Las
Dimensiones de la Realidad:
El
surrealismo en el Mundo
Jorge
Oshiro
El «azar objetivo»: l'amour fou
EL SURREALISMO, AL PONER EN EL CENTRO DE
SU MOVIMIENTO el Deseo y su liberación de las limitaciones múltiples, tiene que
enfrentar un grave problema: la relación del Deseo con las necesidades
realmente existentes, llamadas «objetivas»; su relación con el desarrollo
efectivo de las cosas, en otras palabras, su relación con lo que se denomina
«destino», «azar», o para utilizar un término hegeliano, «el azar objetivo».
Breton señala en varias de su obra, muy en especial en «Nadja» el carácter
extraño de ciertos encuentros. ¿Se trata de una mera coincidencia?. Octavio
Paz:
"Semejante
manera de resolver el problema revelaría una suerte de realismo ingenuo o de
positivismo primario".
Para Breton el «azar objetivo» es
"el
punto de intersección entre el deseo -o sea: la libertad humana- y la necesidad
exterior".
Es el amor, dice el poeta mexicano, la
concretización más clara del «azar objetivo», del encuentro entre el Deseo y la
Necesidad exterior:
"El amor
es exclusivo y único porque en la persona amada se enlazan libertad y
necesidad".
La relación problemática entre el Deseo
y la Necesidad ha sido siempre uno de los problemas capitales de toda ética. Se
podría decir que es en relación a este problema y su respuesta que se va
definir cualquier ética. ¿Cuál es el polo dominante entre estas dos fuerzas?
-La línea
'apolínea' de la moral ha puesto el acento en el polo de la Necesidad (o
Ley, Orden, Razón) hasta llegar al punto de ver en el Deseo (del individuo) un
fenómeno innecesario (contingente) y superable.
-La línea
contraria, la 'dionisiaca' ha acentuado en cambio el polo del Deseo.
Evidentemente que el surrealismo, como movimiento que propicia la liberación
del Deseo, pone el acento en este polo pero sin desconocer las fuerzas de las
necesidades exteriores.
En el gran
amor, «l'amour fou» de Breton, se manifiesta esta contradicción. ¿Qué hace del
amor «un gran» amor, un loco amor? La intensidad y la persistencia. La entrega
total y la conquista total. Por eso afirma Breton:
"No hay
sofisma tan temible como el que afirma que el acto sexual va necesariamente
acompañado de una caída del potencial amoroso entre dos seres, caída cuya
repetición los arrastraría progresivamente a cansarse el uno del otro".
Para Breton este estado de cosas no
resulta de la naturaleza del amor en sí mismo sino de dos errores: el error
social que dispone que la elección inicial de la pareja no sea acertada por
razones económicas, por lo tanto "no podría remediarse sin la destrucción
de las bases económicas de la sociedad actual". El otro error, según
nuestro autor, es el moral:
"El
error moral nace de la incapacidad en que se halla la mayoría de los hombres
para liberarse de toda preocupación ajena al amor, de todo temor como de toda
duda".
Pero también el amor está limitado por
«la idea cristiana del pecado». Es decir que para el surrealismo, lo mismo que
para el poeta mexicano, "Se trata de reconquistar la inocencia" y
esto es el verdadero tema de nuestro tiempo -pero también de todos los tiempos:
el de la reconquista de la inocencia del amor.
La
experiencia del amor es semejante a la experiencia de la poesía. La poesía y el
amor nos llevan a una dimensión que supera la realidad banal: allí el tiempo no es sucesión; ayer, hoy y
mañana dejan de tener significado: todo la dimensión temporal se convierte en
un aquí y ahora. Caen los muros de la prisión mental.
"El
poema, como el amor, es un acto en el que nacer y morir, esos dos extremos
contradictorios que nos desgarran y hacen de tal modo precaria la condición
humana, pactan y se fundan".
La experiencia mística nos habla de que
«amar es morir», pero al mismo tiempo es nacer.
"El
carácter inagotable de la experiencia amorosa no es distinto al de la
poesía"[1].
Hasta aquí algunas consideraciones sobre
el surrealismo de Octavio Paz.
El principio de la simpatía:
entendimiento y comprensión
Para Mariátegui «simpatía y esperanza»
no son elementos «subjetivos» que puedan invalidar la «objetividad» de la
«atención». Ya se ha afirmado el otro campo teórico en la que se mueve nuestro
autor. Para Mariátegui los sentimientos positivos como la simpatía y esperanza
son fuerzas penetrantes y profundizador de la materia que se trata. En un texto
aparecido como apéndice al primer número de «Amauta» de setiembre de 1926,
comentando un libro de poemas de Alcides Spelucín y después de acentuar la
coincidencia íntima entre el pensamiento de Spelucín y el propio, escribe
nuestro autor:
"Esta
solidaridad espiritual, esta mancomunidad histórica me descalifica quizá, a
juicio de algunos, para juzgar imparcialmente la poesía de Spelucín. Pero si la
crítica imparcial, es la lejana, gélida y exterior de los que no aman una obra,
no creo que valga absolutamente la pena que exista. Pienso con Antenor Orrego
que sólo quien ama es el que más entrañablemente comprende".
El criterio hermenéutico de Mariátegui
es claro y categórico. Sólo dentro del contexto del amor es que la comprensión
de algo, de una obra es posible.
Entendimiento y comprensión
Entendimiento
Pero advirtamos que el pensador peruano
no dice «entender», sino «comprender». La pura labor cerebral, esa actividad
«lejana, gélida y exterior», aquella actitud científica, cuya primera
preocupación metódica es «eliminarse» como individuo, para convertirse en
«conciencia pura», en sujeto observador e imparcial, en conciencia
entomológica, frente a la cual solamente existen «Objetos» y el único valor
perseguido es la «objetividad», la llamamos, dentro del terreno cognoscitivo
mariateguiano «Entendimiento», en oposición a la «Comprensión» mariateguiana
Comprensión
Para Mariátegui el «sujeto cognoscente»
es el individuo concreto e histórico, por lo tanto «sintiente» y no la
conciencia pura. Y este individuo concreto e histórico es un individuo de
Pensamiento y de Emociones, de Inteligencia y Sentimiento, tanto como la unidad
de Espíritu y Cuerpo. Pero en esta unidad tanto la Emoción, el Sentimiento y el
Cuerpo son los elementos primarios; este es el mensaje filosófico que el
pensador peruano nos trasmite cuando escribe en «El Hombre y el Mito» que:
«Los motivos
religiosos se han desplazado a la tierra. No son divinos; son humanos, son sociales>>.
La dialéctica del combate
"Ese
mismo misticismo de la acción que se reconoce en los grandes capitanes de la
industria norteamericana ¿no desciende acaso del misticismo ideológico de sus
antepasados?".
No es difícil leer entre líneas en este
texto como en otros sobre temas parecidos una cierta admiración del autor
peruano hacia «la voluntad de Potencia» del capitalismo norteamericano. En
diferentes libros Mariátegui diferencia nítidamente el carácter ascendente de
esta «voluntad de potencia» del cansado, viejo y escéptico espíritu decadente europeo.
Más allá de las diferencias ideológicas, más allá de los antagonismos de
intereses entre países dependientes y el imperialismo norteamericano, el
pensador peruano era capaz de reconocer cierto valor intrínseco en el
adversario. Más aún: para Mariátegui era preferible que la revolución se
enfrentara a una burguesía robusta y vital que a una decadente y débil. Para
él, como para Sorel y Gobetti, era
preferible para el desarrollo total de la historia que ambos polos fueran
fuertes y lucharan abiertamente por sus respectivas posiciones. Así en una
carta de abril de 1927 escribe Mariátegui:
"...
creo que entre hombres de pensamientos neto y posición definida es fácil
entenderse y apreciarse, aún combatiéndose. Sobre todo combatiéndose".
Y en «Los Siete Ensayos» encontramos la
misma idea a través de una cita de Gobetti:
"A los
hombres tocan las posiciones netas; la conciliación, la transacción es obra de
la historia tan sólo; es un resultado"..."Estamos en el reino de la
lucha (lucha de los hombres contra los hombres, de las clases contra las
clases, de los Estados contra los Estados) porque solamente a través de la
lucha se tiempla fecundamente las capacidades y cada uno, defendiendo con
intransigencia su puesto, colabora al proceso vital".
Spinoza y Waldo Frank
Ahora bien, analizando más de cerca el
pensamiento filosófico de Waldo Frank encontraremos al mismo Spinoza como
centro inspirativo de su propio pensar filosófico. W. Frank es un pensador del
Absoluto y en esta perspectiva sigue la tradición de un Hegel y de un Marx.
Pero como el
mismo Hegel lo había ya expresado, había que ser spinozista para comenzar a
filosofar.[2] Esta es también la posición de Frank. Su crítica al capitalismo y
todo el mundo de realidades y significaciones que éste encierra es radicalmente
dialéctica. Todo su esfuerzo está concentrado en superarlo. Digo superarlo y no
simplemente rechazarlo. En este sigue en lo esencial a Marx. Su preocupación,
por esto se expresa fundamentalmente en lo social.
Pero un
tercer aspecto esencialmente característico de Waldo Frank es que él, por
propia declaración, pero sobre todo por la forma como expresa su pensamiento y
sus preocupaciones sociales es un poeta, es un artista. Esto es fundamental
para la correcta comprensión de sus pensamientos.
El no es un
político -ni mucho menos un político sometido al rigor de la mecánica de la
organización-, pero tampoco es, en un sentido riguroso, un filósofo, lo cual no
le quita profundidad ni espíritu sistemático a su pensar. Cuando el medita es
el poeta, el artista (el músico) que organiza su pensar. En este sentido su
meditar jamás es seco, árido, abstracto, «racionalista» en el sentido que el
pensador se reduce a su conciencia o a su razón.
Frank piensa,
como Mariátegui, con todo su cuerpo, con todo su sentimiento y el sentimiento
estético no es de menor importancia ni de menos valor que su obstinada búsqueda
de la verdad.
Su ambición
no es tanto la búsqueda de la Verdad o de la Belleza -o de la Justicia, como
conceptos, sino la de vivirlas intensamente. De allí esa su gran inquietud
(Unruhe) que lo va a llevar a caminar a través de las ciudades, paisajes y
países.
Este pensador
norteamericano ha viajado por casi todo el mundo y muchos de sus trabajos están
relacionados íntimamente a estos viajes. Vive literalmente del viaje: dando
conferencias, acumulando experiencias, buscando infatigablemente el contacto
con toda clase de hombres. Es el genuino itinerante, el caminante eterno, como
Charlot, y casi se podría decirse de un «judío errante».
Sus viajes no
tiene la intensidad aventurera, la profunda pobreza material y el dramatismo
existencial del vagabundo Panait Istrati, pero su inquietud no es menor y la
profundidad de la reflexión sobre estas experiencias tal vez sea mayor, porque
descansa en un interminable e intenso diálogo con los hombres.
Un último
carácter de su pensar es su «misticismo». Pero, como se puede apreciar ya en lo
expuesto arriba, este misticismo no es contemplativo. Para él una ética es mala
si no se expresa en la acción. Sin embargo, y aquí lo interesante de su pensar,
él no rechaza la contemplación. Mejor dicho en su pensar no existe la
disyuntiva (falsa) de la contemplación o la acción.
Un aspecto
sustancial de su crítica al «caos» o «jungla» norteamericana, así lo denomina
él al capitalismo de su país, es el accionismo productor de una sociedad que
desde la época de los pioneros redujo su vida a la transformación del mundo
exterior oprimiendo su mundo interior, empobreciéndola así a niveles extremos.
Esta crítica
lo hace Frank desde posiciones «contemplativas». Es decir, ha tenido que
abandonar el terreno ideológico dominante, el accionismo productivo, que se
expresa en el desenfrenado afán de poder, de ganancia, de propiedad y de
consumo, que según el autor no es característico sólo de una sola clase, sino
que se extiende a casi todas las regiones sociales de su país y que tiende a
expandirse (hablo de comienzo de los años veinte) como «modelo» hacia otros
países.
Ha tenido que
abandonar este terreno ideológico dominante y crear otro -aún contra el otro
«accionismo» dominante, el del marxismo-, en el cual haya un equilibrio entre
la acción y la contemplación.
Esta
contemplación es jamás en Waldo Frank escapismo o fuga de la realidad. Todo lo
contrario. Es precisamente en este momento dialéctico de la contemplación que
se valora mejor el sentido de la acción, sobre todo si se quiere actuar
creativamente, como fue su caso.
El aspecto de
la contemplación en el pensamiento de Waldo Frank es fundamentalmente crítico:
la contemplación está dirigida contra toda ideología que descansa en la
obsesión del producir y la otra obsesión aún mayor: el Poder.
En «Our
America», en el cap. IV: «The land of buried cultures» opone dos sociedades: la
dominante, la de los blancos dominadores y la de los dominados, la de los
mexicanos del sur del país y sobre todo la de los indios de Pueblo. El
puritano, en su psicología de la dominación veía la naturaleza sólo como medio
de dominación:
"El
mexicano no fue un pionero ideal. Se sintió atraído por su suelo y lo amó y
obtuvo placer y belleza de él"
dice Frank, y luego hablando de sus
casas dice:
"Pero el
adobe mexicano nos da su vida interior. Aquí un hombre se asentó y buscó
felicidad en armonía con su medio ambiente: buscó vivir en el cultivo más que
en la explotación"[3].
Mientras el pionero puritano buscaba
dominar la naturaleza en busca de la ganancia, el mexicano es indiferente a
este anhelo puritano. La naturaleza es para él «Sujeto», «Persona», no objeto
ni medio para otro fin, es decir instrumento, de allí que pueda aspirar a una
relación armónica con ella, buscando en esta relación entre «pleasure» y
«beauty».
Esta relación
del mexicano con la naturaleza pertenece más al mundo mitológico
pre-capitalista, anterior al descubrimiento del Logos, del Mercado y la
Escritura y es fundamentalmente religioso. Tomemos otro ejemplo que nos ofrece
el autor en el mismo capítulo del citado libro. Refiriéndose a los indios de
Pueblo escribe:
"Presidiendo
sobre esta vida y siempre cerca está la Naturaleza. El cacique es el intérprete
entre la naturaleza y este pueblo. El indio cree que el debe vivir en armonía
con la Naturaleza y su Gran Espíritu. El indio por lo tanto no debe rogar a su
Dios por un favor directo.El ruega por la armonía entre él mismo y las
misteriosas fuerzas del mundo que le rodea: al cual él pertenece"[4].
Waldo Frank crítica el superactivismo
capitalista desde un terreno ideológico muy cercano o íntimamente ligado a los
grupos explotados de su país. El espíritu contemplativo que él defiende es
también una defensa del mundo cultural de estos sectores explotados.
No porque
sean simplemente explotados, sino porque, aquí la aparente paradoja, los
explotados tienen una vida cultural superior a la de sus explotadores. Pero
Waldo Frank no predica el «regresionismo» romántico a alguna etapa anterior al
capitalismo.
Para él es
necesario partir del presente, desde el pensamiento moderno y buscar una
alternativa «moderna» al capitalismo. El punto de partida de esta búsqueda, él
lo encuentra en Marx, en Freud y sobre todo en Spinoza.[5]
Frente a una
concepción de la realidad (Naturaleza) de los puritanos, como medio, como
utensilio, como pasividad y que en el pensamiento moderno se artícula en la
filosofía cartesiana, como ya hemos expuesto anteriormente, se eleva la
filosofía spinoziana. Ella coincide en lo esencial con la concepción mitológica
de la realidad. Tanto el pensamiento mitológico como el spinozista defienden la
tesis que el hombre es parte de la Naturaleza y no un ser «extra-natural». Y
como tal debe ser entendido dentro de esta totalidad.
Mientras para
los puritanos como para Descartes la Naturaleza es pasividad, mecanismo,
«conjunto de leyes naturales», para el pensamiento mitológico como para Spinoza
la naturaleza es Potencia, es Dios, pero Dios inmanente. Se podría decir que la
filosofía del judío de Amsterdam, es la visión mitológica de la Naturaleza,
pero consciente de sí misma y articulada con extremo rigor racional-matemático.
Con esto se
quiere expresar, que el pensamiento mitológico no es menos «lógico», ni menos
riguroso que el pensamiento racionalista posterior. El uno no es anterior y el
otro posterior en el sentido que éste es superior a aquél, o que uno es la
pre-historia del otro.
Ambas son
formas diferentes de concebir la Naturaleza: una a partir de la conciencia
pura, trascendente, ontológicamente diferente a la Naturaleza, creando para
este fin la figura fictiva del «Sujeto» y el «Objeto», la otra a partir del
cuerpo dinámico entre otros cuerpos dinámicos,(el «campo magnético» de los
surrealistas) donde el principio de actividad y el de pasividad no es
exclusividad de la conciencia o del cuerpo.
Esta
interpretación del spinozismo como de una re-elaboración racional del
pensamiento mitológico lo recogemos de Waldo Frank. Para este pensador
norteamericano la filosofía de Spinoza era una suerte de readaptación del
pensamiento judío tradicional a las necesidades del pensamiento moderno:
«Con el
tiempo moderno el judaísmo talmúdico no podía servir como completa expresión de
la voluntad judía. La investigación científica, el método racional instituído
por Descartes habían conquistado el mundo. La paradoja inmemorial de lo Judío
necesitaba un pensamiento moderno. No pudo concebirse ningún paradigma de su
adaptabilidad que el misticismo racional de Spinoza»[6].
Para Frank el pensamiento mitológico
judío va a re-elaborarse bajo las condiciones racionales del cartesianismo a
través «the rational mysticism of Spinoza» y agrega:
«El libro de
Isaías no es más judío que la Ethica Ordine Geometrico Demonstrata».[7]
Para Frank Spinoza es uno de esas raras
expresiones de la personalidad en la cual «the genius of an entire people
culminates and lives»(op.cit). Esta unidad dialéctica entre «lo místico» y lo
«racional» hace posible esta «re-elaboración» moderna de la mitología judía en
el mundo moderno.
Frank se
mueve manifiestamente en lo que él mismo va a llamar «The immemorial paradox of
the Jew». En el pensamiento moderno parece contradecirse excluyéndose
mutuamente dos categorías de lo racional y lo místico.
Se olvida o
se ignora que esta contradicción excluyente es solamente producto del
racionalismo cartesiano que ha convertido la Naturaleza, es decir la Totalidad,
en mero mecanismo de la inercia y ha reducido la potencia de comprensión del
hombre a la mera conciencia, pues el cuerpo como máquina inerte, sigue las
leyes de la Naturaleza inerte por lo tanto es incapaz de comprensión. Y todo lo
que supera la frontera limítrofe de la conciencia (reflexiva) se ha considerado
«irracionalidad», entre ella el llamado «pensamiento» místico.
Waldo Frank
rechaza, lo mismo que Mariátegui, este esquema cartesiano. Para ambos la unidad
«cuerpo-conciencia» forman un todo dinámico, en el cual el cuerpo tiene la
misma dignidad que la conciencia. Es esta unidad la base gnoseológica del
pensamiento místico. Para Frank, cuando se refiere al pensamiento místico, por
lo tanto no se trata de rechazar el pensamiento racional para sumergirse en el
irracionalismo de los sentimientos. Todo lo contrario.
Ciencia, arte y religión
En el «Redescubrimiento de América» hace
Waldo Frank una síntesis de lo que él entiende por pensamiento místico. Para
esto distingue tres dimensiones del conocimiento. El conocimiento científico,
por un lado, es un conocimiento del conjunto de una realidad y
"El todo
de la ciencia difiere de los demás en que permanece fuera de la experiencia de
sujeto cognoscente".
Frank afirma que un científico puede
ordenar las estrellas dentro de un cosmo, y, sin embargo, quedar fuera de ese
conjunto. "De aquí que la astronomía se haya llamado ciencia". En
este sentido, el orden de la ciencia es el orden de puros conceptos. En el arte
tenemos también un orden, pero aquí el sujeto cognoscente integra este orden.
Para concretizar el arte ,
"el yo
del artista debe fundirse con los materiales de su arte".
Y luego agrega inmediatamente:
"El
cuerpo del arte no consistirá solamente, como en la ciencia, de lo que pueden
ofrecer los sentidos físicos, sino del espíritu personal y la emoción del artista.
Será un todo creado y compartido por él".
Como se puede
apreciar la relación «hombre-naturaleza» es diferente en la ciencia y en el
arte. El hombre del pensamiento mitológico poseía un arte desarrollado, no así
de una ciencia. Esto se puede entender precisamente por su relación con la
Naturaleza.
El orden de
la religión es más próxima al arte que a la ciencia, pero sin contradecir a
esta última. La ciencia busca la unidad parcial, orgánica de la realidad con
exclusión del sujeto cognoscente. El arte hace integrar su cuerpo, es decir sus
emociones, sus sentimientos, sus deseos al universo tratado creativamente por
él. Sin esta intervención del cuerpo, no hay arte posible. La religión se
asemeja al arte por su «corporeidad», pero si el arte se relaciona con una
región parcial de la realidad la religión ambiciona la experiencia, el
conocimiento, la emoción de la Totalidad. Pero esta Totalidad reitero no
excluye la razón. Para esto escribe Frank:
"La
religión, por supuesto, no es sentido ni impulso. No es en absoluto «natural».
La religión es un sistema de racionalizaciones construído por una necesidad
humana".
En este sentido va a definir Frank al
«místico»
"...hay
ciertos hombres que conocen la unidad de todo lo existente -incluso, por
supuesto, ellos mismos- del mismo modo que un hombre cualquiera conoce la
unidad de su persona. Estos hombres han sido llamados místicos".
La Totalidad que busca el místico
corresponde a un «Cosmos», a un todo ordenado. Así dos grandes conceptos en en
el pensamiento filosófico de Waldo Frank serán los polos «Caos» y el «Cosmos».
Al comienzo
de su «Primer Mensaje a la América Hispana» dice el autor norteamericano:
“...un mundo
puede ser muchas cosas; pero hay una que tiene que ser, y es ella el ser por
fuerza una especie de orden, una especie de organismo. Casi podría decirse que
un mundo es una especie de cuerpo; lo cual significa: una especie de
unidad".
Este pensamiento, como en general el
conjunto, está inspirado en la Etica spinoziana. La Totalidad que percibe el
místico no es otra cosa que el concepto de «Deus sive Natura» del primer libro
de la Etica. Y este orden orgánico, esta especie de «cuerpo» no es otra cosa
que la Naturaleza de los cuerpos que forman en su totalidad un solo individuo.
En el Escolio al Lema VII de la prop. 13 del segundo libro de la Etica dice
Spinoza:
"...
toda la Naturaleza es un solo individuo, cuyas partes, esto es, todos los
cuerpos varían de infinitos modos, sin ninguna mutación del individuo en su
totalidad".
Pero la conciencia de esta Totalidad, la
conciencia de Dios no se da en un comienzo. Es el resultado de un largo proceso
de aprendizaje que culminará en la Etica en el «Amor Dei intellectualis» de la
proposición 36 del Libro V:
"El amor
intelectual del alma a Dios es el amor mismo de Dios con que Dios se ama a si
mismo, no en cuanto es infinito, sino en cuanto puede explicarse por la esencia
del alma humana considerada bajo la especie de la eternidad (sub specie
aeternitatis consideratam), esto es, el amor intelectual del alma a Dios es una
parte del amor infinito con que Dios se ama a si mismo".
Esta proposición, en cierta forma la
coronación de toda la Etica, es el núcleo central del pensamiento filosófico de
Waldo Frank. Ya en su primera juventud cuando lo intuye en el momento que dice
que sus obras serán «la demostración de Dios».
Walt Whitman
Otras de las figuras claves en el
pensamiento de Frank es sin duda alguna Walt Whitman. En todas las obras
centrales de Frank aparece el poeta de «Leaves of Grass». Y su importancia
radica precisamente porque a los ojos de Frank Whitman es uno de los raros
casos en que este «Mentis amor intellectualis Deum» se da con toda fuerza y
claridad.
Al comienzo
del capítulo VIII: «The multitudes in Whitman», señala Frank que "La única
jerarquía verdadera de valores es la jerarquía de conciencia" [8]. El grado más alto de esta jerarquía es la conciencia mística y los
hombres de esta conciencia «are the great mystic.
"Uno de
ellos fue Whitman: El vio el movimiento de los hombres sobre el plano
superficial en su relación con la vida natural en su totalidad. El vio el flujo
unitario de la vida natural en su relación en el Ser infinito del cual formaba
una parte elemental".[9]
Como se aprecia es el mismo «Amor Dei
intellectualis» de Spinoza.
Frank es
spinozista pero no repite a Spinoza. Sigue las líneas fundamentales y es un
hombre de su tiempo que considera seriamente toda la historia de la filosofía
entre el autor de la Etica y él mismo. Y como pensador abierto y comprometido a
los problemas sociales y ser un obsesionado por la justicia social no podía
desconocer los escritos de Marx. En la íntima relación de estos gigantes del
pensamiento filosófico europeo Frank coloca primero a Marx:
"Sitúo
primero a Marx porque en la perspectiva de la función el viene al comienzo- a
pesar que Spinoza vivió dos cientos años antes que él e influyó profundamente
en su pensamiento".[10]
Según el autor de «Nuestra América»,
Marx ha dado al mundo industrial una lógica realista y una técnica de justicia
social. Y aún considerando que el tiempo a rebatido esta o aquella tesis,
"no es
menos categórico que todo aquel que quiere a hacer real la justicia real en el
mundo moderno debe ser un marxista en espíritu aun si debe rechazar ciertos
dogmas marxistas. El moderno Judío, si debe existir, debe interpretar a Marx
como a un profeta como seguramente sus antepasados interpretaron a Moises e
Isaías".[11]
Marx tiene que venir antes que Spinoza a
pesar del orden cronológico,
"Porque
la discordia social es un mal que amenaza inmediatamente la sobrevivencia de la
civilización humana y porque la conciencia colectiva viene antes que la conciencia
madura".[12]
Es interesante observar cómo, desde la
perspectiva de Waldo Frank, la humanidad en Europa ha producido a nivel
individual primeramente la «mature self-consciousness» y luego, dos siglos
después, «a technique of social justice», y cómo a nivel global el orden se
invierte, la conciencia colectiva viene antes que la madura conciencia de sí.
Naturalmente
este «antes y después» no debe entenderse en el sentido puramente
cronológico-mecánico, que primero viene la conciencia colectiva y luego la
conciencia de sí. La lucha de estos dos niveles es simultánea y la conciencia
colectiva es presupuesto «material» del desarrollo de la autonomía de la propia
conciencia. Pero una conciencia colectiva sin el «self- consciousness» es una
entidad que no es aún ella misma:
"Marx
sin Spinoza es un imperativo, inmediato, primitivo primer paso en la acción.
Spinoza sin Marx, se queda en una abstracta filosofía alejado de la posible
acción".[13]
La interpretación de Frank del
pensamiento filosófico de Marx es muy cercana a la de Unamuno, contra la cual
protesta Mariátegui, como se ha mostrado en su momento respectivo. Tiene una
visión de un Marx economicista, así escribe en el «Primer Mensaje»:
"Marx se
hallaba demasiado próximo a las doctrinas mecanicistas, fatalistas,
geneticistas, del siglo XIX: doctrinas demodadas".
Frank no percibe la etica de Marx, lo
reduce al economista:
"Hegel,
que comenzara tan bien confundió el Estado Prusiano y la Iglesia con la
sustancia Spinozística. Marx transformó este Todo con la lógica sin espíritu de
la economía".
No es el momento de la crítica al
pensamiento de Frank. Es suficiente constatar la línea indisoluble que
encuentra el crítico norteamericano entre Marx y Spinoza que también se
encuentra en el pensamiento de Mariátegui. Aquí es donde encontramos el gran
parentesco entre ambos pensadores, un parentesco que el peruano calificará de
«hermano mayor» y que Frank, en homenaje a la muerte del peruano dirá de éste
al saber de su muerte:
"Este
hombre, en la apasionada calma y ternura de su visión, fue luz para todos
nosotros. Su partida extiende obscuridad a nuestro futuro. No obstante, él está
en ese futuro...Por lo tanto, nosotros no podermos retroceder: debemos vivir y
continuar".[14]
Y en otro texto:
"Permítaseme
resumirlo en una sola palabra. Mariátegui es un Hombre -un hombre cuya
totalidad Spinoza hubiera reconocido, y Jesús también".
[1] Este grado que alcanza el Amor en el surrealismo se expresa en el
lugar que ocupa la mujer en ella. La mujer es "la morada terrestre del
hombre, la diosa de pechos desnudos que sonríe a la orilla del Mediterraneo,
mientras el agua del mar se mezcla al sol; es Xochiquetzal, la de la falda de
hojas de maíz y fuego, la de la de bruma, cuerpo de centella en la
tormenta..."
[2] "Im allgemeinen ist darüber zu
bemerken, daß das denken sich auf den Standpunkt des Spinozismus gestellt haben
muß...Wenn man anfängt zu philosophieren, so muß man zuerst Spinozist
sein" Hegel: «Vorlesung über Geschichte der Philosophie». (1971:165). ("En general hay que anotar que el pensar debe
comenzar desde el punto de vista del espinozismo..."cuando se comienza a
filosofar hay que ser primeramente espinozista”. Hegel: «Lecciones de historia
de la filosofía» (Trad. JO).
[3] "The Mexican","was
not an ideal pioneer. He became attached to his soil und loved it, and drew
pleasure and drew beauty from it"…"But the Mexican's adobe gives us
his inner life. Here a man has settled down and sought happiness in harmony
with his surroundings: sought life by cultivation, rather than
exploitation". (Trad. JO).
[4] "Presiding over this life and
forever near is Nature. The cacique is the interpreter between Nature and this
people...The Indian believes that he must live in harmony with Nature, and its
Great Spirit...The Indian therefore does not pray to his God for direct favor.
He prays for harmony between himself and the mysterious forces that surround
him: of which he is".
[5] «La vida intelectual de Frank es una directa expresión de su fe
mística en la unidad del Ser, o en la totalidad orgánica como él lo llamaba. El
deriva este sentido de totalidad de una compleja amalgama de intuición e ideas
de Freud, Marx y especialmente Spinoza»). ("Frank'career is a direct expression of
his mystic faith in the unity of Being, o in organic wholeness, as he labels
that unity. He derives his sense of wholeness from a complex amalgam of
intuition and the ideas of Freud, Marx, and especially Spinoza".Carter
Paul.1967: Preface.New York) (Trad. JO).
[6] "With modern times, Talmudic
Judaism could no longer serve as a complete expression of the Jewish will.
Scientific inquiry, the rational method instituted by Descartes, were
conquering the world. The immemorial paradox of the Jew needed a modern means.
No more perfect paradigm of his adaptability could be conceived then the
rational mysticism of Spinoza."(Todas las trad. Son mías)
[7] "The book of Isaiah is not
more Jewidh than the Ethica Ordine Geometrico Demonstrata".Comp. el tercer
cap. de «Our America»:«The chosen people». También «In the American Jungle». «Some
practical conclusion»: "Whit Marx, Spinoza...".
[8] "The one true hierarchy of
values is the hierarchy of Consciousness".
[9] These are the
great mystics. Suche one was Whitman. He saw the movements of men upon the flat
planes of mundane life in its relation to all mundane life. He saw the unitary
flow of all mundane life in its relation to an infinite Being of which it was
an elementary parte....
[10] I place
Marx first, because in the perspective of function he comes first -although
Spinoza lived two centuries before him and profoundly influenced his
thinking".
[11] "yet
it is nonetheless categorical that every man who wants to enact social justice
in the modern world must be a Marxist in spirit although he may reject certain
Marxist dogmas. The modern Jew, if he is to exist, must
intepret Marx as a prophet as surely a his forebears interpreted Moses and
Isaiah") Recuérdese que Mariátegui también defendía contra Unamuno la
tesis que Marx era un profeta, que luego el filósofo español reconoció como
cierta.
[12] "Because the social discord is
a disease inmmediately threatening the survival civilized mankind; and because
collective consciousness comes before mature self-consciousness")
[13] "Marx
without Spinoza is an imperative, immediate, primitive first step in action.
Spinoza, without Marx, remains an abstract philosophy, removed from possible
action"
[14] Cita tomada del trabajo de W.Stein y R.Alarcón: «José Carlos
Mariátegui y Waldo Frank: dos amigos». Anuario (1989:181).
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