Guerra Imperialista, Sanciones Económicas y Crisis
Económica Mundial
Cesar Risso
LA SITUACIÓN ECONÓMICA que estamos atravesando es
consecuencia de la actual guerra entre Rusia y Ucrania; guerra que no es otra
cosa que un conflicto entre el bloque liderado por los EEUU, y el bloque que se
ha ido forjando entre China, Rusia, etc., que, por lo tanto, es una guerra
imperialista por la hegemonía mundial, y que está haciendo naufragar a la
economía capitalista en su conjunto.
El
entrelazamiento de la economía mundial es de tal magnitud que cualquier medida
punitiva contra alguna de las potencias económicas imperialistas, repercutirá
en la economía mundial. Como ya hemos podido observar, las medidas de no
comprar gas a Rusia, ha afectado considerablemente la producción alemana, y con
ella al resto de Europa, así como a los Estados Unidos, y a la economía mundial.
Es lógico que así sea, pues la base energética de la economía capitalista
mundial es el gas, el petróleo y sus derivados.
De un
lado la base energética capitalista mundial, y del otro el entrelazamiento
planetario de la economía capitalista, atenazan a esta forma de organización mundial
de la sociedad.
Ya la pandemia había puesto en evidencia que el
neoliberalismo era insostenible, pues no permitía atender las urgencias que
esta provocaba: la necesidad de atención médica, la necesidad de plantas de
oxígeno, la necesidad de medicamentos, asimismo, la necesidad de proveer a los
desplazados del mercado laboral de los recursos para satisfacer sus necesidades
básicas, entre las más urgentes. El mundo se nos presentó durante la pandemia
como realmente es: una despiadada explotación planetaria de los trabajadores y
de las naciones por parte de un puñado de países imperialistas, liderados por
las llamadas élites, es decir, por la burguesía imperialista, ante la cual las
burguesías nacionales se han sometido, haciendo el papel de intermediarios en
la explotación de sus pueblos y trabajadores en nombre de los intereses
imperialistas.
No es tanto el capricho, o la libre voluntad, de la
burguesía imperialista el imponer el neoliberalismo, sino las leyes del desarrollo
capitalista en su fase imperialista las que conducen en esta dirección. La
gigantesca política de privatización que se inició en la década del 80 del
siglo pasado, ha llegado a sus límites con la pandemia. El reconocimiento de
esta situación por parte del FMI y del Banco Mundial, dan cuenta de que por
este camino, al menos por el momento, ya no puede continuar la política
imperialista. La destrucción de la fuerza de trabajo es insostenible, así que
están buscando los mecanismos que permitan a la burguesía imperialista seguir
obteniendo trabajo no remunerado sin agotar la fuente de sus ganancias.
Igualmente, la política imperialista de una mayor
presencia del Estado en la economía, es una alternativa ya puesta en práctica
después de la crisis de 1929, y parcialmente en la crisis del año 2008, así
como en la actual crisis de la pandemia.
La misma robotización de la producción a que ha
conducido la competencia entre las grandes empresas, causa la disminución de la
cuota media de ganancia, al contener cada mercancía menos tiempo de trabajo
socialmente necesario; pero que el mismo dominio imperialista compensa a través
de una serie de políticas, como los precios de monopolio, dada su posición de
dominio en el mercado. Pero esta situación está conduciendo a tener mercancías
en abundancia, sin trabajadores que las produzcan, y sin ingresos, y que en
consecuencia no habrá quienes compren dichas mercancías, es decir, las
mercancías no se podrían realizar, haciéndose imposible las ganancias.
El incremento de precios como parte del proceso de la
crisis desatada por el conflicto armado, se enmarca en la estructura del
mercado oligopólico. La ley del valor se impone de forma natural en la
formación social capitalista. Bajo la forma privada de explotación del trabajo
asalariado, con la anarquía de la producción imperante, la ley de la
acumulación capitalista y la ley del valor se abren paso, así como la crisis
económica como una de las leyes de la economía capitalista.
El precio que pueden poner a sus mercancías los
monopolios, y cualquier forma empresarial en la fase imperialista del
capitalismo, tiene límites insuperables. Si los precios son muy altos, entonces
muy pocos podrán comprar las mercancías, con lo cual las empresas no solo no
podrán obtener las ganancias esperadas, sino que ni siquiera podrán recuperar
los costos de producción. De modo que el poder absoluto que las empresas creen
tener es un poder muy limitado.
La
división social del trabajo, que se expresa en la división internacional del
trabajo entre países altamente industrializados y países escasamente
industrializados y dependientes, en la confrontación entre el campo y la
ciudad, entre formas precapitalistas de producción y formas capitalistas
desarrolladas, pero ligadas al proceso global de la producción capitalista,
etc., por la dimensión que ha alcanzado, una de cuyas manifestaciones es la
mundialización (globalización) de la economía, evidencia un entrelazamiento,
una interdependencia, que no permite atacar económicamente a un país
imperialista sin que el país que ataca sufra las consecuencias, al igual que todas
las economías del planeta.
La medida
propuesta por Rusia, de vender gas y petróleo en rublos, desechando el dólar
como divisa en el comercio exterior, tiene una consecuencia inmediata en la
economía mundial. El exceso de dólares en la economía mundial provocará la
caída del valor del dólar, y con ello la pérdida de valor de las reservas
internacionales de todos los países que mantienen sus reservas en dólares. La
depreciación del dólar afectará a la economía mundial, incluyendo a Rusia y a
China. Dólares baratos en el mundo generará un aumento de los precios de todas
las mercancías que se comercializan internacionalmente, e inmediatamente el
incremento de precios en el mercado norteamericano.
La
depreciación del dólar, al afectar a la economía mundial provocaría la
recesión, y con esta disminución de la producción, el comercio mundial se
reduciría considerablemente, afectando el crecimiento económico. Así, la
producción y el sistema que la sostiene, colapsarían, aunque temporalmente.
La escasez
de mercancías en el mercado mundial y el aumento del precio de los
combustibles, debido al conflicto entre Rusia y Ucrania, provoca el aumento de
los precios como parte de la lógica del funcionamiento del sistema capitalista
global. Aunque estamos comentando el panorama económico mundial en general,
cabe precisar que las empresas transnacionales norteamericanas, exportadoras de
gas, están obteniendo ganancias extraordinarias en esta coyuntura. Sin embargo,
como parte del ciclo de reproducción del capital, estas empresas se verán
afectadas a la hora de adquirir los insumos y otros materiales para el
desarrollo de su actividad.
En el
marco del imperialismo no hay salida; todos nos estamos viendo afectados por el
conflicto interimperialista por la hegemonía capitalista mundial.
La lógica
del capital frente a la escasez es el aumento de precios; y si se aplicase el
control de precios, lo más probable es que se reduzca más aun la producción de
las mercancías sometidas a este control. Esto evidentemente es así por la
lógica del capital, pero en la realidad, se trata de la pugna permanente entre
el capital y el trabajo, entre la burguesía y el proletariado. De modo que, el
control de precios no puede ser una medida estrictamente económica, sino
política, es decir, tiene que ser una medida de fuerza. Pero es una medida de
fuerza para evitar que los sectores populares (obreros, campesinos pobres,
informales, etc.) se vean diezmados, lo que traería como consecuencia el
sostenimiento del sistema capitalista.
En la
crisis económica actual, la escasez, se resuelve en el incremento de precios,
debido a la anarquía de la producción a nivel mundial. Esta anarquía de la
producción, que tiene como condición la división social del trabajo y, esta, la
producción privada, conduce a favorecer a quienes tienen ingresos más altos,
pues por su situación de burgueses, que viven del trabajo de los demás, pueden
acceder a las mercancías que necesitan. En una situación de escasez semejante,
en el sistema socialista, la planificación de la producción conduciría al
racionamiento de los bienes, entregándolos a quienes más los necesitan, y
dosificándolos para así sortear la temporal escasez.
En el
plano nacional, probablemente algún representante del capitalismo en el
gobierno, podría plantear una política de entregar bonos a las personas de
escasos recursos para no romper la cadena de pagos, como ya se hiciera durante
la pandemia; aunque existen otras formas en la que la burguesía puede apoyar a
los sectores populares, como los subsidios, etc. No romper la cadena de pagos
quiere decir permitir que el capitalismo siga funcionando. Esto quiere decir
que la solución a la crisis económica capitalista es mantener a flote el
capitalismo.
La
interdependencia que hemos destacado nos permite ver que la economía
capitalista tiene un carácter mundial, que no permite la libre decisión de la
burguesía imperialista, que esta clase explotadora está atrapada en su
condición. Esto quiere decir que la unidad económica del mundo es el dominio
del capitalismo, y que por ello sus leyes prevalecen a nivel planetario. Por
eso aquello del pensamiento único tiene una base material. Pero, debemos añadir
que la interdependencia que hemos comentado se da entre los países
imperialistas; y esta interdependencia tiene nombre propio y base material en
el carácter semicolonial de los países “dependientes”.
Para la burguesía imperialista, o nacional, no hay más
solución a la crisis actual que el propio capitalismo, es decir, la explotación
del trabajo asalariado en todo el mundo, tanto en el seno de los países
imperialistas como en los países semicoloniales.
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