Nota:
Publicamos a continuación un
artículo de nuestro compañero Eduardo Ibarra, en el cual desenmascara la
hipocrecía política de Domingo Suárez de ocultar su negación de la filiación
marxista-leninista de Mariátegui.
También desenmascara nuestro compañero
otras posiciones oportunistas y varias maniobras que caracterizan a la mencionada
persona y en general al grupo liquidacionista.
Publicamos como Material Adjunto una
serie de escritos cuya lectura es pertinente a fin de captar la falsificación
de la filiación doctrinal de Mariátegui y el PSP que comete el grupo
liquidacionista, así como su proyecto de liquidar el partido de clase y, por
último, sus métodos criollos.
Publicamos también el artículo Una Aclaración Necesaria, en el cual se
desenmascara una calumnia de Aragón contra nuestro compañero.
01.09.2015.
Comité de Redacción.
¡Defender el Pensamiento de Mariátegui de
toda tergiversación y desarrollarlo en función de la realidad actual!
El
Liquidacionismo de Derecha y el Natalicio de José Carlos Mariátegui
Eduardo
Ibarra
EN OPORTUNIDAD DEL 121 NATALICIO de
José Carlos Mariátegui, Domingo Suárez publicó un artículo cuyo contenido es un
ejemplo de la conocida actitud engañosa del grupo liquidacionista.
Mariátegui sostuvo:
“El capitalismo se encuentra en su estadio imperialista. Es el capitalismo de
los monopolios, del capital financiero, de las guerras imperialistas por el
acaparamiento de los mercados y de las fuentes de materias brutas. La praxis
del socialismo marxista en este período es la del marxismo-leninismo. El marxismo-leninismo es el método
revolucionario de la etapa del imperialismo y de los monopolios. El Partido
Socialista del Perú, lo adopta como su método de lucha” (Ideología y política, p.160. Cursivas
nuestras).
De esa forma definió
la filiación doctrinal de su partido y, por lo tanto, la suya propia.
Pero Ramón García escribió: “… de las
tres consignas básicas [de la Revolución de Octubre], sólo queda el
Marxismo-Leninismo, pero cada vez más limitada geográficamente a la URSS. Este
término se encuentra dos veces en la obra de JCM, y ambas indicando el método
marxista, no la doctrina. Y menos como nueva época. No es casual que su obra se
llame Defensa del Marxismo, a secas, y no, por ejemplo, Defensa del
Marxismo-Leninismo” (El movimiento
comunista).
Por su parte,
Miguel Aragón dejó escrito: “La exposición de las razones, por las cuales
considero que no es correcto afirmar ‘Mariátegui comunista’ o ‘Mariátegui
marxista-leninista’, escapa a los límites de esta breve respuesta” (carta a
Jaime Lastra del 3 de febrero de 2008).
De esa forma ambos liquidacionistas
renegaron la filiación marxista-leninista de José Carlos Mariátegui y del PSP.
En un plano más
amplio, es de conocimiento general que el grupo liquidacionista reniega también el
carácter marxista-leninista de la Creación Heroica de Mariátegui y del
Socialismo Peruano.
Utilizar el término
socialismo peruano para significar el socialismo en general y no el socialismo marxista en particular,
es absolutizar el criterio nacional a costa del criterio clasista. En otras
palabras, es abandonar el análisis de clase (1).
Como se ha visto,
Mariátegui definió el marxismo-leninismo como la base de unidad del PSP, y, por
lo tanto, su condición de partido
doctrinariamente homogéneo.
Pero García
escribió: “El PSP tenía dos niveles: internamente funcionaba como ‘facción
orgánica y doctrinariamente homogénea’ (como ‘célula secreta de los siete’);
externamente aspiraba a ser ‘el primer gran partido de masas e ideas (sic) de
toda nuestra historia republicana’” (La creación heroica de José Carlos
Mariátegui. 80 aniversario, p.22).
De esa forma
falsificó la verdad doctrinal del PSP (el partido de Mariátegui no fue un
partido con dos niveles orgánicos doctrinariamente disímiles), y, por consiguiente,
su realidad orgánica (“la célula secreta de los siete” tuvo un carácter
temporal, y no permanente).
II
Suárez
dice que Mariátegui es el “fundador del socialismo peruano”. Pero ¿de qué
socialismo? Como es evidente, el autor de la frase no dice si del socialismo reformista
o del socialismo marxista (2).
Cualquier
persona que conozca el proceso del pensamiento político en el Perú, tiene que
saber que el fundador de nuestro socialismo reformista fue Víctor Maúrtua,
“cuya influencia en el orientamiento socialista de varios de nuestros
intelectuales casi nadie conoce” (Mariátegui, 7 Ensayos, p.284). Por eso el Mariátegui socialista a lo
Araquistain, escribió: “Maúrtua es el primer político peruano que, dentro de
una cámara de ambiente gazmoño y tímido, saturado de prejuicios criollos, ha
declarado con orgullo su filiación socialista” (El doctor Víctor M. Maúrtua,
24.07.1919, en Escritos juveniles. La
edad de piedra, t.III, p.357). Y en otro lugar: “El señor Maúrtua, líder
por antonomasia del socialismo peruano…” (El
maximalismo cunde, 12.01.1919, ibídem, t.VIII, p.172). Por eso,
Guillermo Rouillon anotó: “Mariátegui se daba perfecta cuenta de los alcances
de este movimiento social. Insistía en el aglutinamiento de todos los hombres
de pensamiento progresista en el círculo de propaganda socialista, al cual él
pertenece, para desarrollar una acción más efectiva en ese momento histórico.
En este sentido, cabe mencionar la presión que continúa ejerciendo sobre el
fluctuante maestro Víctor M. Maúrtua –para que defina su posición– a quien
considera que sería el líder indiscutible del socialismo en el Perú” (La creación heroica de José Carlos Mariátegui, t.I, p.234).
Pero el
grupo liquidacionista necesita servirse de Mariátegui como coartada y, por
esto, falsifica la historia borrando de un plumazo a Víctor Maúrtua como el fundador
del socialismo en el sentido general del término.
Suárez
dice que el proceso que terminó en la fundación del PSP “se inició en 1918” con
la aparición del Comité de Propaganda y Organización Socialistas. Pero, en su
afán liquidacionista de fusionar socialismo reformista y socialismo marxista,
no explica la naturaleza de ese “inicio” ni el carácter de clase del partido de
Mariátegui
La
omisión no le sirve, sin embargo, a sus intenciones. El Comité de Propaganda y
Organización Socialistas, es apenas el antecedente indirecto del PSP, pues este partido fue un partido
marxista-leninista, es decir, un partido con un carácter completamente
contrario al Comité. El antecedente directo
del partido de Mariátegui fue el “Comité de Génova”, constituido en abril de
1922. Esta distinción es extraña al criterio liquidacionista.
El PSP
fue fundado no con siete activistas, como cree Suárez, sino con nueve: a los
nombrados por él en su artículo, hay que agregar los nombres de Luciano
Castillo y Chávez León (3).
Suárez
se refiere al Congreso Constituyente de la Confederación Sindical
Latinoamericana realizado en Montevideo en mayo de 1929 y a la Primera
Conferencia Comunista Latinoamericana realizada en Buenos Aires en junio del
mismo año, y dice que a estos eventos el PSP participó “con cinco delegados”.
Esto no es cierto. Al Congreso de Montevideo asistió el Comité Pro-
Confederación General de Trabajadores, y no
el PSP. Dicho Comité participó con cinco delegados en el Congreso Sindical; a
la Conferencia de Buenos Aires asistió el PSP con dos delegados: Julio
Portocarrero y Hugo Pesce.
Suárez dice: “Estos
planteamientos fueron cuestionados por el buró político de la Internacional en
Sudamérica”, pero sin indicar qué planteamientos. ¿Qué planteamientos, pues? (4).
Veamos, brevemente, esta
cuestión.
En cuanto al nombre del partido, Mariátegui señaló: “En Europa,
la degeneración parlamentaria y reformista del socialismo ha impuesto, después
de la guerra, designaciones específicas. En los pueblos donde ese fenómeno no
se ha producido, porque el socialismo aparece recién en su proceso histórico,
la vieja y grande palabra conserva su grandeza” (Ideología y política, p. 249).
Sin embargo, en la Conferencia de Buenos
Aires, Portocarrero sostuvo: “Dejo
constancia, compañeros, que el partido socialista es solamente una táctica”
(Martínez, Apuntes para una
interpretación marxista de historia social del Perú, t.II, p. 423).
“Queremos constituir el partido socialista para polarizar una serie de
elementos que pueden actuar entre las masas” (Ibídem, p.422).
En cuanto a la doctrina, Mariátegui
señaló: “El marxismo-leninismo es el método revolucionario... El Partido
Socialista del Perú, lo adopta...”.
No obstante, Portocarrero sostuvo: “¿El
Partido Socialista es la expresión de nuestro pensamiento, de nuestra línea? El
partido socialista lo hemos constituido como táctica, como medida de ligazón
con las masas. No venimos a decir que el partido socialista es la expresión
profunda de los que luchamos por los intereses del proletariado” (ibídem, p.422).
En cuanto a la
estructura del PSP, Mariátegui señaló que “El Comité procederá a la
organización de comités en toda la república y de células en todos los centros
de trabajo, con relaciones estrictamente disciplinadas” (ibídem, p.398).
Sin embargo, Portocarrero afirmó: “El
partido socialista se basa en nuestro Grupo, el cual es enteramente afín con la
ideología de la Internacional Comunista” (ibídem,
p.423).
En cuanto a la ligazón con las masas,
Mariátegui escribió que “el Comité concurrirá a la constitución de un partido
socialista, basado en las masas obreras y campesinas” (ibídem, p.398).
No obstante, Portocarrero sostuvo: “Si
con nuestro grupo podemos controlar el partido y dirigir sus acciones, ¿no es
acaso un medio bueno de ligazón con las masas?” (Ibídem, p.422).
Los citados planteamientos de los
delegados peruanos fueron cuestionados por los delegados de la Internacional y
otros delegados a la Conferencia.
Pero el lector atento debe haberse dado
cuenta de que tales planteamientos no fueron de Mariátegui.
Sin embargo,
conforme a su actitud confusionista, el grupo liquidacionista trastrueca las
divergencias entre Mariátegui y la Internacional. En esta oportunidad le ha
tocado hacerlo a Suárez (5).
Entre Mariátegui y
el Buró Sudamericano de la Internacional existieron, por cierto, algunas
discrepancias: 1) el nombre del Partido; 2) su composición social; 3) su
política concreta; 4) el problema de las nacionalidades; 5) la cuestión del
imperialismo; 6) la pequeña burguesía.
Pero, como está
demostrado, en relación a algunas de ellas, las razones de Mariátegui fueron
distintas a las presentadas por Portocarrero y Pesce en la Conferencia de
Buenos Aires (6).
Suárez
cita la frase “partido de masas y de ideas”, pero sin explicar qué quiso decir
y qué dijo efectivamente Mariátegui con ella.
Como
es de conocimiento general, Ramón García utiliza la citada frase pero vaciada
del contenido concreto que tenía en Mariátegui (partido de clase bajo la forma
de partido de masas), y pretende vender la idea de un partido de masas con dos
niveles orgánicos doctrinariamente disímiles, es decir, un partido de masas sin
el marxismo-leninismo como su base de unidad ideológica, o sea, un
partido-frente (como los partidos socialdemócratas y como el partido promovido
por Haya en los años 1920).
Así, pues, luego de decir,
en un debate con el suscrito, que el PSP llegó a ser un partido de masas, ahora
Suárez dice que “esta tarea [de crear un partido de masas] quedó para que las
siguientes generaciones pudieran realizar”. Esto demuestra que la primera vez
no tuvo ni la menor idea de lo que dijo.
Suárez
dice: “En los 50 y 60, el Partido Comunista Peruano encabezado por Jorge del Prado
derivó en posiciones reformistas. La polémica y posterior ruptura en 1963 entre
el Partido
Comunista de la Unión Soviética y el Partido Comunista de China sirvió como catalizador de
aquel proceso, que tuvo un hito importante en la IV Conferencia
Nacional realizada en 1964, donde se consumó la primera gran ruptura
orgánica” (subrayados en el original).
Como
todos los liquidacionistas, Suárez también ha proscrito de su vocabulario la
palabra revisionismo: le han hecho creer que es un insulto. Como se ha
constatado en otro lugar, esta proscripción busca silenciar la existencia del
revisionismo, tanto en el Perú como en el mundo, tanto en el pasado como en el
presente.
Las
posiciones que Jorge del Prado impuso en el Partido Comunista fueron revisionistas
(browderistas, etcétera). Este es el lenguaje que debe utilizar todo marxista
si quiere ser veraz.
La
gran polémica de los años 1950 y 1960 fue entre el marxismo-leninismo y el
revisionismo contemporáneo, y no
entre el PCH y el PCUS (7). Este es el lenguaje que debe utilizar todo marxista
si quiere ser veraz.
Con la
frase “ruptura orgánica”, Suárez escamotea el hecho de que la IV Conferencia
Nacional del PCP expulsó al grupo revisionista que encabezaba Jorge del Prado.
Este es el lenguaje que debe utilizar todo marxista si quiere ser veraz.
Suárez
dice: “En 1968 diversas bases, entre las que se encontraban el Comité Regional
de Ica, la Comisión Nacional de Organización y el Comité Político
Militar Patria Roja, conforman una “Comisión Nacional Reorganizadora”,
enfrentada a la posición dogmática de la dirección encabezada por Saturnino
Paredes. Esta fase culmina en la VI Conferencia Nacional celebrada en 1969
donde se decide la expulsión del grupo encabezado por Paredes y se acuerda que
el órgano central del partido lleve el nombre de "Patria Roja".
Con tan
sorprendente afirmación, Suárez silencia la VI Conferencia Nacional del PCP y
publicita la VI Conferencia realizada por el “oportunismo de derecha disfrazado
de izquierda”. De esta forma -y conforme a la posición de su grupo–, reniega la
Reconstitución del Partido acordada en la VI Conferencia realizada en enero de
1969 y valida la negación de la vigencia del pensamiento de Mariátegui y de la
Base de Unidad Partidaria y el escisionismo que representó la llamada “Comisión
Nacional Reorganizadora” que organizó la espúrea VI Conferencia.
De esa
forma el grupo liquidacionista falsifica la historia del PCP.
De esa
forma, en la trascendental lucha entre los continuadores de Mariátegui y los
negadores de la vigencia de su pensamiento, entre los defensores de la Base de
Unidad Partidaria y sus detractores, se pone al lado de los segundos.
Para
justificar esta vergonzosa toma de posición por el oportunismo de derecha,
Suárez recurre a la maniobra de presentar a la “Comisión Nacional Reorganizadora”
como luchando contra una supuesta “posición dogmática de la dirección
encabezada por Saturnino Paredes”, evitando de decir, por supuesto, que en esta
dirección se encontraba su alter ego
Ramón García.
Pero la
maniobra no le sirve. En 1968 (año de la completa antagonización de las
contradicciones con el oportunismo de derecha, Paredes no se distinguía por
ningún dogmatismo, pues entonces era ya un liquidacionista de derecha en
ciernes: en la VI Conferencia se opuso a la Reconstitución del Partido y, muy poco
después, intentó liquidarlo, exactamente como ahora intentan hacerlo Suárez y
sus copartidarios (8).
La
falsificación de los hechos históricos y la toma de posición por el “oportunismo
de derecha disfrazado de izquierda”, es una expresión más de la descomposición
ideológica del grupo liquidacionista (9).
III
Suarez dice: “No es
suficiente lanzar ideas esclarecedoras en el aire, es preciso fijarlas
orgánicamente en todos los niveles de organización de las masas”
Pero cualquier
marxista sabe perfectamente que la
negación del marxismo-leninismo; la falsificación de la filiación doctrinal de
Mariátegui y el PSP; el reformismo que implica el camino municipal al
socialismo; la negación del partido de clase; la tergiversación de ideas y
hechos como, por ejemplo, los examinados arriba; etcétera, etcétera; no son
precisamente “ideas esclarecedoras”, sino
perniciosas, y que, por esto, de ser fijadas
en el seno de las masas, constituirían un estorbo en la lucha por dotarlas de
una genuina conciencia de clase.
Utilizando
maliciosamente a Mariátegui, Suárez ha parafraseado: “En estos momentos,
cuántos siguen el camino de Mariátegui, cuantos (sic) nauseado de política
criolla, se orientan resueltamente hacia el socialismo?”.
Pero
ocurre que nuestro personaje y sus copartidarios no se han nauseado de
falsificar premeditadamente la Creación Heroica de Mariátegui y de los métodos
criollos que sistemáticamente han utilizado desde los tiempos de la revista Polémica hasta ahora mismo, pasando,
naturalmente, por el mal llamado “Comité 80” y los cinco seminarios realizados.
Es
decir, hasta hoy el grupo liquidacionista hace política criolla, como lo
demuestra el propio artículo que comento en estas líneas.
La
razón de esa política criolla es la siguiente: hace tiempo Suárez y sus
copartidarios se orientaron resueltamente
hacia el liquidacionismo de derecha.
En
conclusión, el Mariátegui cuyo natalicio ha celebrado el grupo liquidacionista por
intermedio de Suárez, ES UN MARIÁTEGUI FALSIFICADO: marxista (no
marxista-leninista); socialista (no comunista); etcétera, etcétera.
Por
supuesto, ese Mariátegui solo existe en la cabeza de los liquidacionistas, Y NO
ES EL MARIÁTEGUI QUE LOS AGONISTAS DEL SOCIALISMO PERUANO CONOCEN Y RECONOCEN.
Si el 7 de octubre pasado Velásquez pretendió pescar algunos
incautos con su artículo acerca del aniversario del PSP, el 14 de junio último
Suárez ha pretendido el mismo objetivo.
Pero, desde luego, la Izquierda Peruana está en autos de la
campaña falsificadora de la personalidad doctrinal de Mariátegui y de la verdad
histórica del PSP que lleva adelante el grupo liquidacionista desde hace décadas,
y, por esto, como el artículo de Velásquez, también el de Suárez es retórica inútil.
Por eso, todo lo que ha hecho es poner en evidencia, por
enésima vez, que el discurso de su grupo es FALSO MARIATEGUISMO Y VERDADERO
ANTIMARIATEGUISMO.
Notas
[1] Si el análisis de clase
es propio del marxismo, su abandono es propio del revisionismo. En el grupo
liquidacionista el promotor de este abandono es Ramón García. Una expresión de esto
ha sido objeto de análisis en otro lugar.
[2]
Precisamente esa indefinición es otra expresión de la dilución del socialismo
marxista en el variopinto mapa del socialismo en general.
[3]
Esta aclaración y algunas otras que le siguen, demuestran la incompetencia de
Suárez.
[4] La afirmación “Estos
planteamientos fueron cuestionados por el buró político de la Internacional en
Sudamérica”, prueba que Suárez supone que todos
los planteamientos hechos por los delegados peruanos en la Conferencia fueron de
Mariátegui, lo cual, como se ha visto, no es cierto.
[5] Gustavo Pérez, por
ejemplo, vive, entre otras cosas, de especular y traficar con las divergencias
entre Mariátegui y la Internacional.
[6] La divergencia sobre el
nombre del Partido se limitaba a eso precisamente: al nombre, pues, por su
filiación marxista-leninista, el PSP era un partido comunista. En cambio la
divergencia sobre esta misma cuestión durante las sesiones de la Conferencia de
Buenos Aires, tuvo otros términos: los delegados peruanos pretendieron que el
nombre de socialista expresaba un partido doctrinariamente heterogéneo
(precisamente lo que actualmente promueve el grupo liquidacionista). La
divergencia sobre la composición social del Partido radicaba en que mientras
Mariátegui sostenía que su militancia básica debía ser de obreros y campesinos
con carácter netamente clasista (léase marxista-leninista), la Internacional
planteaba que el partido no podía ser un partido de varias clases. En cambio la
divergencia operada en la Conferencia sobre este punto tuvo otros términos: los
delegados peruanos plantearon un partido con una militancia mayoritariamente
heterogénea en lo doctrinal (precisamente lo que actualmente promueve el grupo
liquidacionista).
[7] En esa polémica, el
PCCH cumplió un papel de primer orden defendiendo el marxismo-leninismo,
mientras el PCUS cumplió también un papel de primer orden defendiendo el
revisionismo contemporáneo. Presentar la gran polémica entre el marxismo-leninismo
y el revisionismo contemporáneo como una polémica entre el PCH y el PCUS es
plantear que esta polémica fue extraña al Socialismo Peruano, y que, por esto,
haber tomado partido por el marxismo-leninismo fue una expresión de “seguidismo”.
Esta burda maniobra es utilizada por el grupo liquidacionista y otras
tendencias oportunistas. De ahí su lenguaje confusionista: “pro-chinos”,
“pro-rusos”, etcétera.
[8] Como se sabe, un
socorrido recurso polémico del revisionismo de todos los tiempos ha sido acusar
a los marxistas-leninistas de dogmáticos (o de doctrinarios). En el caso
particular que comento, es notorio que Suárez acusa a “la dirección encabezada
por Saturnino Paredes” de dogmática, porque cree que, teniendo este personaje mala
prensa en una gran parte de la izquierda peruana, puede resultar potable su
acusación y, de este modo, hacer posible pasar como posición antidogmática la
negación de Mariátegui y de la BUP. Pero, obviamente, la maniobra es demasiado
burda para que surta efecto entre personas suficientemente informadas.
[9] Conociéndose la incompetencia
de Suárez para decidir cuestiones de línea, puede asegurarse que tal
tergiversación y tal toma de posición se las ha impuesto la jerarquía
liquidacionista, respecto a la cual, como es notorio, se encuentra servilmente subordinado.
21.08.2015.
Material Adjunto
El Partido de Masas y de Ideas de José Carlos
Mariátegui
(Fragmento)
E.I.
GARCÍA HA SOSTENIDO QUE “El PSP
tenía dos niveles: internamente funcionaba como ‘facción orgánica y
doctrinariamente homogénea’ (como ‘célula secreta de los siete’); externamente
aspiraba a ser ‘el primer gran partido de masas e ideas (sic) de toda nuestra
historia republicana’” (64).
Pero decir que el
primer nivel es una “facción orgánica y doctrinariamente homogénea”, equivale a
decir que el segundo nivel no lo es. Y, un partido que no es
doctrinariamente homogéneo tanto vertical como horizontalmente, es un partido
doctrinariamente heterogéneo, es decir, no es ni puede ser un partido de clase.
La falsa
interpretación de García de la concepción mariateguiana del PSP reduce, pues,
lo doctrinariamente homogéneo (“marxismo”
sin leninismo) a un nivel secreto, restringido, y lo masivo aparece como un
nivel público formado por militantes doctrinariamente disímiles.
Esta antojadiza
interpretación niega el hecho histórico de que el proyecto de José Carlos
Mariátegui fue construir un partido
ideológicamente definido, teóricamente realista y políticamente de masas, es decir, un partido marxista-leninista,
o sea, un partido de clase bajo la forma de partido de masas, tal como ha
quedado demostrado.
Con su arbitraria
interpretación, García pretende, pues, la fundación de una organización con
“todos los elementos capaces de reclamarse del socialismo”. De ahí su renuncia
al leninismo. De ahí su intención de llamarla partido socialista. De ahí su
expectativa en tendencias oportunistas y revisionistas.
Pero ocurre que el
partido del proletariado es doctrinariamente
excluyente: acuerda el marxismo-leninismo como el aspecto general de su base de
unidad, porque rechaza toda suerte de oportunismo y revisionismo.
Por eso la moción
de afiliación a la Tercera Internacional, presentada por José Carlos Mariátegui
a la reunión del 1 de marzo y aprobada en la reunión del 4 del mismo mes de
1930, señala: “El C.C. del partido adhiere
a la Tercera Internacional y acuerda
trabajar por obtener esta misma adhesión de los demás grupos que integran el partido” (65).
Y, por lo tanto, organizativamente, también es
excluyente. Por eso otra moción aprobada por el CC, establece: “El P.S. es un
partido de clase y por consiguiente repudia
toda tendencia que signifique fusión con las fuerzas u organismos políticos de
las otras clases” (66).
Generalizando su
falsa interpretación del PSP, García ha escrito que “El problema que enfrentó
JCM es el mismo que el proletariado enfrenta desde hace más de un siglo: cómo
relacionar la teoría (Programa Socialista) con la práctica (Partido-Frente).
Este es el gran dilema entre disolución
(desintegración) o dilución
(integración), que enfrenta todo partido
proletario en el mundo entero”. “Si el Programa de acción está ligado al
Programa Prospectivo, de hecho se logra la dilución” (67).
Pero, en realidad,
José Carlos Mariátegui solucionó el problema del Partido de un modo distinto a
como cree García. Esto ya ha quedado claro. Pero la afirmación de que el
problema implicado en la relación teoría-práctica es uno que “enfrenta el
proletariado desde hace más de un siglo”, encierra, ni más ni menos, la
peregrina idea de que un partido doctrinariamente heterogéneo es la solución a
este problema, y, por esto, constituye la completa negación de la concepción
leninista del partido proletario, sustentada en el ¿Qué hacer?, libro que existe “desde hace más de un siglo”.
Como es de
conocimiento general, en dicho libro Lenin dio solución a tres problemas
fundamentales, a saber: 1) la relación entre la espontaneidad de las masas y la
conciencia comunista; 2) entre la política tradeunionista y la política
comunista, y 3) entre los métodos artesanos de trabajo y la organización
revolucionaria.
De ese modo
proporcionó al proletariado internacional la concepción del partido de clase
como un partido doctrinariamente homogéneo y, por lo tanto, como un partido-vanguardia,
como un partido dirigente. Esta concepción leninista del partido proletario
tiene un valor universal. Y está vigente, no obstante la sibilina pretensión de
negarla.
La dilución de la
organización del Partido en el socialismo no está determinada por un partido
doctrinariamente heterogéneo en el capitalismo.
En octubre de 1885,
Federico Engels señaló: “Hoy, el proletariado alemán ya no necesita de ninguna
organización oficial, ni pública, ni secreta; basta con la simple y natural
cohesión que da la conciencia del interés de clase, para conmover a todo el
imperio alemán, sin necesidad de estatutos, de comités, de acuerdos ni de otras
formas tangibles” (68).
Evidentemente, el
cofundador del marxismo se equivocó, pues, en las condiciones del capitalismo,
el proletariado alemán (como el proletariado de cualquier otro país) tenía y
tiene todavía necesidad de una organización política. Pero si la aserción de
Engels no es válida para la sociedad capitalista, en cambio sí lo es para la
sociedad socialista. En efecto, en las condiciones del socialismo, la
organización del partido no es ya necesaria, basta con la simple y natural cohesión que da la conciencia del interés de clase para que
el Partido, en el gran sentido histórico de la palabra, pueda dirigir la lucha
por la realización del comunismo.
Por lo tanto, la
dilución de la organización del Partido está determinada por las particulares
condiciones del socialismo, y, por esto, hay que entenderla como
desconcentración orgánica e integración de los elementos de vanguardia tanto en
el nivel del Estado como en el nivel del movimiento revolucionario de las masas
(69).
Por otro lado, en
la medida en que la aplicación del programa depende absolutamente de la
práctica de la militancia, un partido doctrinariamente heterogéneo como el que
pretende García, es decir, un partido con una militancia mayoritariamente
heterogénea en lo doctrinario, no es ni puede ser garantía de ligazón entre el
Programa Mínimo y el Programa Máximo.
Notas
[64] La creación heroica de José Carlos
Mariátegui, Editora Perú Nuevo, Lima, 2008, p.22. Esta idea ha empezado a
concretarse con la constitución del nivel
secreto. En una carta del 28 de octubre de 2009 a Luis Anamaría, Miguel
Aragón reveló dicha constitución en los términos siguientes: “En toda esta confusión, que ellos
han armado y en la cual se debaten, están entremezclando su intrascendente
“Conferencia Consultiva Política”, con su llamamiento a crear un nuevo partido,
o mejor dicho, a formalizar abiertamente, la constitución del partido que ellos
ya formaron el 6 de febrero, en aplicación de la propuesta de Ramón [García]
del partido de dos niveles: uno ‘secreto’, y otro ‘de masas y de ideas’.
(Revisar folleto del 7 de octubre de 2008)”. “En la red hay abundante material,
que confirma esta hipótesis, y es fácilmente demostrable, incluso identificando
a quienes han incluido en el primer nivel y en el segundo nivel. Basta con
revisar las direcciones a las cuales van dirigidos los mensajes que
periódicamente envía… desde el mes de febrero. Los que estamos en esa relación
(preparada expresamente por Ramón) de más de 20 nombres, según ellos,
conformamos ‘el partido de masas y de ideas’, entre los cuales nos han incluido
a ti y a mí, al lado de otros compañeros, la mayoría de los cuales son
destinatarios de este mi comentario”. “¿Y quiénes conforman el partido secreto
constituido el 6 de febrero? La respuesta es muy fácil deducirla, son
precisamente los que No aparecen en esa relación de envios (sic), comenzando
por…, seguidos de los sumisos peones ya conocidos. A… le han asignado la tarea
de divulgar los documentos de Ramón entre lo que ellos consideran ‘el partido
de masas y de ideas’, y a otra persona, le han encargado divulgar los mismos
documentos, entre los miembros del ‘partido secreto’. En computación eso se
llama ‘comandos por defecto’”. Pues bien, el tono de reproche de Aragón no
puede impedir reconocer que sus declaraciones son toda una confesión de parte,
sencillamente porque él es activista de la tendencia de García. Tenemos, pues,
que el grupo liquidacionista cuenta ya con una instancia secreta desde el 6 de
febrero de 2009. Esta instancia secreta es la dirección adelantada de la
propuesta “organización de proyección nacional” y, de hecho, todos los eventos
realizados desde entonces (seminarios, etc.), han sido promovidos por ella con
el objeto de constituir el nivel público de tal organización. El hecho de que
los miembros del grupo liquidacionista se esfuercen en hacer creer a los demás
que tales eventos resultan de “una iniciativa de frente único”, da la medida
del engaño a que someten a las diversas tendencias. A este respecto –y otros
concomitantes–, el
lector acucioso puede consultar nuestros artículos Acerca del Cuarto Seminario
del Revisionismo Peruano y Acerca de
la Demagogia de una Carta Abierta, publicados en la revista digital CREACIÓN HEROICA. Por razones obvias, en lo citado de
Aragón hemos desagregado los nombres que él menciona.
[65] Martínez, Apuntes, p.512. Cursivas nuestras. Estas cursivas enfatizan
que no sólo la adhesión al marxismo-leninismo fue una realidad en todas las
instancias orgánicas del PSP, sino también su adhesión a la Internacional
Comunista. Esto es una prueba más de que Mariátegui no concibió su partido como
un partido de “dos niveles”. Sin embargo, contra esta realidad, en el libro La organización del proletariado, García
escribió que “… todos estuvieron de acuerdo en constituir, dentro de la
organización, los grupos secretos que velarían por el carácter bolchevique del
Partido” (Ediciones Bandera Roja, Lima, 1967, p.197). Es evidente, por lo
tanto, que todo lo que hace ahora el mencionado
personaje, es darle continuidad a su
falsificación de la verdad histórica del PSP. Pero sus antojadizas y torpes especulaciones se han venido abajo con la
demostración de que el PSP fue un partido doctrinariamente homogéneo. Es un
hecho iluminador que, a Mariátegui, observador zahorí, no se le pasara la
lección del fracaso de algunas tentativas de formar un partido de dos niveles,
como se había intentado en su tiempo en Panamá, Bolivia, Ecuador, Brasil y
Colombia.
[66] Ibídem, pp.511-512. Cursivas nuestras.
No obstante las esclarecedoras afirmaciones de Mariátegui, citadas en el
presente trabajo, desde hace años García y sus repetidores desenvuelven una
campaña que tiene el doble objetivo de negar
la verdad universal del marxismo-leninismo y el marxismo-leninismo de
Mariátegui y el PSP. Así por ejemplo, Gustavo Pérez, operador furibundo de
dicha campaña, en el artículo La
formación socialista revolucionaria italiana de Mariátegui y la ortodoxia
socialista rusa, intenta negar el leninismo sosteniendo, de entrada, que
“Es una constatación práctica, que Mariátegui no se autodenominó
‘marxista-leninista’ y se declaró simplemente ‘Marxista convicto y confeso’…,
que tituló solo ‘Defensa del marxismo’ a uno de sus mas (sic) importantes
libros, escrito precisamente en defensa del marxismo revolucionario, y que solo
hiciese dos (o 3) alusiones al ‘marxismo-leninismo’ en toda su obra, entre
ellas las que figuran en el Programa del Partido Socialista del Perú, que el
(sic) constituyese”. De este modo establece la premisa que pone en evidencia la
intención con la cual, al final del artículo, cita la siguiente afirmación de
Mariátegui: "Lenin no es un ideólogo sino un realizador. El ideólogo, el
creador de una doctrina carece, generalmente, de sagacidad, de perspicacia y de
elasticidad para realizarla. Toda doctrina tiene, por eso sus teóricos y sus
políticos. Lenin es un político: no es un teórico". Pues bien, quienquiera
que lea esta cita movido por la pasión de captar la verdad, tiene que darse
cuenta de que los términos ideólogo y
teórico no aparecen allí en su
acepción habitual, sino en un sentido especial: designando a quien es “creador
de una doctrina”. Así, en el contexto verbal dado, Marx es, obviamente, el
ideólogo (“el creador de una doctrina”), y, como consecuencia, Lenin es,
también obviamente, el político (el realizador de la doctrina de Marx). La
afirmación mariateguiana encierra, pues, una verdad elemental: Marx fue el
creador de la doctrina comunista, mientras Lenin fue un realizador de la misma.
Pero, ¿acaso Marx no fue también, al mismo tiempo, un político, en el sentido
habitual de la palabra? Y, ¿acaso Lenin no fue también, al mismo tiempo, un
teórico, igualmente en el sentido habitual de la palabra? Entonces, la
comprensión objetiva, correcta, honrada de la afirmación mariateguiana, no
niega ni puede negar que, en el marco del sentido habitual de los términos
teórico y político, Marx aparezca también como político y Lenin aparezca
también como teórico. Obras del valor de Materialismo
y empiriocriticismo, Cuadernos filosóficos, El imperialismo, fase superior del
capitalismo, ¿Qué Hacer?, Un paso adelante, dos pasos atrás, Dos tácticas de la
socialdemocracia en la revolución democrática, El estado y la revolución,
entre otras, prueban que Lenin desarrolló el marxismo, precisamente realizando la doctrina de Marx. Esto es, asimismo, una
verdad elemental. Ahora bien, la utilización dolosa que hace Pérez de la
afirmación mariateguiana, está enderezada a silenciar el hecho de que, en el Programa del Partido, el maestro definió
la identidad doctrinal del PSP y, por lo
tanto, la suya propia. Esta definición aparece, pues, como es notorio, no
en un artículo, donde, por lo general, Mariátegui evitaba la jerga partidaria, sino en un documento fundamental del Partido Socialista del Perú, donde, como
es lógico, no le era posible ahorrarse un lenguaje doctrinalmente exacto. Esto
es una constatación práctica. Así, pues, el silenciamiento que pretende Pérez
tiene por destino manifiesto negar que el leninismo es “la nueva etapa
marxista”, es decir, que “El marxismo-leninismo es el método revolucionario de
la etapa del imperialismo y de los monopolios” (Mariátegui). La utilización
dolosa de la cita del maestro es, por cierto, un caso –entre otros– en que la
tergiversación de una afirmación suya es enderezada a negar otra afirmación
suya también. Es el truco de utilizar a Mariátegui contra Mariátegui. Es el
truco de parapetarse detrás de su autoridad. Es el truco de utilizarlo como
coartada. Ciertamente el padre de este truco es Ramón García, quien,
utilizándolo sin ningún escrúpulo, ha impuesto en su grupo la negación de la
identidad marxista-leninista de Mariátegui y el PSP. Esta negación (derivada de
la negación del marxismo-leninismo) es un intento por sentar una base para un
partido-amalgama. Ciertamente la actitud de García es de una clamorosa
deshonestidad: achaca a Mariátegui sus
propias posiciones revisionistas; intenta macular al maestro con tales
posiciones; no tiene el valor elemental de plantearlas a nombre propio; no
tiene el coraje de sostener, desde su posición revisionista, que Mariátegui se
equivocó al adherir al marxismo-leninismo y al establecerlo como base de unidad
del PSP. Respecto a estas cuestiones, en más de dos décadas García no ha
hecho más que esgrimir falacias. Contra la feroz y torpe campaña antileninista
y antimariateguiana del grupo liquidacionista, SE ALZA EL MARXISMO-LENINISMO DE
MARIÁTEGUI Y EL PSP COMO UNA MONTAÑA INELUDIBLE.
[67] La creación heroica de José Carlos
Mariátegui, p.23. Negritas en el original.
[68] Marx-Engels: Obras Escogidas en tres tomos, Editorial
Progreso, Moscú, 1980, t.III, p.201.
[69] Por lo tanto,
el Estado socialista, es decir, el Estado en extinción, aparece como un
Estado-Partido y el movimiento revolucionario de las masas aparece como un
Partido-Movimiento. Y, en ambos casos, el Partido aparece como un partido en extinción.
16.05.08.
Mariátegui
y el Leninismo
(Fragmento)
E.I.
EN LA ENCUESTA A JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI, realizada por Angela Ramos y
publicada originalmente en Mundial el
23 de julio de 1926, el maestro señaló: “el dato no es sino dato. Yo no me fío
demasiado del dato. Lo empleo como material. Me esfuerzo por llegar a la
interpretación” (1).
No obstante, en un
reciente debate sobre el tema que nos ocupa, hemos constatado las vueltas que
han dado alrededor de los datos algunos de sus participantes, sin haber sido
capaces de llegar a la interpretación. Esto vale especialmente para Miguel
Aragón, quien, en carta a Jaime Lastra del 3 de febrero de 2008, dejó escrito:
“La exposición de las razones, por las cuales considero que no es correcto
afirmar ‘Mariátegui comunista’ o ‘Mariátegui marxista-leninista’, escapa a los
límites de esta breve respuesta”. Y que, en carta a Santiago Ibarra de un día
después, dejó anotado: “usted afirma: ‘En mi criterio, y como consta en
documentos históricos, escritos por el propio Mariátegui, él fue
marxista-leninista. Así de simple’”. “Bueno, pues, ese es su criterio,
yo lo respeto. Ni yo, ni nadie, tenemos ningún derecho a prohibirle su opinión.
Pero ese NO era el criterio
de Mariátegui, salvo que usted
presente pruebas documentales en las cuales Mariátegui se declara ‘marxista-leninista,
con la misma precisión y claridad que se declaró ‘marxista convicto y confeso’ en los ‘7 Ensayos’ e ‘Ideología y
Política’” (subrayados, negritas y mayúsculas en el original).
¿Comprende el
lector? En negro sobre blanco, Aragón sostiene que no hay pruebas documentales
de la filiación marxista-leninista de José Carlos Mariátegui. Ebrio de citas,
se muestra, pues, incapaz de elevarse hasta la interpretación del pensamiento
orgánico de Mariátegui sobre la teoría del proletariado, y, por esto, se refugia
en el supuesto negado de que no hay prueba documental alguna de la filiación
del maestro en el sentido indicado. Según su estrecha óptica, si Mariátegui no
dijo en primera persona que era marxista-leninista, entonces no fue
marxista-leninista; si dijo que era “marxista convicto y confeso”, entonces
solamente fue marxista (2).
Pero, como al que
no es capaz de elevarse al nivel de la interpretación y pide pruebas
documentales, hay que darle pruebas documentales, lo remitimos al Programa del Partido, donde el propio
Mariátegui estableció, con precisión
y claridad, el marxismo-leninismo
como la base de unidad de su partido y,
por lo tanto, como lo hemos señalado arriba, como su personal filiación doctrinal. Este es el documento
histórico al que Santiago Ibarra se ha referido, pero, por lo visto, Aragón,
que pide pruebas documentales, sólo ve las que, interpretadas a capricho,
convienen a su interesado punto de vista, no obstante haber proclamado que lee
“con los dos ojos” y que busca “la verdad en los hechos”.
No es correcto,
pues, empeñarse en negar la cualidad marxista-leninista de Mariátegui,
levantando una declaración suya en primera persona que tiene su explicación en
el hecho, anotado anteriormente, de que, con la palabra marxismo, hacía
referencia a la teoría de Marx y a su desarrollo por Lenin, así como, si vemos el concepto y no la palabra, al titular Socialista a su
partido estaba definiéndolo Comunista.
(…)
Ahora puede
comprenderse que la tentativa de negar la adhesión de José Carlos Mariátegui al
marxismo-leninismo, significa poner en tela de juicio su sinceridad, su
coherencia, su integridad, pues si él mismo definió el carácter marxista-leninista del PSP, ¿cómo así pudo no ser
marxista-leninista en su doble condición de fundador y Secretario General de
dicho partido?
Sin duda, el
argumento de Aragón es tan falaz como el de García, quien recurre a un
argumento estadístico para negar el marxismo-leninismo de José Carlos
Mariátegui (5).
Notas
[2] Es un hecho
histórico que el marxismo-leninismo fue la base de unidad del PSP, pero Aragón
lo niega sin más. ¿Y cuál es su argumento? Escamoteando los términos de la
cuestión, dice que si aquello fuese cierto, entonces Mariátegui habría sido un
militante inconsecuente, pues no hacía propaganda de dicha base ideológica. Se
imagina nuestro personaje, seguramente, que el maestro hubiera tenido que
terminar sus escritos con un sonoro ¡viva el marxismo-leninismo! (“arengas de
agitador”) o extenderse en discursos generales sobre el marxismo-leninismo (“sermones
de catequista”). Es impresionante, pues, que, no obstante leer a Mariátegui
desde hace más de cuarenta años, nuestro personaje no se haya percatado de su
adhesión explícita al leninismo (Defensa
del Marxismo, Programa del Partido),
y, menos todavía, de la esencia de la
cuestión: el desarrollo del leninismo plasmado en su pensamiento.
[5] En verdad, a
este respecto –como a otros– lo que hace Aragón es seguir ciegamente a García,
quien, como se ha visto, niega el marxismo-leninismo como la verdad universal del proletariado, como la base de unidad del
PSP y como la identidad doctrinal de José Carlos Mariátegui, en
términos tan equívocos como los siguientes: “… de las tres consignas básicas
[de la Revolución de Octubre], sólo queda el Marxismo-Leninismo, pero cada vez
más limitada geográficamente a la URSS. Este término se encuentra dos veces en
la obra de JCM, y ambas indicando el método marxista, no la doctrina. Y menos
como nueva época. No es casual que su obra se llame Defensa del Marxismo, a
secas, y no, por ejemplo, Defensa del Marxismo-Leninismo”. Esta sesgada
negación del marxismo-leninismo y de la identidad doctrinal de José Carlos
Mariátegui y el PSP, demuestra que lo que hace García, a su vez, es ir tras los
talones de quienes, en el extranjero y en el país, llevan a cabo desde hace
décadas una cruzada contra el leninismo.
06.02.08.
El
Concepto Mariateguiano de Partido de Masas y de Ideas
(Fragmento)
E.I.
II
DESDE LA SEGUNDA MITAD DE LOS AÑOS
1980, Ramón García falsifica la identidad doctrinal de José Carlos Mariátegui y
del PSP a fin de hacer pasar de contrabando su “marxismo” sin leninismo y su proyecto de un partido doctrinariamente
heterogéneo.
Es decir le achaca
a Mariátegui sus propias posiciones oportunistas y liquidacionistas, y, como es
obvio, este criollo procedimiento lo pinta de cuerpo entero.
Puesto que el
carácter de clase del Partido está determinado por su doctrina, es claro que un
partido doctrinariamente heterogéneo no
es ni puede ser un partido de clase (8).
Precisamente el
proyectado partido del grupo liquidacionista es la materialización de un
“marxismo” sin leninismo en su ya
fundada instancia secreta, y, en su instancia pública por fundarse, sería la
materialización de diversas posiciones doctrinales. Esto es lo que se llama
partido-amalgama.
Esta amalgama
doctrinal explica que los promotores de semejante partido quieran titularlo
socialista (9).
Notas
[8] Precisamente es
el caso del proyecto de un partido de dos niveles. Heterogéneo en lo doctrinal,
este partido no podría reclamar para sí la condición de partido de clase: las
diversas tendencias que concurrirían en su interior, representarían los
intereses de distintas fracciones de clase y aun de distintas clases, y, por lo
tanto, no representaría homogéneamente los intereses históricos del
proletariado revolucionario. Esto es una verdad elemental. Sin embargo, en una
carta abierta dirigida a Cesar Risso y al autor de estas líneas, Manuel
Velásquez sostuvo que “La idea de realizar un seminario… tiene como objetivo…
la constitución [de un] partido de clase” (elipsis nuestras). Ciertamente este
es un clamoroso caso de demagogia, es decir, de política criolla.
[9] El nombre del
Partido no es un problema formal sino un problema de gran importancia política.
La insistencia del grupo liquidacionista en el nombre de socialista no es
casual, pues este nombre le sirve para expresar el proyecto de un partido del
variopinto socialismo en general.
12.07.13.
El
Desmonte de una Conspiración Contra José Carlos Mariátegui y el PSP
(Fragmento)
E.I.
PUES BIEN, LO SEÑALADO HASTA AQUÍ da
la pauta de la aviesa intención: mixtificar
el contenido doctrinal del Socialismo Peruano, tergiversar la verdad histórica
de su primera generación, disolver el socialismo marxista en el variopinto
socialismo en general, negar el carácter marxista-leninista del PSP.
Todo ello, sin
duda, ES UNA CONSPIRACIÓN CONTRA JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI Y SU PARTIDO.
¿Por qué contra
Mariátegui? Porque, si bien el maestro utilizó el término socialismo tanto en
su sentido elástico como en su sentido estricto de clase, cuando se refirió al
tipo de socialismo que hay que crear heroicamente en América, y,
particularmente, cuando, en la Advertencia
a los 7 Ensayos, expresó su
determinación de concurrir a la creación del Socialismo Peruano, se refirió,
como es claro, al socialismo de clase, proletario, marxista-leninista, y no al socialismo en general.
Por consiguiente,
considerar que el Socialismo Peruano comprende el variopinto mapa del
socialismo en general, es renegar el
concepto mariateguiano.
¿Por qué contra el
Partido de Mariátegui? Porque, al considerar a la antimarxista Magda Portal, a
otros antimarxistas y a ciertos no
marxistas, Aragón y García (y con ellos todos los que, por una causa u otra, se
limitan a repetir acríticamente el engaño), buscan
cuestionar el carácter de clase, marxista-leninista, del partido fundado por
Mariátegui. Con su malhadada lista, los mencionados liquidacionistas
intentan, pues, escamotear la decisión
orgánica del grupo fundador del PSP.
¿Cuál decisión? La
decisión de incorporar al Partido a unas personas, y no a otras.
Esta decisión
expresó el rechazo de los fundadores al socialismo reformista. Así se comprende
porqué algunos de los personajes que aparecen en la engañosa lista, no fueron
incorporados al PSP.
Así se comprende,
en un plano más general, porqué los socialistas reformistas que venían de las
experiencias de la revista Nuestra Época,
del Comité de Propaganda y Organización Socialistas y del diario La Razón, no fueron asimilados al partido marxista-leninista fundado el 7 de
octubre de 1928.
Así se comprende
que una cosa es la primera generación del socialismo reformista peruano y otra
cosa es la primera generación del socialismo marxista peruano.
Estos hechos
históricos prueban, pues, de un modo irrefutable, que el PSP fue un partido de
clase, y no un partido del variopinto
socialismo en general (4).
(…)
¿Por qué el
aniversario de Nuestra Época no es el aniversario del Socialismo
Peruano? Porque, el Socialismo Peruano, es tal en la medida en que es la fructificación de la verdad universal
del marxismo-leninismo en nuestra realidad concreta (5).
Como se sabe, la
asimilación de Mariátegui al marxismo data de su viaje a Europa, y,
concretamente, del período julio-diciembre de 1920. Cualquier partidario
consciente de la dialéctica sabe que esta asimilación comportó una ruptura con
su inicial socialismo a lo Araquistain.
Precisamente esta
ruptura se expresó en el artículo El
cisma del socialismo, y, por lo tanto, puede entenderse que no fue casual
que el maestro eligiese el tema de dicho artículo para, en un solo acto,
expresar su ruptura con el socialismo reformista y su adhesión al socialismo
marxista.
Asimismo, puede
entenderse que tampoco fue casual que, dos años después, al regresar al Perú
“con el propósito de trabajar por la organización de un partido de clase”, lo
primero que hizo, ante un auditorio de obreros y estudiantes, fue reiterar su
ruptura con el socialismo reformista y su adhesión al socialismo marxista (6).
Sin embargo de lo
precisado, Ramón García intenta borrar de la conciencia de los marxistas
peruanos (ya la borró de la conciencia de sus partidarios), la ruptura de
Mariátegui con el socialismo reformista, y, así, sentar una base para su
partido-amalgama.
Precisamente en la
nota titulada Por qué creación heroica,
12.08.10, el mencionado personaje evita toda referencia a dicha ruptura que,
como se sabe, marcó un hito trascendental en el proceso ideológico de
Mariátegui, y que, por sus consecuencias en la práctica, marcó un hito
igualmente trascendental en la historia del proletariado peruano (7).
Es un hecho fuera
de discusión que la Creación Heroica de
Mariátegui no hubiera sido posible sin su asimilación al marxismo-leninismo.
Del mismo modo, es un hecho igualmente indiscutible que sólo con el socialismo marxista el proletariado peruano alcanzó
conciencia de su misión histórica y de las condiciones de su realización (8).
Notas
[4] Ciertamente hay
que saber leer a Mariátegui. El editorial Aniversario
y balance (setiembre de 1928) y la fundación del Partido Socialista del
Perú (octubre del mismo año), guardan una relación intrínseca y, por esto,
esclarecedora. En el editorial, se puede leer: “En la lucha entre dos sistemas,
entre dos ideas, no se nos ocurre sentirnos espectadores ni inventar un tercer
término. La originalidad a ultranza, es una preocupación literaria y anárquica.
En nuestra bandera, inscribimos esta sola, sencilla y grande palabra:
Socialismo. (Con este lema afirmamos nuestra absoluta independencia frente a la
idea de un Partido Nacionalista, pequeño burgués y demagógico)” (Ideología y política, p.247). ¿Qué
significado tiene aquí la palabra socialismo? Para contestar esta interrogante,
hay que tener en cuenta este juicio del propio Mariátegui: “‘Nueva generación’, ‘nuevo espíritu’, ‘nueva sensibilidad’, todos
estos términos han envejecido. Lo mismo hay que decir de estos otros rótulos:
‘vanguardia’, ‘izquierda’, ‘renovación’. Fueron nuevos y buenos en su hora. Nos
hemos servido de ellos para establecer demarcaciones provisionales, por razones
contingentes de topografía y orientación. Hoy resultan ya demasiado genéricos y
anfibológicos. Bajo estos rótulos empiezan a pasar gruesos contrabandos. La
nueva generación no será efectivamente nueva sino en la medida en que sepa ser,
en fin, adulta, creadora” (ibídem,
p.248). Como se ve, lo citado da cuenta de que Mariátegui trazaba una línea
demarcatoria entre la “nueva generación”, así a secas, que, en su momento,
había representado “una nueva actitud espiritual”, y “la nueva generación”,
“adulta, creadora”, marxista-leninista, es decir, entre la primera generación
del socialismo reformista en sus diversas vertientes y la primera generación
del Socialismo Peruano. Así, pues, al declarar Mariátegui, en el número 17 de Amauta, que, “Para ser fiel a la
Revolución, le basta ser una revista socialista”, estaba señalando que su
revista se declaraba categóricamente marxista. En la nota 23 del Cap. I del
presente libro, hemos copiado la afirmación mariateguiana que prueba esta
verdad. Por lo tanto, es claro que ese proceso de definición ideológica sirvió
para deslindar, categóricamente, con
los diversos matices del socialismo reformista, y principalmente con la
tendencia aprista. Por eso, un mes después, en el Programa del Partido, Mariátegui estableció el marxismo-leninismo
como su base de unidad. Así, pues, tanto en Aniversario
y balance como en el Programa, y,
aún más, en el propio título del Partido, el término socialismo tiene el
significado de socialismo marxista-leninista, y no el de socialismo en general. Esto es una verdad elemental, y no tenemos la culpa de que, en pleno
debate ideológico, sea necesario todavía explicarla.
[5] En la carta a
Samuel Glusberg del 10 de enero de 1928, Mariátegui sostuvo: “A mi vuelta al
Perú, en 1923, en reportajes, conferencias en la Federación de Estudiantes y la
Universidad Popular, artículos, expliqué la situación europea e inicié mi trabajo de investigación de la
realidad nacional, conforme al método marxista” (Correspondencia, t.II, p.331. Cursivas nuestras). ¿Qué quiere decir
esto? Quiere decir que dicha investigación
marcó una ruptura con respecto al “trato de Mariátegui con los tópicos
nacionales” (Ideología y política,
p.16), anterior a su regreso de Europa, pues, como él mismo señaló, entonces
“carecía para enjuiciarlos de puntos de vista sistemáticos” (ibídem), es decir que, tal trato con
dichos tópicos no fue, como es obvio, “conforme al método marxista”. No
obstante esta realidad, la capacidad del maestro de buscar la verdad en los
hechos y su consecuencia con las luchas populares, lo llevó, ya en el bienio
1918-1920, a sostener ideas y posiciones correctas que, por lo tanto, aparecen
como los antecedentes de su Creación Heroica y, en algunos casos, como
asimilables a esta Creación, tal como lo hemos señalado en otro lugar. Pero,
hablando con propiedad, la Creación Heroica de Mariátegui tiene su punto de
arranque en marzo de 1921, con la escritura del artículo El cisma del socialismo, el primer escrito netamente marxista del
maestro. Así, pues, sostenemos que es importante celebrar el centenario de la
revista Nuestra Época, por la
sencilla razón de que es una excelente oportunidad para dilucidar el punto de
partida del proceso intelectual que finalmente llevó a José Carlos Mariátegui a
asumir el marxismo-leninismo como el fundamento
ideológico del Socialismo Peruano.
[6] En la primera
conferencia en la UPGP, el maestro señaló: “Una parte del socialismo se ha
afirmado en su orientación social-democrática, colaboracionista; la otra parte
ha seguido una orientación anticolaboracionista, revolucionaria. Y esta parte
del socialismo es la que, para diferenciarse netamente de la primera, ha
adoptado el nombre de comunismo”. “Aquí, como en Europa, los proletarios
tienen, pues, que dividirse no en sindicalistas y socialistas –clasificación
anacrónica– sino en colaboracionistas y anticolaboracionistas, en reformistas y
maximalistas”. “Yo participo de la opinión de los que creen que la humanidad
vive un período revolucionario. Y estoy convencido del próximo ocaso de todas
las tesis social-democráticas, de todas las tesis reformistas, de todas las
tesis evolucionistas” (Historia de la
crisis mundial, EEA, Lima, 1985, pp.21 y 22). Habría que ser muy poco
perspicaz para no darse cuenta de que, cuando Mariátegui sostiene que aquí, como en Europa, los proletarios tienen
que dividirse en reformistas y maximalistas, está diciendo que tienen que
dividirse en socialistas (reformistas) y comunistas (maximalistas). Sólo porque
entendía que en su tiempo la degeneración
del socialismo no se había producido aún en nuestro medio, y, por lo tanto, la
vieja y grande palabra conservaba todavía su grandeza, evitó el término comunismo, que, sin embargo, está
implícito como concepto en los términos anticolaboracionistas
y maximalistas. Dicho en otras
palabras, en el Perú de su tiempo Mariátegui entendió y utilizó el término
socialismo como sinónimo del término comunismo, sinonimia que, en la Europa de
ese tiempo, había perdido vigencia, pues allí la degeneración del socialismo
había impuesto, después de la guerra,
designaciones específicas. En consecuencia, en relación a esta realidad, en
el Perú de los años veinte el término
socialista como título del Partido apareció también como una designación
específica.
[7] En dicha nota,
García se salta a la garrocha del año 1919 hasta el año 1923, es decir, elude
completamente la estadía de Mariátegui en Europa, o sea, omite el período
durante el cual el maestro se asimiló al marxismo. Esta deliberada omisión
basta como prueba de la torcida intención de su autor.
[8] Lo mismo como
conciencia real que como conciencia
posible.
01.09.12.
Contribución
a la Teoría de las Generaciones del Socialismo Peruano
(Fragmento)
E.I.
La mistificación de las generaciones del Socialismo
Peruano
CON SU DEFINICIÓN DE LA PRIMERA generación
del Socialismo Peruano, Mariátegui subrayó la independencia de la primera
generación del socialismo marxista con respecto a la primera generación del
socialismo reformista. Lo subrayó expresamente
y, además, basta saber leer la praxis mariateguiana, para entender que también
lo subrayó, como lo hemos indicado arriba, con el establecimiento del
marxismo-leninismo como la base de unidad del PSP.
Pero ocurre que
Miguel Aragón, Ramón García, etcétera, amalgaman ambas generaciones, y las
amalgaman porque no parten de lo ideológico-político sino de la intención de
borrar toda demarcación entre el socialismo marxista y el socialismo
reformista.
De tal forma sus generaciones resultan siendo
generaciones del variopinto socialismo en general, y no, concretamente, del socialismo marxista. Y, así, diluyen este
socialismo en el mapa del socialismo en general, y, por lo tanto, liquidan su
independencia ideológica y política.
Por otro lado, es un hecho que García ha
levantado el concepto de generación para silenciar el concepto de lucha entre
dos líneas (43). De esta forma escamotea la esencia del proceso interno
del Socialismo Peruano: la lucha del marxismo-leninismo contra el
oportunismo y el revisionismo.
Así, pues, en el examen del proceso del Socialismo Peruano, García prioriza el fenómeno sobre la esencia, lo descriptivo sobre lo analítico,
lo cuantitativo sobre lo cualitativo, lo cronológico sobre lo
ideológico-político.
El resultado de ello es que 1) niega el concepto mariateguiano de
generación del Socialismo Peruano; 2) silencia el carácter de clase del PSP; 3)
intenta reemplazar el Socialismo Peruano de Mariátegui por su propio
“socialismo peruano”; 5) pretende sentar una base para un partido del
variopinto socialismo en general.
La presencia de Magda Portal, Ciro Alegría, Luis Valcárcel, Pedro Zulen,
Dora Mayer y Castro Pozo en el listado de la “Primera Generación 1920-1945”,
dizque del Socialismo Peruano, preparado por Aragón y publicitado por García en
un libro suyo, es prueba irrefutable de nuestro aserto (44).
Dicho listado da, pues, la pauta de lo que pueden ser los listados de las
generaciones posteriores, una vez que Aragón se anime a completarlas.
Conclusión
Tiene razón el marxista italiano Antonio Melis cuando, en el artículo Clase, generación y pueblo en el pensamiento
de José Carlos Mariátegui, señala: “[El
mito de la nueva generación] pertenece a la obra Defensa del Marxismo, escrita para refutar el célebre panfleto de
Henri de Man Au-delà du marxisme… Se
trata de una significativa denuncia de las coartadas generacionales, que
pertenece a un momento histórico preciso de la polémica marxista, pero que no
me parece excesivo y forzado considerar de discreta actualidad en el momento en
que se advierte la tendencia, a falta de otros méritos, a presentar la partida
de nacimiento como testimonio de fe revolucionaria. Contra todo alarde juvenil,
de exaltación indiscriminada y a menudo instrumental de los nuevos alistamientos,
el autor afirma la prioridad de la opción clasista, que destruye las frágiles
unidades registrales y separa, frente a las elecciones calificadoras, “la paja
del grano”, según el propósito de Amauta” (45).
A la coartada de García y sus repetidores de presentar, en cierto marco,
la partida de nacimiento como testimonio de pertenencia al Socialismo Peruano,
le oponemos la pertinencia del criterio de clase, que separa la paja del grano,
el socialismo reformista del socialismo marxista, el marxismo a secas del
marxismo-leninismo, el oportunismo y el revisionismo de la doctrina de Marx,
Engels, Lenin, Stalin, Mao.
Notas
[43] Prueba nuestro aserto el hecho de que desde hace más de dos
décadas ha desaparecido de su literatura el concepto de lucha entre dos líneas.
Lo prueba también su intención de tomar el centenario de la revista Nuestra Época como el centenario del
Socialismo Peruano, siendo que el centenario de dicha revista es una cosa y
otra cosa es el centenario del Socialismo Peruano, es decir, del
Marxismo-Leninismo Peruano.
[44] Adónde va el Perú,
Editorial Perú Integral, Lima, 2001, p.61. Un análisis detallado de la
impertinencia oportunista de considerar a Magda Portal como representante de la
primera generación del Socialismo Peruano, se encuentra en el libro inédito El partido de masas y de ideas de José Carlos Mariátegui, así
como un análisis igualmente detallado de los otros casos se encuentra en el
libro La creación heroica de Mariátegui y
el socialismo peruano. Planteamiento
de la cuestión, también inédito. Por lo
demás, cabe subrayar en estas líneas que el concepto de generación que maneja
el grupo revisionista es una verdadera camisa de fuerza. Es decir, es un concepto meramente
cronológico, que, utilizado como es utilizado, le sirve a dicho grupo para
escamotear la esencia ideológico-política del proceso interno del Socialismo
Peruano.
[45] Leyendo Mariátegui
1967-1998, Empresa Editora Amauta, Lima, 1999, p.280.
10.03.13.
Notas
Sobre la Creación Heroica de
Mariátegui
II
(En
el 90 Aniversario de la Creación Heroica de Mariátegui)
(Fragmento)
E.I.
POR CONSIGUIENTE, SI EL TÉRMINO Creación Heroica designa el producto,
teórico y práctico, de la aplicación vívida del marxismo, el término derivado
Creación Heroica de Mariátegui designa el Pensamiento Marxista de Mariátegui,
en su doble cualidad de reflejo y objetivación.
Este es el
significado especial, de clase, que tiene el término Creación Heroica, de
usanza entre los marxistas peruanos, así
como el término derivado Creación
Heroica de Mariátegui, utilizado para designar el producto de la aplicación del
marxismo a nuestra realidad concreta.
En la Advertencia a los 7 Ensayos, Mariátegui escribió: “Tengo una declarada y enérgica
ambición: la de concurrir a la creación del socialismo peruano” (1). Por cuanto
aquí la palabra socialismo está utilizada con el mismo significado especial, de clase, que en Aniversario y balance, la cita prueba, igual que la anterior, que
los términos Creación Heroica de Mariátegui y Socialismo Peruano tienen el
mismo contenido ideológico, sencillamente porque el Socialismo Peruano no sería
tal si no es Creación Heroica, es decir, si no es aplicación vívida del
marxismo.
Pero así como en
estos dos casos ejemplares Mariátegui utilizó el término socialismo en su
acepción especial de clase, en otras ocasiones lo utilizó en su acepción más
dilatada. Así procedió, verbigracia, en la conocida nota Del autor: “La orientación socialista de Mariátegui tiene su punto
de arranque en la publicación a mediados de 1918 de la revista “Nuestra Epoca”,
influida por la “España” de Araquistain…” (2).
Por lo tanto, el
lector está obligado a identificar en la literatura mariateguiana en qué
sentido está utilizado en cada caso el término socialismo. De otro modo
correría el riesgo de absolutizar una de las dos acepciones, con las
previsibles consecuencias del caso.
De otro lado, en la
misma nota aparece esta esclarecedora afirmación: “… en Europa [Mariátegui] se
ocupó de estudios de política, economía, sociología, filosofía, etc. De su viaje data su asimilación al marxismo”
(3), de manera que, al leer lo citado en el parágrafo anterior, el lector está
ya informado de que esta asimilación constituyó una ruptura con el socialismo
reformista. El reconocimiento de esta ruptura es de especial importancia en la
comprensión de la relación entre el inicial
socialismo no marxista de Mariátegui
y su definitivo socialismo marxista,
y no reconocerla equivale a creer que la diferencia entre uno y otro socialismo
es únicamente de grado.
(…)
III
El orientamiento socialista de
Mariátegui puede ser dividido en dos grandes etapas: una primera, no marxista, y una segunda, marxista. La
primera va de junio de 1918 al primer semestre de 1920. Es la etapa del Mariátegui socialista a lo Araquistain. Es la etapa
de la revista Nuestra Época, del Comité de Propaganda y Organización
Socialistas, del diario La Razón,
de la partida de Mariátegui a Europa en octubre de 1919 y de las primeras
estaciones de su trayectoria en este continente. La segunda va del segundo
semestre de 1920 al 16 de
abril de 1930. Es la etapa del Mariátegui
marxista. Es la etapa de su artículo El
cisma del socialismo, de la “célula de Génova”, de su participación en el
Congreso de Livorno, de su activismo en el Partido Comunista Italiano, de su
regreso al Perú para fundar “un partido de clase”, de sus conferencias en la
UPGP, de la revista Amauta y el
periódico Labor, de sus libros 7 Ensayos, Defensa del marxismo, Ideología
y Política y El alma matinal y otras
estaciones del hombre de hoy, de
la fundación del Partido Socialista del Perú y la Confederación General de
Trabajadores, de sus tesis presentadas al Congreso Sindical de Montevideo de
mayo de 1929 y a la Primera Conferencia Comunista Latinoamericana de Buenos
Aires de junio del mismo año, de su moción de afiliación a la Tercera
Internacional, etcétera, etcétera. Esta
creación marxista, teórica y práctica, es la Creación Heroica de Mariátegui (9).
El análisis de la
relación entre estas dos etapas del proceso ideológico de Mariátegui no puede
hacerse sino desde la perspectiva de su definitiva etapa marxista. ¿Por qué el
maestro, contrariamente a otros, supo romper con su inicial socialismo
reformista y asimilarse al marxismo? ¿Por qué sobre esta base alcanzó a
concretar una aplicación vívida del marxismo, su Creación Heroica? La revista Nuestra Época, el Comité de Propaganda y
el diario La Razón son otras tantas
estaciones del socialismo a lo Araquistain de Mariátegui, pero, en conjunto,
constituyen una etapa que fue superada por medio de una ruptura. Por lo tanto,
esta etapa –inicial, transitoria, efímera– tiene una importancia relativa,
pues su examen permite esclarecer: 1) los elementos componentes de las
estaciones que se sucedieron hasta el momento en que el maestro se asimiló a la
doctrina de Marx; 2) las cualidades morales e intelectuales que le permitieron
dar este trascendental salto.
Mariátegui tuvo una
posición especial en el socialismo reformista. Con César Falcón, Humberto del
Aguila, Fausto Posada y otros activistas, constituyó el ala izquierda de ese
socialismo, y desde ella combatió el colaboracionismo de algunos personajes.
Esta constatación no tiene una importancia menor en la trayectoria del maestro.
El socialismo
reformista de los años diez y veinte del siglo pasado ha tenido una
continuidad, es decir, tiene una historia. El Partido Socialista de Castillo y
el Partido Socialista Revolucionario de los años setenta, continuaron, con
distintos matices, ese socialismo, del mismo modo que, reclamos aparte, hoy por
hoy lo continúan el PCP-Unidad, el Partido Socialista Peruano y algunas otras
tendencias. Pues bien, la revista Nuestra
Época, el Comité de Propaganda y el diario La Razón, son, por razones obvias, parte de esa historia (10).
Pero ocurre que,
como es de conocimiento general, Mariátegui rompió con el socialismo reformista
en la segunda mitad de 1920 y, con su artículo El cisma del socialismo de marzo del año siguiente, dio inicio a
otra historia: A LA HISTORIA DEL SOCIALISMO PROLETARIO, DE CLASE,
MARXISTA-LENINISTA.
Este socialismo es
la Creación Heroica de Mariátegui, es decir el Socialismo Peruano propiamente
dicho (11), cuya concreción marcó un
antes y un después en el proceso ideológico y político del proletariado
nacional.
Lealmente autocrítico,
Mariátegui hizo en su momento la crítica de su socialismo a lo Araquistain, por
ejemplo cuando en 1929 se refirió al Comité de Propaganda: “El grupo tiende a
asimilarse a todos los elementos capaces de reclamarse del socialismo, sin
exceptuar aquellos que provienen del radicalismo gonzales-pradista y se
conservan fuera de los partidos políticos” (12). En consecuencia, ya nada más
por esta observación crítica (13), Mariátegui no cabe en una visión del
Socialismo Peruano indiferente a la trascendencia sin parangón de su ruptura
con el socialismo reformista; indiferente al hecho de que sólo con su Creación Heroica el Socialismo en el Perú alcanzó la condición de Socialismo
Peruano; indiferente al carácter especial, de clase, marxista-leninista,
del Socialismo Peruano, el cual, como es indiscutible, desde el principio transformó radicalmente el objetivo de la lucha de
clase del proletariado.
Es posible que
subrayar el socialismo a lo Araquistain de la revista Nuestra Época, del Comité de Propaganda y del diario La Razón, resulte un escándalo para
algunos, pero sólo porque su visión de la trayectoria de Mariátegui no
distingue entre socialismo no
marxista y socialismo marxista, o, para decirlo de otro modo, porque diluyen el
socialismo marxista en el socialismo en general. El solo hecho de pretender
pasar el centenario del socialismo no
marxista por el centenario del Socialismo Peruano, prueba la verdad de nuestro
aserto.
Hay, pues, quienes
ven la continuidad en la trayectoria ideológica y política de Mariátegui
(emoción social, ética, actitud de servir al proletariado, consecuencia con las
luchas de las clases trabajadoras, capacidad de encontrar la verdad en los
hechos), pero no son capaces de captar la discontinuidad que hay en la misma
(ruptura con el socialismo a lo Araquistain y adhesión al marxismo), o, en todo
caso, no son capaces de captar el hecho de que lo verdaderamente trascendental en la vida de Mariátegui no fue su
inicial y transitorio socialismo no marxista, sino su definitivo socialismo
marxista, su Creación Heroica, su Socialismo Peruano, el cual, por ser tal,
abrió por primera vez en nuestra historia la posibilidad real de la lucha por
el poder. No porque Mariátegui desempeñara un papel de primer orden en la
revista, el comité y el diario mencionados arriba, el socialismo a lo
Araquistain que caracterizó a estas experiencias, deja de ser socialismo no
marxista. Pero también, no porque su inicial socialismo fuera lo que fue, su
Creación Heroica no va a tener la trascendencia que tiene.
IV
Pues bien. No obstante estar claro
para cualquier lector atento, objetivo, honrado, que los términos Socialismo
Peruano y Creación Heroica tienen, tanto en Aniversario
y balance como en la Advertencia a
los 7 Ensayos, un significado
específico, de clase, precisamente marxista, Ramón García embrolla las cosas
pretendiendo que en 2018 se cumple el “centenario del socialismo peruano”, lo
cual, como ha quedado sentado, significa diluir el Socialismo Peruano (así con
mayúsculas por proletario) en el socialismo peruano en la acepción más dilatada
del término (así con minúsculas por la oportunista tendenciosidad que
encierra).
El Socialismo
Peruano tiene su punto de partida en marzo de 1921 y, como es obvio, cumplirá
su Centenario en marzo de 1921. De manera que pretender celebrar este
Centenario en 2018, es tomar como coartada el aniversario de la revista Nuestra Época, a fin de celebrar el centenario del socialismo reformista. (14).
El socialismo
reformista no fue Creación Heroica, en el sentido mariateguiano del término. El
propio maestro señaló: “En ambos números [de la revista Nuestra Época], se esboza una tendencia fuertemente influenciada
por España, la revista de
Araquistain, que un año más tarde reapareció en La Razón…” (15). Baste comentar que si alguien se ha aderezado su
propio concepto de creación heroica, puede utilizarlo para definir este
socialismo a lo Araquistain, pero, desde luego, no puede apelar a Mariátegui
para fundamentar su desaguisado.
Datar el nacimiento
de la Creación Heroica de Mariátegui, es decir del Socialismo Peruano, el 7 de
octubre de 1928, es una falsificación de su
VERDAD HISTÓRICA. Pero datarla el 22 de junio de 1918, a más de una
falsificación de esta verdad, es una falsificación de su VERDAD IDEOLÓGICA. En otras palabras, es una negación, mal encubierta,
del concepto mariateguiano de Creación Heroica y una negación, también mal
encubierta, del derivado concepto de Creación Heroica de Mariátegui. Esta doble
negación es, pues, un hecho sumamente grave y extraordinariamente peligroso,
pero, en el grupo de Ramón García, nadie ha sido capaz de asumir una actitud
crítica frente a la misma. Esta penosa realidad da cuenta de cómo están las
cosas en sus filas.
La doble negación
que comete Ramón García es absolutamente inadmisible para cualquier marxista e,
incluso, para cualquier persona suficientemente informada. Pero, por lo visto,
hay quienes la han asumido sin ningún problema, irreflexivamente, sin chistar,
seguramente porque ella aparece más acorde, en primer lugar, con la dilución en
sus espíritus del clasismo proletario, y, en segundo lugar, con el proyecto de
un partido de “dos niveles”, es decir, de un partido a lo Portocarrero-Pesce,
de un partido de “todos los elementos capaces de reclamarse del socialismo, sin
exceptuar” a los elementos de los diversos matices del oportunismo y el
revisionismo que activan en nuestro medio.
La negación del
concepto mariateguiano de Creación Heroica y del derivado concepto de Creación
Heroica de Mariátegui, se corresponde, pues, con el proyecto de un partido doctrinariamente
heterogéneo, contrario por principio al
Partido de clase de Mariátegui. Este es el fondo de la
cuestión. Esta es la trastienda que encierra la intención de celebrar el
centenario del socialismo reformista como si se tratase del Socialismo Peruano
(16).
Esta trastienda es
parte de la torpe y oportunista campaña que desenvuelven desde hace años Ramón
García y sus repetidores POR NEGAR LA FILIACIÓN MARXISTA-LENINISTA DE
MARIÁTEGUI Y EL PSP.
Pero, por supuesto,
se entiende que el grupo revisionista quiera celebrar el centenario del
socialismo reformista y no el
centenario del socialismo proletario. Por algo es un grupo revisionista.
Por cuanto el
Centenario del Socialismo Proletario, es decir de la Creación Heroica de
Mariátegui, o sea del Socialismo Peruano, se cumplirá en 2021, podemos afirmar,
lealmente, que los marxistas sabremos celebrarlo con la dignidad propia de tan
importante acontecimiento (17).
V
Como el seguidismo, y aun el
servilismo, no es un absoluto en ninguna parte, Manuel Velásquez ha guardado
distancia con respecto a la falsificación que comete Ramón García del punto de
arranque del Socialismo Peruano, pero sólo para defender la falsa idea de que
su fecha de nacimiento es el 7 de octubre de 1928, es decir, sólo para defender
esta falsificación contra la otra falsificación. Esta penosa realidad da cuenta
de cómo están las cosas en el grupo revisionista (18).
El concepto
mariateguiano de Creación Heroica designa el producto, teórico y práctico, de
la aplicación vívida del marxismo a las condiciones concretas de América, y,
por lo tanto, a las particulares del Perú. Todo
marxista tiene la obligación, política y ética a la vez, de respetar
escrupulosamente esta verdad sustentada por Mariátegui.
El concepto
marxista de Creación Heroica de Mariátegui designa el producto original de
dicha aplicación. Por lo tanto, todo
marxista tiene también la obligación, política y ética a la vez, de respetar
escrupulosamente esta verdad establecida sobre la base de lo sustentado por
Mariátegui.
En marzo de 1921
Mariátegui escribió el primer artículo que expresó netamente su identidad
marxista, marcando así el principio de su Creación Heroica, y, por lo tanto,
este mes ella cumple su 90 Aniversario. Igualmente, todo marxista tiene la obligación, política y ética a la vez, de
respetar escrupulosamente esta Verdad Histórica.
Defender el
concepto mariateguiano de Creación Heroica; defender el carácter de clase de
los conceptos de Creación Heroica de Mariátegui y de Socialismo Peruano;
defender la verdad de la historia de este Socialismo. He aquí un deber de todo
marxista consecuente y honrado.
Notas
[1]
P.12.
[2]
T.13, p.17.
[3]
Ibídem, p.16. Cursivas
nuestras.
[9] Esta verdad no impide reconocer
que en su estación pre-marxista Mariátegui tuviera juicios dignos de atención y
hasta de asimilación. La capacidad de encontrar la verdad en los hechos no es
exclusiva de los marxistas ni mucho menos. Pero borrar toda diferencia entre el
Mariátegui socialista a lo Araquistain y el Mariátegui marxista-leninista,
comporta, de hecho, una posición oportunista.
[10] Pero, al mismo tiempo, la
revista, el organismo y el diario mencionados son parte de la biografía
intelectual de Mariátegui, o, más exactamente, de su personal proceso
ideológico. La ruptura del maestro con el socialismo reformista significó el
punto de partida del socialismo marxista, y se entiende que, a partir de este
momento, el proceso del socialismo marxista es ajeno al proceso que siguió el
socialismo reformista. En otras palabras, a partir de la primera manifestación
literaria de la asimilación de Mariátegui al marxismo, el socialismo reformista
y el socialismo marxista se presentaron como caminos paralelos. Por eso
meterlos en un mismo saco utilizando a Mariátegui como coartada, constituye una
actitud confusionista. En conclusión, examinar el período de socialismo a lo
Araquistain de Mariátegui tiene sentido solo desde la óptica de su definitivo
socialismo marxista, es decir solo si sirve para explicar su capacidad de
ascensión ideológica que lo llevó a romper con su primer socialismo y asumir el
socialismo de Marx y Engels; solo si sirve para explicar que el resultado
práctico de esa ruptura y de esta asunción fue la transformación del
proletariado peruano de clase en sí en clase para sí; solo si sirve para
reconocer que la fundación del PSP, producto organizativo mayor de la
asimilación de Mariátegui al marxismo-leninismo, constituye el punto de partida
de la revolución peruana. Sin esta perspectiva, la celebración del Centenario
de la revista Nuestra Epoca
aparecería únicamente como la celebración del socialismo reformista, que es
precisamente lo que hace el grupo revisionista.
[11] En su expresión primera,
fundacional, basal, se sobreentiende. Como se sobreentiende que esta expresión
está vigente en el proceso revolucionario de nuestro pueblo.
[12] T.13, p.99.
[13] Esta observación crítica, que
puede constatarse en más de una afirmación mariateguiana, tiene algunas veces,
como en la anotada, una connotación autocrítica.
[14] Es necesario no confundir dos
cosas: el centenario de la revista Nuestra
Época y el centenario del Socialismo Peruano. Puesto que, como se ha visto,
Nuestra Época fue una revista fuertemente influenciada por el
socialismo a lo Araquistain, su centenario coincide con el centenario del
socialismo reformista. Pues bien, el socialismo proletario, es decir el
Socialismo Peruano, tiene como punto de partida el artículo de Mariátegui El cisma del socialismo, escrito en marzo de 1921. En consecuencia, utilizar
como coartada la revista Nuestra Época
para pretender que el centenario del Socialismo Peruano se cumple en 2018, es
escamotear el hecho histórico de la ruptura de Mariátegui con el socialismo
reformista y su asunción del socialismo marxista. Nuestra Época fue la estación inicial del socialismo de Mariátegui,
hablando en general. En el proceso
ideológico del maestro, esta estación tiene su importancia, sin duda, en el
sentido ya expuesto en el presente artículo, y, por lo tanto, los marxistas
pueden y deben conmemorar su centenario, pero sin pretender pasarlo como el
Centenario del Socialismo Peruano. Confundir intencionalmente el aniversario de
Nuestra Época con el aniversario del
Socialismo Peruano, es maniobra que les sirve a Ramón García y sus repetidores
para intentar un partido del variopinto socialismo en general (cosa que
disimulan tras el término socialismo peruano), es decir un partido-amalgama.
Esta es la trastienda de su tergiversación del término socialismo peruano, de
su intento de pasar el centenario del socialismo reformista por el Centenario
del Socialismo Peruano.
[15] 7 Ensayos, p.254, nota a pie de página. Puesto que el concepto
mariateguiano de Creación Heroica tiene dos elementos: el marxismo y la
realidad americana (y específicamente la realidad peruana), es claro que la
producción literaria del maestro, anterior a su asimilación al marxismo, no es
Creación Heroica, no obstante lo correcta que puede ser en algunos casos. Ser “nacionalista” por el género de los
estudios, no significaba serlo también por la posición ideológica, esto es, por
la aplicación creadora del marxismo a las condiciones particulares de nuestra
realidad. Mariátegui era consciente de esta verdad. En la hoja de vida Del autor, señaló honradamente: “El
trato de Mariátegui con los tópicos nacionales no es, como algunos creen,
posterior a su regreso a Europa. Es evidente que en Europa se ocupó
particularmente en estudios de política, economía, sociología, filosofía, etc.
De su viaje data su asimilación al marxismo. Pero no hay que olvidar que a los
14 ó 15 años empezó a trabajar en el periodismo y que, por consiguiente, a
partir de esa edad tuvo contacto con los acontecimientos y cosas del Perú, aunque carecía, para enjuiciarlos, de puntos
de vista sistemáticos” (t.13, p.16. Cursivas nuestras). Es claro que, con
eso “de puntos de vista sistemáticos”, el maestro aludió al método marxista.
Por eso, en carta del 10 de enero de 1928 a su amigo Samuel Glusberg, precisó:
“A mi vuelta al Perú, en 1923, en reportajes, conferencias en la Federación de
Estudiantes, en la Universidad Popular, artículos, etc., expliqué la situación
europea e inicié mi trabajo de investigación de la realidad nacional, conforme
al método marxista” (Correspondencia, t.II, p.331).
[16] El hecho de que García y su
grupo apelen a la obra de Mariátegui no desmiente en absoluto nuestra
afirmación.
[17] La celebración del Centenario
del Socialismo Peruano en 2021 debe examinar el proceso doctrinal de Mariátegui
desde la experiencia de la revista Nuestra
Época, e incluso desde antes, pues de hecho la primera estación en el
orientamiento socialista de Mariátegui, en el sentido general de la expresión,
data de poco antes de junio de 1918. Pero, naturalmente, este examen no debe
confundir el socialismo pre-marxista del maestro con su posterior y definitivo
socialismo marxista, y, por lo tanto, sin pasar dicho socialismo pre-marxista
como punto de partida del Socialismo Peruano, término que encierra un concepto
muy concreto establecido por el propio Mariátegui: aplicación vívida del marxismo
a nuestra realidad concreta.
[18] Mostrando la precariedad de su
independencia de criterio, finalmente Velásquez se rindió ante las falacias de
García. De esta forma todo lo que ha hecho es cambiar moco por baba.
10.03.11.
Mariátegui
y la Base de Unidad del Partido
(Fragmento)
E.I.
SÍ, LA ADHESIÓN DEL PSP al
marxismo-leninismo presenta dos aspectos concomitantes: el reconocimiento del desarrollo de la teoría proletaria (“El
marxismo-leninismo es el método revolucionario de la etapa del imperialismo y
de los monopolios”), y la obligatoriedad
de este reconocimiento (“El Partido Socialista del Perú lo adopta como su
método de lucha”).
Por lo tanto, no se
trata de un reconocimiento y una adhesión particulares, individuales,
privativos, sino colectivos, orgánicos, partidarios.
08.02.2008.
Nota
64 del Artículo El Partido de Masas y de
Ideas de José Carlos Mariátegui
E.I.
ESTAS CURSIVAS
ENFATIZAN que la adhesión al marxismo-leninismo fue una realidad en todas las
instancias orgánicas del PSP. Esto es una prueba más de que Mariátegui no
concibió su partido como un partido de “dos niveles”. Sin embargo, contra esta
realidad, en el libro La organización del
proletariado, García escribió que “… todos estuvieron de acuerdo en
constituir, dentro de la organización, los grupos secretos que velarían por el
carácter bolchevique del Partido” (Ediciones Bandera Roja, Lima, 1967, p.197).
Es evidente, por lo tanto, que todo lo que hace ahora el mencionado personaje, es
darle continuidad a su falsificación de la verdad histórica del PSP. Pero
sus antojadizas y torpes especulaciones
se han venido abajo con la demostración de que el PSP fue un partido
doctrinariamente homogéneo. Es un hecho iluminador que, a Mariátegui,
observador zahorí, no se le pasara la lección del fracaso de algunas tentativas
de formar un partido de dos niveles, como se había intentado en su tiempo en
Panamá, Bolivia, Ecuador, Brasil y Colombia.
No obstante las esclarecedoras afirmaciones de Mariátegui, citadas en el
presente trabajo, desde hace años García y sus repetidores desenvuelven una
campaña que tiene el doble objetivo de negar
la verdad universal del marxismo-leninismo y el marxismo-leninismo de
Mariátegui y el PSP. Así por ejemplo, Gustavo Pérez, operador furibundo de
dicha campaña, en el artículo La
formación socialista revolucionaria italiana de Mariátegui y la ortodoxia
socialista rusa, intenta negar el marxismo-leninismo sosteniendo, de
entrada, que “Es una constatación práctica, que Mariátegui no se autodenominó
‘marxista-leninista’ y se declaró simplemente ‘Marxista convicto y confeso’…,
que tituló solo ‘Defensa del marxismo’ a uno de sus mas (sic) importantes
libros, escrito precisamente en defensa del marxismo revolucionario, y que solo
hiciese dos (o 3) alusiones al ‘marxismo-leninismo’ en toda su obra, entre
ellas las que figuran en el Programa del Partido Socialista del Perú, que el
(sic) constituyese”. De este modo establece la premisa que pone en evidencia la
intención con la cual, al final del artículo, cita la siguiente afirmación de
Mariátegui: "Lenin no es un ideólogo sino un realizador. El ideólogo, el
creador de una doctrina carece, generalmente, de sagacidad, de perspicacia y de
elasticidad para realizarla. Toda doctrina tiene, por eso sus teóricos y sus políticos.
Lenin es un político: no es un teórico". Pues bien, quienquiera que lea
esta cita movido por la pasión de captar la verdad, tiene que darse cuenta de
que los términos ideólogo y teórico no aparecen allí en su acepción
habitual, sino en un sentido especial: designando a quien es “creador de una
doctrina”. Así, en el contexto verbal dado, Marx es, obviamente, el ideólogo
(“el creador de una doctrina”), y, como consecuencia, Lenin es, también
obviamente, el político (el realizador de la doctrina de Marx). La afirmación
mariateguiana encierra, pues, una verdad elemental: Marx fue el creador de la
doctrina comunista, mientras Lenin fue un realizador de la misma. Pero, ¿acaso
Marx no fue también, al mismo tiempo, un político, en el sentido habitual de la
palabra? Y, ¿acaso Lenin no fue también, al mismo tiempo, un teórico,
igualmente en el sentido habitual de la palabra? Entonces, la comprensión
objetiva, correcta, honrada de la afirmación mariateguiana, no niega ni puede
negar que, en el marco del sentido habitual de los términos teórico y político,
Marx aparezca también como político y Lenin aparezca también como teórico.
Obras del valor de Materialismo y
empiriocriticismo, Cuadernos filosóficos, El imperialismo, fase superior del
capitalismo, ¿Qué Hacer?, Un paso adelante, dos pasos atrás, Dos tácticas de la
socialdemocracia en la revolución democrática, El estado y la revolución,
entre otras, prueban que Lenin desarrolló el marxismo, precisamente realizando la doctrina de Marx. Esto es, asimismo, una
verdad elemental. Ahora bien, la utilización dolosa que hace Pérez de la
afirmación mariateguiana, está enderezada a silenciar el hecho de que, en el Programa del Partido, el maestro definió
la identidad doctrinal del PSP y, por lo
tanto, la suya propia. Esta definición aparece, pues, como es notorio, no
en un artículo, donde, por lo general, Mariátegui evitaba la jerga partidaria, sino en un documento fundamental del Partido Socialista del Perú, donde, como
es lógico, no le era posible ahorrarse un lenguaje doctrinalmente exacto. Esto
es una constatación práctica. Así, pues, el silenciamiento que pretende Pérez
tiene por destino manifiesto negar que el leninismo es “la nueva etapa
marxista”, es decir, que “El marxismo-leninismo es el método revolucionario de
la etapa del imperialismo y de los monopolios” (Mariátegui). La utilización
dolosa de la cita del maestro es, por cierto, un caso –entre otros– en que la
tergiversación de una afirmación suya es enderezada a negar otra afirmación
suya también. Es el truco de utilizar a Mariátegui contra Mariátegui. Es el
truco de parapetarse detrás de su autoridad. Es el truco de utilizarlo como
coartada. El padre de este truco es Ramón García, quien, utilizándolo sin
ningún escrúpulo, ha impuesto en su grupo la negación de la identidad
marxista-leninista de Mariátegui y el PSP. Esta negación (derivada de la
negación del marxismo-leninismo) es un intento por sentar una base para un
partido-amalgama. Ciertamente la actitud de García es de una clamorosa
deshonestidad intelectual: achaca a
Mariátegui sus propias posiciones revisionistas; intenta macular al maestro con
tales posiciones; no tiene el valor elemental de plantearlas a nombre propio;
no tiene el coraje de sostener, desde su posición revisionista, que Mariátegui
se equivocó al adherir al marxismo-leninismo y al establecerlo como base de
unidad del PSP. Respecto a estas cuestiones, en más de dos décadas García
no ha hecho más que esgrimir falacias. Contra la feroz y torpe campaña
antileninista y antimariateguiana del grupo liquidacionista, SE ALZA EL
MARXISMO-LENINISMO DE MARIÁTEGUI Y EL PSP COMO UNA MONTAÑA INELUDIBLE.
16.05.2008.
Nota
1 del Artículo Mariátegui y la Base de
Unidad del Partido
E.I.
COMENTANDO EL PUNTO 4 del Programa del Partido, García ha escrito:
“… es necesario precisar términos como… período, etapa, estadio… pues tienen connotación diferente” (Las cinco caídas de yo el supremo.
Elipsis y cursivas nuestras). Es notorio que, con esta afirmación, el
comentador escamotea la connotación
unívoca con que Mariátegui utilizó los referidos términos en el mencionado
documento, donde, sin excepción, aparecen designando lo que, en la literatura
marxista, se conoce como la época del imperialismo y de la revolución
proletaria. La univocidad concreta de
los tres términos es, pues, un hecho, pero, con su equívoca afirmación (con su
apelación al sentido de cada palabra fuera de contexto), García niega dicha
univocidad a fin de hacer potable su negación del contenido de nuestra época y
del marxismo-leninismo como el marxismo de nuestra época. Así, pues, García
pretende que, con las frases “estadio
imperialista”, “en este período” y “etapa del imperialismo y de los monopolios”, Mariátegui dijo cosas
distintas. Con la frase “estadio imperialista” Mariátegui dijo exactamente lo
mismo que dijo con la frase “etapa del imperialismo y de los monopolios” y con
la frase “en este período” se refirió a lo que había indicado con las frases
anteriormente citadas.
El
Desmonte de una Conspiración Contra José Carlos Mariátegui y el PSP
(Fragmento)
E.I.
DESCE LUEGO, EL PUNTO DE ARRANQUE
del socialismo de Mariátegui, en el
sentido general del término, es
la revista Nuestra Época,
“fuertemente influenciada por España,
la revista de Araquistain”, como el propio maestro puntualizó con ejemplar
honestidad en la hoja de vida Del Autor.
Por eso, si de la orientación socialista en general de Mariátegui se trata,
puede y debe celebrarse el aniversario de Nuestra
Época, pero sin confundirlo con el aniversario del Socialismo Peruano.
Hacer pasar el aniversario de Nuestra
Época por el aniversario del Socialismo Peruano, es utilizar a Mariátegui como coartada a fin de diluir el socialismo
marxista en el variopinto socialismo en general.
¿Por qué el
aniversario de Nuestra Época no es el aniversario del Socialismo
Peruano? Porque, el Socialismo Peruano, es tal en la medida en que es la fructificación de la verdad universal
del marxismo-leninismo en nuestra realidad concreta (5).
Como se sabe, la
asimilación de Mariátegui al marxismo data de su viaje a Europa, y,
concretamente, del período julio-diciembre de 1920. Cualquier partidario
consciente de la dialéctica sabe que esta asimilación comportó una ruptura con
su inicial socialismo a lo Araquistain.
Notas
[5] En la carta a
Samuel Glusberg del 10 de enero de 1928, Mariátegui sostuvo: “A mi vuelta al
Perú, en 1923, en reportajes, conferencias en la Federación de Estudiantes y la
Universidad Popular, artículos, expliqué la situación europea e inicié mi trabajo de investigación de la
realidad nacional, conforme al método marxista” (Correspondencia, t.II, p.331. Cursivas nuestras). ¿Qué quiere decir
esto? Quiere decir que dicha investigación
marcó una ruptura con respecto al “trato de Mariátegui con los tópicos
nacionales” (Ideología y política,
p.16), anterior a su regreso de Europa, pues, como él mismo señaló, entonces
“carecía para enjuiciarlos de puntos de vista sistemáticos” (ibídem), es decir que, tal trato con
dichos tópicos no fue, como es obvio, “conforme al método marxista”. No
obstante esta realidad, la capacidad del maestro de buscar la verdad en los
hechos y su consecuencia con las luchas populares, lo llevó, ya en el bienio
1918-1920, a sostener ideas y posiciones correctas que, por lo tanto, aparecen
como los antecedentes de su Creación Heroica y, en algunos casos, como
asimilables a esta Creación, tal como lo hemos señalado en otro lugar. Pero,
hablando con propiedad, la Creación Heroica de Mariátegui tiene su punto de
arranque en marzo de 1921, con la escritura del artículo El cisma del socialismo, el primer escrito netamente marxista del
maestro. Así, pues, sostenemos que es importante celebrar el centenario de la
revista Nuestra Época, por la
sencilla razón de que es una excelente oportunidad para dilucidar el punto de
partida del proceso intelectual que finalmente llevó a José Carlos Mariátegui a
asumir el marxismo-leninismo como el
fundamento ideológico del Socialismo Peruano.
01.9.2012.
¡Defender el Pensamiento de Mariátegui de
toda tergiversación y desarrollarlo en función de la realidad actual!
Una Aclaración
Necesaria
Eduardo Ibarra
EN UN
ARTÍCULO TITULADO Acerca del aniversario
86. Opinión de Daniel Chumpitaz, Miguel Aragón escribió: “En el colmo
de las paradojas, algunas de las personas que se nos presentan como los más
intransigentes defensores de los lugares comunes, hasta hace muy poco han
venido demostrando con hechos indiscutibles, que no conocen ni comprenden
seriamente gran parte de los sucesos realmente ocurridos durante el transcurso
del trascendental año 1928. Para demostrar esta afirmación, a manera de ejemplo
solamente mencionaré dos casos”.
Y me
menciona, como uno de esos “dos casos”. Y argumenta así: “Un caso es el de mi
compañero de generación Eduardo Ibarra. En octubre de 2013,
Ibarra publicó como válida una versión recortada de los Principios
Programáticos propuestos por Mariátegui en octubre de 1928. Si yo,
pecando de “entrometido”, no le presentaba la observación
correspondiente, posiblemente Ibarra hubiera seguido repitiendo el mismo
flagrante error por unos pocos días, o tal vez por varias semanas más. Tengo
que reconocer y saludo que Ibarra, después de recibir mi observación,
reconoció, y lo más importante, rectificó su error, actitud que
debemos valorar, y debe ser un ejemplo para todos y cada uno
de nosotros sin excepción. Si ahora menciono este error del pasado reciente,
no lo hago para hacer escarnio del error de octubre de 2013, sino que
simplemente lo estoy colocando como un ejemplo de referencia, y
desde ya me comprometo públicamente a no volverlo a mencionar, porque entiendo
que un error reconocido y corregido, mirando para adelante, ya no es un
error” (negritas en el original).
Así, pues,
sucede que, según Aragón, soy intransigente
defensor de lugares comunes, y que en esta condición he “venido demostrando
con hechos indiscutibles, que no [conozco ni comprendo] seriamente gran
parte de los sucesos realmente ocurridos durante el transcurso del
trascendental año 1928”. Veamos, pues, si esta acusación es cierta o falsa.
El
“ejemplo” que da Aragón para sustentar su acusación es la publicación en CREACIÓN HEROICA de los Principios programáticos del Partido
Socialista.
Dice Aragón: “En octubre de 2013, Ibarra publicó
como válida una versión recortada de los Principios Programáticos propuestos
por Mariátegui en octubre de 1928” (1).
Pues
bien, en el artículo A propósito de
algunas “observaciones”, oportunamente
publicado en estas mismas páginas, asumí
mi responsabilidad en los términos siguientes: “Como se sabe, la publicación de
los aludidos documentos fue precedida de unas notas en las que, entre otras
cosas, señalamos: “Tanto los Acuerdos de
la Reunión de La Herradura como los Acuerdos
de la Reunión de Barranco han
sido tomados del libro de Martínez de la Torre Apuntes Para Una Interpretación Marxista de Historia Social del Perú, tomo II, pp.397-398. El documento Principios Programáticos del Partido
Socialista, ha sido tomado del tomo 13 de las Obras Completas de Mariátegui, pp.159-164”.
“Los
editores de las Obras Completas de
Mariátegui señalan a propósito de los Principios
Programáticos…: “Se reproduce de Apuntes
para una interpretación marxista de historia
social del Perú, de Ricardo Martínez de la Torre, Tomo II, págs.398 a 404,
Empresa Editora Peruana S.A., Lima, 1948” (Ideología
y política, p.159, nota a pie de página)”.
“Esta
afirmación explica porqué los Principios
programáticos aparecieron en Creación Heroica sin los dos párrafos y las
tres consignas con que aparecen en el libro de Martínez de la Torre”.
“Esta
ausencia resultó, pues, de no haber cotejado la versión de Ideología y política con la de los Apuntes”
“En
el cotejo –se entiende que posterior a la publicación de los documentos–, hemos
observado que los dos párrafos aludidos rompen un poco la unidad estilística
del texto, y que probablemente por esto los editores de las OC consideraron que no se debían a la
pluma de Mariátegui”.
“Esto
no es una conclusión sino apenas una hipótesis, y, por lo tanto, no modifica la
situación”.
“La
situación es que tales párrafos están en la versión de los Apuntes, y, mientras no se demuestre la hipótesis señalada, es
coherente ajustarse a dicha versión”.
“Por
lo tanto, rectificaremos el error”.
“En
el cotejo, hemos constatado asimismo que, mientras en Apuntes
el título del documento es el de Programa
del Partido, en Ideología y política es el de Principios programáticos del
Partido Socialista, y, además, que, mientras
en la versión de Ideología aparece el
subtítulo Reivindicaciones inmediatas,
en la de los Apuntes simplemente no
aparece”.
“Asumo,
pues, como se ve, públicamente y en primera persona, la responsabilidad del
error por un elemental sentido de consecuencia con la ética marxista”.
Pues bien, como es obvio, la defensa intransigente de los lugares comunes relativos al PSP
solo puede ser algo consciente, deliberado, intencional.
Por eso, en el error (que se limita a
no haber cotejado las versiones aludidas arriba) y la rectificación (que
incluyó la publicación de la versión de Apuntes
en el mismo lugar donde había sido publicada la versión de Ideología y política), ninguna persona
de recta conciencia puede ver una defensa intransigente de tales lugares
comunes.
Pero, insidioso como es, Aragón comete la
arbitrariedad de endosarme una intransigente
defensa de los mismos.
Después de inflarse como corrector y de
expresarse con aire de triunfador, Aragón dice que “lo más importante” es
que yo rectifiqué mi error, “actitud que debemos valorar, y debe
ser un ejemplo para todos y cada uno de nosotros sin excepción”.
Sin embargo, hay una excepción: ¡el
propio Aragón!
En efecto, en el reciente debate sobre el PSP,
nuestro personaje no ha sido capaz de, por ejemplo, rectificar su negación de
la existencia de este partido y su afrenta a Mariátegui (ver el artículo La fullería de Miguel Aragón).
Por
lo tanto, su reconocimiento del valor de mi rectificación se revela en su
persona como simple fraseario.
Pero
además, Aragón me acusa de
desconocimiento y seria incomprensión
de gran parte de los sucesos realmente ocurridos durante el transcurso del
trascendental año 1928. Veamos
esto.
En decenas de artículos y recientemente
en el titulado El liquidacionismo de
derecha y la reunión de Barranco, he defendido la filiación doctrinal de
Mariátegui y la verdad histórica del PSP. Esto es de conocimiento general.
En cambio, Aragón: 1) niega la validez de
la Reunión de La Herradura; 2) niega la legitimidad de “la célula secreta de
los siete”; 3) acusa de antidemocrática a la Reunión de Barranco; 4) niega, por
eso, el proyecto de partido de Mariátegui 5) niega que la Reunión de Barranco acordara la constitución del Comité
Ejecutivo del Partido; 6) especula sobre la carta colectiva; 7)
niega la aprobación del programa del PSP (cosa que ocurrió en algún momento del
período setiembre-diciembre de 1929); 8) niega la
aprobación del marxismo-leninismo como la base de unidad del PSP (cosa que
ocurrió en setiembre del mismo año); 9) silencia el intento de fundar
públicamente el PSP en marzo de 1930; 10) silencia que el proceso de constitución del PSP
fue “indirectamente acelerado por lo que podemos llamar la desviación
‘aprista’” (Mariátegui).
Este es el Aragón que cree conocer los sucesos del
trascendental año 1928.
Pero además, nuestro personaje diluye el socialismo marxista en el socialismo
reformista, falsifica el concepto mariateguiano de generación del socialismo
marxista peruano y hasta niega la existencia histórica del PSP (ver el artículo
Contra el liquidacionismo histórico).
Pues bien, si en 1930 Mariátegui
se aprestó a fundar el PSP como partido de cuadros, es porque, puesto ante los
hechos, comprendió el proceso real de dicho partido de un modo un poco distinto
a como aparecía en su proyecto original. Esto debería hacer pensar a más de
uno.
Frustrado, en abril de 1930, el
proyecto original de Mariátegui como tal proyecto, lo que aparece en la
historia como realización orgánica es el proceso real del PSP y, por esto, a
nuestra vez –y siguiendo el replanteo mariateguiano– debemos asumir que el
partido del proletariado peruano fue fundado el 7 de octubre de 1928.
No obstante, Aragón no entiende la sencilla verdad de que, si bien la Reunión
de Barranco constituyó el Grupo Organizador del Partido, a la luz del significado del frustrado intento de fundar
públicamente el PSP como partido de cuadros en 1930, dicha
constitución debe ser vista como la realidad fenoménica debajo de la cual se
encuentra la realidad esencial de la fundación clandestina de dicho partido (2).
El Aragón que diluye el socialismo
marxista en el socialismo reformista, falsifica el concepto mariateguiano de
generación del socialismo marxista peruano y hasta niega la existencia histórica
del PSP, es el Aragón que cree comprender
seriamente los sucesos del trascendental año 1928.
Como
se ha visto, la acusación de Aragón no pasa de ser una calumnia; su aire de
autoridad no pasa de ser un desesperado afán de notoriedad; sus argumentos no
pasan de ser una falsificación de la Creación Heroica de Mariátegui, y, así las
cosas, su caso se presenta como una tragicómica expresión de la general
descomposición ideológica y postración moral del grupo liquidacionista.
Notas
[1] La
“versión recortada” (recortada por los editores de las OC de Mariátegui, y no por mí)
omite los dos párrafos siguientes: a) “Anexas al programa se publicarán
proyectos de tesis sobre la cuestión indígena, la situación económica, la lucha
anti-imperialista, que después del debate de las secciones y de las enmiendas
que en su texto introduzca el Comité Central, quedarán definitivamente
formuladas en el Primer Congreso del Partido”; b) “Desde el manifiesto el
Partido dirigirá un llamamiento a todos sus adherentes, a las masas
trabajadoras, para trabajar por la siguientes reivindicaciones inmediatas”. Y
también estas consignas: a) “¡Viva la clase obrera y campesina del Perú!”; b)
“¡Viva el proletariado mundial!”; c) “¡Viva la revolución social!”.
[2] De esa
forma Aragón se encuentra prisionero de lo fenoménico de la Reunión de
Barranco.
11.04.2015.
El Pesimismo de
Juan Croniqueur
(Tercera Parte)
Jorge Oshiro
La pasividad
El concepto de pasividad es un concepto clave
en la investigación del mundo interior de nuestro poeta. Su existencia es
sufrimiento. Y en este sentido es su vida al mismo tiempo pasión y pasividad.
El poeta es consciente de este hecho y esto intensifica aún más el dolor:
"¡Oh, si yo
tuviera por lo menos voluntad! ¡Si no fuera abúlico! ¡Si no
sufriera esta abrumadora pereza!".
Vemos en este contexto que la conciencia que
aquí habla es una conciencia ‹pura›, observadora, es decir, tenemos aquí una
ruptura entre la conciencia espontánea y la conciencia reflexiva.
El poeta no es
el protagonista, es espectador de su propio dolor sin poder intervenir y
cambiar la situación:
"Un
cansancio muy grande e impreciso...
Una abulia
indolente que me veda luchar", decía en «Spleen»
Esta ruptura entre la conciencia espontánea y
la reflexiva del joven poeta se expresa a su vez en otra ruptura: entre el
cuerpo y el espíritu.
Pero lo
sorprendente aquí es que el poeta no buscara ninguna salida ‹intelectualista›,
que no negara ni coactara en ningún momento su "cuerpo enfermo". Al
contrario, él se identifica (pasivamente) con su cuerpo.
El joven poeta
era su cuerpo aún cuando trataba de 'trascenderlo' en sus momentos místicos. En
este sentido él nunca ha sido un ‹cerebral› en el sentido que lo fue el joven
Gramsci hasta 1917, en tanto que se comprende por esto al hombre reducido a su
espíritu, a su cabeza[1]. El concepto de
cuerpo debe entenderse aquí en su aspecto dinámico, como Sensualidad, como
Deseo, como Pasión y de ninguna manera como objeto, cosa. Pero en el joven
poeta esta sensualidad, este deseo es limitado, es débil, es pasivo[2].
El joven poeta, como conciencia
observadora, no logra aún identificarse completamente con su cuerpo, por este
carácter pasivo de su actitud. "Las ansias de faunesa" y el
"delirio sensual" son todavía sentidas y vividas en cierta forma como
exterioridad.
En ese sentido el poeta está enajenado ya que
esas ansias y esos delirios no son sentidos, vividos y comprendidos como
absolutamente suyos. El no logra todavía reconocer completamente como suyos
estas pasiones; no las asume, o mejor no logra comprender esos sentimientos
como sí mismo. En tanto que él permanecía aprisionado en el nivel de
‹conciencia observante›, la superación de esta enajenación había sido
imposible.[3]
Así nos
acercamos al núcleo de la investigación de este capítulo, la relación
filosófica del joven poeta peruano con el filósofo alemán Arthur Schopenhauer.
El joven Mariátegui y Schopenhauer
En la revista «Colonida» apareció el primero de
marzo de 1916 un soneto de nuestro joven poeta con el título «Coloquio
sentimental» en el cual encontramos una explícita referencia a Schopenhauer:
"La voz de
Schopenhauer adoctrina doliente
en mi alma que
ha perdido la ilusión de la vida
y que sigue,
sonámbula, una ruta inclemente
con los pasos
inciertos y sangrante la herida"...
Esta referencia explícita al filósofo alemán no
es casual en este período de la creación literaria de Juan Croniqueur.
Aproximadamente dos semanas antes de la aparición de «Coloquio sentimental», el
16 de febrero, escribía él un artículo sobre el suicidio. Un dia antes un
octogenario se había quitado la vida por intoxicación con morfina. Juan
Croniqueur comenta:
"Esta
manera de matarse expresa cierta serenidad en el suicidio y yo creo que hay
pocas cosas tan interesantes como un hombre que se suicida serena y
tranquilamente".
Pero para el periodista es una bellaquería
suicidarse a los ochenta años, "porque creo", dice, "que cada
suicida es un predestinado siempre y debe tener el buen tino de matarse con
oportunidad". Luego en la página siguiente reflexiona gravemente:
"Los cantos
de optimismo y de vida se apagan prematura y cruelmente y pasa por las alas una
ola de desesperanza y desaliento. La voz de Schopenhauer adoctrina. Y en
la filosofía de casi todos los escritores flota un acre sedimento de pesimismo,
de desengaño y de tristeza" (Subr: JO).
Esta relación del joven poeta peruano con Schopenhauer no se limita a algunas citas, que podría señalar una relación solamente puntual y exterior. Ella va mucho más lejos y cala más profundamente.
La presencia del
filósofo alemán es captable en muchos de los principales poemas de Juan
Croniqueur (visto desde la estructura filosófica de su pensamiento) y más
allá de esta dimensión, en los fundamentos mismos del pensamiento del
joven Mariátegui en este corto período de su reflexionar.
[1] Aquí encontramos una diferencia esencial con la actitud de
Gramsci en relación a su cuerpo. El joven Gramsci intentaba superar su relación
harto difícil con su cuerpo enfermo y deformado en tanto que lo coactaba y lo
reprimía, de tal manera que él se consideraba 'su cabeza', su espíritu. El era
una (imponente) cabeza sin cuerpo, como se le conoce en la mayoría de las
fotos. Esta actitud de Gramsci va durar hasta fines de 1917 en la cual en un
importante artículo, „Letture“ hace él una implícita autocrítica: "Tres
años de guerra han traído importantes cambios: tres años de guerra han hecho al
mundo sensible. Ahora sentimos el mundo, antes solamente lo pensabamos".
[2] Ya decía en «Fantasía de Otoño»: "La pena (es decir,
la limitación, la pasividad) me posee con ansias de faunesa/ y su abrazo me
invade un hastío letal".
[3]
Este fenómeno de pasividad de la conciencia observante ha sido magistralmente
descrito por Jean Paul Sartre en su libro «El Ser y la Nada» (La mala fe)
Paris. 1943
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