¿Qué se Juega en la Venezuela Bolivariana y Cuba?
Roque Ramírez Cueva
LAS SIGUIENTES IDEAS SE PROPUSIERON
sueltas en las redes, mas leyéndolas observamos que hay un eslabón temático
común: el caso Venezuela, donde desde sectores empresariales e industriales y
políticos de la derecha norteamericana y latinoamericana se sataniza a su
presidente, por ello se valen del cuco comunista en la imagen de Cuba, con
modelo socialista. Luego, por información falsa que mentes perturbadas
destilan, el mandatario de Venezuela, legítimamente elegido, puede parecer
impresentable, no necesariamente serlo.
A modo de paréntesis, que un trabajador sea
de maneras toscas no debe llamar la atención porque el trabajo es un ejercicio
físico duro, y generalmente todo trabajador es rígido en las maneras del
desenvolvimiento social; pero, más que toscos son francos, espontáneos, y sensibles
en su percepción a problemas que afectan e impiden el desarrollo socio
económico de su país, a sus gentes, y siempre son corteses en medio de una voz
sonora, atronadora; la gente “fina”, “delicada” los señala de escandalosos.
Volviendo
al tema, la derecha más conservadora y de perfil fascista está empecinada en
satanizarlo y desprestigiarlo a todo vale, no por él, porque como personas los
trabajadores no les importan a los ricos. Mas, tras Nicolás Maduro se construye
un Proyecto Bolivariano que se ha propuesto hacer de Venezuela una sociedad más
justa. Y es el desarrollo inicial del socialismo en ese país, lo que hace
saltar a los gringos y a todas las derechas nacionales y americanas. Por eso, a
tal derecha fascista venezolana e internacional (USA principalmente) no les
molesta Maduro en sí ni cualquier otro líder que asuma la presidencia de ese
país, para ellos sólo es un pretexto, su objetivo es arremeter contra el
proyecto que fundó y dejó construyendo Hugo Chávez.
¿Cómo lo hacen? Manipulando el tema del
"dictador" en su medios para que los derechistas pobres se
intranquilicen con Maduro, y desde luego con los simpatizantes y militantes de
la izquierda local; también, para que los izquierdistas formales, los
izquierdistas manuales que no leen, y por tanto tienen dificultades de
análisis, también veten a Maduro y se peleen con otros de las izquierdas locales
en el continente. En suma, como de costumbre desde las épocas de la oligarquía,
el patrón manipulando títeres en el seno popular para tumbarse proyectos e intentos
de proyectos de autonomía o de sociedades de justicia y equidad (Venezuela,
Nicaragua, Bolivia, Ecuador) opuestos al modelo del capitalismo neoliberal
hambreador y criminal (lo ratificó Juan Pablo II, y no un “trasnochado” marxista)
que hoy lo imponen por el mundo.
Ese
es su objetivo, y quien no quiere verlo es porque sus intereses son derechistas
–incluso siendo pobres-, y si eres de izquierda se debe a que tu propósito del
momento es electoral (lo cual es válido), pero tampoco puedes hacer comparsa de
los ataques del enemigo sin hacer distinciones. Así, ya se lanzan contra
Venezuela aunque fracasan; ya lo vienen haciendo en Ecuador, momentáneamente
arremetieron en Argentina y Brasil, luego irán por Evo. En Centro América,
particularmente El Salvador y Guatemala que son sociedades más débiles en
asuntos de derechos y ciudadanía, provocan y producen golpes de estado que
impiden la instalación de un proyecto autónomo, hace un par de años metieron
sus garras en Honduras. Producto de su rapacidad criminal y ególatra las
derechas han perdido el favor del pueblo nicaragüense, quien aprendiendo la
lección ha cerrado filas en torno a su
proyecto socialista, por lo pronto no pueden con la Patria de Sandino, a pesar
de su diatriba vil, indiscriminada.
Entonces si alguien duda para qué y por qué
manipulan con el cuco de las dictaduras de izquierda, Maduro, Ortega, Correa,
Evo, los Castro, los Kirchner, Partido del Trabajo brasileño, todos “dictadores”
usando como instrumento artero a la prensa manipuladora. La difamación, el
desprestigio es su bala, su disparo, no importe si dichos estadistas le hayan
dado o le den un nivel de vida decente y digno con acceso a mejor educación y
salud a los pueblos, a los trabajadores. Lo hacen decíamos, para controlar y
ganar más adeptos en el lado de las grandes mayorías que son pobres y pequeño
burguesas de derecha (no por convicción, sí por desconocimiento de los ardides
de la política), pero sobre todo para sembrar inquina y ganar traidores en
dicho seno popular y de la izquierda.
De
esa manera, apuntan a debilitar, a tumbarse e impedir los proyectos de cambio
en América Latina, pues esos modelos de desarrollo distintos al neoliberal
atentan contra las chequeras y cajas fuertes de los capitalistas que quieren
para sí las ingentes riquezas que provienen del petróleo, y en Venezuela abundan
las reservas del mineral. Insistimos, el quid de la cuestión son los proyectos
y su modelo económico que sirve y debe servir a los gobernados, y no sólo al
uno por ciento de ricos, en ese modelo neoliberal. Valga la insistencia,
quieren hacer fracasar y eliminar esos proyectos, ¿Por qué? Porque en Venezuela
–otra vez lo machacamos- hay inmensa riqueza petrolera, y otros. Riquezas que
los grandes empresarios venezolanos y extranjeros no quieren compartir con los
trabajadores ni con otros sectores populares.
Durante más de medio siglo se lanzaron con
todo contra la entrañable Cuba y su gran líder Fidel, no pudieron con
invasiones ni derribo de aviones, menos con la más criminal de las acciones, el
bloqueo económico. No olvidemos la lucha de la Revolución en Cuba, día a día
indesmayable; paso a paso hasta torcerle el brazo al agresor, preparándose de
constante ante sus arremetidas. La existencia del modelo socialista en Cuba ha
dependido de luchar en todos los frentes, principalmente en el militar y
cultural. Recordemos que el proyecto socialista en Cuba fue desde un inicio,
Fidel Castro lo anunció en enormes manifestaciones, “La Revolución construirá
en la isla, Cuba, un mejor nivel de vida, desarrollará su agricultura, elevará
la calidad de la educación e impulsara la ciencia en provecho de toda Cuba”, y
lo cumplió; hoy el Banco Mundial y la Unesco reconocen que tiene el mejor
sistema educativo, en la ciencia médica se hallan más adelantados que las
potencias capitalistas.
PASEMOS A OTRO ASUNTO, digo, ahora veamos
otro aspecto de su perfil. La derecha y su pensamiento conservador y fascista,
está avanzando en América Latina, y un pensamiento fascista en una persona es
tener a varios avezados criminales juntos en un solo ser humano, si vale
llamarle humano a una persona que actúa en base al instinto de la fiera
acorralada. No se trata de una clase capitalista (obviamente de derecha) que
quiere conservar y pugnar por sus intereses políticos, económicos, sino que
esta es una derecha empresarial inculta, temerosa de los adelantos de las
sociedades en asuntos de mejoras laborales y sociales.
En fin, es una clase descontenta, aun por el
amparo de las leyes internacionales contra las injusticias de poderes fácticos,
es un sector social que se niega a compartir la riqueza, por eso entra en
pánico y se siente menoscabado cuando se le opone un modelo económico social
que distribuye horizontalmente la riqueza del estado para ofrecer mejores
servicios y dignos a todos los sectores de la población; sin que tampoco se
afecte al capitalista, después de todo siguen siendo modelos nacionales no
neoliberales ligados al sistema capitalista, y si fuera un modelo socialista
–un ejemplo es China- el inversionista privado obtendría ganancias al momento
de operativizar su dinero.
Esos capitalistas neoliberales conocen bien
las reglas básicas de su sistema, obtener ganancias en cualquier proyecto de
inversión, en Bolivia se los han puntualizado: veamos una ejemplificación
simple, si la construcción de una obra cuesta 10 millones, y como capitalista
ganas 2 o 3 millones, ya has cumplido con tus metas de inversión. Pero no, con
ellos no va esta lógica, los capitalistas latinoamericanos inmersos en el
neoliberalismo tienen un plus en sí, aparte de parecer empresarios son
achorados, una especie formal de salteadores; así, no se contentan con ganar lo
legítimo, lo justo que demanda una transacción de inversión; ellos quieren
ganar según su ocurrencia, y de pronto la obra no cuesta lo presupuestado sino
5 millones más, luego ya salen ganando 8 millones … “pero espera, operamos con
un estado que es permisivo (vía coimas) con el empresariado, entonces debemos
ganar unos 5 millones más”. Y la obra termina costando 20 millones, y ellos ya
no ganaron lo justo, 3, sino 13 millones.
Por
tanto, se obnubilan ante la perspectiva -por decirlo de manera simple- de
compartir parte de la riqueza que le deja todo negocio capitalista, ni siquiera
se inclinan a compartir mediante el pago legal de impuestos; y tal voracidad
insaciable de más riqueza y riqueza personal, los ciega, los inclina por asumir
ideas fascistas instintivas, y el instinto lo sabemos es el vínculo que ata a
los humanos con los rasgos de la bestia que anida en todo hombre; porque, como
dijimos en un párrafo anterior, estos derechistas se sienten una fiera
acorralada que está perdiendo los privilegios de su reino ilegítimo, el cual lo
defenderán con dientes y garras.
AHORA, A LEER COMO TERGIVERSAN Y MANIPULAN
LA NOTICIA, con el fin de cumplir el objetivo de desprestigiar al oponente.
Para ello tenemos que leer contrastando. Al redactar una noticia con propósitos
desinformadores (como el veto al presidente Maduro para impedirle viajar a la
VIII Cumbre de las Américas a realizarse
en Lima-Perú, el mes de Abril de 2018), en la nota empiezan diciendo que el
presidente Maduro inició la polémica, y no es así. La negativa de Maduro es
respuesta al retiro de invitación para que no participe en dicha Cumbre, y a
declaraciones de la ministra de RR.EE. del Perú, mencionando que no es
bienvenido por ser un dictador y adelantar elecciones; entonces el mandatario
contesta que de todas formas llega a Perú, porque el protocolo indica que el
dueño del local de fiestas no decide sobre los invitados, sino el organizador
de la ceremonia.
Luego,
el redactor truquero desvía el evento noticioso del momento, y hace referencia
a que perdió una elección hace casi un lustro atrás, pero no dice que las
siguientes las ganó; y de pronto otro sesgo a la noticia, en el siguiente
párrafo habla que 13 países lo rechazan (el Grupo de Lima), pero no dice que
hay otros 22 países que si lo aceptan unos, y otros lo toleran. Y, en ese mismo
formato de manipulación, zas, en otro párrafo la participación a la Cumbre no
interesa, sino repetir el bla bla bla de la crisis alimenticia, la
"represión indiscriminada"; claro sin aclarar que el
desabastecimiento lo provocan grandes empresarios y comerciantes inescrupulosos
que acaparan productos para venderlos a precios de mercado negro.
Tampoco les interesa salirse del tema y
hablar de aproximadamente los dos millones de casas que está entregando el Gobierno
Bolivariano, inmensa obra realizada con las divisas que deja el petróleo, las
cuales, antes, iban a parar a los bolsillos de los empresarios y estancieros,
ni una pizca para el pueblo trabajador en forma de obras o servicios; menos les
interesa informar de un eficiente servicio de salud para el pueblo. Al final de
la nota se barniza la (des)información volviendo a lo de la Cumbre sin ton ni
son, pero el objetivo lo ha conseguido el redactor de Yahoo Noticias, o
cualquier otro redactor de algún medio de prensa que responda a los intereses
de las Derechas Achoradas y Fascistas: manipular la noticia sabiendo que hay
miles de lectores no avisados y otros miles que son analfabetos funcionales y
no reflexionan sus lecturas.
Por ello, es necesario en sumo, recordar la
propuesta de los militantes que impulsaron el proyecto argentino liderado por
Néstor Kirchner y Cristina Fernández: combatir a la derecha y a los
capitalistas en el frente cultural y educativo, y persistir en esta lucha como
un asunto de urgencia y prioridad. Lo digo por la exigencia que demandarán
algunos lectores no involucrados, porque sé bien que los conductores de los
proyectos anti neoliberales lo tienen entendido de sobra, después de lo
sucedido con proyectos que se truncaron, como el de la Unidad Popular con
Salvador Allende en Chile, o el duro revés que sufrió el proyecto Sandinista en
Nicaragua, el cual se recuperó por la ceguera y voracidad de una derecha
capitalista y corrupta que no le interesó su futuro, sino la codicia del dinero.
Chile y Argentina sufren reveses no por acción del enemigo, ¡qué ironía! Sino
porque en Chile un sector de izquierda instó a la población a no ir a votar; y
en Argentina otro sector de izquierda voto en blanco.
Lo educativo y cultural es tan necesario
por diversas razones, ya vemos las intervenciones desleales de la izquierda en
Argentina y Chile que prefirieron el retorno de una derecha fascista y
achorada, a pugnar –si es que creían se debían arañar- o poner el hombro para
mejorar el proyecto autónomo anti neoliberal. El apoyo e impulso de los
mencionados proyectos depende de unas mayorías populares que cuenten con un
aceptable nivel de escolaridad que no sean fáciles de manipular tanto por las
fuerzas de la derecha como por las de una izquierda ansiosa de satisfacer sus
intereses personales.
La revolución cubana en su larga
resistencia contra el imperio de los “yunaites”, aparte de enfrentar el
criminal bloqueo económico, no descuidó las trincheras en defensa y creación de
una nueva cultura de masas. Para ello resultó vital el sistema educativo que
hizo egresar estudiantes críticos, imposibles de ser objeto de manipulación por
parte de la potencia norteamericana. El
resultado o producto de tal prioridad en el frente cultural llevará a
distinguir a los sectores populares y pequeñoburgueses entre el grano de trigo
y la cáscara, entre la falacia y la verdad de los intereses de unos y de otros.
En particular es necesario que la clase trabajadora sepa distinguir y entender
sus intereses, es asunto de urgencia y persistencia. Repito lo digo por
retórica a esta nota, allá en Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Argentina y otros,
estoy seguro lo tienen claro.
La urgencia de eliminar el
proyecto Bolivariano por parte de la potencia capitalista es primordial porque
un estado socialista más en Latinoamérica con recurso económico interactuando
dialécticamente con Nicaragua y Cuba de gran recurso super estructural
(educación y ciencia), serán el soporte y conducción de más proyectos. Hecho
que debilita a USA y la UE, en el plano internacional. Pues el avance y la
estrategia de ajedrez ejecutada por Rusia –que no dejó de tener rastros
socialistas- y la potencia socialista, República Popular China (quien acuse de capitalista
demuestra ignorancia ideológica), decía su avance es militar y económico. Así
USA y la UE se intimidan y quieren impedir crecimiento de países socialistas en
América.
Macri. Orígenes
e Instalación de una Dictadura Mafiosa
(Tercera
parte)
Jorge
Beinstein
Capítulo 5
Después del
golpe blando
Este texto fue difundido en la web desde abril de 2016
con el título de “Argentina después del golpe blando. La marcha apresurada del
capitalismo mafioso”:
https://beinstein.lahaine.org/argentina-despues-del-golpe-blando-la-marcha-apresurada-del-capitalismo-mafioso/
EN ARGENTINA EMPIEZA A CONFORMARSE un régimen
autoritario con apariencia constitucional, convergencia mafiosa de camarillas
empresarias, judiciales y mediáticas monitoreada por el aparato de inteligencia
de los Estados Unidos, pero lo que demuestran los primeros meses del proceso es
que la tentativa tropieza con numerosas dificultades que amenazan convertirla
en una gigantesca crisis de gobernabilidad. El contexto de su desarrollo es una
recesión económica que se va profundizando en marcha hacia la depresión, es
decir un funcionamiento económico de baja intensidad, con altas tasas de
desocupación, salarios reales muy reducidos y baratos en dólares.
No se trata del retorno del viejo
neoliberalismo de los años 1990 ni mucho menos de una imitación del régimen
oligárquico de fines del siglo XIX, sino de la tentativa de instauración de un
sistema mafioso parasitando sobre una población desarticulada albergando grandes
espacios de marginalidad y superexplotación laboral, realizando saqueos de recursos
naturales. En esa dirección se van imponiendo los instrumentos esenciales de futuro
régimen dictatorial: control completo de los medios de comunicación,
reconversión integral del sistema de seguridad como apéndice del de los Estados
Unidos(26), implantación de mecanismos de destrucción económica y social a gran
escala, despliegues mediático-judiciales tendientes a extirpar a las
oposiciones que no se subordinen al nuevo régimen.
Sometimiento
colonial y decadencia periférica
Los tiempos han cambiado, la “doctrina de la seguridad nacional” vigente en la época de Videla y
Pinochet coincidía con la visión militar-profesional del Imperio, se trataba
del control milimétrico de la sociedad colonizada, administrada como un cuartel
que coincidió históricamente con la última etapa del predominio en los Estados
Unidos del “complejo militar-industrial”
tradicional, alianza entre la gran industria armamentista y los altos mandos
militares subordinando a las élites políticas. Resultado del keynesianismo
militar que marcó a la superpotencia desde la Segunda Guerra Mundial y que
entró en declinación en los años 1980(27)
Más adelante el “Consenso de
Washington” reinó durante la era de Carlos Menem en Argentina, Collor de Mello
y Cardoso en Brasil señalando el auge de la financierización de la economía y
de la política en los Estados Unidos y el conjunto de potencias dominantes sin
por ello dejar de lado a la componente militar que comenzó a transformarse.
Esos dos momentos trágicos expresaron
la afirmación del sometimiento colonial de Argentina, el primero con formato
militar-dictatorial y el segundo con rostro civil-constitucional, que se
correspondieron con diferentes configuraciones imperialistas: en el primer caso
con un imperialismo norteamericano industrial ascendente, disputando la Guerra
Fría y en el segundo con la presencia de la única superpotencia global que
venía de ganar esa guerra y que se aprestaba a ejercer la hegemonía planetaria.
Aunque al mismo tiempo se financierizaba, el parasitismo empezaba a corroer el
sistema degradando sus pilares productivos, instalando la cultura del
consumismo desenfrenado. Esa prosperidad malsana contagió a élites periféricas;
en los Estados Unidos la fiesta se convirtió en ola militarista desde 2001 y la
mega burbuja financiera estalló en 2008; en Argentina el show derivó en
recesión la que a su vez culminó con un gran desastre económico, social e
institucional en 2001.
El actual sometimiento de Argentina
a los Estados Unidos no se corresponde con el auge del Imperio sino con su
decadencia, su degradación económica y social, su retroceso geopolítico
internacional que busca ser compensado mediante el control total de su patio trasero
latinoamericano asegurando la súper explotación de recursos naturales decisivos
pero también para introducir a la región como pieza propia de su juego global.
Es un imperio comandado por una
lumpenburguesía financiera, sobreviviendo con bajas tasas de crecimiento
productivo, parasitando sobre el resto del mundo, que no busca instaurar una
jerarquía mundial estable reproduciéndose en el largo plazo sino depredar recursos
naturales, degradar o eliminar estados, destruir defensas sociales periféricas extendiendo
ofensivas desestructurantes, desintegradoras de identidades nacionales y culturales.
Su instrumento de intervención militar es ahora una constelación de organizaciones
guiadas por la doctrina de la Guerra de
Cuarta Generación(28) empleando de manera intensiva mercenarios,
operaciones clandestinas de su estructura profesional, redes mafiosas,
manipulaciones mediáticas y otras actividades destinadas a destruir y caotizar
espacios periféricos con el fin de saquearlos.
En correspondencia con ese fenómeno
las burguesías latinoamericanas fueron mutando hasta llegar a la situación
actual donde grupos industriales, financieros o de agrobusiness combinan sus
inversiones tradicionales con otras más rentables pero también más volátiles:
aventuras especulativas, negocios ilegales de todo tipo (desde el narco hasta operaciones
inmobiliarias opacas pasando por fraudes comerciales y fiscales y otros emprendimientos
turbios), transnacionalizándose, convergiendo con “inversiones” saqueadoras
provenientes del exterior. En el caso argentino podríamos encontrar antecedentes
en el reinado de la “patria financiera” durante la última dictadura militar el que
a su vez tiene que ser visto como resultado del fin de la era industrialista.
En síntesis, la configuración
lumpenimperialista impone dinámicas decadentes en la periferia, en América
Latina ha llegado la hora del lumpencapitalismo, las élites argentinas venían
avanzando en esa dirección, la llegada de Macri a la presidencia expresa un enorme
salto cualitativo, el país en su conjunto acaba de ingresar de manera recargada
y brusca en ese proceso.
Recesión,
depresión y economía de baja intensidad
Recientemente el FMI pronosticó para Argentina un
crecimiento económico real negativo en 2016 del orden del -1 %, cuando
observamos las caídas que ya se han producido en indicadores decisivos desde
diciembre de 2015 es posible bajar aún más esa cifra hacia el -3 % o más bajo
aún.
Se ha producido en muy poco tiempo
una fuerte reducción de los salarios reales, causada entre otros factores por
la megadevaluación, los aumentos del precio de los combustibles y de las
tarifas de electricidad, gas y transportes, la eliminación o reducción de retenciones
y sus impactos inflacionarios a lo que se agrega la suba de las tasas de interés
y los despidos masivos en la administración publica (que empiezan a ser
seguidos por el sector privado) con lo que tenemos un panorama recesivo
provocado por el gobierno cuyo objetivo principal es reducir los salarios
reales y su valor en dólares.
La avalancha de cambios ha desatado
en algunos círculos el debate en torno del supuesto “modelo de desarrollo” que la derecha estaría intentando imponer.
Decretos, endeudamientos, subas de precios y despidos se han sucedido de manera
vertiginosa, buscarle coherencia estratégica-desarrollista a ese conjunto es
una tarea ardua que a cada paso choca con contradicciones que obligan a
desechar hipótesis sin que se pueda llegar a una conclusión mínimamente
rigurosa. En primer lugar la contradicción entre medidas que destruyen el
mercado interno para favorecer a una supuesta ola exportadora evidentemente
inviable ante el repliegue de la economía global, otra es la suba de las tasas
de interés que comprime al consumo y a las inversiones a la espera de la
llegada de fondos provenientes de un sistema financiero internacional en crisis
que casi lo único que puede brindar es el armado de bicicletas especulativas.
Esta instalación derechista-mafiosa
en el gobierno desconcierta a quienes buscan conceptos conocidos para calificar
al fenómeno, tarea inútil ya que no se trata del regreso al neoliberalismo de
los años 1990 ni muchos menos al viejo régimen oligárquico del siglo XIX y
comienzos del siglo XX. No nos encontramos ante una dominación burguesa clásica
con sus taras coloniales, eso pertenece al pasado. No tiene sentido buscar la
coherencia estratégica de una avalancha de saqueadores donde predominan las
visiones de corto plazo. En coincidencia con la hegemonía lumpenburguesa del
capitalismo occidental la élite de pigmeos periféricos, los vasallos argentinos
en el poder han instaurado una república de bandidos.
Esto nos debería llevar a la
reflexión acerca del significado del fin de la era kirchnerista visualizado por
algunos como un traspié resultado de una derrota electoral por escaso margen y
por otros como el producto de una manipulación mediática prolongada combinada
con operaciones de la mafia judicial, de grupos económicos concentrados y del
aparato de inteligencia de los Estados Unidos. Esta última evaluación está más
cerca de la realidad sin embargo es insuficiente, el “golpe blando” existió (lo que pulveriza la presunta legitimidad
democrática del gobierno actual) pero falta explicar porque fue exitoso.
Si nos limitamos a ciertos aspectos
económicos del tema podemos observar que el motor externo empezó a enfriarse
desde 2012 luego de la breve recuperación de la recesión global de 2009, la
situación se agravó desde mediados de 2014 cuando los precios de las commodities
cayeron en picada, la economía pasó a una etapa de crecimientos anémicos sostenidos
por el mercado interno. Los grandes exportadores aumentaron sus presiones destinadas
a obtener en la economía nacional beneficios que les permitieran compensar las
menores ganancias externas convergiendo con intereses financieros y agrupando
al conjunto de la derecha mediática, judicial y política, se trató de una
jauría que se fue envalentonando a medida que su enemigo perdía espacio
económico y se acentuaba la crisis global.
Los equilibrios del gobierno fueron
cada vez más inestables, las compuertas neokeynesianas que bloqueaban la marea
comenzaron a sufrir fisuras para finalmente desmoronarse, la candidatura
presidencial de Daniel Scioli fue una opción defensiva y débil que no pudo
evitar el derrumbe. Entonces se desató (fue desatada) la recesión y diversas
señales nacionales e internacionales nos indican que lo hizo para quedarse, nos
encontramos ante el comienzo de una depresión económica resultado de la
reproducción de un sistema que ha ingresado en una fase de contracción
desordenada.
Una referencia importante es la de
la salida de la recesión producida desde 2003, en ese período convergieron dos
factores principales: el alza de los precios internacionales de las commodities
y la reanimación del mercado interno.
El “motor externo” fue impulsado por el auge de mercados emergentes
como los de China o Brasil entre otros lo que permitió una mejora sustancial de
las cuentas externas de Argentina. Los precios de las commodities
experimentaron subas notables en esos años impulsadas no solo por la expansión
de la demanda internacional sino también por el crecimiento de la especulación
financiera, las operaciones globales con productos financieros derivados
basadas en commodities llegaban en Diciembre de 2003 a 1,4 billones de dólares,
en Diciembre de 2005 alcanzaban los 5,4 billones, en Junio de 2007 llegaban a
8,2 billones y en Junio de 2008 a 13,1 billones de dólares.
Por su parte el “motor interno” funcionó empujado por el ascenso del empleo, de los
salarios reales y de los ingresos de las capas medias, en consecuencia se
expandió la demanda interna y el tejido industrial, la economía argentina se
recuperó creciendo a tasas excepcionales. Como es sabido el salario real
promedio experimenta en Argentina una tendencia descendente de largo plazo
(desde mediados de los años 1970), sufrió una caída descomunal durante la
crisis de los años 2001-2002, luego se recuperó llegando a los niveles de los
años 1990 pero sin alcanzar nunca los de los años 1970, ni siquiera los de
mediados de los años 1980(30). Podríamos resumir lo sucedido señalando que la reanimación
del mercado interno se apoyó en un fuerte crecimiento del empleo y en una recuperación
salarial limitada.
Si el crecimiento anémico de los
últimos años del gobierno anterior incentivó la voluntad de rapiña de los
grupos económicos concentrados es altamente probable que la recesión actual la
acentúe mucho más, al achicarse la economía como resultado de los ajustes y las
transferencias de ingresos esos grupos intentarán al menos sostener su volumen
real de ganancias apropiándose de una porción creciente del ingreso nacional,
aunque empujados por su propia dinámica y por el ejercicio de la totalidad del
poder es casi seguro que buscarán absorber un volumen real mayor. Además las
medidas que buscan re equilibrar los desequilibrios provocados por las propias
medidas económicas de gobierno causan mayor inestabilidad y empobrecimiento del
grueso de la población. Es el caso de la tentativa de desacelerar la suba de la
cotización del dólar subiendo las tasas de interés con lo que a veces se consigue
frenar por poco tiempo esa tendencia pero a costa del agravamiento de la
recesión o cuando se pretende achicar el déficit fiscal reduciendo el gasto
público (despidiendo empleados, clausurando programas, etc.) lo que agrava la
recesión y en consecuencia reduce los ingresos fiscales y aumenta el déficit.
En suma, nos encontramos ante un círculo vicioso de concentración de ingresos achicamiento
del Estado y hundimiento de la actividad económica.
La caída de los salarios reales no
alienta más inversión interna o externa desalentada por el desinfle de los
mercados nacional y global (no hay alternativa exportadora). Mientras tanto el
gobierno aparenta aferrarse ante lo que sería la tabla de salvación de la economía:
el endeudamiento externo que teóricamente le permitiría realizar inversiones reactivadoras,
pero el clima enrarecido del sistema financiero internacional comprime el espacio
de los potenciales acreedores cada vez más duros ante una economía nacional deprimida.
En realidad esa ansiedad por endeudarse no responde a una pasión desarrollista
sino a la presión de los grupos de negocios que han acumulado superbeneficios
en estos últimos meses (exportadores, bancos, etc.) y que necesitan convertirlos
en dólares, es la evasión de capitales y no la inversión productiva la que reclama
endeudamiento externo.
Conclusión: los dos motores de la
salida de la recesión en la década pasada ha dejado de funcionar, las políticas
que buscaban compensar el ciclo recesivo global han sido eliminadas por las
clases dominantes; antes les habían sido útiles para restablecer la gobernabilidad
y acumular beneficios ahora las han destruido porque frenaban su voracidad.
Es posible elaborar un modelo
excesivamente abstracto de estabilización del proceso depresivo argentino bajo
la forma de “economía de baja intensidad”
o de “penuria”, es decir una
estructura económica dual con un sector popular contraído y una élite parasitando
sobre el primero (superexplotación de los trabajadores y otros saqueos a las clases
medias y bajas). Ello permitiría mantener relativamente bajos niveles de importaciones
que asegurarían (no siempre) saldos positivos de la balanza comercial(31) destinados
a pagar deudas externas. Estas últimas, además de llenar las arcas de las redes
financieras, podrían ser utilizadas para bloquear peligros de implosión y de
revuelta social operando como una suerte de droga dosificada destinada a
preservar la reproducción del sistema.
Ese modelo económico siniestro
necesitaría de manera ineludible del apoyo de un aceitado mecanismo de
represión y degradación de las clases inferiores, se trataría de la instalación
de un régimen neofascista acorde con la doctrina de la Guerra de Cuarta Generación (restringiéndonos a la realidad
latinoamericana no está de más observar lo que ocurre en México o en países de
América Central). Requeriría además de mucha estabilidad al interior de la
articulación mafiosa, de la atenuación de las disputas internas ante un botín
de volumen variable sujeto a numerosos factores de inestabilidad locales e internacionales. Se trata de un escenario de muy difícil (pero
no imposible) realización empalmando con tendencias depresivas globales
acompañadas por el aumento de la volatilidad en mercados decisivos, la
proliferación de guerras, los deterioros institucionales de los estados
centrales, los derrumbes y crisis graves de estados periféricos y otros síntomas
claros que describen a un planeta que se encamina hacia horizontes de alta turbulencia.
El fantasma
del 2001
El gobierno macrista se comporta como suelen hacerlo
los llamados “sistemas caóticos” que
a diferencia de los “inestables” (en
desorden permanente) y de los “estables”
(que tienden hacia el orden de manera irresistible), oscilan entre un polo
ordenador, es decir un “atractor”
neofascista y fuerzas que lo desordenan, que lo conducen hacia la crisis de
gobernabilidad.
La marcha hacia la dictadura mafiosa
está apuntalada por tres estrategias convergentes: la corrupción de dirigentes,
la represión de las protestas sociales y políticas y el bombardeo mediático.
Son operaciones de eficacia incierta circulando en medio del hundimiento
económico y de la pugna de intereses entre grupos dominantes, se apoyan además
en una base social reaccionaria cuyo núcleo duro impulsado por la euforia neofascista
está incrustado en las clases medias y altas.
La corrupción de dirigentes
políticos y sindicales puede serle útil a corto plazo para imponer decisiones
impopulares o frenar protestas pero desgasta a los corruptos, erosiona sus
posiciones de poder reduciendo a no muy largo plazo su capacidad operativa, las
hace cada vez más vulnerables ante el descontento popular. Es lo que se percibe
en los primeros meses del gobierno macrista respecto de la compra de sindicalistas,
diputados, senadores y gobernadores.
La represión avanza, funciona un
Ministerio de Seguridad subordinado al aparato de inteligencia de los Estados
Unidos, han regresado las “policías
bravas”, ha sido dictado un “Protocolo” de represión de protestas
populares, aparecen las primeras expresiones, aparentemente desprolijas, de
represión ilegal. Pero no es seguro que esa estrategia de amedrentamiento tenga
éxito, es posible que su efecto termine siendo el opuesto del que busca el
gobierno, existe en Argentina una enraizada cultura de confrontación contra la brutalidad
estatal que puede resultar un catalizador del desborde opositor.
El bombardeo mediático fue un
instrumento decisivo de la llegada de Macri a la presidencia, tuvo una elevada
eficacia atacando al gobierno y ampliando un vacío político que podía ser
ocupado por opositores de derecha que se limitaban a denunciar al oficialismo
contraponiendo promesas vagas de felicidad futura. Ahora esos medios tienen que
cargar con la compleja tarea de defender a un régimen claramente antipopular.
En este nuevo escenario su eficacia es decreciente y el intento por compensar
ese declive aumentando la presión mediática (de por si abrumadora) produce
efectos de saturación y descrédito de dichas intoxicaciones hasta generar
rechazos cada vez más fuertes.
Finalmente la base social
neofascista puede se fanatizada al extremo por los medios de comunicación pero
es casi imposible impedir que su área de influencia sobre todo en las clases
medias se vaya reduciendo a medida que se prolonga la depresión económica, lo que
terminará por deteriorar a ese sector reaccionario.
En síntesis, el sistema dispone de
instrumentos y apoyos sociales crecientemente vulnerables, su fuerza depende en
última instancia del grado debilidad de su adversario, el espacio popular. Si
este se pone en marcha fortaleciéndose en la pelea, el instrumental autoritario
podría sufrir fisuras, desgarramientos cada vez más importantes, su inevitable centralismo
operativo acosado por una marea ascendente de ataques, resistencias y repudios
iría perdiendo vitalidad acentuándose sus contradicciones internas, el contexto
global turbulento debería contribuir a dicho proceso.
Tarde o temprano la resistencia
popular puede llegar a convertirse en ofensiva general contra el sistema, la
acumulación de despliegues combativos de los de abajo produciendo repliegues en
las élites dominantes terminaría por generar un salto cualitativo de grandes dimensiones.
No sería la primera vez que ocurre ese fenómeno en Argentina aunque su aspecto
y contenido puede llegar a incluir muchas novedades.
Obviamente el deterioro del gobierno
macrista puede llevar a una remodelación del equipo presidencial (una suerte de
“gobierno-de-unidad-nacional”) o a un cambio institucional de gobierno
destinado a estabilizar la situación, aunque los mismos aún introduciendo
medidas “sociales” más o menos audaces se enfrentarían a una crisis sistémica
apabullante, mucho más grave que la de 2001 en un contexto global depresivo, una
coyuntura de ese tipo difícilmente podría ser superada con aspirinas rosadas o
de otro color.
Apenas llegó a la presidencia Macri
lanzó a gran velocidad una andanada de decretos arbitrarios, desplegó de
inmediato una ofensiva para asegurar el control derechista de los medios de
comunicación, compró (o extorsionó) a dirigentes políticos y sindicales, redujo
el poder adquisitivo de los salarios y las jubilaciones, lanzó una ola de
despidos de empleados públicos, concretó enormes transferencias de ingresos
hacia las élites dominantes, en suma: desplegó una blizkrieg destinada eludir las resistencias posibles antes de que
estas se organicen. De todos modos no estaba en condiciones de imponer el
gigantesco saqueo realizado mediante un sistema de negociaciones, el nivel de destrucción
logrado en tan poco tiempo probablemente lo haya convencido de su éxito
incitándolo a seguir avanzando.
La irrupción devastadora de las
élites dominantes podría ser asimilada a la de un ejército penetrando en un
vasto territorio. Al comienzo la ofensiva es exitosa, el efecto sorpresa, la explotación
de debilidades locales, la contundencia del operativo, etc. permiten avances rápidos
aparentemente irreversibles, pero poco a poco las víctimas empiezan a
reaccionar acosando al invasor y el espacio simplificado por mapas e informes
de especialistas se va convirtiendo en un sistema complejo, crecientemente
incontrolable. La velocidad inicial de la sucesión de victorias que en un
principio aparentaba ser la clave del éxito, empieza a ser percibido por el
invasor como la principal causa de sus dificultades, la rapidez operativa
genera fenómenos de inadaptación, de sobre-extensión estratégica que aumentan
su vulnerabilidad llevándolo finalmente a la derrota, aplastado por una avalancha
humana incontenible (recordemos lo que le pasó a Napoleón cuando invadió Rusia).
Macri podría terminar descubriendo
que la realidad social argentina es mucho más compleja que lo que su visión de
mafioso detectaba, que la cultura popular existe y se reproduce (maltrecha,
golpeada pero existe), que los salarios no son como él dijo una vez “un costo más” que puede y debe ser
comprimido al máximo como cualquier otro insumo sino el pago a seres humanos
que piensan y se defienden, y finalmente que para un bandido no hay nada peor
que otro bandido (los socios de hoy pueden ser los caníbales de mañana).
Capítulo 6
Ilusiones progresistas devoradas por la crisis
Este texto fue
difundido en la web desde marzo de 2016 con el título “Ilusiones progresistas
devoradas por la crisis. América Latina a la hora del lumpencapitalismo”, https://beinstein.lahaine.org/ilusiones-progresistas-devoradas-por-la-crisis/
La coyuntura global
está marcada por una crisis deflacionaria motorizada por las grandes potencias.
La caída de los precios de las commodities, cuyo aspecto más llamativo fue desde
mediados del 2014 la de las cotizaciones del petróleo, descubre el desinfle de
la demanda internacional mientras tanto se estanca la ola financiera, muleta
estratégica del sistema durante las últimas cuatro décadas. La crisis de la
financierización de la economía mundial va ingresando de manera zigzagueante en
un zona de depresión, las principales economías capitalistas tradicionales
crecen poco o nada(32) y China se desacelera rápidamente. Frente a ello
Occidente despliega su último recurso: el aparato de intervención militar
integrando componentes armadas profesionales y mercenarias, mediáticas y
mafiosas articuladas como “Guerra de Cuarta Generación” destinada a destruir
sociedades periféricas para convertirlas en zonas de saqueos. Es la
radicalización de un fenómeno de larga duración de decadencia sistémica donde
el parasitismo financiero y militar se fue convirtiendo en el centro hegemónico
de Occidente.
No
presenciamos la recomposición política-económica-militar del sistema como lo
fue la reconversión (militarizada) keynesiana de los años 1940 y 1950 sino su
degradación general. La mutación parasitaria del capitalismo lo convierte en un
sistema de destrucción de fuerzas
productivas, del medio ambiente, y de estructuras institucionales donde las viejas
burguesías se van transformando en círculos de bandidos, novedoso encumbramiento
planetario de lumpenburguesías centrales y periféricas.
La declinación
del progresismo
Inmersa en este
mundo se despliega la coyuntura latinoamericana donde convergen dos hechos
notables: la declinación de las experiencias progresistas y la prolongada degradación
del neoliberalismo que las precedió y las acompaño desde países que no entraron en esa
corriente de la que ahora ese neoliberalismo degradado aparece como el sucesor.
Los
progresismos latinoamericanos se instalaron sobre la base de los desgastes y en
ciertos casos de las crisis de los regímenes neoliberales y cuando llegaron al
gobierno los buenos precios internacionales de las materias primas sumados a
políticas de expansión de los mercado internos les permitieron recomponer la
gobernabilidad.
El
ascenso progresista se apoyó en dos impotencias; la de la derechas que no
podían asegurar la gobernabilidad, colapsadas en algunos casos (Bolivia en
2005, Argentina en 2001-2002, Ecuador en 2006, Venezuela en 1998) o sumamente
deterioradas en otros (Brasil, Uruguay, Paraguay) y la impotencia de las bases
populares que derrocaron gobiernos, desgastaron regímenes pero que incluso en
los procesos más radicalizados no pudieron imponer revoluciones,
transformaciones que fueran más allá de la reproducción de las estructuras de
dominación existentes.
En
los casos de Bolivia y Venezuela los discursos revolucionarios acompañaron
prácticas reformistas plagadas de contradicciones, se anunciaban grandes
transformaciones pero las iniciativas se
embrollaban en infinitas idas y venidas, amagos, desaceleraciones “realistas” y
otras astucias que expresaban el temor profundo a saltar las vallas del capitalismo.
Ello no solo posibilitó la recomposición de las derechas sino también la proliferación
a nivel estatal de podredumbres de todo tipo, grandes corrupciones y pequeñas
corruptelas.
Venezuela
aparece como el caso más evidente de mezcla de discursos revolucionarios, desorden
operativo, transformaciones a medio camino y autobloqueos ideológicos conservadores.
No se consiguió encaminar la transición revolucionaria proclamada (más bien
todo lo contrario) aunque si se logró caotizar el funcionamiento de un
capitalismo estigmatizado pero de pié. Obviamente los Estados Unidos promueven
y aprovechan esa situación para avanzar en su estrategia de reconquista del
país. El resultado es una recesión cada vez más grave, una inflación
descontrolada, importaciones fraudulentas masivas que agravan la escasez de
productos y la evasión de divisas que marcan a una economía en crisis
aguda(33).
En
Brasil el zigzagueo entre un neoliberalismo “social” y un keynesianismo light
casi irreconocible fue reduciendo el espacio de poder de un progresismo que
desbordaba fanfarronería “realista” (incluida su astuta aceptación de la
hegemonía de los grupos económicos dominantes). La dependencia de las
exportaciones de commodities y el sometimiento a un sistema financiero local
transnacionalizado terminaron por bloquear la expansión económica, finalmente
la combinación de la caída de los precios internacionales de las materias
primas y la exacerbación del pillaje financiero precipitaron una recesión que
fue generando una crisis política sobre la que empezaron a cabalgar los promotores
de un “golpe blando” ejecutado por la derecha local y monitoreado por los Estados
Unidos.
En
Argentina el “golpe blando” se produjo protegido por una máscara electoral
forjada por una manipulación mediática desmesurada. El progresismo kirchnerista
en su última etapa había conseguido evitar la recesión aunque con un
crecimiento económico anémico sostenido por un fomento del mercado interno
respetuoso del poder económico. También fue respetada la mafia judicial que
junto a la mafia mediática lo acosaron hasta desplazarlo
políticamente en medio de una ola de histeria reaccionaria de las clases altas y
del grueso de las clases medias.
En Bolivia Evo
Morales sufrió su primera derrota política significativa en el referéndum sobre
reelección presidencial. Su llegada al gobierno había marcado el ascenso de las
bases sociales sumergidas por el viejo sistema racista colonial. Pero la mezcla
híbrida de proclamas anti imperialistas postcapitalistas e indigenistas con la
persistencia del modelo minero-extractivista de deterioro ambiental y del
burocratismo estatal generador de corrupción y autoritarismo terminaron por
diluir el discurso del “socialismo comunitario”. Quedó así abierto el espacio
para la recomposición de las élites económicas y la movilización revanchista de
las clases altas y su séquito de clases medias penetrando en un vasto abanico
social desconcertado.
Ahora las derechas
latinoamericanas van ocupando las posiciones perdidas y consolidan las
preservadas, pero ya no son aquellas viejas camarillas neoliberales optimistas
de los años 1990, han ido mutando a través de un complejo proceso económico,
social y cultural que las ha convertido en componentes de lumpenburguesías
nihilistas embarcadas en la ola global del capitalismo parasitario.
Grupos industriales
o de agrobusiness fueron combinando sus inversiones tradicionales con otras más
rentables pero también más volátiles: aventuras especulativas, negocios ilegales
de todo tipo (desde el narco hasta operaciones inmobiliarias opacas pasando por
fraudes comerciales y fiscales y otros emprendimientos turbios) convergiendo
con “inversiones” saqueadoras provenientes del exterior como la megaminería o
las rapiñas financieras.
Dicha mutación
tiene lejanos antecedentes locales y globales, variantes nacionales y dinámicas
específicas, pero todas tienden hacia una configuración basada en el predominio
de élites económicas sesgadas por la “cultura financiera-depredadora” (cortoplacismo,
desarraigo territorial, eliminación de fronteras entre legalidad e ilegalidad, manipulación
de redes de negocios con una visión más próxima al videojuego que a la gestión
productiva y otras características propias del globalismo mafioso) que disponen
del control mediático como instrumento esencial de dominación rodeándose de
satélites políticos, judiciales, sindicales, policiales-militares, etc.
¿Restauraciones conservadoras o instauraciones de
neofascismos coloniales?
Por lo general el progresismo califica a sus derrotas
o amenazas de derrotas como victorias o peligros de regreso del pasado
neoliberal, también suele utilizarse el término “restauración conservadora”,
pero ocurre que esos fenómenos son sumamente innovadores, tienen muy poco de
“conservadores”. Cuando evaluamos a personajes como Aecio Neves, Mauricio Macri
o Henrique Capriles no encontramos a jefes autoritarios de élites oligárquicas
estables sino a personajes completamente inescrupulosos, sumamente ignorantes
de las tradiciones burguesas de sus países (incluso en ciertos casos con miradas
despreciativas hacia las mismas), aparecen como una suerte de mafiosos entre primitivos
y posmodernos encabezando políticamente a grupos de negocios cuya norma principal
es la de no respetar ninguna norma (en la medida de lo posible).
Otro aspecto
importante de la coyuntura es el de la irrupción de movilizaciones
ultrareaccionarias de gran dimensión donde las clases medias ocupan un lugar
central. Los gobiernos
progresistas suponían que la bonanza económica facilitaría la captura política de
esos sectores sociales pero ocurrió lo contrario: las capas medias se
derechizaban mientras ascendían económicamente, miraban con desprecio a los de
abajo y asumían como propios los delirios neofascistas de los de arriba. El
fenómeno sincroniza con tendencias neofascistas ascendentes en Occidente, desde
Ucrania hasta los Estados Unidos pasando por Alemania, Francia, Hungría, etc.,
expresión cultural del neoliberalismo decadente, pesimista, de un capitalismo
nihilista ingresando en su etapa de reproducción ampliada negativa donde el
apartheid aparece como la tabla de salvación.
Pero
este neofascismo latinoamericano incluye también la reaparición de viejas
raíces racistas y segregacionistas que habían quedado tapadas por las crisis de
gobernabilidad de los gobiernos neoliberales, la irrupción de protestas populares
y las primaveras progresistas. Sobrevivieron a la tempestad y en varios casos
resurgieron incluso antes del comienzo de la declinación del progresismo como
en Argentina con el egoísmo social de la época de Menem o el gorilismo racista
anterior, en Bolivia con el desprecio al indio y en casi todos los casos
recuperando restos del anticomunismo de la época de la Guerra Fría. Supervivencias
del pasado, latencias siniestras ahora mezcladas con las nuevas modas.
Una
observación importante es que el fenómeno asume características de tipo “contrarrevolucionario”, apuntando hacia
una política de tierra arrasada, de extirpación del enemigo progresista, es lo
que se ve actualmente en Argentina o lo que promete la derecha en Venezuela, la
blandura del contrincante, sus miedos y vacilaciones excitan la ferocidad
reaccionaria. Esa no existencia real de amenaza o de proceso revolucionario en marcha,
de avalancha popular contra estructuras decisivas del sistema desmoronándose o
quebradas, envalentona (otorga sensación de impunidad) a las elites y su base
social.
La
marea contrarrevolucionaria es uno de los resultados posibles de la
descomposición del sistema imponiendo de manera exitosa en algunos casos
proyectos de recomposición elitista, en el caso latinoamericano expresa
descomposición capitalista sin recomposición a la vista.
Si
el progresismo fue la superación fracasada del fracaso neoliberal, este
neofascismo subdesarrollado exacerba ambos fracasos inaugurando una era de
duración incierta de contracción económica y desintegración social. Basta ver
lo ocurrido en Argentina con la llegada de Macri a la presidencia: en unas
pocas semanas el país pasó de un crecimiento débil a una recesión que se va
agravando rápidamente producto de un gigantesco pillaje, no es difícil imaginar
lo que puede ocurrir en Venezuela si la derecha conquista el poder político.
La
caída de los precios de las commodities y su creciente volatilidad, que la
prolongación de la crisis global seguramente agravará, han sido causas
importantes del fracaso progresista y aparecen como bloqueos irreversibles de
los proyectos de reconversión elitista-exportadora medianamente estables. Las
victorias derechistas tienden a instaurar economías funcionando a baja
intensidad, con mercados internos contraídos e inestables, eso significa que la
supervivencia de esos sistemas de poder dependerá de factores que las mafias
gobernantes pretenderán controlar. En primer término el descontento de la mayor
parte de la población aplicando dosis variables de represión, legal e ilegal, embrutecimiento
mediático, corrupción de dirigentes y degradación moral de las clases bajas. Se
trata de instrumentos que la propia crisis y la combatividad popular pueden
inutilizar, en ese caso el fantasma de la revuelta social puede convertirse en
amenaza real.
La estrategia
imperial
Los Estados Unidos
desarrollan una estrategia de reconquista de América Latina aplicándola de
manera sistemática y flexible. El golpe blando en Honduras fue el puntapié inicial
al que le siguió el golpe en Paraguay y un conjunto de acciones
desestabilizadoras, algunas muy agresivas, de variado éxito, que fueron
avanzando al ritmo de las urgencias imperiales y del desgaste de los gobiernos
progresistas. En varios casos las agresiones más o menos abiertas o intensas se
combinaron con buenos modales que intentaban vencer sin violencias militar o
económica, o sumando dosis menores de las mismas con operaciones
domesticadoras. Donde no funcionaba eficazmente la agresión empezó a ser practicado
el ablande moral, se implementaron paquetes persuasivos de configuración variable
combinando penetración, cooptación, presión, premios y otras formas retorcidas de
ataque psicológico-político.
El
resultado de ese despliegue complejo es una situación paradojal: mientras los
Estados Unidos retroceden a nivel global en términos económicos y geopolíticos,
van reconquistando paso a paso su patrio trasero latinoamericano. La caída de
Argentina ha sido para el Imperio una victoria de gran importancia trabajada
durante mucho tiempo a lo que es necesario agregar tres maniobras decisivas de
su juego regional: el sometimiento de Brasil, el fin del gobierno chavista en
Venezuela y la rendición negociada de la insurgencia colombiana. Cada uno de
estos objetivos tiene un significado especial:
-La victoria
imperialista en Brasil cambiaría dramáticamente el escenario regional y produciría
un impacto negativo de gran envergadura al bloque BRICS afectando a sus dos enemigos
estratégicos globales: China y Rusia.
-La victoria en
Venezuela no solo le otorgaría el control del 20 % de las reservas petrolíferas
del planeta (la mayor reserva mundial) sino que tendría un efecto dominó sobre
otros gobiernos de la región como los de Bolivia, Ecuador y Nicaragua y perjudicaría
a Cuba, sobre la que los Estados Unidos están desplegando una suerte de abrazo de
oso.
-Finalmente la
extinción de la insurgencia colombiana además de despejar el principal obstáculo
al saqueo de ese país le dejaría las manos libres a sus fuerzas armadas para eventuales
intervenciones en Venezuela. Desde el punto de vista estratégico regional el fin
de la guerrilla colombiana sacaría del escenario a una poderosa fuerza
combatiente que podría llegar a operar como un mega-multiplicador de
insurgencias en una región en crisis donde la generalización de gobiernos
mafioso-derechistas agravará la descomposición de sus sociedades. Se trata tal
vez de la mayor amenaza estratégica a la dominación imperial, de un enorme
peligro revolucionario continental. Es precisamente esa dimensión latinoamericana
del tema lo que ocultan los medios de comunicación dominantes.
Decadencia
sistémica y perspectivas populares
Más allá de la
curiosa paradoja de un imperio decadente reconquistando su retaguardia territorial,
desde el punto de vista de la coyuntura global, de la decadencia sistémica del capitalismo,
la generalización de gobiernos pro-norteamericanos en América Latina puede ser
interpretada superficialmente como una gran victoria geopolítica de los Estados
Unidos, aunque si profundizamos el análisis e introducimos por ejemplo el tema
del agravamiento de la crisis impulsada por esos gobiernos, tenderíamos a
interpretar al fenómeno como expresión específica regional de la decadencia del
sistema global.
El alejamiento del
estorbo progresista puede llegar a generar problemas mayores a la dominación
imperial, si bien las inclusiones sociales y los cambios económicos realizados por
el progresismo fueron insuficientes, embrollados, estuvieron impregnados de limitaciones
y si su autonomía en materia de política internacional tuvo una audacia restringida;
lo cierto es que su recorrido ha dejado huellas, experiencias sociales, dignificaciones
(suprimidas por la derecha) que serán muy difícil extirpar y que en consecuencia
pueden llegar a convertirse en aportes significativos a futuros (y no tan lejanos)
desbordes populares radicalizados.
La
ilusión progresista de humanización del sistema, de realización de reformas
“sensatas” dentro de los marcos institucionales existentes, puede pasar de la
decepción inicial a una
reflexión social
profunda, crítica de la institucionalidad mafiosa, de la opresión mediática y de
los grupos de negocios parasitarios. Ello incluye a la farsa democrática que
los legitima. En ese caso la molestia progresista podría convertirse tarde o
temprano en huracán revolucionario no porque el progresismo como tal evolucione
hacia la radicalidad anti-sistema sino porque emergería una cultura popular
superadora, desarrollada en la pelea contra regímenes condenados a degradarse
cada vez más.
En
ese sentido podríamos entender uno de los significados de la revolución cubana,
que luego se extendió como ola anticapitalista en América Latina, como
superación crítica de los reformismos nacionalistas democratizantes fracasados
(como el varguismo en Brasil, el nacionalismo revolucionario en Bolivia, el
primer peronismo en Argentina o el gobierno de Jacobo Arbenz en Guatemala). La
memoria popular no puede ser extirpada, puede llegar a hundirse en una suerte
de clandestinidad cultural, en una latencia subterránea digerida
misteriosamente, pensada por los de abajo, subestimada por los de arriba, para reaparecer
como presente, cuando las circunstancias lo requieran, renovada, implacable.
Notas:
(26) Horacio Verbitsky, “La transparencia del sigilo”,
Página 12, Buenos Aires, 27 de marzo de 2016.
(27) Jorge Beinstein,”La ilusión del metacontrol
imperial del caos. La mutación del sistema de intervención militar de los
Estados Unidos y sus consecuencias para América Latina”, Seminario “Nuestra
América y Estados Unidos: desafíos del Siglo XXI”. Facultad de Ciencias
Económicas de la Universidad Central del Ecuador, Quito, 30 y 31 de Enero de
2013. http://beinstein.lahaine.org/?p=516
(28) Jorge Beinstein, art. cit.
(29) Fuente:
“Semiannual OTC derivatives statistics”, Bank for International Settlements
(BIS).
(30) Eduardo M. Basualdo, “La distribución del ingreso
en la Argentina y sus condicionantes estructurales”, Memoria Anual 2008, del
Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), Argentina. Juan Kornblihtt y
Tamara Seiffer, “La persistente caída del salario real argentino (1975 a la
actualidad)”, Revista de la Bolsa de Comercio de Rosario, 2014, http://www.bcr.com.ar/Secretara%20de%20Cultura/Revista%20Institucional/2014/Septiembre/Pol%C3%ADtica%20Social.pdf
(31) De todos modos si el hundimiento económico se
suaviza (o se convierte en estancamiento o crecimiento anémico) el déficit
comercial reaparece empujado por el torrente de importaciones, componente
normal de la “estrategia” de libre mercado.
(32)
Si consideramos el último lustro (2010-2014) el crecimiento promedio real de la
economía de Japón ha sido del orden del 1,5 %, la de Estados Unidos 2,2 % y la
de Alemania 2 % (Fuente: Banco Mundial).
(33) Un buen
ejemplo es el de la “importación” de fármacos donde empresas multinacionales
como Pfizer, Merck y P&G hacen fabulosos negocios ilegales ante un gobierno
“socialista” que les suministra dólares a precios preferenciales. Con un juego
de sobrefacturaciones, sobreprecios e importaciones inexistentes las empresas
farmacéuticas habían importado en 2003 unas 222 mil toneladas de productos por
los que pagaron 434 millones de dólares (unos 2 mil dólares por tonelada), en
2010 las importaciones bajaron a 56 mil toneladas y se pagaron 3410 millones de
dólares (60 mil dólares la tonelada) y en 2014 las importaciones descendieron
aún más a 28 mil toneladas y se pagaron 2400 millones de dólares (un poco menos
de 87 mil dólares la tonelada). Como bien lo señala Manuel Sutherland de cuyo
estudio
extraigo esa
información: “lejos de plantearse la creación de una gran empresa estatal de
producción de fármacos, el gobierno prefiere darles divisas preferenciales a
importadores fraudulentos, o confiar en burócratas que realizan importaciones
bajo la mayor opacidad”. Manuel Sutherland, “2016: La peor de las crisis
económicas, causas, medidas y crónica de una ruina anunciada”, CIFO, Caracas
2016.
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