miércoles, 1 de julio de 2020

Internacionales

A continuación, publicamos un artículo de Bob Avakian, en el cual se muestra que no es posible superar el racismo en el marco del sistema capitalista-imperialista y que, por esta y otras razones relativas a la necesidad de cancelar e ir superando progresivamente las diferentes formas de opresión, que pesan sobre la inmensa mayoría de la humanidad, es necesario hacer una revolución social.

Comité de redacción de Creación Heroica



ES POSIBLE ELIMINAR LA OPRESIÓN RACIAL —
PERO NO SE LO PUEDE HACER BAJO ESTE SISTEMA

Bob Avakian

DONDEQUIERA QUE VAYAMOS, y en todo lo que hagamos, nosotros, los revcom, proclamamos audazmente: ¡REVOLUCIÓN, Y NADA MENOS!

No sólo se trata de un lema — aunque es un lema muy bueno y muy importante. Se trata de la declaración concentrada de una verdad muy profunda, que también está capturada en nuestro lema: No es posible reformar este sistema, ¡hay que derrocarlo!

Pero, ¿qué queremos decir al afirmar que no es posible reformar este sistema, y por qué es eso cierto? En Por qué nos hace falta una revolución real y cómo concretamente podemos hacer la revolución, hablo de los “5 ALTOS” —algunas contradicciones profundas y definitorias de este sistema— y de todo el terrible sufrimiento al que este sistema del capitalismo-imperialismo somete a las masas de la humanidad, y por qué no es posible eliminar todo esto bajo este sistema1. Aquí voy a centrarme en la opresión sistemática y asesina del pueblo negro, y en la opresión racial en su conjunto —que se ha puesto fuertemente al descubierto con el desbordamiento de indignación que desató el asesinato de George Floyd— y voy a discutir las razones básicas por las cuales no es posible eliminar esta opresión bajo este sistema, sino que es posible eliminarla (únicamente) mediante la revolución.

El continuo terror y asesinato que lleva a cabo la policía, en particular contra los negros (así como contra los latinos y los indígenas), no se debe fundamentalmente a que la policía sea racista — aunque, hablando de la policía en general, eso ciertamente es verdad. El hecho de que la policía sea racista es en sí una expresión y una función del hecho de que este sistema requiere el terror y el asesinato en contra de los negros (y contra otras personas de color) —es necesario para poder mantener el “orden” de este sistema opresivo general— y sería mucho más difícil de llevar a cabo esto si la policía no fuera racista.

Las causas fundamentales de esta opresión

Pero, yendo más a fondo, ¿por qué es necesario este terror y asesinato para este sistema, a fin de asegurar su “orden” y su funcionamiento continuo? La respuesta es que, desde la fundación de Estados Unidos, el supremacismo blanco ha sido vertido en los cimientos y ha sido integrado en las instituciones y el funcionamiento continuo de este sistema. Específicamente por lo que se refiere al pueblo negro, los siglos de opresión que ha sufrido —desde los días de la esclavitud hasta los días de la segregación del Jim Crow y del terror del Ku Klux Klan, hasta la actualidad, con la continua discriminación sistemática contra el pueblo negro, en todos los ámbitos de la sociedad (el empleo, la vivienda, la educación, la atención médica, y así sucesivamente)— pues, todo eso ha resultado en una situación en la que las masas de negros de hoy día, y en particular los jóvenes, han sido despojados de los medios para llevar una vida digna, y eso ha mantenido a muchos negros en condiciones de desesperada pobreza y penurias. Una vez más, esto no se debe simplemente a que los que están en los asientos del poder y deciden la política del gobierno sean racistas (aunque esto es cierto para la mayoría de ellos). Se debe fundamentalmente a la naturaleza del propio sistema y los requisitos y dinámicas históricamente evolucionados de este sistema del capitalismo-imperialismo.

Ahora, esa frase no es tan fácil de digerir (“la naturaleza del propio sistema y los requisitos y dinámicas históricamente evolucionados de este sistema del capitalismo-imperialismo”), así que desmenucémosla. Estados Unidos fue fundado sobre la esclavización de masas de africanos, así como sobre la subyugación genocida de los indígenas y el robo de sus tierras (y el desarrollo posterior de Estados Unidos abarcó la conquista de enormes partes de México, y además redujo a la gente de origen mexicano a un estatus de segunda clase). Esto requirió la propagación del racismo para “justificar” toda la horrorosa opresión. Luego, cuando estalló la Guerra Civil en torno a la cuestión de la esclavitud, e incluso cuando se abolió la esclavitud como resultado de esa Guerra Civil, dado que el supremacismo blanco había sido, y seguía siendo, una parte tan crucial del “pegamento” que mantenía unido a Estados Unidos, la única manera de “volver a unirlo”, sobre los cimientos del sistema capitalista, era afirmar una vez más con fuerza el supremacismo blanco. Por eso, muy poco después del fin de la Guerra Civil, sometieron a los negros al sistema de segregación del Jim Crow (respaldado por un terror sistemático, puntuado por repetidos linchamientos), mientras que la agresión genocida y el robo de las tierras de los indígenas se intensificó, y los inmigrantes de México fueron objeto de una continua discriminación y violencia por parte de los ejecutores de este sistema.

Generaciones más tarde, durante la Segunda Guerra Mundial, debido a las necesidades de los gobernantes de Estados Unidos al librar esa guerra, un gran número de negros pudieron emigrar al Norte [se refiere a los estados del norte de Estados Unidos] y conseguir trabajos en las industrias que servían a la producción para la guerra. Y luego, en gran parte como resultado del hecho de que Estados Unidos estaba en el lado ganador de esa guerra —y del hecho de que la guerra no se libró en el territorio de Estados Unidos y éste no experimentó ningún daño a sus instalaciones industriales e infraestructura— se dio una expansión de la economía en Estados Unidos después de la guerra. En esta situación, grandes cantidades de negros pudieron seguir obteniendo empleos, entre ellos algunos trabajos mejor remunerados en las fábricas (en las siderúrgicas, plantas automotrices, etc.).

Pero, al mismo tiempo, debido al supremacismo blanco incorporado en el sistema durante siglos —y al hecho de que tomar medidas reales para superar ese legado desgarraría el tejido del sistema y haría abrir grietas en sus propios cimientos—, los negros siguieron siendo objeto de una discriminación sistemática, inclusive en el empleo (“los últimos contratados y los primeros despedidos” era una descripción acertada de la situación del pueblo negro con respecto al empleo). Para citar otro ejemplo feo, la política del gobierno con respecto a la vivienda abarcaba una discriminación consciente y deliberada: después de la Segunda Guerra Mundial, se concedieron préstamos a los blancos para que pudieran comprar sus propias casas y mudarse cada vez más a los suburbios, mientras que se negaron esos préstamos a los ex combatientes negros (y a otras personas negras) y, en cambio, los negros fueron hacinados en unidades multifamiliares segregadas en las comunidades marginadas urbanas. Y eso era parte de la continua y sistemática segregación y discriminación a la que los negros estaban sometidos.

Como resultado del movimiento de derechos civiles y luego del movimiento de liberación negra más radical del decenio de 1960, se hicieron algunas concesiones, y se ha dado un aumento del número de “rostros negros en las altas esferas” y un crecimiento de la clase media negra, aunque su situación es mucho más precaria que la de la clase media blanca (algo que se demostró cruelmente en la crisis de 2008, que resultó en que un gran número de personas negras perdieran sus hogares y gran parte, si no la totalidad, de los ahorros que tenían). Y, en tiempos más recientes, han cerrado un gran número de fábricas y otras fuentes de trabajo para la gente de las comunidades marginadas urbanas, y a menudo han trasladado sus operaciones a otros lugares, en particular a los países del tercer mundo (América Latina, África, el Medio Oriente y Asia) donde la situación desesperada de masas de personas, incluidos niños, las ha dejado vulnerables a ser superexplotadas, con salarios casi de hambre.

Todo esto, junto con una mayor automatización y “cibernetización” de la producción, cuando se combina con la continua segregación y discriminación incorporadas en este sistema, ha conducido a una situación en la que un gran número de negros, y especialmente los jóvenes, no sólo han estado desempleados durante generaciones ya, sino que se han quedado sin perspectivas de un empleo significativo en la economía regular (“formal”).

La “combinación tóxica” del capitalismo y el racismo

Aquí vemos la “combinación tóxica” de la segregación y la discriminación sistemática e históricamente evolucionada, con la aplicación de una brutal violencia por los de arriba, junto con el funcionamiento y requisitos básicos de la economía capitalista — que implica una concentración cada vez mayor no sólo de la riqueza, sino también de los medios de producción (la tecnología, las fábricas y otras estructuras físicas, fuentes de materias primas, y así sucesivamente) en la posesión y bajo el control de las empresas capitalistas e instituciones financieras de gran escala, que están enfrascadas en una competencia feroz entre sí, no sólo en un país específico sino cada vez más a escala mundial, y por lo tanto la situación las impele a explotar despiadadamente a las personas y a buscar constantemente formas de superexplotar aún más cruelmente a grandes cantidades de personas desesperadas, incluidos niños, en una red mundial de maquiladoras. (Por ejemplo, los teléfonos celulares y los computadores dependen del mineral coltán, que personas, incluido un gran número de niños, minan en condiciones horribles, en El Congo en África; y un gran número de mujeres que trabajan en condiciones horribles en el país asiático de Bangladesh producen una gran parte de la ropa que se compra en Estados Unidos).

En esta situación, y especialmente con el crecimiento del comercio internacional de drogas, y su profunda penetración en Estados Unidos, muchas de las personas, en particular los jóvenes, que se encontraban excluidas de la “economía formal”, han recurrido al tráfico de drogas, así como a otras actividades delictivas — algo que la política gubernamental ha fomentado, lo que en realidad ha llevado al movimiento de grandes cantidades de drogas hacia las comunidades marginadas urbanas, a la vez que las autoridades aprovechan esta situación para ejercer una represión sistemática contra los jóvenes en particular, con cosas como la práctica policial de “parar y registrar”. El resultado de todo ello ha sido un enorme aumento de la encarcelación en masa, así como el continuo asesinato de grandes cantidades de jóvenes “minoritarios” por parte de la policía.

Al mismo tiempo, la forma en que Estados Unidos ha seguido dominando a México, así como a otras partes de América Latina, y ha seguido distorsionando las economías, corrompiendo los gobiernos y arruinando las relaciones sociales entre las personas de esos países — pues, todo ello ha resultado en que la situación ha obligado a grandes cantidades de personas a huir de esos países y emigrar a Estados Unidos, donde son vulnerables a la cruel explotación en las fábricas y las tierras de cultivo, y en otras partes de la economía de Estados Unidos. Y grandes cantidades de las generaciones nuevas de estos inmigrantes también han formado pandillas (o se han unido a las pandillas ya existentes) y se han involucrado en el tráfico de drogas y en los delitos relacionados.

Sin embargo, más recientemente, en al menos muchos de los vecindarios marginados urbanos, por diversas razones —entre ellas el hecho de que la “epidemia del crack” había cobrado un terrible saldo en la población— ha habido una disminución en el comercio de la cocaína y las altas ganancias que dicho comercio generaban para el número relativamente pequeño de “peces gordos” en la jerarquía del comercio de drogas. Durante un período, en particular durante los decenios de 1980 y 1990, el comercio de drogas fue un “importante empleador” de los jóvenes en las comunidades marginadas urbanas, tanto hombres como mujeres, dada su desolación y desesperación, y una importante fuente de al menos un ingreso básico para muchas personas (aunque la promesa de “enriquecerse” seguía siendo una ilusión para la mayoría de ellas). Ahora, incluso esta fuente de empleo e ingresos —por perversa y nociva que sea— se ha evaporado o ha disminuido enormemente para muchas personas. Esto ha agravado más la miserable situación de masivas cantidades de jóvenes en las comunidades marginadas urbanas en particular quienes no tienen ningún futuro —bajo este sistema— más que la prisión, una muerte temprana o una desesperada vida de buscavidas, de una forma u otra, en sus esfuerzos por sobrevivir y cuidar de sus seres queridos.

No es posible cambiar todo esto —no es posible transformar y superar todo esto— en el marco de este sistema. A pesar de lo que diga cualquier político (“liberal” o abiertamente fascista como Trump), no hay manera en que este sistema pudiera “cambiar de plan”, devolver grandes partes de la industria a las comunidades marginadas urbanas y proporcionar empleos significativos, con “un salario digno” para todos aquellos a los que ahora el sistema les está privando de todo esto. Aunque el gobierno tuviera la “voluntad política” de tratar de hacerlo, hacerlo (contratar con un “salario digno” a millones de personas anteriormente desempleadas o “subempleadas”) socavaría seriamente las posiciones competitivas de los capitalistas estadounidenses en la economía mundial. Y, si intentaran hacerlo mientras que al mismo tiempo trataran de superar en serio todas las relaciones históricamente evolucionadas de la supremacía blanca, esto trastornaría completamente la “cohesión” social que “mantiene articulado a Estados Unidos”, siendo el supremacismo blanco una parte crucial de eso.

Una cosa es que la “gente de buen corazón” —y en particular muchos blancos— digan (y lo digan sinceramente) que está mal que la policía de plano asesine cruelmente y sin sentido a la gente, y que las personas se movilicen en protestas contra esto. Pero imagínese lo que pasaría si, bajo este sistema y con la forma en que funciona su economía, el gobierno tratara de adoptar políticas que lidiaran con el desempleo largo placista de los negros de los vecindarios marginados urbanos, a quienes no solo se les ha negado empleo sino también la capacitación para los trabajos que sí existen — imagínese cuál sería la reacción de muchos blancos que, de hecho, perdieran sus trabajos mejor remunerados como resultado de estas políticas. Imagínese lo que sucedería si este tipo de políticas se aplicaran no sólo al empleo, sino también a la educación, y los demás ámbitos. (Ya hemos visto el “contragolpe” que se fomentó en respuesta a los mínimos esfuerzos para implementar programas de “acción afirmativa” en el empleo y la educación).

Una vez más, esto no simplemente se trata de que “los blancos son racistas”. Muchos de ellos sí son racistas, aunque muchos de ellos no quieran serlo. Pero el problema más profundo es que, dada la forma básica en que funciona la economía capitalista, y dada la manera en que se alienta a todos a “cuidarse de lo suyo” —y, más fundamentalmente, dado el hecho de que en efecto la situación impele a las personas y las obliga a competir entre sí en cada parte importante de la vida, incluido el empleo y la educación—, tratar de deshacer y superar de forma concreta y completa la realidad y los efectos de siglos de opresión racista —bajo este sistema— de hecho crearía un destructivo caos y conflicto entre las personas, y desgarraría la “cohesión” de la sociedad.

Esto, de manera definitiva y enfática, NO es un argumento a favor de refrenar la lucha contra toda forma de discriminación, desigualdad y opresión en cada parte de la sociedad. Luchar contra la opresión y arrancarles concesiones a los de arriba es muy importante — para habilitar a las masas de modo que sientan su propia fuerza al ponerse de pie y unirse en colectivo para oponerse a la opresión, y para atraer e incorporar a las personas de todas partes de la sociedad para que se unan a esta lucha — en vez de sentirse aisladas, golpeadas y desesperanzadas. Y eso es importante para contribuir a la capacidad de las masas de personas de obtener la comprensión y construir la organización necesaria para la lucha total final para hacer caer todo el sistema opresivo. Pero ese es el quid del asunto — por muy importantes que sean estas luchas de masas, sin construirlas hacia el objetivo, y sin llegar por fin al momento, de plantarse contra todo el sistema, con el fin de hacerlo caer, y hacer nacer algo mucho mejor, pues, como he enfatizado antes, incluso donde se ganen concesiones: “mientras este sistema siga en el poder, habrá fuerzas poderosas que se maniobrarán para atacar y socavar, y tratar de revocar, incluso estos triunfos parciales”, y las personas seguirán oprimidas y una vez más estarán cargadas con una sensación de desmoralización, ya que una vez más estarán divididas y enfrentadas entre sí2.

La cuestión básica y crucial es que la lucha contra la opresión racial (y contra toda la opresión) no debe permanecer confinada dentro de los límites de este sistema, sino al contrario, debe llevarse a cabo y llevarse adelante como parte de la lucha general hacia el objetivo de abolir este sistema. El hecho de que no sea posible abolir esta opresión bajo este sistema no es motivo de rendirse con desesperación —es una razón convincente por la que este sistema debe y puede ser abolido — ¡y es la base fundamental por la que se puede ganar a la gente a librar la lucha revolucionaria para por fin hacerlo caer!

Por todo eso, no habrá ninguna maniobra real y significativa por parte de los de arriba (ni ninguno de sus políticos y partidos políticos) para superar la centenaria experiencia y legado de brutal opresión racista y la situación a la que ha conducido hoy, en la que millones y millones de jóvenes negros y otros jóvenes de color no tienen ninguna perspectiva de un futuro digno — bajo este sistema.

Como he señalado antes: “Así que, ¿qué hace este sistema con los jóvenes a los cuales no les ofrece futuro ni perspectivas? Los contiene. Les roba cualquier futuro digno. Los contiene… — los contiene con la violencia”3.

Y por todo eso, hay un terror policial sistémico y sistemático apuntado contra los negros y otras personas de color. Por eso, no solo se aplica a los jóvenes (y a otros) en las comunidades marginadas urbanas, sino que por eso puede llevar, y sí lleva, al hostigamiento, la brutalidad y el asesinato de cualquier persona negra, en cualquier lugar, incluso los que tienen más educación y estatus en la sociedad. Si el sistema necesita a la policía para “contener con la violencia” a las masas de personas en las comunidades marginadas urbanas —y lo hace—, pues esto se “desbordará” y se aplicará a los negros, y a otras personas de color, más en general. La policía no tiene ni el interés, ni la capacidad, ni la voluntad de distinguir entre los “buenos” ....... (rellene el espacio en blanco con cualquiera de los términos racistas que utilizan) y los “malos”. Y, más allá de eso, la naturaleza “aleatoria” de la brutalidad y el asesinato lo hace más efectivo para aterrorizar a la gente — al hacer que todos, incluso los “más acomodados”, sientan, con razón, que podrían ser un objetivo de esto.

Sí que existe una solución: La revolución y un mundo radicalmente nuevo y diferente

Por todas estas razones, la opresión racista continuará mientras la gente viva bajo la dominación de este sistema del capitalismo-imperialismo. No sólo es justo sino que tiene una importancia crucial levantarse y librar una lucha decidida contra esto, pero también es crucial reconocer que esta opresión racista nunca se eliminará, ni se podrá eliminar, bajo este sistema — y, para ponerle coto por fin, necesitamos un sistema radicalmente diferente.

Necesitamos un sistema económico radicalmente diferente — un sistema económico (modo de producciónsocialista que se orienta y opera desarrollando y utilizando los medios de producción de forma colectiva, para satisfacer las necesidades de las masas de personas, tanto sus necesidades materiales (de empleo, los alimentos, la vivienda, la atención médica y así sucesivamente) como sus necesidades intelectuales y culturales, y para proporcionarles los medios no sólo para llevar una vida digna de los seres humanos, sino también para comprender científicamente la base y la necesidad de llevar adelante la transformación de la sociedad para eliminar por fin y completamente todas las relaciones de opresión y explotación, y apoyar esa lucha en todo el mundo, y para participar cada vez más conscientemente en dicho proceso. Y, como una de sus más altas prioridades y objetivos, esto implicará la lucha decidida para superar y por fin eliminar la opresión racial en todos los aspectos de la sociedad.

La economía (modo de producción) socialista radicalmente diferente proporcionará la base sobre la cual se podría llevar a cabo el continuo proceso de arrancar de raíz la opresión racial, y toda la opresión, en un terreno favorable, y por fin se podría lograr superar todo esto. Lo siguiente de mi obra Breakthroughs (Abriendo Brechas) habla de esta esencial relación y proceso:

[E]n última instancia, el modo de producción sienta las bases y pone los límites para el cambio, en cuanto a la manera de tratar cualquier problema social, como la opresión de las mujeres, la opresión del pueblo negro o de los latinos, la contradicción entre el trabajo intelectual y el trabajo manual, la situación con el medio ambiente o la situación de los inmigrantes, etc. Aunque todas esas cosas tienen una realidad y dinámicas propias, y no se pueden reducir al sistema económico, todas ocurren en el marco y en medio de las dinámicas fundamentales de ese sistema económico; y ese sistema económico, ese modo de producción sienta las bases y establece los límites fundamentales del cambio con respecto a todas esas cuestiones sociales. Por lo que, para deshacerse de todas estas diferentes formas de opresión, es necesario tratarlas en sí, pero también es necesario hacer cambios fundamentales al sistema económico para crear la posibilidad de poder llevar a cabo esos cambios en términos fundamentales. En otras palabras: Es necesario tener un sistema económico que no impida hacer esos cambios y que, por el contrario, no sólo permita sino que siente una base favorable para hacer esos cambios4.

La Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte proporciona una visión panorámica y un plano concreto para tal sistema económico radicalmente diferente y para las instituciones gubernamentales, las leyes y un sistema jurídico, así como una orientación para la educación, las ciencias, las artes y la cultura que van de la mano con este modo de producción y contribuyen a su desarrollo continuo, allanando el camino para eliminar por fin toda la opresión y la explotación5. Y en Por qué nos hace falta una revolución y cómo concretamente podemos hacer la revolución (así como en otras obras mías) se explica la estrategia básica para llevar a cabo la revolución que hará posible aplicar esta Constitución en el trabajo para crear un mundo libre de todo el innecesario sufrimiento y locura a que están sometidas las masas de la humanidad bajo la dominación de este sistema del capitalismo-imperialismo.

Esto es por qué y cómo es posible eliminar la opresión racial, y toda la opresión, que está integrada en este sistema del capitalismo-imperialismo — pero únicamente es posible hacerlo por medio de una revolución para abolir este sistema.

Por eso seguimos enfatizando esta verdad básica: tenemos dos opciones: o vivir con todo esto y condenar a las generaciones del futuro a lo mismo, o a cosas peores, si es que siquiera tengan un futuro — o, ¡hacer la revolución!

Por eso seguimos propagando audazmente el lema: ¡REVOLUCIÓN, Y NADA MENOS!

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(1) El texto en español y el vídeo en inglés de este discurso de Bob Avakian (Por qué nos hace falta una revolución real y cómo concretamente podemos hacer la revolución) están disponibles en revcom.us.
(2) La declaración citada en esta parte de este artículo es de Por qué nos hace falta una revolución real y cómo concretamente podemos hacer la revolución.
(3) Bob Avakian sobre la brutalidad y asesinato policial: Los decretos de consentimiento no los detendrán — ¡Necesitamos una revolución! Este pasaje de una Sesión de Preguntas y Respuestas con Bob Avakian, después de su presentación de 2018 en Chicago Por qué nos hace falta una revolución real y cómo concretamente podemos hacer la revolución, también está disponible en revcom.us.
(5) La Constitución para la Nueva República Socialista en América del Norte, de la autoría de Bob Avakian, también está disponible en revcom.us.

Fuente: revcom.us

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