Un Poema de Jorge Barbosa*
Rancho
Hubo
sequía.
Y
silencio después.
Ni
rastro de plantas
ni
restos de árboles
en
el escenario reseco
de
la planicie.
Nada
más que el rancho
de
piedra floja
y
un recuerdo agobiante.
Al
techo de paja
lo
arrancó
la
furia de la sudestada.
Los
marcos
de
las puertas y ventanas
quedaron
abiertos
a
la desolación.
Hubo
sequía.
En
tiempos así
la
camilla mortuoria
de
la Administración
no
tiene descanso.
Primero
se llevó
el
cuerpo consumido de la mujer
y
al hijo desnudo que estaba a su lado
con
la barriga hinchada
como
si hubiese muerto de empacho.
Después
al hombre
de
ojos quietos
abiertos
todavía.
¡Tan
silenciosa es la tragedia
de
la sequía en estas islas!
¡Ni
gritos ni alarma,
solamente la
pasividad de irse muriendo!
En
la puerta del rancho
tres
piedras juntas
tres
piedras quemadas
que
hace mucho no servían.
Y
el aro de hierro del niño
con
la vara puesta todavía.
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