Sobre la Revolución
de Túpac Amaru
(Octava Parte)
Emilio Choy
Pensemos por un
momento en lo que hubiera hecho Washington, como criollo de Virginia, si los
franceses y españoles, en lugar de ayudarlo directamente, hubiesen empujado a
los iroqueses u otras tribus indígenas a proclamar un rey y hubiesen destruido
haciendas y manufacturas de los colonos que se habían sublevado contra la
dominación de las Islas. Existían ataques de los indígenas instigados por los
ingleses. Pero de haberse organizado un movimiento de indios norteamericanos,
paralelo a la revolución norteamericana, instigado por franceses y españoles,
esto hubiera debilitado la causa de la independencia de los criollos de los Estados
Unidos y, posiblemente, hubiese empujado a Washington a pactar con las fuerzas
de la metrópoli.
Pero de parte de la
Ilustración francesa y fuertes sectores del pensamiento español hubo el
propósito firme de contribuir al triunfo de los ideales republicanos de los
norteamericanos. En cambio, los ingleses, empujados por la fiebre de su
industria modernizada, por la revolución introducida por los adelantos
técnicos, poseían una concepción de alcances más profundos. Como un titán que
se esforzaba en dominar al mundo entero no iba a cometer la ingenuidad de
ayudar a los criollos de Hispanoamérica para crear otra república más que con
el tiempo podía convertirse en una rival, cuando empleando la astucia
diplomática y política no era difícil hacer de las colonias españolas
dependencias de las que se podrían extraer materias primas y asegurar un
mercado para exportación de productos de las Islas (16).
La ayuda inglesa en
la orientación y en mantener la vasta vinculación continental de las luchas
revolucionarias fue más bien un obstáculo y se convirtió en uno de los tantos
factores que atrasaron la independencia del Perú. Fuertes grupos de criollos
que habían pretendido ayudar a Túpac Amaru tuvieron que luchar contra éste. Si
los criollos que simpatizaban con él hubiesen acaudillado el movimiento, las
probabilidades del triunfo hubiesen sido enormes. La desventaja del campesinado
era que de su seno no podía salir una dirección hábil. En vano Túpac Amaru
dirigía mensajes a los criollos y mestizos, cuando las masas habían sido
lanzadas contra éstos. Las fuerzas que debieron marchar juntas se encontraban
en bandos opuestos. Es que Túpac Amaru creyó que el odio de los criollos a los
españoles europeos sería un motivo suficiente; pero con los sucesos que
desencadenó la insurrección había despertado en los criollos y mestizos de las
ciudades miedo y odio a los sectores indígenas, unificando a los que debió
dividir.
Se ha
creído, por algunos historiadores, que Túpac Amaru cometió un error al no
entrar al Cusco después de la batalla de Sangarara. No sólo Markham y Lewin,
sino también Melchor Paz, en su crónica, cita una relación en que expone este
criterio (17). Hay mucha razón, aparente, para considerar como una
equivocación el no haber tomado el Cuzco, cuando las mejores fuerzas de la
ciudad habían sido aniquiladas en el templo de Sangarara, y más si se tiene en
cuenta que frente a las vacilaciones del Inca para asaltar la Ciudad Imperial,
las masas indígenas comenzaron a protestar y a abandonarlo. Pero el caudillo
comprendió que tomar el Cusco con las fuerzas que contaba hubiera sido una
medida equivocada para sus planes monárquicos, por el hecho de que la ciudad
debería serle entregada por sus partidarios, que operaban dentro de ella, y
consolidar la alianza entre criollos, indígenas y mestizos. Pero sus partidarios,
que en un momento constituían la mayoría del Cusco, no pudieron entregarle la
ciudad. El temor a la destrucción de la población por el ejército indio, más
bien los empujó a rivalizar en la defensa de la capital de los Incas.
Notas
[16] En 1778, en un
folleto citado por Diego Barros Arana, aparecía este reproche británico contra
Luis XVI, aliado de Carlos III, por ayudar a los colonos de la América del
Norte: "¡Monarca imprudente! Armáis vuestros ejércitos para sostener la
independencia de América y las máximas de su congreso. Existe una potencia que
hoy se levanta sobre leyes: es la de los razonadores ambiciosos: ella conduce a
una revolución en América, y quizá prepara otra en Francia. Los legisladores de
América se anuncian como los discípulos de los filósofos franceses: ellos
ejecutan lo que éstos han soñado. ¿Los filósofos franceses no aspiraron también
a ser legisladores en su país? ¡Cuánto peligro no hay en poner la flor de
vuestros oficiales en comunicación con hombres entusiastas por la libertad! Lo
comprenderéis demasiado tarde, cuando oigáis repetir en vuestra corte los
axiomas vagos y especiosos que ellos habrán medido en los salones de América.
¿Cómo después de haber derramado su sangre por una causa que se llama de la
libertad, harán respetar vuestras órdenes absolutas? La Inglaterra quedará
demasiado vengada de vuestros propósitos hostiles cuando vuestro gobierno sea
examinado, juzgado, condenado según los principios que profesan en Filadelfia y
que se aplauden en vuestra capital". (B.Lewin. Los
movimientos de emancipación, pág. 40).
[17] B.Lewin. Túpac
Amaru,
pág. 226; L.A. Eguiguren. Crónica de Melchor Paz, pág. 273.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.