Método de Ascenso de lo Abstracto a lo
Concreto*
(Primera parte)
Mitrofan Alexeiev
A PESAR DE QUE EL PROBLEMA del ascenso de lo abstracto a lo concreto se planteó hace ya mucho tiempo en la historia de la dialéctica, aún no ha sido analizado de modo adecuado en nuestra literatura filosófica. No hay un solo artículo dedicado en especial a revelar su esencia y contenido, sin mencionar ya obras más extensas, no obstante su enorme importancia, tanto para explicar el método dialéctico como para resolver los procedimientos en estudios específicos de la lógica dialéctica.
El insuficiente examen de esta
importantísima forma del método dialéctico se pone en evidencia en especial al
considerar que hace ya mucho tiempo se dieron brillantes ejemplos de su
aplicación científica. Nos referimos a la Contribución
a la crítica de la economía política y a El Capital de Marx, donde el ascenso se efectúa en forma clásica,
al analizar una rama determinada del conocimiento: la economía política del
capitalismo. En base a la experiencia de Marx, y utilizando las formulaciones
metodológicas, los filósofos están obligados a desarrollar una teoría general, argumentada
de manera multilateral, del ascenso de lo abstracto a lo concreto.
En esta breve Introducción nos limitaremos a examinar solo algunos aspectos de
este importante y complejo problema, puesto que nuestra tarea principal no es
revelar el procedimiento del ascenso de lo abstracto a lo concreto, sino
analizar la dialéctica inherente a las formas del pensamiento. Para ello
recurriremos de continuo a El Capital
y a la Contribución a la crítica de la
economía política, debido a que no hay otras obras científicas en las que
se haya aplicado el procedimiento aludido.
Precisaremos en primer lugar los
conceptos básicos. Los términos “abstracto” y “concreto” se emplean en la
literatura filosófica con los más diversos significados, pero solo uno de ellos
corresponde al procedimiento del que nos ocupamos. Este significado es el de “unilateral”
y “multilateral”. Al analizar el ascenso de lo abstracto a lo concreto,
entendemos como abstracto lo unilateral, incompleto, “pobre”; como concreto,
por el contrario, lo multilateral, completo, “rico”. Lo abstracto aparece como
un aspecto del todo; lo concreto, como varias, numerosas facetas del todo: es
la unidad de la diversidad. Por consiguiente, dichos conceptos son categorías
universales que abarcan toda la esfera del ser: la naturaleza, la sociedad y el
pensamiento. Si bien este último es por sí mismo algo abstracto, en él se halla
igualmente lo concreto. Ambas categorías existen en la naturaleza, en el ser.
No es casual que Lenin dijera: “… La naturaleza es a la vez concreta y
abstracta…” [Cuadernos Filosóficos] En la sociedad tenemos como ejemplo el
trabajo abstracto y concreto establecido por Marx, tal como se manifiesta en
toda economía mercantil, tanto en la economía mercantil simple como en la
capitalista.
Lo abstracto y lo concreto forman una
unidad dialéctica: al mismo tiempo que se niegan y oponen entre sí, se implican
y complementan. No existe lo abstracto sin lo concreto, ni éste sin aquél.
Puesto que estos términos existen como
una unidad indisoluble en todos los fenómenos de la realidad efectiva, el
investigador se ocupa de ambos, aunque de distinta manera, al conocerlos. En su
estudio de los objetos comienza por analizar lo concreto, separando los
diversos momentos abstractos. Luego retorna a lo concreto, pero tomándolo ya
como un todo compuesto y subordinado a leyes. El proceso del conocimiento,
considerado en su conjunto, se divide en dos etapas: el movimiento de lo
concreto a lo abstracto, y el inverso, de lo abstracto a lo concreto. Al mismo
tiempo se efectúa la recreación de lo concreto y lo abstracto en el pensamiento
mismo, cierto es que de un modo específico. Lo concreto en la realidad es el
punto de partida para el conocimiento de la verdad, y lo concreto en el pensamiento,
el punto final. Luego se hace posible la aplicación práctica de la verdad.
El procedimiento ascensional que
analizamos corresponde a la segunda mitad del proceso cognoscitivo: “lo abstracto-concreto”.
Luego de haber establecido el concepto
de lo abstracto y lo concreto, pasaremos a explicar el método de ascenso en
cuestión.
En la exposición de su esencia y
contenido examinaremos los siguientes problemas: punto de partida (“comienzo”);
etapas del ascenso y su resultado general; procedimientos lógicos que se
aplican en el método ascensional; importancia del mismo.
A) Punto de partida del método
Toda
investigación debe empezar por algo, debe tener su punto de partida. ¿Cuál es
el del método ascensional? La investigación del objeto por este método no
comienza simplemente por lo abstracto, sino por lo más abstracto. La categoría
separada como punto de partida debe caracterizar al objeto de la manera más
abstracta, más “pobre”. En el método explicado por Marx en El Capital y en la Contribución
a la crítica de la economía política, este comienzo no es el dinero, ni el
valor, ni el capital, sino la mercancía. Esta categoría, la más pobre de la
producción burguesa, la caracteriza de modo más abstracto, y no expresa en
absoluto sus caracteres específicos. Quien solo sabe que la producción burguesa
está fundada en relaciones mercantiles tiene nociones muy deficientes sobre la
misma. Por eso Marx comienza su estudio del capitalismo a partir de la
mercancía.
El comienzo metodológico no es solo la
categoría más abstracta, sino también la más inmediata (se entiende, en los
límites del sistema que se examina) y la más simple. Su inmediación consiste en
que se manifiesta sin mediación alguna, no implica categoría alguna de otra
especie. Para establecer relaciones mercantiles, por ejemplo, no es necesario
ser capitalista, ni obrero, ni terrateniente, no hace falta tener máquinas, ni
fábricas, ni bienes: solo hay que tener en propiedad alguna cosa y cambiarla
por otra. La mercancía es, en este sentido, una relación directa. Pero al mismo
tiempo es la relación más simple de la producción capitalista, porque está en
la superficie y es visible para todos. En el capitalismo no hay nada más
evidente que la mercancía (si bien ésta oculta en su seno el profundo secreto
del fetichismo de las relaciones humanas, inaccesible al conocimiento corriente).
Por otra parte, además de ser la
categoría más abstracta e inmediata, el comienzo del método de ascenso tiene también
la propiedad de ser la más general. El punto inicial del ascenso se abre paso
por todas las otras categorías del sistema estudiado, está en la base de todas
ellas, que sin él simplemente no existirían.
Respecto de la mercancía como punto
inicial de la producción capitalista, el propio Marx señala este rasgo del “comienzo”:
“… la forma mercancía –dice– es la forma más general y rudimentaria de la producción burguesa…” [El Capital]. La
mercancía, las relaciones mercantiles, son comunes a todas las otras relaciones
de la sociedad burguesa: las que existen entre el vendedor y el comprador, el
acreedor y el deudor, el capitalista y el obrero, el terrateniente y el
arrendatario, etc. Son por ello las relaciones más universales.
Lenin resumió muy bien los rasgos
señalados del punto de partida (los de ser la categoría más abstracta e
inmediata, más imple y general), en su aplicación a la economía política, con
las siguientes palabras: “El comienzo –el ‘Ser’ más simple, común, inmediato,
de masas: la mercancía singular (el ‘Sein’
en economía política)” [Cuadernos Filosóficos].
Sin embargo, el “comienzo” no sería el
punto inicial del ascenso de lo abstracto a lo concreto, si no tuviera además
el rasgo esencial de ser el “núcleo”, la célula elemental del objeto estudiado.
La “célula” que sirve de punto de
partida es el origen del cual se desarrolla todo lo demás, lo que encierra las
otras categorías del sistema, las condiciona y engendra de modo necesario. El
comienzo del ascenso de lo abstracto a lo concreto debe ser tal “célula”, tal
forma elemental. “La riqueza de las sociedades –escribe Marx– en que impera el
régimen capitalista de producción se nos aparece como un inmenso arsenal de
mercancías y la mercancía como su forma elemental. Por eso nuestra
investigación arranca del análisis de la mercancía” [El Capital]. Aquí Marx se
refiere en forma directa a la mercancía como célula de la producción
capitalista, y de este modo fundamenta por qué comienza su análisis a partir de
dicha categoría económica, y no de otra.
Por consiguiente, no se puede tomar como
punto inicial del ascenso de lo abstracto a lo concreto una categoría que no
sea la célula del todo que se estudia. El rasgo principal y más distintivo del “comienzo”
es quizá que concentra en embrión todas las contradicciones de que está colmado
el sistema. Mas por lo común no se presta debida atención a este rasgo, a pesar
de que desempeña un papel decisivo en el proceso de ascenso de lo abstracto a
lo concreto.
La existencia objetiva del “comienzo”
determina su carácter contradictorio, pues, como es sabido, todo lo que existe
objetivamente encierra contradicciones. Por otra parte, su papel de célula, de
núcleo no desarrollado, explica de modo exclusivo por qué existen en él, como
embrión, las contradicciones del todo. La necesidad de analizar en el “comienzo”
todas las contradicciones del sistema tiene su origen en la esencia del ascenso
de lo abstracto a lo concreto. Este procedimiento tiene la misión de reproducir
toda la compleja dialéctica del objeto, la dialéctica en su integridad, para lo
cual debe empezar por la contradicción más simple, encerrada ya en el punto de
partida, pasando luego a otras más complejas.
En este sentido también es un claro
ejemplo el análisis marxista de la mercancía. Desde el primer momento Marx
revela la contradicción interna que se da en la mercancía, en la que son
opuestos contrarios el valor de uso y el valor de cambio. La investigación
posterior muestra que esta oposición se acentúa sin cesar con el paso de una
categoría a otra, transformándose en otra contradicción. La contradicción de la
mercancía (negación) se resuelve en el dinero, la de éste en capital, etc. Pero
de esto hablaremos después con más detalle.
Vemos así que el punto de partida, o “comienzo”
del proceso de ascenso de lo abstracto a lo concreto, se caracteriza por los
siguientes rasgos fundamentales. Es la relación más abstracta, más inmediata y
general del todo; encierra como en embrión, las contradicciones del todo; es el
núcleo o forma elemental del sistema investigado. Estos son precisamente los
caracteres con que Lenin determina el “comienzo” del proceso ascensional. “En El Capital –escribe– Marx analiza
primero la relación más simple, más
ordinaria y fundamental, más común y cotidiana de la sociedad burguesa (la
mercancía), una relación que se encuentra miles de millones de veces, a saber,
el intercambio de mercancías. En ese fenómeno sencillísimo (en esa ‘célula’ de
la sociedad burguesa) el análisis revela todas
las contradicciones (o los gérmenes de todas las contradicciones) de la sociedad
moderna. La posterior exposición nos muestra el desarrollo (a la vez crecimiento y movimiento) de
dichas contradicciones y de esa sociedad en la de sus partes individuales, de
su comienzo a su fin.” [Cuadernos Filosóficos]. Después de esta afirmación,
Lenin agrega: “Tal debe ser también el método de exposición (o estudio) de la
dialéctica en general (porque para Marx la dialéctica de la sociedad burguesa
es solo un caso particular de la dialéctica)” [Cuadernos Filosóficos]. Por
consiguiente, lo que dice Lenin sobre el ascenso en El Capital (y precisamente de ello se trata, aunque no emplea aquí
dicho término), se refiere al ascenso de lo abstracto a lo concreto en
cualquier otra ciencia.
Para establecer el punto de partida
metódico, y por consiguiente para el movimiento en su conjunto, se necesitan
diversas condiciones o premisas objetivas y subjetivas. Si éstas no existen, se
torna inaccesible la tarea de descubrir el “comienzo” del ascenso con los
caracteres indicados más arriba.
Entre estas premisas se distingue y
sobrentiende, en primer término, una de carácter objetivo: la existencia del
objeto (sistema de objetos) cuyo comienzo se procura hallar. Además, el objeto
debe estar desarrollado hasta que se descubran sus posibilidades reales, todas
sus potencias. Solo en este caso el “núcleo” se revela de modo objetivo como
embrión, como punto de partida del todo. Si no se cumple esta condición, el
objeto no puede manifestar su categoría más universal.
Con respecto a la mercancía como célula
de la producción burguesa, Marx afirma claramente que solo cuando la fuerza de
trabajo adopta para el obrero el carácter de una mercancía que le pertenece, el
trabajo adquiere la forma de trabajo asalariado: “Con ello se generaliza al
mismo tiempo la forma mercantil de los productos del trabajo.” [El Capital].
Esto significa que solo a partir de este momento la mercancía se convierte en
célula de la producción capitalista y puede ser determinada racionalmente, sirviendo
entonces como punto de partida para la investigación. Lo que Marx dice de la
mercancía vale para cualquier otro “comienzo” del proceso ascensional.
Entre las premisas subjetivas para la
búsqueda de la “célula” cabe señalar en primer término el nivel de conocimiento
científico sobre el objeto que se trata de investigar mediante este método. Hay
que estudiar el objeto hasta poder determinar algunas de sus categorías más
generales (así como en la economía política anterior a Marx, que fue el primero
en aplicar el método, se habían separado las categorías del dinero, el capital,
la renta territorial. El salario, etc.). Esta distinción de las categorías es
imprescindible, porque sin ellas y sin una comparación con las mismas es desde
todo punto de vista imposible establecer la “célula”. Su reconocimiento se
realiza en el primer estadio del proceso cognoscitivo que denominamos antes el
movimiento de lo concreto (realmente concreto) a lo abstracto, y que por su carácter
es el estadio analítico. Resulta, pues, evidente, que sin movimiento de los
realmente concreto a lo abstracto no se puede llevar a cabo el ascenso de lo
abstracto a lo concreto en el pensamiento.
Se entiende que para la búsqueda de la “célula”
es de suma importancia el método dialéctico en su aspecto general y la
habilidad del investigador para emplearlo como instrumento del conocimiento.
Porque es evidente que sin el método dialéctico, o si el investigador no sabe
aplicarlo correctamente, no se puede hablar en modo alguno de la determinación
de la “célula”, del punto de partida.
Tales son las premisas básicas para la
búsqueda del “comienzo”, el punto de partida del ascenso de lo abstracto a lo
concreto.
Nota
(*)
Este escrito corresponde a la Introducción
que lleva por título Método de
investigación de la obra de Mitrofan N. Alexeiev Dialéctica de las Formas del Pensamiento. El texto se ha tomado de
la Editorial Platina de Buenos Aires, 1964.
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