A continuación, publicamos un artículo de Bob
Avakian, en el cual se muestra que no es posible superar el racismo en el marco
del sistema capitalista-imperialista y que, por esta y otras razones relativas
a la necesidad de cancelar e ir superando progresivamente las diferentes formas
de opresión, que pesan sobre la inmensa mayoría de la humanidad, es necesario hacer
una revolución social.
Comité
de redacción de Creación Heroica
ES POSIBLE ELIMINAR
LA OPRESIÓN RACIAL —
PERO NO SE LO PUEDE HACER BAJO ESTE SISTEMA
PERO NO SE LO PUEDE HACER BAJO ESTE SISTEMA
Bob Avakian
DONDEQUIERA QUE VAYAMOS, y en todo lo que hagamos,
nosotros, los revcom, proclamamos audazmente: ¡REVOLUCIÓN, Y NADA
MENOS!
No sólo se trata de un
lema — aunque es un lema muy bueno y muy importante. Se trata de la declaración
concentrada de una verdad muy profunda, que también está capturada en nuestro
lema: No es posible reformar este sistema, ¡hay que derrocarlo!
Pero, ¿qué queremos decir
al afirmar que no es posible reformar este sistema, y por qué es
eso cierto? En Por qué nos hace falta una revolución real y cómo
concretamente podemos hacer la revolución, hablo de los “5 ALTOS” —algunas
contradicciones profundas y definitorias de este sistema— y de todo el terrible
sufrimiento al que este sistema del capitalismo-imperialismo somete
a las masas de la humanidad, y por qué no es posible eliminar todo esto bajo
este sistema1. Aquí voy a centrarme en la opresión
sistemática y asesina del pueblo negro, y en la opresión racial en su conjunto
—que se ha puesto fuertemente al descubierto con el desbordamiento de
indignación que desató el asesinato de George Floyd— y voy a discutir las
razones básicas por las cuales no es posible eliminar esta opresión bajo este sistema,
sino que es posible eliminarla (únicamente) mediante la revolución.
El continuo terror y
asesinato que lleva a cabo la policía, en particular contra los negros (así
como contra los latinos y los indígenas), no se debe fundamentalmente a
que la policía sea racista — aunque, hablando de la policía en general, eso
ciertamente es verdad. El hecho de que la policía sea racista es en sí una
expresión y una función del hecho de que este sistema requiere el
terror y el asesinato en contra de los negros (y contra otras personas de
color) —es necesario para poder mantener el “orden” de este sistema opresivo
general— y sería mucho más difícil de llevar a cabo esto si la policía no fuera
racista.
Las
causas fundamentales de esta opresión
Pero, yendo más a fondo, ¿por qué es necesario este
terror y asesinato para este sistema, a fin de asegurar su “orden” y su
funcionamiento continuo? La respuesta es que, desde la fundación de Estados
Unidos, el supremacismo blanco ha sido vertido en los cimientos y ha
sido integrado en las instituciones y el funcionamiento continuo de
este sistema. Específicamente por lo que se refiere al pueblo negro, los siglos
de opresión que ha sufrido —desde los días de la esclavitud hasta los días de
la segregación del Jim Crow y del terror del Ku Klux Klan, hasta la actualidad,
con la continua discriminación sistemática contra el pueblo negro, en todos los
ámbitos de la sociedad (el empleo, la vivienda, la educación, la atención
médica, y así sucesivamente)— pues, todo eso ha resultado en una situación en
la que las masas de negros de hoy día, y en particular los jóvenes, han sido
despojados de los medios para llevar una vida digna, y eso ha mantenido a
muchos negros en condiciones de desesperada pobreza y penurias. Una vez más,
esto no se debe simplemente a que los que están en los asientos del poder y
deciden la política del gobierno sean racistas (aunque esto es cierto para la
mayoría de ellos). Se debe fundamentalmente a la naturaleza del propio sistema
y los requisitos y dinámicas históricamente evolucionados de este sistema del
capitalismo-imperialismo.
Ahora, esa frase no es tan
fácil de digerir (“la naturaleza del propio sistema y los requisitos y
dinámicas históricamente evolucionados de este sistema del capitalismo-imperialismo”),
así que desmenucémosla. Estados Unidos fue fundado sobre la esclavización de
masas de africanos, así como sobre la subyugación genocida de los indígenas y
el robo de sus tierras (y el desarrollo posterior de Estados Unidos abarcó la
conquista de enormes partes de México, y además redujo a la gente de origen
mexicano a un estatus de segunda clase). Esto requirió la propagación del
racismo para “justificar” toda la horrorosa opresión. Luego, cuando estalló la
Guerra Civil en torno a la cuestión de la esclavitud, e incluso cuando se
abolió la esclavitud como resultado de esa Guerra Civil, dado que el
supremacismo blanco había sido, y seguía siendo, una parte tan crucial del
“pegamento” que mantenía unido a Estados Unidos, la única manera de “volver a
unirlo”, sobre los cimientos del sistema capitalista, era afirmar una vez más
con fuerza el supremacismo blanco. Por eso, muy poco después del fin de la
Guerra Civil, sometieron a los negros al sistema de segregación del Jim Crow
(respaldado por un terror sistemático, puntuado por repetidos linchamientos),
mientras que la agresión genocida y el robo de las tierras de los indígenas se
intensificó, y los inmigrantes de México fueron objeto de una continua
discriminación y violencia por parte de los ejecutores de este sistema.
Generaciones más tarde,
durante la Segunda Guerra Mundial, debido a las necesidades de los gobernantes
de Estados Unidos al librar esa guerra, un gran número de negros pudieron
emigrar al Norte [se refiere a los estados del norte de Estados Unidos] y
conseguir trabajos en las industrias que servían a la producción para la
guerra. Y luego, en gran parte como resultado del hecho de que Estados Unidos
estaba en el lado ganador de esa guerra —y del hecho de que la guerra no se
libró en el territorio de Estados Unidos y éste no experimentó ningún daño a
sus instalaciones industriales e infraestructura— se dio una expansión de la
economía en Estados Unidos después de la guerra. En esta situación, grandes
cantidades de negros pudieron seguir obteniendo empleos, entre ellos algunos
trabajos mejor remunerados en las fábricas (en las siderúrgicas, plantas
automotrices, etc.).
Pero, al mismo tiempo,
debido al supremacismo blanco incorporado en el sistema durante siglos —y al
hecho de que tomar medidas reales para superar ese legado desgarraría el tejido
del sistema y haría abrir grietas en sus propios cimientos—, los negros
siguieron siendo objeto de una discriminación sistemática, inclusive en el
empleo (“los últimos contratados y los primeros despedidos” era una descripción
acertada de la situación del pueblo negro con respecto al empleo). Para citar
otro ejemplo feo, la política del gobierno con respecto a la vivienda
abarcaba una discriminación consciente y deliberada: después de
la Segunda Guerra Mundial, se concedieron préstamos a los blancos para que
pudieran comprar sus propias casas y mudarse cada vez más a los suburbios,
mientras que se negaron esos préstamos a los ex combatientes negros (y a otras
personas negras) y, en cambio, los negros fueron hacinados en unidades
multifamiliares segregadas en las comunidades marginadas urbanas. Y eso era
parte de la continua y sistemática segregación y discriminación a la que los
negros estaban sometidos.
Como resultado del
movimiento de derechos civiles y luego del movimiento de liberación negra más
radical del decenio de 1960, se hicieron algunas concesiones, y se ha dado un
aumento del número de “rostros negros en las altas esferas” y un crecimiento de
la clase media negra, aunque su situación es mucho más precaria que la de la
clase media blanca (algo que se demostró cruelmente en la crisis de 2008, que
resultó en que un gran número de personas negras perdieran sus hogares y gran
parte, si no la totalidad, de los ahorros que tenían). Y, en tiempos más
recientes, han cerrado un gran número de fábricas y otras fuentes de trabajo
para la gente de las comunidades marginadas urbanas, y a menudo han trasladado
sus operaciones a otros lugares, en particular a los países del tercer mundo
(América Latina, África, el Medio Oriente y Asia) donde la situación
desesperada de masas de personas, incluidos niños, las ha dejado vulnerables a
ser superexplotadas, con salarios casi de hambre.
Todo esto, junto con una
mayor automatización y “cibernetización” de la producción, cuando se combina
con la continua segregación y discriminación incorporadas en este sistema, ha
conducido a una situación en la que un gran número de negros, y especialmente
los jóvenes, no sólo han estado desempleados durante generaciones ya, sino que
se han quedado sin perspectivas de un empleo significativo en la economía
regular (“formal”).
La
“combinación tóxica” del capitalismo y el racismo
Aquí vemos la “combinación tóxica” de la segregación
y la discriminación sistemática e históricamente evolucionada, con la
aplicación de una brutal violencia por los de arriba, junto con el
funcionamiento y requisitos básicos de la economía capitalista — que
implica una concentración cada vez mayor no sólo de la riqueza, sino también
de los medios de producción (la tecnología, las fábricas y
otras estructuras físicas, fuentes de materias primas, y así sucesivamente) en
la posesión y bajo el control de las empresas capitalistas e
instituciones financieras de gran escala, que están enfrascadas en una
competencia feroz entre sí, no sólo en un país específico sino cada vez más a
escala mundial, y por lo tanto la situación las impele a explotar
despiadadamente a las personas y a buscar constantemente formas de
superexplotar aún más cruelmente a grandes cantidades de personas desesperadas,
incluidos niños, en una red mundial de maquiladoras. (Por ejemplo, los
teléfonos celulares y los computadores dependen del mineral coltán, que
personas, incluido un gran número de niños, minan en condiciones horribles, en
El Congo en África; y un gran número de mujeres que trabajan en condiciones
horribles en el país asiático de Bangladesh producen una gran parte de la ropa
que se compra en Estados Unidos).
En esta situación, y
especialmente con el crecimiento del comercio internacional de drogas, y su
profunda penetración en Estados Unidos, muchas de las personas, en particular
los jóvenes, que se encontraban excluidas de la “economía formal”, han
recurrido al tráfico de drogas, así como a otras actividades delictivas — algo
que la política gubernamental ha fomentado, lo que en realidad ha llevado al
movimiento de grandes cantidades de drogas hacia las comunidades marginadas
urbanas, a la vez que las autoridades aprovechan esta situación para ejercer
una represión sistemática contra los jóvenes en particular, con cosas como la
práctica policial de “parar y registrar”. El resultado de todo ello ha sido un
enorme aumento de la encarcelación en masa, así como el continuo asesinato de
grandes cantidades de jóvenes “minoritarios” por parte de la policía.
Al mismo tiempo, la forma
en que Estados Unidos ha seguido dominando a México, así como a otras partes de
América Latina, y ha seguido distorsionando las economías, corrompiendo los
gobiernos y arruinando las relaciones sociales entre las personas de esos
países — pues, todo ello ha resultado en que la situación ha obligado a grandes
cantidades de personas a huir de esos países y emigrar a Estados Unidos, donde
son vulnerables a la cruel explotación en las fábricas y las tierras de
cultivo, y en otras partes de la economía de Estados Unidos. Y grandes
cantidades de las generaciones nuevas de estos inmigrantes también han formado
pandillas (o se han unido a las pandillas ya existentes) y se han involucrado
en el tráfico de drogas y en los delitos relacionados.
Sin embargo, más
recientemente, en al menos muchos de los vecindarios marginados urbanos, por
diversas razones —entre ellas el hecho de que la “epidemia del crack” había
cobrado un terrible saldo en la población— ha habido una disminución en el comercio
de la cocaína y las altas ganancias que dicho comercio generaban para el número
relativamente pequeño de “peces gordos” en la jerarquía del comercio de drogas.
Durante un período, en particular durante los decenios de 1980 y 1990, el
comercio de drogas fue un “importante empleador” de los jóvenes en las
comunidades marginadas urbanas, tanto hombres como mujeres, dada su desolación
y desesperación, y una importante fuente de al menos un ingreso básico para
muchas personas (aunque la promesa de “enriquecerse” seguía siendo una ilusión
para la mayoría de ellas). Ahora, incluso esta fuente de empleo e ingresos —por
perversa y nociva que sea— se ha evaporado o ha disminuido enormemente para
muchas personas. Esto ha agravado más la miserable situación de masivas
cantidades de jóvenes en las comunidades marginadas urbanas en particular
quienes no tienen ningún futuro —bajo este sistema— más que la prisión, una
muerte temprana o una desesperada vida de buscavidas, de una forma u otra, en
sus esfuerzos por sobrevivir y cuidar de sus seres queridos.
No es posible cambiar todo
esto —no es posible transformar y superar todo esto— en el marco de este
sistema. A pesar de lo que diga cualquier político (“liberal” o abiertamente
fascista como Trump), no hay manera en que este sistema pudiera “cambiar de
plan”, devolver grandes partes de la industria a las comunidades marginadas
urbanas y proporcionar empleos significativos, con “un salario digno” para
todos aquellos a los que ahora el sistema les está privando de
todo esto. Aunque el gobierno tuviera la “voluntad política” de tratar de
hacerlo, hacerlo (contratar con un “salario digno” a millones de personas
anteriormente desempleadas o “subempleadas”) socavaría seriamente las
posiciones competitivas de los capitalistas estadounidenses en la economía
mundial. Y, si intentaran hacerlo mientras que al mismo tiempo trataran de
superar en serio todas las relaciones históricamente evolucionadas de la
supremacía blanca, esto trastornaría completamente la “cohesión” social que “mantiene
articulado a Estados Unidos”, siendo el supremacismo blanco una parte crucial
de eso.
Una cosa es que la “gente
de buen corazón” —y en particular muchos blancos— digan (y lo digan
sinceramente) que está mal que la policía de plano asesine cruelmente y sin
sentido a la gente, y que las personas se movilicen en protestas contra esto.
Pero imagínese lo que pasaría si, bajo este sistema y con la forma en
que funciona su economía, el gobierno tratara de adoptar políticas que
lidiaran con el desempleo largo placista de los negros de los vecindarios
marginados urbanos, a quienes no solo se les ha negado empleo sino también la
capacitación para los trabajos que sí existen — imagínese cuál sería la
reacción de muchos blancos que, de hecho, perdieran sus trabajos mejor
remunerados como resultado de estas políticas. Imagínese lo que sucedería si
este tipo de políticas se aplicaran no sólo al empleo, sino también a la
educación, y los demás ámbitos. (Ya hemos visto el “contragolpe” que se fomentó
en respuesta a los mínimos esfuerzos para implementar programas de “acción
afirmativa” en el empleo y la educación).
Una vez más, esto no
simplemente se trata de que “los blancos son racistas”. Muchos de ellos sí son
racistas, aunque muchos de ellos no quieran serlo. Pero el problema más
profundo es que, dada la forma básica en que funciona la economía capitalista,
y dada la manera en que se alienta a todos a “cuidarse de lo suyo” —y, más
fundamentalmente, dado el hecho de que en efecto la situación impele a
las personas y las obliga a competir entre sí en cada parte importante de la
vida, incluido el empleo y la educación—, tratar de deshacer y superar de
forma concreta y completa la realidad y los efectos de siglos de opresión
racista —bajo este sistema— de hecho crearía un destructivo caos y
conflicto entre las personas, y desgarraría la “cohesión” de la sociedad.
Esto, de manera definitiva
y enfática, NO es un argumento a favor de refrenar la lucha contra toda forma
de discriminación, desigualdad y opresión en cada parte de la sociedad. Luchar
contra la opresión y arrancarles concesiones a los de arriba es muy importante
— para habilitar a las masas de modo que sientan su propia fuerza al ponerse de
pie y unirse en colectivo para oponerse a la opresión, y para atraer e
incorporar a las personas de todas partes de la sociedad para que se unan a
esta lucha — en vez de sentirse aisladas, golpeadas y desesperanzadas. Y eso es
importante para contribuir a la capacidad de las masas de personas de obtener
la comprensión y construir la organización necesaria para la lucha total final
para hacer caer todo el sistema opresivo. Pero ese es el quid del asunto — por
muy importantes que sean estas luchas de masas, sin construirlas
hacia el objetivo, y sin llegar por fin al momento, de plantarse contra todo el
sistema, con el fin de hacerlo caer, y hacer nacer algo mucho mejor, pues, como
he enfatizado antes, incluso donde se ganen concesiones: “mientras este sistema
siga en el poder, habrá fuerzas poderosas que se maniobrarán para atacar y
socavar, y tratar de revocar, incluso estos triunfos parciales”, y las personas
seguirán oprimidas y una vez más estarán cargadas con una sensación de
desmoralización, ya que una vez más estarán divididas y enfrentadas entre sí2.
La cuestión básica y
crucial es que la lucha contra la opresión racial (y contra toda la
opresión) no debe permanecer confinada dentro de los límites de este
sistema, sino al contrario, debe llevarse a cabo y llevarse adelante como
parte de la lucha general hacia el objetivo de abolir este
sistema. El hecho de que no sea posible abolir esta opresión bajo este sistema
no es motivo de rendirse con desesperación —es una razón convincente por la
que este sistema debe y puede ser abolido — ¡y es la
base fundamental por la que se puede ganar a la gente a librar la lucha
revolucionaria para por fin hacerlo caer!
Por todo eso, no habrá
ninguna maniobra real y significativa por parte de los de arriba (ni ninguno de
sus políticos y partidos políticos) para superar la centenaria experiencia y
legado de brutal opresión racista y la situación a la que ha conducido hoy, en
la que millones y millones de jóvenes negros y otros jóvenes de color no tienen
ninguna perspectiva de un futuro digno — bajo este sistema.
Como he señalado antes:
“Así que, ¿qué hace este sistema con los jóvenes a los cuales no les ofrece
futuro ni perspectivas? Los contiene. Les roba cualquier futuro digno. Los
contiene… — los contiene con la violencia”3.
Y por todo eso, hay un
terror policial sistémico y sistemático apuntado contra los negros y otras
personas de color. Por eso, no solo se aplica a los jóvenes (y a otros) en las
comunidades marginadas urbanas, sino que por eso puede llevar, y sí lleva, al
hostigamiento, la brutalidad y el asesinato de cualquier persona negra, en
cualquier lugar, incluso los que tienen más educación y estatus en la sociedad.
Si el sistema necesita a la policía para “contener con la violencia” a las
masas de personas en las comunidades marginadas urbanas —y lo hace—, pues esto
se “desbordará” y se aplicará a los negros, y a otras personas de color, más en
general. La policía no tiene ni el interés, ni la capacidad, ni la voluntad de
distinguir entre los “buenos” ....... (rellene el espacio en blanco con
cualquiera de los términos racistas que utilizan) y los “malos”. Y, más allá de
eso, la naturaleza “aleatoria” de la brutalidad y el asesinato lo hace más
efectivo para aterrorizar a la gente — al hacer que todos, incluso los “más
acomodados”, sientan, con razón, que podrían ser un objetivo de esto.
Sí
que existe una solución: La
revolución y un mundo radicalmente nuevo y diferente
Por todas estas razones, la opresión racista continuará
mientras la gente viva bajo la dominación de este sistema del
capitalismo-imperialismo. No sólo es justo sino que tiene una importancia
crucial levantarse y librar una lucha decidida contra esto, pero también es
crucial reconocer que esta opresión racista nunca se eliminará, ni se podrá
eliminar, bajo este sistema — y, para ponerle coto por fin,
necesitamos un sistema radicalmente diferente.
Necesitamos un
sistema económico radicalmente diferente — un sistema
económico (modo de producción) socialista que se
orienta y opera desarrollando y utilizando los medios de producción de forma
colectiva, para satisfacer las necesidades de las masas de personas, tanto sus
necesidades materiales (de empleo, los alimentos, la vivienda, la atención médica
y así sucesivamente) como sus necesidades intelectuales y culturales, y para
proporcionarles los medios no sólo para llevar una vida digna de los seres
humanos, sino también para comprender científicamente la base y la necesidad de
llevar adelante la transformación de la sociedad para eliminar por fin y
completamente todas las relaciones de opresión y explotación, y apoyar esa
lucha en todo el mundo, y para participar cada vez más conscientemente en dicho
proceso. Y, como una de sus más altas prioridades y objetivos, esto implicará
la lucha decidida para superar y por fin eliminar la opresión racial en todos
los aspectos de la sociedad.
La economía (modo de
producción) socialista radicalmente diferente proporcionará la base sobre la
cual se podría llevar a cabo el continuo proceso de arrancar de raíz la
opresión racial, y toda la opresión, en un terreno favorable, y por fin se
podría lograr superar todo esto. Lo siguiente de mi obra Breakthroughs
(Abriendo Brechas) habla de esta esencial relación y proceso:
[E]n
última instancia, el modo de producción sienta las bases y pone los límites
para el cambio, en cuanto a la manera de tratar cualquier problema social,
como la opresión de las mujeres, la opresión del pueblo negro o de los latinos,
la contradicción entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, la situación
con el medio ambiente o la situación de los inmigrantes, etc. Aunque todas esas
cosas tienen una realidad y dinámicas propias, y no se pueden reducir al
sistema económico, todas ocurren en el marco y en medio de las dinámicas
fundamentales de ese sistema económico; y ese sistema económico, ese modo de
producción sienta las bases y establece los límites fundamentales del cambio
con respecto a todas esas cuestiones sociales. Por lo que, para deshacerse de
todas estas diferentes formas de opresión, es necesario tratarlas en sí, pero
también es necesario hacer cambios fundamentales al sistema económico para
crear la posibilidad de poder llevar a cabo esos cambios en términos
fundamentales. En otras palabras: Es necesario tener un sistema
económico que no impida hacer esos cambios y que, por el contrario, no sólo
permita sino que siente una base favorable para hacer esos cambios4.
La Constitución para la Nueva República
Socialista en América del Norte proporciona una visión panorámica y un
plano concreto para tal sistema económico radicalmente diferente y para las
instituciones gubernamentales, las leyes y un sistema jurídico, así como una
orientación para la educación, las ciencias, las artes y la cultura que van de
la mano con este modo de producción y contribuyen a su desarrollo continuo,
allanando el camino para eliminar por fin toda la opresión y la explotación5. Y en Por qué nos hace falta una revolución
y cómo concretamente podemos hacer la revolución (así como en otras
obras mías) se explica la estrategia básica para llevar a cabo la revolución
que hará posible aplicar esta Constitución en el trabajo para crear un mundo
libre de todo el innecesario sufrimiento y locura a que están sometidas las
masas de la humanidad bajo la dominación de este sistema del
capitalismo-imperialismo.
Esto es por qué y
cómo es posible eliminar la opresión racial, y toda la
opresión, que está integrada en este sistema del
capitalismo-imperialismo — pero únicamente es posible hacerlo por medio de una
revolución para abolir este sistema.
Por eso seguimos
enfatizando esta verdad básica: tenemos dos opciones: o vivir con todo esto y
condenar a las generaciones del futuro a lo mismo, o a cosas peores, si es que
siquiera tengan un futuro — o, ¡hacer la revolución!
Por eso seguimos propagando
audazmente el lema: ¡REVOLUCIÓN, Y NADA MENOS!
_____________
(1) El texto en español y el vídeo en inglés de este
discurso de Bob Avakian (Por qué nos hace falta una
revolución real y cómo concretamente podemos hacer la revolución) están
disponibles en revcom.us.
(2) La declaración citada en esta parte de este
artículo es de Por qué nos hace falta una revolución real y cómo
concretamente podemos hacer la revolución.
(3) Bob
Avakian sobre la brutalidad y asesinato policial: Los decretos de
consentimiento no los detendrán — ¡Necesitamos una revolución! Este
pasaje de una Sesión de Preguntas y Respuestas con Bob Avakian, después de su
presentación de 2018 en Chicago Por qué nos hace falta una revolución
real y cómo concretamente podemos hacer la revolución, también está
disponible en revcom.us.
(4) Esta declaración está contenida en Breakthroughs
(Abriendo Brechas): El avance histórico hecho por Marx, y el nuevo avance
histórico del nuevo comunismo, Un resumen básico, obra que está
disponible en revcom.us. Salió originalmente en el libro de Bob Avakian, El
Nuevo Comunismo: La ciencia, la estrategia, la dirección para una revolución
real, y una sociedad radicalmente nueva en el camino hacia la verdadera
emancipación, Editorial Aurora Roja, 2018. Las cursivas son del
original.
(5)
La Constitución
para la Nueva República Socialista en América del Norte, de la
autoría de Bob Avakian, también está disponible en revcom.us.Fuente: revcom.us
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