Garcilaso Frente al Colonialismo Hispánico*
(Tercera Parte)
Emilio Choy
ESTO LO RECALCA
GARCILASO MÁS ADELANTE, en los capítulos 3° al 7' de la segunda parte de los Comentarios. Se ve que Garcilaso se esforzaba en abarcar la historia de su
patria relacionándola con la influencia del Perú en el mundo,
al considerar no solamente lo que el Perú había avanzado y
avanzaría con la cultura (feudal-capitalista) que había
recibido la revolución manufacturera que se operó en la
producción textil, minera y, en el orden agropecuario, las
nuevas plantas y anímales domésticos que los
hispanos habían introducido. En otro aspecto, el
progreso capitalista de Holanda, Inglaterra
y Francia hubiera sido demasiado lento sin
el aporte del Perú y América. La
ruta del Indico para explotar el lejano oriente
que los holandeses habían logrado imponer, desplazando
a los portugueses, no hubiera sido posible sin la plata del Perú. Los ingleses se deslizaban por la misma
ruta y con igual fuerza, gracias a la plata que lograban sacar
de España, la misma que ésta recibía de Indias. Europa
progresaba mientras la península se mantenía atrasada, y
Garcilaso aunque notaba este atraso, no lo habría podido
explicar porque se debía precisamente a la teocracia dominante,
interesada en sofocar la dinámica burguesa hispana y
beneficiar al capitalismo foráneo.
Considerando la dialéctica de la parábola, que los que llegaban último aunque habían laborado menos, en
opinión del amo merecían igual paga, los indios, por el
hecho de ser los últimos, pero con el mérito
de haber contribuido en proporción igual debido
a la intensidad de su jornal (6), habían adquirido
ese derecho. Garcilaso podía haberse limitado a escribir:
paga igual a los
que llevaron el peso de los trabajos pr más tiempo y ardor, pero la mención de igual jornal descubre
que los iridios, lo que no hicieron en el tiempo, lo realizaron con creces en la intensidad. Si el sacrificio, de acuerdo con la religión, era una expiación para
lograr la gracia divina, ¿no era
suficiente la muerte de millones y millones de indios para cumplir con la remisión de los quintos indispensables para las guerras de España contra
los infieles y los herejes? Garcilaso
no podía ignorar que la religión tenía, como principal rostro, el mostrarse
compungida para ayudar con sus
cánticos y rezos, a bien morir a los indios. Pero el cusqueño no era de los que creían que la religión sólo servía
para lamentar la suerte del indio y justificar su exterminio, como lo hacía su contemporáneo Avila, que
empleaba la religión como opio para
encauzar el despecho de los pobres
Indios hacia la otra vida, metiéndoles la idea que sus padecimientos se debían a que eran todavía malos
cristianos, al conservar ídolos y sostener sus antiguos sacerdotes o hechiceros. La divinidad los castigaba porque el
indio: "honra con los labios
pero su corazón está lejos de mi".
Por eso os castiga
Dios dándoos malos corregidores y algunos padres y curas no ajustados […] Veamos, qué
es la causa de que con todo los lugares y pueblos de indios, se hayan consumido
tantos, muerto y acabado. Oíd en sólo este valle de Lima
conocieron, y vieron los españoles antiguos
ciento y veinte mil indios, que pagaban
tributo, y ahora ya no los hay, se acabaron, y sus pueblos están yermos. ¿No
sabéis por qué ha sido esto? No más
por no haber convertido a Dios.
Lo mismo pasó en todos
los lugares de la sierra. En el Callao hervía la gente como
hormigas, y en los Canas, y en los Aymaraes, en los Soras, en los
Lucanas, y en todas partes; y ahora está todo
yermo, y las casas desiertas: y en las minas de Potosí muere innumerable
gente con el trabajo, y en Huancavelica lo propio: ¿por qué todo esto? Por los pecados los consume Dios, en sólo cien
años se han perdido, y los que
murieron sin conocer, ni temer a Dios
han ido a penar con los demonios".
Una vez que
preparaban la mentalidad del pobre oyente con otros argumentos de igual
cuño, los sermones siguientes giraban alrededor de este mismo tema. Dumezil expone
en forma ampliada que la finalidad era convencer con
argumentos repetidos, con imágenes impresionantes, que los
españoles al castigar a los indios y exterminarlos, eran
como “alguaciles, y ministros de Dios”. La salvación estaba en la muerte, pero creyendo profundamente en lo que decía el
sacerdote:
"hijos míos, esto es cosa sin duda, que todos somos hechura
de Dios, y ovejas, y ganado de Jesu Cristo hijo de ese Señor, él es
nuestro verdadero Pastor, sustantándonos con
su doctrina para con eso llevarnos a la bienaventuranza, a partir donde no hay
muerte y en vuestra vida disparatada,
el Demonio es vuestro Pastor, para llevaros con engaño al Infierno".
Excelente
planteamiento; si el clero en América en el siglo XVI había atacado al
conquistador por haber exterminado indios, en el siglo XVII, en que el
clero dominaba la economía territorial y las
minas trabajaban para la teocracia, era
importante hacer creer al
indio que la muerte era una felicidad
si moría pensando en la divinidad y, en cambio, si continuaba con
las creencias nativas, el demonio sería su pastor. O lo que es lo mismo,
pasaría a un achicharramienlo eterno. Como
el indio sabía que sus días estaban contados, para evitar ser un asado
permanente después de muerto, es posible quo se decidieran por ser uno de los
ganados del Buen Pastor. No cabía
elección más sensata. La religión para muchos terminaba
por ser una droga tan necesaria como la cocaína que los indios extraían de la hoja que mascaban.
Pero ésta no era la religión que practicaba Garcilaso.
El creía que la religión católica, insuflándole elementos racionales, adquirirla un nuevo contenido, de ahí su afán de
traducir a León Hebreo. Creía que la religión no debía
ser temor, sino amor definido en términos de lucha, era
vida. Si el
temor era necesario o indispensable para sostener el sometimiento a España, él creía amar a España luchando
contra la dominación que ejercía la
teocracia sobre el Perú, para lograr la
liberación si no inmediata, en el
porvenir, utilizando los elementos
culturales que aquella había introducido en América. En su obra no existe el
afán de mostrar la cara compungida
del sacerdote convenciendo al indio a bien morir envenenado por el polvillo de las minas. No era el que se detenía a condenar las riquezas de los hombres
que formaban la burguesía colonial;
sabía que la política de la metrópoli
se encarga de fomentar el lujo y la corrupción, como medio de adormecer las energías de la burguesía y frenar
las reinversiones, domesticándola con
una mentalidad de derroche y afeudalamiento.
Garcilaso creía que el catolicismo
no sería un obstáculo —si se le cambiaba de rostro–, en el
proceso de dejar de ser colonia de la religión católica,
como había hecho Inglaterra al liberarse de Roma.
¿Por qué Garcilaso defendió al padre Valverde? Sin
duda, como se ha dicho, lo defendió para criticarlo mejor. Podía haberse limitado a citar a algún cronista
español para condenar a Valverde el haber
incitado a la matanza, pero pensó mejor ubicarlo
en una postura tal que su contribución tan o más grave que la de los masacradores.
Precisamente los historiadores españoles de la época al
presentar a Valverde como incitador de la
masacre, lo justificaban porque, de acuerdo coa la
creencia de la época su actitud era justa por
la sencilla razón que el catolicismo creía estar en su derecho al imponerse a sangre y fuego sobre los que se
oponían a su propagación. Y no olvidemos que todos los
que trataron sobre el tema mencionaron que Atahualpa rechazó el libro de Dios y lo arrojó. Lo hiciera conciente o
inocentemente, pero ese hecho bastó para justificar la
matanza de acuerdo al pensamiento católico dominante de
entonces. Si quemaban herejes, con más razón podían masacrar indios paganos.
Después de haber
escuchado el sermón del padre Valverde
por intermedio del famoso Felipillo, Atahualpa debía obedecer a Francisco Pizarro, “lugarteniente y embajador de Carlos V en estos reinos".
El inca debía someterse como vasallo pagando
tributo al emperador (Carlos V) o sea como su súbdito:
"y de todo
punto le entregues el reino, y renuncies la administración y gobierno del, así como lo han hecho otros reyes y señores: esto es lo primero. Lo segundo es
que hecha esta paz y amistad y habiendo sujetado por
grado o de fuerza, has de dar verdadera obediencia al Papa Sumo Pontífice […] menospreciar y echar de ti totalmente la abominable superstición de los ídolos; que
el mismo hecho te dirá cuán santa es nuestra ley y cuán falsa la tuya y que la inventó el diablo. Todo lo
cual (o rey) si me crees, debes otorgar de buena gana,
porque a ti y a todos los tuyos conviene muy mucho: y si lo negares, sábete que serás apremiado con
guerra, a fuego y a sangre, y todos tus ídolos serán
derribados por tierra, y te constreñiremos con
la espada […] quieras o no quieras
recibas nuestra fe católica, y pagues tributo a nuestro emperador, entregándole el reino. Si procurares
porfiarlo y resistir con ánimo obstinado, tendrás por
muy cierto, permitirá Dios que como antiguamente Faraón,
y todo su ejércelo pereció en el mar Bermejo así
tú y todos tus indios seáis destruidos por nuestras armas".
Este brillante remate de la segunda parte de la oración de
Valverde, constituye la llave de la historia espiritual de la conquista, cuyo antecedente lo podemos encontrar
en el famoso contrato entre Luque, en
representación del capitalista Gaspar de Espinoza, Pizarro y Almagro. En
la filosofía de la conquista, el catolicismo
prometía vida a los que se le sometían
y muerte y más muerte a los que se resistían.
Notas:
[6] Jornal, como
medida de terreno, como arazada, fanega, etc. Según […] sería la tierra que
trabajaba en un día el jornalero castellano antiguo.
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