"herejía":
"La
verdadera revisión del marxismo, en el sentido de renovación y continuación de
la obra de Marx, ha sido realizada, en la teoría y en la práctica, por otra
categoría de intelectuales revolucionarios" (1959:20).
Mariátegui puso en cuestión el
significado mismo del vocablo "revisión" que se ofrece en el lenguaje
político corriente, y le devuelve su sentido original: "volver a
ver", "volver a examinar el original", "releerlo
críticamente". Por lo tanto, para él no era cuestión si era posible o no
"revisar" a Marx. Para Mariátegui no solamente era
"posible" sino mucho más, era necesario hacer esta
"re-visión" de la doctrina. No era para el revolucionario peruano la
revisión en sí lo que estaba en cuestión, sino clase y la calidad de la
"re-visión".
"Georges
Sorel, en estudios que separan y distinguen lo que en Marx es esencial y
sustantivo de lo que es formal y contingente representó en los dos primeros
decenios del siglo actual...el retorno a la concepción dinámica y
revolucionaria de Marx y su inserción en la nueva realidad intelectual y
orgánica"(1959:20-21.Subr.JO).
Subrayemos primeramente la ubicación histórica
que hace Mariátegui de Sorel: "los dos primeros decenios del siglo
actual". En realidad hay que completar esta frase, pues Sorel es un
pensador, como el mismo Mariátegui lo calificaba, pre-bélico y escribió parte
importante de su obra a fines del siglo XIX y en los primeros años de este
siglo.[8]
Sorel no era
un contemporáneo de Mariátegui. Sorel pertenecía a la generación anterior, de
la misma manera que Unamuno.[9]
Esta
ubicación es importante porque señala el campo histórico del marxismo que es objeto
de la crítica de Henri de Man; es decir, la Europa pre-bélica. de Man escribe :
"con el
marxismo y no con Marx entro en discusión"[10]
y luego, líneas abajo:
"Llamo
marxismo lo que hay de viviente de Marx en el movimiento obrero: los valores
emocionales, las representaciones de voluntad social, los métodos de acciones,
los fundamentos y programas que vienen de la enseñanzas de Marx".[11]
Para Henri de Man el marxismo era el
marxismo de la II.Internacional (sobre todo en la versión de Kautsky). Para él
el marxismo se expresaba fielmente en este movimiento histórico y no había otra
forma de críticar o juzgar el marxismo que en esta versión.
El marxismo
era el marxismo practicado realmente por la social democracia alemana, que era
para el autor belga, el lugar privilegiado para observar este fenómeno social.
De Man desconoce la experiencia de la revolución rusa, rechaza casi
visceralmente la experiencia bolchevique y le niega a priori toda posibilidad de ser la alternativa histórica al
'socialismo' practicado por la SPD.
Por el
contrario para Mariátegui la práctica real de la socialdemocracia alemana
correspondía mucho más a la línea impuesta por Lasalle sobre la de Marx, por lo
tanto era más "lasallismo" que marxismo. Para Mariátegui el marxismo
viviente no había que buscarlo en este lasallismo con retórica marxista porque
este representaba
"la
degeneración evolucionista y parlamentaria del socialismo" (1959:20).
Es importante resaltar en este contexto
una distinción que hace Mariátegui entre dos conceptos importanes: el espíritu
y la letra. En verdad Kautsky y la social democracia alemana predicaban el
marxismo y luchaban en su "evolucionismo y parlamentarismo"
utilizando todas las categorías originadas en Marx.
Pero en la
praxis y en el espíritu no había nada más contradictorio al 'espíritu
marxista'. Naturalmente Mariátegui no desconocía el valor revolucionario de
Rosa Luxemburg o Karl Liebknecht y el grupo Spartakus. Pero ellos no expresaban
el movimiento general, ellos eran una minoría heroica, pero minoría.
Mariátegui,
asumiendo claramente su posición "hereje", proponía como alternativa
a esta "degeneración evolucionista y parlamentaria" de la II Internacional una figura casi aislada, a un personaje que
no militó nunca en un partido ni que estuvo en contacto directo en ningún
momento con las masas francesas, a un intelectual: Georges Sorel:
"A
través de Sorel, el marxismo asimila los elementos y adquisiciones sustanciales
de las corrientes filosóficas posteriores a Marx" (op.cit.)
Insistamos que Mariátegui se refería
aquí a todo este período que va desde la muerte de Marx hasta el triunfo de la
Revolución Rusa. Es en este período que le tocó actuar a Sorel. Y uno de los
grandes méritos del pensador francés fue haber asimilado para el marxismo lo
mejor del pensamiento europeo de su época.
Esta
visión del marxismo que proponía Mariátegui aquí en este texto se contrapone
categóricamente a la posterior versión stalinista de la historia de la
filosofía, en la cual con la identidad "burguesía igual idealismo",
"materialismo igual proletariado", convertía la historia de la
filosofía en un mecanismo abstracto de lucha entre dos posiciones
irreconciliables de "la materia" y "el espíritu", en una
versión caricaturescamente 'científica' entre el 'Bien' y el 'Mal'.
[1] «Defensa del Marxismo».1985. La primera edición apareció en 1959.
El primer artículo apareció en septiembre de 1928 tanto en la revista
«Variedades», con el título «La filosofía moderna y el marxismo» como también
en «Amauta» número 17 con el nombre de «Defensa del marxismo», que corresponde
también al contenido e intención de estos trabajos. Los siguientes artículos se
extendieron hasta 1929.
[2] Avant propos. «Au delà du marxisme.1929:VII. "En tant que
marxiste, je suis fils spirituel de cette Allemagne socialiste où je passai la
majeure partie de mes années d'etudes".(Trad.JO)
[3] "Schreibe mit Blut -und du wirst erfahren, daß Blut Geist
ist".(«Zur Psychologie des Sozialismus».(1926<1976>:1).1976>
[4] "es verrät damit die Anmaßung
des Verfassers, gelegentlich seine eigenen Erlebnisse für eine ihm ebenso
wichtige Quelle zu halten" (op.cit.).
[5] Ver abajo el apéndice B el cap.
correspondiente a Unamuno.
[6] La defensa de la religiosidad y la crítica al
"clericalismo" es un tema reiterativo en los «Siete Ensayos». Por ejemplo:
"El espíritu religioso en sí, a mi juicio, no fue un obstáculo para la
organización económica de las colonias. Más espíritu religioso hubo en los
puritanos de la Nueva Inglaterra".(1928:91)..."La organización
anglosajona no necesitaba una organización eclesiástica. El individualismo
puritano, hacía de cada pioneer un pastor: un pastor de si mismo"...(en la
América española) "El elemento religioso quedó absorbido y dominado por el
elemento eclesiástico. El clero no era una milicia heroica y ardiente, sino una
burocracia regalona, bien pagada y bien vista"(1928:145)..."La lucha
de la Independencia...descubrió que donde había aún religiosidad -esto es
misticismo, pasión- era en algunos curas criollos e indios, entre los cuales,
en el Perú como en México, la revolución liberal reclutaría algunos de sus
audaces precursores y de sus grandes tribunos" (1928:147).
[7] Ver arriba
nuestro 4. Ensayo. Cap.. 4.3. «La lucha final», 4.3.1. «La gran ilusión«: “Que
la meta de hoy no será seguramente la meta de mañana (...)"El hombre llega
para partir de nuevo. Ver también:
4.5.2. La relación “cuerpo-espíritu”. “La realidad es siempre
provisoria, es siempre interina porque ella contiene "en sus entrañas,
invariablemente, el germen de una forma futura” (pag.320)
[8] Veamos: «Le Procès de Socrate»(1889), «La Ruine du monde
antique»(1898); «L'avenir des syndicats» (1898); «Saggi di critica del
marxismo» (1902); «Introduction … l'economie moderne» (1903); «Décomposition du
marxisme» (1906) y la obra más célebre: «Réflexions sur la violence»(1908).
[9] Recordemos someramente lo que ya se
ha tratado en un capítulo anterior en referencia a nuestro análisis de «Alma
Matinal». Allí decía nuestro autor que la filosofía evolucionista,
historicista, racionalista, unía en los tiempos pre-bélicos, por encima de las
fronteras políticas y sociales, a las dos clases antagónicas; que la humanidad
parecía haber encontrado una via definitiva; que conservadores y
revolucionarios aceptaban prácticamente las consecuencias de la tesis
evolucionista. Y dentro de este contexto Mariátegui encuentra dos meritorias
excepciones "a quienes esta chata y cómoda filosofía no lograba seducir ni
captar"... "Jorge Sorel, uno de los escritores más agudos de la
Francia pre-bélica, denunciaba por ejemplo, las ilusiones del progreso. Don
Miguel de Unamuno predicaba quijotismo"(1950:18).
[10] "mit dem Marxismus, nicht mit
Marx setze ich mich auseinander"(«Psychologie des
Sozialismus":(1926:5).
[11] "Marxismus nenne ich das, was
von Marx in der Arbeiterbewegung lebendig ist: die gefühlmäßige Wertungen, die
sozialen Willensvorstellungen, die Aktionsmethode, die Grundsätze und
Programme, die auf die Wirkung seiner Lehren zurückzuführen sind
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