Confrontación Económica entre la Burguesía y la Pequeña Burguesía, y las Luchas del Pueblo
Cesar Risso
LA CONFRONTACIÓN ENTRE LA BURGUESÍA, el gobierno, las
tendencias de izquierda y el pueblo, aparece como las contradicciones en las
que se disputa la dirección de la economía.
Lo cierto es que la burguesía quiere encontrar los
cauces que le permitan que su poder se exprese más allá de la estructura
económico-social. Esto es, que no le basta que sea el sistema capitalista la
base de nuestra economía y sociedad, sino que necesitan, los burgueses
concretos, manifestar su interés individual en las mayores ganancias que puedan
obtener a través de las instituciones burguesas.
Se trata de que la burguesía tiene el poder, pero la
gestión del Estado está en manos de diversos sectores de la pequeña burguesía.
La gran burguesía peruana sabe muy bien las diversas
formas que ha ido desarrollando para tener el control absoluto de la economía.
Esto lo ha logrado a través de la Constitución del 93, en la que se cobijan
todos sus desmanes económicos, que se expresan en los diversos mecanismos de
corrupción, entre otros. Por esto, sabe que hay muchas posibilidades de que la
pequeña burguesía le desarme el andamiaje que levantó durante las décadas del
elevado crecimiento de sus ganancias. Esto es precisamente lo que quiere
impedir.
Como expresión
de esta pugna, se ha presentado de parte del legislativo el llamado paquetazo
laboral, donde pretenden relajar los derechos de los trabajadores,
flexibilizando las normas actualmente existentes que, al amparo de la actual
Constitución, ha significado la práctica desaparición de la estabilidad laboral
por medio de los contratos a plazo fijo.
Evidentemente a
la burguesía no le basta con la precaria situación de los trabajadores en estos
momentos, con la imposición de una legislación neoliberal. La burguesía peruana
necesita mucho más. Por ello ha venido exigiendo la eliminación de los derechos
laborales a los que llama “sobrecostos laborales”. A pesar de la situación
actual de los trabajadores, la burguesía considera que estos son privilegiados,
que tienen muchos derechos, que el salario mínimo legal es muy alto, etc.
Otro aspecto de
la lucha de la burguesía en el plano económico está dado por la negativa a la
propuesta de renegociación de los contratos con las empresas transnacionales,
sobre todo en el sector de hidrocarburos. Para esto silencian los hechos, como
el que ha habido varias centenas de renegociaciones solicitadas por las mismas
empresas privadas. Igualmente silencian la sanción que CIADI (Centro
Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones) le impuso al consorcio del gas de Camisea por no
haber pagado las regalías correspondientes al haber exportado el gas a México a
un precio bajo y luego haberlo reexportado a un precio considerablemente alto.
En relación a la inflación ocurre más o menos lo
mismo. La burguesía silencia que existe inflación internacional que impacta los
precios nacionales. Igualmente, plantea que el aumento del tipo de cambio se
debe a la gestión del actual gobierno, cuando se sabe que esto se debe a
fenómenos internacionales.
Del lado del
gobierno, está la propuesta de renegociar con el consorcio que explota el gas
de Camisea, así como la solicitud al Congreso para legislar en materia
tributaria; medidas que, según se intuye, reducirán las ganancias de la
burguesía.
Los analistas señalan respecto al incremento de los
tributos que esto provocará inflación y recesión, agregando que esto afectará
sobre todo a los sectores populares. Este es uno de los argumentos más
repetidos por la burguesía y sus intelectuales. Se manifiestan preocupados por
la situación de los pobres. Pero si las medidas que proponen justamente hacen
más pobres a los pobres, porque parte de los ingresos de los pobres van a pasar
a manos de la burguesía.
El incremento de los tributos no siempre pasa directa
y totalmente al consumidor final, sino que puede ser asumido por las empresas
en su totalidad, o también puede repartirse entre las empresas y los
consumidores finales. Esto es lo que dice la teoría económica burguesa; pero
por defender sus mezquinos intereses, niegan en los hechos su propia teoría. De
modo que no todo está dicho en este asunto.
A esto le han agregado que al sustraer de manos de la
burguesía una parte de sus ganancias, entonces esto reducirá los gastos de la
burguesía con lo cual se afectará el crecimiento económico. Pero lo que no
dicen es que ese dinero va a parar a manos del Estado para redistribuirlo a
través de inversión pública, de los programas sociales, etc. Claro está que
estamos hablando de un Estado burgués, aunque, por ahora, con una política
pequeño burguesa.
Así las cosas, de un lado está la pequeña burguesía
con una propuesta de renegociación del contrato con el consorcio que explota el
gas de Camisea, y de reforma tributaria, y de otro lado la burguesía que a
través de sus representantes ha propuesto el paquetazo laboral.
Entre estas disputas tenemos la lucha de los
campesinos contra la actividad minera.
El conflicto entre los campesinos y las mineras que
explotan nuestros recursos en cabecera de cuenca, se da como consecuencia del
impacto negativo que producen estas actividades, al contaminar el agua que
genera todo el sistema hídrico de las zonas en cuestión. Aunque la actual
Constitución dice proteger el medio ambiente, sin embargo no se refiere
expresamente a las cabeceras de cuenca. De modo que lo que viene ocurriendo es
que la actividad minera sustrae de la actividad agropecuaria gran cantidad de
agua, a la cual contamina, generando la contaminación de los animales y de las
tierras de los campesinos. Este daño brutal contra los campesinos no merece
ningún comentario de parte de la burguesía. Pero sí merece los reclamos de sus
representantes, cuando los campesinos, después de haber intentado por todos los
medios formales el diálogo para la solución de los problemas, se enfrentan
directamente para solucionar el problema. En este conflicto está de por medio
la vida de los campesinos, de un lado, y las ganancias de la burguesía
transnacional, de otro.
El intento de aparecer como las víctimas y a la vez
como generosos defensores de la vida y la salud de los campesinos, por parte de
la minera Antamina, no es sino un recurso barato. Entre otras cosas dice la
minera Anatima lo siguiente:
“Durante
los últimos días hemos apelado al diálogo y la búsqueda de entendimiento. Hemos
manifestado nuestra disposición a escuchar, atender inquietudes y contestar
consultas. Hemos tendido la mano en busca de acuerdos y nos han respondido con
falsos señalamientos. Más preocupante aún, hemos sido objeto de acciones
violentas y recibido veladas amenazas de generar más violencia; todo esto
mientras se anuncian supuestas “alianzas” entre malos dirigentes para seguir
generando alteraciones de la paz social.” [https://www.antamina.com/noticias/suspendemos-nuestras-operaciones/]
Como bien señala el comunicado, “en los últimos días”
han apelado al diálogo los directivos de la minera, cuando se trata de un
problema que lleva años.
“No queremos esperar a que
ocurran hechos que pongan en riesgo la integridad física de nadie. Tampoco que
se registren incursiones que afecten los bienes de terceros o nuestras
instalaciones. Se trata de riesgos que sentimos latentes y que configuran
infracciones de orden penal intolerables en un Estado de Derecho, tales como
delitos contra la seguridad pública en las modalidades de peligro común,
mediante incendio y de entorpecimiento de vías de comunicación y delitos contra
la tranquilidad pública, en la modalidad de disturbios.”
Podemos apreciar que la minera hace referencia a una
serie de delitos, sin tener en cuenta la vida de los campesinos. Es decir, las
ganancias de Antamina son más importantes que la vida de los campesinos. Aunque
hacen referencia a la vida de estos, lo hacen en el sentido de que las
protestas pueden provocar campesinos heridos o muertos como consecuencia de la
represión, pero no como consecuencia de la contaminación del agua, que es vital
para la actividad de los campesinos y por lo tanto para su existencia.
Finalmente, la reunión del G20 tiene propuestas que de
haberse hecho aquí, con seguridad la burguesía tildaría de socialistas,
comunistas y hasta de terroristas.
“Los
países del G20 se comprometen a abonar a los países vulnerables 100.000
millones de dólares del monto global de los 650.000 millones de dólares de
Derechos Especiales de Giro (DEG) emitidos por el Fondo Monetario Internacional
(FMI) para enfrentar los efectos de la pandemia.
‘Damos
la bienvenida a las promesas recientes por un valor de alrededor de 45.000
millones de dólares como un paso hacia la ambiciosa cantidad de 100.000
millones de dólares en contribuciones voluntarias para los países más
necesitados’, señalaron los líderes.”
Lo que la burguesía de los países industrializados
considera que es una necesidad para seguir explotando a países enteros, y a las
clases trabajadoras, la burguesía nativa debe considerar que es una medida
populista.
La inteligencia de la burguesía de los países imperialistas le hace ver que han llegado al límite de la explotación a los países “subdesarrollados” y a los trabajadores, más allá del cual ya no es posible extraerles más plusvalía, dado que pueden condenarlos a su destrucción y desaparición, con lo cual no tendrán a quién explotar. En cambio, la burguesía peruana carece de la inteligencia suficiente para darse cuenta que las ganancias que obtiene se deben a la explotación de los trabajadores, y siguen actuando en favor de agudizar la explotación de los trabajadores, sin darse cuenta que con esto lo único que van a lograr es eliminar a la fuente de sus ganancias, y con ello, a sí misma como clase.
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