Karl Marx: Temas Pendientes(*)
Aportes de Marx a la insurgencia global del siglo
XXI
(Primera Parte)
(Primera Parte)
Jorge Beinstein
El regreso de Marx
MARX APARECE HOY, liberado
de las sacralizaciones que lo momificaron en el siglo XX, como un pensador
herético, como una presencia indigerible para el sistema, muchas veces
sepultada pero siempre renaciendo cada vez más radicalizada, acercándose así a
su identidad original, inspirando rebeldías e insurgencias contra el
capitalismo. Parafraseando a John Willliam Cooke me atrevería a afirmar que
Marx es el hecho maldito del planeta burgués resistiendo exitosamente a todas
las tentativas académicas, burocráticas o políticas por domesticar sus ideas,
su trayectoria militante, para convertirlas en un conjunto de modelos o
recetas, infalibles para unos superadas para otros.
Como
lo señaló Rubel, Marx fue ignorado en vida e idolatrado después de su muerte,
pero también deformado, manipulado por una amplia variedad de marxistas,
postmarxistas y antimarxistas.
Su
obra fue descuartizada por especialistas y “escuelas” que llevaron hacia sus
reductos piezas sueltas del saqueo para convertirlas en fundamentos de sus
“verdaderos-Marx”, destruyendo de ese modo un legado que no es otra cosa que un
conjunto coherente de resultados científicos, búsquedas y caminos atravesados
por una opción ética militante de compromiso con las causa de los explotados y
oprimidos. Producto del saqueo apareció un “joven Marx”, que se pretendía
diferenciar del “Marx maduro” o del “Marx tardío”, un Marx rusófobo y un Marx rusófilo,
un Marx autoritario y otro libertario, un Marx jacobino y un Marx critico del
jacobinismo, en fin un Marx “marxista” fundador de una ideología pero también
un Marx “no-marxista”, pensador crítico hostil a todos los esquemas
ideológicos.
Wallerstein,
por ejemplo, no duda en señalar la contradicción entre un Marx atrapado por la
ideología del progreso y que como Kant o Hegel consideraba que el mundo avanza
inexorablemente hacia situaciones globales cada vez mejores opuesto al Marx en
rebeldía contra esa trampa ideológica, propia del positivismo liberal-burgués
decimonónico(1).
Es
posible localizar la obra de Marx al interior de dos ciclos de ideas
revolucionarias que se encadenan, se interpenetran de tal manera que terminan
por conformar una suerte de súper ciclo, en primer lugar el “ciclo francés”
para el que podríamos establecer dos fechas históricas: 1789 con el inicio de
la revolución francesa y 1871 con la experiencia trágica de la Comuna de París,
aunque no resulta difícil alargar este ciclo hacia atrás adentrándonos en el
siglo XVIII, incluyendo a las ideas de la Ilustración y a personajes como
Rousseau en primer lugar (como no recordar el encuentro en 1778 entre el viejo
y admirado Rousseau que recorría las últimas semanas de su vida y el joven y
aún desconocido Robespierre(2), pero también a Montesquieu, Diderot, Voltaire,
etc. Y luego antecedentes decisivos fuera de Francia como la independencia de
Estados Unidos y en Europa central y occidental un proceso generalizado de
ascenso burgués y de despertar complejo, a veces contradictorio de masas
populares rurales y urbanas.
Además
es posible extender restos de ese ciclo más allá de 1871 penetrando en la
próxima etapa con su simbología, sus disputas, sus identidades. Elizaveta
Drabkina relata en sus memorias como en marzo de 1903 miles de obreros se
rebelaban en la ciudad de Rostov, en plena Rusia europea, enarbolando banderas
rojas y entonando La Marsellesa y que en noviembre de 1918, un año después de
haber tomado el poder, los bolcheviques erigían en Moscú una estatua de
Robespierre(3).
También
lo hacían en San Petersburgo al borde del bautizado malecón Robespierre(4). Y
por supuesto abundaban en esa época los paralelismos entre Lenin y Robespierre
y entre jacobinismo y bolchevismo o más adelante la caracterización de Trotsky
y sus seguidores del ascenso de Stalin como resultado de una “reacción termidoriana”.
A
comienzos del siglo XX, antes de la Revolución de Octubre, dominaba en los
círculos progresistas y socialistas europeos el convencimiento de la proximidad
en Rusia de una suerte de “revolución francesa” acabando con la monarquía e
instaurando las instituciones de la república burguesa, pero la historia real
marchaba más rápido que esas ideas y ante su asombro emergió el comunismo ruso
marcando al siglo.
Podríamos
en principio afirmar que el pensamiento de Marx se desarrolló, por razones
cronológicas, al interior del “ciclo francés”, sin embargo su elaboración tuvo
como base la crítica radical de las ilusiones jacobinas, del republicanismo que
pretendía liberar a la humanidad mediante el ejercicio pleno de la democracia
política. Le oponía la revolución social capaz de erradicar los fundamentos
materiales de la desigualdad, aboliendo el capitalismo, abriendo el horizonte
del comunismo. Incluso como veremos más adelante esbozando pistas, adelantando
reflexiones que atraviesan la euforia estatista-cientificista del siglo XX y la
degradación neoliberal que le siguió para llegar hasta nosotros ofreciéndonos
ideas, descubrimientos que nos ayudan en el siglo XXI a construir una visión
del mundo emancipadora.
La
Revolución Rusa establece un antes y un después, Octubre de 1917 señala la
irrupción a escala global de ideas y símbolos donde la figura de Carlos Marx
ocupa un lugar central. El “ciclo ruso” emerge como “marxismo-leninismo” y sus
derivaciones maoistas, stalinistas, trotskistas, guevaristas, etc. Ya no se
trata de una revolución rápidamente derrotada como la de Francia renaciendo una
y otra vez en pensamientos, ilusiones de libertad y revueltas populares a lo
largo del siglo XIX, sino de un poder soviético que se consolida, soporta
victoriosamente la mayor masacre militar de la historia (27 millones de
soviéticos muertos en la Segunda Guerra Mundial) difundiéndose a nivel
planetario, desde la revolución china hasta la cubana, para derrumbarse 74 años
después. Convirtiendo a Marx no solo en fundamento de insurgencias sino también
de legitimación de la razón de estado de burocracias socialistas pero también
de pensamientos críticos, rebeldes a toda sumisión y de su opuesto: lecturas
dogmáticas, casi religiosas al servicio de las manipulaciones del Poder.
Marx
rebelde indomable instigador de subversiones libertarias y Marx santificado,
presentado como redactor de verdades absolutas administradas por aparatos
autoritarios. Así fue como la socialdemocracia alemana en torno de 1900 remachó
su aburguesamiento con el entronamiento de Marx, su elevación como científico
infalible hasta las más altas cumbres de la sabiduría. Quedaba borrada o
colocada en un rincón menos que secundario su vida militante, su compromiso
ético práctico con las luchas proletarias que habían constituido el centro
motor de su existencia y a cuyo servicio colocó sus elaboraciones teóricas.
Marx
emerge en el siglo XIX europeo y atraviesa el siglo XX global, mi hipótesis es
que también aparece dando pistas, esbozos de alternativas, reflexiones
sumamente útiles, permitiéndonos no solo aprehender la realidad actual sino
también ayudándonos a elaborar las prácticas, los instrumentos capaces de
superar el desastre universal hacia el que nos conduce el sistema en su
decadencia. El célebre abad De Bernis afirmaba en 1758 refiriéndose a la
monarquía francesa: “Estamos entrando en el último período de la decadencia” (5)
y pasaron casi tres décadas hasta que se produjo el derrumbe de un régimen
podrido que solo ofrecía degradación, abriendo un nuevo capítulo en la historia
universal. No es demasiado tiempo si lo asumimos en términos históricos y tanto
en aquel caso como en el presente no se necesita demasiada lucidez para
percibir la avalancha imparable de parasitismo e irracionalidad que hoy, a
nivel mundial, acrecienta de manera irreversible la entropía del capitalismo.
Lo
que sigue a continuación es un conjunto de temas desarrollados por Marx que a
mi entender nos ayudan a comprender la naturaleza de la decadencia de la
civilización burguesa, la visualización del sujeto histórico universal capaz de
superarla y la forma concreta posible, revolucionaria, de dicha superación.
I.
Marx y la decadencia de la civilización burguesa
Declinación tendencial de la tasa de ganancia
Ha quedado plenamente
confirmada la tesis de Marx acerca de la tendencia a la caída en el largo plazo
de la tasa de ganancia atravesada por una sucesión de crisis cíclicas. No se
trataría según Marx de numerosas crisis donde en cada caso una vez superada la
turbulencia se reanuda la marcha del sistema como si nada hubiera ocurrido.
Crisis de sobreproducción y subconsumo relativos pero también de
sobreacumulación y desajustes estructurales que degradan al sistema, le
producen heridas, enfermedades que se van incorporando al proceso de
reproducción empujándolo hacia una crisis general que engendraría las
condiciones de su derrumbe.
Ello
abriría las puertas para su superación (abolición) históricamente necesaria
pero no inexorable. Dicho de otra manera, Marx nunca consideró inevitable la
transición del capitalismo hacia una suerte de civilización superior socialista
en marcha hacia el comunismo, el ingreso a un camino de degradación, de
barbarie prolongada aparece como uno de los escenarios posibles. La bien
conocida alternativa “socialismo o barbarie” planteada por Rosa Luxemburgo
agrega de manera dramática un epílogo esclarecedor a la obra de Marx.
Varios
estudios rigurosos han demostrado de manera empírica la validez de la hipótesis
de la caída tendencial de la tasa de ganancia, entre los más recientes destaco
los de Michael Roberts(6) y sobre todo los de Esteban Maito(7) que presenta el
siguiente gráfico con la declinación tendencial de la tasa de ganancia durante
casi un siglo y medio, en un grupo representativo de países capitalistas
centrales (Estados Unidos, Alemania, Holanda, Japón y Suecia).
Pero
la sucesión de crisis capitalistas, desde las primeras en Europa a comienzos
del siglo XIX hasta llegar a la crisis global actualmente en curso ha acumulado
desorden y fuerzas destructivas sin que se haya producido la gran crisis
general terminal del sistema, su desmoronamiento irresistible tal como lo
anunciaba el optimismo anticapitalista por le menos desde 1917 cuando lo
bolcheviques tomaron el poder en Rusia. El capitalismo ha podido sobrevivir a
casi 200 años de turbulencias económicas, guerras y desafíos mortales
produciendo desastres cada vez mayores, saqueando recursos naturales,
incorporando mano de obra superexplotada (como el ingreso chino al mercado
global desde finales del siglo XX) y ampliando el parasitismo que se ha
convertido en el centro hegemónico de Occidente.
Crisis ecológica, parasitismo y tecnología
La devastación de recursos
naturales amenazando la reproducción del sistema fue señalada por Marx y la
irrupción de la temática ecologista puso de relieve sus observaciones sobre la
existencia del metabolismo entre sociedad humana y naturaleza subordinando la reproducción
sustentable de la humanidad a la de un espacio mayor, sobredeterminante que la
incluye, de tal modo que el desarrollo social que consiga quebrar dicho
metabolismo dañando al contexto ambiental hace inviable a la propia existencia
humana.
El
concepto marxiano de fractura del metabolismo humanidad-naturaleza, producto
del desarrollo capitalista, ha sido reiteradamente presentado como demostración
de que Marx no se limitaba a centrar su análisis en las contradicciones
económicas del sistema sino que extendía el enfoque al espacio ecológico.
Desde
las obras pioneras de Alfred Schmidt(8) (1962) o István Mészáros (1971)(9)
siguiendo a su maestro Lukács, hasta autores más recientes como John Bellamy
Foster(10) nos explican el proceso dialéctico donde la sociedad humana
evoluciona produciendo cambios en su contexto ambiental a través de sus
técnicas y que al hacerlo transforma las relaciones sociales. Explotación de la
naturaleza que es al mismo tiempo explotación del hombre por el hombre,
entonces la devastación capitalista del medio ambiente coincide necesariamente,
históricamente, con la devastación también a gran escala de la humanidad. Lo
que ha demostrado el siglo XX y mucho más el siglo XXI es que el capitalismo
como realidad universal ha llevado al parasitismo y a la artificialización
destructiva, desestructurante tanto de la vida humana como de su entorno
ecológico, a niveles planetarios descomunales.
La
masa financiera global, un buen indicador de parasitismo, representaba cuando
estalló la crisis de 2008, unas quince veces el Producto Bruto Global, y según
lo reportaba el Banco de Basilea solo los llamados “productos financieros
derivados”, la columna vertebral de la burbuja especulativa, equivalían en ese
momento a unas 12 veces el Producto Bruto Global. En la década siguiente la
mega burbuja se fue desinflando tironeada por el enfriamiento durable de la
economía real sin dejar de mantener una presencia abrumadora y agravando su
canibalismo interno y el comportamiento saqueador sobre su base productiva,
hacia finales de 2017 los “derivados” representaban unas 8 veces el Producto
Bruto Global.
En
el capítulo sobre el parasitismo es necesario incluir al consumo parasitario,
socialmente innecesario, peor aún nocivo para la vida social. Polarizado en la
cúpula capitalista, en las clases privilegiadas, deviene subcultura decadente
que se extiende hacia abajo.
La
tecnología es la componente decisiva de la interacción perversa entre humanidad
capitalista y naturaleza desarrollando de manera simultánea la perversión al
interior de la sociedad. Se trata de un doble círculo vicioso de destrucción
ecológica y deshumanización donde el desarrollo tecnológico, cada vez más
sofisticado, más apabullante, es incapaz de superar la trampa mortal que ha
construido la dinámica del capitalismo. En realidad la tecnología, resultado
social, histórico, concreto (y no tsunami autónomo descontrolado) refuerza la
trampa.
En
ese sentido Marx ha sido un pionero imprescindible al colocar a la técnica
(devenida tecnología, fusión de ciencia y técnica) en el centro de su
reflexión, sacándola del pedestal al que la colocó el progresismo modernizador
y ubicándola en el espacio de las relaciones sociales.
Kostas
Axelos señalaba a Marx como el “pensador de la técnica” que había revelado su
doble naturaleza cuando en la etapa ascendente de la civilización burguesa
impulsa la expansión de las fuerzas productivas entendida como progreso
histórico, pero que inaugurado el camino civilizatorio descendente se convierte
en lo opuesto a lo anterior operando como motor de la decadencia: “su marcha no
se detiene ante la crisis que se revela como amenaza de ingreso en la nada, en
el nihilismo” (11), en autodestrucción de la especie humana dado el carácter
planetario del capitalismo.
Nos
encontramos entonces ante el pronóstico sombrío formulado por Marx y Engels:
“En el desarrollo de las fuerzas productivas, se llega a una fase en la que
surgen fuerzas productivas y medios de intercambio que, bajo las relaciones
existentes, sólo pueden ser fuentes de males, ya no son fuerzas de producción,
sino más bien fuerzas de destrucción” (12).
Evidente
en el siglo XXI con las biotecnologías a la vanguardia de la agricultura de
transgénicos y herbicidas superpotentes destruyendo la tierra cultivable, con
la minería a cielo abierto y la explotación de petróleo y gas de esquisto
provocando desastres ambientales, con la polución urbana e industrial
degradando la salud humana, con las tecnologías de la información y la
comunicación desocializando sociedades, embruteciéndolas, etc., queda
completamente desmentido el mito acerca de la naturaleza progresista, casi
mágica, del desarrollo tecnológico, por encima de las disputas humanas,
bajándolo a tierra, señalándolo como instrumento, como creación para nada
neutral del sistema, de su hegemonía cultural, de los intereses de sus clases
dominantes. En ese sentido es posible hablar hoy de “financierización de la
tecnología”, subproducto de la financierización del capitalismo, es decir del
predominio en los procesos de innovación tecnológica a gran escala de los
criterios cortoplacistas y saqueadores de las tramas financieras hegemónicas a
nivel planetario. Y también de “parasitismo tecnológico” resultado de
necesidades absurdas, inyectadas en extendidas masas humanas, paradigmas de
consumo por lo general exhibidos desde las élites superiores.
____________
(*) El presente texto
corresponde a uno de los dos documentos que nos envió su autor para ser
publicados en Creación Heroica antes de su deceso. Vamos a publicarlo en tres
partes a partir de esta edición. El texto corresponde a la conferencia
magistral del autor en el 6to Congreso
Latinoamericano de Ciencias Sociales, “A 200 años de su natalicio: La obra
perdurable de Marx”, efectuado del 6 al 8 de junio de 2018 en Zacatecas,
México.
Notas:
(1) Immanuel Wallerstein,
“Marx et l’histoire: la polarisation” páginas 169-170 en Étienne Balibar &
Immanuel Wallerstein, “Race, nation, classe”, La Découverte, París, 1997.
(2) Ralph Korngold,
“Robespierre”, páginas 25-26, Payot, París 1981.
(3) Elizaveta Dravkina, “Pan
duro y negro”, páginas 5 y 69-70, Ediciones Progreso, Moscú s/f, https://www.marxists.org/espanol/drabkina/panduro/drabkina-pan-duro-y-negro.pdf
(4) Albert Manfred,
“Maximilien Robespierre”, página 188, Biblioteca Virtual Omegalfa, 2014,
http://www.omegalfa.es/downloadfile.php?file=libros/robespierre.pdf
(5) Charles Aubertin, “La
France au lendemain de Rosbach, d’après des documens inédits” Revue des Deux
Mondes, 2e période, tome 101, 1872 (páginas. 331-358).
(6)
Michael Roberts, "Revisiting a world rate of profit", paper for the
2015 Conference of the Association of Heterodox Economists, Southampton Solent
University July 2015.
https://thenextrecession.files.wordpress.com/2015/12/revisiting-a-world-rate-of-profit-june-2015.pdf
(7)
Esteban E. Maito, “"The historical transience of capital. The downward
trend in the rate of profit since XIX century", Universidad de Buenos
Aires, 2014.
https://thenextrecession.files.wordpress.com/2014/04/maito-esteban-the-historical-transience-of-capital-thedownward-tren-in-the-rate-of-profit-since-xix-century.pdf
(8) Alfred Schmidt, “El
concepto de naturaleza en Marx”, Siglo XXI, 1976. La primera edición en alemán
data de 1962.
(9) István Mészáros,
“Discurso del Premio Deutscher 1971” citado por John Bellamy Foster, “Marx y la
fractura en el metabolismo universal de la naturaleza”, http://www.herramienta.com.ar/herramienta-web15/marx-y-la-fractura-en-el-metabolismo-universal-de-la-naturaleza
(10)
John Bellamy Foster, op. cit.
(11) Kostas Axelos, Marx
penseur de la technique. De la alienation d’homme à la conquete du monde”,
página 14, Les éditions du minuit, París, 1961.
(12) Carlos Marx y
Federico Engels, “La ideología alemana”, página 81, Coedición Pueblos Unidos,
Montevideo- Grijalbo, Barcelona, 1974.
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