El Descarado Chovinismo Pro Estadounidense:
“Antiautoritarismo” como “tapadera” para apoyar al Imperialismo Estadounidense
Bob
Avakian
2 de marzo
de 2022
Vayan donde quieran, busquen donde puedan, recorran
todas las monarquías y despotismos del viejo mundo, viajen por Sudamérica,
observen todas las crueldades y, cuando las hayan visto todas, compárenlas con
las acciones cotidianas de esta nación y dirán como yo que, en lo que se
refiere a la barbaridad repugnante e hipocresía desvergonzada, Estados Unidos reina
sin rival.
Frederick Douglass, antiguo esclavo y decidido abolicionista, 1852.
EN AÑOS RECIENTES, se ha hablado mucho, y se ha escrito mucho, sobre el
creciente peligro del “autoritarismo” en Estados Unidos, representado por
Donald Trump y el Partido Republicano. Ahora, en el contexto de la invasión
rusa a Ucrania, y las maniobras de Estados Unidos en respuesta a esto, se tiene
el espectáculo de una serie de supuestos “expertos” en “autoritarismo” que se
reúnen en torno a la bandera del imperialismo de Estados Unidos frente al
desafío a su dominio que plantea Rusia, con China al acecho como un desafío
quizás aún más serio. (Rusia y China no han sido “comunistas” desde hace mucho
tiempo — y, al contrario, durante décadas han sido países capitalista-imperialistas
y, como tales, representan un importante desafío para los intereses
imperialistas de Estados Unidos.)
Si escuchamos a estos “expertos”, la fuerza
poderosa con ambiciones imperiales de la que más debemos preocuparnos ahora es
Rusia y su líder “autoritario”, Vladimir Putin. De repente, la expresión de
principios altisonantes sobre lo malo y lo peligroso que lo es que un país
invada a otro, bajo pretextos tenues y mentiras descaradas, se aplica
únicamente a Putin (y, por supuesto, a otros “autoritarios” que no son de
nuestro agrado), y muy definitivamente no a “nosotros”.
Ciertamente, la intimidación y agresión de gran
potencia por parte de Rusia, con su invasión a Ucrania como claro ejemplo, es
algo a lo que todas las personas decentes deberían oponerse. Pero ninguna
persona decente debería unirse a los imperialistas estadounidenses en su
rivalidad con el imperialismo ruso. Por las razones que voy a exponer aquí, es
hipocresía absoluta y repugnante que los imperialistas estadounidenses, y sus
portavoces en los medios de comunicación y otros representantes, condenen de
manera mojigata a esta invasión rusa, cuando Estados Unidos es el país
el que, con mucho, ha llevado a cabo más invasiones y otros actos de injerencia
violenta en otros países.
De alguna manera, esta “gente erudita” se ha
“olvidado” de la invasión y ocupación estadounidense a otro “país soberano”,
Irak, en 2003 — sobre la base de flagrantes mentiras acerca de
que Irak supuestamente poseía “armas de destrucción masiva” y estaba estrechamente
vinculado con terroristas fundamentalistas islámicos como Al Qaeda. Esa
invasión estadounidense fue un flagrante crimen de guerra internacional,
que puso en marcha acontecimientos que han costado la vida a cientos de miles
de personas, han creado millones de refugiados y han desatado una vorágine de
muerte y destrucción en esa parte del mundo. (Uno de los espectáculos más
repugnantes de los medios de comunicación “convencionales” de estos días, como
la CNN, es la presencia de funcionarios del gobierno que son “veteranos” de
este crimen de guerra de Estados Unidos en Irak, y que denuncian con arrogancia
la invasión rusa a Ucrania como ¡el acto ilegal de un país poderoso que agrede
a un país más débil! De alguna manera, esos medios de comunicación “se pierden”
la escandalosa ironía de estos criminales de guerra estadounidenses que
denuncian los crímenes de guerra de otros, o la ignoran
deliberadamente.)
De alguna manera, estos “expertos” son ignorantes
del hecho (o deliberadamente ignoran el hecho) de que Estados Unidos ostenta
con mucho el récord de injerencia violenta en los asuntos de otros países:
Además de los continuos crímenes contra la humanidad llevados a cabo por
Estados Unidos, tan sólo desde la Segunda Guerra Mundial, abarcando la matanza
estadounidense de millones de civiles en Vietnam, y antes de eso en Corea, y
los sangrientos golpes de estado que ha orquestado en Indonesia, Irán y otros
lugares, en el período comprendido entre 1846 y el presente, Estados Unidos ha
intervenido en los países de América del Sur y América Central —de manera
militar, con golpes de estado de la CIA, o de otras maneras— en al
menos 100 ocasiones, a costa de literalmente cientos de miles de muertes y
una miseria sin fin para la gente de esos países.
De alguna manera, estos “historiadores ilustrados”
han perdido de vista el hecho de que el país en el que viven (el “conocido y
bueno Estados Unidos”) estableció, y expandió repetidamente, su territorio
sobre la base de la violencia depredadora a escala masiva, inclusive “campañas
militares” genocidas en contra de los pueblos indígenas de este continente (con
el repetido rompimiento de los tratados en el proceso), y una guerra de
agresión expansionista que resultó en el despojo de una enorme parte del
territorio de México, a mediados del siglo 19, en gran parte con el propósito
de expandir la esclavitud. Y, después de todo, Estados Unidos es un país en el
que se declaró un “destino manifiesto” — para conquistar territorio “de mar a
mar” (y más allá).
El chovinismo pro estadounidense y los usos y
abusos del “autoritarismo”
La noción de “autoritarismo”, tal y como la
esgrimen estos “eruditos”, “expertos” y otros, es un concepto engañoso, que
sirve a los intereses imperialistas estadounidenses y promueve el chovinismo
pro estadounidense (la enfermiza creencia en la superioridad de los
estadounidenses y en “el estilo de vida estadounidense”). “Autoritarismo”, en
sí, no tiene ningún contenido ideológico, político o social particular, y de
hecho sirve para encubrir u ocultar el verdadero contenido social, político e
ideológico. Por ejemplo, referirse a Donald Trump y al Partido Republicano como
“autoritarios” hace que parezca que lo que los define es simplemente el afán de
poder mal habido y tiránico. No nos enseña nada sobre lo que se proponen hacer
con ese poder — cuál ideología y cuál programa político y social defienden y
tratan de implantar e imponer. El hecho es que ellos son fascistas —
lo que tiene un contenido muy definido: el odio y la supresión
violenta de los negros y otras personas de color, los inmigrantes, las mujeres
y las personas LGBT, el saqueo irrestricto del medio ambiente, el grotesco
chovinismo pro estadounidense, el burdo anti-intelectualismo y la locura
anticientífica.
Negarse a denunciar a estos fascistas por lo que
realmente son —y a cambio, hacer referencia a ellos simplemente como
“autoritarios”— sirve a varios objetivos, todos ellos los que concuerdan con el
chovinismo pro estadounidense.
Primero, tapa el hecho de que estos fascistas han
sido engendrados por el sistema que ha gobernado en Estados Unidos,
desde los días de la esclavitud hasta el presente, con una descarada
desigualdad y una opresión empapada de sangre vertidas en sus cimientos y en su
funcionamiento cotidiano. Esto ha sido nutrido por el suelo pútrido y
venenoso de este país — un país que, desde el principio, ha considerado y
tratado a los negros como seres infrahumanos creados por “dios” para ser
bestias de carga, o por su “naturaleza” destinados a convertirse en peligrosos
criminales; a las mujeres como seres inferiores, aptos únicamente para ser
sirvientas subordinadas a los hombres, objetos de su dominación sexual y meras
incubadoras de sus hijos; y a las personas LGBT como “desviados” esencialmente
no humanos. Imponer por la fuerza una situación en la que ese sea el estado de
cosas indiscutible es la fanática pasión y objetivo de los fascistas. Y, puesto
que estos fascistas de hecho han brotado del suelo de Estados Unidos, ¿qué
enseña eso acerca de este país?: ¿Cómo es posible, pues, mantener la farsa de
la noción del “excepcionalismo estadounidense”, la idea de que hay algo
“excepcionalmente bueno” en este país? — Una noción que la verdadera historia,
y la realidad de hoy día, de este país hace añicos y revela como una vil burla
— lo que es por qué tantos “historiadores” y “eruditos” no quieren examinar
real y científicamente esta historia y realidad.
Segundo, hablar de “autoritarismo”, sin hacer
referencia a la verdadera ideología y al verdadero contenido político y social
de los “autoritarios”, abre espacio para afirmar que los “extremistas” de
“derecha” y de “izquierda” son esencialmente lo mismo. Así, con la etiqueta de
“autoritarismo”, es posible meter a los comunistas en el mismo campo de “gente
muy mala” con los fascistas — cuando, en realidad, los comunistas son
exactamente lo opuesto al fascismo, y son la fuerza más fundamentalmente
opuesta al fascismo. Es posible ver fácilmente esto por medio de cualquier
análisis objetivo y científico de la perspectiva ideológica y los objetivos de
los auténticos comunistas, que, sobre una base científica, representan y luchan
por la abolición de todas las relaciones de explotación y opresión, mientras
que los fascistas están fanáticamente decididos a imponer las manifestaciones
más nefandas de estas mismas relaciones, y tratan de justificarlo con todo tipo
de teorías conspirativas lunáticas y distorsiones anticientíficas de la
realidad1.
Y esta noción de “autoritarismo de izquierda y de
derecha” sirve a propagar y perpetuar el chovinismo pro estadounidense de la
siguiente manera: si el problema y el peligro es el “autoritarismo”, tanto de
izquierda como de derecha, pues, por supuesto, según esta lógica pervertida, es
la “democracia estadounidense” la que es el “centro” —el centro de todo lo que
es bueno y recto— en oposición a los males del “autoritarismo”.
Aquí volvemos a lo que he denominado anteriormente como
la GFT, la Gran Falsedad Tautológica, el “argumento en círculo” de que Estados
Unidos es una fuerza del bien en el mundo — y todo lo que haga es bueno, o al
menos se haga con “buenas intenciones”, porque Estados Unidos es... una fuerza
del bien2. Esta GFT es un
“gran mecanismo de escape” para todos estos “historiadores” antiautoritarios y
otros chovinistas pro estadounidenses, que les permite disculpar con
explicaciones (o pasar por alto como irrelevantes o insignificantes) los
horribles crímenes cometidos por Estados Unidos a lo largo de su historia, y al
día de hoy, a los que me he referido en este artículo.
“Quizás hayamos fundado un país sobre la base de la
esclavitud y el genocidio”, admiten algunos; pero, insisten (al tiempo que
ignoran o descartan la opresión roba-vidas y aplasta-almas a la que las masas
de personas están sometidas día tras día) en que “hemos estado avanzando
continuamente hacia una unión más perfecta”.
“Quizás llevemos a cabo guerras de conquista,
invasiones, golpes de estado y otros actos de injerencia violenta en los
asuntos de otros países”; pero, afirman: “Lo hacemos por algún propósito más
elevado, o al menos en oposición a algún mal más grande”.
“Quizás vivamos en el único país que ha utilizado
realmente armas nucleares” —las bombas atómicas que se lanzaron sobre dos
ciudades japonesas, con la resultante incineración instantánea de cientos de
miles de civiles, al final de la Segunda Guerra Mundial—, pero, según el
argumento: “Lo hicimos para salvar vidas, especialmente la vida de los
soldados estadounidenses”.
Así son las racionalizaciones ridículas, y
escandalosas.
Y ahora, con los desafíos
rusos, y chinos, de diversa índole al dominio de Estados Unidos en el mundo, el
argumento de la clase dominante estadounidense, y de quienes repiten como loros
sus racionalizaciones chovinistas pro estadounidenses, equivale esencialmente a
lo siguiente: “Hemos establecido, con masiva fuerza y violencia, un ‘orden’ en
el mundo que es favorable a nuestros intereses ‘nacionales’ (es decir, imperialistas),
y nadie tiene derecho a usar la fuerza para cambiar esto de una manera que amenace
a esos intereses”.
En una palabra, “nosotros”
somos los “buenos” del mundo, así que las cosas que “nosotros” hacemos y que
serían “malas” si las hicieran otros son, después de todo, “buenas” ... porque
“nosotros” somos los “buenos”. Y ahora especialmente, una variante particular
de esto es la afirmación de que, en la rivalidad y el enfrentamiento entre los
imperialistas de Estados Unidos, por un lado, y los imperialistas de Rusia, o
China, por otro, “nosotros” debemos tomar partido con “nuestros” imperialistas
(estadounidenses) porque los gobiernos de “esos” países son “autoritarios”,
mientras que “nuestro” gobierno (todavía) no es “autoritario”.
El hecho de que todo esto es
completamente ruin, tanto lógica como moralmente, debería ser obvio para cualquiera
que no esté cegado por la GFT chovinista pro estadounidense.
Los que no estamos dispuestos
a dejarnos cegar por esto, podemos y debemos confrontar y analizar la realidad
tal y como es, y sacar las conclusiones necesarias. Además del hecho de que Estados
Unidos está hoy, e históricamente ha estado, aliado con muchos gobiernos
“autoritarios” en todo el mundo (y, de hecho, ha instaurado a la fuerza
semejantes gobiernos en muchos países), el hecho aún más fundamental es que la
esencia del conflicto entre Estados Unidos y los países como Rusia y China no
es un conflicto entre “la democracia” y “el autoritarismo”, sino que es una
cuestión de rivalidad entre potencias imperialistas, todas las
que son monstruosas opresoras de las masas de personas, y ninguna de las cuales
representa o actúa a favor de los intereses de la humanidad. Lo que hay que
hacer, y con urgencia ahora, es oponerse a todos los imperialistas merodeadores
y asesinos en masa, y a todos los sistemas y relaciones de opresión y
explotación, con un énfasis especial en oponerse a “nuestros propios” opresores
imperialistas que cometen sus monstruosos crímenes “en nuestro nombre” y se
proponen movilizarnos para que los apoyemos sobre la base de un grotesco
chovinismo pro estadounidense, el que es necesario que rechacemos firmemente y
contra el que luchemos ferozmente.
_______________
NOTAS:
1. Lea una
discusión concentrada de la profunda diferencia entre el comunismo y el
fascismo, en el artículo “Fascistas y comunistas: Diametralmente opuestos con un mundo de diferencia entre sí”
de Bob Avakian, que está disponible en revcom.us.
2. Bob Avakian habla con mayor profundidad de la GFT en el discurso ¡EL RÉGIMEN DE TRUMP Y PENCE TIENE QUE MARCHARSE! En nombre de la humanidad, nos NEGAMOS a aceptar a un Estados Unidos fascista, Un mundo mejor ES posible, Un discurso de Bob Avakian, 2017. Para obtener más información sobre esta película, y para ver la película, las sesiones de preguntas y respuestas, los clips y la traducción al español del discurso, consulte las Obras Escogidas de BA en revcom.us
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