sábado, 2 de julio de 2022

Literatura

César Vallejo y la Dialéctica en la Oposición de Contrarios

Julio Carmona

LA CONFRONTACIÓN DIALÉCTICA de contrarios CV no deja de manejarla cuando analiza el ámbito artístico. El siguiente texto es prueba de ello, aunque es una idea que figura como apéndice de El arte y la revolución, en tanto son —afirma Georgette Vallejo— «anotaciones afines a su temática que figuran en las libretas de apuntes del autor» (ver también nota a pie de página 8). En el texto aludido dice:


«Hay la revolución en literatura (que no es necesariamente revolución en política: Proust, Giradoux, Morand, Stravinsky, Picasso1) [a] y hay la revolución en literatura (que es necesariamente revolución en política: Prokofiev, Barbuse, Diego Rivera) [b]. Esta última revolución es de temas y, a veces, va acompañada de técnica. La primera es de técnica y, a veces, va acompañada de temas. [c] En Rusia solo se tiene en cuenta o, al menos, se prefiere, la revolución temática. En París, la revolución técnica. [d] He aquí toda la diferencia entre revolucionarios y reaccionarios, entre vanguardistas y retaguardistas, etc.» [e] (1973. El arte y la revolución. Lima: Mosca Azul, p. 141).


a)   Esta propuesta de «revolución en literatura que no es revolución en política» está de acuerdo con la propia «teoría del compromiso2» de CV, para quien la unidad de la conciencia humana es indivisible3, por lo tanto no cabe la posibilidad de que haya un escritor que pueda sustraer de su obra su concepción política; por ejemplo, ya en 1925 escribía: «Los literatos obran en la política internacional y en forma traumática» (1987. Desde Europa. Lima: Fuente de Cultura Peruana, p. 51). Y, dos años después (1927), escribe: «El artista es inevitablemente un sujeto político. Su neutralidad, su carencia de sensibilidad política, probaría chatura espiritual, mediocridad humana»; sin embargo, ahí mismo aclara que la política en él no es la del uso «doméstico», de propagandista o catecúmeno (op cit.: 253). Pero ya en 1934, cuando ha llevado esa visión —todavía— idealista del artista, a un nivel ya materialista, llega a esta visión concluyente: «Hasta la metafísica y la filosofía a base de fórmulas algebraicas, de puras categorías lógicas, sirven, subconscientemente, a intereses y necesidades concretas, aunque “refoulés”4, del filósofo, relativas a su clase social, a su individuo o a la humanidad. Lo mismo acontece a los demás intelectuales y artistas llamados “puros”. La poesía “pura” de Paul Valéry, la pintura “pura” de Gris, la música “pura” de Schoenberg, —bajo un aparente alejamiento de los intereses, realidades y formas concretas de la vida— sirven, en el fondo, y subconscientemente, a estas realidades, a tales intereses y a cuales formas» (El arte y la revolución: 12). Más adelante en esta misma obra va más allá de quienes todo lo reducen a lo económico, y dice: «No hay que engañar a la gente diciendo que lo único que hay en la obra de arte es lo económico. No. Hay que decir claramente que ese contenido de la obra es múltiple —económico, moral, sentimental, etc.— pero que en estos momentos es menester insistir sobre todo en lo económico, —porque ahí reside la solución total del problema de la humanidad» (op. cit.: 150-151). O sea que (volviendo a la alerta «a» de la cita) al referirse CV a quienes hacen «revolución en la literatura que no es revolución política», no está diciendo que no haya política en su obra sino que su política no es revolucionaria, no es proletaria, no es bolchevique (expresión esta última en la que ‘en esos momentos también era menester insistir’). Pero eso no quita que a ese escritor se le dé el merecido reconocimiento por su aporte revolucionario en materia artística, es decir, solo en lo formal (y es lo que ha ocurrido con la misma obra de CV, especialmente en algunos poemas de sus primeros libros).5 Los cinco artistas mencionados en el texto aquí comentado6 (Proust, Giradoux, Morand, Stravinsky, Picasso: literatos los tres primeros, músico y pintor los dos últimos, respectivamente), en efecto eran exponentes de la revolución técnica que dominaba en el arte de esos momentos, y en sus obras no se percibía la intención de expresar una confrontación política con el sistema imperante. En su obra se puede detectar su filiación política que no es revolucionaria, aunque técnicamente sí lo sea.


b)   Contrariamente, en las obras de los siguientes tres artistas referidos (Prokofiev, Barbuse, Diego Rivera: músico, literato y pintor, en ese orden) sí se percibe una identificación con la causa de los pueblos por construir una nueva sociedad opuesta al capitalismo. En este punto CV aclara que, contrariamente a los anteriores, hay artistas que hacen ‘revolución en arte y que asimismo hacen revolución en política’, porque no solo están contribuyendo al enriquecimiento del arte en sí en su nivel formal sino que además lo están cargando con un mensaje político, para enriquecer la conciencia de la humanidad (y es el mismo caso de CV, especialmente en la mayor parte de los poemas de sus últimos libros).


c)   De la oposición precedente CV hace la síntesis clasificatoria que identifica a la primera como una «revolución de técnica» y a la segunda como una «revolución de temas», lo que podría equipararse a la confrontación del tópico forma/fondo, que después derivaría en lo puro y lo social. Una oposición dialéctica que en esa época (los años treinta) tenía su razón de ser, debida a la insurgencia de esa nueva sociedad que se forjaba en la Rusia zarista con el nombre de Unión Soviética. Aquí, a propósito del punto precedente, aclara que en el trabajo artístico se ha incidido más en el nivel temático, es decir, en el contenido. Pero, obviamente, si es la obra de un verdadero poeta, no puede dejar de ir acompañada de técnica, aunque a veces no ocurra así, mas no por eso se devaluará esa obra si es que ha cumplido con su objetivo de usar un mínimo de técnica artística para cumplir con su rol estrictamente revolucionario. Creo pertinente precisar que esto ocurre no solo en el trabajo literario y artístico, sino también en la prosa reflexiva (que también es verificable en lo que a CV compete), y que puede ilustrarse con una observación hecha por el teórico marxista alemán Karl Korsch a propósito de El Capital de Karl Marx. Dice:


«… sería extremadamente precipitado desechar sin sustituirlo, por ser mero artificio, todo el método dialéctico marxista, tal como se lo emplea en El Capital y como determina toda su estructura, a causa de estas incomodidades que a primera vista parecen superfluas, y plantear —como una vez lo hizo Trotski— la herética pregunta de si en última instancia no hubiese sido mejor que “no hubiese sido el doctor en filosofía Marx, de cultura universal, el creador de la teoría de la plusvalía, sino el tornero Bebel quien ascéticamente ahorrativo en su vida y en su pensamiento, con su razonamiento tan afilado como un cuchillo, la hubiese formulado de una manera más popular, sencilla y unilateral”. La verdadera diferencia entre el método dialéctico de El Capital y los demás métodos predominantes en las ciencias económicas en tiempos de Marx, y en lo esencial y sin alteraciones hasta el día de hoy, no reside en modo alguno, como parece presuponerlo la interrogación anterior, sólo o principalmente en el terreno de la forma científica (o artística) del desarrollo y exposición de las ideas. Por el contrario, el método dialéctico empleado por Marx en El Capital resulta máximamente adecuado también por su contenido para una ciencia que no apunta, en su tendencia, a la conservación y ulterior desarrollo, sino al soterramiento, por la lucha y la subversión revolucionaria del orden económico y social capitalista actual»7.


d)   Y, obviamente, en Rusia ‘se tenía en cuenta o se prefería la revolución temática’, mientras en París (centro cultural del capitalismo) tenía predominio la ‘revolución técnica). Pero vistas las cosas dialécticamente —como lo está haciendo CV— esa oposición (aunque en el fondo sea una lucha de contrarios irreconciliable) no debe conducir a que, recíprocamente, se nieguen calidad artística, ni que se aborrezcan (como en pleito de comadres) al extremo de no poder mantener un diálogo civilizado.


e)   Lo interesante de todo lo anterior es que CV deriva hacia el objetivo central: a comparar la literatura que se está haciendo en el primer país que ha instaurado una nueva forma de gobierno opuesta al capitalismo, la Unión Soviética, Rusia, y lo opone al otro que es, a su vez, un representante de los gobiernos capitalistas: Francia. Y en ambos países se presenta la oposición literaria previamente expuesta: en Rusia la revolución literaria temática, y en París la revolución literaria técnica. Y es así que llega a la conclusión definitiva de que esa oposición entre lo temático y lo técnico es lo que marca la diferencia entre revolucionarios y reaccionarios. Y lo más interesante es que hace la relación paralela de vanguardistas y retaguardistas, es decir, que lo lleva al terreno estrictamente político, pues en este caso no relaciona el vanguardismo con lo artístico, sino con lo político. Y la última síntesis dialéctica CV la lleva al terreno de lo estrictamente político, cuyos elementos contrarios los resume en las expresiones aplicadas a sus autores: revolucionarios (temas) y reaccionarios (técnicas), llevando su progresión a un nivel paradójico porque, si bien en París los artistas revolucionarios técnicos se hacen llamar vanguardistas, CV prefiere reservar esta denominación en su acepción política para los artistas revolucionarios temáticos, mientras que deja para los otros la de retaguardistas. Obviamente, CV está aplicando el calificativo de «retaguardistas» a los seudo-vanguardistas (que devalúan a este último término). En sus «Apuntes para un estudio»8, CV anota un tema que pensaba desarrollar, y dice: «Vanguardismo y seudo9 (bohemios anacrónicos 1830, no trabajan y trasnochan con drogas)» (El arte y la revolución: 166).

______________

(1) Hay quienes piensan que CV adhería a las ideas estéticas de Picasso, más que nada tomando en cuenta el siguiente texto: «Una nueva poética: transportar al poema la estética de Picasso. Es decir: no atender sino a las bellezas estrictamente poéticas, sin lógica, ni coherencia, ni razón. como cuando Picasso pinta a un hombre y, por razones de armonía de líneas o de colores, en vez de hacerle una nariz, hace en su lugar una caja o escalera o vaso o naranja» (Contra el secreto profesional: 74). Obviamente, el sentido irónico de este texto refiere su negación de lo dicho.

(2) Cf. David Sobrevilla, «La teoría del compromiso de César Vallejo», en: Varios, 1988. César Vallejo: la escritura y lo real. Madrid: Ediciones de la Torre, pp. 57-84.

(3) Y en esto hay coincidencia con J. C. Mariátegui, quien dice: «Declaro, sin escrúpulo, que traigo a la exégesis literaria todas mis pasiones e ideas políticas (…) Pero esto no quiere decir que considere el fenómeno literario o artístico desde puntos de vista extra-estéticos, sino que mi concepción estética se unimisma, en la intimidad de mi conciencia, con mis concepciones morales, políticas y religiosas» (1980. 7 Ensayos de interpretación de la realidad peruana. Lima: Amauta, p. 231).

(4) Inhibidas, contenidas, reprimidas.

(5) Esto no tiene que ver necesariamente con la dificultad de lectura que ofrezcan los poemas. Esto lo aclara CV en el siguiente texto: «La gramática, como norma colectiva en poesía, carece de razón de ser. Cada poeta forja su gramática personal e intransferible, su sintaxis, su ortografía, su analogía, su prosodia, su semántica. Le basta no salir de los fueros básicos del idioma. El poeta puede hasta cambiar, en cierto modo, la estructura literal y fonética de una misma palabra, según los casos. Y esto, en vez de restringir el alcance socialista y universal de la poesía, como pudiera creerse, lo dilata al infinito. Sabido es que cuanto más personal (repito, no digo individual) es la sensibilidad del artista, su obra es más universal y colectiva» (El arte y la revolución: 64).

(6) Se tiene que reconocer el desliz propositivo en que ha incurrido CV, pues la premisa «la revolución en literatura» no coincide con los consecuentes, pues no todos los personajes mencionados son literatos.

(7) Korsch, Karl: El método dialéctico en El Capital. Extracto en versión PDF, pp. 96-97.

(8) ‘Apuntes’ a los que alude Georgette Vallejo en la presentación del libro: «Se agrega a este volumen —dice— anotaciones hechas por Vallejo en una de sus libretas, para un trabajo que no llegó a redactar».

(9) Obviamente, la frase está recortada. La coherencia textual obliga a agregar «seudo-vanguardismo». Y establece el vínculo con los románticos del siglo XIX. 

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