César Vallejo y la Dialéctica en la Oposición
de Contrarios
Julio
Carmona
LA
CONFRONTACIÓN DIALÉCTICA de contrarios CV no deja de manejarla cuando analiza
el ámbito artístico. El siguiente texto es prueba de ello, aunque es una idea
que figura como apéndice de El arte y la
revolución, en tanto son —afirma Georgette Vallejo— «anotaciones afines a
su temática que figuran en las libretas de apuntes del autor» (ver también nota
a pie de página 8). En el texto aludido dice:
«Hay la revolución en literatura (que no es
necesariamente revolución en política: Proust, Giradoux, Morand, Stravinsky,
Picasso1) [a] y hay la revolución en literatura (que es
necesariamente revolución en política: Prokofiev, Barbuse, Diego Rivera) [b].
Esta última revolución es de temas y, a veces, va acompañada de técnica.
La primera es de técnica y, a veces, va acompañada de temas. [c]
En Rusia solo se tiene en cuenta o, al menos, se prefiere, la revolución
temática. En París, la revolución técnica. [d] He aquí toda la diferencia entre
revolucionarios y reaccionarios, entre vanguardistas y retaguardistas, etc.» [e]
(1973. El arte y la revolución. Lima: Mosca Azul, p. 141).
a)
Esta
propuesta de «revolución en literatura que no es revolución en política» está
de acuerdo con la propia «teoría del compromiso2» de CV, para quien
la unidad de la conciencia humana es indivisible3, por lo tanto no
cabe la posibilidad de que haya un escritor que pueda sustraer de su obra su
concepción política; por ejemplo, ya en 1925 escribía: «Los literatos obran en
la política internacional y en forma traumática» (1987. Desde Europa. Lima: Fuente de Cultura Peruana, p. 51). Y, dos años
después (1927), escribe: «El artista es inevitablemente un sujeto político. Su
neutralidad, su carencia de sensibilidad política, probaría chatura espiritual,
mediocridad humana»; sin embargo, ahí mismo aclara que la política en él no es
la del uso «doméstico», de propagandista o catecúmeno (op cit.: 253). Pero ya
en 1934, cuando ha llevado esa visión —todavía— idealista del artista, a un
nivel ya materialista, llega a esta visión concluyente: «Hasta la metafísica y
la filosofía a base de fórmulas algebraicas, de puras categorías lógicas,
sirven, subconscientemente, a intereses y necesidades concretas, aunque
“refoulés”4, del filósofo, relativas a su clase social, a su
individuo o a la humanidad. Lo mismo acontece a los demás intelectuales y
artistas llamados “puros”. La poesía “pura” de Paul Valéry, la pintura “pura”
de Gris, la música “pura” de Schoenberg, —bajo un aparente alejamiento de los
intereses, realidades y formas concretas de la vida— sirven, en el fondo, y
subconscientemente, a estas realidades, a tales intereses y a cuales formas» (El arte y la revolución: 12). Más
adelante en esta misma obra va más allá de quienes todo lo reducen a lo
económico, y dice: «No hay que engañar a la gente diciendo que lo único que hay
en la obra de arte es lo económico. No. Hay que decir claramente que ese contenido de la obra es múltiple
—económico, moral, sentimental, etc.— pero que en estos momentos es menester
insistir sobre todo en lo económico, —porque ahí reside la solución total del
problema de la humanidad» (op. cit.: 150-151). O sea que (volviendo a la alerta
«a» de la cita) al referirse CV a quienes hacen «revolución en la literatura
que no es revolución política», no está diciendo que no haya política en su
obra sino que su política no es revolucionaria, no es proletaria, no es
bolchevique (expresión esta última en la que ‘en esos momentos también era
menester insistir’). Pero eso no quita que a ese escritor se le dé el merecido
reconocimiento por su aporte revolucionario en materia artística, es decir,
solo en lo formal (y es lo que ha ocurrido con la misma obra de CV,
especialmente en algunos poemas de sus primeros libros).5 Los cinco
artistas mencionados en el texto aquí comentado6 (Proust, Giradoux,
Morand, Stravinsky, Picasso: literatos los tres primeros, músico y pintor los
dos últimos, respectivamente), en efecto eran exponentes de la revolución
técnica que dominaba en el arte de esos momentos, y en sus obras no se percibía
la intención de expresar una confrontación política con el sistema imperante.
En su obra se puede detectar su filiación política que no es revolucionaria,
aunque técnicamente sí lo sea.
b)
Contrariamente,
en las obras de los siguientes tres artistas referidos (Prokofiev, Barbuse,
Diego Rivera: músico, literato y pintor, en ese orden) sí se percibe una
identificación con la causa de los pueblos por construir una nueva sociedad
opuesta al capitalismo. En este punto CV aclara que, contrariamente a los
anteriores, hay artistas que hacen ‘revolución en arte y que asimismo hacen
revolución en política’, porque no solo están contribuyendo al enriquecimiento
del arte en sí en su nivel formal sino que además lo están cargando con un
mensaje político, para enriquecer la conciencia de la humanidad (y es el mismo
caso de CV, especialmente en la mayor parte de los poemas de sus últimos
libros).
c)
De la
oposición precedente CV hace la síntesis clasificatoria que identifica a la
primera como una «revolución de técnica» y a la segunda como una «revolución de
temas», lo que podría equipararse a la confrontación del tópico forma/fondo,
que después derivaría en lo puro y lo social. Una oposición dialéctica que en
esa época (los años treinta) tenía su razón de ser, debida a la insurgencia de
esa nueva sociedad que se forjaba en la Rusia zarista con el nombre de Unión
Soviética. Aquí, a propósito del punto precedente, aclara que en el trabajo
artístico se ha incidido más en el nivel temático,
es decir, en el contenido. Pero,
obviamente, si es la obra de un verdadero poeta, no puede dejar de ir
acompañada de técnica, aunque a veces no ocurra así, mas no por eso se
devaluará esa obra si es que ha cumplido con su objetivo de usar un mínimo de
técnica artística para cumplir con su rol estrictamente revolucionario. Creo
pertinente precisar que esto ocurre no solo en el trabajo literario y
artístico, sino también en la prosa reflexiva (que también es verificable en lo
que a CV compete), y que puede ilustrarse con una observación hecha por el
teórico marxista alemán Karl Korsch a propósito de El Capital de Karl Marx. Dice:
«… sería extremadamente precipitado desechar sin
sustituirlo, por ser mero artificio, todo el método dialéctico marxista, tal
como se lo emplea en El Capital y como determina toda su estructura, a
causa de estas incomodidades que a primera vista parecen superfluas, y plantear
—como una vez lo hizo Trotski— la herética pregunta de si en última instancia
no hubiese sido mejor que “no hubiese sido el doctor en filosofía Marx, de
cultura universal, el creador de la teoría de la plusvalía, sino el tornero
Bebel quien ascéticamente ahorrativo en su vida y en su pensamiento, con su
razonamiento tan afilado como un cuchillo, la hubiese formulado de una manera
más popular, sencilla y unilateral”. La verdadera diferencia entre el método
dialéctico de El Capital y los demás métodos predominantes en las
ciencias económicas en tiempos de Marx, y en lo esencial y sin alteraciones
hasta el día de hoy, no reside en modo alguno, como parece presuponerlo la
interrogación anterior, sólo o principalmente en el terreno de la forma
científica (o artística) del desarrollo y exposición de las ideas. Por el
contrario, el método dialéctico empleado por Marx en El Capital resulta máximamente
adecuado también por su contenido para una ciencia que no apunta, en su
tendencia, a la conservación y ulterior desarrollo, sino al soterramiento, por
la lucha y la subversión revolucionaria del orden económico y social
capitalista actual»7.
d)
Y,
obviamente, en Rusia ‘se tenía en cuenta o se prefería la revolución temática’,
mientras en París (centro cultural del capitalismo) tenía predominio la
‘revolución técnica). Pero vistas las cosas dialécticamente —como lo está
haciendo CV— esa oposición (aunque en el fondo sea una lucha de contrarios
irreconciliable) no debe conducir a que, recíprocamente, se nieguen calidad
artística, ni que se aborrezcan (como en pleito de comadres) al extremo de no
poder mantener un diálogo civilizado.
e)
Lo
interesante de todo lo anterior es que CV deriva hacia el objetivo central: a
comparar la literatura que se está haciendo en el primer país que ha instaurado
una nueva forma de gobierno opuesta al capitalismo, la Unión Soviética, Rusia,
y lo opone al otro que es, a su vez, un representante de los gobiernos
capitalistas: Francia. Y en ambos países se presenta la oposición literaria
previamente expuesta: en Rusia la revolución literaria temática, y en París la
revolución literaria técnica. Y es así que llega a la conclusión definitiva de
que esa oposición entre lo temático y lo técnico es lo que marca la diferencia
entre revolucionarios y reaccionarios. Y lo más interesante es que hace la
relación paralela de vanguardistas y retaguardistas, es decir, que lo lleva al
terreno estrictamente político, pues en este caso no relaciona el vanguardismo
con lo artístico, sino con lo político. Y la última síntesis dialéctica CV la
lleva al terreno de lo estrictamente político, cuyos elementos contrarios los
resume en las expresiones aplicadas a sus autores: revolucionarios (temas) y
reaccionarios (técnicas), llevando su progresión a un nivel paradójico porque,
si bien en París los artistas revolucionarios técnicos se hacen llamar
vanguardistas, CV prefiere reservar esta denominación en su acepción política
para los artistas revolucionarios temáticos, mientras que deja para los otros
la de retaguardistas. Obviamente, CV está aplicando el calificativo de
«retaguardistas» a los seudo-vanguardistas (que devalúan a este último
término). En sus «Apuntes para un estudio»8, CV anota un tema que
pensaba desarrollar, y dice: «Vanguardismo y seudo9 (bohemios
anacrónicos 1830, no trabajan y trasnochan con drogas)» (El arte y la revolución: 166).
______________
(1) Hay quienes piensan que CV adhería a las ideas estéticas de Picasso, más que nada tomando en cuenta el siguiente texto: «Una nueva poética: transportar al poema la estética de Picasso. Es decir: no atender sino a las bellezas estrictamente poéticas, sin lógica, ni coherencia, ni razón. como cuando Picasso pinta a un hombre y, por razones de armonía de líneas o de colores, en vez de hacerle una nariz, hace en su lugar una caja o escalera o vaso o naranja» (Contra el secreto profesional: 74). Obviamente, el sentido irónico de este texto refiere su negación de lo dicho.
(2) Cf. David Sobrevilla, «La teoría del compromiso de César Vallejo», en: Varios, 1988. César Vallejo: la escritura y lo real. Madrid: Ediciones de la Torre, pp. 57-84.
(3) Y
en esto hay coincidencia con J. C. Mariátegui, quien dice: «Declaro, sin
escrúpulo, que traigo a la exégesis literaria todas mis pasiones e ideas
políticas (…) Pero esto no quiere decir que considere el fenómeno literario o
artístico desde puntos de vista extra-estéticos, sino que mi concepción
estética se unimisma, en la intimidad de mi conciencia, con mis concepciones
morales, políticas y religiosas» (1980. 7
Ensayos de interpretación de la realidad peruana. Lima: Amauta, p. 231).
(4) Inhibidas,
contenidas, reprimidas.
(5) Esto
no tiene que ver necesariamente con la dificultad de lectura que ofrezcan los
poemas. Esto lo aclara CV en el siguiente texto: «La gramática, como norma
colectiva en poesía, carece de razón de ser. Cada poeta forja su gramática
personal e intransferible, su sintaxis, su ortografía, su analogía, su
prosodia, su semántica. Le basta no salir de los fueros básicos del idioma. El
poeta puede hasta cambiar, en cierto modo, la estructura literal y fonética de
una misma palabra, según los casos. Y esto, en vez de restringir el alcance
socialista y universal de la poesía, como pudiera creerse, lo dilata al
infinito. Sabido es que cuanto más personal (repito, no digo individual) es la
sensibilidad del artista, su obra es más universal y colectiva» (El arte y la revolución: 64).
(6) Se
tiene que reconocer el desliz propositivo en que ha incurrido CV, pues la
premisa «la revolución en literatura» no coincide con los consecuentes, pues no
todos los personajes mencionados son literatos.
(7) Korsch,
Karl: El método dialéctico en El
Capital. Extracto en versión PDF, pp. 96-97.
(8) ‘Apuntes’
a los que alude Georgette Vallejo en la presentación del libro: «Se agrega a
este volumen —dice— anotaciones hechas por Vallejo en una de sus libretas, para
un trabajo que no llegó a redactar».
(9) Obviamente, la frase está recortada. La coherencia textual obliga a agregar «seudo-vanguardismo». Y establece el vínculo con los románticos del siglo XIX.
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