Garcilaso y la Inquisición*
Emilio Choy
El racionalismo de
Garcilaso desvirtúa a los que sostienen que su formación fue
exclusivamente quechua. Los parientes de Garcilaso aún tenían el pensamiento encadenado al mito, y
posiblemente creían en la veracidad del origen fabuloso de Manco Cápac. Pero
el mestizo imbuido de la filosofía iluminista no dejaba margen a la fábula que contaba con creyentes hasta en
los mismos cronistas españoles; de ahí que éstos tratasen de entroncar
la leyenda del Génesis, con los orígenes americanos. Noé y su descendencia quedaban emparentados,
por obra y gracia de los esfuerzos de los exégetas de Moisés, con los indios
de Paucartambo. El inca, sagazmente, escribía:
"Algunos
españoles curiosos quieren decir, oyendo estos cuentos, que aquellos indios
tuvieron noticia de la historia de Noé, de sus tres hijos, mujer y nueras, que fueron cuatro
hombres y cuatro mujeres que Dios reservó del diluvio, que son los que dicen en
la fábula, y que por la ventana del arca de Noé dijeron los indios la de Paucartampu, y que el
hombre poderoso que la primera fábula dice que se apareció en
Tiahuanacu, que dicen repartió al mundo en aquellos cuatro hombres, quieren los
curiosos
que sea Dios quien
mandó a Noé y sus tres hijos que poblasen el mundo. Otros pasos de una fábula y de la otra quieren
semejar a los de la santa historia, que les parecen que se semejan. Yo no me
entrometo en cosas tan hondas, digo llanamente las fábulas historiales que mis niñeces oí a los
míos, tómelas cada uno como quisiere; y déles la alegoría que más le
cuadrare".
El Inca no
participaba de las creencias que convenía a los Habsburgo y a su más fiel
colaboradora, la Santa Inquisición; por este motivo no vaciló en asumir una postura crítica. Hay
cierta ironía en el párrafo "quieren los curiosos que sea Dios quien
mandó a Noé y a sus tres hijos que poblasen este mundo", si se tiene en cuenta que hace énfasis en los
"españoles curiosos" que por todos los medios trataban de reducir el
origen del imperio a las dimensiones del Génesis. Como no las podía negar abiertamente, empleó el
razonamiento: "tómelas cada uno como quisiere; y déles la alegoría que más le
cuadrare".
¿Era accidental esta
actitud de Garcilaso? Creemos que toda la obra del genial mestizo estaba llena de la
mejor ideología de su tiempo,
y saturada de un profundo deseo
de servir a los pueblos del Nuevo Mundo, particularmente al peruano.
Este objetivo lo declara en su solicitud del 7 de noviembre de 1589 "el
deseo que tuve de dar con ella (la traducción de los diálogos de amor)
exemplo a los del Perú, donde yo nací". Pero ¿cómo se podía ser ejemplar
ante los hombres del Perú con la traducción de una obra filosófica?
Si los diálogos
de amor hubiese sido una obra destinada a consagrar las ideas tradicionales,
posiblemente, el gesto de Garcilaso hubiese sido un alarde de erudición. Pero la obra de León Hebreo (Judá
Abrabanel) fue elaborada con intenciones nada santas y su traducción sería considerada
por la Inquisición como un
libro peligroso.
Se había considerado
por las autoridades españolas la inconveniencia de traducir la Biblia al castellano
para que no estuviese al
alcance de la gente que desconocía el latín; el libro era inconveniente por
las posibilidades que presentaba para ser entendido en forma que el Santo Oficio hubiese calificado de
herejía. Ya no se trataba de la leyenda hebraica del pecado original; era algo
mucho más grave, porque se trataba de la interpretación, bajo un ángulo diferente en cuanto a la forma pero
no en el contenido, del problema de la mortalidad del hombre, como
hemos de ver más adelante.
Antes cabe insistir
en que Garcilaso enmascaró su crítica con las loas acostumbradas a
Felipe II, pero por más elogios que dedicó
a su majestad la crítica y los intereses inquisitoriales no podían admitir la
difusión de los razonamientos de León Hebreo, que Garcilaso había vertido en forma
clara al castellano, rectificando otras traducciones deficientes que alteraban el
pensamiento del autor. Por eso sería prohibida por la inquisición1.
En los diálogos
de amor se descubre hacia dónde apunta el pensamiento del traductor,
que no lo hace por encargo sino para servir de ejemplo. Con esta misma fibra se
escribirá los Comentarios
reales. Ya el polígrafo
eminente a la vez que retoño moderno del conservadurismo medioeval, don
Marcelino Menéndez y Pelayo,
afirmaba en Los orígenes de la novela
que “los Comentarios
Reales no son texto histórico; son una novela utópica, como la de Tomás Moro, como la Ciudad Sol de Campanella,
como la Oceana de Harrington, el sueño de un imperio patriarcal y
regido con riendas de seda de un siglo de oro gobernado por una especie de
teocracia filosófica".
Esta negación al valor histórico de los Comentarios,
del que discrepamos
ampliamente, es la mejor
calificación que
se pueda hacer a la obra del Inca, que sin perder su calidad de texto histórico
exagera con pasión la humanidad de una especie de buen pastor de hombres que hubo
entre algunos de los
gobernantes incaicos, calidad que no existía entre los gobernantes
españoles. Garcilaso escribe convencido de que las
utopías que circulan en su tiempo son realizables. Si algo parecido pudo
edificar un pueblo con una civilización rudimentaria ¿por qué no podía aspirar a
construirse una civilización con
mayor desarrollo? En cierto modo, se puede decir que el escritor
expresa un deseo utópico que anhela ver realizado, porque cree que ha existido históricamente y
que por tanto, puede ser superado con la ayuda del "estudio, virtud y
milicia", o sea aprovechando los aportes de la cultura más avanzada.
El Hombre y los Dioses
Las diferencias
entre el Génesis de los hebreos y la teogonía griega son menores que
sus similitudes.
León Hebreo afirmaba que el pecado en el hombre se había originado por
haber luchado contra los dioses (p- 339). El hombre no
aparecía como un ente pasivo que se había dejado engañar, que es la impresión superficial que dejan las
primeras páginas del Génesis; el gran filósofo judío del renacimiento daba al hombre dimensiones
prometeicas. Lanzada su mente a una
especulación que rompía con viejos moldes
trataba de fundir "amorosamente" las concepciones griegas y hebreas.
En su
"Declaración de la historia hebrea y de la fábula platónica"
León expresaba:
"Decirte he
primero cómo se entiende la historia hebrea y después la fábula platónica. Al
principio, siendo criado el hombre varón conjunto con la hembra, como te he dicho, no había manera
de pecar, porque la serpiente no podía engañar a la mujer estando conjunta con el hombre (aún no habían
sido separados) como lo hizo después apartada de él; que sus fuerzas y sagacidad no
eran bastantes para
engañar a los dos estando conjuntos en uno sino estando ya divididos
el hombre y la mujer por la incisión divina para buen fin; esto es para que pudiesen ayudarse el uno
enfrente del otro en el coito, para la generación, primer intento del Criador; desta
división se siguió la habilidad del pecar,
porque la serpiente pudo engañar a la muger, dividida del hombre, en el comer del árbol prohibido
de conocer el bien y el mal; y la mujer hizo también comerlo al hombre juntamente y así fueron
comprendidos en el pecado y en la pena. Por esto verás que primero cuenta la
creación de paraíso terrestre, y que
Adán, así unido de macho y hembra, fue puesto en él para labrarlo y guardarlo,
y el precepto hecho al mismo Adán de que no comiese del árbol de conocer el bien y el mal; y en continente cuenta la incisión
de Adán en macho y hembra divididos, y hecha la división pone luego el engaño de la serpiente y el pecado de Adán
y Eva y la pena de ellos. Así que,
por el modo de la historia hebrea y una con ella es de otro traje; porque ella hace el pecado en
hombre conjunto por querer combatir con los dioses; de donde por pena
de su arrogancia fue partido y dividido en dos macho y hembra".
Las similitudes
entre la "historia hebrea y la fábula pía tónica", son notables. El
pensador judío creía que Platón había tomado los principales ingredientes de la
"historia sagrada". Posiblemente los griegos emplearon mucho material de los hebreos, así
como éstos se sirvieron de Enuma elish2 monumento de la
literatura babilónica de mediados del segundo milenio a. C.
Pero las
diferencias existentes entre la narración judía y la griega, si son pocas, en cambio revelan que corresponden
a dos fases de la evolución de la sociedad.
Mientras el Génesis revela el
pensamiento de un pueblo civilizado pero con mucho de barbarie, sobre
todo el capítulo dos, que poco tiene de especulativo y
escasamente, ha remontado el nivel mental de las sociedades
neolíticas dedicadas al pastoreo y la agricultura que tienen que manifestarse a través
del relato de casualidad
concreta corno es el mito; en cambio, el pensamiento griego correspondía a
una civilización más avanzada, su desarrollo derivado de la producción
esclavista había permitido el desenvolvimiento de una clase de comerciantes de acentuado poder en
la política, además de una poderosa aristocracia latifundista. La filosofía de los
griegos había podido
sacudirse de los lazos del mito en mayor grado que la de los hebreos del
Génesis; de ahí que fuese más humanista. León Hebreo trató de modernizar
el Génesis con elementos griegos. Tomaba de éstos la actitud que asumía el hombre ante los
dioses. En la tragedia de Prometeo, la condena de este dios se debe a su
actitud en favor de la libertad del hombre frente a la tiranía de los amos de
esclavos, simbolizada
por Zeus. Prometeo es encadenado y deja de ser dios por infringir los mandatos del
cruel Zeus. Por eso Esquilo pone en la boca de Hefestos:
"Dios eras, y
no temiste la cólera de los dioses. Dones harto grandes hiciste a los vivos.
Por eso en esta roca lúgubre en pie sin doblar la rodilla insomne, te consumirás en lamentos infinitos, en
gemidos inútiles. Implacable es el espíritu de Zeus. Áspera es la
tiranía reciente".
La aspereza de la
tiranía reciente a que se refiere Hefestos expresa la dureza de la
opresión de los propietarios de esclavos, que se había agudizado. Anteriormente
había existido una sociedad
basada en el colectivismo agrario, o sea la barbarie que había antecedido
a la civilización.
Prometeo al perder
su categoría divina se humaniza, aunque ello signifique sufrimiento permanente.
Prefiere la diaria tortura pero
no se inclina ante la tiranía del omnipotente Zeus. Es mérito de Esquilo
habernos descubierto la grandeza
de éste símbolo revolucionario: Prometeo, como "espíritu de hierro y roca", con las artes que ha enseñado a los hombres, permitirá a éstos liberarse y ser tan
fuertes como los dioses.
Abrabanel expone la
pugna del hombre contra los dioses, cuando une la mujer con el hombre y nos dice:
"ella hace el
pecado en hombre conjunto por querer combatir con los dioses".
El Problema del Amor
Otro de los aspectos que tomó León
Hebreo de la filosofía griega fue el amor, no sólo como unidad sino también
como separación. (Amor en
griego es éros, el movimiento es eroé). Thomson escribe:
"El amor, que
sirve en el principio para separar las cosas una de otra, sería posteriormente ía fuerza que
las reuniría; porque después de la división inicial de las cosas, el impulso que
la produjo es en sí dividido en dos movimientos: el que conduce las cosas a unirse
(amor) y aquel que las
empuja a separarse (lucha)"3
Este concepto
contradictorio del amor satura todos los Diálogos…, especialmente en la
"Exposición del autor acerca de la creación del hombre" en
la que dice
"Dios crió a
Adán macho y hembra, y llamó el nombre dellos Adán, que declaro solo Adán contener a todos dos, que primero, uno
puesto hecho de ambos a dos, se llamaban Adán; porque no se llamó jamás hembra Eva entre
tanto que fue dividida de su varón Adán, del cual tomaron Platón y los griegos que Andrógeno antiguo
medio macho y hembra en un cuerpo solo,
coligado por las espaldas, a contra visso; que es mejor que la mujer estuviese dividida, y que viniese de frente de él vista a
vista para que le fuese ayuda. .
."
"Por esto,
dejará el hombre el padre y la madre, y se coligará con su mujer, y ser uno
por carne; esto es, que por haber sido divididos de un mismo individuo, el hombre y la mujer, se
vuelven a reintegrar en el matrimonio y coito en un mismo supuesto
carnal e individual. De aquí tomó Platón la división de Andrógeno en dos medios apartados,
macho y hembra, y el nacimiento de] amor, que es la inclinación que queda a cada uno de
los dos medios a reintegrarse
con su resto y ser uno en carne".
En el texto del
Génesis, versión de Casiodoro de Reina (569), y revisada por Cipriano
Valera (Editorial Sociedades Públicas Unidas) nada nos indica que el amor que sustenta Platón pueda
encontrarse en sus páginas. La audacia especulativa de León Hebreo lo
conduce a atribuir a Platón interpretaciones
del Génesis, insuflándole contenido dialéctico, que jamás tuvo. Es que León trataba de utilizar la autoridad de
Platón para darle un nuevo contenido al texto del Antiguo Testamento.
Pero la labor del
filósofo hebreo no era inútil, porque si el texto del Gémenis sigue en
pie, (y aun en nuestro tiempo se le sigue atribuyendo sentidos novedosos tratando de modernizarlo),
el amor como fuente y movimiento de las cosas creadas, fue permanente
inspiración de utopistas y humanistas del renacimiento. Los Diálogos de amor fue
la obra más popular de filosofía
en su tiempo. Comenzando por Cervantes, que en el prólogo del Quijote escribía:
"Si trataredes de amores con dos onzas que sepáis de la lengua toscana toparéis con León el
Hebreo, que os hincha las medidas". El Quijote y La Calatea ponen
al lector en contacto con este pensador neoplatónico. En esta última obra transcribe párrafos
íntegros de los Diálogos…
La influencia de
los Diálogos… se extiende a Castiglione, Pontus de Thyard —quien, al
traducirlo al francés lo difundió, poniéndolo de moda—, Ronsard, Montaigne,
Camoens, Herrera, Fray Luis
de León, Malón de Chaide y otros4.
Garcilaso
comprendió la importancia de la filosofía de León y no sólo se conformó con
verterla al castellano, sino que nos dice en los Comentarios… que la tradujo al quechua. Tanta preocupación del
traductor, no se debía a la elegancia del autor o a la "suavidad y dulzura de su filosofía y lindezas de
que trata" sino a la importancia renovadora que contenía para la dirección
del pensamiento americano, que debía ser orientado no por el temor sino en el amor, porque el Inca así lo
entendió a través de su dialéctica de unidad y de lucha.
Notas:
[1] De la Riva Agüero,
J. Elogio del Inca Garcilaso.
[2] Thomson, George. Studies in Ancient Greeh Society. T.II, p.141.
[3] Thomson,
ob. cit., p.151.
[4] “Prólogo” de
Diálogos de amor. Por Lázaro Liechn. Ed. Gleizer. Bs. As. , 1944.
*El presente ensayo fue publicado en la revista Ideas, Artes y Letras, Año VII, Nº27, abril-junio, Lima, 1956.
(Nota de la Redacción).
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