Análisis del Mensaje Presidencial
De la crítica a la corrupción a la defensa del
capitalismo
César Risso
NO HAY NOVEDADES en el mensaje
presidencial. El intento de presentar al sistema capitalista y a la democracia burguesa
como las mejores opciones económica y política, a pesar de la situación
económica de aumento de la pobreza y de “crisis” del sistema político, es una
práctica corriente de la burguesía.
Nos
informa Martín Vizcarra que “Los recientes episodios de gran corrupción han
desencadenado una crisis política e institucional sin precedentes.”
La
preocupación está en la crisis política e institucional, que entorpece seguir
gobernando como hasta ahora. Cualquier medida que pueda afectar al pueblo
trabajador, podría desatar un conflicto que, dependiendo de la dirección
política que logre predominar, desplazará del gobierno del poder a sus actuales
representantes, quienes perderán así la posibilidad de seguir beneficiándose.
Este
sería, evidentemente, un resultado limitado. Las consignas no plantean un
cambio de sistema. Plantean un cambio de personas (“que se vayan todos”), y un
cambio de modelo, de capitalista neoliberal, a capitalista moderado, con mayor
presencia del Estado. No hay consignas socialistas, ni programa socialista.
Estos se han abandonado. En todo caso, el socialismo como posibilidad inmediata
no aparece en la conciencia del pueblo, pues no está empalmando con las luchas
concretas de las clases explotadas.
Asume
Martín Vizcarra un “compromiso”: “Seremos implacables en la lucha contra la
corrupción”.
Esta
declaración era obligada, para que Martín Vizcarra tomase la distancia
suficiente para no ver su figura afectada. Es decir, con esta declaración trata
de salvarse personalmente, y a su régimen, pero con esto intenta lograr,
además, que la gente piense que la corrupción está focalizada en ciertos
individuos, en lugar de percibir que el sistema de explotación capitalista en
su conjunto engendra la corrupción por todas partes.
Todas
las instituciones que propone Martín Vizcarra que se formen para la lucha
contra la corrupción estarán conformadas por individuos que ven al sistema capitalista
como el único sistema posible, y que independientemente de que así lo vean, al
desenvolverse en el mismo, actuarán con la lógica correspondiente: maximizar
sus beneficios.
Para
los marxistas no es un secreto cómo actúa la burguesía:
“Dondequiera que ha conquistado el poder, la burguesía
ha destruido las relaciones feudales, patriarcales, idílicas; ha desgarrado sin
piedad las abigarradas ligaduras feudales que ataban al hombre a sus
“superiores naturales”, para no dejar subsistir otro vínculo entre los hombres
que el frío interés, el cruel “pago al contado”; ha ahogado el sagrado éxtasis
del fervor religioso, el entusiasmo caballeresco y el sentimentalismo del
pequeñoburgués en las aguas heladas del cálculo egoísta; ha hecho de la
dignidad personal un simple valor de cambio; ha sustituido las numerosas libertades
escrituradas y adquiridas por la única y desalmada libertad de comercio. En una
palabra, en lugar de la explotación velada por ilusiones religiosas y
políticas, ha establecido una explotación abierta, descarada, directa y brutal.
La burguesía ha despojado de su aureola a todas las profesiones que hasta
entonces se tenían por venerables y dignas de piadoso respeto. Al médico, al
jurista, al sacerdote, al poeta, al hombre de ciencia, los ha convertido en sus
servidores asalariados. La burguesía ha desgarrado el velo de emocionante
sentimentalismo que encubría las relaciones familiares, y las ha reducido a
simples relaciones de dinero.” (C. Marx. Manifiesto del Partido Comunista)
Se nos plantea que “Necesitamos
consolidar una cultura distinta, una cultura que no le regala ningún espacio a
la corrupción, que denuncia, que reclama mayor transparencia”.
Pero
si es precisamente la cultura actual la que engendra el sistema capitalista, y
es la que promueve la corrupción como una de las formas, dentro de este sistema
económico, de apropiarse de la plusvalía extraída a los trabajadores a través
de la explotación. En consecuencia, dentro de este sistema no se puede “consolidar
una cultura distinta” a la capitalista. Lo que hay que hacer es cambiar el
sistema capitalista por el socialista, y con ello sentar las bases materiales
para el cambio de cultura, por una cultura donde el interés privado y la maximización
del beneficio queden sin sustento, y que “En sustitución de la antigua sociedad
burguesa, con sus clases y sus antagonismo de clase, surgirá una asociación en
que el libre desenvolvimiento de cada uno será la condición del libre
desenvolvimiento de todos” (C. Marx. Manifiesto del Partido Comunista).
Continua
Martín Vizcarra: “Quiero desde la presidencia, ser la voz de los que no son
escuchados. Por eso les pido su apoyo, su compromiso, su acción”.
Es
decir, trata de alzarse como representante de la población explotada por la
burguesía, asumiendo así mejor la defensa del régimen burgués. Con esto,
evidentemente, mutila las exigencias de las clases explotadas por el capital,
al transformar la lucha directa de las masas en el compromiso por la defensa
del sistema burgués que Martín Vizcarra representa.
Al
respecto, la “izquierda reformista” hace su trabajo en defensa del capitalismo:
“El socialismo burgués se resume precisamente en esta afirmación: los burgueses
son burgueses en interés de la clase obrera”. (C. Marx. Manifiesto del Partido
Comunista).
El
intento de Martín Vizcarra de asumir la representación de las clases
explotadas, tiene el respaldo de las tendencias de la izquierda reformista, que
medran en el capitalismo asumiendo el papel de “representantes” del pueblo,
encabezando la desorientación del pueblo para distraerlo de la lucha contra el
capitalismo en su conjunto, orientándolo hacia la lucha contra los efectos del
capitalismo.
“Se ha evidenciado la corrupción, el tráfico de
influencias, la existencia de redes articuladas al interior de las
instituciones del sistema de justicia, la existencia de intereses políticos y
económicos, y en general, el poco interés por una adecuada administración de
justicia.
Tengo que decirlo, existen personas interesadas en que
el sistema actual de justicia no cambie. La infiltración política y económica
era un secreto a voces. Tal como está les resulta útil y funcional. Y para ello
desarrollan diversos ‘discursos’ o ‘argumentos’ destinados a impedir,
dificultar o retrasar un cambio.”
Martín Vizcarra ha dicho lo que la
mayoría quería escuchar, pero no ha dicho la verdad. No culpa al sistema y a la
clase burguesa en su conjunto de la situación que vivimos, no de hoy, sino desde
el dominio del capital, sino a algunas personas.
El
tratamiento económico del mensaje presidencial sintetiza su propuesta en la
competitividad y productividad, como el fundamento para el crecimiento
económico del Perú. Pero de la lectura de la propuesta del Ministerio de
Economía y Finanzas (MEF), se tiene claro que la burguesía y sus representantes
consideran que el problema de fondo está en el mercado laboral. Como han venido
afirmando diversos sectores de la burguesía, el problema radica en la
informalidad, que los empresarios apoyan por los beneficios que les reporta.
Por ello consideran que “El despido de trabajadores resulta costoso en el Perú
[…] La normativa laboral […] establece costosas indemnizaciones en casos de
despidos sin causa.” “[…] los empresarios peruanos consideran que las
restricciones en la regulación laboral son de los factores más problemáticos
para hacer negocios en el Perú […]” (MEF. Principales Ejes Para Impulsar La
Competitividad Y Productividad).
En
esta propuesta tampoco hay novedad. Se busca la mano de obra barata, de
trabajadores sin derechos, de los que se pueda disponer sin ningún tipo de
restricción.
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